La Colegiata medieval de San Salvador de Jerez de la Frontera

September 9, 2017 | Autor: J. Jiménez López ... | Categoría: Medieval History, Medieval Ecclesiastical History, Historia del Arte, Arquitectura medieval, Jerez de la Frontera
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Descripción

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Presentación institucional ....................................................................................................................... 9 Prólogo ...................................................................................................................................................11

I. POLÍTICA MANUEL GONZÁLEZ JIMÉNEZ ...................................................................................................... 15 Jerez 1264: De al-Andalus a Andalucía MIGUEL ÁNGEL BORREGO SOTO ................................................................................................. 29 “Allah la restituya”... Jerez, ciudad andalusí MIGUEL ÁNGEL MANZANO RODRÍGUEZ ................................................................................... 47 De nuevo sobre la invasión de los Meriníes en la Península Ibérica: precisiones e ideas ENRIQUE RUIZ PILARES ................................................................................................................. 65 El gobierno de la ciudad: El concejo de Jerez de la Frontera a fines de la Edad Media MANUEL ANTONIO BAREA RODRÍGUEZ .................................................................................... 85 Fuentes documentales medievales del Archivo municipal de Jerez de la Frontera SANTIAGO GONZÁLEZ SÁNCHEZ .............................................................................................. 103 Las relaciones entre la Monarquía y Jerez de la Frontera durante los reinados de Juan II y de Enrique IV de Castilla ENRIQUE CRUZ MARIÑO .............................................................................................................. 121 Jerez de la Frontera en el contexto castellano durante el reinado de Enrique IV: la lucha por el poder

II. ECONOMÍA ANTONIO COLLANTES DE TERÁN SÁNCHEZ .......................................................................... 135 Fiscalidad extraordinaria y finanzas del concejo de Jerez de la Frontera en el siglo XV JUAN ABELLÁN PÉREZ .................................................................................................................. 153 Las pesquerías jerezanas en el siglo XV: técnicas de pesca, especies y comercialización EMILIO MARTÍN GUTIÉRREZ ....................................................................................................... 175 Reflexiones en torno a los paisajes rurales en Jerez de la Frontera durante el último cuarto del siglo XIII

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MARÍA ANTONIA CARMONA RUIZ ............................................................................................. 195 Las actividades pastoriles en Jerez de la Frontera. Siglos XIII-XVI JOSÉ DAMIÁN GONZÁLEZ ARCE ................................................................................................ 221 Actividad económica y exacciones fiscales. El almojarifazgo de Jerez en los siglos XIII-XV JUAN MANUEL BELLO LEÓN ....................................................................................................... 249 Mercaderes del siglo XV en Jerez de la Frontera

III. SOCIEDAD RAFAEL SÁNCHEZ SAUS ............................................................................................................... 271 Los hidalgos jerezanos en el siglo XIII: una presencia desconocida y minusvalorada SILVIA MARÍA PÉREZ GONZÁLEZ .............................................................................................. 287 Las mujeres de la muy noble y muy leal ciudad de Jerez de la Frontera. Siglos XIII-XV ROBERTO GONZÁLEZ ZALACAÍN, VÍCTOR MUÑOZ GÓMEZ ............................................... 307 Jerez y el mar en la Baja Edad Media JOSÉ MARÍA ABRIL FUENTES, JOSÉ ANTONIO MINGORANCE RUIZ .................................. 329 La esclavitud medieval en Jerez de la Frontera JOSÉ ANTONIO MINGORANCE RUIZ .......................................................................................... 351 Extranjeros en Jerez de la Frontera en la Edad Media MARÍA ANTONIA SALAS ORGANVIDES .................................................................................... 373 Relaciones de la Ciudad de Jerez de la Frontera con la Ciudad de Ronda y Villas de la Serranía de Villaluenga (Final siglo XV y XVI)

IV. ARTE RAÚL ROMERO MEDINA ............................................................................................................... 385 Los Rodríguez una saga de maestros constructores a finales de la Edad Media en Jerez JOSÉ MARÍA GUERRERO VEGA ................................................................................................... 409 La Torre de la Atalaya de Jerez de la Frontera: un monumento cívico de mediados del siglo XV MANUEL ROMERO BEJARANO .................................................................................................... 437 Urbanismo y Arquitectura en Jerez de la Frontera a finales del siglo XV JAVIER JIMÉNEZ LÓPEZ DE EGUILETA, PABLO POMAR RODIL .......................................... 459 La Colegiata medieval de San Salvador de Jerez de la Frontera FERNANDO LÓPEZ VARGAS-MACHUCA ................................................................................... 485 El templo de San Lucas de Jerez de la Frontera MARÍA DEL CARMEN REIMÓNDEZ BECERRA ......................................................................... 497 La transición urbanística tras la Reconquista en un inmueble junto a la Puerta del Real de Jerez de la Frontera

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JUAN FRANCISCO MOLINA ROZALEM ...................................................................................... 509 Estructura territorial de las fortificaciones del entorno de Jerez y la Campiña. La frontera con el Reino de Granada

V. CULTURA Y RELIGIÓN JOSÉ SÁNCHEZ HERRERO ............................................................................................................ 529 La ordenación eclesiástica de Jerez y su tierra en la baja Edad Media. Siglos XIII al XVI JOSÉ MARÍA MIURA ANDRADES ................................................................................................. 559 Monjes, frailes, monjas y otras formas de vida religiosa en Jerez de la frontera a fines de la Edad Media MARÍA DOLORES ROJAS VACA ................................................................................................... 577 Jerez de la Frontera: privilegio, uso y costumbre en el nombramiento de escribanos del número ISABEL MONTES ROMERO-CAMACHO ..................................................................................... 603 Cristianos y judíos sevillanos durante la Baja Edad Media (Siglos XIII al XV). Entre la convivencia y la oposición ROSALÍA GONZÁLEZ RODRÍGUEZ ............................................................................................. 625 El comercio en Jerez de la Frontera durante la Baja Edad Media a través de los restos materiales (siglos XIV-XV) JUAN ANTONIO MORENO ARANA .............................................................................................. 647 La Historia medieval, un instrumento para la acreditación y la exaltación de la oligarquía local en el Jerez de la Edad moderna GONZALO CASTRO MORENO ...................................................................................................... 659 Un documento para conocer la Edad Media: el Manuscrito Epigrafía Xerezana

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LA COLEGIATA MEDIEVAL DE SAN SALVADOR DE JEREZ DE LA FRONTERA Javier E. Jiménez López de Eguileta, Pablo J. Pomar

INTRODUCCIÓN “Tomamos de los Moros esta nuestra Villa de Xerez Sidonis, e de su Mesquita fecimos Donación a Sanct Salvador”.1 De esta guisa exponía el 23 de septiembre de 1265 el rey Alfonso X, en su conocido privilegio de concesión de los diezmos de la collación de San Salvador al abad y canónigos, cómo había entregado a éstos el principal edificio de culto de los musulmanes jerezanos para el establecimiento de una colegiata como iglesia mayor de la ciudad recién conquistada.2 Las noticias sobre cómo fue aquella aljama hasta el 1 Archivo Histórico Diocesano de Jerez de la Frontera (en adelante AHDJF), Fondo Colegial, sec. II, caja 21, doc. n. 61. Copia certificada de 1746, enero 3, Jerez de la Frontera, realizada ante cuatro notarios apostólicos. EDIT. Mesa Ginete, F. de (1888) [1754]: Historia Sagrada y Política de la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Tarteso, Turdeto, Asta Regia, Asido Cesariana, Asidonia, Gera, Jerez Sidonia, hoy Jerez de la Frontera, I Parte, Jerez de la Frontera, Melchor García Ruiz, pp. 99-100, Repetto Betes, J. L. (1985): Historia del Cabildo Colegial de Jerez de la Frontera (1264-1984), Jerez de la Frontera, Caja de Ahorros de Jerez, pp. 44-45, González Jiménez, M. (ed.) (1991): Diplomatario andaluz de Alfonso X, Sevilla, El Monte, doc. n. 306. Esta última edición ha de tomarse con cautela, al indicar haber sido efectuada desde el original conservado en el Archivo de la Colegiata de Jerez de la Frontera, cuando se ha señalado en repetidas ocasiones no hallarse tal pergamino en el referido archivo. Cf. Repetto Betes, J. L. (1985): Historia del Cabildo Colegial, cit., pp. 44-45 y nota 5, y Jiménez López de Eguileta, J. E. (2013): “El Fondo Colegial del Archivo Histórico Diocesano de Jerez de la Frontera: una reconstrucción de su historia”, Asidonense, nº 8, Jerez de la Frontera, pp. 178 y 182. En el mismo congreso sobre el 750 aniversario de la reconquista jerezana, en el que expusimos el presente trabajo, se apuntó la hipótesis de que la toma de la ciudad hubiese sucedido dos años después de cuanto se había creído hasta el momento. La cuestión, que a priori no reviste más interés que el del siempre deseable afán de precisión histórica, conllevaría el paralelo retraso fundacional de la colegiata y remitiría sin paliativos el exacto tenor literario del documento de concesión de los diezmos al desván de las bellas leyendas historiográficas. A pesar de ello, y siempre que la hipótesis planteada termine siendo aceptada por los especialistas, los hechos que el documento refleja ‒que la colegiata de San Salvador de Jerez fue fundada por Alfonso X y que le concedió los diezmos de la collación‒ quedan avalados por la posterior historia del Cabildo Colegial, de forma que, aun pudiendo tacharse de falso diplomático, en ninguno de los casos podría declararse como falso histórico. En cualquier caso, a falta del cotejo del “original” del referido documento ‒hoy perdido‒, tampoco podríamos mostrarnos tajantes en cuanto a la primera posibilidad. 2 Son difíciles de conocer con certeza las razones que movieron a Alfonso X a fundar una colegiata en Jerez. Bartolomé Gutiérrez consideró que el monarca la erigió “en desagravio de no haverle restituido su obispo”. Gutiérrez, B. (1888) [1755]: Año Xericiense, diario eclesiático y civil de la mui noble y mui leal ciudad de Xerez de la Frontera, Jerez de la Frontera, Melchor García Ruiz, p. 101. Esta motivación, sin embargo, debemos asumirla con ciertas reservas dada la apasionada implicación del historiador barroco en la restauración de la antigua diócesis asidonense en Jerez, ciudad heredera de Šiḏūna (Sidueña) ‒nótese la denominación “Xerez Sidonis” de la primera cita‒, últimas sedes de dicho obispado visigótico. Cf. Vega Geán, E. J. y García Romero, F. A. (2013): “El primitivo cristianismo asidonense: de la Antigüedad Tardía al epílogo mozárabe”, Asidonense, nº 8, Jerez de la Frontera, pp. 147-155, Idem (2013): Una comunidad andalusí olvidada. El obispado mozárabe asidonense, Jerez de la Frontera, Peripecias Libros, pp. 17-33, y Borrego Soto, M. Á. (2013): La capital itinerante. Sidonia entre los siglos VIII y X, Jerez de la Frontera, La Presea de Papel, p. 19. La asimilación de Jerez con Sidueña parece haber sido una realidad bien contrastada en los primeros momentos de la reconquista en la zona y aún más tarde, pues sabemos que seguía dándose dicho binomio en 1288, según se desprende de una carta plomada de Sancho IV dirigida “a los canónigos e a los otros clérigos de Xerez Sydonia” e inserta en el privilegio de los Reyes Católicos a la iglesia colegial de San Salvador y a la Universidad de Beneficiados de Jerez por los aniversarios en la Real Capilla de Santa María del Alcázar de 12 de enero de 1495. AHDJF, Fondo Colegial, sec. II, caja 21, doc. n. 51, fol. 2v. Copia certificada de 1508, septiembre 14, Jerez de la Frontera, realizada ante Francisco de Trujillo, escribano público de la ciudad. Esta cierta perdurabilidad del sobredicho topónimo fortalece, en efecto, las teorías sobre Šarīš Šiḏūna recogidas en las obras de Miguel Ángel Borrego Soto (2007): “La ciudad andalusí de Šiḏūna (Siglos VIII-XI)”, Al-Andalus-Magreb, nº 14, Cádiz, pp. 15-16; (2009): “De Asidon a Sidueña. Localización de Madīnat Šiḏūna en el yacimiento de Doña Blanca”, Revista de Historia de El Puerto, nº 42, El Puerto de Santa María, p. 28; 750 aniversario de la incorporación de Jerez a la Corona de Castilla: 1264 – 2014–––––pág. 459

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siglo XIII son tan escasas y parcas en descripciones que ni siquiera permiten bosquejar su apariencia.3 Sólo unos sistemáticos procesos de excavación arqueológica arrojarían exitosos resultados con que reconstruirla.4 Por el contrario, sí tenemos la seguridad de que entre sus muros se instaló la iglesia de San Salvador con su Cabildo Colegial al frente. Esta institución, establecida por expreso deseo del Rey Sabio, quedaría desde entonces bajo el patrocinio de los reyes de Castilla, como segundo templo de la Archidiócesis en cuanto a rango eclesial, después de la Catedral y junto a la también Colegiata de San Salvador de Sevilla.5 A partir de entonces, el afán principal de los canónigos colegiales sería el de celebrar con la mayor dignidad posible los oficios litúrgicos y los aniversarios por los reyes difuntos.6 Para ello, debieron adaptar un edificio de origen y aspecto islámicos a las necesidades inherentes al propio culto cristiano.7 El desarrollo histórico y el resultado artístico de tales intervenciones, y aun de otras posteriores que fueron transformando notablemente la fisonomía de la colegiata a lo largo de los siglos, constituyen el objeto de la presente investigación.

