La deshumanización del arte

June 12, 2017 | Autor: Y. Garcia Fernandez | Categoría: Ortega y Gasset, Futurismo, Surrealismo, Cubismo, Vanguardias Artísticas, Dadaísmo
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Descripción

La Deshumanización del Arte

Las Vanguardias Las vanguardias fueron movimientos que surgieron al término de la I guerra mundial. Tienen trascendencia porque rompen con el tabú de las técnicas consagradas por la historia. El arte es lo que se ve. Una realidad nueva. Un cambio radical de época. Con el término francés avant-garde se designa a aquellos movimientos artísticos que se oponen a la estética anterior radicalmente, y que proponen en manifiestos su concepción del arte y de las letras. Se trata de nuevas corrientes caracterizadas por su afán de ruptura con las formas tradicionales. Futurismo. Dadaísmo. Cubismo. Ultraísmo. Creacionismo. Surrealismo. Las principales características de las vanguardias son:  Ruptura radical con las normas del pasado.  Búsqueda de la originalidad a través de la experimentación. Se buscan nuevas formas de expresión. El Cubismo literario nace con el poeta Guillaume Apollinaire (1880-1918) e igual que el pictórico, el cubismo literario procede a descomponer la realidad y a recomponerla mezclando conceptos, frases al azar, siendo lo que son. Sin buscar mayores interpretaciones. Guillaume Apollinaire, reproduce literariamente lo que hicieron los pintores cubistas: descomponer y recomponer la realidad, a veces no sólo con la combinación de conceptos e imágenes sino también con una tipografía especial creando imágenes visuales. Los caligramas y otras disposiciones visuales como el collage, ambas formas mixtas entre la poesía y la pintura. El arte moderno que defiende Apollinaire rechaza la mayor parte de los medios que se utilizaron en el pasado. Estas formas fueron eficaces pero en este momento no son sino lastres potentes que impiden la creación artística autónoma. Apollinaire defiende la liberación total del arte al no tener que continuar con un modelo natural que durante siglos se había perpetuado. Ahora, dice el crítico, los jóvenes artistas apostarán por un arte puro que mire hacia dentro de sí, el arte por el arte mismo, sublimando la estética artística en sí, sin referencias de la naturaleza. Geometría pura. Arte científico. Apollinaire defiende esta concepción del arte nuevo y establece una analogía entre la geometría y las artes plásticas respecto de lo que la gramática representa para la escritura. Este arte nuevo esta en comunión con el infinito y las matemáticas. Apollinaire se refiere a una cuarta dimensión como una dimensión que trascendiera el arte nuevo en relación con el espacio desplegándose el arte sin límite en todas las direcciones posibles. A diferencia del arte griego limitado en la perfección de sus medidas. Esta cuarta dimensión es la herramienta de estos nuevos artistas que les permite explorar nuevas dimensiones cerebrales y no acotadas por la sensualidad de las formas medidas. No se crea con la realidad de la visión sino con la realidad del conocimiento. Se pinta lo que se piensa. No es una pintura retinal.

