LA CORONA, LA TRATA DE ESCLAVOS Y LOS TRAFICANTES: ESTRATEGIAS PARA SU DESARROLL

July 25, 2017 | Autor: Osvaldo Otero | Categoría: Historia Social, Negros, Esclavitud, La esclavitud en Hispanoamérica, Esclavos
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Descripción

LA CORONA, LA TRATA DE ESCLAVOS Y LOS TRAFICANTES: ESTRATEGIAS PARA SU
DESARROLLO



Prof. Silvia C. Mallo Dr. Osvaldo Otero



CONICET- CEHAC Y CEAC
(Centro de Estudios de Historia Americana Colonial). Facultad de
Humanidades y Ciencias de la Educación. Universidad Nacional de La Plata
(Centro de Estudios de Arquitectura Contemporánea. Universidad Torcuato Di
Tella)



Dirección electrónica
[email protected] y [email protected]














1.- España en la Europa del siglo XVIII


Al iniciarse el siglo XVIII, España se enfrentó con una ruptura
dinástica que afianzó el predominio francés, que acompañó la llegada de los
Borbones al poder (Felipe V, Fernando VI, Carlos III y Fernando VII).
Comenzó entonces una etapa caracterizada por el surgimiento de una política
nacional basada en la defensa y la fuerte centralización de la monarquía,
unida al intento de modernización del reino. A lo largo del siglo estimaron
Amalric y Domergue, debían agregarse, la ruptura institucional y la
ruptura del equilibrio que otorgaba la primacía del centro castellano sobre
las periferias atlántica y mediterránea. (AMALRIC Y DOMERGUE; 2001, p. 9)
La "monarquía universal", basada en la estructura de reinos
diferenciados unidos en una relación directa con el rey, fue reemplazada
por la "monarquía nacional" que se extiende en los dos primeros reinados
del siglo y perduró como proyecto hasta 1787. Estas políticas implicaron
fundamentalmente un centralismo cerrado, la estructuración político-
administrativa única de todos los reinos, respetando sólo algunos fueros
que no afectaran la concentración del control en el Rey. A partir de 1743
surgió, con la impronta del accionar del marqués de la Ensenada, el
proyecto de desarrollo de la producción y el comercio, procurando la
industrialización que define al mercantilismo francés. El objetivo,
centrado en el indispensable fortalecimiento del Estado, se desarrolló
tanto en la búsqueda de eficacia administrativa como en su intervención
directa en la economía, destinando a América Hispánica el rol de productora
de materias primas y consumidora de la industria metropolitana, que
profundizaron su carácter colonial. En 1792 el deterioro de la monarquía
borbónica fue evidente y preanuncia el proceso independiente.
En el orden internacional resultó difícil para España conservar el
equilibrio en sus relaciones con las dos potencias rivales: Francia e
Inglaterra, alternando entre la neutralidad y la beligerancia exterior,
encararon al mismo tiempo una dinámica empresa de reforma y modernización
tanto en su territorio como también en sus dominios ultramarinos.
Destacamos asimismo que los espacios coloniales en América, África y Asia
reprodujeron los conflictos inherentes a las guerras originadas en Europa.
Fue la plata americana la que jugó un papel fundamental en el sostenimiento
económico del reino, en la medida que financió el comercio con Extremo
Oriente y África. En la etapa comprendida entre los tratados de Methuen
(1703) y de Utrecht (1713) Francia adquiriría un lugar destacado en las
relaciones de España hasta el fin de la guerra 1740-1748, cuando con la Paz
de Aquisgrán demostró ignorar las alianzas establecidas por los dos
primeros Pactos de Familia y buscó su propio beneficio. Ya a mediados de
siglo XVIII, después de la guerra de Jenkins (1739) quedó demostrado que
la nueva dinastía española no dominaba sus vastos espacios. Concomitante
con el desmembramiento del Imperio, se produjo la pérdida de territorios
hispanos en Europa (Flandes, Milán, Piamonte, Nápoles, Cerdeña, Menorca y
Gibraltar). Paralelamente se consolidó económica y militarmente el poderío
inglés, mientras Francia, su aliada, perdía el control sobre Canadá y los
espacios comerciales en India.
La política española de preservación del equilibrio y la neutralidad,
se vio afectada por sucesivas guerras que enfrentaron las alianzas de
Inglaterra-Portugal y Francia-España extendiéndose hasta la guerra de los
siete años (1756-1763), momento en el que Inglaterra derrotó a Francia e
impuso definitivamente su dominio en el espacio Atlántico.
La apertura de los mercados americanos españoles, a los países
neutrales y las guerras con Inglaterra 1797-1801 y 1804-1808 constituyó el
fin de un proceso, que generó cambios profundos en las relaciones Hispanas
con las naciones europeas, sobre todo después de la pérdida casi total de
las colonias. (CESPEDES DEL CASTILLO, 1985 p 312-407).
Las rivalidades de las potencias del viejo continente, se dirimieron
en territorio americano concentrándose la disputa por los espacios
dominados. Pasaron en América del Norte a domino Inglés, Canadá y la mitad
oriental de Luisiana. En el Caribe España perdió definitivamente Jamaica,
en tanto Inglaterra devolvió a Francia Guadalupe y Martinica, ocupando
además Manila y La Habana, momento en el cual importó a la isla alrededor
de 10.000 esclavos (1762). Años después, en 1783, la Monarquía española
cedió la Florida, permitiendole paralelamente el control del golfo de
México y la eliminación del dominio británico de parte de la costa de
Honduras y Nicaragua; en el mismo momento los ingleses retuvieron Gibraltar
y Belice. Todo ello significó la ruptura de equilibrios regionales, y el
comienzo de la desintegración de los territorios coloniales.
En América del Sur la alianza anglo-portuguesa asentada en Brasil y
Colonia del Sacramento fue hasta 1750 la base para el comercio con
territorios del Plata y del Alto Perú. Finalizado el conflicto con la paz
en 1750, que establecieron concesiones al Brasil en la cuenca del Amazonas
y Matto Grosso generó al interior del espacio sudamericano, una serie de
enfrentamientos internos conocido como guerras guaraníticas en las que se
disputó la concesión de los siete pueblos de las misiones jesuíticas (1754-
1756). Enfrentamiento que desencadenó la expulsión de los jesuitas en
ambos territorios (1759-1767) Finalizado el conflicto en 1777 y sellada la
paz con el tratado de San Ildefonso, España obtuvo las islas de Fernando
Póo y Annobón en el golfo de Guinea. Paralelamente en 1771, los británicos
se asentaron en las islas Malvinas lo que le permitía una base de apoyo en
la ruta del Pacífico. En 1787 se desvaneció el optimismo español,
produciendo estragos y desaliento en los reformadores, de manera tal que el
comercio inglés operó sin limitaciones en los territorios americanos.
Entretanto los Borbones españoles abrieron sus puertos a los franceses
(1702) concediéndole "asientos de negros" en América, y a los Ingleses
luego del tratado de Utrecht (1713-14). El establecimiento de los
denominados navíos de permiso corrió por caminos paralelos con la promoción
de las compañías de comercio exclusivo. Alrededor de 1760 se dinamizaron
las reformas ultramarinas que tuvieron por aquellos años su mejor momento
impulsadas por José de Gálvez, el Secretario de Indias entre 1776 y 1786.
Los "ilustrados" tomaron conciencia de la "causalidad circular" que
vinculaba las guerras con la estimulación y aceleración de las reformas, en
pos de hombres y dinero para la defensa, momento, que coincidió con la
muerte de Carlos III, y una situación internacional cada vez más compleja,
motivada por la independencia de las colonias inglesas, la revolución
francesa y el dinámico deterioro de la misma España continental