1. NATURALEZA DEL PROYECTO En Historia del Arte, la imagen es en sí misma el hilo conductor de la producción literaria de la disciplina, de forma que la descripción de la obra artística a través de su imagen suele constituir el inicio de cualquier investigación sobre la misma. Cuando este principio teórico falla, esto es, cuando no existe figura sobre la que desplegar los conocimientos, métodos y técnicas propios de la Historia del Arte, el análisis se vuelve (2013): La capital itinerante, cit., pássim. 3 Repetto Betes, J. L. (1987): Historia de Jerez de la Frontera. Parte Segunda. Sheris Sadhuna. El Jerez musulmán (711-1264), Jerez de la Frontera, Centro de Estudios Históricos Jerezanos, pp. 309-312; Aguilar Moya, L.: “Jerez islámico”, en Caro Cancela, D. (1999): Historia de Jerez de la Frontera. Tomo 1. De los orígenes a la época medieval, Cádiz, Diputación Provincial, pp. 206-207; Borrego Soto, M. Á. (2007): “La ciudad andalusí de Šiḏūna”, cit., p. 14; Idem (2013): La capital itinerante. cit, p. 46. 4 Una simple zanja de urgencia en la plaza de la Encarnación, llevada a cabo con motivo de las obras del museo de la Catedral, descubrió restos que han pretendido identificarse con los de esta antigua mezquita. Vid. el suelto de Arantxa Cala “Hallado en la Catedral un muro que puede pertenecer a la antigua mezquita”, Diario de Jerez, 6 de abril de 2011, portada y p. 46. No son nuevos estos descubrimientos en la zona, dando buena cuenta de ello el historiador jerezano Bartolomé Gutiérrez: “El pasado año de 1755, estando haciendo, en la obra de la Iglesia Mayor nueva, todos los Panteones de que va llena toda la Iglesia (...) por el mes de Mayo, se profundizaba la escabacion sobre el lado de la capilla del Baptistero, en que caia parte del Presviterio de la Iglesia antigua. En esta fosa se cortaron varios paredones de grueso ladrillo y otros rastros de otra mas antigua que la vieja Iglesia derribada. Ahondaron la profundidad de las bóbedas de enterramiento que allí había, y debajo de ellas, cortaron un grueso paredon de obra anterior á los sepulcros que encima tenia, y en el cimiento de esta gruesa pared, debajo de ella, estaba un depósito con un cadáver”. Gutiérrez, B. (1757): Historia del estado presente y antiguo, de la Mui Noble y Mui Leal Ciudad de Xerez de la Frontera, Tomo I, Jerez de la Frontera, Melchor García Ruiz, 1886, p. 100. La presencia, pues, de un edificio anterior al que nos ocupa en su mismo enclave es a todas luces incontestable y el hecho de indicar que se encontraba hecho de “grueso ladrillo” advierte de una construcción característica del mundo islámico andalusí, al modo de lo que ya sabemos para otros casos como la aljama de Sevilla, construida de igual forma en ladrillo y tapial. Jiménez Martín, A. (2013): Anatomía de la catedral de Sevilla, Sevilla, Diputación Provincial, p. 99. Véase también al respecto el capítulo del arabista local Miguel Ángel Borrego Soto incluido en el presente volumen. 5 La permanencia hasta 1671 de la colegiata sevillana del Salvador en la mezquita de Ibn Adabbás cristianizada es de sumo interés para esclarecer el devenir histórico de su homónima jerezana. Gómez Piñol, E. (2000): La Iglesia Colegial del Salvador. Arte y sociedad en Sevilla (Siglos XIII al XIX), Sevilla, Fundación Avenzoar. 6 Encargados éstos desde los mismos tiempos de Alfonso X, tal y como se infiere de la lectura de la carta plomada de Sancho IV referida en la nota 2. 7 Este mismo proceso se ha verificado en otros edificios de nuestra ciudad con elocuente exposición. Vid. López Vargas-Machuca, F. (1998): “Un ejemplo de reutilización y asimilación de arquitectura almohade: la iglesia del Convento de Santo Domingo de Jerez de la Frontera”, en El Mediterráneo y el Arte Español. Actas del XI Congreso del CEHA (Valencia, 1996), Valencia, pp. 27-30. 750 aniversario de la incorporación de Jerez a la Corona de Castilla: 1264 – 2014–––––pág. 460

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abstruso y, en muchos casos, inviable. Precisamente, ante este problema nos encontramos, pues no queda hoy prácticamente nada de la antigua colegiata medieval.8 Por tanto, ¿qué observar?, ¿qué determinar?, ¿qué trazar? Los recientes estudios sobre arte medieval cristiano de Jerez realizados por Fernando López Vargas-Machuca han establecido un eficaz procedimiento de observación edilicia para nuestra ciudad.9 Pero, tal y como él ha señalado, esta empresa contaría siempre con una seria carencia, puesto que la iglesia colegial de San Salvador, la principal de las parroquias del Jerez medieval, queda lamentablemente fuera de susceptibles prácticas de observación y análisis, dada su completa desaparición a fines del siglo XVII. Nuestro reto, por tanto, es doble: de un lado, salvar el grave problema de una confrontación con la lógica de los presupuestos de la Historia del Arte, afrontando el desafío de aplicarlos a un edificio inexistente, y, de otro, completar de una manera argumentada y juiciosa la laguna historiográfica existente sobre el que fuese principal edificio religioso medieval de Jerez. De este modo, consideramos prioritario en este trabajo de investigación sobre la vieja colegiata el hecho de reconstruir su apariencia general, identificar los distintos elementos y espacios de lo que fue un complejo edificio, así como explorar cuál fue su encaje urbanístico dentro de un callejero hoy notablemente transformado. Sin embargo, a pesar de la puesta en orden de los numerosos datos que la historiografía ha ido aportando hasta el presente y la ampliación de dicho caudal de noticias con la investigación que estamos realizando en distintos archivos, entre los que destacan el Archivo Histórico Diocesano de Jerez de la Frontera, la carencia de una excavación arqueológica en la zona lastra inevitablemente el proyecto, que avanza con más lentitud de la inicialmente prevista.

2. LA ANTIGUA COLEGIATA. ESTADO DE LA CUESTIÓN El médico e historiador Diego Ignacio Parada y Barreto ya advirtió en 1878 de que las mezquitas donde se fundaron las históricas parroquias alfonsíes “no han conservado de sus primitivos edificios otro recuerdo que su sitio”.10 La apariencia de los templos que conoció Parada no dejaba lugar a dudas, como tampoco hoy, donde sólo se especula con la hipotética pervivencia de restos de aquéllas a nivel arqueológico.11 Sin embargo, el regusto orientalizante del romanticismo del momento encontró terreno abonado al tratar el edificio del que aquí nos ocupamos, la primitiva colegiata del Salvador, inmediato precedente de la actual 8 El agudo lector advertirá de la presencia de la torre exenta de la actual catedral, otrora campanario de la antigua colegial, pero igualmente comprenderá que muy poco se pueda decir del resto del edificio a partir de ella, si bien nos permite establecer el eje ortogonal del pretérito complejo arquitectónico. Más esclarecedoras al respecto, aunque igualmente aún sometidas a nuestro estudio, y por tanto pendientes de extraer las oportunas conclusiones, son la llamada Casa del Abad y viviendas anejas ubicadas entre la calle Encarnación y el reducto catedralicio, que probablemente deban corresponderse con partes de la claustra, así como de la “sala grande que sirvió de cátedra” y de la “bodega” situada bajo las escaleras que salvaban el escarpado barranco existente entre la colegiata y la Calzada del Arroyo. Vid. Apéndice documental, doc. n. 2. Queremos dejar aquí constancia de nuestro agradecimiento a la Diócesis de Asidonia-Jerez y en especial a la persona del deán del Cabildo Catedral, don Antonio López Fernández, por las amplias posibilidades de visita y estudio que nos están brindando a estos inmuebles de su propiedad. 9 En especial, López Vargas-Machuca, F. (2014): El edificio medieval de San Dionisio de Jerez, Jerez de la Frontera, Peripecias Libros, e Idem (2012): Gótico y Mudéjar en la arquitectura religiosa medieval de Jerez de la Frontera, trabajo de investigación inédito. Agradecemos a su autor que nos haya facilitado su consulta para la redacción de estas líneas. 10 Parada y Barreto, D. I. (1878): Hombres ilustres de la ciudad de Jerez de la Frontera, precedidos de un resumen histórico de la misma población, Jerez de la Frontera, El Guadalete, p. XXXIV, nota 1. 11 Vid. nota 4. 750 aniversario de la incorporación de Jerez a la Corona de Castilla: 1264 – 2014–––––pág. 461

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catedral, que pervivió hasta 1695, cuando comenzó su derribo. Es por ello que el historiador arcense Luis de Grandallana y Zapata, al publicar su Noticia de los monumentos jerezanos en 1885, hablase de “la primitiva mezquita” para referirse a la colegiata que ya en 1647 amenazaba ruina.12 En el siglo XX, a pesar de que los estudios sobre la historia del arte local crecieron en número y se desarrollaron ya con criterios más académicos que eruditos, éstos continuaron adoleciendo de un enfoque monumental, dirigido a la explicación y clasificación de las obras conservadas o indicando al visitante los lugares más significativos que no debían dejar de conocer durante su estancia en la ciudad, más que a la realización de una historia del arte local propiamente dicha. Son escasos ‒en ocasiones inexistentes‒ los estudios sobre los hospitales reducidos, los primitivos templos luego reconstruidos por su vetustez centenaria, los conventos destruidos tras las desamortizaciones liberales o durante la revolución de 1868. En buena medida, los trabajos de historiografía artística han tratado más de explicar el medio artístico que los rodeaba, que el hacer una verdadera historia del arte, entendida ésta como el examen, clasificación y exposición cronológica de las manifestaciones artísticas locales.13 Así se explica la falta de un estudio monográfico, un libro o artículo, sobre el que fue durante varios siglos el templo más importante de la ciudad. Manuel Esteve Guerrero, en su Guía oficial de arte publicada en 1933, trata de contextualizar la descripción de la colegiata existente con algunas líneas, refiriendo su fundación e historia, y mantiene que “en el siglo XVII, hallándose ruinosa la primitiva mezquita, se acordó levantar la iglesia de nueva planta”, esto es, retoma acríticamente lo dicho por el guardiamarina Grandallana: el edificio medieval no sería otro que la primitiva mezquita almohade cristianizada.14 Apenas un año más tarde entrará en liza para contradecirlo quien se habría de convertir en su principal antagonista historiográfico a nivel local, Hipólito Sancho de Sopranis. El historiador portuense, en su Introducción al estudio de la arquitectura en Xerez, dedica gruesas palabras para Esteve, a quien achaca no haber leído ciertos manuscritos, algunos por aquel entonces ya editados, que en su consideración permiten establecer que el templo que se derriba a finales del siglo XVII es un templo levantado en época cristiana y de estilo gótico mudéjar.15 En esta obra de Sancho, la vieja colegiata comienza a ser tratada por vez primera con la extensión y profundidad que su entidad monumental requería. Apoyado en la lectura de las obras del dominico fray Diego Franco, del canónigo Francisco de Mesa Ginete y en las nuevas aportaciones documentales que Celestino López Martínez había publicado apenas un par de años antes, el erudito portuense comienza a trazar un relato coherente que, si bien con posterioridad ha sido matizado en ciertos pormenores y también en algunos errores de bulto, sigue siendo a día de hoy la base de cuanto sabemos de aquel edificio desa-

12 Grandallana y Zapata, L. de (1885): Noticia histórico-artística de algunos de los principales monumentos de Jerez ilustrada con noticias inéditas, Jerez de la Frontera, Gautier, p. 37. 13 Paradigma de esta situación es el apartado dedicado a la Edad Media en el capítulo “La historia del arte en Jerez de la Frontera desde la Edad Media hasta el siglo XVII” de la Historia de Jerez dirigida en 1999 por Diego Caro. Pese a que el título lleve a pensar en un tratamiento histórico y lineal de las manifestaciones artísticas de la ciudad, la autora, al tratar la Edad Media, sólo se ocupa de los principales restos materiales que aún perviven de aquel periodo, limitándose al estudio de la muralla y la arquitectura religiosa. Ríos Martínez, E. de los: “La historia del arte en Jerez desde la Edad Media hasta el siglo XVII”, en Caro Cancela, D. (1999): Historia de Jerez de la Frontera. Tomo III. El Arte en Jerez, Cádiz, Diputación Provincial, pp. 15-44. 14 Esteve Guerrero, M. (1933): Jerez de la Frontera (Guía oficial de arte), Jerez de la Frontera, Jerez Gráfico, pp. 115-116. 15 Sancho de Sopranis, H. (1934): Introducción al estudio de la arquitectura en Xerez, Jerez de la Frontera, Federación de Estudiantes Católicos, pp. 11, 14 y 26. 750 aniversario de la incorporación de Jerez a la Corona de Castilla: 1264 – 2014–––––pág. 462

