La antigua Virgen de la Concepción. Iconografía e historia

September 12, 2017 | Autor: C. Rodríguez Morales | Categoría: ARTES PLÁSTICAS, ESCULTURA, Iconografia Cristiana, Religiosidad Popular
Share Embed


Descripción

la ant ig ua v i rgen d e la con ce pción iconografía e historia Carlos Rodríguez Morales

A mi abuelo, Veremundo Morales Cruz

protagonista durante tres siglos del culto mariano en su parroquia, la antigua imagen de la Virgen de la Concepción quedó relegada tras la entronización de la Inmaculada de Fernando Estévez en 1847. Aunque ahora es casi una pieza desconocida, fue objeto de la devoción de sus feligreses y cofrades, tuvo una notable presencia en la vida litúrgica y festiva de la Ciudad, atesoró vestidos, joyas y alhajas y, además, sirvió de modelo para otras representaciones artísticas. Debió ser la primera efigie de talla que bajo el título de la Concepción se veneró en la parroquia y figura por primera vez en sus inventarios en 1541, pues debe corresponder con la donada por Isabel Ramírez, quien su testamento otorgado en 1544 impuso a perpetuidad la celebración de la fiesta de la Inmaculada Concepción e hizo constar que en el «altar mayor tengo puesta una ymagen de la dicha advocación»1. Esta antigüedad ha demandado a lo largo de los siglos intervenciones sanadoras, cuando no reformas, que imponen cautela al valorar su estado primitivo2. El cronista Juan Núñez de la Peña recogió en 1676 la tradición de que esta imagen fue una «de las que en España se hicieron a petición

1 Archivo Histórico Provincial de Santa Cruz de Tenerife (en adelante ahpt): Protocolo notarial (en adelante Pn) 100 [escribanía de Mateo de Heredia], ff. 217-223. Nada sabemos sobre la procedencia de la imagen, si bien la tradición sugiere su factura sevillana. 2 Entre 1650 y 1659 —según Moure, en 1655— está documentada la intervención del pintor Gaspar de Quevedo, a quien se abonaron trescientos reales por «adereçar el rostro de Nuestra Señora que tenía unas rajaduras». Archivo Parroquial de Nuestra Señora de la Concepción. La Laguna (en adelante apc): «Libro iv de fábrica», f. 77v.

41

del Santo Rey Don Fernando, quando los Ángeles hicieron la de Nuestra Señora de los Reyes de Sevilla»3. Aquí radica la idea de que inicialmente la Virgen estaba sentada, como su supuesto modelo, posibilidad que no descartamos. La imagen se muestra ahora de pie, con el Niño en su brazo izquierdo y sin vestidos, dejando a la vista su estructura en madera compuesta por un torso macizo, brazos articulables y una amplia falda de madera ahuecada que deja ver en su zona posterior lo que Moure calificó como «vestigios» de su primera postura4: restos de un armazón debastado con menor esmero, que desde el talle no alcanza la altura de las rodillas y que podría corresponder con la zona donde se acoplaría un hipotético asiento. Otros detalles invitan a considerar la veracidad de la tradición: la frontalidad de la Virgen y el Niño y la semejanza de la talla del Infante respecto a la sevillana, con la mano derecha elevada en actitud de bendecir y la izquierda dispuesta para sostener un pajarillo en este caso. Ha de valorarse también que Núñez de la Peña planteó en los años setenta del siglo xvii la factura fernandina de la efigie sin destacar que entonces ya no estuviera sedente. Dejando al margen esta cuestión todavía imprecisa, la iconografía de la imagen no responde al prototipo de Inmaculada que alcanzó durante el barroco su máxima difusión. Así lo avala la presencia inicial del Niño «en los brazos» de la Madre, como figura en el inventario de 15415. Y no sería el único ejemplo insular, pues en el siglo xvi la titular de la parroquia de Nuestra Señora de la Concepción de La Orotava era también una imagen de bulto «con su Niño Jesús en brazos»6, y en la parroquia homónima del 3

Juan Núñez de la Peña, Conquista y antigüedades de las siete islas de Canaria y su descripción. [Imprenta Real Madrid, 1676] Edición facsímil, Las Palmas, 1994, p. 320. José Rodríguez Moure: Historia de la parroquia Matriz de Nuestra Señora de la Concepción. La Laguna, 1915, p. 213. 5 Idem: Guía histórica de La Laguna. La Laguna, 1935, p. 104. Un inventario realizado en 1585 menciona «una ymagen de Nuestra Señora de la Concepción de bulto grande que es la prensipal del altar mayor y tiene Nuestra Señora y el Niño Jhezus con sus coronas de plata y la corona del Niño están quebrada e no entera». apc: «Libro ii de cuentas de fábrica», f. 3v. 6 Manuel Rodríguez Mesa: «Imágenes del siglo xvi en la antigua Iglesia de la Concepción de La Orotava», en Homenaje a Alfonso Trujillo. Santa Cruz de Tenerife, t. i, p. 811. 4

