La Burguesía inglesa, francesa y rusa a través de la literatura del siglo XIX

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Descripción

La Burguesía inglesa, francesa y rusa a través de la literatura del siglo XIX Diana Gutiérrez Echeverría1

Licenciada en Historia por la Universidad Autónoma de Querétaro. Asistente de Investigación y becaria investigadora (2012-2014) de la misma institución.

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Índice Página 1. Introducción …………………………………………………………………. 3 2. El Siglo XIX …………………………………………………………………. 4 2.1 La ilustración y la revolución francesa ………………………………. 4 2.1 Cambios sociales y culturales ………………………………………... 6 3. La literatura del siglo XIX ………………………………………………….... 7 31 El romanticismo del siglo XVIII y principios del XIX ……………… 7 3.2 El realismo del siglo XIX ……………………………………………. 9 4. La burguesía inglesa…………………………………………………………..10 5. La burguesía francesa ………………………………………………………...14 6. La burguesía rusa …………………………………………………………….16 7. Conclusión …………………………………………………………………...18 8. Bibliografía………………………………………………………………...…19

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1. Introducción La literatura como objeto de representación del momento en el que se produce, es una fuente histórica para la reconstrucción del pasado. Las sociedades que la literatura retrata forman parte de un contexto histórico; sus anhelos, ilusiones, costumbres, viviendas, vestimenta y más son el producto y reflejo de un proceso histórico nacional particular que continúa hasta el presente. La literatura del siglo XIX, dado su proliferación y temática, es una ventana como ninguna otra a las sociedades que retrata: tanto si se escribe para realizar una crítica social, ridiculizar a un sector o hacer una apología, el autor no queda exento del contexto en el que vive, siendo reflejo de una sociedad en la que se encuentra inmerso. El escritor del siglo XIX fue en su mayoría una persona perteneciente a la burguesía de su país natal. Se encontraban dentro de una élite instruida e intelectual, poseedora de poder económico, político y social, de la cual formaban parte un pequeño segmento de la población. Quizá por ser el medio natural del escritor, la burguesía es por encima del sector obrero en plena emergencia durante este siglo o del campesinado, la sociedad imprescindible, cuando no la protagonista de todas de las producciones de literatura. Esto cobra sentido a la vez con ejemplos sobresalientes del Romanticismo y Realismo como Victor Hugo, Charles Dickens, Elizabeth Gaskell, Fiodor Dostoievski, Honoré Balzac o Émile Zola, entre algunos más, que se preocupan por reflejar en sus obras las fuerzas opuestas entre los que tienen mucho y los que tienen casi nada, reflejando una sociedad heterogénea cuya fuerza económica, política y social se encuentra en el burgués. Así pues, mi intención aquí es reconstruir algunos de los aspectos en la forma de vida y costumbres del sector más retratado en esta literatura, la burguesía. Fuera del melodrama base para toda producción literaria –el cual 3

tendría que usarse con cuidado en cuando a referente histórico al obedecer más a una línea estética– se encuentra un estilo de vida propio y el reflejo de un proceso histórico diferente en cada nación. Es por ello que este ensayo se limitará a estudiar los temas más recurrentes tratados en la literatura, tomando como casos particulares Inglaterra, Francia y Rusia, naciones notables en el desarrollo de una literatura nacional en el siglo XIX y cuyo “espíritu” burgués es tan diferente entre sí como su historia.

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2. El siglo XIX 2.1 La ilustración y la revolución francesa Para comprender cómo el burgués adquirió tanta fuerza para el siglo XIX es necesario remontarse a la Revolución Francesa, y a su vez, a los principios ideológicos de ésta con la Ilustración. El movimiento surgido en Europa con el nombre de Ilustración en el siglo XVIII revolucionaría la mentalidad de toda una sociedad. Desarrollado principalmente en Francia e Inglaterra a inicios del siglo XVIII por una clase burguesa con antecedentes como el humanismo, la Ilustración buscaba “retirar las vendas y los velos de los ojos de muchos, dar paso a la luz en la mente y el corazón […] y adentrarse en los dominios de la verdad y el hombre, donde reina la determinación del hombre”.2 El lugar preponderante a la razón como halo iluminador disipador de las tinieblas de la superstición y la libertad como derecho natural del hombre, sentarían las bases ideológicas para el pensamiento moderno, teniendo como momento cumbre la Revolución Francesa en 1789.