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El futurismo es el movimiento inicial de la vanguardia artística. Filipo Tommaso Marinetti funda en Italia el movimiento llamado futurista. Un movimiento que rompe sin solución de continuidad con el pasado. Es el primer movimiento artístico que se organiza como tal, se reconoce y se define en 1910 con este manifiesto y es liderado por el poeta. El manuscrito publicado el 20 de febrero de 1909, en el diario Le Fígaro de París incita a una catarsis absoluta adoptando nuevos modelos que implican una renovación del espíritu. Los pintores se adhirieron al manifiesto futurista literario, este año. La característica principal del futurismo es la plástica del dinamismo y del movimiento. En el movimiento está la vida. Los firmantes del manifiesto defienden el movimiento como símbolo de vida y cambio. Se toman como modelo las máquinas y sus atributos: la fuerza, la rapidez, la velocidad, la energía, el movimiento. El sonido puede ser representado como una sucesión de ondas y el color como una vibración de forma prismática. Italia, cuna del academicismo, cuna de museos y de bibliotecas polvorientas precisa abrir sus puertas y ventanas al mundo e inundarse de aire limpio y fresco. Tras siglos de inmovilismo académico, solo entienden el arte en la libertad expresiva. Libre de encorsetamientos y modelos que consideran putrefactos y anclados en un pasado que solo debe visitarse como recuerdo anual al fallecido. El manifiesto es toda una declaración de intenciones. Los futuristas declaran la vulgaridad fanática de los espectadores que visitan las academias, las bibliotecas y los museos. Ponen de manifiesto la pedantería académica de una burguesía anclada en el clasicismo del pasado que recorren estos espacios mecánicamente henchidos en la posesión de la verdad absoluta y proponen, para la comprensión de su arte nuevo, que el publico convencional descorra el velo de la incultura y el atavismo purificando su alma abierta a nuevas concepciones. En cuanto a la literatura, el manifiesto proponía romper todas las reglas gramaticales: una disposición al azar de los sustantivos, el uso del verbo en infinitivo, la abolición de los adjetivos e, incluso, que los signos de puntuación deberían ser cambiados por signos matemáticos. El futurismo inventó mensajes con una tipografía que trataba de transmitir el mismo movimiento en los textos que en las demás disciplinas. Sus integrantes pretendían transformar la vida entera del hombre. Marinetti es considerado un agitador social de su tiempo. Durante los años siguientes a la aparición del manifiesto, el poeta difundió su texto por Europa como modelo con el que construir una nueva cultura que alcanzase todas las modalidades expresivas: el arte, la literatura, la música, la pintura, la escultura, la arquitectura, la fotografía o, incluso, la danza. Su objetivo era acabar con el academicismo. El movimiento futurista mostró una actitud crítica hacia los valores clásicos y tradicionales. El surrealismo, otro ismo de las vanguardias, presenta también un rechazo a todo lo convencional. Todo el surrealismo intenta desencorsetar la imaginación alzándose contra toda lógica defiendo la idea de expresión del mundo interno. El surrealismo es un dictado del pensamiento, sin la intervención reguladora de la razón, ajeno a toda preocupación estética o moral, ajena por tanto a las convenciones.

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El surrealismo defiende exaltadamente la infancia. La ausencia de toda norma conocida ofrece al niño la posibilidad de vivir con su imaginación vidas simultáneas y en este aspecto el hombre vuelve a ser como un niño. El surrealista hace suya esta ilusión. Los surrealistas piensan que ha llegado el momento de dejar fluir el subconsciente para captar las fuerzas oníricas. Los surrealistas pretender subvertir los fundamentos de la sociedad burguesa. Se cuestionan lo racional, lo pragmático. Si el inconsciente es tan importante en la vida cotidiana tenemos que comprenderlo, dirán. Bretón llegará a reivindicar su derecho a investigar presentando el surrealismo como una pseudociencia. André Bretón experimenta con el automatismo psíquico. Con la velocidad del pensamiento y argumenta que no es superior a la de la palabra, y que no siempre gana a la de la palabra, ni siquiera a la de la pluma en movimiento. Basándose en esta premisa, Philippe Soupault 1 y André Bretón 2 se dedican a emborronar papel, sin tener en cuenta los resultados literarios que de tal actividad pudieran surgir. El resultado de aquellas páginas fue una suerte de ilusión, una fecundidad extraordinaria, mucha emoción, y un conjunto de imágenes de una calidad que no hubieran sido capaces de conseguir escribiendo con sensatez. Tales elementos destacan ante todo por su alto grado de absurdo inmediato. Todo induce a creer que el surrealismo actúa sobre los espíritus tal como actúan los estupefacientes. Hay imágenes surrealistas que son como aquellas imágenes producidas por el opio que el hombre no evoca, sino que se le aparecen, sin que las pueda apartar de sí, en tanto en cuanto la voluntad ha perdido su fuerza, y ha dejado de gobernar las facultades. El Ultraísmo es la vertiente española de las corrientes vanguardistas europeas. Nació a finales de la segunda década del siglo XX. Un grupo de poetas con inquietudes renovadoras en 1918 entran en contacto con varios manifiestos, entre ellos el futurista de Marinetti. El nombre indica la voluntad de ir más allá de lo que proponía la estética anterior sumándose a la nomenclatura de los ismos europeos. El Ultraísmo supone también un grito de renovación. Las manifestaciones más sobresalientes las encontramos en una exaltación vital, en la reivindicación de lo lúdico. Su principal impulsor en España fue Guillermo de Torre y sus poemas visuales del libro Hélices publicado en 1923. En este sentido es menester apuntar que la llegada del Creacionismo alentó el imaginario ultraísta. En España las nuevas orientaciones estéticas alcanzan verdaderamente su auge en la segunda mitad del siglo XX. pero en el ambiente intelectual de la época ya se anticipaban vientos de cambio. La Residencia de Estudiantes, desde su fundación en 1910 por la Junta para Ampliación de Estudios hasta 1936, fue el primer centro cultural de España y una de las experiencias más vivas y fructíferas de creación e intercambio científico y artístico de la Europa de entreguerras. La Residencia fue un foco de difusión de la modernidad en España, y de entre los residentes surgieron muchas de las figuras más destacadas de la cultura española del siglo XX, como el poeta Federico García Lorca, el pintor Salvador Dalí, el cineasta Luis Buñuel y el científico Severo Ochoa.

