LA ENSEÑANZA DE LA LENGUA AYMARA EN UNIVERSIDADES PRIVADAS DE LA CIUDAD DE EL ALTO

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LA ENSEÑANZA DE LA LENGUA AYMARA EN UNIVERSIDADES PRIVADAS DE LA CIUDAD DE EL ALTO

NELSON GONZALO ESPINOZA MATIAS

Aymar markasataki, taqi amuyumpi, taqi chuymapi RESUMEN El replanteamiento de las políticas lingüísticas del Estado Plurinacional de Bolivia conlleva al reconocimiento y la necesidad del aprendizaje y enseñanza de los idiomas originarios propios de cada región. Este aspecto no sólo compromete a las unidades educativas, institutos, universidades y sus carreras cultural y académicamente comprometidas con la estandarización y revitalización de las lenguas naturales; más al contrario, es un compromiso de todas las entidades educativas tanto públicas como privadas del país. Es así que en el presente trabajo se enmarca sobre la enseñanza del idioma aymara como segunda lengua (L2) en las universidades privadas de la ciudad de El Alto que es considerada el corazón de la cultura aymara. De esta forma nuestro estudio analiza y expone algunas actitudes lingüísticas que se presentan en la enseñanza de esta lengua, identifica ciertos problemas lingüísticos que se presentan en el aprendizaje por parte de los universitarios y propone algunos métodos, técnicas e instrumentos aplicables para la enseñanza del idioma aymara. Palabras clave: educación superior privada, enseñanza, aymara.

INTRODUCCIÓN Inicialmente, debemos indicar que cuándo nos referimos a la enseñanza de la lengua aymara como L2 nos remitimos a la práctica del bilingüismo y, en sí, a la aplicación de ciertas teorías de la lingüística aplicada que intervienen en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Desde este punto de partida también nos remitimos a la práctica intercultural, a la Educación Intercultural Bilingüe (EIB) y a la nueva propuesta de educación: la Educación Intra e Intercultural Bilingüe (EIIB); todo esto en base a algunas experiencias recogidas sobre la enseñanza de la lengua aymara en las aulas de la

Universidad Boliviana de Informática (UBI) subsede El Alto. Está claro que dada la denominación de “Capital Andina” a la urbe alteña es menester recoger algunos estudios y experiencias sobre la cultura y lengua aymara en esta ciudad. Es en este sentido que en la primera parte de nuestra investigación se narran las diferentes epatas sobre la formación de la urbe alteña como ciudad y su auto identificación como urbe andina aymara; a su vez, tras la evolución y formación como metrópoli va tomando un papel protagónico en las decisiones sociales y políticas caracterizada y organizada por las organizaciones sociales que luchan por la inclusión y el reconocimiento de una urbe aymara luchadora. En la segunda parte describimos algunas características de la lingüística aplicada en la enseñanza de idiomas y describimos varias experiencias en la enseñanza del idioma aymara en la UBI y planteamos algunas estrategias pedagógicas e innovaciones metodológicas.

DESARROLLO El Alto y su historia… No hace mucho tiempo las lenguas originarias de nuestro país eran desfavorecidas por ciertas Políticas de Estado que ignoraban la realidad sociolingüística de nuestro país. El aspecto “pluricultural” de la República, de ese entonces, sólo era reconocido en la Constitución; mas en la práctica social, cultural y educativa era totalmente ignorada hasta el punto de que varias de las lenguas indígenas originarias se fueron extinguiendo. El desplazamiento de los habitantes indígenas de sus lugares de origen por la constante expansión agrícola-terratenencial burguesa y la constante migración campo-ciudad por parte de las personas campesinas que buscaban mejorar su vida con la promesa de la modernidad y la tecnología de la ciudad llevaron a que varias de estos personas perdieran muchos de los valores con las que vinieron. Es decir, al llegar a la ciudad niegan su procedencia, olvidan su lengua, pierden ciertos valores ignoran su cultura y se adaptan al contexto que les rodea. Similar suerte, en cierto grado, relata la historia de la cultura aymara en la ciudad de El Alto. Orígenes remotos nos remontan a cercos comandados por Túpak Katari en el año 1781, tras dos cercos consecutivos “Las fuerzas del jefe aymara se apostaban en La Ceja demostrando su fortaleza a los habitantes paceños, mientras que