El mundo quedaría conmocionado ante lo sucedido en Francia. España, Rusia, Austria y Prusia, eran lugares donde la Ilustración no había tenido un impacto notable, donde las instituciones religiosas continuaban teniendo una gran injerencia sobre la vida del pueblo y donde el Estado monárquico continuaba siendo demasiado fuerte. Allí rápidamente se tomó una actitud hostil hacia los revolucionarios franceses y a las revoluciones que pronto se extenderían por toda Europa. En lugares con una clase burguesa ilustrada descontenta y un pueblo con reclamos y hambre como en Bélgica, Hungría, Suiza e Irlanda, el movimiento revolucionario se contagiaba internamente mientras que en la 2

IM HOF, Ulrich, La Europa de la Ilustración, Barcelona, Crítica, 1993, p.12

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rival histórica Inglaterra, y en las débiles Italia y Polonia la celebraban.3 Las revoluciones internas triunfantes a partir del legado de la Revolución Francesa, así como la ocupación francesa durante el imperio de Napoleón Bonaparte en diversos territorios, trajeron consigo la emergencia y fortalecimiento de una burguesía antes relegada de cargos políticos, que estaban reservados para la nobleza.

Bonaparte, un militar destacado no perteneciente a la nobleza francesa en el poder ejecutivo de Francia como Primer Cónsul y posteriormente como Emperador, crearía una nueva aristocracia no sólo en Francia, sino en todos los territorios conquistados durante su imperio. Los burgueses revolucionarios lograrían un poder antes negado, ostentando puestos políticos y burocráticos sumados a la ya influencia económica con la que contaban. La llamada burguesía cobraría fuerza, se convertiría en la directriz de los cambios estrepitosos por los que pasaría Europa durante todo el siglo XIX.

2.2 Cambios sociales y culturales El nuevo orden de cosas anunciado desde la Revolución Francesa se viviría intensamente y más que nunca durante todo el siglo XIX. La modernidad llegaba con la Revolución Industrial en Inglaterra y contagiaba al resto del mundo, revolucionando no sólo la economía y los medios de producción, también el uso de espacios, la demografía y las dinámicas sociales.4 Las costumbres heredadas del pasado mantenían un choque constante entre las 3

RUDÉ, George. La Europa revolucionaria, 1783-1815, Madrid, Siglo Veintiuno editores, 1994, pp. 231-251. 4 DAVIET, Jean-Pierre, “La sociedad y los grupos sociales” en La época de la burguesía, México, Siglo Veintiuno Editores, 1993.

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nuevas prácticas que se iban haciendo costumbres. El noble mantenía prácticas sociales de la Edad Media a la vez que incorporaba nuevas, contagiados por las otras clases, adquiría dinamismo y se rozaba con el burgués como nunca antes lo había hecho. El artesano al igual que algunos campesinos fue forzado a cambiar de ámbito al internarse en algunos de los talleres industriales para sobrevivir, mientras que los gremios y las corporaciones desaparecían. Todo ello se llevaba a cabo a diferente ritmo y con particularidades específicas propias de cada nación. La sociedad inglesa no era la misma que la francesa, ni ésta era la misma que la española, la alemana o la rusa. La historia misma de estas naciones les imponía diferencias originando procesos únicos. En los albores del siglo XIX, mientras que España se sumía en el atraso, Inglaterra llevaba la delantera en el desarrollo económico, tecnológico e industrial, la revolucionaria Francia se distinguía por el desarrollo de las artes, Alemania no se quedaba atrás en el campo teórico filosófico y la conservadora Rusia imperial desarrollaba su nacionalismo paneslavo reforzado por las victorias contra Bonaparte, a la par que se veía contagiada de un desarrollo industrial. Todos estos aspectos influyeron en la sociedad de cada nación, que a su vez se vieron reflejadas en la literatura del siglo XIX.

