“La casa del tesoro”: En busca del alfolí de Dios, en El señorio de Cristo y la mayordomía cristiana: Aspectos bíblicos, teológicos y prácticos. Eds. Benjamín Rojas y Cristian Gonzales (Lima, Perú: Editorial Universidad Peruana Unión, 2016), 45-62

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Descripción

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CAPÍTULO

“La casa del tesoro”: En busca del alfolí de Dios Christian Varela

“Traed todos los diezmos al alfolí” (Mal 3:10),1 o literalmente “a la casa del tesoro”, fue la invitación dada al pueblo por el último profeta del Antiguo Testamento.2 En muchas Iglesias Adventistas del Séptimo Día (IASD), cada sábado se entonan las estrofas del himno 522 donde el coro de manera enfática exclama una clara referencia a este mensaje profético: “Oh, traedme el diezmo al granero”.3 Pero, ¿cuál es el “alfolí”, “granero” o “casa del tesoro” donde deben ser entregados los diezmos? ¿Es la iglesia local o la Asociación? ¿Evidencia la Biblia un sistema centralizado de administración de diezmos como lo sostiene la IASD? Para responder a estas cuestiones, se realizará un estudio en las Escrituras y en Elena de White. Luego, se exhibirá el beneficio organizacional de la IASD sobre los principios encontrados como también las ventajas del sistema de administración vigente de la IASD. 1 Para un estudio sobre el significado de este texto, véase David Asmat y Joel Iparraguirre, “‘Traed los diezmos al alfolí’: Entendiendo Malaquías 3:10”, Berit Olam 12/2 (2015): 32-57. 2 La expresión hebrea beth ha’otsar ha sido traducida como alfolí (Reina Valera 1960), “tesoro del templo” (Latinoamericana 2005, Biblia de Nuestro Pueblo, Dios Habla Hoy), “fondos del templo” (Nueva Versión Internacional), “granero del templo” (La Palabra de Dios para todos), “almacenes del templo (Biblia la Palabra) o “tesoro” (Reina Valera Actualizada 2015). 3 “Suenen las palabras [Himno 522]”, Himnario adventista, ed. 2009 (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2009).

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El señorío de Cristo y la mayordomía cristiana

El alfolí en el Antiguo Testamento Las referencias bíblicas que presentan la reglamentación y práctica del diezmo en el Antiguo Testamento (AT) abarcan tres periodos explícitos: Las prescripciones dadas a Moisés durante el peregrinaje a la tierra prometida (Levítico, Números y Deuteronomio), el reinado de Ezequías (2 Crónicas) y el período pos-exílico (Nehemías y Malaquías).4 De esta información se buscará identificar el “alfolí” o lugar de administración de los diezmos veterotestamentarios. El alfolí en las prescripciones del Pentateuco Las referencias más antiguas sobre la práctica del diezmo se encuentran en los tiempos patriarcales. La primera se halla en el encuentro de Abram con Melquisedec luego de su triunfo sobre Quedorlaomer y los reyes aliados (Gén 14:20). Abram realiza una entrega voluntaria, personal y agradecida al sacerdote en respuesta a la victoria que Dios le dio frente a sus enemigos al rescatar a su familia (14:18-20).5 En este caso, el sacerdote de Salem, Melquisedec, es el receptor del diezmo del patriarca.6 Luego, Jacob, escapando hacia la tierra de su madre tras encontrarse con Jehová decide aceptarlo como su Dios y hacer una entrega fiel de los diezmos por las bendiciones recibidas (Gén 28:2022). El relato no especifica quien fue el receptor del diezmo dado por Jacob. De esta manera, estos hechos evidencian que la práctica del diezmo consagrado a Jehová fue utilizado antes de la leyes mosaicas, lo que permite que su naturaleza sea un principio de mayordomía universal dentro del contexto de la adoración del hombre al reconocer las bendiciones divinas.7

4 Si bien aparece en Amos 4:4 no será tomado en cuenta porque no hace alusión significativa a nuestro estudio. 5 Charles Bradford, “Mayordomía”, en Tratado de Teología Adventista del Séptimo Día (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2009), 736. 6 Robert J. Kloosterhuis, “¿Dónde se encuentra el alfolí?”, Ministerio Adventista. (Noviembre – Diciembre 1998): 17. 7

volumen.

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Para más detalle, véase Paul B. Petersen, "El diezmo como una expresión de fe" en este

