La ciencia de la revolución: las revistas sociológicas y el tejido de la cultura libertaria hispanoamericana

July 4, 2017 | Autor: Sylvia Sosa | Categoría: History of Science, Anarchism
Share Embed


Descripción

55 ICA El Salvador 16 de julio de 2015

La ciencia de la revolución: las revistas sociológicas y el tejido de la cultura libertaria hispanoamericana Sylvia Sosa y Alejandro de la Torre

Un cierto punto de vista establecido en el presente difícilmente encontraría posible la relación entre las prácticas científicas y políticas, ciertas ideas “puristas” de la ciencia verían que la relación con la política sólo enturbia las aguas de los ríos del conocimiento. A pesar del aparente dominio de la “verdad científica”, estas nociones excluyentes han sido severamente discutidas, los propios sociólogos han tenido que admitir, incluso en sus facetas más cientificistas, el rol fundamental de la política (y otros aspectos sociales como la economía, la ética y el arte) en el quehacer científico; se ha insistido todavía más en este punto justamente desde la perspectiva de la difusión y divulgación del conocimiento científico, en particular desde la mirada de los estudios en Ciencia, Tecnología y Sociedad (CTS). En el marco de este debate deja de parecer ajena la propuesta, de un sector de la prensa anarquista hispanoparlante y sus consecuentes redes por el mundo de finales del siglo XIX y principios del XX, en la cual la ciencia ocupa un papel preponderante para la consecución de los fines del anarquismo, para la práctica cotidiana del mismo, propuesta que se orienta particularmente por la sociología y que se concreta en las llamadas “revistas sociológicas”. Ahora bien, la relación entre sociología y anarquismo plantea un buen número de preguntas; en primer lugar, sin duda, la historia de ambos se puede reconsiderar, en este sentido la pregunta podría plantearse así: ¿cómo se definen la sociología y el anarquismo cuando están puestos en relación?. En segundo lugar, desde las perspectivas de la historia y la sociología de la ciencia, vale la pena preguntar 1

55 ICA El Salvador 16 de julio de 2015

¿cómo se reorganiza la diferenciación de la ciencia, particularmente la sociología, respecto a otros aspectos de la sociedad tomando en cuenta la participación conceptual del anarquismo? de lo cual, a su vez, vale la pena la pregunta sobre ¿qué proyecto de mundo se plantea en esta fusión? Como primer acercamiento al problema, este trabajo explora, desde una mirada que conjuga la reflexión sociológica y la reconstrucción histórica, el papel que desempeñaron las llamadas "revistas sociológicas" en la difusión de la ciencia, entendida como un elemento crucial para la transformación revolucionaria de la sociedad capitalista. En tal sentido, el trabajo se articula a partir de la caracterización de revistas de este tipo escritas en lengua castellana (como Ciencia Social y La Revista Blanca, de Barcelona, Nuevo Ideal, de La Habana, La Questione Sociale, de Buenos Aires, o Brazo y Cerebro, de Nueva York, entre otras...), y publicadas en el tránsito del siglo XIX al XX. Nos centraremos en presentar algunos apuntes sobre las revistas Acracia y Ciencia Social de Barcelona y Nuevo Ideal de La Habana, destacando su posición respecto a la ciencia; mismos que esconden la pregunta, de orden más descriptivo: ¿por qué, cómo y para qué abreva, el anarquismo de aquellos años, de la ciencia y particularmente de la sociología?

1. Ciencia y anarquismo

Es bien sabido que la difusión del anarquismo a una escala transnacional se articuló, además de gracias al esfuerzo denodado de propagandistas trashumantes, en torno a una enorme oleada de materiales impresos que comprendía publicaciones periódicas, libros y folletos. En términos generales la historiografía sobre los movimientos ácratas ha centrado su atención en los periódicos y en los folletos; pero bien vale la pena detenerse un momento a mirar el papel que desempeñaron las revistas 2

