Juegos seductores en los \"relatos reales\" de Javier Cercas

Share Embed


Descripción

JUEGOS SEDUCTORES EN LOS RELATOS “REALES” DE JAVIER CERCAS (Soldados de Salamina, La velocidad de la luz y Anatomía de un instante) Mercedes Juliá Villanova University

“Juegos seductores en los relatos "reales" de Javier Cercas”. La novela histórica española contemporánea: Novedades y transformaciones (del 98 al nuevo milenio). Carmen García de la Rasilla, Editor. Valladolid: Verdelis, 2015. Pp. 57-76. (Sole author).

Los cambios extraordinarios por los que ha pasado la humanidad en los últimos cuarenta años han afectado también la manera de acercarse al pasado y han dado como resultado, entre otras cosas, una apertura de los temas de estudio, así como una revalorización del canon establecido. Esto es, si en épocas anteriores la historia había sido principalmente un medio de dejar constancia de la vida y hechos de los que ocupaban el poder, ahora la primacía reside en aquellos que antes no tuvieron voz en la historia oficial, como los marginados, los presos políticos, las mujeres y los niños (Wilkinson, 82). Más aún, los especialistas están dispuestos a aceptar interpretaciones varias, algunas conflictivas e incluso competitivas de los mismos acontecimientos. La estrecha relación entre historia y literatura que existió en el pasado clásico vuelve a cobrar trascendencia en el nuevo historicismo, al conceder gran importancia al texto escrito para exponer los hechos pretéritos. Los historiadores pueden tomar en la actualidad un evento, una frase, o cualquier elemento que consideren significativo y someterlo a un análisis exhaustivo, con el fin de conocer motivos escondidos que explicarían lo ocurrido. En este sentido, las técnicas de la literatura, o más específicamente, de la poesía, tales como los tropos y los símbolos, han adquirido relevancia para los estudios historiográficos. Pero no sólo las palabras, cualquier objeto concreto o subjetivo (un gesto, un olor, una imagen) es capaz de presentar, como señala Pierre Nora, evidencia histórica y sustituir a la narración lineal de un suceso, exponiendo el sentido del mismo en sus múltiples posibles connotaciones. Esto significa que la historia se presta a lecturas varias, dependiendo de los objetivos y puntos de vista del investigador. Dentro de este vasto marco, la novela histórica ha notado un considerable auge en las últimas décadas, debido principalmente a esta apertura de miras. Coexiste en la actualidad junto a la historia, presentando modelos que sirven para la investigación y el entendimiento del pasado 1. Esto ha producido

1

Para un estudio entre la relación historia/ficción, consúltese la introducción a Las ruinas del

pasado: Aproximaciones a la novela histórica posmoderna, pp. 13-25. 57

una pluralidad de propuestas, sin que exista delimitación valorativa específica. Asimismo, y debido a la tecnología y a los medios de comunicación, existe en la actualidad un enfrentamiento entre el canon literario establecido y otras formas pertenecientes a la cultura no académica (Navajas, 331). En otras palabras, y como han explicado teóricos como Jean François Lyotard, Fredric Jameson y el mismo Gonzalo Navajas entre otros, pierde sentido el concepto de verdad absoluta y se propone como solución un mundo abierto a una compleja y diversa red de interpretaciones y de presentaciones. Además, lo que caracteriza a las novelas de finales del siglo XX y comienzos del XXI es lo que Navajas llama “omnicomprensividad” en el campo de la creación: una diversidad de actitudes culturales compartidas, debido a la globalización y al intercambio de información por medio de la tecnología (“Siglo XXI”, 327). Algunas novelas históricas utilizan una fábula donde los sucesos ocurren en diversos países y en contextos culturales diversos. Un ejemplo de lo anterior sería la novela 2666 (2004), del escritor chileno Roberto Bolaño, que se mueve tanto en países europeos como hispanoamericanos, o las del alemán W. G. Sebald, en Los anillos de Saturno (1995), donde por circunstancias personales el narrador en primera persona, que es el mismo autor ficcionalizado, expone eventos históricos en lugares apartados del planeta. El “dogma” posmodernista que se caracteriza por la ausencia de un sólo dogma, o mejor dicho, por la profusión de dogmas todos ellos aceptables, tiene como peculiaridad la producción de ficciones históricas que ofrecen enfoques muy distintos, a veces fragmentarios, irónicos e inconclusos, sin una perspectiva unificadora de éstos. Esta orientación, dice Nancy Petersen, hace imposible un regreso a la creencia inocente y transparente de la representación histórica, o incluso del realismo (“History”, 984). Asimismo los valores morales y éticos están cambiando tanto y tan rápidamente que empieza a parecer, como ya sugería Scott Fitzgerald en los años veinte del pasado siglo, que no podemos aprender nada del pasado para enfrentarnos al futuro (The Beautiful and Damned, 231). No obstante la historia continúa siendo una de las formas más genuinas de asimilar el comportamiento básico de los seres humanos; de ahí el interés que ha habido y continúa habiendo por esta disciplina. Inmersa en las teorías historiográficas y literarias actuales, la poética de Javier Cercas, al igual que las de Enrique Vila Matas, o Antonio Muñoz Molina, por citar a otros dos autores españoles contemporáneos a Cercas, trata detalles de su vida privada junto a otros asuntos sobre la historia reciente que pueden o no ser verdaderos, creando así una forma de concebir la literatura y la historia que juega con la invención, con hechos sucedidos y conocidos, y con las experiencias propias. Estas novelas resultan muy innovadoras y ambivalentes, ya que logran pertenecer simultáneamente a varios géneros. Así la crónica, la autobiografía, el ensayo, la novela histórica, o incluso la novela imaginaria son géneros intrínsecos en las ficciones de Cercas. Constituyen un ejemplo de lo que Linda Hutcheon ha denominado ficción historiográfica; un género híbrido que participa de las teorías literarias e historiográficas actuales. 58