“La casa del tesoro”: En busca del alfolí de Dios

Tras los años de esclavitud en Egipto, Jehová rescata y se manifiesta a su pueblo en el Sinaí para revelarles su voluntad como nación escogida y santa (Ex 19:4-5; Lev 27:34). Las prescripciones dadas a Moisés muestran un interés definido por Dios para que su pueblo entregue los diezmos tanto de los frutos del campo en granos y ganado (Lev 27:30). El texto aclara un principio fundamental, este le pertenece al Señor: “De Jehová es. Es cosa dedicada a Jehová”, “el diezmo es consagrado a Jehová” (v. 32). La reglamentación levítica permitía cambiar el diezmo de la cosecha por dinero en vez del trigo o algún otro producto añadiendo la quinta parte, pero no podría hacerse lo mismo con el diezmo del ganado, donde uno de cada diez debía ser entregado al Señor (v. 31-32). Un detalle fundamental en la teología y praxis de la administración y uso de los diezmos es la comprensión del santuario/templo y sus servicios. El santuario/templo estuvo al cuidado de la familia de Leví. Los sacerdotes, ministerio restringido a la familia de Aarón (Éxo 28:1-4; Lev 8-9; Num 17). Además, el resto de familiares de Leví, debían asistir a los sacerdotes en los deberes de manutención y transporte del tabernáculo portátil durante el peregrinaje (Num 3:5-10; 4:1-49; 18:132). El sacerdocio era una parte integral del santuario. Sin mediación sacerdotal la sangre expiatoria era nula. Como mediador, el sacerdote era responsable de la expiación del pueblo (Num 28:22). Los pecados eran transferidos al sacerdote al ingerir la carne y, por lo tanto, cargaba el pecado del pueblo y así hacía expiación por ellos (Lev 6:17-19, 25-26, 29; 7:6, 7; 10:17; cf. Éxo 28:38). El ministerio levítico era fundamental para el sostén de todos estos servicios ya que de este modo Dios revelaba las prefiguraciones de la salvación a su pueblo y de todas las naciones de la tierra a través del santuario/templo.8 Dios llama a los hijos de Leví a dedicarse a una obra de tiempo completo y consagrada, no teniendo herencia en la repartición de la tierra de Canaán (Num 18:20) y siendo sostenidos por sus hermanos a través de los diezmos (Num 18:21). De esta manera se confirma que el diezmo le pertenece al Señor. Él decidió darlo “a los hijos de Leví” (vv. 21, 24, 26). A su vez, ellos debían dar el diezmo, del diezmo recibido, al sacerdote o sumo sacerdote en el tabernáculo (Num 18:28). Los diezmos de todo Israel debían ser utilizados para compensar el “ministerio” de tiempo completo de los “hijos de Leví” por su servicio (Num 18:21, 8

Raúl Quiroga, “El santuario es el lugar”, DavarLogos 10/2 (2011):167-188.

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El señorío de Cristo y la mayordomía cristiana 31). A partir de estas prescripciones, se comienza a detallar a los sacerdotes y levitas como el “alfolí” en el tabernáculo, para el sustento de sus ministerios (Num 18:21, 26, 28). Luego de cuarenta años de peregrinaje, Jehová nuevamente da prescripciones sobre el diezmo a Moisés, principalmente al llamado segundo diezmo.9 Se instruye a los adoradores a dar un diezmo anual en el que se podía cambiar los productos por plata para ser llevado al lugar escogido (14:22-26). De acuerdo a Deuteronomio 12:6, 11, 17; 14:23; queda prescrito la localización de entrega de los diezmos en el lugar que Jehová designó para su residencia, sea el tabernáculo o el templo, descartando la posibilidad de que el adorador retenga sus diezmos en la localidad, sino que al parecer sería centralizado en el tabernáculo/templo. Aunque también se detalla que pertenecía a la familia y podía ser consumido en el santuario como una ofrenda de gratitud junto con los levitas y los siervos (12:6, 11,12, 17-19), sin embargo, cada tres años debían consagrar un diezmo que tendría un uso diferente ya que quedaba en posesión del diezmante con el fin de ser usado en la ciudad local para no desamparar al levita que está en las poblaciones (Deu 14:27) y alimentar a los extranjeros, viudas y huérfanos (26:12). La razón teológica de la devolución del diezmo es contundente: “Aprender a temer a Jehová tu Dios todos los días” (14:23). En conclusión, el Pentateuco evidencia en algunos pasajes que el diezmo era llevado por los adoradores al “alfolí” designado por Dios: sacerdotes, levitas y el tabernáculo, donde eran administrados en favor del servicio del santuario, centro de la revelación salvadora de Jehová. El alfolí en el reinado de Ezequías Durante la monarquía unida y dividida no se presentan textos claros con respecto a la práctica ni al uso del diezmo—exceptuando el reinado de Ezequías. Sin embargo no quita que haya sido ampliamente practicado. Lo que se debe tener en cuenta en la construcción del templo, es la realización de las cámaras especiales para la recolección de ofrendas, que seguramente incluía también los diezmos (1 Rey 7:51; 1 Cro 28:12, 19). El rey Ezequías en su reforma religiosa luego de la apostasía de su padre Acaz, reorganizó el servicio de los 9 Para mayor información sobre el uso de estos diezmos véase Daniel Plenc, “Uso diverso del diezmo en el Pentateuco”, Theologika 28/8 (2013):166-183. Edward G. Reid, In Search of the Storehouse, 6-7.

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“La casa del tesoro”: En busca del alfolí de Dios