en la actuales zonas de Villa Dolores y 12 de Octubre se encontraban sus abastecimientos y puntos de descanso” (El Extra, 2012: 5). A comienzos de marzo de 1781 la insurrección india era patente: de Larikaja, de Umasuyu, de Pakasa, de los mismos pueblos circundantes de La Paz llegaban noticias alarmantes para la clase colona. El 14 de aquel mes empezaba el cerco a la ciudad, que se prolongaría hasta el 1° de julio y, reiniciando a comienzos de agosto, no iba a acabar hasta el 16 de octubre (Barnadas, 1978:21).

La ciudad de El Alto tiene sus orígenes en las raíces aymaras y migratorias; la última, según Página Siete (2012) tuvo tres flujos demográficos importantes: en 1935 (en la postguerra de Chaco), en 1952 (durante la Revolución de abril) y en 1985 (luego de la relocalización minera). Los primeros pobladores la bautizaron como „ch‟usa marka‟, un tiempo después se le denominó «Alax Pacha», también se la nombró “Cruz Pata” y finalmente „Altu Pata Marka‟ (El Alteño, 2012); en la actualidad varios de los pobladores conocen a la urbe alteña como «Jach‟a Marka». En tal sentido en 1942 las cinco primeras urbanizaciones que se crearon fueron: Villa Tejada, Villa Bolívar, 16 de Julio, Villa Ballivián y Alto Lima; posteriormente, en 1947 se fundaron Villa Dolores y la zona 12 de Octubre donde reposa Ceja de El Alto (La Razón, 2012). El Alto pasó de ser zona rural a zona suburbana en un proceso de varios siglos, para dar salto de zona suburbana a ciudad en pocas décadas. A principios del siglo XX, la mayor parte de la tierra estaba en propiedad de terratenientes de la élite paceña: Adrian Castillo Nava, Raúl Jordán Velasco, Francisco Loza, Jorge Rodríguez Balanza, Vicente Tejada, Julio Téllez Reyes, y la familia Zalles. Bajo el sistema de hacienda vigente, alternaban con las extensas propiedades algunos ayllus

y tierras comunales como

Charapaqui, Qullpani, Yunguyo, Ingenio, Kupilupaqa, San Felipe de Seque y Jicchu Sirka, además de algunas instituciones estatales y privadas (PAREL ALTO, 2005:13-14).

Los hechos históricos más recientes de la ciudad tiene que ver después de los hechos acaecidos le la Revolución del 52’ «cuando nació la propuesta de crear la cuarta sección (…) con la presencia masiva de los vecinos en la Multifucional de la Ceja.» (La Razón, 2008) Antiguamente, al vasto territorio alteño se lo conocía con el nombre de