3. La literatura del siglo XIX De la misma forma en que no se puede hablar de una sociedad homogénea en las diferentes naciones, es imposible hablar de una literatura uniforme en el siglo XIX. Todos los cambios, las contradicciones y los choques vividos durante este siglo se reflejan en las diferentes corrientes artísticas que se desarrollaron, llevando a cabo en palabras de Michel Foucault una “relación activa, práctica, oscura y profunda entre la obra en el momento en que se hace 7

y el lenguaje mismo”.5 El Romanticismo, el Realismo y posteriormente el Naturalismo convivieron en el tiempo, como tres diferentes visiones de una misma realidad.

3.1El Romanticismo del siglo XVIII y principios del XIX A finales del siglo XVIII aparecería el movimiento cultural, ideológico y artístico que se identifica como Romanticismo. Si el Neoclasicismo, anterior al Romanticismo, tenía como objetivos ideales la armonía, el orden, el equilibrio y la perfección, el Romanticismo se revelaba a ello, imponiendo como valores estéticos la intensidad, el desbordamiento de las pasiones humanas, la exaltación al espíritu del hombre y la fuerza devastadora en sus acciones, sumado a un sentido de subjetividad y magnificencia en todos los componentes de la naturaleza y de la sociedad. A Immanuel Kant se le reconoce las bases para el desarrollo del Romanticismo. En un tiempo donde la razón y la verdad predominaban sobre la emoción y la imaginación, Kant brindó un límite al darle a la experiencia y a la percepción un sentido de conocimiento y abrirle la puerta a la subjetividad. Prontamente incorporado a los movimientos nacionales vividos en toda Europa después del primer imperio napoleónico, como portavoz de un individualismo con deseos de conquistar la libertad plena, adquirió como suyas costumbres y tradiciones de los diferentes pueblos para exaltarlas y crear unidad entre ellos. En palabras del poeta alemán Novalis, ser romántico era “dar a lo cotidiano un sentido elevado, a lo conocido la dignidad de lo desconocido, a lo finito la dignidad de lo infinito”.6 5

FOUCAULT, Michel. De lenguaje y literatura, Barcelona, Ediciones Paidós, 1996, p. 64 Georg Friedrich Philipp Freiherr von Hardenberg (1772-1801) mejor conocido con el seudónimo de Novalis, fue uno de los primeros teóricos del Romanticismo. A través de su poesía y escritos publicados en revistas ilustró los valores estéticos que perseguía el Romanticismo en su etapa más 6

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Muchos autores neoclásicos adoptaron este movimiento cultural como el caso de Rousseau (1712-1778) y Johann Wolfgang von Goethe (17491832), para formar un puente natural entre los artistas que tendrían su formación completa dentro del Romanticismo. En Francia, ya entrado el siglo XIX, Víctor Hugo (1802-1885) y Alejandro Dumas –tanto el padre (18021870) como el hijo (1824-1895)– serían de los principales exponentes de la literatura romántica. En Inglaterra este género fecundó rápidamente entre la aristocracia y la pequeña burguesía, con autores como Walter Scott (17711832), Lord Byron (1788-1824), Jane Austin (1775-1817) y las hermanas Charlotte (1816-1855) y Emily Brontë (1818-1848); mientras que Rusia viviría el máximo esplendor de su literatura y poesía durante este siglo, con autores como Aleksandr Pushkin (1799-1837) y Mijaíl Lérmontov (18141841). Esta literatura reflejaba la forma de vida de una sociedad nacional, algunas veces con críticas sociales, otras no. En todas ellas, es la naturaleza apasionada y sentimental del hombre lo que le otorga fuerza para todas sus acciones. Es en este tipo de literatura que se encuentra descripciones, sobre todo, de la vida cotidiana, del código moral y ético vigente así como del paisaje sobre el que se desenvuelven las historias –campos o ciudades–, a diferencia del Realismo, no es lo suficientemente explícito sobre la interacción entre las diferentes clases sociales salvo contadas excepciones como Víctor Hugo. Toda su trama se encuentra encerrada en un círculo social, del cual no salen los personajes para tener contacto con otra esfera, síntoma de un individualismo donde lo más importante es la persona en su medio, exaltando –y ya bien lo había dicho Novalis– lo cotidiano y lo conocido. temprana. OFTERDINGEN, Enrique de, “Himnos a la Noche. Obras de Novalis” en Historia Universal de la literatura, Madrid, Editora Nacional Madrid - Ediciones Orbis, 1982, p.7.

