La cara oculta de la luna de Méliès. París, 2016

La escena es bien conocida: en la presentación pública del cinematógrafo George Méliès se dirigió a Auguste Lumière para interesarse por la nueva invención, y éste le respondió que el aparato no estaba en venta. Para consolar al joven mago, el padre de los Lumière aseguró que aquella máquina no tenía mucho futuro. La historia, sin embargo, demostró todo lo contrario: el cine se convirtió rápidamente en una industria cuyo frenético desarrollo dejaría a atrás a sus propios creadores. La historia del cine es la historia de una industria y de una técnica en constante desarrollo. En este trabajo queremos mostrar que antes de la llegada de Griffith y aun antes de la llegada de Chaplin, el cine ya había cambiado muchas veces de piel. Quizá los años más violentos del cine hayan sido precisamente los primeros, aquellos en los cuales la máquina, aún joven, todavía no sabía lo que era la compasión; aquellos en los que hacer cine implicaba, en casi todos los casos, vender el alma al diablo.El cine bien puede ser visto como un Saturno devorando a sus hijos. También, como un joven Edipo, condenado a matar a su padre. En este trabajo queremos estudiar la industria del cine de los primeros tiempos. Concretamente, nos centraremos en las figuras de los hermanos Lumière y de George Méliès, ejemplo de aquellos inventores y cineastas que, pese a su esfuerzo y genialidad, fueron devorados por su propia creación: el cine como un Saturno devorando a sus padres.