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(Chaville, 1897-París, 1990) Escritor francés. Fue, junto con André Breton, el fundador del movimiento surrealista. André Breton (Tinchebray, 19 de febrero de 1896 - París, 28 de septiembre de 1966), escritor, poeta, ensayista y teórico del Surrealismo, reconocido como el fundador y principal exponente de este movimiento artístico. 2

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A ella acudían como visitantes asiduos o como residentes durante sus estancias en Madrid Miguel de Unamuno, Pedro Salinas, Blas Cabrera, Eugenio D'Ors, Alfonso Reyes, Manuel de Falla, Juan Ramón Jiménez, o José Ortega y Gasset, entre muchos otros. José Ortega y Gasset, filósofo y ensayista español, famoso por su crítica humanista de la civilización moderna, nació en Madrid, en cuya universidad se doctoró en filosofía y amplió estudios en las universidades de Leipzig, Berlín y Hamburgo. Ortega consiguió el cargo de catedrático de metafísica en la universidad de Madrid (1910-1936). Sus artículos, conferencias y ensayos sobre temas filosóficos y políticos contribuyeron al renacer intelectual español de las primeras décadas del siglo XX y a la caída de la monarquía española en 1931. Está adscrito a la corriente del Novecentismo y su foco estuvo en la universidad con un discurso claro y preciso. Socialista y europeísta estuvo influido por los años vividos en Alemania. Para Ortega el mal que a España le tocó vivir fue la participación de las clases medias en la vertebración del país. Consideraba necesaria una reforma sociopolítica concretada en las ideas de la generación del 98. Para él, José Martí y para Don Miguel de Unamuno el hombre era el centro. De espíritu sistemático, no existían para él verdades universales. José Ortega y Gasset, agudo observador de su tiempo, se pregunta el porqué del horror que sienten los artistas en relación con el mundo clásico. El porqué del asco que sienten por las formas vivas. Se cuestiona las intermitencias que periódicamente surgen en el arte a favor de la geometría y el dibujo abstracto y concluye advirtiendo una intranscendencia en el arte que le avoca a su deshumanización como un cambio de mentalidad de la época. El ensayista acomete la redacción de este ensayo cuando de manera tangencial advierte el nacimiento de una nueva visión de todas las artes. Un arte nuevo. Arte que, por recién nacido, no goza de la consideración de quien admira el arte tradicional que siglo tras siglo ha demostrado y perpetuado su hegemonía. Es este un texto didáctico. El autor plantea una teoría y llega a su conclusión. El arte nuevo que él advierte ha deshumanizado el arte. Esta deshumanización del arte ha alejado a las clases populares del mismo que, al no comprenderlo, lo rechazan sin solución de continuidad. La impopularidad del arte nuevo distingue el autor, no es tanto la impopularidad de un arte ya constituido como la impopularidad de un arte que, en construcción, no está todavía en disposición de ser impopular, ni lo contrario. Esta teoría la ejemplariza con otro movimiento, el romanticismo. Movimiento que prendió rápidamente en el sentir popular de la ciudadanía. En opinión del ensayista esto fue posible gracias a la popularidad del movimiento mismo, al alcance de todos, sin necesidad de pertenecer a un público cultivado. Con el romanticismo se invirtió la carga de la prueba siendo el público instruido quien se encerrase en una cúpula elitista defendiendo las formas arcaicas del antiguo régimen poético 3. No obstante hay que reconocer que el romanticismo contó con un aliado de excepción. La imprenta editó grandes tiradas posibilitando la cercanía con la masa.

