La época andalusí. La articulación del territorio hispanomusulmán en la Cuenca del río Cigüela (Provincias de Cuenca y Ciudad Real)

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Descripción

LOS PAISAJES CULTURALES EN EL VALLE DEL CIGÜELA ED. CIENTÍFICO: JORGE MORÍN DE PABLOS

Madrid, 2014

DIRECCIÓN CIENTÍFICA Jorge Morín de Pablos

DISEÑO Y MAQUETACIÓN Auditores de Energía y Medio Ambiente, S.A. Coordinación técnica y diseño gráfico: Jorge Morín de Pablos y Esperanza de Coig-O´Donnell. Maquetación: Esperanza de Coig-O´Donnell. Impresión y encuadernación:

EDITA Auditores de Energía y Medio Ambiente S.A. ISBN: 978-84-942592-5-8 Depósito Legal: M-22648-2014

Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluido fotocopias, grabación o por cualquier sistema de almacenamiento de información sin el previo permiso escrito de los autores.

LOS PAISAJES CULTURALES EN EL VALLE DEL CIGÜELA

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Créditos

Coordinación general: Jorge Morín de Pablos. Secretaría científica: Esperanza de Coig-O´Donnell Magro.

COORDINADORES CIENTÍFICOS DE ÁREA Prehistoriay Protohistoria: Dionisio Urbina Martínez. Mundo Romano: Jorge Morín de Pablos. Antigüedad tardía: Isabel M. Sánchez Ramos. Mundo Andalusí y Edad Media: Antonio Malalana Ureña.

COLABORADORES Geoarqueología: Fernando Tapias Gómez. Prehistoria Antigua: Mario López Recio. Prehistoria Reciente: Germán López López. Protohistoria: Catalina Urquijo Álvarez de Toledo. Mundo Romano: Rui Roberto de Almeida. Antiguedad Tardía y Alta Edad Media: Rafael Barroso Cabrera. Militaria: Antxoka Martínez Velasco. Hidráulica de la Antigüedad: Jesús Carrobles Santos. Zooarqueología: José Yravedra Sainz de los Terreros y Verónica Estaca Gómez Palinología, Carpología y Antracología: Manuel Casas Gallego. Morteros: Pablo Guerra García.

AUDITORES DE ENERGÍA Y MEDIO AMBIENTE S.A. DIRECCIÓN PROSPECCIONES ARQUEOLÓGICAS Conducción Principal: Marta Escolà Martínez y Francisco José López Fraile. Préstamo de El Esplegar: José Manuel Illán Illán y Francisco José López Fraile.

DIRECCIÓN SONDEOS ARQUEOLÓGICOS La Quebrada: Dionisio Urbina Martínez. La Peña I-II: Laura Benito Díez y Francisco José López Fraile. Rasero de Luján: Ernesto Agustí García. Casas de Luján II: Raúl Luis Pereira y Rocío Víctores de Frutos. Pinilla I - Los Vallejos: Ana Ibarra Jímenez. Arroyo Valdespino: Laura Benito Díez y José Manuel Curado Morales.

DIRECCIÓN CONTROL ARQUEOLÓGICO DE LOS MOVIMIENTOS DE TIERRAS Marta Escolà Martínez, Antxoka Martínez Velasco, Marta Muñiz Pérez, Raúl da Silva Pereira, José Antonio Gómez Gandullo, Rebeca Gandul García, Ivan González García, Alfredo Rodríguez Rodríguez, Gonzalo Saínz Tabuenca.

DIRECCIÓN EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS El Esplegar: José Manuel Illán Illán y Francisco José López Fraile. La Quebrada II: Jorge Morín de Pablos y Laura Benito Díez. La Quebrada III: Jorge Morín de Pablos y José Manuel Illán Illán. Madrigueras II: Jorge Morín de Pablos y Dionisio Urbina Martínez. La Peña I: Jorge Morín de Pablos y Laura Benito Díez. La Peña II: Francisco José López Fraile y Rui Roberto de Almeida. Llanos de Pinilla: Jorge Morín de Pablos y José Manuel Illán Illán. Los Vallejos: Jorge Morín de Pablos y Pablo Guerra García. Los Vallejos II: Marta Escolà Martínez, Gonzalo Sainz Tabuenca e Iván González García. Los Vallejos III: Marta Escolá Martínez. La Excavación - Los Mausoleos: Jorge Morín de Pablos y Ernesto Agustí García. Las Lagunas I-II: Jorge Morín de Pablos y José Manuel Illán Illán. Casas de Luján I: Jorge Morín de Pablos y Dionisio Urbina Martínez. Casas de Luján II: Jorge Morín de Pablos y Ernesto Agustí García. Rasero de Luján: Jorge Morín de Pablos y Ernesto Agustí García. Rasero de Luján II: Marta Escolà Martínez, Gonzalo Saínz Tabuenca e Iván González García. Ermita de Magaceda II: Jorge Morín de Pablos y Dionisio Urbina Martínez. Villajos Norte: José Antonio Gómez Gandullo y Javier Pérez San Martín. Villajos: Javier Pérez San Martín y Ana Ibarra Jiménez. Pozo Sevilla: Jorge Morín de Pablos y Marta Escolà Martínez. Arroyo Valdespino: José Manuel Curado Morales.

