La arqueología en el trazado ferroviario del sur de la Comunidad de Madrid. Una aventura fascinante

July 23, 2017 | Autor: J. Morin de Pablos | Categoría: Cultural Studies, Archaeology, Geology, Paleontology, Geoarchaeology, Early Modern History, Cultural Heritage, Landscape Archaeology, Palaeolithic Archaeology, Micropaleontology, Iron Age Iberian Peninsula (Archaeology), Vertebrate Paleontology, Paleolithic Europe, Upper Paleolithic, Archeologia, Material Culture, Arqueología, Iron Age, Arqueología De La Arquitectura, Protohistoric Iberian Peninsula, Patrimonio Cultural, Edad Del Hierro, Arqueología del Paisaje, Archéologie, Geoarqueología, Madrid, Geologia, Ilustración, Historia Moderna, Historia de Madrid, Arqueología Medieval y Moderna, Canals, Archeology, Ilustration, Metodology of Archaeology, Real Canal Del Manzanares, Cerro De La Gavia, Canales, Canal del Manzanares, Jorge Morín de Pablos, Early Modern History, Cultural Heritage, Landscape Archaeology, Palaeolithic Archaeology, Micropaleontology, Iron Age Iberian Peninsula (Archaeology), Vertebrate Paleontology, Paleolithic Europe, Upper Paleolithic, Archeologia, Material Culture, Arqueología, Iron Age, Arqueología De La Arquitectura, Protohistoric Iberian Peninsula, Patrimonio Cultural, Edad Del Hierro, Arqueología del Paisaje, Archéologie, Geoarqueología, Madrid, Geologia, Ilustración, Historia Moderna, Historia de Madrid, Arqueología Medieval y Moderna, Canals, Archeology, Ilustration, Metodology of Archaeology, Real Canal Del Manzanares, Cerro De La Gavia, Canales, Canal del Manzanares, Jorge Morín de Pablos
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Descripción

La arqueología en el trazado ferroviario del sur de la Comunidad de Madrid.

Una aventura fascinante

Una aventura fascinante

La arqueología en el trazado ferroviario del sur de la Comunidad de Madrid.

Año 2015

La arqueología en el trazado ferroviario del sur de la Comunidad de Madrid: Una aventura fascinante

La edición del presente libro, recoge los principales trabajos arqueológicos desarrollados durante la ejecución del “Proyecto de Implantación de una doble vía entre la estación de Atocha y Torrejón de Velasco para la Línea de Alta Velocidad Madrid-Castilla-La Mancha-Comunitat Valenciana-Región de Murcia”. Tramos: Atocha-Pedro Bosch Pedro Bosch-Getafe Getafe-Pinto Pinto-Torrejón de Velasco Torrejón de Velasco. Ramales de Conexión LAV Madrid-Sevilla PROMOTOR:



ADIF AV: Administrador de Infraestructuras Ferroviarias Alta Velocidad.

Dirección Facultativa: Manuel M. Puga Fernández, Violeta González Aleñar, Sergio González Nakagomi, Ángel Contreras Marín, Cristina Fort Cabezón, Elisa Bueno, Elena Artalejo. Dirección Ambiental de Obra: Emilia de Aragón Balboa - Sandoval, Aida Diez Cadavid, Esther Izquierdo, Ana Palomo González, Pepa Ferrer Barreiro. José Miguel Siller. Rosa Mª Matas. Pedro Pérez del Campo. Angel Antonio Lopez López EQUIPO TECNICO



Emilia de Aragón Balboa – Sandoval. Arqueólogo asesor de Patrimonio Cultural. Dirección y coordinación técnica. Jorge Morín de Pablos. Victoria Martínez Calvo. Miguel Ángel Velero Tévar. Arqueólogos directores de las actuaciones arqueológicas de Audema, Gipsia y Astarté respectivamente.

COORDINACIÓN CIENTÍFICA:



Pilar Mena Muñoz y Leonor Berzosa Blanco. Técnicos del Área de Protección de la Dirección General de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid.

COLABORADORES INSTITUCIONALES:



EDITA:



Dirección General de Patrimonio Histórico. Consejería de Empleo, Turismo y Cultura. Fernando Gonzalo Carrión Morales. Director General del Patrimonio Histórico. Luis Lafuente Batanero. Subdirector General de Protección y Conservación del Patrimonio Histórico Miguel Ángel García Valero. Jefe de Área de Protección de Patrimonio Arqueológico, Paleontológico y Etnográfico. ADIF AV. (Administrador de Infraestructuras Ferroviarias-Alta Velocidad).

EDICIÓN:



Dirección y Coordinación Técnica: Emilia de Aragón. Rosa Mª Matas. Diseño Gráfico: Gráficas Mare Nostrum.

PORTADA:

Ilustración: Emilia de Aragón. PRODUCCIÓN:



Impresión y Encuadernación: Gráficas Mare Nostrum.

ISBN: 978-84-934572-9-7 DL.: M-9317-2015

Prólogo

Este libro representa la suma de esfuerzos de muchas personas de distintas especialidades y el criterio unificado de un gran equipo de profesionales quienes, aunando voluntades, han sabido llevar a cabo simultáneamente la difícil tarea de proteger el Patrimonio Español y realizar una gran obra de elevado interés social: el Tren de Alta Velocidad en el complejo recorrido de su salida de Madrid. Podemos comprender que las tareas que se describen en estas páginas tienen una doble vertiente, por un lado favorecer de manera inmediata las rápidas comunicaciones que demanda la época en la que vivimos y por otro la de investigar, proteger y recuperar el rico Patrimonio Cultural que nos han legado nuestros antepasados. Ambas labores favorecen y enriquecen a la sociedad a la que pertenecemos. ADIF ha conseguido que la protección del Patrimonio de la Comunidad de Madrid sea una prioridad en el desarrollo de sus obras y gracias a todos los que han participado y a los especialistas de la Dirección General de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid, se ha podido desarrollar la investigación científica de los enclaves arqueológicos y patrimoniales que se encontraban en el entorno de las obras, sin disminuir el ritmo de construcción de la plataforma ferroviaria. Además se logra, gracias a su divulgación a través de estas páginas, que estos trabajos lleguen a un mayor número de personas y puedan quedar como muestra del buen hacer y de la profesionalidad de todos los implicados. Esta labor de perfecto engranaje es el resultado de años de experiencia recogida en los protocolos de actuación que ADIF ha elaborado a través de su Dirección de Medio Ambiente, y que son capaces de compatibilizar una obra con la exhaustiva investigación científica de cualquier enclave histórico, respetando el entorno y el paisaje cultural en el que se desarrollan los trabajos ferroviarios. Quisiera, no con tan altas miras como dice Miguel de Cervantes en su prólogo más famoso: “…lector, sin juramento me podrás creer que quisiera que este libro, como hijo del entendimiento, fuera el más hermoso, el más gallardo y más discreto que pudiera imaginarse…”, sino que este trabajo sirviera de ejemplo de buen hacer para futuras actuaciones combinadas entre construcción de infraestructuras ferroviarias y protección y recuperación de nuestro Patrimonio Cultural. Enhorabuena a todos y gracias por el trabajo y la profesionalidad demostrada.

GONZALO JORGE FERRE MOLTÓ Presidente de ADIF AV

Una aventura fascinante

PRÓLOGO

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Prólogo

ADIF: LA INVESTIGACIÓN DEL PATRIMONIO ARQUEOLÓGICO EN LAS OBRAS DEL AVE MADRID-CASTILLA LA MANCHA-COMUNIDAD VALENCIANA-REGIÓN DE MURCIA La Comunidad de Madrid lleva décadas desarrollando una intensa labor de protección, investigación y difusión de su patrimonio histórico, en general, y de su singular, extenso y variado patrimonio arqueológico y paleontológico, en particular. Dentro de los objetivos prioritarios de su política cultural en materia de yacimientos, se marcaron varias líneas de actuación: I) la realización de los inventarios arqueológicos y paleontológicos II) la inclusión de este patrimonio en los documentos de planeamiento de los términos municipales de nuestra región III) y el seguimiento de todas y cada una de las obras que implicaran movimientos de tierra que pudieran afectar a los referidos bienes El fin último de esta estrategia era el de garantizar el adecuado tratamiento de esta riqueza patrimonial, en todas y cada una de las fases que debe llevar una investigación de estas características: la intervención-investigación, la publicación-difusión y la restauración-musealización de los objetos recuperados. Un aspecto especialmente destacable, y del que la Comunidad de Madrid ha sido pionera, es el de implicar a los distintos agentes sociales en la custodia y conservación de este acervo cultural público. Las grandes empresas españolas, tanto públicas como privadas, han sido participes de esta iniciativa, entendiendo que la protección de nuestra historia, a través de las huellas que ha ido dejando a lo largo de los siglos, es una labor compartida por todos. Los ejemplos de esta colaboración son muchos, aunque merece que signifiquemos algunos. En el año 2008, el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (ADIF) inició una serie de proyectos de obra lineal de gran envergadura para la construcción de varios trazados ferroviarios. Tramos que habrían de unir Madrid con poblaciones de Castilla-La Mancha, Levante y Murcia. En total, las infraestructuras afectaban a un trazado de 28 kilómetros lineales, a cuyo paso se encontraba un área con abundantes bienes históricos y etnográficos, conocidos y debidamente protegidos en los documentos de planeamiento de diferentes ayuntamientos, o mediante la declaración de Bienes de Interés Cultural (B.I.C.) con categoría de Zona Arqueológica o Paleontológica. La estrecha colaboración entre la Comunidad de Madrid y ADIF se materializó en el seguimiento, investigación-excavación y recuperación de un buen número de yacimientos, con una amplia cronología y variada tipología, que iba desde el Terciario y la Prehistoria hasta época Moderna (siglo XVIII). Muchos han sido excavados y recuperadas algunas de sus estructuras, como los de la Gavia II y El Canal del Manzanares, en el término municipal de Madrid; en las Terrazas del Manzanares; la Paleolaguna y los depósitos paleolíticos en posición derivada, o el yacimiento inédito de El Juncal. También cabe destacar la zona arqueológico-paleontológica de Pinto, denominada El Esparragal-Valdecanto-El Ayudén. Se trata de una amplia superficie, donde se localizó un poblado de la Edad del Bronce, así como el caserío medieval del Esparragal, y los depósitos paleontológicos de El Ayudén. En el municipio de Torrejón de Velasco se encontraron restos en los yacimientos de La Bruja (paleontológico), Camino de las Salinas (calcolítico-bronce) y la Herradura (Visigodo). Fruto de esta cooperación, surge el presente libro, que esperamos que sirva para consolidar esta nueva andadura entre ambas instituciones, de forma que saquemos a la luz nuestro pasado más remoto, contribuyendo así a conocer mejor de dónde venimos.

ANA ISABEL MARIÑO ORTEGA Consejera de Empleo, Turismo y Cultura Comunidad de Madrid Una aventura fascinante

PRÓLOGO

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Índice

SECTOR 1 LOS ENCLAVES ARQUEOLÓGICOS Y PALEONTOLÓGICOS EN LA TRAZA DEL AVE. TRAMO: ATOCHA-GETAFE. CAPITULO 1 – Los enclaves paleontológicos en la traza del AVE EN EL ENTORNO SUR DE MADRID. Tramo: Atocha – Getafe. Hallazgos Paleontológicos. Micropaleontología en los proyectos de construcción de Atocha (Madrid)...................................... 15 CAPITULO 2 – Excavaciones en los talleres de la Estación de Atocha o “del Mediodía”......................................... 37 CAPITULO 3 – Estudio geoarqueológico de los depósitos del antiguo arroyo Castellana-Carcavón (Madrid)...... 51 CAPITULO 4 – El Real Canal del Manzanares. Zona arqueológica.............................................................................. 57 CAPITULO 5 – Yacimiento arqueológico “La Gavia III” Investigaciones arqueológicas en La Gavia, Villa de Vallecas, Madrid........................................... 141 ANEXOS – Fichas de otros elementos del Patrimonio Cultural de interés, documentados............................. 183 – Yacimiento arqueológico Santa Catalina.............................................................................................. 183

– Yacimiento arqueológico Valdecarros II............................................................................................... 187



– Elemento etnográfico Altamira II.......................................................................................................... 192



– Elemento etnográfico Altamira IV......................................................................................................... 195



– Elemento etnográfico Altamira V.......................................................................................................... 199



– Elemento cultural Bolardo de Atocha................................................................................................... 203



– Arqueología industrial Galerías subterráneas y caseta........................................................................ 205



– Arqueología industrial Galerías y plataforma de Garganta de los Montes............................................211



– Arqueología industrial Galerías de Garganta de los Montes I, II y III................................................... 214

Una aventura fascinante

ÍNDICE

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Índice SECTOR 2 YACIMIENTOS EN EL 200+. LOS ENCLAVES ARQUEOLÓGICOS EN LA TRAZA DEL AVE. TRAMO GETAFE-PINTO. CAPITULO I – Las terrazas del Manzanares, área de singular riqueza arqueológica............................................. 223 CAPITULO II – El yacimiento inédito de El Juncal (Getafe). Primera aproximación................................................ 243 CAPITULO III – La zona arqueológico-paleontológica de El Esparragal-Valdecanto-El Ayudén............................. 281 ANEXOS

– Fichas de otros elementos del Patrimonio Cultural de interés, documentados

– “Casa de labor y pozo de la Vereda de San Marcos”...........................................................................311



– “Yacimiento Polígono industrial La Carpetanía”........................................................................................ 315

SECTOR 3 INVESTIGANDO LOS LUGARES ARQUEOLÓGICOS, PALEONTOLÓGICOS Y ETNOLÓGICOS EXCAVADOS EN LA TRAZA DEL AVE. TRAMO PINTO-TORREJÓN DE VELASCO-RAMALES DE CONEXIÓN CON LA L.A.V. MADRID-LEVANTE Y MADRID-SEVILLA

CAPITULO I – Restauración del Puente Palomero..................................................................................................... 323 CAPITULO II – Camino de Las Salinas.......................................................................................................................... 337

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ANEXOS – Fichas de otros elementos del Patrimonio Cultural de interés, documentados



– “Yacimiento paleontológico La Bruja”.................................................................................................. 359



– “Yacimiento arqueológico La Herradura”............................................................................................ 371

Una aventura fascinante ÍNDICE

Introducción

Con la construcción del tren de alta velocidad en su salida de Madrid hacia el sur, comenzamos una aventura apasionante al descubrir, gracias a la retirada del estrato superficial de terreno, el suelo que pisaron y donde desarrollaron su vida nuestros antepasados. Las laderas del río Manzanares y sus afluentes, con los asentamientos prehistóricos, los poblados de la edad del bronce, la cultura íbera en las proximidades de la actual capital, los vestigios romanos…. y toda la historia posterior, hasta el siglo XVIII con el Real Canal del Manzanares y el siglo XIX, con el desarrollo del ferrocarril, conforman el horizonte cultural cuyas huellas hemos seguido, documentando nuevos hallazgos que continúan configurando nuestra historia y marcando nuestro futuro. Si hacemos un poco de historia, conocemos que, el corredor en el que se ha construido el T.A.V., ha estado densamente poblado desde la antigüedad. Hemos encontrado vestigios de ellos a lo largo del recorrido de la nueva línea ferroviaria, desde asentamientos prehistóricos, pasando por los poblados íberos, vestigios romanos y medievales, construcciones del siglo XVIII, con sus utópicos proyectos hidráulicos, hasta concluir, bajo el reinado de Isabel II (1833-1868), con el primer ferrocarril que se diseñó pensando unir Madrid con Levante y que en un primer momento unió Madrid con Aranjuez.  (La segunda línea a nivel nacional después de la de Barcelona-Mataró que fue la primera en comenzar a funcionar en España). En Aranjuez el ferrocarril comenzó a prestar servicio el 9 de febrero de 1851 inaugurado por Isabell II, en cuyo primer viaje no existió estación alguna. En el día de la inauguración, a las 12:20 h. la máquina de vapor comenzaba su marcha. Cincuenta y cuatro minutos tardaron las locomotoras en recorrer los casi 50 kilómetros que separan Madrid de Aranjuez. Todo un logro para una época en la que el ferrocarril era el medio más eficaz que se conocía, convirtiéndose en un símbolo de modernidad y en un importante hito para la sociedad industrial española. Como datos curiosos sabemos que en los primeros años, se hacían tres viajes diarios. Si tenemos en cuenta que antes del ferrocarril, la diligencia empleaba seis horas de viaje para ir de Madrid a Aranjuez y tan sólo se admitían un máximo de 20 viajeros, que debían pagar 25 reales en berlina y 12 reales en imperial para hacer el recorrido, y, los tres trenes diarios entre Madrid y Aranjuez, empleaban alrededor de una hora con capacidad de hasta 690 pasajeros y los precios iban desde 20 reales en primera clase a 8 reales en tercera y 4 reales en cuarta clase, comprenderemos el valor que para el desarrollo económico de un territorio tiene la vía férrea. Social y económicamente pronto comienza a notarse la influencia que el ferrocarril tiene con la población, sus hábitos cotidianos y sus necesidades. Una aventura fascinante

INTRODUCCIÓN

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Comprobamos que el tren ha tenido gran protagonismo en la historia de las poblaciones y en nuestro caso, ha sido fundamental para la investigación de los enclaves científicos que hemos documentado durante su construcción. En el sur de Madrid, en el corredor natural entre el rio Manzanares y el Cerro de La Gavia, donde como hemos visto, se fue desarrollando la línea ferroviaria de la salida de la ciudad, se ha ampliado en los últimos años, en Alta Velocidad, dando respuesta a la demanda de movilidad rápida que la sociedad actual exige, para la comunicación entre el centro y los lugares costeros de nuestra Península. En este lugar y desde la estación de Atocha, se han proyectado las líneas de Alta Velocidad que conectan Madrid con Cuenca, Valencia, Albacete, Alicante, Murcia y Almería y su conexión con las líneas de alta velocidad ya existentes hacia Andalucía. Nuestro recorrido abarca la salida de Atocha hasta el término municipal de Getafe y su continuación hasta el de Pinto, para continuar por el municipio de Torrejón de Velasco y finalizar en la conexión con el ramal de la Línea de Sevilla, ya terminada, en el mismo término municipal. Seguiremos la línea férrea desde Madrid y recorreremos, como el ferrocarril, los enclaves que hemos ido descubriendo e investigando durante el desarrollo de la plataforma ferroviaria. En nuestro viaje con la Línea de Alta Velocidad recorreremos dentro del ámbito ferroviario, el antiguo cauce del Carcavón al sureste de la estación de Atocha, continuaremos paralelos al Manzanares, por los terrenos donde se asentaron pueblos desde la antigüedad, como el Cerro de la Gavia. En los terrenos de Getafe descubriremos la riqueza paleontológica y arqueológica de las Terrazas del Manzanares y de un poblado inédito, El Juncal, que nos aportará datos muy valiosos del periodo calcolítico en la Comunidad de Madrid. Entraremos en los términos municipales de Parla y Pinto, donde estudiaremos la fauna del Mioceno Inferior- Aragoniense. Finalmente en el término de Torrejón de Velasco descubriremos un asentamiento de la época del bronce medio y también restauraremos un puente con valor etnológico que cruza el arroyo Guatén y es posible que se comunicara con el despoblado de Palomero, antigua aldea hoy desaparecida. Este trabajo se divide en tres partes que quedan reflejadas en el presente libro siguiendo, como ya hemos dicho, el trayecto ferroviario construido desde Atocha hasta el término municipal de Torrejón de Velasco donde se bifurcan los ramales de las Líneas de Alta Velocidad de Andalucía y de Levante. Hemos tenido la suerte de vivir esta aventura fascinante con los arqueólogos directores de las intervenciones, sus colaboradores y nuestros equipos, y, a través de las páginas de este libro queremos compartir nuestras increíbles experiencias.

Emilia de Aragón Coordinador

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Una aventura fascinante INTRODUCCIÓN

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Los enclaves arqueológicos y paleontológicos en la traza del AVE. Tramo: Atocha – Getafe. Audema

CAPITULO 1 – Los enclaves paleontológicos en la traza del AVE EN EL ENTORNO SUR DE MADRID. Tramo: Atocha – Getafe. Hallazgos Paleontológicos. Micropaleontología en los proyectos de construcción de Atocha (Madrid)..................................................... 15 –Introducción...................................................................................................................................................... 16

– 1.1. Marco Geográfico................................................................................................................................... 16



– 1.2. Contexto geológico................................................................................................................................. 18



– 1.3. Historia Geológica de los materiales Terciarios y Cuaternarios.............................................................. 19



1.3.1. Terciario......................................................................................................................................... 19



1.3.2. Cuaternario................................................................................................................................... 24



– 1.4. Valoración de la afección del Proyecto Constructivo sobre el Patrimonio Paleontológico de Madrid..... 26



– 1.5. Análisis de las muestras micropaleontológicas...................................................................................... 32



1.5.1. Metodología.................................................................................................................................. 32



1.5.2. Resultados micropaleontológicos................................................................................................. 33

CAPITULO 2 – Excavaciones en los talleres de la Estación de Atocha o “del Mediodía”........................................................ 37  

– 2.1. El tren y sus orígenes en la ciudad de Madrid........................................................................................ 38



– 2.2. Estudio histórico del terreno................................................................................................................... 39



– 2.3. Descripción de los trabajos arqueológicos............................................................................................. 43



– 2.4. Conclusiones.......................................................................................................................................... 48

CAPITULO 3 – Estudio geoarqueológico de los depósitos del antiguo arroyo Castellana-Carcavón (Madrid)..................... 51

Una aventura fascinante

SECTOR 1 - ÍNDICE

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CAPITULO 4 – El Real Canal del Manzanares. Zona arqueológica........................................................................................ 57

– 4.1. Evolución histórica.................................................................................................................................... 58



– 4.2. Un complejo industrial en la Cuarta Esclusa del Real Canal

del Manzanares: El Secadero. La intervención arqueológica.................................................................. 74



4.2.1. El secadero de cartón: La intervención arqueológica. Descripción de los trabajos..................... 78

– 4.3. Quinta Esclusa......................................................................................................................................... 87



4.3.1. La intervención arqueológica de la quinta esclusa...................................................................... 88



4.3.2. Complejo de la quinta esclusa..................................................................................................... 91



4.3.3. Rellenos del interior de la esclusa............................................................................................. 102



4.3.4. Lectura de paramentos: estudio de técnicas y materiales constructivos



históricos de la quinta esclusa................................................................................................... 103



4.3.5. Fases identificadas.....................................................................................................................118



4.3.6. Materiales.................................................................................................................................. 122

CAPITULO 5 – Yacimiento arqueológico “La Gavia III” Investigaciones arqueológicas en La Gavia, Villa de Vallecas, Madrid..................................................... 141

– 5.1. La Gavia I............................................................................................................................................... 142



– 5.2. La Gavia III. Excavación arqueológica................................................................................................... 147

BIBLIOGRAFÍA

– Bibliografía..................................................................................................................................................... 169

ANEXOS – Fichas de otros elementos del Patrimonio Cultural de interés, documentados....................................... 183

– Yacimiento arqueológico Santa Catalina........................................................................................................ 183



– Yacimiento arqueológico Valdecarros II......................................................................................................... 187



– Elemento etnográfico Altamira II.................................................................................................................... 192



– Elemento etnográfico Altamira IV................................................................................................................... 195



– Elemento etnográfico Altamira V.................................................................................................................... 199



– Elemento cultural Bolardo de Atocha............................................................................................................. 203

– Arqueología industrial Galerías subterráneas y caseta.................................................................................. 205 – Arqueología industrial Galerías y plataforma de Garganta de los Montes......................................................211 – Arqueología industrial Galerías de Garganta de los Montes I, II y III............................................................. 214

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Una aventura fascinante SECTOR 1 - ÍNDICE

Capítulo 1 LOS ENCLAVES PALEONTOLÓGICOS EN LA TRAZA DEL AVE EN EL ENTORNO SUR DE MADRID Tramo: Atocha – Getafe. Hallazgos Paleontológicos. Micropaleontología en los proyectos de construcción de Atocha (Madrid) Autores: V. Dones García1, F. Tapias Gómez2

Esta actuación responde a las Resoluciones Ref. 12/030063.9/06 emitida el 10 de Julio de 2006 por la DGPH de la Comunidad de Madrid dentro del expediente nº 175/06 y Ref. 03/091076.9/10 emitida el 23 de Marzo de 2010 por la DGPH de la Comunidad de Madrid dentro del expediente nº 335/09. El proyecto estaba dentro del Bien de Interés Cultural declarado como Zona Arqueológica de las Terrazas del Manzanares (Decreto 113/1993, de 25 de noviembre).

1 Dpto. Arqueología, Paleontología y RR. Culturales. Auditores de Energía y Medio Ambiente, S.A. C/ Felipe Campos, 3 (28002 Madrid). e-mail: [email protected] 2 Dpto. Arqueología, Paleontología y RR. Culturales. Auditores de Energía y Medio Ambiente, S.A. C/ Felipe Campos, 3 (28002 Madrid). e-mail: [email protected]

Una aventura fascinante

SECTOR 1 - CAPÍTULO 1

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Introducción El estudio de la Paleontología en la obra civil de la Comunidad de Madrid ha generado gran volumen de datos, permitiendo ampliar la información existente sobre el Patrimonio Paleontológico. En la actualidad, gran parte de estos estudios se realizan durante la ejecución de obras de ingeniería civil, aprovechando los movimientos de tierra que se producen en las mismas. A partir de dichos trabajos, se han podido realizar numerosas reconstrucciones paleoambientales. Durante las obras de la remodelación de Atocha y en el tramo hasta el término municipal de Getafe, se ha llevado a cabo una vigilancia de los movimientos de tierra realizados, controlando de manera exhaustiva el sedimento extraído, supervisando perfiles, frentes de excavación y terreras generadas por las remociones de tierras, realizándose un muestreo paleontológico continuo de los niveles estratigráficos afectados, apoyado por un estudio geológico de dichos niveles. Son de reseñar por su contenido fósil, los Proyectos de Construcción del Nuevo Complejo Ferroviario de la Estación de Atocha y la Construcción de la Plataforma para el Incremento de la Capacidad de las Líneas de Alta Velocidad, por esta razón el presente estudio micropaleontológico se centrará en los resultados obtenidos en los materiales geológicos afectados por las obras de ejecución de dichos proyectos.

1.1. Marco Geográfico El área de estudio, se ubica en la zona centro-noroccidental de la Submeseta Sur Peninsular, dentro de la llamada Cuenca de Madrid, perteneciente a su vez a la Cuenca Meso-terciaria del Tajo. Hidrogeográficamente se sitúa en la Cuenca Hidrográfica del Manzanares dentro del final de su curso medio, localizándose en un antiguo curso de agua ya desaparecido que es el arroyo Castellana-Carcavón, dicho curso atravesaba la ciudad de Madrid de norte a sur hasta llegar a desembocar en otro arroyo también extinto como es el arroyo Abroñigal (ver figura 2).

Fig. 1. Procesado muestra paleontológica 16

Una aventura fascinante SECTOR 1 - CAPÍTULO I

Administrativamente los proyectos constructivos ejecutados y presentes en este estudio, se ubican en la parte central de la Comunidad de Madrid, concretamente en la zona centro-meridional del propio municipio de Madrid, entre los distritos de Arganzuela y Retiro. El Proyecto de Construcción del Nuevo Complejo Ferroviario de la Estación de Atocha. Fase I y Proyecto. Complementario de Construcción de la Ampliación del Complejo de Atocha. Fase I. Madrid, se localiza principalmente en la zona de vías de las instalaciones de la Estación de Atocha.

Fig. 2. Contexto hidrogeográfico de la zona de estudio dentro de la Cuenca Hidrográfica del Manzanares

El Proyecto de Construcción de la Plataforma para el Incremento de la Capacidad de las Líneas de Alta Velocidad entre Madrid Atocha y Torrejón de Velasco. Subtramo: Cabecera Sur Atocha a Calle Pedro Bosch, se localiza a lo largo de la calle Garganta de los Montes, cruzando la calle Comercio mediante un viaducto para continuar paralelo a las vías hasta llegar bajo el paso superior de la calle Pedro Bosch.

Fig 3. Situación geográfica de los dos proyectos constructivos considerados para el presente estudio micropaleontológico dentro de la CAM y del propio Término Municipal de Madrid, con su localización más exacta en imagen de satélite 2010. Fuente de la fotografía Google Earth Una aventura fascinante

SECTOR 1 - CAPÍTULO 1

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1.2. Contexto geológico El área de estudio se sitúa al noroeste de la Submeseta sur peninsular, dentro del área de la Depresión o Cuenca del Tajo, concretamente en una subcuenca denominada Cuenca Meso-terciaria de Madrid, ubicándose entre el borde sureste del Sistema Central y el centro de la propia cuenca.

Fig. 4: Marco geológico general para la zona de estudio. A: Situación de la Cuenca o Fosa del Tajo dentro de la Península Ibérica. B: Cuenca de Madrid dentro de la Cuenca del Tajo. Modificado de Pérez-González (1994). C: Geología general de la Cuenca de Madrid, con la ubicación de la zona de estudio dentro también de la propia Comunidad de Madrid (2007) 18

Una aventura fascinante SECTOR 1 - CAPÍTULO I

Esta fosa y sus sedimentos, están delimitados y condicionados por los relieves y el contexto geológico regional que les rodea. Por un lado, hacia el noroeste se encuentra próximo el Sistema Central, que junto con los Montes de Toledo al suroeste constituyen el Zócalo o Macizo hercínico, formado por granitos, gneises y pizarras de edad paleozóica y precámbrica. En segundo lugar, están los macizos mesozoicos que conforman la Cadena Ibérica y la Sierra de Altomira desde el noreste hasta el sureste, compuestos en su mayoría por materiales calco-margosos y terrígenos característicos de ambientes marinos, de los cuales también existen unos pequeños afloramientos junto con sedimentos continentales del Eoceno en Torrelaguna y el Valle de Lozoya, en la zona de la Sierra de Madrid, donde aparecen plegados, pero también aparecen en el fondo de la cuenca sobre el zócalo hercínico (ver figura 4). Los materiales geológicos que se pueden encontrar en el área afectada por la obra, quedan enmarcados dentro de los que constituyen la propia Cuenca de Madrid donde son mayoritarios los afloramientos de materiales terciarios, sobre los cuales actúan en el cuaternario varios procesos erosivos y deposicionales que originan la morfología del relieve actual, así como la localización de los sedimentos asociados a la red de drenaje. Esta cuenca junto con la Depresión Intermedia de la Cuenca de Loranca al este, conforman el conjunto sedimentario continental que rellena la Cuenca del Tajo. La cuál representa una cuenca continental cerrada, cuyos depósitos de relleno son mayoritariamente terciarios. Estratigráficamente el relleno de dicha cuenca, incluye dos series sedimentarias distintas: Serie Inferior, con unidades plegadas y atribuidas comúnmente al Paleógeno (Eoceno y Oligoceno), y Serie Superior Tabular (o plegada localmente en los bordes) atribuida al Neógeno (Mioceno y Plioceno).

1.3. Historia Geológica de los materiales Terciarios y Cuaternarios 1.3.1. Terciario Entre el final del Eoceno y el inicio del Oligoceno, tiene lugar el comienzo de la Orogenia Alpina (relacionada con sucesivas etapas de convergencia entre las placas euroasiática y africana) que originará el emplazamiento y elevación en varios pulsos del Sistema Central, produciéndose un complejo sistema de fracturas y fallas en el basamento hercínico, así como un rejuego de las fracturas tardihercínicas (Portero y Aznar, 1984; Vegas et al., 1986) que afectarán también a los materiales mesozoicos depositados sobre el zócalo, quedando a su vez plegados. Posteriormente, entre el Oligoceno superior y el Mioceno inferior, tuvo lugar el emplazamiento en forma de gran cabalgamiento de la Sierra de Altomira, la cual divide la cuenca de N a S, distinguiéndose de esta manera entre la Cuenca de Madrid, al O de la citada sierra y la Depresión Intermedia o Cuenca de Loranca al E de Altomira (Calvo et al., 1989). Es también entre el Oligoceno superior y sobre todo durante gran parte del Mioceno, cuando se originan la mayor parte de los sedimentos que rellenan la Cuenca de Madrid. Como consecuencia de los sucesivos pulsos tectónicos alpinos de esta época, se produce una continua elevación o generación de los relieves circundantes como el Sistema Central, los Montes de Toledo y la citada Sierra de Altomira, los cuales funcionaron como áreas madre o áreas de aporte de sedimentos, en la formación de amplios sistemas de abanicos aluviales coalescentes depositados al pie de estas zonas elevadas (sierras) y que llegaron hasta el centro de la cuenca. Cuando estos sistemas aluviales emergen del área fuente de cuenca a una zona de menor pendiente y relieve no confinante, se extienden en su superficie de tal manera que cuanto más se alejan del área madre más energía pierden y por lo tanto también disminuye su capacidad de arrastre. De esta manera se puede observar una distribución de estos depósitos del Mioceno de Madrid en orlas concéntricas (ver figura 5), pudiendo dividirse tres tipos de facies que se repiten en la horizontal (de NO a SE) durante todo el Mioceno: - Uno más noroccidental lo constituyen las Facies de borde o cercanas al área fuente de la sierra (Facies Madrid). Compuesto por sedimentos de origen detrítico, como arenas arcósicas de granulometría variable, en función de la proximidad del área fuente, en este caso del Sistema Central. Según la terminología geotécnica y en función de su porcentaje en arcillas, se puede correlacionar este tipo de materiales con las denominaciones de Arena de Miga, Arena Tosquiza, Tosco Arenoso y Tosco. La distribución de estos materiales, correspondería a la deposición del propio sistema de abanicos aluviales coalescentes, pudiendo asemejarse a un sistema deltáico, donde existe una gradación de tamaños de grano desde las zonas de borde a las zonas más distales, además de depósitos asociados a canales con granulometrías siempre más gruesas que las que les correspondía por distancia al origen. La posición de los canales de sedimentación cambia en el tiempo, lo que se traduce en la presencia de lentejones de materiales más gruesos situados a diferentes alturas, con desplazamiento lateral. Una aventura fascinante

SECTOR 1 - CAPÍTULO 1

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Fig. 5: Ubicación relativa de la zona de estudio dentro de un modelo de reconstrucción de distribución horizontal de facies de la Cuenca de Madrid. Representa un bloque diagrama o esquema evolutivo ideal de unos abanicos aluviales asociados a un frente montañoso tectónicamente activo. Modificado de Eugster y Hardie, 1975

Los materiales más finos forman parte de la deposición de un medio de inundación, cuya energía y velocidad de sedimentación es mucho menor, depositando arcillas, limos y arenas finas. La presencia de niveles o lentejones de materiales finos en zonas alejadas, estaría asociada a zonas deprimidas donde el agua es capaz de acumularse con facilidad, lo que justificaría su lejanía respecto al área origen. La Facies Madrid está principalmente constituida por arenas feldespáticas provenientes de la meteorización y arrastre de los materiales que constituyen los relieves graníticos y metamórficos del Guadarrama. Estos materiales forman una avanzadilla hacia el centro de la cuenca, enriqueciéndose en lechos arcillosos que alternan con niveles de granulometría mayor. Los niveles no ofrecen continuidad al presentar aspecto lenticular característico de un medio de sedimentación enérgico, configurado a partir de arroyadas y mantos difusos. La delimitación geológica de los materiales terciarios que la componen no existe como tal, pero sí una diferenciación práctica. Habitualmente los materiales detríticos se diferencian por su granulometría, plasticidad y aspecto. Sin embargo, la gama de materiales detríticos pueden clasificarse de continua y en ocasiones, difícil de definir adecuadamente. Al plas20

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mar los husos granulométricos correspondientes a la Arena de Miga, Tosco y sus intermedios, se reconoce una gama continua de materiales, formando capas aparentemente continuas con intercalaciones de los otros materiales; por eso no es raro encontrar capas de Tosco con lentejones de Arena de Miga y por el contrario, lentejones más arcillosos de las arcosas superiores. Estos son los materiales predominantes en las inmediaciones de Atocha. Su límite inferior se sitúa a cota aproximada 630 m en el inicio de la Cuesta de Moyano. - Otro lo forman las Facies intermedias o de transición de margen lacustre, con materiales detríticos finos a muy finos, tipo arcillas poco arenosas (Peñuelas). Esta facies englobaría a las denominadas unidades geotécnicas de “tránsito Tosco-Peñuela” y “Peñuela” que se sitúan en la zona terminal de los abanicos aluviales colindantes con la facies detrítica. Podrían definirse como una sedimentación caracterizada por la mezcla de materiales transportados con otros autóctonos. Entre los primeros, además de materiales granulares y sedimentos arcillosos heredados, se encuentran arenas micáceas. Entre los depósitos autóctonos aparecen arcillas sepiolíticas, además de costras o depósitos calcáreos y esporádicos niveles de sílex. Estos materiales son los que se han visto afectados por los movimientos de tierra realizados en la ejecución de los dos proyectos constructivos en estudio dentro del entorno de Atocha, principalmente de excavación de los pozos, túneles y colectores. Los materiales de la transición Tosco-Peñuela están constituidos por arcillas limo-arenosas de coloración variable entre marrón oscuro y verdoso. Durante la fase de vigilancia, se ha podido constatar la presencia de arcillas limosas de colores marrones y verdosos pertenecientes a la transición Tosco-Peñuela. - Por último las Facies centrales o salinas hacia el centro de la cuenca en las áreas lacustres, con sedimentos de origen químico-evaporítico, como los yesos y carbonatos. En este tipo de depósitos se va aumentando el porcentaje de yesos masivos a medida que aumenta la profundidad. En la zona de estudio no aparecen representados estos depósitos, ya que se encuentran a más profundidad y hacia el sur. Estos materiales se disponen subhorizontalmente, siendo posible su correlación, no sin cierta dificultad por los habituales cambios laterales de facies. Esta distribución horizontal de las facies de la cuenca se mantiene durante todo el Mioceno, si bien este esquema se complica en la vertical debido a las sucesivas reactivaciones tectónicas de las áreas madre que las hacen elevarse. Como consecuencia de esto las facies gruesas progradan sobre las finas. En las ocasiones en las que el pulso tectónico es mayor, la sedimentación refleja una discontinuidad erosiva. Teniendo en cuenta las fases tectónicas más importantes, se diferencian para el Neógeno de Madrid tres macrounidades litológicas que aunque genéticamente están interrelacionadas, se depositaron en distintos lapsos de tiempo, diferenciándose por discontinuidades asociadas a diferentes fases tectónicas. Estas macrounidades contienen una serie de unidades menores formadas bajo unas condiciones macroclimáticas comunes, a las que a su vez se asocia una determinada fauna característica (ver figura 6, Columna crono-litoestratigráfica). - Unidad Inferior o Salina. Esta unidad se dispone estratigráficamente sobre los materiales paleógenos del Oligoceno, de los que le separa una discordancia erosiva relacionada con la Fase Tectónica Castellana o Finioligocena (Pérez-González et al., 1971) de compresión de la cuenca, que origina el levantamiento de la Sierra de Altomira y el inicio del relleno mioceno de la cuenca con facies de borde, transición y centrales. En toda la unidad existe un predominio de las facies centrales evaporíticas y de transición sobre las de borde, existiendo una banda intermedia de facies de margen lacustre caracterizadas por arcillas illíticas verde- grisáceas con frecuentes niveles de carbonatos, sílex y yesos. La precipitación de yesos y otras sales, sugieren unas condiciones de aridez con cierto aporte de lámina de agua, formando lagos salinos efímeros o sebkhas afectados por desecaciones periódicas. Comprende desde el inicio del Mioceno inferior (AgenienseRambliense) hasta parte del Mioceno medio (Rambliense y Aragoniense inferior-medio) y presenta una potencia aproximada de 600 a 1000 m, donde las facies evaporíticas se expanden hacia techo de la unidad, presentándose topográficamente incluso por encima de las facies intermedias y detríticas. Estos depósitos no se localizan en el entorno próximo de la zona de estudio aunque si se encuentran a cierta profundidad, por esta razón los colapsos kársticos asociados a la disolución de los yesos, o fallas del zócalo que afecten a la cobertera mesozoica y parte de los depósitos terciarios, pueden reflejarse en los niveles terciarios superficiales y condicionar la disposición de la red de drenaje cuaternaria, como puede ser el caso del propio arrroyo Carcavón, del arroyo Abroñigal o del mismo Manzanares. Una aventura fascinante

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Fig. 6: Columna crono-litoestratigráfica sintética del Neógeno de la Cuenca de Madrid, con los principales yacimientos paleontológicos, pisos continentales, edad de mamíferos neógenos, biozona Mn de Mein (1975), biozona local de Daams (1981), fases tectónicas y recursos minerales. Modificado de Calvo et al., (1989) y de Alonso-Zarza et al., (2004). Los recuadros rojos indican la posición cronoestratigráfica aproximada, según criterios litoestratigráficos, de los materiales terciarios afectados por los movimientos de tierra de los dos proyectos estudiados 22

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- Unidad Intermedia. La discontinuidad erosiva que separa esta megasecuencia de la anterior, obedece a un cambio climático coincidente con un importante aumento en el nivel de energía de la cuenca, debido a una reactivación tectónica del marco montañoso (Fase Neocastellana de Aguirre et al., 1976), confirmada por la brusca progradación de las Facies de borde (arcosas) sobre las arcillas con yesos de la Unidad inferior. La paleokarstificación de los yesos masivos bajo esta discordancia (Calvo et al., 1984) y el predominio de los carbonatos y las margas sobre los yesos en la Facies centrales de esta Unidad intermedia, confirma la existencia del citado cambio hacia un clima con mayor humedad estacional pero relativamente árido, manteniendo un fuerte contraste entre la estación seca y la húmeda. La edad que comprende la totalidad de esta unidad va desde el Aragoniense medio hasta el Vallesiense superior y tiene una potencia aproximada de entre 50 y 200 m, pero desde un punto de vista tectosedimentario, esta Unidad intermedia puede ser subdividida en dos partes separadas por una ruptura sedimentaria datada en el Aragoniense superior y que queda marcada por una progradación relativa de los sistemas aluviales, a causa de otra reactivación tectónica (Fase Menor o Guadarrama de Calvo et al., 1989 y 1991, más acusada en las cercanías del Sistema Central) avanzando las facies más proximales de los abanicos sobre las distales. La mayoría de los yacimientos de micro y macrovertebrados neógenos de la zona de Madrid han sido encontrados en las facies de borde y de margen lacustre de esta Unidad intermedia (ver figura 6.). Como se ha citado con anterioridad en la zona de estudio se han documentado principalmente los materiales geológicos correspondientes a la zona de transición entre las facies más distales de los abanicos y los de las facies de margen lacustre (Tosco y transición Tosco-Peñuela) y además los materiales propios de las facies de margen lacustre (Peñuela), dentro del Aragoniense medio. A continuación se describen los depósitos que caracterizan las distintas facies que componen esta unidad, así como los yacimientos y las asociaciones faunísticas representativas de esa época: - Facies centrales palustres-lacustres de la Unidad Intermedia, se caracterizan por la presencia generalizada de carbonatos intercalados con arcillas margosas, pero hacia las zonas centrales de la cuenca y en la parte inferior de la unidad, se observa la presencia de yesos lenticulares, detríticos, costras, etc. A techo de esta unidad (en la subunidad superior) y con carácter expansivo, predominan los niveles de calizas lacustres, otros calcáreos silicificados y de sílex (Serie Blanca) (Hoyos et al., 1985), lo que indica unas condiciones de mayor humedad y disposición de agua hacia el Vallesiense superior. En estas facies no se han encontrado históricamente restos de fauna fósil y tampoco aparecen en la zona de afección de la obra. - Facies intermedias o de margen lacustre de la Unidad Intermedia, se trata de arcillas verdes esmectíticas, en bancos de 0,5 a 2 m., en ocasiones bioturbadas, con aspecto masivo e intercalaciones de niveles carbonatados lenticulares (costras calcáreas de origen edáfico frecuentemente dolomitizadas) y suelen aparecer asociados niveles de sílex y sepiolita, también pueden observarse arenas verdes micáceas. Concretamente es en este tipo de facies donde se han documentado históricamente gran parte de los yacimientos clásicos de Madrid, como los de La Hidroeléctrica, San Isidro, Puente de Toledo y Paseo de las Acacias (en arcillas verdes); Moratines y O´Donnell (en facies algo más arenosas). La asociación faunística característica de estos depósitos comprende los taxones Bunolistriodon lockharti, Lagopsis penai, Megacricetodon collongensis y Pseudodryomys robustus, además de los géneros Hispanotherium y Cainotherium que son representativos de la zona intermedia del Aragoniense medio. Son de reseñar el género Anchiterium y el mastodonte Gomphotherium angustidens que se encuentran en distintos depósitos del Aragoniense medio y superior. Este tipo de depósitos aparece en la zona de estudio, y la fauna es correlacionable en gran parte a la que se ha podido documentar en las muestras tomadas para el análisis de microfauna, correspondiendo a las Biozonas Locales Dc y Dd de Daams (1981). Ver figura 6. - Facies de borde o detríticas de la Unidad Intermedia, constituidas por arenas arcósicas algo inmaduras y heterométricas, con una cantidad variable en limos y arcillas, y que aparecen progradando en dos grandes pulsos sobre las facies de margen lacustre. Presentan fenómenos de hidromorfismo, procesos edáficos de encostramiento y paleosuelos calcimorfos, más abundantes en las zonas distales del sistema de abanicos. Suelen aparecer abundantes niveles de sílex, sepiolita y dolomías en las zonas de transición con las facies intermedias (Hoyos et al., 1985). En este tipo de depósitos hay otro gran número de yacimientos paleontológicos típicos de Madrid, como Henares 2, Arroyo Olivar, el Puente de Vallecas, Cerro Almodóvar y Somosaguas, del final del Aragoniense medio, como los materiales de la transición Tosco-Peñuela correspondiendo a la Biozona Local E de Daams (1981). Los yacimientos del Aragoniense superior, como Paracuellos 3 y 5, Alhambra-Túneles y Henares 1. Parte de los materiales terciarios algo más detríticos que se han documentado en la obra pueden corresponder con las facies más distales de los abanicos. - Unidad Superior. Constituye la tercera megasecuencia. Su límite inferior comienza con una discontinuidad estratigráfica, representada por una superficie de karstificación subaérea en las calizas del techo de la unidad anterior. Dicha discontiUna aventura fascinante

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nuidad está datada en el Vallesiense superior y se produce por una nueva reactivación tectónica de los relieves marginales que coincide con un clima más húmedo. Estas condiciones originan la progradación y deposición de la “Serie detrítica de la red fluvial intramiocena” (Capote y Carro, 1968) con conglomerados y arenas fluviales, sobre la que precipitan calizas lacustres y palustres de carácter expansivo hacia el techo de la unidad (“Serie del Páramo” de San José, 1975, o Unidad Superior del Mioceno de Alberdi et al., 1983). Esta sucesión de depósitos parece muy posiblemente ligada a condiciones exorreicas en la cuenca para este periodo. La edad que comprende la totalidad de esta unidad va desde el Vallesiense superior hasta el Turoliense superior y tiene una potencia muy variable, ya que se encuentra localizada al sureste de la provincia de Madrid donde puede alcanzar los 50 m., pero en zonas como las inmediaciones de Madrid y en concreto en el área de afección de la obra no aparece. A pesar de no encontrarse materiales de esta unidad en el entorno de la zona de estudio, es de obligada cita, ya que es en la base de esta megasecuencia, a favor de las superficies karstificadas del techo de la Unidad intermedia, donde se ha hallado uno de los yacimientos paleontológicos más importantes de Madrid, el del Cerro de Batallones con gran cantidad de restos y variedad de especies, entre las que destacan los carnívoros del tipo de “dientes de sable” como Machairodus y Paramachairodus, además de la aparición del équido Hipparion y el múrido Progonomys hispanicus. Todas estas unidades y sucesiones terciarias descritas anteriormente constituyen el relleno fundamental de la Cuenca Neógena de Madrid, (incluyendo también los depósitos paleógenos y cretácicos), presenta un espesor máximo próximo a los 3.500 m. en la parte occidental de la cuenca (zona de mayor subsidencia), ratificado por el sondeo de Pradillo, realizado para la prospección de hidrocarburos en las proximidades del Sistema Central (Racero, 1988). Comprobándose con otros sondeos un espesor medio entre 1.500 y 2.000m en las partes central y este de la cuenca. Del total de estos espesores, los depósitos neógenos de las unidades citadas oscilan entre los 600 y 1.000 m. de potencia (Calvo et al., 1989). La colmatación neógena de la Cuenca de Madrid se cierra con una serie de sucesos de erosión y acumulación. El tránsito entre el Mioceno y el Plioceno viene marcado por una discordancia erosiva sobre la llamada Caliza del Páramo en las que se originan procesos kársticos. Esta discontinuidad se relaciona con otra reactivación tectónica, pero esta vez va a afectar también a los materiales del Mioceno, originando pliegues abombamientos y fracturas, correspondiéndose con la Fase Iberomanchega I definida por Aguirre et al., (1976) y Pérez-González (1979 y 1982), produciéndose un arrasamiento que es general en toda la Meseta, bajo un clima contrastado y al menos estacionalmente más árido. Sobre esta superficie de erosión se depositan materiales detríticos de origen fluvial, con encostramientos edáficos. Posteriormente tras un nuevo episodio de deformación y arrasamiento que se corresponde con la Fase Iberomanchega II de Aguirre et al., (1976), se acentúa el basculamiento general de la Península hacia el suroeste. Sobre las superficies erosivas generadas a partir de este basculamiento, se instalan los mantos aluviales de piedemonte, conocidos como “Rañas” que marcan el comienzo de la sucesión de episodios áridos frescos y templados más húmedos, precursores del clima que caracterizará todo el cuaternario hasta la actualidad. 1.3.2. Cuaternario El tránsito hacia el Cuaternario se caracteriza en general por un enfriamiento en el clima de forma muy gradual pero muy letal para numerosas especies que quedarán extintas. Es en las etapas más tempranas, de la sucesión climática cuaternaria, cuando se generan amplias superficies de arrasamiento sobre las arenas arcósicas groseras de la Unidad intermedia miocena, depositadas en el término de Madrid. Estas formas de erosión son coetáneas en su génesis con las primeras terrazas del sistema Jarama-Henares, por lo tanto, son posteriores a la Raña y de edad Pleistoceno inferior antiguo (Pérez-González, 1994), aunque tradicionalmente se les asignaba una edad genérica Plio-cuaternaria. La continuada incisión de los principales cursos fluviales, dará lugar a las Superficies divisorias o “Rampas arenofeldespáticas” (Vaudour, 1979), que han hecho de divisoria de aguas hasta la actualidad, entre las cuencas de los ríos como la existente entre el Manzanares y el Jarama al E y la divisoria entre el Manzanares y el Guadarrama al O. Próximas a la zona de estudio, se situarían varios retazos de estas altiplanicies, a las que se les ha denominado “Superficie de Madrid” (Riba, 1957) o “Rampa de Madrid” (Vaudour, 1979). Está compuesta por dos niveles, uno más alto (S1) en Fuencarral y norte de Ciudad Lineal (Pinar del Rey) y otro (S2) que conecta la zona norte de La Castellana, con un retazo que queda por Bravo Murillo y otro a lo largo del distrito de Salamanca, este último retazo es el que atraviesa la obra lineal del Túnel de Serrano y por el que después se dispone paralelo entre la superficie y el antiguo arroyo de la Castellana. Esta superficie funciona como divisoria de aguas entre los valles de la Castellana y del Abroñigal. 24

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Fig 7. Mapa geológico de detalle con la ubicación de la zona de estudio dentro del valle del antiguo arroyo Carcavón, en la margen derecha del antiguo arroyo Abroñigal. Mapa y leyenda tomados y digitalizados de la Hoja 559 (Madrid) del Mapa Geológico de España (IGME, 1989)

Seguidamente a la formación de las superficies o rampas, la red fluvial se encaja progresivamente a favor de ellas en sucesivos episodios de incisión, ensanche y relleno, dando lugar a un conjunto de terrazas escalonadas y glacis formados topográficamente por debajo de las citadas superficies (San José, MAGNA, 1989), cuyos retazos funcionan como divisorias de aguas entre arroyos y ríos. Las terrazas suelen estar compuestas por secuencias de gravas, arenas y limos. Los materiales que componen los glacis pueden proceder de las arenas y arcillas terciarias, o bien de las propias terrazas cuaternarias. A su vez, la continua generación de procesos erosivos y de incisión, origina también coluviones, abanicos aluviales y erosión remontante asociados a los cursos fluviales principales y de sus tributarios, en donde se depositarán los sedimentos del fondo de valle. Ver figuras 7 y 8. Durante los movimientos de tierras asociados a los pozos, túneles, colectores y pasos inferiores del entorno de la Estación de Atocha, se han observado depósitos del fondo de valle y de la llanura aluvial del antiguo arroyo Carcavón, además de otros depósitos asociados posiblemente a coluviones y a aportes laterales de la ladera NE del valle del propio arroyo. La denominación de Carcavón hace referencia al encajamiento o formación de cárcavas a lo largo de curso, como refleja la cartografía antigua del Parcelario de Madrid (1929) y así denomina y recoge Royo Gómez en la Memoria de la Hoja geológica de Madrid (1929), también aparece como arroyo de Atocha, del Hospital, o arroyo del Carcavón del Hospital de Atocha. Este arroyo coincide con el curso inferior del anterior arroyo de la Castellana con cerca de 8 km pero tras desaparecer su curso alto y medio por la ocupación urbana, queda muy mermado solo con 2,5 km de longitud al encuadrarse entre el inicio del Paseo del Prado y su confluencia a modo de abanico con el arroyo Abroñigal en su curso bajo a escasamente 1,5 km de la confluencia del Abroñigal con el Manzanares. Estos arroyos han quedado soterrados y encauzados mediante colectores Una aventura fascinante

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desde hace mucho tiempo. El arroyo Abroñigal y el cauce del arroyo Carcavón desde Atocha fueron desapareciendo del paisaje urbano durante la decada de los setenta, tras la construcción de la M-30 y de las mejoras urbanísticas del entorno, además de las distintas fases de ampliación de la propia Estación de Atocha que afectaron directamente al propio arroyo Carcavón.