Dentro de estas nuevas tendencias, la novelística de Javier Cercas ha sorprendido a críticos y lectores por su insistencia en el uso de hechos reales para crear su ficción. Para este autor escribir supone inmiscuir junto a momentos históricos ocurridos en años recientes no sólo sus circunstancias particulares, sino las razones por las que quiere escribir ese relato, el proceso de la escritura y los problemas que tiene que despejar para conocer los datos que necesita. El asunto de sus novelas es una amalgama de sucesos personales, unidos a hechos históricos que están aún en la memoria colectiva. Asimismo puede apreciarse la fascinación del autor con cómo el entendimiento de los hechos puede recuperarse por medio del azar y de la memoria, aunque ésta sea deficiente. Es lo que Cercas ha dado en llamar “relatos reales”, esto es ciertos asuntos que considera de gran interés, y en los que el autor o conocidos suyos se hallan de alguna forma implicados. Cercas define el relato real en Soldados de Salamina de la siguiente forma: “Decidí también que el libro que iba a escribir no sería una novela, sino sólo un relato real, un relato cosido a la realidad, amasado con hechos y personajes reales, un relato que estaría centrado en el fusilamiento de Sánchez Mazas y en las circunstancias que lo precedieron y lo siguieron” (Soldados, 50). Relato real, novela histórica, autoficción, o crónica, da lo mismo porque como indica José-Carlos Mainer, “cuando la creación literaria y el testimonio real andan tan próximos, el desgaste de uno y otro es inevitable: unas veces, las novelas parecen menos emocionantes que la historia y otras ocurre lo contrario” (Mainer, 87). Algunos críticos, como el mismo Mainer, han hablado de autoficción 2 para referirse a los relatos reales del autor extremeño, aunque en ellos la vida del autor y sus experiencias personales pertenezcan a momentos temporales distintos de los sucesos históricos narrados. Esto es, el contexto histórico de algunas novelas tiene lugar en un pasado que Cercas no presenció; no obstante, aún quedan personas vivas que recuerdan esos sucesos. Así se añade un nivel más de complejidad a la trama, ya que se trata de entrevistar a aquéllos testigos presenciales que, a través de la memoria, puedan aclarar lo que ocurrió. En Soldados de Salamina, por ejemplo, se expone la masacre que sobrevivió Rafael Sánchez Mazas casi al terminar la Guerra Civil española, y cuyo relato el autor encontró absolutamente fascinante cuando lo oyó contar al hijo de Sánchez Mazas durante una entrevista. Cercas rememora en la novela la historia de España de esos años hasta llegar a ese momento en el Collell en el que Rafael Sánchez Mazas, conocido escritor y cofundador de la Falange española, escondido con otros compañeros nacionalistas, es sorprendido por un grupo de milicianos republicanos. Los soldados nacionalistas son fusilados, menos Sánchez Mazas

2

Según Georges Gusdorf, uno de los padres de la autobiografía moderna, la autoficción constituye

un esfuerzo del autor por conservar lo que considera experiencias únicas que no deben desaparecer, pues su presencia es testigo de momentos irremplazables del pasado que necesitan conocerse; y además sabe que su presente es único e irrepetible ("Condiciones", p.10). 59

que logra salir ileso. A Cercas le interesa conocer los detalles de este incidente para escribir la historia, y lo hace entrevistando a personas del lugar que vivieron esos momentos. El proceso de la escritura y los obstáculos que encuentra para conocer los pormenores del suceso entrarán a formar parte del relato. De esta manera el lector participa en la búsqueda de datos concernientes a la fábula y a sus entresijos. No obstante, lo que está en juego en la narrativa del autor extremeño, no es tanto una visión histórica de los hechos, aunque se narran numerosos momentos importantes de la historia de España (en Soldados de Salamina y Anatomía de un instante) y del mundo (La velocidad de la luz); lo que está en juego en la novelística de Cercas, y por lo que consigue atrapar la atención del lector es un momento en particular dentro de la historia relacionado con la esencia del ser humano; de ahí que el lector de Cercas se implique y entusiasme con la trama de la novela y quiera conocer su desenlace. Así en Soldados, Cercas elige una cuestión ontológica y moral que es de gran interés por estar relacionada con la voluntad de vivir o de morir; es el momento cuando casi finalizada la Guerra Civil española en 1939, un soldado republicano ve a Sánchez Mazas escondido en un bosque y decide no matarlo ni denunciarlo, sino que lo deja marchar en libertad. Según le cuenta Rafael Sánchez Ferlosio al periodista Cercas al comienzo de la novela, su padre había sido capturado por las tropas republicanas en el Collell, muy cerca de la frontera francesa: “Hubo un fusilamiento en masa, probablemente caótico. Mi padre,” cuenta Sánchez Ferlosio, conservaba en casa la zamarra y el pantalón con que lo fusilaron, me los enseñó muchas veces, pero las balas sólo le rozaron los pantalones y él aprovechó la confusión del momento para correr a esconderse en el bosque. Desde allí, refugiado en un agujero, oía los ladridos de los perros y los disparos y las voces de los milicianos que lo buscaban. En algún momento mi padre oyó un ruido de ramas a su espalda, se dio la vuelta y vio a un miliciano que le miraba. Entonces se oyó un grito: “¿Está por ahí?”. Mi padre contaba que el miliciano se quedó mirándole unos segundos y que luego, sin dejar de mirarle, gritó: “¡Por aquí no hay nadie!”, dio media vuelta y se fue. (Soldados, 18) La insistente repetición de esta imagen en la novela proporciona interés y un deseo de continuar leyendo, ya que enfrenta a los lectores con un asunto que causa perplejidad: ¿Es esto casualidad?, ¿existe un destino que no se entiende, o hay algunas razones escondidas que expliquen las causas por las que en un momento determinado una persona que iba a morir se salva, mientras que los otros que lo rodean mueren? El encontrar respuestas a estas cuestiones es lo que mueve la fábula hacia su resolución. De ahí que el autor se involucre personalmente e indague en la vida de Sánchez Mazas, en su persona y en sus circunstancias particulares, para entender por qué se encontraba en ese sitio y por qué es él quien logra salir ileso y no otro. Y a la vez insiste en conocer también a la persona que le salvó la vida, para descifrar los móviles que 60

le instaron a dejarlo en libertad. Pero aunque el autor promete esclarecer este hecho desde diversos puntos de vista y reflexiona sobre el papel de la memoria y de la historia en la novela, las incógnitas que presenta son retóricas y sirven principalmente para mantener la atención del lector, ya que el enigma no llega a resolverse porque es en sí un misterio. Así lo expresa el mismo autor ya desde el comienzo del libro: “Yo no dejaba de pensar en Sánchez Mazas. Pronto llegué a una conclusión: cuantas más cosas sabía de él, menos lo entendía; cuanto menos lo entendía más me intrigaba; cuanto más me intrigaba, más cosas quería saber de él” (Soldados, 48-49). En las tres novelas de Javier Cercas que analizo, aparece siempre un leitmotiv que se repite continuamente a lo largo de cada una de ellas para hacer hincapié en ese asunto directamente relacionado con el tema principal de la misma, un misterio que, según Cercas, necesita descifrarse para que la obra tenga sentido. Este asunto ontológico sobre el que se estructuran las novelas de Cercas es su rasgo distintivo y está vinculado de alguna manera al azar y a las circunstancias personales del autor/narrador Cercas. Por ejemplo el haber entrevistado a Sánchez Ferlosio y oír la historia de su padre, lo llevó a pensar en escribir la novela; una entrevista posterior con Roberto Bolaño le ofrece una pista para encontrar al soldado republicano que salvó a Sánchez Mazas, etc. Algo parecido ocurre en La velocidad de la luz, donde la actitud misántropa y enigmática de Rodney, un individuo que ha participado en la guerra del Vietnam y con el que Cercas comparte por unos meses su despacho en la Universidad de Urbana Illinois, se convierte en el argumento principal de esta novela. ¿Qué le pasó a Rodney en Vietnam para que cambiara su personalidad y se transformara en una persona silenciosa, retraída y errática? Esta pregunta constituirá el motor de la trama, y se repetirá en episodios claves del libro. “Hay momentos”, cuenta Rodney en una carta a su padre, “en que de repente todo se acelera y hay una fulguración, un vértigo y una pérdida, la certeza devastadora de que si consiguiéramos viajar más deprisa que la luz veríamos el futuro” (Velocidad, 122). Estas palabras “desquiciadas” de Rodney, como las llama Cercas, dan una idea del cambio ocurrido en la vida del soldado americano a partir de una experiencia en My Khe que lo transformó. “El incidente”, al que se refiere el padre de Rodney, alteró el carácter de su hijo. Así, y aunque el padre de Rodney no sabe qué pasó allí, le comenta a Cercas que “después de este incidente, era. . .como si quien escribiera fuese Rodney y no lo fuese al mismo tiempo” (Velocidad, 117). En Soldados de Salamina y en La velocidad de la luz se crea una trama detectivesca y enrevesada, para conocer la información que respondería a las preguntas principales: Saber por qué se salvó Sánchez Mazas y quién fue el soldado republicano que lo dejó en libertad (Soldados); o conocer qué le pasó a Rodney en My Khe para que cambiara su personalidad (La velocidad). Encontrar estos datos son determinantes para 61

