Jovellanos y la economía asturiana en el siglo XVIII FACULTAD DE ECONOMÍA Y EMPRESA CURSO ACADÉMICO 2014/2015 27 de mayo de 2015 TRABAJO FIN DE GRADO JOVELLANOS Y LA ECONOMÍA ASTURIANA EN EL SIGLO XVIII

June 7, 2017 | Autor: A. Alonso Fontanil | Categoría: Asturias, Spain, Gaspar Melchor de Jovellanos, Pensamiento Ilustrado
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Descripción

Jovellanos y la economía asturiana en el siglo XVIII

Universidad de Oviedo

FACULTAD DE ECONOMÍA Y EMPRESA

GRADO EN ECONOMÍA

CURSO ACADÉMICO 2014/2015 27 de mayo de 2015

TRABAJO FIN DE GRADO

JOVELLANOS Y LA ECONOMÍA ASTURIANA EN EL SIGLO XVIII

ALEJANDRO ALONSO FONTANIL

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Jovellanos y la economía asturiana en el siglo XVIII

Universidad de Oviedo

RESUMEN Con este trabajo pretendo analizar los textos de Jovellanos referidos a la economía asturiana. Estudios recientes atribuyen al ilustrado gijonés un total de 110 escritos centrados en el análisis económico. De ellos, son 67 los referidos a Asturias, y cubren prácticamente todos los sectores de actividad: agricultura, pesca, explotaciones forestales, manufacturas, minería, comercio e infraestructuras... El autor ofrece un análisis amplio y completo de la economía asturiana en un momento determinante para todas las economías europeas: el declive del Antiguo Régimen y la transición de las economías agrarias preindustriales a las de mercado. La importancia del análisis realizado por Jovellanos, además de ofrecer una visión pionera, reside, como lo ha puesto de relieve Gonzalo Anes, en su perduración: pocos economistas volvieron a igualarlo en el tiempo. Palabras clave: Asturias, Jovellanos, Economía Aplicada, Economía Política, Ilustración.

ABSTRACT The aim of this study is to analyze Jovellanos studies related to the Asturian economy. Recent researches assign to the illustrated a total of 110 writings focused on economic analysis. Of these, 67 are related to Asturias and cover almost all sectors: agriculture, fisheries, forestry, manufacturing, mining, trade, infrastructure… The author offers a broad and comprehensive analysis of the Asturian economy at a defining moment for all European economies: the decline of the old regime and the transition from preindustrial to agricultural market economies. The importance of Jovellanos analysis, besides offering a pioneering vision, lies, as Gonzalo Anes highlighted, in its persistence: few economists equaled him ever again.

Key

words:

Asturias,

Jovellanos,

Applied

Economics,

Political

Economy,

Enlightenment.

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ÍNDICE RESUMEN/ABSTRACT................................................................................................2 I. LA ECONOMÍA ESPAÑOLA EN TIEMPOS DE JOVELLANOS (1744-1811) 1. Economía española en el siglo XVIII...........................................................................5 1.1. Agricultura y ganadería…................................................................................6 1.2. Manufacturas……………..…..........................................................................8 1.3. Debate sobre el lujo y los gremios…..............................................................12 1.4. Del comercio interior al comercio con Indias………....................................13 II. EUROPA: ILUSTRACIÓN Y ECONOMÍA 1. La Ilustración en Europa….........................................................................................15 2. La Ilustración en España: Uztáriz y Campomanes….................................................17 III. JOVELLANOS EN LA HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONÓMICO 1. El mercantilismo…......................................................................................................19 2. Emergencia de la economía política.....................…...................................................20 3. Jovellanos, pensamiento económico y economía política….......................................22 IV. JOVELLANOS Y LA ECONOMÍA ASTURIANA 1. Aproximación inicial…...............................................................................................28 2. La perspectiva sectorial…...........................................................................................32 2.1. El sector agrario…..........................................................................................32 2.2. La explotación de recursos fluviales y marinos…..........................................35 2.3. Infraestructura, medios de comunicación y transporte…...............................37 2.4. Las esperanzas depositadas en el sector minero….........................................39 3. Jovellanos: otras aproximaciones a la economía asturiana….....................................41 3.1. Jovellanos y la naturaleza…...........................................................................42 3.2. Gijón…...........................................................................................................44 CONCLUSIONES….....................................................................................................47 BIBLIOGRAFÍA….......................................................................................................49

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I. LA ECONOMÍA ESPAÑOLA EN TIEMPOS DE JOVELLANOS (1744-1811) El siglo XVIII es considerado la línea divisoria entre las sociedades agrarias e industriales. Se podrían establecer varias fronteras adicionales según la diversidad de las situaciones nacionales y temporales, sin embargo es posible ofrecer un modelo o matriz teórica que incorpore elementos compartidos o comunes a tal diversidad histórica en las economías preindustriales1. Por lo general, son economías de base agraria en donde la agricultura representa más del 75% del producto total e incluye a gran parte de la población activa. El ciclo agrario condicionaba aspectos como la demografía, puesto que por aquel entonces los factores exógenos tales como crisis agrarias, hambrunas o epidemias determinaban la población. En el sector agrario cabe destacar una productividad escasa que limitaba la capacidad de ahorrar o invertir debido a bajas tasas de ahorro que restringen la formación de capital. Todo ello dentro de un sistema agrario extensivo que propicia un crecimiento débil con tendencia al estancamiento. Para explicar la baja productividad resulta imprescindible tener en cuenta un marco social e institucional de relaciones tardo feudales, amortización de tierras, aduanas interiores y gremios que dificultaban la libertad de mercado, la iniciativa individual y que, además, drenaban renta de los sectores populares hacia la clase poderosa. En el sector secundario o fabril, la producción de manufacturas estaba limitada por dos motivos: la escasa demanda y una restricción procedente de un modelo energético basado en energías naturales de oferta estacional e inelástica. Además, el sistema organizativo gremial no fomentaba la innovación. Tanto el comercio como el sistema monetario y financiero se encontraban poco desarrollados. En el primer caso la actividad se limitaba a las transacciones en ferias comarcales. El escaso volumen de comercio se explica por una falta de demanda

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LLOPIS (2002); CIPOLLA (1979).

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vinculada a una población campesina con tendencia al autoconsumo. Sin embargo, por el lado de la oferta, se hallaba restringido por factores como la poca eficiencia en el transporte, las aduanas o la falta de uniformidad en sistemas de pesos y medidas. En cuanto al sistema monetario y financiero se puede afirmar lo mismo: su presencia se limitaba al comercio colonial y a las finanzas públicas (deuda, crédito...). Además, la manipulación monetaria generaba una gran desconfianza y los instrumentos financieros (pagarés, seguros, letras de cambio, actividades protobancarias...) evolucionaban con lentitud.

1. ECONOMÍA ESPAÑOLA EN EL SIGLO XVIII Durante el siglo XVIII la economía española experimenta numerosos cambios que conllevan incrementos en la producción agrícola, ganadera y manufacturera, así como un aumento en el volumen de comercio merced a medios de transporte más eficientes y a los menores obstáculos al intercambio de bienes —apertura de un sistema radial de carreteras desde 1761— 2. Y, sin embargo, llama la atención el pesimismo instalado en la sociedad puesto que era común ensalzar la pasada prosperidad agraria para quejarse de la decadencia presente. Sobre este tema Jovellanos se pronunció de la siguiente forma: «Aunque sea una verdad notoria que en el presente siglo ha recibido (la agricultura) el aumento más considerable, no por eso se deje de clamar y ponderar esta decadencia, ni de fundar en ella tantos soñados 3

sistemas de restablecimiento»

Si bien es cierto que, aun considerando la tendencia general al crecimiento y desarrollo a lo largo del siglo XVIII, hay que tener en cuenta épocas de menor pujanza, sobre todo en la actividad manufacturera. Además, las numerosas guerras a finales de siglo pusieron a la Hacienda en dificultades que se tradujeron en medidas destinadas a incrementar los ingresos para compensar un alto gasto público, reduciéndose notablemente el dinamismo en la economía pública.

2

MADRAZO (1977); OJEDA (1983).

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Véase Informe de la Ley Agraria (1795), LLOMBART y OCAMPO (eds.) (2008): p. 698.

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1.1. Agricultura y ganadería A comienzos del siglo XVIII aún persisten las viejas técnicas de cultivo, adquiridas tras muchos siglos de experimentación y observación. En las zonas más pobres de la España seca, se dividían en hojas las tierras de labor y se espaciaba el cultivo en ellas cuanto aconsejara la conveniencia de que los ganados las abonasen mientras aprovechaban los pastos de rastrojeras y eriazos. Estas formas de cultivo, allí en donde aún se conservan, han sido consideradas, en nuestros días, como un «reducto de la agricultura tradicional».4 Hubo una inclinación a lo largo del siglo hacia el aumento del cultivo, bien mediante siembras más frecuentes o bien mediante desbroces, talas y roturación de zonas de matorral o bosque y a costa de pastizales permanentes. También existieron, a finales de siglo, impedimentos para el transporte por la falta de animales de tiro debido al aumento del precio de la paja y piensos, así como la falta de pastos adecuados para animales de carga destinados al transporte tanto de productos como de viajeros. El «techo del transporte» mencionado será la consecuencia del aumento o extensión de superficies cultivadas para producir grano con destino a la alimentación humana.5 Las cifras de diezmos, extraídas de libros de tazmías, posibilitan conocer las tendencias y el carácter de las fluctuaciones de la producción agraria sometida al pago de dicho tributo. Es importante destacar las grandes fluctuaciones anuales, unas oscilaciones que dependían de la cuantía y calidad de la cosecha, variable según los cambios climáticos; positivos o negativos para las siembras.6 Así pues, en los años de mala cosecha disminuía la oferta de cereales y aumentaban los precios, mientras que un buen año, con oferta estable, provocaba la baja de los precios. Ha de resaltarse que la tendencia de los precios de los cereales también se encontraba condicionada por elementos como las dificultades en el transporte y rigideces impuestas por una legislación que limitaba las iniciativas individuales de comerciantes y transportistas.