Fig. 8. Corte geológico general de los valles del Manzanares y Abroñigal con la localización de la zona de estudio respecto al entorno geológico más próximo

1.4. Valoración de la afección del Proyecto Constructivo sobre el Patrimonio Paleontológico de Madrid

El registro paleontológico madrileño está compuesto por fósiles que abarcan un extenso rango temporal que comienza en el Paleozoico; pero los yacimientos más destacados del patrimonio paleontológico madrileño, tanto por su abundancia, estado de conservación como por la diversidad de taxones que presentan, son los yacimientos de vertebrados del Cenozoico. Desde el siglo IX se tiene constancia de la aparición de vertebrados en el área de Madrid, pero será a partir del siglo XVIII cuando estos hallazgos empiecen a ser numerosos. En los últimos años la aparición de nuevos yacimientos paleontológicos ha sido continua, siendo localizados muchos de ellos como resultado de los trabajos de seguimiento paleontológico llevados a cabo en los proyectos constructivos que se desarrollan en la Comunidad de Madrid. Las primeras documentaciones científicas sobre la existencia de grandes mamíferos en los sedimentos de Madrid comienzan a realizarse a mediados del siglo XIX. Anteriormente se habían documentado restos de macromamíferos como los hallados en las proximidades del Puente de Toledo (Morales, 2002; Pelayo, 1996), pero será a partir de esta época cuando la paleontología madrileña comience a tener un papel importante. Dentro de la Hoja de Madrid, las faunas de vertebrados fósiles Terciarios identificadas en los diferentes yacimientos se pueden separar en dos grandes conjuntos: 26

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Tabla 1. Contenido paleontológico de algunos de los yacimientos Miocenos de mayor valor paleontológico de la Comunidad de Madrid

- El primero correspondería a los yacimientos encontrados en el área metropolitana de Madrid o en las zonas inmediatamente adyacentes a ella. Estos yacimientos se encontrarían en una unidad litoestratigráfica correspondiente a la unidad intermedia del Mioceno (Alberdi et al., 1985b) e incluso a la parte alta de la unidad inferior (Calvo, 2000). A este conjunto pertenecerían las faunas de yacimientos como La Hidroeléctrica, Moratines, San Isidro, Paseo de las Acacias, Arroyo del Olivar, Puente de Vallecas O’Donnell, Ciudad Pegaso y Cantera del Trapero. La asociación de mamíferos característica de este conjunto incluye los taxones: Bunolistriodon lockharti, Lagopsis peñai, Megacricetodon collongensis y Pseudodryomys robustus (Hoyos et al., 1985; Peláez-Campomanes et al., 2000). Este primer grupo de yacimientos es atribuible al Aragoniense medio y, en principio, se correlaciona con las zonas D y E de Daams y Freudenthal (1981) del Aragoniense de la Cuenca de Daroca y con las unidades MN 4 y 5 de Mein (1975). - El segundo conjunto corresponde a yacimientos situados en las facies arcósicas del área de Paracuellos del Jarama y define una unidad litoestratigráfica que incluye la parte superior de la unidad intermedia (Alberdi et al., 1985b; Calvo, 2000). Las faunas de los yacimientos situados en el Cerro de la Mesilla (Paracuellos 5) y en el Cerro de los Guardias (Paracuellos 3) contienen los taxones Listriodon splendens, Lagopsis cf. verus, Megacricetodon minor y Megacricetodon crusafonti. Estas asociaciones se correlacionan con las unidades F/G del Aragoniense superior y la zona MN 6 de Mein (1975). Por ello, corresponden al Aragoniense superior (Hoyos et al., 1985; Peláez-Campomanes et al., 2000). Desde el punto de vista de la Paleontología del Terciario la zona de ejecución del proyecto constructivo no afecta a ningún yacimiento terciario documentado (figura 9). En cambio, el área de estudio se ubica en pleno Madrid capital, existiendo un elevado número de yacimientos de vertebrados fósiles miocenos documentados en sus proximidades, que han sido tenidos en cuenta a la hora de ejecutar este proyecto. En la bibliografía consultada, hay numerosas referencias a estos yacimientos. Una aventura fascinante

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Al SW se encuentran los yacimientos Paseo de la Esperanza, Moratines, Paseo de las Acacias, Gasómetro, Cambroneras y Puente de Toledo y algo más alejados yacimientos de gran importancia como Hidroeléctrica, Estación Imperial y San Isidro (entre otros). Todos estos yacimientos se encuadran en el Aragoniense medio (17,5- 14,1 millones de años). El yacimiento Moratines fue hallado en 1981. Con él se evidenció por primera vez la existencia de asociaciones de micromamíferos en Madrid, documentadas posteriormente en muchas otras áreas de dicha comunidad (Soria et al., 2000). En este yacimiento hay una clara dominancia de herbívoros braquiodontos (como Anchitherium) acompañados de Chelonia, Heteroxerus rubricati, Armantomys aragonensis, Pseudodryomys simplicidens, Megacricetodon collongensis, Lagopsis peñai, Pseudaelurus lorteti, Rhinocerotidae indet., Hispanotherium matritense, Cainotherium miocaenicum, Bunolistriodon lockharti, Conohyus simorrense, Triceromeryx pachecoi, Tethytragus sp. La mayoría de los yacimientos terciarios presentes en él área metropolitana de Madrid presentan asociaciones características de ambientes áridos. En cambio, la abundancia del género Lagopsis y un bajo porcentaje de roedores pertenecientes a la familia de los Glíridos indican para el yacimiento de Moratines un ambiente menos árido (Amezua et al., 2000; Soria et al., 2000). Con el objetivo de recuperar la zona industrial situada en el distrito municipal de la Arganzuela, a finales del siglo XX, se realizó el proyecto del Pasillo Verde Ferroviario (P. V. F.). Los seguimientos y controles realizados por los especialistas a partir de 1984 en los grandes movimientos de tierras de dicho proyecto, permitieron descubrir entre otros, los yacimientos Gasómetro y Paseo de la Esperanza. Estos yacimientos fueron localizados gracias a las prospecciones llevadas a cabo en las parcelas situadas en el área perimetral del P. V. F. y la propia calle Gasómetro. En ellos se documentaron restos macro y micropaleontológicos: Heteroxerus rubricati, Armantomys jasperi, Armantomys aragonensis, Microdryomys sp., Pseudodryomys simplicidens, Microdryomys legidensis, Megacricetodon collongensis, Democricetodon sp., Lagopsis peñai, Anchitherium sp., Hispanotherium matritense, Cainotherium miocaenicum, Bunolistriodon lockharti, Dorcatherium crassum, Triceromeryx pachecoi, Procervulus dichotomus, Tethytragus sp., Chelonia (Soria et al., 2000). Entre los restos hallados en el Paseo de la Esperanza, cabe destacar la presencia de elementos anatómicos asociados, lo que indica que los restos localizados sufrieron un transporte limitado (Sánchez et al., 2000). Otro yacimiento descubierto durante la ejecución de las obras del P. V. F. es el Paseo de las Acacias. Este fue el primer yacimiento excavado sistemáticamente en el municipio de Madrid. En él se recuperaron alrededor de 2000 piezas clasificables y 155 dientes de micromamíferos, entre los que se documentaron por primera vez los géneros Dorcatherium (concretamente, Dorcatherium crassum) y Procervulus (concretamente, Procervulus dichotomus), cérvidos extintos en la actualidad que aparecieron acompañados de: Atlantoxerus sp., Heteroxerus rubricati, Armantomys jasperi, Armantomys aragonensis, Pseudodryomys simplicidens, Microdryomys koenigswaldi, Megacricetodon collongensis, Democricetodon sp., Lagopsis peñai, Amphicyon major, Proputorios sp., Anchitherium alberdiae, Hispanotherium matritense, Cainotherium miocaenicum, Bunolistriodon lockharti, Triceromeryx pachecoi y Tethytragus sp. Esta fauna es la que caracteriza de forma más precisa las biocenosis del terciario madrileño (Herráez et al., 2000; Soria et al., 2000). Así mismo destaca en este yacimiento el estado de alteración en el que se encontraron muchos de los restos ya que permite inferir una compresión sedimentaria con desplazamiento y fracturaciones producidos por procesos diagenéticos ocasionados por carroñeo, pisoteo y exposición a la intemperie (Sánchez et al., 2000). Otro dato reseñable es la gran predominancia de herbívoros braquiodontos, como Anchitherium alberdiae, primer representante de la familia de los équidos (Amezua et al., 2000; Soria et al., 2000). El primer documento sobre la presencia de restos fósiles en las cercanías del Puente de Toledo está confirmado por las publicaciones de La Gaceta de Madrid de 27 de noviembre de 1778 y de 15 de enero de 1779, en las que se daba la noticia del descubrimiento de huesos de elefante en las excavaciones realizadas junto a dicho puente. En cambio el primer documento parecido a una comunicación científica no se produce hasta el siglo XIX, concretamente en el año 1806, fecha en la que naturalista francés Proust escribe una carta al químico francés Lamerthiere en la que le comunica el hallazgo de elefantes fósiles en la base de dicho puente. Y, esta es la fecha a la que se atribuye el descubrimiento del yacimiento del Puente de Toledo (Gómez y Morales, 2000a). En este yacimiento se han documentado restos de macromamíferos, como Anchitherium matritense, Gomphotherium angustidens, Hispanotherium matritense, Bunolistriodon lockharti, Triceromeryx pachecoi, Procervulus dichotomus y Tethytragus sp (Mazo, 1985; Soria et al., 2000). El conocimiento de las “Faunas con Hispanotherium” características de los yacimientos del Aragoniense medio de Madrid, era muy limitado en la comunidad a principios de siglo XX, sólo se había detectado en este yacimiento (Soria et al., 2000). Otro yacimiento descubierto durante el curso de las obras del P. V. F. es Estación Imperial. Fue localizado en 1991 y proporcionó una gran diversidad de mustélidos evidenciando la gran diversidad que contienen los yacimientos del área metropolitana de Madrid. En él también se observó una gran abundancia de restos pertenecientes al équido braquiodonto Anchitherium matritense acompañado de Chelonia, Atlantoxerus sp., Heteroxerus rubricati, Armantomys aragonensis, Pseudodryomys sim28

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plicidens, Microdryomys sp., Megacricetodon collongensis, Democricetodon sp., Lagopsis peñai, Soricidae indet., Amphicyon major, Hemicyoninae indet., Proputorios sp., Magerictis imperialensis, Hispanotherium matritense, Cainotherium miocaenicum, Bunolistriodon lockharti, Triceromeryx pachecoi y Tethytragus sp. (Herráez et al., 2000; Soria et al., 2000). El yacimiento La Hidroeléctrica fue dado a conocer en 1921 por Hernández-Pacheco tras su descubrimiento en 1920 durante las obras de canalización del Manzanares. La fauna de este yacimiento esta formada por: Amphicyon major, Proputorios sp., Zygolophodon turiciensis, Gomphotherium angustidens, Anchitherium alberdiae, Hoploaceratherium tetradactylum, Hispanotherium matritense, Cainotherium miocaenicum, Bunolistriodon lockharti, Conohyus simorrense, Triceromeryx pachecoi, Micromeryx flourensianus, Amphitragulus sp., Lagomeryx minimus, Procervulus dichotomus y Tethytragus sp. (Gómez y Morales, 2000c; Soria et al., 2000). Al NE del área de estudio se localizan los yacimientos Carretera de Castellón, Convento de Atocha y Cerro de la Plata, quedando al sureste Puente de Vallecas y Arroyo del Olivar de gran valor paleontológico y datados en el Aragoniense medio superior (14,1- 13,8 millones de años). Del yacimiento Carretera de Castellón son escasos los datos que se conservan en la actualidad, habiéndose encontrado únicamente en la bibliografía datos acerca de su hallazgo en 1903 y que proporcionó restos de mamíferos (Gómez y Morales, 2000c). Los yacimientos Convento de Atocha (hallado en 1858) y Cerro de la Plata (descubierto en 1903) proporcionaron restos del mastodonte Gomphotherium angustidens. Se encuentran referencias de estos yacimientos desde mediados del siglo XIX (Prado 1858) hasta mediados del siglo XX (Azpeitia 1903, Royo 1928-1929, Pérez de Barradas 1929 y Sáenz 1949), entre las que se encuentra una referencia de Azpeitia que menciona que algunos de los hallazgos citados por Prado en los alrededores del Convento de Atocha pueden situarse en el Cerro de la Plata (Mazo, 1985). Además, en el Cerro de la Plata, se han obtenido restos de un Rinoceronte (Aceratherium cf. tetradactylum) (Alberdi et al., 1985a). El Puente de Vallecas fue descubierto en la tercera década del siglo XX (1928). En este yacimiento se han documentado restos de macromamíferos, entre los que predomina Anchitherium matritense (50 % de la fauna obtenida). También se han recuperado restos de otros macroherbívoros como Gomphotherium angustidens, Rhinocerotidae indet., Hoploaceratherium tetradactylum, Conohyus simorrense, Paleomeryx magnus, Heteroprox moralesi, y los carnívoros Pseudaelurus quadridentatus, Pseudaelurus lorteti, Amphicyon major y Plithocyon armagnacensis. Este yacimiento debido a su temprana localización no fue excavado sistemáticamente, lo que seguramente produjo una pérdida del registro paleontológico de esta zona (Peláez-Capomanes et al., 2003; Soria et al., 2000). El yacimiento Arroyo del Olivar, fue descubierto y destruido en 1983 durante la construcción de un colector perteneciente a las obras del Saneamiento Integral de Madrid. El personal del Museo Nacional de Ciencias Naturales, localizó los niveles extraídos en un vertedero, pudiendo recuperar parte de la fauna miocena que contenía dicho material. Así ha podido quedar constancia de los taxones de micro y macrofauna, entre los que se encuentran: los roedores, Heteroxerus grivensis, Armantomys tricristatus, Megacricetodon collongensis y Democricetodon darocensis; el lagomorfo, Lagopsis peñai; los insectívoros, Galerix sp. y Soricidae indet. y los macroherbívoros, Gomphotherium angustidens, Anchitherium cursor y Micromeryx flourensianus (Alberdi, et al., 1985a; Soria et al., 2000). La importancia de estos dos últimos yacimientos reside en que, a pesar de no haber sido excavados metódicamente, han aportado una asociación faunística que caracteriza la biozona E, permitiendo compararla con la biozona D a la que pertenecen todos los yacimientos situados al Noroeste de la zona de afección descritos como se ha comentado anteriormente (Soria et al., 2000). Por lo que respecta a la Paleontología del Cuaternario, el patrimonio madrileño está compuesto por yacimientos asociados a depósitos de tipo cárstico y a las terrazas fluviales, siendo estos últimos los más abundantes. La fauna contenida en estos niveles de terrazas permiten realizar una aproximación cronológica a los materiales que las constituyen (Pérez-González y Uribelarrea, 2002). Así, las terrazas en las que se han encontrado restos de Mamuthus meridionalis podrían corresponder al Pleistoceno inferior-medio, mientras que la desaparición de Elephas antiquus señalaría el comienzo del Pleistoceno superior en terrazas relativamente altas. El área de afección del proyecto constructivo queda enmarcado dentro del BIC Terrazas del Manzanares, hallándose numerosos yacimientos paleontológicos cuaternarios en zonas muy próximas al área de afección. Dentro del BIC Terrazas del Manzanares se ubican la mayor parte de los yacimientos paleontológicos y arqueológicos pleistocenos de la provincia de Madrid, la gran mayoría descubiertos y estudiados en el primer cuarto del siglo XX. En la figura 9 se puede observar la ubicación de los yacimientos paleontológicos principales asociados a dichas Terrazas y la proximidad al área de estudio. Una aventura fascinante

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Fig. 9. Ubicación del área de afección y de los yacimientos paleontológicos miocenos más representativos del municipio de Madrid (Modificado de Gómez y Morales, 2000b)

Yacimientos como El Sotillo, Prado de los Laneros, Atajillo del Sastre, Tejar del Portazgo, Arenero del Portazgo, Las Carolinas, Fuente de la Bruja, Arenero de Lorenzo y Parador del Sol han sido tenidos en cuenta a la hora de ejecutar este proyecto por su proximidad al área de estudio. En los siguientes párrafos se va a realizar una pequeña descripción de estos yacimientos a partir de los datos tomados de Baena et al., 2002; Gómez y Morales, 2000c; Sesé y Soto, 2000; 2002. Al Pleistoceno medio corresponde el yacimiento Arenero de Lorenzo Criado, perteneciendo el resto de yacimientos al Pleistoceno sin mayor precisión, debido a la falta de resolución bioestratigráfica de los taxones identificados en ellos. Situado en el Barrio de la Salud, junto al de Usera, se encuentra el yacimiento poco documentado denominado Arenero de Lorenzo Criado. La fauna publicada por Royo Gómez en 1931 (Equus caballus y Bos cf. primigenius) hoy en día se encuentra en paradero desconocido. Royo Gómez considera los restos de bóvido encontrados similares a los obtenidos en el yacimiento de Torralba y Ambrona, por lo que puede atribuirse al Pleistoceno medio. El yacimiento del Sotillo, fue descubierto por Wernert y Pérez de Barradas en 1918, y publicado por este último en 1926. Se encuentra localizado entre el río Manzanares y la carretera de Andalucía, contiguo al merendero “El Sotillo”. En 30

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él se encontró Equus sp. y Cervus sp. asociados a lítica. En el Museo Arqueológico Nacional se conservan los restos de Equus sp. de las colecciones de Wernert y Pérez-Barradas, actualmente determinado como Equus caballus, junto con restos de Bos taurus más modernos procedentes de un Fondo de Cabaña. En el yacimiento Prado de los Laneros, situado entre la Carretera de Andalucía y el Manzanares cerca del Puente de la Princesa y descubierto y estudiado por Pérez de Barradas, se documentaron restos de Equus sp., Bovidae indet. y otros mamíferos. Actualmente en el Museo Arqueológico Nacional se encuentran depositados restos de caballo, Capra/ Ovis, Bos taurus y Lepus/Oryctolagus de distintas edades pudiendo llegar hasta el Holoceno. Localizado cerca del Atajillo (yacimiento arqueológico), se encuentra el yacimiento paleontológico del Atajillo del Sastre, en el camino viejo de Villaverde, en el lado derecho de la carretera de Andalucía. Fue descubierto y estudiado por Pérez de Barradas entre 1921 y 1923. El material asociado se encuentra hoy repartido entre los Museos de San Isidro, Nacional de Ciencias Naturales y Arqueológico Nacional y corresponde a Equus caballus. El Tejar del Portazgo, situado en el antiguo Portazgo de Aranjuez cerca de la calle Carmen del Río, fue estudiado por Wernert y Pérez de Barradas entre 1910 y 1920. Ha proporcionado restos de macrovertebrados, entre los que se encuentran Equus sp.

Fig. 10. Ubicación del área de afección y de los yacimientos paleontológicos cuaternarios más representativos del municipio de Madrid (Modificado de Gómez y Morales, 2000b) Una aventura fascinante

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En el barrio de los Almendrales se sitúa el Arenero del Portazgo. Fue descubierto y estudiado por Pérez de Barradas y Wernert entre 1918 y 1920 y por Pérez de Barradas entre 1921 y 1923. Ha suministrado faunas de Equus sp. y Bovidae indet. Los restos de este yacimiento y el descrito en el párrafo anterior se conservan en la actualidad en el Museo Arqueológico Nacional sin especificar su procedencia concreta. Alejandro de Guinea descubrió el yacimiento de Las Carolinas que posteriormente fue estudiado por Hugo Obermaier en 1917. Se encuentra localizado cerca de la carretera de Andalucía, en el término municipal de Villaverde, próximo a la Residencia Sanitaria 12 de Octubre. La fauna fue publicada por Obermaier en 1917 y por Pérez de Barradas en 1926. Éstas corresponden a Equus caballus y Bovidae indet. Como fauna inédita el yacimiento cuenta con Elephantidae indet. y Bos cf. primigenius. Dicho material se encuentra ubicado actualmente en el Museo de San Isidro y en el Museo Nacional de Ciencia Naturales. El yacimiento Fuente de la Bruja se encuentra cercano a la casa de Quitapena, del que en 1926, Pérez de Barradas publicó la fauna: Cervus sp., Bos cf. primigenius. Actualmente se desconoce el paradero de los restos allí recuperados. El Parador del Sol situado en la Carretera de Andalucía y el Arroyo Bayones, en el Barrio de Comillas, también es denominado como Tejar de los Bartolos. En él se describieron dos niveles con Equus sp y Cervus sp. En el Museo Arqueológico Nacional únicamente se conservan piezas dentales de Equus sp. Durante la realización los diferentes proyectos constructivos se han visto afectados niveles geológicos tanto terciarios como cuaternarios como ya se ha comentado anteriormente. Desde el punto de vista macropaleontológico no se ha producido ningún hallazgo. En cambio, el análisis de las muestras tomadas para el estudio de microfauna ha proporcionado un importante número de restos de microvertebrados, lo que evidencia el alto valor paleontológico de la zona.

1.5. Análisis de las muestras micropaleontológicas 1.5.1. Metodología Las muestras micropaleontológicas tomadas durante el seguimiento paleontológico fueron recogidas y trasladadas a un contenedor ubicado en la zona de casetas de obra, donde fueron almacenadas hasta su procesado. Inicialmente las muestras son lavadas. Para ello, el material que las compone es extendido sobre bandejas para asegurar un correcto secado del mismo y eliminar la humedad que pudieran contener. Posteriormente, las muestras se disponen en barreños adecuados sumergiéndolas en agua durante unos días, facilitando así la disgregación de la arcilla. Posteriormente, son vertidas sobre una mesa de lavado de luz de malla de 630 µm, facilitando la eliminación de la arcilla, quedando retenido el residuo lavado en el tamiz. En algunos casos es necesario repetir este proceso, debido a la alta proporción de arcillas que continúan teniendo los residuos después del primer lavado. Este residuo se coloca en bandejas para eliminar la humedad, introduciéndolas en bolsas y almacenándolas en el Laboratorio de Audema, S.A. a la espera de seguir su procesado. Dicho material es tamizado para ser separado en fracciones y así facilitar el trabajo de triado. Para el tamizado se ha empleado una columna de tamices CISA, modelo 203/50 y 200/50, de luz de malla decrecientes (2,00 mm, 1,60 mm, 1,00 mm y 0,63 mm). Cada una de las fracciones obtenidas ha sido triada con ayuda de una lupa binocular, es decir, el material es revisado grano a grano vertiendo poco a poco pequeñas cantidades del residuo en una bandeja que es barrida bajo la lupa binocular, lo que permite extraer los restos óseos y dentales que pueda contener el residuo. Así para el triado se ha empleado una lupa Motic, modelo SMZ-140 series, con aumentos 10x20 e iluminadores de luz fría SCHOTT, modelo KL 200. Los restos con interés paleontológico, son extraídos y clasificados anatómicamente, en el caso de elementos del esqueleto post-craneal, y taxonómicamente, en el caso de piezas dentales. Para estas últimas se han realizado medidas de longitud y anchura máxima (entendiendo longitud como el eje máximo en disposición paralela a la pieza orientada y anchura como el eje máximo perpendicular) con un objetivo micrométrico calibrado con un micrómetro objetivo de 1 mm. Para la documentación fotográfica de las piezas se ha empleado una cámara Casio EX-Z 850, de 8,1 megapíxeles, extra large 2,5” LCD, 3x Optical zoom. La figura que se presenta a continuación muestra diferentes fotografías del procesado de las muestras micropaleontológicas. 32

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Fig. 11: Tratamiento de muestras micropaleontológicas (Método Lavado-Tamizado-Triado)

El plan de muestreo aprobado para este proyecto constructivo determinaba la recogida de muestras de 500 kg para el estudio de microfauna. 1.5.2. Resultados micropaleontológicos Durante el programa de vigilancia paleontológico desarrollado en los siguientes proyectos constructivos, se han tomado 13 muestras de 500 kg para análisis de microfauna. De la totalidad de las muestras el 84% se ha tomado de niveles terciarios recogiendo el 16% restante en materiales de edad Cuaternaria. Inicialmente se procesaron 250 kg de cada muestra con el objetivo de realizar una primera valoración de su potencial paleontológico. Tras este primer análisis, se obtuvieron restos óseos y dentales de microvertebrados en todas ellas. En base a estos resultados las muestras se consideraron positivas desde el punto de vista micropaleontológico, por lo que se realizó el procesado del resto del material. Las piezas dentales y en especial los dientes yugales, son los restos con mayor valor paleontológico, ya que presentan caracteres diagnósticos que permiten realizar determinaciones taxonómicas específicas. Por ello, las muestras son consideradas positivas cuando presentan al menos una pieza dental, ya que son las determinaciones taxonómicas de los restos las que permiten realizar estudios paleontológicos concretos. Una aventura fascinante

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En nuestro caso, el 100% de las muestras han resultado positivas, entendiendo como tal, aquellas que han proporcionado al menos una pieza dental determinante. La conservación que presenta el material recuperado es variable, hallándose entre los restos desde esquirlas óseas no determinables anatómicamente, hasta huesos del esqueleto postcraneal (astrágalos, vértebras caudales, falanges, metápodos,…) de microvertebrados. Las piezas dentales también presentan diversos estados de fragmentación, recuperándose desde pequeños fragmentos de esmalte hasta piezas completas que han permitido observar caracteres determinantes, desde el punto de vista taxonómico. En conjunto, las piezas dentales terciarias recuperadas pertenecen a los órdenes Lagomorpha, Rodentia, Insectivora y Artiodactyla. Dentro del órden Rodentia se han podido realizar determinaciones taxonómicas concretas llegando a nivel de familia. La mayoría de las piezas dentales recuperadas del orden Rodentia pertenecen a Cricetidae, y una minoría a Muridae y Arvicolidae. Cabe aclarar que la presencia de las familias Muridae y Arvicolidae es producto de una contaminación del material recogido ya que estos taxones no aparecen en la cuenca de Madrid hasta el Vallesiense y Plioceno respectivamente. Las muestras tomadas en materiales de edad Cuaternaria (ver figura 11), han resultado positivas desde el punto de vista micropaleontológico, obteniéndose en todas ellas restos óseos y dentales pertenecientes a microvertebrados. Al igual que sucedía con las muestras de edad Terciaria, la conservación que presenta el material recuperado es variable, hallándose entre los restos desde esquirlas óseas no determinables anatómicamente hasta huesos del esqueleto postcraneal (falanges, vértebras caudales,…) de microvertebrados. Las piezas dentales también presentan diversos estados de fragmentación, recuperándose desde pequeños fragmentos de esmalte hasta piezas completas que han permitido observar caracteres taxonómicamente determinates. En general, de las muestras cuaternarias se han obtenido piezas dentales pertenecientes a los órdenes Lagomorpha y Rodentia.

Fig. 12. Piezas dentales recuperadas en material de edad cuaternaria, perteneciente a los Órdenes Lagomorpha y Rodentia 34

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En las muestras terciarias analizadas se han recuperado restos de microvertebrados pertenecientes a los órdenes Rodentia (familia Cricetidae, Gliridae y Sciuridae), Lagomorpha, Insectivora y Artiodactyla (familia Cainotheriidae (género Cainotherium)), y Squamata, dentro de la clase Mammalia y restos atribuidos a la clase Reptilia (ver figuras 13 y 14).Las muestras cuaternarias han aportado restos pertenecientes a la clase Mammalia: órdenes Lagomorpha, Rodentia (familia Arvicolidae) y a la clase Gastropoda.

Fig. 13. Selección de restos micropaleontológicos del Orden Rodentia, tras el procesado de muestras Terciarias

La presencia de elementos pertenecientes al género Cainotherium, unido a los estudios geológicos realizados en la zona, permite avanzar que estas muestras pertenecen al Aragoniense medio, concretamente a la biozona D de Daams y Freudenthal (1981) y 5 de Mein (1975). Desde el punto de vista paleoambiental, la presencia de Armantomys en el material muestreado indica un clima seco y espacios abiertos (Luis et al., 2000). Estudios más concretos del material obtenido (tanto terciario como cuaternario), permitirán ampliar la información paleontológica del resto de niveles muestreados. Desde un punto de vista geológico, se han podido documentar dos unidades geológicas correspondientes a las facies distales del sistema de abanicos aluviales coalescentes en el caso de la Unidad I de limos arcillosos marrones, y los depósitos de margen lacustre compuestos por arcillas verdosas de la Unidad II. Ambos depósitos se generaron durante el Mioceno medio y en más concretamente en el Aragoniense medio, correlacionándose con las Biozonas Dc y Dd de Daams (1984). Además se han documentado también los sedimentos fluviales-aluviales asociados al valle del antiguo arroyo Carcavón.Todas las muestras micropaleontológicas tomadas durante el control de los movimientos de tierras han Una aventura fascinante

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aportado restos óseos y dentales de microvertebrados, lo que confirma la importancia paleontológica de la zona. El estado de conservación del material recuperado es variable, pero se han podido obtener fragmentos de piezas dentales y piezas completas que han permitido observar caracteres diagnósticos importantes para la determinación taxonómica.

Fig. 14. Restos de microvertebrados obtenidos en material terciario, perteneciente a los Órdenes Lagomorpha y Artiodáctila

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Capítulo 2 EXCAVACIONES EN LOS TALLERES DE LA ESTACIÓN DE ATOCHA O “DEL MEDIODÍA” Autor: Jorge Morín de Pablos Dpto. Arqueología, Paleontología y RR. Culturales. Auditores de Energía y Medio Ambiente, S.A. Avda. Santorcaz, 4 (280002 Madrid). e-mail: [email protected]; [email protected]

Esta actuación responde a las Resoluciones Ref. 12/030063.9/06 emitida el 10 de Julio de 2006 por la DGPH de la Comunidad de Madrid dentro del expediente nº 175/06. El proyecto estaba dentro del Bien de Interés Cultural declarado como Zona Arqueológica de las Terrazas del Manzanares (Decreto 113/1993, de 25 de noviembre).

ZONA DE ACTUACIÓN ARQUEOLÓGICA EN LA PLANIMETRÍA DEL PROYECTO.

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2.1. El tren y sus orígenes en la ciudad de Madrid Es necesario subrayar la importancia que el nacimiento y posterior desarrollo del ferrocarril ha tenido en los últimos 175 años de la sociedad española, influyendo decisivamente en los campos económicos, políticos, sociales y culturales y favoreciendo los términos municipales por los que atraviesa. De esta manera, el conocimiento de este hecho histórico aplicado a ámbitos geográficos y sociales concretos, ayuda a comprender la historia global de una región y la evolución de un país. El ferrocarril tiene así, una importancia decisiva en el devenir histórico de España y en concreto la Comunidad de Madrid. Los primeros ferrocarriles Los primeros ferrocarriles españoles nacen bajo el reinado de Isabel II, 1833-1868, período caracterizado por una oligarquía financiera de carácter liberal. De esta manera, la política ferroviaria del momento se basaba en las pretensiones comerciales de la clase burguesa. Los primeros ferrocarriles imitaban la forma de estrella radial de la red de comunicación francesa. Cabe añadir a este punto que las líneas ferroviarias eran un claro reflejo del desequilibrio territorial español, en el sentido que aquellas zonas que no siguieron un buen ritmo de industrialización, se vieron marginadas por los nuevos trazados de las vías de comunicación. Por un lado existiría el desarrollo del litoral cantábrico y del levante catalán, y por otro, el estancamiento de la zona de la cordillera ibérica y la frontera hispano-portuguesa1. En la época en la que se inaugura el ferrocarril de Aranjuez ya se proyectaba la primera gran línea peninsular con la idea de prolongar esta misma hasta Almansa, hasta el Mediterráneo. El desarrollo del ferrocarril en España podemos dividirlo en dos periodos diferentes que se corresponden con dos momentos político-sociales. Un primer momento se produciría bajo el mandato de Isabel II, cuando se crean dos ejes básicos: son las líneas de Madrid a Zaragoza y de Madrid a Hendaya, de carácter local e intereses privados. El segundo periodo sería durante la Restauración, momento en el que implantaron líneas ferroviarias radiales de carácter regional e intereses estatales como la línea de Ciudad Real- Badajoz. Se trata de proyectos menos ambiciosos que los de Isabel II, pero con ellos se articuló gran parte de la geografía española hasta la llegada de Primo de Rivera. A este periodo clásico le sucedería una tercera fase denominada “MOP” (Ministerio de Obras Públicas) iniciada bajo la dictadura de Primo de Rivera. Se trata del Plan de Ferrocarriles de Urgente Construcción de 1926 que a causa de la Guerra Civil no finalizó hasta 1972. El ferrocarril Madrid - Aranjuez Resulta difícil enmarcar el nacimiento de la línea entre Madrid y Aranjuez en el seno de una política seria de redes ferroviarias, o como resultado de un proceso de industrialización y mejora de la tecnología. En España todo este proceso se vivió de manera tardía, de manera que la introducción del ferrocarril va ligada al interés de una oligarquía económica para demostrar síntomas de modernización. En realidad, la primera mitad del siglo XIX se caracterizó por los intentos de la burguesía en llegar al poder y su fracaso en lograrlo. La burguesía fue consiguiendo espacios de poder y económicos pero no fue capaz de exponer un programa político claro como reflejo de una sociedad democrática, lo que supuso un proceso de industrialización inestable. La política ferroviaria de estos años acentúa un desequilibrio territorial entre aquellas provincias que contaron con estos promotores y las que no, zonas, éstas últimas, que mantuvieron durante décadas una estructura social y económica agraria. La primera vía férrea española, la que unía Barcelona con Mataró se había inaugurado en 1848, producto del desarrollo de la industria textil en la zona de Cataluña. En Madrid, el 9 de febrero de 1851 la reina Isabel II inauguraba la línea de ferrocarril que unía Madrid con la localidad de Aranjuez, convirtiéndose en un símbolo de modernidad y en un importante guiño a la sociedad industrial, aunque las consecuencias del establecimiento de esta línea no respondían a las mismas razones que la línea de Barcelona- Mataró. Fue el Marqués de Salamanca quién convenció a la reina de la importancia y la rentabilidad de contar con el ferrocarril. Las obras de este tramo se iniciaron en 1846, aunque entremedias sufrieron algunas interrupciones, así que no fue hasta 3 años más tarde cuando se reanudaron con fuerza, pudiéndose inaugurar en 1851. La concesión provisional fue aprobada _________ 1

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Esteve García, Juan P. “El ferrocarril Madrid-Ciudad Real-Badajoz” en Monografías del Ferrocarril / 25, pág. 19

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en 1844 a favor de la Sociedad “Camino de Hierro de María Cristina”, en homenaje a la madre de Isabel II y le fue otorgada en abril de 1845 gracias a un depósito personal del Consejero de esta misma Sociedad José Salamanca Mayol, de 6 millones de reales. Los hermanos de origen británico Green redactaron el proyecto bajo la dirección del ingeniero Pedro Miranda. En 1850 comenzaron las primeras circulaciones entre Madrid y Pinto, terminando las obras el 8 de febrero de 1851. Ese mismo día se realizó, sin viajeros, el primer viaje de la línea para comprobar el funcionamiento y el resultado de las obras, además de medir las distancias para fijar las tarifas por trayectos. Entre las estaciones de Madrid y de Aranjuez había otras: Getafe, Pinto, Valdemoro y Cienpozuelos. En el primer viaje, del día 9, salieron siete locomotoras que tardaron cincuenta y cuatro minutos en recorrer los 50 Km de trayecto, (aunque las previsiones de Pascual Madhoz habían sido de una hora y media), El embarcadero de Atocha contaba con 3 vías, en la salida había una cochera con seis vías y con capacidad para 54 carruajes y el depósito de máquinas con 4 máquinas. La estación de Aranjuez contaba con las mismas dependencias que la anterior aunque en el depósito había espacio para 8 máquinas, además esta estación contaba con un taller de reparación de locomotoras. Los antecedentes de unir Madrid y Aranjuez se remontan a 1830 cuando para impulsar el desarrollo de este Real Sitio, un grupo de particulares, Francisco Xavier de Burgos, José Joaquín del Álamo, Joaquín Vizcaíno y Diego Ramón Somera, solicitaron la concesión de un camino de hierro. En ese momento la concesión les fue denegada e igualmente cuatro años más tarde, en el segundo intento. En 1843 se solicitó por parte de Pedro de Lara y Meliá una concesión para unir Madrid con Alicante pasando por Albacete, proyecto que posteriormente quedó reducido a la línea Madrid-Aranjuez. Al entrar en el municipio de Villaverde, el tren tenía que salvar el Canal del Manzanares a la altura de la tercera esclusa, aproximadamente, sobre un puente, el llamado Puente del Manzanares. Esta construcción se inaugura en 1851, aunque, de manera casi inmediata, sufre las crecidas del río y se tuvieron que sustituir las pilastras originales temporalmente. En 1861 la compañía M.Z.A. (Madrid-Zaragoza-Alicante) reconstruye el puente.

2.2. Estudio histórico del terreno El desarrollo de la red ferroviaria fue muy importante para el dinamismo urbano y económico de la ciudad. Con la línea de Aranjuez se iniciaba el desarrollo de una red radial de ferrocarriles que con centro en Madrid llegaba a todas las provincias del país. La estación se situó en el paseo de Atocha, junto al arroyo Carcavón, y en 1856 pasó a ser la cabecera de la Compañía de Ferrocarriles de Madrid a Zaragoza y Alicante, sociedad de capital mayoritariamente francés. En 1859 se creó una segunda estación, la de la Compañía de los Ferrocarriles del Norte de España, sobre la que había sido posesión del Príncipe Pío de Saboya y con el propósito de construir una línea que enlazara Madrid con Hendaya. El problema es que cada una de estas estaciones estaba situada en un extremo de la ciudad, por lo que los pasajeros y mercancías que querían enlazar de una estación a la otra tenían que cruzar la ciudad por otros medios. En 1866 se subsanó este problema con la construcción de una línea de circunvalación que atravesaba los nuevos barrios del sur del ensanche. Esta solución condicionará notablemente el desarrollo urbano de estos barrios, en los que proliferaron las industrias, las fábricas, los talleres, los almacenes, y, por supuesto, nuevas estaciones de ferrocarril. Así, en 1878 el establecimiento de la estación de las Delicias, explotada por la Compañía del Ferrocarril de Madrid a Cáceres y Portugal, terminó por consolidar este pasillo ferroviario, a la que siguieron la Estación de Goya (con destino a Villa del Prado y Almorox), la Estación del Niño Jesús (con destino Arganda y posteriormente Aragón), y las estaciones Imperial y de las Peñuelas, ambas construidas por la Compañía de los Ferrocarriles del Norte. En las tres primeras décadas del siglo XX se siguió la tendencia de ubicar las dotaciones ferroviarias en la mitad sur de la ciudad. De nuevo, en las inmediaciones de la vía de circunvalación la Compañía de los Ferrocarriles del Norte instaló dos nuevas estaciones; una para el transporte de mercancías, llamada Imperial, por estar ubicada junto al paseo de este nombre, y otra, la de las Peñuelas, para pasajeros y mercancías, entre los paseos de la Esperanza y de Yeserías. También se fue completando la red local de ferrocarriles, con líneas que enlazaban con Vallecas (1908) y con Colmenar Viejo (1911), pasando por Fuencarral, propiedad de la Compañía Madrileña de Urbanización. Por último, se estableció una línea de uso exclusivamente militar, que cubría el trayecto entre una estación que se instaló en la calle Antonio López y la localidad de San Martín de Valdeiglesias. En 1927 cerca de 2,5 millones de pasajeros pasaron por las estaciones de la Compañía de los Ferrocarriles del Norte (Príncipe Pío, Peñuelas), cerca de 1,8 millones pasaron por la estación de Atocha, y más de 130.000 por la de las Delicias, lo que nos da una idea del tráfico humano y el trasiego de mercancías que soportaban las infraestructuras ferroviarias de Madrid. Una aventura fascinante

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En 1940, ya acabada la Guerra Civil, todas las líneas fueron reorganizadas en un monopolio estatal llamado Red Nacional de los Ferrocarriles Españoles, más conocido como Renfe. En 1967 entró en servicio el túnel subterráneo de enlace entre Atocha y Chamartín; en 1975 entró en servicio la Estación de contenedores del Abroñigal y circuló la última locomotora de vapor entre Madrid y Guadalajara, tras la electrificación de la línea; en 1976 concluyeron las obras de la nueva Estación de Chamartín y se completó la red de accesos ferroviarios a la ciudad. A diferencia de lo que ocurría en las zonas Norte y Este de Madrid, donde la puesta en marcha del proyecto de Ensanche impulsó su transformación, en el Sur el ferrocarril fue el principal agente que trastocó las características económicas, de habitabilidad y hasta de ocio de este espacio, pues cambió completamente los usos del suelo de la etapa anterior y, por tanto, el aspecto general de la zona y su funcionalidad dentro del marco general de la ciudad. Además de las estaciones de Atocha y Príncipe Pío, surgió una vía de circunvalación que debía unirlas y que no sólo partía en dos toda la zona, sino que sus funciones industriales produjeron un hondo impacto en años sucesivos, con la aparición de numerosos depósitos, industrias asociadas y cuadras para el ganado, así como nuevas estaciones (Delicias, en 1880; Imperial, en 1881 y Peñuelas, en 1914) de uso fundamentalmente industrial. El ferrocarril convirtió el rostro del Ensanche Sur en un laberinto de talleres, fábricas, cobertizos, almacenes, vías y ramales, que se incrustaban entre las nuevas casas, corralas y chozas que daban cobijo a las gentes que emigraban a la capital. En conclusión, Madrid se constituyó como principal nudo ferroviario, contando por ello con otras estaciones de partida como la de las Delicias (1879) de Emilio Cacheliesne. La estación más notable es la del Mediodia o Atocha que puede ser comparada con las del resto de Europa. El auge del ferrocarril llevó a la Compañía a sustituir la anterior estación por otra de mayor capacidad, para lo cual se realiza un concurso que ganaron el ingeniero Saint James y el arquitecto Alberto de Palacio (1889). La forma era de Casco de nave invertido cobijando 7438 metros cuadrados, sin apoyos intermedios. En la estación de Atocha, terminal de la Compañía M.Z.A. en Madrid, según el plano de Ibáñez de Ibero (1872-1874), destaca la dimensión del terreno ocupado por las instalaciones ferroviarias (estación de viajeros, playas de vías, cocherón de locomotoras, talleres de montaje y fundición, etc.) y la existencia de un espacio urbanizado en relación con el tráfico de mercancías (calles de Téllez y del Comercio), ocupado por los “Docks” de Madrid y por grandes almacenes de madera, servidos por apartadero, tal como puede verse en el plano de J. Pilar Morales. La utilidad inicial de la línea de Madrid a Aranjuez (1851) residió en el tráfico de maderas para construcción y carpintería, procedentes de la Serranía de Cuenca, desde donde llegaban a flote por el Tajo hasta Aranjuez. El 9 de febrero de 1851 se inauguró la primera estación ferroviaria de Madrid, Atocha, debido a la construcción de la línea Madrid-Aranjuez. Según afirma Gómez Yanci, no hubo polémica respecto a su emplazamiento, pues la zona era de fácil acceso a la ciudad, con una buena situación con respecto al trazado de la vía, amplitud de espacio y fácil topografía. En los primeros años constaba de unos cuantos edificios de construcción ligera y el “embarcadero” propiamente dicho, que era el edificio principal destinado a la entrada y salida de trenes, con dos andenes. También se instalaron las oficinas de la Compañía. Los haces de vías y las cocheras de locomotoras completaban las modestas instalaciones.

Fig. 15. Primitiva estación de Atocha (1858, Fotografía Laurent)

Al amparo de la ley de ferrocarriles de 1855, el marqués de Salamanca, que había vendido al Estado el ramal Madrid-Aranjuez (aunque continuó con su explotación), consiguió la concesión de la vía férrea hasta Alicante y de una nueva Madrid-Zaragoza. 40

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Pronto se vio la necesidad de ampliar la estación de Atocha, y en 1858 se llevaron a cabo importantes obras que la convirtieron en una gran estación, con grandes depósitos y muelles de mercancías y unos importantes talleres de reparación. El ferrocarril introduce otro elemento nuevo en el paisaje, representado por la playa de vías, el edificio de viajeros, los muelles y tinglados de mercancías, los depósitos de locomotoras y los talleres, en su caso; además de atraer la localización de almacenes o docks y de talleres vinculados a las materias primas que llegaban por el ferrocarril, así como de introducir un eje generador de crecimiento, constituido por la calle que, desde el casco, conduce a la estación. En concreto, la zona donde se ha realizado la intervención arqueológica se caracteriza porque entre la Calle del Sur (actual Méndez Álvaro) y los talleres y vías de la estación de Atocha se abría un profundo barranco por el que discurrían buena parte de las inmundicias de la capital. Sólo en los momentos en los que crecía la alarma social, por algún azote epidémico, la pestilente grieta cobraba fama por los evidentes riesgos que, para la salud de las personas, contenía su cauce maloliente. Julio Vargas, fue un periodista que, con motivo de la crisis epidémica de 1885, recorrió los barrios del Sur por ser los que mayor temor despertaban entre los madrileños, como focos de toda clase de epidemias y muertes.

