La Canción de Calavera: Los Narcocorridos Mexicanos, El Afecto, y el Caído de Hegemonía

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Descripción





Merin McDivitt
SPAN 488
Profesora Djurdja Trajkovic
4.10.15
La Canción de Calavera
Los Narcocorridos Mexicanos, el Afecto, y el Caído de Hegemonía

Hay miles de maneras creativas y derivativas para sacar el poder de un pueblo. El lenguaje, el sistema de ley, y los artes son algunos de las herramientas más insidiosas en este proceso de marginalización que afecta muchos grupos mundiales—los pobres, el "Tercer Mundo," las mujeres, los indígenas. Como dice activista Mourid Barghouti, "Si quieres desposeer a un pueblo, la manera más simple para hacerlo es decir su historia y empezar con, 'en segundo lugar.'" Este ha sucedido tantas veces en la historia, por supuesto.
Pero también hay situaciones en que el subalterno (i.e. grupos marginalizados por el sistema dominante) usa estas mismas herramientas para crear disonancia y discordancia en este sistema misma. Alguno de los casos más únicos y improbables de esto es los narcocorridos, canciones mexicanos populares sobre la vida (y muerte) de los narcotráficos de la frontera. Esta música es muy popular con los narcos, claro, pero también con otras personas marginalizadas: campesinos, pobres, y inmigrantes indocumentados. Este ensayo va a explorar la popularidad de esta música y su papel en el discurso internacional de los estudios culturales, incluyendo los conceptos interconectados de posthegemonía, el subalterno, y el afecto.
Al principio, un poquito sobre la historia y desarrollo de los narcocorridos en su contexto social. El corrido ha sido la música emblemática del campesino mexicano por siglos, hasta que llega la guitarra española a la tierra del Nuevo Mundo. Después de la Revolución Mexicana en las primeras décadas del Siglo XX, el gobierno nuevo usó el corrido para simbolizar una forma de música nacional, enfatizando los valores rurales que supuestamente comparten los ciudadanos del país. Este proceso parece mucho como la literatura Gauchesca de la Argentina, que "pone la literatura a trabajo como una herramienta pedagógica para crear sujetos productivos para el Estado moderno" (Dove 25). Los corridos de esta época ayudaban con la creación de una identidad nueva para el país emancipado, celebrando la herencia mestiza de México al lado de los murales de Rivera y los discursos de los lideres.
Los corridos fueron popularizados en los filmes rancheras y el radio nacional, pero han cambiado mucho desde esta era y un nuevo sub-estilo ha emergido: el narcocorrido. Con los mismos instrumentos viejos y el sonido rural, simple, y animado de los corridos del pasado, hoy en día los corridistas más populares cantan de narcotraficante, de violencia inimaginable, de drogas, plata, y muerte. Aunque a veces esta música es prohibida por el gobierno y muchos en la arena internacional la han condenado por la propagación de violencia, las canciones son súper-populares no solamente en el norte de México sino que en Centroamérica, Colombia, y especialmente en las comunidades latinas de los Estados Unidos. Para entender su popularidad, relevancia, y consecuencias sociopolíticas, hay que explorar unos conceptos recientes de los estudios culturales de América Latina.
Las ideas de hegemonía—y su complicación postmoderna, posthegemonía, son algunas de las más relevantes para explorar las relaciones entre los narcocorridos y el sistema neoliberal. Cuando los conquistadores españoles llegaron en el Nuevo Mundo con sus guitarras españoles, sus caballos, y todas las otras cosas que todavía son parte de la tradición musical de México, a la vez llevaron un documento con alta significancia: el Requerimiento.
En el prólogo de su libro importante Posthegemonía, Jon Beasley-Murray cita este documento como el ejemplo principal de la introducción de hegemonía a América Latina. El Requerimiento, un documento real que supuestamente pregunta a los indígenas por su consentimiento legal en la Conquista, "puso el deseo por el oro debajo de la bandera de una narrativa de progreso, y, más significantemente, unificaron los conquistadores" (Beasley-Murray 5). Pero la teoría de hegemonía requiere el consentimiento auténtico de todos los sujetos, sin esto, es solamente una ficción para los en poder. Esta narrativa ficticiosa hace desaparecer el subalterno bajo este "progreso," en este caso, la creación de un estado español basado en mentiras ignora la subyugación de la gente indígena de los Américas. Por eso, Beasley-Murray introduce un concepto más apropiado para América Latina: la posthegemonía, en que la hegemonía siempre ha sido una ficción.