42

Realejo Bajo presidió a partir de 1558 una escultura que tampoco parece ajustarse a aquel arquetipo tan difundido luego7. La efigie capitalizaría desde su entronización el culto mariano en el templo, pues su condición escultórica y la capacidad de recibir vestidos y alhajas se adaptaban mejor a los usos devocionales que comenzaban a hacer fortuna en el ámbito hispano8. Estamos de esta forma ante uno de los referentes más tempranos de imagen vestidera conservados en Canarias9, pues ya aquel inventario recogía la nómina de alhajas y ropas de la Virgen10. Pero las relaciones más antigua que conservamos sobre el ropero mariano corresponden a 1585 e incluyen sayas, mangas, ropillas, mantos, gorjales, saboyanas, cuellos de Holanda, puños, delantales o cofias con las que se ataviaba a la Virgen según la moda femenina de la época. De hecho, algunas de estas piezas eran donadas por devotas, como la «toca usada que dio Isabel Núñez» o la «saya de terciopelado guarnecida con passamanos negros y aualorios» que le ofreció Beatriz de Rojas; incluso en alguna ocasión se vendieron a señoras piezas de la imagen, como «media saya con sus mangas de teritaña azul y un corpiño que se vendió a la mujer de [Marcos de] Yepa». En dos arcas de pino se guardaban también piezas para el vestuario del Niño, como «tres gorritas, una azul, otra colorada y otra canelada», «dos pares de sapaticos y unos borseguíes colorados y unas medias» o «un vestido asul de tafetán con calsones, sayo, capa y calsillas del Niño Jesús». Y ya entonces la Virgen comenzaba a atesorar joyas, como el rosario de vidrio de colores donado por Beatriz de Rojas, «un Cristo de oro con tres perlas» o «siete

7

Guillermo Camacho Pérez-Galdós: La Iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Concepción del Realejo de Abajo. La Iglesia de Santiago del Realejo Alto. Los Realejos, 1983, p. 16. 8 En el inventario de 1541 quedó recogida la relación de las ropas de la Virgen, pero lamentablemente no se conserva el Libro i de fábrica que lo contenía. Cfr. José Rodríguez Moure: Historia de la parroquia..., ob. cit., p. 213. 9 En La Laguna, además de ésta que estudiamos, otras dos efigies de principios del siglo xvi fueron concebidas para soportar ropajes: las titulares de la Iglesia de los Remedios y de la Ermita de Gracia. Cfr. Jesús Pérez Morera: «La indumentaria de la Reina del Cielo. Los roperos y joyeros de la Virgen de los Remedios y de Nuestra Señora del Carmen», en Imágenes de fe. La Laguna, 2000, p. 15. 10 José Rodríguez Moure: Guía histórica..., ob. cit., p. 104.

43

dozenas y media de perlas entre chiquitas y grandes»11. De forma extraordinaria, el Cabildo destinó en 1697 trescientos reales «para un bestido decente para salir en procesión»12. Entre los devotos benefactores de la Virgen destaca el clérigo Juan Manuel Suárez, bautizado en la Iglesia de la Concepción en 1568, licenciado y doctorado en la Universidad de Sevilla, en cuya catedral fraguó una sólida carrera eclesiástica: fue coadjutor de ración, racionero y finalmente canónigo hasta su muerte en 1634. Alcanzó así una acomodada posición que le permitió remitir hasta Tenerife diversas limosnas para la Virgen de la Concepción por propia iniciativa y como intermediario de la fábrica parroquial o de otros devotos13. En 1604 y por encargo del mayordomo envió «seis doseles de tafetán encarnado y amarillo que costaron quarenta y sinco mil maravedís»14. Un año después adquirió «vara y media de tela fina de oro para un cielo de las andas de Nuestra Señora de la Concepción», para el que también envió cuatro varas de fleco15. Y en 1615 envió «una ropilla y saya de raso blanco prensado guarnesido de passamanos de oro y plata y assimismo un manto de tafetán azul llano» para la misma imagen, en esta ocasión cumpliendo la disposición testamentaria del grancanario Pedro de Betancor, del que había quedado como albacea16. Pensamos que a través de estos encargos llegaron a la Isla modelos sevillanos en lo que al ajuar y las costumbres procesionales concierne. Así, estas andas de palio nos traen a la mente las peculiares andas de tumbilla de la Virgen de los Reyes.