dar fin a las respectivas historias. En ambas, la intriga aumenta a lo largo de la misma, pues, como indica un crítico, para Cercas “es importante explicar y documentar la procedencia de la información que novela. Las pesquisas bibliográficas . . . la cita de fuentes documentales o las entrevistas con testigos autorizados ocupan buena parte de la narración” (Gómez Quiñones, 90). La mayor parte de la trama consiste en un deambular del autor/narrador por distintos antros e incluso países para ver si por una casualidad, (lo que en inglés se llama “serendipity”) logra obtener la información que busca. El lector por consiguiente participa activamente de la creación novelesca, compartiendo las frustraciones del autor para avanzar en su historia, ya que estos datos no son fáciles de conseguir. Tampoco son esenciales para llegar a un conocimiento profundo de los móviles psicológicos de las personas. Son únicamente importantes para que el autor cree una historia bien trabada. Como explica García-Nespereira, el “relato real” juega con su autoreferencialidad para elaborar otro mundo paralelo: “La propiedad de lo “real” encuentra su sentido si se sujeta a los límites que el relato narrado le impone… es real en su realidad propia” (119). En otras palabras, la historia, como la plantea Cercas, esto es, como un enigma, es un juego que no llega a trascender la realidad novelesca. Cercas consigue atrapar al lector haciéndole creer que las pesquisas, o más bien la información que busca, es necesaria para entender la naturaleza humana, pero lo que consigue con ellas es dar consistencia a su relato. En Soldados, por ejemplo los viajes del autor al Collell y las entrevistas con “los amigos del bosque” ofrecen información muy jugosa e importante sobre el funcionamiento de la memoria y cómo ésta no es fiable, puesto que cambia con el tiempo y es diferente para cada una de los testigos presenciales, pero no encierra la clave de lo que anda buscando el autor, que es conocer las razones por las que un soldado republicano casi al final de la guerra civil le perdonaría la vida a otro soldado del bando ganador. O más bien, ya que en la novela las ideologías en última instancia son trascendidas, el por qué una persona, en un momento determinado, está dispuesta a arriesgar su vida para salvar a un desconocido. Las peripecias del autor para comprender este misterio desde el punto de vista de Sánchez Mazas y de los testigos presenciales, y más adelante, desde la perspectiva del soldado republicano que lo dejó ir en libertad, constituyen la médula de la novela. Como se explica también en la obra, existen enormes contradicciones que se tejen en la trama misma para evidenciar precisamente la imposibilidad de descubrir lo que ocurre en el interior del ser humano utilizando esos métodos. Por ejemplo en Soldados, Roberto Bolaño, escritor chileno y amigo, le sugiere a Cercas que se invente al soldado republicano, y que se invente las razones por su actuación, ya que la realidad lo decepcionaría. Cercas contradice los enunciados de Bolaño y se empeña en seguir buscando la verdad de los hechos y así dice: “contra lo que Bolaño había creído hasta entonces. . . yo no era un escritor de verdad, porque de haberlo sido me hubiera importado mucho menos poder hablar con Miralles que terminar el libro. Renunciando a recordarle de nuevo a Bolaño 62

que mi libro no quería ser una novela, sino un relato real” (Soldados, 168). Esto está dicho retóricamente ya que lo que le interesa a Cercas es precisamente terminar la novela. Así la narrativa se construye y deconstruye a un tiempo, mostrando las limitaciones de su planteamiento; ya que, como explica López Quiñones, “una narrativa sobre los medios con que se adquieren conocimientos sobre el pasado también conlleva una reflexión sobre sus límites y carencias” (López Quiñones, 90). En otro momento de Soldados, y durante una entrevista que el Cercas periodista le hace a Roberto Bolaño, éste menciona la palabra héroe al referirse a Salvador Allende, y Cercas aprovecha para preguntarle qué es para él un héroe. Bolaño no sabe definirlo, pero le indica que, “en el comportamiento de un héroe hay casi siempre algo ciego, irracional, instintivo, algo que está en su naturaleza y a lo que no puede escapar […] pero no se puede ser sublime sin interrupción y por eso el héroe sólo lo es excepcionalmente” (Soldados, 146-147). Esta conversación sobre los héroes es esencial para el autor y le incita a seguir buscando al soldado republicano que le salvó la vida al escritor falangista, hasta creer encontrarlo en un geriátrico de Dijon. Antoni Miralles, el supuesto soldado republicano que le salva la vida a Sánchez Mazas se ríe también de Cercas, cuando éste va a visitarlo porque, como le dice, los datos que busca sólo le servirían para terminar su relato; asimismo le confirma que no es él el héroe de esta historia. Dígame una cosa, le pregunta Miralles al autor, “¿Para qué quería encontrar al soldado que salvó a Sánchez Mazas?” Sin dudarlo Cercas contesta: “Para preguntarle qué pensó aquella mañana, en el bosque, después del fusilamiento, cuando le reconoció y le miró a los ojos. Para preguntarle qué vio en sus ojos. Por qué le salvó, por qué no le delató, por qué no le mató” (Soldados, 200). No hay respuestas a estas preguntas, seguramente porque el heroísmo, según se explica también en la novela, es una especie de instinto ciego que en un momento supera a su autor (Soldados, 147). Esto es, los actos trascendentales constituyen un misterio que ni el propio personaje que los ejecuta sabría explicar. La fábula mira este hecho también desde la perspectiva de la persona que se salva, la cual no entiende por qué sigue viviendo mientras otros a su alrededor han muerto por la misma causa. La fuerte sensación de culpabilidad por seguir viviendo mientras que sus compañeros han muerto, y de agradecimiento por no haber muerto igual que sus compañeros, tiene que marcar a esta persona y hacerla concebir y apreciar la vida de forma muy diferente a la de otros a su alrededor que no han pasado por esta situación límite. En esta novela y en La velocidad de la luz, parece que los que han muerto se apegan a los vivos y viven en ellos. Así cuando Miralles dice que él recuerda todos los días a sus compañeros que murieron, Cercas señala que el rememorar a unos hombres es devolverlos a la vida: “Se acuerda porque, aunque hace sesenta años que fallecieron, todavía no están muertos, precisamente porque él se acuerda de 63