55 ICA El Salvador 16 de julio de 2015

sociológicas de inspiración libertaria, no sólo en lo que concierne a la difusión de la ciencia, sino también en lo que toca a la conformación de los andamiajes intelectuales del anarquismo. En los años de tránsito del siglo XIX al XX, comenzó a ganar aceptación en los medios libertarios iberoamericanos el formato de “revista sociológica”, como plataforma para emprender un nivel de propaganda ideológica distinto al que se presentaba por medio de los periódicos ácratas. En éstos, lo que suele apreciarse con más claridad es una aspiración organizativa, un encauzamiento de solidaridades, una propaganda “ligera”, rasgos todos ellos marcados por la inmediatez de los acontecimientos. En cambio, en la revista sociológica, se percibe una producción intelectual de mayor calado, una preocupación más honda por los fundamentos doctrinarios del anarquismo, un afán más definido por la difusión de conocimientos científicos, todo ello dentro de la onda expansiva de una muy particular forma de conocimiento, que tenía en su centro la así llamada cuestión social: la sociología. La cultura política de izquierdas, es cierto, suele concederle un lugar central a la visibilización de la cuestión social. Esta inquietud por subrayar el conflicto social se percibe con mucha mayor claridad en las producciones ideológicas del anarquismo de entresiglos, marcando una distancia tajante frente a la cuestión política y, sobre todo, frente a la cuestión nacional. De este modo, desde la óptica de la propaganda libertaria, para mostrar las dimensiones del conflicto social ante una comunidad transnacional de lectores (medianamente instruidos), era menester divulgar la ciencia de la sociedad, herramienta clave para desmenuzar los fundamentos de la dominación, así como para vislumbrar las posibilidades de liberación. En este sentido, dentro de la estrategia ácrata, forjada en una suerte de mística del conocimiento, la ciencia marcaba los derroteros del progreso humano, y éste no era otra cosa que el camino inconmovible hacia la libertad. Pero a la vez (y esto debiera ser motivo de sesudas disquisiciones), la 3

55 ICA El Salvador 16 de julio de 2015

coronación del progreso no sería otra cosa que una especie de retorno al estado de naturaleza, a través de la revolución social: el rompimiento de las ataduras del poder, la propiedad, el dinero y la ignorancia. En cierta manera, los anarquistas de entresiglos más que aspirar a la Utopía, navegaban en busca de Ítaca, posibilitada por la hoguera revolucionaria; en palabras de Pellico: “Naturaleza sin Ciencia es como un libro abierto ante un analfabeto. Ciencia sin Naturaleza es un absurdo tan monstruoso que no tiene ningún sentido... Podríamos decir que Ciencia lo abarca todo, porque es la verdad, y la verdad sólo se halla en la naturaleza.”1

2. Mosaico de papeles

2.1. Acracia Una de las revistas sociológicas de inspiración libertaria más prominentes de finales del siglo XIX, fue sin lugar a dudas Acracia,2 Editada mensualmente en Barcelona. Inspirada en las revistas de doctrina anarquista publicadas en Francia, se constituyó rápidamente como exponente de un anarquismo cientificista e intelectual, que buscaba compaginar la ciencia con la cuestión social, a la vez que pugnaba por la educación popular como una vía fundamental para conseguir la emancipación humana. Teniendo en cuenta esta orientación, es explicable que en sus páginas se dedicara buena parte del espacio a los escritos doctrinarios y a la divulgación de las ciencias. Simultáneamente, aunque con menor intensidad, se daba espacio en sus páginas a los textos de crítica literaria. La mayoría de los artículos se publicaban sin firma, o cuando más, se suscribían con una inicial. Por esa razón es difícil 1

2

Pellico, “Ciencia y Naturaleza”, Natura, 1, núm. 9 (febrero 1904), pp. 138-141, citado en Litval, Lily, Musa libertaria. Arte, literatura y vida cultural del anarquismo español (1880-1913), Barcelona, Antoni Bosch editor: 1981, pp. 10-11. 1886-1888.