Fig. 16. Sección del plano de José Pilar Morales, 1877

“Por el fondo de este barranco se precipitan en caudalosa corriente las aguas de la alcantarilla general. Esta, que recoge los desprendimientos de la mayoría de los vertederos de Madrid, y que deriva, casi en línea recta desde el Hospital General, va oculta por debajo de las antiguas huertas de Bornos, queda al descubierto corto trecho después y termina al pie de la casa Nº 45. Desde ese punto las aguas fecales de Madrid no siguen otro cauce que el lecho fangoso del barranco, y va a fertilizar varias huertas situadas al pie de los talleres del ferrocarril. Aquellos obreros, que han de llegar a su albergue precisamente bordeando el barranco; aquellas otras familias que habitan las demás casas de la línea izquierda de la Calle del Sur, viven aspirando sin cesar el vaho mefítico de aquel inmenso laboratorio de inmundicias que se revuelven a sus pies; del fondo de aquella turbulenta cloaca germinan columnas invisibles de pestilencia que esparcen en la atmósfera hasta larga distancia, los principios generadores de las enfermedades infecciosas. Hoy, medítenlo las autoridades, aquel inmundo barranco no es más que un foco de insalubridad que el azar no ha convertido todavía en arsenal de la muerte.” Estas aguas se vertían continuamente al cauce del río Manzanares, el cual era descrito por Baroja, en las proximidades del Canal, como “feo, trágico, siniestro, maloliente, río negro que lleva detritos de alcantarillas, fetos y gatos muertos”. El hecho de que la obra de Hauser, veinte años después, sea una referencia válida para el conocimiento del estado de los servicios municipales de la capital española indica, por sí mismo, el tipo de atención que recibió este campo de lo público. La mortalidad en Madrid llegó a tales extremos, que se convirtió en un motivo de alarma entre médicos, higienistas y demás estudiosos de la población, como Hauser o Méndez Álvaro, que llevaron a cabo un intenso debate sobre sus causas y remedios. El tren, por sí solo, mantenía un importante número de industrias y talleres que servían para el mantenimiento y funUna aventura fascinante

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cionamiento del propio ferrocarril. Los Talleres Generales de la Compañía Ferroviaria MZA se situaban al lado de la estación de Atocha y empleaban a muchos trabajadores. En ellos se fabricaba un gran número de herramientas para arreglar locomotoras, así como vagones, vías, furgones, indicadores, etc. La industria contaba con cinco motores eléctricos y dos maquinas de vapor alimentadas por tres calderas, tal y como pone de manifiesto el Boletín de la Cámara Oficial de Industria de la Provincia de Madrid del mes de Septiembre de 1913. A la altura de 1877, se puede observar en el mapa que diseñó José Pilar Morales cómo esta zona estaba tomando cuerpo, gracias al surgimiento de nuevos almacenes y talleres estrechamente vinculados al ferrocarril. Entre las vías del tren y la antigua calle del Pacífico o Carretera de Valencia, los Docks y los almacenes de madera copaban la mayor parte del espacio. En las fuentes documentales, el entorno era descrito en dirección al arroyo de Abroñigal, como un dominio de cerros desérticos y descampados, salpicados de algún pequeño almacén próximo a la vía de circunvalación (asegurándose de este modo el transporte de sus mercancías), una fábrica de yeso y algunos pequeños tejares. A medio camino entre el enjambre de talleres y los descampados se establecieron, en 1878, los cuarteles de Artillería e Intendencia, los cuales no habían sido recogidos en la memoria del Ensanche. En la propia zona de la intervención arqueológica, frente a esa actividad de almacenaje, el otro lado de las vías, entre éstas y la calle del Sur (actual Méndez Álvaro), predominaban actividades productivas articuladas en talleres de montaje y carpintería, fraguas y fundiciones, y un cocherón para las máquinas. Como se ha comentado, el desarrollo ferroviario también tuvo su reflejo en el ámbito urbano y demográfico. El impulso a las comunicaciones (tren, telégrafo, correo) fortalecía su papel político en plena construcción del joven Estado liberal y facilitaba una articulación más densa del mercado interior, al acelerar, incrementar y abaratar el intercambio de mercancías, personas e información. Poco tiempo después, en 1858, se ponía el punto y final a las obras del flamante Canal de Isabel II, que abasteció a una ciudad sedienta de agua, sin la cual no sólo era imposible arreglar su feo desaliño interior, sino también el fomento de la industria y el suministro de sus habitantes. Finalmente, en 1860 se aprobó el proyecto de ampliación urbanística que había elaborado el ingeniero Carlos Mª de Castro. Estos tres elementos quedaron como los cimientos del ulterior despegue de la capital en el primer tercio del siglo XX y fueron la respuesta a los numerosos problemas que atenazaban al Madrid isabelino.

Fig. 17. Anteproyecto de Ensanche de Madrid de Carlos María de Castro (1860) 42

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La Calle del Sur era un camino estrecho que se estiraba desde la Puerta de Atocha hasta el límite sur convirtiéndose en una de las principales arterias de la ciudad. En el mapa de 1877 se puede observar que su proximidad a la estación la convirtió en un lugar idóneo para el establecimiento de talleres y fábricas (en ese año aparecían varias yeserías y una fábrica de aserrar). Un año después, en las hojas del padrón municipal aparecían un fabricante de yeso y tres industriales (sólo uno indicaba su industria, una “fábrica de cerillas”, por la que pagaba 75 pesetas anuales). Seguramente no eran centros de trabajo de grandes dimensiones (como puede desprenderse de los alquileres y el tamaño de los edificios observado en el mapa de 1877), al estilo de las grandes fábricas que aparecían en Arganzuela entrado ya el siglo XX, sino talleres más o menos grandes, en consonancia con la economía de la ciudad, con algunos trabajadores empleados en ellos; jornaleros de la misma calle, o cercanas a ella, fijan como lugar de trabajo estos talleres. A pesar de ello, era el embrión del nudo fabril que caracterizó a esta zona en años posteriores, en comunión con los vecinos talleres de montaje y fundición dependientes de la estación ferroviaria. Por otro lado, la Calle del Sur, como vía de equipamientos para la ciudad, se completaba con la presencia del cementerio de San Nicolás, inmediatamente anterior a los talleres y yeserías. Fijado allí desde 1824, debido a la normativa de principios de siglo de sacarlos de las poblaciones, la ampliación que estaba experimentando Madrid lo había absorbido nuevamente hacia su interior. A pesar de ser erradicado en la planimetría de Castro y clausurado en 1874 por problemas de higiene, su presencia molesta se mantuvo hasta principios del siglo XX. En el padrón de 1878, cuatro familias (14 personas) afirmaban vivir en el cementerio, quizá en alguna casita de fábrica ligera y de mala calidad. Tres de ellas estaban encabezadas por jornaleros que trabajaban en él, mientras que la cuarta era la del conserje del cementerio. Ninguno de ellos pagaba alquiler, como una retribución por parte del Ayuntamiento por vivir allí. En el resto del sector, tanto al oeste hasta llegar al Paseo de las Delicias, como al sur de los centros económicos de la calle del Sur, se extendía un desierto humano y económico de barrancos y descampados, salpicados por alguna huerta, casa de labor y una cantera de yeso cercana al río. Fue un momento de antesala de lo que fue la explosión ferroviaria de nuevas estaciones y multitud de talleres, cocheras, almacenes, fábricas y raíles, que fueron surgiendo por doquier en las inmediaciones por donde discurría el gigante de hierro.

2.3. Descripción de los trabajos arqueológicos Se describe a continuación el proceso de excavación arqueológica de los hallazgos localizados durante los trabajos de construcción “obras de construcción del Pozo” en el Proyecto de Construcción del Nuevo Complejo Ferroviario de la Estación de Atocha. Fase I. Se ha procurado mantener el sistema de funcionamiento actual, aprovechando prácticamente la totalidad del drenaje secundario existente. La solución proyectada para el drenaje primario repone el actual cruce bajo la Estación Puerta de Atocha del colector Carcavoncillo, que canaliza los caudales provenientes de la estación de Cercanías y del colector de la Avenida Ciudad de Barcelona. Para ello, intercepta el colector ovoide existente antes de que éste, desagüe al “Carcavoncillo”, y, discurriendo en paralelo a la vía 1 de la estación Puerta de Atocha, lleva el agua hasta la zona de cabecera de vías para, desde ahí, cruzar todas las vías de la estación y conectar con el actual colector Carcavón en la Calle Garganta de los Montes. Dado que los colectores están situados a gran profundidad y presentan instalaciones próximas o sobre ellos, se planteó la hinca de éstos. Para ello se necesitó disponer de dos pozos de 12 m de diámetro interior para la hinca de los colectores, y dos pozos de 8 m para la salida de los mismos. Los trabajos arqueológicos se realizaron en el pozo 2. En general, en la zona de la intervención arqueológica se diferenciaron tres niveles: - El primero de ellos corresponde con el nivel superficial, la zona se caracteriza por las alteraciones sufridas debido a los numerosos usos del suelo. En concreto el área de ocupación del proyecto de Estación de Atocha. Por lo tanto, hasta la localización de los hallazgos existía un nivel de 1,50 m., compuesto de rellenos y vertidos contemporáneos, cubiertos por una gruesa capa de hormigón y asfalto. - El segundo de los niveles corresponde a los restos de lo que presumiblemente y por lo planos históricos, se trataba de las fraguas y fundición, junto con todo el sistema de drenaje y desagüe de las actividades que allí se desarrollaban desde 1850, momento de fundación de la Estación de Atocha y por tanto de la primera línea de ferrocarril en Madrid (Madrid-Aranjuez). Una aventura fascinante

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Se puede distinguir varias estructuras:

Figuras 18 y 19. Ámbito de la intervención sobre la planimetría histórica de 1866

• Una plataforma rectangular (5x3 m.) asentada sobre un nivel de gravas. Encima, una hilada de adoquines de granito sujeta un suelo de hormigón que traban 5 vigas de hierro de gran tamaño. Una posible interpretación es la de servir como anden para los trabajos que se desarrollasen en los trenes, aunque por lo limitado del espacio intervenido y las alteraciones sufridas no se ha podido determinar cual sería el lugar en la que se ubicarían las vías y el resto de la estructura.

Fig. 20. Vista general del muro y la plataforma 44

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• Estructura muraria (5x0,50 m.) con cimentación, adosada a la plataforma descrita. A ambos lados y colocadas en zanjas, estarían ubicadas tuberías de hierro. La estructura tiene una longitud similar a la plataforma, con una orientación norte-sur. En el extremo norte se establece un espacio vacío, en el cual se pudieron ubicar las vías anteriormente mencionadas. En el extremo sur se colocó una arqueta de mayor tamaño de 1x0,60 m., en la que por cada lado desemboca una tubería de hierro, en dirección Oeste se coloca una tubería que termina en el sumidero descrito a continuación.

Fig. 21. Vista general de antigua canalización, arqueta, entramado de tuberías y muro

• Sistema de drenaje compuesto por tuberías de hierro interconectadas en arquetas que, en un primer momento, se conectarían en una arqueta de planta cuadrada ya descrita y que parte de ella una tubería que desemboca en un sumidero construido con ladrillo macizo trabado con argamasa blanca y que alberga una tubería machihembrada de cerámica, comunicada con la galería abovedada subterránea.

Fig. 22. Vista desde el Oeste de la intervención, detalle de entramado de tuberías, arquetas y zanja realizada para la construcción de la galería Una aventura fascinante

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• Canalización de la que solamente ha perdurado la primera hilada de un alzado de ladrillo macizo que cobijaría una tubería de cemento u hormigón de color negro, tonalidad posiblemente debida a los residuos que transportaba. De esta construcción se puede observar una potente cimentación de hormigón de 1 metro de profundidad. La estructura fue seccionada para la construcción de la galería abovedada subterránea que se describirá a continuación. Debido a esta modificación se puede observar una obra posterior en la que se conecta la canalización descrita con una tubería de hierro que desemboca en el sumidero.

Fig. 23. Vista cenital de canalización

• Dos zapatas de cimentación de hormigón, de planta cuadrada, en posiciones exentas pero alineadas entre sí y con el extremo norte de la plataforma y el muro anteriormente descritos. Posiblemente podrían servir para la sujeción de los postes que sostendrían el tejado.

Fig. 24. Zapata de cimentación exenta en la zona Este de la intervención

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- El tercer nivel estaría formado por el estrato natural del suelo compuesto por arenas arcillosas, asentadas sobre un estrato de arcillas carbonatadas de tonalidad verdosa, denominadas peñuelas. En el nivel de arenas arcillosas se habría excavado y construido una galería abovedada de ladrillo macizo trabado con argamasa blanca, en la cual a través de un sumidero, desembocarían todos los residuos canalizados en el nivel superior. En un primer momento de la excavación se documentaron los niveles superiores, que posteriormente fueron retirados para la correcta documentación de la galería.

Fig. 25 Vista general de la galería

Figuras 26 27a y b. Planta y secciones de la excavación, fase 1 plataforma, fase 2 galería y fundido de las fases 1 y 2 Una aventura fascinante

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2.4. Conclusiones La excavación se emprendió con el objeto de documentar correctamente todos los restos localizados dentro del perímetro de actuación de las obras de construcción del Pozo 2 en el Proyecto de Construcción del Nuevo Complejo Ferroviario de la Estación de Atocha. Fase I. Según se puede observar en los planos históricos, los elementos excavados pertenecían a un complejo de talleres construidos en los primeros momentos de la Estación de Atocha o “del Mediodía” y que perduraron hasta momentos finales del siglo XX. En este lugar se ubicarían las fraguas y la fundición y ya en 1860 existen evidencias de instalaciones ubicadas en el mismo lugar en el que se ha realizado la intervención. La zona ha sido modificada en numerosas ocasiones y ha sufrido una evolución en paralelo a los servicios y necesidades del ferrocarril en el entorno. Las instalaciones más superficiales han sido prácticamente destruidas, mientras que elementos como las canalizaciones que permanecían protegidas han podido perdurar en un mejor estado de conservación. Se puede observar el entramado que configuraron, el cual parece confluir en un sumidero que serviría para verter el resultado de los trabajos en lo talleres en una galería orientada hacia el “Arroyo de Carcavón” o “Barranco del Hospital” también llamado “Arroyo de Atocha”, subafluente del Arroyo Abroñigal. Actualmente, la Calle Garganta de los Montes discurre hacia el “Arroyo Carcavón” o “Barranco del Hospital” por el mismo lugar que el arroyo mencionado.

Figuras 28 y 29. Fotogrametría de la excavación en sus fases 1 (plataforma) y 2 (galería) 48

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El desarrollo industrial que se produjo en la zona, sobre todo desde la instalación de las líneas ferroviarias en la segunda mitad del siglo XIX, originó problemas de salubridad pública en la zona que nos ocupa. En la intervención realizada y como se ha comentado, se ha observado un entramado de canalizaciones, tuberías, galerías, etc. que por los materiales usados y su método constructivo se puede determinar que pertenecen a diversos momentos que pueden coincidir con varios intentos de canalización y mejorar las condiciones sanitarias del entorno. Por lo aquí expuesto, las conducciones y estructuras excavadas y documentadas arqueológicamente, con motivo de las obras del Pozo 2 dentro del Proyecto de Construcción del Nuevo Complejo Ferroviario de la Estación de Atocha (Fase I), deben datarse cronológicamente entre los años 1850 y 1866. La primera fecha corresponde con el momento de construcción de las primeras instalaciones de la Estación de Atocha y en 1866, en los planos que se realizaron de la zona, aparecen talleres en el mismo lugar de la intervención.

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Capítulo 3 Estudio geoarqueológico de los depósitos del antiguo arroyo Carcavón (Madrid) Autores: F. Tapias Gómez, V. Dones García, Jorge Morín de Pablos, Mario López Recio y Manuel Alcaraz*

Esta actuación responde a las Resoluciones Ref. 12/030063.9/06 emitida el 10 de Julio de 2006 por la DGPH de la Comunidad de Madrid dentro del expediente nº 175/06 y Ref. 03/091076.9/10 emitida el 23 de Marzo de 2010 por la DGPH de la Comunidad de Madrid dentro del expediente nº 335/09. El proyecto estaba dentro del Bien de Interés Cultural declarado como Zona Arqueológica de las Terrazas del Manzanares (Decreto 113/1993, de 25 de noviembre).

(*) Dpto. Arqueología, Paleontología y RR. Culturales. Auditores de Energía y Medio Ambiente, calle Felipe Campos, 3 (28002 Madrid). e-mail: [email protected]; [email protected] Una aventura fascinante

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El área de estudio, se ubica dentro de la llamada Cuenca de Madrid, perteneciente a su vez a la Cuenca Meso-terciaria del Tajo. Se sitúa en la Cuenca Hidrográfica del Manzanares dentro del final de su curso medio, localizándose en un antiguo curso de agua ya desaparecido que es el arroyo Castellana-Carcavón; dicho curso atravesaba la ciudad de Madrid de norte a sur hasta llegar a desembocar en otro arroyo también extinto como es el arroyo Abroñigal. Éste a su vez es afluente del río Manzanares en el que desembocaba al final de su tramo urbano. El curso del arroyo Castellana-Carcavón está representado en varia planimetría antigua como el parcelario de 1929 y también en la propia cartografía geológica de la hoja 559 de la serie MAGNA (IGME, 1989).

Fig. 30. Montaje cartográfico con la base topográfica del Plano parcelario de 1929 (escala 1:2.000) y la cartografía geológica correspondiente al proyecto GEODE de Cartografía Geológica Continua de España (IGME, 2011). En el plano se ha señalado la localización de la zona de estudio y se han cartografiado varios elementos geomorfológicos (cerros y fondos endorreicos)

Se encuentra en la zona centro - meridional del municipio de Madrid, en el curso medio del antiguo arroyo Carcavón que tenía su cabecera al pie del antiguo Hospital de Atocha, si bien antes de la construcción de la Estación de Atocha este arroyo continuaba aguas arriba a lo largo de los Paseos del Prado y de la Castellana llegando en total a tener unos 10 km y denominándose arroyo de la Castellana. Concretamente los depósitos documentados en la obra pertenecen a la margen izquierda del arroyo Castellana-Carcavón. Durante las labores de control arqueopaleontológico realizadas en 2011 en el tramo urbano de Madrid de las obras de incremento de capacidad de Líneas de Alta Velocidad entre Torrejón de Velasco y la Estación de Atocha (Madrid), Tramo: Cabecera Sur Atocha a Calle Pedro Bosch, durante la excavación del Paso Inferior del P.K. 100+117 y el acondicionamiento constructivo de éste, se documentaron, entre las calles Comercio y Garganta de los Montes, varias secuencias de depósito fluvial asociadas a las distintas fases del antiguo arroyo Castellana-Carcavón, afluente del Abroñigal, en los cuales se ha investigado industria paleolítica. 52

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Figura 31: Vista general del perfil noroeste excavado para el Paso inferior, en el que se han señalado las 5 secuencias de depósito documentadas durante la vigilancia y asociadas al sistema fluvial-aluvial del arroyo Castellana-Carcavón, así como el contacto basal con las arcillas miocenas. En la secuencia Sec. 1 se han localizado la mayor parte de las piezas de industria lítica.

Estas piezas se hallaron en estratigrafía, concretamente en los perfiles de la excavación del Paso Inferior P.K. 100+117 y el acondicionamiento constructivo de éste. En la revisión de dichos perfiles se hallaron 12 piezas de industria lítica en sílex y 3 bloques o nódulos naturales de sílex, localizados en las secuencias fluviales cuaternarias. Se han documentado al menos cinco secuencias fluviales-aluviales asociadas al antiguo arroyo Carcavón. La mayor parte de las piezas líticas se han hallado en la secuencia 1 (inferior o basal) del arroyo que está constituida por varias barras laterales que migran al NE y están compuestas por gravilla, cantos blandos de arcillas miocenas, cantos de cuarcita, sílex y carbonato dentro de una matriz arenosa de distinta granulometría, y con cierto porcentaje de limos y arcillas en su matriz. La industria lítica en sílex se compone de un escaso número de piezas procedente de niveles de aporte del arroyo de Carcavón. Se trata de productos de lascado y escasos útiles retocados (una raedera) del Paleolítico Antiguo, así como algunos productos laminares, que pudieran adscribirse al Paleolítico Medio/Superior. Dichos niveles conservan las piezas líticas en depósitos de arrastre fluvial, en posición derivada. Se tomaron dos muestras de sedimento del nivel basal o Secuencia 1 (OSL-01) y nivel superior o Secuencia 5 (OSL-02) de las secuencias fluviales y aluviales documentadas en los perfiles excavados en el Paso Inferior, para datación mediante la técnica de OSL. (Luminiscencia ópticamente estimulada) y método de dosis aditivas, con el fin de establecer el tiempo transcurrido desde su última exposición a la luz solar en el Laboratorio de Datación y Radioquímica de la Universidad Autónoma de Madrid. Los resultados estiman para la muestra de sedimento OSL-01 una edad de 13.971±1382 años BP y para la muestra de sedimento OSL-02, una edad de 5.027±496 años BP. Materiales líticos del Paleolítico Medio y Superior se han documentado en yacimientos cercanos, como son el Puente de los Tres Ojos, en depósitos del arroyo Abroñigal y la Estación de Las Delicias, en depósitos de cuenca endorreica cercanos a la zona de estudio.

Figura 32. Bloques y nódulos naturales de sílex localizados en las secuencias fluviales del Carcavón Una aventura fascinante

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Fig. 33. Vista del perfil noroeste del Paso inferior, donde se han señalado las 5 secuencias de depósito documentadas durante la vigilancia y asociadas al sistema fluvial-aluvial del arroyo Carcavón, así como el contacto basal con las arcillas miocenas. Se indica la ubicación de la toma de muestras para datación (OSL-01 y OSL-02)

Los niveles estratigráficos excavados en el cercano yacimiento paleolítico del Puente de los Tres Ojos en el año 2006, pertenecen a tres secuencias fluviales que conforman la parte basal de la llanura aluvial del arroyo Abroñigal, con cerca de 3 m de depósitos y que según las dataciones OSL, fueron generados hacia el final del Pleistoceno Superior. Su cronología queda encuadrada entre los 14.409 + 984 años BP de la Secuencia I basal (OSL-3), similar a la fecha obtenida de la muestra OSL-01 del arroyo Carcavón, y las dos dataciones de 11.764 + 800 años BP (OSL-2) y 11.170 + 903 años BP (OSL-1) de la Secuencia III. Desde el punto de vista arqueológico, la tecnología de la industria lítica del yacimiento del Puente de los Tres Ojos indica la presencia de modelos de explotación centrípetos, levallois y discoides propios de industrias musterienses para la producción de lascas fundamentalmente, además de indicios de industrias de Paleolítico Superior (piezas foliáceas -Solutrense- y débitage laminar) (Tapias et al., 2011). La industria localizada en los depósitos del arroyo Carcavón, aunque escasa, presenta características morfotécnicas también del Paleolítico Medio y Superior, con alguna pieza derivada de débitage laminar. La industria aparece rodada por lo que posiblemente procede del desmantelamiento de los niveles de terrazas superiores, problemática similar a la industria localizada en el arroyo Abroñigal. Por su parte, el yacimiento de la Estación de Delicias, excavado a principios del siglo XX (Obermaier y Wernert, 1918) y objeto de un nuevo proyecto de investigación reciente (Alcaraz-Castaño et al, 2013), se localiza en una zona algo deprimida y cerrada dentro del interfluvio entre el valle del río Manzanares y el antiguo arroyo Carcavón. En el Sector I de Delicias, la gran mayoría de los materiales líticos recuperados durante la excavación arqueológica procede del nivel fechado en una edad, algo más antigua que la de la base de la secuencia del arroyo Carcavón. En el Sector II la mayoría de la industria lítica se documentó en el nivel 3c y en el nivel 3b se ha recuperado parte de la industria lítica. Este nivel cuenta con una datación, algo más reciente a la base de la secuencia del arroyo Carcavón. El estudio tecnológico de la industria apunta a que, en los dos sectores excavados en Las Delicias, que corresponden ambos al Solutrense, el objetivo era producir elementos bifaciales foliáceos mediante la reducción bifacial de grandes soportes, que fueron acompañados de producciones laminares y de lascas. 54

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Figura 34. Industria lítica documentada principalmente en la base de las secuencias fluviales (Sec. 1)

Los depósitos del arroyo Carcavón presentan, a grandes rasgos debido a la escasez de la muestra, industria del Paleolítico Medio y Superior, similar sobre todo al conjunto lítico detectado en el yacimiento cercano del Puente de los Tres Ojos. Ambos sitios presentan depósitos fluviales con transporte de materiales líticos, en posición claramente derivada, con cronologías similares (14.409 + 984 años BP para a Secuencia I basal del Puente de los Tres Ojos y 13.971 + 1382 años BP para la base de la secuencia del arroyo Carcavón) encuadrables en el Tardiglaciar. En el caso del yacimiento de Delicias, también coincide la presencia de industrias laminares y de lascas, aunque el componente solutrense de dicho yacimiento sea el predominante, no apareciendo elementos foliáceos en el arroyo Carcavón (Alcaraz-Castaño et. al., 2013). Desde el punto de vista paleontológico, durante el control de movimientos de tierras realizado en el proyecto constructivo “Plataforma para el incremento de capacidad en las líneas de alta velocidad entre Madrid Atocha y Torrejón de Velasco. Tramo: Cabecera Sur Atocha calle Pedro Bosch”, fueron localizados varios restos paleontológicos dentro de materiales terciarios, pertenecientes a macrovertebrados (artiodáctilos) y numerosos microvertebrados, entre los que se han podido recuperar más de 300 piezas dentales así como numerosos restos óseos de microvertebrados. Los estudios microfaunísticos de los niveles muestreados han permitido determinar la presencia de roedores, lagomorfos (conejos), insectívoros, artiodáctilos, (mamífero de pezuñas pares) y reptiles. Se han podido realizar algunas determinaciones taxonómicas más concretas de algunas de las piezas dentales, determinando la presencia de los géneros Cainotherium (artiodáctilo de pequeño tamaño), Armantomys (lirón), probablemente Heteroxerus (ardilla terrestre xerófila) y Lagopsis (lagomorfo). La presencia de esta asociación de taxones permite atribuir los niveles muestreados al Aragoniense medio y situarlos bioestratigráficamente en la Biozona D de Daams et al. (1998), MN5 de Mein (1975). Paleoecológicamente, la presencia de Heteroxerus, Armantomys y Lagopsis indican unas condiciones de altas temperaturas y ambientes áridos (Amezua et al., 2000). Sin embargo, la escasez de Armantomys frente al gran porcentaje de Lagopsis hace pensar que estas condiciones no deberían ser tan áridas. Los restos recuperados son afines a los recuperados en yacimientos aledaños, tales como los yacimientos Paseo de la Esperanza, Moratines, Paseo de las Acacias, Gasómetro, Cambroneras, Puente de Toledo y algo más alejados, yacimientos de gran importancia como Hidroeléctrica, y Estación Imperial. Todos estos yacimientos, junto con los restos documentados en Cabecera de Atocha, se encuadran en el Aragoniense medio (17,5- 14,1 millones de años). Una aventura fascinante

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Conclusiones Por tanto, el área situada al norte de la confluencia del arroyo Abroñigal en el río Manzanares presenta un alto potencial de conservación de yacimientos paleolíticos relacionados con el aprovisionamiento de sílex de los afloramientos existentes en la zona, localizándose coluviones (Cerro de la Plata), depósitos de origen fluvial (arroyo Carcavón y arroyo Abroñigal) y fondos endorreicos como en el caso de la Estación de Delicias, que pueden conservar suelos de ocupación y evidencias de ocupación y explotación del medio por parte de comunidades de cazadores-recolectores del final del Pleistoceno. Los niveles terciarios muestreados pertenecen al Aragoniense medio, generando una asociación faunística atribuible a la Biozona D de Daams y MN5 de Mein.

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Capítulo 4 EL REAL CANAL DEL MANZANARES. ZONA ARQUEOLÓGICA Autores: Jorge Morín de Pablos, María Laura Cantallops Perelló y Pablo Guerra García Dpto. Arqueología, Paleontología y RR. Culturales. Auditores de Energía y Medio Ambiente, S.A. Calle Felipe Campos, 3 (28002 Madrid). e-mail: [email protected]; [email protected]

Esta actuación responde a las Resoluciones Ref. 03/085308.9/10 emitida el 16 de Marzo de 2010 por la DGPH de la Comunidad de Madrid dentro del expediente nº 0592/08. El proyecto estaba dentro del Bien de Interés Cultural declarado como Zona Arqueológica de las Terrazas del Manzanares (Decreto 113/1993, de 25 de noviembre).

Real Canal del Manzanares

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4.1. Evolución histórica Manzanares, Manzanares, vos que en todo el acuatismo duque sois de los arroyos y vizconde de los ríos: soberbio corréis; mi pluma miércoles sea corvillo del polvo canicular en que os veréis convertido.(…)1

Antecedentes del proyecto hidráulico: un canal de navegación La idea de realizar, en el río Manzanares, una gran obra hidráulica, para convertir el río en un canal navegable uniendo el Jarama y el Manzanares, se remonta a los tiempos del rey Juan II en el siglo XV. José Amador Fernández de los Ríos así lo describe en su Historia de la Villa y Corte de Madrid: “El fin inmediato que llevaban los que propusieron tan útil empresa a Don Juan II, fue sin duda fertilizar los terrenos que mediaban entre el Jarama y el Manzanares, embelleciendo al propio tiempo la población y sus cercanías, más quizá no será aventurado suponer que al tratar de añadir al Manzanares un caudal de alguna consideración, tenían presente la posibilidad de hacerle navegable, como creyeron poderlo efectuar después, y como lo realizaron hasta cierto punto. Sabemos por escritores contemporáneos los medios de que pensaban valerse para la mencionada unión de los dos ríos, nivelando previamente el Jarama con el objeto de conocer su corriente y los terrenos por donde había de dirigirse, y conduciéndole después desde el puente de Viveros hasta el pié de la torre de la iglesia de San Pedro, desde aquí a los pilares que llamaban entonces del Pozacho, y por la calle de Segovia al puente del mismo nombre, por encima del cual había de entrar en el Manzanares. Dícese que la causa de haberse desistido de tal intento fue la muerte del rey más en nuestro concepto intervinieron otras, que en suma llegaron a producir un conjunto de dificultades poco menos que insuperables2. ” Fernández de los Ríos relata también, y a detalle, las obras que deberían realizarse en caso de materializar el proyecto: “Era necesario pasar el Jarama por tierras muy altas y quebradas que debían romperse, abrir fosos profundos, y fabricar en los barrancos y valles que se encontrasen, largos y robustos diques, que resistiesen la presión y la gravedad de las aguas, y en invierno el empuje de las arenas arrastradas por las corrientes llovedizas. Para evitar estos impedimentos, podía descaminarse el río, obligándole a dar grandes rodeos, en cuyo caso subían de punto las dificultades de tiempo y de desembolsos; y todo para aumentar el caudal del Manzanares, cuya escasez no consiste tanto en las de sus aguas, como en la demasíada anchura de su álveo y en las filtraciones que le merman y empequeñecen.3” Felipe II continuó con el proyecto y de la mano del ingeniero Juan Bautista Antonelli se avanzó en los conocimientos técnicos y en la adquisición, por parte de la Corona, de las tierras adyacentes a la ribera del Manzanares. El ingeniero pretendía unir Madrid con Lisboa, por aquel entonces puerto hispánico. Bajo este gran proyecto de obras públicas subyacían ciertas cuestiones de orden político ya que el Imperio español tenía dos capitales. Por un lado, Madrid con la Corte y la sede de la burocracia, y por otro Sevilla, con el puerto y la Casa de Contratación. Se trataba, entonces, de centralizar el poder tanto político como mercantil en un territorio. Además es este momento, las cortes europeas se asentaban junto a un río navegable, razón de más para materializar la idea de un canal navegable. Finalmente, Felipe II se instaló en el Alcázar de Madrid en 1561. Fue en el siglo XVII, bajo el reinado de Felipe IV cuando éste retomó el proyecto. Para ello se encargó a los coroneles Carlos y Fernando Grünemberg el reconocimiento del curso del Jarama para reconducirlo a Madrid. En el informe entregado al Monarca, los coroneles manifestaban la magnitud de las obras a realizar y el elevado coste de las mismas. Del documento resalta la mención que hacen los Coroneles en cuanto a la unión entre el Jarama y el Manzanares y afirman: 1 Luis De Góngora. 2 Fernández de los Ríos, J. A. Historia de la Villa y Corte de Madrid. Madrid, 1862. V.II, p. 79. 3 Ibidem, p.80.

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“venciendo todas las dificultades de romper y cortar las tierras altas que hay entre el Jarama y el Manzanares para traerles al pie de Madrid no se lograba el intento de hacerle navegable pues no hace la navegación la cantidad de las aguas” 4. De todas maneras, los Coroneles se comprometieron a comenzar las obras un año más tarde de que se hubiera aprobado el proyecto. La muerte Felipe IV paralizó el proyecto, aunque los Coroneles intentaron salvarlo entregando a la reina Mariana de Austria, madre de Carlos II, una memoria en la que argumentaba que el transporte de alimentos abastecería a la mayoría de la población; se trabajarían en los molinos los cereales, lo que facilitaría el comercio de harinas refinadas. También se pensaba instalar molinos de papel, pólvora y batanes. La idea de hacer un canal navegable siguió presente en el reinado de Fernando VI. De hecho en 1756 se pensó en fundar una compañía que canalizara los ríos Tajo, Jarama y Manzanares5. Las desavenencias entre la Corona y los presuntos dueños acabo con la incautación, por parte del Estado, de las obras. Más tarde, en 1770, surgió un proyecto de navegación presentado por un empresario, Pedro Martinengo. El proyecto era muy importante para Carlos III, y se intentó a toda costa crear las condiciones idóneas para poder llevarlo a cabo. Carlos III: entre la utopía y la realidad El proyecto del Canal del Manzanares debe encuadrarse en el apartado de proyectos hidráulicos de la Ilustración y el Romanticismo. Como señala el investigador Manuel Díaz-Marta Pinilla el marco histórico que comprende estos dos momentos, es el período que abarca los años de 1746 a 1860 y que a su vez puede dividirse en tres etapas. De 1746 a 1808: la Ilustración; de 1801 a 1814: la Invasión Napoleónica y de 1814 a 1866: el Romanticismo6. Estas etapas estructuran la colección de 690 planos de obras hidráulicas que conforman los fondos del Ministerio de Fomento y que han facilitado el estudio del proyecto de navegación interior del río Manzanares. Las grandes utopías Durante la Ilustración, los proyectos de obras hidráulicas son catalogados como utópicos, al igual que otros urbanísticos y arquitectónicos, debido a la falta de sinceridad para materializarlos. Resulta llamativa la cantidad de empresas que se ven truncadas por la imposibilidad de llevarlas a cabo; entre ellas, cabe destacar la idea primigenia de unir Madrid con Sevilla a partir de canales de navegación interior, así como el posterior proyecto del Canal del Guadarrama que pretende prolongar esta vía con un canal de unión entre el Guadarrama y el Manzanares. Seguramente, las principales razones que explican esta cuestión son, por un lado, la presencia de ingenieros extranjeros y, por otro, la necesidad del país de abrirse e igualarse al resto de Europa. Hasta los primeros años del siglo XVIII, en España, los ejecutores de los grandes proyectos de obras públicas, no están agrupados bajo ningún centro de formación específica; en general, se trata de arquitectos de la Academia de San Fernando o de maestros de obras, cuya formación técnica y conocimientos de matemáticas son superficiales. La organización de la “ingeniería” sigue siendo la misma que en siglos anteriores. A principios del siglo XVIII, en algunos países europeos, concretamente en Francia, se potencia la formación de profesionales en el arte de la construcción; esta actividad viene incentivada en un primer momento desde el ámbito militar, siendo éste el primero en recibir esta formación técnica para aplicarla a la guerra. De este modo, los nuevos planteamientos españoles de realización de grandes empresas públicas recurren a los ingenieros franceses, capaces de proyectar y dirigir las obras, ya que durante la construcción es más que necesario tener conocimientos de matemáticas, topografía, contabilidad, etc. Ésta es la realidad que hace llegar, entre otros, al famoso ingeniero francés Carlos Lemaur, convertido posteriormente en ingeniero militar español. En consecuencia, este panorama propicia el carácter utópico de las obras hidráulicas, por una parte por la ineptitud de los profesionales nacionales, por otra, por el desconocimiento topográfico de los extranjeros. Tanto unos, como otros, debían hacerse eco de que: “la única contención para no rebasar el límite admisible del componente utópico de un proyecto, y para no caer en un realismo retardatario, de rechazo a las innovaciones, radica en un mayor estudio que en otras épocas (…) de todos los bienes y males, de cualquier orden que sean, que puedan derivarse de cada proyecto”7. 4 5 6 7

Archivo Histórico Militar. Sig. 3-3-7-8 (Biblioteca Municipal de Madrid R25980, p. 33-72). Fernández Talaya, M.T. “El Canal del Manzanares, un canal de navegación en el Madrid de Carlos III”. p. 526 Díaz- Marta Pinilla, M. “Realismo y Utopía en los proyectos hidráulicos de la Ilustración y el Romanticismo”, en Planos Históricos de Obras Públicas, CEHOPU, p. 12. Díaz-Marta Pinilla M. Op. cit. p. 27. Una aventura fascinante

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Paralelamente, la política ilustrada española intenta remediar las desventajas económicas, sociales y culturales del país con respecto a Europa. Desde el punto de vista de las obras públicas, se comienza por dotar de nuevas redes de comunicación y transporte al país. A la hora de estudiar el fracaso de algunas empresas de navegación interior, hay que tener en cuenta que hasta la llegada del ferrocarril, el único medio de transporte interior es la carretera, por lo que las ansias de salir adelante cuanto antes, obviando para ello las características topográficas y climáticas propias, marcan el carácter utópico de muchas de ellas. En el caso de las obras para la navegación interior, el escaso caudal de los ríos supone que sólo se lleven a cabo los tramos más viables, quedando truncado el proyecto primitivo. Pese a todo, las inversiones económicas fueron importantes, de esta manera lo recoge el testamento de Floridablanca8 (1792), en el que se hace eco de las cinco obras con más peso durante su mandato: el canal de Murcia y los pantanos de Lorca, los canales de Aragón y Tauste, el canal de Guadarrama, el canal del Manzanares y el canal de Tortosa. En esta carta Floridablanca expone el fracaso económico de los canales de Aragón y de Tauste, además de los grandes gastos que ha supuesto el canal del Manzanares. En 1785 se presenta el proyecto más ambicioso de navegación interior de la mano del ingeniero Carlos Lemaur. La propuesta pretende unir Madrid y Sevilla mediante un canal navegable, pero la compañía del canal tan solo realiza obras hasta el embarcadero de Vaciamadrid. Como tantos otros proyectos de semejantes características utópicas se vio abocado al fracaso. Algunos investigadores, como Eugenio Sánchez Jiménez9, examinan las circunstancias. En primer lugar el volumen de las aguas no es suficiente para empujar el nuevo canal, de hecho además de las aguas superficiales tienen que utilizarse las aguas subterráneas, mediante un complejo sistema de filtraciones. Por otro lado, los desniveles del cauce tampoco son los adecuados para que puedan navegar los barcos entre el tramo de Puente de Toledo y Vaciamadrid. Todo ello evidencia el nefasto estudio del terreno previo a las obras. Las obras comenzaron con las excavaciones en unos terrenos del Distrito de Arganzuela y Soto de Salmedina, que pertenecían al Ayuntamiento. El cauce del canal era paralelo al río Manzanares por su ribera izquierda hasta llegar al embarcadero de Vacia-Madrid y para salvar los desniveles existentes contaba con diez esclusas. La cabecera del canal estaba situada junto al puente de Toledo junto a una noria que servía para el regadío de los jardines de los márgenes del canal. También se erigió un puentecillo ornamentado con un león. Desde esta cabecera, y hasta el embarcadero existían anchos paseos con arbolado, creados en su momento por Carlos III. Precisamente se llamó el Paseo del Canal del Manzanares al que recorría esta zona, perdiendo su nombre al ampliarse el de Santa María de la Cabeza. Asimismo hubo una Pradera del Canal, que tenía tres kilómetros de largo y 110 metros de ancho. En la zona del Puerto, también en Arganzuela, hubo barcazas y botes, así como diversas instalaciones como almacenes, cuadras y viviendas. Más adelante se instaló el complejo del embarcadero con sus dársenas, talleres y almacenes. El embarcadero fue fruto a lo largo de los años de sucesivas reformas y ampliaciones. Saliendo del puerto a la altura del cruce con el arroyo Abroñigal se levantó la primera esclusa con un sistema de doble represa para salvar el desnivel y que las embarcaciones pudieran seguir su camino. Junto a ésta se erigieron dos nuevos edificios para aserrar y triturar los mármoles que se utilizaban en la fábrica de porcelanas del Buen Retiro o de La China. Para evitar que se filtrasen las aguas se sobreexcava el canal, a un nivel más bajo que el del propio río Manzanares. Este hecho, obligó a la colocación de esclusas a corta distancia, además de no llevar pendiente suficiente la conducción. En la segunda esclusa había incluso un molino harinero y existió otro molino en la tercera, que había sido montado por los franceses, durante su ocupación de la Península. Aguas abajo, el Canal nunca alcanzó el río Jarama, aunque se quedó cerca. Hubo numerosos pleitos y cuando se abandonan las obras, el estado del canal, con las aguas estancadas, es totalmente insalubre. En ese momento, el Ayuntamiento trata por todos los medios de recuperar los terrenos. El canal del Manzanares es descrito ya en 1775 por el ilustrado de la Corte de Carlos III, D. Antonio Ponz, quien en 1776 es nombrado por el rey Secretario de la Real Academia de las tres Bellas Artes. En 1790, año en el que dimitió del cargo anterior a causa de su mala salud, fue nombrado consejero honorario por Carlos IV. Ponz cita literalmente (op. Cit. 1785: 419-20): “Se pueden considerar como unidos al paseo del Prado los de las Delicias, que bajan desde la Puerta de Atocha hasta la orilla del nuevo canal del Manzanares, uno para gente de a pie y otro para coches, carruajes, etc. Ambos están plantados con dos líneas de olmos a cada orilla”; y continúa describiendo las inmediaciones del Canal: “Los paseos que se forman en sus orillas con tanta copia de árboles, son ya de los más bellos que pueden verse”. La más temprana descripción del Canal mismo, en la misma obra de Ponz habla de (p. 508): “Esta obra es, por sus circunstancias, una de las más considerables del presente reinado. Tratóse de hacerlo en el del señor Carlos II. Se delineó 8 El testamento político del Conde de Floridablanca es la carta que envía al Conde de Aranda el 5 de mayo de 1792, publicado en El testamento político del Conde de Floridablanca. Madrid, 1962. P. 141 a 157. Citado en: Sáenz Ridruejo, F. “Panorama de un Siglo de Problemática Hidráulica en España”, en Planos Históricos de Obras Hidráulicas, CEHOPU. P. 28-29. 9 Sánchez Jiménez, E. “Catálogo del Fondo Histórico de Planos de Obras Hidráulicas”, en Planos Históricos de Obras Hidráulicas, CEHOPU. P. 375.

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el territorio por donde había de ir y aún se grabó estampa de él; pero esta empresa, como otras muchas, se quedó en proyecto”, no obstante, sigue diciendo Ponz, sobre las dificultades de su realización, “no podían, por ningún título, estorbar la resolución de que se hiciese, y así la vimos publicada el 15 de mayo de 1770, con las reglas y circunstancias que debían observarse, habiéndose acabado ya tres leguas de dicho canal, experimentándose las ventajas que se propusieron en cuanto a los molinos, navegación pesca, etc., dejando a la consideración de cualquiera cuál será la que producirán al pie de dos millones de árboles y arbustos de varias especies que reputan nacidos en sus márgenes”. Posteriormente, ya entrado el siglo XIX, se intentan completar las obras iniciadas por Lemaur para ejecutar el tramo que comprende Madrid hasta Aranjuez; a partir de 1818 se realizaron ampliaciones y obras fundamentalmente ornamentales. Carlos Lemaur y el Cuerpo de Ingenieros Militares La ejecución de los ambiciosos proyectos hidráulicos viene de la mano de los ingenieros militares. La fundación del Cuerpo de Ingenieros Militares en 1710, por orden del Rey Felipe V, constituye el primer grupo de técnicos organizados, a partir del cual se desarrolla el pensamiento geográfico y científico. Aunque las funciones específicas del cuerpo se centran en la defensa del territorio, a partir de las nuevas construcciones y la reparación de fortificaciones desarrollan también funciones urbanísticas y en obras de ingeniería civil y religiosa. Estos hechos ayudaron a consolidar el estilo neoclásico como tendencia constructiva funcional, frente al barroquismo imperante a principios del siglo XVIII. A medida que el siglo XVIII avanza, aumenta la promoción de las obras públicas y su financiación por parte de la Corona. En estos momentos de crecimiento político, recordemos que en 1749 se establece un plan para ordenar un sistema de transportes que responda a la nueva realidad del país, se echan en falta profesionales encargados de dirigir las obras públicas. Y es en este contexto destacamos a Carlos Lemaur, figura a la que se dirigen todas las miradas en materia de política hidráulica en el siglo XVIII. Son varios los nombres conocidos en relación a la construcción del canal del río Manzanares y las dependencias proyectadas en sus orillas orillas; unos más lejanos como Lope de Iguña, Manuel Serrano, Louis Loiseau o Mariano Lleopart; otros más cercanos como Miguel Ynza y Pedro Nolasco de Ventura. Carlos Lemaur llega a España en Junio de 1750 de la mano del Marqués de la Ensenada para incorporarse al Cuerpo de Ingenieros del Ejército, en calidad de ingeniero ordinario. Nacido en Montmirail, en Champagne (Francia), suele fecharse su nacimiento alrededor de 1720, aunque no puede afirmarse con precisión10. Su biografía laboral y las circunstancias de su llegada a España no están del todo claras, para ello los investigadores, y en particular Teresa Sánchez Lázaro11, se basan en dos fuentes. La primera de ellas es la versión del propio ingeniero, redactada en una hoja de servicio de 1764; la segunda, es un informe de Juan Martín Zermeño, ingeniero general del Cuerpo de Ingenieros del Ejército. Lemaur cuenta en su documento que en 1740 sirve al ejército de Luis XV, tras haber cumplido con sus estudios en París (no especifica cuáles). Desde 1744 sirve al ejército y cuatro años más tarde el embajador de España, el teniente general Francisco Pignatelli, le propone viajar a España. En el texto de Martín Zermeño se atribuyen a Antonio de Ulloa y no al teniente Pignatelli las gestiones para traer a Lemaur a España. En este documento tampoco consta que el trabajo del ingeniero tenga carácter oficial en Francia. De una manera u otra, el viaje que el Marqués de la Ensenada ordena hacer a Ulloa por Europa se centra básicamente en observar la red de canales, los sistemas de construcción de éstos y en encontrar a la persona indicada para su construcción. Lemaur proyecta y construye canales de navegación, puentes e incluso edificios públicos. Su último proyecto y seguramente el más conocido es el Canal de Guadarrama, aunque cabe mencionar también el proyecto del Canal de Castilla, el Camino Real de Galicia o la construcción del palacio del Arzobispo Rajoy. Respecto a la canalización del Manzanares resulta enigmático aclarar hasta qué punto deja esbozado un proyecto que posteriormente utilizarán sus hijos, en concreto Carlos Lemaur de la Murere. Lo que sí es cierto es que en 1785 Lemaur presenta un ambicioso proyecto que pretende unir Madrid y Sevilla por un canal navegable. El ingeniero francés ha sido acusado a menudo de proyectar obras con rasgos descaradamente utópicos; por ello, la mayoría no se materializan íntegramente. Los estudios erróneos de la topografía de nuestro país le llevan a teorizar sobre una geografía que no llega a comprender. Gracias a un inventario de los instrumentos que se usan en las obras del camino de Galicia (1769), podemos hacernos una idea del equipo topográfico que utiliza para sus cálculos: “dos cuadrantes en sus cajas con sus dos anteojos cada uno, sus brújulas, microscopios, destornilladores, tornillos, llamamiento. Niveles de aire y cada uno su pié. Cuatro brújulas sin pié, una con el vidrio roto y otra con una pieza desencolada”12. 10 Sánchez Lázaro, T. Carlos Lemaur y el canal del Guadarrama. Madrid, 1995, p. 27. 11 Ibidem, p. 27-28. 12 Ibidem, p. 14. Una aventura fascinante

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Carlos Lemaur tiene seis hijos, de los cuales cuatro, Carlos, Manuel, Félix y Francisco, siguen sus pasos. Todos colaboran en la elaboración de un mapa del canal del Guadarrama (1786): Mapa del primer trozo del canal del Guadarrama y de sus inmediaciones, que comprende desde el casco o estrecho de Peña, en el río de este nombre, y el punto de las vertientes a él y el del Manzanares cerca de las Rozas13. Carlos III y su proyecto ilustrado Pedro Martinengo presentó en 1769 un proyecto para construir, y bajo sus gastos, un canal navegable. A cambio pedía ciertos privilegios: la exclusividad en la construcción de canales de navegación, en veinte leguas de los alrededores de Madrid durante treinta años; el transporte libre por el canal de cualquier tipo de objetos, menos de contrabando y la propiedad de toda la pesca en cuatro leguas, entre otros14. Para el Rey la construcción de este canal era primordial, de hecho facilitó, de todas las maneras posibles las obras. Por un lado, facilitó las tierras por las que debía pasar el canal, incluso mandó desviar las aguas de los molinos inactivos para alimentar el cauce del río. En algunos terrenos se construyeron casas y almacenes para guardar los materiales de obra. La Compañía Constructora disfrutó de todos los privilegios con los que contaban las obras reales, incluso gozó del mismo fuero. De hecho, el Rey instó a los jueces para favorecer a la Compañía en relación a los asuntos administrativos. “(…) La utilísima obra de un Canal de navegación, que facilite el transporte de muchos ramos de frutos, y materiales a la Capital de un gran Reyno, es objeto de tanta consideración para la misma Capital, y para el Estado, que se deben estudiar todos los medios por donde se acelere su construcción, y se estienda quanto sea posible (…)”15 Los primeros trabajos se truncaron por una serie de pleitos interpuestos por los propietarios de las tierras colindantes. Hay que replantear las obras y a trazar nuevos planos, de esta fase son los planos de D. Manuel Serrano. En el tramo cercano al Puente de Toledo se ubican el puerto, los almacenes y el granero con las viviendas, además del lavadero del hospital. El Banco de San Carlos fue el encargado de llevar la administración del Canal desde 1788, se calcula que realizó unas quince obras de la que destaca un molino de dos piedras que se instaló en la tercera esclusa.16

Fig. 35. Mapa del Real Canal del Manzanares. Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus Posesiones de Ultramar de Pascual Madoz. Madrid, 1853. Escala 1:10.000. Fuente: Instituto Geográfico Nacional 13 Capel, H. et alii. Los ingenieros militares en España. Siglo XVIII. Repertorio biográfico e inventario de su labor científica y espacial. Barcelona, 1983. p. 263. 14 Fernández Talaya, M.T. “El Canal del Manzanares, un canal de navegación en el Madrid de Carlos III”. P. 528. 15 Real Cédula de S.M. a consulta del Consejo a probando la propuesta hecha por D. Pedro Martinengo y Compañía. Publicado por Joachin Ibarra en 1771. Biblioteca Nacional. 16 Fernandez Talaya, M.T. Op. Cit, p. 531.