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Índice

METODOLOGÍA ARQUEOLÓGICA: PROSPECCIÓN, EXCAVACIÓN, INVESTIGACIÓN, DIFUSIÓN Y DIVULGACIÓN

13

EL TERRITORIO. DE LA PREHISTORIA A LA EDAD MEDIA

51

PREHISTORIA ANTIGUA Los primeros Pobladores

53

PREHISTORIA RECIENTE Los primeros asentamientos humanos

54

LA EDAD DEL HIERRO El mundo indígena

59

LA ÉPOCA ROMANA La presencia de Roma

61

LA ÉPOCA TARDOANTIGUA Y VISIGODA La cristianización del Territorio

64

LA ÉPOCA ANDALUSÍ La articulación del territorio hispanomusulmán en la cuenca del rio Cigüela (Provincias de Cuenca y Ciudad Real)

70

LOS REINOS CRISTIANOS La repoblación temprana de la cuenca del Cigüela (Provincias de Cuenca y Ciudad Real)

76

Los Yacimientos GEOARQUEOLOGÍA

89

El Valle del Cigüela

LAS OCUPACIONES HUMANAS EN LA VEGA DEL VALDEJUDÍOS

99

LAS LAGUNAS La producción de miel en época romana en el territorio de Segóbriga. Saelices. Siglos I y II d.C.

373

CASAS DE LUJÁN Una villae romana en el ager de Segobriga. Saelices. Siglos I-III d.C.

393

CASAS DE LUJÁN II Notas sobre el fin de la Guerra Civil española en la provincia de Cuenca. Saelices. 1939

415

EL ESPLEGAR Nuevos datos para el conocimiento de la Edad del Bronce en la submeseta sur. Carrascosa del Campo. III-II milenio B.P.

105

MADRIGUERAS II Un vicus en el territorio segobricense. Carrascosa del Campo, siglos V a.c. al V d.C.

121

RASERO DE LUJÁN II Las producciones cerámicas en el territorio segobricense. Saelices. Siglos I-III d.C.

425

LA QUEBRADA III Nuevos datos para el estudio del poblamiento de la Prehistoria Reciente en el entorno del arroyo del Valdejudíos. Carrascosa del Campo. III al I milenio B.P.

141

RASERO DE LUJÁN Rasero de Luján, Casas de Luján y Vallejos. Vías y caminos en el entorno de la ciudad de Segóbriga. Saelices. Siglos I-III d.C.

481

LA QUEBRADA II Una granja hispanomusulmana en la vega del Valdejudíos. Carrascosa del Campo. Siglos IX-XI

159

ERMITA DE MAGACEDA Un asentamiento frustrado de la primera repoblación de Uclés en el cauce del Cigüela. Villamayor de Santiago. Siglos XII-XIII d.C.

499

LA QUEBRADA II Un asentamiento hispanovisigodo en la vega del Valdejudíos. Carrascosa del Campo. Siglos VI-VIII d.C.

175

LAS OCUPACIONES HUMANAS EN EL TERRITORIO DE SEGÓBRIGA

LAS OCUPACIONES HUMANAS EN EL CURSO BAJO DEL CIGÜELA

197

LA PEÑA I El sistema hidráulico de abastecimiento de aguas a la ciudad de Segóbriga. Carrascosa del Campo y Saelices. Siglo I d.C.

207

LA PEÑA II Una explotación vitivinícola en el ager segobricense. Saelices. Siglos I-III d.C.

239

LLANOS DE PINILLA Un espacio productivo altoimperial en el territorio segobricense. Saelices. Siglos I-III d.C.

271

LOS VALLEJOS Una villa en el territorio segobricense. Saelices. Siglos I-III d.C.

305

CAMINO DEL ESCALÓN - MAUSOLEOS Nuevos datos para el conocimiento del suburbium segobricense. Saelices. Siglos I-VIII d.C.

355

511

VILLAJOS NORTE Una necrópolis de los inicios de la Edad del Hierro de Villajos. Campo de Criptana. Siglos VII-V a.C.

515

VILLAJOS Un hábitat hispanomusulmán en la Mancha alta. Campo de Criptana. Siglos IX-XI d.C.

537

POZO SEVILLA Una casa-torre en la Mancha. Alcázar de San Juan. Siglos I-IV d.C.

549

ARROYO VALDESPINO Nuevos datos para el estudio de la Protohistoria y la época andalusí en la Mancha. Herencia. Siglos V-IV a.C. y XI-XII d.C.

593

BIBLIOGRAFÍA

611

LA ÉPOCA ANDALUSÍ LA ARTICULACIÓN DEL TERRITORIO HISPANOMUSULMÁN EN LA CUENCA DEL RIO CIGÜELA (PROVINCIAS DE CUENCA Y CIUDAD REAL). Antonio Malalana Ureña

