“La Ciencia no puede salvarme\": salud pública, medicinas alternativas y cultura popular en Perú (1850-1940)
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(Working Paper) Presentado en “Seminario Avances de Investigación” de la Licenciatura en Historia de la Universidad Andrés Bello (Chile). Agosto 2014.
“La Ciencia no Puede Salvarme”: Salud P ública, M edicinas A lternativas y C ultura P opular e n P erú (1850-‐1940) Patricia Palma Universidad de California, Davis. El proceso de profesionalización de la medicina y farmacia en Perú desde mediados del siglo XIX trajo consigo un desplazamiento de saberes de sanación no-‐profesionales hacia esferas ilegales por parte de médicos y agentes del Estado. Uno de los sectores que se vio fuertemente afectado con las nuevas regulaciones que buscaban controlar la venta y consumo de medicinas no aprobadas por la Facultad de Medicina fueron los boticarios chinos, quienes habían desarrollado una floreciente industria de herbolerias en Perú y en especial en la ciudad de Lima posterior de la epidemia de fiebre amarilla en 1868. La presente artículo forma parte de mi investigación doctoral en curso y explora la tensión entre un sistema de medicina y farmacia profesional, llevado a cabo por la Facultad de Medicina de la Universidad de Lima, apoyado por un amplio sector de legisladores de diferentes partidos políticos y por otro lado, sistemas plurales de medicina desarrollados por sanadores sin títulos profesionales, tales como herbolarios chinos, farmacéuticos no titulados, curanderos afroperuanos e indígenas, entre otros. El marco temporal de esta investigación abarca desde la fundación de la Facultad de Medicina en 1856 hasta 1940, una década después que se decretara ilegal la herbolería china en el país. En este ensayo analizo la herbolería china durante el proceso de profesionalización de la medicina. Este sistema de sanación gozó de gran aceptación de pacientes de diversos sectores sociales, dentro y fuera de la comunidad china avecindada en el país. Los herbolarios fueron unos de los principales proveedores de drogas importadas –tales como el opio-‐ y yerbas curativas para la población limeña desde mediados del siglo XIX. Además, en pocos años, los boticarios chinos se transformaron en los principales competidores de
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los farmacéuticos profesionales del país, lo que generó un profundo rechazo por parte de la comunidad médica desde 1860 hasta que este sistema de sanación fue declarado ilegal en 1930. Mi hipótesis es que pese a los discursos eugenésicos anti-‐chinos que imperaban en el país desde mediados del siglo XIX, la regulación y posterior ilegalización de la herbolería china respondió a un esfuerzo de profesionalizar, controlar y excluir del proyecto nacional de salud a quienes no poseían las calificaciones necesarias según la Facultad de Medicina, pese a las objeciones de importantes sectores de la población. El aparente triunfo de la medicina occidental tuvo serias consecuencias en especial para los sectores vulnerables de la población que vieron reducido su acceso a la salud y fármacos durante el siglo XX.
Como lo ha planteado la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su Guía General
para Metodologías en Investigación y Evaluación de la Medicina Tradicional del año 2002, la introducción y profesionalización de la medicina occidental ha tenido un impacto positivo en países subdesarrollados, dado que esta ha sido responsable de la reducción de las tasas de mortalidad y morbilidad. Sin embargo, en muchos de esos países, el 70% u 80% de la población todavía utiliza alguna forma de medicina tradicional, ya sea como alternativa o complemento de la medicina occidental, siendo la medicina y herbolería china y una de las más importantes.1 Actualmente, el uso de la medicina alternativa no sólo ha suscitado millonarias ganancias, sino que también ha revitalizado la discusión sobre el derecho a decidir entre diversas formas de sanación y ha generado un renovado interés sobre el desarrollo histórico de estas prácticas.2 El interés por potenciar el uso de sistemas de sanación alternativos, especialmente en países donde el Estado no ha sido incapaz de proveer servicios de salud a todos sus ciudadanos es reciente. Desde mediados del siglo XIX se vivió un proceso inverso, en el que
1 WHO
(2002) Traditional Medicine Strategy, 2002-2005. http://apps.who.int/medicinedocs/en/d/Js2297e/
2 Uno de más intensos debates sobre el tema está referido actualmente al movimiento anti-‐ vacunación y el uso
de tratamientos naturales para prevenir epidemias.