sacerdotes y levitas conforme a sus turnos para servir en el templo que había sido abandonado por años (2 Cro 31:2). Los ciudadanos de Jerusalén y de Judá comenzaron a llevar sus ofrendas y diezmos para este emprendimiento de reorganización (v. 5). Los diezmos fueron llevados a Jerusalén de “todas las cosas”, entre ellos “vacas y ovejas; y trajeron los diezmos de lo santificados” (v. 6). El diezmo fue acumulado en montones, por lo que el rey mandó a preparar o acondicionar más cámaras en el templo para depositar allí “las primicias y los diezmos y las cosas consagradas” (v. 11-12). Y junto con el sumo sacerdote Azarías, encargaron la tarea de administrar estos recursos a los levitas Conanías y Semei. Los responsables iban a las ciudades sacerdotales “para dar con fidelidad a sus hermanos sus porciones” de manera equitativa (v. 15), dando el diezmo a “los varones anotados por sus linajes, de tres años arriba, a todos los que entraban en la casa de Jehová” (v. 16) como a la mantención de todo el linaje levítico (vv.17-19). De esta manera, se evidencia que la recolección y distribución de los diezmos y ofrendas fue centralizada en el templo de Jerusalén por los sacerdotes y levitas, designados por el rey y el sumo sacerdote. El alfolí en el periodo pos-exílico Luego del cautiverio babilónico, con el templo destruido, el servicio de diezmos parece no haberse practicado. No obstante, es bajo el liderazgo y la reconstrucción dirigida por Nehemías que Jerusalén y Judá toman la iniciativa de reactivar el mandamiento divino. Los diezmos eran recibidos o recogidos en las ciudades por los levitas (Neh 10:37b). Los levitas también debían dar el diezmo del diezmo recibido (10:38). Al igual que en los tiempos de Ezequías, el templo contó con “cámaras” donde eran puestas las ofrendas y los diezmos eran llevados y recogidos (10:37a). Los diezmos y ofrendas eran administrados por personas idóneas para la distribución a los sacerdotes y levitas (Neh 12:44). Durante la ausencia de Nehemías al regresar al palacio del rey (aproximadamente 432 a. C.), el sacerdote Eliasib y el pueblo dejaron abandonado la casa de Dios (13:4-13). A su regreso, Nehemías restablece el sistema de diezmos y hace volver a los sacerdotes y levitas a sus funciones para el servicio del Templo que habían abandonado por la falta de recursos (13:5, 11). En esa ocasión puso como administradores al sacerdote Selemías, al escriba Sadoc y a los levitas 49

El señorío de Cristo y la mayordomía cristiana Pedaías y Hanán. Nuevamente su uso es para la manutención de sacerdotes y levitas, y para las actividades del templo, evidenciándose que la recolección y distribución de los diezmos estaban centralizadas en el templo de Jerusalén. Como se hizo referencia en la introducción, Malaquías, contemporáneo de Nehemías, en su mensaje de amonestación contra el sacerdocio y desenfreno pactual del pueblo, los invitó a volver a Dios y llevar los diezmos y ofrendas al “alfolí”, “granero” o “almacén” de la casa de Dios. El hecho de que Dios acuse al pueblo de robar, implica el concepto levítico de que el diezmo le pertenece a Él, y es robo retener el diezmo y ofrendas fuera del alfolí o cámaras del tesoro del templo del Señor donde eran administrados por los agentes designados por Dios. Parece ser que su uso fue para que haya “alimentos”, es decir, recursos para la manutención de los obreros encargados de los servicios del Templo. Claramente, entonces, se puede concluir que el alfolí son los almacenes o cámaras del templo. Es posible concluir esta sección afirmando que existe evidencia bíblica para afirmar que el diezmo era llevado o recolectado en el Templo de Jerusalén, lugar elegido por Dios para adorarle. De esta manera, allí era distribuido seguir las necesidades de los levitas de manera equitativa de acuerdo a las familias sacerdotales y levíticas registradas en el servicio de la obra de Dios.

Cuadro comparativo de los diezmantes, contexto, diezmo y teología Diezmantes

Génesis 14:20

Abraham

Génesis 28:22

Jacob

Huida de Esaú a tierra extraña

No especifica

Levítico 27:30-32

Israel

Prescripción de Jehová

No especifica

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Contexto

Administración/Administrador (alfolí o casa del tesoro)

Texto

Victoria sobre sus Sacerdote Melquisedec enemigos

Diezmo

Teología

Botín ganado en la batalla

Agradecimiento

Agradecimiento Todo lo que y reconocimienDios le diere to de las bendiciones de Dios De los frutos del campo, El diezmo pertedel ganado nece a Jehová mayor y menor

“La casa del tesoro”: En busca del alfolí de Dios

Aunque el diezmo le pertenece al Señor, él decide darlo a los levitas Los levitas deben ofrendar Contribución sus diezmos a Jehová Diezmo Alegrarse por junto con los las bendiciones holocaustos, recibidas de ofrendas, Dios (12:7) etc. Diezmo Alegrarse y junto con los festejar por las holocaustos, bendiciones recibidas de ofrendas, Dios (12:12) etc. Ofrenda ofrecida a Jehová

Números 18:21, 26

Hijos de Israel

Prescripción de Jehová

Levitas

Números 18:28

Levitas

Prescripción

Sacerdote en el tabernáculo

Deuteronomio 12:6

Israel

Prescripción de Jehová en un contexto pactual

El lugar escogido por Jehová para poner su residencia

Deuteronomio 12:11

Israel

Prescripción de Jehová

El lugar escogido por Jehová para poner su residencia El lugar escogido por Jehová para poner su residencia. El diezmo no puede quedar localmente en la ciudad del diezmante

Grano, vino, aceite, ganado (vaca, ovejas)

Alegrarse y festejar las obras de las manos del diezmante (12:18)

El lugar escogido por Jehová para poner su residencia

Grano, vino, aceite, manadas, ganados

Aprender a temer a Jehova todos los días

Deuteronomio 12:17

Israel

Prescripción de Jehová

Deuteronomio 14:23

Israel

Prescripción de Jehová

Deuteronomio 14:28-29

Israel

Prescripción

Deuteronomio 26:12

Israel

Prescripción de Jehová

2 Crónicas 31:5-6

Judá

2 Crónicas 31:12

Judá

Este diezmo trienal queEl diezmo daba en la ciudad local de todo la del diezmante y era producción recogido por los levitas, del último extranjeros, huérfanos año y viudas Este diezmo trienal queEl diezmo daba en la ciudad local de todo la del diezmante y era producción recogido por los levitas, del último extranjeros, huérfanos año y viudas

El Señor bendecirá la obra de las manos del diezmante

El Señor bendecirá la obra de las manos de Israel (26:15)