11 apc: 12

«Libro ii de cuentas de fábrica», ff. 3r y siguientes. Archivo Municipal de La Laguna (en adelante amll): Oficio i, «Libro xxiii de Actas capitulares», ff. 30r-30v. 13 Sobre la biografía de Juan Manuel Suárez nos hemos ocupado en trabajos anteriores, a los que remitimos: «La Virgen de los Reyes en las Islas Canarias», en Boletín de las Cofradías de Sevilla, nº 498. Sevilla, agosto de 2004; «Arte y comercio sevillano en La Laguna (1575-1635)», en XIV Coloquio de Historia Canario-Americana (2000). Las Palmas de Gran Canaria, 2002, pp. 14721481; y «Canarias en la Sevilla del Barroco. Juan Manuel Suárez (1568-1634) y su legado artístico para la Concepción de La Laguna», en Aislados, xv [suplemento del diario El Mundo]. Santa Cruz de Tenerife, 7/9/2001. 14 ahpt: Pn 1.518 [escribanía de Agustín de Escobar], 31/5/1604, ff. 73r-74r. El descargo figura en las cuentas parroquiales de 1605. apc: «Libro ii de cuentas de fábrica», f. 134v. 15 apc: «Libro ii de cuentas de fábrica», f. 132v-133r. 16 ahpt: Pn 474 [escribanía de Jerónimo Boza de Lima], 17/6/1615, ff. 439v-440r.

44

Cuando en 1605, en su visita a la parroquia matriz de La Laguna, el obispo Martínez de Ceniceros ordenó la realización de unas nuevas andas «buenas y doradas» para la Virgen, dispuso también que «el cielo no será de palo por excusar el peso sino servirá el de tela de oro que está hecho»17. Entre 1661 y 1665 el escultor Antonio de Orbarán realizó otras andas de madera dorada, acrecentando sus pilares poco tiempo después18. En aquel período se gastaron cincuenta reales en «guarnisión de oro para el tumbadillo»19. A pesar de las reformas, el paso seguía siendo «de palio» pues en 1681 el mayordomo de la Cofradía presentó el descargo correspondiente al «sielo de las andas de Nuestra Señora de quatro baras de lama [...] y lo restante de la guarnissión de plata entrefina y olandilla para aforrarlo y tafetán», además del costo de la hechura de su bastidor de madera20. Entre 1747 y 1752 se hizo el cielo forrado de plata21 y en 1752 se inventariaron por primera vez «unas andas de plata con sus varales, perillas y texadillo», además de un sol y una luna de plata sobredorados22. El autor de estas piezas pudo ser el maestro Antonio Villavicencio, pues poco después —entre 1752 y 1755— hizo una nueva corona de plata sobredorada con piedras preciosas para la Virgen de la Concepción23. veras efigies: grabados y pinturas La devoción popular a ciertas imágenes sagradas determinó la proliferación de reproducciones artísticas destinadas principalmente al culto doméstico. Son cuadros y estampas que repre17

apc: «Libro ii de cuentas de fábrica», ff. 141-143v. Por cielo debemos entender el techo del palio, ajustándose a la terminología que entonces se usaba para las camas en las que correspondía a «la parte superior de la colgadura [...] que sirve como de techo para cubrirla, y se pone sobre cuatro pilares», según el Diccionario de Autoridades. 18 apc: «Libro i de la Cofradía de Nuestra Señora de la Concepción», ff. 60r y 67v. 19 Idem, f. 60. 20 Idem, f. 79. 21 apc: «Libro ii de la Cofradía de Nuestra Señora de la Concepción», f. 75. 22 Idem, f. 80v-81. 23 Idem, f. 106v. De este platero están documentadas las andas de la Virgen de la Soledad de la parroquia matriz de Santa Cruz de Tenerife y las de la Virgen del Rosario del convento dominico de la misma ciudad. Cfr. Jesús Hernández Perera: Orfebrería de Canarias. Madrid, 1955, pp. 465-469.