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3.2 El Realismo del siglo XIX El desencanto de los ideales no cumplidos del Romanticismo –como la unión de cada pueblo conquistando su libertad– y ante una situación cada vez más lastimosa para la mayoría del pueblo, se desarrolla a mitad del siglo XIX el Realismo. A mediados del siglo XIX Europa sufría unas de las mayores transformaciones que habría pasado debido a la industrialización que dejando su primera etapa, comenzaba a echar raíces y a trastornar a la sociedad a un ritmo de crecimiento cada vez más avanzado. El paisaje y la vida urbana invadía cada vez más y a un ritmo acelerado al hombre. El sector obrero era cada vez más numeroso y presente a la par que la miseria se extendía. Esta realidad se reflejaría en la nueva corriente artística, preocupada por reflejar su medio lo más exacto posible. Autores como Honoré Balzac (1799-1850) y Gustave Flaubert (1821-1880) en Francia; Charles Dickens (1812-1870) en Inglaterra; Fiódor Dostoyevski (1821-1881) y León Tolstoi (1828-1910) en Rusia, serían los máximos representantes a través de sus obras. En ellas, se da un retrato más amplio de la sociedad: la vida cotidiana, el código moral y ético imperante –como en el romanticismo– pero esta vez, la trama se encuentra enlazada a una crítica al código de vida y buenas costumbres impuesto por la burguesía, así como a la desigualdad social cada vez más amplia. Se incluyen imágenes de contraste entre la miseria en la que vivían muchos y la opulencia de la que gozaban pocos.

4. La burguesía inglesa Inglaterra vivió durante casi todo el siglo XIX lo que hoy se conoce como Época Victoriana, al estar bajo el régimen de la reina Victoria (1819-1901). Bajo su reinado, Inglaterra se consolidó como potencia mundial en el nuevo 10

orden económico-social que impuso la industrialización. Su poder económico era el mayor en el mundo, y su burguesía una de las más poderosas. Eran parte de la burguesía inglesa –también llamada middle class– ricos fabricantes, empresarios y comerciantes; profesionistas como médicos, abogados, oficiales, obispos; campesinos ricos, y más tarde, ingenieros y científicos. Su poder radicaba en la economía, al ser una de las más ricas, y en menor grado, en la política, al ser miembros de la cámara baja del Parlamento. Era también, una de las más escasas, calculada por el historiador actual Jean-Pierre Daviet en apenas el 2 por ciento de la población inglesa.7 La burguesía inglesa se diferenciaba de la nobleza en sus hábitos y costumbres, en su formación basada en el continuo trabajo, en su educación y hasta en su religión. En su literatura, es poco común encontrarse con una interacción entre la burguesía y las clases inferiores sin enfrentamientos. Llevado a su máxima expresión, propició el surgimiento de una literatura crítica, en la que el enfrentamiento de poderes y abusos del burgués a las clases que se encuentran por debajo de la escala social –como el obrero–, son reflejados en su día a día; ejemplos de ellos son Charles Dickens con Oliver Twist o Elizabeth Gaskell con Mary Barton. Lo anterior puede ser interpretado, de acuerdo a lo sostenido por varios historiadores –como George Rudé y el mismo William Thackeray – a la cultura de la desigualdad de los ingleses, sin perder en cuenta la característica principal de la literatura victoriana, siendo la relación entre el “yo” y la sociedad el tema principal. La familia era el centro de interacción principal entre la clase burguesa. Sería en su interior que el rol de que cada uno de sus integrantes para el exterior se impone. La edad apropiada para casarse y formar una familia 7

DAVIET, Jean-Pierre, “La sociedad”, Op. cit.