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ANES (2000). RINGROSE (1972). 6 MARCOS (2000); LLOPIS (2004). 5

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Las fluctuaciones de los precios, contrarias a las de las cosechas, permitían compensar en un año malo los resultados monetarios de las ventas de forma que el trigo, cebada y centeno podían conservarse en paneras, guardando el grano en los años de abundancia para venderlo a los precios altos que alcanzaban en los de escasez. Una costumbre que nos recuerda la conocida metáfora autorreguladora de «la mano invisible» formulada por Adam Smith en 1776. Las diferencias entre las fluctuaciones de los precios de los cereales en la España del interior respecto a las tierras costeras, mayores en aquélla que en éstas, son debidas a que, en las zonas marítimas, en el caso de una mala cosecha, era posible importar y abastecer los mercados con grano ultramarino7. Los precios de los cereales aumentaron tanto en las dos Castillas como en las zonas mediterránea, atlántica y cantábrica desde el final de la Guerra de Sucesión en 1713, siendo de especial importancia el precio del pan ya que su encarecimiento era motivo de protestas y motines populares. Entre los ilustrados con conocimientos en economía, durante la segunda mitad del siglo XVIII, surgió un interés por lo agrario que queda reflejado en un gran número de memorias y tratados sobre nuevas técnicas y formas de abonar, sembrar y arar.8 Personalidades como Campomanes, en el conocido Discurso sobre el fomento de la industria popular (1774), u Olavide, fuertemente influenciado por la conocida obra de Mirabeau, L´amie des hommes, veían en las formas de propiedad una pérdida de posibilidades productivas. Sobre el último asunto, Jovellanos refiriéndose a los colonos o renteros llevadores de manos muertas y vinculadas, señalaba: «¿quién será de ellos el que, atendidos sus fondos, sus fuerzas y su momentánea situación, no cultive tanto como puede cultivar, no cultive tan bien como puede cultivar, y no prefiera en su cultivo las mas a las menos preciosas producciones?» 9

7

ANES (2000). LLUCH y ARGEMÍ (1985). 9 Véase Informe de Ley agraria (1794), en LLOMBART y OCAMPO (eds.) (2008): pp. 705. 8

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A comienzos del siglo XVII se difunde el cultivo del maíz en la zona litoral atlánticocantábrica. En Asturias se siembra por primera vez en Tapia de Casariego (1604). Durante todo el siglo XVIII aumenta la presencia de la patata, así como las cosechas de cereales y maíz en la franja cantábrica, lo cual fortalece la dieta y hace que disminuya la mortalidad.10

El cultivo de la vid y otros productos comerciales (cáñamo, lino) alcanzaron un fuerte impulso en Cataluña durante el siglo XVIII. En zonas como las del Delta del Ebro se intensificaron las siembras gracias a mejoras en el estercolado y ampliaciones en las áreas de riego. Procesos similares se dieron en zonas como Valencia, incorporando tierras desecadas mediante drenaje; también Murcia mediante la mejora de los sistemas de desagüe.

En los reinos de Andalucía la producción de cereales se mantiene estable debido a un estancamiento técnico y falta de innovación en las formas de cultivo. El «siglo de la agronomía» fue en tierras andaluzas un siglo de estancamiento agrícola.

1.2. Manufacturas La producción de manufacturas en la España del siglo XVIII sufría obstáculos tanto económicos (costes salariales) como institucionales (los gremios). Las dificultades que aparecen en el transporte, debido a la escasez de caminos carreteros por la mala calidad de los existentes, por lo inaccesible de serranías y cordilleras, además de la imposibilidad de desarrollar un adecuado transporte fluvial debido a las variaciones estacionales del caudal, eran causa y efecto de que en las comarcas se tendiera a producir más de lo necesario para el consumo local.11 Los costes del transporte interior se definen por entonces como una limitación al crecimiento económico. Acerca de este asunto se pronuncia Jovellanos en el Informe

10 11

ANES (1977); BARREIRO (1981). COMÍN y LLOPIS (2002).

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sobre la Ley Agraria mediante un ejemplo sobre el envío de los vinos de Rueda, La Nava y La Seca hasta Asturias. Mientras que sobre los obstáculos institucionales el ilustrado opina lo siguiente: «La legislación gremial parece que ha buscado casi siempre la ruina de la industria con las mismas providencias que dirigía á su fomento. Empeñada en extender sus exclusivas, alejó de una vez á todos los empresarios, ya prohibiendo á los maestros hacer acopios de materias, ú obligándolos á repartirlas con los demás gremiales, ya concediendo á estos tanteos y preferencias perniciosas […] Por este medio estorba la unión de la industria con el comercio, disminuye la libertad del tráfico, y destruyendo la concurrencia, no deja entrada á la baratura, ni al equilibrio y nivelación de los precios, de donde naturalmente se deriva» 12

Sin una red adecuada de caminos carreteros reforzada por canales, no cabía esperar que se formase un mercado amplio, y sin un mercado amplio las manufacturas nacionales poco podían hacer para competir en calidad y precio con la competencia exterior: de ahí que las manufacturas extranjeras fuesen preferidas por estar «mejor trabajadas» que las nacionales y «con más conveniencias», es decir, más baratas. De esta forma, en el siglo XVII los talleres artesanales españoles se resienten de la competencia de las telas holandesas. Ya en el siglo XVIII a la competencia holandesa se suman la británica y la francesa. Para conocer la situación de la actividad manufacturera en el siglo XVIII es conveniente acudir a documentación como el censo de 1787, también conocido como de Floridablanca, o al Catastro de Ensenada (1753). De estas fuentes se concluye la existencia de un gran número de talleres artesanales diseminados en aldeas, pueblos, villas y ciudades. Del Catastro de Ensenada se concluye que más del 47 por ciento de los artesanos censados en Asturias se dedicaban a la elaboración de bienes básicos de consumo, concentrando el 48 por ciento de las rentas salariales.

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Véase Informe de Ley agraria (1794), en LLOMBART y OCAMPO (eds.) (2008): ): pp: 520-521.

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Los recursos energéticos determinaban la localización de las manufacturas: así en la montaña se desarrollan principalmente sectores de alimentación y siderometalurgia con 3.135 y 687 trabajadores censados en cada uno respectivamente, representando más del doble del total de la fuerza de trabajo. Los trabajadores del sector textil suponían un 22,5 por ciento de un total de los 11.161 del sector manufacturero, siendo la construcción un sector de actividad con una fuerza de trabajo de 2.211 trabajadores, es decir, prácticamente un 20% del total. Tanto por la ocupación principal de los artesanos, como por la naturaleza de las materias primas objeto de transformación, así como el destino final de la producción, puede decirse que se trataba de casos particulares de los que se ha llamado industria rural dispersa.13 También se sabe que las manufacturas de lana ocupaban el mayor número de operarios en comparación con otras actividades artesanales. Los gremios de hiladores y tejedores de lana conservaron sus tradiciones y ordenanzas a lo largo del siglo XVIII, sin embargo el espíritu liberal de la época fuerza cambios en las viejas estructuras. Se trata de limitar el poder de los gremios y liberalizar las manufacturas dando libertad absoluta a los fabricantes de tejidos para poseer los telares que quisiesen, además de tener libertad en el diseño y de eliminar las pruebas y exámenes sobre la aptitud de los artesanos puesto que era frecuente que por amistad, parentesco o interés los examinadores aprobasen a los más ignorantes, es decir, «insignes chapuceros autorizados con el título de maestros y situados en tienda pública».14 El ilustrado gijonés, como el tinetense Campomanes, vio en los gremios «un estorbo» para la prosperidad general, porque impedían «la reunión de la industria con otros ejercicios» y porque prohibían «la entrada en ella a las manos sobrantes de la labranza y otras profesiones». Una demanda fija, nunca cubierta con la oferta de grandes centros fabriles, es la razón por la que en España se produjeron pocas innovaciones en sectores como las manufacturas textiles, puesto que no era necesario introducir cambios para asegurar las ventas y los respectivos beneficios.

13

OCAMPO (1990). Véase Informe a la Junta General de Comercio y Moneda sobre la libertad de las artes (1785), en LLOMBART y OCAMPO (eds.) (2008): p. 524. 14

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La región de España en la que las innovaciones se aplicaron con más intensidad y rapidez fue en Cataluña. Además, la utilización de la fuerza del agua para mover las máquinas y el menor coste de la mano de obra explican la localización de las plantas en los valles pirenaicos.15 Los empresarios catalanes supieron encontrar las posibilidades de crecimiento que ofrecía el mercado de las Indias, lo que acabará incentivando un aumento de actividad exportadora. En el reino de Valencia los talleres manufactureros agremiados continuaron usando los métodos anteriores y, pese a tener manufacturas de gran belleza y calidad (sedas, cerámica...) debido a una tradición centenaria, no fueron capaces de innovar lo suficiente para que sus tejidos pudieran competir con los extranjeros. En la España interior las actividades manufactureras no se distinguieron respecto a la zona periférica. Las actividades de hilado y tejido de lanas, linos y otras fibras vegetales eran las que más empleo generaban y las que más producción proporcionaban. En Asturias, Cantabria, Vizcaya y Guipúzcoa, el curtido de pieles, el trabajo del hierro, el de la madera y la salazón de pescados eran manufacturas complementarias especializadas, frente a las manufacturas domésticas (industria rural dispersa, Domestic System) textiles basadas en el lino y la lana. Estas últimas son también citadas como «industrias de auxilio» en la medida que permitían completar los ingresos derivados de las labores agropecuarias. En Galicia y en toda la franja litoral cantábrica, la existencia de corrientes de agua con desniveles, por lo accidentado del terreno, favoreció el establecimiento de molinos harineros en todas las aldeas. El comercio en estas regiones se desarrolla en la segunda mitad del siglo XVIII pero hasta entonces la producción manufacturera era prácticamente de consumo local, incluso con tendencia al autoconsumo como en el caso de Cangas de Tineo16, donde hasta la ropa interior estaba hecha de telas de linos y cáñamos de su propia cosecha.

15 16

VILAR (1974). Cfr. ANES (2000): p. 162.

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1.3. Debate sobre el lujo y los gremios A lo largo del siglo XVIII los ilustrados tuvieron su opinión dividida en el debate sobre el lujo, sus inconvenientes y ventajas. Las posturas favorables defendían que un abundante gasto de las familias daba trabajo a los artesanos, mientras que los otros veían en el excesivo derroche y las importaciones un mal a evitar. Ya en el siglo XVIII, durante los reinados de Carlos III y Carlos IV, se consideró la posibilidad de refrenar las costumbres lujosas y moderar la ostentación. De esta forma, en 1769 y 1790 se prohibió que los lacayos y gente libre utilizasen galones de oro y plata en su vestimenta; posteriormente se prohibiría el empleo de sombreros redondos al estilo extranjero y el uso de seis mulas o caballos en los coches dentro de la corte. La crítica a las restricciones gremiales fueron más frecuentes en el último cuarto del siglo XVIII. Las causas de dichas críticas están basadas en aspectos como las restricciones a la competencia, desajuste entre lo ofertado y demandado, barreras de entrada a los oficios, control sobre el proceso de trabajo, limitaciones a la innovación... Campomanes y Jovellanos son dos ejemplos clave de una influencia política que se concreta en medidas legales a favor del libre ejercicio de las artes. Jovellanos hará numerosas referencias al problema que suponen los gremios con observaciones tales como: «De aquí se sigue que los gremios sean un estorbo para el aumento de la población, no solo en cuanto impiden la reunión de la industria con otros ejercicios, sino también en cuanto resisten la entrada en ella á las manos sobrantes de la labranza y otras profesiones […] Los gremios prescriben á sus individuos no solo las cosas que deben trabajar, sino también la forma con que deben ejecutarlas. La libertad sola puede producir y producirá en todas las artes que empiece á fomentar el consumo» 17

Impedir un lujo excesivo, favorecer la fabricación de manufacturas nacionales mediante la prohibición de importar y mejorar la integración del mercado interior originaron diversas disposiciones legales y de intervención pública. Este comportamiento pone de

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Cfr. JOVELLANOS (1788; 1875): p.519.