45

sentan sobre todo esculturas, revestidas y enjoyadas tal y como se las veneraba en sus capillas, altares y camarines, por lo que reciben el nombre de veras efigies o verdaderos retratos. En las Islas modelos muy reproducidos han sido la Virgen de Candelaria, la de las Nieves y la del Pino, el Cristo de La Laguna o el de Tacoronte, entre otros. De la antigua Virgen de la Concepción contamos con un repertorio corto pero atractivo3. De acuerdo a una costumbre que ha llegado hasta la actualidad, los cofrades solicitaban limosna con una pequeña alcancía portátil decorada con una imagen de su titular. Es muy posible que las imágenes marianas documentadas en la década de los años cuarenta del siglo xvii en el «cajón» y en la «cajeta de la limosna» correspondiesen con reproducciones de Nuestra Señora de la Concepción24. Pero las veras efigies más antiguas que se han conservado corresponden a los años centrales del siglo xviii y coinciden en la disposición de la Virgen de pie, de cuerpo entero y sin el Niño. Muy interesante es la estampa de la Virgen grabada en 1756 por el mexicano José de Nava en Puebla de los Ángeles25, a partir de un dibujo de Gregorio(?) José Lara, quienes atendieron así el encargo de dos laguneros de la parroquia de Arriba: el licenciado Francisco Javier Grashuysen, cura rector de la Catedral de Puebla, y el capitán Matías Grashuysen. La lámina atesora una indulgencia de ciento veinte días a quienes rezaran ante la «Milagrosa Imagen de la Puríssima Concepción que se venera en su Iglesia Parroquial Matriz», concedida por tres prelados novohispanos: el obispo y el obispo auxiliar de Puebla, y el arzobispo de México. Los dos primeros eran canarios; el doctor Domingo Pantaleón Álvarez de Abreu (nacido en Santa Cruz de La Palma en 1683) ocupó desde 1743 la Silla poblana, y a petición suya su sobrino Miguel Anselmo Álvarez de Abreu 24 «Por diez y siete reales que hizo de costo el aderezar la cajeta de la limosna y renobar la ymagen de Nuestra Señora en la cajeta [...] Por sesenta reales que hizo de costo la hechura de una Santa Ymagen que está sobre el cajón y costo de doralla». apc: «Libro i de la Cofradía...», ff. 47r y 51v. 25 Dada a conocer por Manuel A. Fariña González: Canarias-América (16781718). Santa Cruz de Tenerife, 1997, p. 366.

46

(bautizado en la parroquia de la Concepción de La Laguna en 1710) le acompañó a partir de 1749 como obispo auxiliar, con el título de Cisamo26.

nuestra señora de la concepción. Grabado. José de Nava. Puebla de los Ángeles, 1756.

Tal colonia de isleños en la ciudad mexicana justifica esta singular obra en el catálogo de José de Nava (hacia 1735-1817), considerado como «el más conocido y famoso de los grabadores poblanos», quien realizó toda su labor «al amparo de la Iglesia y de la piedad»27. Este retrato de la Virgen de La Laguna ha de contarse entre sus primeros trabajos, aunque no figura reseñado en la bibliografía especializada que hemos podido consultar28. Sin duda, Nava tuvo a

26

Cfr. aavv: Nobiliario de Canarias. La Laguna, 1959, pp. 274-275. Alberto Leduc, Luis Lara y pardo y Carlos Roumagnac: Diccionario de Geografía, Historia y Biografía mexicanas. París-México, 1910. 27 Francisco Pérez Salazar: El grabado en la Ciudad de Puebla de los Ángeles. México, 1933, pp. 37, 44. 28 AAVV: Imprentas, ediciones y grabados de México barroco (Museo Amparo). México, 1995. Manuel Romero de Terreros: Grabados y grabadores en la Nueva España. México, 1948. Agradecemos a D. Jorge Jiménez Rentería, secretario académico del Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (unam) su amabilidad al proporcionarnos copia de las obras consultadas.

