Jaime Guzmán y su pensamiento

October 9, 2017 | Autor: Carlos Frontaura | Categoría: Historia Institucional
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Descripción

Jaime Guzmán y su pensamiento Patricio Melero A. Diputado y Presidente de la Unión Demócrata Independiente (UDI) Carlos Frontaura R. Profesor Derecho P. Universidad Católica de Chile Investigador Fundación Jaime Guzmán E.

1. Guzmán y su importancia para Chile Jaime Guzmán Errázuriz (1946-1991) es probablemente uno de los intelectuales y políticos chilenos más relevante del último cuarto del siglo XX. Varios son los factores que lo explican, entre otros: su inteligencia, profundidad y visión de futuro1; su capacidad de articular un discurso sustantivo y coherente en lo gremial, institucional y contingente 2; su valentía para defender posiciones, incluso en “abrumadora minoría”3; su genio para descifrar aquello que carece realmente de contenido y su reciedumbre para mostrarlo, desafiando lo políticamente correcto4; y su talento para convocar a cientos de jóvenes detrás de diversos proyectos de servicio público5. Sin embargo, lo que hizo que estas cualidades resaltaran tan extraordinariamente y que explican, en buena medida, el impacto de la figura y el pensamiento de Guzmán en la sociedad chilena el que continúa a más de veinte años de su asesinato era su enorme versatilidad para moverse, sin inconvenientes ni claudicaciones, desde la reflexión a la práctica. Él no era hombre que se contentara solo con las ideas, estaba convencido de que si ellas no se ponían en movimiento, si no eran encarnadas en la realidad cotidiana, de poco servían a la vida y, por tanto, no podían ser útiles para transformar la sociedad, ni las personas. En palabras de uno de sus compañeros de Universidad, Jaime Guzmán “Era un hombre extremadamente inteligente, y que tenía la característica que yo no he visto en otra persona (…) tenía una gran inteligencia teórica o especulativa y al mismo tiempo una gran inteligencia práctica, que normalmente no coinciden. O sea, Jaime era capaz de ser avezado en filosofía o en temas especulativos importantes y, además, de fundar un partido político; el común de la gente tiene una u otra cosa, pero no las dos”6. Él mismo reconocía esta particularidad: “No soy un hombre sólo de ideas, sino también de acción”, frase con la que un vespertino de Santiago titularía una de tantas entrevistas que dio en su vida.7 Muy probablemente, fue este rasgo el que facilitó que su pensamiento influyera tan decididamente en la nueva arquitectura institucional que se construyó en Chile luego del fracaso estrepitoso de su democracia, cuya fase final fue conducida por la Unidad Popular y el presidente Salvador Allende (1970-1973). La combinación en Guzmán de 

Artículo publicado en: El Pensador. Revista de cultura, filosofía, economía, historia y ciencia la luz de la fe cristiana, N°6, Año 1, (Nov-Dic. 2013), pp.92-98 (España) 1

claridad conceptual, sentido práctico y tenacidad inquebrantable explican, en buena medida, que el Gobierno Militar (1973-1990) haya concluido con una transición pacífica a un régimen democrático conducido por los civiles, el que ha permitido alcanzar una estabilidad política y un desarrollo económico-social bastante excepcional en nuestra historia independiente, más allá de las actuales demandas ciudadanas, por lo demás, comunes a todo el orbe. Esa contribución de Guzmán tiene dos dimensiones diferentes: la primera, en el campo de la acción, ya que fue él quien permanentemente insistió, abogó y movilizó a diversas personas para que el régimen del General Pinochet diera al país una nueva Constitución8; y, la segunda, en el ámbito intelectual, en el aporte que realizó a la fundamentación antropológica y dogmática de ese texto fundamental9. Aunque ambas influencias están estrechamente relacionadas con el producto final, a saber, la Constitución de 1980 y su itinerario para retornar a una plena democracia, este trabajo tiene por objeto hacer una simple reseña sobre algunos de los aspectos fundamentales del pensamiento político de Jaime Guzmán que impregnaron de contenido sustantivo al texto que actualmente rige a Chile. Sin perjuicio de ello, es necesario destacar la importancia del primero de esos aportes que significó, en la práctica, que un gobierno autoritario, surgido de la ruptura de la democracia, fuera capaz de establecer límites a su propio poder y sellar un compromiso constitucional. Este aspecto, de enorme importancia práctica para la vida de todos los chilenos, suele ser olvidado frente a los errores y graves transgresiones a los derechos de las personas que ocurrieron durante el régimen militar. Sin embargo, merece un análisis más detenido y desapasionado, ya que no es frecuente que quienes gobiernan tengan la voluntad de restringir su potestad; menos todavía cuando, por diversas circunstancias, la pueden ejercer prácticamente sin controles jurídicos. Esta circunstancia, sobre todo en Chile, ha sido poco analizada, aunque empiezan a surgir investigaciones que, sin minimizar los defectos del Gobierno Militar, se adentran en esta importante arista. 10 El peso de la acción de Guzmán en ella es un campo todavía más inexplorado; preocupados como están los estudiosos de echar abajo su obra conceptual, que no se amolda a los requerimientos de una sociedad progresivamente más individualista, se ha descuidado una dimensión de su personalidad que tiene un hondo contenido moral y que puede explicar, más que muchas otras, la entidad enorme que continúa teniendo para las nuevas generaciones su testimonio de vida. No en vano, hace algunos años, un monje chileno escribía en un ensayo sobre santidad y políticos que “Para los católicos debería ya haber llegado la hora de poder hablar y reflexionar sobre el caso de Jaime Guzmán, sin asociarlo de inmediato con algún régimen político o partido determinado, simplemente como de un cristiano que se ocupó a la vez de ambas cosas, la vocación a la santidad y el quehacer político.”11