Jehová bendice Ezequiel reorgaDiezmo de a su pueblo niza el servicio En el templo de Jerusatodas las (v.10) por la de los sacerdotes lén (vv. 4, 11,12) cosas: Vacas reactivación del y levitas en el y ovejas templo y sus Templo servicios La adminisEzequiel reorgatración de los niza el servicio En el templo a cargo de diezmos del de los sacerdotes Conanías y Simei Señor es asigy levitas en el nada a hombres Templo responsables

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El señorío de Cristo y la mayordomía cristiana

Nehemías 10:37-38

Nehemías 12:44

Príncipes, sacerdotes, levitas y el pueblo de Judá (9:38; 10:28-29)

Judá

El templo en Jerusalén (“traeríamos” vv.36-37). Un sacerdote acompañaría a un levita a recolectar los diezmos Confirmación del El diezmo para ser llevados al tempueblo en guarde las coseplo, “Casa de nuestro dar el pacto de chas (NVI) y Dios, a las cámaras de Jehová labores. la casa del tesoro” (vv. 38-39) y serían recibidas por los levitas, los cuales también darían el diezmo del diezmo.

Distribución del servicio del Templo

Los levitas recogían los diezmos y lo llevaban al templo donde se responsabiliza a “varones sobre las cámaras de los tesoros”.

Nehemías 13:5, 12

Judá

El templo y los almaceReforma de Nehenes administrados por mías frente a la los sacerdotes Selenegligencia de mías, Sadoc, Pedaías Eliasib y Hanán

Malaquías 3:8-10

Príncipes, sacerdotes y pueblo de Judá

El alfolí, cámaras o casa Llamado de Dios del tesoro es una refea guardar el rencia a la casa de Dios, pacto es decir, el templo.

Cumplimiento del pacto a Jehová

El pueblo esta gozoso por el restablecimiento de los servicios ofrecidos por Cosecha de los sacerdotes los campos y levitas. Destade Judá cándose que la revelación de la misericordia de Dios está presente en medio de ellos. El templo estaba abandonado y sus encargados se habían retirado por falta Grano, vino y de sustento. La aceite revelación de la gracia de Dios no era manifestada en el pueblo Probar la fidelidad del Señor, Alimento quien bendecirá con abundancia en la tierra (v.12)

El alfolí en el Nuevo Testamento El Nuevo Testamento no presenta instrucciones definidas sobre la recepción y uso del diezmo en la iglesia cristiana. Si bien no hay una ordenanza a la práctica ni información sobre el alfolí, esto no debe ser una evidencia para rechazar la práctica del diezmo. A continuación se presentarán algunos pasajes neotestamentarios donde se pueden 52

“La casa del tesoro”: En busca del alfolí de Dios

desprender algunos puntos básicos para una teología y uso del diezmo en el Nuevo Testamento. Mateo y Lucas (23:23 cf.11:42) registran la acusación de Jesús a los escribas y fariseos que olvidaban la justicia, la misericordia y la ley. En este contexto, se evidencia la práctica de diezmar las cosechas mínimas de menta y eneldo, por lo que destaca la necesidad hacerlo. Ángel Manuel Rodríguez afirma que “al oír y leer los evangelios de Mateo y Lucas, las comunidades cristianas están siendo invitadas a hacer exactamente lo que Jesús estaba requiriendo de su audiencia original. Cristo estaba endosando el principio del diezmo del Antiguo Testamento entre sus seguidores”.10 Lucas también registra la enseñanza de Jesús sobre la parábola del fariseo y el publicano (18:9-14). Allí nuevamente se evidencia la práctica realizada por el fariseo, la cual no es condenada por Jesús, lo que en realidad se condena es la actitud arrogante del fariseo al utilizar este y otros actos como evidencia de su piedad. Tanto en la acusación de Jesús como en la parábola, consagraban sus diezmos al Señor, seguramente entregados en el templo de Jerusalén. Pablo realiza dos alusiones de manera indirecta y directa sobre el diezmo (1 Cor 9:11-14; Heb 7:1-10). En su carta a los Corintios, Pablo alude a los servidores del Templo y su manutención por aquel servicio ofrecido. Tomando aquella ordenanza, el apóstol defenderá sus derechos de participar de la manutención como predicador del evangelio, afirmando que “así también ordenó el Señor que los que anuncian el evangelio, vivan del evangelio” (9:14). De esta manera, el “así también” marca un paralelismo entre los obreros que anuncian el evangelio y los sacerdotes y levitas que también anunciaban las prefiguraciones del evangelio. Rodriguez afirma que “la implicación es que Pablo no considera el diezmo como incompatible con la vida cristiana, antes lo ve como útil y necesario en el cumplimiento de la misión de la iglesia al mundo”.11 Luego, de forma directa menciona la entrega del diezmo de Abraham a Mequisedec. Allí el apóstol valida la práctica del patriarca, y no la invalida como a otras instituciones levíticas que eran proyecciones proféticas del ministerio de Jesús (9:1-10:25).

10 Ángel Manuel Rodríguez, El diezmo en el Nuevo Testamento y en la iglesia cristiana (Silver Spring, MD: Departamento de Mayordomía de la Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, 2003), 2. 11

Ibíd., 3.