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En 1791 fue nombrado ingeniero director de las obras Miguel de Hermosilla, quién escribió un dictamen sobre la necesidad de continuar con las obras, centrándose en la riqueza que produciría para la Corte y para el país un canal navegable. Hermosilla consideró que la navegación interior promovería la industria, habría una mayor abundancia en la agricultura, y por lo tanto, un aumento de las materias primas. El ingeniero, también realizó un inventario de los desperfectos en el que pedía, mayoritariamente, el arreglo de las murallas, almacenes, caminos y molinos. La compañía del Canal fracasó por varias circunstancias: en primer lugar el volumen de las aguas no era el adecuado; tampoco lo eran los desniveles pese a la existencia de diez esclusas, el trazado no fue el deseado y se produjeron múltiples derrumbes. En definitiva el canal existía como un proyecto derruido. El tramo urbano del Manzanares El río Manzanares, de 87 km. de longitud, nace en la Sierra de Guadarrama, a 2.350 m. de altitud, en el límite entre las provincias de Segovia y de Madrid. El río tiene tres partes: la primera discurre por un tramo montañoso; la segunda, la más degradada, riega el trazado urbano y la última pertenece al tramo suburbano y se dirige hacia Rivas Vaciamadrid. El tramo del río que atraviesa el entramado urbano de la ciudad se realiza hacia 1561 cuando el rey Felipe II decide trasladar la Corte a Madrid. En época antigua y medieval los asentamientos romanos y visigodos de la región habían conformado los vértices de la futura ciudad que queda delimitada por tres de los establecimientos principales del interior peninsular, como son Titultia, Miacum y Toletum. A partir del establecimiento de Madrid como núcleo administrativo empieza la decadencia de este río que sin embargo no crece proporcionalmente a la gran ciudad. A partir del siglo XVI, en su tramo urbano, el río se va engalanado con diferentes puentes, que permiten el paso de ciudadanos y del tráfico rodado. Su construcción sirve de base para los estudios técnicos relacionados con la futura cimentación en los márgenes del río.

Fig. 36. Puente de Segovia y Palacio Real. Fuente: Colección de postales, nº 9

El puente de Segovia y el de Toledo fueron los primeros en construirse; más adelante se sumaron el puente de San Fernando y el del Rey. El puente de Segovia se levanta en 1574 por “provisión real de Felipe II”; el conjunto del puente se concluye en 1577 y se abre al tráfico en 1785. Se encargan las obras a Gaspar de la Vega y tras su fallecimiento le sucede Juan de Herrera. La importancia del puente radica en el carácter de su construcción como monumento nacional y no como simple obra local; en él confluirán los caminos de toda España: “Castilla la Vieja y León de un lado y Toledo, Guadalajara, Andalucía y Extremadura de otro…”17 17 Fernández Casado, C. “Madrid y el Manzanares: el río, la ciudad y sus puentes”, en: La arquitectura del ingeniero. Madrid, 1975, p.81-82. Una aventura fascinante

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Tras la conclusión de las obras del puente de Segovia quedan resueltos los problemas del paso del río y por lo tanto se descuidan los trabajos de mantenimiento del primitivo cruce del río en el puente de Toledo. En 1670 Carlos II toma la decisión de construir uno nuevo cercano al anterior. La construcción se demora debido a problemas financieros, por lo que hasta 1718 el arquitecto Pedro Ribera no se hace cargo del proyecto. La obra finaliza en 1732, convirtiéndose en un monumento característico de la urbe moderna. El puente de San Fernando empieza a construirse bajo el reinado de Fernando VI y sustituye a un puente de piedra arruinado. Atraviesa el río en una parte en la que existe una isla, por lo que en realidad podemos hablar de dos puentes unidos por un tramo de muros. La construcción primitiva es de 1750, aunque en 1856 se hace una remodelación para reajustar los vanos de la segunda parte del puente, ya que el río se encaja en la margen derecha. Por otro lado, el puente del Rey se levanta con Fernando VII, en 1822. El proyecto lo realiza, casi con seguridad, Silvestre Pérez, el arquitecto que proyecta, durante la ocupación francesa, un plan de urbanización para los alrededores del Palacio Real. Inicialmente, el puente tiene un uso privado, exclusivo de la familia real, comunicando el Palacio con la Casa de Campo. Ya en el siglo XX, entre 1934-35, el Ingeniero de Caminos José María Cano, realiza el ensanche del puente. El ensanche remodela solo el lado de aguas abajo, permitiendo conservar el frente del lado contrario. En el tramo del río que comprende los puentes de San Fernando y de la Princesa (construido en el siglo XX, Paseo de las Delicias) se integra el paisaje urbano de la ciudad de Madrid, habiendo sido en siglos anteriores una zona de esparcimiento de los ciudadanos y visitantes. Este trayecto de la margen izquierda del río empieza a consolidarse y los distintos barrios del nuevo entramado urbano toman el nombre de los topónimos naturales, como las colinas disecadas de Moncloa y de Príncipe Pío, el cerro de las Vistillas, sin olvidar la importancia de la iglesia de San Francisco el Grande.

Fig. 37. Puente de Toledo. Fuente: J. Laurent y Cía Madrid

Fig. 38. Puente de Puerta de Hierro sobre el Manzanares. Fuente: HUARTE Y CIA S.L. Álbum. Año 1935. Magerit 64

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La construcción de puentes en el Manzanares durante el siglo XX, introduce nuevos materiales constructivos, como las estructuras metálicas y el hormigón armado, material este último que acaba por imponerse. Entre los primeros puentes estaría el de la Reina Victoria (1910) y el de la Princesa de Asturias, inaugurado en 1909 por Alfonso XIII. Este último resuelve el problema de dar salida directa a la carretera de Andalucía. En 1929 se rehabilita el puente primitivo. La nueva realidad urbana y el aumento de los medios de transporte, provoca que la construcción de puentes solucione, por un lado, el tráfico intraurbano y, por otro, la salida y entrada de la ciudad. El puente de Puerta de Hierro y el de Viveros fueron los primeros construidos por el Gabinete de Accesos y Extrarradio de Madrid, siendo Ministro de Obras Públicas Indalecio Prieto. Durante los años 40 y 50 se decide canalizar y urbanizar las márgenes más degradadas del río; el plan abarca todo el recorrido urbano, aproximadamente 5 Km. Desde las inmediaciones de San Antonio de la Florida hasta el puente de la Princesa, se levantan pequeñas presas y se construyen muros de ribera en hormigón chapados con mampostería granítica, para canalizar el río; el cauce se reduce así a 40 m de anchura. Estas obras condicionan la construcción de los puentes, como la del puente oblicuo del tercer cinturón y la modificación del puente de Toledo, entre otros. Al llegar la canalización a la zona del puente de Toledo, surge el problema de la insuficiencia de esta construcción para absorber el tráfico radial que parte de la ciudad. Entre todas las soluciones posibles se opta por duplicar el puente mediante la construcción de dos pasarelas de hormigón pretensado aguas arriba y abajo, dejando el antiguo puente como monumento peatonal. Esta propuesta, presentada por Carlos Fernández Casado y Fernando Chueca, se adopta finalmente para resolver la interacción puente de Toledo-tercer cinturón18. Los proyectos arquitectónicos del tramo urbano El siglo XVIII será para Madrid un periodo de grandes reformas y actuaciones urbanas, realizadas en su mayoría durante el reinado de Carlos III. No obstante, durante el reinado de Felipe V y su hijo Fernando VI se produjo la ordenación urbana de la periferia de la ciudad. Así, en un primer momento y bajo el corregimiento del Marqués de Vadillo (1715-1730) se ordenó la zona sur-occidental. El objetivo era crear una nueva relación urbana entre la ciudad y el río Manzanares, por lo que se construyó un camino que comunicaba con el nuevo Puente de Toledo (1719-1732). Otras actuaciones vinieron a completar la remodelación y arbolado de los caminos de la periferia, como los paseos del sur (1775-1780), la terminación de los accesos de la Puerta de Atocha y la solución final que adoptó la caminería de este último lugar para comunicar con el Canal del Manzanares. Pese a estas realizaciones urbanas, orientadas más que nada a mejorar los entornos palaciegos, lo cierto es que la ciudad apenas había crecido, y sólo se pudieron ocupar los espacios semiurbanos que quedaban junto a la cerca de 1625. El momento económico y político propicio llegó con Carlos III. Como ya se ha mencionado en líneas anteriores, en 1770 se libró Real Cédula a favor de don Pedro Martinengo para construir un canal navegable que partiendo de un embarcadero cerca del puente de Toledo llegase hasta Aranjuez. Estas obras se levantarían en terrenos de la dehesa de Arganzuela pero por la confusión en los límites con propietarios particulares se llegaron a producir una serie de pleitos para delimitar con precisión los límites de la dehesa. El siglo XVIII fue fructífero en proyectos que pretendieron hacer de la ribera del Manzanares una ciudad moderna. Muchos de esos proyectos corresponden a proyectos de ingeniería hidráulica, como el de la creación del canal navegable; otros corresponden tan solo a construcciones que pretenden dotar de mayor funcionalidad a la ciudad. Llegados a este punto es obligado citar la tesis de Gabriel Ruiz Cabrero19, “Un proyecto de construcción del Manzanares”, en la que el arquitecto, a partir de documentos y planos del siglo de la Ilustración, dibuja la ribera del Manzanares. Ruiz Cabrero se sirve de los escritos y reflexiones de Mons y Atauri sobre unos planos conservados de Madrid20, que comprenden la zona situada al sur y al oeste de la ciudad y que queda limitada por el río Manzanares y la línea de la antigua cerca de Felipe IV21. Los planos conservados por Mons y Atauri pertenecen a proyectos realizados por Lope de Iguña y Nicasio Ruiz de Obregón, entre otros, ambos implicados en los proyectos del Real Embarcadero del Manzanares y la Fábrica del Oro y de los Metales. 18 Fernández Casado, C. Op Cit. P.113. 19 Ruiz Cabrero, G. Una tesis dibujada. Ed. Pronaos.1993. 20 Los planos recogen plantas y alzados de edificios que no se han conservado, trazados de caminos, etc. Están dibujados con técnicas y formatos muy diversos. Los escritos sobre estos planos forman parte de un trabajo de recopilación de Mons y Atauri. Dicha documentación se encontró en unos arcones en los desvanes de una casa de sus familiares. 21 Ibidem, p. 11. Una aventura fascinante

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Los caminos del Manzanares El plano conservado responde a un proyecto urbanístico de avenidas trazadas en la parte de la ciudad correspondiente a la Puerta de Segovia, desde la cerca de Felipe II hasta el río. Carlos III impulsa este proyecto con el fin de sanear la ciudad de Madrid, ya que para la nueva dinastía borbónica, es importante fijar la capital como representación del poder central absolutista. En el interior de la cerca viven los individuos marginados y tienen lugar las procesiones de penitentes siendo, en definitiva, los “bajos fondos” de la ciudad. El proyecto nunca llega a realizarse en su totalidad y lo ejecutado no coincide exactamente con lo dibujado en los planos. En este territorio se proyectan unos caminos que se cruzan con plazas y glorietas circulares y semicirculares, componiendo figuras geométricas. Apoyadas a éstas, se disponen pequeñas colonias de frutales y flores que intentan evocar el jardín islámico. Se trata, en general, de hacer de la ribera del Manzanares un área lúdica, de paseo para los ciudadanos22.

Fig. 39. Los Caminos del Manzanares. (Fechado entre 1761 y 1785) 22 Ibidem, p. 29-30.

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Real embarcadero del río Manzanares El Real Embarcadero aparece ya proyectado en los planos anteriores, por lo que podría deducirse que el autor de los Caminos del Manzanares es el mismo: Lope de Iguña. El proyecto llega a construirse (la mayoría de diseños conservados datan de 1766) y tiene un uso frecuente hasta que se incendia, momento recogido por un dibujo a tinta china de Juan Zayas (1782). La construcción del embarcadero mantiene semejanzas con las formas arquitectónicas de otras fábricas reales, especialmente con la del Buen Retiro.

Fig. 40 a. Diseño del Real Embarcadero junto al río (1766). Lópe de Iguña

A orillas del Manzanares se proyectan otras construcciones que dejan entrever el crecimiento de Madrid como ciudad moderna, a la vez que se afianza como capital. Entre otros edificios, se plantea la construcción de la Real Fábrica del Oro y de los Metales. Los planos que se conservan de la fábrica, proyectada por Nicasio Ruiz de Obregón, son copias posteriores, realizadas por el mismo arquitecto y correspondientes a la última década del siglo XVIII y a la primera del siglo XIX. El complejo que se establece en la ribera del Manzanares está formado por un recinto pentagonal, a modo de fortificación, en el que se inscribe el edificio principal de planta cuadrada. Mons y Atauri plantea, en torno al año 1922, la construcción de La Compañía Filantrópica, un plan de viviendas para los agricultores y obreros que debe edificarse en los solares de la calle Cambroneras. El proyecto pretende rescatar al proletariado de la infravivienda y darle la oportunidad de vivir en habitáculos modernos, funcionales y autosuficientes en los que desaparezcan las estancias obsoletas como las cuadras y el granero y se incorpore, por ejemplo, el cuarto de baño. La colonia, de la que tan solo llegan a abrirse las zanjas para las cimentaciones y el saneamiento del terreno, se articula en torno a un espacio principal, dominado por una iglesia, que hace a la vez las funciones religiosas y civiles propias de un ayuntamiento. Alrededor de este espacio central se distribuyen los edificios comunitarios y los edificios de servicios públicos, como las caballerizas. Una aventura fascinante

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Fig. 40 b. Detalle del Real Embarcadero junto al río (1766). Lópe de Iguña

Fig. 41. El incendio del Real Embarcadero (1782). Juan Zayas 68

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Fig. 42. Real Fábrica de Oro y de los Metales (posterior a 1791). Nicasio Ruiz de Obregón

La reforma de 1825. El Duque de Alagón Durante el reinado de Fernando VII, el Canal ya se encontraba en avanzada fase de degradación, los márgenes en la mayoría de su recorrido se habían transformado en vertederos. En esta época, tan sólo se llevaron a cabo obras de ornamentación lo que resultó ser un sinsentido ya que lo que primaba era la recuperación del Canal. En 1818, Fernando VII emitió una Real Cédula en la que nombró al Duque de Alagón, juez protector de esta empresa, estableciendo un juzgado privado para las causas relativas a la conservación del Canal: “… Sabed: Que por Don Pedro Martinengo y Compañía se presentó á mi Augusto Abuelo una propuesta en Octubre de mil setecientos sesenta y nueve ofreciendo emprender la grande obra de hacer á su costa y expensas un canal navegable en el río Manzanares desde el Puente de Toledo hasta el río Jarama, y desde allí seguir la navegación adonde mejor conviniese á elección de la Compañía. …El Duque de Alagón, protector del Real Canal de Manzanares, ha hecho presente al Rey nuestro Señor que desde el momento en que S.M. se dignó poner á su cargo la empresa del Real canal dicho, fue su primer cuidado dar debido impulso á tan útil establecimiento (…) que para llevar mejor adelante esta obra cree necesario establecer un Juzgado particular, que bajo su inmediata dirección, y residiendo en su persona la jurisdicción (…) entienda exclusivamente en primera instancia de todas las causas civiles y criminales, y demás asuntos que correspondan, y sean peculiares á la conservación de la empresa y prerogativa que le estan concedidas por S.M., con las apelaciones en su caso y lugar para la Sala de Justicia del Consejo Real, con arreglo á lo prevenido en este particular en la Real cédula de once de Febrero de mil setecientos setenta y cuatro.”23 Resulta interesante, también, citar el documento publicado en 1825, que se encuentra en la Biblioteca del Palacio Real, en el que se describe la decadencia del Canal, “La protección del Real Canal del Manzanares”, es una relación sucinta de cómo se encontraba la Real Empresa en 1823-1824. El Canal del Manzanares necesitó de un continuo mantenimiento, que llegó a ser insostenible para las arcas del estado y terminó ocasionando su total abandono. A mediados del siglo XIX las zonas adyacentes del Canal, convertidas en vertederos y balsas de agua estancada, eran un foco de infecciones. El Canal se utilizó hasta 1862 para transportar materias primas a Madrid, como yeso y piedra, ya que desde 1851 el ferrocarril tomó el relevo como medio de transporte alternativo. 23 Real Cédula de S.M. 1818. Biblioteca del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos. Sig: 09-6020. Una aventura fascinante

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Fig. 43. Canal del Manzanares, 1774, junto al Puente de Toledo

Definitivamente el ferrocarril a Aranjuez supuso el final del Canal del Manzanares como canal de navegación. Tras la inauguración de la línea férrea Madrid-Aranjuez en 1851 financiada en parte por el Marqués de Salamanca comenzó una campaña pública para cegar el canal, que según algunos testimonios era una estructura ya arruinada y foco de epidemias. En 1856 los planos de Celestino Espinosa recogían todo el trazado y estudiaban su ampliación pero ya en 1859 se desecó la zona de Arganzuela y los terrenos pasaron a la Hacienda Pública. A finales del siglo XIX los márgenes del Manzanares provocaban verdaderos problemas de higiene. El crecimiento de la ciudad con sus ingentes vertidos y las pequeñas industrias derivadas de este crecimiento provocaban un caudal de residuos del que el Manzanares no podía hacerse cargo. Además los baños y lavaderos incidían en esta problemática. Las últimas noticias que se tienen del canal en uso son de 1891, cuando aún funcionaba el molino de la cuarta esclusa, en un paraje declarado como colonia. Sin embargo, se describen sus aguas como pastosas y putrefactas, en un ambiente malsano. De canal de navegación a canal de riego ss. XIX y XX A lo largo del siglo XX, sanear las márgenes del río Manzanares se convierte en uno de los principales objetivos urbanísticos. Por otro lado, durante este siglo, se llevan a cabo las obras para canalizar el río en su recorrido urbano, es decir, desde las inmediaciones de San Antonio de la Florida hasta el puente de la Princesa. 70

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Madrid va asentando sus bases para convertirse en una gran urbe, lo que implica adecuar la ciudad a sus necesidades. La mejora de la red viaria, así como la construcción de edificios ubicados cerca de la ribera, propician la canalización del río en su entorno urbano. En este apartado cabe mencionar las fases de acondicionamiento de los terrenos del Manzanares para la construcción del Matadero Municipal y el Mercado de Ganado (1908-1928, Paseo de la Chopera). El matadero municipal Las condiciones poco salubres, además de las precarias infraestructuras de los mataderos madrileños, existentes a principios del siglo XX, incentivan la necesidad de construir uno nuevo en la ciudad. En julio de 1907 la Alcaldía de Presidencia encarga la redacción del proyecto del Nuevo Matadero y Mercado de Ganados al arquitecto Luis Bellido. El emplazamiento de la nueva edificación fue siempre fuente de discusiones. La dehesa de la Arganzuela destaca desde el principio, como el lugar preferido para ubicar el Matadero, aunque los problemas para sanear y desaguar el terreno, debido al bajo nivel del mismo, hacen pensar en otras posibilidades. Se oferta un concurso público para terrenos ubicados entre los puentes de Toledo y Vallecas. Los minuciosos estudios de la zona de la dehesa de la Arganzuela, acaban, finalmente, por declararla terreno apto para la construcción del matadero. Las primeras investigaciones de Bellido se decantan por “elevar la rasante general por medio de un terraplenado cuya cota media no podría bajar de 2,50m.”24, además de construir unas importantes cimentaciones y, por supuesto, sanear y canalizar el río. El principal problema que Bellido encuentra en estas tierras, es la construcción de las pendientes del alcantarillado. En un primer momento se piensa en emplear un alcantarillado con pendientes superiores al 1 por 1000, aunque la colaboración con el ingeniero Recaredo Uhagón recomienda rebajar las pendientes hasta el 5 por 1000, lo que implica la utilización de un alcantarillado tubular. De la superficie de la dehesa se analizan las condiciones de los tres terrenos admitidos para la construcción: la zona baja de las Delicias, la Alhóndiga y la zona alta de las Delicias. Teniendo en cuenta el saneamiento y canalización del Manzanares, el bajo nivel del colector general, la cimentación de las pendientes del alcantarillado y el terraplenado en toda la extensión del terreno, la zona de la dehesa de la Arganzuela es considerada apta para la construcción del Matadero. Así pues, el terreno elegido consta de una superficie de 165.415 metros cuadrados, limitados al Noroeste por la prolongación del paseo de Santa María de la Cabeza, al Nordeste por el Paseo de la Chopera, al Sureste por la carretera del puente de la Princesa y al Suroeste por el tramo canalizado del Manzanares.

Fig. 44. Matadero municipal 24 Bellido, L. El nuevo matadero y mercado de ganados: memoria explicativa del edificio y del estado de su construcción. Madrid, 1918, p. 36. Una aventura fascinante

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Dado que la principal preocupación para ubicar el Matadero en la dehesa de la Arganzuela recae en la adecuación de la zona y en la mejora de las condiciones del subsuelo (secar y elevar el nivel del terreno, además del saneamiento del río Manzanares), se presta especial atención a las obras de: elevación del nivel general del solar y la planificación de la red de desagües. Las obras de elevación del nivel del terreno responden a dos motivos: por un lado, dar pendiente al alcantarillado y, por otro, sanear el sitio y prevenirlo de los frecuentes encharcamientos. A causa de la irregularidad de la superficie se levanta un terraplén cuya cota media no desciende por debajo de un metro. En consecuencia, todas las construcciones han tenido que peraltar sus cimientos para salvar la diferencia entre el nivel natural del terreno y el nivel general de las calles del Matadero. Los primeros estudios demuestran que la estructura del subsuelo no era uniforme, ya que en algunos puntos aparecen capas de arena mezclada con arcilla fangosa, intercaladas con capas de arena limpia. Se observa que lo mismo sucede en los suelos situados 35 metros más allá, lo que lleva a concluir, una vez consultados los planos antiguos del canal, que anteriormente dicho canal había ocupado esta zona. A este problema se añade el de las filtraciones de aguas subterráneas procedentes del riego de las huertas de los terrenos situados frente al futuro edificio. Bellido resuelve ensanchar el cimiento para no cargar demasiado el terreno en los sitios dudosos, apostando por una cimentación flexible; de este modo, se establece una escala de coeficientes de trabajo para las diferentes clases de terreno (250 gr. por centímetro en los terrenos más flojos, y hasta 1,50 kg. en los más consistentes). Con los diferentes modos de cimentación corrida se fundan casi todos los edificios, salvo la parte de las cámaras frigoríficas25. La diversidad de los sistemas de construcción es el reflejo de la complejidad de los terrenos, por lo que no tiene sentido adaptarse a un tipo general de pavimentos. De cualquier modo, existen unas condiciones generales a la hora de elegir los pavimentos: que fueran impermeables, no resbaladizos y económicos. La red de desagües Debido a la naturaleza del terreno, el tema del desagüe es de capital importancia. Se opta por la implantación del sistema tubular para el alcantarillado. En primer lugar, es necesario mantener la pendiente por encima de cinco milésimas. El arquitecto, resuelve dividir la superficie total del terreno en varias cuencas, controladas por colectores independientes, que a su vez acometen en la margen izquierda del colector general. La pendiente de estos colectores es de 7 por 1000. Los colectores, fabricados en hormigón armado, están interrumpidos cada 30 metros por “cámaras limpias”26, que permiten el saneamiento del alcantarillado. La red de desagües cuenta además con varios tipos de absorbederos (verticales y horizontales) y tres tipos de sumideros: los de gran caudal, formados por una arqueta-registro; los de las naves de degüello, constituidos por una especie de buzón en forma cónica que enlaza con la tubería de gres embisagrada y los de cuadra, que son sifones de comercio. Durante los años cuarenta y cincuenta se llevan a cabo las obras para canalizar el río en su recorrido urbano, es decir, desde las inmediaciones de San Antonio de la Florida hasta el puente de la Princesa. En 1943, una Ley de Jefatura del Estado aprueba un anteproyecto de obras que no se inicia hasta 1948. Se levantan pequeñas presas y se construyen muros de ribera de hormigón chapados en mampostería granítica para canalizar el río, cuyo cauce se queda en 40 m. de anchura. Decadencia del canal. La implantación del ferrocarril Como ya se ha comentado en páginas anteriores la situación del Canal a estas alturas de la historia era degradante. En época de Fernando VII, la mayor parte de los márgenes se habían transformado en vertederos, y las obras de mantenimiento se mantienen hasta 1830, aproximadamente. Se trata de un época de cambios, en Europa, se produce la Revolución Industrial, momento crucial para el desarrollo de las tecnologías. La sociedad industrial del siglo XIX La revolución industrial fue cuajando lentamente en España en el último tercio del siglo XIX. Madrid, en este caso, se miraba en el espejo de las grandes urbes europeas e intentaba seguir los pasos de París, Londres y Bruselas. Los analistas 25 Ibidem, p.82 y ss. 26 Ibidem, p.64.

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sociales y los economistas ponían el acento en el desarrollo de las industrias como uno de los principales elementos de la riqueza. Europa vive unos cambios profundos en los sistemas de trabajo y en la estructura social, es el paso del mundo rural a las ciudades y del trabajo artesanal al mecánico. Se trata de un momento clave en el mundo occidental, que obligaba a una total renovación para poder sobrevivir en esta época. Los acontecimientos exigían nuevos medios de transporte, en un principio esta idea se aplicaba para el transporte de las materias primas a las fábricas. Justo en esa tesitura nace el ferrocarril. Los países europeos habían empezado ya su andadura por este nuevo medio de transporte, así la primera línea férrea para el transporte de carga, se inauguró en 1825 y unía Stockton con Darlington en el noreste de Inglaterra y ya cinco años más tarde se ponía en marcha la primera línea de pasajeros entre Liverpool y Manchester. El ferrocarril permitía transportar materiales a una velocidad impensable hasta ese momento, hecho que dejaba obsoleto el tráfico de las barcazas por los canales navegables que seguía siendo costoso y complicado. La Revolución Industrial se produce en nuestro país, con unas décadas de retraso respecto a los países del norte de Europa. Mientras que en Europa se acelera la industrialización y se refuerza gracias a instituciones liberales, tanto a nivel político (democracia liberal o monarquía constitucional) como a nivel económico, en España seguía existiendo la monarquía absoluta y los cambios se ven con ojos reticentes. Se produce un largo periodo de estancamiento industrial que coincide con el reinado absolutista de Fernando VII. Hacia 1850 empieza a desarrollarse un tardío proceso de industrialización, pero cuyo resultado no tiene el mismo significado que en los demás países. La llegada de las técnicas industriales y de las máquinas suponía, para aquellas ciudades capaces de implantarlas en su sistema de producción, un impulso social y económico drástico, a todos los niveles. La industria cambiaba los usos de los pueblos y las costumbres del obrero. Para empezar, la vida cotidiana se vuelve más cómoda, se abaratan los costes, el trabajo manual se simplifica y por lo tanto aumenta la productividad. El mayor consumo facilita el ahorro y mitiga el pauperismo y la dejadez que provoca en la sociedad la falta de empleo. El ferrocarril Madrid – Aranjuez sustituye el “primitivo” Canal del Manzanares como medio de transporte. Después de siglos de intentos fallidos y de navegación infértil, el Real Canal se moderniza y se convierte en un camino de hierro, como símbolo de modernización y síntoma de industrialización de Madrid. El viejo Canal, convertido en contenedor de aguas insalubres y arquitecturas en ruina, se sustituye por uno de los primeros ferrocarriles españoles. Conclusiones generales El proyecto hidráulico del Canal del Manzanares se idealizó durante varios siglos, aunque su materialización puso de manifiesto el carácter utópico del mismo, dadas las circunstancias explicadas. Desde el inicio se pensó que su carácter navegable dotaría a la ciudad de unos galones especiales que toda gran Corte europea necesitaba, mientras que la realidad se encargó de demostrar cómo una gran ciudad puede florecer a lo largo y alrededor de un curso fluvial. La degradación final en el siglo XIX no es más que el resultado de un cúmulo de factores que no hicieron posible la navegación, tales como la nivelación de los terrenos, la irregular afluencia de las aguas y las diez esclusas construidas. Finalmente, la construcción del ferrocarril Madrid – Aranjuez supuso la estocada final a un proyecto inestable desde el principio. No obstante, cabe resaltar que Madrid debe parte de su personalidad a este río, que puede equipararse a los más importantes del mundo, no por su caudal, sino por su propia singularidad. Seguramente, haya sido uno de los ríos más burlados, tanto en prosa, como en verso. (…) Bien es verdad que os harán marqués de Poza el estío los que entrando a veros sucios saldrán de veros no limpios, no os desvanezcáis por esto, que de piedra sois hijo, pues tomastes carne undosa en las entrañas de un risco; enano sois de una puente que pudierais ser marido, si al besalla en los tres ojos le llegareis al tobillo. ¿Al tobillo? Mucho dije: a la planta apenas, digo, y esa no siempre desnuda, porque calzada ha vivido. (…)27. 27 Luis de Góngora. Una aventura fascinante

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4.2. Un complejo industrial en la cuarta esclusa del Real Canal del Manzanares: el secadero. La intervención arqueológica Las esclusas se diseñaron para permitir la navegación de barcazas y salvar el desnivel. Cada sistema de esclusas tenía una pareja de compuertas para vaciar o llenar la esclusa. En la cuarta esclusa del Canal se encuentra la casa de los trabajadores de esta presa y los restos de un molino de cartón. Pascual Madoz en su Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar, describe las construcciones de la cuarta esclusa. Se habla de una casa en buen estado y al lado de otra de recreo destinada a SS.MM y AA. Paralela a esta casa y enfrente del canal, hay otra construcción de planta baja con una estancia, para el guarda, y una caballeriza con más de veinte plazas.

Fig 45. Mapa del Real Canal del Manzanares de 1818

Fig. 46. Plano fechado en 1841 que muestra el molino asociado a la segunda esclusa del Real Canal del Manzanares (Archivo Ministerio de Fomento) 74

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Se puede apreciar, también la almenara de desagüe que cita Madoz, que servía para verter las aguas del embarcadero fuera de la esclusa, regulando, así, el flujo. Esta construcción fue reformada por lo menos una vez a causa de un derrumbe. “En el año 1831, con motivo de un hundimiento que se manifestó en el trasdós del muro derecho de la esclusa, por causa de la mala y viociosa construcción de su almenara, introducida en el mismo muro; se reformó este y se puso suelo nuevo a la esclusa. Con este motivo, el director entonces Don Pedro de Nolasco de Ventura y su ayudante el espresado Don de Herrera de la Calle, concibieron el proyecto de construir una almenara de desagüe, que dejando en seco el cuarto tramo, volviese a las aguas del quinto, sin empeorarle, condujese las sucias y légamos al río, é introdujese de este aguas nuevas que refrescasen y aumentasen las del canal, para la cual serviría también la caseta de compuertas que se halla construida.”.

Fig. 47. Complejo de la Cuarta Esclusa. Fuente: Google Earth

La casa En la cuarta esclusa se conservan los vestigios de la casa mencionada en 1848 por Madoz en su obra citada anteriormente: “A 4,319 pies de longitud, está situada la cuarta esclusa también de antigua construcción, pero en buen estado (…) e inmediata a ella la casa de recreo, destinada para SS.MM. y AA., y delante de ella un magnífico emparrado sostenido por su armadura y pies derechos de madera, pintado todo al óleo, de color verde. Á 112 pies distancia de esta casa y paralela al canal, a 104 se ha construido en el año de 1830 un edificio, solo de planta baja, en el cual está la habitación para el guarda, o peón conservador, una caballeriza de 24 plazas, pajar, pieza para la cebada, y una gran cocina con hornillas, hogar, horno y pieza para repostería, y otra para guardar ropas, bagilla y demás (…).” Una aventura fascinante

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Fig. 48. Casa de la Cuarta esclusa

De todas maneras, dado el estado actual, resulta difícil saber con exactitud cuáles fueron las estancias reales. La casa de esta esclusa sirvió de cuartel militar durante la rebelión que dio lugar a la Guerra Civil. Se convirtió en cuartel de las tropas del Comandante del Ejército Popular de la República Española, Enrique Lister. Junto a la casa se encuentran los restos de un tejar que se servía del barro de una finca próxima; a su lado había un almacén que, con seguridad, sirvió de secadero para el molino de papel y cartón existente en esta misma esclusa.

Fig. 49. Grabado molino hidráulico con rueda vertical. Fuente: Encyclopedie de Diderot et d’Alembert”, reedicción de la editorial Hachette, año 1989

El molino

La importancia de los molinos en el Canal del Manzanares fue significativa, como elementos que aprovechaban el embalsamiento de las aguas. El molino de cartón estaba unido a la casa por una estructura de piedra, el molino se introducía en el río y aprovechaba la fuerza de sus aguas; se levantaba junto al embarcadero. Parece que el molino fue posterior a la esclusa y que empezó a funcionar después de que el Canal dejara de ser navegable ya que es complicado compatibilizar su funcionamiento con la circulación de las barcazas por la esclusa. Se ubica su construcción en la segunda mitad del siglo XIX. El molino, seguramente, se usó para moler cereales y posteriormente trabajó el papel. Como ya se ha mencionado anteriormente, los molinos hidráulicos se basan en la fuerza motriz del agua, y normalmente, aprovechan la diferencia de altura del agua al entrar y salir del molino. En este caso, la Vega del Manzanares, al ser plana, las aguas debían elevarse de manera artificial para crear la fuerza de la caída necesaria para mover las muelas del molino. Hay dos modalidades de rueda, una vertical y otra horizontal. La vertical es más eficiente para corrientes concentradas y de poca altura; mientras 76

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que la rueda horizontal es un sistema que precisa más altura en las aguas. Lo más probable es que en este caso se usara la versión vertical, aunque cabe decir que este modo es incompatible con la navegación. Durante el periodo ilustrado, los monarcas consideraban muy importante la fabricación de papel, lo que suponía una fuente más de ingresos, por un lado, y por otro, el soporte necesario para difundir sus ideas y construir una cultura. Para potenciar esta última finalidad se crea la Imprenta Real, y se forma a numerosos grabadores en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, además de la Calcografía Real, fundada en 1789 como organismo independiente de la Imprenta, para producir los grabados. A mediados del siglo XVIII se instaló en las orillas del Jarama un molino de papel y cartón para suministrar los cartones necesarios para la Real Fábrica de Paños de San Fernando de Henares, se trataba de fábricas de menor importancia, aunque ligadas a las producciones de fábricas de peso. Este molino se construye hacia 1747, aprovechando las aguas del Jarama y la facilidad de la ubicación para obtener el trapo como materia prima con la que se elaboraba el papel. El molino de papel de San Fernando de Henares representa el ejemplo de la antigua manufactura. Es probable que el molino de papel de la cuarta esclusa sea uno de los últimos ejemplos de producción manual. El hecho de que existiera un secadero de cartón adjunto al molino argumenta que el secado de las hojas era todavía manual. Una vez se introducen, en Madrid, las máquinas de papel continuo y la de vapor para el secado continuo, los secaderos pasarían, en todo caso, a ser usados como almacenes.

Fig. 51. El Museu Molí Paperer de Capellades. Tendedero de papel (1920)

Fig. 50. Diseño del terreno del Real Sitio de San Fernando junto al río Jarama y canal que va al molino de papel. 1804 Archivo General de Palacio. Plano, 1315

Fig. 52. Máquina para hacer papel. Autor de la imagen: n.a. Mr. de la Lande: Arte de hacer el papel según se practica en Francia y Holanda, en la China y en el Japón Una aventura fascinante

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4.2.1. El secadero de cartón: La intervención arqueológica. Descripción de los trabajos

Fig. 53. Secadero de cartón

La intervención arqueológica se ha desarrollado siguiendo una rigurosa metodología de documentación estratigráfica establecida por Harris y Carandini. La retirada paulatina de las diversas capas de relleno ha sido permanentemente seguida por los técnicos arqueólogos, a pesar de la presencia masiva de bolsadas de vertidos contemporáneos. La zona de actuación ha comprendido una banda longitudinal que discurre paralela al corredor ferroviario Madrid- Sevilla-Zaragoza-Barcelona.

Fig. 54. Situación del Complejo de la Cuarta Esclusa. Fuente Google Earth

Finalmente, y una vez concluida la excavación se ha procedido a la documentación de los materiales y técnicas constructivas de la edificación, así como una pormenorizada lectura de paramentos. Todos estos resultados quedan comprendidos en el presente Informe de Intervención. 78

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La retirada de los diversos niveles de relleno se completa con una exhaustiva documentación de todos los materiales arqueológicos relacionados con el yacimiento. Igualmente se ha procedido a la documentación fotográfica y planimétrica tanto de las unidades estratigráficas (U.E.) como de las unidades murarias (U.M.), siguiendo nuevamente, una rigurosa metodología de documentación de estratos y elementos constructivos. El trabajo de campo se ha desarrollado bajo la constante supervisión de los Técnicos Arqueólogos. Queda en este caso acotado el perímetro de la edificación por los cimientos del mismo, no encontrando ninguna otra estructura asociada lejos de la configuración arquitectónica que se describe en los puntos siguientes. La excavación se inicia con la retirada completa de los niveles superficiales. Dicho niveles carecen de cobertera vegetal, principalmente por el constante uso habitacional que ha sufrido toda esta zona, así como de la existencia de un camino paralelo a la plataforma ferroviaria. La característica más evidente de los niveles retirados es la presencia de material de desecho y vertidos, principalmente de restos constructivos. En primer lugar destacaríamos la presencia de la plataforma de la Línea de Alta Velocidad Madrid-Valencia. Dicha plataforma se asienta sobre los límites Norte y Noroeste del edificio, quedando parte del mismo por debajo y, por lo tanto, fuera de la zona de excavación y de la banda de afección del proyecto constructivo. Durante las primeras fases de excavación se han documentado numerosas bolsadas de residuos actuales, algunas procedentes de la mencionada plataforma de la LAV, otras procedentes de ocupaciones en época reciente. A pesar de no recoger el material de las capas superiores sí se documentan estos niveles de colmatación, ya que forman parte de la evolución del edificio. Una vez iniciada la excavación de los niveles inferiores, propios de ocupaciones más antiguas, y tras delimitar correctamente los límites de la edificación, el yacimiento queda configurado por tres ámbitos (A) en los que se enmarcan las diferentes estructuras murarias y estratos: • Ámbito 1: queda contemplado en la parte norte del edificio, abarcando principalmente las estancias. Está formada por una estancia rectangular de unos 23 metros de largo en la que se observan subdivisiones interiores adosadas al muro occidental. La nave principal presenta en su eje central 9 pilares de ladrillo de sección cuadrada.

Fig. 55 y 56. Vista general del Ámbito 1 dentro del complejo constructivo Una aventura fascinante

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Fig 57. Vista general del Ámbito 1

• Ámbito 2: se localiza en la zona más al sur de la intervención. Éste ámbito se configura como el más complejo, puesto que está formado por varias estancias y estructuras que parecen responder a distintos momentos constructivos.

Fig. 58. Vista del Ámbito 2 dentro del complejo constructivo

Fig. 59. Vista general del Ámbito 2 80

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•………Ámbito 3: este ámbito se localiza entre el A1 y A2, y adosado a ellos. Al interior se observa un muro medianero en forma de “T”. En este ámbito se conservan menor número de restos constructivos.

Fig. 60. Vista general del Ámbito 3

Fig. 61. Vista del Ámbito 3

La delimitación de los ámbitos se produce una vez quedan rebajados los niveles superiores y queda configurada una disposición arquitectónica más o menos lógica. Tras diferenciar los muros que configuran el edificio se distinguen varias unidades de relleno, ya consideradas como unidades arqueológicas. Una de ellas, la U.E. 125, abarca casi toda la superficie de la nave principal del Ámbito 1. La retirada sucesiva de esta y otras capas permite documentar no sólo las estructuras murarias originales sino otras posteriores, de forma que se evidencian los diferentes niveles de ocupación que ha tenido el yacimiento. Así por ejemplo, la U.E. 109 queda configurada como un relleno en el que destaca la localización de una pieza numismática. Tanto la U.E. 109 como las 114, 126 y 135 conforman los niveles principales de colmatación del Ámbito 1. Su documentación ha permitido recuperar piezas de metal además de la moneda, como clavos y fragmentos de cerámica de diversa manufactura. Una aventura fascinante

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Se ha seguido el procedimiento habitual en cuanto a la documentación de los niveles de relleno y de forma paralela, a las unidades constructivas. Esto ha permitido documentar fosas excavadas en el nivel geológico (U.E. 139) colmatadas de vertidos y residuos de época reciente (U.E. 140), los cuales quedan sesgados a su vez al levantar muros y cimientos de cronología posterior (U.E. 112 y U.E. 113).

Fig. 62. Secadero, vista general de la excavación

Finalmente, y como complemento al estudio arqueológico, se ha desarrollado un estudio de materiales y técnicas constructivas, estudio que viene reforzado por la realización de una serie de calicatas murarias llevadas a cabo en el exterior del muro principal de la fachada. El objetivo es la correcta documentación de los niveles de cimentación y fundacionales. De esta manera, a los datos facilitados por el alzado de la mampostería sobre línea de suelo añadimos los datos facilitados por la visión de los cimientos.

Materiales arqueológicos A: Ámbito 1 Dentro del Ámbito 1 se localizaron materiales que se enmarcan cronológicamente en el siglo XIX – XX. Destacan tanto en éste como en los demás ámbitos la abundante presencia de materiales constructivos de varios momentos distintos, se pueden observar ladrillos macizos de dimensiones 14x28x4 cm., así como ladrillo multiperforado. También se retiran numerosas tejas, de fabricación artesanal, así como de fabricación industrial, como los fragmentos localizados en la UE 114. Es de destacar una teja plana de barro cocido, de fabricación industrial, muestra en su anverso las letras ALI, parte de una palabra de identificación de la fábrica de cerámica, quizá parte de la palabra Alicante. En dicha localidad se localizaba la fábrica de Cerámica Alicante. En el reverso se observa 23-7-49 fecha probable de la producción de dicha teja. La cerámica localizada en este ámbito es cerámica común generalmente cerámica de cocina que presenta un vidriado al interior de color marrón melado. Se han localizado varios bordes de piezas, que nos permiten identificar sus formas con lebrillos. El lebrillo es un recipiente que se asocia a numerosas tareas domésticas. También se localizaron fragmentos de loza decorada con flores, típica de la segunda mitad del siglo XX.

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Fig. 63. Anverso, reverso y sección de una teja curva de producción industrial

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Fig. 64. Teja plana localizada en el a UE 114

Fig.65. Fragmento de borde cerámico vidriado al interior. Lebrillo. UE 137

Fig. 66. Fragmento de taza decorada con una rosa y borde dorado (UE 114)

Los materiales recuperados en mayor número son los objetos de metal, principalmente clavos de hierro, de gran tamaño y también algún tornillo y tuerca de grandes dimensiones. Estos metales podrían formar parte de las techumbres de madera o viguerías. También se localizaron dos monedas, que permiten la datación cronológica de unos de los más importantes momentos de ocupación del edificio. Una aventura fascinante

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Fig. 67. Moneda de 10 céntimos de 1870

Anverso: [Perdido] EZ CENTIMOS - KILOG DIEZ CÉNTIMOS - CIEN PIEZAS EN KILOG. Reverso: [Perdido] DI (...) - 18 (...) DIEZ GRAMOS - 1870 Ceca: OM (Oeschger, Mesdach & Cia) Barcelona Peso: 10,1 g. Dimensiones: 30 mm. Cronología: 1869-1870 Escena de Anverso: León con el escudo de España. Envuelve a la inscripción un doble cordón de borlas o cordoncillo, interior y exterior. Escena de Reverso: Alegoría de España apostada sobre una montaña, identificada con el Pirineo. En la mano porta una rama de olivo. Envuelve a la inscripción un doble cordón de borlas, interior y exterior. De este tipo se acuñan unas 170 millones de piezas, siendo una de las monedas más frecuentes de los circuitos numismáticos de España. Aunque siempre aparecen las fechas de 1869 ó 1870, se acuñan monedas hasta 1876, al igual que las piezas de cobre de 2 céntimos y de 5 céntimos. Las características permanecen inalteradas hasta la II República.

Fig. 68. Moneda de 1 peseta de Alfonso XIII

Anverso: ALFONSO XIII POR (...) [Perdido] ALFONSO XIII POR LA G. DE DIOS 1893 Reverso: REY CONSTL DE ESPAÑA PG UNA PESETA Ceca: PGL Ensayadores: Félix Miguel Peiró Rodrigo y Antonio García González Juez de Balanza: Domingo Lizarazu Astarlos Madrid Peso: 5,10 g. Dimensiones: 23 mm. Cronología: 1893 84

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Escena de Anverso: Busto del perfil del rey niño a izquierdas con gráfila en el borde. Escena de Reverso: Escudo co- ronado de España con gráfila en el borde. El 19 de octubre de 1868 nace la peseta en el contexto de la Unión Monetaria Latina, con la intención, por parte del Gobierno Provisional, de adecuar nuestra moneda a la de los países integrantes. Las primeras piezas se acuñaron en 1869, siendo la unidad la primera en ver la luz, tras una primera vacilación que hace aparecer el nombre del Gobierno Provisional en el anverso en lugar del de la Nación. De esta moneda se hace una tirada de 1.958.066 piezas. B: Ámbito 2 En el ámbito 2 es el que menos material nos ha proporcionado, estaba colmatado por restos de escombros procedentes de las pequeñas construcciones. En la UE 208 se han recuperado varias piezas de metal sin forma definida. También se localizó una moneda, que permite la datación cronológica de unos de los momentos de ocupación del edificio.

Fig. 69. moneda de 5 pesetas de Francisco Franco

Anverso: [Perdido] FRANCO CAUDILLO DE ESPAÑA POR LA G. DE DIOS FRANCISCO FRANCO CAUDILLO DE ESPAÑA POR LA GRACIA DE DIOS. 1967. Reverso Anepígrafa. Ceca: Madrid Peso: 5,70 g. Dimensiones: 23 mm. Cronología: 1967 Escena de Anverso: Retrato de perfil de Francisco Franco y año de acuñación. Escena de Reverso: Valor facial y escudo de armas de la Nación Española sobre el águila de San Juan. C: Ámbito 3 Dentro del Ámbito 3 en el que se localiza un estrato de relleno (UE 308) destaca un fragmento de vaina de cartucho para fusil tipo Mauser calibre 7x57 mm. Fecha y procedencia indeterminada, marcaje ilegible. Lo único constatable es que la bala fue disparada. Se han localizado en la UE 301 2 herraduras, así como algunos clavos. Los objetos de metal son los que mayor representación tienen en todo el yacimiento. Una aventura fascinante

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Fig. 70. Vaina de cartucho para fusil tipo Mauser



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Fig. 71. Herraduras y clavos localizados en la UE 301

4.3. Quinta esclusa del Real Canal del Manzanares Autores: Jorge Morín de Pablos, María Laura Cantallops Perelló y Pablo Guerra García

Un poco más al sur, siguiendo la Línea de Alta Velocidad, nos encontramos con los restos del canal artificial y de la siguiente esclusa. La quinta esclusa es un complejo hidráulico formado por tres unidades estructurales que funcionan de manera indivisible: el canal hidráulico, el vaso y el puente. La infraestructura de la quinta esclusa es muy parecida a las demás; data del siglo XVIII, siendo rey Carlos III, como la mayor parte de los complejos hidráulicos del canal. Así la describe Madoz: “Y a 1,209 pies del mismo, está la quinta esclusa de anterior construcción, y reedificado el mismo año el muro del lado del R. tiene 81 pies de longitud, y 162/2 de lateral; y así en esta como en la Cuarta, se han construido los gallipuentes a continuación como en la Segunda. A la izquierda, a 30 varas de la esclusa, está la casa del peón del conservador, y otros apartamientos, para dependientes del ramo del arbolado, que cuidan el gran vivero que hay desde dicho puente hasta la misma esclusa (…).” En el Ministerio de Fomento existe una colección de 690 planos de obras hidráulicas proyectadas en el periodo comprendido entre 1746- 1866. En dichos planos quedan plasmados los avances técnicos, además de aportar información de otros campos como el transporte, la agricultura, el regadío y el desarrollo urbano. Cuando en la segunda mitad del siglo XIX se cegó parte del canal, en este tramo, también se debió suspender la navegación y el transporte fue substituido por el nuevo ferrocarril Madrid-Aranjuez. El ferrocarril iniciaba una etapa en que la navegación por el Canal quedaba obsoleta. La navegación lenta y dificultosa por aguas del Manzanares y por su complejo sistema de esclusas se vio relevada por el camino de hierro, por el que circulaban las modernas máquinas de vapor, símbolo de una nueva sociedad industrial y europea. A partir de entonces el Canal del Manzanares se abandona y queda relegado al olvido, y como mucho, a otros menesteres como el uso del molino de la Cuarta Esclusa.