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Sin embargo, en esta ocasión interesa explorar, como ya se dijo, en otro ámbito del aporte guzmaniano a la Historia de Chile, aquel que dice relación con los principales aspectos de su pensamiento que influyeron en la estructura constitucional chilena.

2. Guzmán y un proyecto humano para Chile Jaime Guzmán nació en Santiago el 28 de junio de 1946 y fue el segundo de tres hijos y el único hombre del matrimonio entre Jorge Guzmán y Carmen Errázuriz. Pertenecía a una familia acomodada y con importantes vínculos sociales y políticos, en particular por el lado materno. Sus estudios escolares (1951-1962) los desarrolló en una secular institución de la capital: el Colegio de los Sagrados Corazones. De ahí salió como uno de sus estudiantes más destacados por su rendimiento académico, oratoria, pluma y capacidad de organización. A pesar de que evaluó temprana y seriamente una vocación sacerdotal, decidió, con 16 años, ingresar a estudiar Derecho a la Pontificia Universidad Católica de Chile (1963-1967). También aquí sobresalió como uno de los mejores alumnos de su generación, aunque más todavía por su liderazgo. Después de egresar y titularse, continuó en la Universidad como uno de sus profesores más importantes hasta su asesinato a manos de terroristas, hecho ocurrido a las puertas del campus estudiantil, instantes después de terminar su clase. 12 El ingreso de Jaime Guzmán a la educación superior coincidió con el comienzo de una de las décadas (1963-1973) más convulsionadas de la historia de Chile, como también del mundo. En este contexto de creciente radicalización, su enorme capacidad intelectual y práctica lo convirtieron en el líder más relevante de su generación. Así, en la Universidad Católica (UC), donde el discurso rebelde violencia mediante hizo caer al Rector (1967), articuló una doctrina y un movimiento estudiantil que, sustentándola, enfrentó con éxito a los grupos ideologizados.13 Este es el origen del gremialismo y del Movimiento Gremial de la UC que, alrededor de los principios de subsidiariedad y autonomía de los cuerpos intermedios, defiende la naturaleza específica de la universidad y de los organismos corporativos, rechazando tanto su subordinación a doctrinas contingentes como su instrumentalización por los partidos.14 De la misma forma, cuando el extremismo revolucionario llegó a los órganos del Estado con el advenimiento al poder de Salvador Allende (1970), Guzmán, desde la universidad, los medios de comunicación y la actividad gremial, se convirtió en uno de los más importantes y visibles defensores de la libertad y la democracia amagadas por el proyecto totalitario de la Unidad Popular.15 Por ello, muy pronto después de producida la intervención militar de septiembre de 1973 fue convocado, junto a otros juristas, a integrar una comisión para estudiar un proyecto de nueva Constitución.16 Entrando esta 3