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El señorío de Cristo y la mayordomía cristiana Uno de los principios destacados sobre la entrega es la referencia de la superioridad del sacerdocio de Melquisedec sobre el aarónico, sacerdote que recibe los diezmos del patriarca. Este ejemplo ayuda a la comprensión de que no es necesario el sistema levítico y el santuario para que el adorador fiel entregue sus diezmos a quien Dios designe como administrador de ello. Rodríguez, en su estudio sobre el diezmo en el Nuevo Testamento y la iglesia cristiana, pertinentemente presenta ciertas diferencias que evidencian una discontinuidad entre el sistema veterotestamentario (Antiguo Testamento) y el neotestamentario (Nuevo Testamento) que son aplicables a nuestro tiempo actual. En primer lugar, la iglesia no es el santuario/templo por lo que “la cristiandad no tiene un lugar centralizado de culto que pueda asociarse con el sistema de diezmo”.12 En segundo lugar, ya no hay sacerdotes y levitas que reciban los diezmos ya que el sistema caducó con la crucifixión y resurrección de Jesús. De esta forma, propone evaluar lo principios del sistema que puedan ser utilizados por los cristianos para mantener la fidelidad de la orden bíblica, lo lleva a concluir que no es necesario el sistema levítico para la entrega y recepción de los diezmos,13 el creyente entrega el diezmo porque reconoce y acepta a Dios como Creador, Redentor y Sustentador. Por eso, Rodríguez afirma también que “no tenemos evidencia explícita del diezmo en la iglesia apostólica. Debemos ser cuidadosos respecto de cómo interpretar la falta de evidencia”.14 No obstante concluye observando que “una cosa es clara: Jesús no rechazó el diezmo, sino que lo promovió. Por lo tanto, podría ser natural para los cristianos devolver el diezmo”.15 Las referencias neotestamentarias a la práctica de la devolución del diezmo es validada por Jesús y Pablo. Ellos no contradicen la naturaleza y el uso del régimen veterotestamentarios de devolver a Dios lo que le pertenece para la manutención de los obreros encargados en la predicación del evangelio. Por tanto, surge la siguiente pregunta: ¿En nuestro tiempo, lo administra la iglesia local o la Asociación?

54

12

Ibíd., 9.

13

Ibíd., 10.

14

Ibíd., 13.

15

Ibíd.

“La casa del tesoro”: En busca del alfolí de Dios

El alfolí en los escritos de Elena de White Lo que Elena G. de White escribió referente al “alfolí” o “cámara del tesoro” es poco, ya que “no era un asunto que necesitaba tratarse”,16 pero lo creyó conveniente para esclarecer el concepto. Ella afirmó que “si nuestras iglesias han de tomar su posición del lado de la Palabra del Señor y ser fieles en la entrega del diezmo en la tesorería, más obreros serán alentados a entrar en la obra ministerial”.17 Lo que se infiere es que ella pensaba en la Asociación local como la tesorería, ya que tenían la responsabilidad de emplear y sustentar a los ministros. Otra cita que resulta explicativa sobre su comprensión es la referida a la ocasión cuando J. H. Kellogg contempló la posibilidad de no devolver los diezmos de los empleados del sanatorio a la Asociación. Ello lo expresó así: “Que él separe el diezmo de la tesorería será una decisión que temo grandemente”.18 A su vez, destacó, que el pastor local no tiene autoridad para apropiarse del diezmo y ser él el alfolí, como tampoco están autorizados a apoyar ninguna propuesta de las iglesias para desviar el diezmo hacia un uso ilegítimo.19 Por eso expresó que el diezmo debe ser enviado de manera legítima a la Asociación para sustentar a los obreros: “Llegó el tiempo cuando los diezmos y ofrendas pertenecientes al Señor deben ser usados en el cumplimiento de una decidida obra. Deben traerse al tesoro para ser usados en forma ordenada y sustentar a los obreros evangélicos en su obra”.20 Lo interesante en la vida de ella es que en ocasiones “especiales” usó el diezmo sin enviarlo a la Asociación. No se entrará en detalles generales ya que este tema ha sido ampliamente detallado en otros 16

Kloosterhuis, 19.

17

Elena G. de White, Testimonio para la iglesia (eBook Ellen G. White Estate, Inc. 2010) 9:225.

Ibíd., Manuscript Releases, 7:366. También afirmo: “Si todos los diezmos fueran traídos al alfolí, la tesorería de Dios no estaría vacía”. Ibíd., Pacific Union Recorder, 10. Cf. Ibíd., Testimonios para la Iglesia (eBook Ellen G. White Estate, Inc. 2010), 9:57. Cf. Testimonios para la Iglesia (eBook Ellen G. White Estate, Inc. 2010), 6:356. 18

19 “El ministro, por medio de la palabra y el ejemplo, debe enseñar a la gente a considerar el diezmo como algo sagrado. No debe pensar que, por ser ministro, puede retener el diezmo y usarlo siguiendo los dictados de su juicio personal. No le pertenece. No puede tomarse la libertad de dedicar para sí mismo lo que piensa que le corresponde. No debe apoyar ningún plan para desviar de su uso legítimo el uso de los diezmos y las ofrendas que han sido dedicados a Dios. Deben colocarse en su tesorería y destinarse para su servicio, tal como él lo ha establecido”. Ibíd., Testimonio para la Iglesia, 9:199-200. 20

Ibíd., Manuscript Releases, 19:376.

