La antropología económica de Pierre Bourdieu. Su contribución al análisis de la economía y el cambio, de R. Boyer
Descripción
UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA Mtro. Itzcóatl Tonatiuh Bravo Padilla Rector General Dr. Miguel Ángel Navarro Navarro Vicerrector Ejecutivo
Centro Universitario de la Ciénega Mtra. María Felicitas Parga Jiménez Rectora Mtro. Guadalupe José Torres Santiago Secretario Administrativo Mtro. César Ernesto González Coronado Secretario Académico Mtro. Lorenzo Rafael Vizcarra Guerrero Coordinador de Investigación y Posgrado Mtro. Tadeo Eduardo Hubbe Contreras Director de la División de Estudios Jurídicos y Sociales Mtra. María de Lourdes Manzanero Trejo Jefe del Departamento de Política y Sociedad Dr. Sergio Lorenzo Sandoval Aragón Director del Centro de Estudios Sociales y Regionales CESOR Dr. Jesús Ruiz Flores Coorganizador del Seminario Internacional Permanente de Investigación del CESOR
la antropología económica de pierre bourdieu SU CONTRIBUCIÓN AL ANÁLISIS DE LA ECONOMÍA Y EL CAMBIO
la antropología económica de pierre bourdieu SU CONTRIBUCIÓN AL ANÁLISIS DE LA ECONOMÍA Y EL CAMBIO
ROBERT BOYER
Universidad de Guadalajara Centro Universitario de la Ciénega División de Estudios Jurídicos y Sociales Departamento de Política y Sociedad
Traducción de Sergio Lorenzo Sandoval Aragón Revisión del texto de Jesús Ruiz Flores Versión original en francés: Boyer, Robert “L’anthropologie économique de Pierre Bourdieu”, en Actes de la recherche en sciences sociales, Vol. 150, diciembre, 2003, “Regards croisés sur l’anthropologie de Pierre Bourdieu”, pp. 65-78. Primera edición 2015 D.R. © 2015, Universidad de Guadalajara Centro Universitario de la Ciénega División de Estudios Jurídicos y Sociales Departamento de Política y Sociedad Centro de Estudios Sociales y Regionales (cesor) Av. Universidad # 1115 Col. Lindavista 47820 Ocotlán, Jalisco, México ISBN: 978-1-937030-51-3 Impreso y hecho en México Printed and made in Mexico Esta publicación fue financiada con el Programa de Apoyo a la Mejora en las Condiciones de Producción de los Miembros del sni y snca (pro-sni) 2014.
Contenido
PRÓLOGO. ¿Qué sentido tienen la sociología de Bourdieu y la teoría de la regulación en el contexto mexicano del siglo xxi? Reflexiones en torno al análisis de Robert Boyer en La antropología económica de Pierre Bourdieu . . . . . . . . . . . . . . . Luis Ignacio Román Morales
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La antropología económica de Pierre Bourdieu Su contribución al análisis de la economía y el cambio. . . . . . 21 Robert Boyer EPÍLOGO. ¿Qué significa hoy traducir en ciencias sociales?. . . . 57 Sergio Lorenzo Sandoval Aragón
Prólogo ¿Qué sentido tienen la sociología de Bourdieu y la teoría de la regulación en el contexto mexicano del siglo xxi? Reflexiones en torno al análisis de Robert Boyer en La antropología económica de Pierre Bourdieu
Luis Ignacio Román Morales1 Pierre Bourdieu fue uno de los sociólogos más prolijos de la segunda mitad del siglo xx y su pensamiento es uno de los más influyentes en la interpretación de la problemática social contemporánea. Por su parte, la teoría de la regulación, que cuenta entre uno de sus autores fundamentales a Robert Boyer, ha acumulado cuatro décadas de avances e incidencia en el pensamiento económico crítico mundial, principalmente en Europa. Boyer ha explorado con detenimiento una serie de puntos de confluencia entre los desarrollos de Bourdieu y la teoría de la regulación, como planteamientos explicativos de los mecanismos de reproducción, de crisis y de transformaciones de las estructuras sociales y económicas contemporáneas. Cabe sin embargo preguntarse sobre la pertinencia de estas aportaciones en el aquí y ahora, no sólo en los sentidos conceptual y epistemológico per se, sino también sobre la posibilidad de recurrir a éstos para explicar problemáticas tan
1. Profesor de tiempo completo del Departamento de Economía, Administración y Finanzas del iteso. Sus temas de especialidad son: política económica, empleo y política social.
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severas como la reciente crisis griega o el estancamiento socioeconómico en México. El presente documento constituye una reflexión sobre el sentido que pueden tener en el México del año 2015 los planteamientos de Robert Boyer en torno a la obra de Pierre Bourdieu desarrollados en La antropología económica de Pierre Bourdieu. El texto de Boyer reivindica la importancia socioeconómica de la obra de Pierre Bourdieu y critica tanto a los detractores que ven en él preponderantemente el análisis de la permanencia en la reproducción de los roles sociales, y no las crisis y transformaciones de tales roles, como a los defensores que no aclaran el carácter dinámico de la investigación “bourdieusiana”.2 Para Boyer, en Bourdieu la reproducción no está delimitada por una lógica puramente económica, lo que nos lleva a una perspectiva interdisciplinaria de la misma. En otros términos, podría interpretarse que las disciplinas científicas refieren más una forma de aproximarse a las realidades, que la detección exclusiva de un objeto de estudio. Los objetos de investigación no son entonces puramente “económicos”, “sociales”, “políticos”, “culturales”, “ambientales”, etc. Los objetos de investigación son abordados desde cada una de estas perspectivas, pero en sí mismos integran problemáticas abordables desde una vasta multiplicidad de disciplinas, enfoques, teorías y metodologías. La reproducción no es entonces exclusivamente social o económica, sino sistémica. Desde esa perspectiva cabe preguntarse si el estancamiento macroeconómico de México tiene igualmente un carácter sistémico, y si así es, si conduce a una crisis en los mecanismos de reproducción. Suponiendo que así sea, surge la cuestión sobre los factores (no sólo económicos) que han impedido o frenado una transformación de las formas de reproducción, sobre los factores que pudiesen impulsar tal transformación y sobre el sentido que
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Nota del traductor: el calificativo “bourdieusiana, bourdieusiano”, es el equivalente del francés bourdieusienne, el cual es utilizado por Robert Boyer en su artículo y que he traducido así al español aunque el vocablo aún no es reconocido por la Real Academia de la Lengua Española. Los diccionarios franceses sí lo incluyen y en portugués e inglés también es de amplio uso académico.
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tal transformación pudiese adquirir a partir de los factores y agentes que la impulsen.
La recuperación sociológica de conceptos económicos Bourdieu emplea recurrentemente los conceptos de interés, ganancia, capital y mercado en el análisis sociológico pero, conforme a Boyer, en Bourdieu “el campo económico no es más que uno de los espacios en que se estructuran la acción y los conflictos”. Por consiguiente, los términos surgen y se componen de elementos distintos a los considerados en las teorías económicas tradicionales (como en la neoclásica), son socialmente construidos (no son naturales) y están circunscritos histórica y espacialmente. Desde esta perspectiva no cabría una interpretación mecánica y universal sobre los factores determinantes de los niveles de interés, ganancia o capital (aun en su definición económica), ni una lógica puramente economicista del funcionamiento de los mercados. Para el caso de una sociedad específica, como por ejemplo México, cabría entonces preguntarse sobre los juegos de poder no solamente económico, sino político, social, cultural, etc., que determinan el funcionamiento de los mercados, así como los niveles y reparto social de los intereses, las ganancias y el capital. En otros términos, el campo (delimitación del mundo social regido por leyes y códigos propios) estaría condicionando y delimitando la operación de las variables y de los mecanismos económicos. Además, Boyer subraya el uso metafórico de los conceptos económicos, lo que les confiere acepciones distintas, yendo más allá de las definiciones tradicionales de éstos. El interés y la ganancia en sociología no están necesariamente restringidos a una rentabilidad monetaria; el capital puede ser considerado a nivel cultural (referido por ejemplo a diplomas, títulos académicos y certificados, conocimientos, modales o manejo de rituales), social (en función de las relaciones establecidas por un agente o un grupo social) o simbólico (traducido en el prestigio, honor o reconocimiento de un individuo, pero que adquiere equivalencia con otras formas de capital). Por su parte, el mercado también puede ser empleado de manera simbólica para referir una serie de in11
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tercambios aunque no sean económicos (como en la referencia de Bourdieu, retomada por Boyer, del “mercado matrimonial”, en donde el desinterés económico puede ser preponderante). En todos estos conceptos, lo común del uso económico y sociológico de los mismos es que se trata de relaciones de dominio: cada agente acumula niveles distintos de cada forma de capital; los participantes en los mercados (en los no puramente económicos) se insertan en condiciones desiguales y tal desigualdad también opera en las acciones que persiguen distintos intereses o formas de ganancia (igualmente política, cultural o hasta sentimental). La utilización para México de las categorías sociales de la economía de Bourdieu podría ayudar a explicar algunas paradojas; por ejemplo, en el World Happiness Report 2015, México aparece en el 14º lugar entre 168 países considerados.3 ¿Cómo puede ser que un país estancado económicamente, con una pésima distribución del ingreso, una precarización creciente del empleo, altos niveles de pobreza y vulnerabilidad, fuertes problemas de inseguridad y violencia, deterioro continuo del medio ambiente y graves problemas de corrupción, sea simultáneamente considerado como uno de los más felices del mundo? Resulta que el componente principal de la felicidad mexicana se encuentra en elementos residuales y en la variable denominada distopía, antítesis de la felicidad.4 Al tiempo que México queda categorizado como “muy feliz”, el conjunto de los factores explicativos de esta felicidad (producto per capita, apoyo social, esperanza de vida saludable, libertad para tomar decisiones, generosidad y baja percepción de corrupción) se encuentran en niveles muy bajos, comparables con Sri Lanka, en
3. The Earth, Institute, Columbia University, World Happiness Report 2015. http:// worldhappiness.report/wp-content/uploads/sites/2/2015/04/whr15-apr29update.pdf 4. Según se define en el World Happiness Report 2015, “Dystopia is an imaginary country that has the world’s least-happy people. The purpose in establishing Dystopia is to have a benchmark against which all countries can be favorably compared (no country performs more poorly than Dystopia) in terms of each of the six key variables, thus allowing each sub-bar to be of positive width. The lowest scores observed for the six key variables, therefore, characterize Dystopia. Since life would be very unpleasant in a country with the world’s lowest incomes, lowest life expectancy, lowest generosity, most corruption, least freedom and least social support, it is referred to as ‘Dystopia’, in contrast to Utopia.”
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Prólogo. ¿Qué sentido tienen la sociología de Bourdieu y la teoría de la regulación en el contexto mexicano del siglo xxi?
el lugar 132º. En otros términos, México parece ser muy feliz, pero en gran parte por factores no explicados, y simultáneamente muy poco feliz, dado el alto nivel de distopía. A manera de conjetura, esta contradicción de la percepción de felicidad puede estar asociada a los factores referidos por Bourdieu. El interés asociado a la concentración de energía en aspectos no económicos, como lo puede ser el gusto por la televisión o los espectáculos deportivos, la ganancia entendida en un sentido místico-religioso (“ganarse el cielo”), o el capital cultural referido al aumento en la escolaridad (aunque pueda acompañarse de una polarización creciente entre la valoración de la educación pública y la privada), o una cierta concepción de moralidad, pueden generar una percepción de disponibilidad de capital ajena a su interpretación económica. Por otra parte, aspectos tales como la solidaridad, el orgullo por un determinado origen histórico nacional, la alimentación tradicional o la valoración de otros factores culturales o naturales, como la música o la belleza de ciertos lugares, podrían igualmente incrementar la percepción de que se dispone como sociedad de un determinado tipo de capital. Sin embargo, aun el acceso a los recursos no puramente económicos es desigual y expresa relaciones de dominio. Los recursos a los que una determinada población accede no están delimitados sólo por su derecho teórico a ellos sino por las condiciones sociales que le permiten efectivamente allegárselos. Ello se expresa de manera notoria en México, donde se dispone de una amplia variedad de derechos económicos, políticos y sociales, pero —de acuerdo con los resultados sobre pobreza multidimensional del Coneval— menos de 20% de la población puede ser catalogada simultáneamente como no pobre y como no carente del acceso a derechos sociales básicos.
La racionalidad del mercado frente a la racionalidad contextualizada Boyer recupera para la economía la metodología bourdieusiana y la utiliza para efectuar una crítica profunda a la lógica de la racionalidad económica de la teoría neoclásica. De hecho, la lógica del capital simbólico es esencial aun en los mercados financieros: 13
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Al centro mismo de un campo, supuestamente emblemático de la pura racionalidad económica, los mercados financieros, se encontrarían la creencia, el simbolismo, una suma de representaciones preponderantemente extraeconómicas, que impactan en el comportamiento de las bolsas de valores, los tipos de cambio y la propia evolución macroeconómica [afirma].