Fig. 72. Quinta Esclusa. Fuente Google Earth Una aventura fascinante

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Por último, señalar que fue la construcción del ferrocarril la que conllevó la ruina y decadencia definitiva del Canal del Manzanares. Sin embargo, ha sido la construcción de la línea ferroviaria de Alta Velocidad la que ha permitido documentar los restos del mismo entre la Cuarta y la Quinta Esclusa. Las excavaciones arqueológicas han arrojado nueva luz a muchos aspectos tecnológicos que no aparecen recogidos en la documentación de la época, así como a los procesos de construcción/destrucción de esta singular infraestructura de la obra civil española. 4.3.1. La intervención arqueológica de la quinta esclusa La intervención arqueológica realizada en la Quinta Esclusa del Real Canal del Manzanares ha permitido identificar la totalidad del complejo, que había quedado totalmente sepultado por la llanura de inundación del río Manzanares. El complejo contaba con la casa de la esclusa, a la que estaba ligada la explotación de una huerta irrigada que permitía la manutención del esclusero y su familia. Por otro lado, se ha documentado la totalidad de la esclusa. El canal aguas arriba, la esclusa propiamente dicha y su gallipuente y, por último, el canal aguas abajo. El complejo excavado pertenecería a la segunda reforma realizada en el primer cuarto del siglo XIX ligada a la figura del duque de Alagón. El canal había quedado gravemente dañado por las inundaciones periódicas del río y la falta de reparaciones. El duque de Alagón realizó un memorándum con el estado de la esclusa y del canal y se procedió a la reparación del mismo. En el caso de la quinta esclusa prácticamente supuso una reconstrucción ex-novo.

Fig. 73. Recreación 3D de la Quinta esclusa 88

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Fig. 74. Plan de riego desde la 5ª hasta la 7ª esclusa. Primera mitad del siglo XIX. OH. 619

Fig. 75 a y b. Plano esquemático de la quinta esclusa (dibujo E. Navarro) y dibujo Una aventura fascinante

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La excavación arqueológica canal (aguas arriba) En la zona aguas arriba de la 5ª esclusa la estructura del canal está constituida por un entramado de tablones (U.E. 1005), colocados a modo de chapa y puntal, sin morteros ni concreciones en las juntas, reforzada en su parte exterior por una zanja de cimentación (U.E. 10.001) colmatada con un nivel de relleno (U.E. 10.002) de estructura muy compacta y heterogénea, matriz arenosa, y de color oscuro, en el que se han incluido grandes cantos y bloques para dar firmeza y estabilidad a la cimentación.

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Fig. 76. Complejo de la 5ª Esclusa vista desde aguas arriba del canal

Fig. 78. Estructura del canal del Manzanares aguas arriba de la esclusa (U.E. 1005)

Fig. 77. Vista general del emboquille del canal en la 5ª Esclusa

Fig. 79. Detalle de la Estructura del canal (U.E. 1005)

Esta zona el canal se encuentra colmatado por 4 rellenos sucesivos U.E. 1004, 1003, 1002 y 1001. El relleno más inferior (U.E. 1004), que se encuentra en contacto directo con los niveles fluviales, no es más que una pequeña mancha longitudinal que contiene escaso material arqueológico, y tiene una matriz arenosa con aportes de arcillas; este se encuentra cubierto por otro relleno (U.E. 1003), un nivel de matriz arcillosa y limosa, con abundante materia orgánica, y en el que se ha documentado gran cantidad de material arqueológico (cerámica y hueso). El tercero de los niveles de colmatación del interior del canal aguas arriba (U.E. 1002) es un depósito de arenas de grano medio que forma un caballón lateral al canal, extendiéndose hasta el eje central; este es un tipo de relleno habitual en las canalizaciones hidráulicas. Por encima de este nivel encontramos un relleno (U.E. 1001) formado por vertidos constructivos recientes, y sin apenas material arqueológico. 90

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Fig. 80 a y b. Vista general de la zanja de cimentación y refuerzo de la estructura del canal (U.E. 10001) y detalle de su relleno (U.E. 10002)

Posterior a estos rellenos se ha documentado un camino o firme (U.E. 1000) de mampostería de cal y canto muy deteriorada, aprox. 2,50 m de anchura y unos 10 m de longitud, sobre un nivel que le sirve de cama (U.E. 1100), así como otro relleno exterior al canal (U.E. 1200). Junto al emboquille de la esclusa, al exterior del canal, se han documentado también otros dos rellenos (U.E. 2700 y 2701) compactos y heterogéneos de arcillas, en los que aparece abundante material arqueológico (cerámica, metal, huesos) en buen estado de conservación; según el material recuperado podría tratarse del relleno de una fosa de la guerra civil. 4.3.2. Complejo de la 5ª esclusa Dentro del complejo de la 5ª Esclusa podemos distinguir diferentes partes o sectores: – Embarcadero de la Esclusa. – Muro de contención oeste del vaso. – Muro de contención este del vaso Gallipuente.

Fig. 81. Dibujo muros de contención esclusa Una aventura fascinante

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Fig. 82. Vista general del complejo de la 5ª Esclusa desde el Sur

Embarcadero de la esclusa La cimentación principal del embarcadero (U.E. 2107) es un solado de mortero de cemento y yeso, sobre el que se asienta una estructura constructiva formada por un entramado de tablones de madera maciza (U.E.2106), y un relleno de cantos de cuarcita y caliza (U.E. 2105), de tamaño medio, trabados con mortero. Esta estructura constructiva sirve como cama al solado del embarcadero (U.E. 2104), formado por un entarimado de grandes tablones de una sola pieza rematados con grapas de plomo en la unión con los bloques de piedra de la estructura de la esclusa.

Fig. 83. Vista aérea del embarcadero de la 5ª Esclusa 92

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Fig. 84. Vista en detalle de la cimentación principal del embarcadero de la Esclusa (U.E. 2107)

Fig. 85 a y b. Esclusas del Canal de Castilla. Fuente CHD. gpcanaldecastilla.wordpress.com

Fig. 86 a y b. Estructura constructiva de la cama del solado del embarcadero (U.E. 2106 y 2105) Una aventura fascinante

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Fig. 87. Solado del embarcadero (U.E. 2104), formado por un entarimado de grandes tablones de una sola pieza

En un momento posterior al embarcadero se le adoso una estructura constructiva (U.E. 2300) que funcionaba como dique, con el objetivo de represar la corriente; esta estructura estaba formada por tablones y estacas dispuestas perpendicularmente al canal.

Fig. 88. Vista general del embarcadero de la 5ª Esclusa 94

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Fig. 89. Vista del embarcadero de la esclusa y las unidades estratigráficas que lo conforman

Fig. 90 a y b. Estructura constructiva formada por tablones y estacas dispuestas perpendicularmente al canal (U.E.2300); cumplía la función de dique para represar la corriente

Fig. 91. Excavación del embarcadero

Muro de contención este del vaso La zapata principal de cimentación del muro este (U.E. 2003) está formada por una estructura de mampostería de cal y canto, y sobre esta se levantan sendos muros de aparejo de ladrillo formados por dos hiladas de ladrillo a tizón con juntas de mortero muy deteriorado (U.E. 2000 y 2100) en cuyo esquinazo se colocó una piedra de granito bien tallada. También sobre la zapata de cimentación, y apoyando en los muros de ladrillo se levantaron dos estructuras de refuerzo (U.E. 2001 y 2200) compuestas por mamposterías de cal y canto con el mampuesto muy degradado por un proceso de arenización. La superficie exterior de estas estructuras se encontraban recubiertas de un enlucido (U.E. 2002) de matriz arenosa, muy mal conservado, sin decoraciones ni pigmentos aparentes, y que debió de contener muy poca cal. Tanto a la cimentación principal, como a este enlucido y a las estructuras que cubría se adosaba un suelo o superficie de uso (U.E. 2004) formado por una capa de gravas y arcilla ligeramente apisonadas. Este suelo como el espacio exterior de esta área se encontraba colmatado por un estrato (U.E. 2600) de relleno de arcillas y cascotes del propio edificio, en el que aparece abundante material arqueológico (hueso, cerámica y metal). Una aventura fascinante

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Fig. 92. Vista aérea de los muros de aparejo de ladrillo (U.E. 2000 y 2100) y las estructuras de refuerzo (U.E.2001 y 2200) del muro este del vaso

La estructura principal del muro de contención este (U.E. 2400) está formado por una estructura de mampostería de cal y canto muy deteriorada, en el que se documentan los restos de la cimentación de una estructura de tablaestacado no conservada hoy día, probablemente una pasarela paralela a la esclusa, un 2º embarcadero posterior al descrito anteriormente, o bien un sistema de andamiaje. La estructura del muro este del vaso se encuentra reforzada por dos contrafuertes exteriores fabricados igualmente a base de mampuesto de cal y canto, y se adosa tanto a uno de los estribos del gallipuente (U.E.7003) como al muro de aparejo de ladrillo U.E. 2100 y su estructura de refuerzo U.E. 2200, uniéndolos.

Fig. 93. Vista cenital de la estructura principal del muro este (U.E. 2400) 96

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Fig. 94. Detalles de la estructura principal del muro de contención este (U.E. 2400), formada por un paramento de mampostería de cal y canto muy deteriorado

Al exterior del muro de contención este, se documentó el cimiento de lo que parecía ser un pequeño acueducto o conducción de agua paralela al canal (U.E. 2201 y 2500); este cimiento está formado por un aparejo de ladrillo con juntas de mortero muy degradado. Este cimiento se encontraba colmatado y cubierto por un relleno (U.E. 2202) de matriz arenosa y estructura compacta y homogénea en el que apenas se documenta material arqueológico.

Fig. 95. Detalle del cimiento de una posible conducción de agua (U.E. 2201 y 2500) paralela al canal

Muro de contención oeste del vaso El cimiento principal o apoyo del muro de contención oeste (U.E. 5004) está constituido por una estructura de aparejo de ladrillo mezclado con mampostería de yeso y mortero. La estructura principal del muro de contención oeste (U.E. 5000/5700) combina 3 tipos de edilicia, aparejo de ladrillo macizo con juntas de mortero, sillería labrada en granito con juntas de mortero, y mampostería de yeso con mortero; esta estructura se adosa a uno de los estribos del gallipuente (U.E. 7002) y se encuentra reforzada por dos contrafuertes exteriores fabricados a base de mampuesto de cal y canto



Fig. 96. Vistas generales del muro de contención U.E. 5000

Fig. 97. Vistas generales del muro de contención oeste del vaso U.E. 5700 Una aventura fascinante

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Fig. 98 a y b. Detalle de dos de los tipos de edilicia que se encuentran en la estructura principal del muro oeste; paramento de ladrillo macizo con juntas de mortero, y sillería de granito con juntas de mortero (U.E.5000/5700)

En el muro de contención oeste se ha documentado la existencia de una arqueta que cumplía la función de aliviadero del caudal de la esclusa. La estructura principal del aliviadero (U.E. 5500) está formado por una sillería de bloques de granito dispuestos en una sola hilada, cubierta por una capa de cantos de yeso y arcilla (U.E.5400).

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Fig. 99. Vista general de la arqueta del aliviadero (U.E. 5500)

Fig. 100. Detalle de la estructura de la arqueta del aliviadero (U.E. 5500)



Fig. 101. Vista del arranque de la arqueta/aliviadero (U.E. 5100)

Fig.102. Salida aliviadero en el interior del vaso de la Esclusa (U.E. 5600)

Esta arqueta arranca en el hueco de una pequeña compuerta (U.E. 5100) practicada en una de las secciones del muro principal oeste (U.E. 5700), avanza perpendicular a dicha sección, y tras girar 90º a la izquierda desemboca en la otra sección del muro oeste (U.E. 5000), en una abertura formada por dos jambas y un dintel de bloques de granito (U.E. 5600). La compuerta U.E. 5100 se encontraba cerrada por una estructura de tableros de madera (U.E. 5101) sin ningún tipo de traba, encajada en dos guías de madera (U.E. 5102) situadas en los laterales del hueco de la compuerta. Una aventura fascinante

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Fig. 103. Esclusa o canal moderno (U.E. 5003) creado en el muro de contención oeste (U.E. 5000)

El interior de la arqueta del aliviadero se encontraba colmatado por un relleno de arcillas y limos (U.E.5103) con abundante aporte de material orgánico (raíces). En época contemporánea una de las secciones del muro de contención oeste (U.E. 5000) sufrió una reforma que consistió en la creación de un hueco, esclusa o canal moderno (U.E. 5003) que rompe el aparejo de ladrillo y de mampostería de cal y canto que lo forma; las paredes interiores de este pequeño canal están parcheadas con un revoco de mortero de hormigón (U.E. 5001 y 5002) con una antigüedad no superior a 10 años. Gallipuente En el extremo sur de la exclusa se conserva un gallipuente que une las dos márgenes del canal del Manzanares.

Fig. 104 a y 104b. Vista general y vista aérea del Gallipuente

El arco principal del gallipuente (U.E. 7001) es un arco rebajado, casi de campanel. La edilicia del arco está formada por un aparejo de ladrillo atizonado, con juntas de mortero, bien trabado, sobre el que se conserva una plataforma (U.E. 7000) hecha de un aparejo similar al del arco; la plataforma serviría como base a un echadizo probablemente de grava hoy desaparecido. 100

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Fig. 105. Vista del tablero del gallipuente (U.E. 7000)

Los estribos del gallipuente (U.E. 7002 y 7003) están constituidos por sillerías de bloques de granito de grandes dimensiones dispuestas a hueso (sin mortero en las juntas); los estribos forman escalinatas de acceso a la zona de calado y navegación.

Fig. 106a, 106b y 106c. Vistas de los estribos (U.E. 7002 y 7003) del Gallipuente

En época contemporánea bajo el gallipuente se construyó un entubado de fibrocemento que quedaba adosado al arco por el intradós; este entubado tenía como objetivo recanalizar el regato de riego del canal.

Fig. 107. Entubado de fibrocemento adosado al arco del gallipuente por el intradós del mismo Una aventura fascinante

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4.3.3. Rellenos del interior de la esclusa Tanto el embarcadero como el resto de la estructuras que conforman el complejo de la 5ª Esclusa se encontraban colmados por tres rellenos o niveles de colmatación sucesivos (U.E. 2103, 2102 y 2101). El primero de estos niveles (U.E. 2103) es un estrato de matriz arenosa, y estructura muy suelta y homogénea de unos 25 cm de potencia, depositado por el transito natural de las aguas a través de la esclusa; depositado inmediatamente sobre este relleno se ha podido documentar un segundo nivel denominado U.E. 2102, un estrato con una matriz de arcilla muy limosa, y una estructura suelta y homogénea, en el que parece abundante material arqueológico. El tercero de los rellenos (U.E. 2101), que colmatan la estructura de la esclusa, está formado por un estrato de arcillas y gravas, con una estructura muy suelta y heterogénea, en el que también se documenta material arqueológico. Canal (aguas abajo) La estructura del canal aguas abajo es similar a la estructura aguas arriba de la esclusa, un entramado de tablones de madera maciza (U.E. 1006), colocados a modo de chapa y puntal, sin morteros ni concreciones en las juntas.



Fig. 108. Estructura del canal del Manzanares (U.E. 1006) aguas abajo de la 5ª Esclusa

Fig. 109. Detalle de los primeros rellenos de colmatación del canal aguas abajo de la 5ª Esclusa

Aguas abajo el canal se encuentra colmatado por 3 rellenos sucesivos U.E. 8000, 8001 y 8002, que parecen corresponderse con 3 de los rellenos documentados aguas arriba (rellenos 1001, 1002 y 1003 respectivamente). El relleno superior (U.E. 8000) es un nivel formado por vertidos constructivos recientes, y sin apenas material arqueológico; bajo este aparece un depósito de arenas de grano medio (U.E. 8001), un tipo de relleno habitual en las canalizaciones hidráulicas. El nivel inferior de esta zona del canal (U.E. 8002) es un nivel de matriz arcillosa y limosa, con abundante materia orgánica.

Fig. 110. Fichas de U.E. 102

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4.3.4. Lectura de paramentos: estudio de técnicas y materiales constructivos históricos de la Quinta Esclusa Esquema principal de los diferentes componentes de la Quinta Esclusa. Elementos estructurales El estudio de las diferentes edilicias del complejo de la Quinta Esclusa ha dado como conclusión lo que confirman las fuentes documentales acerca de este monumento. De una edificación primigenia se han llevado a cabo varias modificaciones y replan­teamientos, los cuales debieron ser ideados para la mejora de la eficacia del sistema de represado. Aunque no sabemos hasta qué punto pudo ser o no eficaz toda la red de esclusas del canal del Manzanares, sí que sabemos, por los datos de la excavación, que ya a principios del siglo XX la esclusa debió estar inutilizada como estructura de navegación. No obstante habría que partir de la idea de que previo a la construcción de la esclusa ya debió de existir no sólo el Canal de Navegación, sino algún complejo de represado, más sencillo y mucho menos ornamental que el recuperado. Veremos en este apartado cómo se suceden los paramentos y de qué forma han condicionado a todo el complejo.

Fig. 111 y 112. Limpieza y documentación de los cimientos principales de la esclusa Una aventura fascinante

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No sólo hablan las técnicas constructivas sino también los materiales empleados. Sin bien es cierto que la mampostería es la técnica más usada en este yacimiento, es la fábrica de sillería la que caracteriza a todo el conjunto. Sin embargo ésta es empleada en zonas concretas, zonas de algún tipo de uso práctico como son los anclajes de las compuertas, o las pilas principales del Puente. Sin embargo resulta no menos curioso que los parapetos principales de la Esclusa, aguas arriba, una zona de gran visibilidad y de fuertes empujes del caudal, no tenga una potente sillería más que en el Muro Este. El Muro Oeste, en el que se han documentado incluso contrafuertes laterales al canal para restarle presión al agua, la técnica constructiva principal es un aparejo de ladrillo, eso sí, de excepcionales calidades. Por otro lado resulta característica la presencia de una formidable mampostería de bloques de yeso con mortero en prácticamente toda la fábrica de los muros del vaso. Decimos casi toda pues se han documentado algunos parcheados a base de aparejo de ladrillo, a modo de cajones pero de dimensiones reducidas. Observando la pared interior del Muro Este apreciamos este sistema constructivo, mientras que si tenemos la misma perspectiva pero en el Muro Oeste, la edilicia es claramente de un aparejo de ladrillo atizonado. La explicación tiene varias razones. La primera y la que más salta a la vista es la pérdida de material constructivo. Se han recuperado varios fragmentos de sillería volcados al interior del canal, especialmente en las proximidades del puente. Así mismo se han recuperado también diversos bloques de sillarejo en yeso, una manufactura que sólo hemos podido documentar en los alzados superiores de los Muros Este y Oeste, a la altura del puente. Otra explicación de las diferentes edilicias son las constantes reparaciones que debió sufrir la estructura, reparaciones que procedían en buena parte por las crecidas del río Manzanares y que sabemos anegaban buena parte del canal navegable. Una última explicación puede proceder de los diferentes usos que ha tenido la esclusa, amén de la amortización casi segura de los materiales constructivos en otros edificios (Oteo et alii, 2006). Cimientos Estamos ante tres estructuras cuya cimentaciones reposan directamente sobre el lecho fluvial, ya que nos encontramos en plena terraza del Manzanares. Lo normal es que los cimientos se anclen a los niveles de arenas por medio de un estacado de madera, como queda patente en otras construcciones de similares características (AA.VV., 1987). La ingeniería nos dice que dichos puntales deben de tener una profundidad suficiente como para estabilizar el edificio, no sólo de la plomada vertical sino de los desplazamientos horizontales. A la solera le complementa un volcado de cemento de mortero basto, el cual rellena las juntas de la madera con gravas. Esta sección es visible gracias a la intervención arqueológica, ya que se documentaron las U.U.E.E. 2.105 y 2.107 correspondientes a sendos solados de mampostería con mortero, en el que la superficie superior combinada un entramado de vigas y tablones (U.E. 2.104). Aún quedando visibles y aún formando parte del embarcadero, esta debiera de ser la configuración principal de los cimientos, si bien es cierto que desconocemos con precisión los cimientos de los Muros Este y Oeste. Lo normal es que apoyasen directamente sobre el lecho geológico gracias a una zapata corrida del mismo material (Chow, 1983). A la vez el puente prolongaría esa misma zapata hasta los apoyos de las zapatas aguas abajo, probablemente a base de dos pilas también en mampostería bruta. Estructuras básicas Aunque ya han sido descritas en el apartado anterior cabe destacar la continuidad entre todas ellas. Simplemente echando un vistazo a los Muros Este y Oeste es posible observar cómo forman parte de un conjunto indivisible arquitectónicamente hablando. Hablamos de muros, y no de paredes, porque éstos no soportan cargas sobre sí mismos, a diferencia de las paredes, que sí lo hacen de bóvedas y techumbres (Rejón de Silva, 1788: 155). La fabricación de los muros principales del vaso debió ser en origen mucho más sencilla que los parcheados posteriores, ya que reparar o sustituir un muro o parte de él suponía poner en peligro la estabilidad de todo un lienzo. Sin embargo levantar el Muro Este de una sola pieza no entraña tanta dificultad, al margen de la pericia que deben tener los oficiales de albañilería. El caso es que alzar una mampostería única de sillarejo es mucho más sencillo que reparchear, por ejemplo, el Muro Oeste, configurado en aparejos de ladrillo, sillería y mampostería. De esa forma es como se producen graves deterioros en este paramento, como veremos en adelante. Uno de los aspectos más interesantes es la configuración del puente con respecto a todo el complejo. Hay que tener en cuenta que a la hora de su construcción debieron de tener en cuenta que debía quedar trabado por no una, sino tres estructuras independientes: los dos muros del vaso principal y el canal de navegación, aguas abajo. Como se verá adelante no llegaron a conseguirlo, puesto que todo el complejo, puente y vaso, están ligeramente desplazados con 104

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respecto al eje del canal. Más aún, la traba del canal navegable con el puente es del todo inestable. No obstante tampoco beneficiaron al puente las constantes modificaciones y reparaciones. El uso de diferentes edilicias y fábricas llegó a deteriorarlo sobre manera, con pérdida parcial de materia, pérdida de plomada, etc. Todos estos aspectos se describirán más adelante.

Fig. 113. Fase de dibujo de las distintas cimentaciones de la esclusa

En cuanto al canal supone la estructura más sencilla y a la vez endeble del complejo. Siguiendo un sistema constructivo propio de canalizaciones, se presenta como la estructura más antigua del yacimiento, quedando el vaso y el puente adheridos a ésta. El sistema constructivo es simple y muy común en zonas de riego. La diferencia con respecto a las otras estructuras es que este canal conllevaba un programa de mantenimiento y conservación riguroso, ya que queda expuesto a las venidas y crecidas del caudal del río del que se abastece. Eso supone que si el canal no está cuidado y pierde sus características constructivas anegaría tanto a la esclusa como al puente. Puede afirmarse incluso que es el componente más importante del complejo, pues además de tener unas dimensiones mayores (abarca todo el recorrido del canal navegable) sus materiales son mucho más endebles y por lo tanto, sometidos a un mayor cuidado. Una aventura fascinante

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Fig. 114. Recreación ficticia de los niveles constructivos del embarcadero

Técnicas y materiales constructivos Aparejo de ladrillo El ladrillo es el material más importante de los cerámicos porosos. De origen en el Próximo Oriente su uso se hace masivo durante el Imperio Romano en todo tipo de obra constructiva (Adam, 1996). Es una pieza prismática cuyos beneficios residen no sólo en el coste de su producción, sino en el coste de su ejecución y en el manejo. Para la definición del elemento y de su fábrica seguiremos la terminología de Diego Antonio Rejón de Silva y de su obra, Diccionario de las nobles artes para la instrucción de los Aficionados y uso de los Profesores. Contiene en ella conceptos facultativos sobre construcción, albañilería y arquitectura que hoy en día siguen empleándose. Para el autor el ladrillo “(…) es una piedra artificial formada de barro, que se cuece luego en un horno. Su figura es quadrilonga, y los antiguos los hacían triangulares y quadrados; los hay finos y ordinarios, y con ellos se fabrican paredes, bóvedas uniéndolos con cal, y algunas veces con yeso (…)” (Rejón de Silva, 1788: 126). Con arreglo a su grado de cocción, el complejo hidráulico de la Quinta Esclusa cuenta en su mayoría con ladrillos recochos (buen grado de cocción). Es por ello que por su forma y su buena calidad son ladrillos macizos ordinarios del tipo prensado. Este tipo de ladrillo se moldea en una prensa de estampa, y se cuecen en un horno continuo, los que le da una buena apariencia. Sobre este tipo de ladrillos existe un buen repertorio de comentarios y análisis: 106

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“(…) El ladrillo prensado es el primero elemento específico para dejar “al descubierto” en las fachadas de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, y la utilización del mismo genera un cambio en la función constructiva de la hoja exterior que se ejecuta con él, desde formar parte del muro resistente hasta ser considerada como un refrentado o revestimiento de la hoja interior de carga (…)” (Camino Olea, 2001: 13).

Fig. 115. Dibujo alzado de la esclusa

No obstante presentan albeos y descuadres en la mayor parte de los ejemplos documentados del aparejo. Esto no es por la fábrica sino por la ejecución posterior como veremos a continuación. El aparejo de la Quinta Esclusa está levantado de ladrillo atizonado, con hiladas irregulares a dos astas, de 250 a 280 mm. de largo por 40 y 50 mm. de grosor, y tendeles 28 a 31 de mm. Se ha documentado en casi todos los frisos un agramilado en los ladrillos, es decir, un recorte o alisado de la cara vista de los ladrillos a fin de igualar las verdugadas. El arte del agrimalado consiste en arreglar los ladrillos que componen un edificio o pared, normalmente vistos al exterior, para adecuarlos a un mismo ancho o grueso, raspándolos y cortándolos con el aciche (herramienta de aparejador a modo de cizalla raspadora). Durante todo el siglo XVIII y XIX la fábrica se dejaba vista o después se pintaba con almazarrón y se trazaban las juntas con cal (Cassinello, 1971). La excepción la encontramos en el aparejo del arco del puente, en el que el aparejo es a sardinel (Kornmann, 2007; Lasheras Merino, 2007). Resulta curioso ver que los ladrillos que dan a la parte interna del vaso de la esclusa no son hidráulicos. Este tipo de ladrillo suele llevar una alta proporción de de arcillas (91,5%), limaduras de hierro (3%) y porcentajes mínimos de cloruro sódico y potasa. Sabemos que los ladrillos pertenecientes al embarcadero no son de este tipo porque se suelen cocer a 2.000 ºC, por lo que su coloración sería bien distinta. En cuanto a los tendeles (capa de cal que se echa sobre cada hilada para sentar la siguiente) y las llagas (junta que forman cada dos ladrillos en una hilada) no se aprecian rehundidos ni ripios de ningún tipo, ni resaltados ni galleteras. Para Rejón de Silva era algo habitual sobre todo en aparejos del siglo XVII, XVIII y XIX. En conjunto sí parece que este aparejo sigue un sistema similar al toledano, con la diferencia de que los cajones de mampostería propios de este aparejo se localizan en puntos aislados (debajo del puente y lateral del Muro Oeste), y que no se sigue el sistema estricto de verdugos o verdugadas. No obstante coincide en parte con algunas descripciones hechas por tratadistas en arquitectura, como Fray Lorenzo de San Nicolás, quien especifica que “(…) también se hace mampostería con pilares de ladrillo; y fuera de ser fuerte es muy vistoso, labrando pilares a trecho por una misma altura, y el caxon o historia que nosotros llamamos, hacen de mampostería como está dicho (…)” (Miranda, 1995: 185). Obviamente es la descripción de un aparejo típicamente toledano, pero en comparación con el aparejo documentado en la Quinta Esclusa no difiere en mucho aspectos. Una aventura fascinante

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Fig. 116. Mampostería (arriba) y aparejo de ladrillo (abajo) presentes en los muros principales 108

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Fig. 117 y 118. Fábrica de sillería con distintos tipos de piedra caliza y granítica Una aventura fascinante

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Fig. 119. Medidas de las llagas principales de la esclusa 110

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Sillería Es esta fábrica de sillería la que supone un verdadero problema de interpretación de los paramentos. En función del modus en la traba de los sillares se han identificado varios modelos: 1 – Engatillados: en la edilicia documentada es habitual ver los sillares engatillados, cuando las esquinas inferiores de un bloque, con la superior de otro quedan a distinto nivel de rasante. De esta manera se asegura el constructor la estabilidad longitudinal de las hiladas. 2 – Machihembrados: las juntas superiores o inferiores poseen salientes en positivo y negativo, de tal forma que encajan a la perfección 3 – Isodromos/Pseudoisodromos: ambos formatos aluden a la disposición de los bloques. El segundo caso es más común en la Quinta Esclusa, siendo los bloques de distintas dimensiones tanto los de las hiladas superiores como los de las inferiores. Configurados de forma isódroma se reducen los sillares dispuestos en las esquinas, ligeramente redondeadas. 4 – Grapas tipo “cola de milano”: se han identificado varios restos de grapas en las caras superiores, grapas que van adosadas a dos sillares continuos y que permite la estabilidad de los bloques superiores. En líneas generales el aparejo de sillería es irregular, pseudoisódromo (salvo en las esquinas) y trabado con argamasa. La piedra que se ha empleado en esta fábrica es granito, caliza y yeso. En los tres casos se aprecian marcas de corte, desvastado y cincelado, especialmente agudo en los bloques de granito, para los que se debieron emplear escafiladores, pinchote, cuñas y cinceles de diferentes puntas.

Fig. 120. Detalle de los sillares superiores

Marcas y grafías Dos marcas han sido identificadas en el edificio de la Quinta Esclusa, aunque no se descarta que pudiese haber más en los bloques de la sillería. Ambas son grafías de numerarios y se han localizado en la sillería principal del Muro Oeste. La primera fue localizada junto a la compuerta de alivio del embarcadero, en la cara superior. Se trata de un “9” cuyo caído es muy prolongado hacia la izquierda. Junto al numerario se ha identificado un rehundimiento intencionado, tal vez como marca de cantería propia del maestro labrador. Una segunda marca la localizamos próxima a la anterior. En una hilada inferior del embarcadero, en la cara superior de un sillar, se localiza el segundo numerario, un “3”. En este caso es el astil superior el que se prolonga hacia la izquierda cerrando en ángulo de 90 grados. A diferencia del anterior no se han identificado marcas colindantes. Una aventura fascinante

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Fig. 121 y 122. Grafías localizadas en la sillería principal de la esclusa 112

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Ambas grafías se encuentran en bloques que probablemente fuesen amortizados de otro punto de la esclusa, habida cuenta la lectura de los paramentos de ese mismo punto. Por lo tanto es probable que respondan a una funcionalidad anterior y que hoy desconocemos.

Fig. 123. Distintas fábricas identificadas en el muro este y oeste Una aventura fascinante

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Mampostería La mampostería identificada es a base de bloques de yeso con mortero del mismo material, extraído de zonas cercanas (la geología ha demostrado que este área es rica en yesos). La mampostería es concertada, poligonal y de bloques careados en algunas zonas del interior de los muros (se evitan los salientes para evitar golpeos y darle un aspecto agradable). Sobre esta mampostería existe un repertorio de precedentes muy amplio. La facilidad de manejo de los ingredientes así como su bajo coste, y la posibilidad de levantar muros corridos con facilidad le otorgan un papel preponderante en la construcción (Hernández García de la Barrera y Moreno Blanco, 2007). Carpintería y trabajo de madera La utilización de la madera como elemento constructivo no es casual, aunque sí es una fortuna poder contar con los restos originarios, ya que como materia orgánica no está exenta de degradación. Por lo tanto poder documentar piezas en madera enriquece un poco más el conocimiento de las técnicas edilicias de la Quinta Esclusa.

Fig. 124. Mampostería y aparejo de ladrillo se combinan en la fábrica principal

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Fig. 125. Quicio de esclusa (arriba) y grapa de silleria (abajo) ambos en plomo Una aventura fascinante

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Fig. 126. Detalle de los sillares engatillados

Como se ha comentado anteriormente es en el Real Canal Navegable del Manzanares en el que se dispone la mayor cantidad de madera para construcción, aunque también se localiza en otros puntos como en el interior del vaso. Primeramente queda clara la configuración a modo de tablón y puntal del canal de navegación. El oficio de la carpintería y de la madera como material constructivo queda bien documentado en la bibliografía desde la Antigüedad hasta su uso en diferentes complejos hidráulicos modernos (Vigil-Escalera Guirado, 2003; Borrallo Jiménez, 2007). El interior del vaso de la esclusa no sólo guarda los cimientos del embarcadero en madera. En la cara interior del Muro Oeste se ha documentado una hilera de mechinales, a unos 2 metros de profundidad desde la cota superior, y en cuyo interior quedan resguardados unos tochos de lo que podría haber sido un sistema de andamiaje que discurriría paralelo a este muro. Al no haber podido vaciar el vaso hasta los cimientos es imposible saber si dicho andamiaje tenía apoyos sobre el suelo, en cuyo caso estaríamos ante una estructura similar a un embarcadero. Otra hipótesis podría ser que perteneciese al anclaje de un andamio para reparaciones y limpiezas, algo difícil si se tiene en cuenta que sólo se ha detectado en el Moro Oeste, y no en el Este.

Fig. 127. Alzado de la estructura de madera 116

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Como elementos complementarios en madera cabe destacar la localización de varios posibles tochos de amarre, desprendidos de la estructura y volcados al interior del vaso. Estos maderos, macizos, cuentan con un agujero en el extremo en forma de “ocho doble”. Por este agujero es por donde se introducía el chicote o extremo del cabo para que quedase trabado tras hacer un nudo en el extremo. Lo normal es que estos elementos se encontrasen a proa y popa de las embarcaciones, y no menos de cuatro juegos. El amarre a la esclusa se realizaría en argollas y elementos adheridos a la mampostería del edificio. Revocos y enclucidos A simple vista no se aprecian enlucidos de ninguna clase, pero observando con detalle las edilicias se ha podido documentar una serie de capas exteriores cuyo objetivo no era sino dejar cubiertas las fábricas exteriores de la esclusa. Destaca primeramente el revestimiento general de uno de los muros perimetrales del vaso. Por el exterior se aprecia una fina capa de mortero de cal, para el que se han tomado unas muestras descritas en los puntos siguientes. Este revestimiento cubre la mampostería del edificio, a base de cal y canto. No es probable que la finalidad fuese el aislamiento hidrófugo, sino más bien un enlucimiento a modo de calado. Por desgracia sólo se ha documentado en este punto el revestimiento, no dando por descartado que todo el edificio pudiese estarlo.

Fig. 128 y 129. Identificación de la línea de mechinales (arriba) y localización de las llagas de una llana Una aventura fascinante

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Más singular resulta un segundo revestimiento o enlucido localizado en el parapeto principal de la esclusa. En el entronque del canal y el embarcadero, aguas arriba, durante la lectura de paramentos se localizaron varias marcas paralelas de incisiones sobre una masa endurecida. Dicha masa estaba formada por un mortero de cal que revestía, casualmente, a los bloques de piedra caliza, dando un aspecto en color y textura muy similar a los bloques de granito que se encontraban hiladas arriba. La explicación es que los ingenieros que ejecutaron una segunda fase de reparaciones de la exclusa emplearon piedra caliza para llenar los huecos. Esta piedra es de color blanco, muy distinta al grisáceo del granito. Para paliar este policromatismo se procedió a revestir dichos bloques con mortero, dando una coloración más similar al granito. Queda confirmada esta mano habida cuenta de las marcas de borde de las llanas que aplicaron los obreros, y que son apreciables en algunos puntos del paramento.

Fig. 130. Primer plano de juntas de sillería con grapa y aparejos varios bajo el puente de la esclusa

4.3.5. Fases identificadas Es relativamente lógico pensar que, por ejemplo, la forma de construir a base de sillería de granito es la más antigua. Sin embargo si al granito de Somosierra lo combinas con calizas de Colmenar, y que algunos bloques no están trabados sino recortados para encajar, es probable que esta teoría sea incierta. La diferencia de edilicias no siempre es sinónimo de fases de construcción distintas. En este caso debemos pensar que la construcción en mampostería de bloques de yeso debió ser la originaria, sobre todo por la contundencia de semejantes moles y por la ausencia de nuevos materiales trabados (excepto en la zona interna del embarcadero). Por otro lado la construcción en aparejo de ladrillo del Muro Oeste sí causa impresión de que debió pertenecer a la edilicia más antigua del complejo (yagueado del mortero, proceso de arenización de los ladrillos, tipología de éstos, factura bien trabada…). Esta teoría se fortalece al observar que dicho aparejo se apoya sobre una buena base de sillería (con al menos dos hiladas), creando un buen firme. Aparte de observar una buena linealidad entre el aparejo de ladrillo y la sillería en cuestión, ésta misma alinea con las sillerías inferiores del Muro Este, por lo que se distingue cierta simetría al menos en las líneas inferiores de la cimentación. Dicha cimentación se remata en la parte interna del vaso, en el llamado embarcadero, con un sistema de entarimado realmente sorprendente. Los tablones, dispuestos a “cubierta de barco”, están remachados con clavos de plomo a una red 118

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de tablones o rastreles, los cuales van trabados en un solado de mortero con grava bien trabajado. Este sistema convencional de solados es el que hoy en día se ejecuta para los hormigones armados, con la salvedad de los materiales empleados. Esta base de mortero queda rematada con una solera de cemento de mortero con bloques de yeso y cama de ladrillo a tizón. Este piso formaría parte de la cimentación principal del embarcadero.

Fig. 131 y 132. Esquemas de las diferentes fases constructivas

En la misma parte de la estructura pero por fuera del represado (aguas arriba) se ha documentado un sistema constructivo de gran calidad. Rematando los anteriores pisos de mortero con grava y cemento de mortero con yeso se traba una serie de grandes vigas de madera maciza, enjarjadas unas con otras por medio de puntales y clavos. Este sería el verdadero asiento de la edificación sobre los endebles niveles de arenas aluviales. De no estabilizar el solado con estas vigas la estructura principal de la esclusa cedería hacia los lados, basculando hasta colapsar los muros laterales. La traba de las vigas se plantea con puntales de grandes dimensiones, los cuales quedan vistos en la superficie. Según las planimetrías existentes de otros complejos hidráulicos, los puntales pueden descender hasta los 3 metros. La estructura del puente es la que plantea menos problemas desde un punto de vista de lectura de paramentos. El levantamiento de esta estructura debió hacerse de una sola vez, ya que no se han apreciado modificaciones ni en los contrafuertes de apoyo, ni en las pilas ni en los estribos de acceso. Es en esta parte del puente donde se distinguen varias edilicias, las cuales quedan bien trabadas y ocultas bajo un enlucido tosco de mortero de yeso. La mampostería vuelve a ser la técnica más empleada, generando sendos estribos de imponente grosor a ambos lados del puente (más de tres metros de mampuesto macizo). Remata la parte superior (donde debía ir el solado de grava) y la inferior con algunos parcheos de ladrillo macizo, más como remate de los estribos que como modificaciones a gran escala. Una aventura fascinante

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Fig. 133, 134 y 135. Esquemas con las diferentes fases constructivas

Fig. 136. Secuencia de las distintas fábricas del embarcadero de la esclusa

La traba de la esclusa, aguas arriba, con el puente se lleva a cabo por medio del propio mampuesto de yeso. No se han distinguido juntas de dilatación entre la fábrica del estribo y los Muros Este y Oeste de la esclusa, por lo que debieron hacerse de una sola vez tanto el remate de éstos como la cimentación inferior del puente. A posteriori es lógico que lo rematasen con los aparejos de ladrillo y con la sillería de las pilas, aguas abajo. Uno de los aspectos interesantes en este sentido es la contradicción misma en la construcción de la esclusa. Por un lado tenemos un puente alzado con materiales cuidados y con un remate a base de aparejo de ladrillo ejecutado con verdadera calidad. Sin embargo el enjarje de las pilas del puente con el canal de navegación se formaliza por medio de un tosco puntal. Salvo que se hay perdido algún elemento decorativo y ornamental, o una pérdida masiva de materiales constructivos en esta zona, salta a la vista que podrían existir dos fases bien diferenciadas entre el canal de navegación y el complejo de vaso y puente: A) Primeramente se realiza el vaciado de los terrenos para estabilizar el sistema de tabla-estacado del canal de navegación, incluyendo el vaciado de la situación actual de la esclusa. Posteriormente se ejecutan los cimientos del vaso, ajustándolos a las estacas ya previamente instaladas. B) En segundo lugar se lleva a cabo una reforma exclusivamente del vaso y del embarcadero, incluyendo el levantamiento de un puente (se valora entonces la posibilidad de grandes barcazas o gabarras para la navegación). Este nuevo vaciado supone ajustarse al tabla-estacado, lo que supone que la traba entre los cimientos de puente y vaso con el canal no es ajustada. 120

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Esto explicaría, entre otras razones, por qué el canal de navegación está ligeramente desviado con respecto al eje de la esclusa. Observando aguas abajo la disposición de la esclusa con respecto al canal se observa que el margen izquierdo queda más próximo a la bocana que el margen derecho, y por lo tanto, en el caso de que una embarcación quisiese entrar en el embarcadero debería aproximarse mucho a su babor. La margen derecha quedaría muy alejada del plano de crujía, lo cual resulta lógico al observar que el aliviadero del Muro Este se sitúa justo en el parapeto derecho del complejo.

Fig. 137. Arriba: esquema con las diferentes fases constructivas. Abajo, estructuras realizadas en ladrillo

Aguas abajo sucede algo parecido, aunque no es fácil llegar a esta conclusión habida cuenta de las escasas dimensiones del área excavada. El canal arranca de la pila izquierda, pero la margen derecha no ha sido localizada en la excavación (incluso haciendo el cálculo proporcional con respecto al ancho de aguas arriba). Sin embargo, como ya hemos apuntado, sí resulta sorprendente la tosquedad en la unión del canal navegable con la pila del puente. Finalmente la documentación no puede dejar pasar la amortización de algunos de los materiales constructivos de la Quinta Esclusa. Uno de los más destacados es la madera. A primera vista la esclusa alza su represado por medio de tablones bien trabados por medio de clavos y grapas del tipo “cangrejo”, muy comunes en el oficio de la carpintería. No obstante es obvio que dichos tablones, situados a la entrada de la esclusa, no forman parte de las compuertas originarias de la misma, ya que éstas sería de metal y abrirían desde el interior del embarcadero hacia los muros maestros. Tras documentar por medio de los dibujos este tablonado vertical se ha demostrado, por las medidas, que dichos tablones proceden del entarimado originario del embarcadero, de modo que en algún momento de principios del siglo XX, y ya con la esclusa sin navegación, se amortiza ese material de buena calidad para crear un represado sencillo con compuerta corredera. Es sin duda el ejemplo más claro de evolución y aprovechamiento de todos los recursos generados por este complejo hidráulico. Una aventura fascinante

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4.3.6. MATERIALES La cultura material cerámica Las zonas excavadas han proporcionado un complejo registro de materiales cuyo análisis ha permitido realizar las correspondientes valoraciones históricas sobre el lugar y su ocupación. Nos hallamos ante un asentamiento que ofrece una ocupación muy concreta y limitada en el tiempo, entre 1750 y 1900. La infraestructura data de la segunda mitad del siglo XVIII y el Canal fue cegado parcialmente en la segunda mitad del siglo XIX, sustituyéndose la navegación por el Canal por el moderno ferrocarril Madrid- Aranjuez (1851). Por tanto el grueso de los materiales recuperados se enmarca entre la Edad Moderna y la Época Contemporánea, sin olvidar que la mayoría de los tipos cerámicos en estos momentos muestran una pervivencia de siglos. En el depósito detectado se recuperaron varias piezas de vidrio, alguna pieza metálica, y miles de fragmentos cerámicos. Los fragmentos recuperados han permitido el remontaje total o parcial de numerosas piezas, lo que nos proporciona una amplia visión de conjunto de la producción cerámica de la época, tanto cerámicas de cocina como producciones de mesa. Tipologías La tipología de la cerámica establecida para los materiales recuperados durante las excavaciones de la Quinta Esclusa es la siguiente: Grupo de cerámica de cocina: pucheros, tapaderas, cazuelas, fuentes… Este conjunto se define por piezas de pastas gruesas con desgrasantes de tamaño medio, visibles incluso en la superficie de las piezas. Este conjunto es heredero de la cultura tecnológica de siglos anteriores, esta cerámica se caracteriza en líneas generales por tener un aspecto rústico, con formas relativamente pesadas y decoraciones simples fundamentadas en vidriados de distintos tonos. Dentro de esta producción hemos reconocido los siguientes grupos: Ollas o pucheros: destinadas a la elaboración o cocción de alimentos. El prototipo de recipiente es el de la figura 114, que tiene cuerpo globular, con un estrechamiento a la altura del cuello, borde recto y labio de sección redondeada, y base plana. Tiene un asa de cinta que arranca de la mitad del borde y termina en el centro de la panza. Está vidriado melado al interior y en parte de la superficie exterior (“babero”: boca y asa). Conserva restos de la acción del fuego en la base y en el cuerpo. Los vidrios son de color verde principalmente. Estas piezas suelen ir asociadas a tapaderas planas con botón central. Las tapaderas también están vidriadas en su parte exterior y en los bordes de la interior.



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Fig. 138. Tapadera; vidriado melado al interior y al exterior; U.E. 2701

Fig. 139. Puchero vidriado verdoso al interior y restos al exterior; U.E 2103

Cazuelas: destinada a la elaboración o cocción de alimentos. Presentan marcas de exposición al fuego al exterior. Al interior están vidriadas y también un poco en su borde exterior, a modo de baberos en la boca. Los vidrios son de color melado principalmente. Presentan un borde biselado, paredes rectas y base convexa. Lebrillos o Fuentes: Corresponden con recipientes de forma acampanada, dotadas de pie macizo y labio apuntado ligeramente exvasado borde redondeado y base plana. Presentan un vidriado de color marrón al interior. Grupo de cerámica de mesa: escudillas, platos, fuentes, tazas, jarras, ollitas Este grupo se define por piezas de pastas más finas y depuradas, sin desgrasantes visibles Platos: de loza blanca decorada. Entre estas piezas despuntan las producciones Pickman, tanto piezas con imágenes en negro como piezas lisas. Destaca un plato de café con imágenes en negro de fantasía con aires neoclásicos, decoración de un motivo central con paisaje o “vistas” idealizadas, enmarcadas por una greca de guirnaldas de flores. Cronología 1841 hasta la actualidad. Este tipo de piezas y decoración se fabrican en la actualidad sin apenas variaciones en la decoración. Otra pieza de la factoría Pickman es una ensaladera con motivo central de imagen de fantasía neoclásica. Dentro de este grupo observamos una ensaladera de loza de Valdemorillo. Se trata de loza blanca gallonada, con decoración de filetes azules concéntricos. Dimensiones aproximadas: diám. 25,9 cm; alt. 5,8 cm. Cronología 1845-1915. Los años finales de la fábrica de Valdemorillo destaca un descenso en la calidad de las piezas y la extraña profusión de marcas en las que no aparece referencia alguna a la razón social ni al lugar de fabricación. Fuentes: se trata de un tipo de producción más o menos estandarizada, con formas de cuerpo acampanadas de pie macizo y labio apuntado ligeramente exvasado, bañadas con un vidriado beige al interior y exterior y decoradas por medio de una sencilla cenefa tricolor (marrón, amarillo, verde), que recorre el interior del labio y un característico motivo en el fondo, una especie de palmeras u hojas de palma esquemáticas pintadas a mano. Jarras: se observa un tipo concreto, recipiente de cerámica esmaltada en blanco de pasta amarillenta y compacta. Está definido por el cuello muy pronunciado y una boca acampanada con pico vertedor trilobulado, extremo del borde redondeado muy remarcado, de labio ligeramente exvasado y de cuerpo globular. Lleva asa vertical posición normal y sección plana, en la zona de máximo diámetro. De pie marcado y anular.



Fig. 140. Topo de vidriado melado al interior y al exterior; U.E.2701

Fig. 141. Fuente para servir de loza con decoración vegetal al interior y cenefa tricolor en el labio; U.E.2700 Una aventura fascinante

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Las piezas están decoradas en la cara externa del recipiente, con motivos decorativos lineales principalmente. Su forma se adapta a la tipología típica de los jarros más populares del siglo XIX con cuerpo ovoide sobre solero ligeramente diferenciado.