en vigencia (1981) y señalando los plazos para retornar a la democracia, Guzmán fundó un movimiento político (1983) que devino en partido (1989); en las primeras elecciones post 1973, resultó elegido como Senador por Santiago para el período 1990-1998, el que no pudo cumplir por su violenta muerte a manos del terrorismo de izquierda en abril de 1991, cuando las encuestas lo presentaban como el principal líder de la entonces oposición. 17 La clave que explica el liderazgo e impacto de Guzmán es que su propuesta no constituye un simple ideal político, va mucho más allá, es un verdadero proyecto humano para Chile como lo ha denominado el historiador Gonzalo Rojas. Lo es, por dos razones principales: en primer término, porque toda su acción pública está orientada por una noción de servicio que va más allá de lo puramente material; y, en segundo lugar, porque se sustenta en la convicción de que el crecimiento económico, la libertad y la justicia social, son insuficientes si no están acompañados de un perfeccionamiento espiritual. En el discurso con el que se despidió de su etapa escolar, señalaba: “Debemos llevar el mensaje cristiano a todos los rincones de nuestro Chile, y abrirle esperanzas a nuestro pueblo con unas palabras de amor. Debemos predicar la verdad, como decía el Apóstol, con oportunidad o sin ella”18. Complementaba esta idea en 1972, indicando que, si bien no se había fijado metas, “Quiero sí destinar mi vida al servicio del país”19; lo que explicaba años después como un compromiso de “servir, servir al país, servir a un conjunto de principios, de ideales, de valores en los cuales creo muy profundamente”20. Así, a pocos años de su muerte y en plena campaña electoral, era capaz de dar cuenta de su misión señalando que no había que ir “simplemente detrás de votos, sino en busca de seres humanos de quienes pretendo obtener su confianza, lo cual vale mil veces más que su voto… Lo que a mí me interesa es transmitir un mensaje que atraviese la política, pero que la trascienda hacia dimensiones morales y espirituales, comprometiendo al ser humano en el verdadero ejercicio de la libertad”21. En definitiva, como lo puso de manifiesto Juan de Dios Vial, exrector de la Universidad Católica, “Su enseñanza era un apostolado, y él lo sentía así”22; de hecho, preguntado en 1989 sobre lo qué haría si perdía la elección, señaló: “Continuar trabajando en mi vocación fundamental que es el apostolado cristiano. Yo estoy en política, lo mismo que en docencia como los instrumentos más directos que la Providencia me ha puesto en el camino para desarrollar esa vocación”23. Como se ve, Jaime Guzmán no concebía su acción pública como simple defensa de ideas o propuestas de consecuencias meramente materiales y, tampoco, como un asistencialismo que reacciona ante la mera pobreza económica. Él pensaba la política como un medio para encontrarse con las personas, y, a través de esa fórmula, propagar la sabiduría última que, como todo lo esencial, “es invisible a los ojos” el famoso secreto que el zorro ofrece al Principito en el libro de Saint-Exupéry que tanto admiraba Guzmán. Por esto es que su mensaje trascendía las políticas públicas y los meros proyectos partidistas, siendo capaz no solo de 4

entusiasmar a seguidores, sino que suscitar respeto y admiración en quienes no pensaban como él.24 En completa coherencia con lo anterior, es decir, con la motivación y sentido que tenía su actuación, Guzmán estaba absolutamente persuadido de que cualquier proyecto social, político y económico no era capaz de sostenerse únicamente en el éxito externo, por dilatado que fuera. En el fondo, en su visión, el discurso público no podía reducirse a unos simples objetivos materiales, ya que “Ningún sistema político o económico (como la democracia política o la economía social de mercado) puede satisfacer las inquietudes más profundas del hombre. Su dignidad trascendente clama por respuestas frente al dolor, a la muerte y al destino último de la existencia (…) Sólo los valores morales y espirituales son capaces de brindar auténtica felicidad al ser humano. Sólo ellos pueden también cimentar una sociedad con rectos ideales”25. Por ello, concluirá tan claramente en que “incluso esa conjunción de progreso y justicia no basta para lograr el desarrollo integral que Chile requiere. A ello hay que agregar una escala de valores morales que le brinde sentido espiritual al progreso, colocándolo al servicio de cada ser humano”26. Cabe resaltar que Guzmán atribuía, en ese mismo artículo, a “la familia, los educadores, los medios de comunicación, la Iglesia”27 un papel central en la promoción y defensa de la mencionada escala. Pero, al mismo tiempo, señalaba que “Los sistemas políticos o económicos tienen herramientas para incentivar estos valores”28 y destacaba, después de enumerar a los que primero están llamados a esta tarea formativa, el deber que un Estado subsidiario tiene en este ámbito. Como es obvio, si a este le corresponde esta función y si los sistemas políticos y económicos pueden estimular estos valores para alcanzar un crecimiento que sea auténticamente pleno, entonces, no cabe duda que esos principios éticos, indispensables para la vida personal y comunitaria, no solo pueden, sino que deben ser parte de un relato político robusto y profundo. No es extraño, por ello, que, pocos días después de su muerte, el presidente del partido fundado por Guzmán (UDI) señalara que, para el Congreso Doctrinario que se estaba preparando por esas fechas, “lo que a Jaime le interesaba especialmente, era que viéramos en profundidad el concepto de inspiración cristiana. Porque siempre decía que él no quería vivir en un país que se diera por satisfecho sólo con una democracia representativa y la solución de la pobreza. Para él lo fundamental era el aspecto valórico. Este punto de la inspiración cristiana. Lo importante era que un partido, además de apoyar la economía social de mercado y ser partidario de una democracia representativa, inspirara valores.”29 Así, un compañero de ruta describía con precisión lo que para Guzmán era central en un discurso público sistemático y armónico.