Así, plantea seis preguntas clave: 1. ¿Los agentes económicos utilizan cotidianamente los mismos recursos cognitivos que los economistas profesionales? La base epistemológica de la teoría neoclásica, predominante en el pensamiento económico ortodoxo contemporáneo, es el método de la economía positiva, como lo refirió Milton Friedman en los años setenta del siglo xx. Sin embargo, bajo el análisis de Bourdieu se señala una crítica de consistencia en esta lógica. Se percibe que bajo un análisis positivo subyace un proyecto normativo: ¿si los datos de la observación no coinciden con la teoría, es por la irracionalidad de los agentes o por la imperfección de los mercados? De aceptar una respuesta afirmativa se estaría normando la racionalidad que deben tener los agentes y la lógica con que debe funcionar el mercado. No se trata, por tanto, de un análisis positivo en el sentido empírico de una normatividad sobre la lógica en que en teoría debe razonar el individuo, lo que conduce a una postura de fundamentalismo económico. 2. ¿Puede uno reducir las relaciones económicas a la relación de mercado entre individuos dotados del mismo poder, capacidades e informaciones? Bourdieu parte de tres afirmaciones, que Boyer recupera: • Unos tienen más poder que otros, la competencia no conduce a la igualdad de oportunidades, sino a una distribución más desigual del capital. • Hay división del trabajo, así como relaciones de dominación al seno de cada campo y de cada grupo (por ejemplo, entre los empresarios). • Mientras que el economista tiende a considerar como exógena la heterogeneidad de preferencias y competencias de los individuos, el acercamiento de Bourdieu se dirige a los 14
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factores que determinan las diversas formas de capital y de su evolución a lo largo del tiempo. A partir de lo anterior, Boyer subraya que “son las relaciones dinámicas entre agentes desiguales las que definen las características de un campo” (como en el caso de los mercados). Existen, por lo tanto, “luchas por conservar o por transformar la distribución de capitales. Los agentes dominantes siguen estrategias de valorización del poder establecido, mientras que los dominados siguen estrategias de desvalorización de ese mismo poder”. 3. ¿La figura del homo oeconomicus, considerada como agente representativo, no disimula la ausencia de una solución al paso entre el análisis micro y el macro? Al construirse todo el andamiaje teórico de la teoría neoclásica sobre la base de los comportamientos individuales, el sentido gregario del ser humano se diluye y, con él, la construcción de un sentido de los comportamientos macro con sentido propio, no definidos estructuralmente como la sola agregación de los comportamientos individuales. El concepto de campo de Bourdieu implica concebirlo en términos de su génesis, institucionalización, transformación y crisis. Las prácticas integradas en el habitus no están, como lo señala Boyer, necesariamente adaptadas ni coherentes con la lógica general del campo. No existe, por lo tanto un ajuste mecánico entre los comportamientos micro de los agentes (en el habitus) y la lógica general (macro) del campo. Boyer señala que “las disposiciones de los agentes pueden oponerse al campo y las expectativas colectivas constituyen su normalidad”. En ese mismo sentido, el concepto regulacionista de modo de regulación expresa un “equilibrio transitorio de fuerzas que conducen a la desestabilización endógena de un régimen de acumulación”. 4. ¿Por qué consideramos que donde sea y casi siempre el Estado desestabiliza el curso de la actividad económica? En las perspectivas económicas tradicionales y predominantes el mercado se centra en una interacción básicamente privada entre oferentes y demandantes, interacción en la que el Estado sesga 15
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la tendencia al equilibrio. Bajo la óptica de Bourdieu, el Estado y la política pueden ser perjudiciales o complementarios al mercado. De hecho, Boyer indica, con base en los trabajos de Michel Aglietta, que el fundamento de una economía de mercado es la institución monetaria, y ésta es indisociable de la legitimidad y soberanía que le aporta el Estado. Al respecto cabría señalar que esta institución puede tener un carácter nacional (como en el caso de la mayor parte de las monedas), supranacional (como en el caso del euro) o de sujeción de un país a una moneda poderosa para sus propio funcionamiento interno (como en los casos de El Salvador o de Ecuador). En todo caso, lo esencial es la indisociabilidad entre la existencia de las instituciones económicas y del Estado mismo. La pura y simple negación del Estado implica una perspectiva de relaciones puramente individuales, negando el carácter social del ser humano, el animal político aristotélico. 5. ¿Las teorías del equilibrio permiten pensar el tiempo de la historia y las transformaciones que implica? Conforme lo señala Boyer, el tiempo considerado en la teoría neoclásica es “cinemático” (la cinemática refiere leyes del movimiento sin ubicar sus causas), lo que implica ubicar las leyes que a partir de los comportamientos de los agentes conducen a situaciones de equilibrio. Esta perspectiva del tiempo se opone a una visión histórica que indagaría sobre cómo se construye un agente económico o una institución. En este sentido, el concepto bourdieusiano de habitus contribuye al análisis de la formación de instituciones económicas, y por lo tanto a las condiciones históricas de su constitución y su evolución. En este sentido, el comportamiento de los agentes no parte de una supuesta racionalidad predeterminada sino de las condiciones de su existencia. El habitus está inserto en su contexto, “en la esfera que define su acción”. 6. ¿Es razonable postular las leyes económicas como constantes en tiempo y espacio? A diferencia de la estructura supuestamente lógica de los análisis de mercado de competencia perfecta, Boyer, siguiendo a Bourdieu, se pregunta si el mercado es una solución a los problemas 16
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de coordinación entre agentes o es en sí mismo un problema, un objeto de investigación que requiere ser analizado en cuanto a su surgimiento, su emergencia, su constitución y los cambios en el mismo. En términos de Bourdieu, el mercado es una construcción social. En cuanto a México, se ha presentado una reproducción esencial de las mismas estrategias de política económica a lo largo de 33 años (desde 1982), considerando que las reformas tendentes a la liberalización de los mercados constituyen la respuesta técnica y científica correcta para orientar eficientemente el comportamiento de la economía mexicana. La evolución macroeconómica y social en este periodo ha sido particularmente adversa, pero simultáneamente se han encumbrado algunas empresas gigantescas y se han consolidado más de una docena de las mayores fortunas del planeta. Cabe entontes preguntarse sobre las relaciones de dominación que han impulsado las estrategias predominantes, más allá de los contenidos argumentativos y epistemológicos de las teorías en que se sustentan. En este sentido, la obra de Carlos Tello Macías, La revolución de los ricos,5 muestra elementos centrales en las estrategias de empoderamiento político por parte de los grupos empresariales más significativos. En términos de Bourdieu, lo anterior es explicable en términos de las transformaciones en las relaciones de dominación en campos específicos de la economía mexicana y en la importancia de actuar sobre el poder del Estado.
Finalmente, reproducción y transformación de los sistemas económicos y sociales La perspectiva bourdieusiana refiere que en un campo constituido se encuentran fuerzas de cambio que propician cambios históricos. Al igual que en la escuela regulacionista, se analizan las condi-
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Tello, C. & Ibarra, J. (2012). La revolución de los ricos. México: unam-Facultad de Economía.
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ciones que posibilitan los cambios. Así, Pierre Bourdieu construye una taxonomía de factores que contribuyen a cambios en el campo: • La capacidad de los agentes de poder para imponer transformaciones. • El ingreso de nuevos agentes al campo. • Los cambios exteriores al campo que inciden en él (externalidades) y redefinen sus fronteras. • La competencia entre diversos agentes de poder sobre el poder del Estado. • La desincronización entre habitus y campo que propicia crisis y transformaciones. De hecho, en Bourdieu el campo es un espacio de dominación, resistencia y lucha por cambios. Si se anulan los espacios de resistencia y cambio del campo, se convierte en un aparato de dominio. En la economía mexicana los propios agentes dominantes de poder privado han logrado imponer una lógica que se aproxima cada vez más a la lógica de aparato, diluyéndose el poder económico del Estado por el Estado mismo. Las transformaciones derivadas de los ajustes estructurales promovidos desde la década de los ochenta del siglo pasado han dado lugar a una concentración creciente de capitales y patrimonio, así como de una penetración teórica, cultural e ideológica promotora de los planteamientos quasi absolutos del libre mercado. Cabe preguntarse si la exponenciación de la violencia y la pérdida de margen de maniobra del Estado mexicano no responden al encumbramiento del individualismo metodológico predominante en el discurso económico y las prácticas de liberalización plena de los mercados. Simultáneamente se ha presentado el ingreso de nuevos agentes al campo, tanto de interés nacional como transnacional, así como los grupos de poder fáctico de carácter legal o ilegal. El narco, el tráfico de seres humanos, el de armas, de mercancía robada, de biodiversidad, de joyas arqueológicas o hasta de órganos también entran a jugar en la dinámica del campo. De igual modo, han entrado agentes con contrapoder y discursos encontrados, desde grupos indígenas, feministas u otra multiplicidad de actores emergentes que contraponen a la lógica del aparato, la del campo.
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El entorno internacional ha sido y seguirá siendo altamente volátil y errático. La crisis de los años 2008-2009 y el déficit fiscal estadounidense, la creciente influencia china y coreana, aunada a los cambios de estrategias en Sudamérica y el papel emergente de los brics, inciden en los comportamientos y expectativas en los diversos campos económicos de México, generando tanto tendencias al reforzamiento de las políticas predominantes, como iniciativas de virajes en el sentido de las mismas. Las fuerzas dominantes no son monolíticas, lo que también implica tensiones al interior de ellas y posibilidades de cambios en el campo derivados de los resultados de dichos juegos. El habitus está asociado crecientemente a prácticas económicas que confrontan la predominancia del mercado legal, que va de la economía informal a la ilegal, pasando por la dependencia creciente de transferencias económicas públicas y privadas, nacionales e internacionales. Las tensiones entre habitus y campo parecen ir creciendo y con ello la posibilidad de transformaciones en el mismo campo. Sin embargo, el sentido de tales transformaciones no puede estar predefinido y la lógica de los diversos tipos de influencia puede ejercer un papel cada vez más crítico. En todo caso, está cada vez más cuestionado el paradigma dominante del libre mercado y de la teoría neoclásica en cuanto a su capacidad de sostener la regulación de la economía mexicana.
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La antropología económica de Pierre Bourdieu Su contribución al análisis de la economía y el cambio1
Robert Boyer El lenguaje de Pierre Bourdieu parece tomar prestadas de la economía muchas de sus nociones básicas y ha acometido ese campo disciplinario en una de sus obras consagradas al análisis de las estructuras sociales de la economía. El objetivo del presente artículo es precisamente examinar la antropología económica de Pierre Bourdieu, intentar develar las incomprensiones suscitadas al respecto, pero también aportar una serie de argumentos a favor de una tesis que muchos de sus críticos juzgarían paradójica: lejos de acantonarse en el análisis de la reproducción, proporciona una serie de determinantes del cambio, en particular el institucional. De pasada, aparecerán ciertos acercamientos con los objetivos, si no es que con los conceptos y métodos de investigación aplicados en economía, sobre los modos de regulación. La obra de Pierre Bourdieu y su evolución han suscitado numerosos comentarios y oponen de manera casi ritual, en una parte, a los fervientes admiradores y epígonos que ven en él al fundador de una sociología reflexiva con vocación científica y, por otra, a los
1.
La versión original de este texto es: Boyer, Robert, “L'anthropologie économique de Pierre Bourdieu”, en Actes de la recherche en sciences sociales, vol. 150, diciembre, 2003, “Regards croisés sur l'anthropologie de Pierre Bourdieu”, pp. 65-78. doi: 10.3406/ arss.2003.2772. Agradecemos a los editores de Actes de la recherche en sciences sociales su generosa autorización para la traducción y publicación de este texto. La traducción al español es de Sergio Lorenzo Sandoval Aragón. La revisión final del texto fue realizada por Jesús Ruiz Flores.
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detractores que relativizan a la vez que le niegan cualquier aporte a la comprensión de las sociedades contemporáneas. En este debate, dos temas recurrentes transitan la controversia. Por un lado, Pierre Bourdieu habría permanecido en un economicismo que no se distinguiría sino marginalmente de la teoría neoclásica, al grado de ser presentado como un discípulo de Gary Becker. Por otro, el acento puesto en los conceptos de habitus y de campo no autorizaría más que el análisis de la reproducción social y no la transformación de las sociedades. El presente artículo se propone responder esas dos críticas simétricas. De entrada se demuestra que los detractores de Pierre Bourdieu han tomado de inmediato como moneda corriente los títulos de sus obras que efectivamente subrayan la permanencia de la reproducción de roles sociales, mientras que, más allá de las definiciones de esas nociones básicas, el propósito es muy otro que una reducción a una lógica puramente económica. Pero es importante enseguida subrayar que los defensores de Bourdieu no han destacado suficientemente el carácter profundamente dinámico de casi la totalidad de investigaciones realizadas desde el Béarn y la Cabila, hasta el análisis del mercado de la casa individual, pasando por los de la universidad, la literatura, el arte o incluso de la nobleza de Estado.
¿Un uso descuidado de las nociones canónicas de la economía? Se ha vuelto vulgar el criticar a Bourdieu como víctima de la importación, consciente o inconsciente, de las categorías de análisis de la economía a las ciencias sociales y en particular a la sociología.2 Su obra no se definiría finalmente más que como una variante de la economía neoclásica estándar. [Pero] un análisis más atento y fiel
2. Favereau, Olivier (2001), “L’économie du sociologue ou: penser (l’orthodoxie) à partir de Pierre Bourdieu”, en Bernard Lahire (bajo la dir.), Le Travail sociologique de Pierre Bourdieu: dettes et critiques, París: La Découverte/poche, pp. 255-314 [Trad. esp.: Olivier Fevereau, “La economía del sociólogo, o pensar (la ortodoxia) a partir de Pierre Bourdieu”, en: Lahire, Bernard (2005), El trabajo sociológico de Pierre Bourdieu: deudas y críticas, Buenos Aires: Siglo xxi Editores, pp. 297-368]; Caillé, Alain (1994), Don, intérêt et désintéressement, París: La Découverte, Col. “Recherches”.
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tanto a la letra como al espíritu, abre otras perspectivas. En efecto, el campo de la economía no es más que uno de los dominios en relación con los cuales se estructuran la acción y los conflictos, mientras que las instituciones económicas acusan ellas mismas una construcción en la línea de los trabajos de Norbert Elias.3
En los orígenes de una incomprensión En la mayor parte de los libros y artículos de Pierre Bourdieu abundan los términos que hacen referencia a la economía: interés, ganancia,4 capital e incluso mercado, son frecuentemente movilizados en campos que no son los de la economía. Es la recurrencia del uso de esos términos lo que ha suscitado la crítica frecuentemente dirigida a Pierre Bourdieu: finalmente, más allá de su proyecto explícito, él habría extendido el razonamiento económico a un conjunto de otros dominios (el medio artístico, el mundo académico, las prácticas lingüísticas, las relaciones de género, etc.), desnaturalizando la lógica propia de esos campos. Esta interpretación da testimonio, sin embargo, de una incomprensión del espíritu y de los textos mismos. Estos términos prestados de la economía toman un sentido diferente en cada uno de los campos y no son más que el punto de partida de análisis que introducen determinantes muy diferentes de aquellos que postula la teoría neoclásica estándar o su extensión al análisis de hechos sociales en la línea de Gary Becker5 y de aquellos a los que él ha inspirado.6 En efecto, Pierre Bourdieu trabaja en una sociología del interés por oposición a una sociología que se querría general.
3.
Elias, Norbert (1974), La société de cour, París: Calmann-Lévy [Trad. esp.: Norbert Elias (1982), La sociedad cortesana, México: fce]. 4. El propio Boyer ha sugerido, a propósito de la presente traducción, que un término más adecuado para traducir el francés “profit” sería el de ganancia. En esta edición respetamos esta observación. 5. Becker, Gary (1996), Accounting for Tastes, Cambridge, Massachusetts: Harvard University Press. 6. Cameron, Samuel (2002), The Economics of Sin. Rational Choice or No Choice at All?, Cheltenham, Reino Unido: Edward Elgar.
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Lo que puede engañar, es que como los economistas neomarginalistas, yo pongo en el principio de todas las conductas sociales una forma específica de interés, de inversión. Pero sólo las palabras son comunes. El interés del cual yo hablo no tiene nada que ver con el self-interest de Adam Smith, interés ahistórico, natural, universal, que no es de hecho más que la universalización inconsciente del interés que engendra y supone la economía capitalista.7
En efecto, hay tantas declinaciones de esas nociones clave tomadas en préstamo a la economía, como campos hay. Por “campo” hay que entender una delimitación del mundo social que está regida por leyes y códigos propios, ya se trate de la universidad, del periodismo, del mundo literario, artístico o político y que forman otros tantos universos de connivencia y de juegos de roles (jeux de rôle). En Bourdieu, cada campo está caracterizado por una forma particular y diferente de interés. Ciertamente, el interés apreciado por los economistas está presente en el campo económico, pero no se le encuentra como estructurante de otros campos. En ciertos casos, la acción aparentemente más desinteresada obedece no obstante a la lógica del campo (académico, artístico, etcétera). En efecto, el interés económico no es el equivalente general de los intereses que se despliegan en los diversos campos y es una diferencia fundamental con las investigaciones sociológicas inspiradas por la problemática de las decisiones racionales. ¿No conduce la aplicación de la lógica del homo oeconomicus a multiplicar los contrasentidos en la mayor parte de los campos? Por no tomar más ejemplos, ¿cuál es la pertinencia y el alcance de la hipótesis que haría del noble ligado a la corte de Luis XIV el equivalente del empresario capitalista maximizando su ganancia intertemporal? O aun, ¿puede uno describir al científico según la figura típica del empresario, para quien toda la actividad prevé la maximización de la ganancia? Por su parte, el uso de la noción de ganancia (profit) es más metafórica que típicamente económica. El término designa de hecho el resultado de la acción que se declina de manera específica en cada campo, de suerte que la ganancia puede ser simbólica,
7. Bourdieu, Pierre (1980), Questions de sociologie, París: Minuit, p. 33 [Trad. esp.: Pierre Bourdieu (1990), Sociología y cultura, México: Grijalbo/Conaculta, p. 92. En la traducción de Enrique Martín Criado: Bourdieu, P. (1999), Cuestiones de sociología, Madrid: Ediciones Istmo, p. 35].