2- Políticas borbónicas de modernización
Después de las guerras civiles de comienzos del siglo, se analizó con
sentido crítico el panorama, las políticas borbónicas tendieron al
reordenamiento y la modernización de las técnicas administrativas y la
burocracia estatal. En la segunda mitad del siglo las reformas se
profundizaron y siguieron diferentes pasos entre 1763 y 1775, una etapa que
podemos identificar como de planificación y experimentación reducida. Entre
1776 y 1788, Gálvez produjo reformas que culminaron con el sistema de
intendencias y la creación de nuevas Audiencias entre 1784-1792.
La administración pública entonces, corrió por cuenta del Estado,
rescató los oficios públicos enajenados o arrendados anteriormente, pasando
entonces de manos particulares a ser ejercidos por funcionarios públicos
asalariados, preferentemente profesionalizados, quedando la gestión como
una acción directa del Estado el que centró sus políticas en la observancia
de la ley y la supresión de la corrupción. Las comunicaciones entre la
península y los espacios americanos, se agilizaron estableciendo un
eficiente servicio de correo y las políticas económica-financieras de la
corona se orientaron a sanear la hacienda pública, aplicando nuevas medidas
de regularización fiscal e impositiva, y paralelamente tendieron a
disminuir las atribuciones a los municipios y las cortes a través de la
exclusión de los sectores medios (AMALRIC Y DOMERGUE; 2001, p. 13-14)
Ejemplo de ello fue el plan de reformas, cuyas medidas fueron entre otras
la supresión de la venta de oficios públicos (1750), la abolición de
privilegios y exenciones a las compañías de comercio (1756). El objetivo de
los pensadores "ilustrados" fue la industrialización y capitalización, la
creación de una burguesía dinámica, la extensión de la educación, y el
establecimiento de un macro-mercado económico de dimensión nacional que se
extendía a los y los territorios de ultramar.
La reconstrucción de la marina española siguió el modelo inglés y fue
efectiva, especialmente en el espacio Mediterráneo. Entre 1743 y 1754, el
marqués de la Ensenada, modernizó y organizó la flota mercante, aumentando
la cantidad de buques y el tonelaje de los mismos, empresa cuyo costo
corrió a cargo del Estado.
Las deficientes estrategias defensivas de las costas americanas, solo
consistieron en el establecimiento de un conjunto de arsenales o
apostaderos que actuaron como centros de los departamentos marítimos.
Ubicados en suelo metropolitano se encontraban Cartagena, El Ferrol y
Cádiz, uno en Filipinas y ocho en América, distribuidos, cinco en el
Caribe, y entre ellos el del golfo de México, Veracruz, Cartagena de
Indias, Puerto Rico, Cumaná y La Habana, uno en Buenos Aires y otro en el
Callao. La tercera parte de los efectivos de la armada junto a los
guardacostas fueron destinados al territorio americano, básicamente
establecidos en el área central del Atlántico. Se renovó asimismo con un
alto costo, el arma de artillería y el cuerpo de ingenieros militares
destinados ambos cuerpos a diagramar las tácticas defensivas. Pero la base
y el fundamento de las estrategias de defensa estuvo a cargo de fuerzas
terrestres que se replegaban para luego contraatacar, una fuerza más barata
y eficaz. Hasta 1764 los territorios coloniales estuvieron defendidos por
milicias urbanas de infantería y caballería, sin armamento, ni formación
teniendo como base de la defensa de las áreas periféricas a los presidios
en zonas de frontera. Por aquellos años se crearon las tropas regulares
profesionales, organizadas según las Ordenanzas Militares de Carlos III
(1768) en regimientos y batallones establecidos en guarniciones permanentes
o expediciones procedentes de la metrópoli, que sirvieron por turno. Las
milicias en los territorios coloniales fueron organizadas con la
denominación de "disciplinadas".
En lo que se refiere a la renovación de las relaciones con los reinos
de ultramar se diseñó una nueva política y se reorganizó el comercio
trasatlántico ante la evidencia de la riqueza que generaban las colonias
francesas e inglesas en las que ambas potencias se enfrentaban por la
colonización de América del Norte, la pesca en Terranova, la producción de
cultivos tropicales y el comercio con los territorios españoles productores
de plata. Ambos mostraban que una organización eficaz les permitía obtener
mayor rendimiento económico y beneficios que no producía para España el
extenso territorio dominado incluyendo el comercio que realizaban desde sus
bases con los territorios españoles.
El proyecto borbónico estuvo centrado en la búsqueda de la
concentración del sector mercantil y la optimización en manos de la
metrópoli, políticas que condujeron necesariamente a la liberalización del
tráfico y el fomento a través de tarifas preferenciales que ubicaron al
comercio español en una situación competitiva. El derrotero seguido para
ello fue la copia y adaptación del modelo francés e inglés, adoptando un
colonialismo de tipo europeo. Los "ilustrados" sabiendo que al principio
sólo podían aspirar a un papel de transportistas e intermediarios de las
mercancías extranjeras, consideraron que esas políticas les permitirían
una fuerte acumulación de capital público y privado. El comercio español
con las colonias pasó entre 1765 y 1779, según los cálculos oficiales del
4% al 10 % y un 30 % de buques españoles transportaron las mercaderías
(CESPEDES DEL CASTILLO, 1985 p 312-407) Con el mismo criterio, Fisher
realizó otras estimaciones para el período subsiguiente y como resultante
del Comercio libre pasó del 38 % (1778) al 52% entre 1782 y 1796. (FISHER.
1999, p 18-19)
Diversas circunstancias y hechos políticos agitaron a América y Europa
en la segunda mitad del siglo XVIII. Muestra de ello fueron las rebeliones
populares en Nápoles y en España (Esquilache), la independencia
norteamericana y las rebeliones andinas, que evidenciaron en la década del
ochenta del siglo XVIII la inminente pérdida de los territorios coloniales,
hechos que movilizaron a la Corona a proteger dentro de sus dominios las
dependencias de las Provincias de Ultramar, tendiendo a estructurar un
pacto colonial, que en sus inicios tomaron como base como ya señalamos el
modelo francés y más tarde inglés. Aquel modelo se fundaba en colonias
productoras de materias primas para la metrópoli y consumidoras de los
artículos metropolitanos, cuyos comerciantes lucraban con los fletes y el
comercio.
El año clave es 1787, fecha del documento que aquí analizamos, año de
la muerte de Gálvez y de la aparición del proyecto del conde de Campomanes
(1788) en el que propone regular el trafico mercantil, estableciendo
factorías y almacenes reguladores de mercancías, distribuidoras de los
fletes y asegurando los tornaviajes. Entre 1787 y 1792 surgió el Imperio,
agrupando la metrópoli y sus colonias ultramarinas, descartándose por
aquellos años el viejo modelo sugerido en el plan de Aranda

3.- El desarrollo de las economías
La economía española en el siglo XVIII
España ocupaba una posición semiperiférica dentro del incipiente
sistema capitalista mundial y estaba sometida conjuntamente con sus
colonias a las leyes del crecimiento desigual, que acentuaron los contornos
asimétricos que ya se hacían visibles con anterioridad.
En el desarrollo de la economía española la primera cuestión a
considerar junto con el aumento de la producción y el consumo, está
señalada por el crecimiento ininterrumpido de la población aunque con
diferentes dinámicas regionales. Dicho aumento estaba originado en el
desarrollo económico que en una economía de tipo tradicional, significaba
la expansión agrícola y la disponibilidad alimenticia básica que se
concentraba en las áreas periféricas de la España Cantábrica y
noratlántica. Galicia aumentaba su población en un 150% y la España
mediterránea (Cataluña, Valencia y Murcia) un 260 % (MARTIN, 2000 P. 321-
347). La ganadería, más extendida en el interior de la península Castilla y
Aragón, también creció básicamente por el aumento de la demanda campesina
de animales de tiro para el transporte y de carne para el consumo y también
por la reactivación de la demanda exterior de lana de calidad y
particularmente la lana merino.
La industria, impulsada por el crecimiento general en los primeros
años del siglo, generada por la política borbónica y las propuestas de los
reformadores ilustrados, tuvo una recuperación incompleta. El aumento de la
demanda en el mercado interno y colonial generó una mayor producción, lo
que no significó la ansiada industrialización, sino solamente una tendencia
expansiva, que se quebró en la segunda mitad del siglo, momento en el que
se inició la retracción y luego un claro movimiento inverso. En síntesis,
se trató de una política de fomento industrial centrada en el aumento de la
producción sin tener en cuenta las transformaciones sociales. Tampoco
calcularon el aumento de la demanda, ni lograron reducir sus costes de
producción habiendo tenido problemas de comercialización, el cierre de
muchas empresas en el momento que perdieron los privilegios y los
monopolios estatales. Se ha señalado que
"…constituye un ejemplo de cómo las mayores inversiones de
recursos o la introducción de la tecnología más avanzada
podían resultar estériles si no inciden sobre un cierto
desarrollo capitalista previo." (MARTIN, 2000 P. 668)
Empresas mixtas y fábricas reales le permitieron al Estado una
intervención directa a través de la creación, gestión y financiación en
empresas concentradas de capital fijo y trabajo, donde la organización
laboral era todavía gremial (maestros, oficiales, aprendices), con muy
bajos niveles de mecanización, integración tecnológica del proceso de
producción y división técnica del trabajo. La colaboración estatal fue
evidente en el proceso de capitalización en el que aportó (edificios-
maquinarias), concedió préstamos o participo en la constitución de
sociedades por acciones destinadas en parte a satisfacer las necesidades
militares y fiscales, desarrollando la construcción naval en los arsenales
de Cartagena, Cádiz o El Ferrol, establecimientos siderúrgicos, que
aplicaron nuevas tecnologías de hierro pudelado, rompiendo con la antigua
técnica de la forja catalana (Liérganes y la Cavada: 1763] para proveer de
material bélico al ejército y la marina. Otras inversiones se vinculaban
con la industria de naipes con estanco (Madrid y Málaga) y los artículos de
lujo destinados a las clases privilegiadas como los tapices de Santa
Bárbara, la Real Fábrica de Cristales y Espejos, los paños de Guadalajara
la lencería de León y La Granja, las sedas de Talavera de la Reina y el
algodón de Ávila, orientados a la producción de artículos de consumo
masivo, entre las que se destacaban los textiles producidos por la nueva
industria algodonera catalana. A pesar del apoyo estatal la industria
española, predominante siguió siendo doméstica y tradicional, caracterizada
por la dispersión geográfica de talleres artesanales una producción de baja
calidad basada en el aporte de un escaso capital y la ausencia de
integración tecnológica del proceso productivo (MARTIN, 2000 P. 629-668)
El comercio se recuperó basado en la capacidad adquisitiva de las
masas populares urbanas y rurales de una población en crecimiento, una
demanda estable de productos de lujo importados y lana castellana, de la
reactivada industria textil del norte europeo, vino, aguardiente, frutos
secos, aceite, hierro y seda en manos de comerciantes extranjeros. El
comercio ultramarino también tomó un fuerte impulso basado en la demanda de
la producción de plata americana y el crecimiento explosivo de su
población. En la segunda mitad del siglo disminuyó la capacidad adquisitiva
por el aumento de precio de los productos alimenticios, la baja de los
salarios reales y el aumento de la renta de la tierra, que estructuraron un
espacio interior asimétrico y desarticulado. España no sólo presenta una
gran disparidad de precios, sino que también estaba muy lejos de constituir
un mercado nacional integrado existiendo un elevado número de mercados
pequeños y fragmentados. Estos conceptos fueron sintetizados por Alberto
Martín a G. Tortella quienes señalaron que


"este tipo de mercado impide las economías de escala, dificulta
la división del trabajo y obstaculiza el progreso técnico
limitando la esfera de la competencia, favoreciendo la
formación de monopolios y fomentando la especulación "
(MARTIN, 2000, p. 671)