47

la vista un retrato de la imagen realizado en la Isla (dibujo, grabado o pintura) que le permitió retratarla con una fidelidad que de otro modo no se explica. Queda abierta entonces la posibilidad de que esa representación sirviese también de modelo al anónimo autor isleño de una vera efigie sobre lienzo conservada en la Catedral de La Laguna que se ajusta a la propuesta compositiva del grabado. En ambos casos la Virgen viste saya, escapulario, mangas, puños y manto, lleva su pelo suelto sobre la espalda y ligeramente le cae sobre los hombros; porta un pequeño ramito de flores en su mano derecha y desde el pecho descienden varias madejas de perlas prendidas con joyas formando un dibujo simétrico. La imagen ciñe corona imperial y está entronizada en sus andas de baldquino recién estrenadas, sostenidas por cuatro pilares rematados por perillas, y en su cartera frontal se distinguen las armas reales. Un sol —sobredorado a juzgar por la pintura— sirve de aureola a la Virgen, del que penden seis cabezas de querubines alados. El cielo de las andas está bordeado de campanillas y en su parte central cuelga una paloma. El atuendo y la disposición de la imagen mariana en estas dos representaciones coinciden con la situada en la parte superior de la tabla de indulgencias realizada en 175729, aunque su ejecución es más pobre que la de la vera efigie de la Catedral. Su autor —tal vez, Miguel Bermejo30— prescindió de las andas y el sol, y retrató a la Virgen dentro de una hornacina y sobre una gran base plateada decorada por las armas imperiales, para enfatizar la vinculación de Carlos v con la Cofradía. En la decoración de este escenario —quizá basado en el trono que se armaba en las festividades— se advierten ya detalles rococós. Finalmente, tenemos noticia de la existencia de unas estampas de la Virgen distribuidas por su Cofradía, entre cuyos bienes figuran inventariados en 1794 «una lámina grande de cobre que sirve de estampón para imprimir estampas de Nuestra Señora» y «ocho estamponsitos pequeños para lo mismo»31. Es muy probable que fueran obra de Mi-

29

apc: «Libro ii de cuentas de la Cofradía de Nuestra Señora de la Concepción», f. 163r. 30 Carlos Rodríguez Morales: «La Virgen de los Reyes...» art. cit. 31 Archivo Histórico Diocesano de San Cristóbal de La Laguna (en adelante ahdll): Documentación organizada por pueblos, caja 14, documento 9.

48

guel Bermejo, a quien en los años cincuenta del siglo xviii se encargó la realización de «un estampón»32. Suyo debe ser el grabado al buril que muestra a la Virgen en un formato de tres cuartos, de líneas sencillas, con su atuendo habitual, coronada y con aureola de doce estrellas33.

nuestra señora de la concepción. Grabado al buril. Miguel Rodríguez Bermejo. La Laguna, mediados del siglo xviii.

Estas veras efigies demuestran que ya por esas fechas se había prescindido de la presencia del Niño Jesús que inicialmente portaba la Virgen. Entre los feligreses se extendió su fama de abogado en partos y enfermedades, de forma que fue conocido como el Niño partero o parterito «a causa de que había devoción de las mujeres de tenerlo en sus casas en el último tiempo de sus embarazos»34. Tal es así que el cronista José Antonio de Anchieta refiere

32

apc: «Libro ii de cuentas de la Cofradía de Nuestra Señora de la Concepción», ff. 116v y sig. 33 La estampa —en concreto un ejemplar conservado en el Fondo Anselmo J. Benítez de la Biblioteca Municipal de Santa Cruz de Tenerife— y esta propuesta de atribución han sido divulgadas recientemente por Carlos Gaviño de Franchy en la edición a su cuidado de Antecedentes, creación y comienzos de la Diócesis de San Cristóbal de La Laguna, de Miguel Ángel Navarro Mederos (Islas Canarias, 2004, p. 252). 34 Cit. Gerardo Fuentes Pérez, «Canarias y el nombre mariano de la Antigua», en Actas del IX Coloquio de Historia Canario Americana (1990). Las Palmas, 1993, p. 1.278.

49

que «estuvo quasi siete años perdido»35. En 1772 sabemos que se concedió licencia a Isidoro Paroi para fabricar retablo donde colocar «al Niño Jesús que trajo en sus brazos Nuestra Señora de la Concepción» motivado «por su devoción y salud que consiguió en su enfermedad que tuvo»36, lo que al parecer no llegó a realizarse. Tras la entronización en el altar mayor de la Inmaculada de Estévez, la antigua imagen ocupó la hornacina central del retablo de San Bartolomé y volvió a sostener al Infante37. festividades, alegrías y rogativas Como patrona de la parroquia, la Virgen de la Concepción atrajo el fervor de sus feligreses y gozó de cierto protagonismo en la vida religiosa de la ciudad. Su cofradía canalizó en buena medida las inquietudes piadosas de sus devotos y asumió la celebración de sus festividades principales38. La del 8 de diciembre consistía en misa solemne y procesión vespertina por las calles de las dos feligresías de la Ciudad, entrando la Virgen en los dos conventos de religiosas de clausura39. Los días posteriores se celebraba la octava, y el día 15 por la tarde después de vísperas la imagen salía en procesión alrededor de la Plaza de la Pila seca. Además, la solemnidad de la Asunción el 15 de agosto se celebraba también en su honor, y con este motivo quedaba 35