De La deshumanización del arte, de José Ortega y Gasset, Madrid: y otros ensayos. Revista de Occidente, 1962

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El arte nuevo produce un extraño en el espectador que le lleva a rechazarlo de plano. Un arte que deliberadamente rompe con las formas del pasado y muestra una visión tan novedosa que la masa le encuentra incomprensible. Esta incomprensión produce en ellos una irritación sorda que les lleva a elevar el arte nuevo a la categoría de antipopular. El efecto irritativo que las obras producen en quien las contempla les lleva a posicionase en dos polos antagónicos. Dos castas. La humillación es profunda e intensa para la masa que no comprende ni vislumbra arte en la obra que contempla y como mecanismo de defensa la niega. Por el contrario, el burgués elitista con un espíritu educado estéticamente se encuentra en disposición de contemplar y gozar de un arte de privilegio. El arte nuevo pone de manifiesto la dicotomía entre vulgaridad y distinción y sitúa al género humano en dos categorías bien diferenciadas que no sustentan el falso supuesto de la igualdad real entre hombres 4. Hasta este momento la plebe había pretendido y en ocasiones conseguido subirse al carro del Bosco 5. La inaccesibilidad al arte nuevo para ellos, les sitúa en el secundario lugar que les corresponde y les ayuda a reconocerse como sólo pueblo, mero ingrediente, entre otros, de la estructura social, inerte materia del proceso histórico 6. El arte nuevo en opinión del autor opera como un imán que reúne en torno a sí a los mejores reconociéndose entre ellos y les separa a su vez, de la ordinariez del vulgo. Sólo espíritus elevados gozan del arte puro. No espíritus necesariamente con una valía especifica pero si distintos. Distintos no porque su comprensión sea mayor o más excelsa pero si por tener un entendimiento más abierto y receptivo a la contemplación de un arte que en nada tiene que ver con una cotidianeidad rasante. Seres humanos capaces de abstraerse de la terrenalidad a la que el arte hasta ese momento estaba sujeto. Un arte que recurría a los destinos humanos para conmover e interpelar al espectador. Un arte, espejo del ser humano. Este es el quid de la cuestión. El espectador no se refleja en la obra y se desorienta. Espíritu adocenado con la mirada miope que no consigue ver más allá del cristal ni aun mirando. La sublimidad del arte nuevo invita a elegir con que mirada ser visto. Miradas que se excluyen. El espectador debe abstraerse de la realidad y dejar que fluya el puro placer de la contemplación en grado sumo, sin buscar una lectura cotidiana implícita, ni un mensaje pueril. La obra se trasciende más allá del gusto personal de quien la contempla. Si por el contrario el espectador elige ver la historia que está contada en la obra, la banaliza de tal modo que la invisibiliza, la obra se esconde, y no habrá nada que mirar. Un arte artístico para artistas 7. La percepción del arte es exclusiva de quien ha educado la mirada. Ortega analiza este fenómeno y constata que se reproduce en todas las ciudades. Los jóvenes paulatinamente van descubriendo su desinterés por las fuentes del pasado. Un fenómeno que lejos de parecer un sentir aislado y de unos cuantos artistas, se presenta organizado y coherente, fruto del hartazgo y del cansancio de las formas anteriores.

