La definición lexicográfica de los marcadores discursivos en un diccionario destinado a estudiantes de español como lengua extranjera

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Descripción

ESTUDI OS DE LEX I COGRA FÍ A

R EVISTA M EN SUAL DEL GRU PO LAS DO S VIDAS DE LAS PALABR AS LAS PALABR AS N º 2, M AR Z O DE 2015

Art ícul os Dol or es Azor ín Car m en Ávil a Cr istin a Bu en afu en tes Pedr o Fu er tes Ju an M an u el Gar cía

LIBROS

Xosé Ll u is Gar cía

El isen da Ber n al

M ar ia do Car m o H en r íqu ez

M ar gar ita Fr eixas Águ eda M or en o H . Per digu er o

Lau r a Ll an os

David Pr ieto

Ser gi Tor n er

Fr an cisco Lafar ga

Fer n an do G. Ol l é M ar ta Tor r es

An ais H ol gado

LIBROS Lu is Pegen au te

Ál var o Por to M ar ta Sán ch ez M ar ía Bel én Vil l ar

En r iqu e Jim en ez

Suplemento de 25 páginas de entr evista al dir ector de la RAE- por Juan V. Romer o

Entrevista a Darío V illanueva

Present ación del DHECan- por Crist óbal Corrales y Dolores Corbella ELex - 1 -

Lasdosvidasde laspalabras Gr upo editor de las r evistas M a estr os de la Filología (M F), Estudios de Lexicogr a fía (ELex), Ecdótica y Estudios contempor á neos de tr a ducción (ECos) y de las colecciones de libr os Cua der nos de Lexicogr a fía y Cua der nos de Ecdótica

Editor y cr eador : Juan V. Romer o

Pilar Díez de Revenga (RAAX)

Dir ector a de publicaciones: Esther Sámano

Josefa Dor ta (ULL)

Dir ector a par a Hispanoam ér ica: Leidy R. Jiménez

Pilar Díez de Revenga (UM ) Pedr o Fuer tes (UVA)

Dir ector a de la r evista ECos: Leidy R. Jiménez

Cecilio Gar r iga (UAB)

Dir ector a adjunta de la r evista ELex: Susana Galvez

M ichael Ger li (U. Vir ginia)

Dir ector a de la r evista M aestr os de la Filología: Glor ia Navar r o

Salvador Gutiér r ez Or dóñez (UNILEÓN) M ar ía do Car mo Henr íquez (UVIGO)

Subdir ector a (Noveles): M ar ta Tor r es

Javier Huer ta (UCM )

Subdir ector a (Gr upos de investigación): Laur a Llanos

I gnacio Javier López (U. Pennsylvania) Delegada en Fr ancia: Beatr iz Her nández

Jens Lüdtke (U.Heidelber g)

Delegado en Suecia: Henning Kallene

Concepción M aldonado (UCM , Editor ial SM )

Delegado en la República Checa: I vo Buzek

M ar ía Jesús M ancho (USAL)

Delegada en Suiza: Dor a M ancheva

Alber to M ontaner (UNIZAR)

Delegada en Bolivia: Tatiana Alvar ado

José Ramón M or ala (UNILEÓN)

Delegado en M éxico: Román Camar ena

Águeda M or eno (UJA)

Delegada en Br asil: Liège Rinaldi

Rosa Navar r o (UB)

Delegada en Cuba: Aur or a Camacho

Antoni Nomdedeu (URV)

Delegada en Colom bia: M er cedes A. M uñetón

José Antonio Pascual (U. Car los III, RAE) Álvar o Por to (UDC)

Comité científico:

José I gnacio Pér ez Pascual (UDC)

Fr ancisco Abad (UNED)

Alfr edo Rodr íguez (UDC)

Pedr o Álvar ez de M ir anda (UAM , RAE)

Félix San Vicente (U Bolonia)

Ángeles Álvar ez (UAH)

Car men Sánchez (UGR)

M anuel Alvar Ezquer r a (UCM )

Sven Tar p (U.Aar hus)

Julio Bor r ego (USAL)

M aximiano Tr aper o (ULPGC)

I gnacio Bosque (UCM , RAE) I vo Buzek (U.M asar yk de Br no)

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Dolor es Cor bella (ULL)

Editor : jvr om er o@lasdosvidasdelaspalabr as.com

Glor ia Cor pas (UM A)

Dir ector a de publicaciones:esam ano@lasdosvidasdelaspalabr as.com

Cr istóbal Cor r ales (ULL)

Dir ector a par aHispanoam ér ica:

Janet Decesar is (UPF, EUROLEX)

ljim enez@lasdosvidasdelaspalabr as.com Revista ELex: elex@lasdosvidasdelaspalabr as.com

ELex - 2 -

Dir ector : Juan V. Romer o Dir ector a adjunta: Susana Gálvez

Lugar de edición: Bar celona ISSN: 2385-6025 Copyr ight © 2015 Las dos vidas de las palabr as. Todos los der echos r eser vados.

Con el apoyo de

CENTRE FOR LEXICOGRAPHY

LEXICOGRAFÍA ESPECIALIZADA

LEXELE

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INVESTIGACIONES PRESENTADAS POR SUS AUTORES Notas acer ca del con cepto de ?defin ición en cicl opédica? Por Ál var o Por to da Pen a - 43 El n eol ogism o en l a tr adición académ ica (1780-2014) Por Dol or es Azor í n Fer n án dez - 58 Datos par a u n a l exicogr afía de l a l en gu a astu r ian a Por X osé Ll ui s Gar cí a Ar i as - 71 Diccion ar ios y r eper tor ios de pr in cipios del Der ech o y m áxim as ju r ídicas l atin as Por M ar i a do Car m o H en r í quez Sal i do - 84 El em en tos m icr oestr u ctu r al es en el Di cci on ar i o m i li t ar M an ch eñ o

por t át i l (1822) de Fer n án dez

Por M ar ta Sán chez Or en se - 90 Descr ipción y eval u ación de obr as l exicogr áficas Por Car m en Ávi l a M ar tí n - 100 La ideol ogía en el Di cci on ar i o de l a Real Academ ia du r an te el fr an qu ism o Por Laur a Ll an os Casado - 107 Notas sobr e el tr atam ien to l exicogr áfico de l as for m acion es com pu estas en l a vigésim oter cer a edición del DRAE (2014) Por Cr i sti n a Buen afuen tes de l a M ata - 121 Las pal abr as, l a r eal idad y el diccion ar io Por José M an uel Gar ci a Pl ater o - 128 La defin ición l exicogr áfica de l os m ar cador es discu r sivos en u n diccion ar io destin ado a estu dian tes de españ ol com o l en gu a extr an jer a Por An ai s H ol gado Lage - 137 Acer ca de l a gr am atical ización adver bial y de su in ter és en el m ar co del diccion ar io h istór ico Por M ar í a Bel én Vi l l ar Dí az - 149

LIBROS PRESENTADOS POR SUS AUTORES L a Real Academ i a Españ ola en su pr i m er si glo- Fer n an do Gon zál ez Ol l é

166

Plan t a y m ét odo del ?Di cci on ar i o de Aut or i dades?. Or ígen es de la t écn i ca lexi cogr áf i ca de la Real Academ i a Españ ola (1713-1739) - M ar gar i ta Fr ei xas Al às 170 Aspect os léxi cos en los Becer r os de Valpuest a- H er m ógen es Per di guer o Vi l l ar r eal

174

L os ver bos en el di cci on ar i o- El i sen da Ber n al Gal l én y Ser gi Tor n er Castel l s

179

Est udi os de léxi co hi st ór i co españ ol- Águeda M or en o M or en o y M ar ta Tor r es M ar tí n ez

184

NOTICIAS DE LOS GRUPOS DE INVESTIGACIÓN

188

ELex - 4 -

SUM A RI O M arzo de 2015

EN PORTADA

PRESENTACIÓN DE DICCIONARIOS (II)

8

V ersi ón el ectróni ca del DHECan Por Cristóbal Corrales y Dolores Corbella

Entrevista a Darío V illanueva Suplemento de 25 páginas de entrevista al director de la RAE

TRIBUNA Por Pedro A. Fuert es- O livera

La Lingüística del Corpus y Los Datos M asivos (Big Data): Semejanzas y Diferencias

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TRIBUNA por

Pedro A. Fuert es- O livera

La Lingüística del Corpus y Los Datos M asivos (Big Data): Semejanzas y Diferencias

Acaba de celebr ase en la Univer sidad de Valladolid el 7º Congr eso Inter nacional de Lingüística del Cor pus or ganizado por el Centr o Inter nacional de Lexicogr afía y el Depar tam ento de Filología Inglesa de la Univer sidad de Valladolid; en la página w eb del Congr eso puede descar gar se el pr ogr am a, el libr o de r esúm enes y diapositivas de la m ayor ía de las pr esentaciones (http://aelinco.blogs.uva.es/). Este congr eso for m a par te de las actividades anuales que or ganiza la Asociación Española de Lingüística del Cor pus (AELINCO); or ganism o constituido en el año 2009 que ya ha or ganizado congr esos inter nacionales en las univer sidades de M ur cia, A Cor uña, Jaén, Politécnica de Valencia, Alicante y Las Palm as de Gr an Canar ias. Está pr evisto que el congr eso de 2016 se celebr e en la Univer sidad de M álaga y el de 2017 en Par ís.

Pedr o A. Fuer tes-Oliver a Catedr ático de la Univer sidad de Valladolid Dir ector del Inter nacional Centr e for Lexicogr aphy

La celebr ación de un congr eso de una asociación española en Par ís es r elevante por tr es m otivos r elacionados entr e sí; adem ás, estos m otivos ilustr an la natur aleza de AELINCO y sus objetivos fundacionales. El pr im er o de ellos es que AELINCO or ganiza congr esos que son ver dader amente inter nacionales: alr ededor del 35% de los par ticipantes en los congr esos de AELINCO pr oceden de fuer a de España; por ejem plo 65 de los 180 par ticipantes en el Congr eso de Valladolid pr ocedían de alguno de estos 33 países: Alem ania, Ar gentina, Austr ia, Bélgica, Canadá, Chile, China, Republica Checa, Dinam ar ca, Estonia, Estados Unidos, Finlandia, Fr ancia, India, Ir landa, Italia, Japón, Líbano, Libia, M ontenegr o, Nor uega, Países Bajos, Pakistán, Polonia, Por tugal, Reino Unido, Rum ania, Rusia, Ser bia, Singapur, Sudáfr ica, Taiw án y Zim babue. El segundo es que la m ayor ía de las ponencias se pr esentan en inglés, la lingua fr anca de nuestr a época, que es, adem ás, la lengua en la que pr im er o apar ecen los avances teór icos e innovaciones r elevantes. Aunque nadie puede poner en duda el papel del español com o lengua inter nacional par ece clar o que el dom inio del inglés com o lengua de la ciencia, la tecnología y la investigación es incontestable. En el Congr eso de Valladolid, este hecho se m anifiesta con nitidez: (a) 98 de las 136 ponencias pr esentadas fuer on en inglés; (b) todos los tr abajos ver dader am ente novedosos ? los ver em os m ás adelante ? se defendier on en inglés, destacando los pr esentados por ELex - 6 -

ponentes que tr abajan en centr os de investigación de vanguar dia, com o los adscr itos a las univer sidad de Lancaster (UCREL), Stuttgar t, Heidelber g, Viena (Academ ia Austr iaca de las Ciencias), Tr inity College de Dublin, Oslo, Ber gen, Bir m ingham , Aar hus (Centr e for Lexicogr aphy), Ottaw a, y Nagoya. El ter cer hecho r elevante es que la Lingüística del Cor pus es todavía poco conocida en algunos países y tr adiciones académ icas; por ejem plo, en España la m ayor ía de la investigación englobada en este par adigm a se pr oduce en depar tam entos de Filología Inglesa y/o Tr aducción, especialm ente en aquellos que tr abajan con pr ofesor es e investigador es adscr itos a depar tam entos de estadística, infor m ática, inteligencia ar tificial e ingenier ía. Algo par ecido sucede en Fr ancia, que tam poco cuenta con una asociación com o AELINCO. Quizás por ello, par ticipantes de algunas univer sidades fr ancesas se han unido y han solicitado a AELINCO la or ganización del Noveno Congr eso Inter nacional de AELINCO en Par ís con la intención de pr om ocionar este tipo de estudios en Fr ancia y en su tr adición académ ica. El Congr eso de Valladolid destaca por que es la pr im er a vez que se celebr a en España un congr eso inter nacional sobr e el papel de la lengua en este nuevo par adigm a de conocim iento identificado de for m a genér ica com o Big Data (datos m asivos). Ya son visibles el gr an im pacto de este nuevo par adigm a en la econom ía, la ciencia y la sociedad en gener al. Por ejem plo, la ubicuidad y gener alización de los teléfonos inteligentes (smar tphones) se ha tr aducido en el desar r ollo de aplicaciones (Apps) que em piezan a tener un papel cuantitativo y cualitativo im por tante en la actividad económ ica de un país; son en definitiva una de las m uestr as m ás visibles de la econom ía basada en el conocim iento que se supone que va a r epr esentar alr ededor del 40% del PIB de una econom ía m adur a com o la de Estados Unidos o la de los países de Eur opa Occidental. En el m ar co del Congr eso de Valladolid se analizar on no solo el futur o de la investigación tr adicional con cor pus sino que tam bién se pr esentar on tr abajos que apuntan a la r elación m uy estr echa entr e la Lingüística del Cor pus y los Datos M asivos, especialm ente aquellos que llevan a cabo r eflexiones teór icas y aplicaciones pr ácticas r elacionadas con la autom atización de algunos tr abajos lexicogr áficos, la cr eación de pr ogr am as de tr aducción (sem i-)autom ática, de r econocim iento de voz, de lingüística for ense, de extr acción (sem i-)autom ática de conocim iento, y de identificación de patr ones de com por tam iento que, por ejem plo, puedan tr ansfor m ar se fácilm ente en pr oductos y ser vicios que utilizan sector es económ icos tan im por tantes com o son el de la publicidad, la industr ia far m acéutica, y el sector biosanitar io. Los datos m asivos m uestr as sem ejanzas y difer encias con los cor pus; los confer enciantes plenar ios y var ios ponentes centr ar on sus esfuer zos en señalar estas difer encias y sim ilitudes - por ejem plo, los datos m asivos no r esponden a datos m uestr ales y no están estr uctur ados ? y en apuntar puntos de encuentr o que centr ar án la investigación en este cam po del saber en los pr óxim os años, entr e ellos destacam os estos tr es que ya em piezan a tener r esultados de investigación visibles: .Desar r ollo de her r am ientas com o las del pr oyecto SAM UELS (Sem antic Annotation and M ar k-Up for Enhancing Lexical Sear ches) utilizadas par a anotar de for m a autom ática con el objeto de pr ecisar el significado disam biguando entr e los posibles significados de la palabr a; se aplica al tr abajo con (a) gr andes cor pus, com o el Hansar d (m iles de m illones de palabr as); y (b) gr andes taxonom ías, com o el Histor ical Thesaur us of English y el Histor ical Thesaur us. .Tr abajo con datos enlazados abier tos y cer r ados, especialm ente con el objetivo de desar r ollar estándar es que faciliten el desar r ollo de la Web Sem ántica y la cr eación de ontologías necesar ias par a extr aer conocim iento de for m a autom ática. .Diccionar ios de inter net que pr om ueven soluciones m onofuncionales, es decir extr acción de datos adaptados a situaciones específicas de uso.

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PRESENTACIÓN DE DICCIONARIOS (II)

V ersi ón el ectróni ca del DHECan Por Cristóbal Corrales y Dolores Corbella

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El 'DHECan' en la r ed

Un convenio entr e la Real Academ ia Española y el Instituto de Estudios Canar ios ha hecho posible que la página w eb de la Fundación Rafael Lapesa (w w w.fr l.es) incor por e a sus r ecur sos los m ater iales del Diccionar io Histór ico del Español de Canar ias (DHECan), del que son autor es los pr ofesor es de la Univer sidad de La Laguna Cr istóbal Cor r ales y Dolor es Cor bella. La aplicación infor m ática per m ite la consulta por lem as o por palabr as (incluyendo el em pleo de com odines y conector es) y pone a disposición de los investigador es eur opeos y am er icanos el análisis por m enor izado del am plio patr im onio lingüístico del ar chipiélago.

La lexicogr afía canar ia: pr oyectos y r ealidades Hace m ás de cinco lustr os que em pr endim os la tar ea de r ecopilar el léxico canar io, una labor que no ha r esultado sencilla y de la que apenas hem os dejado m ás constancia escr ita que los r esultados concr etos a los que hem os ido dando for m a de diccionar ios. No hem os quer ido nunca adelantar pr oyectos que, en la pr áctica, quizá hubier an quedado nada m ás que en sim ples intenciones y, una vez publicados los textos, nos par ecía r edundante r esum ir en unas pocas páginas el intenso tr abajo de años que había supuesto cada edición. Los r esponsables de «Las dos vidas de las palabr as» nos han pedido ahor a que pr esentem os el DHECan y cr eem os que la novedad de poder consultar el Diccionar io histór ico canar io en la r ed a par tir de m ediados de este m es de diciem br e ?una r ealidad que ha sido posible gr acias al Instituto de Investigación Rafael Lapesa? es m otivo m ás que suficiente par a que hayam os aceptado esta invitación. La lexicogr afía canar ia inició su andadur a en 1799 con una enciclopedia especializada, el Diccionar io de Histor ia Natur al de las Islas Canar ias. Índice alfabético descr iptivo de sus tr es r einos: animal, vegetal y miner al, del ilustr ado José de Vier a y Clavijo, una joya que hem os tenido la opor tunidad de editar r ecientem ente[1]. La obr a del ilustr ado isleño pr esentaba un doble m ér ito: daba a conocer por vez pr im er a «el libr o volum inoso de la natur aleza canar ia» y contr astaba esta singular r ealidad con los conocim ientos que había adquir ido el autor en sus viajes por la Península y por Eur opa. La m uer te de Vier a en 1812 fue una de las causas que contr ibuyer on a que su diccionar io quedar a inédito dur ante m ás de m edio siglo, com o han per m anecido en los anaqueles de los ar chivos y bibliotecas otr as m uchas r ecopilaciones del léxico difer encial de esta r egión. Esto, unido a la disper sión y escasa difusión de los textos en su m ayor ía editados en las islas, hizo que la labor de los r ecopilador es del vocabular io del ar chipiélago per m anecier a en el ostr acism o hasta pr ácticam ente la década de los noventa del siglo XX. _____________________________________________________ [1] José de Vier a y Clavijo, Diccionar io de Histor ia Natur al de las Islas Canar ias, edición, intr oducción y notas de Cr istóbal Cor r ales y Dolor es Cor bella, Santa Cr uz de Tener ife-Las Palm as de Gr an Canar ia, Ediciones Idea, 2014, en Rafael Padr ón (dir.), Obr as Completas de Vier a y Clavijo, tom os 21 y 22.

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Cuando en 1987 iniciam os nuestr o tr abajo com o gr upo de investigación[2] nos fijam os com o pr im er a m eta la r ecopilación de todo cuanto se había escr ito sobr e el léxico difer encial canar io. Aquella base de datos, or denada cr onológicam ente, se publicó en 1992 com o un centón lexicogr áfico, con el título de Tesor o lexicogr áfico del español de Canar ias (TLEC ). La catalogación abar caba un espacio tem por al que com pr endía desde 1799 a 1991 (en la pr im er a edición del TLEC , con un total de dos centenar es de textos indexados) y hasta 1995 (en la segunda edición, de 1996, en la que el total de vocabular ios, léxicos, diccionar ios y estudios lingüísticos r ecopilados aum entó hasta casi los tr escientos). La r iqueza de los r egistr os pr esentados se vio incr em entada al incluir los r esultados de las encuestas de los atlas geolectales: el ALEICan (1975-1978) y los m ater iales canar ios del Atlas de los mar iner os peninsular es(1985-1989) que, pese a su título, había incluido encuestas en los pr incipales puer tos pesquer os de las islas. La finalidad del TLEC fue poner a disposición de los investigador es una base de datos del léxico canar io lo m ás exhaustiva posible, r elacional y or denada cr onológicam ente. Las apor taciones fuer on fundam entalm ente dos: por pr im er a vez se editaba una r ecopilación que abar caba el habla de todo el ar chipiélago en su conjunto y, al tiem po, estos m ism os m ater iales ponían de m anifiesto los tér m inos ausentes y las lagunas que existían en deter m inadas par celas, por lo que el Tesor o, a pesar de su am plia r ecepción, no significó m ás que un punto de r efer encia par a las em pr esas lexicogr áficas iniciadas a par tir de aquellos años, algunas de ellas llevadas a cabo por nosotr os m ism os, com o el Diccionar io histór ico del español de Canar ias (2001 y 2013), el Diccionar io ejemplificado de canar ismos (2009) o el Tesor o léxico canar io-amer icano (2010). Analizando ahor a con per spectiva estas publicaciones, constituyen en r ealidad etapas de una m ism a investigación, que nos ha llevado a indagar sobr e el or igen, la histor ia, la vigencia y las r elaciones del vocabular io canar io con las dem ás r egiones que confor m an el llam ado español atlántico.

Los diccionar ios histór ico-difer enciales de ámbito r egional: el DHECan En el panor am a lexicogr áfico español el núm er o de diccionar ios histór ico-difer enciales es escaso. Siendo estr ictos, sólo contar íam os con tr es: el Diccionar io histór ico del español de Costa Rica, r edactado por M iguel Ángel Quesada Pacheco en 1995, el Diccionar io histór ico del español de Venezuela, de Fr ancisco Javier Pér ez, cuyo pr im er volum en se publicó en 2012, y el Diccionar io histór ico del español de Canar ias (DHECan) de 2001 (que cuenta con una segunda edición am pliada que vio la luz en diciem br e de 2013, editada tam bién por el Instituto de Estudios Canar ios). Es posible que el nacim iento de la lexicogr afía histór ico-difer encial se haya pr oducido en par te por la dificultad enor m e que ha supuesto desar r ollar y llevar a tér m ino el diccionar io histór ico del idiom a y por la necesidad de segm entar en var ias agr upaciones el léxico gener al par a poder r ecabar los m ater iales necesar ios par a constr uir ese diccionar io total. Y aunque es evidente, com o señalaba M anuel Seco hace unos pocos años, que la sum a de los

____________________________________________________ [2] Inicialm ente, del gr upo for m ó par te tam bién M ª.Á. Álvar ez.

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diccionar ios histór icos r egionales no com pletar ía el r om pecabezas que supone un diccionar io histór ico gener al, r esulta innegable que este tipo de diccionar ios de ám bito r egional ofr ece «una infor m ación m etalexicogr áfica m uy com pleta y una m uy r ica docum entación de pr im er a m ano, pr ácticam ente inaccesible par a quienes no tr abajan sobr e el ter r eno r espectivo»[3]. Com o cualquier diccionar io difer encial, el DHECan constituye un com pendio alfabético de m onogr afías sobr e las voces pr opias de esta r egión. Per o por su car ácter histór ico, esas m onogr afías están basadas en la constatación del uso r eal de las palabr as en textos de diver sas épocas, con unas acotaciones tem por ales bien lim itadas que abar can m ás de seis siglos de histor ia, desde los inicios de la anexión castellana de las islas de señor ío hasta que com enzar on los pr im er os estudios científicos sobr e el habla isleña (m ar cados por una publicación señer a: El español hablado en Tener ife de M anuel Alvar, editada 1959). El cor pus analizado incluye m ás de m il m onogr afías, m uchas de ellas inéditas, r epr esentativas de todos los estilos y niveles de habla, desde declar aciones de testigos en los pr ocesos inquisitor iales, pr otocolos notar iales de las m ás antiguas escr ibanías, car tas pr ivadas, libr os de cuentas y dir ector ios, hasta cr ónicas de conquista, libr os de viajes, poem as, novelas, cuentos y textos per iodísticos. Se ha pr ocur ado asim ism o que, en la m edida de lo posible, todas las islas y todas las épocas estén r epr esentadas, aunque no siem pr e se ha conseguido debido a la pér dida de la docum entación or iginal de algunos ar chivos en las pr im er as décadas del siglo XVI. Agr upados por siglos, apr oxim adam ente el 25% de los textos analizados cor r esponde a la época áur ea; un 35% a los siglos XVIII y XIX, y un 40% al siglo XX. En toda esta infor m ación histór ica y liter ar ia, el r egistr o lingüístico puede apar ecer dir ectam ente en el texto, sin m ar ca alguna que per m ita deducir que se está ante un tér m ino difer encial, o el autor ?consciente del dialectalism o? puede explicar la palabr a, destacar su singular idad m ediante una per ífr asis o un sinónim o, o intr oducir la con expr esiones com o «vulgar m ente llam ada», «conocida com o», etc. Son, en cier ta m edida, infor m aciones m etalingüísticas que a veces van acom pañadas de m ar cas de uso o de ám bito r estr ingido, que apuntan a una par ticular pr onunciación o que ofr ecen datos sobr e su etim ología. La intr oducción de r egistr os tom ados de las fuentes m etalexicogr áficas (diccionar ios y vocabular ios dialectales) ha sido, no obstante, bastante selectiva y solo se han tenido en cuenta aquellos que suponían pr im er as docum entaciones, que contenían acepciones que no apar ecían en el cor pus textual o que per m itían aclar ar significados cuando el contexto de los ejem plos no er a suficientem ente explícito. En todo caso, el investigador dispone del Tesor o lexicogr áfico par a com pletar toda la infor m ación de los últim os siglos.

Está m uy clar o lo que un diccionar io histór ico difer encial puede significar de contr ibución al conocim iento de la histor ia del léxico de una com unidad. En el caso canar io, los datos que r ecoge el DHECan ponen de m anifiesto la pr esencia de indigenism os en los pr im er os textos lingüísticos y liter ar ios. Basta r ecor r er los ver sos de poetas com o Antonio de Viana o de Bar tolom é Cair asco de Figuer oa par a encontr ar en ellos voces com o baifo, banot, cr eses, ____________________________________________________ [3] M anuel Seco, «Lexicogr afía histór ica y lexicogr afía gener al», en Nuevas apor taciones a la Histor iogr afía Lingüística. Actas del IV Congr eso Inter nacional de la SEHL, M adr id, Ar co Libr os, 2004, t. I, p.210.

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gánigo, guanar teme, guanche, tagor or, tamar co, o r evisar los m ás antiguos pr otocolos notar iales par a analizar el pr oceso de adaptación al castellano de otr os pr ehispanism os com o taginaste(chajinaste, tabinaste, tajaniste, tajinasque, teginaste? ) o gofio (gofio, gofia, gosio). Tam bién fue tem pr ana, y los datos histór icos así lo cor r obor an, la incor por ación de pr éstam os de or igen por tugués en la etapa de configur ación del español isleño, donde voces de ascendencia lusa com o acebiño, ader no, bar buzano, bur gao, falla, follado, lor o, mar mulano, picuda o viñático contr ibuyer on a nom br ar la flor a y la fauna (en buena par te endém ica). No m enos inter esante ha sido la conser vación de num er osos ar caísm os castellanos, consider ados así desde el punto de vista del español peninsular, ya que continúan siendo voces de uso gener al en el habla de las islas, tal com o lo fuer on en la época colonial, com o alcayata, alongar, ar veja, comelón o gaveta.

Per o, apar te del ter r eno de lo pr opiam ente local, una investigación com o ésta nunca debe per der de r efer encia lo que se ha hecho en la lexicogr afía gener al y en el r esto de la lexicogr afía r egional. El car ácter difer encial del diccionar io ha supuesto la consulta de casi m edio m illar de obr as (m ayor itar iam ente lexicogr áficas) que han ser vido par a establecer el contr aste con la nor m a o con el habla de otr as zonas y cuyos datos quedan r eflejados en el apar tado de com entar io incluido al final de cada ar tículo (o acepción). Quizá este sea otr o de los aspectos m ás inter esantes del DHECan, ya que per m ite situar y valor ar lo que ha significado la im pr onta canar ia en el tor naviaje de m uchas voces por el Atlántico. La per spectiva am er icanista, en las dos dir ecciones, del ar chipiélago a Am ér ica o al r evés, cobr a una especial r elevancia por que es en este apar tado donde la docum entación isleña apor ta datos valiosos par a desentr añar el or igen de m uchas de las voces que figur an en los r eper tor ios m ar cadas com o pr opias del Nuevo continente. Tal es el caso de toda la ter m inología azucar er a, de clar o or igen por tugués per o que se españolizó en el ar chipiélago antes de que se cr ear an las infr aestr uctur as de los gr andes ingenios de La Española o Nueva España (bagazo, caldo, cachaza, casa de calder as, for ma, paila, tacha? ), per o tam bién es lo que sucedió con otr as palabr as de or igen pr ehispánico en las islas, com o gofio o tabaiba, que pr onto tom ar on r um bo hacia Am ér ica y ar r aigar on de tal m aner a que algunas obr as r ecientes no han dudado en catalogar las com o indoam er icanas (com o sucede con la var iante atabaiba). En otr as ocasiones, el testim onio canar io com pleta la m ar cación de tér m inos or iginar iam ente andaluces que se difundier on por todo el español m er idional (com o amar illoso, angur r ia, atar jea, confiscado, empleita, fr angoller o, gallo gir o, moller o o tar ajallo), aunque a veces la especial distr ibución diatópica am er icana que pr esentan algunas de esas voces, lim itada a las Antillas, Venezuela o Ur uguay, per m ite suponer la especial contr ibución de la im pr onta isleña en su ar r aigo al otr o lado del m ar océano. No m enos inter esantes r esultan los testim onios que avalan la pr esencia en el ar chipiélago de palabr as am er indias en épocas m uy tem pr anas, com o bohío o jíbar o, así com o el tr asvase, desde países com o Cuba o Venezuela, de pr éstam os asociados al r etor no de los em igr antes a fines del XIX y dur ante todo el siglo XX, com o sucedió con las voces ar ahuacascatir e y guataca, o con el cubanism o de pr ocedencia inglesa fotingo.