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parecido.16 Así, señala que se trataba de un edificio gótico mudéjar, semejante estilísticamente al templo de Santo Domingo, y que se pretendió levantar un nuevo templo a mediados del siglo XVI con la participación del maestro Hernán Ruiz, cuya intervención no se limitó solamente a reparos, como había creído Esteve. Amén de lo cual, ofrece al lector algunas noticias de menor fuste en relación con el patronazgo de la familia Dávila en el sagrario del templo. Casi veinte años después de la Guía de Esteve, en 1952, vería la luz una segunda edición de la misma en la que el arqueólogo jerezano continuó dando por válida tanto su teoría de que la primitiva mezquita duró hasta finales del siglo XVII, como que la intervención de Ruiz se circunscribió a la realización de ciertos reparos. Lejos de pensar que pudiera haber ocurrido una falta de revisión o puesta al día del texto por parte de Esteve, creemos que se trató de un sostenimiento consciente de la propia posición historiográfica, de lo que parece dar fe, no sólo que en el prefacio a esta nueva edición señale el autor que ha tratado de poner al día la obra de 1933, sino que incluso recoja en la bibliografía el texto de Hipólito Sancho crítico hacia Esteve. Por su parte, el erudito portuense, en 1964, volvió a manifestarse en términos en todo semejantes.17 No será hasta una década más tarde que el último abad e historiador de la colegiata jerezana, José Luis Repetto Betes, en un breve opúsculo dedicado al templo actual, tratase de nuevo el tema que nos ocupa, recogiendo lo dicho por Sancho mas introduciendo una sugestiva hipótesis, cual era “que los sucesivos arreglos fueran dándole a la mezquita-colegiata un aspecto mudéjar”.18 Esa misma opinión mantiene en una obra apenas dos años posterior dedicada a la construcción del nuevo templo barroco, pero donde da a conocer un documento de esencial importancia, un decreto del arzobispo Juan Sánchez en relación a los diezmos, fechado en 1341, en el que se cita repetidamente “la obra de la Yglesia”, lo cual, sin dejar de advertir que “lo mismo puede referirse a estarse haciendo una iglesia nueva o reparándose la antigua […], nos hace pensar que quizás lleve razón el ya desaparecido historiador de Jerez”, aludiendo evidentemente a Sancho de Sopranis y a su teoría de que la vieja colegiata fuese, como ya se ha expuesto, un templo gótico mudéjar.19 En este libro de 1978, Repetto, a pesar de dedicarse primordialmente a la exposición del proceso constructivo del templo barroco, da a conocer una rica documentación en relación con el ocaso del edificio precedente, así como una real cédula del emperador Carlos V permitiendo el traslado de la colegiata a un solar inmediato a la plaza del Arenal, así como el posterior rechazo de esta ubicación y su inicio frustrado

16 Respecto a los mencionados errores de bulto, especialmente llamativa es la suposición que mantiene Sancho de que la sacristía y demás dependencias traseras del actual templo catedral, obras levantadas en el siglo XIX, hubiesen pertenecido a la antigua colegiata y que en concreto fuesen restos de la intervención renacentista que habría implicado al maestro Hernán Ruiz: “La actual sacristía y sus anejos del propio frio estilo de San Juan, con atrevida y rebajada bóveda como la del tramo posterior de aquel cuyo arte contrasta con el barroquismo del templo colegial, acaso sean los comienzos del templo proyectado por los capitulares del quinientos más ricos de buenos deseos que de medios, cuando al señalar que la obra con que llevarlos a cumplido efecto”. Y más explícitamente cuando señala que “Apenas sacada de cimientos la nueva obra dirigida y trazada por el gran maestro Hernán Ruiz cuyo estilo en sus postrimer manera desordenada acaso haya inspirado la grandiosa cuanto fría construcción posterior de la colegiata actual ‒sacristías, bibliotecas, salones anejos…‒ comenzó a languidecer”. Sancho de Sopranis, H. (1934): Introducción al estudio, cit., pp. 26 y 32. 17 Esteve Guerrero, M. (1952): Jerez de la Frontera (Guía oficial de arte), Jerez de la Frontera, Jerez Gráfico, pp. XI-XIII, 125-126 y 213. Sancho de Sopranis, H. (1964): Historia de Jerez de la Frontera desde su incorporación a los dominios cristianos. Tomo I, 1255-1492, Jerez de la Frontera, Jerez Industrial, t. I, p. 98, y t. II (en colaboración con Juan de la Lastra y Terry), p. 195. 18 Repetto Betes, J. L. (1976): La Colegial de Jerez. Exposición histórico-artística, Jerez de la Frontera, Caja de Ahorros de Jerez de la Frontera, p. 12. 19 Idem (1978): La obra del templo de la Colegial de Jerez de la Frontera, Cádiz, Diputación Provincial, pp. 49 y 278. 750 aniversario de la incorporación de Jerez a la Corona de Castilla: 1264 – 2014–––––pág. 463

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junto a la entonces existente.20 Sin embargo, debemos concluir que, más interesado por otros aspectos históricos del edificio y de la institución capitular que acogía, el abad Repetto se muestra vacilante a la hora de tratar el edificio que es centro de este trabajo; así, pocos años después, en 1981, vuelve a considerar que en el siglo XVI el templo fuese “probablemente el mismo que era mezquita cuando la dominación árabe” al tiempo que paradójicamente lo describe como una iglesia gótico-mudéjar cuando detalla que contaba con “techumbre mudéjar de madera; arcos ojivales dentados…”.21 Finalmente, concluye con un corolario de su propia irresolución respecto de la genuina naturaleza del templo medieval, al señalar en 1985 que “el mero hecho de que en la iglesia que se derribaría en 1695 hubiera elementos mudéjares no es suficiente para afirmar que este edificio no era la antigua mezquita sino uno posterior. Pues al edificio se le podían haber ido agregando los elementos ornamentales mudéjares que consta tenía la colegial en los siglos XVI al XVII”.22 Llegará la cuestión al paroxismo cuando en el mismo año, tras preguntarse retóricamente si la colegiata derribada en 1695 era la mezquita transformada o un edificio mudéjar, se respondiese a sí mismo con vehemencia: “imposible contestar”.23 Hasta 1993 no aparecería un artículo dedicado monográficamente a nuestro templo, concretamente a sus vicisitudes constructivas durante los siglos XVI y XVII. Su autora, la profesora Esperanza de los Ríos, da a conocer una interesante documentación que pone de manifiesto que las obras que de alguna manera involucraron al maestro Hernán Ruiz en 1562, encaminadas a la construcción de un nuevo edificio a espaldas del que nos ocupa, no sólo pasaron de la cota de cimentación, como unánimemente había creído la historiografía, sino que lograron alcanzar un considerable desarrollo. Este extremo lo deduce de la presencia en el patio trasero de la colegiata de pilares y portadas que en 1621 serían desmontados por Antón Martín de Burgos para ser armados en el viejo templo con la intención de afianzar su estabilidad. Valor capital de este artículo, al margen de la rica documentación utilizada, es la de tomar en consideración por vez primera la vista de la ciudad que el flamenco Antón van der Wyngaerde había realizado en 1567 para Felipe II y que es sin duda la principal fuente gráfica para el estudio de la vieja colegiata medieval jerezana.24 La historiadora jerezana, no obstante, elude comprometer su pluma a la hora de considerar la naturaleza del edificio, al que se limita a tratar de “medieval”, si bien apuntando años más tarde que aquella primitiva mezquita que devino en iglesia cristiana debió indudablemente “sufrir reformas completas o parciales”.25 Hasta aquí lo dicho por la historiografía local durante siglo y cuarto, de lo que puede ser cabal epítome lo recogido por Miguel Mariscal y Pablo Pomar en la Guía artística y monumental de la ciudad. En 20 Ibídem, pp. 50-66, 259-275, 371-374. Respecto al intento frustrado de edificar una nueva colegiata en la plaza del Arenal, el dato había sido ya dado a conocer treinta y cinco años antes por el marqués de Casa Vargas-Machuca, que publicó un interesante manuscrito inédito del canónigo Mesa Ginete. Patrón de Sopranis, A. (1943): Documentos interesantes del Archivo del Marqués de Casa Vargas Machuca, Cádiz, M. Álvarez, p. XXIV. 21 Repetto Betes, J. L. (1981): El B. Juan Grande y la Catedral de Jerez, Jerez de la Frontera, Hermanos de San Juan de Dios, pp. 13-14. 22 Idem (1985): Historia del Cabildo, cit., p. 74. 23 Idem (1985): Recorrido por Jerez. Guía histórico-turística de Jerez de la Frontera, Jerez de la Frontera, Editorial Almena, p. 58. En esta guía, al referirse a la torre campanario de la hoy catedral, único elemento arquitectónico que pervive del templo antiguo, señala que es obra de los siglos XIV o XV, levantado “aprovechando quizá el minarete y seguramente en su mismo sitio”. 24 Ríos Martínez, E. de los (1993): “Hernán Ruiz II y la reforma renacentista frustrada de la Iglesia Colegial de Jerez de la Frontera (Cádiz)”, Átrio, nº 5, Sevilla, pp. 15-23. 25 Eadem (2003): Antón Martín Calafate y Diego Moreno Meléndez en la arquitectura jerezana del siglo XVII, Cádiz, Universidad de Cádiz Universidad de Sevilla, p. 261. 750 aniversario de la incorporación de Jerez a la Corona de Castilla: 1264 – 2014–––––pág. 464

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esta obra, cuyo formato obligó a los autores a mantener un hilo conductor no basado tanto en la historia del arte local como en la presentación razonada de los monumentos jerezanos y las obras de arte en ellos contenidas, se analiza muy concisamente, casi de pasada, el precedente histórico de la gran catedral que ocupará sus párrafos. Sin embargo, esta brevedad no servirá de excusa a los historiadores para no implicarse al respecto, pues afirman que la primitiva mezquita, tras su reorientación y cambio de uso, continuó sufriendo intervenciones y reformas, hasta el punto de volver casi irreconocible su primitiva ascendencia islámica, concluyendo que la apariencia edilicia de la colegiata, que sucumbió en los estertores del siglo XVII, habría quedado principalmente consolidada durante las dos centurias precedentes.26

3. CRONOLOGÍA DEL TEMPLO COLEGIAL Ya vimos anteriormente que desde la Reconquista, el Cabildo Colegial estuvo siempre protegido y enriquecido por la Corona de Castilla, que le concedió numerosos derechos, rentas y privilegios.27 Además, los reyes castellanos siempre ejercieron su alto patrocinio sobre la colegiata, de lo que, por ejemplo, da cumplida cuenta la real provisión que otorgó Fernando IV en 1303: “Sepades que los míos canónigos de la yglesia de Sant Saluador de ese mismo logar (i.e. Jerez), que es mío patronadgo”.28 Anteriormente, en 1266 los canónigos de San Salvador habían sido beneficiarios del repartimiento urbano de Jerez, lo que nos permite conocer el nombre de los primeros canónigos de la colegial, que debieron de tener a su cargo la adaptación de la mezquita en iglesia de culto cristiano.29 Esta mutación cultual llegaría a término con el complejo rito de la dedicación del edificio por parte de Don Remondo, arzobispo de Sevilla, a cuya diócesis se incorporó Jerez. Se ha señalado que esta ceremonia pudo tener lugar el mismo día que el privilegio de los diezmos al abad y canónigos de San Salvador, esto es, el 23 de septiembre de 1265.30 El hecho de que el documento esté otorgado en Jerez implica que el Rey debía encontrarse en la ciudad en ese momento, dado que la cancillería formaba parte de la corte itinerante del propio monarca.31 De ahí que no sea difícil suponer que, hallándose Alfonso X en ella ‒qui26 Mariscal Rodríguez, M. Á., y Pomar Rodil, P. J. (2004): Jerez. Guía artística y monumental, Madrid, Sílex, p. 117. 27 Lamentablemente, la documentación medieval emanada de la cancillería regia castellana se perdió durante el intento de erección de un obispado en Jerez a finales del siglo XVIII. Vid. Jiménez López de Eguileta, J. E. (2013): “El Fondo Colegial”, cit., pp. 181-182. Por suerte, podemos conocer algunos ‒pero no todos‒ de estos documentos regios debido a que fueron insertados en el privilegio de los Reyes Católicos al Cabildo, citado en la nota 2. 28 AHDJF, Fondo Colegial, sec. II, caja 10, doc. n. 543/1. 29 Cf. González Jiménez, M. y González Gómez, A. (1980): El Libro del Repartimiento de Jerez de la Frontera. Estudio y Edición, Cádiz, Diputación Provincial, pp. LVI-LVII. Sobre los primeros canónigos colegiales de San Salvador, vid. Sancho de Sopranis, H. (1964): Historia de Jerez de la Frontera, cit., pp. 96-97. 30 Muñoz Torrado, A. (1914): La Iglesia de Sevilla en el siglo XIII. Estudio Histórico, Sevilla, Izquierdo y Compañía, p. 52. Es probable que en el momento de la conquista se hubiese efectuado la purificación y bendición del edificio islámico, un ritual más sencillo y que podía ser presidido por un simple clérigo. La ceremonia propiamente de dedicación, que necesitaba obligatoriamente de la concurrencia del obispo, hubo de tener un tiempo de preparación tal y como se sigue en el texto. Cf. Marín, J. C. (2004-05): “Una aproximación al ritual de la dedicación de iglesia en el pontifical romano-germánico del siglo X”, Anales de Teología, vol. 7, 1-2, Concepción, Chile, pp. 97-146, y Bueno Sánchez, M. L. (2007): “«Fuga demonium, angel pacis ingresus». El ritual litúrgico romano-galicano en el proceso de transformación de espacios sacros: de la mezquita a la iglesia (XI-XIII)”, en Jiménez Martín, A.: La Piedra Postrera [Actas del] Simposium Interncional sobre la catedral de Sevilla en el contexto del gótico final (2) Comunicaciones, Sevilla, Taller Dereçeo, pp. 261-280. Respecto de la fecha precisa de esta ceremonia, a pesar de lo dicho, téngase en cuenta lo expresado al final de la nota 1. 31 López Gutiérrez, A. J. (2004): “Oficio y funciones de los escribanos en la cancillería de Alfonso X”, Historia. Instituciones. Documentos, nº 750 aniversario de la incorporación de Jerez a la Corona de Castilla: 1264 – 2014–––––pág. 465