El ámbito geográfico objeto de estudio está vertebrado por el cauce del río Cigüela. Este afluente del Guadiana, que nace en los altos de Cabrejas, en la provincia de Cuenca y cerca de la divisoria entres las cuencas atlántica y mediterránea, cuenta con los aportes de varios ríos y arroyos, como Valdejudíos, Riánsares, Záncara y Valdespino. Al margen del determinante geográfico paisajístico, también deberemos tener en cuenta otras cualidades, como el valor estratégico del corredor formado por el propio río, junto a viabilidad económica de todo el territorio, interesante para el binomio agriculturaganadería. Por último, no podemos aislarnos de la propia evolución histórica de la región, intensamente poblada desde tiempos remotos, siempre imbricada a lo largo de una vía de comunicación que conectaba el suroeste peninsular con el Valle del Ebro. Por ejemplo, al-’Udri menciona Qaṣr ‘Aṭiyya o Qaṣr Bani ‘Aṭiyya (Alcázar de San Juan, Ciudad Real) como la intersección de dos rutas, una comunicaba Córdoba con Zaragoza y la otra Toledo con Cartagena (Vallvé, 1972: 151). Como señala al-’Udri, la primera de las rutas permitía evitar Toledo, y tenía como etapas principales Caracuel, Calatrava, Qasr Bani ‘Atiyya, Uclés, Cuenca, etc. . (Granja, 1967: 455). También el cronista Ibn Hayyān incluye el mencionado enclave como una de las etapas del itinerario militar seguido por ‘Abd ar-Raḥmān III en la campaña de Zaragoza del 935. A lo largo de esta marcha se enumeran una serie de lugares que pertenecerían a Santaver, como Landete (Landīṭ), Villel (Billāl), Teruel (Tīrwāl), Huete (Wabḏa) y Uclés (Uqlīš). Otros puntos de interés. fueron Šanta Mariya, Zorita (Surita), Cuenca (Qῡnka) o Huelamo (Wālamῡ)y lógicamente la propia Santaver (Šantabariyya) (Ibn Hayyān, 1981: 271). En cualquier caso, estas vías no son nuevas, pues sus antecedentes son prerromanos, manteniéndose la vigencia entre romanos y visigodos (Palomero, 1987). Por tanto, el espacio geográfico que nos interesa está articulado a lo largo de un doble eje formado por un camino y por el propio cauce del Cigüela y que transcurre a lo largo de las provincias de Cuenca y Ciudad Real. Las distintas intervenciones arqueológicas ejecutadas como consecuencia de la obra pública, que avanza a lo largo de dicho eje, nos han permitido conocer mejor como podría articularse este territorio durante el periodo de dominio hispanomusulmán. Varios son los yacimientos identificados para este periodo: la Quebrada II (Carrascosa, Cuenca), Madrigueras III-IV (Villamayor de Santiago, Cuenca), Villajos (Campo de Criptana, Ciudad Real) y Arroyo Valdepino (Herencia, Ciudad Real). Además, convendría incluir, Corrales de Mocheta (Carrascosa, Cuenca), junto a la fase de ocupación islámica de Segóbriga, más la influencia que ejercen las cercanas Uclés, en el norte, y Alcázar de San Juan, desde el sur. No obstante, debemos advertir, que en ningún caso, los distintos asentamientos han sido excavados en su totalidad, por lo que la información obtenida, en cierta forma, es parcial. Sin embargo, creemos que los datos aportados van a permitir componer una idea general de cómo se organizó este territorio entre los siglos IX-XI. Al mismo tiempo, sin abordar aún el estudio del modelo de articulación del territorio dentro del cauce del Cigüela, conviene identificar y reconstruir cuál era la situación de la Mancha Alta dentro de la estructura superior del gobierno y administración de al-Andalus. A priori, esta región parece encontrarse ubicada en un espacio de contacto de tres grandes territorios: la madīna de Toledo, junto a las kūras de Santaver y Calatrava. La granja de la Quebrada II formaría parte del iqlim de Huete y Medongueres III-IV de Uclés, en la Kūra de Santaver; mientras que la granja de Villajos y la almunia de Valdespino sería del iqlim de Alcázar de San Juan, de la madīna de Toledo.