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tanto como, o incluso más, que económico. Todo depende de la naturaleza y de la organización del campo en el que operan los individuos. Un término más exacto sería sin duda el de distribución (desigual) de los atributos o aun de las ganancias en el seno de un campo dado. En el campo académico por ejemplo, las ganancias son eminentemente simbólicas: reconocimiento por los pares a través de la frecuencia de las citas, las responsabilidades asumidas en las sociedades científicas (sociétés savantes), etc. Es solamente en las sociedades y por las épocas donde domina una lógica económica que, sobre el mercado académico, este reconocimiento tiende a convertirse en diferenciación de rentas y ventajas monetarias y no monetarias. Sucede igual con la noción de capital, que no se sabría reducir sólo al capital económico. En efecto, coexisten otras formas y están dotadas a priori de una autonomía bastante radical, ya sea que se trate de características del capital cultural (diploma, conocimiento, buenas maneras) o incluso del capital social ligado a la red de relaciones que sostiene un agente. Es también una lógica diferente la que opera para el capital simbólico: éste permite en efecto obtener el equivalente de lo que revelan las otras formas de capital, por ejemplo el económico. Ciertamente, esas diversas formas de capital pueden eventualmente convertirse la una en la otra, pero el proceso no tiene absolutamente la automaticidad que postula la teoría del capital humano en su variante beckeriana. Es por lo tanto inapropiado referirse a una categoría tan problemática de la teoría neoclásica, aún más cuando después de la “controversia de los dos Cambridge” quedó demostrado que no hay medida, teóricamente fundada, del capital económico. El interés de esta noción en la construcción bourdieusiana (construction bourdieusienne) es dar cuenta de una acumulación diferencial según las posiciones ocupadas en el campo considerado. Ella reenvía por lo tanto a una relación de dominación, así como el capital económico expresa la dominación del capital sobre el trabajo. En este sentido, Pierre Bourdieu rompe con la sociología de las elecciones racionales en las que no interactúan más que iguales, al menos en derecho, si no es que de facto. Los límites de la transposición son aún más evidentes en lo que concierne al uso de la noción de mercado, cuyo sentido está claro para el campo económico. Pero, si las investigaciones en so25
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ciología económica subrayan que este modo de coordinación es resultado de una construcción en la que participan ciertos actores clave,8 el uso es más metafórico en la mayor parte de los otros campos. ¿Puede uno verdaderamente hablar de mercado matrimonial a menos de postular que la potencia de la lógica económica se va a imponer a todos los otros campos hasta el punto de constituirlos en mercados, entendidos en el sentido estricto? Uno puede suponer que este riesgo de confusión es asumido por Pierre Bourdieu, quien practica así el equivalente del arte del judoka: importar una noción clave en el análisis de las sociedades contemporáneas para mejor hacer salir la lógica de las interacciones en el seno de un campo. Aun en el mundo académico, donde la lógica del desinterés reemplaza a la del interés propio de la esfera económica —lógicas invertidas que por lo tanto obedecen a un modelo a priori invariante según los campos—. Pero, haciendo esto, Pierre Bourdieu se expone a una posible incomprensión: que una lectura superficial pueda dar la impresión de una adhesión a una variante de la teoría neoclásica estándar.
Un antídoto al uso extensivo de la noción de racionalidad ¿Los agentes económicos, en sus decisiones cotidianas, ponen en acción los mismos mapas cognitivos que los economistas profesionales? ¿Puede uno verdaderamente resumir las relaciones económicas a la sola relación mercantil entre individuos dotados de los mismos poderes, capacidades e informaciones? ¿La figura del homo oeconomicus, considerada como agente representativo, no disimula la ausencia de una solución al pasaje micro-macro? ¿Por qué considerar que, en todas partes y siempre, el Estado desestabiliza el curso de la actividad económica? En fin, ¿las teorías del equilibrio permiten pensar el tiempo de la historia y las transformaciones que implica? Finalmente, ¿es razonable postular leyes económicas invariantes en el tiempo y en el espacio?
8.
Garcia, Marie-France (1986), “La construction social d’un marché parfait: le marché au cadran de Fontaines-en-Slogne”, Actes de la recherche en sciences sociales, núm. 65, noviembre, pp. 2-13; Harrison, White (2002), From Network to Market, Princeton University Press.
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A todas esas cuestiones Pierre Bourdieu aporta elementos de respuesta, no solamente gracias a una crítica epistemológica y metodológica de los presupuestos antropológicos de la teoría de las elecciones racionales, sino más aún, a través de una conceptualización original de diversos campos y su articulación. Esta construcción puede aplicarse al análisis de la actividad económica. Muy generosamente, en efecto, el teórico neoclásico atribuye a los agentes económicos concretos la misma racionalidad que él mismo postula para dar cuenta de una economía pura. Uno percibe que bajo el análisis que se quiere positivo se descubre el proyecto normativo: si los datos de la observación no cuadran con los datos de la teoría, se dan por hecho algunas irracionalidades de los agentes o fallas (incomplétudes) de los mercados.9 Se habrá reconocido el proyecto del fundamentalismo neoclásico, mismo que se opone al uso de las hipótesis de racionalidad y de equilibrio de mercado como metodología, dejando abierta la cuestión de la existencia de un equilibrio económico y de su carácter más o menos satisfactorio en relación con un óptimo paretiano.10 Tomar en cuenta el tiempo plantea también un problema temible para la casi totalidad de las teorías económicas.11 Efectivamente, el tiempo que toma en cuenta el economista es aquél del cálculo, de la anticipación, de la convergencia hacia un equilibrio: es un tiempo cinemático, en gran medida virtual puesto que es el simple soporte de un experimento mental (expérience de pensé) del teórico neoclásico. En cambio, la cuestión del tiempo histórico está en el centro de la construcción del agente económico, como lo subraya la definición misma del habitus en Bourdieu. Un segundo factor del cambio se introduce a través de la evolución de las reglas del juego que presiden el funcionamiento de un campo y, más generalmente, la transformación histórica de las instituciones económicas. Así, la
9. Boyer, Robert (2003), “L’avenir de l’économie comme discipline”, Alternatives économiques, número especial “La science économique aujourd’hui”, núm. 57, tercer trimestre, pp. 60-63. 10. Amable, Bruno, Boyer, Robert & Lordon, Frédéric (1995), “L’ad hoc en économie: la paille et la poutre”, en A. d’Autume & J. Cartelier (eds.), L’Économie devient-elle une science dure?, París: Economica, pp. 267-290. 11. Sapir, Jacques (2000), Les Trous noirs de la science économique, París: Albin Michel.
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sociología económica, que se interesa en la génesis de las categorías, de las instituciones y de los mercados, proporciona un punto de partida de una historización12 del análisis económico. Ella constituye por lo tanto una alternativa a la teoría neoclásica, cuyas predicciones son permanentemente contrariadas por la recurrencia de innovaciones, tanto percibidas como radicales, pero de hecho menores, o viceversa, por cambios inicialmente marginales que desembocan en una transformación del conjunto del modo de regulación.13 El rol del Estado y de la política no deja de plantear un problema a la mayor parte de las teorías económicas. En efecto, en un análisis que formaliza las interacciones entre agentes económicos racionales a través sólo de los mercados, por su misma construcción, toda intervención del Estado es perjudicial. Si se toman al pie de la letra las enseñanzas de la teoría neoclásica estándar, el economista no puede ser más que el defensor y propagandista del mercado. Si, por el contrario, se recorre la historia económica, aparece una notable complementariedad entre Estado y mercado. En numerosos casos, y no solamente en aquellos que, como Francia, están caracterizados por un capitalismo estatal, la acción de los poderes públicos hace posible la institución del mercado. Una teoría puramente económica del mercado aparece como una contradicción en los términos: el fundamento de una economía de mercado es la institución monetaria, siendo también inseparable de la soberanía y de la legitimidad que aporta el Estado.14 Así, el postulado de una teoría pura concerniente a la posibilidad de la clausura del campo económico sobre sí mismo (a saber, la explicación de la economía sólo por factores económicos) es difícilmente
12. Nota del traductor: el término original es historicisation, esto es, el acto de atribuir carácter histórico a lo que suele presentarse como algo ahistórico, es decir, “que está al margen de la historia o del fluir del tiempo” (según la rae). Aunque se ha traducido como “historicización” (y en inglés existe “historicization”), parece más correcta nuestra traducción: dado que la rae no reconoce el término “historicización” y sí acepta el verbo “historiar”, el término “historización” resulta más adecuado en español. 13. Boyer, Robert (2001), “Les économistes face aux innovations qui font époque”, Revue économique, 52(5): 1065-1115. 14. Aglietta, Michel & Orléan, André (1998), La Monnaie souveraine, París; Odile, Jacob (2002), La Monnaie entre violence et confiance, París: Odile Jacob.
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sostenible puesto que supone una separabilidad que numerosas evidencias empíricas tienden a invalidar. No lo será, porque la institución del mercado corresponde a un proceso que moviliza la estrategia de diversos agentes sociales y muy frecuentemente el poder de legitimación del Estado.
La economía como campo y disciplina: otras construcciones Con raras excepciones, tales como la economía industrial, la mayoría de las investigaciones en economía postulan la existencia de un mercado y estudian sus propiedades sin proponer jamás una teoría general. Con demasiada frecuencia se supone que el interés bien comprendido de los actores hará emerger la institución del mercado una vez que hayan constatado su superioridad en relación con una economía en la que las transacciones estuvieran regidas por el trueque. Se olvida, como lo mostró Alfred Marshall, que un mercado no toma forma más que si los intermediarios pueden convertir la información sobre los oferentes y los demandantes en una fuente de ganancia, gracias precisamente a la organización de un mercado en cuyo origen están ellos.15 Por su parte, en el curso de las dos últimas décadas los economistas mismos han mostrado los límites de la coordinación por el mercado del hecho de la imperfección y de la asimetría de información,16 el impacto de las representaciones sobre el funcionamiento de los mercados17 o aun el carácter constitutivo de ciertas normas sociales.18 Incluso una vez constituido, el mercado no está asegurado de ser autoequilibrado puesto que, en ciertas configuraciones de los rendimientos de escala, de la diferenciación de la calidad y del número y coordinación de los agentes, puede no ofrecer solución a la coordinación de una serie de acciones descentralizadas.19
15. Lesourne, Jacques (1991), Économie de l’ordre et du désordre, París: Économica. 16. Stiglitz, Joseph (1987), “The Causes and Consequences of the Dependence of Quality on Price”, Journal of Economic Literature, núm. 25, marzo, pp. 1-48. 17. Spence, Michael (1973), “Job Market Signaling”, The Quarterly Journal of Economics, agosto, pp. 353-374. 18. Akerlof, George (1990), “The Fair-Wage Hypothesis and Unemployment”, The Quarterly Journal of Economics, 105(2), mayo, pp. 255-283. 19. H. White, op. cit.
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Por así decirlo, la mayoría de los economistas consideran que el mercado es la solución a los problemas de coordinación entre agentes interdependientes, mientras que, para las ciencias sociales, la constitución del mercado es el problema que importa analizar. Función y funcionamiento del mercado en un caso, emergencia y construcción en el otro: las investigaciones económicas postulan de hecho un mecanismo central del cual no proporcionan la teoría, menos aun la génesis, mientras que los trabajos de sociología económica realizan un análisis de la génesis de los mercados. En el mercado del sector estudiado por Marie-France Garcia,20 es la alianza de un funcionario de la Cámara de Agricultura formado en la teoría neoclásica y de sus productores locales, en conflicto con los mayoristas, lo que hace emerger una forma de mercado más conforme con la competencia perfecta. Es un mecanismo mucho más sutil el que obra en la constitución de la imagen y de los mercados de los vinos de Borgoña estudiados por Gilles Laferté.21 Mientras que a inicios de los años 1920 los negociantes organizan el mercado según su ganancia relegando las apelaciones de origen y creando nuevas marcas, la irrupción de un pequeño número de nuevos actores, tales como Jules Lafon, va a permitir (re)inventar una tradición e inclinar el modelo organizacional del mercado en beneficio de los propietarios y de las apelaciones de origen, construyendo así una nueva imagen de los vinos de Borgoña. Este ejemplo de mercado, analizado como construcción social, desmiente la concepción de un campo como espacio de reproducción idéntica. Un tercer ejemplo se encuentra con toda seguridad en el análisis que Pierre Bourdieu hace de la emergencia del mercado de las casas individuales: es el resultado de una doble construcción social realizada a la vez sobre la demanda —a través de la formación de las preferencias individuales y las ayudas en términos de acceso a un crédito y de las subvenciones públicas— y sobre la oferta —por
20. M.-F. Garcia, op. cit. 21. Laferté, Gilles (2002), Folklore savante et folklore comercial: reconstruire la qualité des vins de Bourgogne. Une sociologie économique de l’image régional dans l’entre-deux guerres, tesis de la ehess, diciembre.
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el intermediario de la acción sobre los constructores mismos—.22 En uno y otro caso, el Estado contribuye a formar estos dos componentes de lo que aparecerá ex post como un mercado.
La relación dominante/dominado estructura diversos campos En la mayor parte de las teorías económicas, el mercado es presentado como la instancia cardinal, hasta exclusiva, de coordinación de un conjunto de comportamientos de agentes descentralizados. Este mecanismo es percibido como una relación horizontal entre agentes dotados del mismo poder de influencia sobre el mercado, poder que es nulo cuando la competencia es perfecta. El mercado es con frecuencia presentado no sólo como eficiente, sino además como justo en la medida en que cada uno contribuye a la formación del precio en la prorrata de su renta y/o de su riqueza. Sobre este punto también la sociología económica de Pierre Bourdieu insiste en una propiedad fundamental: cualquiera que sea el campo, unos tienen más poder que otros, de suerte que la competencia no ofrece la igualación de oportunidades sino la reproducción de una distribución inequitativa del capital. En este sentido, todos los campos son trabajados por la oposición entre dominantes y dominados, lo que caracteriza tanto su estructura como su dinámica y transformación. A priori, esta oposición no deja de recordar la distinción de Marx entre relaciones mercantiles y relaciones de producción, pero no se reduce a eso. En efecto, prevalece una división del trabajo de dominación en el seno de los diversos campos: cada uno de ellos se caracteriza por relaciones de poder específicas, fundadas sobre la posesión de una u otra forma de capital. Así, la diferenciación de los capitales es una garantía contra la imposición de una jerarquía única que estaría fundada en la concentración de todos los poderes. Sobre este punto, la teoría bourdieusiana se opone a aquellas concepciones marxistas que harían, por ejemplo, del poder político la simple expresión de la dominación del capital económico. Para Pierre Bourdieu, si los diferentes campos
22. Bourdieu, Pierre (2000), Les Structures sociales de l’économie, París: Seuil [Trad. esp. Las estructuras sociales de la economía, Buenos Aires: Manantial, 2001].
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están unidos por una cierta solidaridad fundada en la homología de las posiciones, ellos están también opuestos por relaciones de competencia y de conflictos concernientes, por ejemplo, al establecimiento de la tasa de conversión entre las diferentes especies de capital que son constitutivos de diversos campos.23 Asimismo, no se puede construir un indicador global de capital independientemente del campo en el que el agente opera. Así, la heterogeneidad de las posiciones sociales forma ampliamente los habitus y los estilos de vida.24 Mientras que el economista tiene tendencia a considerar como exógena la heterogeneidad de las preferencias y de las competencias de los individuos, el enfoque de Pierre Bourdieu se interesa en los factores que determinan la distribución de las diversas formas de capital, así como en su evolución en el curso del tiempo. Es un esclarecimiento valioso del famoso y no resuelto dilema de las relaciones entre microanálisis y la actualización de las regularidades macroscópicas. De hecho, Pierre Bourdieu ayuda al economista a comprender mejor las razones de los fracasos y de las tentativas orientadas a producir una agregación perfecta, o en su defecto aproximada, a partir de individuos serializados que no se distinguirían más que por el nivel de ingresos (revenu).25 Son las relaciones dinámicas entre agentes desiguales las que definen las características de un campo, propiedad que se aplica también a los diversos mercados. Otro interés de la separación entre dominantes y dominados es introducir de inmediato un aspecto dinámico en el análisis. Cada campo es el lugar de luchas por conservar o transformar la distribución de los capitales, rasgo que vale también para los campos científicos.26 Los dominantes están en buena posición para desplegar las estrategias que les permitan preservar su posición
23. Bourdieu, Pierre (1997), Méditations pascaliennes, París: Seuil, p. 124 [Trad. esp. Meditaciones pascalianas, Barcelona: Anagrama, 2000, pp. 137 y 138]. 24. Bourdieu, Pierre (1979), La distinction. Critique sociale du jugement, París: Minuit [Trad. esp. La distinción. Criterios y bases sociales del gusto, Madrid: Taurus, 1998]. 25. Hildenbrand, Werner (1997), “On the Empirical Evidence of Microeconomic Demand Theory”, en A. d’Autume & J. Cartelier (eds.), Is Economics becoming a Hard Science?, Cheltenham: Edward Elgar, 1997. 26. Bourdieu, Pierre (2001), Science de la science et réflexivité, París: Raisons d’agir, p. 69 [Trad. esp. El oficio de científico, Barcelona: Anagrama, 2003, p. 64].