ellos. O quizá no es él quien se acuerda de ellos, sino ellos los que se aferran a él, para no estar del todo muertos” (Soldados, 199). En La velocidad de la luz hay una vuelta de tuerca, y la experiencia es vista no desde el punto de vista de un héroe, sino de un asesino. En esta novela, un soldado norteamericano, mientras participaba en la guerra del Vietnam, colaboró en la matanza de cientos de vietnamitas inocentes. Las dos primeras partes de esta novela explican las difíciles circunstancias personales y económicas por las que pasaba Cercas, su viaje a Estados Unidos como profesor visitante en la Universidad de Urbana, Illinois, y la amistad que entabla con Rodney durante su estancia en ese país. En esta sección se observa el comportamiento huraño de Rodney y se entera el lector de la vida de este hombre y de las razones familiares por las que se alistó para ir a Vietnam. El autor llega a conocer al padre de Rodney y éste le ofrece toda la correspondencia que mantuvo con su hijo durante los años que duró la guerra, esperando que Cercas, que se presenta como escritor de novelas, escriba la historia de su hijo. No obstante hay lagunas en las cartas que no explican el comportamiento del personaje, y es por eso por lo que Cercas no cree que pueda escribir su biografía. El leitmotiv de la obra es una pregunta que se repite en distintos momentos de la misma: “Que pasó en My Khe? Este es, según indica Cercas, el dato que necesita para poder entender la conducta de Rodney, y el papel que éste desempeñó en Vietnam. Esta cuestión será abordada en la tercera parte del libro, cuando el autor confronta a Rodney en Madrid, durante una visita a España de este último y se entera que lo que ocurrió en My Khe fue un genocidio en el que participó su amigo y por el que éste no encuentra explicación posible. Esto es, los sucesos en torno a My Khe fueron nada menos que una masacre de hombres, mujeres y niños inocentes en la que Rodney estuvo activamente involucrado. La masacre de My Khe o My Lai, como llamaban a esta aldea los americanos, está documentada y ocurrió el 16 de marzo de 1968 en el Sur de Vietnam. Allí murieron entre 347 y 504 personas, incluyendo mujeres, hombres mayores, y niños. Algunas mujeres fueron amarradas, violadas y sus cuerpos mutilados. 3

3

El crimen fue cometido por la compañía C del Primer Batallón del Regimiento de Infantería No.

20, de la División de Infantería 23, de Estados Unidos. Veintiséis soldados fueron acusados y encontrados culpables con ofensas criminales, pero solamente el segundo teniente, William Calley Jr. fue acusado de matar a 22 personas. Originalmente fue sentenciado a condena perpetua, pero sirvió solamente tres años y medio bajo arresto domiciliario. Los demás soldados fueron dejados en libertad. (Información obtenida en: http://en.wikipedia.org/wiki/My_Lai_Massacre).

64

Las cuestiones que plantea Javier Cercas en esta novela son tan intrigantes como las de Soldados de Salamina, ya que en esta obra se trata de comprender cómo un individuo inteligente, que había recibido una buena educación dentro de una sociedad avanzada, fue capaz de matar a personas inocentes y disfrutar haciéndolo sin razones apremiantes. Qué móviles hay dentro del ser humano que le insten a hacer algo tan horrendo. Estas cuestiones son tratadas en la novela, pero no llegan a comprenderse. Cuál sería la diferencia entre este criminal y él mismo, se pregunta Cercas, quien debido al éxito como escritor y a su entusiasmo por la atención recibida, comienza a desocuparse de sus obligaciones familiares. Esto causa que su mujer, muy afectada por el comportamiento de su marido, se marche de una fiesta y muera esa misma noche en un accidente de tráfico, donde también muere el hijo de ambos. Aunque Cercas no estuvo directamente implicado en este accidente, se culpa por la muerte de ambos, y se aparta de la sociedad, convirtiéndose en un ser huraño, que deambula por las calles sin rumbo fijo, como antes había hecho Rodney. Casi al final de Velocidad, el autor decide volver a Estados Unidos y visitar a Rodney porque piensa que es la única persona que podría entenderlo. Al llegar a Illinois se entera por la mujer de éste que Rodney se había suicidado. Esta visita y las conversaciones con la mujer de Rodney, parece que tienen un efecto benéfico en el autor. Así, mientras que Rodney no pudo continuar viviendo debido seguramente “al calvario de remordimientos en el que se había desangrado . . . durante años” (Velocidad, 187), Cercas, sin embargo, decide vivir, y la obra termina con un regreso del Cercas personaje a la sociedad de la que se había apartado. Si se contrasta esta obra con otra que trata un tema similar, como es Crimen y castigo, de Fiódor Dostoievski, pueden apreciarse importantes similitudes y diferencias en el tratamiento y la forma de enfrentarse al crimen en ambos autores. En Crimen y castigo, el escritor ruso presenta, por medio de un narrador omnisciente, y utilizando el estilo indirecto libre en muchos pasajes de la novela, las emociones, los pensamientos y el comportamiento del protagonista Raskólnikov, para mostrar la compleja lucha moral que se entabla en el interior de su personaje, especialmente desde que comete el crimen hasta el final de la novela. Raskólnikov es presentado como un individuo obsesivo y agobiado por sus circunstancias económicas y por las injusticias sociales presenciadas en su medio ambiente y que le instan a matar a una usurera y, por accidente, a la hermana de ésta, una mujer amable e inocente. Para el protagonista matar era una forma de demostrarse así mismo que él no tenía por qué aceptar las leyes establecidas; como Napoleón, o cualquier personaje genial, él también podía transgredir las leyes morales, si las consideraba injustas, y vivir tranquilo, como otros hombres extraordinarios de la humanidad. Pero estas teorías del protagonista,

65

que estaban entonces en boga en la sociedad rusa, no concuerdan con el instinto del mismo personaje, incapaz de sentirse impasible ante el crimen cometido. Razumijin es el amigo modelo que actúa en la novela dostoievskiana como contrapunto o paradigma de lo que sería una persona buena y normal. Esto es, un individuo sin recursos económicos, de la misma edad de Raskólnikov, pero que no necesita matar a nadie para resolver sus problemas morales o económicos. La relación de Raskólnikov con los defensores de la ley es de muy poca trascendencia, si se compara con la reacción instintiva que tiene lugar en el interior del protagonista después del crimen, y que causa la muerte de sus emociones. La decisión de Raskólnikov al final de la novela de entregarse a las autoridades para sufrir las consecuencias de sus actos es debida a la presión ejercida por su familia y amigos, porque Raskólnikov no sentía remordimiento por haber cometido esos crímenes: “¡Y si el destino le enviara por lo menos el arrepentimiento! Un arrepentimiento candente, que le desgarrase el corazón y ahuyentara el sueño . . . ¡Oh, con qué deleite lo habría acogido! Porque el tormento y las lágrimas también son vida. Pero no se arrepentía de su delito” (Crimen, 693). Escrita casi ciento cuarenta años más tarde, la novela de Cercas no presenta un estudio pormenorizado de la personalidad de Rodney, 4 porque la actitud del narrador/autor en años recientes es mucho más humilde. Sin omnisciencia por parte de ningún personaje, los actos son examinados desde fuera solamente, y los conocimientos se adquieren en la novela del autor extremeño como si de un reportaje periodístico se tratara; esto es, por medio de viajes y conversaciones con los personajes involucrados, pero sin indagar en las causas internas, ni en los móviles psicológicos de las personas. Así el lector conoce a los actores de estas historias de Cercas superficialmente. Miralles y Rodney son observados por su comportamiento cuando hablan con el narrador, por algunas anécdotas que cuentan, y por detalles que relatan otros personajes, pero los sentimientos y las luchas internas son mínimamente expuestos. Tampoco habla mucho de sus propias emociones el narrador Cercas, cuando mueren su esposa e hijo. El lector imagina su dolor a través de sus actos: el apartarse de todos, su desidia, su forma errática de actuar y su vivir itinerante. En la novela de Dostoievski hay un fuerte componente ético y religioso que el autor ruso quería transmitir a sus lectores. Para ello atrapa al lector emocionalmente desde las primeras páginas, creando a otros personajes que muestran la forma correcta de actuar, y que apoyan con su bondad al mismo Raskólnikov. La novela es de gran complejidad y no viene al caso analizarla aquí, pero es importante indicar que aunque los sentimientos y pensamientos de los personajes principales son examinados en profundidad,