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LOS TERRITORIOS DE TOLEDO, CALATRAVA Y SANTAVER A priori, la frontera media tenía como principal objetivo frenar a leoneses y castellanos; aunque, en un segundo nivel, no menos importante, buscaba conservar el frágil equilibrio político interior. Quizá sea esta la prioridad, la de consolidar el dominio sobre los territorios propios y estabilizar el interior del país en favor de emires y califas. Durante el califato, sin que fuera un sistema totalmente estable, al-Andalus se articuló en kūras y madīnas fronterizas. Mientras las primeras suelen estar gobernadas por linajes locales, en las ciudades se sitúan gobernadores militares que deberían ejercer directamente el poder omeya. En la etapa del gobierno de ‘Abd al-Raḥmān III, para los años 912-942, pueden identificarse un total de 26 kūras, entre las que se encuentran las de Calatrava y Santaver (Manzano, 2006: 430; 2008: 519). En principio, la kūra no es una unidad administrativa habitual en las regiones fronterizas, a excepción de Santaver que sí está incrustada en la frontera, y presenta en este sentido una singularidad (Manzano, 2006: 431; 2008: 522). Al margen de las kūras, y para las regiones fronterizas, el territorio se articula en torno a ciudades. En total, a lo largo de la narración de Muqtabis V, se citan 18 de estas ciudades entre las que se encuentra Madrid, Toledo, Talavera, Guadalajara o Zorita (Manzano, 2006: 431; 2008: 521). Efectivamente, al-Ṯagr al-awsaṭ o “Frontera Media” no forma una única unidad territorial, sino que está constituida por varias entidades y no todas son kūras, aunque si existe un concepto de frontera, que a su vez se gobierna desde una capital. Incluso, en las descripciones en los textos árabes, otorga cierta importancia a la franja más cercana a la frontera, espacio que es identificado por "la Sierra" o "Sierras" y que comprende «Talavera, Toledo, Madrid, Guadalajara, Uclés y Huete» (al-Idrisi, 1974: 163). Igualmente, debemos sumar los territorios sorianos al sur del Duero, como Deza (Ibn Hayyān, 1967: 227) y especialmente Medinaceli, que junto . a Guadalajara, si hacemos caso al texto de al-’Udri, era territorio de los Banū Sālim e identificado por el narrador como ṯagr Banī Sālim o frontera, marca, de los Banū Sālim (Granja, 1967: 492). Los Banū Sālim, de la tribu bereber de los Maṣmῡda, controlaban desde tiempos antiguos las tierras que se extendían entre Guadalajara y Medinaceli, dominio que debió de ser efectivo hasta el siglo X. El territorio formaba una unidad compacta reconocida en las crónicas como «Marca de los Banū Sālim». A mediados de la decima centuria, ‘Abd al-Raḥmān III cambia por completo el status quo de la región. Durante la campaña de Muez, año 921, a petición de los pobladores de Guadalajara, expulsaría a los Banū Sālim del gobierno de la ciudad (ʿArīb b. Sa’īd, 1992: 158. Ibn Hayyān, 1981: 129). Por estas fechas, Ibn Hayyān, literalmente, habla de la . . «arruinada Medinaceli», por lo que es muy probable que los dominios de los Banū Sālim habían menguado considerablemente (Ibn Hayyān, 1981: 133). No obstante, el control de esta franca de la frontera era vital para la defensa del califato frente a las embestidas . castellano-leonesas, cada vez más frecuentes. La recuperación de Medinaceli era, pues, vital para garantizar la salvaguardia de alAndalus, por lo que impulsó la reconstrucción de la ciudad, iniciativa que trasladaría al general Gālib, quien garantizaba el control de un territorio clave (Ibn Hayyān, 1967: 258-261). . No obstante, en ocasiones, esta frontera, partiendo de Talavera, sólo se extendía hasta Atienza (Guadalajara); es decir, concurren una serie de circunstancias que impiden al estado cordobés ejercer una autoridad plena sobre toda la línea (Ibn Hayyān, 1981: . 132-133). Así, observamos un vacilante control sobre la “frontera media” por parte de los emires y califas cordobeses. Precisamente, Toledo es un fiel reflejo de lo inestable que era el gobierno, pero sobre todo, la complejidad de las relaciones dentro de la heterogénea sociedad de la España musulmana. Los habitantes de la ciudad del Tajo eran hostiles y poco dóciles al gobierno de Córdoba. La consecuencia era rotunda, se controlaba Toledo, al-Andalus estaba en peligro, tanto por los enemigos internos, como por el periférico. Por lo tanto, los hispanomusulmanes contaban, no sólo con fronteras exteriores, sino también con otras interiores (Manzano, 1991).

LA MADīNA DE TOLEDO La ciudad de Toledo contaba con un territorio extraordinariamente extenso, cuyo dominio y control era vital para la estabilidad y defensa de al-Andalus. Escritores como al-Rāzī o Ibn Gālib identifican Tulaytula como una de las cuatro capitales de Al-Andalus, de la que destacan el rendimiento agrícola de su territorio y la calidad de los cereales que en ellos se obtienen (al-Rāzī, 1975: 6568. Al-Bakrī, 1982: 25. Vallvé, 1975: 377). El perfil histórico social de Toledo va a marcar políticamente las relaciones entre esta