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3. El ideal del proyecto guzmaniano Lo expuesto anteriormente demuestra no solo el talante y extensión del propósito guzmaniano un proyecto humano, sino también la dificultad de clasificar y etiquetar su pensamiento. Por ello, tal vez, se lo ha presentado a veces tradicionalista, liberal o, simplemente, como un pragmático, siendo quizá la versión más difundida, la que lo hace transitar desde un corporativismo en la edad juvenil a un neoliberalismo en su época madura.30 Sin embargo, estos encasillamientos, útiles solo como elementos orientadores, no resultan eficaces para describir con precisión la postura de Guzmán. Por ejemplo, ¿puede ser calificado como liberal quien como se ha visto previamente propugna que el Estado, en su deber subsidiario, ha de promover una escala de valores morales? De la misma forma, tampoco parece un tradicionalista clásico quien, en los estudios de la nueva Constitución, desde el comienzo promueve que los partidos políticos y el sufragio universal sean elementos centrales de la democracia que se está delineando.31 Por otra parte, difícilmente los neoliberales aceptarían dentro de sus filas a quien defiende la intervención del Estado para servir el bien común o siquiera contempla como categoría la justicia social. 32 En fin, resulta al menos contradictorio considerar como corporativista a quien concibe los cuerpos intermedios como organismos de asociación voluntaria y de representación limitada.33 Todo lo expresado anteriormente permite visualizar la doctrina de Guzmán como una en que lo importante son los principios y valores superiores que deben ser servidos, sin convertir en sustancial lo formal que, aunque importante, es propio de cada época y, por tanto, fundamentalmente contingente. Dicho de otro modo, a Guzmán le interesa que la estructura social, política y económica esté ordenada de modo que favorezca aquellos fines permanentes como la justicia, la libertad y la paz que son condiciones indispensables para el perfeccionamiento material y espiritual.34 Ahora, lograr esto requiere, en su visión, incorporar aquellas convenciones y realidades que más se adecúen a las convicciones de una época, respetando, por cierto, el orden moral objetivo. Por eso dirá con tanta claridad que: “Cualquier régimen de gobierno respetuoso de la naturaleza humana es doctrinariamente legítimo, pero para que resulte operante en la finalidad de promover el bien común, exige la aceptación del pueblo como condición indispensable”35. Partiendo de esta base, cabe entender que una de sus primeras preocupaciones en la comisión que estudiaba la nueva Carta Fundamental era que se dejara constancia expresa de “la concepción del hombre y la sociedad que inspirará la nueva Constitución. A su juicio, toda la doctrina sobre el Estado, la soberanía, la democracia, el gobierno y los derechos individuales y sociales, descansa en una concepción cristiana del hombre; en el reconocimiento de que el hombre encierra valores espirituales que están más allá del ordenamiento jurídico positivo.”36 Esta idea será recogida por el resto de los miembros de 6