Aquellas políticas de la Corona se hicieron evidentes cuando
suprimieron las aduanas interiores (1707-1717) y declararon la libre
circulación de mercancías (1757), La activa política de obras públicas que
se orientó a la construcción de caminos, apertura de canales, obras
portuarias y fomento de la construcción naval no alteró la estructura
antigua de la producción. El comercio exterior mantuvo el déficit de la
balanza comercial financiada con la plata americana y el predominio
extranjero que controlaba el crédito y dominaba la exportación de materias
primas nacionales. También en este sentido, se hicieron esfuerzos para
impulsar la Junta General de Comercio, creando nuevos consulados (1705),
reconstruyendo la flota y la marina mercante.
En 1782 un nuevo arancel general de derechos aduaneros no alteró las
prácticas vinculadas a pactos privados entre los arrendatarios de aduanas y
los comerciantes extranjeros, mercaderes que gozaban además de concesiones
comerciales privilegiadas. En 1792 los productos se importaban de Francia
(25%), Alemania (24%) e Inglaterra (20 %) entre otros y las exportaciones
se realizaban a Francia (16.9%), Inglaterra (15.1%), Italia (10.2), Holanda
(8.8%) y Alemania (7.6%) ((MARTIN, 2000 P. 683 695)

La articulación comercial transatlántica
El comercio americano que se había iniciado con la extensión del
asiento de negros a extranjeros y el navío de permiso (1713) estuvieron
acompañadas por las reformas para la regulación del comercio que si bien no
lograron limitar el contrabando practicado con la anuencia de los
comerciantes y las autoridades españolas en América, aumentaron el volumen
de negocios y demostraron la intención de hacer más eficiente el comercio
trasatlántico. Se trata de la creación de la Secretaría de Despacho de
Marina e Indias (1714), la creación de compañías privilegiadas (1714-1785),
el traslado de la Casa de Contratación a Cádiz (1717), la prohibición de
entrada de géneros coloniales importados por extranjeros (1718-1719), el
Proyecto para Flotas y Galeones del Perú y Nueva España (1720) que fija el
calendario de salida, la construcción de los navíos en España o fija la
condición de ser sus propietarios españoles, impone el derecho de palmeo (5
rr ½ por palmo cúbico) y dispone la rebaja de los derechos a la importación
del cacao. La guerra con Inglaterra en 1739 y la intervención española en
la guerra de sucesión austriaca (1740-1748) aceleraron la sustitución
parcial del antiguo sistema por otro de navíos sueltos de registro
manteniéndose el monopolio gaditano hasta 1783. Otras disposiciones
autorizaban la libre navegación por el cabo de Hornos (1748) y establecía
un servicio regular de correos marítimos desde La Coruña (1764). En 1765 se
autorizó el comercio directo desde Cádiz, Sevilla, Málaga, Alicante,
Cartagena, Barcelona, Santander, La Coruña y Gijón con las islas de Cuba,
Puerto Rico, Santo Domingo, Margarita y Trinidad y por último a Canarias
(1772) en América se extendió a Luisiana (1768) Yucatán y Campeche (1779)
Río Hacha y Santa Marta (1776). El comercio entre los territorios
hispanoamericanos se liberó y por último el Reglamento de Libre Comercio
(1778) vigente durante catorce años, hizo extensiva la liberación a un
conjunto dieciséis puertos españoles y veintidós americanos. Once años
después se agregaron los puertos mexicanos y venezolanos hasta entonces
excluidos (1789). Cádiz siguió controlando sin embargo la mayor parte del
comercio con un 70 % de las exportaciones y el 80% de las importaciones. En
síntesis el comercio con las colonias creció en forma acelerada entre 1748
y 1778 y el impacto del reglamento quedó mediatizado hasta 1796 cuando
comenzó la guerra con Inglaterra, considerándose que el crecimiento del
comercio español con las Indias llegó a su límite o techo iniciándose el
proceso de descenso de dicha actividad comercial. La guerra misma indujo a
la Corona a conceder autorización a los americanos para establecer vínculos
mercantiles con la condición de volver con productos españoles y comerciar
con los países no beligerantes durante la guerra (decreto de neutrales:
1797).
La economía en las colonias americanas estuvo ligada a la
reconstrucción del estado monárquico a través de la ampliación y la
centralización del poder así como la expansión general en un proceso de
secularización. Era necesario por lo tanto desarticular las redes de poder,
reducir la autogestión y el control económico local de las elites
encaramadas en las instituciones a través de la compra y venta de cargos y
controlar e intervenir en los ámbitos que las reunían, es decir, las
instituciones intermedias como cabildos y consulados. Una fiscalidad
agresiva y racionalizada, la renovación y eficiencia de la burocracia
profesionalizada, y la creación de cuerpos de ejército y marina
completaban el panorama. El reordenamiento del espacio y el
disciplinamiento de los habitantes generaron movimientos sociales en el
área andina. Mientras tanto en el Alto Perú, la rebelión se hallaba
instalada desde 1720 y los movimientos sociales de protesta se sucedieron
ininterrumpidamente. Juan Santos, Tomás Katari, Chayanta, Atahualpa, Oruro,
no cesaron hasta la rebelión de Tupac Amaru entre 1751-1780 y los
movimientos de los comuneros de Quito y Nueva Granada (1765-1781). Otros
movimientos sociales surgieron en Nueva España todos ellas vinculados entre
otras cuestiones a la expansión de las fronteras agrícolas y las hambrunas,
provocadas por las sequías y las heladas en los territorios de Chiapas,
Michoacán, Papantla y en el Bajío.

La economía americana
En América las reformas borbónicas abarcaron todos los aspectos de la
vida colonial: la reforma fue administrativa, pero también fue
institucional, expansiva hacia la frontera como observamos en el proceso de
fundación de nuevos pueblos, incluso de negros - como Esmeralda en el
límite entre Ecuador y Colombia o Emboscada en Paraguay. Fundamentalmente
se centraron en el ajuste fiscal, el proceso efectivo de secularización y
por consiguiente la progresiva participación del estado en áreas de salud y
educación que habían estado anteriormente en el ámbito eclesiástico y
agregamos, la Real Pragmática de Matrimonios que afectaba la relación
padres e hijos al respecto constituyendo todas políticas que afectaron
profundamente la vida colonial.
La idea generalizada de que después del impulso de dominación
territorial, se produjo la desaceleración del proceso fundacional a partir
de 1620 y a partir de aquella fecha se generó una profunda siesta en el
Siglo XVII, la siesta de los últimos y decadentes Austrias, no se ha
mantenido en la historiografía americana. Se supone que, a partir de 1750
se produjo la resurrección de un acelerado proceso de renovación y
modernización, es decir, los tiempos borbónicos. Se supone por consiguiente
que los Borbones inauguraron en América un proceso de cambio económico y
social que promovió el impulso colonizador, la renovación y modernización a
partir de 1750 posición que ha sido revisada y desestimada. No
caracterizamos ya al proceso del siglo XVII como de crisis en América
Hispánica, y se ha modificado la caracterización del siglo XVIII desde
una perspectiva económica y social. En esta última tendencia se han
desarrollado estudios tanto del crecimiento de la economía americana a
fines del siglo XVII y comienzos del XVIII, como aquellos que
específicamente revisaron el impacto económico y social de las reformas
borbónicas previamente analizadas desde la documentación oficial. (PEREZ
HERRERO, 1992, 231-315)
Dicha renovación historiográfica indica que el largo siglo XVIII
comienza en las últimas dos décadas del siglo anterior, cuando ya se
perciben los cambios que lo caracterizaron en su primera mitad. En primer
término, el aumento espectacular de la producción, que se puede observar en
la dinámica de los intercambios interiores e interregionales y en la mayor
capacidad de arrastre de los centros de producción, los núcleos urbanos y
la expansión de tierras de cultivo hacia las fronteras. En algunos casos se
observó incluso la subdivisión de la tierra en pequeñas parcelas a las que
accedieron, sectores sociales medios. Una de las consecuencias observadas
es la reorientación de las regiones hacia el exterior, lo que significó la
ruptura de la articulación previa del conjunto y la relaciones entre las
distintas regiones. Se señala particularmente que el crecimiento hacia el
exterior, provocó el empobrecimiento de los espacios interiores. Es decir
que en América también se observa la diversidad y diferenciación regional
en el crecimiento, produciendo la fragmentación de los mercados, el
reposicionamiento de regiones anteriormente relegadas que se ubicaron como
foco de organización regional, tal es el caso de Buenos Aires, de Chile y
de Caracas que comenzaron entonces a consolidar sus elites. Se produjo
asimismo la crisis de los centros manufactureros por la competencia de
productos europeos a precios más bajos, el quiebre de la especialización y
la disminución del consumo de lana, sebo y tintes. Aquel proceso fue muy
visible en Puebla en México como también en el interior del territorio del
Río de la Plata, crecimiento que benefició a las elites locales americanas,
particularmente en la primera mitad del siglo.
No es menos espectacular el proceso de explosión demográfica
particularmente en los sectores étnicos que se extendió hasta 1830. Son un
ejemplo de ello México que estuvo cerca de duplicar el número de habitantes
(130.000); la Habana (84.000) y Buenos Aires (42.540/55). Lima por el
contrario perdió población motivado por un fuerte sismo de 1746 (64.000)
El crecimiento poblacional en América, fue generalizado aunque
regionalmente desigual y produjo la reducción de los núcleos de
autosuficiencia característicos del siglo XVII y la resignificación de los
núcleos urbanos que actuaron como redefinidores de los espacios interiores.
Ello generó el abaratamiento de la mano de obra y amplió la posibilidad de
obtener mano de obra asalariada. Por otra parte, aumentó en forma
considerable la demanda de bienes y servicios creciendo los flujos
migratorios del área rural y de los pueblos de indios a las ciudades. Como
contrapartida se activó el flujo migratorio de las castas hacia áreas
rurales. El aumento de población no actuó sin embargo como multiplicador
económico, ni generó el aumento de la productividad y a su vez el proceso
de baja del salario generó también la baja de la capacidad de compra. La
conclusión inmediata de este análisis es que el crecimiento económico
precedió al proyecto borbónico que sólo se centró en dar un impulso
acelerador a la minería. Recordemos que este era el centro dinamizador de
la economía y que en la producción minera se concentraron las políticas del
estado. Recordemos asimismo que la producción minera desciende a partir
del tercer cuarto del siglo XVIII y en el caso surandino descansa en la
apropiación de la mano de obra indígena mitaya. Por otra parte se produjo
la ampliación de la base social tributaria, a partir de la expansión de las
fronteras, y la transformación de los colonos en consumidores y proveedores
de materias primas.
El hecho es que, hacia fines de siglo se observa mayor pobreza y
deterioro del nivel de vida, extracción del circulante que superó la
amonedación, una inflación que redujo la capacidad de compra de los
salarios, el pago en especies, la disminución de la inversión y la falta de
renovación tecnológica, unido a una mayor presión tributaria que redujo la
renta. Entre los que menos tienen se produjo la retracción del consumo, la
búsqueda de circuitos alternativos utilizando las conexiones familiares y
la vuelta al autoconsumo. Esta suma de variables sumó intranquilidad,
motines, represión. En síntesis, el siglo XVIII, de las luces, la riqueza y
el orden, es el siglo en el que convivió otra realidad menos
triunfalista, un camino que llevó a la Corona -por la falta de percepción
de los desajustes internos en el orden económico y social- a la generación
de desequilibrios establecidos con las elites locales y a la dominación
coactiva de la creciente masa de población americana. El proceso de pérdida
de autoridad estaba indudablemente en camino
El Reglamento de Libre Comercio de 1778 y las guerras que
permitieron la reactivación comercial en algunas áreas no llegó a tiempo
para impedir la desarticulación del comercio exterior, la minería y la
producción agraria de las haciendas americanas y el ingreso de mercaderías
baratas del contrabando generó la ruina de las manufacturas locales. Como
dice Alberto Martín refiriéndose a España
"La incapacidad de su aparato productivo, y en especial de su
sector industrial, para responder convenientemente al reto
planteado por el aumento de la demanda de mercancías de los
mercados americanos fue causa y efecto a la vez de dicho
fracaso" (MARTIN, 2000 p 695)