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médicos locales, agentes de salud nacional e internacional buscaban poder controlar y reducir la pluralidad médica y farmacéutica; y alcanzar la anhelada profesionalización del ejercicio de la salud en diversos lugares de las Américas bajo paradigmas científicos y occidentales. Después de la Independencia, Perú, al igual que otros países latinoamericanos, exhibió un limitado sistema de salud pública y servicios profesionales. En 1868 existían tres Hospitales en Lima, dependientes de la Sociedad de Beneficencia, y con condiciones de atención e infraestructura bastante limitadas.3 Como plantea el historiador Jorge Lossio, durante el siglo XIX, los hospitales eran considerados por la población local como último refugio de los miserables y un lugar donde, en vez de ir a curarse, se iba a morir.4 Fuera de la esfera pública de salud sólo un pequeño grupo de personas podían acceder a la asistencia médica particular y comprar de medicinas exportadas que recurrentemente se publicitaban en los diarios y semanarios de amplia circulación en Lima, como El Comercio o El Perú Ilustrado. Desde tiempos coloniales, Lima fue una ciudad multiétnica, y los diversos sistemas de sanación respondían a dicha realidad. Curanderos indígenas, empíricos extranjeros, sanadores afroperuanos eran parte de las alternativas de sanación durante el siglo XIX. 5 El ingreso a las costas peruanas de chinos “coolies” entre 1849-‐1874 aumentó aún más la pluralidad de conocimientos médicos y farmacéuticos. La medicina china había llegado con la migración de más de 100,000 trabajadores chinos en un periodo de 25 años destinados al trabajo en haciendas y azucareras, después de la abolición de la esclavitud negra en Perú..6
3 Rottenbacher, Jan (2013) “Emociones colectivas, autoritarismo y prejuicio durante una crisis sanitaria: la sociedad limeña frente a la epidemia de fiebre amarilla de1868”. Tesis para optar al grado de Magíster en Historia. Ponficiia Universidad Católica del Perú. pp.30. 4 Lossio, Jorge. (2003) Acequias y Gallinazos. Lima: Instituto de Estudios Peruanos. pp. 82. 5 Jouve Martín, José (2014) The black doctors of Colonial Lima. Science, race and writing in Colonial and Early Republican Peru. McGill-‐Queen’s University Press. Y Warren, Adam (2010) Medicine and Politics in Colonial Peru: Population Growth and the Bourbon Reforms. Pittsburgh: University of Pittsburgh Press. 6 Chikako Yamawaki (2002) Estrategias de vida de los inmigrantes asiáticos en el Perú, Lima, IEP / JCAS,
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Si bien los chinos de las haciendas no eran esclavos, puesto que la legislación peruana lo prohibía, estos vivían y trabajan en condiciones de semi-‐esclavitud. Los contratos eran arbitrarios y extensos, por lo general duraban ocho años, y al finalizar muchos se quedaban en las mismas haciendas en condiciones laborales precarias. Sin embargo, desde la década de 1860 otro grupo migró a Lima y las ciudades más importantes del país donde ejercieron otro tipo de labores, especialmente en industrias y comercio. Adicionalmente, como lo muestra el censo de 1908, un pequeño grupo de aproximadamente treinta individuos se dedicó a profesiones sanitarias, ejerciendo la labor de herbolarios en sus propias boticas7. Como plantea Antonio Coello, esto se debió, principalmente, a la popularidad de su práctica médica entre una amplia audiencia, en particular de los sectores populares y en el emergente grupo de trabajadores urbanos.8 Los documentos emanados por la Facultad de Medicina de Lima demuestran que la herbolaria china se convirtió en una alternativa de salud, no sólo para los ex-‐coolies. Sus propiedades curativas fueron atractivas para diversos sectores de la población, al igual que sucedió en otras ciudades con alto número de inmigrantes, como San Francisco, en Estados Unidos9 . Para los sectores populares, así como a la población indígena que había emigrado desde los Andes, este nuevo sistema de sanación les permitió acceder a hierbas y prácticas médicas no necesariamente invasivas en el cuerpo. 10 Al igual que muchos curanderos indígenas, los médicos chinos trataban a sus pacientes con yerbas y sin hacer uso de cirugías, a diferencia de los médicos peruanos, quienes recetaban una serie de drogas en su
pp.34, citado por Rottembacher, Jan (2013) 7 Rodríguez Pastor, Humberto (2001) Los Hijos del Celeste Imperio (1850-‐1900). Lima: SUR Casa de Estudios del Socialismo. p. 221. 8 Coello, Antonio (2002) “Médicos y boticarios chinos en la Lima del siglo XIX (1856-‐1876). En Chuhue, Richard (et. al.) La Inmigración China en el Perú. Lima: Editorial Universitaria de la Universidad Ricardo Palma y el Instituto Confucio. pp. 178 9 Liu, Haiming (1998) “The resilience of Ethnic Culture: Chinese Herbalist in the American Medical Profession” in Journal of Asia American Studies. 1.2 pp.173-‐191; Shah, Nayan (2001) Contagious Divides: Epidemics and Race in San Francisco´s Chinatown. University of California Press; Molina, Natalia (2006) Fit to be Citizens?: Public Health and Race in Los Angeles, 1879-‐1939. University of California Press. 10 Lossio, Jorge (2003). Acequias y Gallinazos. Lima: Instituto de Estudios Peruanos. pp. 79.