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manifiesto la existencia de controles y coacciones en una época en la que comienzan a alzarse voces favorables a la libertad individual. 1.4. Del comercio interior al comercio con Indias Por una parte, la cordillera Cantábrica era un obstáculo que dificultaba y encarecía los tráficos entre la costa y la meseta. Por otro lado, son numerosos los relatos de viajeros franceses y británicos que hablan de la mala calidad y escaso tráfico en la España del interior con la casi inexistencia de comercio en ambas Castillas, en Extremadura y Aragón. Meléndez Valdés describió por carta18 a Jovellanos las tierras comprendidas entre Valladolid y Salamanca, en donde veía «campos, llanadas y lugares casi destruidos, y paisanos abatidos y necesitados»; comparándolo con «la dichosa Asturias con tráfico, agricultura e industria». Las restricciones al comercio interior, tanto físicas (infraestructuras, comunicaciones por caminos de herradura y caminos carreteros) como institucionales (peajes, aduanas, pluralidad de gravámenes fiscales y de sistemas de pesos y medidas) o estrictamente económicas (escasez de medios de pago, de excedentes y de demanda), no hallaron solución en el plan de carreteras radial iniciado en 1761 — apertura de las carreteras que «en derechura» comunicaban Madrid con Santander por el puerto de Reinosa, con Bilbao por el de Pancorbo, con Coruña por el Guadarrama, y con Asturias por el de Pajares — De ahí las expectativas depositadas en el mercado americano. Los reglamentos e instrucciones que en 1765 y 1778 liberalizaban la «carrera» de Indias supusieron una reactivación de la actividad comercial en ciudades costeras de España: sectores exportadores, astilleros, compañías navieras y el hinterland afectado, conocieron un repunte en sus economías durante la segunda mitad del siglo XVIII. Las importaciones de géneros coloniales — añil, vainillas, palos de Campeche y de Brasil tabacos, cacao, azúcar, cobre estaño, plantas medicinales, cueros y otros bienes como el algodón— se vieron contrapesadas por las exportaciones de materias primas agropecuarias— vinos,

18

Véase Plan general de mejoras propuesto al Ayuntamiento de Gijón (1782), en LLOMBART y OCAMPO (eds.) (1982): pp. 205-207.

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salazones de carnes, harinas, mantecas...— y manufacturas — textiles y de metálicas, principalmente —. La creencia en lo positivo de liberalizar el comercio con Indias fue imponiéndose a las ideas de quienes no querían que se innovara en el régimen existente. Aunque se discuten los efectos prácticos de las medidas liberalizadoras, hay estudios que cuantifican el aumento del comercio hasta en un 1.615% entre 1778 y 1782-1796 19. Frente a quienes dudan de que la eficacia del comercio libre como estímulo para el crecimiento de la economía española «era escasa»20, otros especialistas sostienen que las medidas legales que restringieron trabas y suprimieron coacciones y reglamentos hicieron posible que miles de personas tomaran decisiones que les permitieron invertir, producir, ganar dinero y disfrutar de más bienes21. El mercado americano estimuló el crecimiento de los sectores exportadores, además de permitir completar la debilidad de la demanda interna con la colonial.

II. EUROPA: ILUSTRACIÓN Y ECONOMÍA El siglo XVII y la llamada «revolución científica» del Barroco (Descartes, Leitbnitz, Newton) supusieron el surgimiento y consolidación de una nueva visión del mundo, mientras que el siglo XVIII presenció el esplendor de dicho ideario, especialmente en la segunda mitad, cuando la Ilustración alcanza su apogeo. La Ilustración debe estudiarse como la prolongación de un movimiento intelectual que recoge una herencia humanística del Renacimiento y que comenzó su desarrollo en torno a las ideas y obras de Bacon, Descartes, Newton y Locke. Representa un cuerpo doctrinal paneuropeo o internacional, y también interdisciplinar —abarca la ética, la filosofía, los métodos científicos, el derecho, la economía...— que comparte su crítica a los valores encarnados por el Antiguo Régimen —aristotelismo, monarquías absolutas de derecho

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Cfr. FISHER (1981): p. 44. DELGADO (1986). 21 Cfr. ANES (2000): p. 170. 20

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divino, dogmatismo y especulación en el ámbito de las ciencias, crítica a las instituciones representativas (diezmo, amortización, orden estamental...)— Supone un ideario caracterizado por el optimismo acerca de la capacidad humana para conocer el funcionamiento del mundo real y para transformarlo, para mejorar la condición humana y alcanzar la «felicidad pública» (crecimiento y bienestar) por la aplicación y compromiso de las monarquías (despotismo o absolutismo ilustrado) con las nuevas ideas. En sentido, la tradición marxista ha interpretado la Ilustración como un movimiento ideológico representativo de la burguesía en ascenso en su lucha por derribar el orden aristocrático.

1. LA ILUSTRACIÓN EN EUROPA Inglaterra fue un caso excepcional respecto a la difusión geográfica de las Luces puesto que su ilustración, como movimiento intelectual, había comenzado antes, en paralelo a la Gloriosa (1688), el primer ensayo de revolución liberal europea. Descartes fue el pionero de la Ilustración francesa, pero Locke y Newton lo fueron de la inglesa. Por otro lado, Escocia permaneció aparte de dicho movimiento hasta la segunda mitad del siglo XVIII, cuando realiza brillantes aportaciones intelectuales en campos de la economía y sociología con pensadores de la talla de Adam Smith y David Hume. El contexto económico o social de cada país influye de forma notable en el ambiente intelectual y esto hace que se desarrollen distintos enfoques y tradiciones. Victor Riquetti, el marqués de Mirabeau, escribió una obra inspirada en el trabajo de Cantillon que le haría famoso, L´ami des hommes ou Traité sur la population (1756), en la que reanuda la temática mercantilista usando nuevos instrumentos. Mirabeau se reúne con François Quesnay en 1757, momento en el que surge la escuela de los fisiócratas. Un Quesnay que por aquel entonces ya había publicado dos artículos en la Encyclopédie, «Fermiers» y «Grains», en los que defendía la grande culture, con libertad de comercio y dando por sentado que el sector agrario constituía el sector estratégico de la economía. El trabajo conjunto de Quesnay y Mirabeau es cuanto menos curioso; Quesnay era un burgués moderado que quiere que las cosas cambien aunque tan solo confía en el rey, principal símbolo de inmutabilidad social y política; mientras que Mirabeu, por otro 15

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lado, es un gran noble que quiere restablecer el papel preponderante de la aristocracia.22 Pese a la ambigüedad política que representan los dos intelectuales, consiguen desarrollar a lo largo de varios años una suerte de evangelio fisiócrata concretado en artículos como Evidence, el Tableau économique o la Philosophie rurale, a parte de los ya mencionados. La teoría de los fisiócratas parte de la evidencia, «una certeza tan calara que la razón no puede rehusarla», que daba lugar a la constatación de que en la naturaleza, tanto física como social, existía un orden natural. Parte del mismo era que sólo la agricultura fuese productiva, creadora de riqueza. Esta riqueza creada era lo que llamaban produit net (o excedente) que debía vivificar todo el cuerpo económico a partir de la circulación o de intercambios entre sectores, intercambios que se representaban en el Tableau économique. Pero de cada concepto teórico podía obtenerse también una política concreta. Debía potenciarse un sistema educativo que ayudase a «ver» lo evidente, un sistema político acorde con el orden natural, basado en el despotismo de las leyes positivas siempre que éstas hubiesen sido dictadas por un déspota ilustrado bien aconsejado acerca de cuál era el orden natural, una reforma agraria que implantase en Francia una agricultura similar a la inglesa (grande culture) y un impuesto único que gravase sólo al produit net; además debía generalizarse un sistema de libertad que permitiese la libre actuación individual, para permitir la llegada del produit net a todos los sectores y el establecimiento de unos buenos precios, altos y provechosos para los productores.23 Junto a los fisiócratas alcanzó prestigio Jacques Turgot, un economista francés, discípulo de Vincent de Gournay y autor de numerosos artículos para publicaciones de fisiócratas, aunque no es considerado uno de ellos. Su fama viene principalmente de las Réflexions sur la formation et la distribution des richesses (1770), una especie de síntesis a la altura de La riqueza de las naciones en la que el planteamiento más importante es la idea de rendimientos decrecientes en la agricultura.

22 23

ARGEMÍ (1988). LLOMBART (2009).

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Muchos autores fueron aportando su grano de conocimiento a una estructura que se estaba formando poco a poco a lo largo del continente europeo. Aportaciones que conforman el nacimiento de la economía política y que, con Adam Smith y su La riqueza de las naciones (1776), cristalizarán en una ciencia social integrada.

2. LA ILUSTRACIÓN EN ESPAÑA: UZTÁRIZ Y CAMPOMANES La ilustración española, aunque iniciada con el movimiento de renovación científica protagonizado por los novatores desde finales del siglo XVII, no alcanza su fuerza y difusión características hasta la segunda mitad del siglo XVIII, por lo que 1730-1740 podría ser una referencia anticipada para contemplar tal intensificación, una fecha intermedia entre la pre-Ilustración y la Ilustración españolas.24 Theórica y práctica de comercio y marina (1714) de Gerónimo de Uztáriz es una de las principales obras económicas españolas de la primera mitad del siglo XVIII. La Theórica fue una referencia muy importante en Europa durante la segunda mitad del siglo XVIII, relevante en la formación del grupo de Gournay, además de ser una obra citada por personalidades como David Hume e incluso Adam Smith. Esta obra supuso una destacada referencia como fuente de información sobre la economía y legislación españolas; como estrategia de desarrollo con valores supranacionales de lucha contra la debilidad de las manufacturas; como crítica de los efectos económicos perjudiciales de los sistemas fiscales y, finalmente, como un programa o agenda de propuestas de reformas de los sectores secundario y naval. A partir de 1760 se incrementa la literatura económica y surgen nuevas contribuciones a la emergente economía política a través de las obras de autores como Bernardo Ward, Nicolás de Arriquibar, Campomanes, Enrique Ramos, Pablo de Olavide o Romà i Rosell, entre otros muchos. Desde su cargo como fiscal del Consejo de Castilla, Campomanes elabora una amplia obra que ha sido considerada como un «cuasisistema»25, es decir, un programa de desarrollo que partiendo de problemas

24 25

Cfr. LLOMBART (2000): p. 8. SCHUMPETER (1954).

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concretos pero relacionados entre sí, es susceptible de ser reducido a principios uniformes y analíticos. Así, la interdependencia de los sectores económicos, las ventajas de una mayor libertad económica, menor intervención del Estado, poblacionismo y agrarismo conforman el núcleo del pensamiento de Campomanes.