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oscilaba para la mujer entre 15 y 23 años, con un margen mayor para los hombres. El matrimonio obedecía si bien a cierto agrado entre ambas personas, esto no era una necesidad. Por el contrario, sí era de vital importancia medir los beneficios que este traería, pues eran beneficios compartidos, no sólo para los contrayentes, ya que involucraba a toda la familia. La familia tenía gran injerencia en la elección de pareja sentimental de un individuo de la clase burguesa. No se puede generalizar y apuntar a simples mandatos la elección de ésta, pues se daba en formas de reglas y recomendaciones desde la infancia. Es por ello que entre la burguesía por encima de cualquier otra clase social se racionalizaba más los prospectos matrimoniales, al estar en juego la seguridad económica, la honorabilidad y el respeto público. Son las mujeres escritoras en su mayoría, las que toman como tema principal el matrimonio. Jane Austin y Emily Brontë son las exponentes máximas. Ambas escritoras, se enfrentaron a la problemática de entablar un compromiso provechoso al pertenecer a la pequeña burguesía, al mismo tiempo que escribían sus obras. Para las mujeres, su vida giraba alrededor del matrimonio desde la infancia. En este aspecto, serían las mujeres hijas de obreros las que poseían mayor libertad que las hijas de burgueses.8 Como consta en Orgullo y prejuicio (1813) de Jane Austin –más que en ninguna otra novela–, era prioridad asegurarse una seguridad económica, seguida de conseguir un rango superior, si era posible, pues si a las hijas se les permitía heredar, la propiedad pasaría a las familias de sus maridos o a parientes más lejanos que ellas mismas podían nombrar a su voluntad en caso 8

PERROT, Michelle, Historia de la vida privada. De la Revolución Francesa a la Primera Guerra Mundial, Madrid, Taurus, 2001.

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de permanecer solteras. Por estos motivos, en el caso de una alta, mediana o baja burguesía la seguridad económica venía siendo –por encima del agrado de la persona– la prioridad. Así lo expresa Charlotte Lucas, en Orgullo y prejuicio al ser interrogada sobre su matrimonio: “era la única situación verdaderamente honorable para una joven bien educada y de escasa fortuna, y aunque la felicidad no pudiera asegurarse con ello, suponía siempre una garantía contra la miseria”.9 Si bien la prioridad de escala o permanencia social no era exclusivamente de mujeres, sí era más común en ellas conseguirlo por medio del matrimonio, convirtiendo a éste en un arma “secreta” –aunque conocido y reconocido por todos–. Rara vez las mujeres de las más altas clases sociales entablaban relaciones sentimentales con alguien inferior, y todavía menor era el caso en que estas relaciones llegaban a matrimonio, ya que estas acciones no formaban parte de la educación que se impartía.10 Es a través de ellas que una familia de la baja burguesía adquiere poder político y económico a través del reconocimiento social que el matrimonio de una hija otorga, y en el caso de la alta burguesía –es decir, la burguesía más acaudalada– el buen matrimonio de una hija es la entrada a la sociedad aristocrática. Las cosas son diferentes para los hombres, pues cambia la prioridad. Una mujer que le proporcione beneficios en cuestión de honor es lo deseable. Para un miembro de la alta burguesía era posible casarse con una mujer de rango inferior, es decir, de la mediana y baja burguesía, nunca de una clase social inferior, ya que provocaría la desaprobación de la familia y la casi segura pérdida de derechos hereditarios, así como la reprobación social.11 La 9

AUSTEN, Jane, Orgullo y prejuicio, p. 56. [Versión electrónica en www.librodot.com]

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BRONTE, Emily, Cumbres borrascosas, THACKERAY, William Makepeace, Vanity Fair, 1847.

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prioridad para los hombres rebasa los motivos económicos –aunque no por esto desaparecen– para buscar en sus prospectos un honor familiar que cimente la imagen de superioridad en su familia. Los hijos mayores – herederos siempre– se encontraban en una situación más rígida que los menores, quienes gozaban de mayor libertad para escoger pareja sentimental.12 La mujer debía de contar con un comportamiento ante la sociedad intachable –imitando hasta cierto punto a la nobleza– y contar con conocimientos propios de una dama, como el saber “llevar una casa”. La buena imagen ante la sociedad no sólo de la mujer, sino de toda su familia era necesaria, y muchas veces el comportamiento de ésta era motivo para romper un compromiso matrimonial.13 El infierno social de los ingleses, según William Thackeray es el temor a no ser una persona “respetable o importante”, llevándolo al límite en su libro La feria de las vanidades (1848), donde si bien pronto se descubre a través de su protagonista Becky Sharp que no siempre se puede ser respetable o importante completamente en la realidad basta cuando menos serlo en la apariencia. Los bailes constituyen además de un espacio de diversión y ocio, el lugar para construir relaciones sociales con otros burgueses, con miembros de la aristocracia, o incluso, la oportunidad perfecta para atrapar marido. Existen dos tipos de bailes; los públicos y los privados. Los bailes públicos se llevaban a cabo en celebración de fechas religiosas como la celebración del Día de San Jorge el 23 de abril o celebraciones civiles como el 29 de septiembre, que en Inglaterra representa el primer día oficial del cuarto trimestre, en el que comienzan o terminan los arrendamientos de propiedades.14 Son abiertos al ser 12