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A pesar de la intención de tener en cuenta los m ater iales diatópicos en la elabor ación de los diccionar ios histór icos del español, la disper sión de las r efer encias bibliogr áficas y la am plia difusión de la lengua han hecho que estos r egistr os apenas hayan sido apr ovechados. La consulta en r ed del DHECan esper am os que suponga un avance im por tante, ya que incluye un caudal de infor m ación ajustado y ver az, que com plem enta, am plía y en ocasiones cor r ige los datos ya conocidos. Per o com o adver tía Vier a y Clavijo, el m aestr o de las letr as canar ias, en el pr ólogo de su diccionar io, no hem os hecho m ás que «bosquejar » y plantear uno de los capítulos de la lexicogr afía histór ica de nuestr a lengua, que ineludiblem ente tendr á que ir se com pletando con los datos de otr os r eper tor ios que nos per m itan conocer con m ayor pr ofundidad la histor ia del léxico que com par tim os.

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Cr istóbal Cor r ales Zum bado

Dolor es Cor bella Díaz

Cr istóbal Cor r ales (Catedr ático em ér ito de Filología Española y Académ ico cor r espondiente por las Islas Canar ias de la Real Academ ia Española) y Dolor es Cor bella (Catedr ática de Filología Rom ánica) for m an par te del gr upo de investigación «Lexicogr afía, lexicología e histor iogr afía lingüística (LexHis)» de la Univer sidad de La Laguna. Com o r econocim iento a su tr ayector ia, los pr ofesor es Cor r ales y Cor bella r ecibier on en 2008 el Pr em io Canar ias-Am ér ica de la Casa de Colón y, en 2011, el Pr em io de investigación de la Real Academ ia Española.

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EN PORTADA

Darío V i l l anuev a ENTREVISTA

Un m es despu és de tom ar posesión del car go de Dir ector de l a RAE, Dar ío Vil l an u eva Pr ieto (Vil l al ba, 1950) n os r ecibe en su despach o de Fel ipe IV, 4, l a sede cen tr al de l a in stitu ción . Ofr ecem os a con tin u ación l a tr an scr ipción del en cu en tr o, de casi dos h or as de du r ación .

POR JUAN V. ROMERO FOTOGRAFÍAS: RAE

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LA ACADEM IA

El 11 de diciembre de 2014 es usted elegido trigésimo director de la Real Academia. El 8 de enero toma posesión del cargo. Conocía bien la casa porque fue Secretario de la misma desde 2010. ¿Que supone para usted este nombramiento? A mí me disgusta mucho hablar con tópicos, pero en este caso tengo que decir que un honor enorme. Es una oportunidad magnífica para un filólogo como yo. Aunque a veces tengo la sensación, sobretodo mirando hacia atrás, hacia quienes han sido directores de la Academia (aquello que decían los hombres del XVIII), de que uno es un enano sobre hombros de gigantes.

¿Cómo valora el legado de don José Manuel Blecua, el anterior director? No creo que sea prudente que un director al entrar en la dirección de la Academia haga una valoración del legado anterior. Eso es algo que necesita tiempo y decantación. La valoración tiene que venir de más voces y de más fuentes e incluso más distantes de lo que han sido estos cuatro años, que la que pueda ser alguien que, como yo, ha sido Secretario de la RAE, no solo con don J. M. Blecua sino también en el último año de don Víctor García de la Concha.

A propósito de la situación económica de la Academia, en una reciente entrevista en el diario El País habla usted de lograr a través de una planificación estratégica, en el plazo de cuatro años, encontrar el equilibro financiero que garantice la sostenibilidad de la institución. ¿En qué situación económica se encuentra la casa, don Darío? ¿En qué consiste ese plan estratégico? Yo quiero insistir mucho en que la RAE está experimentando algo que todos los españoles estamos sufriendo en nuestras propias carnes, que es una crisis económica muy profunda que aunque estaba larvada estalló en 2007 y de la cual todavía no hemos salido. Por lo tanto, a nadie le puede sorprender que financieramente la Academia esté en crisis porque están en crisis las personas, las familias, las fundaciones, las empresas y el propio estado. Pero la Academia está en una situación dentro de esa crisis razonablemente esperanzada, porque no tiene deudas. La Academia no está endeudada en modo alguno. Es cierto que desde hace tres años el presupuesto está desequilibrado porque los ingresos, que han disminuido radicalmente, son menores que los gastos, pero la Academia no tiene que endeudarse para superar ese déficit. Ni ahora ni en los próximos cuatro años, que es el periodo previsto para sacar adelante un plan estratégico, al final del cual estoy completamente seguro de que la Academia no solo equilibrará ingresos y gastos sino que volverá a ser una entidad económicamente muy saneada. ELex - 18 -

¿Qué papel desempeña en ese contexto la Sociedad RAE Gestión? Es una medida fundamental para llevar adelante este plan estratégico. Precisamente por la existencia de la crisis económica nos encontramos con que la última etapa de la dirección anterior, el pleno de la Academia (personas que estamos allí en función de nuestra capacidad en relación con la lengua y la literatura) estábamos sometidos a un bombardeo continuo de planteamientos económicos, como si fuésemos un consejo de administración. Y eso no tiene ningún sentido; es una situación incómoda, poco eficaz e insostenible. Entonces, la sociedad RAE Gestión, que es una sociedad mercantil creada por la Academia y dirigida por la Academia, que es propietaria al cien por cien de esa sociedad, cuyo consejo de administración está constituido por ocho académicos más un consejero delegado que es el gerente de la Academia, tiene como función ocuparse de todos los asuntos de gestión económica, liberando de ello al Pleno que, eso sí, actúa como junta general de accionistas. El Pleno tiene capacidad de decisión en todos los asuntos fundamentales que tienen que ver con la vida económica de la Academia. Pero luego la gestión de todos esos asuntos no le va a corresponder al Pleno porque el Pleno no quiere tampoco que eso sea así.

¿Qué objetivos persigue la conmemoración del Tercer Centenario de la corporación?

L a len gua y la palabr a. Tr esci en t os añ os de hi st or i a

Es una conmemoración extendida a lo largo de tres años. Hemos querido empezar recordando las primeras sesiones de la Academia, que tuvieron lugar en agosto de 1713. Luego, en el año 14, que fue el año central, lo que conmemoramos es la Real Cédula por la que el rey Felipe V pone a la Academia bajo su protección, y luego en el año actual, en el 15, que es el último de esta conmemoración, lo que estamos recordando es la aprobación y la aplicación de los primeros estatutos de la RAE, que fueron los que objetivaron la vida corporativa de esta institución. Lo que hemos querido es, por una parte, rendir homenaje a los fundadores, procurar transmitir a la opinión pública, no solo española sino internacional (especialmente hispanoamericana), que la RAE nació como una iniciativa de la sociedad civil. No fue por lo tanto una iniciativa gubernativa, ni tampoco la creó la Corona. La Corona la amparó y la sigue amparando y es algo fundamental para definir lo que la Academia es. Pero fue una iniciativa de la sociedad civil que con todos los avatares del caso, con todas las sombras y con todas las luces, ha cumplido unas funciones que consideramos que han sido muy beneficiosas para la lengua. En momentos además críticos como pudo ser en el XIX la desmembración del imperio español, la creación de los estados soberanos en América y posteriormente en Filipinas. Un momento por lo tanto delicado para la unidad del idioma y, sin embargo, la Academia supo reaccionar y de ahí viene la creación de las academias correspondientes, que hoy en día están configuradas en la Asociación de Academias de la Lengua Española, cuya presidencia ostenta la RAE. Y luego también queremos proyectar el futuro. Alguna vez hemos utilizado una expresión tomada de Fernando Pessoa de que en vez de la nostalgia del pasado a nosotros nos interesa la nostalgia del futuro. Los trescientos años ya están ahí. Lo que nos interesa ahora son los trescientos que vienen. ELex - 19 -

¿Qué aportó la exposición La lengua y la palabra, que acogió la Biblioteca Nacional de España? Tuvo un éxito de público considerable y fue un trabajo muy importante para, precisamente, rendir homenaje a los fundadores y a los que contribuyeron a la historia de la Academia y de las Academias en general hasta hoy. Y también creó el discurso histórico interpretativo y hermenéutico de lo que la Academia ha sido, es y por supuesto va a ser. El libro-catálogo de la exposición es también el libro institucional del centenario y en él está, repito, la filosofía de la Academia y el discurso histórico de la Academia, que no termina. La historia no acaba. Fucuyama se equivocó cuando habló del final de la historia y, en consecuencia, en ese libro están las pistas que apuntan hacia lo que pueden ser los próximos siglos de la vida de la RAE.

En 1951 se crea la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE). En ellas se unen la RAE y sus correspondientes de América en pie de igualdad. ¿Qué supuso la creación de la Asociación para el reconocimiento de la pluralidad de normas dentro del español? Fue absolutamente fundamental. Fue un gran momento, que hay que atribuirle no precisamente a España. El régimen de ese momento en España adoptó una postura cerril y muy peligrosa que por suerte se neutralizó. Fue una iniciativa del presidente de los EEUU de México Miguel Alemán. Él fue quien convocó una reunión de las academias de lengua española en México DF, de donde surge ASALE. España no estuvo presente, porque el régimen exigió para autorizar a la Academia española que México rompiera sus relaciones diplomáticas con el gobierno de la República en el exilio, lo cual era una cuestión francamente descabellada. Evidentemente México no hizo caso de esa exigencia y la represalia fue que la Academia española no asistió. Y sin embargo, a pesar de esto, ASALE decidió que la presidencia de la Asociación correspondiera a la RAE y que la sede estuviera en Felipe IV 4, que es la sede de la Academia aquí en Madrid.

¿Cómo enfocará la política panhispánica en su mandato? ¿Qué papel jugarán durante el mismo las veintidós academias hermanas? Es absolutamente fundamental. El español es una lengua global. No por la colonia, sino por la independencia. Y hoy es una lengua hablada en muchos lugares del mundo, pero especialmente vinculada a 22 naciones, entre las cuales están las americanas, entre ellas también los EEUU de América del Norte, Filipinas y dentro de poco va a estar también la Academia ecuatoguineana de la lengua española, que es un proyecto que tenemos ahora en marcha, porque Guinea Ecuatorial, con su algo menos de un millón de habitantes, es el enclave del español en África; no es el único, pero es el más importante. En estos momentos ASALE tiene 22 miembros, dentro de poco tendrá 23. Y en el futuro no es descabellado pensar que podría haber una vigesimocuarta Academia, que sería la Academia del judeoespañol; es la única pieza que nos falta dentro del espectro total. La política panhispánica es la concepción actual, legítima, necesaria y justa de lo que es el español: una lengua global que goza de una unidad verdaderamente admirable, que es en parte el resultado del esfuerzo de las propias academias, pero también de los lazos por encima de las diferencias políticas y de intereses de todo tipo; los lazos culturales y los lazos históricos que nos siguen uniendo a todos los países, incluyendo los EEUU por supuesto. Los EEUU tienen una historia de presencia española fundamental, que en algunos momentos parece que se reconoce también allí. Entonces siendo esto así, la política panhispánica significa que las obras, los grandes códigos (la Gramática, la Ortografía, el Diccionario) tienen que ser fruto de un consenso lingüístico, que por cierto se da, y felizmente se da, y también afecta a ese concepto lingüístico de una norma policéntrica. Efectivamente, ningún país, ni tampoco España, puede considerarse propietario de la norma del idioma; esa norma es realmente policéntrica. Lo cual no significa en modo alguno ningún peligro de dispersión por razón de esa unidad a la que antes me refería. ELex - 20 -

RELACIONES

¿Cuál es la relación de la RAE con los partidos políticos españoles y cuál va a ser su línea de actuación en ese campo? La RAE tiene una relación muy profunda con la Constitución española y, en consecuencia, se siente muy cómoda en el estado democrático de derecho en el que vivimos y el régimen que aquella constitución define. Eso significa que tenemos el máximo respeto a quienes representan legítimamente al pueblo español, que son los representantes electos por los partidos políticos y también mantenemos un respeto absoluto a los gobernantes no solo del Estado sino también de las Comunidades autónomas. Eso sí, quiero hacer una mención especial a la vinculación directa y estrecha que la Academia tiene con la Corona. No en vano la Academia española es Real Academia Española desde hace trescientos años, y los monarcas, con algunas excepciones (en esta casa no se recuerda de manera agradecida para nada a Fernando VII, por ejemplo), pero en general siempre la Academia ha sentido ese apoyo y ese impulso protector por parte de la Corona, y especialmente en lo que más nos toca, podemos decir que tanto don Juan Carlos I como don Felipe VI continúan los mejores momentos de esta tradición que vincula la Real Academia con la Corona.

Desde el 12 de febrero forma usted parte del Consejo de Estado. ¿Cuál es el motivo por el que ese órgano consultivo integra en sus filas al director de la RAE? ¿Qué funciones va a desempeñar usted allí? La función de consejero, junto con los demás consejeros. Hay unos consejeros permanentes, entre ellos por ejemplo algún ex presidente de gobierno; hay unos consejeros natos, que son aquellos que nos incorporamos en función del cargo que previamente hemos adquirido, y luego hay unos consejeros electos. Pero todos los consejeros son iguales y su función es aconsejar al Estado y al Gobierno en todo lo que tiene que ver con las leyes y con las disposiciones gubernativas. Mi función será ahí, por lo tanto, equivalente a la de los demás. La Real Academia está ahí porque la ley reguladora del Consejo de Estado así lo establece, y yo creo que de una manera muy razonable. He percibido (aunque no he tenido ocasión todavía de participar en ninguna sesión ordinaria; solo he tomado posesión) que los señores y las señoras consejeros sienten todos ellos como muy útil, casi como imprescindible, que la RAE a través de su director esté presente en el Consejo. Y por una razón obvia, fíjese: Aristóteles trata casi tanto de la lengua en la Política como en la Retórica y en la Poética. Es decir, que desde los griegos hay una idea muy clara de que la lengua es vertebradora de la polis, de la convivencia; es el instrumento dialéctico para contraponer las ideas y los intereses. Por lo tanto, todo lo que tenga que ver con el Estado, con el Gobierno y con la política en el sentido más noble del término tiene que ver con la lengua.

Dar ío Vil l an u eva en l a cer em on ia de in gr eso com o Con sejer o.

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Desde el 30 de enero es usted, por su condición de director de la RAE, Presidente de la Fundación del Español Urgente. ¿Qué valoración le merecen los diez años de labor de Fundéu? He tenido ocasión de expresar públicamente esa valoración en el acto que tuvo lugar anteayer, con presencia de Su Majestad la reina, para conmemorar la creación de la Fundación del Español Urgente hace diez años. Es una iniciativa que viene de un encuentro feliz entre la Academia, la Agencia EFE y una potente entidad financiera, como es el BBVA. La Academia se esfuerza por hacer todo lo que está en su mano a favor de la lengua, pero sabe que sus recursos son limitados, y que hay otros dos circuitos que tienen una incidencia extraordinaria en lo que a nosotros nos interesa. Por un lado está el circuito educativo. El trabajo de la Academia a favor de la fijación, de la limpieza y del esplendor de la lengua, además de la unidad, necesita que el sistema educativo en los países hispanohablantes se ocupe precisamente en formar a los ciudadanos en el uso y en el buen manejo de la lengua, para proporcionarles un instrumento fundamental para que ellos mismos defiendan sus derechos, se relacionen con los demás y se socialicen en un sentido pleno. El otro circuito es el de la comunicación. El poder que los medios de comunicación tienen como ejemplos de conducta, como creadores de tendencia, como se dice ahora, es indudable. Y también en lo lingüístico. Los medios de comunicación crean tendencias en el uso del idioma y tienen una responsabilidad en este sentido absolutamente indeclinable. Porque además, la educación dura una etapa de nuestra vida (aunque hoy se hable mucho de formación continua), pero es evidente que llega un momento en que salimos de la escuela o salimos del instituto o de la universidad. En cambio, la información está con nosotros antes de que ingresemos en la escuela y nos va a acompañar hasta nuestra esquela final. Somos individuos informativos, o informados. Por lo tanto Fundéu es un instrumento muy eficaz para que esa idea de la importancia que los medios de comunicación tienen a favor del idioma se sustancie en datos y en hechos concretos.

El Dir ector de l a RAE du r an te su in ter ven ción en l a con m em or ación del 10º an iver sar io de Fu n déu BBVA

¿Qué papel desempeñan las redes sociales en la transmisión y el enjuiciamiento de la labor que realiza la RAE? Las redes sociales son instrumentos verdaderamente prodigiosos, asombrosos, extraordinarios para la comunicación, para la socialización y para la vertebración. Por supuesto, como todo, tiene también sus elementos negativos. Pero la valoración que nosotros hacemos es magnífica y, de hecho, nosotros tenemos un papel modesto pero muy activo en ellas. Recibimos continuamente el retorno a través de las redes sociales de las actividades y de las iniciativas que la Academia toma. Yo incluso diría que uno de los hechos más significativos en el acercamiento de la Real Academia a la sociedad ha sido la política que desde el gabinete de comunicación que dirige Miguel González Somovilla hace tres o cuatro años se ha emprendido en esta línea.

Tradicionalmente Espasa Calpe ha venido editando los diccionarios de la RAE. ¿Se plantea la Academia tener un sello editorial propio? En modo alguno. Zapatero a tus zapatos. Nosotros sabemos hacer diccionarios, pero no sabemos venderlos. Ni tampoco sabemos imprimirlos. Por lo tanto, en una sociedad desarrollada no tiene absolutamente ningún sentido. Es cierto que cuando la Academia se creó elaboró el Diccionario de Autoridades. Y luego, los académicos se encargaron de comprar el papel en Italia; se encargaron de buscar imprentas; se encargaron ELex - 22 -

de conseguir que parte de las rentas del tabaco sirvieran para financiar la operación. Pero estamos hablando de hace tres siglos. Hoy, como le digo, no tiene ningún sentido. Nunca haremos tal cosa. Es cierto que desde el año 1925 la editorial Espasa edita algunos de los diccionarios de la Academia, y ese acuerdo, que también toca a otras editoriales para otras obras, era lo razonable y no vamos a tomar ninguna decisión que sería a contrapelo de la marcha de las cosas.

¿Cuál es la relación de la RAE con las editoriales que tienen diccionarios en su catálogo? Bueno, Espasa tiene diccionarios, Santillana también los tiene? Nosotros seguimos atentamente por supuesto las obras que producen; las valoramos y muchas veces aprendemos de ellas. Pero más allá de esto no hay más.

¿Qué relación tiene la RAE con las otras academias europeas? La relación más intensa es con tres: con la Accademia della Crusca, en Italia, con la Academia francesa y con la Academia sueca. Con la Academia sueca hay una relación fuerte porque los miembros de la RAE tenemos el privilegio de poder proponer candidatos al Premio Nobel de Literatura. A título personal, ojo. No es que la RAE corporativamente haga propuestas sino que la Academia sueca le reconoce a cada uno de los académicos de la Española la capacidad de hacer propuestas. Todos los años nos lo piden.

¿Y suelen hacer uso de esa potestad? Sí, claro. Hace uso cada uno individualmente. Y además proponiendo los nombres que cada uno estime oportuno, porque es algo, repito, que no pasa por una decisión colectiva sino que es una prerrogativa que la Academia sueca le concede a la Academia española.

¿Qué relaciones sostienen con las otras academias de la lengua del Estado? Una relación leal, de cooperación y de amistad. De hecho, en el mes de noviembre, después de la presentación de la vigésimo tercera edición del DRAE, organizamos un Congreso (que venía siendo preparado desde mucho antes, y que además no por azar se hizo después de presentar el Diccionario) sobre el futuro de los diccionarios en la era digital. Convocamos a grandes editores de diccionarios europeos, a las grandes empresas de tecnología, a los lingüistas, a los lexicógrafos e invitamos a un miembro de cada una de las tres academias para que nos hablara de algo que ese miembro hacía muy en el sentido de lo que a nosotros nos interesaba. Fueron además tres ponencias magníficas. Tanto por parte del miembro del Institut d´ Estudis Catalans, como de la Academia Vasca y de la Real Academia Galega.

¿Cómo valora la situación del castellano en las comunidades históricas? Las lenguas tienen una entidad por sí misma muy poderosa. Es cierto que los avatares históricos, los avatares legislativos, pueden incidir sobre las lenguas. Pero las lenguas tienen una capacidad de afianzamiento propio verdaderamente enorme, como prueba el hecho, por ejemplo, de que el régimen de Franco no era en absoluto partidario ni proclive a las lenguas españolas que no eran el castellano. Y sin embargo esas lenguas ahí están y siguen siendo instrumentos privilegiados para la comunicación y también para la creación literaria, para la expresión científica, etc. Esto que digo en relación al eusquera, el catalán y el gallego vale también para el castellano o para el español en esas mismas comunidades. Es decir que si quisiéramos darle la vuelta a la situación que acabo de apuntar en la época del franquismo, probablemente el resultado no iría mucho más allá del que pudo conseguir el propio Franco poniéndole trabas al uso de esas otras lenguas.

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PRODUCTOS Y SERVICIOS

Col ección Bibl ioteca Cl ásica

¿Por qué decide la RAE acoger en su seno la Biblioteca Clásica que desde hace años y en distintos sellos editoriales viene dirigiendo el profesor Francisco Rico? En primer lugar porque Francisco Rico es un distinguidísimo académico de la Española. En segundo lugar porque en el proyecto suyo, muy ambicioso (de 111 títulos en los que se quiere reflejar una posibilidad de canon de la literatura española desde el Cantar de Mio Cid hasta Los pazos de Ulloa; es decir, 1886) estábamos colaborando varios académicos también. Pero sobre todo por dos razones: la ambición del proyecto demostró que exclusivamente por la vía de una iniciativa editorial-empresarial no había posibilidad de ultimarlo. Y en segundo lugar porque la Real Academia Española en sus estatutos constituyentes no solo habla de trabajar a favor de la lengua, en la línea de los grandes códigos (la Gramática, el Diccionario y la Ortografía), sino que habla también de trabajar a favor de la lengua y de nuestra cultura a través de la perpetuación de la tradición literaria. Esta segunda dimensión se ha ido desarrollando (por ejemplo en 1780 la Academia hizo el primer Quijote ilustrado exclusivamente por españoles; el famoso Quijote de Ibarra). Pero yo creo que no soy injusto si digo que en la dimensión literaria no ha habido ningún proyecto tan ambicioso y con tanta continuidad (como pudieron ser los proyectos del Diccionario, la Gramática y la Ortografía). Ese proyecto es este. Y por lo tanto es en cierto modo la consumación, trescientos años después, de un proyecto que por la parte literaria no había tenido todavía el desarrollo que podría tener. Eso sí, estamos hablando de algo muy exigente: hasta el momento, de los 111 títulos hemos publicado 24, pero este año va a haber seis más. Es decir, que terminaremos con 30 títulos. La colección empezó a publicarse en el año 2011 y según nuestros cálculos aún tenemos quince años más de trabajo para completarla.

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¿Qué le parece el canon que establece esa colección? El tema del canon es muy polémico pero al mismo tiempo es un tema de nuestro tiempo. Yo soy un modesto colega de cátedra de Harold Bloom, porque él es catedrático de mi disciplina en la Universidad de Yale. Tengo alguna relación con él. Discrepo de algunas de las postulaciones que hace. De todos modos, me quito el sombrero ante la valentía que demostró en su momento la publicación del libro sobre el canon occidental. Es muy difícil plantear el canon occidental en todo su conjunto. No es fácil, pero es más fácil planteárselo desde una lengua, y acotando además un periodo histórico que no agota la creatividad de la lengua española (no está ni el siglo XX ni el XXI), pero que sí acota un periodo suficientemente amplio. Probablemente no están todos los que son, pero son todos los que están, sin duda alguna. Y el problema del canon es que hay que ponerle un dígito, porque eso obliga después a hacer una selección. Si no se pone esa acotación, el canon se va expandiendo y prácticamente sería inagotable. ¿Por qué la colección tiene 111 títulos? Es un juego de mercadotecnia: porque así todos son números 1.

Usted coordinó uno de los volúmenes de la Historia de la Literatura de don Francisco, el correspondiente al siglo XX. ¿Habría extendido la lista de obras de la BC hasta la época en la que es usted especialista? Bueno, yo no me considero especialista en nada, sinceramente. Pero yo he trabajado sobre el XIX (he editado a Emilia Pardo Bazán, he editado a Bécquer; he escrito algo también sobre el XVIII y en el Siglo de Oro sobre Quevedo, sobre Cervantes? Pero no soy especialista en nada). Lo que no tengo es ningún tipo de reserva a considerar que la literatura contemporánea aporta monumentos de suficiente entidad como para figurar en el canon. Quien discutiría hoy que en el canon de la novela en español, en el que está el Quijote, no estuviera Cien años de soledad, por ejemplo. Pero es que ars longa,vita brevis: hay que saber con qué fuerzas afrontamos las grandes empresas, y hay que procurar no desbordar por culpa de nuestra ambición el campo al que nos dediquemos, que puede ser la antesala de un fracaso estrepitoso, que es lo que nosotros queremos evitar.

A qué público se dirige el Departamento de «Español al día»? ¿Qué tipo de consultas recibe? El Departamento del Español al día, que se creó en el año 1998, está dirigido a todo el público interesado por la lengua; en España, en Hispanoamérica o en el mundo entero. Lo que pretende es dar un servicio en beneficio del idioma. No es un servicio para eruditos, para lingüistas, para escritores, sino que es un servicio, como digo, para el público en general. Nosotros este terreno lo tenemos bien programado, porque igual que el servicio del Español al día responde a consultas (que nacen de dudas, de incertidumbres o de, a veces, desconocimientos) que a nosotros nos resulta muy rentable atender, porque uno de los grandes éxitos editoriales de la Academia ha sido y es (ahora vamos a preparar la segunda edición) el Diccionario Panhispánico de dudas. Ese diccionario se nutre precisamente de las dudas que están llegando continuamente al Departamento. Pero es que tenemos otra línea, que está siendo muy eficaz últimamente (que tiene que ver con la pregunta que me hacía a propósito de las redes sociales): Nosotros tenemos 750000 seguidores en Twitter. Allí hay muchos tuits de comentarios, pero también otros que son dudas. Nosotros respondemos también a través de Twitter a esas dudas. Aunque esto viene directamente del Departamento de comunicación, y no del Departamento del Español al día. Y luego tenemos una tercera línea, que no es de dudas, sino de propuestas, que es la Unidad Interactiva del Diccionario (UNIDRAE), que consiste en una ventana abierta para que los usuarios del diccionario nos hagan propuestas; propuestas que muchas veces son críticas. Es decir, críticas de algo que está en el diccionario y que consideran que es incorrecto. En otros casos son verdaderas propuestas. Es decir, propuestas de introducir nuevas acepciones, nuevas palabras, etc. Todo eso lo procesamos siempre; nunca cae en saco roto lo que nos llega por este cauce de la Unidad Interactiva. Lo que ocurre es que unas veces las propuestas que se nos hacen pueden ser atendidas y otras veces no.

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¿Qué papel desempeña el Boletín de la Real Academia en el contexto de las publicaciones científicas actuales? El Boletín de la RAE está cumpliendo sus primeros cien años. Se creó en el año 1914. Fue probablemente el fruto más visible de la conmemoración fallida del segundo centenario de la RAE. El director de la Academia, que era Antonio Maura, había previsto una serie de conmemoraciones, pero el estallido de la guerra europea desaconsejó llevarlas adelante. Pero nos quedó este legado. Ese mismo año se funda la Revista de Filología Española, por cierto. En aquel momento la investigación sobre lengua no tenía la entidad cuantitativa que pueda tener hoy gracias al desarrollo de los departamentos universitarios, no solo en España sino también en los países en los que hay un pujante hispanismo. Entonces no por azar, en 1914 se crea la Revista de Filología Española, que sigue felizmente viva, y la Academia decide crear también un Boletín , que tiene un componente informativo (da noticia de la vida institucional), pero luego tiene un componente científico. Con el tiempo, por suerte, han proliferado las revistas científicas. Es decir, los estudioso de la lengua tienen hoy en día, y desde hace tiempo, muchas otras posibilidades. Yo he sido director del Boletín durante cinco años y puedo decir con profunda satisfacción que hemos visto, a base de ofrecer mucha regularidad y mucho rigor en la selección de los artículos, como durante esta etapa han sido muchísimos los investigadores de todo el mundo que han recurrido al Boletín para publicar, para dar a conocer sus propuestas. Es un Boletín misceláneo. Es decir, ha habido trabajos de Historia de la lengua, de Historia de la literatura, del Español en América, del Español jurídico, del Español científico... Una variedad enorme de aportaciones. Además, tengo que decir con satisfacción que hemos anunciado que después de este año pasado en el cual los dos números del Boletín se han dedicado al Centenario (el primero es una entrega monográfica con trabajos de académicos sobre el siglo XVIII, el siglo que vio nacer la Academia, y el segundo, que estamos a punto de entregar, es una antología de unos veinte trabajos entre los mejores que el Boletín publicó en los cien años anteriores) a partir de este año pasará a ser una revista digital. Sin embargo, el número de envíos no ha disminuido, sino todo lo contrario: tenemos una cartera muy nutrida de artículos que son sometidos a una escrupulosa lectura por parte de tres consultores y los que superan esa prueba, en algunos casos con algunas modificaciones, que los propios autores implementan por indicación de los lectores, está nutriendo la revista, que va a tener su continuidad.