Jovellanos llega a atribuir el progreso en el conocimiento económico a Campomanes, la «mano sabia y laboriosa» que esclarece los principios contenidos en los trabajos26. Dice Jovellanos: «El infatigable magistrado lee y extracta obras de los economistas españoles del siglo XVII; publica las inéditas; desentierra las ignoradas; comenta unas y otras; rectifica los juicios y corrige las consecuencias de sus autores, y mejoradas con nuevas y admirables observaciones las presenta a sus compatriotas. Todos se afanan por gozar de este rico tesoro; las luces económicas circulan, se propagan, y se depositan en las sociedades; y el patriotismo lleno de ilustración y celo funda en ellas su mejor patrimonio» 27

III. JOVELLANOS EN LA HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONÓMICO El siglo XI marca el comienzo de la descomposición de la sociedad feudal. Existen amplios debates acerca de si el crecimiento del comercio y las ciudades es causa o efecto de dicha desintegración del sistema establecido hasta entonces. Sin embargo, el consenso es absoluto en cuanto a que el florecimiento del comercio saca a la luz temas importantes tales como la capacidad del rey para variar el valor de la moneda o a qué precio se debería vender cualquier producto o servicio.

26 27

Cfr. ANES (2000): p. 320. Véase Elogio de Carlos III (1788), en LLOMBART y OCAMPO (eds.) (2008): p. 683.

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Las cuestiones mencionadas se abordan desde un punto de vista normativo y de justificación cristiana; una explicación de carácter moral en cuanto al origen de la riqueza. Dichas preocupaciones de los teólogos escolásticos dan inicio a las primeras reflexiones económicas durante los siglos XIII y XV.

La secularización de la sociedad hace que surjan nuevas ideas económicas y políticas. De esta forma los mercantilistas forman la segunda gran fuente de que se nutrirá la futura ciencia de la economía conocida como mercantilismo, producto del Estado moderno de los siglos XVI-XVII y comienzos del XVIII, así como germen, junto a la escolástica, de la economía política.

1. EL MERCANTILISMO

La creación del Estado moderno y de las monarquías absolutas europeas fue acompañado de un proceso de creciente centralización política, administrativa, fiscal y de la relativa anulación de las jurisdicciones y privilegios nobiliarios. Entre los consejeros del Estado existían preocupaciones por el comercio y la moneda, ambas cuestiones de carácter económico y susceptibles de regulación. Entre los mercaderes desvinculados del Estado, su interés giraba en torno a la protección estatal. Sin embargo, ambos grupos tienen un objetivo común: la consecución de la riqueza.28 El mercantilismo se podría definir como «un conjunto de medidas de política económica destinadas a conseguir la unidad nacional, política y económica, entendida ésta como una afirmación frente a los demás países».29

Los escritores mercantilistas que consideraban temas de economía política propagaron una literatura de carácter controvertido destinada a estudiar problemas contemporáneos concretos con soluciones determinadas. De esta forma y teniendo en cuenta la economía de mercado en el siglo XVII, muchos autores mercantilistas asumen que la manera de

28 29

PERDICES (1998). Cfr. ARGEMÍ (1987): p. 50.

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aumentar el poder adquisitivo de la nación en su conjunto es a través de la participación en el mundo del comercio y de los recursos monetarios, una doctrina que consideraba que «la máquina motriz del desarrollo económico nacional estaba constituida por las ramas industriales, comerciales y marítimas de la economía, cuya ventaja residía en su habilidad para aumentar la participación nacional en el comercio internacional»30 De esta forma comienza la búsqueda de una balanza comercial favorable con medidas proteccionistas, políticas calificadas como «error» por el propio Adam Smith en una obra como La riqueza de las naciones.

2. EMERGENCIA DE LA ECONOMIA POLÍTICA

A principios del siglo XVII, un conflicto de ideas sobre la naturaleza, el poder, los derechos y las funciones del Estado moderno soberano, se combinó con las presiones originadas por el descontento social y la incertidumbre económica, por las dudas religiosas y los prejuicios, y por aquellos que estaban manipulando la estructura contemporánea del poder, dando una crisis de expectativas en relación con la monarquía inglesa31. Es en este entorno cambiante, con acontecimientos e incógnitas políticas, unido a nuevas ideas filosóficas, religiosas y científicas, cuando los estudiosos y pensadores comenzaron a enunciar explicaciones racionales sobre cómo funcionaba, o debería funcionar, la economía de mercado.32

A lo largo de este trabajo, especialmente en el apartado «Pensamiento económico en Europa» he citado numerosas obras y autores que sería redundante volver a analizar. Sin embargo, es muy importante recordar que, paso a paso, dichos autores fueron aportando elementos a un edificio que se levantaba poco a poco: el de la economía política. Ahora bien, le corresponde a Adam Smith el mérito de hacer la síntesis inicial más conocida de la economía política.33 Al igual que en el caso de los fisiócratas, la síntesis o

30

Cfr. DEANE (1988): p. 18. Cfr. DEANE (1988): p. 22. 32 SCHUMPETER (1954). 33 Cfr. ARGEMÍ (1987): p. 111. 31

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compendio, no constaba tan solo de una aportación al campo de la economía política, sino que era un intento de constitución de una ciencia social integrada. Un saber compuesto tanto de ciencias heterogéneas como pueden ser la economía, política y sociología como de campos del saber franceses, británicos y escocés, conocimiento que se verá reflejado en dos obras indispensables: Theory of Moral Sentiments (1759) y Wealth of Nations (1776).

La primera de las obras mencionadas trata sobre la formación de los sentimientos morales compartidos en una sociedad, sentimientos que regulan la aprobación o desaprobación de los actos propios o de los demás. Según Smith, los sistemas de filosofía moral, o los principios aprobatorios de los actos van por detrás, en orden de importancia, del estudio de la naturaleza de la virtud. Dichos principios son: el amor a sí mismo, la razón y el sentimiento.

Smith trata de determinar cómo la sociedad se da un código de conducta interno, independientemente de cualquier actividad innata y ajena a la misma. La sociabilidad surge de instintos naturales que conforman modos de convivencia aceptados por consenso. Ni las sociedades históricas ni las comerciales están compuestas por individuos aislados, puesto que de la forma que se organiza la subsistencia surge la norma de la propiedad, y de ésta surgen las clases u órdenes de la misma.34

Si el principio general en la Teoría de los sentimientos morales era la simpatía, en la segunda obra de Adam Smith será el propio interés. Un interés que desemboca en una armonía que se conoce como teorema de la mano invisible: si cada hombre obra según su propio interés, todo será como si existiera una mano invisible que proporcionara el máximo beneficio y la máxima felicidad a la sociedad. Junto al interés propio, otro de los principios manejados por Adam Smith, se refiere a la división del trabajo, que tiene su origen en una tendencia natural del hombre a cambiar cosas y está limitada por la extensión del mercado. Con el mercado se introduce el dinero y se entra en la teoría del valor, definido por Smith como valor-trabajo.

34

O´BRIEN (1996).

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Así pues, si aceptamos la definición de economía política como la ciencia que estudia la actividad humana en el comportamiento económico, como una relación entre la satisfacción de las necesidades en condiciones de escasez de recursos, tiene sentido haberse detenido a analizar las obras de Adam Smith que, junto a los escritos ya mencionados de escritores fisiócratas y mercantilistas, se hallan en la base de la emergencia de la economía política y generarán una línea de pensamiento que consigue atrapar a uno de los grandes representantes de la Ilustración española: Jovellanos. El ilustrado asturiano afirmó haber leído la obra de Smith y haber quedado admirado por ella, hecho que se demuestra en el carácter liberal de su obra más conocida en temas económicos: Informe sobre la ley agraria (1795).

3. JOVELLANOS, PENSAMIENTO ECONÓMICO Y ECONOMÍA POLÍTICA

«Una nación que cultiva, trabaja, comercia, navega, que reforma sus antiguas instituciones y levanta otras nuevas; una nación que se ilustra, que trata de mejorar su sistema político, necesita todos los días de nuevas leyes; y la ciencia de que se deben tomar sus principios y el arte de hacerlas según ellos son del todo forasteros a nuestra común jurisprudencia [...] Llegar a este convencimiento dio a mis estudios una dirección más determinada, porque, recorriendo los grandes y diversos conocimientos que requiere la ciencia de la legislación, hube de reconocer muy luego que el más importante y más esencial de todos era el de la economía civil o política; porque, tocando a esta ciencia la indagación de las fuentes de la pública prosperidad y la de los medios de franquear y difundir sus benéficos raudales, ella es la que debe consultarse continuamente, ya sea para la derogación de las leyes inútiles o perniciosas, ya para la formación de las necesarias y convenientes. Ella, por consiguiente, debe formar el primer objeto de los estudios del magistrado, para que, consultado por el gobierno, pueda ilustrarle, presentándole los medios de labrar la felicidad del Estado» 35

35

Véase en Los Informes Mineros (1796-1797), LLOMBART y OCAMPO (eds.) (2008): p. 887.

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Sobre Jovellanos escribió Schumpeter que dominaba la economía aplicada, que fue un reformador práctico, seguidor del liberalismo económico y que entendió el desarrollo económico mejor que la mayoría de teóricos. Añadía también que, pese a no haber contribuido al desarrollo teórico del análisis económico, son de sumo interés los planteamientos de su programa, actualizados por un estudio de la vida económica española y atento seguimiento del progreso de las ideas económicas. Una clara muestra del interés del economista austro-estadounidense:

«Dos ejemplos españoles muestran lo bien que los mejores cerebros de la época dominaban la «economía aplicada»: me refiero a Campomanes y Jovellanos. Fueron reformadores prácticos siguiendo la línea del liberalismo económico, y ninguno de los dos se preocupó por el progreso del análisis ni contribuyó a él. Pero entendieron ambos el proceso económico mejor que algunos teóricos». 36

A continuación se esbozará, de forma breve, el pensamiento económico de Jovellanos.

Tal y como refleja el fragmento de la Introducción a un discurso sobre el estudio de la economía civil, seleccionado al comienzo de este apartado, el interés de Jovellanos por las cuestiones de carácter económico aparece relativamente tarde.

Es en Sevilla donde empieza a fascinarse por las ideas económicas y a leer trabajos de economistas. Para unirse al círculo de discusión de Pablo de Olavide, Jovellanos tuvo que leer de forma intensiva trabajos, entre los que se presume que había autores como Mirabeau, Condillac, Cantillon y Hume, además de otros economistas nacionales como Sancho de Moncada, Pedro Fernández de Navarrete, Gerónimo Uztáriz, Bernardo de Ulloa y Bernardo Ward.37

36 37

Cfr. SCHUMPETER (1954): pp. 214-215. LLOMBART (2000).

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El estudio de la economía adoptará un papel trascendental en la vida del ilustrado gijonés. La economía, como «ciencia que enseña a gobernar a los hombres y hacerlos felices»38 es sumamente importante, pues la economía política es:

«la ciencia del ciudadano y el patriota [...] accesible a todo hombre que quiera aplicarse a estudiarla, aunque carezca del conocimiento de otras ciencias» 39

De esta forma propone el estudio de esta ciencia a los socios de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Asturias, a los que dirige en 1781 su conocido Discurso sobre los medios de promover la felicidad de aquel principado.