4

Nótese que el nombre del protagonista de la novela de Javier Cercas, Rodney, es el mismo que el

de la novela de Dostoievski, Rodión,también llamado Rodia. 66

el misterio de por qué ciertos individuos se atreven a matar, mientras que otros no necesitan hacerlo, es una incógnita que tampoco se desvela en la obra del autor ruso. Cercas incluye también en su ficción un componente ético y moral, relacionado con el respeto a la vida y el respeto mutuo de los seres humanos. Así en La velocidad de la luz, muy sutilmente se muestra el castigo de Rodney, que como el de Raskólnikov, consiste en una angustia intensa que no se entiende racionalmente y que en la novela de Cercas desemboca en el suicidio del protagonista. En Anatomía de un instante, hay una nueva vuelta de tuerca. Si en las novelas anteriores lo que le preocupaba al autor era saber por qué un hombre estaba dispuesto a arriesgar su vida para salvar a otro (Soldados), o había participado en la matanza de personas inocentes y disfrutado haciéndolo (La velocidad), en esta novela se examinan las causas por las que algunas personas en ciertas circunstancias eligen morir. Una vez más, la vida del autor se inmiscuye en la trama para atrapar al lector en el interés de la fábula; y como en las otras novelas, lo que cuenta aquí es un hecho conocido por millones de personas. El evento fue grabado por televisión española, re-transmitido internacionalmente, y ha aparecido multitud de veces televisado; es por consiguiente un asunto esencial en la historia de España y se encuentra en la memoria colectiva del país. Se trata del golpe de estado del teniente coronel Antonio Tejero al Congreso de los Diputados, el 23 de febrero de 1981. Como en las obras anteriores, en esta “novela”, como la llama Cercas, hay dos temas que interesan sobremanera al autor: uno es la relación de la historia con la ficción, y el otro es un enigma relacionado con la vida de las personas, en este caso en la figura del entonces presidente del gobierno español, Adolfo Suárez. Esta obra podría ser clasificada dentro del género del ensayo o de la crónica, ya que lo que se cuenta en ella, así como los personajes que actúan en la misma, son hechos y personas conocidos de todos. Nietzsche en la Ciencia gaya había indicado que la realidad se hace con palabras, por eso creamos los nombres y estos a su vez nos llevan a una realidad nueva. La propuesta de Cercas de concebir esta obra como ficción histórica es justamente contraria al enunciado nietzscheano; aquí tenemos un hecho histórico, con personajes reales, algunos de los cuales aún viven; un episodio conocido que puede ser visto en televisión y que por consiguiente es conocido por millones de personas, y Cercas se empeña en estudiarlo como si de una ficción se tratara. El autor explica su postura al comienzo del libro y dice que “la televisión contamina de irrealidad cuanto toca, y un acontecimiento histórico puede ser alterado . . .porque la televisión distorsiona el modo en que lo percibimos (si es que no lo trivializa o lo degrada)” (Anatomía, 14). Siguiendo esta lógica, el golpe de estado que es presentado en esta obra desde el punto de vista del autor, estaría por consiguiente contaminado por la perspectiva del mismo y de ahí que deba ser leído principalmente como una ficción histórica. Esta a su vez crearía una nueva realidad, siguiendo a Nietzsche. 67

Anatomía se publicó en 2009, veintiocho años después del golpe, cuando tres de sus principales protagonistas aún vivían: Adolfo Suárez, Santiago Carrillo y Antonio Tejero. No obstante, según Cercas, la novela aparece “cuando sus principales protagonistas ya habían tal vez empezado a perder para muchos su estatuto de personajes históricos y a ingresar en el reino de lo ficticio” (Anatomía, 15). Esto es, después de verlos numerosas veces como en una película televisada, este suceso parece más un videojuego que un evento que ocurriera en la realidad. A pesar de eso, el dramatismo del golpe se impone al observarlo y según explica el autor mismo: “los hechos del 23 de febrero poseían por sí mismos toda la fuerza dramática y el potencial simbólico que exigimos de la literatura . . . comprendí que, aunque yo fuera un autor de ficciones, por una vez la realidad me importaba más que la ficción” (Anatomía, 24). Este descubrimiento le induce a Cercas a escribir la novela. Así, y antes de comenzar la escritura de la misma, el autor realiza una investigación exhaustiva del golpe y de los años anteriores al mismo, incluyendo, como se señala en el libro, entrevistas, como la que le hace a Javier Pradera 5, por ejemplo, o leyendo estudios de investigación importantes, como 23 F: El golpe del CESID (Planeta 2001), de Jesús Palacios. Además consigue los 34:24 minutos de grabación del golpe, realizada por televisión española, y según explica Cercas en la novela, examina esta grabación multitud de veces para corroborar su propia investigación con las imágenes de lo que pasaba en el Congreso. En el libro de Cercas se realiza un estudio detallado y riguroso de cada uno de los personajes principales que participaron en este incidente histórico, explicando las causas por las que este golpe se venía preparando desde hacía ya varios años. El resultado es formidable, ya que Cercas logra explicar con gran claridad y con toda suerte de pormenores la historia de España, comenzando con la muerte de Franco, y continuando con los cinco años de transición a la democracia. Es quizá por eso por lo que el libro ha recibido varios premios importantes 6. No obstante, el autor advierte en el prólogo al libro que aunque la novela se atreve a contar lo que ocurrió “sin renunciar a acercarse al máximo a la pura realidad del 23 de febrero, Anatomía de un instante no es un libro de historia, ya que no hay datos nuevos o aportaciones relevantes para conocer el pasado reciente de España, aunque pueda leerse como historia” (Anatomía, 25). Asistimos

5

Francisco Javier Pradera Gortázar (1934-2011), escritor, abogado y analista político, a pesar de

pertenecer a una familia importante dentro de la dictadura franquista, fue desde su juventud un activo opositor al régimen franquista y militó en la clandestinidad en el PCE hasta 1964. 6

Tales como el Premio al Mejor Libro del Año Ana María Moix en 2010; Premio Internacional