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y extender su capital, pero los dominados, así como los recién llegados, tienen interés en desestabilizar las posiciones adquiridas y a desarrollar en consecuencia innovaciones, desvalorizando el capital detentado por los poseedores del poder establecido. Es claro que la desestabilización de un campo no es un fenómeno muy frecuente, pero es erróneo concluir que cada uno de ellos es el lugar de la reproducción ad infinitum de una misma estructura. Es obligado preguntarse por qué tantas de las críticas a Pierre Bourdieu lo han erigido en un teórico de la reproducción. ¿No se encuentra repetido en casi todas sus obras que: “el análisis de la estructura, la estática, y el análisis del cambio, la dinámica, son indisociables?”27 Muchos lectores parecen así confundir la afirmación de que leyes invariantes gobiernan el funcionamiento de diversos campos, con la imposibilidad de un análisis de la dinámica histórica que opera en el seno de cada campo.
Bajo la apariencia de la reproducción, una teoría del cambio Se estaría tentado de defender una interpretación paradójica de la obra de Bourdieu: mientras que una lectura superficial sugiere una fatalidad de la reproducción social, de hecho todo el esfuerzo de análisis está orientado hacia la actualización de los factores de cambio y de transformación. Del mismo modo que los primeros trabajos sobre Argelia versan esencialmente sobre el análisis de las transformaciones económicas y sociales,28 el tema de las crisis no cesará de ser retomado sobre otros terrenos. Más aún, el concepto de habitus y el de campo invitan a una aproximación histórica dirigida a discernir la génesis, la institucionalización, después los factores de transformación y finalmente de la crisis de un campo. La incomprensión de las críticas conciernen en su mayoría al concepto de habitus: el habitus no sería sino el hábito, por lo tanto la reproducción mecánica de invariantes conducentes a la desapa-
27. Ibíd., p. 121 [Trad. esp. El oficio de científico, op. cit., p. 110]. 28. Bourdieu, Pierre (1958 [2002 8ª ed.]), Sociologie de l’Algérie, París: puf, col. “Que sais-je” [Trad. esp. Antropología de Argelia, Madrid: Centro de Estudios Ramón Areces, 2007]. [Nota del traductor: puede consultarse también: P. Bourdieu, Argelia 60: Estructuras económicas y estructuras temporales, Buenos Aires: Siglo xxi Editores, 2006].
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rición de la autonomía de los individuos, por consiguiente a una historia inmóvil marcada por la permanente dominación de los mismos propietarios del capital sobre los dominados,29 sin prestar atención a la letra misma de los textos de Bourdieu, según la cual el habitus es “lo que se ha adquirido pero que está encarnado de manera durable en el cuerpo bajo la forma de disposiciones permanentes”. Éste constituye un principio de invención que, producido por la historia, está relativamente arrancado de la historia: las disposiciones son durables, lo que entraña toda clase de efectos de histéresis (de retardo, de desajuste…).30 La historia se introduce también por el hecho de que la inversión (l’investissement) en un campo resulta de la interacción ente un espacio de juego que define las bazas y un sistema de disposiciones ajustado a ese juego. “Dicho de otra forma, la inversión es el efecto histórico del acuerdo entre dos realizaciones de lo social; en las cosas, por la institución, y en los cuerpos, por la incorporación”.31 Por consiguiente, el ajuste de uno al otro no es más sino un caso particular cuando instituciones y habitus han sido engendrados por el mismo proceso histórico. Aunque los primeros trabajos de Pierre Bourdieu versaron precisamente sobre los desajustes y las fallas en el buen funcionamiento de un campo cuya lógica pasa entonces inadvertida. Es sin duda a partir del caso particular del habitus y de la estructura, que se ha comprendido como un principio de repetición y de conservación, un concepto que como el de habitus, se me ha impuesto como el único medio de dar cuenta de los desajustes que se observan en una economía como aquélla de la Argelia de los años sesenta […] entre las estructuras objetivas y las estructuras incorporadas, entre las instituciones económicas importadas e impuestas por la colonización (o actualmente aportadas por las exigencias del mercado) y las disposiciones económicas aportadas por agentes directamente salidos del mundo precapitalista.32
29. Caillé, A., op. cit.; Favereau, O., op. cit. 30. Bourdieu, Pierre, Questions de sociologie, op. cit., pp. 134 y 135 [Sociología y cultura, op. cit., pp. 155 y 156. Cuestiones de sociología, op. cit., p. 134]. 31. Ibíd., p. 35 [Sociología y cultura, op. cit., p. 93. Cuestiones de sociología, op. cit., p. 36]. 32. Bourdieu, Pierre, Méditations pascaliennes, op. cit. p. 189 [Trad. esp. Meditaciones pascalianas, op. cit., p. 209]. Nota del traductor: en el artículo original se atribuye erróneamente esta cita al libro de Bourdieu titulado Choses dites, París: Minuit, 1987
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Asimismo, contra la identificación del habitus a un principio monolítico e inmutable, el ejemplo de los subproletarios argelinos muestra “la existencia de habitus escindidos, desgarrados, que llevan bajo la forma de tensiones y de contradicciones la marca de las condiciones de formación contradictorias de las que son el producto”.33 Así, el habitus no está ni necesariamente adaptado, ni es necesariamente coherente […] puede suceder que, según el paradigma de Don Quijote, las disposiciones estén en desacuerdo con el campo y con las “expectativas colectivas” que son constitutivas de su normalidad. Es el caso, en particular, cuando un campo sufre una crisis profunda y ve sus regularidades (incluso sus reglas) profundamente trastornadas.34
Esta perspectiva teórica se encuentra a lo largo de todos los trabajos de Pierre Bourdieu, ya se trate del trabajo en Argelia,35 de la evolución de la sociedad campesina del Béarn,36 de la crisis de la universidad,37 de las estrategias de reconversión de las élites francesas38 o aun de la cuestión femenina.39 Sin olvidar el problema simétrico, el de la emergencia de un nuevo campo, por ejemplo el del sector de la casa individual.40 No se puede dejar de estar impresionado por una cierta analogía entre las interpretaciones sesgadas de las teorías bourdieusianas
[Trad. esp. Cosas dichas, Barcelona: Gedisa, 1993]. En otros textos de Boyer este mismo pasaje aparece con la referencia correcta; véase por ejemplo: Robert Boyer, “L’art du judoka. Une sociologie aux frontières de l’économie”, en: Encrevé y Lagrave, Travailler avec Bourdieu, París: Champs-Flammarion, pp. 267-279. [Trad. esp. P. Encrevé y R.-M. Lagrave, Trabajar con Bourdieu, Ed. Universidad Externado de Colombia, 2005]. 33. Ibíd., p. 79 [Trad. esp. p. 89]. 34. Ibíd., p. 190 [Trad. esp. p. 210]. 35. Bourdieu, Pierre, Sociologie de l’Algérie, op. cit. [Trad. esp. Antropología de Argelia, op. cit.]. 36. Bourdieu, Perre (1962), “Célibat et condition paysanne”, Études rurales, núm. 5-6, abril-septiembre, pp. 32-135; Le Bal des célibataires. Crise de la societé paysanne en Béarn, París: Seuil, 2002 [Trad. esp. El baile de los solteros, Barcelona: Anagrama, 2004]. 37. Bourdieu, Pierre (1984), Homo Academicus, París: Minuit [Trad. esp. Homo academicus, Buenos Aires: Siglo xxi Editores, 2008]. 38. Bourdieu, Pierre (1989 [1984]), La Noblesse d’État, París: Minuit [Trad. esp. La nobleza de Estado, Buenos Aires, Siglo xxi Editores, 2013]. 39. Bourdieu, Pierre (1998 [1984]), La Domination masculine, París: Seuil [Trad. esp. La dominación masculina, Barcelona: Anagrama, 2000]. 40. Bourdieu, Pierre, Les Structures sociales de l’économie, op. cit. [Trad. esp. Las estructuras sociales de la economía, op. cit.].
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y la recepción de la teoría de la regulación. El nivel de análisis es ciertamente diferente, más bien microeconómico para el habitus y el campo, macroeconómico para la aproximación regulacionista. Mientras que esta última encuentra su origen en la toma de conciencia de la crisis progresiva, luego abierta, del régimen de crecimiento posterior a la Segunda Guerra Mundial,41 los críticos no han dejado de denunciar el carácter estático y el postulado de una reproducción idéntica de las instituciones del capitalismo. En gran medida, esta apreciación proviene de las connotaciones asociadas al término regulación (reproducción homeostática de un sistema) que tiende a ponerlo sobre la definición precisa de lo que es un modo de regulación,42 concebido como un equilibrio transitorio entre fuerzas conducentes a la desestabilización endógena de un régimen de acumulación.43 En uno y otro caso, las nociones elaboradas para tomar en cuenta la construcción social de los individuos y de las instituciones por la historia son interpretadas como defensa e ilustración de una reproducción de lo idéntico, sin posibilidad de transformaciones, tanto marginales como radicales. Este mismo reproche no ha cesado de ser dirigido hacia Bourdieu aunque su propósito era aportar, gracias a un análisis reflexivo, las herramientas que permitan eventualmente superar la aparente fatalidad de las relaciones de dominación que se expresan en cada uno de los campos.
La génesis de los campos y de los mercados Así, una de las herramientas esenciales no es otra que el recurso a la historia para caracterizar las configuraciones contemporáneas y prevenirse contra toda tentativa de naturalización. Por ejemplo, el análisis de la obra de Gustave Flaubert da testimonio del proceso de autonomización del campo literario en el siglo xix.44 De la
41. Aglietta, M. (1976 [1982 2ª ed.]), Régulation et crises du capitalisme, París: CalmannLévy. 42. Sin cursivas en el original. 43. Boyer, Robert & Saillard, Yves (dir.) (2002), Théorie de la régulation: l’état des savoirs, París: La Découverte [Trad. Esp. Teoría de la regulación: Estado de los conocimientos, Universidad de Buenos Aires, 1997]. 44. Bourdieu, P. (1992), Les Régles de l’art. Génese et structure du champ littéraire, París: Seuil [Las reglas del arte. Génesis y estructura del campo literario, Barcelona: Anagrama,
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misma manera, una de sus contribuciones a la economía consiste en hacer resurgir las condiciones sociales de emergencia de los mercados a partir del ejemplo, ciertamente particular pero esclarecedor, de la casa individual.45 Los resultados acumulados por estos diversos trabajos (cuadro 1) trazan un trayecto de investigación que la sociología económica explora, paradójicamente, de manera más sistemática en Estados Unidos46 que en Francia. Cuadro 1 Génesis de los campos y de los mercados: algunos ejemplos Campos/ mercados
Referencias
Factores de emergencia
Artístico
L’Amour de l’art, Bourdieu (1966) [Trad. esp. El amor al arte, 2003]*
Mercado sectorial
La Construction social d’un marché parfait, Garcia (1986)
Literario
Les Règles de l’art, Bourdieu (1992) [Las reglas del arte, 1995]
Especialización/ Actores Poder del autonomización dominantes Estado •
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Medios Sur la télévision, Bourdieu (1996) [de [Sobre la televisión, 2005] comunicación]
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Mercado de la Les Structures sociales de casa individual l’économie, Bourdieu (2000) [Las estructuras sociales de la economía, 2001]
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Vinos de Borgoña
Folklore savant et folklore commercial, Laferté (2002)
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* La referencia exacta en español es: Bourdieu, P. & Darbel, A. (2003), El amor al arte, Barcelona: Paidós Ibérica.
1995]. 45. Bourdieu, P., Les Structures sociales de l’économie, op. cit. [Trad. esp. Las estructuras sociales de la economía, op. cit.]. 46. Fligstein, Neil (2001), The Architecture of Markets. An Economic Sociology of Twenty-First Century Capitalist Societies, Princeton: Princeton University Press; H. White, op. cit.
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Los múltiples factores del cambio: una taxonomía Una vez constituido un campo, su funcionamiento pone en movimiento una serie de fuerzas de cambio en el origen del movimiento histórico. A este respecto, no se puede sino lamentar que hayan sido poco numerosos los economistas que leyeron la sección intitulada “Principios de una antropología económica” que cierra la obra sobre las estructuras sociales de la economía.47 Al menos cinco factores contribuyen al cambio y esta tipología sobrepasa el estricto cuadro del mercado estudiado. Un primer factor concierne al hecho de que los actores dominantes del campo tienen una cierta capacidad para imponer “el tiempo de las transformaciones […] y el uso de los diferenciales de tiempo es una de las principales vías de su poder”.48 Hace falta, en efecto, recordar que la reproducción de las posiciones en el campo supone la recreación permanente de la desigualdad de distribución de la forma de capital que es discriminante. La perpetuación de la dominación no puede por lo tanto fundarse sobre la reproducción idéntica de las estrategias puesto que ella supone también la innovación. En este sentido, se podría pensar que el campo artístico —o aun el literario— es ejemplar de esta presión para lo novedoso que deviene una característica mayor. Por otro lado, la entrada de nuevos agentes es susceptible de modificar la estructura del campo. Este factor es con certeza crucial en economía, puesto que la presión por la innovación para liberar nuevas fuentes de ganancia conduce, durante ciertos periodos históricos, a una transformación de las estructuras productivas. Esta dinámica es también reforzada por el hecho de que la 47. Bourdieu, P., Les Structures sociales de l’économie, op. cit., pp. 233-270 [Trad. esp. Las estructuras sociales de la economía, op. cit. pp. 219-252. Nota del traductor: este texto no fue publicado en inglés sino cinco años después del francés: “Principles of an Economic Anthropology”, en Smelser y Swedberg (ed.), The Handbook of Economic Sociology, Nueva Jersey: Princeton University Press/Russell Sage Foundation, 2005, pp. 75-89]. 48. Ibíd., p. 248 [Las estructuras sociales de la economía, op. cit. p. 230. El pasaje íntegro es: “De manera general, las empresas hegemónicas tienen la capacidad de imponer el tempo de las transformaciones en los diferentes ámbitos: producción, marketing, investigación, etc., y el uso de los diferenciales de tiempo es uno de los principales medios de su poder.” N. del T.].
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competencia económica proviene de otras naciones o de otros sectores. Este factor de cambio se encuentra en la mayor parte de los campos: la generalización del acceso a la educación de nuevos estratos sociales cambia el funcionamiento del sistema, al igual que la renovación del cuerpo docente en la universidad no deja de afectar la dinámica.49 A su vez, “las cambios en el interior del campo están a menudo ligados a cambios en el exterior del campo. A las superaciones de las fronteras se suman las redefiniciones de las fronteras entre los campos”.50 En economía se observa así la constitución de nuevos sectores por especialización: en la industria informática, por ejemplo, la producción de programas (software) se autonomiza en relación con la producción de material (hardware) al punto de invertirse la jerarquía en el seno del sector; esto entonces testimonia la evolución de la distribución de las ganancias. A contrario, ciertas innovaciones radicales pueden conducir a la creación de un nuevo sector por fusión de antiguos sectores: el encuentro de la informática y de las telecomunicaciones, por ejemplo, ha transformado los monopolios mejor establecidos desde los años 1960. Este movimiento de redefinición de las fronteras está especialmente identificado en economía, pero caracteriza también a la mayor parte de los otros campos. Así, el campo de los medios (de comunicación) afecta cada vez más al campo académico51 y las relaciones mercantiles penetran la actividad artística, etcétera. Entre los intercambios de un campo con el exterior, Pierre Bourdieu subraya la importancia de las interacciones con el Estado. En efecto, la competición por el poder sobre el poder del Estado introduce otro potente factor de cambio. De nuevo, este factor es primordial en el campo económico, aunque no sea sino porque incluso las estrategias liberales llamadas de retorno al mercado se apoyan en realidad sobre el poder del Estado. Asimismo, la evolución contemporánea de los diversos campos está marcada por
49. Bourdieu, P., Homo Academicus, op. cit. 50. Bourdieu, P., Les Structures sociales de l’économie, op. cit. p. 249 [Trad. esp. Las estructuras sociales de la economía, op. cit. p. 231]. 51. Bourdieu, P. (1996), Sur la télévision, París: Raisons d’agir [Trad. esp. Sobre la televisión. Barcelona: Anagrama, 2005].