la comisión de estudios y, entre otras expresiones jurídicas que tendrá dentro del texto, está detrás del límite al ejercicio de la soberanía que incluye el artículo 5° vigente.37 La estructura institucional que propondrá, entonces, intentará ser coherente con este criterio y con la idea de que “todo sistema de generación del poder que se adopte en un país requiere ser aceptado por la comunidad nacional correspondiente”38. Por eso, junto a la propuesta inicial para que la nueva Constitución consagre el principio de subsidiariedad y de autonomía de los cuerpos intermedios, garantía de una auténtica libertad y participación social39, propugnará, con la misma decisión, la consagración del sufragio universal ―y, por tanto, el reconocimiento al papel de los partidos políticos― como forma de elegir a la autoridad encargada de conducir a la sociedad al bien común 40. Nuevamente, el hombre de principios, reflexión y sentido práctico. En definitiva, para entender plenamente el pensamiento de Guzmán no bastan las categorías rígidas, ya que su proyecto humano ofrece ―para usar una imagen que le era muy querida41― un ideal y no una utopía, como la que ha caracterizado a los paradigmas positivistas de la modernidad. Este ideal, sin renunciar a un objetivo de perfección, exige estar plenamente arraigado en la realidad humana; por eso, Guzmán buscaba a la persona, pero no para halagarla en sus deseos, sino para mostrar e invitarla a un camino de servicio a la verdad42. Precisamente esto era lo sustancial de lo que le proponía a Chile, como lo señalaría en 1989: “Nuestro proyecto político apunta a una sociedad libre, justa y basada en sólidos valores morales. Una sociedad libre requiere combinar una democracia política eficiente y una economía social de mercado, combatiendo así por igual a los totalitarismos y a los estatismos socialistas. Pero la libertad debe ajustarse a las normas objetivas de la moral. Si la libertad se confunde con el capricho de cada cual para hacer lo que tenga ganas se cae en el libertinaje, la anarquía o el escepticismo vacío, que hoy aflige a muchos países desarrollados. Por eso la UDI da prioridad a fortalecer los valores cristianos propios de la civilización a la que Chile pertenece. Sólo el sentido espiritual de la vida nos alejará de todo materialismo doctrinario y práctico”43. En el fondo, Jaime Guzmán llevó a la práctica, también en la arena de la política, aquella finalidad que había delineado tempranamente en época escolar como objetivo de vida: formar y transformar personas 44. Para él esta vida era un tránsito hacia la futura y definitiva y, por ello, se involucró en política, para llevar este mensaje y para favorecer un sistema que facilitara ambas cosas: enseñar y caminar. Lo hizo, teniendo como emblema, aquello que pone de relieve el apóstol Pablo cuando exhorta a la comunidad de los Gálatas: “Para ser libres nos ha liberado Cristo. Manteneos, pues, firmes y no os dejéis oprimir nuevamente bajo el yugo de la esclavitud (…) Vosotros hermanos, habéis sido llamados a la libertad. Pero no toméis de esa libertad pretexto para la carne; antes al contrario, servíos unos a otros por amor.”45

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Existen varios testimonios recogidos en entrevistas que se conservan en el Archivo de la Fundación Jaime Guzmán (“Entrevista AFJG”). Para todos, el siguiente de Arturo Aylwin, que fuera profesor y vicedecano de la Facultad de Derecho de la P. Universidad Católica de Chile y, posteriormente, Contralor General de la República (1997-2002): “(…) Jaime ya era un alumno destacado, reconocido por toda la Escuela, un hombre de un talento pero extraordinario, de un brillo que ya lo quisiera cualquiera (…) una de las cosas que me llamaban la atención era cómo él defendía sus ideas con una decisión, con una lógica (…) había un desarrollo libre, exponiendo, sobre la base de lo que él planteaba en un principio y después venía todo un razonamiento lógico para terminar en la conclusión, que concordaba con lo primero que había dicho.” 