4

55 ICA El Salvador 16 de julio de 2015

reconocer la autoría de muchos de los escritos que allí se publicaban, aunque se sabe que entre sus colaboradores habituales se encontraban Anselmo Lorenzo, Teobaldo Nieva, Fernando Tarrida del Mármol, entre otras reputadas plumas de los medios libertarios ibéricos. En su primer número, de enero de 1886, la revista hizo pública, como era habitual en la prensa periódica de la época, su declaración de intenciones, dejando en claro que Acracia saltaba a la palestra de la opinión pública para cumplir con una misión de regeneración social: […] Regeneración equivale a volver al buen estado gozado anteriormente; si se aplica al individuo, supone uno que haya perdido su salud, por ejemplo, y la haya recobrado, volviendo al buen estado anterior. Si se aplica a la sociedad, significa que, hallándose anteriormente en un estado floreciente, bajo todos aspectos, decayó, degeneró, y anhela volver a la época de prosperidad, o ha vuelto a aquel anterior estado de progreso. De aquí que Regeneración sea igual a reconquistar una civilización que se ha perdido. […]

Esta voluntad regeneradora se hacía patente también en el nombre mismo del grupo que le daba vida a la revista: el Círculo Obrero La Regeneración, agrupación que mantenía estrecho contacto con el periódico El Productor. De hecho, las oficinas de éste, las de Acracia y el local del Círculo Obrero se ubicaban en el mismo inmueble: San Olegario 2, en el Raval. No obstante que el contenido de esta revista era predominantemente intelectual y teórico, al final de cada número se insertaba una sección titulada “Movimiento social”, en la que se ofrecía una visión panorámica de los movimientos obreros en Europa, y a través de la cual, aparentemente, se pretendía reconciliar la doctrina y la teoría con la acción revolucionaria. Hacia el verano de 1886 se incluyó en la revista una sección bibliográfica destinada a la reseña de novedades editoriales relevantes en el universo libresco radical. 5

55 ICA El Salvador 16 de julio de 2015

Paulatinamente, la publicación se fue involucrando cada vez más con las luchas obreras de la península ibérica. Muestra de ello es la reproducción de documentos oficiales de la FTRE en sus columnas. En la sección miscelánea de cada número se incluía tanto la información relativa a los canjes con otras publicaciones, como las noticias sobre las novedades editoriales y la información sobre conferencias, veladas y demás actividades sociales de las agrupaciones libertarias. En esta sección se dio cabida a informaciones sobre el movimiento obrero en Estados Unidos, dándole seguimiento, principalmente, a las luchas en favor de la jornada de 8 horas. Eventualmente se incluyen algunas correspondencias foráneas, como es el caso de las remitidas desde Nueva York, por José C. Campos, tipógrafo y militante libertario originario de Cuba cuya colaboración sería fundamental en la articulación de la colonia anarquista hispanohablante de Nueva York. Además de Campos, Antonio Taivó era corresponsal de Acracia en Montevideo. En términos generales, la revista se apegaba a las conmemoraciones propias del calendario militante ácrata. Ejemplos de ello nos lo proporcionan los números correspondientes a noviembre de 1887, dedicado a homenajear a los mártires de Chicago, y a marzo del año siguiente, consagrado a rendir homenaje a la Comuna de París. La misión de esta revista parecía centrarse en el fortalecimiento de los andamiajes teóricos de la doctrina anarquista, y a través de la mediación del periódico El Productor extendió su esfera de distribución hacia el otro lado del Atlántico, llegando a Nueva York, La Habana y el Río de la Plata, contribuyendo así a la reflexión en torno a la cuestión social en el seno de una comunidad transnacional de lectores que fortalecía su identidad libertaria por encima de las fronteras, asumiendo el internacionalismo como la clave cultural para combatir la dominación.