4.- Las burguesías hispánicas y americanas
En España:
En Madrid se concentraban los cinco gremios mayores (sedería, joyería,
mercería, especiería y droguería, paños y lienzos) de 375 comerciantes que
disfrutaban de un régimen de monopolio en sus tratos y comenzaron entonces
a diversificar sus inversiones. Arrendaron alcabalas y actuaron como banco
de depósito, a mediados de siglo constituyeron compañías de comercio por
acciones para emplear los fondos cuyo objetivo era traficar y realizar
operaciones financieras, importar mercancías extranjeras o comprar
productos del interior para su reventa o exportación y en algún caso
arrendaron manufacturas reales. Obtuvieron sus mayores ganancias en el
comercio, las operaciones financieras y los asientos, en tanto la monarquía
obtuvo fuentes de crédito barato y abundante de nobles, eclesiásticos y
funcionarios con lo que estos y los comerciantes se mantuvieron en la
esfera de la circulación y de la especulación financiera sin incursionar en
el ámbito de la producción.
En 1763 los grandes comerciantes se fundieron en la Compañía General
de Comercio la que tejió una densa red de agencias y sucursales en España,
Europa y América, y estableció además factorías en África. Amplió sus
negocios en seguros, fletes de barcos así como negocios bancarios
admitiendo el giro y el descuento además del depósito transformándose en
banco de crédito y banco industrial. Acumulación y concentración de
capitales les permitió operar 210 millones de reales (1777) favorecidos
por la concentración en Madrid de rentas y tributos de los grupos
privilegiados y de los sueldos de altos funcionarios que permitía al
capital mercantil oportunidades de expansión únicas. Exigieron 45.000
reales para la participación en el comercio madrileño suma que las
veintidós compañías de Bilbao y las de Cataluña no alcanzaban a reunir.
Otras burguesías en cambio como la de Santander y las vascas pudieron
adquirir sus acciones.
En síntesis las burguesías periféricas actuaron como simples
intermediarias en el comercio internacional. Tampoco demostraron interés
por la producción de las áreas en las que se implantaron. Cuando Cádiz se
transformó en cabecera de la Carrera de Indias los comerciantes
extranjeros predominaban aliados con una nutrida burguesía local,
testaferros o comisionistas de firmas mercantiles extranjeras. Comerciaban
con productos manufacturados extranjeros lo que no impidió que existiera un
margen de acumulación de beneficios ligada asimismo a las exportaciones
agrarias de la gran propiedad latifundista de Andalucía destinadas a la
demanda colonial americana. En Valencia también los comerciantes
extranjeros dominaban la distribución de productos industriales y la
burguesía local prefirió la exportación de productos agrarios generando la
modernización de la explotación agrícola y aplicando en esa orientación los
beneficios acumulados a través de la usura, el contrabando y el
arrendamiento de rentas y derechos feudales. La única burguesía que se
desembarazó de la tutela y mediatización extranjera fue la bilbaína que
expulsó a comerciantes ingleses y holandeses del tráfico de importación y
exportación. Aquellos comerciantes consagraron su preponderancia en el
norte de España para el tráfico con Castilla pero no modificaron la
estructura de dicho comercio exportando lana, hierro y vino e importando
tejidos, productos coloniales y pesca salada orientada al interior. En su
orientación americana se destacó la creación de la Real Compañía
Guipuzcoana de Caracas radicada en San Sebastián importadora de azúcar,
cacao y café, enviando al mercado americano aceite, vino, aguardiente,
trigo, manufacturas europeas y hierro vasco seleccionándose la apertura
del puerto en 1778. Santander por su parte contó con el poyo de la Corona
que le otorgó exenciones, construyó el camino de Reinosa (1753) y con el
objetivo de romper el monopolio bilbaíno sobre la lana creó la Real
Compañía de San Carlos que logró su objetivo durante sólo seis años. La
apertura del puerto en 1778 la orientó hacia el tráfico colonial de
intermediación exportando trigo y harinas (de Francia, el Báltico y Estados
Unidos y de las harinas castellanas) consolidando una burguesía mercantil
que actuó también como proveedora del ejército y la armada, (ferretería y
curtido de cueros) contratista de obras públicas y arrendataria de rentas
reales.
Cataluña merece una mención especial porque fue la única región
española en iniciar con éxito la primera fase de la industrialización.
Iniciada con modestos capitale, generó un particular trasvase de capitales
entre las áreas rurales y los sectores mercantiles y manufactureros como un
esfuerzo colectivo de inversiones diversificadas. El comercio, seguros,
préstamos fletes, construcción naval fueron el centro de las inversiones
que se extendió asimismo a los talleres artesanales y la multiplicación de
la red de tiendas o botigas que consolidaron sus propios circuitos de
intercambio. El comercio catalán impulsó indirectamente o a través del
capital comercial la producción agraria y manufacturera originando el
cambio en las relaciones de producción, propiciando la moderna industria
algodonera, multiplicando sus intercambios con el mercado europeo y
americano y articulando su propio espacio regional y su conexión con los
mercados interiores.

Los grupos de poder en Hispanoamérica:
Una de las características fundamentales de los grupos de poder en
Hispanoamérica a fines del siglo XVII es la progresiva autonomía que
adquirieron a partir de la venta de oficios, la generalización de las
composiciones o pagos a la corona y la concentración del poder en cabildos
que los acogían y controlaban. Paulatinamente se acentuó además el control
de las audiencias o sea de la Justicia Real. El poder y las posibilidades
que brindaba la economía americana se concentró por consiguiente, en grupos
de hacendados y comerciantes. Protagonistas asimismo de la revigorización
de las economías americanas hicieron abuso de los símbolos de poder y de
prestigio a través de la ostentación. La regionalización y ruralización de
las elites y la relación con contactos exteriores hacia los circuitos
legales y fundamentalmente a los ilegales caracterizó el proceso. La plata,
se había transformado en un sector poco rentable en función del aumento de
costos y descenso de los beneficios a pesar de la provisión mitaya de la
mano de obra. Este proceso de redefinición de las relaciones de poder
significó para España la reducción de la recolección de impuestos, de la
remisión de plata, y el recorte de los ingresos reales y de su capacidad de
control. La privatización de la administración de los intereses de la
monarquía en el contexto de un sistema contractual de pactación y
reciprocidad propios del Antiguo Régimen disminuyó a la vez la lealtad al
monarca y el sistema de autoridad vinculado al gobierno de la metrópoli. En
síntesis se produjo un proceso de autonomía política y económica creciente.

La expansión del poder real, las medidas de ordenamiento fiscal y
administrativo y la política reformista del siglo XVIII generó
indudablemente la reacción adversa al sistema por cuenta de los grupos de
poder americanos porque se trataba de defender los intereses locales y
personales. La corona no solo estaba dispuesta a desarticular el antiguo
pacto de gobernabilidad entre la Iglesia, la Corona y los grupos locales,
sino también el centro de los poderes locales representados por los
cabildos. Permanecieron sin duda las prácticas anteriores y los grupos
locales captaron a los nuevos funcionarios de la corona pero el cambio en
el juego de fuerzas internacionales y la transformación de las
interrelaciones internas entre los espacios americanos provocó
paulatinamente cambios importantes. En ese sentido generó la adaptación de
los grupos locales a fin de participar activamente en la obtención de
beneficios y retener a la vez el poder que habían logrado. Las
posibilidades que las nuevas políticas de la corona establecieron fueron
plenamente utilizadas por los grupos locales. Los comerciantes entre los
cuales se encuentran los que provienen de una constante inmigración
española, fueron particularmente los protagonistas de dicha transformación
y por cierto todas las elites americanas estuvieron imbuidas de los
principios desarrollados por los reformistas peninsulares. (PEREZ HERRERO,
2002 p 299-333)