2 “Me parece posible afirmar que la síntesis de elementos conservadores y liberales lograda por Guzmán constituye la expresión más elaborada, coherente y efectiva del pensamiento conservador chileno en su historia.” (Cristi, Renato. El pensamiento político de Jaime Guzmán. Autoridad y Libertad. LOM Ediciones, Santiago de Chile, 2000, p. 8. Hay también un 2ª edición revisada en la misma editorial, 2011, p. 20). “Se encuentra en su pensamiento, en su idea del poder, una coherencia doctrinal que le permite preservar en un principio de un recto orden social, que junto con permitir la libertad, favorece el orden y la justicia.”. (Soto Gamboa, Ángel Mauricio. La Noción del Poder en el Pensamiento Político de Jaime Guzmán Errázuriz. Tesis para optar al grado de Magíster en Ciencia Política Mención Instituciones y Procesos Políticos. Instituto de Ciencia Política, Facultad de Historia, Geografía y Ciencia Política, Pontificia Universidad Católica de Chile. Inédita. Santiago, 1995, p. 125. 3 Expresión utilizada por Guzmán al describir su experiencia como dirigente universitario en los años ’60 del siglo pasado, la que le permitió templarse “(…) en el rigor de la adversidad (…) Cuando uno polemiza desde la soledad de una abrumadora minoría, aprende que sólo una argumentación seria, objetiva y respetuosa puede conseguir alguna audiencia o interés.” (Guzmán Errázuriz, Jaime. Escritos Personales (1992). Editorial JGE Ltda., Santiago de Chile, 4ta. Edición, 2008, p. 39) 4 El propio Guzmán lo señalaba cuando decía: “(…) para ser invariablemente fiel al propio ideal (…) hay que forjar una voluntad que se atreva a desenmascarar las consignas. Aunque hacerlo conlleve desafiar lo que «todos» parezcan favorecer en un momento. Es, de nuevo, la alternativa de desmitificar las consignas o sucumbir ante ellas.” (Ibídem, p. 23). 5 Desde una visión crítica: Huneeus, Carlos. El Régimen de Pinochet. Editorial Sudamericana Chilena. Santiago de Chile, 2000, pp. 327-387; y Valdivia Ortiz de Zárate, Verónica. “Lecciones de una Revolución: Jaime Guzmán y los Gremialistas, 1973-1980”, En: Valdivia, Verónica; Álvarez, Rolando; y Pinto, Julio. Su revolución contra nuestra revolución. Izquierdas y derechas en el Chile de Pinochet (1973-1981). LOM Ediciones, Santiago de Chile, 2006, pp. 49-100. Desde una visión positiva: San Francisco, Alejandro. La toma de la Universidad Católica de Chile (Agosto de 1967). Globo Editores. Santiago, 2007, pp. 109-124; Boetsch G.H., Eduardo. Recordando con Alessandri. Universidad Nacional Andrés Bello. 2da. Edición corregida y aumentada (sin lugar ni fecha), pp. 77-79; 122-123; y 125-127; y Pinto R., Carolina. UDI, La Conquista de Corazones Populares (1983-1987). A&V Comunicaciones. Santiago, 2006, pp. 47-107. 6 José Joaquín Ugarte, el alumno más destacado académicamente en la generación de Guzmán y profesor titular de Filosofía del Derecho y Derecho Civil en la P. Universidad Católica de Chile (“Entrevistas AFJG”). 7 Entrevista: “Jaime Guzmán: «No soy un hombre sólo de ideas, sino también de acción».” La Segunda, 13 de diciembre de 1989. 8 Varios testimonios en “Entrevistas AFJG” dan cuenta de su firmeza para insistir, una y otra vez, sobre la necesidad de avanzar en lo institucional. Algunos ejemplos de ello son: (a) General Sergio Covarrubias (Jefe del Estado Mayor Presidencial 1974-1979): “Yo creo que Jaime fue el más importante asesor político y para darle una institucionalidad al Gobierno (…) Los que se formaron fueron un grupo que llamaron los duros, y que esos cuando conversaban con mi general [Pinochet] le decían «no afloje mi general, mano dura mi general» (…) Y entonces conversaban con mi general y lo tiraban para esa línea, y esos eran los duros y los que le decían «mi general no afloje, ni un paso de avanzar ni nada». Y nosotros entonces éramos los blandos, Jaime era de los blandos, que queríamos avanzar (…) Fue insistencia, tras insistencia, tras insistencia que había que avanzar y que el estar estático era lo peor que le podía pasar a cualquier sistema.” (b) Sergio Fernández, (Ministro del Interior, 1978-1982 y 1987-1988; y Ministro del Trabajo 1976-1978): “Mira, la diferencia fundamental entre 8