Casa M u seo dedicada a Fél ix Lope de Vega

Bolet ín de la Real Academ i a Españ ola (BRAE)

La Casa Museo Lope de Vega está integrada en la RAE. ¿Se plantean ustedes acoger otras unidades museísticas? No .Porque la Academia tiene que ser muy consciente de sus limitaciones. No hay nada peor que morir del éxito. El que mucho abarca poco aprieta y nosotros tenemos que apretar mucho en aquello que ya tenemos y por lo tanto no necesitamos abarcar más.

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¿En qué punto se encuentra la digitalización del Archivo de la Academia? Hemos terminado una primera fase, con una generosa financiación del Banco de Santander. Ahora estamos procesando esa digitalización para ofrecerla en la red. Luego seguiremos con otras tandas. Lo que no hemos podido afrontar es toda la digitalización del archivo de los trescientos años, pero el primer tramo, que es el del XVIII, ya lo hemos concluido y esperamos ofrecerlo en abierto lo más pronto posible.

Bibl ioteca de l a RAE

¿Qué aportan al fondo de la Biblioteca de la Academia los legados de don Dámaso Alonso y de Rodríguez Moñino? Son dos legados diferentes y de gran valor. El de don Antonio Rodríguez-Moñino y de doña María Brey Marín (igual que el legado de don Dámaso Alonso es el de don Dámaso Alonso y de doña Eulalia Galvarriato). Tanto doña Eulalia como doña María eran mujeres de letras; escritora de creación en el caso de Eulalia y bibliotecaria y bibliófila en el de María Brey Mariño (por cierto, tía abuela de Mariano Rajoy Brey, presidente actual del gobierno español). Entonces, el legado Brey-Rodríguez-Moñino es el legado de unos bibliófilos-bibliógrafos-eruditos, con piezas muy raras de literatura efímera, como son los pliegos de cordel. Y también con un componente muy singular, y es que fueron grandes coleccionistas de obra gráfica, de grabados. Hay muchos dureros, están los grabados de Goya? Todo eso forma parte de ese legado. Y luego mucha erudición bibliográfica. La bibloteca Galvarriato-Alonso es una biblioteca fundamentalmente de un filólogo romanista, pero también de un gran poeta de la Generación del 27. Por lo tanto tiene una magnífica colección de poesía contemporánea y también del Siglo de Oro. Y luego tiene un ingente acopio de literatura científica, en el ámbito no solo del español sino de todas las lenguas romances.

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Sal a Dám aso Al on so

Sal a dedicada al l egado Rodr ígu ez-M oñ in o en l a RAE

Tras once años de trabajos de la veintidós Academias de la Lengua Española, en 2009 ve la luz la Nueva gramática de la lengua española. Esta obra, salvando el ilustre precedente de la Gramática de don Emilio Alarcos, constituye la primera gramática española desde 1931. ¿Por qué ha habido que esperar tantas décadas para disponer de una gramática oficial del español? Hubo entremedias dos intentos. El intento del Esbozo y el de la Gramática de Emilio Alarcos Llorach que usted refiere. La Gramática es el gran código normativo del idioma. La lingüística y los estudios gramaticales experimentaron a lo largo del siglo XX un desarrollo enorme. La última Gramática que la Academia publicó fue la del 31. Y digamos que entre el año 1931 y el año 2009 en que publicamos la nueva ocurren más cosas en el ámbito de los estudios lingüísticos y gramaticales probablemente que desde Nebrija hasta la Gramática del 31. Puede haber ahí varios siglos de una cierta estabilidad en la doctrina gramatical y de repente esto se dispara con la eclosión de teorías lingüísticas como puede ser la gramática generativa o transformacional, la gramática funcionalista, la glosemática? En fin, todas las escuelas de la Lingüística. Esto influye mucho en que la Academia entre una cierta fase de perplejidad. No por chochez ni por pérdida de facultades, sino simplemente porque la propia complicación de las cosas así lo indicaba. La Gramática de la Academia es una gramática normativa. Entonces, ¿en qué medida puede conectarse este carácter normativo de la Gramática académica con una concepción metodológica específica conforme a una determinada escuela de la Lingüística? Eso es lo que provoca el hecho de que cuando se le encarga a Emilio Alarcos la Gramática de la Academia y él hace una magnífica gramática, luego la Academia en cierto modo recule porque se da cuenta de que obedece a unos principios de escuela tan exactos, tan precisos, que hay como una cierta contradicción. Y entonces lo que hace la Academia es que publica la Gramática con sello suyo, pero no es la Gramática de la Academia, es la Gramática de Emilio Alarcos Llorach, en una colección de la RAE. Y algo parecido ocurrió con el Esbozo. El Esbozo estaba llamado a ser la gramática. Pero precisamente por estos mismos pruritos aparece con la denominación de Esbozo. Finalmente creo que se ha resuelto de una manera muy buena. Incluso yo diría más: la gramática coordinada por Ignacio Bosque, que fue el ponente, es una obra monumental. Si le sumamos la Fonética que coordinó don José Manuel Blecua, nos encontramos con un corpus de unas 5000 páginas. Es decir, es una gramática de 5000 páginas. De la que por supuesto hay una edición en forma de manual, que yo creo que salió más largo de lo que debiera, y luego está la edición escolar que tiene unas dimensiones más razonables. Pero esa Gramática va a representar, viendo las cosas con perspectiva, algo semejante a lo que pudo en su día significar el Diccionario. Es decir, la Gramática del año 9 es una obra fundacional que seguirá teniendo ediciones, pero ya no habrá otra Gramática de la Academia. Será esa. Igual que el Diccionario.

¿Una obra con varias ediciones, no? Con varias ediciones y una renovación continua. Ya estamos trabando en la próxima edición. Pero, no sé si me explico bien? Es que se trata de una aportación tan importante, y además con la dimensión panhispánica, que yo creo que esa perplejidad y esas dudas han quedado felizmente resueltas con ese trabajo extraordinario coordinado por Ignacio Bosque.

La N ueva gr am át i ca de la len gua españ ola

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¿Podemos afirmar que en general hacemos un buen uso del español? Todas las generalizaciones son falsas. Incluso esta. Entonces, yo me resisto (siempre dicen que es porque soy gallego, pero no creo que sea por esa razón) a hacer afirmaciones de ese tipo. ¿Utilizamos bien la gramática? Pues mire, unos sí y otros no. Incluso quienes la utilizamos bien a veces metemos pifias. Y quienes la utilizan mal tienen momentos de epifanía, de revelación, y construyen una frase magnífica. O sea que la cosa es muy fluctuante; no se puede generalizar.

¿Qué futuro tiene nuestro idioma en el contexto del sistema de comunicación global del que formamos parte? No hay ningún peligro. Es una lengua global, una lengua eficaz, útil. Y amparada por una tradición fortísima. Por lo tanto hay que desterrar cualquier idea catastrofista. Aunque de vez en cuando la gente se apunta a ellas. Y no solo porque venga el final de un milenio como ocurrió en el año 2000.

¿A qué responde la iniciativa del Quijote escolar elaborado por don Arturo Pérez Reverte? Es simplemente el cumplimiento, con un poco de retraso, de un encargo que el gobierno le hizo a la Academia española en el año 1912. Con motivo de los centenarios del Quijote (1905,1915) hubo en España un movimiento para que la obra formara parte del currículum educativo. También hubo otras iniciativas, entre ellas por ejemplo la famosa estatua de don Quijote y Sancho, que está ahora en la Plaza de España. También en ese mismo movimiento entra la publicación de obras como Meditaciones desde el Quijote de Ortega o la Vida de don Quijote y Sancho de don Miguel de Unamuno. Por cierto, tenían posiciones encontradas en la cuestión de si el Quijote debía ser leído en las escuelas o no. Unamuno decía que sí y Ortega decía que no. No porque le pareciera una obra compleja o una obra anacrónica, sino porque según Ortega era una obra desmitificadora, y los niños necesitaban creer en mitos. Él consideraba que el mito, con esas metáforas tan brillantes que Ortega utilizaba, era la hormona del espíritu, y que por lo tanto el Quijote al ser un libro desmitificador era poco educativo. Entonces, en ese contexto hay una real orden que le encarga a la Academia hacer dos ediciones: una ?crítica y erudita? y otra ?popular y escolar?. Pues bien, con un poco de retraso como digo finalmente hemos hecho las dos cosas: la edición escolar y popular es la de Arturo Pérez Reverte y la crítica y erudita es la nueva edición de el Quijote que va aparecer en nuestra Biblioteca Clásica de la Real Academia Española.

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El Qui j ot e popu l ar y escol ar

ACADÉM ICOS Podríamos dividir a los académicos de número entre creadores, filólogos e historiadores de la literatura, lingüistas y representantes de diversos sectores profesionales. ¿Qué equilibrio existe entre esos grupos en la vida diaria de la Academia y también en el momento de nombrar a un director de la misma? En el momento de nombrar a un director no creo que tenga ninguna influencia, porque si bien es cierto lo que usted dice que el perfil de los académicos es distinto, la condición de académicos es totalmente común e igualitaria. Es decir, que todos los académicos lo son con los mismos derechos y obligaciones. A veces, en tono humorístico digo que el lema fundacional de la Academia (el famoso limpia, fija y da esplendor), que es un lema muy expresivo, que la elección de los académicos obedece a esos tres registros: hay académicos que dan esplendor, que son fundamentalmente los escritores; hay académicos que fijan, que son los lingüistas, los filólogos; y luego hay académicos, como yo, que nos dedicamos a la limpieza: somos señores de limpieza en la Academia, pero tenemos también nuestro sitio aquí desde el propio lema que nos ampara. Es cierto que en cada siglo ha cambiado en parte la composición del cuerpo académico, y también el perfil de los directores. En el siglo XVIII fueron todos fundamentalmente aristócratas. Estoy hablando no solo de los Villena, sino también de los Medinaceli, de los Alba, etc. Ojo: aristócratas enormemente trabajadores e ilustrados. No estamos hablando de marquesones. Estamos hablando de personas ilustradas, imbuidas de los principios de las luces y dispuestos a trabajar a favor de una causa noble como era la lengua. Luego, en el siglo XIX, irrumpieron con gran fuerza los grandes escritores, que por supuesto en algún caso también eran nobles, como es el caso del Duque de Rivas, por ejemplo. Y esto también repercutió en la elección del director. Y luego en el XX siguió habiendo muchos escritores y muy buenos; el número de los aristócratas descendió y se produce la irrupción de los filólogos: el siglo XX es el siglo de los filólogos en la Academia. Y eso también marca el perfil de los directores. Hay que pensar que la figura máxima de la filología española, don Ramón Menéndez Pidal, fue director de la Academia durante treinta y dos años; los primeros antes de la Guerra, y fue objeto de una cierta depuración por su sentimiento liberal y republicano, pero felizmente volvió a ser director a partir de la segunda parte de los años cuarenta y lo fue hasta su muerte, casi centenario, en el año 1969. Luego también hay que pensar que fueron directores Dámaso Alonso, Rafael Lapesa (si bien en un breve periodo de transición), Pedro Laín Entralgo, Manuel Alvar, Fernando Lázaro Carreter, Víctor García de la Concha y José Manuel Blecua. Es decir, que el predominio de los filólogos es muy marcado. También hay que mencionar aquí que José María Pemán fue también en los años 40 director de la Academia y no era un filólogo sino un político y un autor dramático y poeta.

En los últimos años, como apunta, han sido lingüistas o filólogos. ¿Por qué no creadores o representantes de otros sectores profesionales? No hay ningún motivo para que no sea así. Es decir, que podría en cualquier momento ocurrir tal cosa. Hombre, yo espero que al menos en los próximos cuatro años no tenga que ocurrir, por lo que me va en ello, pero a partir de ese momento, claro.

¿Por qué no entran políticos en la institución como en otros tiempos? Políticos estuvo don José María de Areilza, que fue quizás el último que respondía a ese perfil. No hay tampoco ningún motivo y puede en cualquier momento cubrirse alguna vacante con algún político. Por ejemplo, en el sillón que yo (probablemente de manera poco justificada) ocupo, que es el de la B mayúscula, estuvieron ni más ni menos que dos presidentes de República, don Emilio Castelar y don Niceto Alcalá Zamora. Estos dos nombres que he mencionado hablan de que tiene que ser un político con obra. En

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ambos casos eran además personas muy brillantes en la oratoria, que es el gran instrumento del político. El político tiene que ser de suyo un buen expositor. Sino un gran orador en el sentido decimonónico, sí al menos alguien que utilice la palabra con eficacia para convencer a sus compatriotas de aquello que forma parte de las convicciones que el político tiene.

¿Qué tareas realizan las Comisiones de la RAE? Bueno, hay dos tipos de comisiones. Las comisiones de administración y gestión, para tomar decisiones a un determinado nivel, aunque luego las decisiones definitivas las toma la Junta de Gobierno y el Pleno. Y luego hay otras comisiones que son estrictamente lingüísticas y filológicas. La más importante de todas es la Comisión delegada del Pleno para el Diccionario, que es aquella a la que compete la última palabra en las decisiones que afectan al Diccionario. Pero también en función del Diccionario hay cinco comisiones, que se reúnen por separado todas las semanas y que se dedican a desbrozar trabajos relacionados con el Diccionario.

¿Qué labor desempeñan los académicos correspondientes por las comunidades autónomas? Recurrimos a ellos cada vez más. Por ejemplo, el Boletín de la RAE no estaría funcionando como funciona si ellos no estuvieran continuamente haciéndonos lecturas de los artículos y otros cometidos que ellos están desempeñando. Por ejemplo, la Academia ha tenido una actividad editorial intensísima desde 2009 hasta hoy, y estos académicos correspondientes, algunos de ellos, han contribuido a las gramáticas, a las ortografías, a los diccionarios. En otros casos contamos con ellos incluso para misiones específicas. Yo recuerdo que cuando la Academia estaba en European Institucion for Lenguages, fue un académico correspondiente el que estuvo asistiendo a esas reuniones en representación de la Real Academia Española.

Recientemente, como parte del programa de su Tercer Centenario y dirigida por el profesor Álvarez de Miranda, la corporación ha iniciado la publicación de una colección de libros (editados por Biblioteca Nueva) que recoge una muestra de los discursos de ingreso. Muchos de esos opúsculos son obras maestras del género. ¿Qué fin persigue la Academia con esta colección? Es una colección exclusivamente vinculada al tercer centenario. En principio no está previsto que haya una continuidad. Es una colección de doce discursos seleccionados por él. Porque don Pedro, además de un gran lexicógrafo y el responsable del éxito de la vigésimo tercera edición del Diccionario, leyó su discurso de ingreso en la Academia precisamente sobre los discursos de ingreso en la Academia. Por lo tanto, él conoce mejor que nadie el corpus total de esos discursos académicos. En la española ha habido entorno a unos 400 ingresos, pero discursos hay algo menos de 300. Porque la tradición de comenzar leyendo un discurso es de mediados del XIX. Los académicos leían discursos, que a veces llamaban oraciones, que la gente cree que es que se pasaban el día rezando, y no era así. Se llamaban oraciones por la oratio latina. Pues bien, de esos algo menos de 300 discursos don Pedro ha hecho una selección de los que considera más significativos en función de nuestro objetivo de aprovechar el centenario para que la sociedad redescubra aspectos de la Academia que podían estar en sombra.

Desde la fundación de la Real Academia Española por el marqués de Villena en 1714 hasta 1847 no existía la costumbre de que los académicos neófitos ofrecieran un discurso al ingresar en la misma. Esta situación cambia de resultas de un Real Decreto de 1846. ¿Qué aporta el ritual de la ceremonia del discurso de ingreso?

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Es una ceremonia muy solemne. Yo creo que también es una ceremonia muy austera; tiene un protocolo que es siempre el mismo. Es también muy significativo que el director no intervenga. Nada más que para abrir la sesión y para imponer al académico su medalla y darle el diploma. A pesar de esa austeridad, de ese minimalismo, son actos que gozan de una adhesión y un éxito extraordinarios. Y es efectivamente el momento en que un académico adquiere en plenitud la condición de tal. Un académico mientras no lee su discurso de ingreso es exclusivamente académico electo. E incluso, según el reglamento de la Academia podría perder su sillón si en el plazo de dos años no leyera. La verdad es que luego la Academia procura ser flexible en esto. Como por ejemplo hizo en el caso de don Salvador de Madariaga, que fue elegido en el año 36 y la Academia aceptó reservar su plaza hasta el año 77 para que después de muerto Franco él pudiera venir y leer su discurso de ingreso.

Discu r sos académ icos, pu bl icados por Bibl ioteca Nu eva.

Los discursos se abren siempre con un exordio: expresión de gratitud, elogio del antecesor en la silla y topos retórico de la modestia simulada. Al discurso del académico electo le sigue la contestación, encomendada al director de la corporación pero de ordinario transferida a otro académico. ¿Qué objetivo tiene esa estructura bipartita de la ceremonia? Forma parte del ceremonial. La Academia es una corporación de iguales a la que se accede por cooptación. Uno es candidato a la Academia porque tres académicos lo proponen; uno se convierte en académico electo porque la mayoría de los académicos lo votan, y luego uno finalmente pasa a ser académico efectivo porque otro académico lo recibe después de que haya pronunciado su discurso. Esto forma parte del ceremonial de una institución que, aunque en nuestro caso viene del siglo XVIII, tiene precedentes en los siglos anteriores. La Academia en última instancia viene de los griegos. De ahí viene el nombre del jardín de Akademos. Y luego en el Renacimiento tiene una floración muy amplia. Pero la nuestra es fundamentalmente dieciochesca. Conserva algunas prácticas, pero cuando se habla de protocolos? la vida está llena de protocolos, de signos. A veces incluso el mostrarse antiprotocolario se hace a través de protocolos subyacentes.

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¿Son los discursos de tema propiamente lingüístico o literario los que, desde el punto de vista científico, más aportan a la institución, o bien resulta de interés cualquier tipo de discurso que estudie la incidencia de la lengua en un campo social o profesional concreto? Yo creo que cualquiera. Porque la Academia es plural y quien es elegido académico lo es, eso sí, por su aportación al idioma, pero sin que esta aportación venga exclusivamente de una actitud creativa (en el caso de los poetas, los novelistas o los dramaturgos) o de una actividad de tipo científico-lingüístico, como es el caso de los lexicógrafos, de los gramáticos, etc. Todos tienen su interés. Lo cual no creo que sea de sorprender. Si alguien llega a ser elegido académico es porque se supone que tiene cosas que decir. Y generalmente aprovecha la ocasión para decirlas.

DICCIONARIOS

¿Qué objetivos pretendía alcanzar el simposio El futuro de los diccionarios en la era digital, celebrado aquí en noviembre del pasado año? Pretendíamos algo que creo que es muy razonable: que los diccionarios no pueden seguir siendo exactamente como hasta ahora, diccionarios gutenbergianos, cuando el público ya empieza a ser nativo-digital. Por lo tanto, el DRAE, que llevaba publicándose trescientos años, necesitaba (necesita) una refundación. Y esa refundación hay que hacerla aprovechando las experiencias de quienes están haciendo cosas semejantes. Ese fue el motivo de convocar el simposio.

Sim posio in ter n acion al El f ut ur o de los di cci on ar i os en la er a di gi t al

¿Acercar los diccionarios a la sociedad es el objetivo que debe primar en la labor del lexicógrafo? Sí, es una de las conclusiones de ese Simposium. Los expertos nos han dicho que el diccionario digital tiene que ser un diccionario acomodado como el guante a la mano a las exigencias del público. De manera que en él el público tiene que encontrar todo lo que busque. Y lo tiene que encontrar de la manera más directa, más ágil, más rápida y más inmediata.

Pero, ¿es la sociedad el destinatario final del diccionario o bien es, en algunos casos, una labor hecha por y para lingüistas? Yo no veo contradicción entre una cosa y otra, viendo este asunto desde la perspectiva desde la que nosotros estamos. Probablemente el diccionario que nosotros hagamos en el futuro será un diccionario total. El soporte digital lo resiste todo, cosa que no ocurre con el libro: el libro resiste lo que le cabe. Un libro no puede meter voces, por ejemplo; un libro no puede pronunciarnos las palabras, en cambio un diccionario digital sí que las puede pronunciar. Y las puede pronunciar con el acento de Cochabamba o con el acento de Cádiz o con el acento de Ciudad Juárez. El diccionario total, por ejemplo, podría neutralizar las ELex - 33 -

diferencias entre lo que llamamos diccionario histórico y lo que llamamos diccionario de uso. Y, por supuesto, contendrá una cantidad ingente de información. Válida para entender el idioma de hoy, pero también para entender el de ayer. Con ese nivel máximo de información, evidentemente estamos hablando de una obra para lexicógrafos o para lingüistas, o para escritores. Pero ese mismo humus es el que da de sí el diccionario que pueden utilizar los escolares de Bolivia o que pueden utilizar los locutores de Puerto Rico.

Hoy se elaboran diccionarios de casi todo. ¿Un diccionario debe ser tarea exclusiva de un lexicógrafo o bien puede abordar la labor un profesional del campo al que se dirige el producto? ¿Qué pátina de prestigio tiene a su, juicio, el lexicógrafo lingüista? Eso siempre ha existido. Es decir, el lexicógrafo es el científico y el técnico que elabora el diccionario, pero el contenido del diccionario en muchos casos necesita de la supervisión y del aval de alguien que domine la materia de la que trata la palabra que lexicográficamente es procesada y es reflejada. O sea que es una suma de las dos cosas. Nosotros en la Academia tenemos académicos que son botánicos, arquitectos, médicos, etc. Voy a poner un ejemplo concreto. ASEPA es la asociación española de productores de automóviles. Bueno, pues este diccionario nuestro se ha nutrido de una colaboración con ellos para revisar toda la terminología de la mecánica del automóvil. Algunos de los académicos, entre los cuales me encuentro yo, somos muy aficionados al automovilismo, pero sabemos que tenemos ciertas limitaciones y en consecuencia hemos recurrido a los profesionales, que son ingenieros fundamentalmente, que están en esa asociación.

Me decía una vez una célebre lexicógrafa que los másteres de lexicografía tienen en realidad poca utilidad. Que no forman lexicógrafos, sino teóricos de la lexicografía o metalexicógrafos ("lexicógrafos teólogos" frente a "lexicógrafos misioneros", en afortunado símil empleado por don Manuel Seco en el simposio de noviembre). ¿Cómo animaría usted a un recién licenciado a matricularse en un máster de lexicografía como por ejemplo el que oferta esta casa y que dirige don Salvador Gutiérrez Ordóñez? ¿Son útiles los másteres de lexicografía para formar lexicógrafos prácticos? Yo creo que sí .Yo soy un profesor universitario y creo en la educación y en la formación. Creo también en un cierto componente de autodidactismo. Por ejemplo, que yo sepa ninguno de los autores del Diccionario de autoridades había hecho un máster de lexicografía. Y tampoco Sebastián de Covarrubias. Y sin embargo ahí está la obra que produjeron. Pero hoy en día con el desarrollo de las disciplinas, a los jóvenes en los másteres se les puede dar una formación extraordinaria. Claro que es aconsejable que hagan esos másteres, pero ojo, que sean másteres no nostálgicos de lo que fue la lexicografía sino más bien visionarios de lo que puede ser la lexicografía del futuro.

Sesión de cl au su r a del cu r so 2013-2014 de l a ELH .

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Di cci on ar i o de la len gua españ ola . Edición del Tr icen ten ar io

¿Es el DRAE que podemos consultar por internet un diccionario en papel trasladado a otro formato o bien es un producto nuevo y diferente? Hasta ahora no. Hasta ahora el diccionario en línea era el diccionario de papel digitalizado. El próximo diccionario será al revés: será un diccionario digital en algún caso puesto en papel.

El DRAE es un diccionario normativo que sanciona usos léxicos. ¿Qué diferencia a su juicio un diccionario como el DRAE de un diccionario de uso como por ejemplo el que vienen impulsando don Manuel Seco y su equipo? Aquí hay cuestiones de mucha enjundia. Igual que todos estamos de acuerdo en que una gramática académica, o una ortografía, son normativas (aunque últimamente a veces nos critican que estamos relajando mucho el énfasis normativo), el diccionario sí que es muy discutible que sea normativo. Porque eso significaría algo así como que las palabras que no están en el diccionario están fuera de la norma, y por lo tanto son palabras condenadas a las tinieblas exteriores del idioma. Y eso no es así. El diccionario tiene las palabras que le caben. Y las que no caben no están por alguna razón. Es decir, porque el sitio que podrían ocupar lo ocupa otra palabra que considera la Academia que tiene mayor impacto. Pero no quiere decir que la que no esté sea una palabra anormativa, y que por lo tanto sea punible, perseguible, desdeñable, reprobable. No es así ni mucho menos. Nosotros mismos a veces nos sorprendemos por el aura de referencia de autoridad que el Diccionario de la Academia Española tiene. Cosa que, cualquiera de los diccionarios magníficos que hay en del español (el que usted ha mencionado y algunos más) posee. Bueno, pues eso se explica por la historia. No en vano, el primer diccionario que la Academia hizo lo llamó Diccionario de la lengua castellana, y sin embargo la gente empezó a llamarlo Diccionario de Autoridades. Autoridades no en el sentido del gobierno, sino en el sentido de que las palabras y las acepciones están avaladas por textos de referencia de los clásicos, que son los que le daban autoridad a las palabras. ELex - 35 -

Como una de las propuestas del Tercer Centenario de la institución se ha reeditado (JdJ Editores), en formato papel, el célebre Diccionario de Autoridades, germen del DRAE actual. ¿Sigue siendo útil a su juicio seguir tomando esa obra de 1726-1739 como punto de partida para la elaboración del diccionario académico? No es exactamente que lo tomemos como punto de partida, sino que el Diccionario de Autoridades, que es una obra monumental; de una lectura gratísima, por cierto (la frescura, el ingenio con que se describen las acepciones es maravillosa. Y luego están las citas de los autores? ) Ese diccionario, como sabemos, consistía en seis tomos. Se empezó a hacer una segunda edición. Pero la Academia se dio cuenta de que había un error: que un diccionario de seis tomos nunca podría ser un diccionario eficaz a la hora de contribuir a la unidad y a la fijación del idioma. Entonces, en 1780 toman la decisión de prescindir de las autoridades; quedarse con el lemario y hacer el diccionario de uso, que es el que inicia la saga de la que viene la vigésimo tercera edición. Es decir, que la vigésimo tercera edición del diccionario, publicada en el mes de octubre del año pasado, es tataranieta de aquella primera edición de 1780, que era hija del Diccionario de Autoridades. Pero ojo, la evolución es enorme desde entonces hasta hoy. Efectivamente podemos hablar de esa filiación. Una filiación que se va a refundar en la próxima edición del Diccionario.

Di cci on ar i o de Aut or i dades, 1726-1739.

Don José Antonio Pascual y su equipo están elaborando el Nuevo diccionario histórico del Español. ¿Qué conjunción de factores ha tenido que darse para que, ahora sí, tras varios intentos fallidos, esté saliendo adelante esta trascendental iniciativa? El Diccionario Histórico era una asignatura pendiente de la RAE. Por su propia complejidad era necesario disponer de las posibilidades de la informática para poder llegar a hacerlo. Ahora ya tenemos un programa (derivado de un programa que hemos comprado, pero que hemos adaptado totalmente al objetivo de hacer el diccionario histórico). Ese programa existe, ya ha dado sus primeros resultados. El programa funciona y en consecuencia ahora lo que nos falta es dinero y tiempo.

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Don Guillermo Rojo, artífice de los corpora CREA y CORDE, está ahora centrado en uno de los proyectos estrella de la corporación, el CORPES XXI. ¿En qué consiste esta herramienta y qué utilidad tiene para el investigador? Es un proyecto absolutamente fundamental. Es decir, es el sustrato, el sustentó, de toda la activad que la Academia realiza. Ya lo habían sido (y lo siguen siendo) el CREA y el CORDE. El CORPES es lo mismo que el CREA, pero ya del siglo XXI. Veinticinco millones de formas que se incorporan cada año a nuestra memoria informática (que no son veinticinco millones de palabras, sino de realizaciones del español; el 70% procedente de América y Filipinas y el 30 por ciento de España). Las fuentes son orales (radio, televisión, música? ) y escritas (periodismo, creación, literatura, medicina, publicidad, economía? ) Tenemos ya cerca de trescientos millones de formas registradas. De modo que ahora cualquier discusión sobre una estructura gramatical, pero sobre todo sobre una palabra o una acepción inmediatamente nos aporta una documentación precisa, un mapa exacto de donde se usa esa palabra o esa acepción. En el caso de que sea un neologismo, cuándo apareció por primera vez. En el caso de que sea lo que yo llamo ?palabra globo?, que se desinfla, también cuando se produjo ese deshinchamiento. Es decir, es un instrumento fundamental, que además creo (y lo digo sin jactancia) que solo la Academia están en condiciones de hacerlo. No creo yo que ninguna otra institución tenga el empuje y la capacidad de convocatoria como para poder desarrollar este servicio.