Altos del Pueblo Nuevo o Altos de Huayna Potosí. Luego, en el año 1970, los habitantes (entre obreros, artesanos, agricultores, fabriles y ferroviarios) tomaron la Base Aérea en apoyo al Gral. Juan José Torres. Durante la época dictatorial varios alteños lucharon en contra de los gobiernos de facto como la de Hugo Banzer Suárez (1971-1978), Alberto Natusch Busch (1979) y Luis García Meza Tejada (1980-1981). Legalmente, su historia se cuenta desde la creación de la cuarta sección de la Provincia Murillo; la misma costa de una extensión territorial de 4.705 km2. Su capital es Palca y la estimación demográfica para el año 2010 por el INE es de 2.900.000 habitantes, aproximadamente. Su población, para el año 2011, sobrepasa el millón de habitantes y tiene una extensión 384. 584. km2 (El Alteño, 2011). En la Actualidad, las estimaciones del INE indican que la urbe alteña contaría con 1.184.942 habitantes. (El Alteño, 2012). Consta de cuatro secciones: Primera Sección Palca, Segunda Sección Mecapaca, Tercera Sección Achocalla, y Cuarta Sección El Alto. La última sección fue creada mediante la Ley N° 728 del 6 de marzo del año 1985. Luego de tres años, el 6 marzo de 1988, se eleva a El Alto a rango de ciudad. «La presión migratoria (…) en la segunda mitad del siglo XX, se trasladó en los últimos años hacia la ciudad de El Alto, limítrofe de La Paz, que crece al 5.5%.» (GMLP: 11). Esta excesiva migración campociudad puede denominarse como una «explosión demográfica». Para el año 2010 una importante fuente de migración vegetativa es la de procedencia peruana, alrededor de 10.000, que habita en la urbe alteña; que tienen como principal vía de ingreso el pueblo fronterizo del Desaguadero a su vez el autor menciona que a este tipo de peregrinación se la puede denominar «migrantes climáticos» desplazamiento no sólo de extranjeros, sino de las provincias rurales cercanas en exceso que desestabiliza el crecimiento normal de una ciudad y sociedad. En tal sentido, las agrupaciones organizacionales en la urbe tienen un gran poder de decisión (FEJUVE, COR, FES) las mismas fueron partícipes, junto con toda la población alteña en general, de la Guerra del Gas la misma que ocurrió el año 2003, con alrededor de 60 muertos; esto, en la presidencia de Gonzalo Sánchez de Lozada del MNR y en las labores de burgomaestre se encontraba José Luis Paredes del PP. Todas estas acciones determinaron la renuncia del Presidente de la entonces República de Bolivia, la quema de la Alcaldía alteña, el saqueo y quema de varias instituciones gubernamentales como la Aduana. Actualmente, El Alto consta de de 14 distritos y

alrededor de 650 urbanizaciones con alrededor de 870 juntas vecinales, de las cuales 562 ya existían hace una década (La Razón, 2012).

El aymara de El Alto… Son variados los escritos que nos remiten sobre la cultura aymara y su idioma en la urbe alteña. Entre las principales destacamos el significativo trabajo de John Murra de 1975 (Formaciones Económicas y Políticas del Mundo Andino) que tiene que ver sobre cómo las ciudades andinas se fueron y se van formando en base a una lógica ancestral y modernista, también el escrito Rivera 1996 (Birlochas. Trabajo de mujeres: Explotación Capitalista y Opresión Colonial entre las Migrantes Aymaras de La Paz y El Alto), nos remite al rol de la mujer aymara, que antes era de pollera, en la economía y desarrollo de ambas ciudades, el trabajo de Guaygua, Riveros y Quisbert 2000 (Ser Joven en El Alto, Rupturas y Continuidades en la Tradición Cultural) nos presenta un estudio claramente detallado sobre los problemas de los jóvenes migrantes aymaras en la ciudad, otro estudio interesante es el de Fernández 2010 (Kharisiris de agosto en el altiplano aymara de Bolivia) que nos refleja ciertas prácticas culturales y la creencia en los yatiris y kallawayas y ciertas práctica culturales andinas que se mantienen la urbe alteña, el trabajo de Munter 2010 (Tejiendo reciprocidades: John Murra y el contextualizar entre los aymara contemporáneos) que nos remite sobre “las dinámicas culturales de los aymara urbanos contemporáneos en la ciudad indígena de El Alto”, no podemos ignorar el escrito de Yampara, Mamani y Calancha 2007 (La Cosmovisión y Lógica en la dinámica socioeconómica del Qhatu/Feria 16 de julio) que se convierte en un estudio por demás interesante sobre la formación inicial y actual de la feria 16 de julio de El Alto vista desde una concepción cosmológica aymara, el trabajo de Lazar 2008 (El Alto: Rebel City, Self and Citizenship in Andean Bolivia) nos describe las prácticas convivenciales de la población alteña y sus dinámicas culturales internas, a su vez tenemos el trabajo de Ticona (La rebelión aymara y popular de octubre de 2003) que nos describe ciertas experiencias sobre los sucesos ocurridos en Octubre Rojo desde varias zonas de la hoyada y de la urbe alteña, en el ámbito educativo tenemos el trabajo de Espinoza 2012 (Algunas experiencias en Educación Intra e Intercultural Bilingüe en colegios de la ciudad de El Alto) que nos remite a varias actitudes lingüísticas que se presentan en la enseñanza de la lengua aymara unidades educativas en la urbe alteña.