Fig. 142. Cuenco de porcelana con pátina marmórea; U.E. 1003

Fig. 144. Taza de loza con decoración azul en bandas al exterior.; U.E. 1004, e, imagen inferior, taza de loza con decoración vegetal en azul al exterior; U.E. 1003/2700

Fig. 143. Ollita; vidriado melado al interior y parte del exterior; presenta Una perforación en panza

Fig. 145. Plato de café con imágenes en negro de fantasía con aires neoclásicos, decoración de un motivo central con paisaje o “vistas” idealizadas, enmarcadas por una greca de guirnaldas de flores. Cronología 1841 hasta la actualidad. Producción Pickman - La Cartuja; U.E. 1003/2700

Escudillas: piezas de barro con vidriado melado al interior, calificado por Martín-Salas como baño plumbífero, decorado con trazos negros de manganeso. Producción típica de Villaseca de la Sagra de finales del siglo XIX. Cuencos y tazas de loza: se trata de recipientes destinados al consumo de alimentos líquidos o semilíquidos, de cuerpo semiesférico, de paredes ligeramente exvasadas, labio de sección redondeada y anillo de solero. Está esmaltado en blanco tanto al interior como al exterior, y pintado en azul. Cronología: siglos XVII-XVIII. 124

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Grupo de cerámica de almacenaje: cántaros o tinaja y botijos Botijos: Las producciones de botijos más importantes en estos momentos procede de Ocaña y de Levante. En al menos dos casos, las piezas localizadas muestran los sellos de fábrica de origen levantino. Los fragmentos de este tipo de piezas presentan pastas muy características de color blanco, sin ningún tipo de vidriado ni decoración. Los fragmentos selectos responden a pitorros circulares y cónicos, correspondientes a los orificios de entrada y salida del agua. Las asas recuperadas son planas que se localizaban en la parte más alta de las piezas. También se he encontrado un asa circular. Se ha podido remontar alguna de las piezas en más de un 70%, lo que nos muestra una pieza rematada por un asa plana, con dos elevaciones en su base. Tiene dos pitorros, uno de gollete y otro cónico, a ambos lados del asa. El cuerpo es ovoide y la base plana. Tinajas: producciones de pastas anaranjadas de distintas tonalidades. Se observan en la superficie gran cantidad de micas, se trata probablemente de producciones locales, producidas con arcillas graníticas procedentes de la degradación del granito de la Sierra. Se han localizado varias bocas de este tipo de piezas así como asas de cinta plana muy característica de estas piezas. Los cinco grandes centros tinajeros castellanos fueron Chinchón, Colmenar de Oreja, Santorcaz, El Toboso y Villarrobledo; de todos ellos ha sido Colmenar el que ha mantenido su producción con más pujanza hasta el siglo XX. En la alfarería de Camporreal, Alcalá de Henares, Villarejo y Zamora, dedicada especialmente a la cantarería y ollería, destaca la gran cantidad de micas en los barros, que erróneamente nos puede hacer pensar en un efecto decorativo. Por proximidad, es posible que las piezas procedan de productores próximos, ya sea Chinchón, Colmenar, Camporreal, Alcalá o Villarejo.

Fig. 146. Botijo; U.E. 1003

Fig. 147. Lebrillo de loza de Manises; decoración vegetal interior y marca [A.S] en azul en el fondo; U.E. 1003 Una aventura fascinante

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Otros

Fig. 148. Orinal de loza; decoración vegetal al exterior en verde, marrón y amarillo; U.E. 4000

Orinales: Se han recuperado un total de 3 orinales. Orinal de pastas blanquecinas y compactas, presenta vidriado blanco al interior y exterior, con decoración pintada a mano de motivos vegetales en azul. En la base se observa una letra “M” en azul. Materias primas y producción Algunos autores distinguen seis tipos de arcillas: Graníticas (abundantes en el NW de la Península). Ocreas (Cataluña, parte Valencia y N. Portugal). Calcáreas (Andalucía, Castilla la Nueva, Baleares).G redas(Aragón, Castilla la Vieja y Vascongadas). Ferruginosas (León, Extremadura y Portugal).Volcánicas (Canarias). (Sempere, 2006). Las arcillas más puras, los caolines o como se llamaban antiguamente las pastas blancas, debidamente tratadas sirven para elaborar porcelanas. Las graníticas, después de cocidas quedan en tonos claros. En los fragmentos cerámicos de cántaros y recipientes sin vidriar se ven brillar los diminutos cristales de mica. Son pastas graníticas típicas de la zona de Madrid. Difícilmente admiten barnices. Las ocres son arcillas sobre todo de litoral; de excelente plasticidad, quedan después de cocidas de un color ocre amarillento. En las calcáreas abundan los silicatos cálcicos. Son frecuentes en Valencia, pero se pueden encontrar en otros sitios de la Península. Las piezas de alfarería más blancas proceden de las arcillas tipo greda. En ellas está prácticamente ausente el hierro y poseen tonos blanquísimos. Buen ejemplo son los botijos de Ocaña, las piezas de la Rambla en Córdoba, de Albox, etc. En el lado opuesto, están las arcillas ferruginosas, su color rojizo fuerte delata la abundancia de óxidos de hierro. La naturaleza de la materia prima impone un importante condicionante a las cerámicas locales, lo cual es una seria dificultad a la hora de relacionar la utilidad de las distintas cerámicas. Desde el punto de vista productivo, la cerámica moderna puede catalogarse bien como actividad artesanal o bien empresarial; dependiendo del desarrollo, evolución y expansión que llegó a tener. (De la O Vidal et al, 2004) Durante el siglo XVIII se produce el surgimiento y consolidación de una demanda creciente de productos de loza fina. A mediados del ochocientos, el gusto por esta loza estaba ya bien asentado en nuestro país, o al menos en las principales ciudades. Las mayores importaciones de loza se produjeron a lo largo de las décadas se los años setenta y ochenta; mientras que ya en los años 60 (del siglo XIX) se encontraba en plana producción toda la primera generación de fábricas españolas de loza fina (Sargadelos, Pickman, Busturia, Cartagena, Valdemorillo y San Juan de Aznalfarache). Así pues, con una demanda creciente y atendida en buena medida por las importaciones, no puede extrañar que el sector nacional de fabricación de lozas finas surgiese y se configurase sobre la base de una estrategia de sustitución de importaciones. Se trata de un fenómeno correlativo del ascenso y configuración como clase, de una burguesía relativamente separada ya de la nobleza en lo que se refiere a sus cimientos económicos y de poder, pero ampliamente tributaria de ella en materia de códigos culturales y pautas de comportamiento, muy marcados por estigmas de emulación, cuando no de simple imitación (Seseña, 1976). 126

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A finales del siglo XVIII, en Madrid, el Gremio de vidrio, barro y vidriado carecía de una producción competitiva, y todo su afán era tener el monopolio de la venta, especialmente del barro de Alcorcón, cuya ollería no tenía competencia posible por la excelente calidad de su tierra para fuego y por la baratura de la obra final, al tratarse de alfarería femenina, realizada para el interior de las casas (Martín-Salas, 2011). Se tiene constancia de esta dedicación de Alcorcón a la alfarería desde el siglo XVI. El crecimiento de la demanda provocaría la plena dedicación de los alcorconeros a estas labores. De esta nueva situación y del crecimiento demográfico de Madrid, se verán favorecidos los trajinantes toledanos y talaveranos, que de camino a la capital con loza talaverana y siendo Alcorcón zona de paso, verán interesante cargar con barro de Alcorcón para conciliar su venta con la de loza talaverana (Martín-Salas, 2011). El acabado de las piezas es de diferente factura, algunas de gran calidad y rematadas con esmero, otras, en cambio, tremendamente toscas. Hasta el siglo XVIII la morfología de las vasijas apenas sufre variación. Las ollas y pucheros mantienen un perfil curvo sin ningún ángulo que delimite el galbo del gollete, que es mínimo y ligeramente esvasado. El asa, siempre sobreelevada, parte del mismo borde para acabar en el galbo con una pegadura lisa. En Alcorcón se generaliza el vidriado a lo largo del siglo XVIII, antes nunca se vidrió la obra. Esta operación se hace necesaria para poder seguir compitiendo en el mercado madrileño. A lo largo de los siglos XVIII y XIX la ollería de Alcorcón va a experimentar significativos cambios morfológicos, se va incluso a diversificar su producción. Todos estos cambios son fruto de la influencia de los barros toledanos. Poco a poco el cuello o gollete de las ollas o pucheros va ganando espacio al resto de la pieza, el perfil ya no es curvo. Aunque todavía el asa sobrepasa en altura el borde de la pieza, a lo largo del siglo se va a imponer el asa que parte del cuello y cae sobre la panza sin superar en altura la boca. La decoración, antes inexistente, irrumpe de forma parca y monotemática, siguiendo esquemas existentes en la cerámica manchega. La decoración incisa consiste en el intercalado de ondas y puntos, se realiza con un peine (Martín-Salas, 2011). No hay que olvidar las piezas de cerámica de Manises, producciones destinadas en el siglo XIX a la mesa de las clases humildes. Se trata de vajillas baratas para el uso diario de la gente corriente, lo que llevaba aparejado una baja calidad técnica y limitaciones artísticas y decorativas. Asun así, gracias a una excelente red de distribución ligada al comercio de paños, se vendieron por toda la geografía española (Gonzáles, 2006). Esta loza popular de Manises es un buen reflejo de los cambios sociales y económicos que ocurren en su tiempo. El siglo XIX es el siglo de la revolución industrial, de la mecanización de los procesos de producción, del ascenso de la burguesía y de la división de clases. En este sentido la principal novedad en la producción cerámica es la aparición de lozas industriales. Fabricadas y decoradas en serie, era posible obtener a un precio razonable productos de buena calidad, vistosos y resistentes, con una apariencia similar a la de las lujosas cerámicas del siglo anterior (lozas y porcelanas europeas o importadas de China). La ascendente burguesía será la principal consumidora de estas nuevas lozas, “que en un principio se importaron de Inglaterra y Francia hasta que se establecieron en España las primeras fábricas en Sargadelos, Cartagena o Sevilla”. A pesar de su abaratamiento estas producciones quedaban fuera del poder adquisitivo de las clases humildes, por lo que el reto del los talleres de Manises fue tratar de cubrir este sector de marcado. Este proceso no es ajeno a otros centros de producción del a Península como Talavera (Gonzáles, 2006). La fabricación de las piezas continuó necesitando técnicas y materiales tradicionales: arcillas calcáreas, torno de alfarero, barnices estanníferos y decoraciones a mano, generalmente a pincel. La producción en serie exigió, una división del trabajo: extracción de la arcilla, preparación, conformación, elaboración de barnices, decoración y cocción. El siglo XIX y su sociedad burguesa requerían otros productos (diferentes de la cerámica popular, por un lado, y de la artística a la manera dieciochesca, por otro. Durante la época contemporánea, especialmente a partir del siglo XIX, se pueden distinguir dos producciones diferenciadas: por un lado la denominada “Loza Popular” o manufactura artesana, que hace referencia a las piezas elaboradas en los talleres alfareros tradicionales; y por otro lado la “Loza Industrial” que agrupa a las piezas para las que se utilizan técnicas fabriles en su elaboración (Huarte y Somé, 1995; Huarte, 2003). La loza industrial define una producción muy característica reconocible por el empleo de pastas blancas, con gran presencia de caolín en su composición y por utilizar un sistema de decoración basado en la estampación de los motivos bajo una cubierta de vedrío transparente. Se trata normalmente de producto de una doble cocción, a temperaturas entre 1100 y 1200°C, la primera para fijar la pasta y la segunda para la cocción del vidriado. Éste último es una capa de esmalte realizado generalmente a base de óxido de estaño, aunque hay variantes que presentan esmaltes a base de plomo. Se trata por lo general de vajilla de menaje de comedor, así como también jarras, aguamaniles, bacines, objetos ornamentales y azulejos. Una aventura fascinante

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En la expansión de las lozas “seriadas burguesas” o loza industrial en todo el territorio español a partir del S. XIX, cobró especial fama la producción de la factoría inglesa en la Cartuja de Sevilla Carlos Pickman (entre 1833-1841) bajo el nombre de sociedad “Picman y Cía”, que alcanzó renombre internacional gracias a sus vajillas y servicios de mesa, decoradas con motivos estampados de variada temática y coloración. (Arqueología de época moderna y contemporánea, p.84) Las mayores importaciones de loza se produjeron a lo largo de las décadas se los años setenta y ochenta; mientras que ya en los años 60 (del siglo XIX) se encontraba en plana producción toda la primera generación de fábricas españolas de loza fina (Sargadelos, Pickman, Busturia, Cartagena, Valdemorillo y San Juan de Aznalfarache). Así pues, con una demanda creciente y atendida en buena medida por las importaciones, no puede extrañar que el sector nacional de fabricación de lozas finas surgiese y se configurase sobre la base de una neta estrategia de sustitución de importaciones. Imágenes costumbristas El registro arqueológico proporcionado por esta excavación no sólo nos muestras numerosas piezas de cerámica y vidrio, sino que nos muestra las imágenes de la vida cotidiana de toda una época. Las piezas localizadas se enmarcan dentro de una cronología del siglo XIX, principios del siglo XX y son un claro exponente de las necesidades de la vida diaria. Nos encontramos ante tipos cerámicos que no han cambiado en los últimos 300 años, puesto que las necesidades de la población que los utiliza apenas han variado en ese período de tiempo. A mediados del siglo XVIII es destacable el aumento de producciones de carácter más industrial, piezas como los platos Pickman que comienzan a extenderse en el siglo XIX o la loza de Valdemorillo, que tiene su época culminante entre 1845 y 1915. Pero la cerámica más utilizada, la cerámica de cocina apenas ha variado. Una ventaja de la arqueología moderna-contemporánea es que tenemos a nuestra disposición numerosos instrumentos que nos muestran cómo era la vida y la sociedad de la época en estrecha relación con la producción cerámica y las necesidades de esta sociedad. Tenemos imágenes de gran realismo en las creaciones artísticas de pintores desde el siglo XVI hasta el XIX. Los bodegones que nos han dejado artistas como Diego Velázquez, Luis Egidio Meléndez o José Pinazo Martínez, entre otros, nos exponen piezas cerámicas muy similares a las localizadas durante esta excavación y muestran que los tipos de cerámica común siguen siendo utilizados sin apenas variaciones. Diego de Silva y Velázquez (h. 1599 – 1660) en su obra el Aguador de Sevilla (1620), muestra un cántaro, cuya tipología se observa en los fragmentos cerámicos recuperados durante la excavación de la Quinta Esclusa. Luis Egidio Meléndez (1716 – 1780) durante el tercer cuarto del siglo XVIII nos ha proporcionado un gran número de obras donde se refleja la producción de cerámica de cocina de la época. No podemos ver grandes piezas de lujo, pero sí el “ajuar de los fogones”, en el que destacan las jarras trilobuladas, los platos decorados con motivos azules sobre esmalte blanco, las ollas de barro con babero vidriado al exterior, los cuencos o fuentes de barro con vidriados al interior y baberos al exterior. En sus cuadros se muestran producciones antes aludidas como los Barros de Alcorcón, producción muy abundante en el siglo XVIII y XIX. En primer término unos arenques ahumados ofrecen sus irregulares superficies junto a unas cebolletas de pulido contorno; al lado de ellos un pan abombado aporta su nota clara y maciza. En segundo plano se ve una jarra o puchero, panzudo, de alfarería, típico del siglo XVIII, cubierto con una tejoleta (fragmento) de plato talaverano o de Puente del Arzobispo, con la decoración llamada de rosilla o del ramito, que casi oculta un lebrillo de Alcorcón; del borde del recipiente emerge un mango de madera. Una alcuza, una vinagrera de loza y un cesto completan el efectismo verista del cuadro.

Fig. 149 a y b. Cuadros clásicos con cerámicas similares 128

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José Pinazo Martínez (1879 - 1933) en su obra Bodegón de cántaros. Este cuadro muestra cántaros como los fragmentos recuperados en la Quinta Esclusa y jarras de loza industrial, presentes en estos momentos en todas las casas burguesas.

Conclusiones sobre la cerámica estudiada Durante el siglo XVIII las piezas cerámicas proceden de alfares peninsulares, diferenciándose las labores de diversos talleres. Así mismo, dentro de las producciones alfareras se diferencian la loza esmaltada, de la cerámica de basto, siendo la primera la vajilla de lujo, y la segunda representa el conjunto de recipientes y cacharos utilizados en el quehacer diario. Uno de los alfares representados es el de Talavera, que llegó a convertirse en el primer centro nacional de producción de loza, tomando como modelos decorativos las copias de porcelana que se estaban haciendo en Portugal, así como de las fayenzas italianas (Pérez-Juana, 2005). El resto del conjunto cerámico está compuesto por piezas procedentes de hornos locales castellano- manchegos que se encargaban de suplir y cubrir las necesidades cotidianas de las poblaciones cercanas, realizando una producción práctica, pero sin muchas pretensiones, aunque en muchas piezas se note la influencia que ejerció Talavera sobre los centros alfareros. Los materiales recuperados son sobre todo cerámicos, de los siglos XVII-XIX, con cerámica común de la producción madrileña alfarera de esta época: ollas, cazuelas sin vidriar, jarras cántaros, barreños con vidrio parcial o total, melado y verde, así como piezas de tipo Talavera-Puente: sobre todo platos con vidrio blanco y con decoración azul cobalto, tricolor y polícroma, y cuencos y escudillas sin decorar. Seguramente el Canal se cegó en la segunda mitad del siglo XIX, muy probablemente con basura, no siempre orgánica, que contendría desechos de objetos cotidianos en desuso. El amplio abanico tipológico reforzaría esta idea, así como la presencia de piezas de una cronología de entre el siglo XVIII – XIX y producciones de mejor y peor calidad. LÍTICA Se trata de un escaso repertorio lítico, tallado en sílex local mayoritariamente, procedente del río Manzanares. Destacan varias piezas con rodamiento alto y con características tecnológicas propias del Paleolítico Antiguo.

Fig. 150. Molina de granito U.E. 2701

Fig. 151. Pieza 1: Núcleo prismático de sílex. Paleolítico Antiguo. U.E. 2700. Pieza 2: Lasca de descortezado de sílex. Paleolítico Antiguo. U.E. 2700. Pieza 3: Resto de talla de sílex. Paleolítico Antiguo. U.E. 2700. Pieza 4: Lasca de semidescortezado de sílex. Paleolítico Antiguo. U.E. 2700. Pieza 5: Fragmento de lasca de sílex. Paleolítico Antiguo. U.E. 2700. Pieza 6: Lasca de sílex. Indeterminado. U.E. 2700 Una aventura fascinante

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Se trata de un núcleo prismático, dos lascas de fases de descortezado, un fragmento de lasca y un resto de talla. Dichas piezas se contextualizan en niveles de arrastre fluvial de las formaciones aluviales del río Manzanares, por lo que se encuentran en posición claramente derivada. Por otro lado, es de destacar en la U.E. 2701 la presencia de un fragmento de molino de granito de producción cerealística de la segunda edad del hierro. Esta circunstancia se explica por la presencia cercana del yacimiento del Cerro de la Gavia. Este enclave arqueológico cuenta con una fase de ocupación que se extiende por la llanura de inundación del río Manzanares. METALES Campanilla Ya desde época romana se trataba de un elemento simbólico y habitual de la vida cotidiana romana. Las tipologías que por entonces coexistían se mantuvieron durante buena parte del medievo, perviviendo hasta nuestros días. Así por ejemplo, encontramos diferentes formas: • Hemisféricas, cuya utilidad se adscribe a la esfera de la ritualidad. • Troncocónicas, muy similares a las empleadas en la actualidad, y que eran empleadas para fines domésticos. • Piramidales, cuya simbología y morfología parece estar vinculada a los bocados de caballo y otros arreos de ganado. • Cilíndricas, con una parte abultada en el borde, cuyas proporciones aumentas conforme avanza en tiempo hasta convertirse en los actuales cencerros. En el caso del ejemplar localizado todo parece indicar que se trata de una campanilla troncocónica. Esta tipología podía tener también un uso litúrgico, siendo llamadas campá de man (Pirineo catalán) o campanas litúrgicas.

Fig. 152. Hoja de arma blanca 130

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Fig. 153. Pieza 1: Dedal de costura metálico. U.E. 2101 Pieza 2: Campana de forma troncocónica. U.E. 2700 Pieza 3: Tenedor metálico. U.E. 2700. Pieza 4: Cuchara de metal. U.E. 2700. Pieza 5: 2 fragmentos de cuchara sopera. U.E. 2701

Fig. 154. Pieza 1 a 3: Tres fragmentos de culotes de cartuchos tipo lefaucheux o de espiga, en muy mal estado de conservación. Pieza 4: Cartucho Lefaucheux. Pieza 5: Proyectil de forma aerodinámica / ojival del calibre 7.92 para mauser, con núcleo de plomo y envuelta de latón o cobre

Recipientes y cubertería Se han documentado varios recipientes de metal. Entre los más característicos se han identificado, por su tipología, una jarra para calentar, una ollita, un pié de copa y una palangana. Todo en conjunto formaría parte del ajuar de uso habitual, bien del personal de mantenimiento de la esclusa, bien de los moradores posteriores. De cubertería se han encontrado varios fragmentos. Fabricadas en bronce y latón, son tenedores y cucharas de una sola pieza cuyo material y forma no ha permitido determinar su cronología. Dedal de costura A pesar de su mal estado de conservación se ha identificado un dedal de costura de unos 2,10 cm. Las tipologías de este objeto de costura apenas han variado desde época hispano musulmana, siguiendo prototipos que varían apenas en la ornamentación y los materiales. En este caso se trata de un dedal de bronce, cuya impronta característica ha generado costras de oxidación alrededor del mismo, por lo que no es posible determinar la presencia de decoraciones. Clavos, remaches, argollas y grapas El conjunto de metales lo completa un amplio repertorio de piezas procedentes de la construcción. Se trata de clavos, tornillos, tuercas, remaches y arandelas o argollas de varias tipologías, usos y procedencias. Debido a su mal estado de conservación (costras de oxidación más de 2 mm. de grosor) no ha sido posible su catalogación, y en cualquier caso debido a que la esclusa ha sufrido numerosas fases de reparaciones, algunas muy recientes, es probable que la mayor parte de las piezas procedan de arreglos y remates modernos. No obstante habría que relacionar estas piezas con el oficio de la carpintería, ya Una aventura fascinante

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que buena parte de la estructura de la esclusa está edificada con madera (embarcadero, canal, mechinales…). La presencia de un dique de principios del siglo XX con remaches de hierro (tipo “cangrejo) hace pensar que muchas de las piezas proceden de los mismos anclajes de los tablones. Las argollas y arandelas debieran pertenecer también a la construcción misma del edificio, formando parte de elementos decorativos en muchos casos. Un caso particularmente interesante son las grapas (U.E 2.400 y U.E. 5.000). Éstas forman parte de los machihembrados de la sillería superior de la esclusa. Dicho machihembrado está compuesto por la herida de la misma piedra y la grapa que une dos sillares continuos. Fabricados en plomo, quedan inyectados con plomo fluido en el interior. Alguna de esas rebabas se han encontrado desprendidas en el interior de la esclusa (U.E. 2.702). Cartuchería Entre el material de cartuchería documentado durante la excavación de la exclusa podemos destacar un proyectil de forma aerodinámica / ojival del calibre 7.92 para mauser, con núcleo de plomo y envuelta de latón o cobre, hallado en la unidad estratigráfica 1003; esto es, en uno de los rellenos inferiores del Real Canal del Manzanares aguas arriba de la 5ª esclusa. VIDRIO Como envase, el vidrio, gracias a sus cualidades específicas es junto a la cerámica el material más antiguo y más utilizado por el hombre para la conservación y el almacenamiento de sus productos. Así, desde los principios de la civilización ha servido como envase para vinos, aceites, perfumes y medicamentos, pero es a partir del siglo XVII cuando se generaliza su uso, debido en gran medida al tapón de corcho, que le otorga una de sus principales cualidades, la estanqueidad.

Fig. 155. Pieza 1: Botella de vidrio de tónico sedante Valero Bromine Legrand. U.E. 2103.

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Fig. 156. Pieza 1: Ampolla de vidrio.U.E.1100. Pieza 2: Ampolla de vidrio U.E.2700. Pieza 3: Ampolla de vidrio.U.E. 2103. Pieza 4: Botellita de vidrio para contener esencia de perfume o medicamentos U.E. 2102. P5: Botella de vidrio para medicamento.U.E.2700.Pieza 6: Botella de vidrio para medicamento.U.E. 2700. Pieza 7: Botella de vidrio para medicamento.U.E8:01

Un siglo y medio más tarde, en 1790, el Gobierno francés anunció que ofrecería un gran premio a quien descubriese un método práctico para conservar los alimentos durante cierto tiempo para que sirviesen de dieta a los soldados de Napoleón, en guerra por toda Europa por aquellas fechas. El investigador Nicolás Appert dio con la solución: observó que ciertos alimentos envasados en tarros de vidrio, sellados y posteriormente calentados, conservaban sus características intactas y no se alteraban, pudiendo ser conservados indefinidamente. Nacía en ese momento la industria alimentaria. Hasta el siglo XX, la fabricación de los envases de vidrio se realizaba de forma artesanal. En los primeros años de 1900, después de numerosas investigaciones, se crea la primera máquina para la fabricación automática y producción en serie de envases de vidrio. Unos años más tarde, en 1925, se pone en marcha una máquina de “Secciones Individuales”, que contaba con cuatro secciones, pasando más tarde a cinco y después a seis. Actualmente, existen máquinas con 20 secciones que permiten fabricar 800.000 botellas y tarros en un día. Concretamente, los avances científicos producidos durante el siglo XIX en el campo de las Ciencias de la Salud unidos a los tecnológicos en la mecanización de la producción, encontrarían aplicación inmediata en la farmacia posibilitando la producción a gran escala de fármacos. Los nuevos específicos, recibidos entre grandes controversias, se consolidarán en las primeras décadas del siglo XX, quedando legalmente sancionados en España mediante un Real Decreto de 1919 en el que se aprobaba el Reglamento para la elaboración y venta de especialidades farmacéuticas. Las botellas de vidrio, liso o grabado, incoloro o de colores, son unos de los recipientes más usados para envasar medicamentos, especialmente a partir de la industrialización de la farmacia. En el ámbito geográfico más cercano, se ubicaba en Villaverde, justo después de la guerra civil, una fábrica de productos de cristal y porcelanas trasladada desde Valdemorillo, localidad donde se implantó halla por el año 1.915. Hijos de J. Giralt Laporta SL se levantaba en una parcela entre la Calle Nueva y el Camino Viejo de Madrid. Tenía además un apartadero ferroviario para distribuir su producción. En el año se 1.940 iniciaron las obras de acondicionamiento del solar, en el que dos naves y una más pequeña producirían elementos de vidrio y de porcelana para toda España. La fábrica de Juan Giralt Laporta estaba especializada en aparatos de precisión para la química y la farmacia. La central estuvo ubicada en Barcelona y contó con una sucursal en Madrid. En la década de los ochenta fue adquirida por un importante grupo empresarial francés. Entre los objetos hallados, destacan los destinados al uso farmaceutico, documentados en las unidades estratigráficas 1100, 2103, 2700 y 8001; aunque también se han podido encontrar otros ejemplos como un par de botellas de Agua de Carabaña, en las unidades 1003 y 2700.

Fig. 157. Pieza 1: Bote de aspirinas Bayer de vidrio. U.E. 2103. Pieza 2: Detalle del tapón de aspirinas Una aventura fascinante

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Fig. 158. Pieza 1: Fragmento de botella de vidrio de Agua de Carabaña. U.E. 2700. Pieza 2: Fragmento de botella de vidrio de Agua de Carabaña. U.E. 1003. Pieza 3: Imagen de una caja de botellas de Agua de Carabaña; fabricada en la propia embotelladora. Pieza 4: Imagen de una botella de agua de Carabaña similar a las documentadas en la esclusa

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El manantial se encuentra ubicado a menos de 50 Km. de Madrid. Conocida desde la época de los romanos, hasta finales del siglo XIX el agua brotaba de forma natural en el paraje denominado Cerro de Cabeza Gorda. Sus cualidades eran conocidas por los campesinos y pastores de la zona, que comentaban sus propiedades, teniéndolas como saludables para el cuerpo. A mediados del siglo XIX, se recogía el agua en garrafas y repartía por la provincia, teniendo constancia de su utilización como medicamento en numerosos afecciones. A finales del siglo XIX, nace la industria de Las Aguas Minero Medicinales de Carabaña La Favorita.

Fig. 159. Pieza 1: Jarrón de vidrio. U.E. 2103. Pieza 2: Posible pantalla de quinqué. U.E. 2103. Pieza 3: Fragmento de botella de vidrio en la que se lee [...ONOV...]. U.E. 2102. Pieza 4: Botella de vidrio de Brandy de Bobadilla & Cia. U.E. 2102. Pieza 5: Imagen del culo de una botella similar a la documentada en la esclusa Una aventura fascinante

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Don Ruperto Jacinto Chavarri, manda analizar el agua, e inicia la comercialización de la misma, apoyado por la clase médica que atestigua su enorme riqueza en minerales, en una proporción única que revela sus efectos en afecciones digestivas, intestinales y hepáticas, en uso interno, y dermatitis y cutis graso en uso externo. El agua Minero-medicinal de Carabaña, es presentada en las exposiciones y congresos médicos de la época, obteniendo numerosas premios, entre otros en la Exposición Universal de Paris de 1889. A principios del siglo XX, el Agua de Carabaña, se comercializa en Europa y América, alcanzándose la cifra de Cuatro millones de botellas vendidas en los años treinta. Otros objetos documentados son la botella de brandy de Bobadilla y Cia., hallada en la unidad estratigráfica 2102; esta compañía fue fundada por D. Manuel Fernández de Bobadilla en 1882.

Fig. 160. Acción de aguas de Carabaña. Chávarri S.A. Año 1962

MADERAS Dentro de los materiales en madera hallados en la intervención arqueológica se pueden diferenciar los elementos muebles e inmuebles. Estos últimos corresponderían con los elementos estructurales del trazado del canal, la estructura de la Quinta Esclusa y sus posteriores remodelaciones ya descritos. En lo referido a los materiales muebles en madera en su mayor parte corresponden a útiles de pesca. Se han recuperado una serie de materiales que podrían pertenecer a lo que supondría un equipamiento básico de pescador. Se trataba de una disciplina regulada mediante licencias y seguramente debió ser un uso importante del canal por parte de la población circundante. La mayoría de los materiales se sitúan en las U.E. 2101, 2102 y 2103, que son los rellenos inferiores del vaso del canal. Este dato podría dar una idea de la antigüedad, la pesca en el Real Canal Navegable del Manzanares debió ser una práctica común desde sus inicios, tal y como demuestra las disposiciones que penaban su aprovechamiento sin licencia: […] Art. 10. No se permitirá pescar en el canal á persona alguna que no se halle autorizada con la competente licencia, ni en otra forma que la establecida por la misma; los contraventores serán castigados con la multa de treinta reales por la primera vez y doble por la segunda, recogiéndoles en ambos casos los instrumentos de pescar que se les hallaren. Art. 11. Se prohibe á los pescadores bajar á los escarpes, hacer en ellos rozas ó asientos para su comodidad ó clavar estacas para sujetar las cañas; los que faltaren á estas prevenciones pagarán una multa de veinte á cincuenta reales y serán obligados a reparar el daño que cáusaren.”28 _________ 28

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Ordenanza para la conservación y policía del Canal de Manzanares. 1845.

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Fig. 161. Flotadores de caña

Conclusiones La actuación se ejecutó mediante el permiso expreso emitido por la Dirección General de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid, llevándose a cabo la excavación en área del complejo hidráulico formado por un canal de navegación, identificado como el Real Canal del Manzanares, un edificio de represado, identificado con la Quinta Esclusa del citado canal, y un puente con salida del canal aguas abajo, identificado como el gallipuente de la Quinta Esclusa. En conjunto se trata de un complejo hidráulico fechado por las fuentes a inicios del siglo XVI, con uso de navegación hasta el último tercio del siglo XIX y modificaciones hasta al menos el primer tercio del siglo XX. Los abundantes materiales arqueológicos registrados (cerámica, fauna, vidrio, meta y madera) confirman las fechas y la utilización de este ingenio como zona de recreo, de producción y de regadío. La Quinta Esclusa del Real Canal del Manzanares al quedar situada próxima a la nueva infraestructura ferroviaria para la ampliación de dos a cuatro vías en la LAV entre Madrid (Atocha) y Torrejón de Velasco, se valoró como única opción que garantizase la conservación íntegra del elemento, la excavación completa del complejo para su correcta investigación, así como la documentación precisa y necesaria para la realización de una posterior restitución fotogramétrica a través de la documentación en 3D de las estructuras que la configuran. De esta manera se obtuvo una información detallada de todos los paramentos con una ubicación espacial precisa, para poder divulgar en todo momento, de forma didáctica, la estructura original, sus reformas y su funcionamiento. Seguidamente se consolidó y restauró todo el complejo, los restos aparecidos, muros y elementos de madera que conformaban el sistema de retención de agua. Se consolidó y protegió el puente descubierto, a fin de que en las posteriores labores de compactación no sufriera ningún daño. Una aventura fascinante

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Fig. 162. Cubrición de la esclusa 138

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• Los muros y otros elementos de madera se cubrieron con geotextil u otros materiales y áridos de grano fino a fin de evitar su deterioro y posible aparición de hongos, sales, dado que la es una zona inundable y la existencia de humedad es continua.

Fig. 163. Protección y tapado de la esclusa

Se reubicaron elementos sueltos, en zonas que estaba clara su posición original y por otro lado se reconstruyeron de algunas zonas que se habían derrumbado o perdido. Finalmente se ejecutó su protección cubriendo todos los elementos con geotextil antes de realizar el relleno. Después de esto y debido a la irregularidad en cota de los elementos que componen el conjunto arqueológico, se realizó un relleno de regularización con arena de miga utilizando medios mecánicos de bajo tonelaje para proceder a la compactación de la zona. Una vez regularizada la zona y con los elementos enterrados se colocó otro geotextil sobre esa capa, con el posterior extendido sobre la misma de una capa de unos 10 cm de arena de río que signifique la presencia de restos arqueológicos. Por último se ejecutó el relleno del núcleo del terraplén según las especificaciones del proyecto con material de núcleo de terraplén. Se realizó un reportaje fotográfico completo de todo el proceso de tapado y consolidación. Se finalizó con un reportaje fotográfico del estado final de la zona una vez instaladas las vías del AVE. El reportaje incluyó fotografías aéreas y de detalle. De este modo, después de confirmar, a través de la investigación arqueológica, la veracidad de los documentos y planos que describían el Real Canal y sus esclusas, se ha cubierto y protegido este importante elemento hidráulico, testigo de las mejoras de una ciudad, Madrid, siempre en expansión. Una aventura fascinante

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Fig. 164. Esquema principal de los diferentes componentes de la Quinta Esclusa

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Capítulo 5 YACIMIENTO ARQUEOLÓGICO “LA GAVIA III”. INVESTIGACIONES ARQUEOLÓGICAS EN LA GAVIA, VILLA DE VALLECAS, MADRID Autores: Jorge Morín de Pablos y Dionisio Urbina Martínez Dpto. Arqueología, Paleontología y RR. Culturales. Auditores de Energía y Medio Ambiente, S.A. Calle Felipe Campos, 3 (28002 Madrid). e-mail: [email protected]

Esta actuación responde a las Resoluciones Ref. 03/085308.9/10 emitida el 16 de Marzo de 2010 por la DGPH de la Comunidad de Madrid dentro del expediente nº 0592/08. El proyecto estaba dentro del Bien de Interés Cultural declarado como Zona Arqueológica de las Terrazas del Manzanares (Decreto 113/1993, de 25 de noviembre).

Real Canal del Manzanares y localización del yacimiento de La Gavia

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Con el término de “La Gavia” se conocen varios topónimos de la zona Sudeste de Madrid (distrito de Vallecas) que despertaron el interés de los arqueólogos desde principios del siglo pasado. Este nombre hace referencia a un cerro (Cerro de La Gavia) que se asoma como gaviero al valle del río Manzanares en cuya margen izquierda la vega fluvial está recortada por escarpes yesíferos que se alzan verticales con alturas de 40 m. Este cerro forma un espolón sobre el escarpe delimitado al sur por el arroyo del mismo nombre y al norte por una torrentera. En los últimos años, como fruto del crecimiento de la ciudad de Madrid y sus alrededores, el cerro se ha visto afectado por las obras de construcción de las líneas de ferrocarril de los trenes de Alta Velocidad Madrid-Barcelona y Madrid-Sevilla, y su vez la carretera M-45 discurre muy próxima al cerro, por lo que éste ha perdido su morfología original. Los primeros hallazgos en el área fueron realizados en 1919 por los prehistoriadores Hugo Obermaier, Paul Wernert y José Pérez de Barradas. Estos tres investigadores centraban entonces su interés en el paleolítico madrileño (Pérez de Barradas, 1924: 16-20), por lo que los restos de cerámica primitiva dispersos sobre el suelo y vestigios de una fortificación, tal vez Prerromana (Obermaier, Wernert y Pérez de Barradas, 1921: 305), encontrados en la cima del cerro no llamaron muchos la atención. En posteriores investigaciones el yacimiento se atribuirá al período Neolítico por Pérez de Barradas en base a unos fragmentos a mano de barros negrúzcos, pero se menciona la existencia de una serie de muros concéntricos formados por piedra de yeso (1926: 80-6) correspondientes a una época posterior coincidente con trozo de vaso fino de forma ibérica, adornado por franjas paralelas pintadas de rojo (1929: 240). En trabajos posteriores ya se menciona la presencia de cerámicas pintadas, estampillas y romanas (Fuidio, 1934:14), y en 1935 el yacimiento aparece como un ejemplo de los “castros” de la provincia de Madrid cercanos ya a la romanización (Pérez de Barradas, 1935: 228). El cerro fue ocupado en la Guerra Civil en virtud de la fácil defensa que proporcionaba la orografía del mismo, produciéndose entonces varias afecciones entre las que cabría incluir la destrucción de los muros visibles que no son citados por investigadores posteriores (Viloria, 1953: 140). De 1980 data la primera comunicación monográfica sobre el yacimiento del cerro (Priego, 1980: 93-112), en el que se estudian principalmente las colecciones cerámicas que se habían venido recogiendo en diversas visitas en los años anteriores. En base a ellas se otorga al yacimiento una cronología de los siglos IV-III a.C. y II-III d.C. Al contrario que en épocas pasadas, ahora la Edad del Hierro cobra un gran protagonismo en los estudios de la Prehistoria madrileña, de hecho desde la misma reunión de aquel año de 1980 y en trabajos posteriores, el Cerro de La Gavia será una referencia constante en las publicaciones sobre la Edad del Hierro (Blasco y Alonso, 1983: 119-134; Valiente Cánovas, 1987: 121-133). La construcción de depuradora de aguas en años posteriores, en las laderas del cerro, puso al descubierto un conjunto cerámico que fue interpretado como una posible necrópolis del poblado (Blasco y Barrio, 1991: 286). Con la transmisión de las competencias en materia de Patrimonio Histórico-Artístico a la Comunidad de Madrid, se arbitran medidas de protección de los restos arqueológicos que propiciarían las intervenciones arqueológicas de 1999-2000 con motivo de las obras del tren de alta velocidad Madrid-Barcelona, y Proyecto de Construcción de Plataforma para el Incremento de Capacidad en las líneas de Alta Velocidad entre Madrid (Atocha) y Torrejón de Velasco de 2010-2011.

5.1. La Gavia I En la primera intervención (Morín y Urbina, 2013; Quero et al. 2005) se realizó la excavación de los restos arqueológicos correspondientes al poblado de la cima del cerro. La superficie original del cerro era ligeramente inferior a 1 Ha., aunque los restos se habían reducido a 0,3 Has. Las intervenciones se desarrollaron sobre una superficie de unas 0,4 Has., excavándose el núcleo central del poblado y sus zonas de expansión. Los trabajos desarrollados permitieron diferenciar cuatro momentos de ocupación: • Paleolítico, • II Edad del Hierro, • Tardoantigüedad • Guerra Civil. El segundo momento de ocupación es el más importante. Corresponde a un poblado de la II Edad del Hierro con tres fases constructivas diferenciadas, cuyo abanico cronológico abarca desde el siglo IV a.C. hasta la romanización (s. I d.C.). De la primera fase apenas se tiene información ya que no se excavaron los restos de sus estructuras, porque sobre ellos se levantaban las de fases posteriores que era preciso desmontar, algo desaconsejable en aquel momento en el que planteaba la posibilidad de musealizar el yacimiento. 142

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Las estructuras de la segunda fase permiten reconocer un hábitat que se articula en torno a dos calles que confluyen en la zona norte, en donde es de suponer que se encontraría la entrada principal al poblado. El examen de las fotografías aéreas de los vuelos de 1946, 1956 (americano), 1961-7 y 1975 (accesibles en http://www.madrid.org/cartografia/ visor Cartografia/html/visor.htm), permiten deducir que el esquema habitacional del Cerro de la Gavia es similar al de muchos otros recintos amurallados contemporáneos de los valles fluviales del centro peninsular (Urbina, 2012). Se trataría de un hábitat en espolón con barrera, que aprovecha las características defensivas del relieve, disponiendo un frente de muralla o barrera en la zona más accesible, en este caso la zona norte, donde se ahondaría la torrentera natural con la extracción de materiales para la construcción de esa muralla, sirviendo la vaguada a modo de foso. En el resto del perímetro del Cerro pudo existir un muro de mayor grosor que el de las viviendas a modo de cerramiento trasero de las mismas, como sucede en Plaza de Moros, Villatobas, Toledo (Ibidem).

Fig. 165. Fotografía aérea del Cerro de La Gavia

Casi desde la misma entrada se bifurca una calle en dos ramales curvos que acaban juntándose al sur, formando una especie de óvalo que se adapta a la orografía de la cima del cerro. Al exterior de ambas calles se desarrollaría una manzana de casas cuyas traseras formarían el muro perimetral del poblado. Entras ambas vías se dispuso otra manzana de casas. En la parte central, más ancha, la manzana se subdivide permitiendo la implantación de dos viviendas, cada una de ellas con abertura a una de las calles y con paredes traseras adosadas sin medianerías, aspecto que se pudo documentar con claridad en las excavaciones (Morín et al. 2005). La mayor parte de las estructuras documentadas pertenecen a la segunda fase de ocupación que podría fecharse desde finales del siglo III hasta finales del II a.C. En estos momentos es cuando el poblado se desarrolla en su máxima extensión, ocupando las zonas exteriores al foso y la muralla, al norte, un espacio de transformación más alejado hacia el este, y una terraza a los pies del cerro, en plena vega del Manzanares, como se podría documentar en la segunda de las actuaciones de 2010-1 (Gavia III). La última fase de ocupación se desarrolla a continuación y se prolonga hasta el siglo I d.C., si bien al final la ocupación ya es casi testimonial. No existe una alteración de la estructura básica del urbanismo del poblado, ni debió existir un gran lapsus de tiempo entre estas fase y la anterior, se aprovechan muchas de las antiguas estructuras, observánUna aventura fascinante

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dose un aumento de la compartimentación de los espacios interiores de las estancias, al tiempo que se abandonan los espacios exteriores, excepto el hábitat de la vega que, por el contrario, presenta un gran auge en este momento (Morín et al. 2007a). En los años finales del s. I d.C. o comienzos del s. II d.C. los últimos habitantes del poblado abandonaron el cerro, quedando éste deshabitado hasta los ss. V-VI d.C. En este momento se ubicó en él un cementerio con enterramientos infantiles que aprovechaba los restos del poblado de la Edad del Hierro. Se han localizado ocho tumbas orientadas Norte-Sur y tipología variada (fosas, cistas, tégulas, etc.), para el que se han contabilizado un total de catorce individuos con edades comprendidas entre uno y doce años (Agustí et al. 2007). Por lo que respecta a las plantas de las viviendas del poblado de la Edad del Hierro, podrían ser relativamente estandarizadas. En las áreas laterales era obligada la existencia de plantas de tendencia rectangular con una especie de pequeño vestíbulo a veces dividido en dos partes, en una de las cuales solía ubicarse el molino de cereal, una estancia cuadrada y otras de diferentes tamaños al fondo, que pudo servir de almacén. En la manzana central las plantas de las estancias tenderían a la forma trapezoidal en el punto de confluencia de las calles, cuadrada después y finalmente rectangular en el centro. Las plantas trapezoidales, cuadradas o rectangulares pero en sentido longitudinal a la calle Norte, están constatadas varios de los ámbitos constructivos (25 y 23 de la Fase II y tal vez el 21 de la Fase III), mientras que en el resto de los casos se trata de plantas de tendencia rectangular dispuestas en sentido transversal a la dirección de la calle, y cuando existen espacios cuadrados éstos, se han generado de la división de otros rectangulares. Se constata en la Fase III la repetición de un módulo estandarizado de estancias rectangulares con una pequeña compartimentación a la entrada. Todas ellas se disponen al Norte de la calle, en el lado Norte del poblado, y corresponden a la Fase III. Los restos de molinos de mano en los umbrales de estas habitaciones nos inducen a pensar que los pequeños compartimentos de la entrada se dedicarían a la molienda de cereales (Morín et al. 2012). Todas las viviendas presentan zócalos de piedra para los que utilizaban las canteras locales, en donde abundan las piedras de yeso, material poco consistente que se han conservado mal. Junto a ellas aparecen algunas calizas y numerosas piedras de sílex, de las que son frecuentes las vetas entre los yesos Vindobonienses. Los alzados de las paredes se hicieron con adobes, como es frecuente en las viviendas de este momento en amplias zonas de la Península Ibérica. En algunas partes la acción del fuego ha permitido la conservación de estos adobes, que suelen estar fabricados con tierras cercanas, de las que había en abundancia mezclando las arcillas de la vega con los yesos, y paja (Urbina et al. 2005a). Estos adobes estaban revestidos con un manto de tierra de la misma calidad pero con mayor abundancia de paja menos triturada, de modo que las formas de los adobes no eran visibles, y se puede pensar incluso en un remate de las superficies con productos como la cal, ya conocidos en aquel momento, o la pintura para zócalos o motivos decorativos, de la quedan algunos ejemplos en materiales de construcción de barro de otros yacimientos españoles. Los suelos son de tierra apisonada y las cubiertas de materia vegetal, aunque no se ha podido determinar de qué especie. En la vega del manzanares debieron ser abundantes los carrizos y cañaverales, materiales documentados en las techumbres de casas de otros yacimientos como Plaza de Moros. (Urbina,2000). La paja de trigo también puso ser empleada para este propósito. En la zona norte y extramuros del poblado se excavaron una serie de estructuras que evidencian el desbordamiento del hábitat más allá del recinto amurallado (sector B). Estos barrios o arrabales no son desconocidos en otros poblados de la Edad del Hierro, y así encontramos otro barrio similar (aún sin excavar) en el yacimiento toledano de Plaza de Moros (Ibidem). Las estructuras de este sector se encontraban en mal estado de conservación. Podrían interpretarse como nuevas viviendas construidas cuando ya las murallas han perdido su función o bien espacios de transformación. Todavía a unos 50 m. al sureste del poblado se descubrieron nuevos restos constructivos compuestos por una serie de estructuras rectangulares parcialmente arrasadas (sector C). Se disponen sobre una loma ya en mitad del páramo, cerca del llamado Cerro de San Antonio. La zona se encuentra muy afectada por la erosión diferencial, lo que ha provocado la ruina total de buena parte de las estructuras existentes. Se pudieron localizar en el transcurso de los trabajos arqueológicos las cimentaciones y alzados de al menos seis edificaciones construidas con piedras sin desbastar, colocadas a hueso, y la inclusión de algunos elementos amortizados como molinos de granito. Las construcciones excavadas siguen una orientación norte-sur, formando estructuras rectangulares amplias. Sólo en un caso se ha documentado una compartimentación en tres ambientes. La morfología de los restos conservados así como la escasez de materiales arqueológicos encontrados en estos recintos, parecen sugerir que este era un lugar de actividades artesanales quizá relacionadas con la ganadería o el almacenaje de paja o forraje (Morín et al. 2007b). 144

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Estas estancias son de singular importancia para la correcta valoración de la dispersión del hábitat en las postrimerías del mundo de la IIª Edad del Hierro, ya que ponen de manifiesto que éste no se circunscribía exclusivamente a los poblados o recintos rodeados de una muralla, sino que existían pequeñas barriadas en sus alrededores que no podemos valorar con exactitud por el momento, ya que apenas si son conocidos, puesto que las actuaciones arqueológicas apenas alcanzan a una pequeña área de los poblados siendo extremadamente difícil el estudio de sus alrededores (Morín et al. 2002).