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zás la primera vez después de la conquista definitiva del 9 de octubre anterior‒, se dispusiera la referida celebración en la iglesia colegial, con la asistencia de la jerarquía eclesiástica de la archidiócesis y de un recién llegado clero, que a partir de entonces conformaría el estamento religioso de la ciudad. No ha de extrañar tampoco que esta ceremonia tuviera lugar casi un año después de la incorporación de Jerez a la Corona de Castilla, pues la misma catedral de Sevilla fue dedicada en 1252, o sea, cuatro años después de su toma,32 convirtiéndose el ínterin en un período de preparación, en el que los canónigos se harían de todo lo materialmente necesario para la consagración del templo: altares, cruces, ornamentos, campanas, candelas y todo lo requerido para evidenciar de manera elocuente que el edificio que fue mezquita era ahora templo de culto cristiano. Dedicada la iglesia mayor y dotada por el Rey con el diezmo de la collación y el “de pan e vino e ganado e de las otras cosas (…) salvo ende el diezmo del olivar”,33 los canónigos comenzaron así el ejercicio de su ministerio al frente de San Salvador. No debieron de ser las últimas décadas del siglo XIII testigos de grandes obras en el recinto de la colegiata, como tampoco lo fueron para el resto de la arquitectura religiosa de la ciudad.34 Los hostigamientos de los musulmanes con sus frecuentes razias, continuas hasta el siglo XV,35 y una sociedad que no terminaba de asentarse en la zona,36 crearon una situación poco favorable para la producción cultural y artística.37 Por tanto, poco o nada podemos decir de las eventuales intervenciones que debieron darse en el edificio, que quedarían limitadas a la conversión del alminar en campanario, a la reorientación del culto y a la compartimentación del diáfano haram de la mezquita para la creación en precario de los imprescindibles espacios litúrgicos del templo cristiano: la capilla mayor al Este, con su sagrario; el baptisterio, junto a la puerta de ingreso de los pies de la iglesia; y el coro de los capitulares.38 En cualquier caso, podemos hacer extensivo a esta colegiata jerezana cuanto ya apuntó Alfonso Jiménez al tratar de las obras gaditanas de época de Alfonso X: “no pasaron de mediocres arreglos y adaptaciones de edificios anteriores”.39 31, Sevilla, p. 355. 32 Muñoz Torrado, A. (1914): La Iglesia de Sevilla, cit., pp. 13-14, y González, J. (1951): Repartimiento de Sevilla, Madrid, CSIC, pp. 350-351. 33 Vid. nota 1. 34 López Vargas-Machuca, F. (2000): “En torno a la arquitectura gótica andaluza en el siglo XIII: el caso de Jerez de la Frontera”, en Sevilla 1248. Actas del Congreso Internacional Conmemorativo del 750 Aniversario de la Conquista de la Ciudad de Sevilla por Fernando III, Rey de Castilla y León (Sevilla, 1998), Madrid, Fundación Ramón Areces, pp. 949-960. 35 Jiménez López de Eguileta, J. E. y Romero Bejarano, M. (2013): Los Claustros de Santo Domingo de Jerez de la Frontera. Historia y Arte, Jerez de la Frontera, Remedios 9, p. 34. 36 González Jiménez, M. (2001): La repoblación de la zona de Sevilla durante el siglo XIV, Sevilla, Universidad, pp. 25-33. 37 Aspecto ya señalado por Sancho de Sopranis, H. (1959): Historia social de Jerez de la Frontera al fin de la Edad Media. II. La vida espiritual, Jerez de la Frontera, Jerez Industrial, p. 62. 38 Recuérdese que la sala de oración de una mezquita andalusí quedaba compuesta por un número variable de naves que corrían paralelas al muro de la alquibla situado al Sur. De ahí que el factor más importante a tener en cuenta en la transformación de una mezquita en templo cristiano es el de la variación del eje Norte-Sur, por otro Oeste-Este, focalizando el espacio el altar mayor que se situaba en el muro oriental del edificio, lo que ocasionaba la irremediable reordenación de todo su espacio interior. Vid. Jiménez Martín, A. (1991): “La qibla extraviada”, Cuadernos de Madinat al-Zahra: Revista de difusión científica del Conjunto Arqueológico de Madinat al-Zahra, nº 3, Córdoba, pp. 189-209; Montes, I. y Valor, M. (1995): “De mezquitas a iglesias. El caso de Sevilla (España)”, en Religion and Belief in Medieval Europe, Zellik, De Boe, G. & Verhaegue, t. 4, pp. 139-148; Laguna Paúl, T. (1998): “La aljama cristianizada. Memoria de la catedral de Santa María de Sevilla”, en Metropolis Totius Hispaniae, Sevilla, Ayuntamiento de Sevilla, pp. 41-71; Rius, M. (2000): La alquibla en al-Andalus y al-Magrib al-Aqṣà, Barcelona, Universidad, p. 106; Carrero Santamaría, E. (2011): “Entre almuédanos y campanas. Constantes sobre la conversión de aljamas en catedrales”, Hortus Artium Medievalium, Turnhout, Brepols, t. 17, pp. 185-200. Amplia bibliografía específica sobre estos procesos de transformación en esta última obra. 39 Jiménez Martín, A. (1983): “Arquitectura gaditana de época alfonsí”, en Cádiz en el siglo XIII. Actas de las «Jornadas Conmemorativas del 750 aniversario de la incorporación de Jerez a la Corona de Castilla: 1264 – 2014–––––pág. 466

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Los primeros vestigios documentales de posibles obras en la colegiata de Jerez se remontan a la primera mitad del siglo XIV, cuando la vida diaria del Cabildo, en principio poco emprendedor debido a las circunstancias sobredichas, se vio agitada por unas situaciones realmente tensas, donde tuvieron que intervenir el arzobispo y el propio monarca. Con el objeto de dilucidar el alcance de aquéllas, nos detendremos algunos párrafos en el análisis del problema. A principios de dicha centuria, se estaba dando una injerencia de los jurados y otras personas de gobierno de la collación de San Salvador en el cobro de los diezmos del Cabildo. Al parecer, éstos tomaban “el seysmo de todo el diezmo de los sus feligreses en uoz de la dicha yglesia e obra” y los canónigos argumentaban que no tenían derecho a percibirlo.40 Pese a esto, el Cabildo Colegial denunció el incidente ante la Corona, pues “ge lo quieren tomar por fuerça de la su çilla”.41 Ni tan siquiera dos cartas del rey Fernando IV,42 en las que prohibía taxativamente que la intrusión siguiera teniendo lugar, aun presentando cartas de la cancillería regia a su favor, frenaron el conflicto. Varios meses después, Ferrán Alfonso, alcalde del rey, “marauillado en cómmo fuesteis osados en non conplir la carta del rey e pasar contra ella”, envió otro escrito para instar a los vecinos de la collación a que retornaran a los canónigos lo retenido de su diezmo.43 Sólo una intervención del arzobispo de Sevilla, don Fernando Gutiérrez Tello, en la que mandaba a los canónigos que no reclamaran nada de lo tomado por los jurados desde dos años atrás, puso fin, momentáneamente, a la disputa.44 Otros documentos del siglo XIV advierten de la reaparición del problema cuarenta años después.45 El pergamino que los recoge, que es además la primera muestra conocida hasta la fecha del ejercicio notarial en nuestra ciudad,46 data de 2 de octubre de 1341.47 Los jurados de la collación, que eran ya dos por parroquia en estos años, volvían a tomar “sin razón e sin derecho” el sexmo de los dos tercios pertenecientes al Cabildo, “para la obra de la dicha iglesia (i.e. San Salvador)”.48 El arzobispo de Sevilla, don Juan Sánchez, obligó a aquéllos a cesar definitivamente en el empeño, como quiera que en el plazo determinado no hubiesen presentado alegato alguno a su favor. El hecho de que no haya documentación posterior al respecto podría indicar que el asunto quedó definitivamente zanjado a partir de la intervención arzobispal.49

VII Centenario de la muerte de Alfonso X el Sabio», Cádiz, Universidad y Diputación Provincial, p. 148. 40 AHDJF, Fondo Colegial, sec. II, caja 10, doc. n. 543/1. 41 Ibídem. 42 Una de 1303, junio, 21. Sevilla, y otra de 1303, julio, 21. Sevilla. Ibíd. 43 1303, septiembre, 10. Córdoba. Ib. 44 1304, julio, 7. Sevilla. Ib. 45 Ib., caja 20, docs. nn. 2/1 y 2/2. 46 Jiménez López de Eguileta, J. E. (2013): “Notariado público andaluz en el siglo XIV. El caso de Jerez de la Frontera (Cádiz)”, en Jiménez Alcázar, J. F. y Rodríguez, G. (coords.): Actas del I Simposio Internacional de Jóvenes Medievalistas, Mar del Plata, 2013, Mar del Plata-Buenos Aires, Universidad Nacional de Mar del Plata, Sociedad Argentina de Estudios Medievales, p. 81. 47 Vid. nota 45. Las cartas que habían sido citadas hasta este momento, aunque más pretéritas, las conocemos gracias a una copia de 19 de diciembre de 1342. 48 Abellán Pérez, J. (1990): El Concejo de Jerez de la Frontera en la primera mitad del siglo XV: composición, sistemas de elección y funcionamiento del Cabildo, Jerez de la Frontera, Ayuntamiento, p. 59. AHDJF, Fondo Colegial, sec. II, caja 20, doc. n. 2/1. 49 Pero siempre posterior a diciembre de 1342, cuando se copiaron las cartas del rey Fernando IV, la de su alcalde y la del arzobispo de Sevilla en defensa de los canónigos, lo que hemos de entender como una muestra de que la desavenencia seguía vigente y se continuaba buscando soluciones. 750 aniversario de la incorporación de Jerez a la Corona de Castilla: 1264 – 2014–––––pág. 467

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Pero, ¿de qué obra se trataba en estos documentos?50 Caben dos posibilidades iniciales: o bien que se estén refiriendo a la obra como fábrica de la iglesia o aparato administrativo de la misma, o que, efectivamente, se esté señalando con dicho término posibles labores de construcción en el templo colegial, como se verá de inmediato. Aún así, ¿por qué iban a utilizar miembros del concejo jerezano la sexta parte de los tercios del diezmo pertenecientes al Cabildo Colegial para obras en el templo? La respuesta hay que buscarla en el siglo XIII, cuando los papas habían concedido a los reyes de Castilla parte de los diezmos eclesiásticos para la reparación de las iglesias, teniendo en cuenta la ineludible necesidad de estas labores en territorios de reconquista y frontera.51 Las Partidas alfonsíes muestran las cuatro partes en que se dividían estos diezmos: “la primera para el obispo, la segunda para los clérigos, la tercera para la labor de la iglesia et la quarta para los pobres”.52 De la tercera porción salía lo que se ha venido en llamar “tercias reales” que, destinadas a su primigenio fin, o sea, las necesidades materiales de las iglesias, eran administradas por la Corona o, en su delegación, por los concejos de realengo.53 Y aquí es donde estriba el problema: los jurados jerezanos, a la hora de gestionar estas tercias de las parroquias en nombre del rey, decidieron hacer lo propio con las de la iglesia colegial de San Salvador, con el pretexto de que se usarían para la obra de la misma. Y no cabe pensar que así no lo hicieran o que no fuera de este modo, pues de lo contrario no hubiera contestado el arzobispo con el tenor de la primera intervención, en la que sosegaba a los canónigos y les invitaba a no reclamar a los jurados lo ya tomado, “por razón que creemos que lo metistes en la obra de la dicha iglesia, que es a seruiçio de Dios”.54 No obstante, aquí los jurados se dieron de bruces con la inmunidad que el privilegio de los diezmos de Alfonso X le había concedido al Cabildo en 1265.55 Esta prerrogativa había sido además ampliada por el propio monarca en 1268, cuando le otorgó los diezmos de la aldea de Crespellina, e incluso confirmada colateralmente por Sancho IV en 26 de septiembre de 1285.56 Sea como fuere, queda claro que los canónigos no estaban dispuestos a compartir la responsabilidad de la administración de los diezmos con los que sufragar la “obra de la dicha iglesia”. Estas intervenciones, que los documentos del siglo XIV citan de forma tan general con el título de “obra”, tuvieron que ser de cierta envergadura, a tenor de la relevancia que parecen conferirle los textos. Sin embargo, no debemos pensar tampoco en una fábrica totalmente nueva que sustituyera la mezquita de época islámica.57 Los testimonios posteriores, incluso aquellos inmediatamente contemporáneos a su ruina y derribo a finales del siglo XVII, advierten de que aún se conservaban restos que acaso podamos 50 Cuestión también planteada por Repetto Betes, J. L. (1985): Historia del Cabildo Colegial, cit., p. 74. 51 Mansilla Reoyo, D. (1945): Iglesia castellano-leonesa y Curia Romana en los tiempos del rey San Fernando, Madrid, CSIC, pp. 56-58. 52 Las Siete Partidas del Rey Don Alfonso el Sabio, cotejadas con varios códices antiguos, Tomo I, Madrid, Real Academia de la Historia, 1807, p. 465: Partida I, Título XX, Ley XIX, “En quántas maneras se pueden partir los diezmos segunt la costumbre de cada un lugar”. 53 Mesa Ginete trata de explicar detenidamente el asunto, aunque con enrevesada narración, en su Historia Sagrada y Política, cit., I Parte, pp. 111-116. También es muy sugerente, sobre todo por la cantidad de cartas pontificias y reales que ofrece al respecto, la obra de Quintanilla, R. de (1681): Discursus Historicus in quo per rerum gestarum Seriem demonstratur S. Regem Ferdinandum III et Alphonsus X, cognomento Sapientem, illius filium, eo-rumque Praedecessores Castellae et Legionis Reges hubuisse ius disponendi de dicimis Terrarum, quas è Saracenorum manibus recuperabant, Nápoles. 54 Vid. nota 44. 55 Vid. nota 1. 56 Mesa Ginete, F. de (1888): Historia Sagrada y Política, cit., I Parte, p. 120; Borrero Fernández, M. et alii (1995): Sevilla, Ciudad de Privilegios. Escritura y Poder a través del Privilegio Rodado, Sevilla, Ayuntamiento, Universidad y Fundación El Monte, doc. n. 49 57 Ni tan siquiera la catedral de Sevilla había pensando levantar un nuevo templo en estos momentos. Habrá que esperar más de un siglo para que se den los primeros pasos. Jiménez Martín, A. (2013): Anatomía de la catedral de Sevilla, cit., pp. 120 y ss. 750 aniversario de la incorporación de Jerez a la Corona de Castilla: 1264 – 2014–––––pág. 468