Cit. Manuel Hernández González, La religiosidad popular en Tenerife durante el siglo XVIII. La Laguna, 1990, p. 40. 36 ahdll: Documentación organizada por pueblos 14, documento 3. 37 Así lo evidencia alguna vieja fotografía, pero también un apunte de Rodríguez Moure al margen de una visita efectuada en 1735: «El Niño que trajo la Virgen antigua de Concepción y que estaba en lo bajo del altar de Santa Lucía es el que tiene hoy la Virgen en los brazos». apc: «Libro de visitas y mandatos», f. 3v. La identificación del Niño Jesús de plomo con el Parterito, planteada en el catálogo de la exposición Res Gloriam Decorant, es por todo lo expuesto incorrecta. 38 Véase el artículo dedicado a esta corporación por Manuel Jesús Hernández González en este mismo libro. 39 Ocasionalmente participaban en el cortejo doncellas huérfanas beneficiadas con dotes costeadas a través de fundaciones y obras pías por devotas como Isabel Suárez Jordán o Ana de Escobar y Aranda. ahpt: Pn 98 [escribanía de Mateo de Heredia], f. 237r; y Pn 1.094 [escribanía de Antonio Calderón y Oquendo], ff. 321v-329r.

50

entronizada en el altar mayor. En años alternos, cuando por turno correpondía a su parroquia, la Virgen tomaba parte en la solemne procesión de Corpus Christi precedida sólo por la imagen del Niño Jesús. Pero la Virgen de la Concepción no sólo tuvo protagonismo en estas ocasiones previstas en el calendario liturgico. Tanto en momentos adversos como en tiempo de alegría los fieles recurrieron a sus imágenes de devoción para dar gracias o para implorar ayuda; en el caso de La Laguna, la presencia de la Titular de la parroquia de la Villa de Arriba fue muy inferior a la de la Virgen de los Remedios, la devoción mariana local más sobresaliente al menos desde finales del siglo xvii y durante la centuria siguiente40. No obstante, contamos con algunas referencias que señalan la participación de Nuestra Señora de la Concepión en algunas rogativas, como las celebradas en mayo de 1734 debido a la falta de agua41, en 1757 «por la zigarra que se ha entrado y venido de Berbería y también por la falta de agua y riguroso tiempo de seca»42, o en 1779 de nuevo por la sequía43. Buenas noticias de diverso tipo motivaron también la celebración de regocijos y solemnidades ante la Virgen. En noviembre de 1696 el Cabildo recibió comunicación sobre la mejoría de la salud del Rey, por lo que se acordó hacer demostración de alegría y agradecimiento; valorando la proximidad del día de la Pura y Limpia Concepción en su parroquia, decidieron hacer «fiesta a la Madre de Dios en hacimiento de gracias con misa y sermón y que se ponga patente el Señor Sacramentado todo el día y que a la tarde se haga procesión general con la Madre de Dios y que la bíspera a la noche se pongan luminarias en las ventanas y para la procesión se barran y enrramen las calles y cuelguen las ventanas y

40

Cfr. Carlos Rodríguez Morales: «Calamidades y regocijos. El Cabildo de Tenerife y las devociones populares (siglos xvii y xviii)», en Memoria Ecclesiae, xx [Actas del xvi Congreso de la Asociación de Archiveros de la Iglesia en España, Zaragoza, 2000]. Oviedo, 2002, pp. 155-163. 41 ahdll: Fondo Santo Domingo, sig. 157, «Libro de Antigüedades de la parroquia de Nuestra Señora de los Remedios», f. 55r. 42 Idem: f. 337r. 43 apc: «Libro iv de fiestas», f. 181v.

51

se pregone con tiempo»44. La agregación de su Cofradía a la de la Purísima Concepción de la Basílica de San Lorenzo in Damaso de Roma fue celebrada con una función el 15 de agosto de 1757, y con la quema de barriles y voladores la víspera por la noche45. Diversos pronunciaminentos conciliares y pontificios a favor de la devoción concepcionista previos al Dogma fueron también celebrados en La Laguna. El Cabildo de la Isla acordó el 4 de enero de 1627 realizar voto y juramento «defendiendo la limpieza de la Virgen María Nuestra Señora y el auer sido concebida sin pecado original», señalando para su celebración el día de Corpus Christi de ese mismo año «haciendo fiestas en continuación [...] hasta su octaua celebrándolas con la mayor autoridad y decencia que se pueda». Los capitulares tinerfeños seguían así el ejemplo del Rey, su Casa, sus reinos «y en particular de todas las ciudades de España»46, a la zaga del obispo canariense fray Juan de Guzmán, franciscano47. Apenas unos días más tarde se planteó la posibilidad de adelantar el voto pues el prelado estaba a punto de abandonar la Isla para tomar posesión de su nueva sede, en Tarragona48; pero los regidores optaron por mantener la fecha prevista, cuando finalmente se celebró aunque carecemos de informaciones detalladas. En junio de ese mismo año el Cabildo decidió librar doscientos reales para atender a los gastos extraordinarios de la fiesta, entre ellos la predicación de seis sermones «por personas doctas» en los que sin duda se ensalzó la concepción inmaculada de María49. Dos años más tarde de este compromiso civil los beneficiados y el «estado eclesiástico» de La Laguna —es decir, el clero secular de la Ciudad— formularon un nuevo voto y juramento a la pureza de María que en su texto evidencia la repercusión de los