unos [blandos] y otros [duros] era que Jaime y los demás queríamos llegar a un régimen democrático en un plazo y un itinerario claro y preciso. Los otros querían «metas y no plazos». «Metas y no plazos» es indefinido: la meta sería el desarrollo económico y lo que eso significaría. Y por lo tanto, todo lo que de ello deriva. Nosotros éramos partidarios de que se aprobara una Constitución, que se aprobara un camino.” (c) Sergio de Castro (Ministro de Economía, 1975-1976; y Ministro de Hacienda, 1976-1982): “(…) yo creo que Jaime fue una persona muy importante en convencer digamos, a las autoridades de Gobierno de que debiera haber este traslado del poder a una forma democrática a través de una acción directa del propio Gobierno, esa era la idea que él tenía. Y tenía una gran influencia digamos, no sobre todos los miembros de la Junta, pero yo creo que tenía un diálogo muy fluido con el Presidente Pinochet, y posiblemente con el Almirante Merino también, que era el encargado de la parte económica, pero básicamente con el Presidente Pinochet.” 9 Al respecto se ha destacado innumerables veces la participación fundamental de Guzmán en la Declaración de principios del Gobierno Militar (11 de marzo de 1974) que estableció una visión doctrinaria de raíz cristiana y unos fines para el régimen, así como la importancia que tuvo en el discurso que el General Pinochet pronunciara en el cerro Chacarillas (9 de julio de 1977) que, además de profundizar en algunos elementos doctrinarios, estableció, por primera vez, un horizonte con plazos en el itinerario constitucional. Se puede consultar: Cristi, Renato. “La síntesis conservadora de los años 70”, En: El Pensamiento Conservador en Chile. Editorial Universitaria S.A, Santiago de Chile, 1992, pp. 124-139; Cavallo, Ascanio; Salazar, Manuel; y Sepúlveda, Oscar. La Historia Oculta del Régimen Militar. (1997) GrijalboMondadori. Primera Edición Mitos Bolsillo, Santiago, 2001. pp. 39 y 222; y Moncada Durruti, Belén. Jaime Guzmán. Una democracia contrarrevolucionaria. El político de 1964 a 1980. RIL Editores, Santiago de Chile, 2006, pp. 81 a 97. Ilustran la influencia que se viene comentando los siguientes testimonios: (a) “Su aporte más rico [el de Jaime Guzmán], sin embargo, se encuentra en la concepción de una constitución o, más bien, de toda una institucionalidad imbuida esencialmente de la noción de dignidad del hombre. Para resguardar la cual, el sistema jurídico debía abandonar su neutralidad anterior y explicitar los valores básicos que lo inspiran, con el objeto de que ese mismo sistema no pudiese nunca ser empleado al servicio de sus contrarios.” (Fernández Fernández, Sergio. La Segunda, 5 de abril de 1991, p. 49); y (b) “Muy luego, no tendría 30 años, en compañía de otros renombrados juristas, mostró ser capaz de cristalizar el consenso profundo de un país de honda raíz cristiana sacudido hasta sus cimientos por la catástrofe que había significado la Unidad Popular en un texto constitucional cuyo trasfondo antropológico es propiamente el de nuestra cultura, a pesar del ruido que pueden producir los debates procedimentales de hoy, en los que la superficie amenaza al fondo.” (Antúnez Aldunate, Jaime, 2001. “Jaime Guzmán, una huella indeleble.” Humanitas. Revista de Antropología y Cultura Cristiana. Nº 23/Año VI, p. 540.) 10 Ver: Barros, Robert. La junta militar. Pinochet y la Constitución de 1980. Traducción de Milena Grass. Editorial Sudamericana: Random House Mondadori. Santiago de Chile, 2005. La tesis de este libro es muy interesante, ya que su autor, desde una mirada no comprometida afectivamente con lo sucedido en Chile, dada su calidad de estadounidense, destaca que el Gobierno Militar chileno no se caracterizó ni por la personalización del poder en el General Pinochet ni por la existencia de una autocracia carente de restricciones constitucionales creadas por ella misma. Ambas particularidades, rebaten la doctrina dominante que, por una parte, caracteriza como personalista la administración chilena entre 1973 y 1990 y, por otra, define cualquier régimen autoritario, no solo el que hubo en Chile durante ese período, como aquel al que le resulta imposible establecer para sí mismo limitaciones al ejercicio del poder. “Este libro cuestiona ambas ideas preestablecidas. Desde una perspectiva contraria a la «personalización del poder», demuestra que el camino que siguió la dictadura en Chile fue diseñado por una junta militar colegiada. Poco después del golpe, dicha Junta requirió normas que regularan el poder entre las Fuerzas Armadas, y luego introdujo y apoyó una Constitución que puso en funcionamiento instituciones que limitaron el poder de la dictadura (…)” (p. 17). En este último punto, aunque no es materia de este trabajo, la participación de Jaime Guzmán fue fundamental: en efecto, desde el primer momento abogó por una institucionalización que importaba no solo la construcción de una nueva democracia para Chile, sino que la necesaria restricción de los poderes del régimen de facto. Poca relevancia tiene, al menos jurídicamente, si, como dice Barros (pp. 374-376), la motivación de la Junta Militar fue: (a) previo a la aprobación de la Constitución de 1980, no para ceñirse a sí misma, sino para evitar que el poder se concentrara en uno de sus integrantes, atándolos a todos a reglas consensuadas; y (b) después de la entrada en vigencia de la Carta Fundamental, circunscribir 9