4.- La Ilustración española
Metodológicamente varios son los problemas que nos plantea
identificar y caracterizar a "los ilustrados" y su trascendencia en la
cultura. MESTRE SANCHIS, (1993, p 9) escribió "la Ilustración abarcaría el
movimiento cultural aproximadamente de 1680 a 1780, pues la Revolución y
los cambios mentales y sociales subsiguientes darían paso a una nueva etapa
histórica". Otros autores como Argemi D´Abadal, plantearon otra
temporalidad de los cambios y observan que su ideario se prolongó en el
siglo XIX impactando en la dinámica económica y social donde
"…tanto la existencia de precursores, como por el hecho del que
el pánico a la Revolución Francesa y los avatares políticos
posteriores retrasaron la culminación hasta bien entrado el
siglo XIX, partiremos de la idea de que la ilustración en
nuestro país [España] comenzó con Feijóo y acabo en el trienio
liberal. " (ARGEMI D´ABADAL, 1988, p 14)
Feijóo, admirado por Benedicto XIV, reflexionó criticando la cultura,
la sociedad y la economía, que, como expresa Chiaramonte nos permite
"…explicarnos entonces la tolerancia en España hacia la critica
reformista de un Feijóo en la primera mitad del siglo, la
endeblez de la iglesia ante la política reformista de la
monarquía …",
(CHIARAMONTE (1997, p 24)
ideas que sedimentaron en el gobierno de Carlos III con Campomanes político
y pensador que analizó los contrastes entre el oscurantismo del siglo XVII
y los venturosos logros de la administración borbónica, haciendo un
panegírico de las "políticas modernizadoras" fundamento de la proyección
económica a ambos lados del Atlántico, una tesis histórica que trascendió
en el tiempo.
Chiaramonte discurre acerca de la evolución del pensamiento de la
intelectualidad borbónica hispana del siglo XVIII basada en la importante
influencia de los economistas itálicos Genovese, Filangieri y Galiani,
cuyas ideas coptaron a Jovellanos y al grupo de "ilustrados" que lo rodeaba
durante los reinados de Carlos III y Carlos IV. Aquella influencia impactó
en España y trascendió a los grupos intelectuales de América hispana.
Será pues Jovellanos a fines del siglo XVIII, tal vez el más
"liberal" de los pensadores "ilustrados" que acompañaron a los Borbones, el
político que dio fundamento a las transformaciones emprendidas en al ocaso
del Antiguo Régimen.
Haciendo una lectura sobre las rupturas y continuidades (BERNAL, 1993),
Chiaramonte analizó la incoherencia de la historiografía que lleva a
"Enfrentarnos con el problema de discernir si esos comienzos
deben ser atribuidos al efecto de la irrupción del pensamiento
ilustrado, al de la enseñanza jesuita o al de alguna otra
corriente" el inicio de la modernidad de la cultura colonial."
(CHIARAMONTE, (1997p 23)
El intento de demostrar la íntima relación positiva del crecimiento
económico y el libre comercio (1760 y 1824) marcado por la relación de los
intercambios, tuvo su base en el Simposio organizado hace poco más de
veinte años por el Banco Exterior de España, donde sin embargo a pesar de
los esfuerzos de los organizadores tal como sostiene Marínez Vaca
"...ni la agricultura, pese a las harinas castellanas y
aguardientes catalanes, ni el sector industrial, salvo los
textiles de Cataluña hay indicios de un claro desarrollo ligado
al mercado colonial…"

Tanto Fradera (1999, , pp 71-93), Oliva Melgar (1993, pp 85-108) y
otros autores señalan las contradicciones y ambigüedades que alimentaban el
sistema. Frente a la disyuntiva de menores ingresos fiscales motivada por
menores exportaciones de productos nacionales españoles, aun obviando la
procedencia y maximizando los ingresos fiscales, los políticos de la época
como ya en otras ocasiones había ocurrido, optaron por la última
alternativa. Fontana profundizó el análisis del comercio citando las ideas
del dominio "centrípeto metropolitano" afirmando que las mismas son
consecuencia de
"…la incorrecta percepción de las realidades de la economía
americana….condicionada por unos recursos en los metales de
Indias era una parte importantísima pero estaba lejos de serlo
todo… lo que permite pasar directamente del fracaso político a
la sombría imagen de una decadencia general…" (FONTANA , 1982,
p XIII-XIV)


El eje central de análisis de las políticas borbónicas hasta las
reformas Carolinas y sobre todo el tratado de Libre Comercio, atraviesa el
pensamiento de "los ministros", la administración y los particulares,
poniendo claramente en evidencia que los "cambios" y transformaciones como
sostiene García Baquero son consecuencia de
"...dos siglos de vigencia de un sistema mercantil
absolutamente inoperante [que] habían terminado por convertir a
las colonias españolas en una especie de condominio de las
principales potencias europeas, de suerte que si España llegó
al siglo XVIII conservando intacto su imperio, ello se debió
básicamente, a la tolerancia de esos países a los que le
resultaba mas rentable…" (GARCÍA-BAQUERO / MARTÍNEZ SHAW ,1986)


Aquella política se agrava como sostiene MARTÍNEZ VARA, (1994, p 202)
con la pérdida del control del comercio colonial cuyo origen y comienzo, se
fundan en la Guerra de Sucesión y el posterior tratado de Utrecht que
llevan implícita la concesión a las hoy llamadas "compañías
privilegiadas", el "asiento de Negros" y la facultad de comerciar libre de
impuestos en las ferias de Veracruz y Portobelo, complementada con el
comercio ilícito en los Asientos como el de Buenos Aires
"Por el Capitulo 34 del Asiento de negros se le concedio a la
Compañia poder despachar de tiempo en tiempo los navios? de150
toneladas a los puertos de las Indias donde estan establecidas
sus factorias con vestidos, medicinas provisiones y pertrechos
navales, dando haviso de ellas al Consejo y que no podran
venderlos sino en caso de necesidad de navio español
…An contravenido a este Cap. introduciendo a la sombra de el
por el Puerto de Buenos aires gruesas porciones de efectos
valiéndose para ello de las ensenadas, riachuelos, y caletas
que tiene aquel espacio rio. Sin que vastasen a emvarasarlo
las providencias dada por el Governador y fixiarles R.s
quienes a vista de este desorden intentaron el año de 1726
fondear un navío que llego con parte de los apresados víveres
y no queriendo consentir en el rejistro se hizo a la vela y
passo a Guareserse de la Colonia del Sacramento Dominio del
Rey de Portugal de donde volvio a Inglaterra de uno suceso
daría quenta D.n Bruno de Zabala"
(AGI, Indiferente 2785)
"de la carta instructiva suscripta a los Factores o Directores
nombrados por S.M. en los puertos de Indias para Intervenir en
la introduccion y venta de esclavos y demas dependenzias de la
Compañia del Asiento de negros de Inglaterra.
La inobservancia de los capítulos 1º 26 y 29 del Asiento de
negros que se estipulo con el Rey Británico en el año pasado
de 1713 y los abusos que a su sombra se han experimentado con
perjuicio universal dan motivo a estrechar.…" (AGI,
Indiferente 2785)
La evolución económica de las "compañías privilegiadas", vieron con
el avance del siglo XVIII menguar los resultados económicos. Su
durabilidad, persistencia y concreciones, solo podemos fundarlas en las
relaciones personales e influencia política de los gestores. Centrado en la
idea de "territorialidad exclusiva" para el comercio de Indias, con
condiciones especiales previamente establecidas las "compañías
privilegiadas" fueron fundadas para el desarrollo comercial e introducción
en América de los excedentes productivos hispanos.
La ideología dominante a mitad del siglo XVIII en la península tendió a la
monopolización y el control de las vías comerciales. Tal vez el escrito de
José de Carbajal y Lancaster Primer secretario de Estado del despacho y
Presidente de la Real Junta de Comercio, dirigido al Rey en 1752, sea la
síntesis del pensamiento dominante en los grupos de poder en la España de
la época. Dice el documento
"[Las compañías privilegiadas son]...valuartes y muros
inexpugnables en que se funda, y con razón, su mejor defensa
la Monarquía. Sin ellas quedará el comercio tan lánguido como
antes estaba, y con ellas puede florecer tanto que, acumulando
riquezas, se llegue no solo a la independencia, sino a poner
terror a los enemigos. Si ellas se aumentaran abundará el
dinero, que es la verdadera sangre del Estado multiplicara el
Real erario sus ingresos y conseguirán todos los vasallos la
felicidad que vuestra majestad le quiere derramar…" ( CARBAJAL
Y LANCASTER, 1789,)
No debemos soslayar que el siglo XVIII, los conflictos europeos, se
dirimieron económica y territorialmente en suelo americano. España
hipotéticamente poseedora del monopolio comercial en sus espacios
ultramarinos, vio como, al margen de sus ideales, la dinámica mercantil
redibujaba el mercado Atlántico, pasando a dominarlo las potencias
económicas apoyadas en su potencial naval, encabezadas por Inglaterra y
seguidas por Francia, y Holanda que se hallaban en un franco proceso de
expansión comercial.
Ya desde el siglo XVII hubo una búsqueda de mayor captación de
recursos de las colonias dados los ingentes costos fiscales que demandaba
la administración y sobre todo el control de los territorios ultramarinos.
La mayor parte de los ingresos de los territorios americanos provenían de
los impuestos y estancos, y fueron necesarios además, forzar los donativos
y préstamos que llevaron a decir a Marichal "la sociedad novohispana estaba
gimiendo bajo el sistema impositivo más riguroso y extenso de su historia".
(MARICHAL, 1999, p 64)