44 45

amll: Oficio i, «Libro xxxiii de Actas capitulares», f. 17r. apc: «Libro ii de cuentas de la Cofradía de Nuestra Señora de la Concepción»¸ff. 163r-163v. 46 amll: Oficio i, «Libro xxii de Actas capitulares», ff. 264r-264v. Dio noticia José Miguel Rodríguez Yanes: La Laguna durante el Antiguo Régimen. Desde su fundación hasta finales del siglo XVII. La Laguna, 1997, t. i, vol. ii, p. 1.032. 47 Fray José de Sosa: Topografía de la Isla Afortunada de Canaria. Las Palmas de Gran Canaria, 1994, p. 245. 48 amll: Oficio i, «Libro xxii de Actas capitulares», f. 277r. 49 Idem, f. 300v.

52

pronunciamientos papales y cuyo interés nos ha animado a incluir su transcripción como anexo a este trabajo. El acto tuvo lugar en la iglesia parroquial de la Concepción —«siguiendo las huellas y pisadas de este sagrado templo consagrado a este misterio»— el 29 de junio de 1629 en presencia del vicario Rodrigo Vanende y ante el notario apostólico Juan Díaz Oramas. La nómina de firmantes incluye a los beneficiados y capellanes de la ciudad «entrañablemente aficionados» a la Inmaculada Concepción, quienes desde los púlpitos transmitirían a los fieles esta piadosa creencia50. En 1665 tenemos noticia de la celebración en la parroquia «del eloxio de la Concepción de Nuestra Señora»51, quizá como consecuencia de la constitución Sollicitud Omnium Ecclesiarum promulgada por Alejandro vii en 1661, por la que restauraba la fiesta litúrgica del 8 de diciembre —eliminada del calendario de precepto por Urbano viii aunque en España estuvo vigente desde 1644—, y además definía el verdadero sentido de la palabra «conceptio» y prohibía cualquier discusión contra el común y piadoso sentimiento de la Iglesia52. La Ciudad también festejó la declaración de la Inmaculada Concepción como patrona de España, de las Indias y de todos sus reinos el 8 de noviembre de 1760 por Clemente xiii, a solicitud del rey Carlos iii. Casi un año después —los dos últimos días se septiembre y el 1 de octubre de 1761— la parroquia de la Concepción se convirtió en el escenario de las solemnidades en acción de gracias por este reconocimiento, a las que los beneficiados de la Villa de Arriba convidaron al clero de los Remedios ofreciéndoles el altar y pidiéndoles permiso para que la procesión se extendiese por su distrito. Conocemos con cierto detalle el desarrollo de los actos gracias a la relación redactada por Lorenzo Nicolás Arauz y Lordelo, beneficiado mayor de los Remedios; así sabemos que el 29 de septiembre los clérigos de la Concepción recibieron en la calle a sus 50

ahdll: Fondo Santo Domingo, sig. 157, «Libro de Antigüedades de la parroquia de Nuestra Señora de los Remedios», ff. 75v-76r. 51 apc: «Libro iii de fábrica», f. 128r. 52 Cfr. Carlos María López-Fe y Figueroa: «Sine labe concepta. De una Piadosa creencia al Dogma», en Inmaculada. 150 años de la Proclamación del Dogma. Sevilla, 2004, pp. 41-85.