En el mundo en que desarrollan los narcocorridos, un proceso semejante de estructura ficticiosa y corrupta ocurre. Muchos han estudiado el crecimiento de la industria de drogas en México, especialmente las relaciones entre las policías de los Estados Unidos y el tráfico ilícito de estas sustancias en la frontera entre los dos países. En años recientes, la violencia en el norte de México ha aumentado explosivamente con la "Guerra de Drogas" de los gobiernos de México y los Estados Unidos. Esta violencia se va junto con el crecimiento de la popularidad de los narcocorridos en ambos países.
Pero como el Requerimiento que legitima la Conquista Española del Nuevo Mundo, bajo de esta narrativa oficial hay fisuras—lo que Beasley Murray describe como la "brecha entre el poder constitutivo y el poder oficial…una herida abierta pero ignorado en la modernidad" (Beasley-Murray 11). En el caso de los narcocorridos, estas brechas que revelan la ficción de hegemonía son las del neoliberalismo y sus conexiones incómodas con el desarrollo del narcotráfico moderno. Muchos argumentan que los sistemas de neoliberalismo y globalización han contribuido mucho al crecimiento de narcotráfico (o sea, el "Narcoliberalismo"), caos, y violencia en México (Cabañas 529). La criminalización del tráfico mexicano de drogas, el sistema de tráfico libre, y las leyes polémicas de inmigración en los Estados Unidos son partes de esta teoría compleja. El argumento mayor es que la violencia de los narcos que existen ahora en México es un resulto de las interacciones complicadas entre el sistema supuestamente hegemónico de los Estados Unidos y México, y el subalterno en los dos países: los pobres, los indocumentados, los campesinos. O sea, los que se identifican mucho con los narcocorridos.
Aquí es que entran directamente los narcocorridos mismos y su parte en esta discusión. Come dice Miguel A. Cabañas en su artículo significante sobre las identidades transnacionales en los narcocorridos, "el narcocorrido reescribe la globalización desde sus márgenes" (Cabañas 520). En otras palabras, esta música enmarca el subalterno en el sistema posthegemónica, revelando las consecuencias reales de globalización y políticas neoliberalistas en los que el sistema prefiere ignorar.
Es fácil reducir estas canciones a una apología para los narcos; como el "gangsta rap" de los Estados Unidos, una glorificación de un estilo de vida violente y dañoso. Este rechazo de los narcocorridos es apoyado por el asesinato sangriento de unos narcocorridistas famosos, y la censura estatal de muchas de estas canciones. Pero en realidad, "el género en sí y sus orígenes tienen más que ver con la marginalidad del campesino migrante y con la aparición de subculturas en el margen" (Cabañas 522). El imagen popular de los narcocorridos es muy homogéneo; un ejemplo es algo como estas letras reales: "Dicen que soy muy sanguinario/ porque a los contrarios los he torturado," del grupo Enigma Norteño (Musica.com). Estas letras obviamente glorifican la vida violente de los narcos.
Pero hay dos argumentos contra esta simplificación de la música: primero, hay una gran variedad de temas en narcocorridos, incluyendo muchas canciones que critican el gobierno, la corrupción, la violencia de neoliberalismo y globalización, la hipocresía de la política de los Estados Unidos, y los narcos mismos. Los narcocorridistas están en una posición peligrosa entre el gobierno mexicano y los narcos; muchas veces sus canciones sobre los dos son censurados para oscurar las conexiones y la corrupción entre ellos. Por eso, esta reducción de narcocorridos como canciones dañosas sin mensaje mayor ayuda con la justificación de más represión estatal (Cabañas 523).
Segundo, sin tener en cuento los temas específicos de las canciones, cada narcocorrido (incluyendo el antedicho) constituye "una forma de narrar la realidad desde 'otro lugar'" (Cabañas 523). Muchas veces las canciones no cantan de capos poderosos sino de campesinos pobres que venden plantas de marihuana, víctimas de la Guerra de Drogas, o jugadores muy pequeños en esta industria que mata gente como moscas. Sí: son violentes, caóticos, llenos de sangre y balas y drogas, tal como la realidad mexicana que reflejan. Pero los narcocorridos representan esta realidad auténticamente, sin el juicio moral de la hegemonía o posthegemonía. Su sola presencia deslegitimiza el sistema neoliberalista porque revela la brecha incómoda entre el imagen plácido y agradable del Primer Mundo y sus consecuencias reales. De ninguna manera es esto una excusa para las letras ofensivas y sangrientas de muchos de los narcocorridos; solamente es un aviso a no descartar esta música sin tratar de entender sus papeles curiosos y múltiples en este ambiente.