5.- El comercio y la trata
A fines del siglo XVIII, la naturaleza económica de la organización
del comercio esclavista no escapó a las relaciones de poder y recaudación
de la corona española, a sus intereses en la confrontación con otras
potencias europeas y a las íntimas conexiones entabladas con ésta por los
comerciantes españoles. Nos interesa destacar particularmente las políticas
estatales y las estrategias mercantiles desarrolladas al respecto. En
primer término nos interesa analizar las características que se observan en
la organización europea de uno de los impulsos que diera la Corona
borbónica al comercio: las Compañías privilegiadas.
Originadas en la inversión en aventuras comerciales desde el siglo
XVI las compañías por acciones adquirieron predominancia en Inglaterra,
Francia y Holanda. En el primer caso Inglaterra que ejerce la trata en sus
puertos de Liverpool, Londres y Bristol y concentra el 41 % del comercio
negrero en Europa, funda compañías de comercio con y sin participación de
la Corona desde 1588. La Senegal Adventurers, la Company of adventurers of
London (1618); la Royal Adventurers trading into Africa (1660) y La Gambia
Adventurers (670) que tres años más tarde se transforma en la Royal African
Company que obtuvo el monopolio de la trata hasta 1697 en que el comercio
se liberó y en 1713 comenzó a comerciar a través del Asiento. Se estima
que transportó alrededor de 2.532.300 africanos.
Francia se acusa responsable del traslado de 1.180.000 esclavos y ya
ejerce la trata desde el siglo XVI desde La Rochelle, Nantes Honfleur y
Bordeaux. En el siglo XVII se configuran compañías privilegiadas
monopólicas cuyo accionar se consideró más que mediocre a pesar de haber
ingresado 276.000 africanos a las islas. Las compañías actuaron hasta 1716
cuando se abrió el comercio a través de Patentes agregándose los puertos
de Rouen, Saint-Malo. En Ámsterdam a comienzos del XVII la forma de
compañías por acciones como la de las Indias Orientales, la de las Indias
Occidentales y la Sociedad de Surinam con apoyo e inversiones estatales
ofrecían a los accionistas posibilidades de beneficios y también de
pérdidas compartidas. Los accionistas distribuían sus riesgos en diferentes
compañías o en diferentes inversiones de una sola de ellas. A comienzos del
siglo XVIII se estima que una fortuna estaba compuesta allí por un 32 % de
inversiones en acciones. (BURKE, 1994, P. 81-82/101-102) Las compañías por
acciones holandesas actuaron desde 1611 hasta 1735 y se vieron favorecidas
por la ocupación de El Mina en África (1637) y sus propias colonias en
Surinam, Curazao y Saint Eustaquio así como la ocupación de Brasil (1623-
1657) hechos que activaron el comercio de esclavos y obtuvieron el Asiento
(1662-85) ingresando a América en este período alrededor de 75.000 esclavos
calculándose una elevada tasa de mortalidad del 21.3 %. (GOSLINGA, 1983,
p 297-324)
Puede observarse que las compañías por acciones fueron sustituidas por
el comercio libre de la trata de esclavos o por otras formas entre 1697 y
1735. En el siglo XVIII se estima que Inglaterra realizó entre 122 y 164
expediciones sobre 51 en Francia. La demanda de esclavos en las islas
francesas en el Caribe
generó un debate y
una declaración de las Juntas de Comercio en el que los comerciantes
demostraban que la trata no producía los beneficios esperados intentando
mantener el bajo precio de los esclavos. Para dinamizar la iniciativa
privada se otorgaron nuevamente privilegios a la Compañía de Guayana y
Senegal en 1784 con una prima de 40 libras por tonelada y 60 libras por
esclavo introducido a Martinica, Guadalupe, Tobago, Cayena y sur de Santo
Domingo actuando hasta 1789 y 1793 cuando en la metrópoli se imponían las
ideas de libertad e igualdad y en Haití, la rebelión de los esclavos
agitaba todas las conciencias.
La historiografía ha considerado la rentabilidad de las compañías
monopólicas y de particulares y la estimación de la reinversión de los
beneficios en la economía europea y en particular en la industria. En el
caso de las compañías e incluso los Asientos se consideró que el fracaso de
todas las empresas en cubrir la demanda de esclavos las colocó en situación
de déficit. Los gastos enormes forman parte del mismo e implican el
armamento de los navíos, salarios, manutención y construcción de los
fuertes además de proveer subsistencia al personal residente en África. En
las Antillas se agregan problemas climáticos y financieros a pesar de que
en la segunda mitad del siglo se había logrado disminuir la mortalidad, y
acelerar la rotación del capital Promediando, se ha calculado una tasa de
beneficio del 9.5 % en el caso de los armadores británicos y un 0,1 %
aportado por la trata a la financiación industrial del siglo XIX. Por otra
parte los derroteros triangulares eran mucho más costosos para los
armadores calculándose 16 libras esterlinas por tonelada contra 9.43 en los
otros viajes agregándose la rápida depreciación de las embarcaciones por
las averías. Los franceses calcularon en un 6 % y los holandeses el 2.1 %
el beneficio obtenido por la trata. El precio de transporte por esclavo
aumentó a lo largo del siglo pasando de 5 libras esterlinas a 7 en 1720
-1750 y 9 en 1790 en tanto el precio de los esclavos en América se
estabilizó en 26.4 libras esterlinas generándose la disminución progresiva
del beneficio. En definitiva las naciones que practicaban el comercio
negrero ya no estaban mayormente interesados en continuar la trata a fines
del siglo XVIII y los historiadores han demostrado que no subsidió el
desarrollo industrial europeo. (DEVEAU; 1997, 42-65)
En síntesis España propuso la creación de compañías de privilegio que
habían demostrado no ser operativas cuando los países europeos las estaban
abandonando y las mantuvo hasta fin de siglo cuando el comercio de la trata
estaba ya declinando para las grandes potencias. Integradas las sociedades
por acciones por latifundistas e impuestas desde el Estado produjo
resultados opuestos a los previstos ya que no dispuestos los accionistas a
exponer sus capitales en inversiones mercantiles la Corona se vio obligada
a garantizarles rentas satisfactorias agregando a los monopolios,
exenciones y privilegios. Por consiguiente no promovió el lucro sino el
estancamiento o su mantenimiento en una situación artificial. El objetivo
era el de combatir el contrabando y estaban compuestos por capital privado
invertido en acciones nominativas. El Estado les concedía un Estatuto de
Privilegio para comerciar con monopolio un determinado producto y en un
área geográfica específica. Su éxito también fue parcial y desempeñaron un
papel secundario. Las compañías por acciones de tipo colonial conformadas
con capitales periféricos de negociantes y armadores fueron sin embargo más
exitosas que las peninsulares. (VIVES: 1979, 163-164)
Se crearon sucesivamente las compañías de Honduras (1714-1717) la más
famosa la Guipuzcoana de Caracas (1728), la de Galicia (1734 para la
extracción de palo campeche; la de la Habana (1740-1762) que intercambió
lana, harinas y esclavos por azúcar y tabaco La compañía de San Francisco
de Sevilla (1747-1780), la Real Compañía de Barcelona (1755-1756) que
introdujo productos catalanes en Santo Domingo, Margarita, Puerto Rico,
Cumaná y Buenos Aires, la Compañía de Caracas estas últimas integradas por
capitales particulares y por último la filoestatal Compañía de Filipinas
sucesora de la de Caracas integrada por una inversión de 160 millones de
reales de los cuales el Estado colocaba 60 y el Banco San Carlos 21.
Autorizada esta última a emprender operaciones mercantiles entre
puertos españoles, americanos filipinos vía Cabo de Hornos, Perú y Cabo de
Buena Esperanza obtuvo un monopolio tan amplio que frenó las inversiones
particulares que se habían desarrollado desde mediados de siglo. Encargada
de vincular los mercados europeos, americanos, africanos y asiáticos y con
el monopolio de la trata (1787) estaba autorizada a comprar, armar y
despachar por medio de agentes o comisionados en Inglaterra sin límite los
barcos negreros desde África y a los puertos americanos. Capitán,
oficiales y tripulación eran ingleses con un factor a bordo, piloto,
cirujano y cuatro a seis marineros españoles. Con bandera británica hasta
entrar en mares americanos en que la bandera sería la española podía
conducir a los esclavos, la ropa, utensilios y víveres correspondientes y
podían regresar a España cargando plata y mercaderías autorizadas. Un
agente en Londres cerró el contrato nuevamente con Baker y Dawson para
transportar 5000 africanos por año a 155 pesos por cada esclavo. La
Compañía estaba eximida asimismo del derecho de Consulado hasta 500.000
pesos y de la contribución de 2 ½ % de los capitales procedentes de la
suscripción de acciones que la Compañía remitiera desde América a las
Filipinas. En 1788 la compañía solicitó la facultad de llevar cueros y
astas rioplatenses directamente a Inglaterra y le fueron concedidos. Las
operaciones de la compañía en el Río de la Plata y las actividades
desplegadas por su agente en Buenos Aires, Martín de Sarratea han sido ya
bien analizadas rescatándose de ella que en 1785 de un total de 1472
llegados a Buenos Aires-Montevideo se produjo la pérdida de 656 negros. A
pesar de manifestar ignorar el precio pagado por los negros a los ingleses
considera que estos equivalentes a $105.078: es decir 160,18 por unidad.
La compañía obtuvo 72.922 pesos de ganancia Si a la mortalidad en el puerto
agregamos la producida en la travesía agregamos 513 pérdidas más
(82.172,34) que profundizan la disminución del beneficio calculado
inicialmente (STUDER, 1958 p 271-277)
En síntesis, en la segunda mitad del siglo XVIII la Corona
inicialmente, intenta reservarse el comercio de esclavos a partir de 1778 y
con posterioridad a la firma en El Pardo de los tratados de amistad
garantía y comercio entre Portugal y España en el que obtiene las islas de
Fernando Póo y Annobón. En segundo término promulga al año siguiente un
permiso general para importar esclavos en naves españolas o neutrales con
el permiso y luego surge para las regiones del centro y norte de América la
posibilidad de proveerse de esclavos en las colonias francesas (1780)
.Tres años más tarde cuando cesó el permiso se rebajaron los derechos por
cada esclavo introducido a nueve pesos y al 6% por el dinero exportado, se
concedieron permisos a comerciantes aislados y se concluyó un contrato con
comerciantes de Liverpool, Baker y Dawson, para introducir primero 5000
esclavos en Trinidad y en Caracas, renovándose en 1786 para introducir 6000
por año. La abolición del carimbado y el establecimiento de derechos de
importación uniformes respecto de los esclavos que establecen un 6 % de
almojarifazgo por cada esclavo sobre un valor máximo de 150 pesos de ocho
reales, es decir no más de 9 pesos por cabeza de negro sin distinción de
edad, clase ni sexo.
En ese momento la Compañía de Filipinas ya había demostrado su
ineficacia y se liberó el tráfico pasando incluso de Cádiz a Inglaterra
cinco españoles para estudiar la situación en la que se practicaba el
comercio negrero en Londres, Manchester y Liverpool y medir la posibilidad
de contratarlos. (1787). En 1789 se estudio la concesión a españoles y
extranjeros el permiso de introducir esclavos por el término de tres años.
Ya en 1789 se establecía la libertad del comercio fijándose normas respecto
a las condiciones de las naves, permanencia en los puertos, calidad de los
negros, proporción de los sexos y un premio de 4 $ de a ocho por cabeza de
negro introducida por comerciantes españoles con un impuesto anual de 2 $
por cabeza de esclavo dedicado al servicio doméstico en áreas urbanas
abandonando el objetivo del comercio directo. El mismo año se aprobó la
Real Cédula que denominamos Código Negro. (STUDER, 1958 p 239-253)
La declaración que liberaba la trata en 1789 eximió de impuestos la
importación de esclavos a Cuba, Santo Domingo, Puerto Rico y Venezuela. En
1791 se prorrogó el permiso de la trata a extranjeros por dos años
ampliándose al año siguiente la estadía en los puertos de ocho a cuarenta
días. En 1793 se autoriza a los españoles a emprender expediciones
liberadas directamente a África para comerciar con cualquier tipo de
producto y se los eximió de impuestos para la compra de barcos extranjeros
dedicados a la trata. Entre 1795 y 1804 se dispuso la liberación total
ampliándose a todas las provincias concediéndose en 1796 a los americanos
la libertad de expedición de navíos por su cuenta en dirección a la
Península Tres años más tarde (1799) se hizo la recomendación de ejercer un
control permanente en función de los abusos de los comerciantes españoles
que entraban en componendas con los extranjeros e informar a la Corona
acerca del número de esclavos introducidos y el precio correspondiente.
(MARTIN, 2000 P. 687-689) (STUDER, 1958 p 239-271)