53

compañeros de Abajo «y después de un decente refresco se cantaron completas expuesto el Santísimo Sacramento y se concluyó con la procesión de Su Majestad sacramentada por dentro de la yglesia». Al día siguiente, después de la tercia se hizo procesión claustral de gracias con el Santísimo entonándose el Te Deum y seguidamente se ofició misa votiva de Nuestra Señora con asistencia del Cabildo. La lluvia vespertina obligó a posponer la procesión de la Virgen para el primer día de octubre; al llegar a la Plaza de los Remedios se «dispararon muchos fuegos» a costa de su feligresía, y luego «bajó a los dos conventos de religiosas hasta subir por la Calle Real hasta su parroquia»53. Tanto la torre de la Concepción como la de los Remedios se engalanaron con luminarias, las campanas repicaron las tres noches anteriores, hubo fuegos y se quemaron barriles54. Seis años después, el 1 de diciembre de 1767, la parroquia acogió la celebración de una función religiosa extraordinaria «con motivo de haber salido el privilegio de que se añadiese el Mater Inmaculata en la letanía lauretana y que se rezase de Concepción en los sábados no impedidos». Fue la última celebración extraordinaria de tono inmaculista protagonizada por la antigua imagen de Nuestra Señora de la Concepción. Cuando en 1854 se proclamó el Dogma ya presidía el templo la tallada por Fernando Estévez.

53

Lorenzo Nicolás Arauz y Lordelo: Fiesta en la Parroquia de la Concepción con la asistencia de esta Yglesia por el patronato general de España; manuscrito contenido en el «Libro de Antigüedades de la parroquia de Nuestra Señora de los Remedios» (ahdll: Fondo Santo Domingo, sig. 157, ff. 338r-338v). 54 apc: «Libro ii de cuentas de la Cofradía de Nuestra Señora de la Concepción». f. 165v.

54

anexo documental Archivo Histórico Diocesano de San Cristóbal de La Laguna: Fondo Santo Domingo, «Libro de Antigüedades de la parroquia de Nuestra Señora de los Remedios» (sign. 157), ff. 75v-76r. La Laguna, 29 de junio de 1629

«Voto y juramento de los Benerables Beneficiados a la Pureza de la Virgen María Nuestra Señora concebida sin mancha ni sombra de la culpa original desde el primer instante de su santísimo ser. O Reyna de los cielos y de la tierra, los beneficiados con todo el estado eclesiástico desta Ciudad de La Laguna, tus indignos discípulos cuya maestra fuiste, O Señora después que tu Hijo subió al cielo por quien emos reciuido la fee y doctrina de la Yglesia, humillados ante tu real magestad agradecidos (O Emperatriz de los cielos) a los beneficios que de tu mano reciuimos, y a tu Inmaculada Concepción deuota y entrañablemente aficionados, obrada en las entrañas de la bienaventurada Santa Ana patrona destas yslas fortunadas, instruidos de las sagradas letras y de los sagrados concilios, particularmente el Tridentino y de los summos pontífices romanos y en especial de la beatitud de Paulo quinto y de Gregorio decimoquinto, por la diuina prouidencia papas amplificadores de tu concepción, y de los santos padres de nuestra Santa Yglesia Cathedral y su prelado, y siguiendo las huellas y pisadas de este sagrado templo consagrado a este misterio, y en este día para nosotros tan festivo y tan alegre: confesamos que tú, Madre de Dios, en el primer instante de tu concepción, por los méritos de Christo, Hijo tuyo e Hijo de Dios, y apreuistos de su alta eternidad, auer sido preseruada del pecado orogonal, y protestamos a Dios y a tu Hijo, que en este parecer de tu preseuación de la primera culpa, tan asentados días a, por diuina inspiración en nuestros coraçones, que perseverará constantemente en nuestros ánimos hasta el último punto de la vida y nuestra Santa Madre Yglesia no determinare lo contrario, esto con la ayuda de Dios Nuestro Señor tendremos en público, esto tendremos en secreto, esto tendremos en quanto nos fuere posible y lo persuadiremos a los que estuvieren a nuestar quenta y cargo; assí lo votamos, assí lo prometemos, assí lo juramos; la qual sentencia, voto y juramento hazemos a los pies de nuestro santísimo señor Urbano Papa octauo inclinados para que se digne de

55

echarle su apostólica y santa bendición; tú pues, dichosa y summamente felice que ab inicio y antes de los siglos del mismo Dios fuiste escogida y preseruada, Virgen benditíssima aumenta la paz y felicidad de la Yglesia y de su cabeça nuestro santísimo señor Urbano Papa y de nuestro Cathólico Rey Philipo quarto tan deuoto y aficionado de tu limpia concepción, dales vida larga y próspero y quieto gouierno, y a todos nosotros, O digna de alabança, concédenos detestación de pecados, pureça de consiencias para el servicio que te hacemos confesándote de toda voluntad pura y sin pecado. En veinte y nueve de mil seiscientos y ueinte y siete años».

56

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.