Jovellanos lee La riqueza de las naciones y le influye mucho, sin que eso suponga la existencia de una dirección única en la formación de sus ideas y en la construcción de su pensamiento económico. Como Smith, Jovellanos distingue entre precio de mercado y precio natural; el precio de mercado a corto plazo era el que determinaban la oferta y la demanda, mientras que el precio natural a largo plazo era el determinado por los costes de producción. Al igual que el famoso economista y filósofo escocés, Jovellanos se muestra contrario a los controles de precios y es partidario de la libertad de éstos, su explicación es la siguiente:

«Siendo el sistema de la libertad en el comercio interior de granos el más favorable a los consumidores, y no teniendo otro objeto las modificaciones que le han impuesto las leyes, que es alivio y seguridad de éstos, no sin gran razón se reclama en favor de la agricultura una libertad que es absolutamente necesaria para su prosperidad e incremento […] Por otra parte, esta libertad parece fundada en los más rigurosos principios de justicia […] Conviene establecer la libertad del comercio interior de granos por medio de una

38

Véase Elogio de Carlos III (1788), en LLOMBART y OCAMPO (eds.) (2008). Véase Discurso económico sobre los medios de promover la felicidad de Asturias (1781), en LLOMBART y OCAMPO (eds.) (2008). 39

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ley permanente, que excitando el interés individual oponga el monopolio al monopolio y aleje las oscuras negociaciones que se hacen á la sombra de las leyes prohibitivas. Esta libertad, tan conforme á los principios de justicia como á los de la buena economía, tan necesaria á los países abundantes como á los estériles y tan provechosa al cosechero como al consumidor, formará uno de los estímulos más poderosos á la agricultura española»

40

En resumen, Jovellanos consideraba que un mercado funcionaría mejor con libertad de precios, determinados por la oferta y demanda, puesto que el control de los mismos creaba escasez o excedente de bienes. La libertad de comercio, exceptuando una cierta protección de la «industria naciente», debería ir unida a una mejora en la infraestructura viaria, reduciendo los costes de transporte. De esta forma se conseguiría una expansión del mercado, así como una mayor división del trabajo y una mayor capacidad productiva.

En cuanto a las cuestiones monetarias, Jovellanos proclama ideas consideradas como monetaristas. Esta actitud se puede observar muy claramente en una carta remitida en 1777 a Campomanes, en la que sostiene que en España nunca hubo falta de dinero, «sino medios de fijar dentro de la nación el que producen sus riquezas naturales y los frecuentes envíos a América». Dichos medios vendrían dados por un desarrollo de la industria, una industrialización capaz de reducir las importaciones:

«Cuando llegue este dichoso tiempo, será menester enterrar parte del dinero que nos venga de las Indias, porque entrando siempre y no saliendo nunca, su abundancia pudiera encarecer extremadamente las cosas, y causar una apoplejía en el Estado» 41

40

Véase Informe de Ley agraria» en Jovellanos (1794), en LLOMBART y OCAMPO (eds.) (2008): pp. 768-774. 41 Véase Carta al Ilustrísimo Señor D. Pedro Rodríguez de Campomanes remitiendo el proyecto de erarios públicos (1777), en WENCESLAO (1840): p. 164.

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Jovellanos era defensor de una reforma en el sistema fiscal, sustituyendo los impuestos sobre el consumo y las rentas provinciales por un gravamen sobre la renta y la riqueza. Dicha reforma la justificaba argumentando que «la agricultura es la primera fuente, así de la riqueza individual, como de la renta pública […] las leyes fiscales de cualquier país deben ser principalmente calificadas por su influencia en la buena o mala suerte de la agricultura».42

El sistema de rentas provinciales suponía un obstáculo a la circulación libre de los productos de la tierra, y no ofrecía incentivos a los cultivadores para que tratasen de aumentar la producción.43

Además, Jovellanos creía saber el motivo por el cual el país no era próspero y en la sociedad no se alcanzaba la «felicidad», entendida ésta como crecimiento económico. Los baldíos, las tierras concejiles, las manos muertas y los privilegios de la Mesta eran obstáculos a la circulación libre de la riqueza y a la existencia del interés individual. Los baldíos debían ser puestos en cultivo, inclinándose por la cesión temporal de uso ya que:

«Convendrá extender las mismas providencias a las tierras concejiles para entregarlas al interés individual y ponerlas en útil cultivo» 44

Consideraba los privilegios de la Mesta tan perjudiciales que debían ser derogados lo más pronto posible. La amortización civil y eclesiástica, según él, era la causante del aprovechamiento deficiente de las propiedades, además de quitar al comercio una parte de ellas y hacer que los precios de la tierra fuesen demasiado altos.

El objetivo de Jovellanos no era únicamente poner más tierras en explotación, sino que pretendía especificar mejor el derecho de propiedad, para que hubiese un interés mayor

42

Véase Informe de Ley agraria» en Jovellanos (1794), en LLOMBART y OCAMPO (eds.) (2008). ANES (2000). 44 Véase Informe de Ley agraria» en Jovellanos (1794), en LLOMBART y OCAMPO (eds.) (2008): p. 711. 43

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por introducir mejoras en la explotación de tierras. Con un marco legal más apropiado, con una determinación más precisa del derecho de propiedad, se cultivarían más tierras, se incitaría el interés individual, y con todo ello habría un gran avance en la agricultura, siendo esta «la primera base de la industria, del comercio y de la navegación». Sin una agricultura dinámica y competitiva no podría funcionar un sistema económico de mercado, al tiempo que sin éste no habría aquella.45 En definitiva, Jovellanos no fue un estricto liberal ni un seguidor incondicional de Adam Smith. La condición de liberal intervencionista le sitúa pues al margen de las usuales nociones simplificadas de mercantilismo, fisiocracia y liberalismo económico. Para Jovellanos no existía «mano invisible» alguna que condujera automáticamente del interés privado al interés público. Resultaba indispensable la activa intervención de la «mano visible e ilustrada» del gobierno, con el fin de lograr el progreso económico y el bienestar general.46

¿Por qué reducir el pensamiento económico de Jovellanos a un simple liberalismo económico? ¿No estaríamos entonces destiñendo el peculiar colorido de las ideas del gijonés, utilizando además dudosos patrones actuales de clasificación? ¿Y no estaríamos también

desestimando

un

programa

ilustrado

pragmático,

liberalizador

e

intervencionista que posiblemente poseía mayor aptitud para fomentar el progreso de la riqueza, de la felicidad humana y de la virtud moral, en aquella atrasada y convulsa España de la decadencia del siglo XVIII? 47

45

Cfr. ANES (2000): pp. 326-327. LLOMBART (2000). 47 LLOMBART (2010): p. 28. 46

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IV. JOVELLANOS Y LA ECONOMÍA ASTURIANA

1. APROXIMACIÓN INICIAL

«Ningún otro autor del siglo XVIII proporciona programa equiparable, en lo que concierne a cualquier otra región de España, al que Jovellanos presentó para Asturias» 48

Jovellanos, a lo largo de su vida y de los constantes viajes que le acompañaron, dedica numerosos escritos a Asturias: los elaborados para la Armada, para la Superintendencia de caminos, para la Sociedad Económica, para la Junta General del Principado o para el Ayuntamiento de Gijón, son textos que deben sumarse a otros muchos escritos hechos con mayor libertad, tales como los recogidos en su correspondencia, en sus diarios o en las Cartas del viaje de Asturias. De un centenar largo de los escritos económicos de Jovellanos, unos 40 se refieren a Asturias.

A través de todos ellos se pueden destacar tres visiones de conjunto o realidades de la economía asturiana49. En el discurso de 1781 dirigido a la sociedad económica de amigos del país, puede encontrarse la primera de aquellas visiones. Se trata de un diagnostico en el que al optimismo ilustrado de los primeros escritos, se une un análisis todavía con matices mercantilistas. En segundo lugar, los Informes mineros o los dedicados a la «carretera de Castilla», representan ejercicios de economía aplicada condicionados

por la emergencia de la economía política, es decir, redactados a

instancia o demanda de la Administración estatal. Finalmente, en sus últimos textos, como es el caso de las Cartas a Ponz o los Apuntamientos de 1804, se adivina ya un sentimiento pesimista sobre la capacidad de la economía asturiana para superar las barreras al crecimiento económico.

48

Cfr. ANES (1996): p. 107. OCAMPO (2012).

49

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Como ya se dijo con anterioridad, Jovellanos comienza el estudio de la economía en Sevilla, cuando se une al grupo de discusión del intendente Pablo de Olavide. En esta época, Jovellanos rebosa de fe y confianza en una economía política al servicio del crecimiento económico mediante la vía del reformismo gradual, usando como medio para lograrlo instrumentos de la llamada «aritmética política» —es decir, la constatación de que los recursos naturales explotados en un marco de libertad son, por sí mismos, garantía suficiente para el desarrollo—. En palabras del ilustrado, «Asturias es un país rico» puesto que:

«He visto en todas partes la abundancia y la prosperidad, he visto la agricultura increíblemente extendida, y reducidos a cultivo no solo las vegas y los valles, sino también las hondas cañadas y las altas cimas de los montes [...] El estado de su industria es igualmente ventajoso»50

Jovellanos propone un crecimiento agrario a partir de una agricultura tradicional, de base cerealista y capaz de prosperar aún a costa de los pastos:

«Si Asturias quiere aumentar su riqueza, solo lo podrá hacer aumentando hasta lo posible su población, extendiendo hasta lo posible su cultivo»51

Está presente en su apreciación un particular sesgo mercantilista por sus tesis agraristas y poblacionistas: ampliar el área de cultivo y el número de brazos aparece como condición suficiente para el crecimiento del producto agrario, sin considerar la restricción de los rendimientos decrecientes. En escritos posteriores introducirá otras alternativas, como son una agricultura intensiva apoyada en el incremento de la productividad del trabajo gracias a innovaciones que finalmente no llegaron a producirse.

50

Véase Discurso pronunciado en la Sociedad de Amigos del País de Asturias (1788), en LLOMBART y OCAMPO (eds.) (2008): pp. 306-307. 51 Véase Discurso económico sobre los medios de promover la felicidad de Asturias (1781), en LLOMBART y OCAMPO (eds.) (2008).