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mayoría desde el extranjero, y practicaban nuevas técnicas en cirugía, siguiendo el estilo europeo. A pesar de que los médicos locales introdujeron nuevas técnicas y medicamentos que modernizaron la profesión, varios sectores veían con recelo las prácticas de la medicina occidental. Como demuestra Jorge Lossio, en varios reportes de médicos que realizaban visitas a las viviendas, es posible observar la poca credibilidad que gozaban entre los sectores populares los médicos y, en especial, en los remedios que ellos recetaban. Una parte importante de la población rechazaba la medicina occidental, el cual surgía de lo “costoso, lo doloroso, lo ineficiente y lo contaminante de las técnicas médicas occidentales”.11 A la poca credibilidad de los médicos peruanos, se sumaba la fama de la herbolería china, reconocida incluso por la prensa más conservadora. En abril de 1873, El diario El Comercio publicó un artículo titulado “No será ciencia, pero sí Providencia”. En esta nota, el periodista declaraba haber sido testigo presencial de una curación acertada a un importante hombre limeño, que había vencido la muerte gracias a los remedios de un herbolario chino. Este tipo de noticias no fueron la excepción en la prensa nacional, y además de producir el consiguiente agradecimiento por parte del paciente, acrecentó la fama de los médicos y herbolarios chinos.12 Con el paso de los años, la presencia y popularidad de los médicos y herbolarios chinos se comenzó a transformar en una amenaza para los médicos profesionales y sus ambiciones de establecer una medicina profesional que siguiera los paradigmas europeos. Los médicos peruanos y, en especial, la Facultad de Medicina no fueron indiferentes al terreno que los llamados “empíricos” comenzaron a ganar en el campo de la salud pública. Desde finales del siglo XIX, lanzaron una fuerte ofensiva a través de la prensa y revistas médicas especializadas, tratando a los médicos chinos no sólo de curanderos, sino también
11 Ibíd. p.78 12 El Comercio, 22 de junio 1873 (p.4)
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de charlatanes que buscaban estafar a la población local, convirtiéndose en una amenaza de la salud pública. 13 Desde 1868 se observa cómo la presencia de los médicos chinos en Lima comenzó a ser un tema recurrente en las Actas de las Sesiones de la Facultad de Medicina. El número de boticas creció de manera sistemática con el paso del tiempo. En 1876 el presidente de la Comisión de Administrativa de Boticas ponía en conocimiento la presencia de 4 boticas chinas en la capital, “abiertas al servicio público sin las formalidades legales”.14 Casi diez años después, en 1887 en Lima funcionaban más de 10 boticas y consultorios médicos en el hoy conocido como barrio chino.15 En 1904 la Comisión Inspectora de Boticas informaba que en Lima funcionaban 62 boticas, de las cuales el 30% (18 de ellas) correspondían a herbolerias chinas.16 Ningún otro grupo étnico como los chinos tuvieron tanta presencia en el campo de la salud pública en Perú. Como deja de manifiesto la Comisión de Boticas de la Facultad, los esfuerzos de los médicos peruanos habían sido estériles en prohibir la apertura de boticas chinas. De hecho, en 1879 el Gobierno había decretado la venta libre y sin prescripción de