PERROT, Michelle, Historia de la vida privada. De la Revolución Francesa a la Primera Guerra Mundial, Madrid, Taurus, 2001 13 AUSTEN, Jane, Op. cit. 14 AUSTEN, Jane, Op. cit.

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bailes de comunidades, y participar todos los miembros de éstas. Estos tipos de bailes eran más populares entre la mediana y pequeña burguesía. Por otro lado, los bailes privados los ofrece un anfitrión, con motivos como la celebración de un evento especial personal –un cumpleaños, compromiso–, se requiere invitación para asistir y son frecuentados por una mediana y alta burguesía, así como por miembros de la aristocracia.15 En los bailes –ya sean públicos o privados– se llevan a cabo actividades de ocio y entretenimiento cultivadas por esta clase. Se convierte en la ocasión para lucir tanto el patrimonio cultural en forma de conversaciones con homólogos y superiores como para lucir la fortuna material reflejado en la elegancia de la vestimenta y establecer relaciones sociales. El entretenimiento principal lo darían las mujeres, tocando el piano, recitando poesía o incluso haciendo gala de su ingenio y cultura a través de conversaciones. Todo ello, siguiendo un código de etiqueta rígido, donde nunca se puede abusar en demostraciones de opulencia o extravagancia al vestir, de tocar por mucho tiempo el piano, hablar demasiado o dirigirse a los superiores como iguales en los ánimos de la fiesta o podría ser blanco de críticas e incluso ridiculizado. Este código de etiqueta está muy ligado al comportamiento discreto patrimonio nacional de todos los ingleses.

5. La burguesía francesa Conformada fundamentalmente por latifundistas, rentistas y funcionarios, la burguesía francesa sería ejemplo de vida y modelo a seguir en muchas partes del mundo –incluido México durante el Porfiriato– debido a la influencia cultural de Francia. Se trata de una clase menos adinerada que la inglesa, sin 15

PERROT, Michelle, Op. cit.

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embargo más numerosa, y con un poder político mayor también. George Rudé describe al burgués francés como aquél personaje que dispone de dinero, pero sobre todo que lo utiliza de una manera burguesa, que pretende escapar de las contingencias materiales y que no aspira más que a una cosa: retirarse de la vida profesional para poder vivir burguesamente.16 Intentado imitar la vida aristócrata en otros tiempos, es precisamente la aspiración a una vida de ocio la principal característica de la burguesía francesa. Al respecto, Thorstein Veblen en Teoría de la clase ociosa realiza un estudio sobre la imagen del noble y burgués en general. En ella, Veblen hace evidente la motivación detrás de la selección de aspectos tan cotidianos en la vida de los burgueses como la vestimenta. Asegura, lo primordial para dicha clase es demostrar que ellos no llevan a cabo trabajos físicos para su sustento, privilegio que muy pocos se podían dar. La literatura francesa en el siglo XIX, y especialmente, aquella que tiene por tema principal la clase burguesa es basta. Esta es, a diferencia de la literatura inglesa, más abierta hacia las relaciones entre las diferentes clases sociales, sin necesidad de una subordinación explícita. Esto no significa que no hubiera diferencias sensibles entre una clase y otra en Francia, sin embargo, esas diferencias no les privaron de desarrollar un mayor dinamismo e interacción entre sí. Uno de los campos con interacción social más representados en la literatura francesa –y en todas las manifestaciones artísticas en general– del siglo XIX es aquél que tiene que ver con la sexualidad, y es que durante este siglo se lleva a cabo una evolución en su lenguaje y práctica, que influido por el medio, provoca cambios sociales, sumándose así, otro factor mutante durante este periodo. 16

RUDÉ, George. Op. cit., p. 153.