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identificar como propiamente musulmanes.58 En consonancia con el momento en que se dieron estas obras, pudo tratarse de un reparo general del templo, que debía ya acusar el paso del tiempo, máxime teniendo en cuenta los perecederos materiales propios de la arquitectura islámica local, que hacían de su mantenimiento una necesidad continua. Es fácil pensar que con dicha intervención la colegiata dignificara su fábrica, que iría así adoptando el aspecto propio de las iglesias castellanas de la centuria precedente. Conservaría probablemente la armadura de madera como cobertura de las naves, pero incorporando, adosada al lado oriental del edificio, una cabecera poligonal de piedra con bóveda de crucería. Este templo remozado, donde la ascendencia islámica de su fábrica se iría diluyendo cada vez más, lograría así una imagen acorde con la pujanza de la institución que albergaba, al tiempo que serviría de marco adecuado a las principales ceremonias de un Cabildo cuya vida litúrgica habría de ser ya floreciente.59 Además, todo ello coincide con el momento en el cual se dotó a la iglesia del patrón San Dionisio de un triple ábside ‒del que hoy sólo se conserva el del lado del Evangelio‒, levantado siguiendo fórmulas propias del gótico parroquial castellano del siglo XIII, que a todas luces debió ser hermano del de la colegiata.60 Llegados a este punto, conviene también recordar la noticia dada a conocer por Hipólito Sancho de Sopranis, según la cual el ábside de San Salvador se encontraba “abovedado con decoración en sus nervaduras de dientes de sierra y en las impostas de gruesas cabezas de clavo”.61 De ser así, estaríamos necesariamente hablando de una nueva intervención en la cabecera, dado que los dientes de sierra no son un motivo ornamental conocido en la zona en la época de la que venimos ocupándonos, sino propio de la arquitectura jerezana del siglo XV, cuya ejecución estuvo a cargo de canteros procedentes de Córdoba que trabajaron en Jerez y su comarca durante los dos primeros tercios de esta centuria y a quienes la historiografía local ha venido en denominar como “taller de Santo Domingo”, al haberse fijado la aparición de este elemento decorativo en el convento de frailes predicadores de la ciudad.62 Se concluye con todo esto que, si el ábside de la colegiata estuviese decorado con dientes de sierra, no tenemos más remedio que hablar de una nueva obra en la iglesia de San Salvador y situar ésta en la primera mitad del siglo XV. El levantamiento de aquella cabecera de cantería cuya construcción hemos considerado de los albores del siglo XIV, no excluye que un siglo más tarde tuviesen lugar estas nuevas obras a cargo del “taller de santo Domingo”, bien por la ruina parcial de la cabecera precedente o, más probablemente, para dotarla 58 En unos autos de 1687, a razón de cierto capital debido por el Ayuntamiento de la ciudad para comenzar la obra nueva, puede leerse que “por ser tan antigua y las paredes de tapias con techumbre de madera y adesmoronadas y podridas se estaba acabando de arruinar”. AMJF, Actas Capitulares, año 1687, s.f. 59 Ya hay constancia para estas fechas de importantes y substanciosas mandas para la iglesia colegial, consignadas en los testamentos de canónigos y vecinos de San Salvador. El primero del que hay noticia es el del capitular Pedro Ruiz de Escobar. Mesa Ginete, F. de (1888): Historia Sagrada y Política, cit., I Parte, pp. 140, 191, 194; II Parte, pp. 109, 294, 383, 432. También, Gutiérrez, B. (1757): Historia del estado presente, cit., Tomo II, p. 174. Más testamentos y mandas procedentes del siglo XIV en Jiménez López de Eguileta, J. E. (2011): Documentos y notarios de Jerez en el siglo XIV, Jerez-Sevilla, trabajo de investigación inédito. 60 López Vargas-Machuca, F. (1999): “En torno a la cronología del templo de San Dionisio de Jerez de la Frontera”, Archivo Español de Arte, nº 287, Madrid, pp. 345-349. También puede pertenecer a este momento la obra del primer gótico del templo de San Lucas, del que parece quedar en pie la parte poligonal del ábside de la capilla mayor. Vid. el capítulo que el mismo autor dedica en el presente volumen al templo de San Lucas de Jerez de la Frontera. 61 Sancho de Sopranis, H. (1964): Historia de Jerez de la Frontera, cit., p. 98. La primera vez que presentó esta idea fue en su Introducción al estudio de la arquitectura, cit., pp. 11 y 14, nota 1. La dedujo de la lectura del folio 18 del manuscrito Memorias históricas de Santo Domingo el Real de Xerez, escrito por el dominico Fray Diego Franco en 1717, que el erudito portuense alcanzó a ver y cuyos tres ejemplares permanecen a día de hoy desaparecidos. Jiménez López de Eguileta, J. E. y Romero Bejarano, M. (2013): Los Claustros de Santo Domingo, cit., pp. 135-136, nota 26. 62 López Vargas-Machuca, F. (1999): “Espacios funerarios de la aristocracia en la arquitectura medieval jerezana”, Revista de Historia de Jerez, nº 5, Jerez de la Frontera, pp. 76-78; Idem (1998): “Un ejemplo de reutilización”, cit., p. 30. 750 aniversario de la incorporación de Jerez a la Corona de Castilla: 1264 – 2014–––––pág. 469

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de una mayor dimensión, pero en cualquier caso confiriendo al templo un nuevo estilo artístico más acorde a los gustos del momento. Contamos en la ciudad con casos análogos en las iglesias de San Lucas y San Dionisio, donde, existiendo unos ábsides relacionables con el primer gótico castellano, éstos fueron parcialmente sustituidos por otros de corte gótico-mudéjar y gótico tardío respectivamente.63 Ya hemos señalado la más que probable ascendencia cordobesa de los canteros implicados en la construcción de esta nueva cabecera del siglo XV. Además, hay que advertir al respecto que Jerez y Córdoba mantenían estrechos vínculos a raíz de su carta de hermandad firmada a finales del siglo XIII,64 lo que a su vez debió redundar en una intensificación de la relación que suponemos mantendría el Cabildo Colegial jerezano con el de la colegiata cordobesa de San Hipólito, al tratarse de instituciones ambas de real patronato y pertenecientes al reducido grupo de colegiatas andaluzas.65 Si además tenemos en cuenta que algunas de las mayores cotas de semejanza estilística del gótico-mudéjar cordobés con el jerezano ‒en especial en lo que se refiere al diente de sierra‒ las encontramos precisamente en San Hipólito, podemos llegar a plantear que esos constructores cordobeses que tanta notoriedad alcanzaron en el panorama de la arquitectura jerezana del siglo XV, llegasen a la ciudad justamente demandados para la realización de esta nueva cabecera de San Salvador.66 Somos conscientes de que todo este planteamiento no deja de ser una mera hipótesis de trabajo, que queda pendiente de su verificación documental o por medio de análisis analógicos más precisos, pero si la lográsemos confirmar fehacientemente, podríamos afirmar que habría sido precisamente la colegiata jerezana la que, por el prestigio de su real fundación y su carácter de iglesia mayor, se habría constituido en el motor de emulación que habría llevado al resto de parroquias e iglesias de la ciudad a imitar su nuevo estilo artístico, hasta el punto de que, en el campo de la historiografía local, esa escuela de canteros cordobeses afincada en Jerez podría ser denominada con propiedad como “taller de San Salvador”.67 El siglo XV concluirá para la colegiata de San Salvador con el levantamiento de la torre campanario en su último cuarto de centuria. Sustituta del antiguo alminar de la mezquita, que hasta este momento debió de servir para las mismas funciones con las que se proyectó la nueva torre, es el último gran vestigio del primitivo templo de San Salvador que tenemos hoy en pie. Se trata de una potente construcción en piedra, 63 López Vargas-Machuca, F. (2013): El edificio medieval de San Dionisio, cit., p. 24. Vid. también el capítulo que el mismo autor dedica en el presente volumen al templo de San Lucas. 64 Muñoz y Gómez, A. (1900): “Concejos de Córdoba, Sevilla y Jerez de la Frontera. Carta inédita de su hermandad en 1296”, Boletín de la Real Academia de la Historia, t. XXXVI, Madrid, pp. 306-316. 65 Jordano Barbudo, M. Á. (1996): Arquitectura medieval cristiana en Córdoba. Desde la Reconquista al inicio del Renacimiento, Córdoba, Universidad, pp. 144-148. 66 López Vargas-Machuca, F. (2012): Gótico y Mudéjar, cit. Agradecemos al autor la orientación en estas primeras consideraciones. 67 Muchas colegiatas solían con frecuencia encontrarse ante los mismos retos y dudas en el desarrollo de su vida litúrgica y capitular, lo que se constata en el fluido carteo que con frecuencia mantenían con la intención de compartir experiencias y soluciones de éxito. De todo ello dan buena cuenta los fondos de sus archivos. Sin embargo, los asientos documentales de las colegiatas jerezana y cordobesa apenas conservan género epistolar de las fechas que nos atañen, por lo que, hasta el momento, no hemos podido certificar documentalmente cuanto suponemos. Respecto al prestigio institucional de la colegial de San Salvador, que como iglesia mayor de la ciudad llevaría al resto de las jerezanas a imitar las novedades artísticas y arquitectónicas que introdujo durante el siglo XV, téngase en cuenta que los propios Estatutos del Cabildo constatan, al menos desde 1484, la primacía local que la colegiata estaba llamada a ejercer: “Las yglesias collegiales así commo a las otras yglesias ynferiores perrochiales preceden en dignidat e preheminencia, así las personas en ellas collocadas deuen preceder en santidat, grauedat e honesta uida a todas las otras personas de las inferiores yglesias, dando de sí buen exemplo e doctrina a aquellos e al pueblo christiano. E, como por la clemencia de nuestro Sennor la yglesia collegial de Sant Saluador de la noble cibdat de Xerez de la Frontera sea la más principal e notable entre todas las otras yglesias de la dicha cibdat, es cosa muy iusta e razonable que, en lo spiritual e temporal e çerca del oficio diuino que de continuo en ella se celebra, exceda e sobrepuje a las otras yglesias e personas eclesiásticas de la dicha cibdat”. AHDJF, Fondo Colegial, sec. I, caja 9, doc. n. 1.1, fol. 1r. 750 aniversario de la incorporación de Jerez a la Corona de Castilla: 1264 – 2014–––––pág. 470

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realizada a base de sillares dispuestos a soga y tizón, si bien no todas sus hiladas guardan el mismo ritmo de disposición. A media altura en la misma, un baquetón formado por pequeños arcos apuntados trilobulados rodea sus cuatro frentes. Sobre éste y en cada una de las caras aparece una ventana cegada con tracería tardogótica apoyada en un fuste central. Sólo al lado oriental, la ventana y la tracería se abren verdaderamente, dando luz a la escalera que discurre por el interior. El sobredicho baquetón se reproduce de nuevo bajo la cornisa del primer cuerpo de campanas, cota que, al exterior, separa el núcleo original de la torre de la reforma barroca del siglo XVIII. Resulta significativo el acceso a este elevado lugar, donde lo reservado del mismo ha hecho que ciertos elementos que se guardan en su interior permaneciesen ocultos para la historia del arte local. Allí se encuentran los restos de la bóveda original con la que debió de cubrirse el edificio. De crucería simple, los nervios de la misma descansan en unas pequeñas ménsulas que contienen decoración figurativa de filiación gótica. Aunque sólo se conservan tres, evidencian haber representado el tetramorfo. En la clave, que también ha desaparecido ‒hubo de tirarse en algún momento con la intención de dejar un hueco para los tiros de las campanas del cuerpo superior‒, debió de haberse encontrado el Salvador. Estos elementos sitúan con más precisión el periodo de ejecución de la obra, pues están relacionados con aquellas esculturas tardogóticas de carácter ornamental que llegaron a Jerez a partir del establecimiento de Lorenzo Mercadante de Bretaña en 1454 en la catedral de Sevilla, momento en el que empieza a hacerse presente este tipo de decoración en la arquitectura de la época.68