55

El señorío de Cristo y la mayordomía cristiana estudios,21 y a continuación se resumirá brevemente algunos puntos que surgían del análisis de estas excepciones. En primer lugar, ella apoyó la obra misionera del sur de los Estados Unidos, la cual poseía muy pocos recursos financieros para los pastores que trabajaban allí por las personas de color, por lo que destinó su diezmo “al campo más necesitado y desanimado del mundo”.22 Sin embargo, es necesario tener en cuenta la justificación de su accionar, el cual fue avalado por su ministerio profético, instruido directamente por Dios para utilizar el diezmo de esa manera, por lo que afirmó que le fue “presentado, por años, que mi diezmo debía ser enviado por mí para ayudar a pastores blancos y negros que eran descuidados y que no recibían lo suficiente para sostener debidamente a sus familias”.23 En la misma carta enviada a Watson,24 afirma: “Cuando mi atención fue llamada a ministros ancianos, blancos o negros, fue mi deber especial investigar sus necesidades y suplirlas. Este habría de ser mi trabajo especial y lo he hecho en varias ocasiones; debiera darle notoriedad al hecho de que en casos especiales el diezmo sea usado de esta forma”.25 Ella destacó que por su parte no había retenido el diezmo de la tesorería del Señor para una causa personal, sino que destacó de manera directa: “Yo misma he tomado de mi diezmo para los casos más necesitados que han sido traídos a mi atención. He sido instruida a hacer esto, y como el dinero no ha sido retenido de la tesorería del Señor, no es un asunto que deba comentarse, porque haría que fuese necesario que se hiciesen saber estos asuntos, lo cual yo no deseo hacer, porque no es lo mejor. Algunos casos me han sido presentados por años, y yo he suplido sus necesidades sacando del diezmo como Dios me ha instruido a hacer. Y si alguna persona me dijera: ‘Hermana White, ¿tomaría usted mi diezmo para usarlo donde usted sabe que es más necesario?’ Yo diría: Sí, lo haré, y yo lo he hecho. 21 Arthur L. White, Ellen G. White: The Early Elmshaven Years (Washington, DC: Review & Herald, 1981), 5:389-397; Roger W. Coon, “Tithe: Ellen G. White’s Counsel and Practice”, Suplemento de Adventist Review, 1991. Rodriguez, “El diezmo en los escritos de Elena de White”, 103-105. 22 Elena de White, Manuscript Releases, (Ellen G. White Writings. CD-Rom The Ellen G. White State, 2008), 2:99. 23 Elena de White, Spalding and Magan Collection, 215, (Ellen G. White Writings. CD-Rom The Ellen G. White State, 2008). 24 Carta enviada en enero 22 del 1905 (Mountain View, California), en Spalding and Magan Collection, 215. 25

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Ibíd.

“La casa del tesoro”: En busca del alfolí de Dios

Yo encomio a aquellas hermanas que han colocado su diezmo donde es más necesario para ayudar a hacer un trabajo que está siendo dejado sin hacer; y si a este asunto se le da publicidad, creará un conocimiento que sería mejor dejar tranquilo. Yo no deseo darle publicidad a este trabajo que el Señor me ha encomendado a mí para hacer y a otros también”.26

De esta declaración se describe otro asunto especial, el de recibir los diezmos de creyentes que confiaban en ella y en el uso que le daría, pero es necesario entender que ella nunca los solicitó,27 sino que por medio de la instrucción recibida conocía los lugares más descuidados y de carencia para hacer uso de aquellos diezmos para el sostén de ministros dedicados a la predicación del evangelio. Sin embargo, ella termina la declaración afirmando que “Las circunstancias alteran los casos. No aconsejo a nadie a ejercer la práctica de acumular el dinero de los diezmos”.28 Otro deber especial del empleo del diezmo fue: “crear un fondo de dinero del diezmo para pagar a esas mujeres que están realizando una obra tan esencial como la de los ministros”.29 De esta manera, podemos concluir que ella no utilizó el diezmo con fines personales, sino para sostener obreros/as evangélicos/as, y por sobre todo, fue instruida por Dios para realizar aquella obra. Es más, ella exhortaba a los creyentes a ser fieles, aunque podrían desconfiar sobre el uso que la administración daba a los diezmos.30

26

Ibíd.

Arthur White afirma que “Elena de White no realizo una práctica de recoger fondos del diezmo, y ella nunca pidió que el diezmo puede colocar en sus manos”. En Ellen G. White, 5:396. 27

28 Elena de White, Spalding and Magan Collection, 215. (Ellen G. White Writings. CD-Rom The Ellen G. White State, 2008). 29 Elena de White, Manuscript Releases 5:29. (Ellen G. White Writings. CD-Rom The Ellen G. White State, 2008). 30 “El diezmo es sagrado, y ha sido reservado por Dios mismo. Debe ser llevado a su tesorería para que se lo emplee en la sustentación de los obreros evangélicos. Durante largo tiempo el Señor ha sido robado porque hay quienes no comprenden que el diezmo es la porción que Dios se ha reservado. Algunos no han estado satisfechos y han dicho: “No pagaré más mi diezmo, porque no tengo confianza en la forma como se manejan las cosas en el corazón de la obra”. ¿Pero robaréis a Dios porque pensáis que el manejo de la obra no es correcto? Presentad vuestras quejas en forma clara y abierta, con el espíritu debido, a las personas debidas. Pedid que las cosas sean ajustadas y puestas en orden; pero no retengáis lo que corresponde a la obra de Dios, demostrando así que sois infieles, porque otros no están obrando correctamente”. Elena G. de White, Consejos sobre mayordomía cristiana (Mountain View, CA: Publicaciones Interamericanas, 1971), 98, 99.