Fig. 166. Localización del yacimiento. Fuente: Google Earth

Orientación económica: Agricultura Como todos los asentamientos de estos momentos, la orientación económica es agropecuaria y de ello quedan numerosos indicios entre los restos descubiertos. Los estudios arqueobotánicos de las semillas carbonizadas encontradas en el yacimiento del Cerro de La Gavia, así como de las improntas vegetales sobre los adobes quemados, ha permitido identificar la presencia del cultivo de cuatro cereales: la cebada vestida (Hordeum vulgare), el trigo común/duro (Triticum aestivum/ durum), el trigo almidonero (Triticum dicoccum) y la escanda mayor (Triticum cf. spelta), esta última solamente en la fase romana. Las mismas especies se verifican en las improntas de paja trinchada de los adobes. Se documenta por tanto una gran preponderancia de los cereales, con abundante presencia de la cebada vestida, que aparece en bolsadas limpia de otros productos, indicando la existencia de procesos de aventado o al menos de una minuciosa selección de cara a su almacenamiento. Los cereales carbonizados recuperados en las muestras que han sido analizadas se presentan de manera muy limpia de impurezas en general, tanto de malas hierbas como de fragmentos de espiga o espiguillas. Únicamente una de las muestras presenta una mezcla de cebada vestida y escanda mayor que podría responder a otro tipo de residuos. Parecen corresponder a las reservas de cereales almacenados en las viviendas para su consumo, en conjuntos casi monoespecíficos. Sigue en importancia, aunque a muy larga distancia el trigo común y la escanda, escasa en los yacimientos de la Edad del Hierro y aquí presente en la última fase de ocupación ya de época romana, confirmando de algún modo la presunción de que esta especie sería introducida, o su cultivo potenciado, por los romanos (Urbina, et al. 2005b). Las herramientas agrícolas halladas en el poblado evidencian así mismo la preponderancia de una agricultura cerealística. Entre ellas se hallaron varias hoces, una aguijada y un escardillo, todas ellas en hierro, sin olvidar la abundante presencia de molinos rotatorios de granito, reutilizados en muchos casos como material de construcción. Hay que destacar la aparición de varias de estas herramientas, entre ellas fragmentos de rueda de carro, concentradas en una de las estancias del poblado. No es inusual que las herramientas agrícolas aparezcan concentradas en una habitación, como es el caso de la casa descubierta en el yacimiento alcarreño de Quer, o en el vallisoletano de Pintia, o el valenciano del Puntal del Llops (Urbina et al. 2005). Esto podría indicar que las herramientas agrícolas se concentraban en muy pocas manos o bien que su uso era comunal y se guardaban en lugares específicos destinos a tal uso dentro de los poblados. Una aventura fascinante

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Ganadería Por lo que respecta a la ganadería predominan las cabras y las ovejas con valores que representan más de la mitad del conjunto de restos óseos recuperados. Muy por detrás se encuentra el ganado vacuno que es el segundo en importancia. La presencia de caballos y asnos es reducida. Hay que destacar que la mayoría de los animales documentados en estas cabañas ganaderas son de edad adulta, lo que indica su utilización para consumo de leche y lana en el caso de cabras y ovejas (avalada además por la presencia de numerosos fusayolas o pesos de huso en diversas estancias) y probablemente como animales de tiro (bueyes) en el caso del vacuno. Otros animales criados para aprovechamiento humano son los cerdos, cuya representación no es pequeña, indicando que la cría de este animal ya estaba bien extendida, sobre todo en los momentos finales del yacimiento. Junto a ellos se encuentran especies que debieron ser cazadas para aprovechar su carne como es el ciervo y el conejo, y podemos mencionar la presencia esporádica de otros animales como el tejón, la gallina, la perdiz o la grulla, sin olvidar algunos restos de perro. En definitiva, parece constatarse la existencia de una agricultura cerealística de secano combinada con la explotación ganadera de ovicápidros, no muy diferente a la que debió existir hasta mediados del siglo XX en la zona. Este tipo de agricultura necesita de un cinturón de tierras sobre el páramo no demasiado extenso, dado que el número de habitantes de estos poblados no era muy alto, y podemos pensar en la existencia de manchas de tierras de monte bajo aptas para la ganadería e incluso de monte inculto entre uno y otro poblado. Naturalmente se aprovecharon todos los recursos que ofrecía el medio como las maderas de pino para la construcción de las casas, los carrizos del valle del río o incluso los moluscos de sus aguas. Cerámicas Todo parece indicar que estamos ante comunidades con economías autosuficientes, si bien capaces de cierto volumen de comercio o intercambio de productos, no solo entre poblados cercanos, sino a larga distancia. Prueba de ello son las cerámicas de importación halladas en el poblado. Entre ellas tenemos que destacar los cuencos de barniz negro áticos, que viajaban a la Península desde Grecia y debieron llegar a estas tierras interiores desde los puertos de Levante. Se trata de unos productos relativamente frecuentes en poblados costeros y en menor escala de interior, cuya fecha de fabricación se sitúa a mediados del siglo IV a.C. Una ruta similar desde Italia seguirían las cerámicas campanienses, productos en uso desde mediados del siglo II al cambio de Era. La relativa abundancia de estas producciones indujo a pensar en una temprana romanización del Centro de la Península (Mena, 1988), pues la cerámica campaniense se ha considerado que es la cerámica de la conquista romana, introducida principalmente por las tropas romanas. Sin embargo, el mayor conocimiento que tenemos hoy de yacimientos con ocupaciones de esos siglos, como es un buen ejemplo el Cerro de La Gavia, nos obligan a matizar el término romanización ya que si entendemos éste como el proceso por el cual los indígenas adoptan los usos y costumbres romanos, hacia el siglo II a.C. las cerámicas de barniz negro sólo se insertan como productos exóticos en yacimientos que conservan unas formas de vida típicamente indígenas. Hay que esperar a fechas ya cercanas al cambio de Era para observar altos volúmenes en la cultura material de elementos foráneos, e incluso entonces muchos aspectos de la vida de estas gentes conservan aún las características de la Edad del Hierro. Pero precisamente el asentamiento a los pies del cerro de La Gavia III, viene a abrir nueva luz sobre este proceso. Otra especie cerámica de procedencia foránea son las llamadas de barniz rojo púnico. Se trata en este caso de producciones peninsulares cuyos centros alfareros no han podido aún ser establecidos, aunque se sospecha que se fabricaron en los grandes oppida de la oretania como Cástulo en Jaén y Alarcos en Ciudad Real (Fernández, 1987). Las mayores proporciones de la cerámica encontrada en La Gavia corresponden a las vasijas de almacenamiento. Se trata de grandes recipientes en donde se advierten ya influencias de tipologías romanas. Es común en ellos la presencia de estampillas, que no parecen estar relacionadas con el contenido de las vasijas sino con el lugar de fabricación o el propio alfarero que las hizo. Si fuera así, estaríamos ante una fuente de gran valor para el estudio del comercio cerámico de vasijas de uso común. Los paralelos etnográficos de España, nos indican que unos pocos alfares tradicionales podían abastecer áreas de hasta 100 km de diámetro. (Morín y Urbina, 2012). Además de la cerámica de cocina y las características pintadas en tonos rojos y negros con motivos geométricos, en el conjunto cerámico de La Gavia destacan las pintadas que solemos llamar celtibéricas, con formas propias de la Meseta Norte entre las que se encuentran jarras altas con decoraciones pintadas a base de bandas rojas rematadas por filetes negros, y donde son frecuentes los rombos y los llamados dientes de lobo en los bordes. Destaca además la notable presencia de las especies pintadas de tipo numantino, de entre las cuales la más espectacular es el fragmento de jarra de cuerpo bajo decorada con motivos figurativos entre los que se hallan pájaros y otros animales esquematizados. Estos tipos cerámicos están prácticamente ausentes en los yacimientos de la Meseta Sur, y de hecho sólo conocemos 146

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algunos fragmentos hallados en Toledo y otros en el Cerro de la Horca, en Santorcaz, al sur del Sistema Central (Ruiz Zapatero et al., 2012 y Baquedano et al. 2007). Los objetos de adorno son escasos debido a que el poblado fue abandonado paulatinamente y sólo se han conservado en él los objetos de menor valor o difíciles de transportar por su tamaño. Aparecieron varias fíbulas entre las que abundan las anulares y algunos fragmentos de broches de cinturón, junto con elementos de objetos de mesa y cocina como asas de cazos.

5.2. La Gavia III. Excavación arqueológica Con esta nomenclatura nos referimos a los últimos restos arqueológicos investigados en torno al Cerro de la Gavia. Se trata de un espacio sobre la terraza del Manzanares a los pies del cerro, que podemos considerar como la misma unidad de población que la situada en la cima del mismo. La superficie total excavada es algo inferior a los 600 x 20 m. y sólo representa muy parcialmente el espacio que debió ocupar el asentamiento. El área arqueológica denominada como la Gavia III comprende varios puntos diferenciados y separados, que han sido objeto de una intervención arqueológica: - Sector I.- Desde el P.K. 107+080 al 107+200 - Sector II.- Desde el P.K. 107+340 al 107+420 - Sector III.- Desde el P.K. 107+480 al 107+680



Fig. 167. Localización del área del yacimiento

Fig. 168. Vista de la zona donde se realizaron los trabajos

Sector I Se excavó un área de tendencia rectangular de 1.824 m2, con 80 m. de longitud y 23,5 m. de anchura. De modo simplificado, en esta zona se pueden diferenciar diversas estructuras, tanto negativas como positivas, de una variada cronología. Se han diferenciado 13 subestructuras y 5 ámbitos, cubiertos en su totalidad por la cubierta vegetal. Las fases de ocupación documentadas corresponden a: - Época Moderna-Contemporánea, y se trata principalmente de un muro y una estancia con estructura circular de ladrillos. - Ocupación Altomedieval-Islámica. Documentada en diversas estructuras negativas y algún hogar (Ámbito 4) y en la primera fase del Ámbito 1. Esta fase de ocupación viene definida por la presencia de materiales encuadrables en los siglos IX y X, con cerámicas de las fases emiral y califal. - Segunda Edad del Hierro. A este momento corresponderían los Ámbitos 5, 3, 2 y 1. Una aventura fascinante

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Fig. 169. Dibujo planta general sector 1



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Fig. 171. Vista general del Ámbito 5

Fig. 173. Vista general del Ámbito 3

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Fig. 170. Ámbito 4. Detalle cama de cerámica del hogar

Fig. 172. Planta general del Ámbito 5

Fig. 174. Planta general del Ámbito 3

Fig. 175. Planta general del Ámbito 2

Figs 176 a y b. Muro y fosa del Ámbito 2

Fig. 177. Planta general del Ámbito 1



Fig. 178 a y b. Ámbito 1. Detalle muros

Ámbito 1. Detalle hogar 1065 Una aventura fascinante

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Sector II Este sector se extiende desde el P.K. 107+340 al 107+420 del proyecto constructivo, y ocupa un área de unos 1.145 m2.

Fig. 179. Planta general sector 2

Se han documentado 2 fases de ocupación diferentes, una Islámica-Altomedieval, y un asentamiento de la Segunda Edad del Hierro, todos ellos distribuidos a lo largo de 5 ámbitos. La más reciente se atribuye a una de las estructuras negativas documentadas en el Ámbito 5, con presencia de material cerámico islámico encuadrable en los siglos X-XI, así como los enterramientos documentados en el Ámbito 4. El momento de ocupación más antiguo y extendido queda enmarcado a finales de la segunda Edad del Hierro (siglos II-I a.C.) que se correspondería con una serie de estructuras habitacionales y productivas que estarían asociadas a los momentos de máxima ocupación y extensión del poblado situado en el Cerro de la Gavia.

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Fig. 180. Ámbito 3 y 4

Fig. 181. Vista general del sector 2



Fig. 182. Ámbito 5. Vista general

Fig. 184. Ámbito 4. Tumba 1. Individuo 1

Fig. 183. Planta general del ámbito de excavación

Fig. 185. Ámbito 4. Tumba 2. Individuo 4 (UE 2143)

Sector III El área excavada se sitúa en el extremo sur de la zona desbrozada entre los P.K. 107+480 al 107+680. Se trata de un área de unos 195 m2 con 16 m. de largo, en donde se documentaron 8 silos o estructuras negativas. En su gran mayoría, las estructuras localizadas han sido desmanteladas o arrasadas en parte por las labores agrícolas de la zona, conservándose en algunos casos tan sólo el fondo de las mismas. El análisis del conjunto material permite establecer dos fases de ocupación: - Una fase residual de cronología Moderno-Contemporánea, compuesta por la Estructura 8 que corresponde a una cubeta. - Una fase principal de ocupación datable en época Altomedieval-Islámica (Siglos X-XI). Dentro de esta fase principal se pueden establecer tres niveles de ocupación. Un primer nivel, más moderno, formado por la mayoría de las estructuras negativas excavadas que pueden agruparse en dos tipologías diferentes: Una aventura fascinante

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Fig. 186. Planta general del sector 3

1) Fosas de tipo cubetas, de planta ovalada o irregular de tendencia ovalada, de grandes dimensiones (entre 140-280 cm. x 120-195 cm.), de escasa profundidad (10-30 cm.) y sección de tendencia cóncava, presentando un diámetro de boca mayor que el del resto de vaso. Sus características morfológicas no parecen adecuarse a la función de almacén para conservar productos, pudiendo estar relacionadas posiblemente con labores extractivas destinadas a la obtención de arcillas o materiales de construcción. Incluso los de menor tamaño podrían interpretarse como estructuras de apoyo o encaje de molinos o morteros de piedra para la molturación del grano y/o de grandes recipientes cerámicos. 2) Fosas tipo silo, de planta de tendencia circular, de entre 90-215 cm. diámetro, de paredes rectas o ligeramente inclinadas hacia el interior de la fosa, suelos planos o de tendencia cóncava y una profundidad de entre 60-90 cm. Se trata de estructuras de mayor capacidad volumétrica que las de tipo 1 (fosas tipo cubetas), que pudieron estar vinculadas en un primer momento al almacenaje de productos agrícolas, aunque posteriormente se colmataron de forma natural o se reutilizaron como basureros. Un segundo nivel de ocupación, formado por una zanja de planta irregular podría estar relacionado con la extracción de arcillas o materias primas para la construcción. Se documentan también algunos restos de época romana y de la Segunda Edad del Hierro, procedentes de materiales residuales de arrastre.

Fig. 187. Vista general del sector 3

A pesar de la fuerte alteración antrópica que ha sufrido toda el área de la vega del Manzanares en esta zona y de la fragmentación a que han sido sometidos los restos arqueológicos, es de gran interés constatar que el poblamiento continuó en 152

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los alrededores del cerro, aunque fuera de forma intermitente, hasta la Edad Media. Tras al abandono del poblado situado en la cima cerro en época romana, las tumbas visigodas evidencian la existencia de alguna comunidad de esa época en los alrededores. Los abundantes silos y fragmentos de estructuras musulmanas y altomedievales localizadas en La Gavia III, indican que ese poblamiento continuó de laguna manera en las inmediaciones del cerro. De este modo podemos certificar un poblamiento de casi un milenio en La Gavia.

Fig. 188. Poblado africano con los graneros realizados en adobe

De entre los restos hallados en La Gavia III destacan los correspondientes a la Segunda Edad del Hierro, especialmente en el sector II. De esta son los restos de una barriada que ha llegada a nosotros parcialmente conservada. A diferencia de espacio urbano del poblado en la cima del cerro, en la vega se documentan estancias que parecen conformar unidades mucho mayores que una vivienda. Así distinguimos el espacio cuadrangular que ocupa casi la mitad meridional del sector II, delimitado por un muro de mayor grosor transversal a la traza de la obra, dentro del cual se alinean varias estancias de tendencia cuadrada en torno a otro espacio central cuadrado que parece funcionar a modo de patio. En un agujero junto a una de las paredes de este espacio central se halló una concentración de granos de cereal quemados junto a numerosos fragmentos cerámicos. Estos fragmentos corresponden a pequeños recipientes de servicio como cuencos y caliciformes pintados, por lo que no parece que nos encontremos en un área de almacenamiento, sino cercana al lugar de transformación del grano en harina y el servicio de los alimentos. En una de los tres ámbitos existentes entre el “patio” y el muro que delimita el conjunto se descubrió un hogar en posición central, y en la esquina de otro una piedra de molino. Con todo, es difícil establecer un carácter residencial para las estancias que estamos describiendo. Al norte del muro se abre un espacio vacío dominado por una estructura rectangular de adobes muy afectada por el fuego (lo que ha permitido su conservación) así como todo el espacio que lo circunda. Tan sólo en la parte norte aparecen una serie de estructuras muy deterioradas donde es patente asimismo la acción del fuego. Una fosa y una estructura redonda recubierta de pequeñas piedras a modo de solado, se encuentran a uno y otro lado de la estancia de adobes. Es difícil pronunciarse sobre la funcionalidad de estos espacios dadas las fuertes alteraciones que ha sufrido el terreno. La estructura redondeada con solado de piedras podría pertenecer a una estructura como la de un depósito para cereales. Algunos paralelos etnográficos, especialmente de África Oriental, nos muestran estructuras de barro cilíndricas o en forma de cono con bases de piedras para aislar el cereal, que se utilizaron como pequeños graneros familiares. Estructuras de almacenamiento similares constituidas por un basamento circular de piedra se documentan en yacimientos extremeños del final de la Edad del Bronce, y un alzado de barro o adobe cilíndrico rematado en cúpula. Tampoco podemos desechar la idea de que se tratara de algún tipo de horno doméstico, para pan, por ejemplo, como los documentados en los oppida de Alarcos (Ciudad Real), “Calatrava la Vieja” (Carrión de Calatrava), y el “Cerro de las Cabezas” (Valdepeñas) (Garcia Huerta, et al. 2006). Incluso sería factible pensar en hornos para el maleteado del cereal o mejor aún el tostado de granos, métodos de conservación de los cereales constatados en yacimientos del Sur de Francia y Cataluña. Una aventura fascinante

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La estructura central es de forma rectangular y tiene unas medidas aproximadas de 4 m. de longitud y 2 m. de anchura; está constituida por 4 muretes de adobe o tapial y un pilar central de forma cuadrangular. En la abertura de la entrada que se halla hacia el sur, las paredes laterales están reforzadas con dos machones de tapial. Tras el pilar del centro aparece una cavidad ovalada dentro de la cual se encontraron los restos de la parte superior de un molino rotatorio de mano, de granito, que solían utilizarse para moler trigo y convertirlo en harina. No es este el único fragmento de molinos de cereal hallado en el yacimiento. Se han hallado 5 fragmentos más de molinos en el sector II, uno de los cuales pertenece a la parte inferior (meta). Dos de ellos son más gruesos y de superficie irregular que impide identificarlos como molinos de cereal, aunque no tenemos indicios de cuál pudo ser su funcionalidad. Otra pieza similar en la habitación de tapial apareció en superficie; ésta presenta dos agujeros en vez de uno para disponer los palos donde la mano ejerce la fuerza para mover el molino. además el conjunto de la estancia de tapial es robusto, con poco espacio interior en relación al grueso de sus paredes. Toda ella se encuentra muy afectada por un fuego que, a juzgar por el color de la tierra y su grado de compactación, debió alcanzar muy altas temperaturas. No parece que se trate de un horno aunque en su interior se podrían haber realizado operaciones que exigieran calor pero no muy altas temperaturas, como los procesos de tostado y malteado a que nos referíamos anteriormente. La presencia de la parte superior del molino rotatorio (catilli) parece sugerir que la actividad realizada en este edificio debió estar relacionada con el cereal, tal vez se tratase sencillamente de un almacén o granero que por alguna causa fortuita y ajena a cualquier proceso productivo, fuera afectada por el fuego y destruida. Señales de la acción del fuego se encuentran de hecho al exterior del edificio, hacia el este, mezclada con un color negruzco que indica la presencia de materia orgánica quemada, como pudo ser el cereal. En algún otro yacimiento de la Comunidad de Madrid se encontraron espacios con fuertes evidencias de fuego, granos quemados, molinos rotatorios y machones y fragmentos de paredes de adobe o tapial quemados. Hablamos del yacimiento de Fuente de la Mora, en Leganés (Vega et al. 2007). Parece como si no fuera demasiado extraño encontrar ambientes relacionados con el grano de cereal, afectados por el fuego, no sabemos si por el hecho de que los propios granos fueran un material propicio a la acción del fuego, o bien porque los procesos a los que era comúnmente sometido aumentaban el peligro de incendio. Esos procesos se relacionan con el tostado de los granos, método que favorece su conservación o el malteado para la fabricación de cerveza. El malteado consiste en dejar que los granos germinen sumergiéndolos en agua y después secarlos rápidamente mediante aire caliente. Son pocos las referencias que existen sobre el proceso de obtención de cerveza de la cebada en la Edad del Hierro a pesar de que numerosos fuentes indican su existencia, Hace años se interpretó una estructura para este fin en el yacimiento albaceteño de El Amarejo (Broncano y Blánquez, 1985). Otra posibilidad que se puede barajar es que se tratara de un alfar. En el castro de Las Cogotas, en Ávila, se hallaron los restos de unas estructuras extramuros que se interpretaron como las dependencias de un alfar. Entre ellas desatacamos la que se entiende como pileta con recios muros de adobe, la base del horno circular y el obrador en donde una piedra similar a la estudiada como parte de un molino rotatorio, fue allí interpretada como la base del torno (Ruiz Zapatero y Álvarez Sanchís, 2005). Lamentablemente, parte de estas identificaciones no están exentas de dificultades en Las Cogotas, y nada en el material cerámico de La Gavia III, investigado hasta el momento, sugiere la existencia de un alfar. Hacia el norte se desarrollan de nuevo estructuras de tendencia cuadrangular y rectangular, igualmente afectadas por diversos agentes de modo que han llegado a nosotros muy fragmentadas. Sólo es posible reconocer una de ellas, rectangular, con un hogar para leña en el centro que presenta una pequeña estancia adosada a uno de sus lados y una especie de pasillo o habitación muy estrecha y alargada a otro. En conjunto, los restos de estructuras hallados en este sector II del poblado de la vega de La Gavia, no son fácilmente encuadrables dentro de una tipología urbana como sucedía con los de la cima del cerro, bien es verdad que el área excavada es menor y peor su estado de conservación. Aquí no se aprecia la presencia de agrupaciones regulares de estancias identificables como viviendas y la repetición de estos módulos, como es usual en la cima del cerro y en otros yacimientos de la región como el de Santorcaz (Ruiz Zapatero et al 2012 y Märtens et al. 2007). La disposición de las estructuras es mucho más variada mientras que existen muchos indicios de otros espacios y estructuras más fácilmente identificables con actividades artesanales o de transformación, al igual que ocurría que la barriada extramuros en el Cerro de la Gavia o el más alejado sector C. Con todo, la muestra es demasiado pequeña para saber si nos encontramos ante una barriada artesanal en este caso a los pies del cerro, o por el contrario se trata de espacios dedicados a actividades de transformación junto a espacios habitacionales. LOS GRUPOS CERÁMICOS Como hemos dicho, en la actuación arqueológica de La Gavia III se han diferenciado tres sectores definidos por diferentes conjuntos de estructuras. 154

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Sector I: Ubicado más al Norte, predominan las estructuras negativas formadas por hoyos de diferentes dimensiones y formas y los restos de algunos zócalos de piedras en su parte Sur. En las estructuras negativas predomina el material islámico de época califal, con mayor presencia de la cerámica de cocina, dentro de la cual donde abundan los restos de ollas con carena muy marcada y superficies acanaladas. También se hallaron numerosos fragmentos de asas probablemente pertenecientes a jarras y cántaros, muchas de ellas con decoración incisa a base de punteado, o en menor medida, con decoración pintada en tonos negros. Respecto a la vajilla de mesa, la cerámica presenta en su mayoría vidrío tanto melado como verdoso, existiendo algún fragmento con decoración de cuerda seca parcial. Son por lo general formas abiertas, ataifores, cuencos, etc, así como restos de jarritas. Por lo general, las decoraciones son escasas y en cuanto a la decoración pintada destacan los motivos geométricos (reticulados) realizados con pintura de color rojo y negro. Material con cronología de los siglos X-XI. Hay que destacar que en estos contextos se halla siempre una pequeña cantidad de fragmentos cerámicos pertenecientes a momentos tardíos de la segunda Edad del Hierro, lo cual indica que los hoyos islámicos alteraron en su momento las estructuras de la Edad del Hierro.

Fig. 189 a y b. Fragmentos de jarras y cántaros

Entre la cerámica recogida en los niveles superficiales, así como en las unidades estratigráficas asociadas a los restos de zócalos de piedras de las estancias de la parte Sur, predominan las cerámicas de la II Edad del Hierro. Entre ellos podemos establecer dos grandes grupos que se dividen porcentualmente en torno al 50%. - De un lado están los restos de tinajas y ollas reductoras. Estas tinajas tienen borde abiertos y vueltos y es característico su acabado reductor; muchas de ellas presentan hombros marcados y estampillas de variadas formas: aspas, asteriscos, cuadrados triángulos, etc., sobre el hombro. Las bases son planas. Dado su gran tamaño que supera los 60 cm. de altura, se han fabricado a mano. Por lo que respecta a las ollas, hallamos ejemplares fabricados a mano y a torno, en función de su tamaño, Se trata de recipientes abiertos de hasta 50 cm. de diámetro de boca y usualmente de 30 a 50 cm. de altura, con bases planas.

Fig. 190 a y b. Recipientes de la segunda edad del hierro Una aventura fascinante

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- Grandes cuencos: Junto a los anteriores, se encuentran numerosos fragmentos de las típicas cerámicas a torno con superficies engobadas de colores anaranjados y líneas y bandas pintadas en rojo o negro, así como bases con pies realzadas pertenecientes a grandes cuencos. Corresponden a caliciformes de bordes vueltos o abiertos con cuellos diferenciados y frecuentes carenas a la altura del hombro, así como cuencos y escudillas de bordes abiertos con labio o con ligera pestaña abierta, y redondeados.

Fig. 191 a y b. Cerámicas a torno con superficies engobadas

Hay que destacar la presencia de algunos fragmentos de pastas blancas con engobes marrón claro o de color salmón, alisados, y con decoraciones geométricas o cenefas de ondas bajo los bordes. Se trata en su mayoría de caliciformes de buen tamaño o cuencos semiesféricos que se engloban genéricamente dentro de las producciones cerámicas numantinas y pintadas de la Meseta Norte correspondientes a los dos últimos siglos de nuestra Era. Asimismo, se descubren ejemplares de tipo ibérico pertenecientes a estos momentos tardíos de la IIª Edad del Hierro, como paredes de jarritas con decoraciones geométricas a base de bandas y semicírculos en rojo, y cuencos con engobes anaranjados alisados con bandas rojas al interior.

Fig. 192 a, b y c. Jarritas con decoraciones geométricas de época ibérica

Todos estos materiales se hallan muy fragmentados, evidenciando abandonos paulatinos del lugar y fuertes alteraciones postdeposicionales que, como hemos visto, arranca ya en época islámica. Sector II: El más importante de los Sectores excavados es el II, en virtud del volumen de restos muebles e inmuebles en él detectados. Por lo que a la cerámica se refiere, los restos sugieren un ambiente de finales de la Edad del Hierro, con una escasa presencia de restos musulmanes concentrados en uno de los pequeños hoyos excavados, presentando cerámicas de cocina, ollas, marmitas, etc y algo de cerámica vidriada. Destaca la presencia de un pistero o biberón. 156

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Fig. 193 a y b. Pistero o biberón

En cuanto al material de la segunda Edad del Hierro, encontramos cerámicas reductoras y de fabricación a mano en grandes porcentajes, con numerosos fragmentos de tinajas, muchas de ellas decoradas con estampillas. Estas tinajas reductoras de bordes vueltos y labios horizontales, pueden considerarse como productos característicos de los yacimientos de La Gavia, ya que su presencia está fuertemente atestiguada en el poblado del alto del cerro, donde algunas de ellas se hallaron con grano quemado dentro, indicando claramente su funcionalidad. En La Gavia III, y a pesar de que algunos fragmentos son de gran tamaño, no ha sido posible reconstruir el perfil completo de ningún ejemplar, debido a la mayor fragmentación de los restos que evidencian un abandono paulatino y pacífico del sitio. Las ollas de varios tamaños también están presentes en un alto porcentaje (en realidad, el 50% de los restos cerámicos de este Sector II está constituido por ejemplares de tinajas y grandes ollas reductoras). Estas ollas están bien documentadas en otros yacimientos del Centro Peninsular, como Plaza de Moros, en Villatobas, Toledo, y al igual que ocurre allí, los ejemplares a mano conviven con las ollas fabricadas a torno, que suelen tener perfiles similares pero con la particularidad de la existencia de varias molduras o acanaladuras a la altura del hombro, y unas superficies mucho más pulidas, llegando en algunos ejemplares a la imitación de los brillos metálicos.

Fig. 194 a y b. Ollas

Las cerámicas a torno abarcan un amplio abanico entre el que destacan los que podríamos denominar productos típicos de la IIª Edad del Hierro, como son los bordes vueltos y pico de ánade pertenecientes a tinajillas y caliciformes de pastas rojizas y anaranjadas, a menudo decorados con líneas rojas, y menos abundantemente con bandas rojas y líneas negras y motivos geométricos como círculos concéntricos, medios círculos y cuartos de círculo. También son frecuentes los cuencos hemiesféricos de bordes redondeados con pies anillados, entre los que encontramos ejemplares sin alisar pintados con bandas y líneas, y algunos de barniz rojo púnico o ibérico, así como fragmentos de recipientes alisados y con acabados de un color rosa pálido brillante. Todos ellos son característicos de los repertorios cerámicos del ámbito ibérico. Una aventura fascinante

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Fig. 195. Cuenco hemiesférico

Otra variedad de estos cuencos, de menor tamaño, ya que apenas sobrepasan los 15 cm. de diámetro, está formada por ejemplares con engobes rosáceos y anaranjados, a veces casi de color salmón, sólo al interior, sobre los que se disponen 1 o 3 bandas rojas, una junto al borde, otra en mitad del cuerpo y una tercera al inicio del pie. Estos cuencos encuentran sus paralelos en ámbitos de la Meseta Norte, en contextos celtíberos tardíos junto a las cerámicas numantinas, y otros más occidentales en la región vaccea.

Fig. 196 a y b. Engobes rosáceos y anaranjados

La forma más frecuente entre las cerámicas a torno es el caliciforme o cuenco con hombro marcado redondeado o con carena, cuellos cilíndricos y bordes con labio abierto o vueltos. Suelen tener decoraciones pintadas a base de líneas que se disponen en la zona del hombro y bajo el borde. La variedad de estos recipientes es grande, ya que oscilad desde las vasijas de 30 cm. de diámetro de boca y 20 cm. de alto, como el hallado completo en la UE 2031, o los fragmentos de la UE 3034, hasta los pequeños recipientes de apenas 6 cm. de boca y 8 cm. de altura, como el de la UE 2097. También es frecuente encontrarlos en pastas grises, e incluso en acabados de imitación metálica, de los que se han recogido fragmentos en diversos contextos, como la mitad del vaso de la UE 2039, aunque no contamos con ningún ejemplar completo. Por lo que respecta a las características tinajillas con bordes en pico de ánade, se han recogido fragmentos asilados, no demasiado abundantes, en contraste con lo que sucede en otros yacimientos más meridionales. Dada su fragmentación, es más difícil establecer porcentajes sobre su decoración, pero los ejemplares con decoraciones geométricas son escasos, podríamos citar unos fragmentos quemados de la UE 2039 con series de cuartos de círculos y banda roja con línea negro en el centro. 158

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Para acabar con el repertorio que podemos considerar típicamente ibérico, nos referimos a los toneles o toneletes, de los que se han hallado más una docena de fragmentos de bordes de diferentes recipientes, así como un ejemplar bastante completo aunque difícil de reconstruir dado que los restos se hallan muy fragmentados por efecto del fuego, en la UE 2052, donde además se recuperaron las bocas de otros 3 recipientes similares, y otro de la UE 2040 con la característica de presentar una boca estrecha consistente en un sencillo agujero de 2,7cm de diámetro.

Fig. 197 a y b. Toneles o toneletes

La mayor concentración de recipientes a trono de toda la excavación se localiza en la UE 2131, en el extremo suroccidental del Sector II, junto a un agujero (2066) en donde se hallaron granos de cereal quemados, al exterior de una estancia rectangular. Se trata de un conjunto fuertemente alterado por el fuego, en el que predominan los bordes de caliciformes y bases con pies anillados de cuencos decorados con bandas y líneas en rojo.

Fig. 198. Recipientes localizados en la U.E. 2131

Todas las decoraciones mencionadas presentan características de los momentos finales del la Edad del Hierro, que podemos resumir en la presencia de bandas rojas hacia la mitad de los recipientes, a menudo delimitadas por líneas negras e incluso con líneas negras en el centro de la banda, y engobes marrón claro o anaranjados combinados con bandas rojo, con superficies alisadas en los cuencos. Estas características anticipan los esquemas decorativos que heredarán las cerámicas denominadas “pintadas de tradición indígena”, de las que se han hallado algunos fragmentos aislados. Una aventura fascinante

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Fig. 199 a, b y c. Decoraciones de finales del la edad del hierro

Una de las características más destacadas de este yacimiento, en cuanto a las producciones cerámicas se refiere, es la presencia de las producciones que podemos denominar genéricamente como numantinas o Meseta Norte. Se trata de recipientes con pastas blancas o amarillentas, que suelen llevar un engobe o aguada que varía del marrón claro al anaranjado y del color carne al salmón. Sobre esta aguada se suelen disponer motivos pintados con trazos finos en color rojo oscuro que puede llegar al negro. Los temas se pueden reducir a sencillas líneas o dobles líneas, como vemos en numerosos fragmentos de caliciformes de gran tamaño, que presentan una línea bajo el borde y otra u otras dos marcando el arranque de la curvatura del hombro. Como en el caso de los caliciformes de tipo ibérico, las bases pueden ser con pie anillado, o umbilicadas. En otros recipientes más pequeños, como cuencos, escudillas e incluso caliciformes, se pueden complicar los motivos decorativos, incluyendo pequeños círculos concéntricos, acompañados de melenas, y series de ondas que se disponen bajo el borde. Son frecuentes los galbos con baquetón sobre el que se dispone una banda roja delimitada por líneas negras y a ambos lados sendas series de ondas. No se han hallado ejemplares con decoraciones figuradas.

Fig. 200 a y b. Producciones Meseta Norte

Este tipo de productos son característicos de yacimientos como Numancia desde la segunda mitad del siglo II a.C. hasta mediados del I a.C. También están presentes en yacimiento abulenses como el Las Cogotas y otros del ámbito vacceo como en Pintia. Aunque los porcentajes en cada UE son pequeños, casi igualan a los de las producciones grises, muy por encima de los barnices rojos, y su proporción es constante en todos los contextos, a diferencia de lo que ocurría en lo alto del cerro, donde se hallaron ejemplares más vistosos con decoraciones figuradas, pero con proporciones menos representativas. Sin duda, estos tipos cerámicos añaden una peculiaridad propia a los conjuntos cerámicos de finales de la Edad del Hierro del Sureste de Madrid, ya que parecen estar igualmente representados en yacimientos cercanos como el de Santorcaz, y por el contrario no se documentan al Sur del Tajo. Los influjos o la presencia de producciones propias del ámbito celtibero, se confirma con la presencia de una bola de barro de las llamadas “canicas” que tan frecuentes son en yacimientos como Numancia. 160

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Fig. 201 a, b y c. Producciones Meseta

Fig. 202 a, b y c. Cánicas

Por último, nos referimos a los productos de importación entre los que ya hemos mencionado la presencia de algunos cuencos y escudillas del llamado barniz rojo púnico que no superan la decena de ejemplares. En diversos contextos del Sector I y II han aparecido fragmentos de ánfora que pueden adscribirse al tipo Dressel 1, procedentes de la región tirrénica, con pastas campano-etruscas, o las grecoitálicas tardías. En todo caso, con cronologías de mediados del II a mediados del I a.C., que se complementan con las fechas que se barajan para las cerámicas de tipo numantino.

Fig. 203 a y b. Productos de importación Una aventura fascinante

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Finalmente, señalamos la presencia de un fragmento perteneciente a la base de un plato de barniz negro, con decoración interna de estrías que podría englobarse dentro de las producciones b-oides de Cales, con cronología del 130-120/90-80 a.C. Dadas las características de las cerámicas que hemos descrito podríamos establecer quizá hacia el primer cuarto del siglo I a.C. el inicio del abandono que sufre el yacimiento. Sector III Por lo que respecta al Sector III las cerámicas recogidas son escasas, predominando las musulmanas de factura común: ollas globulares con incisiones a peine y jarras, junto a las que aparecen dos fragmentos de terra sigillata y algunas grises alisadas con aspecto metálico de la Edad del Hierro. Al igual que se constataba en la cima del cerro, se documenta una presencia esporádica de ocupación altoimperial romana, avalada por algunos estos fragmentos de sigillatas. METALES En toda el área II se recogieron numerosos fragmentos amorfos de hierro y escorias, además de varios clavos. Aunque es común la presencia de hierro en los poblados tardíos de la Edad del Hierro, el volumen hallado en La Gavia III no es desdeñable, de modo que no se puede descartar la existencia de alguna pequeña herrería o fragua. A diferencia de un alfar que podía surtir con sus productos a muchos poblados, las fraguas debieron ser más abundantes y es probable que casi en cada poblado existiese una, aunque el registro arqueológico ha sido parco hasta el presente en la constatación de este tipo de estructuras. Entre los objetos de adorno, destacan varias fíbulas, dos de ellos de las llamadas de “Omega”, y otras dos de “pie vuelto o La Tène”, de la Serie III, de puente fundido y arco peraltado. Este tipo de fíbulas o imperdibles es un producto abundantísimo en el período sertoriano de la primera mitad del siglo I a.C. Asimismo estas fíbulas de pie vuelto son frecuentísima en las estaciones carpetanas tardías: Muela de Taracena (Guadalajara), Santorcaz y Fosos de Bayona (Madrid), etc. En concreto el ejemplar de La Gavia tiene paralelos muy próximos en los ejemplares 375 y 76 de Muela de Tracena y 477 de Yeles, del catálogo de González Zamora (1999) quien les da una cronología de mediados del siglo II al 70 a.C.





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Fig. 204 a y b. Fíbula tipo La Tène II (nº inv.: 1945) Cara A Cara B

Fig. 205 a y b. Fíbula omega (nº inv.: 1937) Cara A Cara B

Fig. 206 a y b. Fíbula de pie vuelto (nº inv.: 1935) Cara A Cara B



A esta fíbula habría que añadir las 4 monedas y un fragmento (fig. 52) de lo que podría ser una pequeña hebilla de cinturón, junto con otro fragmento de bronce en forma de plaquita. De las 4 monedas unas de ellas (fig. 48) es un As ibérico con Busto viril a la derecha en el Anverso y Reverso con Jinete con lanza, a la derecha. Leyenda indescifrable.



Fig. 207 a, b, c y d. Moneda Anverso (luz normal y rasante) Reverso (luz normal y rasante)

El valor de la moneda se indicaba en el As por una barra vertical u horizontal, en el “Semis” con una S, y en los fraccionarios de acuerdo al número de uncias (por eso se denomina Sistema Uncial). En el anverso del As, aparece la cabeza de Jano Bifronte. El Semis lleva la cara de Júpiter. El Triens, la cabeza de Roma. El Quadrans, la cabeza de Hércules. El Sextans, la cabeza de Mercurio. La Onza, la cabeza de Bellona.28



9.5. Cara A

Fig. 208 a y b. Hebilla

9.6. Cara B

28 Estudio numismático de La Gavia III, inédito. Una aventura fascinante

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Resultados de las Analíticas En las actuaciones arqueológicas modernas no se concibe una excavación si no va acompañada de una serie de analíticas que deberían considerarse obligadas dentro de los protocolos de recogida de restos arqueológicos. En la actuación de La Gavia III concretamente, se realizaron estudios de fosfatos, materia orgánica, antracológicos, palinológicos, carpológicos, de fitolitos, de psuedomorfos, faunísticos, antropológicos, de malacofauna, de industria lítica y de radiocarbono. Entre los pseudomorfos de los adobes y los restos carpológicos analizados encontramos unos resultados muy similares, documentando una preponderancia de trigo común/duro (Triticum aestivum/durum), cebada vestida (Hordeum vulgare) y centeno (Secale cereale), pudiendo presentarse otros como el trigo almidonero (Triticum dicoccum) y la escanda mayor (Triticum cf. spelta). Se hallaron dos concentraciones con granos de cereal carbonizados, una de ellas con más de 30.000 granos de trigo triticum aestivum durum y otra con 10.000 de cebada desnuda (hordeum vulgare/nudum). Entre el grano de estos depósitos se halló una pequeña proporción de semillas de malas hierbas. Aunque las especies aquí constatadas están en proporciones inversas a las documentadas en la cima del cerro, la preponderancia del trigo común y de la cebada vestida y desnuda es abrumadora. Al tratarse de contextos domésticos y de transformación no extraña la presencia de ambos cereales ya que serían los empleados para las harinas comestibles.

Fig. 209. Analítica. Cereales encontrados en el yacimiento

Por lo que respecta a los restos de carbones, se hallaron en dos estratos grandes concentraciones, de los cuales se han podido identificar tan sólo la mitad de ellos, que en todos los casos corresponden a pinus. Debe tratarse de los restos de unos postes quemados utilizados para edificación, aumentando los datos sobre el empleo de este tipo de madera que ya se tenían del poblado del alto del cerro. Por lo que se refiere a la fauna, predominan aquí también las especies domésticas, principalmente las ovejas y las cabras, que constituirían la cabaña ganadera típica de estas regiones todavía hoy. La estrategia de explotación de estos animales parece orientarse, sin embargo, a la optimización de la carne ya que hay pocos adultos y predominan los individuos juveniles y subadultos. Tal vez la poca amplitud de la muestra sea la responsable de esta característica. El vacuno sería la segunda cabaña en importancia aunque a mucha distancias de los ovicaprinos. Los restos de cerdo tampoco son muy abundantes, con animales también jóvenes, al parecer utilizados para el aprovechamiento de su carne. Los équidos son bastante marginales y dentro de ellos los caballos muy escasos, estando mejor representado el asno. Se evidencia también aquí la presencia del perro, así como de la gallina. Entre las especies cinegéticas, cuya presencia representa pequeños porcentajes en el conjunto de la muestra, destacan, como en el poblado de la cima del cerro, el ciervo, conejos y liebres. También está presente el tejón y la perdiz, junto con la grulla. 164

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De las dos muestras de C14 se obtuvieron resultados dispares, ya que una de ellas proporcionó una fecha del 60±40 BC con 160-40 BC a 1 sigma, que nos sitúa en contextos próximos a las guerras sertorianas en sintonía con la fecha aportada por dos de las monedas. La otra muestra ofrece fechas mucho más antiguas, con intervalos del 390 al 350 BC (a.C.) y del 290 al 220 BC. a 1 sigma. La fecha parece demasiado alta, aunque no hemos de olvidar que el as de Jano y la proa nos llevarían cuando menos a la primera mitad del siglo II a.C. Conclusiones: El significado histórico de los yacimientos de La Gavia en el contexto de la Edad del Hierro en la Comunidad de Madrid Como hemos visto a través de este sucinto resumen de los descubrimientos realizados en el entorno del Cerro de la Gavia, muchos son los aspectos que podrían destacarse del poblamiento de la Edad del Hierro que sido sacado a la luz, aunque en estas conclusiones nos detengamos tan sólo en algunos de ellos. Probablemente uno de los más relevantes sea el propio conjunto de los restos hallados. Es extremadamente difícil encontrar, en la bibliografía sobre el final de la Edad del Hierro en el Península Ibérica, encontrar investigaciones que profundicen más allá del propio yacimiento nuclear, sin duda por los grandes costes que ello conlleva, pues los presupuestos generalmente apenas alcanzan para investigar una pequeña parte de los poblados, y la localización precisa de estructuras en sus inmediaciones suele ser ardua y costosa. Es por ello que la oportunidad que ofrecen ciertas obras como es el caso de las presentes llevadas a cabo en distintos proyectos del ADIF, hay que verlas como una oportunidad de investigación arqueológica que no se daría de otro modo.

Fig. 210. Localización de poblado y los campos de cultivo. Fuente Google Earth

Fig. 211. Localización de poblado y las viviendas del poblado. Fuente. IGN. Vuelo Americano 1956 Una aventura fascinante

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La localización del poblado del Cerro de la Gavia se realizó hace años, aunque sólo tras la intervención de 1999-2000 (Quero et al. 2005) fue posible su correcta valoración e inclusión dentro de los recintos amurallados carpetanos característicos de los valles fluviales de las provincias de Madrid y Toledo, caracterizados por entonces en otro estudio sobre la comarca de la Mesa de Ocaña (Urbina, 2000). El poblado se puede enclavar por tanto dentro de la tipología de recintos amurallados de la IIª Edad del Hierro de espolón con foso y barrera, en este caso en pleno valle fluvial y aprovechando los escarpes yesíferos, como otra veintena de ejemplos hoy conocidos en estas regiones. Se trata de un enclave de pequeño tamaño (1Ha) similar, por ejemplo, al toledano de Plaza de Moros, del que existe alguna publicación (Urbina, 2012). Estos recintos comienzan su andadura a lo largo del siglo IV a.C. Las cerámicas áticas de La Gavia correspondientes a los niveles más antiguos no hacen sino corroborar esas fechas.

Fig. 212. Reconstrucción del yacimiento

Pero los paralelismos con otros lugares acaban ahí, ya que los recintos B, C y Gavia III investigados en los alrededores del poblado no tienen paralelos conocidos por estas tierras, probablemente más debido al hecho de la falta de investigaciones que de su inexistencia. El barrio B exterior al foso a septentrión del poblado, las estructuras del sector C a poco menos de 1 km. del poblado, ya situadas en pleno páramo, y la gran barriada o extensión del poblado localizado a los pies del cerro en plena vega del Manzanares: Gavia III, completan una realidad mucho más compleja de la que veníamos presuponiendo para estos enclaves. Este hecho es crucial ya que nos obliga desde el mismo momento de su conocimiento, al detallado examen de los alrededores de cualquier otro poblado de características similares, pues ahora sabemos que es más que probable la existencia de otras evidencias arqueológicas que el mero núcleo central. En ese sentido las investigaciones de La Gavia han abierto las puertas a una nueva concepción del espacio humano en la Protohistoria. Otro de los aspectos que juzgamos más relevantes son las fechas de abandono de los diferentes núcleos, que en realidad coinciden en torno ya al cambio de Milenio. El recinto amurallado de La Gavia continuó habitado después de los grandes episodios bélicos que azotaron estas tierras, como las guerras contra los cartagineses desde finales de la década del 220 hasta más o menos el 210 a.C., y las posteriores de la conquista romana del valle medio del Tajo que se desarrollaron desde el 192 al 181 a.C. La historiografía reciente había venido suponiendo que de uno u otro modo estos recintos amurallados desaparecieron durante aquellos períodos o poco después, sin embargo ahora podemos matizar que a pesar de que algunos de estos re166

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cintos amurallados fueran destruidos (como Plaza de Moros, por ejemplo), otros continuaron su andadura (como La Gavia, por ejemplo), incluso algún siglo después de que se hubieran creado o promocionado ya verdaderas capitales bajo el influjo romano como pueden ser los poblados mayores u oppida si se quiere, del tipo de Santorcaz. Gracias al ejemplo de Las investigaciones en La Gavia ahora sabemos que el verdadero proceso de romanización que culminará con la adopción de formas de vida similares a las romanas, y el establecimiento de nuevos núcleos de población no culminará hasta tiempos de Augusto, que podemos considerar el verdadero impulsor de la romanización en el centro de la Península. Poblados como el Cerro de la Gavia continúan su andadura no sin sufrir ciertas transformaciones como son la creación de barrios externos, alejados ya los temores que obligaron a la población a constreñirse dentro del recinto amurallado. Desconocemos si la creación del establecimiento de la vega (Gavia III) se debe en parte a la llegada de gente de algún otro recinto amurallado de las cercanías, a al mero crecimiento de la población tras una o dos generaciones de paz. En cualquier caso el crecimiento poblacional parce notorio, así como el incremento de las actividades de transformación o del desarrollo de pequeñas industrias ahora más demandadas, como la alfarería, la herrería, el mayor consumo de grano, tal vez incluso un pequeño cambio en el patrón de utilización de los animales domésticos con ovejas y cabras sacrificadas más jóvenes para aprovechar su carne. Sin la creciente presencia romana en la zona no es ajena a este desarrollo, pero todavía las pautas de vida y sus señas externas pueden considerarse plenamente indígenas. La romanización, por tanto, se va introduciendo en la forma de vida indígena muy paulatinamente, afectando en primer lugar a objetos exóticos, poco después a otros objetos de la vida cotidiana, posteriormente al desarrollo de ciertas industrias y finalmente al comercio directo y el cambio de patrones de vida. Pero en la Gavia aún no se han dado esos últimos pasos, aún el comercio directo es escaso, mucho menor que lo era en otros lugares contemporáneamente, como se puede apreciar en Santorcaz, donde los postreros habitantes más que los últimos carpetanos (Zapatero et al. 2012) serían los primeros romanos. Esa romanización que se extiende lentamente como una mancha de aceite, abre las comunicaciones, pero con Roma o al flujo de productos romanos que sólo llegaran a enclaves puntales en los primeros momentos, sino a las comarcas vecinas. Y este es otro de los aspectos importantes a resaltar de las investigaciones arqueológicas en La Gavia. Sorprendentemente en las excavaciones de 1999-2000 se puede comprobar el gran peso que tenían los productos alfareros de la Meseta Norte entre sus conjunto cerámicos, por entonces prácticamente desconocidos en estas tierras al sur del Sistema Central. Más tarde han ido apareciendo estas mismas cerámicas conocidas en los ámbitos tardíos celtíberos y vacceos en otros lugares como Santorcaz, Fuente de la Mora e incluso Toledo. La ausencia de estas producciones al sur del Tajo nos hace plantearnos por el momento hasta que punto un río puede llegar a constituir una frontera más solida que una cadena montañosa. Estas cerámicas numantinas y vacceas están en sí mismas influenciadas por la presencia de Roma, el desarrollo de sus temas figurativos no es ajeno a la presencia de los latinos y su distribución tampoco. El antiguo recinto amurallado continúa siendo el núcleo habitacional, allí se encuentran en mayor medida los productos más lejanos como las cerámicas campanienses y de barniz rojo, mientras que el asentamiento de la vega debió funcionar más como barrio artesanal, en el que las pequeñas industrias podían convivir con las viviendas de aquellos que ya no cabían en el antiguo recinto amurallado. El enclave fue declinando paulatinamente y su abandono pausado. En la segunda mitad del siglo I a.C. La Gavia ya debió un lugar casi fantasma. No tuvo por qué haber un traslado de población necesariamente, podemos imaginar un lento acabarse como en esos pueblos en los que primero casi no hay jóvenes, luego sólo quedan viejos y finalmente nadie.

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URBINA, D.; MORÍN, J.; ESCOLÀ, M.; AGUSTÍ, E.; YRAVEDRA, J. (2005a): “El poblado en la II Edad del Hierro. La vida cotidiana” en QUERO, S. PÉREZ, A. MORIN, J. y URBINA D. Coords. El Cerro de La Gavia. El Madrid que encontraron los romanos. Catálogo exposición. Madrid, pp. 147-175. URBINA, D.; MORÍN, J.; ESCOLÀ, M.; AGUSTÍ, E.; LÓPEZ, G.; VILLAVERDE, R. y MORENO, M. (2005b): “El poblado en la II Edad del Hierro. Las actividades artesanales” en QUERO, S. PÉREZ, A. MORIN, J. y URBINA D. Coords. El Cerro de La Gavia. El Madrid que encontraron los romanos. Catálogo exposición. Madrid, pp. 177-209. VALIENTE, S. (1987): “Arqueología de la II Edad del Hierro”. 130 años de arqueología madrileña. Madrid: Comunidad de Madrid, pp. 121-133 VEGA, J.J., MARTÍN, M. P. y PÉREZ, D. (2009): “El poblado de la Segunda Edad del Hierro del Cerro de la Fuente de la Mora (Leganés, Madrid) en Actas de las Terceras Jornadas de Patrimonio Arqueológico de la Comunidad de Madrid, Madrid, pp. 281-290 VILORIA, J. (1955): “Yacimientos romanos de Madrid y sus alrededores” en Archivo Español de Arqueología, v. XXVIII, n. 91, pp. 135-142

Una aventura fascinante

SECTOR 1 - BIBLIOGRAFÍA

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Anexos Fichas de otros elementos del Patrimonio Cultural de interés, documentados. Fichas de otros elementos del Patrimonio Cultural que también se han documentado a lo largo de las obras, aportando una descripción más somera de los mismos, respondiendo a necesidades de espacio, aunque no por ello menos interesantes.