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periferia y los sucesivos gobiernos de emires y califas. La población local sigue siendo determinante, pues la comunidad mozárabe es amplia, aunque no es el único motivo para las gentes de Toledo enfrentarse a Córdoba. La propia inercia de equilibrio entre los distintos poderes locales era dif ícil de mantener, tanto que la ciudad del Tajo pretende expandir el territorio a costa de los bereberes asentados en su entorno, como los de Santaver. Las noticias de estas revueltas ya son registradas desde el reinado de al-Hakam I, con otros episodios con ʿAbd al-Raḥmān II, Muḥammad I o ʿAbd al-Raḥmān III. Con respecto al centro peninsular, conviene conocer aquellos lugares que de una u otra forma dependía de la inercia de Toledo. Al-Rāzī, señala a Talavera, Calatrava, Consuegra, Oreto y Caracuel (al-Rāzī, 1975: 66-68). Ibn Gālib, por su parte identifica los distritos de la Sagra, con varios castillos, el de la Sila, la ciudad de Huecas, y los de al-Ušbūra y al-Qāsim (Vallvé, 1975: 377-378). A Talavera se la calificaba como ciudad de frontera (al-Bakrī, 1982: 25), y destaca por su valor como lugar fuertemente amurallado que se apoyaba en un sistema de torres almenara para defender la frontera. Asimismo, el territorio dependiente de Talabīra habría estado compartimentado en distritos, como los de la Vega (al-Faḥs) y los iqlīm de al-Sind, Vascos (Bāšak), etc. (Vallvé, 1975: 378). Cuando las fuentes marcan las ciudades y distritos dependientes de Toledo, la mayoría, como señala correctamente E. Manzano, se encuentran situadas al sur del Tajo (Manzano, 1991: 165). De hecho, aquellas que son fronterizas frente al norte, como Madrid, Guadalajara o Medinaceli están desvinculadas de Toledo. Recordemos que al-Rāzī indica en su texto que Toledo «parte el término» con el de Guadalajara (al-Rāzī, 1975: 63). Quizá esta es la explicación que nos lleve a comprender que el territorio dependiente de la ciudad de Toledo se situaba al sur del Tajo, fundamentalmente entre este cauce y el Guadiana: Talavera, Calatrava, Oreto, Consuegra, Caracuel, Qaṣr Bani ‘Aṭiyya (Alcázar de San Juan), etc. No obstante, Calatrava parece tener un status diferenciador. Esta ciudad, junto a la de Oreto colaboraba abiertamente con los omeyas, por ejemplo, aportando hombres al ejército cordobés. Sin duda alguna, Calatrava, desde el sur, era uno de los numerosos enclaves fortificados dispuestos para hacer frente y, si llegase el momento, someter las constantes revueltas de los toledanos; que junto a Peñafora (Guadalajara), Madrid, Talamanca y Talavera, configuraban una frontera interior contra Toledo (Manzano, 1991: 170). Es muy significativo que en aquella lista Calatrava esté incluida en la lista de kūras o que Madrid y Talavera lo estén como ciudades fronterizas (Ibn Hayyān, 1981: 192-193). . Una de las regiones que debemos identificar, localizar y describir es el distrito o iqlim de al-Luŷŷ, una franja de contacto entre Toledo, Santaver y Calatrava, cuya capital era Qaṣr ‘Aṭiyya o Qaṣr Bani ‘Aṭiyya, e identificada por Vallvé con Alcázar de San Juan (Ciudad Real) (Vallvé, 1972: 151; 1986: 285). Precisamente, el alcázar o qasr de los Bani ‘Atiyya es una estratégica intersección de la red viaria hispanomusulmana. Como se ha dihco ya Al-’Udri la menciona como intersección de dos rutas: una comunicaba Córdoba con Zaragoza y la otra Toledo con Cartagena (Vallvé, 1972: 151). Como señala al-’Udri, la primera de las rutas permitía evitar Toledo (Granja, 1967: 455). También el cronista Ibn Hayyān incluye el mencionado enclave como una de las etapas del itinerario . militar seguido por ‘Abd ar-Raḥmān III en la campaña de Zaragoza del 935 (Ibn Hayyān, 1981: 271). . Otro de los datos relevantes para ubicar la zona de nuestro estudio es aportado por Ibn Al-Kardabūs, quien en su Historia de alAndalus, también menciona un territorio que él identifica como Fafḥṣ al-Luŷŷ, Esta región aparece citada por el cronista al describir el doloroso hecho de la pérdida del reino taifa de Toledo, cuando Alfonso VI «consiguió tomar todas las dependencias de Ibn Ḏī-lNūm y apoderarse de ellas. Éstas fueron ochenta ciudades con mezquitas aljamas, sin contar los pueblos y las aldeas florecientes. Tomo posesión desde Guadalajara a Talavera (de la Reina) y Fafḥṣ al-Luŷŷ (Campo del Bosque) y todos los distritos de Santa María (Albarracín)» (Ibn al-Kardabūs, 2008: 105-106). Fafḥṣ al-Luŷŷ (Campo del Bosque) ha sido ubicado en dos lugares distintos, mientras que F. Maíllo Salgado lo hace en Albacete (Ibn al-Kardabūs, 2008: 105), contrariamente A. Pretel cree que podría situar dicho iqlim en una zona de navas y lagunas en donde se encuentran los límites de las provincias de Toledo, Cuenca y Ciudad Real (Pretel, 2007: 44-45). La clave está en situar en el mapa el topónimo M.rṭīla, ubicado por el cronista Ibn Hayyān dentro dicho iqlim de . al-Luŷŷ, quien los identifica como una escala previa a Qaṣr ‘Aṭiyya (Ibn Hayyān, 1981: 271). J.P. Molenat ha propuesto una interpre. tación de dicho topónimo, como Muraṭayla o Moratilla, y que debería localizarse en un punto en la ruta que conectaba Uclés con Alcázar de San Juan. Este lugar no sería otro que Almoradiel (Molénat, 1997: 529-530). En el año 1238, Muradiel es citada entre otros lugares como Cuzquas (Górquez) y Villadaios (Villajos), como consecuencia del conflicto surgido entre el arzobispo Jiménez de Rada y la Orden de Santiago (Lomax, 1959: doc. 1). En el año 1243, en otro documento en donde intervienen los mismos protagonistas, se citan, por un lado «ecclesia de Moratella et aldearum suarum» y por otro la «maior ecclesi de Moratella». Pocos años después, en 1245, se cita nuevamente Moratella, ahora en un texto de Inocencio IV (Rivera, 1995: docs. 192 y 196). El último de los documentos, fechado en 1243, demuestra ya la evolución del topónimo, pues ahora se le identifica como Almuradiel, al incluirse en la nómina de lugares reclamados por el concejo de Alcaraz en su litigio con la Orden de Santiago (González, 1980-1986: doc. 705).