yerbas asiáticas y la existencia establecimientos que comercializaran con ellas.17 Sin embargo, la Facultad de Medicina apeló a dicho decreto y tempranamente solicitó ciertas restricciones a la legislación. La primera de esas restricciones establecía que en dichos recintos sólo se permitiera la venta de sustancias examinadas por la Comisión de Farmacia de la Facultad y que se prohibiera la venta de otro tipo de medicinas que no fueran yerbas asiáticas. Finalmente, solicitaban que se prohibiera a herbolarios chinos obtener una patente de
13 Villar, Leonardo (1878) “Informe respecto de los curanderos chinos”. La Gaceta Médica. Año IV. Nº 4. Lima, 30 de abril de 1878. p.95-‐96. 14 Archivo Histórico Facultad de Medicina UNMSM. Libro de Actas de La Facultad. Junio de 1876. Sesión Ordinaria. 15 Rodríguez Pastor, Humberto (2001) Los Hijos del Celeste Imperio. Op. Cit. P. 218. 16 Archivo Histórico Facultad de Medicina UNMSM. Documentos Recibidos. Archivador 29 (1903-‐1904). Sin número de página. Junio 1904. 17 “El Peruano” Año 47, tomo II, II semestre, nº6, Lima, 1 de agosto de 1888. p.4
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botica mientras no tuvieran el respectivo diploma de la Facultad de Medicina18. Tales prohibiciones se reforzaron en 1888, cuando se decretó la Ley de ejercicio de la medicina y farmacia en Perú, la cual prohibía que los empíricos no titulados ejercieran en cualquier ramo de la salud. 19 Pese a las restricciones solicitadas por la Facultad, los médicos y herbolarios chinos continuaron abriendo boticas, por lo que, en sucesivas ocasiones, la Facultad solicitó que el Supremo Gobierno se manifestara en contra de ellos. En 1916, la Junta de la Facultad de Medicina logró que el Gobierno nuevamente emitiera un decreto para que las llamadas “Farmacias Chinas” pasaran al nivel de droguería y prohibiera el despacho de recetas médicas, sin poder utilizar el nombre de farmacias, las que sólo debían estar regentadas por farmacéuticos profesionales. La crítica de los médicos y farmacéuticos de la Facultad de Medicina hacia los herbolarios chinos se expandió más allá de los círculos médicos, espacios judiciales y columnas de opinión en los diarios conservadores de la ciudad. La prensa obrera comenzó a hacer eco de las críticas de los médicos profesionales a la herbolaria. En 1916 el diario La Ilustración Obrera expresaba: “Hace algunos años que los herbolarios chinos han hecho presa en la credulidad de nuestra clase media, la que ha creído ver en ellos una sapiensa (sic) milagrosa, cuando en realidad no han pasado de ser unos comerciantes inescrupulosos que nunca tuvieron miramiento en recomendar el sudo de antojadizos brebajes para combatir enfermedades ampliamente desconocidas para ellos”.
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Sin embargo, la
popularidad seguía en aumento no sólo en Lima, y la crítica al sistema de sanación no era suficiente para erradicar su práctica. La batalla legal contra los médicos y herbolarios
18 Salinas, Alejandro (2000). Medicina y Salubridad en el siglo XIX. Universidad Nacional Mayor San Marcos. Seminario de Historia Rural Andina. Lima. p.7. 19 El Peruano” Año 47, tomo II, II semestre, nº6, Lima, 1 de agosto de 1888. p.4 20 “Los herbolarios chinos” (1916) en La Ilustración Obrera. Año I, nº 20, 15 de julio de 1916.