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las luchas en torno de las intervenciones públicas.52 Es sin duda esta toma de consciencia lo que explica la multiplicación de las intervenciones de Pierre Bourdieu en la arena política, particularmente frecuentes después de 1995.53 Éstas se inscriben en una permanencia de las reflexiones sobre la significación de las características de la nobleza de Estado y sobre la de la oposición entre lo público y lo privado.54 Finalmente, la desincronización entre habitus y campo, el hecho de cambios que afectan la estructura de la distribución de los capitales en los diferentes campos, constituye una fuente frecuente de cambio, incluso de crisis. Es, por ejemplo, el caso de transformaciones generales que afectan la demografía, el estilo de vida o las relaciones de género, que se difractan en el conjunto del mundo social.55 O también, simplemente, un cambio en las tasas de equivalencia entre diversas formas de capital puede repercutir en toda una serie de campos, lo que desestabiliza la capacidad de reacción de los habitus formados en un contexto diferente. En ciertos casos, la complejidad de las interdependencias entre campos puede ser el origen de crisis que afectan más o menos directamente las condiciones y factores de dominación en su interior. Así, el cuadro conceptual, que parece privilegiar la noción de reproducción, plantea permanentemente la cuestión de la transformación del campo. En la terminología de Pierre Bourdieu, el campo está dotado de una cierta plasticidad y se distingue en eso del concepto de aparato puesto que “un campo deviene un aparato cuando los dominantes tienen los medios de anular la resistencia y las reacciones de los dominados”.56 O aun, “la lucha permanente al interior del campo es el motor del campo. Se ve, de paso, que no
52. Bourdieu, P., Méditations pascaliennes, op. cit. p. 209 [Trad. esp. Meditaciones pascalianas, op. cit., p. 231]. 53. Bourdieu, P. (2002), Interventions politiques (1961-2001). Science sociale et action poltique, Thierry Discepolo y Franck Poupeau (eds.), Marsella: Agone [Trad. esp. Intervenciones políticas: Un sociólogo en la barricada, Buenos Aires: Siglo xxi Editores, 2015]. 54. Bourdieu, P., La Noblesse d’État, op. cit. [Trad. esp. La nobleza de Estado, op. cit.]. 55. Bourdieu, P., Les Structures sociales de économie, op. cit., p. 251 [Trad. esp. Las estructuras sociales de la economía, op. cit. p. 232]. 56. Bourdieu, P., Questions de sociologie, op. cit., p. 136 [Trad. esp. Sociología y cultura, op. cit., p. 157. Cuestiones de sociología, op. cit., p. 135].
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hay ninguna antinomia entre estructura e historia […] La estructura del campo […] es también el principio de su dinámica”.57
El análisis del cambio y de las crisis Si se adopta el punto de vista que se acaba de presentar, la obra de Pierre Bourdieu encierra una paradoja. Por un lado, él no ha tenido el tiempo de completar la teoría general de los campos permanentemente anunciada, trabajada y reelaborada a través de diversas obras pero jamás completamente formalizada. Por otro, su construcción teórica ha favorecido una lectura superficial que tiende a subestimar el aporte a una comprensión del cambio y de las crisis, cuya característica es esclarecer los mecanismos ocultos de la reproducción. La desincronización entre un campo y un habitus es analizado en muchas investigaciones: la incapacidad de los primogénitos para adaptarse a un mercado matrimonial que ya no es local en la sociedad bearnesa de los años 1960,58 el desarraigo de los cabiles frente a la dominación colonial sobre la economía y la heteronomía de la noción de trabajo,59 la crisis de la institución universitaria bajo el efecto del cambio de la población estudiantil y de la heterogeneidad creciente de los nuevos reclutamientos de docentes,60 el malestar y la desilusión de las diversas categorías de asalariados bajo el efecto del cambio de la naturaleza del trabajo en periodo de crisis económica,61 las dificultades del feminismo frente a la permanencia de las estructuras invisibles que rigen la
57. Ibíd., p. 200 [Ibíd., p. 219]. 58. Bourdieu, P., Le Bal des célibataires. Crise de la societé paysanne en Béarn, op. cit. [Trad. esp. El baile de los solteros, op. cit.]. 59. Bourdieu, P. (1972), Esquisse d’une théorie de la pratique, Précédé de trois études d’ethnologie kabyle, Ginebra: Droz (en formato de bolsillo versión revisada y aumentada: París: Seuil, col. «Points», 2000). A falta de una traducción el español de esta obra en específico, se puede consultar: Bourdieu, P. (2007), El sentido práctico, Buenos Aires: Siglo xxi Editores]. 60. Bourdieu, P., Homo academicus, op. cit. 61. Bourdieu, P. (bajo la dir.) (1993), La Misère du monde, París: Seuil [Trad. esp. La miseria del mundo, Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 1999].
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relación entre lo masculino y lo femenino.62 Estos ejemplos exigen una reevaluación de su aporte a la comprensión de las sociedades contemporáneas y muestran que la construcción teórica no ha perdido su capacidad de suscitar un programa de investigación original (cuadro 2). De la misma manera, las múltiples intervenciones de Pierre Bourdieu en la arena política pueden ser interpretadas como un indicador complementario de la importancia asignada al cambio, la actualización de las leyes generales de la reproducción, siendo una de las condiciones de una acción colectiva realmente transformadora.
Una cierta homología con las investigaciones económicas institucionalistas Los trabajos regulacionistas —críticos de las hipótesis de la teoría neoclásica concernientes a la racionalidad, el tratamiento del tiempo y la noción de equilibrio—63 no han dejado de encontrar a la sociología de Pierre Bourdieu en sus investigaciones de una lógica de la acción que sea compatible con una aproximación histórica e institucional. En particular el concepto de habitus ha aparecido como una referencia congruente con el acento puesto sobre la determinación de la lógica de los agentes por el contexto institucional, o más exactamente, los compromisos institucionalizados. El desarrollo del programa de investigación ha conducido a encontrar otras contribuciones de Pierre Bourdieu relativas a los factores del cambio, en particular bajo el impacto de la oposición entre dominante y dominado, lo político y lo simbólico, sin olvidar el papel de la escuela en la transmisión de las desigualdades.
Del habitus a la racionalidad institucionalmente situada Desde su origen, los trabajos con perspectiva principalmente macroeconómica (naturaleza y evolución de los regímenes de 62. Bourdieu, P., La Domination masculine, op. cit. [Trad. esp. La dominación masculina, op. cit.]. 63. Aglietta, M., Régulations et crises du capitalisme, op. cit.
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acumulación y de los modos de regulación) han experimentado la necesidad de precisar cuál sería la teoría de la acción que les convendría adoptar. El rechazo del homo oeconomicus dotado de una racionalidad sustancial extendida, de una capacidad de cálculo excepcional y de un poder de anticipación casi perfecta, ha conducido a retener la concepción del habitus, entendido como matriz de formación de los comportamientos, fuertemente marcados por la historia.64 De manera más implícita que explícita, el desarrollo del programa de investigaciones regulacionistas ha conducido a precisar y redefinir este aporte. En primer lugar, la noción de habitus supone una restricción de la esfera en relación con la cual se define la acción. Mientras que la hipótesis de racionalidad sustancial afirma que cada agente conoce el conjunto del sistema de precios; en los hechos, como es costoso reunir la información correspondiente, los agentes forman rutinas que les permiten ponerse en relación con la esfera económica en la cual ellos operan habitualmente. Así, los asalariados y, aún más, las organizaciones colectivas que son los sindicatos, toman en cuenta un número restringido de variables (los precios al consumo, el desempleo, la productividad)65 sin ser capaces, en general, de interiorizar las consecuencias indirectas que transitarán por el impacto macroeconómico de la conjunción de una serie de negociaciones descentralizadas. De alguna manera, los comportamientos están especificados en relación con cinco formas institucionales: régimen monetario, relación salarial, formas de la competencia, relaciones Estado-economía y la forma de la inserción internacional.66 En segundo lugar, los precios no son los únicos indicadores retenidos puesto que la interiorización de las reglas del juego y de los efectos inducidos sobre los otros actores es esencial. De nuevo
64. Boyer, Robert (1986), La Théorie de la régulation. Une analyse critique, París: La Découverte [Trad. esp. La teoría de la regulación. Un análisis crítico, Buenos Aires: Humanitas, 1989]. 65. Boyer, Robert (1978), “Les salaires en longue période”, Économie et Statistique, núm. 103, septiembre, pp. 27-57. 66. Boyer, R. & Saillard, Y., op. cit., p. 562 [Se remite al lector en particular a la versión española, La teoría de la regulación. Estado de los conocimientos, op. cit., vol. 1, parte II, pp. 77 y ss.].
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el ejemplo de las negociaciones salariales es esclarecedor desde este punto de vista. Se puede mostrar que, por una misma estructuración de las preferencias y de los objetivos de los asalariados por un lado, de los empresarios por otro, el nivel del salario, y por extensión del empleo, depende de las modalidades de interacción entre los actores. Ya sea que los empresarios estén organizados o que, a contrario, sean los asalariados, o incluso que una organización profesional negocie con un sindicato único, los resultados macroeconómicos serán radicalmente diferentes.67 Los economistas, en su mayor parte los regulacionistas, estarán tentados de atribuir una cierta primacía a las reglas del juego más que al habitus, sin por ello negar la importancia de este último para explicar la diferenciación social y la heterogeneidad. En efecto, si del hecho de transformaciones políticas, el contexto institucional cambia significativamente, es posible explicar una alteración de las regularidades macroeconómicas sin por ello postular un cambio equivalente en los objetivos perseguidos por los actores.68 Un ejemplo, entre otros: los campesinos franceses que se suponía eran emblemáticamente malthusianos (en el periodo de entreguerras), devienen en los años 1960 productivistas en el origen de los excedentes de producción y, finalmente, críticos de los ecologistas. La teoría de la regulación tiende a privilegiar el cambio institucional, en comparación con la incorporación individual del aprendizaje, y por lo tanto, que la cuestión concierne a la transformación de las regularidades macroeconómicas. Esta concepción no impide reconocer que los objetivos y las preferencias de los agentes sean modelados en y por la historia, como lo afirma una variante fuerte de la teoría institucionalista.69
67. Bowles, Samuel & Boyer, Robert (1990), “Labour Market Flexibility and Decentralisation as Barriers to High Employment Notes on Employer Collusion Centralised Wage Bargaining and Aggregate Employment”, en R. Brunetta & С. Dell’Aringa (eds.), Labour Relations and Economic Performance, Londres: MacMillan, pp. 325-353. 68. Boyer, R. (1991), “Capital Labor Relation and Wages Formation: Continuities and Changes of National Trajectories Among oecd Countries”, en T. Mizoguchi (ed.), Making Economies More Efficient and More Equitable, Oxford: Oxford University Press/Tokio: Kinokunya, pp. 297-340. 69. Douglas, Mary (1989), Ainsi pensent les institutions, Usher: sogedim (edición original de 1986) [Trad. esp. Cómo piensan las instituciones, Madrid: Alianza, 1996].
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Esta maleabilidad de los habitus añade un factor de evolución complementaria en comparación con aquella que impulsa el cambio institucional bajo el acicate de lo político. De nuevo, un ejemplo ilustra esta dualidad: para interpretar la transformación del capitalismo francés en los años 1990, hace falta sin duda analizar el impacto de la desreglamentación financiera y la apertura a las normas internacionales de la buena gobernanza. Pero se puede invocar también un cambio en las concepciones de los grandes grupos franceses y de sus dirigentes y hacer resurgir la omnipotencia del impulso (conatus) del capital,70 quizá bajo el efecto de una renovación de las generaciones de los grandes empleados del Estado y de empresarios. En cualquier caso, las mega-ope y opa (megaofertas públicas de intercambio o compra de acciones) no habrían podido desarrollarse con tal frecuencia sin el cambio del contexto institucional. Así, las formas institucionales parecen preponderantes en la génesis de las regularidades macroeconómicas.
70. Lordon, Frédéric (2002), La Politique du capital, París: Odile Jacob.
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46 La apertura del acceso a los estudios universitarios desestabiliza el campo
Homo academicus, Bourdieu (1984) [Homo academicus, 2008]
Estrategia de los actores dominantes
Los universitarios
Incapacidad de los primogénitos para adaptarse a un mercado matrimonial que ya no es local
Desincronización entre habitus y campo
Factores de emergencia
El proceso de sociali- Imposición de Esquisse d’une théorie zación cabila vuelve normas colode la pratique, Bourdieu extraña la noción de niales (1972). trabajo
“Célibat et condition paysanne”, Bourdieu (1962) Le Bal des célibataires, Bourdieu (2002) [El baile de los solteros, 2004]
Referencias
Sociedad cabila
Campesinos bearneses
Campos/ mercados
Heterogeneidad creciente del cuerpo docente debido al hecho de la ampliación del reclutamiento
Competencia de no-campesinos
Nuevos entrantes
El cambio de la composición social de la población estudiantil afecta las relaciones universidad/economía
Consecuencia del avance de la economía de mercado sobre el acceso al matrimonio
Desplazamiento endógeno de las fronteras entre campos
Cuadro 2 El cambio en el centro del análisis de los campos
Consecuencia de la dominación colonial sobre la organización de las relaciones sociales
Competición por el poder sobre el poder del Estado
Robert Boyer
La Noblesse d’État, Bourdieu (1989) [La nobleza de Estado, 2013]
Las élites económicas
Los asalariados La Misère du monde, Bourdieu (1993) [La miseria del mundo, 1999]
Referencias
Campos/ mercados
Divorcio entre las expectativas engendradas por una configuración anterior del campo y las constricciones asociadas a un nuevo régimen económico
Transformación del régimen económico e impacto sobre el sistema educativo superior
Desincronización entre habitus y campo
Innovaciones tecnológicas y sociales de las empresas y de las administraciones
Estrategia de reconversión de los hijos de familia burguesa
Estrategia de los actores dominantes
Factores de emergencia
Creación de nuevos cursos y escuelas de comercio
Nuevos entrantes
Cuadro 2 (Continuación)
La internacionalización desplaza la frontera de lo público
Desplazamiento endógeno de las fronteras entre campos
Cambio de las políticas económicas en el sentido del liberalismo
Competición por el poder sobre el poder del Estado
La antropología económica de Pierre Bourdieu. Su contribución al análisis de la economía y el cambio
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Bajo la figura de la invariancia, dos análisis del cambio histórico Tanto Pierre Bourdieu como los regulacionistas han sido criticados de analizar la reproducción de un campo o de un sistema económico, en el cual los actores estarían sometidos a un determinismo implacable, impidiéndoles el cambio. En uno y otro caso, los críticos toman al pie de la letra la denominación de habitus por un lado y la de regulación por otro. Pero esto es olvidar que, en tanto en uno como en otro caso, el proyecto busca examinar bajo qué condiciones el cambio es posible. [Ésto] se ve cuando Pierre Bourdieu escribe que no hablar de los “sujetos” de la tradición de las filosofías de la conciencia, no viene a “aniquilar a los agentes en beneficio de una estructura hipostasiada, como lo hacen ciertos marxistas estructuralistas. Y eso incluso si esos agentes son el producto de esta estructura y contribuyen a perpetuarla, sin excluir la posibilidad de que puedan transformarla más o menos radicalmente, pero bajo condiciones estructurales bien definidas”.71 Esta intención también se encuentra en el trabajo fundador de la teoría de la regulación: Hablar de la regulación de un modo de producción, es buscar expresar la manera con la que se reproduce la estructura determinante de una sociedad en sus leyes generales […] Una teoría de la regulación social es una alternativa global a la teoría del equilibrio general […] El estudio de la regulación del capitalismo no puede ser la búsqueda de leyes económicas abstractas. Es el estudio de la transformación de las relaciones sociales que crean formas nuevas a la vez económicas y no económicas, formas organizadas en estructuras y que reproducen una estructura determinante, el modo de producción.72
En un sentido, desde el origen, las investigaciones regulacionistas no han cesado de detectar los cambios de las formas institucio-
71. Bourdieu, P. (1992), Réponses Pour une anthropologie reflexive. Entretien avec Loïc Wacquant, París: Seuil, pp. 114 y 115 [Trad. esp. Respuestas. Por una antropología reflexiva, México: Grijalbo, 1995, p. 96. Existe otra versión en español: Una invitación a la sociología reflexiva, Argentina: Siglo xxi Editores, 2005, p. 204]. 72. Aglietta, M., Régulations et crises du capitalisme, op. cit.