Dar ío Vil l an u eva n os r ecibe en su despach o de l a sede cen tr al de l a in stitu ción

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La In stitu ción .

Para conocer la historia de la Real Academia recomendamos la lectura del libro La Real Academia Española. Vida e historia, escrito por don Víctor García de la Concha y editado en 2014 por Espasa Calpe.

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Las dos vi das de l as pal abr as Copyr igh t © 2015 Las dos vidas de l as pal abr as. Todos l os der ech os r eser vados. ELex - 39 -

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I NV ESTI GA CI ONES A UTORES PRESENTADAS POR SUS

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Notas acer ca del con cepto de ?defin ición en cicl opédica? Por Ál var o Por to da Pen a - 43 El n eol ogism o en l a tr adición académ ica (1780-2014) Por Dol or es Azor í n Fer n án dez - 58 Datos par a u n a l exicogr afía de l a l en gu a astu r ian a Por X osé Ll ui s Gar cí a Ar i as - 71 Diccion ar ios y r eper tor ios de pr in cipios del Der ech o y m áxim as ju r ídicas l atin as Por M ar i a do Car m o H en r í quez Sal i do - 84 El em en tos m icr oestr u ctu r al es en el Di cci on ar i o m i li t ar por t át i l (1822) de Fer n án dez M an ch eñ o Por M ar ta Sán chez Or en se - 90 Descr ipción y eval u ación de obr as l exicogr áficas Por Car m en Ávi l a M ar tí n - 100 La ideol ogía en el Di cci on ar i o de l a Real Academ ia du r an te el fr an qu ism o Por Laur a Ll an os Casado - 107 Notas sobr e el tr atam ien to l exicogr áfico de l as for m acion es com pu estas en l a vigésim oter cer a edición del DRAE (2014) Por Cr i sti n a Buen afuen tes de l a M ata - 121 Las pal abr as, l a r eal idad y el diccion ar io Por José M an uel Gar ci a Pl ater o - 128 La defin ición l exicogr áfica de l os m ar cador es discu r sivos en u n diccion ar io destin ado a estu dian tes de españ ol com o l en gu a extr an jer a Por An ai s H ol gado Lage - 137 Acer ca de l a gr am atical ización adver bial y de su in ter és en el m ar co del diccion ar io h istór ico Por M ar í a Bel én Vi l l ar Dí az - 149

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Notas acerca del concepto de ?definición enciclopédica? Álvaro Porto Dapena Univer sidad de La Cor uña

0. En la liter atur a m etalexicogr áfica es casi un lugar com ún que, al tr atar de la definición, se par ta de una pr im er a distinción que se suele consider ar fundam ental: la que separ a, por una par te, la definición lingüística o lexicogr áfica pr opiam ente dicha, que es la típica de los diccionar ios de lengua o diccionar ios en sentido estr icto, y, por otr a, la definición enciclopédica, que car acter iza a las enciclopedias y diccionar ios enciclopédicos en gener al. Ahor a bien, esta distinción, que en teor ía puede r esultar lógicam ente aceptable ? lo que explica su am plia difusión? , no siem pr e funciona en la pr áctica, hasta el punto de que todo el m undo par ece estar de acuer do en que tam bién en los diccionar ios de lengua apar ecen con r elativa fr ecuencia definiciones calificadas de enciclopédicas y, desde luego, en las enciclopedias ? y sobr e todo en los diccionar ios enciclopédicos? abundan las definiciones de tipo lingüístico. Yo m ism o en m i M anual de técnica lexicogr áfica (2002: 278) cito com o ejem plos de definiciones enciclopédicas contenidas en un diccionar io ? en este caso en el DRAE? las siguientes:

capuchina. f. Planta tr epador a de la fam ilia de las Tr opeoláceas, de tallos sar m entosos, que alcanza de tr es a cuatr o m etr os de longitud, con hojas alter nas abr oqueladas y flor es en for m a de capucha, de color r ojo anar anjado, olor ar om ático suave y sabor algo picante. Es or iginar ia del Per ú, se cultiva por ador no en los jar dines, y es com estible. lechuza. f. Ave r apaz noctur na, de unos 35 cm de longitud desde lo alto de la cabeza hasta la extr em idad de la cola, y apr oxim adam ente el doble de enver gadur a, con plum aje m uy suave, am ar illento, pintado de blanco, gr is y negr o en las par tes super ior es, blanco de nieve en el pecho, vientr e, patas y car a; cabeza r edonda, pico cor to y encor vado en la punta, ojos gr andes, br illantes y de ir is am ar illo, car a cir cular, cola ancha y cor ta y uñas negr as. Es fr ecuente en España, r esopla con fuer za cuando está par ada, y da un gr aznido estr idente y lúgubr e cuando vuela. Se alim enta or dinar iam ente de insectos y de pequeños m am ífer os r oedor es.

donde, efectivam ente, lo que se hace es una descr ipción r elativam ente m inuciosa no, com o ser ía lo esper able en un diccionar io, de las palabr as capuchina y lechuza, sino de las r ealidades r epr esentadas por ellas: las definiciones en cuestión ofr ecen, desde luego, una clar a infor m ación enciclopédica. Ahor a bien, si esto es así, com o par ece, una de dos: o, según cr een algunos, no es posible en la pr áctica establecer una delim itación neta entr e diccionar io y enciclopedia, de m odo que en todo diccionar io existe infor m ación enciclopédica, de m odo que en todo diccionar io existe infor m ación enciclopédica y en ELex - 43 -

toda enciclopedia se encuentr a infor m ación lingüística, o, por otr o lado, no existe r ealm ente una ver dader a oposición entr e definición lingüística y enciclopédica, pasándose de una a otr a de un m odo insensible, gr adual, sin solución de continuidad. A m i m odo de ver, sin em bar go, cr eo que esto no es así ni m uchos m enos, sino que, tr adicionalm ente, se vienen consider ando enciclopédicas definiciones que, pese a contener infor m ación sobr e la r ealidad extr alingüística, en r ealidad no lo son ? tal ocur r ir ía en los ejem plos que acabam os de ver ? , por que se par te de una concepción equivocada de ?definición enciclopédica?, noción que está r eclam ando, por tanto, una im pr escindible r evisión. En las notas que siguen a continuación m e pr opongo hacer unas r eflexiones per sonales sobr e el asunto sin la m ás m ínim a pr etensión er udita, evitando por ello toda r efer encia bibliogr áfica y notas a pie de página, pensando sobr e todo en el car ácter divulgativo de esta r evista, par a la que fuer on escr itas.

1. Definición lingüística fr ente a definición ontológica y enciclopédica 1. En la concepción tr adicional, efectivam ente, am bos tipos gener ales de definición vienen car acter izándose por que, m ientr as la lingüística sir ve par a definir la palabr a, la enciclopédica lo que define es la cosa r epr esentada por esa palabr a, cir cunstancia que, en la pr áctica, se m anifiesta nor m alm ente en una m ayor cantidad de infor m ación en la de car ácter enciclopédico. Y de ahí la tendencia a identificar com o lingüísticas las definiciones br eves, que apor tan poca infor m ación o r asgos car acter ísticos, m ientr as que la posibilidad de encontr ar nos ante una definición enciclopédica aum entar á confor m e lo haga el núm er o de car acter ísticas puestas de m anifiesto, cir cunstancia que, obviam ente, contr ibuye a hacer extr em adam ente difusos los lím ites entr e uno y otr o tipo de definición. Al final, todo se r educe a una cuestión de gr ado de especificación de r asgos: una hiper especificación se asociar á invar iablem ente con el car ácter enciclopédico ? de donde que algunos pr efier an llam ar definiciones hiper específicas a las enciclopédicas? y, por su lado, una baja especificación car acter izar á a las definiciones lingüísticas, tam bién llam adas léxico-semánticas. Per o, com o la especificación es gr adual, ¿dónde hay que situar el lím ite? ¿Cuándo una definición deja de ser lingüística, o lo que viene a ser lo m ism o, cuándo com ienza a ser enciclopédica o hiper específica? Se da por supuesto que los r asgos necesar ios ? ¿esenciales?? constituyen el significado de la palabr a definida y, por tanto, la cor r espondiente definición es lingüística, m ientr as que la super abundancia de r asgos im plica una car acter ización de la cosa o r ealidad r epr esentada y, consiguientem ente, la definición es enciclopédica; per o ¿bajo qué cr iter io o cr iter ios podem os afir m ar que un r asgo ? que en el fondo es siem pr e una car acter ística de la cosa designada? ha de tom ar se o no com o com ponente del significado?

1.1. Conviene, de todas for m as, tener pr esente que no necesar iam ente una definición por el m er o hecho de r efer ir se a una cosa u objeto ha de ir asociada a un pr etendido car ácter hiper específico: hay, efectivam ente, definiciones de cosas que incluyen pocos r asgos, com o podr ía ser, por ejem plo, el caso de

filodio. Bot. Peciolo m uy ensanchado que sustituye a la lám ina de una hoja,

que clar am ente r epr esenta una definición enciclopédica, aunque ello no quier e decir, por otr o lado, que esta se identifique totalm ente con la definición de las cosas o, com o ser ía pr efer ible llam ar la, definición ontológica: así,

escar apela. Divisa com puesta de cintas por lo gener al de var ios color es, fr uncidas o for m ando lazadas alr ededor de un punto. Com o distintivo, se coloca en el som br er o, m or r ión, etc. Se usa tam bién com o ador no

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se r efier e clar am ente a la r ealidad escar apela, per o no constituye, a m i m odo de ver, una definición pr opiam ente enciclopédica. 1.2. En definitiva, toda definición enciclopédica es ontológica, per o no toda definición ontológica es siem pr e enciclopédica. Por otr o lado, podem os afir m ar asim ism o que toda definición hiper específica es ontológica, per o, lógicam ente, no toda definición ontológica tiene que ser hiper específica. Y, com o es obvio, no todas las definiciones enciclopédicas, según hem os podido obser var, tienen car ácter hiper específico, pues los car acter es hiper específico y enciclopédico cor r esponden a puntos de vista difer entes de clasificación de las definiciones ontológicas: según la cantidad de infor m ación el pr im er o, y según el tipo de conocim iento en que se basa la definición el segundo: solo cuando este es científico o per tenece a un ár ea específica de conocim iento se puede hablar, a m i juicio, de ver dader a definición enciclopédica. Así pues, aquí voy a par tir del siguiente esquem a:

1.3. Esto supuesto, no se puede identificar, com o hacen algunos, definición hiper específica con enciclopédica, así com o tam poco por cier to ? según puede deducir se del esquem a anter ior ? definición lingüística con léxico-semántica, pues definiciones lingüísticas son, por ejem plo, las siguientes:

cor cel. m. Caballo liger o de gr an alzada, fr ey. m. Tr atam iento que se usa entr e los r eligiosos de las ór denes m ilitar es, a distinción de las otr as ór denes, en que se llam an fr ay,

de las que tan solo la pr im er a podr ía calificar se de léxico-sem ántica, por cuanto que solam ente en ella se ponen de m anifiesto los r asgos sem ánticos constitutivos del cor r espondiente significado. No ocur r e lo m ism o en el segundo caso, puesto que fr ey car ece de significado léxico y, por ello, este vocablo se halla car acter izado no por su contenido léxico, sino por su función o uso que los hablantes hacen de él: su utilización com o tr atam iento entr e r eligiosos de ór denes m ilitar es, en oposición a fr ay, que posee idéntica función, per o en otr as ór denes. Se dice que, en el pr im er caso, la definición está for m ulada en pr imer a metalengua o metalengua de contenido, m ientr as que en el segundo lo está en segunda metalengua o metalengua de signo, r azón por la que se tr atar ía de lo que algunos ? pienso que ?im pr opiam ente?? se em peñan en llam ar definición impr opia o incluso falsa definición.

1.4. Per o a todo lo dicho debe añadir se algo todavía m ucho m ás im por tante: a decir ver dad el concepto de ?definición ontológica? en gener al y de ?definición enciclopédica? en par ticular no puede basar se, com o se viene haciendo tr adicionalm ente, en el pur o contenido del definiens, consistente las m ás de las veces en una descr ipción r elativam ente m inuciosa de la cosa r epr esentada por la palabr a que se tom a com o definiendum. Por ello, si bien nos fijam os, las definiciones que veíam os al pr incipio cor r espondientes a capuchina y lechuza no constituyen ? fr ente a lo que dábam os por sentado? ver daELex - 45 -

der as definiciones enciclopédicas y ni siquier a ontológicas, pues lo que ver dader am ente da la pauta en este caso no es, com o digo, el definiens, sino ante todo y fundam entalm ente la natur aleza del definiendum junto, por otr o lado, con la r elación establecida entr e estos dos com ponentes de la definición. 1.4.1. Esta ser á ver dader am ente ontológica (o, m ás concr etam ente, enciclopédica) cuando el definiendum esté constituido por la cosa r epr esentada por la palabr a-entr ada en su uso lingüístico nor m al, cosa que, evidentem ente, no ocur r e en los ejem plos pr opuestos, donde tanto capuchina com o lechuza están tom adas no com o r epr esentantes de cosas o r ealidades, sino de sí m ism as, esto es, com o palabr as ? en uso m etalingüístico? , pues de otr o m odo no se explicar ía la categor ización com o sustantivos fem eninos a que se som eten a continuación: si bien nos fijam os, lo que r ealm ente ha hecho en este caso el lexicógr afo ha sido establecer un puente entr e las palabr as o definienda, per tenecientes al nivel lingüístico, y las cosas que r epr esentan, cor r espondientes al nivel de la r ealidad expr esada en el definiens; ha señalado, por tanto, una r elación de designación o r efer encia, que podem os r epr esentar gr áficam ente así:

1.4.2. Así pues, auque los definientes descr iban efectivam ente cosas, ello no es suficiente par a concluir que nos hallam os ante definiciones ontológicas o, m ás concr etam ente, enciclopédicas. Se tr ata, por el contr ar io, de definiciones plenam ente lingüísticas, léxico-sem ánticas podíam os decir o, com o cr eo pr efer ible llam ar las, conceptuales, aunque no de significado, sino pur am ente designativas. Y si esto es así, com o cr eo, puede afir m ar se con toda segur idad que en los diccionar ios de lengua no hay ? salvo casos m uy excepcionales? ver dader as definiciones enciclopédicas; lo que hay en r ealidad son definiciones lingüísticas conceptuales de car ácter designativo, las cuales, ya se sabe, pueden incluir en su definiens infor m ación enciclopédica, per o este hecho no es suficiente com o par a concluir que se tr ata de definiciones enciclopédicas ni m ucho m enos.

1.4.2.1. Haciendo un pequeño par éntesis en m i exposición, un ejem plo de definición enciclopédica pr esente en un diccionar io, concr etam ente en el DRAE, ser ía, por ejem plo, la siguiente:

x. Vigésim a séptim a letr a del abecedar io español, y vigésim a cuar ta del or den latino inter nacional, que r epr esenta un sonido consonántico doble, com puesto de k , o de g sonor a, y de s, p. ej., en axiom a, exento, que ante consonante suele r educir se a s; p. ej., en extr em o, exposición. Antiguam ente r epr esentó tam bién un sonido consonántico sim ple, fr icativo, palatal y sor do, sem ejante al de la sh inglesa o al de la ch fr ancesa, que hoy conser va en algunos dialectos, com o el bable. Este sonido sim ple se tr ansfor m ó después en fr icativo, velar y sor do, com o el de la j actual, con la cual se tr anscr ibe hoy, salvo excepciones, com o en el uso m exicano de M éxico, Oaxaca. Su nom br e es equis.

Donde, obviam ente, la entr ada o definiendum es clar am ente una r ealidad ? una letr a? y no el vocablo que la r epr esenta, es decir, equis. En otr as palabr as, en este caso el definiendum no está indicado por palabr a alguna, sino r epr esentado dir ectam ente por la pr opia r ealidad, la letr a x, lo cual es posible gr acias a su car ácter gr áfico; se tr ata, por tanto, de un definición enciclopédica sui géner is, que podr íam os calificar de dir ecta, fr ente a la m ás fr ecuente, la indir ecta, en que la r ealidad definida está a su vez expr esada m ediante una palabr a en función estr ictam ente lingüística, com o ser ía el caso de

equis. Vigésim a séptim a letr a del abecedar io español, y vigésim a cuar ta del or den latino inter nacional, que r epr esenta un sonido consonántico doble, com puesto de k , o de g sonor a, y de s, p. ej., en axiom a, exento, que ante consonante suele r educir se a s; p. ej., en extr em o, exposición,

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definición por cier to distinta a su vez de esta otr a:

equis. f. Vigésim a séptim a letr a del abecedar io español, y vigésim a cuar ta del or den latino inter nacional, que r epr esenta un sonido consonántico doble, com puesto de k , o de g sonor a, y de s, p. ej., en axiom a, exento, que ante consonante suele r educir se a s; p. ej., en extr em o, exposición,

la cual ya ser ía lingüística conceptual de tipo designativo, toda vez que en este caso equis, categor izada com o sustantivo fem enino, está em pleada en calidad de r epr esentante de la palabr a equis y no de la r ealidad x, designada por ella en el uso nor m al de la lengua.

1.5. Una cuestión que a pr opósito de las definiciones hiper específicas convendr ía plantear nos ? aunque no constituya un punto fundam ental en el tem a que aquí estoy tr atando? viene r epr esentado por la r elación entr e la cantidad de infor m ación y los lím ites de la pr opia definición, pues, en dependencia de lo que entendam os por esta, esa hiper especificidad puede de hecho r ebasar los lím ites de la pr opia definición. Por ejem plo, en el caso anter ior, par ece lógico suponer que la definición pr opiam ente dicha está constituida por el definiendum x y ? com o he hecho en los dos últim os ejem plos? el sintagm a nom inal, r epr esentante del definiens, el cual abar ca desde vigésima séptima letr a hasta exposición; los r asgos que apar ecen en enunciados independientes, com o en el antepenúltim o ejem plo, en r ealidad ? al m enos desde un punto de vista for m al? constituyen lo que he pr opuesto llam ar extensiones definicionales, esto es, una especie de apéndices que ayudan a com plem entar la infor m ación ofr ecida dentr o de la definición, per o que no for m an pr opiam ente par te de ella, a m enos que, según se viene haciendo en este caso, entendam os la definición no desde un punto de vista estr ictam ente for m al, sino atendiendo a todo el contenido infor m ativo que apar ece en la acepción cor r espondiente. Ahor a bien, esto quier e decir que, tanto en definiciones ontológicas com o lingüísticas conceptuales de tipo designativo, hay que pensar que no siem pr e ? sobr e todo cuando hay una super abundancia de infor m ación enciclopédica? la definición abar ca por sí m ism a la totalidad de dicha infor m ación; por eso, en los ejem plos que siguen, tom ados del DRAE, cabe señalar que solo per tenecen a la definición las par tes que pr esento subr ayadas:

abeja. f. Insecto him enópter o, de unos quince m ilím etr os de lar go, de color par do negr uzco y con vello r ojizo. Vive en colonias, cada una de las cuales consta de una sola hem br a fecunda, m uchos m achos y num er osísim as hem br as estér iles; habita en los huecos de los ár boles o de las peñas, o en las colm enas que el hom br e le pr epar a, y pr oduce la cer a y la m iel. abejar uco. m. Pájar o del subor den de los Sindáctilos, de unos quince centím etr os de longitud, con alas puntiagudas y lar gas y pico algo cur vo, m ás lar go que la cabeza. En su plum aje, de vistoso color ido, dom inan el am ar illo, el ver de y el r ojo oscur o. Abunda en España y es per judicial par a los colm enar es, por que se com e las abejas. abeto. m. Ár bol de la fam ilia de las Abietáceas, que llega hasta 50 m de altur a, con tr onco alto y der echo, de cor teza blanquecina, copa cónica de r am as hor izontales, hojas acicular es y per sistentes, flor es poco visibles y fr uto en piñas casi cilíndr icas. Cr ece en par ajes fr escos y elevados, for m a bosques en los Pir ineos españoles, y su m ader a, no m uy r esistente, se apr ecia, por su tam año y blancur a, par a deter m inadas constr ucciones.

1.5.1. Esto supuesto, no hay que confundir definición enciclopédica con definición con infor mación enciclopédica o, incluso, con definición complementada enciclopédicamente. Com o ya queda dicho, una definición lingüística conceptual de designación puede contener infor m ación enciclopédica, com o ocur r e en los ejem plos anter ior es y en los que poníam os al pr incipio, r elativos a capuchina y eslizón, y, por otr o lado, cualquier tipo de definición, sea o no lingüística, puede ir com plem entada con una o var ias extensiones con infor m ación enciclopédica. ELex - 47 -

1.5.2. Par ecer ía lógico suponer a pr opósito de esto últim o que el sintagm a definicional deber ía incluir tan solo los r asgos m ás im por tantes o fundam entales, fr ente a lo expr esado m ediante or aciones al m ar gen de dicha definición, que pondr ían de r elieve aspectos m enos im por tantes o secundar ios. Desgr aciadam ente, no siem pr e esto es lo que se hace en la pr áctica; per o no cabe duda de que en todo caso se per cibe en este pr oceder una voluntad por par te del lexicógr afo por r esum ir en las m enos palabr as posible la definición par a así acer car se al m áxim o al m odelo ideal de definición, que indudablem ente no es otr o que el conceptual de significado. En todo caso, conviene subr ayar que, al final, este tipo de definiciones no se car acter izan, natur alm ente, por una hiper especificidad tan gr ande com o gener alm ente tiende s suponer se.

1.6. Insisto, pues, en que la distinción entr e definición lingüística y definición ontológica y, por tanto, tam bién enciclopédica, no está ? com o suele intr epr etar se? en la cantidad y tipo de infor m ación contenida en el definiens, sino, com o ya quedó señalado, en la natur aleza del definiendum, r epr esentado en el pr im er caso por un objeto, ya sea dir ectam ente com o hem os visto que ocur r ía en el caso de la letr a x, ya sea m ediante una palabr a en su uso lingüístico nor m al (com o indicador a de ese objeto), o, en el segundo caso, por una palabr a en uso m etalingüístico, esto es, com o r epr esentante de sí m ism a. Dicho de otr a m aner a: en la definición lingüística lo que se define es una palabr a y, por tanto, el definiendum tiene que tom ar se com o tal palabr a, es decir, m etalingüísticam ente o com o r epr esentante de sí m ism a, m ientr as que en la definición ontológica lo que se define es una cosa, una r ealidad, que puede apar ecer dir ectam ente com o definiendum o indir ectam ente por m edio de una palabr a en su uso lingüístico nor m al. Por eso estas dos definiciones, apar entem ente coincidentes,

cuaco. m. Har ina de la r aíz de la yuca cuaco. Har ina de la r aíz de la yuca,

son en r ealidad m uy distintas, puesto que en el pr im er caso nos hallam os ante una definición de tipo lingüístico, dado que el definiendum está tom ado com o palabr a r epr esentante de sí m ism a, pues de otr o m odo no se explicar ía su categor ización com o sustantivo m asculino, en tanto que en el segundo ? al no haber categor ización? la palabr a cuaco par ece que r epr esenta la r ealidad que nor m alm ente indica en la lengua y, por lo tanto, la definición ser á clar am ente ontológica. Notem os, por lo dem ás, que en la pr im er a definición el definiens r esponde a la pr egunta ?¿Qué significa o a qué aplicam os la palabr a cuaco??, fr ente a la segunda, en que ser ía m ás bien r espuesta a ?¿Qué cosa es (el) cuaco?"

2. Definición enciclopédica en r elación con la definición ter minogr áfica 2. Es clar o, por otr o lado, que la últim a de las dos definiciones anter ior es, pese a tener car ácter ontológico, nadie se atr ever ía a calificar la de enciclopédica. Y ello por cier to nada tiene que ver con el hecho de que se tr ata de una definición que de ninguna m aner a podr ía tachar se de hiper específica, pues tam poco podr ía calificar se de lo m ism o, por ejem plo,

azufr e. Elem ento quím ico de núm . atóm . 16,

y, sin em bar go, sí ser ía clar am ente enciclopédica. La r azón, a m i juicio, es por que en este caso la car acter ización de la r ealidad azufr e está hecha desde un conocim iento especializado, que no se consigue con el pur o apr endizaje de la lengua, sino con el estudio de una disciplina científica, en este caso la Quím ica: en r ealidad solo una per sona ver sada en esta ciencia puede entender esa definición. Pr obablem ente par a un hablante nor m al ser ía m ás com pr ensible ? y, por tanto, tal vez m ás adecuada? esta otr a definición: ELex - 48 -

azufr e. Sustancia de color am ar illo, electr izable por fr otación y que ar de con una llam a azul pr oduciendo un olor acr e car acter ístico,

que, evidentem ente, ya no ser ía enciclopédica, aunque sí ontológica. Así pues, si, por ejem plo, esta otr a definición,

abeto. Ár bol de la fam ilia de las Abietáceas, que llega hasta 50 m de altur a, con tr onco alto y der echo, de cor teza blanquecina, copa cónica de r am as hor izontales, hojas acicular es y per sistentes, flor es poco visibles y fr uto en piñas casi cilíndr icas. Cr ece en par ajes fr escos y elevados, for m a bosques en los Pir ineos españoles, y su m ader a, no m uy r esistente, se apr ecia, por su tam año y blancur a, par a deter m inadas constr ucciones.

es enciclopédica, no se debe tanto a la acum ulación de car acter ísticas dentr o y fuer a del sintagm a definicional com o al hecho de que r esponde a los cr iter ios taxonóm icos pr opios de la Botánica (de la familia de las Abietáceas) y a la utilización de cier tos tér m inos pr opios de esta r am a científica (acicular , por ejem plo).

2.1. Lo car acter ístico, pues, de una definición enciclopédica es que, adem ás de centr ar se en la r ealidad extr alingüística, com o ocur r e en toda definición ontológica, lo hace desde pr esupuestos científicos o especializados, cir cunstancia que la acer ca de alguna m aner a a la definición ter minogr áfica, aunque con la difer encia de que esta es una definición lingüística cuyo definiendum viene siem pr e r epr esentado por una unidad ter m inológica ? per teneciente, por tanto, a un vocabular io de especialidad? , en tanto que la definición enciclopédica es siem pr e ontológica y, adem ás, puede r efer ir se a cualquier objeto de la r ealidad, no necesar iam ente per teneciente a un ám bito de especialidad. Por eso, una r ealidad tan cotidiana com o el agua puede definir se com o

agua. Sustancia líquida, incolor a cuando está en pequeña cantidad, inodor a e insípida cuando está pur a, que constituye el com ponente m ás abundante de la super ficie ter r estr e y el esencial en todos los tejidos or gánicos,

que constituye una definición m er am ente ontológica por basar se en un conocim iento vulgar, fr ente a esta otr a, tom ada de la W ikipedia:

agua [...] Es una sustancia cuya m olécula está for m ada por dos átom os de hidr ógeno y uno de oxígeno (H2O). Es esencial par a la super vivencia de todas las for m as conocidas de vida. El tér m ino agua, gener alm ente, se r efier e a la sustancia en su estado líquido, per o la m ism a puede hallar se en su for m a sólida llam ada hielo, y en for m a gaseosa denom inada vapor . El agua cubr e el 71% de la super ficie de la cor teza ter r estr e.2 Se localiza pr incipalm ente en los océanos donde se concentr a el 96,5% del agua total, los glaciar es y casquetes polar es poseen el 1,74%, los depósitos subter r áneos (acuífer os), los per m afr ost y los glaciar es continentales suponen el 1,72% y el r estante 0,04% se r epar te en or den decr eciente entr e lagos, hum edad del suelo, atm ósfer a, em balses, r íos y ser es vivos. El agua es un elem ento com ún del sistem a solar , hecho confir m ado en descubr im ientos r ecientes. Puede ser encontr ada, pr incipalm ente, en for m a de hielo; de hecho, es el m ater ial base de los com etas y el vapor que com pone sus colas,

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que, independientem ente de la infor m ación añadida, m ediante diver sas extensiones, al definiens o sintagm a definicional (aquí subr ayado), ofr ece un car ácter clar am ente enciclopédico por basar se en conocim ientos y cr iter ios clar am ente científicos.

2.2. Ser ía, no obstante, tam bién enciclopédica, por ejem plo,

pr olactinoma. M ed. Tipo de tum or de la pituitar ia (adenom a) que pr oduce un excesivo aum ento de la hor m ona llam ada pr olactina,

r efer ida a una r ealidad, en este caso per teneciente exclusivam ente al ám bito de la M edicina. No lo ser ía, en cam bio,

pr olactinoma. m. M ed. Tipo de tum or de la pituitar ia (adenom a) que pr oduce un excesivo aum ento de la hor m ona llam ada pr olactina,

por que lo que ahor a se define no es una r ealidad, sino la palabr a ? un sustantivo m asculino per teneciente a la ter m inología m édica? pr olactinoma: se tr ata, clar o está, de una definición ter m inogr áfica. En definitiva, la distinción entr e una definición ter minogr áfica y otr a de tipo enciclopédico viene a ser par alela a la que se da entr e definición lingüística y ontológica: una definición ter m inogr áfica, dado su car ácter lingüístico, puede ser, com o ver em os, tanto de significado com o de designación; en am bas el tér m ino definido es som etido a una categor ización, cosa que, com o hem os visto, no ocur r e nunca en la definición ontológica ni, por tanto, enciclopédica.

