La arquitectura en tiempos del CAD

Volviendo al fututo.

Si en los casi cinco años como estudiante universitaria, no he aprendido la más mínima cosa, al menos sí que he dado por hecho algo una: soy indecisa. En un principio podría adjudicarle aquel detalle de mi persona, al verde limón de mi conocimiento acerca de la arquitectura. A estas altura ya no hay a quien arrojarle la bolita... además tengo pésima puntería.
La pregunta de ley durante los primeros e interminables días de clases, era ¿Para ti que es Arquitectura? -naturalmente después del ¿cómo te llamas y de dónde nos visitas?-. Solo quedaba esperar que se abriera un agujero de gusano antes de que llegara mi turno de responder, cosa que nunca sucedió. En cada ocasión me tragaba las ganas de responder: -Pues pensé que usted me lo iba a decir-. Honestamente, llegue por casualidad a la carrera, lo confieso a sabiendas de la Política tipo Las Vegas, de nuestra clase.
No faltaban las personas con cierta noción ya formada acerca del tema, capaces de citarte un par de nombres y obras, y sabe dios qué más. Mientras tanto, yo aprendía como se escribía Vitrubio.
... Así fue como empezó todo el asunto.
Muchas definiciones, muchas citas de múltiples autores. Exámenes con preguntas concisas, en espera de respuestas iguales. Volteando la mira hacia a aquellos días, me siento un poco apenada de mi proceder. Repetí lo que se me dijo, lo que se esperaba de mí, me temo, y eso fue lo peor, la idea de la espera premeditada de una casi única respuesta, como si no hubiera margen para otras.
Entiendo el acercamiento a lo que ya se ha escrito, dicho o hecho, es vital y es inevitable, pero igualmente ineludible es caer en la costumbre de creer a ciegas en ciertas premisas o peor aún, nada más aprenderlas y repetirlas sin siquiera rumiarlo un poco.
Con el tiempo o te tragas cada cosa que te sirvan, o vas y preparas tu comida. Naturalmente, alguien ya te dio todos los recursos que necesitarás, pero el producto depende siempre del proceso.

Dejándonos de problemas culinarios, quiero llegar a esto: el asunto, pese a sus terribles inicios, sigue ahí, y seguirá ahí siempre. No me lamento de su omnipresencia, es lo que da pie a las infinitas posibilidades de que en todo su devenimiento alguna vez lo resuelva. El infinito y la indecisión se llevan muy bien, según lo veo.
Locus
En primera instancia diría que sigo sin saber si tengo ya una definición, o en todo caso si tengo el valor para darla una vez le tenga.; pero al momento mismo de que me decanto por alguna de las que vuelan en los aires, sea de estos días o de siglos atrás, es sabido que la tengo. No por autoría, pero si por convicción.
Entonces llego a la conclusión de que mi convicción es ser, como ya lo dije, indecisa. No siento la necesidad de creerle algo a alguien sin cuestionarle, no pretendo decir que entiendo todo a la primera o muy rápidamente. Y aún con toda esta suma de trabas, creo que ya tengo varias ideas a las cuales no quiero dejar ir:
No creo en el debate sobre si la arquitectura es arte o ciencia, si no fuera ambas no sería lo que es. Además va mucho más allá de ser un algo dual. Está formada por tantas partes, como los humanos que la hacen.
Función vs Forma, fue una batalla que pudo haber vendido mucho, pero hay costos que no se pueden cubrir, sin la una o sin la otra.
No, las cajitas que venden como viviendas de interés social no son arquitectura. Ni siquiera caben explicaciones al respecto.
Muy posiblemente le retire la palabra al que califiqué de Románticismo la perspectiva de que la arquitectura debe ser capaz de movernos algo, ahí adentro, independientemente de cómo se le quiera nombrar. Si quieren algo romántico, vayan y lean a John Keats.
Si, me decepcioné cuando me dijeron que nunca había hecho arquitectura, pero entonces me dí cuenta, de que me gusta hablar al respecto.

En fin,
Imposibilidades.
La única certeza sea quizás que nos movemos entre incertidumbres. No me incomoda ello,

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