2.2. Ciencia Social 6

55 ICA El Salvador 16 de julio de 2015

Un papel similar desempeñaría una década después, en la propia Barcelona, la revista que llevaba el elocuente título de Ciencia Social. En ella se advierte una tendencia que se tornaría frecuente en las publicaciones de este tipo: la de “enmascarar”, con fines de evadir la represión política, la orientación ideológica concreta tras un discurso revestido por la ciencia. Publicación doctrinaria e intelectual, en las páginas de Ciencia Social se dieron reputadas plumas de la intelectualidad progresista hispánica, como Pompeyo Gener, Pere Corominas, Unamuno, entre otras personalidades, además de prominentes intelectuales libertarios como el príncipe Kropotkin y Aguste Hamon, entre otros. Incorporó artículos traducidos del francés en los que se seguían de cerca los avatares del movimiento socialista en Francia. Puede decirse, incluso, que sus contenidos estaban caracterizados por una especie de anarquismo hiperintelecutalizado que llegó a ser bastante frecuente en la Europa de entresiglos. Mantuvo interlocución con la prensa libertaria europea, principalmente de Francia, Bélgica, Suiza e Inglaterra. Por su propio carácter intelectual, Ciencia Social constituye una fuente preciosa en lo que respecta a la bibliografía anarquista, pues en sus columnas se comenta regularmente la aparición de libros, folletos y demás publicaciones inscritas en el universo de la filosofía anarquista. Entre sus preocupaciones de orden doctrinario destaca el análisis del patriotismo y su significado en un periodo de hondas transformaciones a escala global, que modificaban las nociones de patria e identidad nacional, mismas que fueron insistentemente combatidas desde los medios de propaganda libertaria. La revista cesó su publicación a causa del recrudecimiento de la represión contra el anarquismo desencadenado por los procesos de Montjuich, en 1896, pero reanudó su aparición, prácticamente bajo el mismo formato, desde la ciudad de Buenos Aires. Este traslado es un indicio fehaciente de la consolidación de las redes de prensa anarquista y del hondo sustrato internacionalista que animaba su funcionamiento. 7

55 ICA El Salvador 16 de julio de 2015

2.3. El Nuevo Ideal Un último ejemplo. Entre 1899 y 1901 se publicó en La Habana El Nuevo Ideal, cabecera que inició su andadura como periódico pero que a partir de septiembre de 1900 asumió la forma de revista sociológica. El Nuevo Ideal era sostenido de forma casi unipersonal por el anarquista catalán Adrián del Valle, que se había formado políticamente en los círculos ácratas y librepensadores de Barcelona. Bajo su dirección, El Nuevo Ideal se caracterizó como revista de literatura, divulgación científica y, de manera más o menos sutil, de doctrina libertaria. Celebraba su cosmopolitismo en un contexto de inflamación nacionalista en la isla de Cuba y exhibía con orgullo las colaboraciones que llegaban desde Madrid, Londres, París y Nueva York Para contrapesar su densidad doctrinaria, en sus páginas se incluía un directorio de asociaciones obreras cubanas y se ofrecían breves y regulares reseñas de las movilizaciones de trabajadores de la isla, así como reportes del acontecer político y social del mundo, suscritos por Palmiro de Lidia (nombre de batalla de Adrián del Valle), a partir de las lecturas de la prensa ácrata europea. En sus páginas eran frecuentes las críticas al expansionismo imperial norteamericano en Filipinas y Puerto Rico, pero en cambio se trataba con cierta cautela el tratamiento de la presencia estadounidense en Cuba. El sostenimiento de la publicación se debía en gran parte a las colaboraciones procedentes de Tampa y algunos otros puntos de Estados Unidos. Anunciaba en sus páginas publicaciones ácratas internacionales como L’Ere Nouvelle (París), Ciencia Social (Buenos Aires) y, por supuesto, La Revista Blanca (Madrid); así como folletos libertarios impresos en Buenos Aires y Montevideo, algunos de los cuales formaban parte también de la Biblioteca de La Revista Blanca. Reseñaba periódicamente las 8