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Jurisdiccionalmente todo parece indicar que, durante el periodo de dominación musulmana, ambos yacimientos, en la segunda mitad del siglo X, formaron parte del iqlim de al-Luŷŷ, cuya capital era Qaṣr ‘Aṭiyya, la actual Alcázar de San Juan. Territorio, que a su vez, formaba parte un ámbito superior que dependía y tenía como capital Toledo. Los yacimientos de Villajos y Arroyo Valdespino están asociados a la cuenca del Guadiana y no a la del Tajo. Los ríos Cigüela y Zánzara, afluentes de aquél, y la Sierra de Almenara, delimitan la región. Por lo tanto, estamos ubicados en un territorio limítrofe, tanto desde el punto de vista geográfico, como desde la perspectiva de la organización administrativa andalusí. Debemos situarlos, por tanto, en este distrito fronterizo de Toledo con las kūras de Santaver y Calatrava.

LA KŪRA DE CALATRAVA La ciudad de Calatrava, ubicada al sureste de Toledo, destaca por su producción cerealista, de excelente calidad, y por ser tierra de buena caza; pero sobre todo sobresale por sus pastos, cualidad que permitiría el desarrollo de la ganadería, enfatizando las fuentes, tanto la calidad de los rebaños, como la de los productos lácteos (al-Rāzī, 1975: 69. Vallvé, 1975: 378; 1986: 313). Desgraciadamente, para el conocimiento del territorio de esta kūra, pocos son los estudios que analicen su composición y estructura, pues la ciudad de Calatrava ha absorbido la mayor parte de los esfuerzos de los investigadores. Todo parece indicar que su creación tiene que ver con la propia evolución política en las relaciones entre Toledo y Córdoba. Calatrava, por tanto, como unidad administrativa, emerge a modo de frontera interior para ayudar a Córdoba en el gobierno efectivo y real sobre todo al-Andalus, en concreto como una almenara vigilante sobre Toledo. Esta función ha quedado reflejada en varios pasajes cronísticos de la época, como ʿArīb b. Sa’īd (1992: 120) o en el Muqtabis II-1 (Ibn Hayyān, 2001: 289-290). . Una de las primeras referencias documentadas de Calatrava como ciudad es una noticia del año 785, recogida por el cronista oriental Ibn al-Athir, nacido en 1160 (Ibn al-Athir, 2006: 132). La viabilidad de Calatrava como ciudad-territorio espejo frente a Toledo aumentó a raíz de su destrucción por los rebeldes toledanos en el año 853, junto a la inmediata reconstrucción por orden del emir Muḥammad I (Ibn al-Athir, 2006: 231). A partir de esa fecha, y como capital de una extensa región dividida en numerosos distritos, se convirtió en el principal punto de apoyo del poder central cordobés en la zona, siendo el lugar más poblado entre Córdoba y Toledo hasta principios del siglo XIII (Hervas & Retuerce, 2000). En el Muqtabis V, se citan algunos de los gobernadores como Šabīb b. Aḥmad, Abdallāh b. ʿAbdalmalik, etc. (Ibn Hayyān, 1981: 193, 215, 249, 321, 348, 354). Igualmente, en alguna ocasión el . gobierno de Toledo y Calatrava lo ejerce la misma familia, como así ocurrió en el año 941, cuando «Qāsim b. Raḥīq lo fue [destituido] de Toledo en favor de ʿĪsà y Sulaymān, hijos de Muḥammad b. ‘Isà, conjuntamente, a quienes además se agregó el gobierno de la cora de Calatrava, del que fue destituido Hišām b. Yahwar» (Ibn Hayyān, 1981: 354). Gobierno que también seguiría en manos de . un solo gobernador en el 942, cuando fueron sustituidos «ʿĪsà y Sulaymān, hijos de Muḥammad b. ‘Isà de las ciudades de Toledo y Calatrava en favor de Ilyās b. Sulaymān» (Ibn Hayyān, 1981: 368). .

LA KŪRA DE SANTAVER El topónimo Šantabariyya, identificada con la Celtiberia, era una extensa kūra que se correspondería con casi la totalidad de la provincia conquense y amplias zonas de las limítrofes Valencia, Teruel y Guadalajara. «En un principio debía incluir las jurisdicciones de al-Sahla de los Banū Razīn (Albarracín), Barūša, Medinaceli, Guadalajara y tal vez Calatayud» (Vallvé, 1986: 309). E. Manzano, amplía estos dominios a Zorita, controlada por Banū ‘Abdūs, Teruel y Villel de los Banū Gazlūn, comprendiendo unos territorios muy extensos, con límites imprecisos, cuyos dominios estaban controlados por linajes bereberes (Manzano, 1991: 149). En cualquier caso, resulta ciertamente dif ícil dibujar sobre un plano los verdaderos límites de la Santaver (Muñoz & DomínguezSolera, 2011: 12). Más o menos vendría a coincidir con las demarcaciones territoriales de tres diócesis, las de Arcávica, Segóbriga y Valeria, todos dependientes de Toledo; organización territorial que se habría mantenido inalterable desde su creación en el periodo hispanorromano. Ahora, bajo el Islam se consolida, pero transmutándose cada uno de las diócesis en iqlim o climas. Ercávica ahora es Šantabariyya, Segóbriga deja paso a Uqlīš -Uclés- y Valeria a Wabḏa (Huete) (Malalana, Barroso & Morín, 2012: 60-75). Cronistas, como al-Rāzī (al-Rāzī, 1975: 299) y Ibn Gālib (Vallvé, 1975: 377), señalaron que el término de Santaver contaba con numerosas villas y castillos. Asimismo, el territorio también destacaba por sus montes y por la fertilidad del suelo, en donde crecen