3. Definición de significado o par afr ástica fr ente a definición de designación 3. Todo esto quier e decir que la distinción entr e una definición ontológica ? y dentr o de esta, tam bién la de tipo enciclopédico? y otr a lingüística se r educe, com o puede ver se, a una pur a cuestión de enfoque: depende, com o ya queda obser vado, de que el definiendum se inter pr ete com o una r ealidad o, por el contr ar io, com o una palabr a. Y esto últim o está per fectam ente clar o cuando, en el diccionar io, se indica la categor ía o subcategor ía cor r espondiente. El hecho entonces de que el definiens analice el significado o haga una car acter ización de la r ealidad r epr esentada por la entr ada no afecta sino a la distinción entr e dos tipos de definición lingüística conceptual o léxico-sem ántica: la que separ a definición de significado de definición designativa o de r efer encia, difer enciación que, por otr o lado, no siem pr e r esulta evidente en la pr áctica.

3.1. Y digo en la pr áctica, por que teór icam ente la distinción entr e significado y designación o r efer encia puede par ecer clar a: com o es bien sabido, llam am os significado al conjunto de r asgos distintivos sem ánticos de una palabr a, r asgos que, obviam ente, le son asignados en vir tud del par adigm a ? o de los contextos sem ántico-sintácticos? de que for m a o puede for m ar par te, m ientr as que por designación o r efer encia entendem os, por una par te, la conceptualización o conjunto de car acter ísticas típicas o, si se pr efier e, pr ototípicas de un objeto ? m ejor dicho, de una clase de objetos? , y, por otr a, la r elación entr e la palabr a y ese objeto o tipo de objetos. Com o es bien sabido, algunos, con m ayor pr ecisión, van todavía m ás allá y distinguen entr e designación y r efer encia o denotación en el sentido de que la segunda conecta, según la situación, el signo o palabr a con una cosa concr eta, no con una clase de objetos com o hace la pr im er a; por ejem plo, M adr id con la capital de España, o Felipe VI con nuestr o r ey actual ser án casos de denotación. En esquem a podem os r epr esentar todo esto de la siguiente m aner a:

ELex - 50 -

Evidentem ente, tanto el significado com o la designación for m an par te del m undo de los conceptos, per o no son ni m ucho m enos la m ism a cosa, aunque lo nor m al es que, cuando el lexicógr afo se plantea la definición de una palabr a, lo haga pr eguntándose por lo que car acter iza a la r ealidad indicada por ella, y no, com o ser ía sin duda lo m ás adecuado, obser vando bajo qué r asgo o r asgos sem ánticos se distingue de los dem ás vocablos que for m an par te de su par adigm a léxico. Solo en este últim o caso, com o es lógico, la definición r esultante ser á conceptual de significado, m ientr as que en el pr im er o se tr atar á de una definición conceptual de designación. De ahí que lo fr ecuente en nuestr os diccionar ios ? salvo cuando, por ejem plo, la definición incluye una super abundancia de r asgos y, por lo tanto, no hay conm utabilidad entr e definiendum y definiens? , es que am bos conceptos apar ezcan totalm ente confundidos, cosa que, por otr o lado, es lo que ocur r e en el uso cor r iente de la lengua. Y de hecho una m ism a definición, com o, por ejem plo,

pabilo o pábilo. m. M echa que está en el centr o de la vela

podr ía inter pr etar se com o conceptual de significado, puesto que mecha puede tom ar se com o hiper ónim o de pabilo y, por m edio de esta definición, el vocablo queda clar am ente difer enciado de cohipónim os com o estoper ol, guía, hacha o lampar illa por ejem plo; per o a su vez todos los r asgos contenidos en la definición podr ían tom ar se com o car acter ísticas de la r ealidad indicada por pabilo, y en ese caso la definición ya no se juzgar ía com o de significado, sino de designación. En pr incipio cualquier definición de significado adm ite en gener al las dos inter pr etaciones, por que al fin y al cabo las car acter ísticas que se utilizan com o r asgos distintivos de la palabr a definida se cor r esponden siem pr e con car acter ísticas de la r ealidad indicada por esta; lo que ocur r e es que de todas las car acter ísticas r eales la lengua tan solo selecciona algunas com o distintivas. Por eso, podem os decir que toda definición de significado cabe inter pr etar la com o de designación, per o no al contr ar io: una definición de designación puede incluir car acter ísticas ? a veces enciclopédicas? que no funcionan com o r asgos distintivos o, por lo m enos, no for m an par te del contenido del definiendum.

3.1.1. Así, por ejem plo, la definición

acomodo. m. Acción de acom odar o acom odar se.

pese a su extr em ada concisión, no es pr opiam ente una definición de significado, sino de designación, ya que, com o r ealidad, acom odo constituye efectivam ente una acción, lo que no quier e decir que el conteniELex - 51 -

do ?acción?for m e par te del significado de la palabr a acomodo, pues, si así fuer a, dar ía lo m ism o decir

No encontr aba acom odo en ninguna par te = * No encontr aba acción de acom odar o acom odar se en ninguna par te.

Notem os que, sin em bar go, esa m ism a palabr a acción sí for m a par te del significado en esta otr a definición:

ñoñer ía. f. Acción o dicho pr opio de una per sona ñoña.

3.1.2. En definitiva, par a ver m ás clar am ente que definición r efer encial y definición de significado o par afr ástica no son la m ism a cosa, tengam os pr esente que no es r ar o encontr ar casos ?híbr idos? en que una definición de este últim o tipo puede apar ecer for m ando par te de otr a de car ácter r efer encial. Es lo que sucede, a m i juicio, por ejem plo, en

kilómetr o. m. M edida de longitud, que equivale a 1000 m etr os.

Realm ente la equivalencia con kilómetr o viene expr esada exclusivam ente por la expr esión subr ayada, que vendr á a ser la ver dader a definición significativa; por eso se puede r ealizar la conm utación solo con esa expr esión; así,

M i casa está a un kilóm etr o de la Facultad = M i casa está a m il m etr os de la Facultad = * M i casa está a una m edida de longitud, que equivale a m il m etr os de la Facultad.

3.2. Per o la difer encia entr e esos dos tipos de definición lingüística, de las cuales la designativa, por basar se, lógicam ente, en el conocim iento de las cosas, viene consider ándose ? pienso que er r óneam ente? com o enciclopédica, no está solo en el tipo y cantidad de infor m ación ofr ecida por el definiens, sino tam bién en la r elación entr e este y el definiendum. Y así, efectivam ente, la r elación en la definición de significado es de equivalencia o, en tér m inos estr ictam ente lingüísticos, de sinonim ia, lo que puede r epr esentar se de la siguiente m aner a: A=B

Es decir, definiendum (A) y definiens (B) son sinónim os o este últim o consiste en una par áfr asis del otr o y, por lo tanto, tiene tam bién car ácter m etalingüístico ? se encuentr a, según ya queda dicho, en pr im er a m etalengua o m etalengua de contenido? y puede, por tanto, sustituir a aquel en cualquier contexto. La r elación, en cam bio, entr e am bos com ponentes de la definición es de cor r espondencia en el caso de la definición designativa: A? B

En este caso los dos elem entos per tenecen a niveles difer entes: A cor r esponde al nivel lingüístico (es una palabr a en uso m etalingüístico) y B r epr esenta el r efer ente, esto es, un objeto del nivel extr alingüístico o de la r ealidad y no está, por tanto, en ninguna m etalengua.

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3.2.1. Esta r elación de cor r espondencia puede obser var se tam bién en las definiciones de significado, per o solo en el caso de que A no se halle usado com o r epr esentante de sí m ism o, esto es, de una palabr a o signo, sino tan solo de una par te de este, el significante, y, por su lado, B no se entienda tam poco com o un signo alter nativo de A, sino com o r epr esentante únicam ente de un significado. Aunque dentr o del pr opio plano lingüístico, lo que m anifiesta en este caso la definición es la cor r espondencia o asignación de un significante a un significado, esto es, la definición r esponde a una visión semasiológica, en que se pone en r elación el plano del significante con el del signficado. Los tér m inos, clar o, pueden inver tir se y, por tanto, r epr esentar A el significado, y B el significante, con lo que la visión ser á onomasiológica, bien es ver dad que en este caso no se habla nor m alm ente de definición. Así, en

desayuno [desayúno]. Com ida que se tom a por la m añana

está clar o que A (desayuno) está tom ado com o pur o significante, pues de otr o m odo no tendr ía sentido dar entr e cor chetes la pr onunciación o inter pr etación fonético-fonológica) y B es el contenido a que se asocia dicho significante; por el contr ar io el siguiente esquem a, ?com ida? - ?que se tom a por la m añana?: desayuno - ?que se tom a al m ediodía?: comida - ?que se tom a por la noche?: cena,

r esponde, evidentem ente, a un visión onom asiológica.

3.3. Per o volviendo a la distinción entr e definición de significado y designativa, voy a r efer ir m e ahor a a los pr ocedim ientos que podem os em plear par a deter m inar en cada caso concr eto la per tenencia de una definición a cada uno de esos dos subtipos. Par a em pezar, una decisión que, aunque convencional, par ece m etodológicam ente cor r ecto tom ar es consider ar com o únicam ente conceptual de significado a toda definición que adm ite esa inter pr etación, independientem ente de que pueda a la vez ser conceptual de designación, com o hem os visto que ocur r ía en la de pabilo o pábilo; por el contr ar io, se consider ar á tan solo com o designativa a toda definición lingüística conceptual que no adm ita la inter pr etación contr ar ia.

3.3.1. Pues bien, par a decidir entr e una y otr a posibilidad, cabe utilizar tr es pr ocedim ientos distintos:

a) El pr im er o podr ía consistir en la posibilidad de unir definiendum y definiens en una or ación por m edio del ver bo significar en el pr im er caso, y designar (o una expr esión equivalente) en el segundo, de m odo que, m ientr as que la definición de pabilo se podr ía enunciar com o

pabilo. m. Significa ?m echa que está en el centr o de la vela?,

difícilm ente se podr ía aplicar la m ism a fór m ula a la definición cor r espondiente a logar itmo:

logar itmo. m. Exponente a que es necesar io elevar una cantidad positiva par a que r esulte un núm er o deter m inado,

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que, en cam bio, adm itir ía la segunda:

logar itmo. m. Se llam a así el exponente a que es necesar io elevar una cantidad positiva par a que r esulte un núm er o deter m inado.

Así pues, según esto, la pr im er a ser ía una definición de significado, m ientr as que la segunda lo ser ía tan solo de designación. b) De todos m odos, un m étodo pr obablem ente m ás segur o consiste en la aplicación de la conm utación o sustitución de definiendum por definiens en un contexto cualquier a, cosa que, en pr incipio, tan solo es posible en la definición de significado, dada la equivalencia, com o hem os visto, entr e el definiendum (A) y el definiens (B):

Esta vela tiene estr opeado el pabilo = Esta vela tiene estr opeada la m echa que está en el centr o.

fr ente a

Estudié logar itm os en Bachiller ato = * Estudié exponentes a que es necesar io... en Bachiller ato.

Hay que tener en cuenta, sin em bar go, que esta pr ueba no siem pr e se puede aplicar de un m odo natur al, pues, en dependencia sobr e todo del tam año y r edacción del definiens, la sustitución puede r esultar poco o nada aceptable aun tr atándose de una definición de significado, com o ocur r ir ía, por ejem plo, en el caso de

per illa. f. Por ción de pelo que se deja cr ecer en la punta de la bar billa,

pues tendr íam os, por ejem plo,

M i abuelo tenía una bonita per illa ? M i abuelo tenía una bonita por ción de pelo que se deja cr ecer en la punta de la bar billa (?)

de baja o nula aceptabilidad, cosa que no ocur r ir ía si par tiér am os de esta otr a r edacción:

per illa. f. Bar ba en la punta del m entón,

pues ser ía sin duda m ucho m ás aceptable

M i abuelo tenía una bonita bar ba en la punta del m entón.

c) Esto supuesto, el pr ocedim iento m ás segur o consistir á, obviam ente, en r econstr uir el par adigm a léxico de la palabr a definida o definiendum, y de acuer do con él deter m inar si las car acter ísticas indicadas en el definiens coinciden r ealm ente con los r asgos distintivos. Obviam ente, en caso positivo la definición ser á de significado y, de lo contr ar io, de designación. Así pues, par tiendo par a el caso de per illa del par adigm a ELex - 54 -

?pelo de la car a [cr ecido]?: bar ba - ?en los later ales?: patilla(s) - ?encim a del labio super ior ?: bigote(s) - ?de gr an tam año?: mostacho(s) - ?debajo del labio infer ior ?: mosca - ?en la punta del m entón?: per a, per illa, chiva

llegar em os a la conclusión de que cualquier a de las dos definiciones anter ior es de per illa son clar am ente de significado.

3.3.2. A todo lo que acabo de decir debe añadir se que ? contr a lo que pudier a par ecer ? no toda definición lingüística es susceptible de ser for m ulada de las dos m aner as a que m e vengo r efir iendo, esto es, com o significativa y designativa. Es natur al que tan solo podr án definir se desde el punto de vista del significado palabr as que, com o el caso de per illa, for m an par te de una estr uctur a de cam po sem ántico, o lo que es lo m ism o, per tenecen al léxico estr uctur ado lingüísticam ente. Per o, según se ha dicho opor tuna y r epetidam ente, no todo el léxico de una lengua se halla or ganizado de ese m odo, sino que for m a, por ejem plo, nom enclatur as definibles tan solo desde una estr uctur ación científica de sus r efer entes. Y así, por poner un ejem plo sencillo, una gr an par te de los nom br es r elativos a la fauna o flor a son palabr as de este tipo, lo que explica que sus definiciones en los diccionar ios se lim iten a hacer una descr ipción de las cor r espondientes r ealidades o r efer entes, echando m ano de los conocim ientos pr opor cionados por la Zoología y Botánica. No tendr ía sentido, en efecto, intentar deter m inar los r asgos distintivos de palabr as com o lechuza y capuchina por que las car acter ísticas que nos llevan a llam ar así a unas deter m inadas r ealidades pueden var iar de hecho de unos hablantes a otr os; quier o decir que lo que es distintivo par a m í puede no ser lo par a otr o u otr os y vicever sa: los nom br es cor r espondientes no constituyen un sistem a estr uctur ado, sino un m er a lista de palabr as a cada una de las cuales cor r esponde una r efer encia o designación deter m inada. Las definiciones cor r espondientes, pues, no pueden ser m ás que designativas, con inclusión m uchas veces de infor m ación enciclopédica ? lo que no es suficiente, com o hem os visto, par a concluir que se tr ata de definiciones enciclopédicas? y el diccionar io, por tanto, no tiene otr o r em edio que echar m ano de ellas

3.3.3. Per o enlazando con esto últim o ? ya par a ter m inar ? , cabe pr eguntar nos si todas las definiciones basadas en conocim ientos pr opor cionados por alguna especialidad científica o de cualquier otr o or den, en caso de ser lingüísticas, esto es, r efer idas a unos definienda entendidos com o palabr as y, por tanto, categor izados (así, en un diccionar io ter m inológico, por ejem plo), tan solo pueden ser de tipo designativo o, por el contr ar io, tam bién de significado. Por supuesto que en una ter m inología ? contr a lo que pudier a pensar se? existe tam bién léxico estr uctur ado, aun cuando esa estr uctur ación se cor r esponda con la que de la r ealidad que estudia hace una deter m inada disciplina; de ahí que alguien haya dicho que en este tipo de léxico se identifican o confunden significado y designación. Se tr ata en pr incipio de una estr uctur ación m ás objetiva y desde luego m ás pr ecisa que la cor r espondiente al léxico nor m al no especializado; por eso, los tér m inos tienden a ser m onosém icos, con un significado fijo e inequívoco y no pr esentan pr oblem as de tr aducción, pues la m ism a estr uctur a de que for m an par te se r epite, lógicam ente, en las dem ás lenguas. Un diccionar io ter m inológico, pues, puede contener ? ¿cóm o no?? definiciones lingüísticas de significado, pr ecisam ente por que tan solo pone de m anifiesto aquellas car acter ísticas que funcionan com o distintivas en la lengua de especialidad y que incluso, en un pr oceso de banalización, pueden pasar a la lengua gener al. Así, si en el lenguaje for ense par tim os del siguiente m icr opar adigm a, cor r espondiente a delitos contr a la pr opiedad,

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- ?apr opiación ilegal de lo ajeno? - ?con violencia?: r obo - ?con fuer za y sor pr esa?: atr aco - ?sin violencia?: - ?de poca im por tancia?: hur to - ?m ediante engaño?: esta - ?de algo que tiene bajo custodia?: desfalco,

tendr em os que concluir que estas definiciones, contenidas en el DRAE,

r obo. m. Der . Delito que se com ete apoder ándose con ánim o de lucr o de una cosa m ueble ajena, em pleándose violencia o intim idación sobr e las per sonas, o fuer za en las cosas. hur to. m. Der . Delito consistente en tom ar con ánim o de lucr o cosas m uebles ajenas contr a la voluntad de su dueño, sin que concur r an las cir cunstancias que car acter izan el delito de r obo.

no son de significado, sino de designación pr ecisam ente por que lo que se car acter iza com o delito no son los tér m inos r obo y hur to, sino lo que estos r epr esentan; no ocur r ir ía lo m ism o, sin em bar go, si definiér am os de este otr o m odo:

r obo. m. Der. Apr opiación ilegal de lo ajeno con violencia hur to. m. Der. Apr opiación ilegal, sin violencia, de lo algo ajeno sin im por tancia,

que, obviam ente, ser ían definiciones, en este caso ter m inogr áficas ? pues en la lengua cor r iente am bas palabr as son sinónim os? , de significado.

3. Conclusión 3. Así pues, la conclusión que se saca de todo cuanto acabo de exponer es que una definición, contr a lo que se viene aceptando tr adicionalm ente, no es enciclopédica por el m er o hecho de incluir en su definiens ? o com o com plem entación del m ism o? infor m ación, por lo gener al m uy am plia, sobr e las cosas. Depende ante todo del tipo ? y no tanto de la cantidad? de infor m ación, pues esta ser á enciclopédica tan solo en el caso de que pr ovenga de un conocim iento especial, que r equier a un apr endizaje, estudio y dom inio par ticular de la r ealidad. No hay, de todas for m as, que confundir, com o se hace cor r ientem ente, la definición enciclopédica, que, efectivam ente, es un tipo de definición ontológica o de las cosas, con la definición con infor mación enciclopédica o complementada enciclopédicamente. En estos dos últim os casos no se tr ata ni siquier a de definiciones ontológicas, sino plenam ente lingüísticas, por que el definiendum está constituido por una palabr a en uso m etalingüístico, es decir, que se r epr esenta a sí m ism a; lo que car acter iza, en cam bio, a una definición ontológica ? y, por tanto, tam bién enciclopédica? es la natur aleza del definiendum, r epr esentado dir ectamente m ediante la r ealidad definida o, indir ectamente, por m edio de una palabr a en su uso lingüístico nor m al de r epr esentante de esa r ealidad. De ahí que en un diccionar io de lengua sea poco m enos que im posible encontr ar nos con definiciones enciclopédicas ? y en gener al definiciones de cosas? , por que lo nor m al es que las entr adas, que apar ecen com o definienda, se tom en com o palabr as (por eso apar ecen convenientem ente categor izadas); no son ? r epito? definiciones enciclopédicas, sino lingüísticas conceptuales de designación, distintas, natur alm ente, de las conceptuales de significado, consider adas tr adicionalm ente com o las definiciones lexicogr áficas por antonom asia, aunque en la pr áctica no siem pr e sea fácil la distinción entr e unas y otr as. Teór icam ente, no obstante, está clar o que de unas otr as ELex - 56 -

var ía el tipo de r elación establecida entr e definiendum y definiens, r elación que en las conceptuales de significado es de equivalencia, es decir, entr e am bos existe sinonim ia y, por tanto, conm utabilidad, m ientr as que en las de designación se tr ata de una r elación de cor r espondencia entr e el plano lingüístico (definiendum) y el de la r ealidad (definiens) y, obviam ente, la conm utabilidad entr e ellos r esulta inviable. En definitiva y com o conclusión gener al, estoy plenam ente convencido de que esta nueva conceptualización de ?definición enciclopédica? soluciona satisfactor iam ente las contr adicciones y pr oblem as planteados por dicho tipo de definición consider ada en su concepción tr adicional: no solo ser á lícito sino necesar io seguir distinguiendo entr e definiciones lingüísticas o pr opiam ente dichas y ontológicas (y, dentr o de estas, la enciclopédicas), sino tam bién entr e diccionar ios de lengua y enciclopedias o, en un puesto inter m edio, diccionar ios enciclopédicos.

Entrevista- por Juan V. Romero

I. Lexicografía Don Álvaro, académico correspondiente de la RAELos años en el Seminario de Lexicografía de la RAEDon Manuel Seco y otros compañeros del SeminarioDisciplina lexicográfica: balance de las últimas décadasEl corpus léxicoLa Escuela de Lexicografía de la RAELa Lexicografía en los planes de estudio vigentes II. Diccionarios El Nuevo Diccionario HistóricoEl Diccionario de Construcción y Régimen de CuervoEl Instituto Caro y CuervoEl GlexEl Diccionario Coruña; gran proyecto lexicográfico del profesor III. Conceptos básicos de Lexicografía Diccionario lingüístico/ enciclopedia/ diccionario enciclopédicoLexicografía, Lexicología y SemánticaDiccionario normativo/ diccionario de usoMacroestructura y microestructura del diccionarioDiccionarios sincrónicos y diccionarios diacrónicosDiccionarios generales/ diccionarios restringidosOrdenación semasiológica y onomasiológicaFraseologíaSignificado y sentido lingüísticos IV. Gramática, proyectos y maestros Uso de la lengua: la marcación lexicográficaLa Nueva gramática de la lengua españolaLa realidad lingüística de la Galicia actualLos proyectos en los que don Álvaro está trabajandoSus maestros y mentores

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El neologismo en la tradición académica (1780-2014) Dolor es Azor ín Fer nández Univer sidad de Alicante

1. EL DRAE: UN PROYECTO DE LARGO RECORRIDO La publicación en 1780 del que hoy conocem os com o DRAE (Diccionar io de la Real Academ ia Española) constituye uno de los capítulos fundam entales de la lexicogr afía del español y de la histor ia de la institución que dio vida a este dilatado pr oyecto lexicogr áfico. Com o es sabido, su nacim iento tuvo com o causa inm ediata un hecho coyuntur al: la falta de ejem plar es disponibles del pr im er Diccionar io de la Cor por ación, hoy conocido com o Diccionar io de autor idades (1726-1739) y el pr evisible r etr aso de la segunda edición de éste, de la que tan solo se había publicado el pr im er tom o (letr as A y B) en 1770. En el Pr ólogo que antepone al Diccionar io de 1780, la Academ ia da cum plida cuenta de cóm o y por qué se había llegado a una situación tal, a pesar de «haber m ir ado siem pr e com o el pr incipal objeto de sus tar eas la cor r ección y aum ento del Diccionar io»[1]. Las pr incipales r azones que se esgr im en son, por un lado, «los r epetidos y pr olixos exâm enes que es pr eciso hacer de cada uno de sus ar tículos» y, por otr o, el tiem po em pleado en sacar adelante otr os tr abajos «pr opios tam bien de su instituto [que] han inter r um pido á tem por adas el pr incipal del Diccionar io[2]». La solución de com pr om iso que se adoptó par a paliar la falta de ejem plar es del Diccionar io no fue otr a que la «edición de un com pendio de toda la obr a, en m enor núm er o de tom os y tipogr afía m ás r educida, supr im iendo las etim ologías y las autor idades» (Seco, 1991: IV), per o tam bién sim plificando el sistem a de m ar cas a tr avés del uso de abr eviatur as. Aplicadas las m odificaciones opor tunas[3], esta ver sión com pendiada saldr ía a la calle en un tiem po r azonable, poniéndose finalm ente a disposición del público una obr a «de m ás fácil uso», «por un pr ecio cóm odo» y en un solo tom o; eso sí, per o «sin quitar ninguna voz, ni alter ar la obr a en cosa substancial»[4].

___________________________________________________________________ [1] Real Academ ia Española, «Pr ólogo», Diccionar io de la Lengua Castellana, M adr id, Ibar r a, 1780, p. 1. [2] Ibidem. [3] De entr e todas las m edidas que se adoptar on, la supr esión de las autor idades fue, con m ucho, la que m ás contr ibuyó a r educir el tam año de la obr a, puesto que las citas de autor es «ocupaban el 37% del texto» (Ruhstaller, 2003: 250). [4] Los fr agm ento entr ecom illados pr oceden del «Pr ólogo» del DRAE, 1780.

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La r educción a un tom o de su pr im er Diccionar io tuvo im por tantes consecuencias par a la Academ ia; puesto que, gr acias a esa decisión dictada por las cir cunstancias, logr ó dar continuidad a su labor lexicogr áfica sin abandonar los otr os dos pilar es que sustentaban el edificio de la nor m a culta del español: la or togr afía y la gr am ática. La car a negativa del pr oceso fue la r enuncia a una de las car acter ísticas m ás valor adas del pr im er Diccionar io de la Academ ia: las citas de los autor es, a tr avés de las cuales se hacía visible la base docum ental sobr e la que descansaba la selección de las voces, que er an legitim adas com o genuinas castellanas al pr oceder de los autor es que la docta Institución había espigado entr e los gr andes cr eador es del idiom a (Azor ín, 2004: 274). A la postr e, la fór m ula ensayada con el Diccionar io com pendiado constituyó todo un éxito; un éxito que la pr opia Institución estaba lejos de im aginar en aquellos m om entos, a juzgar por las dudas que expr esaba acer ca del futur o de su nuevo vástago, con las que ponía punto y final al «Pr ólogo»:

Si esta obr a m er eciese aceptacion, y llegase el caso de r eim pr im ir la, se añadir án todos los aum entos y cor r ecciones, que se hubier en hecho al tiem po de la r eim pr esion. Entr e tanto esper a la Academ ia, que el Público disim ular á los defectos que encontr ar e en ella, en atención al zelo con que pr ocur a desem peñar las obligaciones de su instituto, pr oponiéndose siem pr e por objeto en todas ellas la pública utilidad[5].

Las veintitr és ediciones[6] del que, en la actualidad, es tam bién conocido com o ?diccionar io usual? o ?diccionar io com ún?, son la pr ueba fehaciente del ar r aigo del DRAE entr e los hispanohablantes, lo que ha per m itido su continuidad a lo lar go de los 235 años que m edian entr e su publicación, en el últim o cuar to del siglo XVIII, y su últim a entr ega, ya en la segunda década del XXI. Un pr oyecto lexicogr áfico de lar go alcance, que ha influido de m aner a decisiva en la constitución de la m oder na lexicogr afía del español.

2. EL REPERTORIO LÉXICO DEL DRAE El Diccionar io ?com pendiado? m antuvo básicam ente el m ism o elenco de voces y acepciones[7], así com o los m ism os pr incipios de selección del vocabular io que se estipular on par a Autor idades. Y aunque el núm er o de voces que atesor a[8] y los cr iter ios de r ecepción del léxico hayan ido ajustándose a lo lar go de los distintos per iodos de vigencia del DRAE, sor pr ende la per sistencia hasta nuestr os días de deter m inados planteam ientos, pr ocedentes de su antecesor, r especto de la inclusión y tr atam iento lexico-

___________________________________________________________________ [5] Real Academ ia Española, ?Pr ólogo? al Diccionar io de la lengua castellana, M adr id, por D. Joaquín de Ibar r a, Im pr esor de Cám ar a de S. M . y de la Real Academ ia, 1780. [6] Siglo XVIII: 1780, 1783, 1791. Siglo XIX: 1803, 1817, 1822, 1832, 1837, 1843, 1852, 1869, 1884, 1899. Siglo XX: 1914, 1925, 1936 (1939), 19 Siglo XXI: 2001, 2014. [7] Por un lado, las m odificaciones que se intr odujer on en el tom o I (letr as A y B) de la que iba a ser la segunda edición del Diccionar io de autor idades, publicado en 1770. Tam bién se contó con las enm iendas que iban a for m ar par te del tom o II (letr a C), que estaba ya r evisado y listo par a su publicación. Par a las r estantes letr as, se volcó el contenido de los tom os III, IV, V y VI de Autor idades; así com o los m ater iales de un Suplem ento en el que la Academ ia había estado tr abajando desde antes de la salida a la calle, en 1739, del tom o sexto y últim o de Autor idades. [8] Del aum ento de voces y acepciones que ha ido exper im entando el DRAE a lo lar go de su histor ia han dado cuenta var ios autor es. Desde aquí r em itim os a los r ecuentos efectuados por Alvar Ezquer r a (1993: 215-239) que abar can desde Autor idades (1726-1739) hasta la 19ª edición del DRAE de 1970. El cr ecim iento del Diccionar io oficial del español ha sido, cier tam ente, im por tante si se com par an las 42.500 entr adas que contenía su pr im er r eper tor io con las 93.111 que figur an en la últim a entr ega del DRAE (2014); per o en ningún caso se puede decir que, par a bien o par a m al, haya sido fr uto de la im pr ovisación; sino de las decisiones fundam entadas en el concepto de nor m a que en cada per iodo de su dilatada histor ia sir vió de guía a la Academ ia. 47, 1956, 1970, 1984, 1992.