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Con los avances en la medicina que se dieron desde inicios de siglo, la expectativa de vida cambió, aumentando unos cuantos años. Esto repercutió en la salud de las personas no como un hecho aislado, sino en las dinámicas sociales. En la burguesía, el intervalo que separa la pubertad del matrimonio es cada vez mayor, esto sumado al rol virginal de la mujer, crea una demanda de sexo pre conyugal que se convierte en el aumento de nacimientos ilegítimos y de concepciones prenupciales. El aumento de nacimientos ilegítimos sólo prueba la acentuación de las estrategias familiares en cuanto a matrimonio se refiere. En la segunda mitad del siglo XIX, a partir de los últimos años de la década de los cincuenta, se lleva a cabo un desarrollo en los métodos anticonceptivos más baratos y por lo tanto accesibles. A finales de 1888 la antisepsia permite la práctica numerosa de ovariotomías con menores riesgos.17 Lo anterior repercute en las relaciones sociales, pues al mismo tiempo que se llevaba a cabo una liberación en la mujer burguesa, la prostitución entre los sectores más bajos se desarrolla de forma masiva, teniendo como principales clientes a hombres burgueses. Retratistas del mundo de la prostitución y su relación con la clase burguesa fueron muchos en Francia, más que en ningún otro lugar. Édouard Manet en 1865 causaría un escándalo con su pintura Olympia, imitando a la Venus de Urbino de Tiziano, sólo que esta vez, en lugar de una figura femenina mitológica evocando una divinidad virginal, se trataba de una prostituta desnuda. Este episodio sería uno más de la producción de arte y la prostitución. Algunos de los escritores que tocaron el tema de la prostitución fueron Émile Zola con Nana y Alexander Dumas hijo con La dama de las camelias. Ambas tratan la relación de una prostituta que a pesar de pertenecer 17

PERROT, Michelle, Op. cit.

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a una clase social baja, se codea con burgueses, llegando a adquirir una posición económica propia de pequeña burguesía. París, era reconocido y retratado como el centro de estas relaciones. Es aquí donde la mayoría de los episodios en la vida de la burguesía son descritos en la literatura, a pesar de que la burguesía en Francia no se concentraba en las ciudades, por el contrario, vivía de forma dispersa alrededor del país.18 Como característica, la mayor parte de la burguesía francesa tenía una forma económicamente conservadora de pensar; rehúye de los negocios industriales y se refugia en los beneficios que la inversión en el campo y bienes raíces le dan, por lo que una burguesía citadina, especialmente parisina, era la minoría de esa clase. Personificada en los dirigentes de bancos, o de importantes compañías, corredores y agentes de bolsa; así como médicos, abogados y altos funcionarios, y políticos, todos ellos se encontraban en la cúspide de la burguesía francesa.19

6. La burguesía rusa La burguesía rusa tuvo un desarrollo diferente a la inglesa o francesa. La permanencia del sistema zarista tradicional imponía un orden social donde la aristocracia ostentaba el poder sin concesiones, provocando que su burguesía se limitara a actividades como funcionarios, comerciantes, empresarios – aunque pocos–, profesionales liberales e intelectuales sin la característica principal que esta clase tenía en Europa occidental; ser un denominador común y motos de movimientos de reforma social y política. Tuvo su influencia más notable de la burguesía francesa, de quienes tomaban desde la

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DAVIET, Jean-Pierre, Op. cit., p. 154. Ibíd., p. 153

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moda y los cánones estéticos del arte, hasta la lengua, convirtiendo el francés en una segunda lengua entre la clase educada.20