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chinos sólo se lograría a fines de 1930, cuando el Gobierno decretó la ilegalidad de ejercer su medicina en el país. Pese a ello, los pacientes de las herbolerias chinas estuvieron lejos de aceptar pasivamente el cierre y la ilegalidad de éstas. El 31 de diciembre de 1930, un grupo de más de 1,000 mujeres y hombres de todas las clases sociales y profesiones firmaron un documento titulado “Memorial que presentan al Sr. Presidente de la República numerosas personas que testimonian la benéfica acción curativa de las hierbas medicinales chinas” publicado por el diario El Comercio, de distribución nacional. Los firmantes aseguraban estar cansados de la ineficacia de los medicamentos y específicos europeos y americanos, y que la herbolería china les ha permitido restablecer su salud, aceptando y defendiendo plenamente el sistema médico chino. La condición racial de quienes ejercían tal práctica médica no estuvo en discusión ni debate.
Los estudios sobre la presencia de chinos en las Américas han evidenciado la
existencia de un discurso fuertemente racista en contra la inmigración asiática. Este proceso se inició con la Ley de Exclusión de Chinos decretada en EEUU en 1882, una de las más importantes leyes contra la inmigración libre, no sólo en EEUU, sino también en el resto de Latinoamérica. Esta ley suspendía la entrada de inmigrantes chinos al país, de la misma manera que prohibía la permanencia de inmigrantes chinos ilegales en el territorio estadounidense. Esta ley y las siguientes limitaron los escasos los derechos que los inmigrantes chinos habían ganado en EEUU21. A su vez, la legislación estadounidense y los discursos anti-‐chinos se convirtieron en un modelo y comenzaron a extenderse por el resto de países Latinoamericanos con una gran población china, tales como México y Brasil.
21 Narayana Velásquez (2006) El éxito de la comunidad china de San Francisco como consecuencia de la Ley de
Exclusión de Chinos de 1882. Tesis para optar al grado de Licenciado en Relaciones Internacionales. Puebla: Universidad de las Américas de Puebla.
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El caso de Perú no fue diferente. Desde comienzo del siglo XX, diversos sectores buscaban la limitación de la inmigración china, porque consideraban que estos tenían formas de vida “ajenas a conceptos higiénicos”, por su “situación inferior en la escala de las razas humanas”22. Como plantea Marcos Cueto, en muchas localidades se identificó a los chinos con la peste. La creencia que el origen de la peste bubónica que azotó la ciudad de Lima y el puerto del Callao desde 1903 se debía a los chinos y sus habitaciones fue extendida23. De esta forma, la identificación entre los chinos y la peste provocó una serie de leyes y debates contra la inmigración asiática. Si bien algunos autores, como Antonio Coello, han planteado que la persecución de los charlatanes, en especial los herbolarios y médicos chinos tenían como marco de fondo una lucha étnica24;, mi investigación sostiene que pese a los discursos raciales que imperaban en la sociedad peruana, la crítica hacia los médicos chinos no se sustentan en ellos, sino más bien en un fuerte discurso sobre la necesidad de profesionalizar la medicina nacional. Durante el siglo XIX, la crítica hacia la medicina china y herbolarios al interior de la Facultad de Medicina se insertaba en un debate más amplio referido al ejercicio ilegal de práctica médica y farmacéutica por parte de cualquier nacional o extranjero sin las credenciales correspondientes. En las Actas de las Sesiones del Concejo de la Facultad de Medicina podemos observar que las boticas chinas fueron uno de los tantos espacios de sanación no aceptados por los profesionales locales. Sin duda, la Facultad de Medicina de Lima buscaba normalizar y controlar el ejercicio de las múltiples prácticas de sanación. La Facultad estaba dispuesta a aceptar la venta de yerbas medicinales por parte de los chinos, siempre y cuando estuvieran bajo la vigilancia e inspección de la Facultad de Medicina, al igual que el resto de las boticas del país. Además, los herbolarios a cargo de
22 Olaechea (1909). “Causas que determinan la difusión de la tuberculosis en Lima. Medidas que deben ponerse en práctica para combatirla”. Gaceta de los Hospitales. Año VI, n.124. 23 Cueto, Marcos (1997) El Regreso de las Epidemias. Lima: Instituto de Estudios Peruano. p. 54. 24 Coello, Antonio (2012) “Médicos y boticarios….” p. 168.