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El segundo diagnóstico que Jovellanos hace de la economía asturiana es un ejercicio de economía aplicada y realismo. El principio smithiano de la división del trabajo se hallaba limitado por la extensión del mercado. En aras de esta evidencia empírica, Jovellanos apuesta por una inversión pública en capital físico como fuente de economías externas capaces de vencer los estrangulamientos que sufría la economía regional. Es decir, considera las infraestructuras un pre-requisito para el crecimiento por su contribución a la ampliación del mercado:

«De todo ello resultará naturalmente un grande aumento en la agricultura e industria de Asturias y Castilla, mayor extensión y actividad de su comercio, mayor comodidad y equilibrio en los precios de las cosas, más abundancia, más población, y más riqueza»52

En su doble calidad de ministro de la Junta de Comercio y comisionado de minas, Jovellanos redactará a partir de 1971 los conocidos informes mineros. Serán tres los ejes argumentales de los mismos: el debate en torno a la titularidad y derechos de propiedad y explotación del subsuelo minero, donde defenderá la libertad de extracción y comercio, al estilo inglés; el relativo al transporte terrestre y marítimo del mineral, donde abogará por una carretera carbonera y por una flota o marina mercante especializada y capaz de dar salida a los excedentes; y, por último, entrar en argumento en torno a la tecnología minera y siderúrgica, defendiendo la creación de una escuela de náutica y mineralogía.53 Otro aspecto importante de los informes es el interés renovado del asturiano por el carbón, — fuente energética, junto a la máquina de vapor, de la incipiente revolución industrial —:

«La industria será la que reciba el primer beneficio de la abundancia de este fósil, siendo muchas las fábricas que necesitan de carbón, es imposible que se sostengan alimentadas con el de leña» 54

52

Véase Dos informes al señor superintendente general de Caminos (1783), en LLOMBART y OCAMPO (eds.) (2008). 53 OCAMPO (2011). 54 Véase Los Informes Mineros (1796-1797), en LLOMBART y OCAMPO (eds.) (2008): p. 116.

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Las minas y el «camino carbonero» introducirían nuevos criterios de localización fabril y atraerían hacia las cuencas hulleras numerosos establecimientos. Dado el liderazgo carbonero asturiano, el carbón, al alimentar las fábricas y fundiciones de otras regiones, se convertiría en principal exportación, dando pie al desarrollo portuario y comercial de Gijón, fuente de otras industrias auxiliares55. Sin embargo, errores como la canalización del Nalón, el emplazamiento en Trubia de la fundición de municiones, o la falta de tecnología precisa para fundir a la «inglesa», harán que el ilusionante proyecto emprendido por la armada y defendido por Jovellanos termine en fracaso.

Por último, en sus escritos más tardíos y ya citados, Jovellanos adoptará una actitud pesimista que le llevará a rectificar o modificar ciertas convicciones que antes parecían inamovibles.

Una escasa circulación de tierras y el desproporcionado valor de las mismas debido a una amortización, el rentismo, el desinterés de los propietarios por la gestión eficiente y la tendencia a la subdivisión de explotaciones, despiertan en el ilustrado gijonés una gran empatía — de la que nunca careció pese a su origen noble — por las clases trabajadoras. Así, en una de las cartas sobre Asturias dirigidas a Ponz, y refiriéndose a la «felicidad pública», escribía:

«Estas ideas ponen al pueblo, esto es, a la clase más necesaria y digna de atención, en una condición miserable; establecen la opulencia de los ricos en la miseria de los pobres, y levantan la felicidad del Estado sobre la opresión de los miembros del Estado mismo» 56

En igual sentido, abandonará su creencia en que la smithiana «mano invisible» del mercado sería suficiente para «detener la funesta subdivisión de suertes en Asturias». Lo que le lleva a admitir la necesaria intervención de la ley, es decir, la «mano visible» del Estado.

55 56

OJEDA (1998). Véase Informe de la Ley Agraria (1795), en LLOMBART y OCAMPO (eds.) (2008): p.325.

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Otra convicción que se verá modificada será su postura agrarista y poblacionista a favor de posiciones industrialistas: dado que «La agricultura solo puede aumentar la población de un país hasta cierto punto, pero la esfera de la industria es de inmensa extensión», no tendrá inconveniente en defender la emigración como alternativa a la falta de empleos en la región.57

El último día del año 1796 refiriéndose Jovellanos a su querida tierra, anotó en su diario la siguiente frase: «Comunicaciones y luces, he aquí lo que le falta». Y es que si bien no consiguió su objetivo de transformar Asturias de «Siberia del norte» en «Sajonia española», es decir, de país aislado, pobre y rural a región minera e industrial, su tenacidad y esfuerzo con esta región le hacen crecer y mejorar como economista, dejando a posteriores generaciones un incalculable legado.

2. LA PERSPECTIVA SECTORIAL

2.1. El sector agrario

La agricultura

A mediados del siglo XVIII la superficie agraria útil no alcanzaba, en la mayoría de los casos, una tercera parte del total de tierras. Sin embargo, a partir de dichos suelos de utilidad agrícola, los colonos estaban obligados a hacer frente a las exigencias de grano para su alimentación y pago de rentas, así como a las necesidades de pastos para el sostenimiento del ganado durante la estación invernal.58

57

Véase Informe a la Junta General de Comercio y Moneda sobre la libertad de las artes (1785), en LLOMBART y OCAMPO (eds.) (2008): p. 518. 58 BARREIRO (1981).

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A partir de los datos del Catastro de Ensenada se han podido diferenciar, dentro del espacio agrario, dos estructuras diferentes: por un lado, las comarcas litorales y los valles intermedios en donde el área cultivada representaba en torno al 33-39% del suelo, siendo predominante el policultivo, en tanto que en las zonas montañosas (Illano, Tineo, Ibias...), a la par que se reducía espacio útil, se incrementa el monocultivo cerealístico.59

Elementos de carácter histórico, unido a singularidades climáticas y de las características del suelo configuraban el paisaje agrario en la Asturias del siglo XVIII.

A comienzos de siglo, la escanda era para Asturias su primer grano y principal cosecha, ya que era un cultivo muy adaptado a las áreas de montaña, donde compartía terreno con el centeno, mijo y habas negras60. Su mejor aclimatación a los suelos húmedos y resistencia a la lluvia lo hacía preferible al trigo, exigente de mejores suelos y sensible a la climatología asturiana. Será a finales del siglo XVIII cuando se generalizan variedades de trigo más resistentes, que a lo largo de la primera mitad del siglo XIX permitirán afrontar el pago de rentas en dinero. Del mismo modo, la reordenación del terrazgo evolucionó.

«Reducido cada colono a vivir de un pequeñísimo terreno, buscó en la multiplicación y variedad de sus frutos, y sobre todo en la asuidad y esmero de su trabajo, la mejoría de su subsistencia»61

La gran diversificación de cosechas en Asturias venía dada por necesidades de autosuficiencia, y así junto al cultivo de la escanda, trigo, centeno, mijo y panizo, se cosechaban viñedos, productos de huerta, además de los aprovechamientos forestales y fluviales y diversas clases de frutas.

59

Cfr. OCAMPO (1990): p. 19. CERECEDA (1941). 61 Véase Actas de la Junta General del Principado (1784), en OCAMPO J. (coord.) (2011). 60

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Ya en el siglo XVII se tienen registros del cultivo de maíz, pero no es hasta el XVIII cuando se difunde y generaliza su consumo ante el grave déficit interior de cereales. Su propagación tiene grandes consecuencias para la economía regional al suponer una reorganización del terrazgo cultivado. La extensión de su cultivo incentivó el cercamiento de tierras en los baldíos y comunes, con la consiguiente intensificación y mejora de rendimientos. Por ello, se llegó a asociar el uso del maíz con el inicio de una nueva época en la agricultura asturiana que lo presentaba como «recurso inagotable». No obstante, aunque el cultivo del maíz supuso transformaciones agrarias importantes y mejoró la subsistencia campesina, su introducción no llegará a alterar las relaciones de propiedad dominantes. La ganadería

En la Asturias del siglo XVIII la ganadería producía al labrador cuatro beneficios esenciales: productos para el mercado (leche, carne, manteca, salazones), alimentos para el consumo familiar, estiércol para el abonado de tierras, y fuerza de carga y tiro, tanto para las labores estrictamente agrarias como para las de transporte o arriería. El orden de importancia de los elementos mencionados depende de la óptica con que se miren, si bien es cierto que ante el auge del cultivo del maíz y la intensificación del sistema de cultivos que esto conlleva, adquirió especial relevancia el valor del abono.

La distribución de las distintas razas y especies, áreas de pasto, regímenes de tenencia y explotación, y las relaciones entre cultivos y pastos, configuraban, dentro del espacio agrario asturiano, sistemas ganaderos específicos62. El ganado basaba su alimentación, de forma general, en los prados naturales y en el pasto de los montes comunales o de uso colectivo.

Era común realizar un pastoreo extensivo en función del carácter

estacional y altitudinal. Un ejemplo de este estilo de pastoreo, si bien no se puede extender a otros grupos ganaderos, es el de los vaqueiros de alzada, un grupo humano social y económicamente diferenciado del resto.

62

FAYA (2012).

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La mayor integración en el mercado interprovincial, ferias castellanas y gallegas principalmente, hizo que los hacendados rurales se volcaran en la ganadería, lo que supondrá una orientación cada vez más ganadera de la región. El vacuno representaba ya en ese momento la especie de mayor relevancia de la cabaña regional, encontrándose la mayor parte de las reses acomuñadas, ya que no eran enteramente propiedad de los campesinos, sino que compartían su titularidad con monasterios y propietarios. Los colonos retenían la leche y la fuerza de tiro de los animales pero teniendo que repartir los beneficios de las ventas con los propietarios, normalmente gente de clase acomodada de Oviedo o Gijón. El campesino obtenía de esta explotación un excedente que comercializaba directamente y que constituía, no pocas veces, su único capital.63

2.2. La explotación de recursos fluviales y marinos

La pesca, marítima y fluvial, formaba un manantial de bienes alimentarios adicional y complementario al proporcionado por la agricultura y la ganadería. Junto al consumo directo en fresco, una parte de las capturas se destinaba a la salazón y escabechado para su posterior comercialización fuera de la provincia. Faltaron en Asturias las bases que permitieran el nacimiento de una industria de conservas y salazones similar a la desarrollada en Galicia por los «fomentadores» catalanes.64

La abundancia de la sardina era innegable, sin embargo Jovellanos echaba en falta los capitales y técnicas necesarias para crear una industria de arenques y escabeches.65 Por otro lado, el hecho de residir en Gijón, permitía al ilustrado asturiano tener un buen conocimiento del sector pesquero. Según él, la decadencia en que se hallaba era debido a la matrícula de mar y a la competencia de la sardina salada catalana. El problema con la matrícula de mar venía dado por el hecho de que ésta restringía la entrada de activos en el sector al condicionarla al alistamiento en la armada; y además ponía en manos de los gremios el control del acceso a los recursos — artes, vedas, volumen de

63

ANES (1977). OCAMPO (2011). 65 Véase Discurso económico sobre los medios de promover la felicidad de Asturias (1781), en LLOMBART y OCAMPO (eds.) (2008): pp. 450-451. 64

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capturas...—. El efecto de las matrículas fue desincentivar cualquier proyecto de inversión que partiese de armadores o marineros por la inseguridad que suponía la llamada a filas y la desatención del negocio. Pese a todo esto, Jovellanos buscaba medios «de hacer compatible la tripulación de la Real Armada con la abolición de la matrícula».66

Distintos economistas o analistas atribuían el declive de la pesca a la «esterilidad de los mares». Otros, como Uztariz, lo achacaban al dominio ejercicio por los ingleses en los bancos bacaladeros del Atlántico Norte. A estos factores, G. Menéndez Valdés, añadía los elevados precios de la sal debido al carácter de renta estancada, de las maderas de construcción, de las redes y, en general, de todo tipo de suministros. Sobre la primera cuestión se pronuncia Jovellanos de la siguiente forma:

«La segunda causa a que se atribuye la decadencia de la pesca es a la esterilidad de los mares. Yo he visto a muchas gentes sinceramente persuadidas de este absurdo [...] hablando en general, las producciones del mar [...] son siempre iguales, y por lo mismo debe serlo su multiplicación [...]. Así, los mares de Gijón serán siempre abundantes [...] como lo han sido hasta ahora, y en ellos la esterilidad nunca será perpetua, sino temporal y pasajera» 67

Por otro lado las llovinas, sollos reales, lamprea, anguila, mugil, reo, salmón y truchas eran especies buscadas por los pescadores de río en las montañas. El aumento de la población registrado debió acentuar la presión sobre todo tipo de recursos. Cuando éstos, fruto de las múltiples competencias suscitadas en torno a su explotación, se vuelven escasos, serán objeto de regulación por las ordenanzas de pesca con las que se trataba de preservar su existencia y definir los derechos de aprovechamiento.68

66

Véase Discurso económico sobre los medios de promover la felicidad de Asturias (1781), en LLOMBART y OCAMPO (eds.) (2008): p. 285. 67 Véase Discurso económico sobre los medios de promover la felicidad de Asturias (1781), en LLOMBART y OCAMPO (eds.) (2008): p. 285. 68 ANES (1977).