Si bien es vasta la literatura del siglo XIX rusa y algunos de sus producciones, al igual que sus escritores, son considerados como básicos de la literatura universal, varios de sus mayores representantes fueron reconocidos hasta después de la Revolución Rusa, especialmente aquellos que reflejan la desigualdad social de forma perturbadora y la decadencia de la aristocracia rusa. Uno de los ejemplos más representativos es Fiódor Dostoyevski, escritor burgués cuyo vicio a las apuestas lo llevó a la ruina, viviendo en la pobreza, vendiendo sus escritos a pequeños diarios sin reconocimiento alguno, siendo hoy uno de los escritores referentes de la Rusia zarista.21 En la obra Los hermanos Karamázov (1880), Dostoyevski describe la vida de una familia burguesa que vive en una provincia de Rusia, rescatando elementos constituyentes de la sociedad rusa; la religión católica y su injerencia en la vida diaria de los rusos queda plasmada a través de la vocación del hijo menor, Alekséi Karamázov, personaje al cual Dostoyevski dota de todos los ideales y valores cristianos, siendo la voz de la cordura en su desastrosa familia, y quien posteriormente decide internarse en un monasterio. La forma de relación patriarcal queda expuesta en la propia dinámica de la familia, mientras que la educación universitaria es una realidad cotidiana a la cual podían aspirar cualquier burgués.22 La familia Karamázov obtenía sus ingresos económicos por medio de rentas de sus tierras, sustento de la aristocracia y de la burguesía, sin embargo, este punto no es algo que el autor desarrolle, sin embargo, el poder económico tanto de la aristocracia como de 20

TOLSTOI, LEÓN. Ana Karenina, Editorial Bruguera S.A., España, 1972. DOSTOYEVSKI, Fiódor, El jugador, Editorial Bruguera S.A., España, 1972. 22 DOSTOYEVSKI, Fiódor, Los hermanos Karamázov, Editorial Bruguera S.A., España, 1972. 21

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la burguesía terrateniente formó parte fundamental para la caída del régimen zarista y el posterior desarrollo de la historia rusa. En 1860 se habían implantado medidas reformistas que habían abolido la servidumbre. Ya que este hecho se había producido bajo influencia aristócrata, se sustituyó la servidumbre por un sistema complicado de obligaciones, el cual favoreció a la aristocracia a costa de los campesinos. Durante la segunda mitad del siglo XIX la aristocracia terrateniente vivía en crisis permanente. Se habían adjudicado la mayoría de las tierras cultivables, sin embargo, se vivía tal demanda de ellas –debido entre otras cosas a la falta crónica de tierras cultivables y a la intensa hambre que se vivió durante 1891 y 1892– que preferían arrendarlas a los campesinos, cuando no venderlas parcial o totalmente. Cuando decidían explotar la tierra, contaron –como reacción a la crisis de los latifundistas– con un Banco Agrario, que pese a sus bajos intereses para grandes propietarios, sólo provocó el endeudamiento crónico de éstos.23 Esta situación, que afectaba a todos los latifundistas, aristócratas y burgueses es bien reflejada en la novela de León Tolstoi, Anna Karenina (1879), en donde todos los protagonistas hombres llevan a cabo reflexiones teóricas y filosóficas sobre el “problema del campo” como lo identifica Tolstoi. Ello es tratado no únicamente por la propia burguesía terrateniente – en voz del personaje Konstantín Dmítrievich Lyovin– como un problema que le afecta directamente; la reflexión se extiende hacia los funcionarios y profesionales libres, entre los que destaca el personaje Alekséi Aleksándrovich Karenin, quien siendo funcionario en una dependencia del gobierno y no terrateniente, elabora un tratado que intenta –al menos en la teoría– solucionar 23

MOMMSEN, Wolfgang J, La época del imperialismo. Europa 1885-1918, Veintiuno Editores, 1975.

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el problema del campo, extendiéndose al campesinado. Las descripciones de las posturas de ambos personajes se hacen con tanto detalle, que sólo pudieron haber sido posibles a través de una larga cavilación del autor mismo de la obra, lo cual muestra el alcance de esta problemática en toda la sociedad rusa.24

7. Conclusión Las estructuras sociales en la Europa del siglo XIX tendrían su permanencia hasta la Primera Guerra Mundial,25 aunque éstas fueran muy importantes para el posterior curso de los acontecimientos. Si bien, las barreras tradicionales entre las diferentes estructuras sociales se rompieron, los aspectos descritos aquí siguen formando parte de la sociedad dirigente, formando procesos de larga duración que perduran hasta nuestros días.

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TOLSTOI, Leon, Op. cit. DAVIET, Jean-Pierre, Op. cit.

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Bibliografía

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