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boticas deberían ser acreditados por la Facultad, y esta misma institución debería aprobar cada una de las sustancias que se vendiesen en dicho establecimiento. Los médicos de la Facultad exigieron que los chinos expidieran sus recetas y rotularan las yerbas en español, un problema para varios boticarios que no manejaban del todo el idioma25. El problema de la Facultad de Medicina y de los médicos peruanos contra los médicos chinos no tenía relación tanto con el tipo de medicina ejercida, sino por la independencia con que estos actuaban. Este exitoso sistema de sanación no-‐occidental desconocido para los médicos locales amenaza su hegemonía en un periodo en que éstos buscaban ser el referente de la salud pública en el país y normar la totalidad de la práctica médica. Por lo tanto, mientras parte de la prensa tenía un discurso anti-‐chino, durante el siglo XIX era claro que la Facultad penalizaba todos los casos de práctica ilegal de la medicina e independencia en el arte de curar de la misma forma, sin importar si eran chinos o no. Los debates médicos demuestran es que las críticas de los doctores criollos a la labor de los herbolarios chinos se centraban en que ellos no eran médicos ni farmacéuticos titulados por la Facultad, pero actuaban como tales. Los herbolarios utilizaban las mismas prácticas y estrategias de los médicos peruanos para difundir sus negocios y consultas médicas. Como planeaba una editorial de la revista La Crónica Médica de 1906, los herbolarios habían llegado al extremo increíble de instaurar sus propios establecimientos médicos y farmacéuticos: “uno de esos, que son numerosos ya, ha tenido la audacia de establecer su consultorio frente a la primera casa de salud, mejor organizada que ha tenido Lima, frente a la casa del doctor Negre”.26 Pero lo que resulta más indignante al médico autor de esta nota, era que estos no sólo se limitaban a recetar yerbas asiáticas, como lo hacían hace algunas décadas atrás, sino que uno de ellos había comprado un coche médico,
25 “Recetas en Castellano” en La Gaceta Médica. Año I. Nº 7. Lima, 15 de mayo de 1875. 26 "Los coolies y el ejercicio de la medicina". En La Crónica Médica. Año XXIII. Nº 426, 30 de septiembre de 1906.
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una especie de ambulancia en el cual visitaba enfermos a domicilio, “del mismo modo como los hacen los médicos nacionales o extranjeros incorporados legalmente al gremio médico peruano” 27. En el escenario nacional, en el que los médicos peruanos buscaban legitimar su profesión, y anhelaban la profesionalización de toda práctica médica y erradicación de la curandería, los chinos y otros empíricos rompían con la sacralidad de la medicina. Tal como lo señalaba el Inspector de Sanidad de la Municipalidad de Lima, los médicos chinos estaban ajenos al concepto de medicina que el Municipio y la Facultad querían establecer. Para dicho Inspector “la medicina es una profesión científica, es un ministerio sagrado, una misión delicadísima llena de la más alta responsabilidad”28. En este discurso de sacralidad, los médicos chinos eran vistos como curanderos profanos, y sus consultas y boticas eran descritas como “establecimientos apócrifos”. El conflicto por el ejercicio de la medicina ilegal generó disputas entre dos instituciones clave de ese entonces: la Facultad de Medicina y la Municipalidad de Lima, que era la encargada de entregar las patentes para la apertura de boticas. Los herbolarios, al igual que otros farmacéuticos, pagaban sus correspondientes impuestos en la Municipalidad, lo que explicaba que esta entidad asignara las patentes correspondientes, pese a los reclamos de la Facultad de Medicina. Algo similar ocurría con los dueños de periódicos, quienes no tenían problemas en publicar sus anuncios pagados entre sus páginas. Peor aún para muchos médicos nacionales, los chinos no tenían reparo en publicar en revistas médicas, las mismas páginas en que docenas de médicos nacionales se quejaban por el ejercicio de la medicina ilegal, la charlatanería y el descaro de estos individuos. Así lo ejemplifica un anuncio del médico asiático Wong Kui Sang en la prestigiosa revista La Crónica Médica.