57

El señorío de Cristo y la mayordomía cristiana En consecuencia, se puede concluir que Elena G. de White nunca rechazo el sistema centralizado y administrativo de la Iglesia Adventista, sino que tal como lo expresó Kloosterhuis: Elena de White nunca se opuso a este procedimiento, práctica que ella presenció durante casi cincuenta años de su ministerio. La señora White sostuvo el principio de designar a la asociación local como el alfolí. Si hubiera sido moralmente erróneo, ella ciertamente habría intervenido una y mil veces para corregir el mal. Pero este no es el caso.31

El alfolí en la Iglesia Adventista Para entender como la IASD adoptó el sistema vigente hasta hoy, no solo basta subrayar la comprensión de Elena de White, sino que, también fue la comprensión de varios líderes sobre la evidencia bíblica del tema. En 1856, la naciente iglesia enfrentó un desafío en cuanto al sostén de los ministros ya que dos líderes, J. N. Loughborough y J. N. Andrews, debieron abandonar forzadamente la obra ministerial para mudarse a Waokon, Iowa; y trabajar en oficios seculares para mantener a sus familias. En1858, Andrews dirigió una clase bíblica y se dedicó a investigar los principios bíblicos para apoyar el sostenimiento del ministerio evangélico, dando origen al plan de “benevolencia sistemática”.32 En 1859, los adventistas adoptaron este plan,33 el cual animaba a dar en forma regular y proporcional a las entradas o bienes de cada uno.34 El plan fue aceptado por Elena G. de White como una orden celestial que debía ser apoyado.35 Luego, del 26 al 29 de abril de 1861, un grupo de líderes y creyentes se reunieron en Battle Creek para hacer los preparativos para la incorporación de la Asociación Publicadora (Casa editora). De esas reuniones surgen las 31

Kloosterhuis, 20.

John N. Loughborough, The Church, Its Order, Organization, and Discipline (Takoma Park, MD: Review and Herald, 1907), 107. Jaime White escribió en 1868 lo siguiente: ““Este sistema es adoptado generalmente por nuestra gente de todo los lugares, y ofrece un apoyo liberal a nuestros ministros, dejándolos libres para dedicarse por entero a la obra del ministerio”. (Life Incidents [Battle Creek, MI: Seventh-day Adventist Publishing, 1868], 302). 32

5:10.

58

33

Veáse el informe presentado en Review and Herald, 9 junio (1859), 20.

34

Bradford, 747.

35

Ellen G. White, Testimony for the Church (Battle Creek, MI: Review and Herald Office, 1859),

“La casa del tesoro”: En busca del alfolí de Dios

primeras propuestas formales para la organización de la iglesia. Esto dio como resultado una serie de conferencias donde se proponía la organización de las iglesias locales, asociaciones estatales y conferencias generales.36 Jaime White también comenzó a referirse a la benevolencia sistemática como el diezmo.37 En octubre del mismo año, se organiza la primera Asociación: la Asociación de Michigan. Uno de los primeros temas que trataron fue establecer el sueldo de los ministros. Resolvieron que los fondos vendrían de las iglesias de la asociación, donde las iglesias locales no empleaban ni pagaban a los pastores. Dos años más tarde se organizó la Asociación General de la Iglesia Adventista, donde en su constitución modelo, artículo nº 3 afirmó que “los fondos habrían de ser colectados a través del plan de benevolencia sistemática y otras ofrendas, e informados regularmente al tesorero de la asociación”.38 De esta manera quedó establecido que cada asociación local contaría con los recursos financieros para la obra ministerial/evangelistica, sostenidos por las iglesias que componían la asociación. Luego, en 1878, la Asociación General recomendó que las asociaciones les dieran un diezmo de sus entradas. En 1901, cuando se establecieron las Uniones, las asociaciones darían un diezmo a éstas y las Uniones a su vez darían un diezmo a la Asociación General. De este modo, la iglesia desde sus inicios comprendió la importancia de la organización en todos los asuntos referentes a las obras evangelisticas y ministeriales, y también referente a los términos legales frente a las regulaciones jurídicas estatales. Por eso, Kloosterhuis acertadamente declaró las iglesias locales no son entidades legales, pero las asociaciones locales sí lo son. Las iglesias se unen para formar una asociación que sirva a sus necesidades legales como un cuerpo reconocido jurídicamente para emplear y supervisar a ministros, para pagarles su salario, y recolectar los diezmos y las ofrendas de las iglesias para financiar los esfuerzos evange-

36

Veáse el artículo de Jaime White, Review and Herald, 18/3 (11 de junio de 1861): 20-23.

37

Veánse las referencias y citas de Jaime White, en Arthur White, El diezmo: Historia y uso, 2.

38

Veáse Robert J. Kloosterhuis, 19.

59

El señorío de Cristo y la mayordomía cristiana listicos. Las iglesias locales, siendo que no tienen estatus legal, delegaron a las asociaciones locales la responsabilidad de emplear ministros.39

Al haber sido abolido el sistema levítico que giraba en torno al Tabernáculo/Templo, la IASD, de acuerdo a los principios fundamentales de recepción y administración de los diezmos, decidió que sea la asociación/misión el “alfolí” o “cámara de los tesoros” donde se deben administrar los recursos financieros para el sostén de los obreros evangélicos y todos los asuntos referentes a la evangelización. El Manual de Iglesia de la IASD afirma lo siguiente: La iglesia local no usa ni gasta el diezmo, sino que lo remite al tesorero de la Asociación. De esa forma, el diezmo de todas las iglesia fluye a la tesorería de la Asociación local, que a su vez remite un porcentaje al siguiente nivel superior, en concordancia con los reglamentos de la Asociación General y de la División, para hacer frente a los gastos de llevar adelante la obra de Dios en sus respectivas esferas de responsabilidad y actividad.40

Así, en el contexto de la autoridad concedida por Cristo para la edificación y cumplimiento de la misión, la IASD sostiene que “la iglesia mundial desempeña una función significativa en la salvaguardia de la santidad del diezmo”.41 Además, “La Iglesia organizada también es responsable por el establecimiento de un sistema adecuado de recolección y distribución del diezmo de la Iglesia mundial a través de la Iglesia mundial”.42 Por ello con respecto al alfolí o casa del tesoro, la iglesia afirma “en armonía con el principio bíblico de la casa central de la tesorería, la Iglesia Adventista del Séptimo Día designó asociaciones, misiones, campos y uniones de iglesias como casas de tesorería, en nombre de la iglesia mun39

Ibíd.

Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día, Manual de Iglesia. 19ª edición, rev. 2015 (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2015), 132-133. En la sección “cómo se devuelve el diezmo”, el Manual de Iglesia afirma: “El diezmo pertenece al Señor y debe entregarse, como un acto de adoración, a la tesorería de la Asociación a través de la iglesia a la que el miembro pertenece. En caso de presentarse circunstancias inusitadas, los miembros de la iglesia deben consultar a los administradores de la Asociación” (Ibíd., 133). 40

41 Iglesia Adventista del Séptimo Día y Secretaría de la División Sudamericana, Reglamentos eclesiásticos-administrativos (Buenos Aires; Asociación Casa Editora, 2016), 603. También afirma el reglamento: “Dios determinó financiar el ministerio evangélico por medio del sistema de diezmos y confiarlo a la iglesia, cuya responsabilidad es administrar ese sagrado fondo” (Ibíd., 608). 42

60

Ibíd., 609.

“La casa del tesoro”: En busca del alfolí de Dios

dial, a las cuales se debe devolver el diezmo. De esa manera, el diezmo de Dios, la distribución que él le confió a la Iglesia mundial, se junta, en todo el mundo, y se usa para suplir las necesidades del ministerio evangélico”.43

Ventajas del sistema de administración adventista ¿Cuáles son las ventajas de que el alfolí o la casa del tesoro sea la asociación? ¿Qué ventajas tiene este sistema de administración? La primera ventaja que proporciona el sistema adoptado por la IASD está bien definida en sus reglamentos: Como parte de la experiencia de culto de los miembros de la iglesia, el diezmo se devuelve a Dios a través de la iglesia local. Entonces, el tesorero de la iglesia local manda todo el diezmo a la tesorería de la asociación/misión/ campo/ unión de iglesias para el sustento de los involucrados en el ministerio evangélico. Ese sistema, definido por Dios, le ha permitido a su Iglesia ejercer un impacto cada vez mayor en el mundo entero. 44

Analizando las ventajas de que el alfolí sea la asociación Robert Kloosterhuis escribe pertinentemente: “Sugerir que la iglesia local sea el alfolí, es posible. Pero, ¿A qué costo? Dañaría seriamente la estructura de la organización y el gobierno de la denominación, tal como ahora la conocemos”. 45 A continuación se mencionaran algunas otras ventajas: 1. Priorizar la misión evangelizadora de la iglesia en predicar a todo el mundo con el mensaje de los tres ángeles. 2. Una organización administrativa financiera legal frente a entidades locales y nacionales donde la iglesia se encuentra establecida. 3. El cuidado de los tesoreros tanto locales como administrativos de las sedes administrativas sea: Asociación, Unión, etc. 4. El cuidado de los pastores en la manipulación del dinero del Señor en usos ilegítimos. 5. Transparencia en el uso de los fondos de la iglesia bajo la supervisión en todos los niveles administrativos —desde la iglesia local hasta la Asociación General— con un sistema de 43

Ibíd., 611.

44

Reglamentos eclesiásticos-administrativos, 611-612. Énfasis añadido.

45

Ibíd.

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El señorío de Cristo y la mayordomía cristiana auditorías que evalúan los gastos y seguridad de los fondos eclesiásticos. 6. Una distribución equitativa en el sueldo de los obreros y los esfuerzos evangelisticos en zonas menos favorables. 7. La distribución sabiamente dirigida por comisiones que conocen las necesidades y esfuerzos evangelísticos de los campos, haciendo el mayor provecho para la proclamación del evangelio. Desde esta perspectiva, se puede evidenciar que el sistema adoptado por la IASD sigue el consejo inspirado de Dios a través de su Palabra, lo que da como resultando múltiples bendiciones a través de estos años, tanto para la iglesia local como para el cuerpo de la Iglesia mundial.

Conclusión La entrega del diezmo es un acto de adoración que evidencia la sumisión y obediencia al señorío de Dios en la vida del creyente, donde este entrega al Señor lo que le pertenece. Asimismo, por lo expuesto en las Escrituras, Dios empleó un sistema de recolección y distribución en su pueblo centrado en el templo como sede de la revelación del evangelio a sus hijos y a todas las naciones. La devolución de los diezmos no es un pago a los obreros religiosos por sus servicios, al contrario, es una evidencia de fidelidad a Dios, por lo que el mismo decidió hacer uso de los diezmos para los encargados de servir en el templo y posteriormente para la predicación del evangelio. Con esto en mente, la IASD ha adoptado un sistema de recolección y distribución de los diezmos, centralizando su administración en la Asociación local, basado para ello en la evidencia bíblica, los escritos de Elena G. de White y la experiencia organizacional. Como cuerpo de Cristo, desde las iglesias locales a la Asociación General, debemos gozar de las bendiciones celestiales que, sin duda, serán sobreabundantes.

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