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de cier tos gr upos de unidades léxicas que hacen del Diccionar io oficial del español un espécim en sui gener is, situado en la per ifer ia del pr ototipo de r eper tor io nor m ativo. Atendiendo a la confor m ación de su inventar io léxico, el DRAE se podr ía catalogar com o un pr oducto híbr ido, puesto que pr esenta car acter ísticas pr opias de un diccionar io nor m ativo, or ientado a la r epr esentación del español culto con base en la lengua liter ar ia; per o que, al m ism o tiem po, se abr e a la descr ipción de otr as var iedades léxicas que, fuer a de la esfer a ejem plar de la lengua liter ar ia, constituyen, a juicio de la Academ ia, par te inalienable de la lengua española concebida en tanto que diasistem a. Cabe r ecor dar que el Diccionar io de autor idades fue, ya en su época, un am bicioso pr oyecto lexicogr áfico que super ó, en m uchos aspectos, a los gr andes diccionar ios eur opeos de cor te académ ico[9] que sir vier on de guía e inspir ación a la Academ ia par a r edactar la planta del suyo pr opio. Com o afir m a M anuel Seco (1991: I-II), el pr im er Diccionar io de la Academ ia aventajar ía a sus m odelos no solo por su r igor m etodológico, sino tam bién por «la aper tur a diatópica (voces ?pr ovinciales?) y diastr ática (voces ?fam iliar es y ?bajas?) que lo difer enciaban de sus hom ólogos, m ucho m ás r estr ictivos a este r especto». Poco r estr ictivo fue tam bién Autor idades a la hor a de dar cabida al léxico pr ocedente de las ar tes liber ales y m ecánicas, esto es, los tecnicism os o voces de especialidad; aunque la intención de la Cor por ación fuer a tan sólo poner los pr incipales de cada m ater ia: «las que han par ecido m ás com unes y pr ecisas al uso, y que se podían echar m enos» (Real Academ ia Española, «Pr ólogo», 1726, p. V). Com o gener osa fue tam bién la cosecha de voces antiguas, fr uto del extenso cor pus diacr ónico que m anejó la Academ ia par a extr aer las voces y las citas que las autor izaban, com puesto por textos per tenecientes a las distintas etapas de la histor ia del español, aunque con pr edom inio de los pr ocedentes del per íodo clásico[10]. En algunos sector es del léxico, com o es el caso de las voces m ar cadas diatópicam ente, la r ecolecta que se hizo par a Autor idades fue, adem ás de exigua en gener al, especialm ente desequilibr ada en r elación al conjunto geolectal que se pr etendía descr ibir. Desequilibr io que se tr aducir ía en el secular abandono del léxico am er icano fr ente a los pr ovincialism os peninsular es. Per o, a par tir de la 15ª edición del DRAE (1925)[11], la deter m inación de atajar esta situación, que tantas cr íticas contr a la posición hispanocéntr ica de la Academ ia había gener ado, se m antuvo viva entr e los pr opósitos de la Cor por ación[12]. Si com par am os los apenas 124 am er icanism os de Autor idades con los que contiene la 23ª y últim a edición del DRAE, en la que se añaden m ás de 19.000 al acer vo que pr esentaba la de 2001, unos 28.337, el cóm puto total ar r oja una cifr a de m ás de 47.000 acepciones am er icanas[13]. Uno de los logr os m ás destacables de la Real Academ ia Española ha sido, pr ecisam ente, poner los m edios necesar ios par a el desar r ollo de lo que se ha dado en llam ar ?política panhispánica?, a tr avés de la cual ha sido posible la r ealización de obr as de gr an calado nor m ativo que sin la colabor ación de la RAE con las distin-

________________________________________________________ [9] Fuer on éstos: el Vocabolar io della Accadem ia della Cr usca, en su ter cer a edición, de 1691y el Dictionnair e de l´ Académ ie Fr ançaise, en su segunda edición, 1718. [10] Según M . Fr eixas (2010: 270 y sigs.), en el catálogo de autor es ? y de obr as anónim as? elegidos por la Academ ia par a docum entar el uso de las voces y m odos de hablar, pr edom inan los del siglo XVII (47,23%), seguidos por los del XVI (33,58%), los de la Edad M edia (siglos XIII al XV, con un 14,39%) y, finalm ente, los del XVIII (4,8%). [11] La edición de 1925 del DRAE, apar te del sim bólico cam bio en la denom inación del Diccionar io que, en adelante ser á Diccionar io de la lengua española en lugar de Diccionar io de la lengua castellana, pr esenta un consider able aum ento en el sector de los am er icanism os, fr uto de la «m ayor atención consagr ada a las m últiples r egiones lingüísticas, ar agonesa, leonesa e hispanoam er icana, que integr an nuestr a lengua liter ar ia y culta», tal y com o se anticipaba en el «Pr ólogo». [12] Con la cr eación de la ASALE (Asociación de Academ ias de la Lengua Española) en 1951 y la puesta en funcionam iento en 1965 de su Com isión Per m anente, com o instancia encar gada de canalizar los datos pr ocedentes de todas las academ ias am er icanas, el cr ecim iento de los am er icanism os, en las últim as ediciones del Diccionar io, ha sido r ealm ente espectacular. [13] Cifr a obtenida a par tir de la infor m ación que, sobr e el cóm puto por m ar cas geogr áficas, ofr ecen las ediciones en for m ato electr ónico de la 21ª y 22ª salida del DRAE. En la 21ª de 1992, había 13.758 acepciones de pr ocedencia am er icana; cifr a que aum enta hasta las 28.337 en la 22ª de 2001.

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academ ias am er icanas no se habr ían podido llevar a tér m ino[14]. Un gesto m ás en favor de la im agen plur icéntr ica del español que la Academ ia quier e ofr ecer es la inclusión la m ar ca diatópica Esp. (España), que se antepone a las voces y expr esiones pr ivativas de la var iedad geogr áfica del español de España que, desde la edición de 1992 del DRAE, pasó a engr osar el catálogo de m ar cas geogr áficas del Diccionar io oficial[15]. La pr esencia en el DRAE de voces y acepciones con r estr icción diastr ática o diafásica se r em onta, así m ism o, al Diccionar io de autor idades que, lejos de lo que cabr ía esper ar, dar ía entr ada a m uchas de ellas advir tiendo de su calidad con fór m ulas com o ?solo entr e gente vulgar ?, ?es voz del vulgo?, ?llam a el vulgo?, ?en estilo vulgar ?, etc. En la segunda edición del Diccionar io de autor idades (1770), se obser va una m ejor estr uctur ación de las m ar cas que expr esan la calidad de las voces que, por pr im er a vez, se anotan por m edio de abr eviatur as. En el caso que nos ocupa, encontr am os las siguientes: Fam . (Voz o fr ase fam iliar ) y Festiv. (Voz o fr ase festiva) par a los difer entes estilos de lengua; Bax. (voz o fr ase baxa) y Vulg. (Voz o fr ase vulgar ) par a m ar car los niveles o difer encias diastr áticas. A lo lar go de la tr ayector ia del DRAE este tipo de voces no ha dejado de estar pr esente, si bien su r ecolecta se ha visto influenciada por las ideas cir culantes en cada m om ento histór ico acer ca de los lím ites de la cor r ección lingüística. En las últim as ediciones del Diccionar io académ ico es per ceptible la tendencia, no solo al aum ento de este tipo de voces, sino tam bién al em pleo de un sistem a de m ar cas que per m ita dar cuenta de la estr atificación social y situacional de las palabr as, así com o de los m atices que se asocian a la intención del hablante.

3. EL TRATAM IENTO DE LA NEOLOGÍA EN LA TRAYECTORIA DEL DRAE Hem os com entado al inicio del capítulo anter ior que, teniendo en cuenta la com posición de su inventar io léxico, el Diccionar io de la Academ ia Española no encajar ía del todo con el m odelo pr ototípico de r eper tor io nor m ativo, pr ecisam ente por no ser lo suficientem ente r estr ictivo con deter m inados tipos de unidades léxicas que quedar ían fuer a del núcleo centr al de la var iedad culta ? o pr estigiada com o tal? de la lengua. Sin em bar go, desde los inicios de su tr ayector ia, la Academ ia ha venido ejer ciendo todo el r igor de su capacidad censor a con un tipo de palabr as especialm ente pr opicio: nos r efer im os a los neologism os. De ahí que el seguim iento de la neología en la evolución de la pr oducción lexicogr áfica de la Academ ia pueda apor tar datos de inter és par a evaluar el per fil del DRAE en tanto que r eper tor io oficial del español. Hoy en día se consider a que uno de los indicios m ás fiables de car a a deter m inar si un r eper tor io lexicogr áfico se inclina m ás a lo descr iptivo que a lo nor m ativo ? o vicever sa? es su gr ado de per m eabilidad a la innovación léxica (Coll Pér ez, 2013). Esto es, en qué m edida el diccionar io se abr e a la r enovación del léxico que per iódicam ente se oper a en la lengua, así com o tam bién qué condiciones deben cum plir las nuevas unidades par a ser adm itidas. Según esta hipótesis, el m áxim o gr ado de aper tur a, car acter ístico de los diccionar ios netam ente descr iptivos, estar ía r elacionado con la per m eabilidad a la inter fer encia lingüística, que se m anifiesta a tr avés de la inclusión en el diccionar io de elem entos neológicos pr ocedentes de otr os sistem as lingüísticos; es decir, a tr avés de la integr ación de los pr éstam os.

________________________________________________________________ [14] Com o se puede leer en la w eb de la docta Institución (w w w.r ae.es): «Esta colabor ación se ha incr em entado especialm ente en la pr im er a década del siglo xxi, con la apar ición de obr as com o el Diccionar io panhispánico de dudas, el Diccionar io del estudiante, la Nueva gr amática de la lengua española, el Diccionar io de amer icanismos y la Or togr afía de la lengua española, todas ellas con un m ar cado car ácter panhispánico». [15] En la vigésim a segunda edición (2001) apar ecen 46 acepciones con la m ar ca Esp., com o por ejem plo, sudaca, bonobús, gr apo, piso fr anco, estar (algo) en el bote, dar caña, etc.

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Si volvem os a los inicios de su tr ayector ia lexicogr áfica, la Real Academ ia Española declar a en el «Pr ólogo» de su pr im er diccionar io cuál es el alcance de su selección léxica:

Se han puesto todas y solas las voces apelativas Españolas [...] y han quedado excluidas del diccionar io todas las voces y nom br es pr opr ios de per sonas y lugar es [? ] y se han excusado tam bién todas las palabr as que significan desnudam ente objeto indecente (RAE: 1726: VI).

Se colige, pues, que del conjunto de unidades léxicas que r ecoge Autor idades, no for m an par te las voces que consider a ajenas al acer vo léxico patr im onial del castellano y, de entr e éstas, se elim inan, adem ás, las m alsonantes o socialm ente r epr obadas en función de la r ealidad que designan. Am bas pr oscr ipciones caen dentr o de la ór bita de los r eper tor ios típicam ente nor m ativos: en la pr im er a, se advier te de la condición netam ente española que deben tener las voces adm itidas, descar tando im plícitam ente, las extr anjer as; m ientr as que, en la segunda, se actúa en contr a del uso asentado en la pr opia lengua apelando a cr iter ios de valor ación sociocultur al: ofensa a la m or al, al buen gusto, etc. que tam bién encajan con cier ta inter pr etación estr echa de la nor m a. Aunque en el «Pr ólogo» no se alude dir ectam ente a los neologism os, en la Planta y méthodo de 1713, r ecogida poster ior m ente en los pr elim inar es del Diccionar io de autor idades, se declar a de m aner a explícita la intención de:

Dester r ar las voces nuevas, inventadas sin pr udente elección, y r estituir las antiguas, con su pr opiedad, her m osur a y sonido m ejor, que las subr ogadas: com o por inspeccionar , aver iguar . Y por Pontificar , Pr esidir en la Iglesia Univer sal, calificando de bar bar ism os dichas Voces nuevas (RAE, 1726: XVII).

En el ejem plo que ofr ece la Academ ia, inspeccionar ser ía la voz neológica o nuevam ente intr oducida o ?inventada sin pr udente elección?, fr ente a la antigua y asentada en el idiom a, aver iguar , que se postula com o m ejor opción por el m er o hecho de existir con anter ior idad. Y ello a pesar de que inspeccionar no designe exactam ente el m ism o concepto que aver iguar , y de figur ar en el diccionar io los sustantivos inspección ? a par tir del cual se der ivar ía inspeccionar ? e inspector . Finalm ente, la RAE incluir ía el ver bo inspeccionar en 1803, en la 4ª edición del DRAE[16], con un r etr aso de m ás de 70 años r especto de la publicación del pr im er tom o de Autor idades. En el caso de pontificar , lo que sor pr ende es que la voz neológica esté r ecogida[17] en el m ism o Diccionar io de autor idades (tom o V, 1737) aunque censur ada por ser «voz voluntar ia e inventada sin necesidad». Am bos ejem plos ? inspeccionar y pontificar ? vienen a ilustr ar cóm o en la selección del léxico el cr iter io de la antigüedad o novedad en la lengua de las unidades léxicas candidatas a for m ar par te de la m acr oestr uctur a puede ser deter m inante: bien excluyendo la palabr a nueva, bien adm itiéndola per o con una nota de censur a. En esta ocasión, la Academ ia utiliza un concepto de nor m a que tiende a valor ar en exceso el léxico patr im onial en r azón de su antigüedad en el idiom a o de atr ibutos tan subjetivos com o ?la her m osur a y sonido m ejor ?. Aunque la r azón de fondo del inter és por la r ecuper ación de las voces del pasado, com o bien señala M . Fr eixas (2010: 148):

Puede explicar se por la voluntad de pr esentar la histor ia de la lengua española com o un continuo desar r ollo hacia la per fección. M ostr ar la antigüedad de la lengua contr ibuye a r eafir m ar la idea de que el español, tr as un pr oceso evolutivo de siglos, ha alcanzado ya la etapa de m adur ez.

___________________________________________________________________ [16] En esta cuar ta entr ega del DRAE, inspeccionar se define com o ?Exam inar, r econocer alguna cosa?. Del uso de esta voz en el siglo XVIII tenem os constancia a tr avés del Cor pus Diacr ónico del Español (CORDE) que r ecoge ejem plos de su em pleo en textos de tipo jur ídico-adm inistr ativo a par tir de 1773. [17] Véase el aclar ador com entar io que, a pr opósito de la voz pontificar , en Autor idades, r ealiza Álvar ez de M ir anda (2011: 33).

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La oner osa car ga de ar caísm os léxicos que acum uló Autor idades fue cr eciendo hasta alcanzar su punto culm inante en la 5ª edición del DRAE (1817). Ser á a par tir de la 6ª entr ega (1822) cuando la Academ ia com ience a desem bar azar se de ese lastr e de ar caísm os, m uchos de los cuales er an m er as var iantes del m ism o vocablo ya evolucionado; esto es: «diver sos estados de pr onunciación y or togr afía que padece una voz desde que sale de una lengua m adr e, de la latina por ejem plo, hasta que se fija en un idiom a vulgar com o el castellano, no deben m ir ar se com o palabr as diver sas» (RAE, 1822: II). Par a com pensar la pér dida, la Academ ia anuncia, en el Pr ólogo de esta m ism a edición, un im por tante apor te de voces nuevas:

En com pensación de tantas supr esiones se han añadido m uchos ar tículos nuevos de voces que autor izadas por los escr itor es sabios y el uso[18], se han fijado ya en la lengua castellana, y se echaban de m enos en las ediciones anter ior es (RAE, 1822: II).

A par tir de la sexta edición se nota un gir o im por tante, al m enos por lo que se r efleja en los pr ólogos, encam inado a la descr ipción del uso m ás que a la lengua del pasado por glor ioso que éste haya sido. Al uso, com o gar ante de aceptación, se seguir á r efir iendo la Academ ia en los pr ólogos de las siguientes ediciones de m aner a per sistente. Com o hem os r efer ido anter ior m ente, si el gr ado de per m eabilidad a la innovación léxica se cor r elaciona con el car ácter m ás o m enos descr iptivo o nor m ativo del diccionar io, el de per m eabilidad a la inter fer encia de otr os sistem as lingüísticos ? que ser ía el caso de los pr éstam os? es la pr ueba definitiva par a inclinar la balanza a uno u otr o extr em o del binom io descr iptivo/nor m ativo. En la tr ayector ia de la lexicogr afía académ ica podem os encontr ar, en todas las épocas, m ultitud de ejem plos que avalan la hipótesis de la escasa per m eabilidad hacia la inter fer encia de otr as lenguas que pr esentan tanto el DRAE com o su pr edecesor. Per o tam bién existen contr aejem plos, desde Autor idades, en los que la Academ ia acepta y descr ibe con natur alidad vocablos de or igen extr anjer o que, gener alm ente, per tenecen a la categor ía de los neologism os denotativos. Es el caso, com o ya vio Lázar o Car r eter (1980: 104), «de la ser ie de or igen italiano cantar ín, danzar ín, saltar ín; o [de] los galicism os bayoneta, metr alla, blondo, gabinete», cuya pr esencia en el diccionar io la Academ ia justifica a tr avés de una nota de uso, aunque esto no suceda en todos los casos:

CANTARÍN s. m . y f. El cantór o cantór a. Son voces m oder nam ente tom adas de los Italianos, y ya de algún uso, en especial el de cantar ina. Lat. Cantor . Cantatr ix. BAYONETA s. f. Ar m a m oder nam ente intr oducida, que usan los soldados de Infanter ía y Dr agones, y se com pone de un hier r o acer ado, par a her ir de punta, que unas se hacen esquinadas de m edia var a de lar go, y otr as m as pequeñas con cor te, y anchas a m aner a de cuchillo [? ][19].

Tam bién encontr am os casos de neologism os de ida y vuelta, com o sucede con el galicism o cupé, que, tom ado dir ectam ente del fr ancés, con la debida adaptación or togr áfica, apar ece descr ito por pr im er a vez en el segundo tom o de Autor idades (1729), par a dejar de figur ar en el r eper tor io académ ico en la edición de 1817 del DRAE y volver a él en la duodécim a, en 1884, con idéntica descr ipción a la que tenía en Autor idades.[20]

___________________________________________________________________ [18] El subr ayado es nuestr o. [19] Tam bién se incluye la acepción Bayoneta calada. [20] Véase lo que escr ibim os, a este pr opósito en Azor ín (2015: 15-16).

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Aunque con algunas excepciones, por r egla gener al, la Academ ia m antuvo su postur a r estr ictiva fr ente a los neologism os; r eafir m ándose en sus pr incipios or iginales fr ente a la inter fer encia de las voces de pr ocedencia for ánea; incluso, en no pocas ocasiones, tuvo que defender se ante la cr ítica exter na exponiendo su postur a. Cosa que sucede, por ejem plo, en el Pr ólogo de novena edición del DRAE (1843: 1), donde la Institución justifica el r echazo de las voces sur gidas al am par o de costum br es que se pr esum en pasajer as y sujetas al vaivén de las m odas im per antes en cada m om ento; voces que:

Por designar objetos fr ívolos, tr ansitor ios y de or igen y estr uctur a extr anjer a no deben tener entr ada en el Diccionar io de una lengua, y si bien no faltan en el nuestr o vocablos de esta clase per tenecientes a tiem pos pasados, la Academ ia está per suadida de que no deben adm itir se[21].

La Academ ia continúa su alegato con el ejem plo de las voces canesús, bandolina y capota, que ser ían neologism os denotativos em pleados par a designar r ealidades nuevas per tenecientes al ám bito de la m oda en el vestir y que ser ían pr oscr itos, pr ecisam ente, por su condición de ?objetos fr ívolos?. En el m ism o pr ólogo, son r echazados los tér m inos comité y secundar , por tener en español equivalentes castizos en comisión y cooper ar . Galicism os ya extendidos en los per iódicos de la época, junto a otr as voces tam bién for áneas «de que están infestados la m ayor par te de los escr itos que diar iam ente cir culan y que todo el m undo lee por la im por tancia de los asuntos sobr e que ver san», según declar a la Academ ia. La voz comité ser ía aceptada en el DRAE en 1914, en la que fue su décim o cuar ta edición.[22]

4. EL NEOLOGISM O EN LA PRAXIS ACADÉM ICA ACTUAL La vigésim a ter cer a edición del DRAE, publicada en octubr e de 2014, r epr esenta un jalón m ás dentr o de la tr adición de la lexicogr afía académ ica. Es la culm inación, adem ás, de 13 años de tr abajo en estr echa colabor ación de la RAE con las 21 Academ ias de la Lengua Española involucr adas en la tar ea no solo de aum entar, sino tam bién de per feccionar el Diccionar io oficial de todos los hispanohablantes. Las cifr as que ha difundido la Cor por ación acer ca de su contenido hablan por sí m ism as: una m acr oestr uctur a que super a las 93.000 entr adas y 195.439 acepciones, m uchas de estas últim as, am er icanas. Adem ás de los 5.000 nuevos ar tículos y un cr ecido núm er o de nuevas acepciones en ar tículos ya existentes. Tam bién ha habido 1.350 supr esiones. Com o es de suponer, no todas las novedades que pr esenta el Diccionar io r efer idas a ar tículos y acepciones se pueden catalogar com o neologism os. Com o el m ism o DRAE nos infor m a en el ar tículo cor r espondiente, neologismo, en la pr im er a de sus dos acepciones, significa ?Vocablo, acepción o gir o nuevo en la lengua?[23]. Por lo tanto, ser á el cr iter io cr onológico r efer ido a la docum entación en el uso de los hablantes el que deter m ine, en pr im er a instancia, la catalogación de un vocablo o acepción com o neologism o. Com o afir m a M anuel Seco (2007: 12-13):

Debem os tener clar o el hecho de que la población léxica de una lengua viva no aum enta indefinidam ente, y que cuando se habla de enr iquecimiento del léxico se tiene la pr esunción de que todo lo que entr a nuevo en él se sum a a lo que ya posee. A esta cr eencia contr ibuye pr obablem ente el visible cr ecim iento indefinido de algunos diccionar ios, com o el de la Academ ia, con m ayor núm er o de palabr as y m ayor extensión al pasar de una edición a otr a. Lo que de ver dad cr ece es el diccionar io, no la lengua, ya que en este tipo de r eper tor ios se va acum ulando lo pr esente sobr e lo pasado. ___________________________________________________________________ [21] El subr ayado es nuestr o. [22] Anter ior m ente fue r ecogida por Dom ínguez (1853) y por el Diccionar io de la Editor ial Gaspar y Roig (1853-1855) que la da com o neologism o: «Esta palabr a del idiom a fr ancés ha sido m oder nam ente intr oducida en el lenguaje per iodístico». [23] El subr ayado es nuestr o.

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figur an todos los ar tículos de nuevo cuño[24] pr esentes en dicha letr a. Así, sobr e un total de 312 ar tículos, espigados a par tir del adelanto de las novedades de la 23ª edición que pr esenta la Academ ia en su página w eb, unos 260 están encabezados por palabr as der ivadas, 33 son com puestos cultos o patr im oniales y en el r esto, hasta com pletar la cifr a total, encontr am os pr éstam os de difer entes lenguas: a capela, aber tzale, ad per sónam, ad tempus, álea jacta est, agar , amateur , ar t déco, ar t nouveau, au pair [25]; siglas: ABS, ADSL; r aíces pr efijas cultas: acr o-, astr o-; así com o un caso basado en el pr ocedim iento sem ántico de la antonom asia: atila (?hom br e bár bar o e inhum ano?). La inm ensa m ayor ía de las voces que encabezan ar tículos nuevos en nuestr a m uestr a son, en efecto, unidades léxicas de ?pr oducción pr opia? o, com o las llam ó Seco (1972): ?léxico m ultiplicado?; esto es, el pr oducido a par tir de los r ecur sos lexicogenésicos del español (com posición y der ivación, especialm ente). Algunos ejem plos ser ían: abar r ocado-a, abar r ancado-a, abar r otamiento, abochor nante, abominablemente, abr efácil, acechante, achichar r ante, acogotamiento, acojonante, acojonado-a, actitudinal, acidur ia, acetilcolina, acúmulo, afectuosamente, afilacuchillos, ajamonado-a, ajoblanco, ajada, amaxofobia, etc. a los que habr ía que sum ar los 71 casos de palabr as for m adas con el pr efijo anti-, com o: antiar r ugas, anticelulítico-a, anticr isis, antideflagr ante, antidopaje, antiestr és, antimonár quico-a, antir r evolucionar io-a, antisida, etc. que englobar ía un am plio espectr o de dom inios tem áticos, com o la econom ía (antitr ust, antiinflacionista), la m edicina y la biología (antineur álgico-a, antipolio, antimicr obiano), la m ilicia (antisatélite), etc., aunque la gr an m ayor ía son unidades no m ar cadas diatécnicam ente, por lo tanto, per tenecientes a la lengua gener al. Del conjunto de voces que nos sir ve de m uestr a, son pocos los casos que podr íam os calificar com o auténticos neologism os. La m ayor ía son voces que cualquier hablante nativo de nivel cultur al m edio podr ía identificar com o elem entos ya asentados en el español, por lo m enos, desde la últim a década del siglo pasado; otr os, ser ían fácilm ente deducibles aunque su ?nacim iento? sea m ás r eciente. Tan solo las voces técnicas y algunos pr éstam os, aun no siendo r ealm ente nuevos, podr ían ser identificados com o tales por el m er o hecho de no per tenecer a la lengua gener al, es decir, por el desconocim iento de los hablantes no especialistas. En la tr ayector ia del DRAE, com o hem os tenido ocasión de m ostr ar, a pesar de su car ácter heter odoxo fr ente al m odelo pr ototípico de r eper tor io académ ico, se puede detectar un pr incipio ver tebr ador, ininter r um pido desde Autor idades, que lo sitúan clar am ente en la ór bita de los diccionar ios nor m ativos, nos r efer im os a su escasa per m eabilidad a la innovación léxica pr ocedente de los hablantes, así com o a la r esistencia, a veces num antina, a la inter fer encia de otr as lenguas. Hecho que se m anifiesta en su últim a edición con los ejem plos de las voces que encabezan ar tículo nuevo, contenidas en la letr a A, donde encontr am os escasam ente r epr esentados los pr éstam os. Aunque no deba tom ar se este dato com o indicio que afecte a la obr a en su conjunto; sí se deduce, no obstante, que m uchas de las voces que allí figur an, llevan décadas asentadas en el uso: achichar r ante, acojonamiento, acojonante, todas ellas m ar cadas com o coloquiales, las dos últim as tam bién com o m alsonantes y com o exclusiva, adem ás, del español de España (m ar ca diatópica Esp.) el sustantivo acojonamiento. El DRAE, pues, par ece tener, com o diccionar io nor m ativo, la potestad de dilatar la adm isión de cier tas voces per ifér icas al núcleo centr al de lo que se consider a en cada m om ento de la histor ia del idiom a ?español culto o ejem plar ?. A veces, los m otivos pueden ser -en palabr as bien for m adas y socialm ente aceptables- de car ácter ideológico. A este r especto, llam a poder osam ente la atención, aunque el hecho pueda ser tom ado com o un sim ple olvido, que entr e las for m as pr efijadas con anti-, a las que antes nos r efer íam os, se encuentr e el adjetivo antir r evolucionar io-a, que fue intr oducido com o neologism o por Vicente Salvá, en su Nuevo diccionar io de la lengua castellana, en 1846[26]. En la tr adición académ ica, tan solo se r ecoger ía esta voz, en el inter r um -

__________________________________________________________________ [24] En los ar tículos nuevos se r ecogen unidades léxicas cuyos significantes y significados tam bién lo son. Se tr ata del fenóm eno que los lexicólogos denom inan ?neología de for m a?, en oposición a la ?neología de significado?, caso en el que solo el contenido es nuevo. Así, en ar r ocer ía tanto el significado (?r estaur ante especializado en pr epar ar ar r oces?) com o el significante (der ivado de ar r oz a tr avés del sufijo ?er ía) son nuevos. En cam bio, la unidad iglú (?contenedor de for m a sem iesfér ica par a depositar el vidr io destinado al r eciclado?) solo el significado ser ía nuevo, pues el significante ya existía en la lengua con otr o significado (?Vivienda de for m a sem iesfér ica constr uida con bloques de hielo, en que, dur ante el invier no, habitan los esquim ales y otr os pueblos de análogas car acter ísticas?).