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2.3. Infraestructura, medios de comunicación y transporte Durante el siglo XVIII Asturias llegó a ser calificada como la Siberia española, pues la insuficiencia de los recursos técnicos para vencer las barreras impuestas por el medio físico otorgaba a los factores naturales un papel clave en la circulación y comunicaciones. El predominio de las formaciones prelitorales elevadas, junto a las adversas condiciones climáticas y marítimas, impidieron desarrollar una red de comunicaciones portuarias que pudiese suplir las deficiencias de un sistema de comunicación terrestre a través de la cordillera Cantábrica, con cumbres en torno a los 2.000 metros.

La mayor parte de la comercialización de mercancías corría a cargo de las recuas de arrieros y trajioneros que recorrían ferias y mercados por caminos carreteros, y que, estacionalmente, cruzaban a la meseta por los 23 caminos de herradura que surcaban otros tantos puertos de montaña. La escasa capacidad de carga y lentitud en los desplazamientos, el pésimo estado de los caminos o las condiciones meteorológicas encarecían los portes. Además, el transporte a lomos o «tracción de sangre», se hallaba sometida a otra restricción: la dependencia de la oferta de tiro respecto a ritmos estacionales del trabajo agrícola, así como al coste de oportunidad de dedicar animales al tráfico en vez de a otras funciones.

Los caminos de travesía asturianos no sufrieron grandes transformaciones ni en el siglo XVIII ni en épocas pasadas. Eran frecuentes los debates en torno al mal estado de los caminos durante la estación invernal. Un ejemplo de estas discusiones era el ramal Gijón-Avilés, muy frecuentado semanalmente debido a los mercados celebrados en las villas mencionadas pero con terrenos fangosos, malos tramos... lo que provocaba deterioro en los carros de carga y lesiones en el ganado.

Se trató de financiar la reparación y la construcción de los caminos vecinales mediante recursos como los repartimientos vecinales o el establecimiento de tasas e impuestos sobre bienes de consumo como la sal o el vino. Ya en 1761 se elabora un Real Decreto que trata de unir Madrid con los principales puertos de la periferia, un plan criticado por Jovellanos, tanto por su carácter radial y centralista —más preocupado por comunicar 37

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Madrid con la costa y fronteras—

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como por marginar las comunicaciones

interregionales y desatender los trazados y reparaciones de los caminos secundarios, que era por donde realmente afluían los excedentes agrícolas de los pueblos del interior a las vías principales.

Jovellanos siempre defendió el plan de una carretera por el Puerto de Pajares a Castilla desde Oviedo con ramales en Gijón y Avilés que proporcionara excedentes allí donde no los había. Para él no solo la prosperidad de Asturias estaba en juego, sino que también se vería beneficiado León, Salamanca, Ciudad Rodrigo y Ponferrada. Las obras de la carretera de Castilla comenzarán en 1771 y, aunque no hay datos seguros sobre la fecha exacta de su conclusión —posiblemente hacia 1830—, se sabe que sufre numerosos retrasos y paralizaciones. Se ha atribuido la demora en la construcción y apertura de la carretera de Castilla tanto a la debilidad de la burguesía comercial asturiana a la hora de negociar dotaciones presupuestarias en la corte como a las prioridades de la Hacienda, que centró sus recursos en otro tipo de proyectos, obviando los beneficios que se reportarían a medio plazo con esta obra.

El camino no podía resolver sin más el atraso económico de Asturias pero tendría efectos beneficiosos. A medio plazo, se acortaban las distancias y el tiempo, reduciéndose los costes del transporte a la vez que se abría la expectativa de alcanzar mercados nuevos. A largo plazo, la integración de Asturias en el mercado nacional conducirá a la especialización de la economía regional.69 Los efectos reales de la apertura del camino se harán ostensibles a partir de los años treinta del siglo siguiente, coincidiendo con la reactivación que para la economía regional supuso el despertar de la industria extractiva y siderometalúrgica.70

69 70

MADRAZO (1977). Cfr. MADRAZO (1984): cap. V1.

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El otro gran proyecto para el transporte terrestre sería el de la carretera carbonera, cuyo objetivo se dirigía a incentivar el tráfico y comercialización de carbones. Con este propósito se plantearán varios proyectos. En un primer momento se materializa el plan, ya comentado previamente, de la canalización del río Nalón formulado por Casado de Torres. Sin embargo las llamadas Reales Empresas del Nalón acabarán en fracaso. Su quiebra se producía en 1802, justamente cuando la coyuntura bélica del momento iba a afectar gravemente al sector minero. Más adelante, tras comprobar la inutilidad de las obras realizadas se volvía a poner sobre la mesa el viejo proyecto de Jovellanos, consistente en un camino carretero entre Gijón y Sama de Langreo capaz de reducir y estabilizar el precio del carbón al multiplicar el volumen transportado.71

2.4. Las esperanzas depositadas en el sector minero

Históricamente, los sistemas económicos han estado ligados a las disponibilidades energéticas, siendo este aspecto fundamental para determinar la producción de bienes y servicios, así como para producir mejoras en los niveles de renta y bienestar. En España, como en el resto de economías preindustriales, la demanda de madera tenía tres componentes principales: doméstico, manufacturero y naval. Pese al carácter renovable del carbón vegetal, el hecho de que su consumo industrial creciese a un ritmo superior a la capacidad regenerativa del bosque terminaba por producir deseconomías de escala. En un contexto histórico con las características mencionadas, Asturias tratará de llevar a cabo una transición a un nuevo modelo energético.

Campomanes trata de impulsar desde 1776 traducciones de tratados técnicos sobre carbón mineral y bombas de fuego, sin embargo no será hasta una década más tarde cuando la mineralogía deje de tener un mero interés científico y pase a ser una alternativa real que constituya un cambio en el modelo energético. Ya en las fases iniciales se vislumbran problemas que a medio y largo plazo harán peligrar las esperanzas puestas en el sector minero asturiano. El primero de ellos es el transporte, tanto desde la bocamina a los puertos de embarque como desde éstos a los de destino

71

OJEDA (1983).

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puesto que se estima que entorno al 90-95% del precio final de la hulla asturiana venía determinado por los acarreos y fletes. El segundo problema estaría relacionado con una mala calidad de los carbones que dificultaría su combustión en los hornos.

Entre 1787 y 1789 tienen lugar hechos que determinarán el futuro de la minería en Asturias. Por un lado, Casado de Torres descartará los carbones de las cuencas andaluzas y cántabras a favor de un sector minero público en Asturias debido a la regularidad de oferta y mayor calidad de sus carbones. Por otra parte, se le encarga a Jovellanos un plan sobre el sector minero que girará entorno a los derechos de propiedad, problemas de transporte y tecnología minera y siderúrgica. Jovellanos, desde una óptica neutral defendía un marco legal que liberalizase el acceso a los recursos y a su explotación. Para el ilustrado, en ausencia de intervenciones públicas y de restricciones económicas se alcanzarían posiciones de mayor competencia; de ello derivarían mejores precios y mayor oferta de hulla. Las empresas, siguiendo criterios de racionalidad económica, asumirían aquellas inversiones que les garantizasen maximizar sus beneficios.

El problema sobre el transporte del carbón adoptará especial relevancia cuando sale a la luz el debate entorno a la construcción de un canal o una carretera carbonera, siendo la segunda opción la preferida por Jovellanos. El gijonés era partidario de una carretera carbonera de 35km entre Sama de Langreo y Gijón que serviría para dar salida a los carbones de Langreo y Siero. Finalmente, será el canal fluvial de Casado el proyecto elegido en primera instancia, resultando poco después un rotundo fracaso. En su informe sobre navegación del Nalón (1797) escribía Jovellanos que las inversiones realizadas no se dejaban «notar ni en las cantidades recibidas ni en los precios del carbón vendido».

La oferta de hulla asturiana estuvo representada por dos tipos de explotaciones, las compañías privadas y las empresas informales de carácter vecinal. Desde 1792, la victoria de las proposiciones de Jovellanos se traducen en la desaparición de compañías privilegiadas como las de San Luis o de Antonio Carreño debido a la fuerte competencia de las explotaciones vecinales. Según el ilustrado gijonés:

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«Las montañas carboneras no reducidas a propiedad particular, son de ordinario comunales o baldíos. Su aprovechamiento y el de sus minas, es de los vecinos […] y siendo pues muchos los que se dan a esta industria, y no costando la propiedad cosa alguna, es visto que el precio del carbón solo representa el trabajo del sacador» 72

Las esperanzas depositadas en el sector minero por Jovellanos eran comprensibles. Las minas y el camino carbonero introducirían nuevos criterios de localización fabril y atraerían hacia las cuencas hulleras numerosos establecimientos. Dado el liderazgo carbonero asturiano, el carbón, al alimentar las fábricas y fundiciones de otras regiones, se convertiría en principal exportación, dando pie al desarrollo portuario y comercial de Gijon, fuente, a su vez, de otras industrias auxiliares73. Sin embargo, decisiones como la canalización del Nalón, el emplazamiento en Trubia de la fundición de municiones y la falta de transferencia de tecnología truncarán las ilusiones de la sociedad asturiana en la búsqueda de un mayor bienestar económico y social.

3.