55 ICA El Salvador 16 de julio de 2015

movilizaciones obreras de Estados Unidos, principalmente de Tampa, pero también de otras regiones (los mineros de Pennsylvania, por ejemplo). Se insertaban también en sus páginas algunos textos de los clásicos ácratas, como Kropotkin, Reclus, Bakunin, Malatesta, etc., pero parecía tener particular reverencia por los escritos de divulgación científica de Fernando Tarrida del Mármol y su “anarquismo sin adjetivos”. A finales de 1900 se reflejó en sus páginas la iniciativa de constituir un Centro de Estudios Sociales en La Habana. A la usanza libertaria, se proyectaba que tal institución fungiera como biblioteca, punto de reunión y germen de una escuela para los trabajadores y sus hijos. Vale la pena destacar el papel de estos centros en la difusión de la prensa ácrata, pues en las pequeñas bibliotecas que se reunían en ellos, se ponían a disposición del público periódicos de tendencias afines editados en distintas partes del mundo. Esto los convertía en puntos significativos de distribución de prensa y además en focos de reclutamiento de lectores. Vale destacar que a través de El Nuevo Ideal, se difundieron entre el público de Cuba las opiniones vertidas por la prensa progresista europea en torno a los principales temas de actualidad. Para ello, se valía de sus vínculos directos con escritores libertarios como Fedrico Urales, Tarrida y el mismo Malatesta, conocedores de la situación política prevaleciente en ambos lados del Atlántico. De algún modo, los frutos de la propaganda doctrinal efectuada por El Nuevo Ideal, en el sentido de fomentar una conciencia cosmopolita entre los trabajadores cubanos, serían recogidos y refrendados poco tiempo después por el periódico habanero ¡Tierra!, que se convertiría en el más sólido y duradero referente de la prensa anarquista de Cuba, asentado precisamente en su vocación internacionalista y su énfasis puesto en la necesidad de resolver la cuestión social.

9

55 ICA El Salvador 16 de julio de 2015

3. Sociología y anarquismo

La misma importancia que tiene entender la forma en que se construían las redes de la prensa escrita anarquista, la tiene, para el caso de las revistas sociológicas, entender las redes de ideas. Cuando estas revistas ponen atención en aquello que denominan la “cuestión social”, en el momento preciso en que lo hacen, se encuentra en surgimiento y definición las disciplinas científicas sociales. En este sentido pensar sociológica e históricamente las revistas sociológicas supone no olvidar la pregunta plantea al principio del trabajo: ¿cómo se definen la sociología y el anarquismo cuando están puestos en relación? Desde la perspectiva cientificista, el conocimiento de la ciencia en el sigo XIX contiene un componente normativo indudable; tanto Auguste Comte como Karl Marx, que han sido considerados, entre otros, como los precursores de la disciplina, plantean que entender a la sociedad implica aceptar el destino teleológico de la misma, aquel que expresa su “verdadero estado”, para el positivismo comtiano se logrará cuando se alcance el estado positivo, mientras que para el marxismo será en la consolidación del comunismo. El anarquismo “sociologizado” de Acracia, Ciencia Social y El Nuevo Ideal, sin duda tiene parte de sus bases científica e ideológica en la tradición de pensamiento anarquista, pero no es difícil ver la influencia de la lógica sociológica del XIX donde las aspiraciones teleológicas y el “evolucionismo social” tenían un lugar preponderante. Sin embargo, a medida que se acercan al siglo XX, la distancia entre sociología y anarquismo parece crecer, en particular por dos motivos, el primero de ellos, en relación con la lógica de diferenciación de la ciencia respecto a otros aspectos funcionales de la sociedad (economía, religión, arte, etc.); en segundo lugar, por los fundamentos ideológicos del anarquismo que justamente pretendían lo contrario: la fusión de ciencia y arte hacia la naturaleza, estado óptimo del desarrollo 10

55 ICA El Salvador 16 de julio de 2015

humano. Pareciera, pues, que la influencia de los ya considerados padres de la sociología como Durkheim, Weber o Simmel, decrecer considerablemente. En este sentido, la indagación que aquí presentamos en su etapa inicial, requiere considerar con cuidado la forma en que dos procesos sociales se configuraron y cómo su relación los codeterminó. En el caso de la sociología y su aspiración cientificista de finales del XIX, se presenta interesante para su comprensión la forma que actores, supuestamete fuera del debate científico, se adentran en los debates sobre la cuestión social y su explicanción. En el sentido inverso, para el anarquismo, se presenta interesante cómo, a pesar de tener una robusta fundamentación teórico-filosófica, el espíritu científico de conocer el mundo abre la puerta a una “mejor” forma de la acción política que, a manera de hipótesis, pareciera intelectualizar tanto el discurso que, en lugar de acercar, aleja la posibilidad práctica de la acción política.

11

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.