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«muchas y buenas yerbas» o muy favorable para el cultivo de cereal. También se mencionan las vegas en donde crecen todo tipo de árboles frutales, sobresaliendo por encima de todos avellanos y nogales (al-Rāzī, 1975: 299). El distrito de Santaver, a veces referido como «el país de Santaver» (Ibn Hayyān, 1981: 157), cuenta con una extensión territorial . considerable habitada por bereberes en convivencia con residentes indígenas (Guichard, 1995: 396-402) y gobernada por los Banū Ḏī-l-Nūm. La kūra de Santaver estuvo ubicada en una zona estratégica para el control del noroeste y el este peninsular, en el centro del sistema defensivo del estado omeya. Esta relevancia política se demuestra en numerosas ocasiones, y sobre todo durante el periodo de los imperios magrebíes, hasta que Alfonso VIII, consigue dominar definitivamente la ciudad de Cuenca, junto a la posterior colonización de los territorios, tanto por este monarca castellano, como por Fernando III. El interés estratégico del país de Santaver se centra fundamentalmente en el control de las rutas del Tajo, tanto en las zonas cercanas a Toledo, en donde destaca Zorita. Una de estas vías era la que conectaba Córdoba, pasando por Toledo, y Zaragoza. Aquí se localizan la Quebrada II y Madrigueras III-IV.

LOS YACIMIENTOS EN LOS TERRITORIOS DE TOLEDO Y SANTAVER Como comprobaremos a lo largo de los siguientes párrafos, los distintos yacimientos se ubican en los territorios de Toledo y Santaver, dentro una región limítrofe entre la madīna y la kūra. Ya ha sido explicado más arriba, que la unidad territorial básica era la kūra (kuwar, plural), pero tendremos que esperar al gobierno del emir ‘Abd ar-Raḥmān I para que al-Andalus se constituya una verdadera estructura administrativa en donde los distritos militares se conviertan en provincias (kuwar), que a su vez, se subdividan en distritos (aqālīm, singular, iqlīm). Este segundo nivel territorial tendrá como objetivo crear demarcaciones fiscales (Salvatierra y Canto, 2008: 51). El iqlīm a su vez se dividía en alquerias. En cada iqlīm dominaba una población, frecuentemente fortificada, de ahí, que se las identifique como ḥiṣn; asimismo, la defensa del territorio se completaba con la presencia de torres (burŷ y atalayas). En bastantes ocasiones el concepto de alqueria y burŷ se fusionaban, conformando una unidad. Como hipótesis, la Quebrada II y Corrales de Mocheta (Carrascosa, Cuenca) se integrarían dentro del iqlīm de Wabḏa (Huete), mientras que Madrigueras III-IV formaría parte del iqlīm de Uqlīš (Uclés), todos dependientes de la kūra de Santaver. Por su parte, tanto Villajos (Campo de Criptana, Ciudad Real), como Arroyo Valdepinos (Herencia, Ciudad Real), formarían parte del iqlim de al-Luŷŷ, cuya capital era Qaṣr ‘Aṭiyya o Qaṣr Bani ‘Aṭiyya (Alcázar de San Juan) y que se localizaba en el extremo oriental de la madīna de Toledo (Malalana & Morín, 2012).

2. EL REINO TAIFA DE TOLEDO Tras la desintegración del califato cordobés, en 1031, desaparece el poder central, emergiendo un nuevo orden político hispanomusulmán (más de treinta reinos) que ha sido identificado como Reinos de Taifas o como define M.J. Viguera “autonomías generalizadas por todo al-Andalus” (1997: 60). Esta etapa, con reunificaciones y nuevas fragmentaciones se extenderá hasta 1090, con la dolorosa, para el Islam, capitulación de Toledo en 1085. Antes de 1031, algunos territorios, aprovechándose de un débil poder central, ya se gobernaban asimismo de manera autónoma. Dentro de este dificultoso proceso, es ciertamente complicado identificar el instante en el que Toledo se convirtió en taifa independiente. Ya hacia 1010, las familias toledanas más notables decidieron unirse para gobernar el territorio. Sin embargo, el momento clave fue cuando los toledanos, ante el mal gobierno de Àbd al-Malik, pidieron ayuda al señor de Santaver, ‘Abd alRaḥmān b. Ḏī l-Nūm, quien enviaría a su hijo, el joven Ismā’īl, en algún momento posterior a 1018, pues por entonces aún era gobernador de Uclés. Alrededor del año 1032 podría estar gobernando Toledo, pues desde ese momento ya estaba reconocido como soberano y ostentaba el título al-Ẓāfir (Viguera 2000: 57). Si hacemos caso a cronista Ibn ‘Idārῑ, su gobierno sería beneficioso para los pobladores de la taifa (Ibn ‘Idārī, 1993: 229). Ismā’īl b. ‘Abd al-Raḥmān b. Ḏī l-Nūm (ca. 1032-1043/44) construiría un potente taifa, reino que destacaría en todos los órdenes: el político, el económico y el cultural, manteniéndose la dinastía en el poder hasta el 1085. Quizá el momento de mayor esplendor se asocia al hijo de Ismā’īl, Abū l´Hasān Yaḥyà al-Ma’mūn (1043/44-1075), quien renovaría la fisonomía de la capital, Toledo, e inten-