Como vimos en líneas anteriores son varios los autores, entre nacionales y extranjeros, que se ocuparon sobre la cultura aymara en la ciudad de El Alto y dado que nuestro estudio se enmarca en describir algunas experiencias en EIB-EIIB en la urbe alteña, debemos mencionar que anteriormente (RAE-2012) estuvimos presentando un trabajo sobre “El aymara de el alto: actitudes lingüísticas en la enseñanza de esta lengua en colegios de nivel secundario” en donde pudimos percibir que el paisaje lingüístico de la urbe alteña es variado; pero por sobre todo encontramos una gran cantidad lexical de nombres de zonas, avenidas, calles, carreteras, anuncios, letreros, edificios, nombres de ferias, centros culturales, restaurantes y señales viales, entre otros, escritos en aymara que identifican a la ciudad de El Alto como una metrópoli andina aymara (ver imagen 1) y que se consideran un valioso aporte lingüístico-educativo para la enseñanza del aymara en unidades educativas, institutos, universidades, etc. A su vez también describimos algunas actitudes lingüísticas que se presentan por parte de los estudiantes de nivel secundario en el proceso de enseñanza-aprendizaje de esta lengua.

Imagen 1 (Pacha: Sum manq‟t‟asiñataki)

El idioma aymara y su enseñanza Entre los cambios políticos y la aplicación de nuevas políticas lingüísticas de Estado que se están proponiendo, actualmente, destacamos el artículo 5 de la Nueva Constitución Política del Estado en la que se reconoce oficialmente todos los idiomas

originarios existentes en Bolivia y el reciente Estatuto Autonómico de La Paz elaborado por la Asamblea Legislativa Departamental de La Paz que en su artículo 2 indica que los idiomas oficiales del departamento son el castellano, aymara y quechua y se dará protección especial a los idiomas tacana, leco, chimán, ese ejja, mosetén, puquina, araona, toromona, uru y machajuyai-kallawaya que se hablan en menor proporción en el departamento. Estas políticas lingüísticas ayudan de gran manera a que varias instituciones gubernamentales,

departamentales,

municipales

y

locales

apliquen

estas

determinaciones lanzando convocatorias para la contratación de personal en la que los postulantes deben, necesariamente, conocer un idioma nativo. En nuestro caso, e ingresando en la parte central de nuestro estudio, mencionamos que una gran cantidad de los universitarios que estudian en universidades privadas en la urbe alteña y aprenden el idioma aymara lo hacen por razones de cumplir el Plan Curricular de su carrera, en otros casos la cercanía socio-cultural de la carrera a estudiar lleva a la necesidad de aprender este idioma, además tenemos carreras que tienen que ver con la enseñanza de este idioma y llevan el aymara desde sus etapas iniciales hasta avanzadas. El escrito de Huanca (2010) sobre la enseñanza de la lengua aymara en la UMSA es la que más se acerca a nuestro trabajo puesto que el autor toma teorías de la lingüística aplicada en la enseñanza de idiomas y sus diferentes campos (psicolingüística, etnolingüística) y las aplica en la enseñanza del idioma aymara como segunda lengua. En El Alto existen una gran variedad de universidades tanto públicas como privadas. Las privadas ofrecen una variedad importante de carreras, tales como la Universidad del Tawantinsutu (UTA) que incluso tienen carreras de lingüística aymara, muchas de estas universidades tienen materias de idiomas (inglés, portugués, chino, francés, aymara); aunque cabe recalcar que en una gran mayoría de estas casas superiores de estudio (Unifranz, Universidad Tecnológica Boliviana, Universidad Boliviana de Informática, Universidad Católica, entre otros) la enseñanza del inglés es mucho más profunda y diseminada; es decir, podemos encontrar materias como inglés técnico, inglés comercial, inglés informático, etc. Es el caso de la Universidad Boliviana de Informática (UBI) que se encuentra en la calle 6 entre las calles Moscoso y Carvajal de la zona Villa Dolores de la ciudad de El