Terenci Moix en 2010; Premio Nacional de Narrativa, en 2010; y Premio Literario Internacional Mondello, Ciudad de Palermo, en 2011. 68

en este libro a un proceso de mitificación de algunos de los principales actores implicados en el suceso; y es especialmente la figura de Adolfo Suárez, presidente del primer gobierno de España después de la dictadura de Franco, quien ocupa la atención principal del autor. Como en Soldados de Salamina y La velocidad de la luz, la historia aquí se expone desde de un punto de vista particular: un instante preciso que se refiere a una de las imágenes recogidas por las cámaras de televisión española y vinculada a un asunto de suma importancia para Cercas. Una vez más un momento relacionado con la cuestión vida/muerte de las personas; así el leitmotiv se reduce a un gesto del entonces presidente del gobierno y se formula en una pregunta: “Por qué es Adolfo Suárez el único político (o casi el único) que llegado el momento se niega a acatar la voluntad de los golpistas y permanece en su escaño mientras zumban a su alrededor las balas en el hemiciclo del Congreso” (Anatomía, 22). Esta pregunta será formulada multitud de veces en la novela y desde diversos contextos y ángulos para entender el comportamiento insólito de esta persona. Aunque no es Adolfo Suárez el único que decide no agacharse; su vice-presidente, el capitán general Manuel Gutiérrez Mellado, y el secretario general del Partido Comunista español, Santiago Carrillo son las otras dos personas que permanecen sentadas en sus escaños esperando dignamente la muerte. Este asunto será el elemento estructurador de la novela de Cercas, y el que mantendrá la atención del lector hasta el final de la misma. Anatomía comienza con un resumen de aquel 23 de febrero de 1981 en el Congreso de los Diputados, donde se explica sucintamente en dos páginas y media lo que ocurre cuando entran los golpistas al Congreso, y termina con la imagen de Suárez que “regresa con lentitud a su escaño, se sienta, se recuesta contra el respaldo y se queda ahí, ligeramente escorado a la derecha, solo, estatuario y espectral en un desierto de escaños vacíos” (Anatomía, 31). La imagen es la misma que aparece en la portada del libro y está tomada de la grabación de televisión española, donde se muestra una vista parcial del Congreso. Los diputados y taquígrafos se hallan escondidos bajo sus asientos y solamente puede verse la persona de Suárez sentado en su escaño. Es muy insinuante que el primer capítulo de la novela esté dedicado a los héroes. Dos tipos de héroes, según cita Cercas de un ensayo del escritor Enzensberger: el héroe clásico, que es el héroe del triunfo y la conquista, y que se aferra a unos principios éticos inamovibles, y el héroe moderno, o héroe de la retirada, “un dudoso profesional del apaño dispuesto a abandonar sus posiciones, socavándose a sí 69

mismo” (Anatomía, 33). En este sentido, el Miralles de Soldados Salamina es también un héroe moderno, ya que estuvo dispuesto a abandonar su ideología y salvar la vida de una persona del bando contrario. El ensayo de Enzensberger, escrito en 1989, menciona a una serie de figuras políticas importantes, que, según el ensayista alemán, entrarían dentro de esta segunda categoría de héroes, ya que estaban listos a “renunciar, desmontar y derribar”, aunque esto significase una pérdida para ellos mismos. Para Enzensberger son además de héroes políticos, héroes morales. Entre ellos menciona a Mijaíl Gorbachov, por haber desmontado la Unión Soviética, y a Adolfo Suárez, por haber desmontado el franquismo. Siguiendo las ideas del autor alemán, Cercas se pregunta al comienzo de la novela cómo en 1989 Enzensberger podía llamar héroe a Suárez, cuando tanto la derecha española, constituida por los militares y el Rey; y la izquierda, formada por los comunistas, querían derribarlo del poder, por sentirse traicionados e iban a votar ese mismo día del golpe por un nuevo presidente: “¿Adolfo Suárez un héroe? ¿Y un héroe moral, y no sólo político? Tanto para la derecha como para la izquierda era un sapo difícil de tragar: la izquierda no olvidaba. . . la derecha no olvidaba” (Anatomía, 33-34). Este primer capítulo continúa reflexionando sobre la figura de Suárez y ese gesto temerario del 23 de febrero; gesto o motivo que permite al autor manipular los sucesos desde múltiples perspectivas, todas ellas relacionadas con un comportamiento anómalo, suicida y ejemplar. Así la trama de esta historia se mueve en torno a la vida y las circunstancias del presidente de gobierno, uno de los principales protagonistas de la transición de la dictadura a la democracia en España durante cinco años cruciales: desde 1975 a 1981 aproximadamente. En el recuento de la historia, el lenguaje que utiliza Cercas es una mezcla de lenguaje periodístico y lírico, siendo la escritura lírica la que predomina al terminar el libro. Los momentos líricos aparecen sobre todo cuando se habla de la persona de Adolfo Suárez y de su “gesto enigmático” en el hemiciclo del Congreso. Así en esta primera parte se enuncian por medio de anáforas, posibles motivos para este gesto. Según señala Cercas, la actitud de Adolfo Suárez puede resumirse en un gesto gratuito: “un gesto que significa aunque no sepamos exactamente qué significa” (Anatomía, 34). Un gesto de coraje: “una temeridad dictada por la razón” (Anatomía, 35). “Un gesto de gracia: es el gesto de rebeldía de un hombre que dice no. . .Un gesto soberano de libertad” (Anatomía, 36). “Es un gesto de un hombre que posa para la historia, es un gesto póstumo” (Anatomía, 37). Cercas desmitifica aquí la heroicidad de Suárez sugiriendo que el gesto es más racional que instintivo. No cabe duda dice, que es el gesto de un hombre “acabado y personalmente roto” que sabe que la clase política del país lo odia y traman su destitución. Los únicos que en esos momentos estaban 70