6.- El proyecto de Foster

El espacio de nuestra reflexión lo genera la propuesta articulada por
un inquieto hombre de su tiempo residente en España que a través de la
presentación de una propuesta pone en evidencia los mecanismos comerciales
que implicaba la trata negrera. Por lo expuesto anteriormente puede
compararse con otras realizadas en el período pero esta presentación se
destaca por su particular visualización de las ventajas comparativas que
analiza en cada uno de los componentes de la operación. Analizamos asimismo
las críticas que estima posibles que se le realicen y tratamos de
explicarnos las razones por las que no se aceptó su propuesta por la
coincidencia en el otorgamiento de un feroz monopolio realizado en la misma
fecha a la Compañía de Filipinas. No dudamos que es un típico aventurero
muy dispuesto a beneficiarse de una u otra forma de los subsidios estatales
ya que finaliza su propuesta solicitando el permiso para la formación de
una Compañía de asiento de Negros "o bien para una plaza de Oficial en la
Secretaría de Indias"
Ventura Foster cuya identificación no ha sido posible y sólo contamos
con los datos que él mismo nos proporciona, demostraba tener acceso a la
corte para entregar su plan para la formación de una Real Compañía de
Asiento de Negros destinada a proveer a toda América en 1787 encuadrado en
el Reglamento el Libre comercio de América. Se presentaba como proveedor de
los reales ejércitos de Mahon y Gibraltar así como "en las particulares
dispensas del comercio a su Patria y en la vasta instrucción del Comercio
de América". Señala tener antecedentes como "mayorazgo" de una de las
principales casas de comercio y entendemos que significa en este caso
administrador o encargado. Manifiesta asimismo haber cursado los estudios
mayores en la universidad de Cervera, centro universitario español fundado
por el rey Felipe V en 1717 en dicha 0 ciudad catalana en la comarca de la
Segarra. Con su creación, se cerraron las ocho universidades catalanas
existentes hasta entonces. Todas las rentas de éstas subsidiaron al nuevo
centro, que se convirtió en uno de los mejor dotados financieramente por la
Corona en toda España. Como la mayoría de las universidades españolas de la
época, tuvo una orientación conservadora y ajena a las nuevas ideas y
avances de la ciencia pero tuvo la virtud de generar el renacer de los
estudios humanísticos. En sus primeros tiempos de vida estuvo dominada por
los jesuitas oponiéndose sin disimulos a la política borbónica. Tras la
expulsión de la Compañía de Jesús en 1767, se inició un período de
renovación y apertura intelectual. En ella enseñaron personajes de gran
cultura como Ramón Lázaro Dou, Monsalvo y José Finestres. En sus últimos
años de existencia se convirtió en el baluarte ideológico del absolutismo y
la reacción antiliberal. Fue la única universidad de Cataluña hasta 1842,
fecha en que fue trasladada a Barcelona. (XX AGREGAR Y VIVES, 1979 83-84-
196-231)
Centrados los fundamentos de su propuesta en "el daño que han
ocasionado a España en el comercio con América los ingleses franceses,
portugueses y holandeses", considera que es su deber patriótico colaborar
con el beneficio de la corona transformando el comercio de pasivo en
activo, generar la posibilidad de obtener información sobre África a
través de la navegación directa a sus costas, fomentar el comercio nacional
eliminando la competencia extranjera, destruir el comercio ilícito de
esclavos y abastecer con puntualidad a América. Supone que esta propuesta
provee a la seguridad de la Compañía para practicar el comercio de azúcar,
aguardiente y licores de España. Este comercio señalaba
".podría hacerse directamente y que mediante la buena salida se
estipularía de nuevo con S. M. los Derechos que la Compañía
tendría que pagar de los géneros que se consumiesen en aquella
Plaza y contribuirían a la satisfacción de gastos sino que la
principal atención es proteger el comercio de nuestras
Filipinas, y que siguiendo el viaje del Cabo de Buena Esperanza
como el más trillado por no sugetarse a los grandes riesgos del
Cabo de Hornos y de Beumaire se tendría un lugar de asilo para
hacer aguada y carena, en la inteligencia que los negros
verdaderamente útiles y buenos son solam.te los de la Ribera de
Gambia, reino de Juda; Costas de Benin, de Biafra, de Congo y de
Angola." [f 2]
En el artículo 12 de su propuesta reiteraba que su objetivo central
era impedir el contrabando extranjero.[f 4]. Por último permitía el
ejercicio y la práctica de la marina española y beneficiaba a la real
Hacienda con 8% [f.1] Acotaba al respecto que el facilitar buques de la
Marina a la compañía no era ni más ni menos que
".un medio para que la Marina se mantenga ocupada, instruida y
dado que se pagan por la compañía los gastos de su equipaje y
tripulación con la correspondiente gratificación a la
oficialidad y marinería y la cantidad de 5000 pesos a SM por el
viaje de cada fragata es más que bastante por razón de los
gastos extraordinarios que puedan ocurrir pues se tiene por
regla general en la Marina que más pierden los navíos en el
Puerto que navegando al paso que podrá servir como una pequeña
escuadra de evoluciones para observar los movimientos de la
India cosa tan interesante a la conservación de nuestras
Filipinas." [F 3].
Refiriéndose al comercio de esclavos considera inconveniente que
España se rehusara a realizarlo a pesar ".de que nuestros escritores de
comercio han probado lo útil que sería y el daño que resultaba de no tener
España este comercio activo." Considera apropiada la política renovadora
del reinado que procura
".superar dificultades, restablecer sus fábricas y hacerlo en lo
posible tan activo como floreciente pues en este se afianza la
monarquía, porque se sostienen las leyes con el poder: la actual
situación para con las Ameritas nos precisa a vencen
inconvenientes y a proteger toda empresa aunque se mire difícil
en su principio." [f. 2: solución]
La propuesta de creación de una Real Compañía de asiento de Negros
para todas las Indias de España propone en veintitrés puntos su formación
contemplando aspectos administrativos, aspectos operativos, y económico
financieros sopesando en su escrito las posibles críticas que pudieran
hacerse a las mismas y aportando también la solución.
Entre las disposiciones administrativas establecidas en los el
artículos 15 al 23 se conforma una compañía integrada por una Junta de
tres directores generales residentes dos en Cádiz y uno en Madrid, dos de
ellos fijos o permanentes y el ".tercero trienal a nombramiento y elección
de la misma Junta." con las mismas facultades y atribuciones para el manejo
y nombramiento de empleados y sueldo. Una de sus atribuciones era
determinar los sueldos de los directores sin exceder 8750 $. Se establece a
partir del tercer año de su formación una reunión anual de la Junta General
en Madrid para la exposición de los balances generales y demás escrituras
por el término de quince días continuados. Se fijaba un voto por accionista
sin importar la cantidad de acciones y sin generar diferencias con los
accionistas particulares y estos podrían votar per se o a través de sus
apoderados debidamente legalizados por tres escribanos y presentados con un
mes de antelación a la Junta.
La compañía se fundaba con un fondo de un millón de pesos
distribuido en 500 acciones de $F 2000 cada una admitiéndose españoles
legítimos reservándose 3000 acciones para ser colocadas en América en el
término de ocho meses. [art. 1F 3] El mismo Foster consideraba que el fondo
no era suficiente para el gran giro que debía tener la compañía y con una
cantidad excesiva de acciones que "no podrán tener muchos interesados y el
término que se da para los de Indias es corto si se considera la distancia
de algunos países" [F1] El mismo argumentaba que el fondo era suficiente
para costear 5000 negros anuales considerando los 40.800 estipulados para
el Asiento inglés. Con referencia a las acciones se fundaba en que los
interesados
"... serán muchos cuerpos de los que tienen intereses de la
mayor parte de España y América quedarán así bien distribuidas
pues la multitud de Accionistas sirve de mucha confusión
quando son pocos los inteligentes y la causa de perderse
algunas Compañías grandes ha sido esta y por lo mismo es de
desear que estas acciones recaigan las más entre negociantes
de mucho caudal que no reparasen en la cantidad."
Establecidos los beneficios que corresponden a cada accionista se
repartirán a ellos o sus apoderados pudiendo retirarlos hasta transcurridos
los seis meses. Por último quedaba prohibido en caso de quiebra que la
compañía realice otro comercio que el permitido ligándose con otro
comerciante particular cuidándose los registros con compañías sólidas
españolas o en su defecto extranjeras. Al finalizar los 25 años y de no
existir prórroga se repartirían los fondos a favor de los accionistas.
Restituyendo las fragatas a la Corona. [art 21 a 23 f. 5]
Entre los aspectos operativos se señalan aquellos derivados de la
política de la Corona como el art. 2, 3 y 4 que establece la exclusividad
total del comercio de esclavos de América con prohibición de introducir
otros que no sean criados propios por veinticinco años con pena de comiso y
derogación de todas las licencias concedidas "en ambos mundos".Con ese
objetivo la corona cederá tres fragatas de guerra útiles con la
tripulación militar y armamento costeando los gastos de su provisión, los
de la compañía y abonando por cada viaje redondo, es decir de ida y vuelta
$ 5000 por cada fragata. Estas podrán ser cargadas por la compañía y
custodiadas con ".orden de defenderse pero absteniéndose de entrar en las
calas o fortificaciones que pertenecen a Potencias Extrangeras de conocida
poseción excepto en los casos de urgente necesidad." [f. 3] En el artículo
9 considera que deberá valerse preferentemente de navíos españoles pero en
el caso "de una inopinada guerra" también puede valerse de navíos
extranjeros neutros con facultad de armarlos .
Por otra parte en los artículos 5 y 6 consideraba las dificultades
del comercio en las costas africanas estableciendo las ventajas de tener
una fortaleza en África "para seguridad de las embarcaciones como para
tener los repuestos necesarios para su Abasto y Carena.". Se estimaba
conveniente tener adquirido y preparado el lote de esclavos antes de la
llegada de las embarcaciones ".con lo que se excusa la detención al paso
de que esto no se opone a ningún tratado sino que es hacer lo que han hecho
las demás naciones europeas. [f 3] Si se presentaba una situación de
enfrentamiento con otras naciones que tienen factorías o se interrumpiera
el comercio solicita la concesión para comprarlos en cualquier parte de
Europa que resulte conveniente. El asentamiento de la fortaleza en un
punto a señalar sería costeada por la Corona y utilizada por la Compañía y
si las otras naciones hacían oposición [f 3] La cuestión del costo de las
fortificaciones y el sostenimiento tropa suficiente muy expuesta hasta
poderse defender de una esperada oposición extranjera antes de su
construcción agregado al gasto de mandar los operarios de España. Calcula
el envío de doscientos artífices que trabajaran con los recursos africanos
para su instalación y propone como solución
"buscar el fabor de una potencia vecina que tiene allá
grandes establec.tos.o trocando algún lugar fortificado de los
muchos superfluos q.e tiene Portugal en aquella costa en
aquella costa como hizo esta potencia con otras cediéndole uno
de nuestros pequeños presidios de África en el Mediterráneo"[f
2]
Cuando hace referencia a las posibilidades de la navegación
directa a África y la conveniencia de utilizar una cala o establecer una
fortificación separada del comercio de otras potencias, provee además
información y antecedentes acerca de negociantes del comercio de Andalucía
que armaban y equipaban los navíos ". antes de que Inglaterra o Francia lo
tuvieran público o sigilado.".Añade que estos navíos se dirigían a dichas
costas "cargados de varias brujerías y relumbrones" tomando en trueque los
esclavos ".sin más abrigo que una ensenada o cala." siguiendo luego el
rumbo a las costas americanas para su venta. [f 1]
Asegura en lo referente a los aspectos económico financieros es
decir a los costos y beneficios que ha leído tratados contraídos por España
con Inglaterra y sabe que se cobraban considerables derechos y que aunque
la Corona tuviese particular interés en mantener un registro anual de
quinientas toneladas para Nueva España era perjudicial por el conocimiento
que adquiría Inglaterra para seguir con un comercio "ilícito y clandestino"
cuando con la creación de la compañía se asegura los derechos de las
mercaderías remitidas a África y a América de más del 8 % por derechos
percibidos por cada negro a un precio de 50 $. [F 3]
En los cálculos de gastos que anexa si bien son confusas las
operaciones que realiza no sólo porque están establecidas en pesos y reales
sin consignar si estos son de ocho o de seis sino porque los montos totales
no coinciden enteramente con las posibilidades de dicha conversión y se
multiplica en forma diferente en cada oportunidad entre las cuales solo
pudimos detectar la correspondiente a las raciones de 2 por día. pero
hemos considerado que es posible sacar algunas conclusiones. Los términos
que propone para la inversión es que tres fragatas Reales podrían conducir
juntas a América en cada viaje 5.000 Negros – cálculo desmedido de la
capacidad de transporte de una fragata - a razón de cincuenta pesos cada
uno con un coste 250.000 pesos. En ese destino se pagaban por derechos de
Introducción a 8 % lo que sumaba $ 20.000. Otros gastos estaban referidos
a 900 hombres de tripulación cuyas dos raciones diarias a un precio
unitario de 5 .reales – cuando en el Río de la Plata el costo es de entre 3
y 4 reales - equivalían en cuatro meses a $ 36.000 en el viaje de Cádiz a
África y $ 236.000 en cuatro meses del viaje entre esta última y América
agregándose a la tripulación los esclavos (5900 hombres). Otros gastos
calculados en su conjunto eran consignados como "cama y lienzos para
vestido de los negros, Cirujano, Botica y demás" $ 60.000
Los denominados gastos extraordinarios de la oficialidad y factores ($
8000) y gratificación a la oficialidad y tripulación de las fragatas por 3
viajes $ 15.000 a $ 5000 cada uno.
Se pagaba a la Corona por cada viaje y fragata cinco mil pesos lo que
sumaba asimismo 15.000 pesos. Estima el conjunto de los gastos en $
370.000.A esta suma se agregaba la seguridad de ida y retorno del 4 % por
un total de 64.000.Por consiguiente consideraba el total del coste $ 665.
600 sin incorporar los gastos de retorno de las fragatas por considerar que
los fletes que puedan ganar a su regreso los sufragarán ni tampoco los
correspondientes a gastos de oficina que tendrá la compañía entre otros que
sin duda incluyen los salarios de directores ($ 26.250 ¿anuales? ) y
empleados.
Al calcular los beneficios y estimando la pérdida y mortalidad por
viaje en 200 negros, considera una venta de 4.800 a $ 200 cada uno con un
beneficio total de $960.000 ganando la compañía por el viaje de las tres
fragatas $ 304.400