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pido Diccionar io histór ico de la Academ ia, cuyo pr im er volum en se publicó en 1933. Finalm ente, con el pr opósito de aver iguar hasta qué punto puede ser la per m eabilidad a la inter fer encia de otr as lenguas un hecho difer enciador del car ácter nor m ativo o descr iptivo de un r eper tor io léxico, com par ar em os las dos últim as ediciones DRAE (2001 y 2014) con dos diccionar ios de nueva planta, am bos descr iptivos y de or ientación sincr ónica: el Diccionar io del español actual (1999) de M anuel Seco, Olim pia Andr és y Gabino Ram os[27], y el VOX Diccionar io de la Lengua Española. LEM A, publicado en octubr e de 2001 por la editor ial Spes de Bar celona y dir igido por Paz Battaner Ar ias[28]. Par tir em os de una pequeña m uestr a de unidades neológicas del gr upo de los pr éstam os sin adaptar, todas ellas pr ocedentes del inglés, extr aídas aleator iam ente del Nuevo diccionar io de voces de uso actual de M anuel Alvar Ezquer r a, publicado en 2004. Com o hem os venido apuntando, la actitud fr ente al neologism o por pr éstam o, suele distinguir a los diccionar ios nor m ativos de los descr iptivos. Nor m alm ente, estos últim os acogen con m ás celer idad y en m ayor m edida las voces pr ocedentes de otr as lenguas. Al tiem po que tam bién descr iben las car acter ísticas fónicas y or togr áficas de estos elem entos ajenos al sistem a fonológico del español y a las convenciones de la or togr afía de la lengua española. En la m uestr a de la tabla que pr esentam os al final de este tr abajo, se apr ecia que de los 20 neologism os tom ados com o r efer encia, todos ellos pr ocedentes del Nuevo diccionar io de voces de uso actual (2004) de Alvar Ezquer r a, el DRAE de 2001 incluye 16; una cifr a consider ablem ente alta teniendo en cuenta su or ientación nor m ativa. Per o si nos fijam os en la colum na del DRAE de 2014, vem os que, a pesar de no pr escindir de ninguno de los intr oducidos en la edición de 2001, el tr atam iento lexicogr áfico que r eciben ha var iado de m aner a substancial. Así, por un lado, destacan las voces baby-sitter , fr ee lance, full time, look, over booking, sponsor y spot, que se conser van sin ningún tipo de adaptación en esta vigésim a ter cer a edición del DRAE, a pesar de figur ar en el adelanto que m antiene todavía la RAE en su página w eb com o ?ar tículos pr opuestos par a ser supr im idos?. Es de suponer que este cam bio se funda en la r evisión de la vigencia de uso de estas voces, según la docum entación de que dispone la Academ ia. No obstante, sor pr ende que dada la condición de anglicism os ?cr udos? de dichos tér m inos que no se consigne de m aner a gener al en el ar tículo ? com o otr as veces se hace? que existe una alter nativa autóctona par a r efer ir esos m ism os significados. Es el caso de sobr eventa par a over booking, de cangur o par a baby-sitter , donde la alter nativa en español no se ofr ece, aunque sobr eventa apar ezca encabezando el enunciado definitor io, per o no com o alter nativa o for m a r ecom endada en lugar del anglicism o[29]. Sí la encontr am os par a full time con a tiempo completo, consignado en negr ita, así com o patr ocinador par a sponsor y anuncio par a spot.

_________________________________________________________________ [26] Salvá r ecoge esta voz bajo la for m a antir evolucionar io-a, en lugar de antir r evolucionar io-a que ser ía lo cor r ecto según la or togr afía vigente, con el siguiente significado: ?Enem igo de todo m ovim iento popular cualquier a que sean su or igen o tendencia?.

[ 27] El DEA es un diccionar io sem asiológico de tipo descr iptivo y de or ientación sincr ónica. Una de sus car acter ísticas m ás sobr esalientes consiste en la incor por ación de citas, hecho que lo singular iza fr ente al com ún de los gr andes diccionar ios m onolingües del español actual. El DEA consta apr oxim adam ente de 75.000 entr adas, unas 141.000 acepciones y de 200.000 citas. [28] El diccionar io LEM A se or ienta al público en gener al, per o atr ibuyendo a ese público un per fil sociológico m ar cado por los cam bios socio-cultur ales acaecidos en España en las últim as décadas. Se pr esenta com o un diccionar io r eflejo del español contem por áneo, basado en el cor pus VOX-Biblogr af y en otr as fuentes que no se especifican, su or ientación es descr iptiva y de uso. El lem ar io se extiende a unas 47.500 entr adas y el núm er o de acepciones r onda las 100.000. [29] Lógicam ente, tam bién son supr im idas las voces adaptadas del inglés esposor izar y esponsor ización , pensam os que por las m ism as r azones que el anglicism o cr udo sponsor : existen en español sus equivalentes castizos (patr ocinar y patr ocinio).

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Según se expr esa en el capítulo «La vigesim oter cer a edición del Diccionar io de la Real Academ ia Española», incluido en los pr elim inar es de la obr a, la Institución continua con la política iniciada en 2001 fr ente a los extr anjer ism os, consignándolos en el lem ar io en letr a cur siva o negr ita según su condición de ?cr udos? o adaptados, r espectivam ente. Otr o aspecto im por tante, en tanto que r evela un gir o hacia lo descr iptivo del DRAE, es el hecho de incluir en la m acr oestr uctur a com o entr adas las: «for m as cr udas y for m as adaptadas de un m ism o pr éstam o [? ] definiendo en la cr uda por r em isión a la adaptada» (RAE, 2014, p. XLVI); com o stand que r em ite a estand, hippy o hippie que envía a jipi, o bungalow a bunga ló. Este m odo de pr oceder, según expone la RAE, se fundam enta en el hallazgo de docum entación suficiente par a am bas posibilidades, siendo así aconsejable, desde el cr iter io del uso, consignar doblem ente una unidad léxica que pr esente var iaciones en su for m a fónica o gr áfica hasta que se consolide su adaptación com pleta. Del m ism o m odo, en ese gir o hacia la descr ipción de los usos constatables en una deter m inada sincr onía, la Academ ia, com o ya hem os r efer ido, se decanta por el pr ocedim iento de consignar «com o for m as pr efer idas deter m inadas equivalencias léxicas de algunos extr anjer ism os cr udos: ?spa m. (Voz ingl.). m . Infor m. cor r eo basur a». Las m odificaciones que, en el tr atam iento de los extr anjer ism os, pr esenta el Diccionar io de 2014, algunas ya ensayadas en la anter ior edición, suponen un clar o vuelco, en este concr eto sector del léxico, hacia posiciones m ás com pr om etidas con el uso de los hablantes y que, sin duda, están r elacionadas con las nuevas her r am ientas que la RAE tiene a su disposición par a estim ar de m aner a m ás ajustada eso que llam am os ?el uso r eal?; es decir, el em pleo que los hablantes del español hacen de su lengua. Una de estas her r am ientas es el CREA, el Cor pus de Refer encia del Español Actual, a tr avés del cual se pueden constatar las fluctuaciones en el uso de las unidades léxicas en el decur so tem por al y establecer, así m ism o, com o se r epar te ese uso según par ám etr os sociolingüísticos, geogr áficos, de estilo, etc. En los diccionar ios descr iptivos DEA y LEM A se apr ecian difer encias im por tantes r especto del DRAE. Por un lado, se m uestr an m enos r estr ictivos a la hor a de dar entr ada a los pr éstam os. Recor dem os que son 19 los que se r ecogen en am bos diccionar ios, fr ente a los 16 del DRAE (2001 y 2014). Por otr o lado, el tr atam iento lexicogr áfico de los extr anjer ism os pr esenta aspectos difer enciales, pues tanto DEA com o LEM A no solam ente definen estas voces a tr avés de su cor r espondiente per ífr asis definicional, sino que apor tan infor m ación acer ca de la adaptación de su pr onunciación a la fonética española y, a veces, señalan la for m ación del plur al y otr as cuestiones que atañen a la m or fología flexiva de estas unidades. Aspectos que señalam os con el sím bolo (+) detr ás de cada palabr a en la tabla. Todas estas infor m aciones, que tienen com o objetivo guiar el uso de los hablantes, están ausentes, por lo gener al, de la m icr oestr uctur a del DRAE. Por lo tanto, podem os decir que los diccionar ios descr iptivos, debido a su or ientación didáctica, no solo r ecogen el uso consolidado entr e los hablantes en un m om ento deter m inado de su evolución, sino que constituyen una her r am ienta que, lejos de im poner o de guiar el uso según un deter m inado m odelo de nor m a pr escr iptiva, pr opor cionan a los hablantes la infor m ación que consider an necesar ia par a r esolver sus dudas com unicativas. Difundir y aquilatar el buen uso del léxico entr e los hablantes es tar ea pr ior itar ia y la r azón de ser de las instituciones que, com o la Real Academ ia Española, tienen com o m isión la unidad del idiom a. Pr ecisam ente, por este m otivo, se entiende que los r eper tor ios léxicos sur gidos de estas instituciones se m uestr en, histór icam ente, m enos r eceptivos a las novedades y, en fin, poco o nada per m eables, según las épocas, a la r ecepción de los elem entos extr años al sistem a. De ahí que la actitud fr ente al pr éstam o haya sido -y sea en la actualidad- un pr oblem a per m anente par a la RAE, que en la últim a edición del Diccionar io ha tr atado de buscar el difícil equilibr io entr e lo nor m ativo y lo descr iptivo en el desem peño de su labor.

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PRÉSTAM OS SI N ADAPTAR

TOTALES

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Tabla 2

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Dolor es Azor ín Fer nández Licenciada en Filosofía y Letr as (Filología Hispánica) por la Univer sidad Autónom a de Bar celona (1977) y Doctor a en Filología Hispánica por la Univer sidad de M ur cia (1983). En 1978 ingr esa en el Depar tam ento de Filología Española de la Univer sidad de Alicante, donde ha desem peñado diver sos puestos docentes. En la actualidad es Catedr ática de Lengua Española. Desde la defensa de su Tesis doctor al sobr e ?El léxico de El Diablo Cojuelo (1641) de Vélez de Guevar a?, sus investigaciones se han centr ado en el ám bito de la lexicología y lexicogr afía españolas, ter r eno en el que ha desar r ollado var ias líneas de tr abajo que atañen tanto a la histor ia de los diccionar ios com o a los fundam entos lingüísticos, didácticos y docum entales de las obr as lexicogr áficas. En la ver tiente histór ica, destaca su libr o Los diccionar ios del español en su per spectiva histór ica, (2004), que constituye un acer cam iento a las pr incipales etapas que confor m an el discur r ir de la lexicogr afía española desde sus pr im er as m anifestaciones, en los albor es del Hum anism o, hasta el siglo XX. De par ticular inter és son sus tr abajos m onogr áficos dedicados al Tesor o de la Lengua Castellana o Española (1611) de Sebastián de Covar r ubias, a sus epígonos y a su huella en la lexicogr afía académ ica española, especialm ente en el Diccionar io de Autor idades. Al sur gim iento de la lexicogr afía española no académ ica en el siglo XIX, así com o a algunas de las figur as punter as de este per iodo, ha dedicado tam bién buena par te de su contr ibución a la histor ia de la tr adición diccionar ística del español. Tam bién ha tr abajado en el ám bito de las lenguas de especialidad, ter r eno en el que ha estudiado la función del diccionar io en la tr ansm isión y divulgación del pensam iento científico. En la ver tiente descr iptiva, sus tr abajos se han centr ado en los fundam entos lingüísticos de las obr as lexicogr áficas, par ticular m ente, en las r elaciones entr e léxico y sintaxis y su r eflejo en la estr uctur ación de la infor m ación en el ar tículo lexicogr áfico. Reseñable tam bién es su contr ibución a la lexicogr afía didáctica con diver sos tr abajos dedicados al diccionar io com o instr um ento en la enseñanza del español com o lengua m ater na y extr anjer a. Desde 1996 desar r olla tam bién una línea de investigación en ?Lingüística de cor pus?. Fr uto de esta últim a línea de investigación son los cor por a COVJA (Cor pus de la var iedad juvenil univer sitar ia del español hablado en Alicante, 1997) y ALCORE (Alicante Cor pus Or al del Español, 1999-2002) publicados en 1999 y 2002 r espectivam ente. Desde esta línea de tr abajo, la pr ofesor a Azor ín ha colabor ado con la Real Academ ia Española, a tr avés de var ios contr atos de investigación, en la im plem entación de los cor por a CREA y CORDE. En la actualidad tr abaja en el seguim iento de la neología a tr avés de la pr ensa, siendo el Diccionar io de neologismos de la pr ensa de M ur cia y Alicante r esultado de esta línea de tr abajo.

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Datos para una lexicografía de la lengua asturiana Xosé Lluis Gar cía Ar ias Univer sidad de Oviedo

El inventar iado del léxico ástur, base par a una lexicogr afía de tal nom br e, se nutr e fundam entalm ente de los datos pr ocur ados por la encuestación m oder na y por la docum entación de la que tenem os noticia a lo lar go del tiem po.

1. DOCUM ENTACIÓN M EDIEVAL En los siglos m edievales asistim os en el dom inio lingüístico ástur a la pr oducción de textos que casi sucesivam ente em plean el latín, el r om ance ástur y el r om ance castellano. A la lectur a de los docum entos em itidos hasta 1250 puede acceder se gr acias a las diver sas colecciones publicadas, fundam ental per o no exclusivam ente, por la Univer sidad, el Real Instituto de Estudios Astur ianos y la Academ ia de la Llingua Astur iana. Desde la citada fecha m uchos textos están todavía inéditos por lo que par a su consulta se pr ecisa acudir, en líneas gener ales, a los ar chivos cor r espondientes. La docum entación m edieval de León, por el contr ar io, ha sido leída y publicada en su casi totalidad y hoy disponem os de ediciones m oder nas en la Colección de Fuentes y Estudios de Histor ia Leonesa[1]. La consulta de nuestr a escr itur a m edieval per m ite pr ofundizar en el conocim iento de nuestr o léxico docum entado desde m ás antiguo: a) el que apar ece m ás o m enos subyacente en textos en latín (desde el siglo VIII al XIII)[2]; b) el clar a y m ayor itar iam ente em pleado en textos ástur es, esto es, escr itos en el r om ance astur iano-leonés (desde el siglo XI-XIV); c) el que apar ece coyuntur alm ente en textos en castellano (desde la 2ª m itad del siglo XIV hasta nuestr os días)[3]. Una guía par a el conocim iento de los docum entos en r om ance ástur puede ver se en Ana M ar ía Cano et alii (1996)[4]. La sustitución lingüística

______________________________________________________ [1] Patr ocinada , en un pr incipio, por la Caja de Ahor r os y M onte de Piedad de León junto con el Ar chivo Histór ico Diocesano de León, dir igida por José M ª Fer nández Catón. [2] En este sentido puede leer se un título r eciente: Documentos or ixinales de los sieglos ix-x de los ar chivos del monester iu de San Pelayo y de la Catedr al d?Uviéu. Llectur a ya índices d?Andr ea M . M ir anda; estudiu llingüísticu de X. Ll. Gar cía Ar ias. Uviéu, alla, 2011. Por lo que a León se r efier e se ha publicado con las siglas lelm al: Pér ez, M aur ilio (2010): Lexicon Latinitatis M edii Aevi Regni Legionensis (s. VIII-1230) Imper fectum. Tur nhout, Br epols Publisher s. Par a la r edación de nuestr o * Diccionar iu Etimolóxicu de la Llingua Astur iana contam os con am plísim o cor pus docum ental conver tido en fichas e infor m atizado com o se puede com pr obar con la lectur a de la ser ie Pr opuestes Etimolóxiques que va publicando en volum en la Academ ia de la Llingua Astur iana.

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llevada a cabo por el castellano a finales de la Edad M edia no im plicó el desar r aigo inm ediato del idiom a ástur pues m uchos de los escr ibanos, con un conocim iento m uy deficiente del castellano, se vier on en la necesidad de seguir em pleando par cialm ente la lengua autóctona par a gar antizar plenam ente la com unicación. Una m uestr a de lo que decim os puede r astr ear se en la centena lar ga de testos en castellano que ofr ece la docum entación del m onaster io de San Pelayo entr e 1450-1500[5] a la que hem os pr estado alguna atención[6]. Per o la m ism a obser vación puede hacer se par a los docum entos leoneses (M or ala 2008)[7] y par a el ingente núm er o de textos m ás tar díos, la m ayor ía inéditos, que ofr ecen difer entes ar chivos eclesiásticos y m unicipales com o los que conocem os con r elación a la com uña del siglo XVI[8] o del Ayuntam iento de Teber ga del siglo XVII-XVIII[9], o bien en la lista ya lar ga de tr abajos que va publicando el pr of. M or ala sobr e diver sas colecciones de León, etc.

2. LA DOCUM ENTACIÓN LÉXICA EN LA ÉPOCA M ODERNA. Par alelam ente debe r evisar se la liter atur a m oder na y contem por ánea en castellano pues puede ser por tador a tam bién de elem entos léxicos de tipo ástur. Es obvio que los nom br es de Juan del Encina y Lucas Fer nández han de estar pr esentes y deber ían conocer se a fondo por pr ocur ar datos inequívocos del viejo dom inio aunque ha de adver tir se que los sayaguismos tr ansm itidos a la liter atur a castellana y r epetidos com o falsilla de m al gusto pueden entor pecer indebidam ente la inter pr etación com o sugir ió M ar ía Josefa Canellada hablando de los astur ianism os de Lope de Vega[10]. Con las m ism as r eticencias han de m ir ar se las apor taciones efectuadas por un tipo de liter atur a que fr ecuentem ente se tr ansm ite a tr avés de com posiciones diver sas com o los villancicos del siglo XVII, XVIII, etc. en los que la figur a ester eotipada del astur iano apar ece utilizando un castellano plagado de astur ianism os en m uchas ocasiones m ás que discutibles. El fenóm eno es extensible tam bién a otr as gentes y a otr as lenguas y es r ecur so de escr itor es sólo pr eocupados por dar un br ochazo de pintor esquism o a un tipo de r epr esentaciones or ganizadas con m otivo de algunas celebr aciones r eligiosas[11]. En cam bio dignos de de cr édito son los datos que ofr ece El Quixote de la Cantabr ia, obr a de Riber o y Lar r ea de 1792, escr ita en

___________________________________________________________________ [3] X. Ll. Gar cía Ar ias: ?La lliter atur a m edieval?. En : Ram os Cor r ada (dir.): Histor ia de la Lliter atur a Astur iana. Uviéu, Alla, 2002: 21-29; X. Ll. Gar cía Ar ias: ?Conciencia llingüística y testos astur ianos m edievales?; en Lletr es Astur ianes 108 (2013): 87-106; Nicolás Bar tolom é: ?Ente Astur ies y M ir anda. La r ecuper ación de la llingua en Lleón y Zam or a?. Lletr es Astur ianes 94 (2007): 7-56; Nicolás Bar tolom é: ?Poesía lleonesa en llingua astur iana?. Actes del II Conceyu Inter nacional de Lliter atur a Astur iana. Uviéu, Alla, 2009: 357-365; Nicolás Bar tolom é: ?El Der echu del Reinu de Lleón nel sieglu XIII: fontes, lliter atur a xur ídica y llingua?. Lletr es Astur ianes 102 (2010); 117-136; Nicolás Bar tolom é (2011): ?Llingua y lliter atur a en Llión?. Faceir a 2 (2011). Zam or a. [4] Reper tor io bibliogr áfico de fuentes documentales del dominio lingüístico astur iano-leonés. IV. Uviéu, Pr incipáu d?Astur ies. [5] Fer nández Conde et alii (1990): El M onaster io de San Pelayo de Oviedo: Histor ia y Fuentes. IV. Uviéu 1990. [6] X. Ll. Gar cía Ar ias: ?Sustitución lingüística a lo caber o?l sieglu XV?. Lletr es Astur ianes 42 (1991):35-45. [7] José Ram ón M or ala: ?Leonés y castellano a finales de la Edad M edia?. En J. Elvir a et alii (eds.). Lenguas, r einos y dialectos en la Edad media ibér ica. La constr ucción de la identidad. Homenaje a Juan Ramón Lodar es. M adr id, Iber oam er icana ? Ver vuer t: 129-148. [8] Abol-Br asón, M anuel de (2013): ?Docum entos del siglo XVI r elativos a La Comuña (Unas notas en tor no a la apar cer ía pecuar ia en Astur ias)?. Pasión por Astur ias. Estudios en Homenaje a José Luis Pér ez de Castr o. Uviéu, Ridea, 2013. [9] El habla de Teber ga: Sincr onía y diacr onía. Univer sidá d?Uviéu 1974: 24-29. [10] M .J. Canellada: ?Astur ianism os en las Famosas Astur ianas de Lope de Vega?. Lletr es Astur ianes 1 (1982): 23-27. [11] X. Ll. Gar cía Ar ias: ?Villancicos puestos en boca d?astur ianos nos siglos XVII-XVIII?. Estudios y Tr abayos del Seminar iu de Llingua Astur iana 1. Uviéu 1978: 37-56. Con poster ior idad José Luis Pensado publicó otr os en Lletr es Astur ianos. Otr os estudiosos r ealizar on tam ién apor taciones de textos especialm ente Xuan Busto: Villancicos astur ianos de los sieglos XVII y XVIII. I-II. Uviéu, Tr abe, 1998.

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castellano per o con un per sonaje que utiliza un astur iano m uy asequible[12]. En esta línea pr oseguir á par te de la liter atur a hecha por astur ianos en castellano que intr oducen astur ianism os par a dar una m ayor viveza al costum br ism o o a la descr ipción. Un ejem plo del siglo XIX nos lo ofr ece la novela de Cefer ino Suár ez Br avo, Guer r a sin cuar tel, pr em iada por la Real Academ ia Española en 1874 y publicada en Bar celona en la que un per sonaje, un cr iado tosco per o de buenas cualidades, habla astur iano. Entr e otr os m uchos ejem plos pueden citar se La Aldea Per dida de Palacio Valdés o las novelas de la época ?astur iana? de Pér ez de Ayala, así com o el cultivo liter ar io-costum br ista de la liter atur a y pr ensa locales m antenido por algunos escr itor es no sólo astur ianos sino leoneses. En todo caso, ha de llam ar se la atención sobr e la tr ansm isión de estos datos pues fr ecuentem ente son por tador es de num er osas castellanizaciones par ciales o de lam entables er r or es de im pr enta. Fr ente a este tipo de liter atur a, y a la citada m anifestación escr ita m edieval, ha de tener se pr esente el valor testim onial que ofr ece la liter atur a en astur iano m oder no y contem por áneo que se desar r olla ininter r um pidam ente desde el siglo XVII hasta nuestr os días. Hoy contam os con m uestr as palm ar ias de sus inicios y disponem os de ediciones fiables, a veces cr íticas, que per m iten un estudio cada vez m ás apur ado. Algunas instituciones y editor iales han pr estado atención a su edición y hoy disponem os de num er osos tr abajos que fijan en ella su atención. Una am plia visión de conjunto puede consultar se, ente otr os títulos, en la obr a gener al Histor ia de la Lliter atur a Astur iana, dir igida por M iguel Ram os Cor r ada[13]; tam bién par a León en la guía bibliogr áfica de Le M en (Lla) y en los tr abajos citados de Nicolás Bar tolom é.

3. REFERENCIAS LÉXICAS. Nuestr a situación lingüística m edieval facilitó que se gener ar a una conciencia lingüística que, aunque con m ater iales r educidos y con r efer encias escuetas, es posible hoy ir r astr eando com o venim os intentado m ostr ar desde hace unos años[14]. Con anter ior idad otr os autor es habían hecho incur siones, cada m ás m ás com pletas, en la apr eciación global que se tenía de la situación plur ilingüe española. A José Luis Pensado debem os un ar tículo específico sobr e nuestr o idiom a titulado ?Evaluación del astur iano entr e las lenguas hispánicas?[15] con r efer encias que par ten del siglo XV. De ese m odo puede ver se algún sopor te r efer encial en el Tr atadillo Filológico, de autor desconocido (p. 10) o hacia 1430 en la ver sión de la Biblia Hebr aica de M osé Ar r agel en cuyo pr ólogo afir m a que ?por las letr as e por m odos de ór ganos? se distinguen en Castilla ?leoneses e sevillanos e gallegos? (p. 11). M ás explícita es la r efer encia del pr ólogo de Las Vidas de los Santos Religiosos que r esulta sum am ente suger ente por tr atar se, en opinión de Pensado (p. 12), de la ?pr im er a valor ación sociológica de las hablas de España? y donde podem os leer obser vaciones de este tipo:

?Hay allende esso en la misma Castilla, como son diver sos r eynos en vno ayuntados, algunas tan gr osser as e ásper as lenguas como es Galizia, Uizcaya, Astur ias e Tier r a de Campos...?.

__________________________________________________________________ [12] Ana M ar á Cano González. ?Notes llingüístiques nel Quixote de la Cantabr ia: Fonética?. Estudios y Tr abayos del Seminar iu de Llingua Astur iana 2. Uviéu, 1979: 187-207. [13] Obr a publicada por la Academ ia de la Llingua Astur iana, Uviéu 2002. [14] El título m ás r eciente: X. Ll. Gar cía Ar ias: ?Conciencia llingüística y testos astur ianos m edievales?. Lletr es Astur ianes 108 (2013): 87-106. Academ ia de la Llingua Astur iana. [15] Lo publicó pr im er am ente en Lletr es Astur ianes 1 (1982): 28-40 y fue im pr eso de nuevo en una colección de ar tículos de este autor apar ecida com o Estudios Astur ianos. Uviéu, Alla, 1999; 9-27. (Citam os por esta últim a obr a).

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Per o no es por esa línea de investigación por donde quer em os discur r ir ahor a pues nuestr o inter és pr esente quisier a centr ar se en la apor tación de datos léxicos tr ansm itidos por los escr itor es de esa época. Por eso podr íam os plantear así la cuestión: ¿de qué datos léxicos explícitos disponem os al m ar gen de la car acter ización social del idiom a? Es otr a vez Pensado (1999:17) quien cita ahor a a Juan de Valdés, el autor del Diálogo de la Lengua, quien ?a pesar de su ascendencia astur iana, apenas dice algo de la lengua de sus antepasados. La única noticia individualizada es ésta de or den lexicológico?:

?Al que por haber muer to algún hombr e anda, como dizen, a sombr a de tejados, llaman en Astur ias homizia do {sic}; par éceme gentil vocablo cor r ompido de homicidar io?.

Tam bién se r efier e Pensado (1999: 18) al Vocabular io de Refr anes y Fr ases Pr over biales que r eúne los r ecopilados en la pr im er a m itad del s. XVI por Her nán Nuñez y, poster ior m ente, por el tam ién salm antino Gonzalo Cor r eas. Las difer entes ediciones pueden m ostr ar algunas difer encias en la tr ansm isión de los datos y en el detalle fónico per o en todo caso m er ece la pena pr estar atención a las r efer encias que segur am ente les hicier on llegar astur ianos de aquella tem pr ana época y que hoy pueden r esultar de utilidad par a el estudio de nuestr o léxico[16]. De hacia 1560 son las noticias que pr opor ciona el m adr ileño Eugenio de Salazar (Pensado 1999: 19) sobr e el léxico de Tor m aleo en el occidental m unicipio astur iano de Ibias. Se nos ofr ecen datos gr am aticales, léxicos y onom ásticos de tipo gallego-astur iano que , m ás tar de, estudió González-Ollé[17] y nosotr os m ism os puntualizam os en algún extr em o[18]. Quer em os tr aer a colación otr o nom br e con alguna apor tación m uy puntual por que es pr eciso ir sum ando, poco a poco, m ás testim onios aunque sean br eves; así el de Ambr osio de M or ales[19], viajer o incansable y gr an er udito, quien r efir iéndose a los libr os antiguos de la catedr al de Uviéu (?Oviedo?) que coleccionan docum entos anter ior es dice que son tumbos pues ?que Tumbos llam an en Astur ias[20], Galicia y Por tugal a sus libr os sem ejantes, que en Castilla llam am os Becer r os? (p. 96). Tam bién se r efier e a la palabr a ár goma com o conocem os por cita de Car vallo. El astur iano Luis Alfonso de Car vallo, después de pr egonar en el Cisne de Apolo la pr im acía del castellano entr e las lenguas hispánicas (Pensado 1999: 23), intr oduce en el texto castellano de un volum inoso libr o sobr e la histor ia de Astur ias publicado a finales del s. XVII[21], unas cuantas r efer encias que quer em os r eseñar. Por ejem plo intenta fijar se en la antigüedad de los pr im er os asentam ientos hum anos echando m ano del dato lingüístico; de ese m odo atr ibuye a la ?pr im er a lengua que vsar on los habitador es de Astur ias? (p. 7), que identifica con la lengua de Noé, la r esponsabilidad de topónim os com o Sama, Nar cea, Nalón, Peña Ullán (Pr avia), Ron (Ibias), Nava?. Tam bién otr os d ebidos al

_____________________________________________________ [16] El em pleo de r efr anes com o testim onio docum ental del léxico es algo que tendr án pr esente siem pr e nuestr os autor es desde el s. XVIII. [17] ?Testim onios del gallego-leonés en Astur ias a m ediados del siglo XVI?. Ver ba 4 (1977): 53-61. [18] En las Actas das Ter ceir as Sesióis d?Estudio del Navia-Eo.Uviéu 2013 : 83. [19] Viage a los r eynos de León y Galicia y pr incipado de Astur ias. M adr id 1765. Ed. de H. Flór ez. (Edición facsm iliar en M adr id 1985). [20] Tam bién esa palabr a de em pleo en León. [21] Car vallo, Padr e Luis Alfonso de (1695): Antigüedades y cosas memor ables del Pr incipado de Astur ias por el Padr e Luis Alfonso de Car vallo. M adr id, Julián de Par edes, 1695. Ed. facsim ilar Salinas, Ayalga, 1977 : 25.