Alto. Esta subsede, la central está en la ciudad de Sucre, ofrece una variedad de carreras como: arquitectura, contaduría y auditoría de sistemas, ingeniería comercial, ingeniería de sistemas, ingeniería en software, ingeniería en hardware, ingeniería civil, ingeniería agronómica, trabajo social, derecho, veterinaria y zootecnia; dándonos un total de 13 carreras. Los cursos y las materias son modulares; es decir, cada módulo dura alrededor de dos meses y medio en las que el idioma aymara es obligatorio para todas las carreras en su primer módulo (Aymara I), en el caso de las carreras de trabajo social e ingeniería agronómica llevan el idioma en dos módulos (Aymara I y II). Nuestro trabajo describe la experiencia de trabajo que tuvimos con los estudiantes de primer año de la UBI en el aspecto de la enseñanza- aprendizaje del idioma aymara. Los universitarios con los que se pasaron las clases se dividen en dos cursos: uno en la mañana (46 estudiantes) y otro en la noche (25 estudiantes) dándonos un total de 71 universitarios. La mayoría de los estudiantes con los que se trabajó viven en la ciudad de El Alto en zonas variadas (Ciudad Satélite, 16 de julio, Villa Dolores, etc.) y también existen estudiantes que viven en la urbe paceña; la mayoría de estos estudiantes provienen de familias, económicamente, pudientes, algunos cuentan con comercios propios, trabajan en empresas o de forma independiente. Las clases se pasaron dos veces a la semana (martes y jueves) con tres horas por cada clase; es decir, fueron seis horas de clases a la semana. Las edades de los estudiantes varían (entre los 18 hasta 56 años) percibiendo que las personas de mayoría de edad tienen más interés de aprender el idioma por motivos de exigencia laboral o motivos de reconocimiento cultural. En el trabajo de Huanca (2010) el autor sugiere una variedad interesante de estrategias de enseñanza del idioma aymara en base a sus experiencias en la UMSA; mismas que fueron aplicadas en las aulas universitarias de la UBI, las cuales son enseñanza con saludos (Aruntasiña), con el grafemario (qillqanaka), con los números (jakhuñanaka), miscelánea de palabras (arunaka), con diálogos (aruskipawi), con literatura, con adivinanzas (jamusiña), con trabalenguas (laxra chinja), pronósticos (arjaña/lumasa), con pensamiento (säwi /lup‟iwi), con poesías (chapar aru), con canciones (jaylliña), con cuentos (siwsäwi), con leyendas (apu sarnaqawi), con dramatizaciones (kikpt‟ayaña). Está claro que todas estas estrategias fueron utilizadas en el transcurso de un semestre o varios y dada la premura de nuestro módulo una gran cantidad de estas estrategias fueron aplicadas; aunque no todas.

Dada la importancia de conocer sobre cuántos estudiantes dominaban las cuatro habilidades lingüísticas (ist‟aña, qillqaña, arst‟aña, ullaña) se tomó un examen de reconocimiento en la que se pudo percibir que una relativa cantidad entendía el idioma; pero sólo dos escribían y entendían bien el idioma ya que habían estudiado en otro lugar. Percibiendo esos resultados se afianzó en la enseñanza de la escritura, impartiendo las primeras clases sobre el abecedario del idioma aymara y relacionando con las palabras su pudo afianzar tanto en la escritura y la pronunciación. Es en este sentido que se detectó cierta dificultad en poder distinguir ciertas consonantes (chh, ch‟, kh, k‟, ph, p‟, qh, q‟, t, th, t‟) que los variantes de la ch, k, p, q, t respectivamente. Es en este sentido que se afianzó en la función, distinción y pronunciación que cumples estas consonantes en determinados contextos oracionales con pares mínimos (tanta, t‟anta, thantha, pisi, phisi, etc.).