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nales y de intentar diagnosticar los regímenes de acumulación y modos de regulación en gestación.73 Estas similitudes se vuelven a encontrar a un nivel más analítico. Ha sido subrayado ya por Pierre Bourdieu: “En un campo hay luchas, por lo tanto hay historia”,74 mientras que para los regulacionistas es la arquitectura de las formas institucionales lo que orienta y polariza los conflictos. La mayor parte del tiempo (dichas formas institucionales) son la expresión misma del funcionamiento de la regulación pero pueden, en ciertos periodos históricos cruciales devenir determinantes en cuanto a la constitución de formas ellas mismas institucionales. Mientras que Pierre Bourdieu se interesa en el desplazamiento de las fronteras y relaciones entre campos bajo el efecto de luchas internas, la teoría de la regulación insiste más bien sobre la alteración en el curso de los tiempos del modo de regulación, bajo el efecto mismo de la extensión de su lógica y del éxito de su reproducción económica. Esta diferencia se debe a la diferencia de escala entre los dos programas de investigación: ampliamente meso/micro en un caso, esencialmente meso/macro en el otro. Una última convergencia concierne al papel atribuido al Estado. En uno y otro caso, el poder estatal está en el núcleo del cambio de la mayoría de los campos y formas institucionales, como en el caso del campo económico estudiado por Pierre Bourdieu, o de los análisis regulacionistas del Estado como punto de pasaje
73. Boyer, R. (bajo la dir.) (1986), La Flexibilité du travail en Europe, París: La Découverte; Petit, Pascal (1986), Slow Growth and the Service Economy, Londres: Frances Pinter, y “Formes structurelles et régimes de croissance” de l’après-fordisme”, Année de la régulation 1998, París: La Découverte, 1998, pp. 169-196; Aglietta, M. (1998), “Le capitalisme de demain”, Note de la fondation Saint-Simon, noviembre; Coriat, Benjamin (1991), Penser à envers Travail et organisation dans la firme, París: Bourgois; Taddei, Dominique & Coriat, Benjamin (1993), Made in France, París: Librairie générale française, “Le Livre de Poche; Boyer, R. (2000), “Is a Finance-led Growth Regime a Viable Alternative to Fordism. A PreliminaryAnalysis”, Economy and Society, núm. 291, febrero, pp. l11-145; Boyer, R. (2002), La Croissance début de siècle, París: Albin Michel. 74. Bourdieu, P., Réponses Pour une anthropologie reflexive, op. cit., p. 78 [Trad. esp. Respuestas. Por una antropología reflexiva, op. cit., p. 68; Una invitación a la sociología reflexiva, op. cit., p. 156].
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casi obligado de las transformaciones de la relación salarial,75 de las formas de la competencia y de la articulación con el régimen internacional.76 Este papel es más evidente aún a propósito de los compromisos institucionalizados que forman la cobertura social, el sistema fiscal y la naturaleza de los gastos públicos.77 Mientras que para muchos teóricos económicos las intervenciones públicas han tenido generalmente un papel perturbador, en realidad cumplen un papel constitutivo e instituyente.
Estratificación social y regímenes de crecimiento emergentes Los análisis del papel del sistema de enseñanza en la reproducción social78 no dejaron de ser reelaborados a lo largo del tiempo.79 De estos trabajos surge una idea-fuerza: la escuela y más generalmente el sistema de enseñanza son matrices de la reproducción de las disposiciones y por esta vía, en consecuencia, de las posiciones ocupadas en los diversos campos. Pero esta invariante es compatible con notables variaciones en la organización de la institución escolar, de la universidad o de las Grandes Escuelas. Sin embargo, la hipótesis central es que la heterogeneidad social que resulta de la conjunción de la pertenencia familiar y del curso escolar (factores ambos que están ya ligados) se expresa enseguida en la relación dominante/dominado en los diversos campos. El contraste con los trabajos regulacionistas fundadores es notable,80 puesto que en el régimen de crecimiento fordista, como
75. Boyer, Robert & Orléan, André (1991), “Les transformations des conventions salariales entre théorie et histoire”, Revue économique, núm. 2, marzo, pp. 233-272. 76. Chartres, Jacques-André, “Le changement de modes de régulation apports et limites limites de la formalisation”, en R. Boyer & Y. Saillard, op. cit., p. 273-284 [Trad. esp. La teoría de la regulación. Estado de los conocimientos, op. cit., pp. 83-91]. 77. Delorme, Robert & André, Christine (1983), État et économie, París: Seuil. 78. Bourdieu, Pierre & Passeron, Jean-Claude (1964), Les Héritiers. Les étudiants et la culture, París: Minuit [Trad. esp. Los herederos. Los estudiantes y la cultura, Argentina: Siglo xxi Editores, 2009]; La Reproduction. Éléments pour une théorie du système d’enseignement, París: Minuit, 1970 [Trad. esp. La reproducción: elementos para una teoría del sistema de enseñanza, México: Fontamara, 1995]. 79. Bourdieu, P., Homo academicus, op. cit.; La Noblesse État, op. cit. [La nobleza de Estado, op. cit.]; La Misère du monde, op. cit. [La miseria del mundo, op. cit.]. 80. Aglietta, M., “Régulations et crises du capitalisme”, op. cit.; Cepremap-Cordes, Approches de l’inflation: l’exemple français; Benassy, J-P., Boyer, R-M, Gelpi, A.,
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en todos los precedentes históricos, es más bien la empresa la que es el núcleo de la reproducción del asalariado y de las diferenciaciones en su interior. He ahí por qué numerosos trabajos regulacionistas continúan dedicándose a la relación salarial.81 Pero la descomposición de la relación salarial fordista a partir de los años 1970 apunta en la dirección de una diferenciación creciente del vínculo salarial,82 es decir, de la declinación de la relación salarial según los sectores, los individuos o las empresas. ¿Cuál es entonces el factor que explica la diferenciación de las trayectorias salariales a lo largo de las décadas de 1980 y 1990? En el caso francés, hay poca duda de que el antecedente escolar y universitario ejerce un papel determinante, lo que ha conducido a proponer una generalización de la noción de relación salarial a favor del vínculo entre empleo y formación.83 Por otra parte, se puede entonces interpretar la prolongada historia de la relación salarial como resultado de la interacción entre la dinámica del sistema educativo (tanto en su componente de educación general como de formación profesional) y la evolución de la división del trabajo en la empresa.84 La lectura por un regulacionista de los trabajos de Pierre Bourdieu hasta principios de los años 1990, hace resurgir por contraste una ausencia notable: la relación salarial no es mencionada como estructurante de los diversos campos, incluso del campo económico, lo que no es de sorprender desde que se sabe que Pierre Bourdieu es un lector, ciertamente crítico pero atento, de Marx.
81.
82. 83.
84.
Lipietz, J., Mistral, J. Munozet, C. & Ominami (1978), Rapport de la convention de recherche, 22/176, diciembre; Boyer, R., “Les salaires en longue période”, op. cit. Boyer, R. & Saillard, Y., op. cit. [Nota del traductor: la escuela regulacionista establece una diferencia entre rapport salarial, que traducimos como “relación salarial”, entendida como una de las cinco formas institucionales que pueden llevar a una regulación, es decir, se refiere a todo el conjunto de condiciones jurídicas e institucionales que rigen el uso del trabajo. Mientras que por relation salarial, que traducimos como “vínculo salarial”, se entiende la proyección del primero en categorías específicas]. Aglietta, Michel & Brender, Anton (1983), Métamorphoses de la société salariale, París: Calmann-Lévy. Boyer, Robert & Caroli, Eve (1993), “Changement de paradigme productif et rapport éducatif”, mimeografiado, París: Cepremap, octubre; “Production, Regimes, Education and Training Systems. From Complementarity to Mismatch”, mimeografiado, París: Cepremap, diciembre de 1993. Caroli, Eve (1995), Formation, institutions et croissance économique, tesis doctoral, Fondation nationale des sciences politiques, París: Institut d’Études Politiques.
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Pero, a partir de la dirección de la obra sobre el sufrimiento de los asalariados en los diversos sectores de la sociedad francesa,85 enseguida del compromiso político contra los daños sociales y humanos de los programas políticos liberales y conservadores,86 de hecho, si no lo es en teoría, la dominación contemporánea parece recaer de manera acentuada sobre el asalariado. Se puede ver ahí el rastro de las transformaciones de la sociedad francesa bajo el efecto de la crisis del fordismo, lo que no es de sorprender desde que se nota que Pierre Bourdieu siempre ha insistido sobre el carácter históricamente situado de las ciencias sociales. Se puede hablar de un entrecruzamiento de los dos programas de investigación. El primero toma conciencia de la acción que ejerce en todos los campos la crisis económica y se encuentra limitado para incorporar el hecho de que la relación salarial es el determinante esencial de la situación individual de los trabajadores. El segundo, como se ha mostrado, es incitado a tomar en cuenta las consecuencias de la diferenciación de las competencias y el movimiento de especialización sobre las trayectorias de salida de la crisis. Se empaña por consiguiente la referencia a una relación salarial canónica, aquélla del contrato típico del asalariado de las industrias fordistas, en beneficio del reexamen del papel de la diversidad de los vínculos salariales en la coherencia y la reactividad del modo de regulación. Así, la teoría de la regulación redescubre las virtudes de la flexibilidad del vínculo salarial en sectores como el de la construcción87 o aun en el de servicios.88
85. La Misère du monde, op. cit. [La miseria del mundo, op. cit.]. 86. Bourdieu, P., La Domination masculine, op. cit. [Trad. esp. La dominación masculina, op. cit.]; Interventions politiques 1961-2001 Science sociale et action politique, op. cit. [Trad. esp. Intervenciones políticas: Un sociólogo en la barricada, op. cit.]. 87. Campinos-Dubernet, Myriam (1984), “Emploi et gestion de la main-œuvre dans le btp”, Dossier du cereq, núm. 34,; Tertre, Christian du, “Une approche sectorielle du travail”, en R. Boyer y Y. Saillard, op. cit. 88. Petit, P. (1998), “Formes structurelles et régimes de croissance de l’après-fordisme”, L’Année de la régulation 1998, París: La Découverte, pp. 169-196.
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El lugar de lo simbólico en la regulación En los primeros trabajos regulacionistas que se inscriben en una reevaluación crítica del legado marxista, las representaciones e ideologías de los actores están ciertamente presentes en el funcionamiento cotidiano de las formas institucionales, pero no son el objeto de análisis explícitos. Por contraste, en la obra de Pierre Bourdieu el capital simbólico es una categoría esencial introducida desde los primeros trabajos y que marca un aporte mayor a las ciencias sociales.89 Los regulacionistas se han concentrado en el tratamiento del capital económico, mucho más de lo que ellos quisieran, en el origen al menos, para explicar fenómenos esencialmente económicos tales como la inflación, el crecimiento, la productividad o incluso la evolución de la tasa de ganancia en el largo periodo. Pero el desarrollo de los programas de investigación hace aparecer cierto crecimiento de las preocupaciones. Por un lado, a lo largo de las investigaciones, Pierre Bourdieu toma cada vez más en cuenta el impacto de la forma propiamente económica del capital que penetra y se manifiesta en cada uno de los campos. Se ha señalado ya: las referencias a la economía como disciplina, como objeto y como implicación en cuanto al funcionamiento de otros campos, se multiplican en Pierre Bourdieu a partir de mediados de los años 1990. Por otra parte, la investigación de fundamentos teóricos de la regulación, tal como la observación de los años 1990, conduce a interrogarse sobre nociones que, de cerca o de lejos, conciernen a lo simbólico. Es el caso cuando se investigan los referenciales que legitiman el retorno forzado de las ideas neoliberales.90 Se toca directamente la cuestión del poder simbólico cuando se escucha dar cuenta de la inflexión, después de la completa regresión, de las po-
89. Terray, Emmanuel (2002), “Réflexions sur la violence symbolique”, en Jean Lojkine (ed.), Les Sociologies critiques du capitalisme, París: puf, pp. 11-23. 90. Théret, Bruno (1999), “La régulation politique le point de vue d’un économiste”, en Jacques Commaille & Bruno Jobert (eds.) (1999), Les Métamorphoses de la régulation, París: lgdj.
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líticas económicas que habían caracterizado los gloriosos treinta.91 El desarrollo mismo de las investigaciones que muestran la imposibilidad de un fundamento individualista de la moneda desemboca, en primer lugar, en la cuestión de la violencia92 y se prolonga luego en una interrogación, más general aún, sobre la legitimidad y la soberanía.93 El análisis de la innovación tecnológica (las tecnologías de la información y de la comunicación) y/u organizacional (las nuevas generaciones [les jeunes poussses]) y más aún del proceso de evaluación de los activos financieros en los sectores nuevos hacen resurgir el papel determinante de las creencias.94 De este modo, en el corazón mismo del campo supuestamente emblemático de la racionalidad pura económica (los mercados financieros) se encuentran la creencia, lo simbólico, en suma, representaciones que son en gran medida extraeconómicas y que sin embargo tienen un impacto en el perfil de evolución de las Bolsas, de las tasas de cambio y, por consecuencia, sobre las evoluciones macroeconómicas mismas. Noles volens,95 el enfoque regulacionista se compromete en uno de los programas de investigación más difíciles de las ciencias sociales contemporáneas. A la luz de las transformaciones observadas después de dos decenios, muy particularmente en el dominio de la legitimación de las políticas económicas, es evidente la importancia determinante de lo simbólico. Éste viene de alguna manera a legitimar las mediaciones sociales y a coronar al régimen macroeconómico. A contrario, al parecer las crisis más severas son sin duda aquellas que afectan el orden simbólico en sí mismo. •••
91. Lordon, Frédéric (1999), “Croyances économiques et pouvoir symbolique”, Année de la régulation 1999, núm. 3, París: La Découverte, pp. 169-210. 92. Aglietta, M. & Orléan, A. (1982), La Violence de la monnaie, París: puf. 93. Aglietta, M. & Orléan, A., La Monnaie souveraine, op. cit.; La Monnaie entre violence et confiance, op. cit. 94. Orléan, A. (2000), Le Pouvoir de la finance, París: Odile Jacob; Boyer, R., La Croissance début de siècle, op. cit. 95. Expresión latina: “se quiera o no”.