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taría ampliar los límites territoriales de la taifa a costa de sus vecinos, llegando a conquistar Córdoba. Sin embargo, nunca pondría sus ojos en la frontera del norte, hacia los reinos cristianos, consiguiendo cierto status quo de neutralidad a cambio del pago de cuantiosas parias (Gaspar Remiro, 1916: 94-95). A la muerte de al-Ma’mῡn le sucedería su nieto al-Qadir bi-llah, quien perdería el reino a manos de Alfonso VI (Fath, 1994: 117). Desde el punto de vista territorial, más o menos reproducía la Marca Media, y podemos considerarla como la de mayor extensión de toda al-Andalus. Limitaba al oeste con la taifa de Badajoz, al sur con las de Córdoba y Granada, al sureste con las de Denia y Valencia y al este, fundamentalmente, con la de Zaragoza. Al norte, tras la Sierra (Sistema Central), tuvo enfrente, primero la Reino de León y posteriormente al de Castilla. Destacan, como lugares de cierta importancia, ciudades y enclaves fortificados, Trujillo, Talavera, Vascos, Madrid, Talamanca, Zorita, Uclés, Huete, Cuenca, etc. Algunos de estos puntos fueron vitales para la defensa de las fronteras, ya fuesen contra los cristianos o frente a los musulmanes; otros siguieron desarrollándose como ciudades de interior. Por tanto, la Quebrada II, Madrigueras III-IV, Villajos, Arroyo Valdespino y Corrales de Mocheta formaría parte del reino taifa de Toledo.

LA ARTICULACIÓN DEL TERRITORIO DEL CIGÜELA A LO LARGO DE LOS SIGLOS IX-XI Como hipótesis, podemos plantear la posibilidad de que los distintos yacimientos sean el resultado de un largo proceso de islamización de poblaciones rurales hispanovisigodas, junto al surgimiento de nuevos emplazamientos. En la Quebrada II, tenemos un hábitat visigodo con su correspondiente necrópolis, en Villajos podríamos tener una cabaña de tipo suelo rehundido y en Arroyo Valdespino, contamos con restos cerámicos paleondalusíes. Tanto en la Quebrada, con materiales cerámicos emirales, como en Villajos, tenemos sendas cabañas del tipo suelo rehundido, similares a los ejemplos documentados en poblados visigodos del centro peninsular (Vigil-Escalera, 2000; 2006. López Quiroga, 2006). Dichas cabañas seguirían siendo utilizadas por los pobladores musulmanes. Este mismo proceso de continuidad se confirma en la misma Segóbriga, que no llegó a despoblarse totalmente. Aquí, han sido documentados distintos niveles emirales, como en el sector meridional del foro (San Feliu & Cebrián, 2008: 206-207); más la zona cementerial próxima al extremo oriental de la fachada sur del circo, datada entre los siglos IX-X (Abascal, 2004: 416; 2008: 15); además, en la cumbre del cerro, lugar en donde debió emplazarse el castro celtibérico, transformado posteriormente en la acrópolis, tenemos los restos de una torre musulmana (Abascal, Almagro-Gorbea & Cebrián, 2007: 13). La ocupación andalusí de esta ciudad tiene que ver probablemente por su situación estratégica, por la ubicación en cerro y por permanecer aún en uso y en buenas condiciones su perímetro amurallado. No es descabellado pensar, aunque dentro de un espacio más compacto y reducido, que la población residual de Segóbriga terminara por reorganizarse en una alquería. En cualquier caso, la consolidación no sólo de estas comunidades, sino también de otras tantas localizadas a lo largo del cauce del Cigüela, sólo sería plausible a partir del siglo X, con el Califato, alcanzando su auge en la centuria siguiente, sobre todo durante el gobierno de la taifa toledana. Asimismo, por el conjunto de datos, creemos que tenemos distintos tipos de hábitat, todos de carácter rural, almunias y granjas emplazadas en tierras periféricas cercanas a núcleos mayores de población y alquerías: −

Arroyo Valdespino sería una almunia (Morín, 2011).



La Quebrada II es una granja aislada.



Madrigueras III-IV (Suarez, 2011) y Villajos han sido interpretadas como granjas ubicadas en la periferia de sendas alquerías (Malalana & Morín, 2012b). Madrigueras es un yacimiento que se encuentra localizado cerca de la ermita de Nuestra Señora de Magaceda, testigo de un despoblado que habría sido colonizado por vecinos de Uclés durante los últimos años del siglo XII y abandonado en la primera mitad del XIV (Malalana & Morín, 2012a: 52-55). Villajos fue aldea que paso a manos castellanas definitivamente, al menos desde el gobierno de Alfonso VIII, y que aparece despoblada a finales del siglo XIV o principios del XV (Hervás y Buendía, 1890: 154). Actualmente se mantiene el culto al Santo Cristo en una ermita.



Corrales de Mocheta ha sido explicada por sus excavadores como alquería (Valero, Gallego y Gómez, 2010: 291).

En todos los casos, tal y como hemos comentado anteriormente, tienen como cronologías centrales los siglos X-XI, alcanzando su mayor expansión probablemente a lo largo de siglo XI.

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