Jugar a lo seguro

May 23, 2017 | Autor: Emiliano Ortega | Categoría: Artes visuales
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Descripción

Jugar a lo seguro

Extracto de Bitácora Emiliano Ortega Sintonizo la radio, suena hip hop. Documento el flujo de colores en una vieja televisión con cinescopio, la imagen salta de arriba a abajo descalibrada. Una lupa, confeccionada con una botella de refresco aplastada llena de agua, muestra un retorcido patrón fluctuante de líneas CMYK. Pulsa mientras sintonizo otra cosa en la radio. [Ruido gris, noticias, la locutora advierte: Se encuentra atento a las posibles reacciones que podrían generarse en ese estado, ruido gris de nuevo, los primeros compases de cruz de navajas de mecano] Docenas de botellas de refresco vacías documentan el intercambio de fluidos con mi propio cuerpo, ellas son el vacío consumista que he ido acumulando, parece sorprendente pero en menos de 6 meses su volumen es mayor al de mi propio cuerpo. Apiladas frente a cinco monitores son bañadas por el flujo de electrones que emiten los consorcios televisivos, ellas son mi fantasma. Reacomodo, dejo un tablero de pequeños monitores al fondo y con las restantes, más grandes de tamaño, acomodo una larga mesa, sobre la cual suspendo botellas de refresco llenas de agua. Bajo ellas y sobre los monitores armo un espacio de juegos con dados, pirámides, exaedros, octaedros, decaedros, dodecaedros, soldaditos de plástico grises, verdes y caquis, imanes. Sintonizo las bases en diversos canales simultáneamente, ahora el tablero es una representación de las luchas por el espacio mental.

Asigno a cada superficie una función, en unas sólo se muestra estática, otras están sintonizadas con los canales que se pueden ver al aire, el resultado se me figura como un cajón de arena, aquí es donde voy a cifrar mi estrategia, ya siento los efectos del reacomodo en mi propia conciencia, ya no veo igual al espacio ni a los objetos. --------------------------------------------------------------------------------------------------------La cacofonía producida por diversas clases de ruido y superposición de canales comerciales domina demasiado y los juegos aleatorios entre dados y soldaditos se revelan insuficientes como agentes. Reconfiguro el espacio, lo horizontal deja paso a lo vertical. Las televisiones se apilan una sobre otra, ahora son un tótem de canales comerciales. Invito a un grupo de amigos a reunirse en torno, es interesante ver como inmediatamente toman posturas en contra de lo que ven, es un reto tácito el colocar a gente presumidamente intelectual frente a un altar televisivo. Les dejo hacer lo que deseen, algunos posan para la cámara, otros toman un par de chacos y realizan una especie de catas retando a los monitores, otros más parodian una oración postrada. El efecto de los monitores es demasiado invasivo, pronto es el centro de la atención.

Tomo uno de los monitores y lo coloco sobre un par de sillas plegables. Su monitor queda así a la altura de la cintura. Quiero probar en él las diferentes combinaciones magnéticas sobre el plano bidimensional. Empiezo solamente con tres, pero no estoy satisfecho. Voy colocando los imanes de tres en tres, a veces de cuatro en cuatro, polaridades iguales, polaridades diferentes. Es un reto dejarles fijos, giran sin control si son empujados por la fuerza de sus pares. A mayor cantidad de magnetos, mayor número de líneas sobre la estática. Gigante, ave, líneas del I-ching, iguanas dan paso a combinaciones meramente magnéticas. Es placentero poder ver las fuerzas ocultas de la naturaleza, además de que el poder modificarlas me otorga una sensación de placer. Definitivamente considero esto una forma de dibujo.

Me arrodillo frente a un montón de televisiones acomodadas como una barricada. He formado una base triangular con tres de ellas y otra más corona esta especie de pirámide, a cada una de ellas le asigné un canal, una frecuencia, marrón, gris, no lo sé, suena una voz repetitiva, habla sobre algo del trabajo. A veces llevo una máscara metálica con la forma de una calavera mientras intento formar una torre helicoidal de libros. Los títulos afectan el espacio, cada uno porta un significado distinto, pero no hago distinción entre ellos, utilizo todos los que tengo. Mi objetivo es alcanzar el techo y contrastar

La torre cae varias veces antes de que decida hacer dos. Es la labor de un día el colocar todos y cada uno de los libros en la posición correcta para que tengan la torsión de una columna salomónica, además debo de tener cuidad y colocar los libros más pesados en la base de cada columna para que no las venza el peso, sin embargo es inútil, pues las columnas caen una y otra vez. Quizá es una alegoría de la inutilidad de querer alcanzar el cielo a través del conocimiento. He de recomenzar, pero con un nuevo enfoque.

Hay dos monitores más, uno de computadora y otro más de televisor, ambos son pequeños, están apoyados sobre sus cinescopios y miran hacia arriba sus pantallas. Sobre ellos hay pequeños imanes chinos contra el estrés, distorsionan la imagen y deflectan los colores, la computadora tiene un matiz delicado, apenas perceptible a la luz del día, en cambio la televisión muestra patrones magnéticos claramente perceptibles. Permanezco ahí un par de minutos. Me incorporo. Busco un efecto al deambular, vuelvo al punto de partida. Tomo un par de pesas y hago ejercicio, repeticiones, flexiones, nada sucede. Coloco dos radios de transistores frente a la pila de televisiones, directamente bajo una vieja televisión que tiene la capacidad de migrar a las frecuencias UHF y VHF. Tiene un botón de búsqueda que automáticamente desplaza la frecuencia hasta una longitud de onda determinada. Esta vieja televisión de los 70s me la regalaron. La pantalla se ve predominantemente amarilla y es por eso que los imanes sobre su monitor hacen un atractivo patrón magnético de colores cian, magenta y amarillo, sin embargo, por el momento su atractivo mayor reside en que puedo explorar manualmente diversas longitudes de onda mientras con un par de imanes en la mano intento lograr hacer una interferencia entre los tres aparatos. Muevo las manos entre los aparatos, de un lado a otro, mientras con la otra pulso el botón para migrar de canal. Es el tercer día que lo intento, mi objetivo es lograr que los aparatos se intervengan mutuamente y funcionen como un theremin. Es infructuoso. Logré hacerlo una vez, dejé todo exactamente igual pero al momento de encender la cámara de video para registrarlo ya no fuí capaz de lograrlo, quizá la cámara modificó el entorno.

Limpio el espacio, después del caos, el orden. Los imanes y su efecto sobre los viejos tubos de rayos catódicos me han inspirado una idea cartesiana. Confecciono un ajedrez en donde piezas blancas y negras expresarán distintas polaridades magnéticas. Deseo hacer un análisis magnético de diversas partidas y configuraciones del juego-ciencia a la par que despejo mis dudas acerca del como se perciben los colores provocados por las deflexiones magnéticas. Armo un tablero digital con todas los colores que se dan al combinar los modelos sustractivo y aditivo de la luz, RGB y CMYK. Juego partidas contra mi mismo, aperturas, juego medio y finales. Es hermoso constatar que los dos modelos de color pueden convivir en un mismo espacio, que las cadenas de peones son sólidas cadenas magnéticas. Me he emancipado, he reducido el ruido totalmente, no sé a donde lleve esto, quizá debería jugar enmascarado como Duchamp y reproducir sus partidas, así jugaría a lo seguro.

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