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La antropología económica de Pierre Bourdieu. Su contribución al análisis de la economía y el cambio
La puesta en perspectiva de la obra de Pierre Bourdieu autoriza una reinterpretación, así como la puesta en evidencia de una cierta convergencia con ciertos enfoques institucionalistas en economía. De manera más precisa, los desarrollos precedentes sugieren cuatro proposiciones principales: 1. El recurso al vocabulario de la economía, con las nociones de interés, de ganancia, de capital de mercado, ha suscitado una interpretación reduccionista de la teoría de Pierre Bourdieu. El interés se declina según modalidades que no son para nada la proyección de la concepción utilitarista y economicista, la ganancia designa simplemente las retribuciones que son específicas de cada campo y no su conversión monetaria. El capital designa la acumulación de las competencias que operan en un campo y no la totalización de un capital fundamentalmente económico. Finalmente, la preponderancia acordada a las relaciones entre dominante y dominado está lejos de sostener la visión de superioridad del mercado que desarrollan las teorías que postulan una igualdad, tanto de jure como de facto, de los agentes sobre esos mercados. La teoría de los campos, progresivamente elaborada, constituye una verdadera construcción original y puede servir de inspiración a una investigación económica alternativa. 2. Es abusivo considerar que Pierre Bourdieu no pueda pensar más que la reproducción de posiciones invariantes en un campo. En efecto, la movilización a través del análisis histórico y del trabajo de campo de los conceptos de base hace aparecer, al contrario, una multiplicidad de factores de evolución, de cambio, incluso de crisis abierta. La mayor parte de las obras y trabajos convergen en efecto en el análisis de una crisis que puede derivar de las estrategias de innovación de los dominantes de un campo, de la entrada de nuevos actores dotados de habitus que han sido formados en otros campos y contextos, de la redefinición endógena de las fronteras entre campos bajo el efecto de luchas que en ellos tienen lugar. No hay que olvidar por otro lado el rol esencial de la competición por el poder sobre el poder del Estado, es decir, su acción en la constitución o evolución de un campo. En fin, la alteración del contexto general puede suscitar una desincronización entra habitus y 55
Robert Boyer
campo, configuración frecuentemente observada en las sociedades contemporáneas. 3. Hecho esto, la teoría de Pierre Bourdieu no pasa inadvertida para ciertos programas de investigación en economía, tales como los de la teoría de la regulación. En efecto, en el origen, el concepto de habitus ha parecido pertinente para dar cuenta, por una parte, de la historicidad de la formación de lo que las teorías microeconómicas califican como preferencias y, por otra parte, de su evolución en cuanto que cambia el contexto institucional. La profundización de esta problemática ha conducido después a desarrollar una aproximación según la cual toda racionalidad está situada en relación con el contexto, en particular el institucional. En un periodo extenso, se encuentra que la estructuración de las formas institucionales tiene un impacto determinante sobre la dinámica de los habitus. Pero esta adecuación es siempre aproximativa y limitada en el tiempo. 4. Es claro que la sociología de Pierre Bourdieu y la teoría de la regulación no tienen los mismos objetivos y no desarrollan nociones y conceptos idénticos. Es por lo tanto importante destacar una convergencia en cuanto a la hipótesis del papel central de lo político, en tanto constitutivo de la identidad social de un grupo garante de los compromisos institucionales que están en el núcleo de los modos de regulación y regímenes de crecimiento. Así, es imposible operar un cierre de la disciplina sociológica (que pretendería explicar lo social por lo social), no más que de la disciplina económica (que continúa queriendo fundar la economía a partir de la estricta racionalidad económica). La articulación con la política es esencial, tanto para comprender el funcionamiento de un campo o las características de un modo de regulación, como para analizar las crisis.
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epílogo ¿Qué significa hoy traducir en ciencias sociales? Sergio Lorenzo Sandoval Aragón1
Sin traducción habitaríamos provincias lindantes con el silencio. George Steiner, After Babel, 1975
Algunas semanas después de haber terminado la traducción del artículo de Robert Boyer, llegó a mis manos un artículo que, precisamente desde la perspectiva teórica de Pierre Bourdieu, analiza el campo de la traducción y el habitus de los traductores.2 El artículo explora, entre otras cosas, las vías por las que una persona eventualmente se convierte en traductor profesional. En muchos casos, el traductor o la traductora se inició en el oficio sin proponérselo, casi siempre como una forma de obtener un ingreso económico complementario y partiendo de dos condiciones principales: el dominio de una lengua extranjera en un nivel muy avanzado y el dominio de una determinada profesión o disciplina. Ese artículo también recoge, empero, las opiniónes de muchos traductores, entre ellas la de que “cualquiera cree que puede ser traductor”. Después de considerar lo que ahí se expone, me puse a reflexionar si podía ser ése mi caso después de haberme atrevido a traducir el artículo de Robert Boyer. Me sentí culpable por partida doble. Primero porque, como es bien sabido, sobre el que se mete de traductor pesa el viejo adagio de “traduttore, traditore” (“el traduc-
1. 2.
Director del Centro de Estudios Sociales y Regionales (cesor). Sela-Sheffy, Rakefet (2014), “Cómo ser un traductor (reconocido). Un replanteamiento del habitus, las normas y el campo de la traducción”, en: Sanz Roig, Diana (Comp.), Bourdieu después de Bourdieu, Madrid: Arco.
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tor, es un traidor”) y, por otro lado, porque quizá había asumido un papel (el de traductor) que no me correspondía: ¡además de traidor, usurpador! Como sucede siempre ante el sentimiento de culpa, me vi en la necesidad de ofrecer al posible lector (y a mí mismo) una justificación. Personalmente, desde el primer momento tenía claro que la empresa que me representaba la traducción y publicación del texto de Robert Boyer debía formar parte de un proyecto, mucho más amplio, de puesta en circulación de un conjunto de ideas que, además de que por derecho propio merecen ser conocidas (por originales), resultan hoy en día necesarias para nuestra sociedad mexicana y latinoamericana, como bien lo explica el economista Luis Ignacio Román Morales en su prólogo a la presente publicación. De esta forma, queda claro que el interés primordial que llevó a realizar la traducción es meramente científico y muy alejado de un interés pecuniario. Por otro lado, en efecto, mi dominio de la lengua francesa, así como de la obra de Pierre Bourdieu, además del hecho de contar con la venia de los editores de Actes de la Recherche en Sciences Sociales, justifican la empresa y atenúan, creo, el riesgo de traicionar el sentido original del texto.3 Y es que traducir este texto, en el que un renombrado economista argumenta acerca de la pertinencia y originalidad de la obra de un renombrado sociólogo, implica mucho más que traducir de una lengua a otra (por demás, íntimamente emparentadas): no creo, al respecto, haber hecho un trabajo extraordinariamente mejor que el que hubieran realizado muchos. La verdadera difi3.
Otra experiencia que reforzó mi confianza para atreverme a la traducción, tiene que ver con la siguiente anécdota. En junio de 2014 finalmente apareció publicada una reseña, que había escrito casi un año antes, de Sur l’État, libro póstumo de Pierre Bourdieu (Sur l’État. Sociologie de la genèse de l’État. Cours au Collège de France 19891992, París, Francia: Seuil-Raisons d’agir, 2012), en la que yo afirmaba que “el lector sencillamente tendrá la impresión de estar frente a otro Bourdieu” en virtud de los esfuerzos que él hacía para comunicar sus aportes a la vez que los construía (Sandoval A., Sergio L., “La teoría en acción: Una lectura de Sur l’État. Sociologie de la genèse de l’État, de Pierre Bourdieu”, Metapolítica, año 18, núm. 85, abril-junio de 2014, pp. 94100, México). Varios meses después salió a la luz la traducción al español de esa obra, en cuya contraportada se lee que “proporciona también la lectura de «otro Bourdieu» más concreto y pedagógico” (Sobre el Estado. Cursos en el Collège de France, 19891992, Barcelona: Anagrama, noviembre de 2014). Esta coincidencia, para nada casual, también resultó alentadora.
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cultad, y el mérito, radica en otro nivel de la traducción y es, precisamente, el de hacer inteligible y asequible el texto original a las comunidades científicas y académicas de economistas, historiadores, sociólogos y antropólogos, por mencionar sólo a las más inmediatamente interpeladas por el mismo texto. Así, uno de los aspectos en los que ese esfuerzo resulta evidente consiste en el cuidado puesto en las referencias bibliográficas, pues se ha procurado ofrecer al lector la localización exacta de los pasajes de las obras de Pierre Bourdieu, citadas por Robert Boyer, en sus versiones españolas; tarea minuciosa que permitió, incluso, identificar y corregir algún involuntario error de referencia del texto original. Otro reto fueron las menciones de temas y conceptos estrictamente económicos, que me obligaron a hacer varias incursiones en esa disciplina, bien para no “traicionar” el sentido del texto original, bien para encontrar los términos equivalentes en español. E, inevitablemente, debí enfrentar uno de los mayores retos del traductor: el neologismo. En efecto, la expresión “construction bourdieusienne” es usada por el autor en varias ocasiones, ¿cómo traducirla? La revisión de la bibliografía en otras lenguas arrojó como resultado que el uso de su equivalente en portugués es ya extenso, mientras que algunos diccionarios franceses ya incluyen el término “bourdieusienne”. Además, el artículo de Boyer fue publicado originalmente en la revista que el mismo Bourdieu fundó y que ha sido, por así decirlo, el órgano “oficial” de difusión de su pensamiento,4 por lo que asumí, quizá cómodamente, que si sus editores habían aceptado el término, no debería existir inconveniente alguno en usarlo también en español. Así que decidí castellanizarlo como construcción “bourdieusiana”.5
4. Se trata de las Actes de la Recherche en Sciences Sociales. Sobre las aportaciones originales de esta publicación en la historia de la comunicación científica, el lector puede recurrir al artículo de Loïc Wacquant (2005), “Un taller sociológico en acción: Actes de la Recherche en Sciences Sociales”, en: Jiménez, Isabel (coord.), Ensayos sobre Pierre Bourdieu y su obra, México: unam, pp. 381-387. 5. Algunos años antes, en París, ya había tratado este tema de manera muy coloquial durante una cena con un colega francés (Éttiene Gérard, del Institut de Recherche pour le Développement, ird), que me expresó sus reservas, no sobre el término en sí, sino sobre toda la carga —y el riesgo— de institucionalización de una nueva ortodoxia que conllevaría su uso, reservas que sigo considerando muy pertinentes.
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Pero, más allá de los inevitables escollos técnicos de la traducción, este trabajo adquiere pleno sentido al considerarlo dentro de un proyecto más amplio.
Traducir como parte de un proyecto más amplio El proyecto al que me refiero puede entenderse mejor a través de la enunciación de sus tres objetivos fundamentales: a) contribuir a la creación de una Internacional Científica, lo cual implica fortalecer la autonomía de las ciencias sociales ante los poderes económicos y políticos; b) contribuir a la (re)unificación de las ciencias sociales, particularmente la economía y la sociología, y c) contribuir, a partir de una reflexión crítica, a la creación de ideas reguladoras o “ideas fuerza” para transformar los regímenes dominantes, sobre todo en materia económica y social. Enseguida trataré de desarrollar las bases que justifican cada uno de estos objetivos.
Fortalecer la autonomía de las ciencias sociales6 En América Latina siempre se ha pretendido justificar el cultivo de las ciencias sociales por su contribución a la solución de sus diversas problemáticas específicas, particularmente las relacionadas con la dependencia. Esto ha llevado a los científicos sociales latinoamericanos a cuestionarse, con toda legitimidad, si los recursos teóricos y metodológicos provenientes de las regiones predominantes en producción de las ciencias sociales, en realidad son adecuados para comprender sus propias problemáticas, pues han surgido en situaciones históricas y sociales distintas. Así, se ha llegado a proponer la “descolonización” de las ciencias sociales latinoamericanas, que no significa rechazar sin más las tradiciones científicas europeas, sino asimilar sus aportes universales al mismo tiempo que se elabora una comprensión de América Latina y sus problemáticas. Antes que cuestionar las teorías, es necesa6.
Este apartado se basa en un artículo publicado en julio de 2014 en la sección “El foro” de la Revista Iberoamericana de Ciencia, Tecnología y Sociedad, de la Organización de Estados Iberoamericanos (oei).
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rio cuestionar los problemas que se plantean y comprobar si son resultado de una construcción propia o si han sido impuestos de manera heterónoma, así como identificar las vías por las que pueden haber sido impuestos, sobre todo las vías cultural, política y económica. Volviendo al asunto de la traducción, considero que el presente trabajo contribuye en la atenuación de una de las vías de la heteronomía en las ciencias sociales: la preeminencia de unas lenguas sobre otras. En una reciente contribución, Yves Gingras y Sebastien Mosbah-Natanson7 realizan un análisis geoestadístico de la producción de las ciencias sociales en las décadas precedentes. Entre otros datos, los autores encontraron que entre 1998 y 2007 el idioma inglés ocupaba el primer lugar en publicaciones de ciencias sociales en el mundo con 94.45% de artículos en el Thompson sci, seguido por el alemán con 2.14% y el francés con 1.25%, mientras que el idioma español ocupaba el cuarto lugar con 0.40%. La distribución en cuanto al número de artículos producidos en ese mismo periodo es similar, pues Europa y América del Norte producen tres cuartas partes de las revistas en ciencias sociales y América Latina ocupa el quinto lugar (tras Oceanía). En cuanto al análisis de las citas por región, nuevamente Europa y Norteamérica ocupan lugares prominentes entre las 200 revistas más citadas y se observa que en América Latina se citan textos de Norteamérica en 56.2% y de Europa en 33.9%. Al comparar los datos de la última década del siglo xx con los de la primera del xxi, Gingras y Mosbah-Natanson concluyen que “la globalización e internacionalización de la investigación han favorecido esencialmente a Europa y América del Norte, las regiones que ya eran dominantes”, y añaden que “la autonomía de las otras regiones ha disminuido y su dependencia de los actores centrales ha aumentado en las dos últimas décadas” (Gingras & Mosbah-Natanson, 2011: 155). Se verifica así, en el campo científico internacional, la conocida ley general formulada por Karl Marx,
7. Gingras, Y. & Mosbah-Natanson, S. (2011), “¿Dónde se producen las ciencias sociales?”, Reporte mundial de las ciencias sociales en el mundo: Las brechas del conocimiento, unesco/Foro Consultivo Científico y Tecnológico, pp. 153-158.
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según la cual el capital va al capital, teoría que otros identifican con el llamado “principio Mateo”. Ahora bien, el mero hecho de que la mayoría de la producción científica esté expresada en inglés no constituye el problema más grave, sino todos los efectos de imposición simbólica de tipo mediático-político que pueden acompañar esta predominancia idiomática, y que pueden hacer pasar por conocimientos validados por la razón científica una serie de tópicos descontextualizados e incluso vacuos. Esto es un aspecto, no menor, de lo que Bourdieu y Wacquant llamaron “las astucias de la razón imperialista”.8 Según estos autores existe un “imperialismo cultural” (correlativo del imperialismo económico) que incluye una forma de falsa universalización de conceptos y teorías que circulan entre los países en libros de divulgación, coloquios universitarios, revistas de mediocre calidad científica, informes de especialistas, thinktanks y organismos internacionales de dudosa neutralidad (mencionan explícitamente a la ocde y a la Comisión Europea). Son ideas y términos polisémicos e imprecisos, impuestos académica y mediáticamente, que se convierten en “lugares comunes” con los que se argumenta pero que no son objeto de argumentación, de los cuales los más insidiosos son ciertos términos de apariencia técnica que llegan a servir de “contraseñas políticas” en virtud de que “condensan y vehiculizan toda una filosofía del individuo y de la organización social”.9 De esa forma, al deshistorizar y despolitizar, se imponen problemáticas artificiales que acaban por “anexionar” cultural y políticamente las regiones donde se aplican. Si estas ideas son recibidas por los medios científicos, periodísticos y políticos en los países de América Latina, ello se debe a que funcionan de manera análoga a los “falsos amigos” (faux amis): esos términos extranjeros que a veces utilizamos porque, debido a que se escriben o se pronuncian igual o de manera muy similar a términos que usamos en nuestra propia lengua, parecen querer decir lo mismo, cuando en realidad poseen significados muy diferentes.10
8.
Bourdieu, P. & Wacquant, L. (2005b), “Sobre las astucias de la razón imperialista”, en L. Wacquant (coord.), El misterio del ministerio, Barcelona: Gedisa, p. 209. 9. Ibíd., p. 211. 10. Ibíd., p. 224.