27 Ibídem. 28 Archivo Histórico Municipalidad de Lima. Higiene y Vacuna. Caja 2.
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(Fuente: La Crónica Médica. Año XVI. 31 de Octubre de 1899)
Finalmente en la década de 1930 la lucha de médicos y farmacéuticos peruanos se
resuelve de manera exitosa. El gobierno del General Miguel Sánchez Cerro emitió un decreto para poner fin a las llamadas herbolarías chinas y al ejercicio ilegal de la medicina. A diferencia de la década de 1880 –cuando se emite la Reglamentación General de Medicina-‐ en 1930 médicos y farmacéuticos eran actores sociales claves e influyentes dentro de los gobiernos de turno. Sin duda estos no permitirían que la legislación quedara sólo en el papel. Si bien ciertos sectores de la sociedad aplaudieron la medida, en especial los médicos, fueron muchos los ciudadanos que salieron en defensa de la medicina ejercida por esos médicos y herbolarios chinos. Según algunos medios de prensa, la presencia y popularidad de los llamados médicos chinos estaban en directa relación con los problemas de la medicina profesional en el país. Como explica el diario Libertad en su edición de enero de 1931, para un cliente pobre, el costo de una consulta médica profesional y las drogas recetadas excedía ampliamente su escuálido presupuesto. Según este periódico, el problema radicaba en los médicos profesionales y en las boticas y droguerías que especulaban con los precios. Por lo tanto, no había que sorprenderse si los clientes pobres acudían a un herbolario chino que “le cobra dos soles y le da las medicinas”29.
29 “El problema de los herbolarios” en Libertad. Diario Depurador y Revolucionario. Lima, 14 de diciembre de 1930.
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La prohibición de las boticas chinos se produjo, precisamente, en un momento de crisis económica, por lo que esta medida reducía aún más las alternativas de los sectores populares de poder acceder a salud. De esta manera, pese al discurso de la Facultad de Medicina de prohibir este tipo de medicina en beneficio del bien común y de la salubridad de los peruanos, para los más pobres, los médicos chinos eran su única alternativa y no iba a ser tan simple marginarlos de la práctica médica. Así como los pacientes no fueron pasivos a la ilegalización, la comunidad china no se mantuvo al margen del debate de la ilegalidad de dicha práctica médica. A través de la Revista Oriental, el órgano de difusión de la situación de los chinos y sus prácticas en el país, la comunidad china inició una férrea defensa de la medicina tradicional china, criticando las políticas sanitarias que llevaron a la ilegalidad de ésta en el Perú. Pese a ello, los colaboradores de la revista fueron muy cuidadosos al plantear los beneficios de esta como una “medicina auxiliar” a la local y totalmente benigna por tratarse de una medicina natural y, como ellos señalaban, “a la medicación con hierbas no se puede hacer con razón objeción alguna”30. Entre los argumentos esbozados por la comunidad china, llama la atención la utilización de un discurso legalista totalmente opuesto a la de los médicos peruanos y, en especial, a la Facultad de Medicina. Mientras los médicos peruanos, desde el siglo XIX hasta la década de 1930, habían establecido que el Estado tenía la obligación de prohibir la medicina china y salvaguardar la salud de la población, la comunidad china apelaba a la libertad de los pacientes de elegir el sistema de curación a su conveniencia: “Los pacientes deben tener el derecho de curarse como su instinto les aconsejan siempre que se trate de valores medicinales positivos y no de supercherías de vulgares brujos”31. Así, se comenzaba a discutir sobre el rol del Estado respecto al control total de la salud pública.
30 Dora Mayer de Zulen. “Las hierbas chinas”, en Oriental, nº55. Set. 1936. 31 Ibídem.
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Después de 1930 pareciera que el Estado peruano y los médicos profesionales ganaron la batalla contra la herbolería china y lograron controlar la circulación de drogas asiáticas. Si bien algunos artículos de prensa denunciaban que ésta aún se continuaba ejerciendo en el país, se perdió el registro de muchos de los médicos chinos que ejercían en Lima, y comenzó a ser una práctica que, nuevamente, funcionaba de manera ilegal, utilizada principalmente por obreros y personas de escasos recursos .32 La ilegalidad de la medicina china que buscaba reducir la pluralidad médica de Perú tendría un efecto limitado. En la década de 1940 migración masiva desde la sierra hacia Lima trajo consigo una circulación masiva de conocimientos médicos no occidentales que volvieron a complejizar el sistema actual de medicina y farmacia en el país, iniciándose una nueva etapa en la historia de la medicina peruana.
32 “La Protesta sindical contra los herbolarios chinos”, en La Voz Médica. Lima: Año I. Nº11. 17 de octubre de 1931.
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