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influjo de los vándalos; así Gr ado, Teber ga, Ver game (p. 67), etc. Acuña el tér m ino lengua astur iana[22] con clar a conciencia lingüística y tr ansm ite alguna de sus palabr as en contextos suficientem ente explícitos com o los que siguen:

aballar : ?abállate? en la acepción de ?date pr isa?(p. 22). almexía, la: ?la vestidur a que tr aen encim a las m ujer es {las m ujer es} de muchas pliegas (sic), llam an almexía? (p. 28). ár goma, l?: ?Y a tr echos ivan poniendo por donde cor r ía el agua vnos r am os llam ados vlices: piensa M or ales que son lo que en Galicia llam an Toxos y en Astur ias Ár gomas per o el nom br e nos dir á que son las r am as del Vr er o[23], que en Astur ias llam an vzes? (p. 48). ber gamota: ?unas per as m uy buenas que llam an ver gamotas? (p. 67) que él consider a que r eciben el nom br e por su pr ocedencia de Ver gam e, pueblo de Cangas de Nar cea. box, el: ?el palo santo que llam am os Box? (p. 11). degollada: ?puer tu de m ontaña?: ?degolladas o puer tos? (p. 5). der r umaber u, el; ?der r um bader os? que entiende com o ?pr ecipicios?(p. 39). canga: ?por que gangas (sic) se llam an unos yugos que ponen a los bueyes encim a de las cer vices com o à m ulas, y no à los cuer nos los quales aun aor a se usan en Galicia en las par tes m uy cuestas...? (p. 144). cor itu: ?el nom br e de cor itos que son pr opiam ente de Llanes, Cangas de Onís. Cabr anas (sic), y sus lugar es cicunvecinos? (p. 16)[24]. fr uchigar : entendido com o ?fr uctificar ?(p. 11). hor r iu, l?: ?Vem os algunos gr aner os que llam an or r ios? (p. 26). llama: ?y se llam an Llamas, que en Astur iano Llamas y Llamuer gos son lodos y pantanos? (164). ?palacr a?: ?las bar r as en que lo hazían después de fundir lo {el or o} las llam avan palacr as en Astur ias? (p. 48)[25]. r obezu, el: ?y por las r ocas m ás altas Labecer r as[26] que com unm ente llam an Rebeços, y pienso que son los anim ales que la escr itur a llam a Ibices? (p. 9).

__________________________________________________ [22] He aquí algunas r efer encias inequívocas: -?y antiguam ente se llam ó San Iuan de las Dueñas que en lengua Astur iana quier e decir San Iuan de las Señor as? [Car vallo 1695: 191] -por esso le llam ar on Cuebadonga que en lenguage astur iano antiguo quier dizir Gr an Cueba? (p. 103). -?y no solo la nobleza de España se conser vó en Astur ias, sino tam bién el habla y la lengua antigua sin cor r om per se, com o por todas las dem ás par tes de España con la sujeción a los m or os? p. 107). ?y se llam an Llamas, que en Astur iano Llamas y Llamuer gos son lodos y pantanos? (164). [23] Es lo m que dice la edición publicada per o, en m i opinión, habr ía de leer se * ?vr ezo? , esto es , ast. br ezu o ber ezu. [24] ?En el siglo XVII, cor ito significaba astur iano. Aunque esto no se especifique, Lope de Vega, Pantaleón de Riber a, Sota y tam bién Tir so en var ios lugar es de sus obr as, hablan de los cor itos, y en todos los casos se puede entender com o astur ianos? (M .J. Canellada op. cit. 23). [25] Pr obablem ente se esté r efir iendo al tér m ino palacr a ?ae ?lingote de or o? tr ansim itido por Plinio (abf ) del que no conocem os r esultado en el astur iano m oder no. [26] Es clar o que quier e escr ibir las becer r as.

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saín, el: ?la gr asa {de la ballena} que llam an saín con que se alum br a la gente de estas tier r as? (p. 10). sidr a: ?Esta nación {tér m ino aplicado a los astur ianos com o conjunto}[27] no bevia vino sino la cidr a hecha de çum o de m ançana? [Car vallo 1695: 24 y 27] úlices: cfr. ár goma. uz, la: cfr. ár goma. viña, la: ?de texidos de palos y var as er an antiguam ente las m áquinas de com bate que llam aban viñas? (p. 26). yer ba de M endo, la: ?Vir ga aur ea, que llam an la Yer va de M endo? (p. 11)[28].

Del siglo XVII es tam bién el libr o de Gaspar Casal, m édico asentado en Uviéu (?Oviedo?) y r esponsable de la obr a Histor ia Natur al y M édica del Pr incipado de Astur ias[29]. A él se debe la tr ansm isión de una docena apr oxim ada de voces astur ianas del tipo de las que siguen[30]:

abedules: ?Tenem os betulas que aquí llam an abedules?. ar fueyu: ?Visco en idiom a vulgar, Liga, y en astur iano ar fueyo?. bígar u: ?acostum br an en todas estas batidas a tocar los car acoles m ar inos, que aquí llam an bígar os o tur ullos?. teya: ?Tilias, que en idiom a astur iano se pr onuncia Teyas y en castellano tejas?.

En este epígr afe r esulta obligado citar la obr a insólita de Fr. Tor ibio de Santo Tom ás y Pum ar ada (2006), Ar te Gener al de Gr anger ías (1712-1714)[31] de la hicim os dos br eves com entar ios[32]. Decim os ?obr a insólita? por que, anque escr ita en castellano, ofr ece un léxico tan señaladam ente astur iano que su editor se vio en la necesidad de hacer un glosar io de unos 600 tér m inos, cifr a que nosotr os aum entam os notablem ente al incluír los en las fichas de nuestr o * Diccionar iu Etimolóxicu de la Llingua Astur iana (en elabor ación).

______________________________________________________ [27] Esta ter m inología es r eiter ativa en Car vallo; así: ?La Nación ó Pr ovincia de los Astur ianos? (p. 2); ? No sin per juicio de nuestr a Nación Astur iana? (p. 3). [28] La lectur a de la obr a del P. Car vallo dar ía m ás datos en este inventar io que m er ecer ían una atención m ayor ; nos r efer im os a m uestr as com o piedr as vezar es (p. 9); ?m antas que llam an quadr as? (p. 9); ?y las m ar tas? ...?y las alm uzder as o r atinas? ...?papos de buytr e? (p. 10); ?Reos sabalos, sollas y M oyles? (p. 10); ?gistr u, ganciana, valer iana (p. 11)., etc. [29] M adr id 1762, obr a póstum a. Poster ior m ente ver ía la luz en una edición m oder na del Instituto de Estudios Astur ianos. [30] Las publicam os en 1995 en hom enaje al Pr of. M iguel de Caso y después se volvier on a im pr im ir en nuestr o Pr opuestes Eimolóxiques. I. Uviéu, Alla, 2000; 195-196. [31] En dos volúm enes: i. De la gr anger ía espir itual. ii. De las gr anger íastempor ales Salam anca, Ed. San Esteban & M uséu del Pueblu d?Astur ies. Entr egas pr evias a la publicación de esta obr a vier on la luz en: X. López ?Léxico astur iano en un tr atado de gr anjer ía del año 1711? (I). Revista de Filoloxía Astur iana 1 (2001): 11-70; (II) RFA 2(2002): 9-51; ?Adiciones al léxico astur iano del tr atado de gr anjer ía del año 1711?, Revista de Filoloxía Astur iana 3-4 (2003-2004): 255-265. [32] En Lletr es Astur ianes 93: 169) y en Cuader nos de Estudios del Siglo XVIII, nº 16. Instituto Feijoo de Estudios del Siglo XVIII & Univer sidad de Oviedo 2006: 77-88.

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4. TESTIM ONIOS LÉXICOS ASTURIANOS DEL SIGLO XVIII EN INVENTARIOS DE OTRAS LENGUAS[33] a) Las obr as de Sar m iento. Fr uto de los intentos de r ecopilar el léxico gallego, Fr ay M ar tín de Sar m iento es m er ecedor del justo título de fundador de la lexicogr afía gallega. Citam os especialm ente dos obr as que m er ecen nuestr a especial atención no por ser el léxico astur iano el objeto pr im ar io de su atención sino por citar lo fr ecuente y docum entadam ente por su gr an inter és com par atista. La pr im er a obr a es la Colección de voces y fr ases gallegas[34]; la segunda el Catálogo de voces vulgar es y en especial de voces gallegas de difer entes vegetales[35]. El quehacer de Sar m iento es, por otr o lado, r efer encia obligada par a la lexicogr afía astur iana pues en sus escr itos beber án Jovellanos y González de Posada, los ver dader os fundador es de la disciplina entr e nosotr os. b) Diccionar io de Autor idades de la Real Academ ia Española. Ofr ece una buena m uestr a de datos astur ianos y leoneses. De los pr im er os hace un estudio cr ítico Ana M ar ía Cano González en sus Estudios de diacr onía astur iana[36]. De los segundos conocem os el tr abajo debido a Janick le M en[37]. En todo caso ha de tener se pr esente que bajo la atr ibución de ?astur iano? (suponem os que tam bién bajo la de ?leonés?) pueden citar se tér m inos en han de consider ar se gallego-astur ianos[38] (y gallego-leoneses). c) Diccionar io de Esteban de Ter r er os y Pando. Pr esenta una m uestr a estim able de tér m inos astur ianos y leoneses. Los datos astur ianos fuer on ofr ecidos por Isabel Echevar r ía Isusquiza que los tom a de dos obr as[39].

5. EL NACIM IENTO DE LA FILOLOGÍA Y LEXICOGRAFÍA ASTURIANA . Por los datos de que disponem os podem os afir m ar que a finales del siglo XVIII había tr es paisanos nuestr os que par ticipaban de la idea com ún de confeccionar un diccionar io del astur iano. Uno de ellos es Gaspar M elchor de Jovellanos, conocido político e ilustr ado; el segundo Car los González de Posada que ejer ce com o canónigo en Tar r agona. De las ideas inter cam biadas por am bos tenem os infor m ación puntual gr acias a las car tas que el pr im er o envía al segundo desde 1790 hasta ya entr ada la pr im er a década del siglo XIX y que pueden leer se en los tom os II-III-IV de las Obr as Completas de Jovellanos[40]. En car ta del 8 de noviem br e de 1790 apar ece nítidam ente la idea de for m ar una Academ ia Astur iana y en 1791 se explicitar á que Jovellanos ya tiene r edactada una ?Instr ucción? par a la for m ación del diccionar io

______________________________________________________ [33] Sobr e este tem a tr atam os en una obr a m ás am plia apar ecida con el título: Bable y r egionalismo. Uviéu, ed. Conceyu bable, 1975. M ás tar de apar eció un título específico que tr ata de la lexicogr afía en esta época debido a Álvar o Ar ias Cabal: ?Histor ia de la lexicogr afía astur iana: siglos XVIII y XIX?. En Cien años de Filoloxía Astur iana. Uviéu, Alvízor as-Tr abe, 2009: 60-100; ed. Xulio Viejo. [34] Ed. y estudio de J. L. Pensado. Univer sidad de Salam anca 1970. [35] Ed. y estudio de José Luis Pensado. Univer sidad de Salam anca 1986. [36] T. I. Uviéu, Alla, 2008; 199-235. El Diccionar io de Autor idades ofr ecía con la m ar ca Astur ias 31 palabr as; con la de Astur ias y otr as 24, según Salvador Rosa apud Isabel Isusquiza en «Léxico astur iano en la obr a de Ter r er os y Pando» en Boletín del Real Instituto de Estudios Astur ianos 158 (2001): 86 n.12. [37] ?Los leonesism os en los diccionar ios de la Real Academ ia Española?. Tier r as de León 104 (1998: 103-145. [38] Gar cía Ar ias en Actas das Ter ceir as Sesióis d?Estudio del Navia-Eo. Uviéu, Secr etar ía Llingüística del Navia-Eo), 2012: 84. [39] «Léxico astur iano en la obr a de Ter r er os y Pando» en Boletín del Real Instituto de Estudios Astur ianos 158 (2001): 83-107. Están r ecogidos de: Espectáculo de la Natur aleza. M adr id 1757-1758, 2ª; tam ién de: Diccionar io Castellano con las voces de ciencias y ar tes y sus cor r espondientes en las tr es lenguas fr ancesa, latina e italiana. M adr id, 1786-1793. 4 vols. Ed. facsim ilar M adr id, Ar co/Libr os, 1987. [40] La cor r espondencia se encuentr a en Gaspar M elchor de Jovellanos: Obr as Completas II-III-IV, iniciadas por José M iguel Caso González. Ayuntam iento de Gijón, Instituto Feijoo, KRK Ediciones.

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astur iano que envía par a su lectur a a Fr ancisco de Paula Caveda y Solar es[41], el ter cer nom br e fundam ental en la em pr esa. Esta ?Instr ucción par a la for mación de un diccionar io del dialecto astur iano? la conocem os por lo que posiblem ente sea una copia pr óxim a que Jovellanos m anda a González de Posada en car ta de 14 de ener o de 1801[42]. Tenem os en este texto lo que hoy llam ar íam os un pr oyecto de tr abajo lexicogr áfico donde detalladam ente se conocen los pasos exigibles par a el buen fin de la em pr esa. Casi todo se pr evé hasta cóm o han de ser los m odelos de las cédulas que estar án en la base de la r edacción del diccionar io (p. 289-291)[43]. En el T. IX de las citadas Obr as Completas tam bién se incluye un ?Apuntamiento sobr e el dialecto astur iano? (pp. 296-320) donde se r eflexiona, entr e otr as cosas, sobr e la im por tancia del conocim iento de la cultur a popular y de la docum entación latina par a el buen tr abajo etim ológico. Concluye con una ser ie de suger encias etim ológicas m uy escuetas[44] que apor ta a quien, en opinión de Jovellanos, había de llevar adelante la r edacción del diccionar io etim ológico, González de Posada. Par ece que casi todo estaba juiciosam ente pr evisto y que se pr eludiaba una obr a excelente par a el m om ento histór ico. De haber sido así se habr ía catapultado en aquella tem pr ana fecha un idiom a al que esper aba un devenir br illante en la histor ia de la filología y de la lexicogr afía astur iana. Per o no fue así, quizá por las cir cunstancias que llevar on al plur idim ensionado Jovellanos, que no había asentado suficientem ente la Academ ia Astur iana con otr as disposiciones. Algo per m aneció, con todo: el testim onio fehaciente de consider ar la lengua astur iana com o un objeto digno de la m ayor atención cultur al. De Car los González de Posada sabem os algo m ás. Que, am én de otr os tr abajos histór icos er uditos, había em pezado a r ecopilar m ater iales léxicos y a r edactar lo que m ejor iba conociendo. Una m uestr a de cóm o estaba tr abajando pudim os ofr ecer la en un pequeño libr o que con el título de Diccionar io de algunas voces del dialecto astur iano (1786) y otr os papeles acabó publicando la univer sidad ovetense en 1989[45]. Hoy sabem os que en su testam ento se incluía quién iba a ser el r eceptor de su diccionar io per o nada m ás pudim os saber de su par ader o. En todo caso, y pese a todos los inconvenientes, el pr im er gr an esfuer zo consciente en pr o de la lexicogr afía astur iana estaba dado y no ser ía baldío por que en siglos poster ior es no ser án pocas las voces que se levanten en pr o del deseado diccionar io y al m ism o tiem po se detecten m ovim ientos favor ables a su consecución. Del ter cer estudioso unido a Jovellanos y Posada, el villaviciosino Caveda y Solar es, tenem os conocim iento, por car ta a Jovellanos, de su concepción del diccionar io y de la influencia que debió ejer cer gr acias a la tr ansm isión de m ater iales a su hijo, José Caveda y Nava,académ ico de la Histor ia y diputado en Cor tes, r esponsable de la pr im er a antología de posesía en astur iano donde incluye, a m odo de ensayo pr elim inar, un im por tante discur so sobr e la lengua astur iana[46], y de la publicación de los ?Recuer dos de la Lengua Astur iana? que ver ía la luz a finales del siglo XIX[47] y que él m ism o sugier e que r esponde a la tr adición de su padr e.

________________________________________________________ [41] Ese docum ento pr om ueve la r espuesta de Fr ancisco de Paula fr ancam ente concor dante con Jovellanos com o hace ver la de la car ta de 4 de julio de 1791 que se r epr oduce en las citas Obr as Completas II: 463-473. [42] Publicada, junto a otr os estim ables textos de gr an inter és infor m ativo, en Obr as Completas IX. Ayuntam iento de Gijón, Instituto Feijoo, KRK Ediciones, 2005: 265-86 [43] El pr im er estudio sobr e las ideas de Jovellanos con r elación al diccionar io pueden leer se en : Ángel del Río: ?Los estudios de Jovellanos sobr e el dialecto de Astur ias?. Nueva Revista de Filología Hispánica 1943. [44] En la citada edición del tom o IX de 2005 m e encar gué de com entar las y hacer ver cóm o en m uchos casos la opinión de Jovellanos er a acer tada. [45] Con poster ior idad esbozam os un com entar io a sus apor taciones etim ológicas en el Homenaje al Pr of. Caso 1995, r ecogido poster ior m ente en nuestr o Pr opuestes Etimolóxiques I. Uviéu, Alla, 2000: 195-201. [46] Colección de poesías en dialecto astur iano. Uviéu 1839. Hay una r eedición facsím il de 1989 debida a Alvízor as Llibr os y pr ologada por José M iguel de Caso. Los poem as de la edición de Caveda ser án incor por ados poster ior m ente a la obr a que publicar á con Fer m ín Canella: Poesías selectas en dialecto astur iano. Uviéu 1887. Hay r eim pr esiones m oder nas de la Academ ia de la Llingua Astur iana. [47] Se har á una edición aum entada poster ior m ente en Lletr es Astur ianes 3 (1982): 50-78.

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6. DOS TIPOS DE ACTUACIÓN CON POSTERIORIDAD A JOVELLANOS Quizá la pr im er a m uestr a de que el inter és por r ecopilar nuestr o léxico se m antenía vivo, pese al fr acaso jovellanista, nos la ofr ezca un pequeño Vocabular io astur iano y castellano coleccionado de la viva voz del pueblo confeccionado en tor no a 1830 y cuyo or iginal se encuentr a entr e los fondos bibliogr áficos de la Hispanic Society of Am er ica; fue descr ito y dado a conocer por Fr ancisco Gago Jover [48]. Se tr ata en r ealidad de un glosar io astur iano-castellano, con la inser ción al final de unas ?locuciones vulgar es? sólo en astur iano. En nuestr a opinión su factur a obedecer ía a un intento de facilitar la com pr ensión de algunas com posiciones poéticas que sin duda cir cular ían m anuscr itas en la época. No hay en tales páginas, evidentem ente, ningún planteam iento léxico que vaya m ás allá de favor ecer la buena com pr ensión de una lectur a ocasional. No sólo esto, r esulta aceptable ver este vocabular io en la línea de otr os inventar ios posibles confeccionados a r aíz de com posiciones m ás am biciosas com o la Colección de poesías de Caveda y Nava de 1839 y otr as. De ese m odo podr ía explicar se el Pequeño vocabular io de voces en Bable[49] y otr os que aclar an el léxico em pleado en obr as concr etas com o la r ecopilación que ofr ece La Olla Astur iana tam ién a finales del XIX. Algunos glosar ios sin duda están en la base de obr as después publicadas con m ás pr etensiones y que, al m ism o tiem po, favor ecer ían a los escr itor es en su em peño por un m ejor m anejo del vocabular io astur iano. Quien pr opiam ente r edacta el pr im er diccionar io de la lengua astur iana es Juan Junquer a Huer go que a pr incipios de la 2ª m itad del s. XIX ha concluído su Diccionar io del Dialecto Astur iano, con entr adas en astur iano y definiciones en castellano. Junto a esto tam bién es suyo, y suponem os que de una época apr oxim ada, el volum en titulado: Diccionar io astur iano-castellano que incluye sólo las pr im er as letr as del abecedar io de la A-E, con la últim a voz estr u. Centr ándonos en el pr im er m anuscr ito hem os de señalar que hay en él un objetivo clar am ente nor m ativista com o se m anifiesta ya a pr im er a vista y com o no podía ser m enos en un autor que en 1869 tenía tam bién r adactada una gr am ática del astur iano[50]. La gr am ática y el diccionar io er an los pilar es fundam entales con los que contaba, junto con una colección de textos, par a pr oceder a la nor m ativización del idiom a astur iano. La fuente de infor m ación léxica er a, gr osso modo, la tr adición or al tr ansm itida en los concejos centr o-nor teños de Astur ias. Las her r am ientas que guiaban sus pasos er an, r espectivam ente, el diccionar io y la gr am ática de la Real Academ ia Española. Quizá por ello podam os explicar las insuficiencias m ás notables del diccionar io que no r esulta exhaustivo y que, con un cr iter io no siem pr e satisfactor io, intr oduce num er osos cultism os dem asiado m ediatizados por el castellano. Con todo, desde el punto de vista lexicogr áfico, asistim os al intento de ofr ecer una obr a que pr etende ser unitar ia, gener al y am plia que da cuenta de un vocabular io que sir ve de base par a la constr ucción de una lengua liter ar ia m oder na. Quiso otr a vez la m ala suer te que tam poco en esta ocasión pudier an los escr itor es y m aestr os disponer de su conocim iento pues la gr am ática no ver ía la luz hasta 1991 fecha en que la publica la Academ ia de la Llingua Astur iana, y el diccionar io nunca fue publicado, si bien sus m ater iales se conocen pues, con la sigla JH, se r ecogen sus m ater iales léxicos en nuestr o Diccionar io Gener al de la Lengua Astur iana[51]. No er a el diccionar io de Junquer a Huer go el que estaba pr efigur ado en la citada Instr ucción de Jovellanos ni sus datos se acer caban al enfoque etim ológico de González de Posada per o sin duda conectaba con la idea unitar ia fundam ental de nuestr os gr andes estudiosos y con la que había alum br ado Caveda y Nava cuando afir m aba taxativam ente en el ?Discur so Pr elim inar ? de su Colección de Poesías que, pese a las dificultades par a ?for m ar el diccionar io de este idiom a y sugetar le a r eglas gr am aticales?, er a algo que ?sin duda puede conseguir se? (Caveda y Nava 1839: 59). _____________________________________________________________________________________________________________ [48] ?El Vocabular io astur iano y castellano coleccionado de la viva voz del pueblo: br eve estudio y edición?. Revista de Filología Astur iana 9-10 (2009-10): 9-38. [49] Lo dim os a conocer en Lletr es Astur ianes 2 (1982): 61-83 con el título; ?Diccionar iu astur ianu de 1880?. [50] De am bos m anuscr itos del diccionar io así com o del tr abajo nor m ativo gr am atical dim os cuenta en nuestr a intr oducción (?entam u?) a: Juan Junquer a Huer go Gr amática Astur iana. Uviéu 1991: 7-18, Alla. [51] Obr a de X. Ll. Gar cía Ar ias publicada en Uviéu por Pr ensa Astur iana entr e 2002-2004.

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Casi al m ism o tiem po que Junquer a Huer go r edactaba su diccionar io, otr o autor m uy atento al astur iano, Laver de Ruíz, desde su cátedr a de la Univer sidad de Santiago r eunía y daba a la im pr enta sus ?Apuntes lexicogr áficos de una r am a del dialecto astur iano?[52] que apor taban los m ater iales del or iental valle de San Xur de (o San Jor ge). La r ealidad dialectal, que ya había sido detectada en algunas obser vaciones, al m enos desde Agustín Dur án en 1832 y Ar ias de M ir anda en 1858[53] y en 1879 [Lletr es Astur ianes 47 (1993): 143] al dar cuenta de que está r ecogiendo el vocabular io de su occidental concejo de Gr au (?Gr ado?), ir r um pía en la escena r eclam ando atención. Per o, com o en su m om ento r esaltam os [Lletr es Astur ianes 94 (2007): 17-19][54] esta doble vía, la unitar ista bien visible en el s. XVIII, y la dialectológica, que se abr e cam ino avanzado ya el XIX, no va a suponer en un pr im er m om ento ningún pr oblem a pr áctico sino un acr ecentam iento de datos y una atención m ás cuidada a lo par ticular. De hecho los escr itor es y estudiosos van a seguir escr ibiendo inter esados por un m odelo supr adialectal [Laver de Ruíz es un ejem plo: Lletr es Astur ianes 39 (1991): 107] y los pr eocupados por el léxico seguir án ansiando la r edacción del gr an diccionar io m ientr as otr os se fijar án pr im or dialm ente en los vocabular ios dialectales. Entr e los unitar istas no podr íam os dejar de citar a un autor com o Fer m ín Canella, que llegar á a Rector de la Univer sidad, que enlaza con las ideas de Jovellanos aunque no siem pr e sea del todo coher ente en sus planteam ientos ni tenga una for m ación lingüística que le per m ita distinguir bien entr e m odalidad dialectal y ?jer ga?, por ejem plo[55]. Deber em os citar tam bién a Apolinar Rato y Hevia que, adem ás de su inter és en dem ostr ar la singular idad de la lengua astur iana[56], es autor de un m uy deficiente Vocabular io de las palabr as y fr ases bables que se hablar on antiguamente y de las que hoy se hablan en el Pr incipado de Astur ias, seguido de un compendio gr amatical[57]. Ser á seguido por Pepín de Pr ía r edactor tam bién de un diccionar io que nos r esulta desconocido per o del que se r ecuper an en nuestr os días algunas obser vaciones debidas a la cor r ección que efectúa del citado de Rato. Tam bién Julio Som oza es r eponsable de una r ecopilación léxica for m ada de sus lectur as de las com posiciones en astur iano, y dada a conocer en un libr o debido, junto a un inter esante tr abajo intr oductor io, a Ar ias Cabal, con el título de Pr imer ensayo de un vocabular io bable[58]. Esa idea unitar ia estaba tam bién pr esente en la obr a de Enr ique Gar cía Rendueles autor de una nueva antología con el título de Los Nuevos Bablista, que ver ía la luz en 1925; de este autor conocem os un vocabular io de 1924 publicado por Vicente Gar cía Oliva[59] quien sospecha que ser ía la base de un gr an diccionar io que tenía en fichas al final de su vida (1955) y que, según algunos, habr ían estado depositadas en la sede del Real Instituto de Estudios Astur ianos[60]. Esa línea, aunque no siem pr e _____________________________________________________________________________________________________________ [53] Em piezan a publicar se en La Ilustr ación Gallega y Astur iana en 1879 (pp. 313-313; 334-335) y en La Revista de Astur ias de 1879 (pp. 369-373; 395-398; 428-432) y 1880 (pp. 24-26; 38-42; 109-110). Con el título ?Dialecto Astur iano? en La Ilustr ación Gallega y Astur iana en 1879 (pp. 112-114; 136-137; 160-161); en la Revista de Astur ias 1879-89: 50-503. Cfr. tam bién F. Diego Llaca (1979): Asina jabla Llanes. M adr id. [54] En la Revista de Astur ias 1-2 (Uviéu). [55] ?De la dialeutoloxía a la llingua nel dom iniu llingüísticu ástur ?. Tam bién ha de com pletar se con nuestr o ?La dialeutoloxía güei nel dom iniu llingüísticu ástur ?. Lletr es Astur ianes 97 (2008): 7-23. [56] Con todo es obligado citar lo especialm ente por dos obr as im por tantes: a): por una colección de estudios pr evios r eunidos bajo el título de Estudios Astur ianos. Car tafueyos d?Astur ies. Uviéu 1886; b) por una antología poética que suponen una com plem entación de la citada de Caveda y Nava de 1839; apar ece ahor a con el nom br e de am bos, Caveda y Canella: Poesías Selectas en dialecto astur iano. Uviéu 1887. [Obr a publicada var ias veces en ed. facsim ilar por la Academ ia de la Llingua Astur iana]. [57] Nada m ás que así puede entender se su inconsecuente: Car ta en Bable que dir igió el Excmo. Sr. Pr esidente de la Real Academia Española, suplicándole la inser ción en la duodécima edición del Diccionar io de la misma de var ias voces del bable; y que se tr atase algunas notas puestas al Quijote por var ios académicos. M adr id 1885 y en el T. V de las M em or ias de la RAE. Hay r eedición en Lletr es Astur ianes 23 1987): 131-143. [1] M adr id 1891. Obr a r eim pr esa var ias veces en nuestr os tiem pos. [58] Uviéu, Alla, 1996. [59] Obr es (in)completes de Don Enr ique Gar cía-Rendueles. Ed., intr oducción y notes de Vicente Gar cía Oliva. Uviéu, Alla, 2012: 341-463. [60] Gar cía Oliva op. cit. 34-36.

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con am bición, sigue en autor es com o Constantino Cabal si bien de su diccionar io sólo conocem os algunas entr egas publicadas en la r evista de Xixón Or bayando. Sum em os a ello la apor tanción de Antonio Gar cía Oliver os que en 1946 publicaba un Ensayo de un Diccionar io Bable de la Rima[61] de utilidad par a escr itor es de no excesivas exigencias. Per o entr e los r ecopilador es que siguier on a Laver de en su vía dialectal es obligado citar a Br aulio Vigón en su dedicación al Vocabular io Dialectológico del Concejo de Colunga[62]. Otr o ejem plo estim able es el de ?Fer nán Cor onas? con u
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