aliados a Adolfo Suárez eran su vicepresidente, el general García Mellado y el secretario general del PCE, Santiago Carrillo, que son las otras dos personas que se quedan sentadas en el Congreso sin agacharse. Lo que sigue es una relación de la conspiración contra el presidente llevada a cabo por las principales organizaciones de España, y por el gobierno estadounidense, tales como La Prensa, Los Empresarios, Alianza Popular, La Iglesia Católica, el Partido Socialista Obrero Español, que era entonces el nuevo partido de la oposición, el mismo partido de Adolfo Suárez, la UCD, los Estados Unidos, El Ejército Español, y entre ellos los miembros del Servicio de Inteligencia, o CESID, y el propio Rey. Cada uno de estos organismos es estudiado exhaustivamente en la novela explicando los motivos por el hartazgo que sienten hacia el presidente del gobierno. Según explica Cercas, Suárez era pura exterioridad, un hombre que necesitaba ser admirado y querido: “era un político puro y, como tal, un actor consumado, pero su problema era que fingía con tanta convicción que acababa sintiendo lo que fingía, lo que le llevaba a confundir la realidad con su representación y las críticas políticas con las personales” (Anatomía, 136). Después de varios años de gobierno, España se hallaba en una gran crisis: la economía era inestable, la descentralización propuesta por Suárez estaba exasperando a todos los partidos en el poder. Por eso cuando en 1980 ya nadie se reía de sus bromas, ni quedaba encantado con sus opiniones, Suárez se sentía acabado y “el país entero estaba harto de él” (Anatomía, 137). El lector de Anatomía asiste paso por paso al cambio que se opera en la figura de Suárez a medida que se lee el libro; desde ser al comienzo un “chisgarabís ignorante, un arribista de manual que había medrado en el caldo corrompido del franquismo” (Anatomía, 68), hasta convertirse en el hombre capaz de llevar al país hacia la democracia, en un proceso que según explica Cercas “no estuvo diseñado de antemano, sino que fue una continua improvisación” (Anatomía, 119). Pero lo que, según el autor, trajo la democracia al país y acabó de hundir a Suárez fue uno de sus logros más impresionantes: la legalización del PCE, el partido político con el que todos los demás partidos estaban en total oposición. Puede apreciarse un cambio en la forma de acercarse Cercas a este material histórico; un cambio del de sus novelas anteriores, ya que aquí el autor intenta adentrarse en el interior de Suárez para comprenderlo: Tal vez pensó [Suárez] que sin él no sólo no existirían los demás partidos; tampoco existiría la democracia. Tal vez pensó que su partido era él, que el gobierno era él, que la democracia era él, porque él era el líder carismático que había terminado en once meses y de forma pacífica con cuarenta años de dictadura mediante una operación inédita en la historia. Tal vez pensó que iba a gobernar durante décadas. Tal vez pensó que, por tanto, no iba a gobernar con la vista sólo puesta en la derecha y el centro . .. sino también con la vista puesta en la izquierda: al fin y al cabo,

71

pensaría, un gobernante de verdad no gobernaba para unos pocos, sino para todos; al fin y al cabo pensaría….” (Anatomía 373-374). La lista de anáforas sugiere posibles razones para entender la actuación de Suárez. No obstante este no es un narrador omnisciente, sino más bien un narrador moderno que se atreve a conjeturar, a imaginarse qué pasaría por la mente del presidente, y de esa manera llegar a la verdad de sus actos. Aunque al principio de la novela Cercas desprecia la personalidad arribista de este individuo, a medida que continúa la narración, el personaje va convirtiéndose en un ser excelso, digno de admiración. Es, según el autor de Anatomía, el comportamiento de un hombre que se da cuenta mientras gobierna de la importancia del papel que le ha tocado desempeñar en la historia de España y actúa en consecuencia: Tal vez fue eso lo que sintió con los años Adolfo Suárez; eso o una parte de eso o algo muy semejante a eso, un sentimiento que se le impuso de forma paulatina tan pronto como resultó elegido presidente del gobierno en las primeras elecciones democráticas y que a partir de aquel instante empezó a operar sobre él una metamorfosis radical: el antiguo falangista de provincias, el antiguo arribista del franquismo, el Julien Sorel o Lucien Rubempré o Frédéric Moreau de los años sesenta acabó invistiéndose de la dignidad de héroe de la democracia (Anatomía, 374-375) Nótese que en el ejemplo anterior el autor compara a Adolfo Suárez con tres personajes ficticios muy conocidos, por ser protagonistas de tres obras clásicas: Julien Sorel, protagonista de Rojo y negro, de Stendhal (1830); Lucien Rubempré personaje de Las ilusiones perdidas, de Honoré de Balzac (1843); y Frédéric Moreau, protagonista de La educación sentimental, de Gustave Flaubert (1869). Todos ellos tienen en común la ambición, el haber llegado a conseguir sus aspiraciones, principalmente por medio de la seducción, y esto a pesar de provenir de familias humildes y medios limitados. En Anatomía de un instante se estudia también la postura extraordinaria de García Mellado y Santiago Carrillo para demostrar que aunque de ideologías y familias muy diferentes, estos tres hombres supieron respetar sus diferencias y compaginar aquello que los unía, que era su interés por crear una democracia donde todos los partidos tuviesen voz y voto.7 El general no entendía por qué en España no

7

Gutiérrez Mellado fue un respetado militar, de familia monárquica conocida, estudiante excelente

y un profesional de la milicia, algo totalmente opuesto a Suárez que era provinciano, de familia republicana humilde, y un estudiante mediocre. Además les separaban 20 años de edad; pero sin embargo, y según 72

apreciaban a Suárez, persona que había terminado con la dictadura y construido la democracia de su país en sólo unos meses y sin derramar ni una gota de sangre. Su gesto, dice Cercas refiriéndose al de Gutiérrez Mellado, “de enfrentarse en el hemiciclo del Congreso a los golpistas fue un resumen o un emblema de su carrera política; por lo mismo fue la última batalla de una guerra despiadada contra los suyos que lo dejó exhausto, listo para el desguace: como Adolfo Suárez, Gutiérrez Mellado era el 23 de febrero un hombre políticamente acabado y personalmente roto” (Anatomía, 126). El gesto de Santiago Carrillo, el otro personaje que no se agacha en su escaño, es, según Cercas, “un gesto que contiene muchos gestos. Es un gesto de coraje, un gesto de gracia, un gesto de rebeldía, un gesto soberano de libertad. También es, como el de Suárez y el de Gutiérrez Mellado, un gesto por así decir póstumo, el gesto de un hombre que sabe que va a morir o que ya está muerto” (Anatomía, 179). Estos tres hombres, Suárez, Gutiérrez Mellado y Carrillo, estaban dispuestos a ceder en su forma de pensar, a escuchar y a cambiar para que se produjese un cambio positivo para toda España. Así dice Cercas en otro pasaje lírico de la novela que sus posturas habrían sido inimaginables unos años antes: “¿Quién hubiera podido prever que el cambio de la dictadura a la democracia en España no lo urdirían los partidos democráticos, sino los falangistas y los comunistas, enemigos irreconciliables entre sí durante tres años de guerra y cuarenta años de posguerra?” (Anatomía, 184). En el fondo, explica Cercas, Santiago Carrillo y Suárez parecían dos políticos gemelos, a pesar de todas sus diferencias. Casi al final de la novela, y después de haber puntualizado en tantos detalles de la historia y de la persona de Suárez, Cercas insiste en el gesto de Suárez e indica su fascinación por algo que no entiende. Así, además de ser un gesto de coraje, y un gesto de gracia y un gesto de rebeldía, un gesto soberano de libertad y un gesto histriónico, es, dice “el gesto de un hombre acabado que concibe la política como aventura y que intenta agónicamente legitimarse y que por un momento parece encarnar la democracia con plenitud, un gesto de autoridad y un gesto de redención individual y tal vez colectiva, el último gesto puramente político de un político puro, y por eso el más violento . . .”. No obstante este asunto le continúa intrigando, ya que cuanto más lo piensa menos lo entiende: “Hace unos días, por ejemplo”, dice Cercas, “pensé que el gesto de Suárez no era en realidad un gesto de coraje, sino un gesto de miedo . . . Anteanoche pensé que el gesto de Suárez era el gesto de un neurótico, el gesto de un hombre que se desmorona en la fortuna y se crece en la adversidad” (Anatomía, 429).

explica Cercas, Gutiérrez Mellado le fue siempre fiel a Suárez y asumió muchas de las críticas que iban dirigidas al presidente. 73