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De La deshumanización del arte, de José Ortega y Gasset, Madrid: y otros ensayos. Revista de Occidente, 1962. Pág. 6 https://www.museodelprado.es/coleccion/galeria-on-line/galeria-on-line/obra/el-carro-de-heno/

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De La deshumanización del arte, de José Ortega y Gasset, Madrid: y otros ensayos. Revista de Occidente, 1962.Pag.5 De La deshumanización del arte, de José Ortega y Gasset, Madrid: y otros ensayos. Revista de Occidente, 1962. pág. 11

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El mismo devenir de la obra artística que se agota en sí misma, repitiéndose esta en un bucle sin fin a la que estos jóvenes artistas ponen freno. Un freno que da lugar a unas características del arte diametralmente opuestas hacia lo creado hasta ese momento. Los jóvenes artistas deshumanizan el arte. El elemento humano desaparece de sus composiciones, la ironía se manifiesta jugando con las formas. El esfuerzo de estos artistas se concentra en eludir retazos de vida en sus obras. La influencia de los años vividos en Alemania y la filosofía kantiana inducen al escritor a percibir que en el arte se ha producido el giro copernicano. La fenomenología permite la interpretación libre de la obra. Esta permanece impoluta en el noúmeno mientras que cada espectador la tamiza con su subjetividad. La arbitrariedad en la interpretación es manifiesta. Cada espectador desde su atalaya, contemplando la misma obra, percibe realidades distintas, fruto de experiencias distintas. No obstante, Ortega dirige nuestra mirada en la obra hacia un foco principal, la realidad vivida. El noúmeno. La existencia primera de un hecho que dirige las expectativas de los demás. Los artistas de este arte nuevo, dice Ortega, pretenden deliberadamente y mediante un trabajo minucioso desmembrar la realidad, deformarla, deshumanizarla, eliminar de ella, cualquier vestigio de humanidad. En opinión del filósofo, el ultraísmo se acercaría notablemente a esta sensibilidad. No se debe interpretar la ausencia de elementos humanos en la obra como la esencia de la deshumanización. El término deshumanización, como el ultraísmo, va más allá. Su definición es más profunda. En palabras de Ortega 8, lo sublime de esta concepción del arte es construir algo que no sea copia de lo natural y que, sin embargo, posea alguna substantividad. Ortega como buen filósofo invita a comprender y a ampliar el horizonte de la mirada. El ensayista percibe como el ser humano está limitado por sus convicciones. El habitus, como diría el sociólogo Pierre Bourdieu 9, ancla al hombre impidiéndole el cambio. Solo una suerte de engaño irónico permite al espectador creerse dueño de sus impresiones. Las convicciones lastran al ser humano impidiéndoles el crecimiento. Anulan la inteligencia. La nueva sensibilidad artística apuesta por poetas, poetas. No poetas, humanos. Los nuevos tiempos exigen diferenciar las dos categorías. La metáfora es un recurso potente para Ortega que admite eludir la realidad. No nombrarla. Ortega opina que esta figura se adecúa a estas manifestaciones nuevas del arte porque permite no nombrar lo que no se desea y visibilizarlo al mismo tiempo. En sus mismas palabras explica 10, Sólo la metáfora nos facilita la evasión y crea entre las cosas reales arrecifes imaginarios, florecimientos de islas ingrávidas. La metáfora acude en auxilio de las palabras tabú que buscan alternativas para ser nombradas. La característica más sobresaliente de esta figura hasta este momento radicaba en su capacidad para ennoblecer el objeto real. Ahora, se invierte el proceso estético y la metáfora pasa al protagonismo poético. De modo que la idea, es. Al corporeizar las ideas se desrealizan. Si las ideas tienen un ente en sí, se alejan de la imagen que se tiene de ellas porque aparece la imagen en sí, impidiendo la humanización de las mismas.