El otro concepto muy relevante a los narcocorridos es el Afecto y su poder para perturbar la misma ficción de hegemonía sociopolítica. Beasley-Murray describe el afecto como una "intensidad impersonal," un exceso de emoción y poder incontrolable de lo que está afuera, lo desconocido (Beasley-Murray 126). El afecto crea disonancia y resistencia desde la brecha (sí, esta palabra otra vez) entre la autoridad de la hegemonía y lo que no puede representar o explicar. En esta manera los narcocorridos minan la lógica infalible del estado porque son representativos del Terror. El Terror, un tema central, para Beasley-Murray, es " el último otro exterior, la non-comunidad global;" esto por supuesto incluye los narcos y otros del subalterno mexicano (Beasley-Murray 151). Aunque nosotros (o sea, el sistema neoliberal) necesitamos representar y entender la totalidad del mundo que hemos creado de la tierra primeval, este terror—la narcoviolencia y la posibilidad de otros valores extranjeros que puede destruir un estado entero y reducirlo a caos—es ilegible para nosotros. La ausencia de rima o razón es más poderosa que la presencia de todo lo demás. El narcocorrido "desquebraja el poder de las élites y construye una ética popular alternativa a la idea hegemónica de nación difundida en otros medios" (Cabañas 527).
Siempre queremos una explicación simple y satisfactoria para explicar todo. Por miles de años, la religión hace esto, reduciendo todo a la fe ciega. Hoy en día muchos creen en la infalibilidad de la ciencia, que puede explicar las estrellas y la tierra en fórmulas y algoritmos bellísimos. Pero siempre hay algo. Algo que no podemos explicar con ningún sistema. Algo que caen entre las rajaduras de nuestra lógica. El monstruo de Loch Ness. Los recesos oscuros del internet. La muerte de un niño, la desaparición de 43 estudiantes, una mujer sin cara, descansando en el desierto para eternidad. La totalidad de todas las explicaciones para estos acontecimientos es, inexplicablemente, aún menos que la suma de sus partes. Todos parecen, como dice Borges, "una mera frivolidad" (Borges 433). El narcocorrido, en este sentido, subvierte y trabaja con estas fuerzas globales a la vez. En muchas maneras, estas canciones solamente propagan el sistema dañoso que los crea, perpetuando los ciclos de violencia y pobreza que siguen en México y los Estados Unidos. Pero este "algo" que siempre existe está presente—en las letras conscientes, la censura estatal de las canciones de corrupción, en el grito fatal de un narcocorridista asesinato por alguien (quién sabe quien en México: ¿el gobierno? ¿los narcos? ¿la policía?). Los españoles trajeron los armas y las guitarras españolas a su territorio nuevo de México. Desde este momento de "hegemonía total" y conquista, los mexicanos los han usado para guerras de sangre y canciones de pasión, guerras de pasión y canciones de sangre. La calavera ríe y canta con sangre secado en su cuerpo.
Bibliografía
Beasley-Murray, Jon. Posthegemony: Political Theory and Latin America. Minneapolis:
U of Minnesota, 2010. Print.
Borges, Jorge Luis. "El Etnógrafo." Aproximaciones Al Estudio De La Literature
Hispánica. Ed. Carmelo Virgillo, Edward W. Friedman, and L. Teresa
Valdivieso. 4th ed. Boston: McGraw Hill, 1999. 433. Print.
Cabañas, Miguel A. "El Narcocorrido Global Y Las Identidades Transnacionales."
Revista De Estudios Hispanicos (2008): 519-43. Serials Solutions. Web.
Dove, Patrick. "Aesthetics, Politics and Event: Borges's "El Fin," the Argentine Tradition
and Death." CR: The New Centennial Review 14.1, Writing/Violence/Latin
America (2014): 25-46. JSTOR. Web. 10 Apr. 2015.
"MUSICA.COM El Enigma Norteño El Ondeado." Letra De El Ondeado De Enigma
Norteño. N.p., n.d. Web. 10 Apr. 2015.



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