Detalle de la operación propuesta por Foster

"Por viaje "Cantidad "Pesos "Meses "Raciones "Total "
" " "Unitario " "2 por dia " "
" " "reales " " " "
"Esclavos a "5000 "400 " " "2.000.00"
"comprar " " " " "0 "
"Ocho % de " " " " "160.000 "
"impuestos " " " " " "
"Viaje a " "5 "4 "1800 "3.600 "
"África " " " " " "
"Viaje " "5 "4 "118,000 "236.000 "
"América " " " " " "
"Cama y " " " " "60.000 "
"lienzos para" " " " " "
"vestido " " " " " "
"Gastos " " " " "8.000 "
"extraordinar" " " " " "
"ios " " " " " "
"Gratificació" " " " "40.000 "
"n a la " " " " " "
"oficialidad " " " " " "
"y " " " " " "
"tripulación " " " " " "
"abonar por " " " " " "
"cada viaje y" " " " " "
"fragata a SM" " " " " "
"Total " " " " "40.000 "
"Total pesos " " " " "2.580.00"
" " " " " "0 "
"Seguro " " " " "322.500 "


Nota : p.r quatro Dias de jornal â tres Peones â una rason de tres R.s y
medio cada peon
AHPBA 3 3 6 70 336 Real Audiencia y Cámara de Apelaciones Recibo
Construcción 16/04/1773




Conclusiones:

Señalamos que se trataba de un aventurero con posibilidades de acceso
a la Corte y en la creencia de ser habitante de una potencia cuyo único
inconveniente era en el orden internacional la oposición británica y
francesa. Sabía muy bien que el Estado era proveedor para aquellos que
buscaban posibilidades de lucro pero no sólo ignoraba que el mismo
proyecto que presentaba no iba a ser elegido, sino que ignoraba asimismo
que la Compañía de Filipinas ya estaba aprobada y se presentaba con muchas
más posibilidades y recursos. Creía conocer las formas comerciales
practicadas por los ingleses porque había accedido a tratados y papeles
pero sin sentido crítico suponía que en lo que era indudablemente una
coyuntura política desfavorable iba a controlar el comercio con oriente
camino a Filipinas. Mientras a Portugal podía exigírsele pusiera a
disposición los espacios que dominaba en la costa africana desde el Siglo
XVI, América estaba cautiva y a disposición en tanto lo que lo preocupaba
era el control de la costa africana proveedora de mercadería esclavo a
cambio de "abalorios" sin contemplar las estrategias posibles para acceder
a ellos y sin análisis profundo más que el de los lugares de recalada y
fortificación. Proponía la formación de una compañía privilegiada desde un
proyecto personal, en el que posiblemente se reservaba el rol de director
de la misma con un salario respetable y prometía a los accionistas un voto
por inversor cualquiera fuese la cantidad de acciones que poseía. Por
último cuando Inglaterra estimaba el beneficio en 9 %, y Francia en 6 % él
asignaba un número fijo de riesgo de mortalidad y se prometía el 15 % de
beneficios.








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