“Yacimiento arqueológico Santa Catalina” FICHA DE PATRIMONIO CULTURAL ELEMENTO CULTURAL: Yacimiento

1 de 2

arqueológico Santa Catalina

LOCALIZACIÓN

Línea T.A.V.: Plataforma de implantación de una doble vía entre las estaciones de Atocha y Torrejón

de Velasco para el nuevo acceso ferroviario de Alta Velocidad de Levante. Madrid – Castilla – La Mancha – Comunidad Valenciana – Región de Murcia.

Tramo: Atocha – Torrejón de Velasco Subtramo: Calle Pedro Bosch – Getafe, Madrid PK-PK: 103+880 – 103+920

Término Municipal: Villa de Vallecas, Madrid

Elemento infraestructura afectado: Viaducto

Superficie afectada: 240 m2

Antecedentes del hallazgo: El yacimiento de Santa Catalina, se encontró durante la construcción del futuro

Viaducto de Santa Catalina en el talud Oeste, dentro del área comprendida entre la A-4 y las líneas de cercanías C3–C4 de ferrocarril en el P.K. 103+900. DATOS ADMINISTRATIVOS

Actuación realizada: Excavación arqueológica en extensión Fecha de la actuación arqueológica: Agosto 2010. Expediente administrativo: Expediente nº 0592/08 Esta actuación está sujeta a la Resolución Ref. 03/085308.9/10 emitida el 16 de Marzo de 2010 por la DGPH de la Comunidad de Madrid en relación con el expediente nº 0592/08. El proyecto estaba comprendido dentro del Bien de Interés Cultural declarado como Zona Arqueológica de las Terrazas del Manzanares (Decreto 113/1993, de 25 de noviembre). M2 excavados: 3.159 m2

Personal participante: 2 Directores arqueólogos, 4 técnicos arqueólogos, 1 dibujante, 1 topógrafo y 30 peones

Empresa de arqueología responsable: AUDEMA S.A.

Departamento de Arqueología, Paleontología y Recursos Culturales de AUDEMA, S.A. Arqueólogo Director de la intervención: Jorge Morín de Pablos.

Metodología de actuación: En Agosto 2010 en el P.P.K.K. 103+800-104+000 se realizaron una serie de trabajos para la preparación del terreno para la pilotadora donde irá el Viaducto de Santa Catalina. Fue durante las labores de preparación del terreno con los consiguientes trabajos de vigilancia arqueo-paleontológica cuando se localizaron en el perfil Oeste, una serie de estructuras negativas prehistóricas que los investigadores en la bibliografía clásica han denominado “fondos de cabaña” o “silos”, interpretados como grupos de hoyos rellenos de cenizas y material arqueológico con funciones variadas según la estratigrafía y de carácter estacional (Pernia y Leira 1990). Con la localización de este nuevo “sitio” damos un paso más para conocer la amplitud del horizonte en el contexto calcolítico- bronce, en la margen izquierda del río Manzanares. Una aventura fascinante

SECTOR 1 - ANEXOS

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El hallazgo arqueológico al que nos referimos, fue localizado durante las obras de excavación de la maquinaria de la obra realizadas para la construcción del Viaducto. Para la realización del mismo, el movimiento de tierras consistió en excavar en este lugar con el fin de nivelar el acceso, la actuación consistió en la retirada de un talud por lo que la maquinaria tuvo que entrar en vertical, entre la A-4 y el tren de cercanías línea C3 y C4 donde se realizó la rampa de paso al viaducto de Sta. Catalina. Fue en estas labores de excavación cuando se observaron en el perfil oeste, varias fosas o estructuras negativas (Tipo Silos) con material calcolítico y de la edad del Bronce asociado, así como huesos y alguna lasca en sílex. Se hizo comunicación de hallazgo con su correspondiente informe. Como consecuencia de esta intervención en talud, las fosas han quedado seccionadas y técnicamente ha sido inviable la excavación en planta por lo que las estructuras quedaron colgadas en el perfil. Se numeraron las estructuras de forma correlativa, UE 1 a UE 8 y a sus rellenos la decena, a la estructura 1 (UE 1) le corresponde UE 11 y así sucesivamente. Tras el raspado manual y la delimitación de las estructuras se propuso la documentación, datación y recuperación del material con el fin de delimitar el posible yacimiento arqueológico de Santa Catalina. Los trabajos de documentación se realizaron con medios manuales, bajo un control exhaustivo por parte del equipo de arqueólogos. Se realizó una limpieza manual del perfil Este, donde se localizaron varias de las estructuras, con el fin de delimitarlas en sección y se tomaron las correspondientes fotografías. Como consecuencia de la ubicación, el equipo se limitó a la documentación de las mismas ya que no fue posible la totalidad de la excavación arqueológica por encontrarse dichas estructuras a 2 m.

U.E. 7

U.E. 8

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Una aventura fascinante SECTOR 1 - ANEXOS

FICHA DE PATRIMONIO CULTURAL ELEMENTO CULTURAL: Yacimiento

2 de 2

arqueológico Santa Catalina

CARACTERIZACIÓN DEL YACIMIENTO Las estructuras de localizaron en el perfil Oeste de la zona, debajo de la A-4, excavadas en un substrato de arcillas, y colmatadas por arenas arcillosas. Se localizaron un total de 8 estructuras negativas de formas aparentemente circulares y ovaladas. En Agosto 2010 en el P.P.K.K. 103+800-104+000 se realizaron los trabajos de preparación del terreno para la pilotadora donde irá el Viaducto de Santa Catalina. En esta zona, en el perfil Este, durante los trabajos de excavación se localizaron 8 estructuras negativas (Tipo Silos) con material calcolítico y de la edad del Bronce asociado, así como huesos y alguna lasca en sílex. A pesar de la parcialidad de la intervención, el número de piezas recuperadas para su documentación es lo suficientemente importante y numeroso para discernir cual fue la importancia de este sitio arqueológico. El yacimiento de Santa Catalina se encuentra en la margen izquierda del río Manzanares y se encuentra enclavado en un punto estratégico y relacionado con otros yacimientos de relevancia dentro de la arqueología de la Comunidad de Madrid, como son el Caserío de Perales, los yacimientos de Villaverde-Butarque, el Cerro de la Gavia o el también desaparecido yacimiento de El Almendro.

Materiales obtenidos: La mayoría de los materiales cerámicos recuperados corresponden a fragmentos de

cuencos, cazuelas y ollas de tendencia semiesférica, aunque también se encuentran presentes en gran número la misma tipología, pero de perfil troncocónico, paredes rectas y fondo ovalado. Destaca la ausencia de decoraciones, exceptuando algunas incisiones, que se consideran residuales. También destacan la decoración interior de varios fragmentos de cuenco, que se han realizado con espátula, creando motivos radiales desde el centro de la pieza. Los acabados suelen ser bruñidos de buena calidad, especulares en muchos casos. Estas características aunque propias del Calcolitico y del Bronce Inicial, perduran a lo largo del tiempo, al menos durante todo el Bronce y posiblemente, el Hierro I. En líneas generales, el conjunto cerámico de Santa Catalina resulta bastante monótono y repetitivo, con el dominio de formas simples. El grupo más importante estaría compuesto por olla o cazuelas globulares de forma cerrada y generalmente de tamaño grande, con perfiles en forma de saco y siluetas ovoides con bocas más cerradas, y con diámetros entre los 30 y los 40 cm. en su mayoría. Dentro de este grupo de los recipientes de perfiles ovoides aparece también un grupo más reducido de cuencos de pequeñas dimensiones pero con idénticos perfiles. El segundo grupo que aparece con una representatividad similar a la anterior, serían las cazuelas simples y hemiesféricas de paredes rectas, con distinto grado de desarrollo llegando a adquirir cierto aspecto tubular.

El repertorio lítico procedente del yacimiento de Santa Catalina se compone de 242 piezas, correspondiendo en su totalidad a material tallado, sin localizar material pulimentado. Una aventura fascinante

SECTOR 1 - ANEXOS

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Datación: Bronce Final

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Una aventura fascinante SECTOR 1 - ANEXOS

Valoración científica del yacimiento: Alta

“Yacimiento arqueológico Valdecarros II” FICHA DE PATRIMONIO CULTURAL ELEMENTO CULTURAL: Yacimiento

1 de 2

arqueológico Valdecarros II

LOCALIZACIÓN

Línea T.A.V.: Plataforma de implantación de una doble vía entre las estaciones de Atocha y Torrejón

de Velasco para el nuevo acceso ferroviario de Alta Velocidad de Levante. Madrid – Castilla – La Mancha – Comunidad Valenciana – Región de Murcia.

Tramo: Atocha – Torrejón de Velasco Subtramo: Calle Pedro Bosch – Getafe, Madrid PK-PK: 107.720 a 107.750

Término Municipal: Villa de Vallecas, Madrid

Elemento infraestructura afectado: Plataforma

Superficie afectada: 250 m2

Antecedentes del hallazgo: En Mayo 2010 se realizaron una serie de desbroces superficiales en bandas o calles de dos metros de anchura en “Valdecarros II”, dando resultados positivos en la zona NW de una de las bandas. DATOS ADMINISTRATIVOS

Actuación realizada: Excavación arqueológica en extensión. Fecha de la actuación arqueológica: 16 de febrero de 2011 a 22 de febrero de 2011. Expediente administrativo: Expediente nº 0592/08.

Esta actuación está sujeta a la Resolución Ref. 03/085308.9/10 emitida el 16 de Marzo de 2010 por la DGPH de la Comunidad de Madrid en relación con el expediente nº 05-92/08. El proyecto estaba comprendido dentro del Bien de Interés Cultural declarado como Zona Arqueológica de las Terrazas del Manzanares (Decreto 113/1993, de 25 de noviembre).

M2 excavados: 220 m2

Personal participante: 1 Directores arqueólogos, 1 técnicos arqueólogos, 1 dibujante, 1 topógrafo y 4 peones.

Empresa de arqueología responsable: AUDEMA S.A.

Departamento de Arqueología, Paleontología y Recursos Culturales de AUDEMA, S.A. Arqueólogo Director de la intervención: Jorge Morín de Pablos. DESCRIPCIÓN DE LA INTERVENCIÓN REALIZADA La resolución de la DGPH emitida el 20 de Julio de 2010 (asunto: Valdecarros II), recogía la necesidad de realizar una medidas correctoras previas a los movimientos de tierras, una vez examinado el informe técnico de fecha 8 de Julio de 2010 (ref.03/227637.9/10). En noviembre de 2010 se entregó el correspondiente informe de los resultados de los desbroces y propuesta de excavación de las estructuras documentadas. En el mes de febrero de 2011 se recibió el correspondiente permiso de intervención arqueológica y se procedió a la realización de la excavación arqueológica. Metodología de actuación: La metodología aplicada en la intervención arqueológica, dada sus características, fue la realización de la excavación manual de las estructuras halladas, siguiendo el sistema de registro ideado por Barrer / Harris. La identificación y remoción de las diversas unidades estratigráficas se realizó siguiendo de manera preferencial la secuencia estratigráfica real, es decir, por el orden inverso a su formación / deposición. Se identificaron, numeraron y documentaron todas las capas de tierra diferenciables, así como todas las estructuras que fueron apareciendo a medida que el trabajo de excavación avanzaba. Gracias a ello, cada estrato y cada elemento fue diferenciado mediante su propia numeración y ficha de identificación y registro, y le fue atribuido, en la medida de lo posible, su secuencia crono-estratigráfica global. Una aventura fascinante

SECTOR 1 - ANEXOS

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Vista general Valdecarros II

Vista general Valdecarros II Vista general Valdecarros II

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Una aventura fascinante SECTOR 1 - ANEXOS

FICHA DE PATRIMONIO CULTURAL

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ELEMENTO CULTURAL: Yacimiento arqueológico Valdecarros II. Cerro de la Gavia CARACTERIZACIÓN DEL YACIMIENTO Se inició la excavación retirando la capa superficial de la zona (U.E. 4000), detectándose dos estructuras negativas: Estructura 1. Situada más al sur y de forma ovalada irregular, presenta la siguiente secuencia: Estrato de tierra anaranjada con restos de adobes desechos y algunos carbones (U.E. 4001), con poca presencia de materiales cerámicos.

Estructura 1. U.E. 4001

Estructura 1. U.E. 4006. Fosa

Este estrato rellena una fosa de forma ovalada irregular (U.E. 4006), de paredes rectas y suelo regular de poca potencia (unos 10 a 12 centímetros). Se encuentra cortada por una pequeña fosa de planta circular (U.E. 4003) y unos 30 centímetros de diámetro, que se encuentra rellena por un estrato de textura arcillosa (U.E. 4002) y sin material arqueológico, solamente se detectan algunas raíces.

Estructura 1. U.E. 4002

Estructura 1. U.E. 4003. Fosa

Estructura 2. Situada más al norte, se trata de una fosa de planta irregular (U.E. 4005), de paredes ligeramente inclinadas, cuyo suelo es regular y plano. La fosa se encuentra rellena por un estrato de arcilla arenosa de color gris claro y compacidad media (U.E. 4004), con algunas piedras calizas y yesos de pequeño tamaño.

Una aventura fascinante

SECTOR 1 - ANEXOS

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Estructura 2. U.E. 4005

Estructura 2. Restos de hogar (U.E. 4007)

Tiene una potencia media de unos 30 centímetros. Bajo esta y sobre la fosa, se documentan restos de arcilla rubefactada (U.E. 4007) de planta circular, que se corresponderían a los restos de un hogar.

Estructura 2. U.E. 4005. Fosa

Materiales obtenidos: Los materiales localizados han sido mayoritariamente cerámicos. Se correspondería con restos de cerámica común de cocina, cerámica pintada y engobada de la segunda Edad del Hierro, así como fragmentos de terra sigillata, de época romana.

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Una aventura fascinante SECTOR 1 - ANEXOS

Fragmentos de cerámica de cocina

Fragmentos de cerámica pintada, engobada y terra sigillata

Datación: Siglos IV al II a.C.

Valoración científica del yacimiento: Alta Una aventura fascinante

SECTOR 1 - ANEXOS

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“Elemento etnográfico Altamira II” FICHA DE PATRIMONIO CULTURAL ELEMENTO CULTURAL:

1 de 2

Elemento etnográfico “Altamira II” LOCALIZACIÓN

Línea T.A.V.: Plataforma de implantación de una doble vía entre las estaciones de Atocha y Torrejón de

Velasco para el nuevo acceso ferroviario de Alta Velocidad de Levante. Madrid – Castilla – La Mancha – Comunidad Valenciana – Región de Murcia.

Tramo: Atocha – Torrejón de Velasco Subtramo: Calle Pedro Bosch – Getafe, Madrid PK-PK: 105+420

Término Municipal: Villa de Vallecas, Madrid

Elemento infraestructura afectado: Plataforma

Superficie afectada: 650 m2

Antecedentes del hallazgo: Elemento ya conocido en la fase de prospección arqueológica y que la resolución de la DGPH recogió la necesidad de documentarlo de forma previa a los movimientos de tierras. DATOS ADMINISTRATIVOS

Actuación realizada: Prospección superficial, balizamiento del elemento cultural, limpieza arqueológica y documentación exhaustiva.

Fecha de la actuación arqueológica: Abril-Junio de 2010. Expediente administrativo: Expediente nº 0592/08. Esta actuación está sujeta a la Resolución Ref. 03/085308.9/10 emitida el 16 de Marzo de 2010 por la DGPH de la Comunidad de Madrid en relación con el expediente nº 0592/08. El proyecto estaba comprendido dentro del Bien de Interés Cultural declarado como Zona Arqueológica de las Terrazas del Manzanares (Decreto 113/1993, de 25 de noviembre). M2 excavados: 420 m2

Personal participante: 2 técnico arqueólogo y 1 peón para la limpieza y 1 dibujante y topógrafo para la documentación.

Metodología de actuación: Excavación y limpieza arqueológica de los restos. Documentación con dibujo arqueológico y fotogrametría.

Empresa de arqueología responsable: AUDEMA S.A.

Departamento de Arqueología, Paleontología y Recursos Culturales de AUDEMA, S.A. Arqueólogo Director de la intervención: Jorge Morín de Pablos. DESCRIPCIÓN DE LA INTERVENCIÓN REALIZADA

Metodología de la actuación: Las labores de documentación del elemento etnográfico “Altamira II” no podían ser llevadas a cabo sin hacer previamente una limpieza general del lugar. Además de los vertidos, la vegetación cubría casi por completo las estructuras murarias. Durante varios días se realizó una limpieza manual de la vegetación, con un porte superior al metro de altura, por medio de herramienta pequeña (azadas, tijeras de podar y hachuelos). La maleza desbrozada se retiró a un lugar apartado para poder realizar las labores de documentación. En este caso la metodología utilizada consistió en la realización de las fotografías suficientes para la elaboración de una fotogrametría que permitiera la documentación de los paramentos de los muros que todavía se conservan en pie. Para ello fue necesaria la colocación de punterías de control para la correcta referenciación en gabinete.

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Una aventura fascinante SECTOR 1 - ANEXOS

Por otro lado, el estado de conservación del elemento era bastante malo, ya que a lo largo de los años se han sucedido innumerables vertidos ilegales que han deteriorado la construcción. Estos vertidos se han ido retirando durante años por medio de maquinaria pesada, por lo que la zona más cercana al camino del Vertedero de la China ha sido destruida casi por completo. La construcción de “Altamira II” es un pequeño establecimiento ganadero vacuno de principios del siglo XX, al que se adosó una vivienda en años posteriores. La construcción original se compone de un gran establo de 19,5 m. de largo por 7 m. de ancho. Está construida en muros de mampostería de piedra con una anchura media de 70 cm. y estaría techada. Se ha podido documentar gran cantidad de teja y un pie circular de cemento para apoyar un poste, datos que atestiguan la existencia de una estructura de techumbre. Además, en una fotografía aérea de 1975 se puede apreciar los tejados de las estructuras todavía sin destruir. La fotografía aérea anterior a estas fechas (1946, 1956) recoge esta zona pero la calidad y la posición de las sombras hacen que únicamente se pueda percibir que existía una construcción, pero sin detalle alguno. Aparte del encerradero de ganado también se construyó una vivienda, que adosaría a los muros de piedra originales. El tipo de paramento es diferente, construido en su totalidad por ladrillo macizo y reformas posteriores en ladrillo de rasilla. Aunque no se ha podido apreciar dada la gran cantidad de escombros, hay que suponer que existe y cimentación construida en piedra. En la fotografía de 1975 se aprecia igualmente que la estructura estaba techada, salvo en la zona central donde estaría el acceso al establo, ya que había un patio estructurador de la construcción. En la fotografía aérea de 1991 se puede observar que la construcción se encontraba en ruina. Posteriormente, incidiendo en los años 2008-2009 los muros que todavía tenían un alzado considerable, superior a los dos metros, han sido completamente destruidos.

Detalle de Altamira II, antes de la intervención

Vistas de Altamira II, después de la limpieza realizada

Una aventura fascinante

SECTOR 1 - ANEXOS

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FICHA DE PATRIMONIO CULTURAL ELEMENTO CULTURAL: Elemento

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etnográfico “Altamira II”

CARACTERIZACIÓN DEL ELEMENTO

Interpretación del elemento cultural: El elemento etnográfico “Altamira II” ha sido documentado después de una limpieza general. Este elemento ha sido catalogado gracias a documentación por encuesta oral como un establecimiento ganadero dedicado a la explotación de ganado vacuno. En concreto, la encuesta se realizó a “Valero”, el arrendatario de las tierras objeto de estudio dedicado a la explotación agrícola de las fincas asociadas a la Cuarta Esclusa del Manzanares, donde todavía reside. La denominada vaquería la construyó el abuelo del encuestado a principios del siglo XX, como una pequeña explotación para compensar económicamente el rendimiento agrario. El estado de conservación, es malo. La parte de establos, de mampostería, conserva el alzado entorno a 1,5 metros de altura, mientras que la zona de vivienda está prácticamente destruida. Se ha podido realizar la recogida de datos para la fotogrametría de la parte del establo, ya que era la única zona de interés en estado de conservación suficiente para poder analizar paramentos. Las zonas de vivienda prácticamente destruidas se han podido documentar a partir de fotografía histórica cómo fue la compartimentación de la misma. De este modo se ha elaborado una planimetría a detalle como único elemento documental de interés salvo la fotografía.

Materiales obtenidos: Ninguno Datación: Principios del siglo XX

Valoración científica del elemento: Media.

Fotografía aérea oblicua de 2007. Detalle establos y vivienda.

Planta del elemento etnográfico Altamira II

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Una aventura fascinante SECTOR 1 - ANEXOS

“Elemento etnográfico Altamira IV” FICHA DE PATRIMONIO CULTURAL ELEMENTO CULTURAL: Elemento

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etnográfico “Altamira IV” LOCALIZACIÓN

Línea T.A.V.: Plataforma de implantación de una doble vía entre las estaciones de Atocha y Torrejón

de Velasco para el nuevo acceso ferroviario de Alta Velocidad de Levante. Madrid – Castilla – La Mancha – Comunidad Valenciana – Región de Murcia.

Tramo: Atocha – Torrejón de Velasco Subtramo: Calle Pedro Bosch – Getafe, Madrid PK-PK: 105+880

Término Municipal: Villa de Vallecas, Madrid

Elemento infraestructura afectado: Plataforma

Superficie afectada: 170 m2

Antecedentes del hallazgo: Elemento ya conocido en la fase de prospección arqueológica y que la resolución de la DGPH recogió la necesidad de documentarlo de forma previa a los movimientos de tierras. DATOS ADMINISTRATIVOS

Actuación realizada: Prospección superficial, balizamiento del elemento cultural, limpieza arqueológica y

documentación exhaustiva.

Fecha de la actuación arqueológica: Junio 2010 Expediente administrativo: Expediente nº 0592/08

Esta actuación está sujeta a la Resolución Ref. 03/085308.9/10 emitida el 16 de Marzo de 2010 por la DGPH de la Comunidad de Madrid en relación con el expediente nº 0592/08. El proyecto estaba comprendido dentro del Bien de Interés Cultural declarado como Zona Arqueológica de las Terrazas del Manzanares (Decreto 113/1993, de 25 de noviembre).

M2 excavados: 50 m2

Personal participante: 2 técnico arqueólogo y 1 peón para la limpieza y 1 dibujante y topógrafo para la documentación.

Metodología de actuación: Excavación y limpieza arqueológica de los restos. Documentación con dibujo arqueológico y fotogrametría.

Empresa de arqueología responsable: AUDEMA, S.A.

Departamento de Arqueología, Paleontología y Recursos Culturales de AUDEMA, S.A. Arqueólogo Director de la intervención: Jorge Morín de Pablos. DATOS ADMINISTRATIVOS La fotogrametría realizada en Altamira IV es de tipo terrestre. Para el procesado de de las fotografías digitales se ha empleado un software de tipo comercial, con capacidad de restituir puntos comunes de las fotografías y convertirlos en coordenadas tridimensionales de XYZ. Para este trabajo se ha empleado una cámara fotográfica Ricoh Caplio GX 100 con una resolución de 10 megapixel y un objetivo de 24 mm. (de tipo “ojo de pez”). Los puntos de control se han establecido con chinchetas de pin, muy útiles por su versatilidad a la hora de colocar en superficies constructivas muy irregulares. Antes de llevar a cabo las labores de documentación del elemento etnográfico “Altamira IV” fue necesario realizar previamente una limpieza general del elemento y los alrededores. Durante varias horas se realizó una limpieza manual de la vegetación del terreno y de la que había crecido en los propios paramentos de la edificación.

Una aventura fascinante

SECTOR 1 - ANEXOS

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VISTAS FOTOGRAFÍA AÉREA DEL ELEMENTO ETNOGRÁFICO ALTAMIRA IV AUTOR: AUDEMA

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Una aventura fascinante SECTOR 1 - ANEXOS

PLANTA Y ALZADOS EN VISTA GENERAL ELEMENTO ETNOGRÁFICO ALTAMIRA IV AUTOR: AUDEMA

Una aventura fascinante

SECTOR 1 - ANEXOS

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FICHA DE PATRIMONIO CULTURAL ELEMENTO CULTURAL: Elemento

2 de 2

etnográfico “Altamira IV”

CARACTERIZACIÓN DEL ELEMENTO

Interpretación del elemento cultural: El elemento etnográfico Altamira IV es una pequeña edificación

dedicada al apoyo de las labores agrícolas, tales como almacenamiento y descanso. Está construida en ladrillo macizo y tiene una techumbre a dos aguas construida en viguería de madera y Uralita. Se ubica cerca de la Cuarta esclusa del Canal del Manzanares junto a una acequia todavía en servicio (fachada Sur) y una acacia de grandes dimensiones algunas de cuyas ramas apoyan en el tejado de la edificación. Las dimensiones de la planta, de forma rectangular, son de 3,55 m. de ancho por 5,30 m. largo. La altura máxima, hasta la cruz de la techumbre, es de 2,2 m. Los muros tienen un espesor medio de 40 cm., salvo en dos de los paramentos que existe mayor anchura al utilizarse como refuerzo para estabilizar la construcción. Estos refuerzos, como se puede apreciar en las plantas realizadas, se corresponden con la fachada Oeste y la esquina de los muros Este y Sur.

Materiales obtenidos: Ninguno Datación: Principios del siglo XX

Valoración científica del elemento: Media.

Vistas de la caseta de aperos, denominada Altamira IV

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Una aventura fascinante SECTOR 1 - ANEXOS

“Elemento etnográfico Altamira V” FICHA DE PATRIMONIO CULTURAL ELEMENTO CULTURAL: Elemento

1 de 2

etnográfico “Altamira V” LOCALIZACIÓN

Línea T.A.V.: Plataforma de implantación de una doble vía entre las estaciones de Atocha y Torrejón de Velasco para el nuevo acceso ferroviario de Alta Velocidad de Levante. Madrid – Castilla – La Mancha – Comunidad Valenciana – Región de Murcia. Tramo: Madrid - Torrejón de Velasco Subtramo: Calle Pedro Bosch – Getafe, Madrid PK-PK: 105+970

Término Municipal: Villa de Vallecas, Madrid

Elemento infraestructura afectado: Plataforma

Superficie afectada: 300 m2

Antecedentes del hallazgo: Elemento ya conocido en la fase de prospección arqueológica y que la resolución de la DGPH recogió la necesidad de documentarlo de forma previa a los movimientos de tierras. DATOS ADMINISTRATIVOS

Actuación realizada: Prospección superficial, balizamiento del elemento cultural, limpieza arqueológica y

documentación exhaustiva.

Fecha de la actuación arqueológica: Junio 2010 Legislación: Expediente nº 0592/08

Esta actuación está sujeta a la Resolución Ref. 03/085308.9/10 emitida el 16 de Marzo de 2010 por la DGPH de la Comunidad de Madrid en relación con el expediente nº 0592/08. El proyecto estaba comprendido dentro del Bien de Interés Cultural declarado como Zona Arqueológica de las Terrazas del Manzanares (Decreto 113/1993, de 25 de noviembre).

M2 excavados: 50 m2

Personal participante: 2 técnico arqueólogo y 1 peón para la limpieza y 1 dibujante y topógrafo para la documentación.

Metodología de actuación: Excavación y limpieza arqueológica de los restos. Documentación con dibujo arqueológico y fotogrametría.

Empresa de arqueología responsable: AUDEMA, S.A.

Departamento de Arqueología, Paleontología y Recursos Culturales de AUDEMA, S.A. Arqueólogo Director de la intervención: Jorge Morín de Pablos. DESCRIPCIÓN DE LA INTERVENCIÓN REALIZADA La fotogrametría realizada en Altamira V es de tipo terrestre. Para el procesado de de las fotografías digitales se ha empleado un software de tipo comercial, con capacidad de restituir puntos comunes de las fotografías y convertirlos en coordenadas tridimensionales de XYZ. Para este trabajo se ha empleado una cámara fotográfica Ricoh Caplio GX 100 con una resolución de 10 megapixel y un objetivo de 24 mm. (de tipo “ojo de pez”). Los puntos de control se han establecido con chinchetas de pin, muy útiles por su versatilidad a la hora de colocar en superficies constructivas muy irregulares. Antes de llevar a cabo las labores de documentación del elemento etnográfico “Altamira V” fue necesario realizar previamente una limpieza general del elemento y los alrededores. Durante varias horas se realizó una limpieza manual de la vegetación del terreno y de la que había crecido en los propios paramentos de la edificación. Una aventura fascinante

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VISTAS FOTOGRAFÍA AÉREA DEL ELEMENTO ETNOGRÁFICO ALTAMIRA V AUTOR: AUDEMA

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Una aventura fascinante SECTOR 1 - ANEXOS

PLANTA Y ALZADOS EN VISTA GENERAL ELEMENTO ETNOGRÁFICO ALTAMIRA V AUTOR: AUDEMA

Una aventura fascinante

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FICHA DE PATRIMONIO CULTURAL ELEMENTO CULTURAL:

2 de 2

Elemento etnográfico “Altamira V” CARACTERIZACIÓN DEL ELEMENTO

Interpretación del elemento cultural: El elemento etnográfico Altamira V es una pequeña construcción cuyo uso está dedicado al almacenaje de aperos y otros, como contenedores, etc. El tipo de paramento alterna la mampostería de piedra mediana con el ladrillo macizo. La techumbre está realizada en viguería de madera con un preparado de cañizo para sustentar el tejado, de teja cerámica plana contemporánea. Se localiza a algo más de 200 m. de la Cuarta esclusa del Canal del Manzanares a escasos 6 m. al sur de una acequia todavía en servicio y una en una pequeña superficie aterraplenada. Esta ubicación más alta, de 1,5 m. de desnivel, que el campo de cultivo lindante hace que esté a salvo de la humedad de las continuas inundaciones de riego por apertura de compuerta. Las dimensiones de la planta, con una forma trapezoidal, son de: muro Norte 4 m.; muro Oeste 3,30 m.; muro Sur 4,20 m.; y muro Este 2,90 m. La altura máxima es de 2,05 m. Por otro lado, los muros tienen un espesor medio de 40 cm. La cronología se puede establecer de forma precisa, a través de la encuesta oral. Según los arrendatarios de los terrenos, que residen en los edificios de la cuarta esclusa, la construcción se edificó a mediados del siglo pasado. El tipo de paramento y techumbre parece confirmar la coherencia de estas fechas.

Materiales obtenidos: Ninguno Datación: Mitad del siglo XX

Valoración científica del elemento: Media.

Vistas de la caseta de aperos, denominada Altamira V

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“Elemento etnográfico Bolardo de Atocha”

FICHA DE PATRIMONIO CULTURAL ELEMENTO CULTURAL: “Bolardo

1 de 2

de Atocha” LOCALIZACIÓN

Línea: Proyecto de plataforma de la conexión ferroviaria en ancho UIC entre las estaciones de Atocha y Chamartín.

Subtramo: Estación de Atocha PK-PK: 0+185

Término Municipal: Madrid

Elemento infraestructura afectado: Ninguno

Superficie afectada: 0 m2

Antecedentes del hallazgo: Se descubrió durante los trabajos de seguimiento arqueológico del desvío de servicios afectados realizada frente a la antigua estación de ferrocarril de Atocha. EXPEDIENTE ADMINISTRATIVO

Actuación realizada: Extracción, documentación y depósito del objeto. Fecha de la actuación arqueológica: 3-06-2009 Expediente administrativo: Expediente nº 260/05.

Esta actuación está sujeta a la Resolución Ref. 12/016426.9/09 emitida el 27 de Septiembre de 2007 por la DGPH de la Comunidad de Madrid en relación con el expediente nº 260/05. El proyecto estaba comprendido dentro de los Bienes de Interés Cultural declarados como Zona Arqueológica de Las Terrazas del Manzanares (Decreto 113/1993, de 25 de noviembre) y del Recinto Histórico de Madrid (Decreto 61/1993, de 20 de mayo).

Personal participante: 1 técnico arqueólogo y 1 peón para la

M2 excavados: 0 m2

limpieza y traslado.

Metodología de actuación: Recuperación y limpieza, traslado y depósito. Empresa de arqueología responsable: AUDEMA, S.A.

Departamento de Arqueología, Paleontología y Recursos Culturales de AUDEMA, S.A. Arqueólogos Directores de la intervención: Ruth Villaverde López y Vanessa Dones García. DESCRIPCIÓN DE LA INTERVENCIÓN REALIZADA

Descripción del hallazgo: Durante los trabajos de seguimiento de la cata para el desvío de servicios afectados realizada frente a la antigua estación de ferrocarril de Atocha (ver plano afecciones obra) se ha producido el hallazgo de un elemento realizado sobre granito, de base cuadrangular y cuerpo cilíndrico, con unas dimensiones 115x50 cms que interpretamos como un bolardo. Este elemento se localizó en posición secundaria, depositado en un nivel de relleno asociado a distintas remodelaciones y obras de colocación de servicios experimentadas por el espacio que nos ocupa. Una vez comprobada la ausencia de otros ejemplares en las proximidades podemos afirmar que se trata de un hallazgo aislado. En cuanto a la cronología de este elemento, se ha consultado diverso material gráfico con el fin de intentar documentar elementos similares al hallado en las inmediaciones de la estación de Atocha. Únicamente en una fotografía datada a finales del s. XIX se han podido observar elementos similares colocados en una zona próxima a la ubicación de la cata de servicios afectados, aunque no podemos determinar la cronología de su colocación ni hasta qué momento permanecieron en este emplazamiento.

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FICHA DE PATRIMONIO CULTURAL ELEMENTO CULTURAL:

“Bolardo de Atocha” CARACTERIZACIÓN DEL YACIMIENTO

Interpretación del elemento cultural: Bolardo Materiales obtenidos: Bolardo Datación: Moderno-Contemporáneo

Valoración científica del elemento: Baja

Imagen del bolardo después de su extracción

Imagen del bolardo después de su extracción

Fachada principal de la Estación de Atocha a finales del siglo XIX. Fotografía de J. Laurent

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Una aventura fascinante SECTOR 1 - ANEXOS

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“Elemento cultural “Galerías subterráneas y caseta”

FICHA DE PATRIMONIO CULTURAL ELEMENTO CULTURAL: “Galerías

1 de 2

subterráneas y caseta” LOCALIZACIÓN

Línea T.A.V.: Plataforma de implantación de una doble vía entre las estaciones de Atocha y Torrejón de Velasco para el nuevo acceso ferroviario de Alta Velocidad de Levante. Madrid – Castilla – La Mancha – Comunidad Valenciana – Región de Murcia. Tramo: Madrid – Torrejón de Velasco Subtramo: Calle Pedro Bosch - Getafe PK-PK: 103+350 a 103+500

Término Municipal: Madrid

Elemento infraestructura afectado: Plataforma

Superficie afectada: 330 m2

Antecedentes del hallazgo: Elementos documentados en fase de obra. No se conocían en fases previas. DATOS ADMINISTRATIVOS

Actuación realizada: Limpieza arqueológica mixta Fecha de la actuación arqueológica: Junio 2010 Expediente administrativo: Expediente nº 0592/08. Esta actuación está sujeta a la Resolución Ref. 03/085308.9/10 emitida el 16 de Marzo de 2010 por la DGPH de la Comunidad de Madrid en relación con el expediente nº 0592/08. El proyecto estaba comprendido dentro del Bien de Interés Cultural declarado como Zona Arqueológica de las Terrazas del Manzanares (Decreto 113/1993, de 25 de noviembre). M2 excavados: 71 m2

Personal participante: 2 técnicos arqueólogos y 1 peón para la limpieza y 1 dibujante y topógrafo para la documentación.

Metodología de actuación: Excavación y limpieza arqueológica de los restos. Documentación con dibujo arqueológico y fotogrametría.

Empresa de arqueología responsable: AUDEMA, S.A.

Departamento de Arqueología, Paleontología y Recursos Culturales de AUDEMA, S.A. Arqueólogo Director de la intervención: Jorge Morín de Pablos. DESCRIPCIÓN DE LA INTERVENCIÓN REALIZADA La fotogrametría realizada es de tipo terrestre. Para el procesado de de las fotografías digitales se ha empleado un software de tipo comercial, con capacidad de restituir puntos comunes de las fotografías y convertirlos en coordenadas tridimensionales de XYZ. Para este trabajo se ha empleado una cámara fotográfica Ricoh Caplio GX 100 con una resolución de 10 megapixel y un objetivo de 24 mm. (de tipo “ojo de pez”). Los puntos de control se han establecido con chinchetas de pin, muy útiles por su versatilidad a la hora de colocar en superficies constructivas muy irregulares. Antes de llevar a cabo las labores de documentación de los elementos etnográficos fue necesario realizar previamente una limpieza general del elemento y los alrededores. Durante varias horas se realizó una limpieza manual de la vegetación del terreno, previa limpieza mecánica.

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FICHA DE PATRIMONIO CULTURAL ELEMENTO CULTURAL: “Galerías

2 de 2

y caseta”

CARACTERIZACIÓN DEL ELEMENTO Interpretación del elemento cultural: Las galerías excavadas y documentadas en los PP.KK. 103+360, 103+375 y 103+400 se encuadran en torno a una cronología de época moderna-contemporánea, atendiendo a su sistema constructivo. No es posible especificar más sobre la su fecha de construcción y de uso, puesto que no se ha recuperado ningún tipo de material arqueológico. La galería del PK 103+360 tiene una altura de 2 metros, la del PK 103+375 presenta una altura de 1,60 metros, ambas excavadas en minas; sin embargo la galería del PK 103+400 tiene menor altura, 1,20 metros, y sigue otro sistema constructivo, que responde a las necesidades del terreno. Está excavada desde la superficie, luego se reviste la bóveda con ladrillos, para después tapar la zanja de construcción con el material extraído al excavar dicha zanja. Pese a que muestran sistemas constructivos distintos su utilidad es similar, sirvieron para transporte de aguas. El estado de conservación en los tres casos es relativamente bueno, pese a haberse observado pequeños derrumbes al interior de las galerías. El material geológico en el que están excavadas las galerías, niveles de yesos muy compactos y arcillas yesíferas, presenta las características de resistencia óptimas para la pervivencia de estas estructuras. En cuanto a la estructura excavada en el PK 103+400, apenas se puede decir nada de ella, excepto que debió formar parte de algún tipo de edificación o caseta, pero desconocemos su forma y función, y el registro arqueológico no nos ha proporcionado datos suficientes para aclarar estas cuestiones. Por tanto, esta estructura también tiene una importancia arqueológica relativa.

Materiales obtenidos: Ninguno Datación: Mitad del siglo XX

Valoración científica del elemento: Media.

UBICACIÓN DE LA GALERÍA Y CASETAS. AUTOR: AUDEMA

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Galería y caseta

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UE 101

1m.

UE 105 UE 103

80

90

UE 106

60

70

UE 104

50

UE 107

30

40

UE 101 UE 102

10

20

UE 102

0

UE 103 UE 104 UE 105 UE 106 UE 101

UE 107

UE 103 UE 106

UE 107

0

10

20

30

40

50

60

70

80

90

1m.

PROYECTO DE CONSTRUCCIÓN DE PLATAFORMA AUDITORES DE GALERÍA PK 103+400 PARA EL INCREMENTO EN LÍNEAS DESECCIÓN ALTA VELOCIDAD GALERÍA PK103+400. PLANTA, Y MATRIZ HARRIS ENERGIA Y Planta, sección y matriz Harris ENTRE MADRID (ATOCHA) Y TORREJÓN DE VELASCO: AUTOR: AUDEMA MEDIO AMBIENTE, S.A. TRAMO C/PEDRO BOSCH-GETAFE

Hoja 1 de 3

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GALERÍA PK103+400. PLANTA, ALZADO Y SECCIÓN AUTOR: AUDEMA

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GALERÍA PK103+400. VISTAS FOTOGRAMETRÍA AUTOR: AUDEMA

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“Elemento cultural Galerías y plataforma de Garganta de Los Montes” FICHA DE PATRIMONIO CULTURAL ELEMENTO CULTURAL: “Galerías

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y plataforma de Garganta de Los Montes” LOCALIZACIÓN

Línea T.A.V.: Proyecto de plataforma para el incremento de capacidad en las líneas de alta velocidad entre Madrid (Atocha) y Torrejón de Velasco

Tramo: Torrejón de Velasco - Madrid Subtramo: Cabecera Sur Atocha - C/ Pedro Bosch (Madrid). PK-PK: Término Municipal: Madrid Elemento infraestructura afectado: Pilas para la Superficie afectada: 50 m2 infraestructura ferroviaria.

Antecedentes del hallazgo: Elemento aparecido durante el control arqueológico de los movimientos de tierra

en la construcción de pilotes.

DATOS ADMINISTRATIVOS

Actuación realizada: Excavación y limpieza arqueológica mixta y documentación exhaustiva de los restos localizados. Fecha de la actuación arqueológica: Septiembre 2011 Expediente administrativo: Expediente nº 335/09.

Esta actuación está sujeta a la Resolución Ref. 03/091076.9/10 emitida el 23 de Marzo de 2010 por la DGPH de la Comunidad de Madrid en relación con expediente nº 335/09. El proyecto estaba comprendido dentro del Bien de Interés Cultural declarado como Zona Arqueológica de las Terrazas del Manzanares (Decreto 113/1993, de 25 de noviembre).

M2 excavados: 30 m2

Personal utilizado: Técnicos arqueólogos del equipo de vigilancia y peones suministrados por la empresa constructora.

Metodología de actuación: Excavación y limpieza arqueológica de los restos. Documentación con dibujo

arqueológico y fotogrametría

Empresa de arqueología responsable: AUDEMA, S.A Departamento de Arqueología, Paleontología y Recursos Culturales. Dirección de la actuación: Jorge Morín de Pablos y Vanessa Dones García. Se describen a continuación las diferentes estructuras documentadas durante la actuación arqueológica. En general, en la zona de la intervención arqueológica se pueden diferenciar varias fases o momentos constructivos. El primer momento se corresponde con una pequeña arqueta o conducción de agua cuyos extremos han sido denominados U.E.100 y 101.

Vista de las unidades estratigráficas U.E. 100 y 101

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En un momento posterior dicha arqueta es cortada por excavación de la fosa de cimentación (U.E.200) para la instalación de una gran estructura formada por tres grandes bloques de calcoarenita (U.E. 400), una estructura central de planchas de madera (U.E. 500), y un paramento de ladrillo macizo y mortero (U.E. 700); todos los elementos que conforman esta estructura se apoyan en un base o cimiento de ladrillo y losetas unidas con mortero (U.E. 300).

Vista de las U.E. 200 y U.E. 300

Vista de las U.E. 500 y vista general de la excavación

Una vez es cortada la arqueta original, queda en desuso el extremo U.E.101, y al extremo U.E.100 se le acopla una nueva galería (U.E. 600) que reconduce la corriente.

Vista de las U.E. 600

Posteriormente sobre la galería U.E.100 se construyen varias estructuras de ladrillo macizo y mortero, muy mal conservadas, que podrían pertenecer a los restos de una chimenea u horno (U.E. 900). Por último tienen lugar diferentes alteraciones bastante recientes (U.E. 1100) que modifican el conjunto de los restos arqueológicos.

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FICHA DE PATRIMONIO CULTURAL ELEMENTO CULTURAL: “Galerías

2 de 2

y plataforma de Garganta de Los Montes”

CARACTERIZACIÓN DEL ELEMENTO

Interpretación del elemento cultural: Las galerías secundarias documentadas durante la presente intervención tendrían la función de verter el resultado de los trabajos de los talleres en una galería principal orientada hacia el “Barranco del Hospital” o también llamado “Arroyo de Atocha”, subafluente del Arroyo Abroñigal. Actualmente, la Calle Garganta de los Montes discurre por el mismo lugar que el arroyo mencionado. Dicha galería principal ya fue excavada y convenientemente documentada en anteriores intervenciones realizadas en la zona, llevadas a cabo por el mismo equipo de arqueólogos. Por otro lado, la estructura principal, cuya instalación modificó una vez más la red de galerías y arquetas de canalización de residuos, parece corresponderse con el cimiento de una instalación industrial de tipo móvil, tal vez una grúa o una prensa; a pesar de que no se han conservado mas que los cimientos, esto se deduce de la configuración de los mismos, con cuatro grandes bloques de piedra que fijaban la estructura al suelo y la sostenían, y una parte central mas flexible fabricada de sucesivas planchas de madera, con finalidad de absorber las vibraciones. Por lo aquí expuesto, las conducciones y estructuras excavadas y documentadas arqueológicamente, deben datarse cronológicamente entre los años 1850 y 1866. La primera fecha corresponde con el momento de construcción de las primeras instalaciones de la Estación de Atocha y en 1866, en los planos que se realizaron de la zona, aparecen talleres en el mismo lugar de la intervención.

Materiales obtenidos: ninguno Datación: mediados del siglo XIX

Valoración científica del elemento: Media

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“Elemento cultural Galerías de Garganta de los Montes I, II y III”

FICHA DE PATRIMONIO CULTURAL ELEMENTO CULTURAL: “Galerías

1 de 2

de Garganta de los Montes I, II y III” LOCALIZACIÓN

Línea T.A.V.: Proyecto de construcción de ampliación del complejo de Atocha. Fase I y actuaciones

complementarias a realizar en el proyecto de ampliación del complejo de Atocha fase I con motivo del túnel provisional.

Tramo: Atocha – Torrejón de Velasco Subtramo: Nuevo Complejo Ferroviario de la estación de Atocha. Fase I PK-PK:

Término Municipal: Madrid

Elemento infraestructura afectado: Pozo de hinca 2

Superficie afectada: 500 m2

Antecedentes del hallazgo: Elemento aparecido durante el control arqueológico de los movimientos de tierra en la construcción del Pozo de hinca 2 y colectores. DATOS ADMINISTRATIVOS

Actuación realizada: Limpieza arqueológica y documentación exhaustiva de los restos localizados Fecha de la actuación arqueológica: Febrero-Agosto 2010 Expediente administrativo: Expediente nº 175/06.

Esta actuación está sujeta a la Resolución Ref. 12/030063.9/06 emitida el 10 de Julio de 2006 por la DGPH de la Comunidad de Madrid en relación con el expediente nº 175/06. El proyecto estaba comprendido dentro del Bien de Interés Cultural declarado como Zona Arqueológica de las Terrazas del Manzanares (Decreto 113/1993, de 25 de noviembre).

M2 excavados: 300 m2

Personal participante: Técnicos arqueólogos del equipo de vigilancia y peones suministrados por la empresa constructora..

Metodología de actuación: Excavación y limpieza arqueológica de los restos. Documentación con dibujo

arqueológico y fotogrametría

Empresa de arqueología responsable: AUDEMA, S.A. Departamento de Arqueología, Paleontología y Recursos Culturales de. Dirección de la intervención: Marta Escolà Martínez y Alejandra Alarcón Hernández.

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Garganta de los Montes I: - Intervención Arqueológica dentro del Pozo 2, en la que se pudieron hallar diferentes estructuras relacionada con plataformas y servicios de la antigua Estación de Atocha de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Las unidades estratigráficas son las comprendidas entre la U.E. 100 y la 113. - Intervención Arqueológica en las obras del colector de conexión con el Pozo 2, en la que se pudieron hallar estructuras del mismo momento al anteriormente descrito. En la misma zona se diferenciaron dos ámbitos, las estructuras mencionadas se encontraban en el Ámbito 2 y las unidades estratigráficas se encuentran entre la 2000 y la 2900.

Garganta de los Montes II: - Galería abovedada que discurría en dirección NE-SO dentro del Pozo 2 y también en las obras aledañas (Colector de conexión con el Pozo 2). La estructura principal fue identificada con la U.E. 1000. Fuera del Pozo para diferenciarla de otros hallazgos se nombró también como Ámbito 1. Además se pudieron documentar dos galerías secundarias y transversales a la principal, que se han agrupado para su descripción con la denominación de Ámbito 3 (U.E. 3100 y 3200).

Garganta de los Montes III: - Galería abovedada excavada en mina en el estrato geológico que discurre por debajo de la U.E. 1000, siguiendo el mismo trayecto. También se pudo documentar dentro y fuera del Pozo 2 y se diferenció con la U.E. 10000.

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FICHA DE PATRIMONIO CULTURAL ELEMENTO CULTURAL: “Galerías

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de Garganta de los Montes I, II y III”

CARACTERIZACIÓN DEL ELEMENTO

Interpretación del elemento cultural: Los restos documentados se datan entre 1850 y 1866, siempre relacionados con la construcción de las primeras instalaciones de la Estación de Atocha o del “Mediodía” y con los talleres y almacenes que se construyeron a su alrededor. Las arquetas documentadas vertían los residuos generados por los talleres en las galerías de ladrillo. Estas conducciones estaban orientadas hacia el “Barranco del Hospital”, también conocido como “Arroyo de Atocha”, subafluente del Arroyo de Abroñigal. Actualmente, la calle Garganta de Los Montes mantiene el trazado del arroyo mencionado. El desarrollo industrial de la segunda mitad del siglo XIX originó problemas de salubridad publican en esta zona, por lo que, probablemente los restos documentados, correspondiesen a los intentos de canalización para mejorar las condiciones sanitarias del entorno

Materiales obtenidos: ninguno Datación: mediados del siglo XIX

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Valoración científica del elemento: Media

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