4. TOPOGRAFÍA DEL TEMPLO. ESPACIOS LITÚRGICOS Tras esta primera aproximación a la cronología del templo de la colegiata, otros documentos posteriores nos permiten conocer de otra manera el monumento. Podemos decir, efectivamente, que se trataba de un edificio complejo, compuesto por la iglesia, que en su configuración definitiva estuvo dotada de tres naves, cubiertas con armadura de madera y cabecera pétrea; un pórtico; el baptisterio; diversas capillas funerarias, alguna verdaderamente monumental como la de los Pérez de Gallego; un sagrario y sacristías alta y baja. También constaba de un patio o claustro plantado de naranjos y álamos, en torno al cual se articulaban otras piezas, entre las que destacarían el cuarto para los curas semaneros; los almacenes para guardar el monumento de semana santa; la bodega; los graneros para la recaudación del diezmo; las oficinas y el archivo, que eran necesarios para el funcionamiento administrativo de la institución; el estudio donde se desempeñaba la actividad de la cátedra de gramática; además de otros elementos de naturaleza menos constructiva como el huerto, el corral, el cementerio con su osario, etc. Pero la reconstrucción virtual de estos espacios y lugares está siendo ardua y prolija, debido a la fragmentaria documentación con que contamos, pero más aún por la escasez casi endémica de información gráfica y, desde luego, por la ya señalada carencia de estudios arqueológicos. Es por ello que no nos encontramos en el mismo estadio de conocimiento respecto de cada uno de estos espacios. De algunos apenas 68 Jiménez Martín, A. (2006): “Las fechas de las formas. Selección crítica de fuentes documentales para la cronología del edificio medieval”, en AA.VV.: La Catedral gótica de Sevilla. Fundación y fábrica de la obra nueva, Sevilla, Universidad, p. 70. 750 aniversario de la incorporación de Jerez a la Corona de Castilla: 1264 – 2014–––––pág. 471

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sabemos poco más que su existencia, mientras que de otros contamos ya con datos ordenados que han permitido conocer su historia constructiva, precisa ubicación, distribución interna e incluso su mobiliario. El proceso de investigación, iniciado hace más de un año, se prevé largo. Mientras tanto, como muestra del tratamiento descriptivo que pretendemos para todo el edificio y otros anejos, mostramos una selección de los principales espacios litúrgicos del interior del templo, en los que la especial abundancia de noticias documentales nos ha permitido reconstruirlos con un acusado nivel de detalle. 4.1. LA CAPILLA MAYOR Del presbiterio de la mezquita cristianizada no contamos con noticia alguna, si bien cabe pensar que no fuese más que el producto de la compartimentación provisional, mediante rejas o tabiques, de su muro Este, donde se instalaría un altar probablemente elevado por algunas gradas y algunas imágenes de devoción. Para contar con algunos datos, tenemos que dar un salto cronológico considerable y centrarnos en lo que fue su aspecto definitivo, cuando ya se trataba de una pieza de obra nueva cubierta por una bóveda de cantería gótica cuyos nervios estaban decorados con dientes de sierra.69 Bajo la misma, se situaba el altar mayor, notablemente elevado unos tres metros, distribuidos en catorce peldaños respecto de la cota del pavimento.70 El contraste entre esta capilla mayor pétrea y el resto del templo cubierto con armadura de madera contribuiría -junto con las mencionadas gradas que elevaban el presbiterio y la gran viga que, coronada por un Calvario, uniría las impostas del arco toral- a definir esa suerte de limes sacro que habría de delimitar el lugar reservado a los fieles de aquel donde tenía lugar el Santo Sacrificio.71 Bajo esta viga, a ambos extremos del arco de ingreso al presbiterio, se situarían sendos púlpitos de piedra, allí ubicados para la lectura de la epístola y el evangelio de las misas solemnes.72 Desconocemos cuándo se levantó el retablo del altar del que tenemos referencias, aunque bien pudiera tratarse de una obra gótica de las últimas décadas del siglo XV o primeras del XVI, que puede relacionarse con la visita que realizaron al templo los Reyes Católicos en octubre de 1478.73 En dicha ocasión los monarcas fueron llevados hasta el altar mayor, donde se cantó un solemne Te Deum. Se sabe que entregaron al Cabildo su propio escudo, que fue colocado en la capilla mayor, y que acaso pueda ponerse en relación con aquellos que con las armas reales tenía el retablo flanqueando los de la tiara con las llaves de san Pedro, y el orbe, secular emblema del Cabildo.74 Esta datación, un tanto 69 En la resulta de la visita que realizó don Gonzalo de Mier y Barreda el cuatro de febrero de 1673, éste señala que la capilla mayor es “de bóveda”. Vid. Apéndice documental, doc. n. 1. Recuérdese lo dicho en la nota 61. 70 Vid. Apéndice documental, doc. n. 1. 71 El canónigo Mesa Ginete, al enumerar las capillas que tuvo el viejo templo, señala que la cuarta “era la de el Santo Cristo de la Viga, de cuyo origen se dice, ser la efigie de Cristo Crucificado que estaba en una viga o sobre ella, que estaba en los alto del arco, que entraba a la Capilla Mayor, como aún hoy se conservan semejantes efigies en muchas Iglesias antiguas del Arzobispado”. Independientemente de que sea esta imagen de Cristo crucificado ‒significativamente advocado “de la Viga” y que aún se conserva en el nuevo templo‒ la que presidiese la entrada al presbiterio, como supone Mesa, u otra distinta, la existencia de la mencionada viga de origen medieval es más que probable. Mesa Ginete, F. de (1888): Historia Sagrada y Política, cit., II Parte, p. 108. 72 Consta la existencia de un púlpito en la primitiva mezquita cristianizada, desde el cual, en 1292, el rey Sancho IV elogió el “alto merecimiento” y la “gran fidelidad” de don Fernán Pérez Ponce de León, hijo de don Pero Ponce de Cabrera, quien encontrándose in articulo mortis avisó al Rey de cierta traición que le amenazaba. Argote de Molina, G. (1580): Nobleza del Andaluzia, Sevilla, Fernando Díaz, fols. 160 r. y v. Los dos púlpitos de piedra mencionados en el texto son citados en la visita de don Gonzalo de Mier de 1673. Vid. Apéndice documental, doc. n. 1. 73 Rallón, E. (1998) [1660 ca.]: Historia de la ciudad de Xerez de la Frontera y de los reyes que la dominaron desde su primera fundación, vol. II, Cádiz, Universidad de Cádiz - Ayuntamiento de Jerez, pp. 420-421. 74 Repetto Betes, J. L. (1985): Historia del Cabildo Colegial, cit., p. 79; Mesa Ginete, F. de (1888): Historia Sagrada y Política, cit., II Parte, p. 91. 750 aniversario de la incorporación de Jerez a la Corona de Castilla: 1264 – 2014–––––pág. 472

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temprana para cuanto hasta el momento conocemos de la retablística de la ciudad, podría encajar con la descripción que tenemos del retablo en el siglo XVII, donde es visto como una máquina lignaria con “cornisas y relieves dorados” y cuadros “de pintura antigua”, lo que nos estaría indicando su probable pertenencia a la serie de grandes retablos pictóricos producidos en la Archidiócesis con anterioridad al mayor de la catedral de Sevilla.75 Sobre un banco, donde los apóstoles flanquean el tabernáculo, su programa iconográfico estaba centrado, en registro doble, por la Transfiguración, que siempre fue considerada la “advocación de la iglesia”, y en torno a la cual se desarrollaban el resto de escenas, con la Epifanía y la Natividad superpuestas en el lado del evangelio, y la Resurrección y la Pentecostés en el de la epístola. Por último, el tercer cuerpo contaría con la Ascensión y la Asunción flanqueando a la Entrada de Cristo en Jerusalén.76 Consecuencia manifiesta del apasionado clima de fervor inmaculista vivido por la ciudad durante el siglo XVII, sería la reforma que sufrió este altar mayor en torno a 1645, año en que Felipe IV obtuvo del papa Inocencio X la bula In his per quae Beatissimae Virginis, que nombraba a la Inmaculada como patrona “in Regnis Hispaniarum tantum”.77 Por el deseo de hacer ostensible la adhesión del Cabildo a la “piadosa creencia” se alteró el programa iconográfico primitivo con la inclusión de una imagen de la Inmaculada propiedad del canónigo magistral don Alonso Caballero de los Olivos, fervoroso inmaculista, a la que se dotó de un marco apropiado, incorporando al retablo un “tabernáculo de columnas todo dorado”, costeado igualmente por el propio magistral.78 Hemos ya señalado la presencia de un sagrario en medio del altar; sin embargo, es probable que éste sea fruto de una reforma posterior a 1586, año en el que el cardenal don Rodrigo de Castro ordenó la instalación de éstos tabernáculos en el centro de los altares mayores de toda la Archidiócesis.79 Del que nos ocupa sabemos que fue dorado y estofado por Luis Ortiz de Paz y Antonio Gallardo en 1672. No obstante, desconocemos si dicha intervención hace referencia al acabado decorativo de un nuevo sagrario o a la renovación y redorado del ya existente.80 Por último, en 1691, ya en los años finales de la vieja colegiata, el cardenal Palafox mandó que se pintasen en su puerta los emblemas eucarísticos acostumbrados y del que, al parecer, esta pieza carecía.81 75 Repetto Betes, J. L. (1985): Historia del Cabildo Colegial, cit., pp. 514-515; Apéndice documental, doc. n. 1; Herrera García, F. J. (2009): “Los orígenes de una afortunada creación artística. El Retablo Gótico en Sevilla” en Halcón Álvarez-Ossorio, F., Herrera García, F. J. y Recio Mir, Á.: El retablo sevillano desde sus orígenes a la actualidad, Sevilla, Real Maestranza de Caballería, pp. 39-43. 76 Repetto Betes, J. L. (1985): Historia del Cabildo Colegial, cit., pp. 514-515; Apéndice documental, doc. n. 1. 77 Hemos especulado con 1645 al encontrarse dicho año dentro de la horquilla cronológica segura con que contamos. Ésta va de 1634, año de la visita canónica transcrita por Repetto y tantas veces ya aludida, donde no se cita dicha Inmaculada, hasta 1652, año en el que el magistral Caballero de los Olivos la dona al Cabildo, mas quedando constancia en el documento de donación de que la imagen ya llevaba tiempo en el altar mayor. Repetto Betes, J. L. (1985): Historia del Cabildo Colegial, cit., pp. 514-515. AHDJF, Fondo Hispalense, Serie Jerez de la Frontera, Sección Ordinario, caja 14, doc. 13. Sobre la Inmaculada, su patronazgo hispano y su repercusión iconográfica en el arte español vid. Stratton, S. (1988): “La Inmaculada Concepción en el arte español”, Cuadernos de arte e iconografía, nº 2, Madrid, pp. 3-128. 78 AHDJF, Fondo Hispalense, Serie Jerez de la Frontera, Sección Ordinario, caja 14, doc. 13. En el cabildo de 28 de marzo de 1662 se anota un pago a Diego Montero “por los velos que está haciendo para la imagen de Nuestra Señora que está en el Altar Mayor”. Dado que la imagen se conserva y es de talla, suponemos que se trata de los velos que habrían de cubrir la imagen durante la Semana de Pasión y Semana Santa, si bien no podemos descartar tampoco que se tratase de alguna suerte de postizo. AHDJF, Fondo Colegial, sec. I, caja 1, Actas Capitulares, Libro II (1660-1700), fol. 10r. 79 Niño de Guevara, F. (1864): Constituciones del arzobispado de Sevilla, Sevilla, Librería Española y Extrangera, t. II, p. 59. 80 Antón Portillo, J. y Jácome González, J. (2001): “Apuntes histórico-artísticos de Jerez de la Frontera en los siglos XVI-XVIII (2ª serie)”, Revista de Historia de Jerez, nº 7, Jerez de la Frontera, pp. 117-118. 81 Repetto Betes, J. L. (1985): Historia del Cabildo Colegial, cit., pp. 519-521. 750 aniversario de la incorporación de Jerez a la Corona de Castilla: 1264 – 2014–––––pág. 473