Como en las otras novelas analizadas, el autor está consciente de que el comportamiento inusitado de algunos seres en momentos decisivos es un enigma que hasta ahora no se ha logrado dilucidar: “A veces me digo que todo esto es un error, una fantasía añadida a las incalculables fantasías que rodean el 23 de febrero, la última y la más insidiosa; aunque lo realmente enigmático no sea lo que nadie ha visto, sino lo que todo el mundo ha visto y nadie alcanza a entender del todo, quizá el gesto de Suárez no encierra ningún secreto ni significado real… Pero otras veces, las más de las veces, me digo que no es así . . . el gesto de Suárez es un gesto que significa porque por sí mismo no significa nada…” (Anatomía, 430). Al final del libro Cercas admite que esta pregunta que da forma al relato quizá haya sido un error y la “verdadera respuesta [sea] la propia pregunta” (Anatomía, 431). Anatomía de un instante se diferencia de Soldados de Salamina y de La velocidad de la luz en que el autor/narrador aquí no viaja a distintos lugares para averiguar datos; tampoco los estudios y entrevistas forman parte de la novela. Lo que presenta en ésta es una reflexión de lo que ha aprendido antes de comenzar a escribir, y al hacerlo muestra los móviles de la historia, según los entiende el autor, desde el punto de vista de una persona que fue decisiva en la transición a la democracia. La persona de Cercas y su vida se inmiscuyen mínimamente al comienzo y al final de la historia; al principio, cuando le dedica la novela a su padre, José Cercas, ferviente seguidor de Suárez, y en las últimas paginas, cuando conversa con su padre ya moribundo sobre Adolfo Suárez; un asunto que en el pasado los había dividido. Cercas explica que seguramente el libro le sirvió para sentirse más unido a su padre y para que su padre supiera que él, Javier Cercas, “no tenía tanta razón y que su padre no estaba tan equivocado” (Anatomía, 437). Los “relatos reales” tal y como los presenta Javier Cercas en estas obras, no descubren nada que no se supiera de antemano, pero sí logran atrapar al lector en un juego con la historia, con el azar, con el destino y con la vida misma; cuestionándose asuntos trascendentales que aunque no llegan a desvelarse sí que invitan a la reflexión sobre el comportamiento de los seres humanos en momentos de gran envergadura y donde la vida está en juego. Cada una de las novelas está basada en un enigma ocurrido en el pasado donde hay ideologías enfrentadas. En Soldados de Salamina, Sánchez Mazas co-fundador de la Falange española y miembro del bando nacionalista es salvado de la masacre por Miralles, un soldado republicano y miembro del partido comunista, que estuvo dispuesto a trascender su ideología personal cuando en un momento decisivo tuvo que elegir entre matar o dejar vivir. En La velocidad de la luz, Rodney, soldado estadounidense en la guerra de Vietnam, participa en una masacre donde los buenos son precisamente los considerados por occidente el enemigo: unos vietnamitas inocentes que son asesinados sin que haya ninguna causa lógica. En Anatomía de un instante, Adolfo Suárez, Carrillo y Gutiérrez Mellado, son amigos, a pesar de pertenecer a ideologías 74

distintas; porque hacer política, como explica Cercas “consiste en hacer concesiones, porque consiste en ceder en lo accesorio para no ceder en lo esencial”. (Anatomía, 432). Además de difuminar las fronteras entre la realidad y la ficción, la novelística de Cercas trasciende las ideologías políticas, y las separaciones entre los seres humanos, los percibidos como ganadores y perdedores, listos y torpes, buenos y malos, etc., o entre las causas regidas por unas teorías impuestas que van en contra de la vida misma. Al final lo esencial no son las ideologías, ni la política en sí, según se entrevé en estas novelas, sino una actitud ética ante la vida que sobrepasa cualquier división arbitraria. Así estas tres novelas, o relatos reales, por medio de una fábula compleja y muy amena llegan a la cuestión principal de todas ellas que no es el descifrar los enigmas que estructura la trama y seducen al lector, como son los motivos que instan a alguien a vivir o morir, ya que estos son misterios de la psique, sino algo más humilde y básico como es el respeto por la forma de ser y de vivir de uno mismo y de los demás.

Obras citadas Bolaño, Roberto. 2666. Barcelona: Anagrama, 2004. Cercas, Javier. Soldados de Salamina. Barcelona: Tusquets, 2001. ---. La velocidad de la luz. Barcelona: Tusquets, 2005. ---. Anatomía de un instante. Barcelona: Mondadori, 2010. Dostoievski, Fiódor. Crimen y castigo. Edición y traducción de Isabel Vicente. Madrid: Cátedra, 2011. Fitzgerald, Scott. The Beautiful and Damned. New York: Signet Classics, 2007. García-Nespereira, Sofía. “El relato real de Javier Cercas: La realidad de la literatura”. Confluencia. Vol. 24. No. 1 (fall 2008): 117:128. Gómez Quiñones, Antonio. “A propósito de las fotografías políticas de la reconstrucción históricas en La noche de los cuatro caminos, Soldados de Salamina y Enterrar a los muertos”. Revista Hispánica Moderna. Año 61. No. 1 (June 2008): 89-105. Gusdorf, Georges. “Condiciones y límites de la autobiografía.” La autobiografía y sus problemas teóricos (Estudios e investigación documental).Barcelona: Suplementos Anthropos 29, 1991. pp. 918. Hutcheon, Linda. Politics of Postmodernism. New York: Routledge, 1989. 75

Jameson, Fredric. “On Literary and Cultural Import-Substitution in the Third World. The Case of Testimonio”. The Real thing: Testimonial Discourse in Latin America. George Gugelberger, ed. Durham: Duke University Press, 1996, pp. 172-191. Juliá, Mercedes. Las ruinas del pasado: Aproximaciones a la novela histórica posmoderna. Madrid: Ediciones de la Torre, 2006. Lyotard, Jean-François. The Postmodern Condition: A Report on Knowledge. Bennington y Massumi, trad. Minneapolis: University of Minnesota Press, 1993. Mainer, José-Carlos. “Literatura como historia, historia como literatura”. Pasajes. Publicaciones de la Universidad de Valencia. No. 26 (Primavera 2008): 82-93. Navajas, Gonzalo. “El siglo XX. Literatura, tecnología, apocalipsis”. Anales de la literatura española contemporánea. Vol. 30. Nos. 1 y 2 (2005): 325-343. Nietzsche, Friedrich. The Gay Science. New York, Random House, 1954. Nora, Pierre. “Between Memory and History: Les Lieux de Mémoire”. Representations 26, spring 1989, pp. 7-25. Petersen, Nancy. J. “History, Postmodernism, and Louise Erdrich´s Tracks”. PMLA. Vol. 109. No. 5 (1994): 982-994. Satorras Pons, Alicia. “Soldados de Salamina de Javier Cercas. Reflexiones sobre los héroes”. Revista Hispánica Moderna. Año 56. No. 1 (June 2003): 227-245. W.G. Sebald. Los anillos de Saturno (1995). Trad. Carmen Gómez García y Georg Pichter. Barcelona: Anagrama, 2008. Wilkinson, James. “A Choice of Fictions: Historians, Memory and Evidence”. PMLA. III.I (1996): 80-92

76

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.