JOVELLANOS:

OTRAS

APROXIMACIONES

A

LA

ECONOMÍA

ASTURIANA

El carácter enciclopédico e interdisciplinar de los hombres de la ilustración, así como la falta de especialización de los diversos campos científicos en el XVIII, facilitó la apertura de los análisis y estudios a un amplio abanico de temas. La matriz compartida por tales aproximaciones, será siempre el espíritu crítico, la búsqueda de interpretaciones o estudios que cuestionasen los saberes tradicionales, el sentido reformista y, en última instancia, la consecución de la utopía ilustrada de la «felicidad pública».

Veamos algunos casos.

72 73

Véase Los Informes Mineros (1789-1797), en LLOMBART y OCAMPO (eds.) (2008): p. 225. OCAMPO (2012).

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3.1. Jovellanos y la naturaleza

Es difícil evaluar o valorar a Jovellanos como «un mero economista sin más» a partir de sus escritos económicos y sin considerar el conjunto de su obra, pues hay en ella una intencionalidad unitaria o convergente a pesar de su carácter polifacético.74 Con estas palabras se busca poner de relieve la importancia de tratar de unir aspectos en la vida y obra del ilustrado gijonés tan dispares a priori como pueden ser la actitud frente a la naturaleza de un Jovellanos economista o como aficionado a las ciencias naturales, a los viajes o a la literatura.

La actitud del Jovellanos economista queda perfectamente reflejada en un fragmento del Informe de ley agraria.75 La naturaleza es una fuente de estorbos físicos al desarrollo y al progreso económico que tan sólo se pueden vencer mediante la técnica colectiva. En este caso, para Jovellanos, la naturaleza «nada produce sino maleza» y para hacer fértil la tierra se requiere de una pelea tenaz por parte del agricultor con la naturaleza. Jovellanos, por tanto, ensalza la idea del hombre como agente de cambio geográfico de primer orden.76

El ejemplo más llamativo de perspicacia humana en la relación hombre-naturaleza la encuentra en una Holanda convertida en «un jardín continuado y lleno de amenidad y abundancia», una visión totalmente productivista del ecosistema al servicio de las necesidades, bienestar, virtudes y valores de la sociedad, siendo la naturaleza «el primer apoyo de la fuerza y del esplendor de las naciones».

Jovellanos no mostraba preocupación alguna en cuanto a la explotación de los recursos naturales y no contempla problemas de agotamiento o degradación. Era absurdo pensar en la falta de recursos pesqueros puesto que son inmutables a largo plazo, al igual que era innecesario preocuparse con la idea de una tierra envejecida y estéril. La misma

74

LLOMBART (2012). Véase Informe de la Ley Agraria (1795), en LLOMBART y OCAMPO (eds.) (2008): p. 318. 76 GOROSTIZA (2007). 75

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opinión se mantiene en relación al carbón mineral, de enorme abundancia en Asturias, donde «las minas se hallan a cada paso» o los montes se auto-regeneran puesto que «se reproducen naturalmente por sí mismos».

El ilustrado asturiano era un gran aficionado a la ciencia y así queda demostrado en su Discurso sobre la geografía histórica (1800) y su Oración sobre el estudio de las ciencias naturales (1799). Sin embargo, dicho interés científico no era abstracto, puramente especulativo o gratuito, sino que estaba dirigido esencialmente a una «ciencia útil», orientada a la práctica para contribuir así mejor a la «felicidad de los Estados», esto es, se trataba de promover una ciencia aplicada al servicio del progreso socio-económico y la prosperidad nacional.77 Como muestra de esta atracción por la ciencia está la creación por Jovellanos, en 1794, del Real Instituto de Náutica y Mineralogía. En este enfoque la naturaleza sigue siendo territorio para la acción humana, sin embargo hay una idea provincialista que no se puede observar previamente, es decir, Dios es el verdadero protagonista de las maravillas de la naturaleza como Plan Divino inmutable y el hombre tan solo es un mero espectador. El hombre como agente de cambio geográfico y una visión providencialista —el mundo, la naturaleza, como fuente inagotable de recursos—

no son del todo

incompatibles puesto que el asturiano afirma que la Providencia y la Razón van de la mano y el hombre puede colaborar a través de sus actos a perfeccionar la obra de la Creación.

Junto a esta visión «extraccionista», poco o nada conservacionista, en los textos más literarios de Jovellanos subyace una segunda visión del orden natural. La naturaleza, en este caso, es contemplada fuente de consuelo y reposo espiritual, «dulce soledad y alto silencio». El asturiano muestra un sentimiento por la naturaleza que a posteriori se relacionará con la sensibilidad romántica. Este sentimiento aparece en obras como la

77

Cfr. GOROSTIZA (2007): p. 7.

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epístola cuarta «de Fabio a Anfriso», la dirigida al poeta Juan Melendez Valdés «a Batilio» y en las «Cartas a Ponz», en las que «frente al bullicio de las altas ciudades y el mundanal tumulto» admira «las maravillas de la creación», sobre todo los paisajes montañosos, aunque también le seduce una simple tela de araña. En estos textos y en contraste con la perspectiva economicista, se constata en ocasiones su preocupación por la destrucción de la naturaleza, bosque y fauna a golpe de hacha y caza indiscriminada.

3.2. Gijón

La segunda mitad del Siglo de las Luces está presidida en Gijón por la figura de Jovellanos, a quien se deben las mejoras y embellecimientos urbanos, la creación del Real Instituto Asturiano, y el impulso de las infraestructuras como el tramo GijónOviedo de la «carretera de Castilla» o las obras de mejora del puerto, fundamento de la futura pujanza económica de la ciudad.78

Jovellanos trata de dotar a la región, con sendos informes sobre el puerto y el consulado de Gijón: Representación al Ministerio de Marina sobre el puerto de Gijón en 1785 y la Exposición sobre el establecimiento de un Consulado en Gijón, de un mayor dinamismo en su economía, similar al de La Coruña, Santander y Bilbao —ciudades que centralizaban tanto el comercio colonial y europeo del litoral cantábrico— como el de la exportación de lanas y harinas castellanas. Las tres ciudades poseían un fuerte background mercantil y financiero, además de una activa burguesía de negocios vinculada al giro comercial, al crédito, a los arrendamientos, y a las inversiones en el sector naval, curtidos y fundiciones.79

El puerto, a mediados del siglo XVIII, aparte del estado de deterioro en el que se encontraba, tenía una capacidad insuficiente para el progresivo crecimiento del tráfico y

78 79

ALVARGONZALEZ (2011). OCAMPO (2011).

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para proporcionar atraque a embarcaciones cada vez de mayor envergadura y calado. En este contexto, Jovellanos se esfuerza por transformar Gijón en un puerto equiparable a los citados mediante la modernización de las instalaciones portuarias y de su adecuada conexión con las terrestres —carretera carbonera y de Castilla—. Por su parte, la creación de un Consulado, reduciría los costes de transacción y atraería nuevos tráficos.

La liberalización del comercio a Indias había impulsado el desarrollo comercial y mercantil, además de potenciar el sector manufacturero exportador.

El saneamiento de las marismas del Humedal es otra etapa importante en la expansión de Gijón durante el siglo XVIII. Este proceso sienta las bases de la formación de unas reservas de suelo urbano ocupadas en parte en los años centrales del siglo XIX, y aleja de la villa un foco de insalubridad permanente que había tenido consecuencias negativas para la higiene pública del municipio.80

Además del acondicionamiento del Humedal, se llevó a cabo un Plan de Mejoras Urbanas presentado ante el ayuntamiento por Jovellanos en 1782. Las líneas estratégicas de dicho borrador eran: la reparación del paredón antiguo desde la peña de Santa Ana a la capilla de los Valdés, además de la construcción de una tapia y la prolongación del muro de San Lorenzo. Sin embargo, la reforma más ambiciosa será la propuesta de un verdadero plan de ensanche, que desplazaría el centro urbano a una nueva plaza.

Es interesante observar cómo, en cierta forma, el Jovellanos economista y el Jovellanos romántico parecen identificarse o fusionarse a la hora de plantearse, con aportaciones propias, la financiación de la plantación de álamos de su propio bolsillo y bajo el siguiente pretexto en la ciudad gijonesa:

«Los árboles no sólo contribuyen a la hermosura, sino también a la riqueza de los pueblos que hacen abundar en ellos la leña y madera de construcción, que los libran de las inclemencias del sol y de los

80

ALVARGONZALEZ (2011).

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vientos, que purifican, templan y refrescan los aires destemplados del invierno y verano; y finalmente dan una idea a quien los ve del orden y la buena policía que reinan en los pueblos donde abundan» 81

81

Véase Plan general de mejoras propuesto al Ayuntamiento de Gijón (1782), en LLOMBART y OCAMPO (eds.) (2008): p. 221.

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CONCLUSIONES La huella de Jovellanos se ha convertido en permanente. Ya han pasado más de 200 años desde su fallecimiento y una gran cantidad de conmemoraciones, ensayos e interpretaciones vienen aconteciéndose hasta el día de hoy. Tres perspectivas destacan entre dicha abundancia de estudios: el Jovellanos conservador y tradicionalista, Jovellanos liberal-smithiano partidario del laissez faire y el Jovellanos impulsor de reformas artificiales que fortalecen el Antiguo Régimen.

Asturias fue para el ilustrado gijonés un laboratorio desde el que comprobar y contrastar la distancia entre las potenciales reformas y sus posibilidades reales de puesta en marcha. El déficit de resultados, así como el repetido hundimiento de las empresas públicas le forzaron a repasar muchas de las hipótesis sobre las que se fundaba el optimismo inicialmente confiado en la economía política como ciencia que «enseñaba a gobernar los hombres y hacerlos felices». El repaso influirá no sólo a sus estudios en materia de economía aplicada, sino también a los propios principios teóricos, incluida la «felicidad pública».

Para tratar de reconstruir los razonamientos y reflexiones del autor, es necesario tener en cuenta componentes muy diversos que previamente hemos analizado en mayor o menor medida: el liberalismo, la reforma constitucional, el arte de la política, la felicidad y desgracia de Asturias, la crítica a los gremios, la capacidad humana, interés personal y público, la reforma agraria, el círculo virtuoso de las Luces, la riqueza, la virtud moral, así como la instrucción y la perfectibilidad humana. Todos estos aspectos conforman un pensamiento único y es que, aunque las condiciones han cambiado, las Luces y sueños de Jovellanos siguen en pie, listos para ser aprovechados por las generaciones actuales y venideras.

Muchas de sus proposiciones, una vez rejuvenecidas y adaptadas a los nuevos tiempos, erigen faros para la necesaria primavera de las Luces en el mundo actual, una nueva transformación orientada a vencer viejos atrasos y a disputar el desconocimiento, la desigualdad, el autoritarismo... y en definitiva la infelicidad. Esa es la herencia esencial 47

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de don Gaspar de Jovellanos, destacado y eminente clásico moderno de la Ilustración en su particular búsqueda de una sociedad de bienestar.

«Pudiera, ciertamente, haber dicho más […]. No basta ver a dónde se debe llegar, es preciso no perder de vista el punto de que se parte» (Jovellanos a Guevara Vasconcelos, Gijón, 28 de mayo de 1794)

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