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La capilla mayor también fue lugar privilegiado de enterramiento de la nobleza jerezana desde antiguo, pues consta que bajo el púlpito del lado del evangelio estaba sepultado el héroe de la Reconquista Fortún de Torres y, junto a las gradas, Diego Martínez Dávila en 1464, y Alfonso de Villavicencio dos años más tarde.82 Sin embargo, la familia que verdaderamente tomó la capilla mayor colegial como la de su propio enterramiento fue la de los Cabeza de Vaca.83 Allí, en diferentes ubicaciones fueron sepultados numerosos miembros de esta noble familia, que llegó a contar con sepulturas en el presbiterio, bajo las sillas del lado de la epístola, donde estaba enterrado un obispo de la familia, así como bajo las gradas, donde recibían enterramiento los segundones de la casa.84 Pero el enterramiento principal parece que estaba situado en el tránsito del altar mayor al púlpito del lado del evangelio, que fue ampliado por Álvaro Núñez Cabeza de Vaca con tres cuartas en dirección hacia la sacristía, haciéndole puerta y losa con las armas de los Cabeza de Vaca.85 4.2. EL CORO CAPITULAR Apenas contamos con documentos medievales que nos permitan reconstruir cómo fue el primitivo coro de los canónigos, que suponemos de escasa entidad y situado a continuación del presbiterio. Las primeras referencias a un coro son ya tardías, y las encontramos en los Estatutos del Cabildo de 1484. En ellos se ordena que sus postigos permanezcan cerrados para evitar que las personas pasen a través de ellos “como por calle pública, por lo qual muchas uezes dauan turbación a los beneficiados e les fazían errar los uersos e el canto en grand confusión”.86 Para entonces, el templo colegial habría trasladado el coro a la nave, frente al presbiterio, donde quedó establecido ya definitivamente, cerrado por citaras entre los cuatro pilares que sostenían el edificio.87 Contaba con dos alturas de sitiales en cada lado y se cerraba al presbiterio con una reja con espadañas, al tiempo que comunicaba con aquel mediante la crujía que delimitaban las barandillas de hierro.88 En su testero estaba la silla del abad, que se distinguía, además de por la mitra que tenía esculpida, por estar “primorosamente labrada de talla con cierto modo de coronación, imitando a las que tienen los señores obispos en los coros de sus iglesias catedrales”.89 A esta silla abacial, que se conservaba por memoria de aquella dignidad y que no era jamás ocupada, salvo por los arzobispos cuando 82 Mesa Ginete, F. de (1888): Historia Sagrada y Política, cit., II Parte, p. 98. 83 Hasta tal punto llegó la identificación de los Cabeza de Vaca con la capilla mayor que en noviembre de 1661 don Álvaro Cabeza de Vaca solicitó que se hicieran honras por su familia en el altar mayor, pretendiendo que se pusiese “un paño negro sobre la boca del cañón que dice ser suyo, arriba en el altar mayor”, permiso que el Cabildo, en acuerdo capitular del día 10 de noviembre, decidió no conceder por ser capilla real, lo que restringía estas celebración a las que se celebrasen por los reyes y su familia. AHDJF, Fondo Colegial, sec. I, caja 1, Actas Capitulares, Libro II (1660-1700), fol. 8. 84 Mesa Ginete, F. de (1888): Historia Sagrada y Política, cit., II Parte, p. 92-93. 85 Las mencionadas inscripciones daban fe de estar allí enterrados don Pedro, maestre de Santiago, don Pedro, obispo de León y don Diego, obispo de Cotrón, con una mitra y el escudo de Santiago. Mesa Ginete, F. de (1888): Historia Sagrada y Política, cit., II Parte, p. 92-93. 86 AHDJF, Fondo Colegial, sec. I, caja 9, doc. 1.1. 87 Vid. Apéndice documental, doc. n. 1. 88 Vid. Apéndice documental, doc. n. 1. AHDJF, Fondo Colegial, sec. I, caja 1, Actas Capitulares, Libro II (1660-1700), fol. 79r. Respecto a la forma de la reja del coro con sus espadañas gemelas, contamos con una esquemática imagen de la misma en un croquis levantado en 1676 para señalar la ubicación de los cabildos municipal y colegial en los actos religiosos a los que concurriesen en las iglesias de la ciudad. Antón Portillo, J. y Jácome González, J. (2001): “Apuntes histórico-artísticos”, cit., pp. 127. 89 Cala, J.L. (1736): Origen, fundación y progresos de la insigne iglesia Colegial de Nuestro Salvador Jesuchristo, de la Capilla Real de el Alcázar, y de otras siete iglesias parrochiales que ai en la Mui Noble y Mui Leal Ciudad de Xerez de la Frontera, ms., Jerez de la Frontera, fol. 48v. Citado por Repetto Betes, J. L. (1985): Historia del Cabildo Colegial, cit., pp. 494-495. 750 aniversario de la incorporación de Jerez a la Corona de Castilla: 1264 – 2014–––––pág. 474

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visitaban el templo, se accedía por dos escalerillas laterales hechas de fábrica y decoradas con azulejos.90 A sus espaldas se situaba el altar y enterramiento del canónigo Maldonado, que estaba dedicado a la Virgen, bajo las sucesivas advocaciones de los Remedios y de los Reyes.91 Elemento siempre necesario para el acompañamiento musical del Oficio era el órgano, que estaba sobre una tribuna que hasta el momento no hemos podido concretar si daba al lado de la epístola o al del evangelio.92 Debido a su uso continuado era elemento que con cierta frecuencia requería reparaciones, ajustes y afinaciones, y en ocasiones la completa sustitución por un instrumento nuevo, como aconteció en 1658 cuando el organero Joanes van den Pannieyse recibió el encargo del Cabildo para hacer un órgano nuevo, en el que otra vez se le documenta interviniendo dos años más tarde.93 El coro y sus inmediaciones fueron también lugar de enterramiento preferido de destacadas familias jerezanas desde la Edad Media. Así, constan los casos de Juan Camero y Francisca Román, citados con sepultura en el coro en la tabla de aniversarios de la colegiata, que data de hacia 1495.94 Destaca la tumba del señor de Mazuelo, el héroe del alcázar Garci Gómez Carrillo, situada justo a su salida del coro, que fue renovada en 1662.95 Sin embargo, además de éste y otros enterramientos de nobles y caballeros jerezanos, el coro destacó, como suele ser frecuente en catedrales y colegiatas, por ser el lugar de sepultura de los propios capitulares, cuya cripta tenía entrada tras el facistol.96 4.3. EL SAGRARIO Cabe pensar que el primitivo sagrario del templo hubiese sido una suerte de gran armario empotrado en la propia cabecera del edificio, hacia el lado del evangelio, como aún se localiza tras los retablos de la mayor parte de templos medievales de Jerez y también del arzobispado hispalense. Esta gran alhacena servía para la custodia no sólo del Santísimo Sacramento, sino también de los santos óleos, del crisma, de las reliquias con que contase la iglesia y de los libros litúrgicos. Sin embargo, distintos factores provocaron la caída en desuso de esta tipología de sagrarios, lo que debemos suponer que también sucedió en la vieja colegiata jerezana a finales de la Edad Media.97 Al respecto, conviene recordar que la colegiata gozaba al mismo tiempo del estatus de parroquia, lo que la convertía en el centro principal de atención espiritual para las almas de la collación de San Salvador. Por ello, para no alterar el oficio coral ni las funciones litúrgicas propias de su rango eclesial cuasicatedra90 Vid. Apéndice documental, doc. n. 1. 91 Rallón, E. (2003) [1660 ca.]: Historia de la ciudad de Xerez de la Frontera, cit., vol. IV, 2003, p. 131; Repetto Betes, J. L. (1981): El Beato Juan Grande, cit., p. 16; Idem (1985): Historia del Cabildo Colegial, cit., pp. 514-515. 92 Ibídem. 93 Antón Portillo, J. y Jácome González, J. (2001): “Apuntes histórico-artísticos”, cit., pp. 124-125. 94 AHDJF, Fondo Colegial, sec. II caja 21, doc. 49. 95 Gutiérrez, B. (1757): Historia del estado presente, cit., Tomo II, p. 25. 96 En 1519, el canónigo Alonso de Fuentes mandó enterrarse “dentro del coro, detrás del atril, en la sepoltura que los señores canónigos, hermanos míos, tienen elegida para nuestro enterramiento” AHDJF, Fondo Colegial, sec. II, caja 14, doc. 736. 97 La reserva eucarística pasó a lugar más práctico (Vid. nota 98) y llegó incluso a duplicarse para presidir el templo de modo que incidiese de manera elocuente en la presencia real y sacramental de Cristo bajo la especie del pan consagrado, que había negado la herejía luterana (Vid. nota 79). Llegados a este punto, las Constituciones Sinodales del cardenal Fernando Niño de Guevara postergaron los viejos sagrarios murales a servir tan sólo de custodia de los Santos Óleos, Crisma, reliquias y libros litúrgicos, elementos todos que posteriormente, cuando el incremento del ajuar litúrgico y la necesidad de su adecuada custodia dio ocasión al desarrollo de las sacristías como piezas arquitectónicas diferenciadas, pasaron a éstas, periclitando definitivamente la caída en completo desuso de estos grandes armarios. Niño de Guevara, F. (1864): Constituciones, cit., t. II, p. 59. 750 aniversario de la incorporación de Jerez a la Corona de Castilla: 1264 – 2014–––––pág. 475

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licio, debió dedicar la nave del evangelio para la asistencia religiosa de los fieles, esto es, oír confesiones, distribuir la comunión y administrar otros sacramentos, quedando la cabecera de la misma como sagrario y comulgatorio.98 Las primeras noticias sobre una capilla del sagrario datan de 1427, cuando Bartolomé Martínez Dávila mandó que cada sábado primero de mes se diese un responso por su alma en la tumba que tenía en dicho sagrario al pie del altar de San Sebastián.99 Desde entonces, la familia Dávila quedó estrechamente ligada al patronazgo de esta capilla, que sirvió de enterramiento a un buen número de sus miembros.100 Veinte años más tarde, en 1447, Diego Suárez dejó en su testamento la considerable cifra de treinta mil maravedís “para que se faga vn sagrario en la dicha yglesia, que sea bien honrado para que esté el Cuerpo de Nuestro Señor Jesus Christo”, lo que debió de provocar la completa remodelación de la cabecera de la nave del evangelio, que de este modo hubo de quedar a mediados del siglo XV rematada por una nueva cabecera con contrafuertes, notable en cuanto a dimensión y desarrollo arquitectónico, si atendemos a cuanto se aprecia en la vista de Jerez de Antón van der Wyngaerde, con la que en principio podría identificarse.101 Como es lógico, el mobiliario litúrgico de la capilla debió de sufrir cambios a lo largo de su historia. De los tres altares con que contaba, el principal, el del Sagrario propiamente dicho, sabemos que fue objeto de arreglos en 1614, año en el que el escultor Alonso de Albarrán contrató también cuatro ángeles para la capilla.102 Este retablo era de dos cuerpos y tres calles separadas por columnas sobre plintos. El tabernáculo quedaba protegido por una cortina de damasco carmesí con cenefa de tisú de oro, mientras que en el primer cuerpo se representaba la Transfiguración “con muchos santos en la orla”. Sobre ésta se encontraba un relieve de la Santa Cena, y en el ático el padre Eterno.103 Como quedó dicho, los Dávila contaban desde antiguo con el altar de San Sebastián. En 1592, sin embargo, el veinticuatro Martín Dávila sometió este espacio familiar a una profunda reforma en la que esta histórica iconografía se mantuvo, pero desplazada a una hornacina lateral del nuevo retablo que mandó levantar.104 Al otro lado se situó san Juan Bautista y ambos flanqueaban una imagen de la Virgen con el Niño sosteniendo el Orbe, advocada de la Paz, que desde entonces lo habría de presidir.105 Completaban el programa iconográfico, las figuras del Ángel Gabriel y la Virgen María situadas a ambos lados, confor98 Así se lo recordaban en el siglo XVII los canónigos sevillanos al arzobispo don Jaime de Palafox y Cardona, a raíz de que éste quisiera introducir el rezo diario del Santo Rosario en la Catedral. Los canónigos señalarán que “dispone el Ceremonial y Ritual Romano, que en las Iglesias Catedrales aya un Sagrario à parte, donde se pueda asistir à los Fieles en los Ministerios de Confesiones, Comuniones y administración de Sacramentos, para que ni se omitan estas funciones, ni se turben, o inquieten el orden de los Oficios Divinos; que aun por Ministerios tan necesarios, y tan importantes al Pueblo Cristiano, no se deben interrumpir o embarazar. Y así vemos se practica en todas las Iglesia Catedrales”. Pomar, P. J. (2003): “La Catedral de Jerez de la Frontera. Emulación cultual y configuración espacial”, en G. Ramallo Asensio (Coord.), El comportamiento de las catedrales españolas del barroco a los historicismos, Murcia, Universidad, p. 80. 99 Mesa Ginete, F. de (1888): Historia Sagrada y Política, cit., II Parte, p. 98. 100 Para una visión de conjunto de los miembros de la familia Dávila de los cuales consta su enterramiento en el sagrario de la colegiata, vid. Sánchez Saus, R. (1996): Linajes medievales de Jerez de la Frontera, Sevilla, Guadalquivir, pp. 61, 64-65, 70-73. 101 Además de por el abultado montante de la manda, despeja cualquier duda de que la palabra Sagrario hace relación a una capilla y no a un simple tabernáculo, el hecho de que en el mismo documento se especifique que el dinero se entregue al mayordomo de “para que faga fasser e edificar el dicho Sagrario”. AHDJF, Fondo Colegial, sec. II, caja 15, doc. 843. 102 Antón Portillo, J. y Jácome González, J. (2001): “Apuntes histórico-artísticos”, cit., pp. 119. 103 Repetto Betes, J. L. (1985): Historia del Cabildo Colegial, cit., pp. 514-515. 104 Antón Portillo, J. y Jácome González, J. (2003): “Aproximación a la vida y obra del entallador y escultor flamenco Hernando Lamberto en Jerez de la Frontera”, Revista de Historia de Jerez, nº 9, Jerez de la Frontera, p. 63. 105 Ibídem y Repetto Betes, J. L. (1985): Historia del Cabildo Colegial, cit., pp. 514-515. 750 aniversario de la incorporación de Jerez a la Corona de Castilla: 1264 – 2014–––––pág. 476