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Pero si estas ideas pueden ser impuestas, ello no se debe a la sola fuerza simbólica de las que están revestidas, al presentarse como la vanguardia y gracias a la inmensa capacidad de difusión que las rodea y que en buena medida las crea, sino que también se debe a la fuerza económica de las naciones de las que provienen. Así pues, esta imposición no es sólo “cultural”, sino que suele venir acompañada de mecanismos “duros” tales como los del financiamiento: se tiende a financiar la investigación que incorpore las teorías y problemáticas sancionadas como legítimas.11 Si bien en América Latina se han dado las condiciones para el desarrollo profesional de las ciencias sociales, en el mismo proceso su autonomía se ha visto vulnerada.12 En otras palabras, el campo científico latinoamericano ha estado expuesto a una fuerte heteronomía, quizá más que otras regiones. Al comunicar aquí estas reflexiones, trato de adoptar un punto de vista objetivo. Sin embargo, vale la pena destacar algunas posibles críticas. Primeramente, es comprensible que lo dicho hasta aquí de la impresión de no estar tratando “nada nuevo bajo el sol” y es importante prevenir al lector apresurado o descuidado que el esfuerzo por elaborar al menos una descripción sistemática del problema (a saber, las causas de la heteronomía en las ciencias sociales) no es para nada una tarea cumplida. En segundo lugar, es bien cierto que no existe la “neutralidad pura” al tratar el tema de las relaciones entre ciencias sociales y política. Como he tratado de explicar en otras partes, la historia nos enseña cuán difícil ha sido darle autonomía a las teorías científicas en relación con las posiciones y creencias políticas y que suscribir una determinada teoría social puede ser, al mismo tiempo, un acto epistemológico y político.13
11. Cimadamore, A. A. (2011a), “Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso)”, Reporte mundial de las ciencias sociales en el mundo: Las brechas del conocimiento, unesco/Foro Consultivo Científico y Tecnológico, p. 41. 12. Rubinich, L. (2006), “Tres notas sobre el para qué”, en L. Lahire, Para qué sirve la sociología, Buenos Aires: Siglo xxi Editores, pp. 13 y 14. 13. Si bien podemos argumentar que semejante distanciamiento entre sociología y economía tiene su origen y explicación en sus respectivas bases ontológicas y antropológicas, tampoco podemos dejar de advertir, como expliqué en el apartado previo, que esas bases suelen estar estrechamente relacionadas con determinadas posturas
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Finalmente, no se debe olvidar que una de las características de la discusión en los campos científicos y filosóficos, es que los involucrados pueden sostener los más profundos desacuerdos, pero en lo que no pueden no estar de acuerdo es en que la libertad de pensamiento (aquí bajo la forma de autonomía) es la condición primaria de toda ciencia, y que debe ser defendida por todos los medios y formas posibles. El asunto de fondo, en mi opinión, es que los científicos sociales del mundo debemos crear una “Internacional Científica”, por la cual se incorporarían los aportes netamente científicos de cada región y cada región se beneficiaría así del acervo teórico y metodológico logrado para comprender y contrarrestar los mecanismos específicos del poder.
Reunificar las ciencias sociales En el proceso histórico de institucionalización y autonomización de la sociología y la economía, se dio también una divergencia entre ambas respecto de la forma en que conciben sus respectivos objetos y que acabó no sólo por oponerlas, sino también por limitar su potencial explicativo.14 Robert Boyer ha afirmado que “resulta evidente que la voluntad de construir una economía totalmente separada de las demás ciencias sociales —con excepción de la exportación de sus herramientas de análisis o de sus métodos— erosionó la pertinencia del análisis de los investigadores contemporáneos”.15 Una postura equivalente, pero referida a la sociología, es la de Pierre Bourdieu, como se puede apreciar en el
de naturaleza política. Sandoval A., Sergio L. (2012), “El economista y el sociólogo: Pensamiento relacional como paradigma”, Economía: Teoría y Práctica, núm. 37, México: uam-i, pp. 59-88; Sandoval A., Sergio L. (2014), “The Political Positions as Historical Principle of Epistemological Differentiation: Surpassing the Gap Between Economics and Sociology”, Humanities and Social Sciences Review, 3(2): 117-123. 14. Esta reconciliación de las ciencias sociales o humanas en el programa de Pierre Bourdieu abarca también a la historia, la antropología (etnología), el derecho, la lingüística y se extiende hasta (o, según se vea, parte de) la filosofía. El lector puede ver (literalmente) en marcha este programa de reunificación, por ejemplo, en Sobre el Estado (op. cit.). 15. Boyer, Robert (2011), Macro modelación en la tradición regulacionista, documento base del curso impartido en la unam en 2011, México, p. 12.
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artículo de Boyer que aquí se ofrece. Estoy convencido de que artículos como La antropología económica de Pierre Bourdieu contribuyen de manera decisiva a reconciliar esas dos ciencias, al mostrar en qué sentido cada una contribuye a la otra, así como también a precisar al mismo tiempo sus respectivos ámbitos. Ésa es precisamente la idea de Bourdieu cuando afirmaba, al final de Las estructuras sociales de la economía, que […] si pareció necesario mostrar que muchos de los logros de la ciencia económica son perfectamente compatibles con una filosofía del agente, de la acción, del tiempo y del mundo social completamente diferente de la que producen o aceptan por lo común la mayor parte de los economistas, no fue para hacer sacrificios a una especie de pundonor filosófico, sino únicamente para intentar reunificar las ciencias sociales, con un esfuerzo por devolver a la economía a su verdad de ciencia histórica.16
Transformar los regímenes dominantes Las ciencias sociales tienen por fin último elaborar una verdad científica acerca del mundo social, mientras que las ciencias políticas y la política misma constituyen un espacio de luchas también por la verdad sobre el mundo social, pero en constante tensión con una lucha por el poder, particularmente de poder sobre el Estado y su capacidad de controlar la acumulación y redistribución de recursos de todo tipo. Es por esto que las ciencias sociales están constantemente influenciadas por las fuerzas políticas a través de innumerables mecanismos de poder temporal (por ejemplo: el condicionamiento del financiamiento de la investigación a determinadas temáticas impuestas como “prioritarias”). Empero, es posible que conocimientos elaborados por las ciencias sociales funcionen como “ideas reguladoras” que orienten la práctica política: dada su construcción metódica, racional y factual.17 En realidad, la discusión de las relaciones entre los fines puramente
16. Bourdieu, P. (2001), Las estructuras sociales de la economía, Buenos Aires, Argentina: Manantial, p. 243. 17. Bourdieu, P. (2002), “Science, politique et sciences sociales”, en Actes de la recherche en sciences sociales, vol. 141-142, marzo, pp. 9 y 10.
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cognoscitivos de las ciencias sociales y los fines puramente prácticos, cuya formulación más conocida fue emitida por Max Weber en El político y el científico (en el año 1910), es un tema que está muy lejos de haber sido resuelto.18 Como ha dicho el no menos célebre Robert Castel, al cuestionarse sobre cuál debe ser la postura del científico social ante las “demandas sociales”, una pregunta como ésa, en todo caso, no es susceptible de una respuesta unívoca y en su opinión las ciencias sociales no pueden ni deben ser ajenas a las demandas sociales, siempre que éstas sean llevadas más allá de su formulación inmediata expresada por los grupos dominantes y que, en esa medida, traduzcan objetivamente las “configuraciones problemáticas” propias de cada sociedad (por ejemplo: la precariedad laboral, las diferentes formas de discriminación y en general el abuso del poder), y que en última instancia justifican toda investigación.19
Recepción del pensamiento económico de Bourdieu en América Latina Ahora bien, ¿por qué es importante para este proyecto la traducción de La antropología económica de Pierre Bourdieu, de Robert Boyer? La respuesta es simple: porque es precisamente este aspecto de la obra bourdieusiana la que menos se ha destacado en América Latina en general y en México en particular.20 Las investigaciones sobre el trabajo, que he realizado en los últimos años, muestran que no es impreciso decir que la aplicación de las teorías de Bourdieu al objeto “trabajo”, más que con cualquier otro objeto de análisis sociológico en Latinoamérica, están permitiendo apre-
18. De L’Estoile, Benoît (2003), “Entrer dans le jeu: la science comme croyance”, en: Encrevé & Lagrave, Travailler avec Bourdieu, París: Champs-Flammarion, p. 138. 19. Castel, R. (2006), “La sociología y la respuesta a la demanda social”, en L. Lahire, Para qué sirve la sociología, Buenos Aires: Siglo xxi Editores, pp. 89-99. 20. Domingo García parece ser el único, en México al menos, que hasta ahora ha tratado de visibilizar esta dimensión de la obra de Bourdieu, “fundamental para la construcción de su teoría del mundo social”: García, Domingo (2012), “La sociología económica de Pierre Bourdieu: La economía de las prácticas económicas”, en: Jiménez, I. (coord.), Pierre Bourdieu, capital simbólico y magia social, México: Siglo xxi Editores, p. 239.
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ciar en toda su magnitud algo que siempre ha estado allí, pero que resultaba difícil de captar por alguna razón: que la economía de lo simbólico y la teoría de la práctica desarrolladas por Pierre Bourdieu, no sólo eran un recurso heurístico para estudiar el papel de la cultura y el lenguaje en la sociedad, sino que cuestionaban en su fundamento mismo a las teorías económicas dominantes.21 Un estudio sobre las ponencias presentadas en los congresos internacionales de la Asociación Latinoamericana de Sociología del Trabajo (alast), en 1996, 2000, 2007 y 2010,22 mostró que la obra de Bourdieu era más bien citada en relación con las nociones de “identidad”, de “género”, de “cultura” y como referencia teórica para analizar las relaciones entre la educación y diversos aspectos del trabajo o para suscribir su crítica a las políticas neoliberales, pero más en términos de un activismo que de una adhesión razonada de su concepción de la economía. Aunque en muchas ocasiones este autor era citado en el “estado de la cuestión”, en escasas ocasiones se aplicaban sistemáticamente los conceptos claves de campo, habitus, o las formas de capital como recursos para analizar un objeto. Se puede decir que la teoría de la dominación simbólica en general es lo que más y mejor se han apropiado los científicos sociales latinoamericanos. Llama la atención que, tratándose de congresos sobre sociología del trabajo, las obras de Bourdieu más directamente relacionadas con ese tema eran referidas en poquísimos casos y sólo muy recientemente (de 2000 a 2003), debido a la publicación de Las estructuras sociales de la economía y La doble verdad del trabajo, texto incluido en las Meditaciones pascalianas (1999). La huelga y la acción política (1990), texto muy útil para analizar la cultura sindical y los mercados de trabajo, era citado
21. De hecho, Bourdieu sostenía que los objetos de estudio de la economía (que denominaba, sin ningún afán peyorativo, “economía económica”) no son sino casos particulares de una economía generalizada, de naturaleza estrictamente social, es decir, inherente a las diversas formas de organización social. La superación de la alternativa entre el economicismo y el culturalismo antropológico, para poder elaborar una economía de los intercambios simbólicos, en realidad describe una parábola que retorna a la ciencia económica y que obliga a reformularla en otros términos. 22. Sandoval A., Sergio L. (2011), Educación superior y mercados de trabajo: Nuevas configuraciones teóricas en las ciencias sociales, ponencia en el xxviii Congreso Internacional de alas, ufpe, Recife, Brasil.
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una sola vez. No obstante, Argelia 60: Estructuras económicas y estructuras temporales (2006) y Antropología de Argelia (2007), claves en el análisis del trabajo, no eran citados.23 No obstante, en América Latina paulatinamente se comienza a valorar la pertinencia de esta escuela sociológica en los estudios sobre el trabajo y no sólo en los que atañen a la llamada “sociología cultural”, pues la primera recepción de Bourdieu en América Latina fue en el campo de la antropología a través de la versión inglesa de Esquema de una teoría de la práctica (1977), en sociología de la educación con las traducciones al español de Los estudiantes y la cultura (1967) y La reproducción (1977) y posteriormente en sociología cultural con La distinción (1988). La recepción en la lingüística de ¿Qué significa hablar? Economía de los intercambios simbólicos (1985) fue casi nula.24 En efecto, las condiciones existentes en un lugar y un momento determinados ejercen un papel fundamental en la recepción de una obra. Por ejemplo, el texto introductorio al libro Sociología y cultura (versión mexicana de Questions de sociologie) escrito por Néstor García Canclini, ilustra muy bien la forma cómo la concepción económica de Bourdieu puede ser obviada o entendida sólo parcialmente, aun cuando está expuesta de manera clara y precisa. García Canclini advierte, acertadamente, que Bourdieu construyó su teoría de lo simbólico a partir de una crítica del economicismo marxista, pero luego se limita a referir el tema “cultural”, induciendo una interpretación culturalista (muy adecuada a sus intereses intelectuales)25 y obviando así, entre otras, la contribución de
23. Bourdieu, Pierre (2007), Antropología de Argelia, Madrid: Editorial Centro de Estudios Ramón Areces. 24. En esa obra ya Bourdieu afirmaba que era preciso superar la alternativa entre el economicismo y el culturalismo antropológico, para poder elaborar una economía de los intercambios simbólicos: Bourdieu, P. (1985), ¿Qué significa hablar? Economía de los intercambios simbólicos, Madrid: Akal, p. 11. 25. Para volverla más asequible al público latinoamericano y “con acuerdo del autor” (precisa García Canclini), en esta versión mexicana de Questions de sociologie se reemplazaron tres textos por otros dos textos (“Clase inaugural” y “Espacio social y génesis de las clases”), textos que ciertamente refuerzan el tema de la relación entre “cultura y sociedad”, antes que el propiamente económico. Hay una traducción española, por Enrique Martín Criado, más apegada al original: Bourdieu, P. (1999), Cuestiones de sociología, Madrid: Ediciones Istmo.
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Bourdieu a la ciencia de la economía propiamente dicha. No obstante, la concepción económica de Pierre Bourdieu ha ido ganando terreno, primero en términos cuantitativos (cada vez es más citada), y luego en lo cualitativo, pues últimamente se comienzan a utilizar obras más adecuadas al tema específico del trabajo. En todo este proceso resulta claro que la publicación de las obras de Bourdieu en español o portugués, incluso en inglés, ha sido clave. En consecuencia, y en lo que respecta a la presente obra, queda claro que la traducción (en nuestro caso, al español) es un factor de gran peso en la difusión de las ideas. Recientemente Gisèle Sapiro ha advertido a propósito de la obra de Bourdieu, que si bien “ser traducido no es una condición necesaria para la difusión internacional de una obra” y que “todo depende de la centralidad de la lengua de escritura”, en la actualidad “la posición declinante del francés en el sistema mundial de las lenguas limita sin embargo esta recepción […] La traducción es por lo tanto requerida para agrandar la audiencia potencial de un libro en francés”.26 Asimismo, en el mismo texto de Sapiro que acabo de citar se proporcionan datos estadísticos que evidencian que, entre las obras más traducidas de Pierre Bourdieu, no se encuentran aquéllas específicamente consagradas al tema económico.27 Ahora bien, en el presente caso no se trata de la traducción de una obra de Pierre Bourdieu, sino una obra de Robert Boyer, pero que versa sobre la obra del primero.28 Como el lector podrá deducir fácilmente, ésta no es sino una táctica para romper con las condiciones de recepción existentes en nuestros medios académicos y científicos y que impiden apreciar en toda su magnitud los aportes que la sociología de Pierre Bourdieu puede hacer a la ciencia de la economía. El objetivo es doble: lograr que los científicos sociales comprendan los formidables aportes del pensamiento de Pierre
26. Sapiro, Gisèle (2014), “La carrière internationale de La Distinction”, en: Coulangeon, Ph. & Duval, J., “La Distinction” de Pierre Bourdieu trente ans après, París: La Découverte, p. 45 (sin cursivas en el original). 27. Ibíd., p. 47. 28. Del cual existe una versión en inglés: Boyer, R. (2014), “Change and not only reproduction: Pierre Bourdieu’s economic anthropology and Regulation theory”, en: Christoforou, A. & Lainé, M. (eds.), Re-Thinking Economics: Exploring the Work of Pierre Bourdieu, Nueva York: Routledge.
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Bourdieu a todas las ciencias sociales, particularmente a la ciencia económica y, de esta forma, contribuir a su unificación. Principalmente en una región del planeta, América Latina, donde la influencia de la economía neoclásica es predominante, tanto en la formación y ejercicio profesional de los economistas, como en la formulación de las políticas económica y social.29 ¿Y qué mejor forma de hacer visible la antropología económica de Pierre Bourdieu que dejando que lo haga un economista? Ocotlán, Jalisco, México. Verano de 2015.
29. Lora, Eduardo & Ñopo, Hugo (2009), La formación de los economistas en América Latina, Banco Interamericano de Desarrollo.
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La antropología económica de Pierre Bourdieu Su contribución al análisis de la economía y el cambio se terminó de imprimir en noviembre de 2015 en los talleres de Ediciones de la Noche Madero 687, Zona Centro, 44100, Guadalajara, Jalisco. El tiraje fue de 500 ejemplares. www.edicionesdelanoche.com
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