Imagen 2 (Universitarios de la UBI conjugando formas verbales y oracionales)

De tal forma se tomaron los siguientes ejes temáticos: características de la cultura y lengua aymara (aymar sarawïmp arupamp uñañcht‟äwi), cuadro signográfico (aymar arun qillqañakapa), saludos (aruntasiña, jikthaptasiña), los números (jakhunaka), los colores (saminaka), los animales (uywanaka), los alimentos (manq‟añanaka), la familia (wila masi), las ocupaciones (irnaqawïnaka) y el cuerpo humano (jaqi janchi

sutinakapa) con ejercicios de complementación (lurawïnaka) que incluían diferentes canciones (kirkiñanaka), cuentos (siw sawinaka), adivinanzas (jamusiñanaka) que debían escribir en aymara y posteriormente deberían ser traducidas al castellano que fueron un recurso didáctico altamente positivo; varios de estos escritos fueron extraídos del trabajo de Albó y Layme (1992). Una vez que se afianzó tanto en la escritura como en la audición se procedió a incluir el dominio de la lectura que resulta un tanto complicada pero no imposible ya que varias de las consonantes aymaras postvelares (q, qh, q‟, x) son un poco dificultosas en la pronunciación y usualmente son confundidas por k, kh, k‟, j respectivamente. Es evidente que en el proceso de enseñanza- aprendizaje del aymara muchos de los universitarios mostraron ciertas actitudes lingüísticas adversas hacia esta lengua, es en este aspecto que la formación profesional-académica que reciba el lingüista es muy importante; ya que algunos de los universitarios de las carreras de contaduría y auditoría de sistemas, ingeniería comercial, ingeniería de sistemas, ingeniería en software, ingeniería en hardware e ingeniería civil, argüían que su carrera poco o nada tenía que ver con el idioma aymara y no tenían porqué aprenderla; es en este sentido que se concientizó en el desarrollo de las lenguas originarias, su valor cultural, social y educativa, su rol en la sociedad, y su característica de lengua oficial del Estado Plurinacional

y la

necesidad

de

estandarizar

este

idioma

con

programas

computacionales, traductores, juegos y todo tipo de software en base a una propia cosmovisión rescatando valores que con el pasar del tiempo se fueron perdiendo, en la que ellos serán los artífices de la creación de dicho material. Varias de las técnicas y recursos pedagógicos que se aplican en la enseñanza de idiomas como textual el aula, realización de teatros, ver videos, etc. son aplicables en ámbitos universitarios. También se introdujo la técnica aymara del jamuqa (fotografía) que se trata de la descripción de fotografías presentadas en diapositivas que confluye en tres operaciones fundamentales: kunas utji (qué hay), kunas lurapxi (qué están haciendo) qhawqhapxisa (cuántos son). Esta técnica fue aplicada casi al finalizar el módulo, pues en esta etapa todos de los estudiantes ya habían adquirido una cantidad aceptable de léxico y terminología aplicada al aymara.

CONCLUSIONES Hace algunos años atrás se podía apreciar que sólo algunas universidades privadas del país, del departamento y de la urbe alteña ofrecían programas de enseñanza de idiomas originarios. Hoy por hoy vemos que el panorama va cambiando sustancialmente. Es plausible y alentador ver que varias universidades el al urbe alteña incluyan la enseñanza del idioma aymara en todas las carreras que ofrecen, como es el caso de la UBI. No sólo lingüísticas y entendidos en la materia tenemos una ardua labor de crear materiales didácticos para su enseñanza; es un hecho que la lengua aymara camina en un proceso de estandarización y que existe mucho camino y trabajo por recorrer y realizar; cómo lo decíamos líneas arriba: la cultura y la lengua aymara no sólo necesita lingüistas, cientistas de la educación y entendidos en la materia para que se desarrolle; necesita todo tipo de profesionales: abogados, arquitectos, sociólogos, psicólogos, profesionales en informática, agrónomos, veterinarios, doctores y toda las comunidad científica para que puedan dar aporte al desarrollo del idioma aymara y pueda enseñarse en las diferentes carreras e instituciones privadas del país según la carrera o el área temática a la cual corresponda.

“Munat aymar jilatanak kullakanaka: uka jach‟a urux purintxiwa”

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