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mando el misterio de la Encarnación.106 Este retablo, que ostentaba las armas de los Dávila, patronos del mismo, y que tendría cinco varas y media de altura por tres y media de anchura (alrededor de cuatro metros y medio por unos tres metros), fue realizado por el entallador flamenco Hernando Lamberto y estofado y dorado por Jerónimo Rendón.107 Posterior a éste en cuanto a cronología, sería el altar frontero, patronato de los Torres Gaitán, que ostentaba su blasón en las cornisas. Finiquitado por el pintor y dorador local Hernán Pérez Maldonado en 1613, contaba con relieves de la Adoración de los Magos, flanqueado por san Francisco y san Blas y rematado todo por el Salvador con la Cruz.108 Contamos, además con otros datos inconexos que hacen referencia a esta capilla. Así, sabemos que allí hubo enterramiento de los Cabeza de Vaca, quienes disponían de sus tumbas principales en la capilla mayor, y también fue allí sepultada Isabel Ponce de León.109 Custodiábase en una caja que se guardaba en esta capilla el pendón de la ciudad, según relata el padre Rallón.110 4.4. EL BAPTISTERIO Como ya se apuntó anteriormente, la colegiata llevaba aparejada la condición parroquial desde sus orígenes, teniendo su Cabildo Colegial encomendada corporativamente la cura de almas de la collación. Esto la obligaba a contar con un baptisterio con su pila para la administración del bautismo a sus parroquianos. Cabe pensar que esta capilla bautismal fuese en principio poco más que un acotamiento a los pies de la mezquita cristianizada y orientada, seguramente junto al antiguo muro de la alquibla. Lugar análogo a donde la encontramos en el nuevo templo en que aquella quedó convertida con el paso de los siglos, dado que el canónigo Mesa Ginete, en virtud de unos planos de la colegiata que alcanzó a ver, nos informa de su situación a los pies del templo y, como es frecuente, en la primera capilla de la nave de la epístola.111 Poco sabemos de su estructura y forma constructiva, mas cabe pensar en una sencilla capilla cuadrangular con cubierta abovedada, que acaso pudo ser renovada en 1488 con ocasión de su venta por parte de la fábrica para enterramiento de Juan Sánchez de Cádiz y Ruiz Sánchez de Cádiz, alcaide de Rota.112 A pesar de su enajenación, la capilla continuó lógicamente desempeñando su función de baptisterio, uso que quedó garantizado en el acuerdo, mediante la obligación suscrita por parte de los Sánchez de Cádiz de mantener la pila y echarle reja a la capilla.113 106 Repetto Betes, J. L. (1985): Historia del Cabildo Colegial, cit., pp. 514-515. 107 Antón Portillo, J. y Jácome González, J. (2003): “Aproximación a la vida y obra”, cit., p. 63; Antón Portillo, J. y Jácome González, J. (2001): “Apuntes histórico-artísticos”, cit., p. 119. De este retablo se conservan aún las imágenes de san Sebastián y san Juan Bautista en la actual catedral jerezana. 108 Antón Portillo, J. y Jácome González, J. (2001): “Apuntes histórico-artísticos”, cit., p. 119; Repetto Betes, J. L. (1985): Historia del Cabildo Colegial, cit., pp. 514-515. Sobre el pintor y dorador jerezano Hernán Pérez Maldonado, consta su vinculación a los trabajos del nuevo retablo del santuario de la Virgen de la Caridad de Sanlúcar de Barrameda, en 1612, así como que fue autor en torno a 1616 del altar dedicado a la Inmaculada que existió en el Cabildo de la ciudad. Cruz Isidoro, F. (2004): “Alonso de Vandelvira (1544ca.–1626/27). Tracista de retablos”, Trocadero, nº 16, Cádiz, p. 307; Sancho de Sopranis, H. (1960): La capilla capitular de la Concepción de la Iglesia del Convento de San Francisco el Real de Jerez de la Frontera, 1539-1777, Jerez de la Frontera, CEHJ, pp. 57-58 y 78. Gutiérrez, B. (1757): Historia del estado presente, cit., Tomo II, p. 25. 109 Mesa Ginete, F. de (1888): Historia Sagrada y Política, cit., II Parte, p. 93; AHDJF, Fondo Colegial, sec. II caja 21, doc. 49. 110 Rallón, E. (1998): Historia de la ciudad de Xerez de la Frontera, cit., vol. II, p. 60. 111 Mesa Ginete, F. de (1888): Historia Sagrada y Política, cit., II Parte, p. 107. 112 Ibídem. 113 Ibídem. 750 aniversario de la incorporación de Jerez a la Corona de Castilla: 1264 – 2014–––––pág. 477

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Esa pila que debía mantenerse es muy probable que fuese de terracota vidriada, y realizada por algún taller trianero, como fueron las más del arzobispado hispalense hasta que a partir del siglo XVI fueron siendo sustituidas por otras de mármol en consideración de la mayor dignidad de la piedra frente a la tierra para contener el agua bautismal.114 Esta sustitución tuvo lugar en la colegiata jerezana en 1548, cuando el canónigo Fernando Flores donó la plateresca de mármol que todavía se conserva en el nuevo templo barroco.115 Un testimonio de 1673 nos informa de que la pila contaba con una “tapa aforrada con badana colorada, con dos llaves”.116 El mismo documento señala la existencia en la capilla de una taquilla grande “donde están las crismeras y libros de baptismo y casamientos”, que debió ser renovada según mandato del arzobispo Palafox en noviembre de 1691.117

CONCLUSIONES Queda pendiente la historia constructiva y artística del edificio durante los siglos XVI y XVII, así como la descripción del resto de estancias y lugares del complejo, aspectos ambos en los que nos encontramos al presente trabajando y ordenando las noticias dispersas con que contamos. Sin embargo, con lo visto podemos actualmente deducir que, si bien a finales del XVII el resto de parroquias jerezanas no conservarían ya vestigio arquitectónico alguno de la mezquita sobre la que se fundaron, no sucedería así con la colegiata, que sí debió de mantener hasta su ruina y derribo algunos restos de la aljama.118 La mayor entidad arquitectónica de ésta frente a las más modestas mezquitas del resto de la medina, así como el fracaso de los distintos empeños de construcción de un nuevo templo levantado a fundamentis, propiciarían esta singular paradoja. Aún así, la apariencia general de la colegiata a finales del XVII distaría mucho de la mezquita que fue. Reducidas sus naves a tres, elevada la central y rematada ésta mediante una cabecera abovedada, gótica y de piedra, acaso pudo mantener escasos restos de arquitectura islámica en esas naves laterales, que la documentación describe como bajas, oscuras y con muros de tapial, distando la resultante de la imagen de mezquita cristianizada ideal que, mutatis mutandi, pudiera inspirarnos la Catedral de Córdoba.119 Más 114 Gestoso y Pérez, J. (1904). Historia de los barros vidriados sevillanos desde sus orígenes hasta nuestros días, Sevilla, Tipografía La Andalucía Moderna, p. 143. 115 Repetto Betes, J. L. (1978): La obra del templo de la Colegial, cit., pp. 51, nota 3 y 156. En esta obra José Luis Repetto menciona la fecha de 1554. En otra (Repetto Betes, J. L. (1981): El Beato Juan Grande, cit., p. 16) da la de 1558. Sin embargo, la inscripción de la pila, que lleva su escudo, es clara al respecto: HAVRIETIS AQVAS INGAVDIU DEFONTIBVS SALVATORIS FER. FLORES. PROTONOTARVS APPOSTOLICVS ET CANONICVS D.D.D. AN MDXLVIII. 116 Inserta la descripción en una relación de visita pastoral; entendemos que trataba de confirmar el cumplimiento del mandato del Sínodo de don Fernando Niño, de 1604, en cuyas constituciones se señala que “las pilas del baptismo estén cerradas y con buena guarda, y los curas tengan las llaves dellas; y el que no la tuviere cerrada, pague un ducado de pena para la fábrica”. Se trataba de garantizar el uso correcto y ordenado del agua bautismal, de modo que no tuviesen lugar bautizos clandestinos, que, amén de eventualmente ilícitos, podrían redundar en una merma de ingresos por aranceles para la propia fábrica. Vid. Apéndice documental, doc. n. 1. Niño de Guevara, F. (1864): Constituciones, cit., t. II, p. 58. 117 Repetto Betes, J. L. (1985): Historia del Cabildo Colegial, cit., pp. 519-521. 118 Vid. lo ya mencionado en la nota 58, así como la sospechosa poca altura de sus naves laterales, ya que sabemos que la de la epístola contaba con sólo siete varas de altura, esto es, algo menos de seis metros, según se desprende del informe sobre el estado de la vieja colegiata y el avance de las obras de la nueva, que redactó Diego Moreno Meléndez en 1699. Repetto Betes, J. L. (1978): La obra del templo de la Colegial, cit., p. 274. 119 El profesor Carrero Santamaría ha advertido oportunamente contra esta idealización que tiende a “encontrar otra aljama cordobesa bajo cualquiera de las catedrales góticas y renacentistas que sustituyeron a una mezquita. Los estudios más recientes han puesto de manifiesto cómo fuera de Córdoba y Sevilla, las restantes mezquitas fueron de dimensiones mucho más modestas de lo que pudiéramos sospechar y cómo nuestro imaginario puede jugarnos una mala pasada”. Carrero Santamaría, E. (2011): “Entre almuédanos y campanas”, cit., p. 187. 750 aniversario de la incorporación de Jerez a la Corona de Castilla: 1264 – 2014–––––pág. 478

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bien se trataría de todo lo contrario, una iglesia cristiana claramente reconocible como tal, pero armada constructivamente como un verdadero palimpsesto arquitectónico y estilístico, fruto elocuente del continuo reaprovechamiento de estructuras precedentes en los diversos planes de reconstrucción y reparo que emprendió la fábrica desde la Edad Media. Así parece desprenderse del preciso y estudiado testimonio del jerónimo fray Esteban Rallón que, habiendo conocido la colegiata a mediados del siglo XVII, afirmó al describirla que “se ha conservado en ella la fábrica antigua de los moros de quien fue mezquita”.120

APÉNDICE DOCUMENTAL 1 1673, febrero, 4. Sevilla Resulta de visita a la colegiata de Jerez de la Frontera que hizo el licenciado don Gonzalo de Mier y Barreda, visitador general de este arzobispado. A.- Archivo General del Arzobispado de Sevilla, Sección II, Visitas, legajo 1443, s.f. […] Intitúlase esta iglesia Nuestro Señor San Salvador, es fundación del rey don Alfonso el onceno, con las armas reales. Y en lo material es de tres naves, y la capilla mayor de bóveda y lo demás con maderado con seis capillas de particulares y diferentes altares. Y el coro está entre cuatro pilares que son que sustentan la iglesia, y viene al altar cerrado con reja de hierro al cuerpo del altar mayor. Con dos andanas de sillas de cada parte bajas y altas, y en el testero hay una silla sola en alto bien labrada con una mitra, y de cada lado hay una escalera de azulejos para subir. No se ocupa por estar reservada para dignidad arzobispal. Del coro para el altar mayor hay una crujía de hierro. El retablo es de pintura antigua, con la advocación de la iglesia. Y para subir al altar mayor hay catorce gradas. Tiene su órgano en una tribuna, y dos púlpitos de piedra donde se cantan las epístolas y evangelios. Sacristía alta y baja y encima está la sala donde hacen cabildo. También tiene capilla donde está la pila baptismal, que es de mármol con su sumidero y tapa aforrada con badana colorada, con dos llaves. Y en dicha capilla está una taquilla grande donde están las crismeras y libros de baptismos y casamientos, que unos y otros se visitaron para ver si estaban conformes, y lo están. Tiene tres puertas principales la iglesia, con un patio grande cercado de cadenas y tapias a modo de lonja. Y en dicho sitio, una torre nueva de cantería y muy alta, con cuatro campanas de golpe y una esquila de vuelta y reloj que está en una torre pequeña. [...] Y también tiene a la entrada de esta puerta un patio con unos naranjos. Y todo material de esta Iglesia es muy corto y necesita de reparos todos los años. También tiene su Osario. Y un cuarto para tener estudio de gramática. […] Hay archivo donde los curas tienen sus libros de baptismo, desposorio y velaciones. Y en la sacristía estaba uno, donde el mayordomo guardaba los papeles de la fábrica, muy pequeño. Queda ordenado se reforme y que se use más, y que tenga las dos llaves que a de tener y lo demás necesario. […] Conservase en esta iglesia el pendón con que se ganó esta ciudad el día de san Dionisio en cuyo día se saca en procesión. […] Ambos sagrarios de esta iglesia tienen lámparas de plata que arden 120 Rallón, E. (1660 ca.): Historia de la ciudad de Xerez de la Frontera, cit., vol. IV, 2003, pp. 12 y 130. 750 aniversario de la incorporación de Jerez a la Corona de Castilla: 1264 – 2014–––––pág. 479

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continuamente. Y de todas las alhajas de plata ornatos y de todo lo que tiene la fábrica se hizo inventario, que havía muchos años no se havía tomado razón ni cuenta de ellos, y se hizo entrega. 2 1693. Jerez Extracto del Protocolo de la hacienda de la fábrica de la Real e Insigne Iglesia Colegial de Nuestro Señor San Salvador de Jerez de la Frontera. A.- Archivo Histórico de la Provincia Bética de la Orden de los Franciscanos Menores, Libro 175. n. 89. Parece tiene la fábrica de la Iglesia para más bienes suios una bodega debaxo de la cátedra que solia tener esta iglesia y servia de leerse en ella antes que está a la baxada de las escaleretas de la puerta desta iglesia inmediata al altar de las benditas Ánimas del purgatorio y la puerta de ella sale al simenterio donde esta una cruz la qual solia arrendar la fábrica de esta iglesia. n. 90. Parece tenía esta fábrica por mas bienes una sala grande que sirvió de cátedra donde se leía antes que eran los altos de la bodega referida en el n. 89 antecedente del protocolo que la puerta de ella entraba encima de las gradas de la escalereta que baxa al Arroyo la qual se solía arrendar por esta Fábrica, y se advierte en el protocolo antiguo había muchos años que no se arrendaba y el presente mayordomo declaró servía esta pieza de guardar el monumento que tiene esta iglesia, por cuya razón no rentaba cosa alguna y así no hay cargo.

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