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De La deshumanización del arte, de José Ortega y Gasset, Madrid: y otros ensayos. Revista de Occidente, 1962. pág. 22 El sentido práctico. Pierre Bourdieu. Editorial siglo XXI, 2007. 453 págs. 10 De La deshumanización del arte, de José Ortega y Gasset, Madrid: y otros ensayos. Revista de Occidente, 1962. pág. 32 9

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De este modo, el pintor vuelve la mirada a su interior nos dice Ortega, pintando irrealidades que al no tener comparativa posible en la realidad evitan el fracaso del artista. Si bien es cierto que como consecuencia de esto, al no tener comparativa con la realidad y como explicamos unas líneas más arriba, el espectador se desorienta ante esta perspectiva. Toda la disertación que José Ortega y Gasset presenta en este ensayo no debe llamar a confusión. Como él bien mismo refiere. su intención es poner de manifiesto esta circunstancia que ha percibido en la sociedad. En ningún momento se posiciona a favor o en contra explícitamente. Él apunta, propone, sugiere y como buen filosofo invita a pensar sobre lo que está sucediendo en ese momento. Qué, en su opinión no es ni más ni menos que un empuje sin precedentes de una juventud qué necesita renovarse y no sólo, artísticamente. Una renovación que el filoso advierte cíclica. Una cadencia de los tiempos que alterna las tendencias dejando a la obsoleta como si de un barbecho se tratase, mientras que la tendencia emergente crece, se desarrolla y muere para posibilitar la emergencia de la siguiente de nuevo, en un todo cósmicamente organizado. En definitiva en este ensayo José Ortega y Gasset lo que termina poniendo de manifiesto es la subjetividad del todo. El fragor de una juventud con el ímpetu necesario para querer crear desde la nada. Ortega alaba esta intención más allá de sus resultados. Unos resultados de dirección unívoca. Acaso anticipase los versos de José Agustín Goytisolo 11. La imposibilidad de volver atrás. Una dirección única plasmada por el pintor Salvador Dalí contra todo pronóstico en su obra la persistencia de la memoria 12. Con humildad reconoce contribuir, en alguna medida si cabe, a descifrar las características de este arte emergente. Qué como tal emergencia, el mismo reconoce, es susceptible de cambios al estar en construcción. En el mismo escritor se reconoce ya el cambio de orientación artística, cuando de sí mismo reconoce él, haberse adentrado en el conocimiento de esta tendencia por curiosidad y placer. No hay grandeza sin humildad y no cabe la menor duda que Ortega lo fue. Es mi elección quedarme con el aire de modernidad que se desprende del texto. Con la capacidad del pensador de despertar nuestra actitud crítica.

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http://www.poesi.as/jag0020b.htm Tú no puedes volver atrás porque la vida ya te empuja como un aullido interminable. 12 http://www.xtec.cat/~jarrimad/contemp/dali2.htm

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Bibliografía 1. Los textos de los manifiestos han sido consultados en red durante la redacción del ensayo 2. Manifiesto surrealista de André Bretón https://aulaglobal.uc3m.es/pluginfile.php/699266/mod_resource/content/1/Breto n%2C%20Andre%20-%20Primer%20Manifiesto%20Surrealista.pdf 3. Manifiesto futurista http://abstraccionygeometria.files.wordpress.com/2009/04/manifiestofuturista.pdf 4. Guillaume Apollinaire: Fragmentos de Los pintores cubistas (1913) http://www.udc.es/tempo/cuestions20/docs_cub01.html

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