a los civiles que se hicieran cargo del gobierno cuando los militares dejaran el poder y no para autolimitarse. Poco importan estas razones desde la perspectiva del fuero externo, ya que en la práctica, aunque hubieran sido estos lo motivos, el resultado es simplemente extraordinario y lo es al menos por dos motivos diferentes: (1) Un gobierno autoritario sí puede sujetarse al derecho. En palabras de Barros: “Contrariamente a la perspectiva dominante de que los dictadores se alzan por sobre la ley y son ontológicamente incapaces de someterse a restricciones constitucionales, la dictadura chilena representa el caso de un régimen autocrático limitado por una Constitución de su propia creación.” (p. 18); y (2) El freno al poder puede provenir internamente, es decir, de quien lo ejerce materialmente y no como algo impuesto desde fuera. En frase de Barros: “Mucho más que en cantidad de otros casos donde el constitucionalismo es visto como un mecanismo de autolimitación, en el caso chileno, la Junta se vio limitada por normas de su propia creación en vez de por normas establecidas por una generación anterior u otros actores.” (p. 376). Por ello, quizás, la experiencia chilena del Gobierno Militar puede abrir insospechadas perspectivas de análisis para la Ciencia Política, como lo señala el propio Barros al concluir su libro: “(…) si las restricciones legales institucionales pueden coexistir con el poder no democrático, el funcionamiento del derecho y del constitucionalismo debe ser reevaluado haciendo caso omiso de su supuesta afinidad exclusiva con la democracia.” (p. 385). 11 Mattei, Mauro, OSB, 2005. “Vocación a la santidad y quehacer político”. Humanitas. Revista de Antropología y Cultura Cristiana. Nº 37/Año X, p. 55. 12 Guzmán Errázuriz, Rosario. Mi Hermano Jaime. Editorial VER. Santiago de Chile, 1991; Salazar, Manuel. Guzmán. Quien, Como, Por que. Ediciones BAT, 1994; González, Marco Antonio y Frontaura, Carlos. “Jaime Guzmán Errázuriz”. Derecho UC, Nº 5, septiembre de 2004, p.3; Memorial Jaime Guzman Errázuriz. Redacción y Edición General: Martita Fresno Mackenna. Sin Editorial. Santiago de Chile, 2008, pp. 8-34; y Olivares, Lilian. Asesinato en el Campus Oriente. 21 años de impunidad en el crimen de Jaime Guzmán. Editorial JGE Ltda., Santiago, Chile, 2012. 13 Cox, Cristián. “La Reforma en la Universidad Católica de Chile”, En: Biblioteca del Movimiento Estudiantil. Tomo II, Dirigida por Garretón, Manuel Antonio y Martínez, Javier. Ediciones Sur, Santiago de Chile, sin fecha; Guzmán Gatica, Andrea. El Movimiento Estudiantil de Reforma y el Gremialismo en la época de la Reforma Universitaria (1959-1967). Tesis presentada el Instituto de Historia de la Pontificia Universidad Católica de Chile para optar al grado de Licenciado en Historia. Inédita. Santiago de Chile, 1990; Husch R., Verónica. Surgimiento del Movimiento Gremial en la Universidad Católica, su desarrollo y posterior evolución hacia un Partido Político. Escuela de Periodismo. Pontificia Universidad Católica de Chile. Inédita. Santiago, 1991; Rojas Sánchez, Gonzalo. “El Movimiento Gremial de la Universidad Católica: Doctrina sobre participación política y reforma universitaria. 1966-1970”, En: Revista Finis Terrae. Año V Nº 5, 1997.pp. 26 a 31; Ubilla Madrid, Rebeca. Movimiento Gremial (1967-1973): Conquistando Espacios. Memoria para optar al Grado de Licenciado en Ciencias Sociales y de la Información. Escuela de Periodismo, Universidad Gabriela Mistral, 1997; San Francisco, Alejandro. La toma de la Universidad Católica de Chile (Agosto de 1967). Globo Editores. Santiago, 2007; y García Huidobro, Cristóbal. “De pijes a revolucionarios: La toma de la UC y el movimiento de reforma universitaria”, En: VV.AA. Historias del siglo veinte chileno. Ediciones B Chile S.A., Santiago, Chile, 2008, pp. 231-302. 14 “Declaración de Principios del Movimiento Gremial”, En: A la Escuela de Derecho. Documento Mecanografiado. Santiago, marzo 1967. Archivo Fundación Jaime Guzmán (AFJG); Guzmán Errázuriz, Jaime. Escritos Personales. Op. Cit.,pp. 31-67. 15 Frontaura, Carlos. “La oposición de Jaime Guzmán a la Unidad Popular”, En: Realidad, Nº 76, septiembre 2003, pp. 4-7. 16 Actas Oficiales de la Comisión Constituyente, Vol. 1, Sesión 1ª, en 24 de septiembre de 1973.pp. 1-9. 17 Unión Demócrata Independiente. UDI, más que un partido…Un camino para servir a Chile. Producción: Clío Consultores. Editorial Trineo S.A. Santiago, 1999; Durruty, Ana Victoria. La Derecha Desatada. Editorial Planeta Chilena S.A. Santiago (Chile), 1999, pp. 73-124; Huneeus, Carlos. “La derecha en el Chile después de Pinochet: el caso de la Unión demócrata independiente”, Working Paper, Nº 285, Helen Kellogg Institute for International Studies, University of Notre Dame, julio, 2001; y Pinto, Carolina. Op. cit. 18 Guzmán, Jaime. “Discurso de despedida del Colegio”. Documento Mecanografiado, 3 de noviembre de 1962. AFJG. 10

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Pinto, Silvia. “Jaime Guzmán: ser anticomunista es positivo.” Revista Eva Nº 1441, enero 1973, p. 71. “Entrevista del Domingo”, Televisión Nacional de Chile (TVN), 1989. 21 Entrevista: “Jaime Guzmán: «No soy un hombre sólo de ideas, sino también de acción».” Op. Cit. 22 Vial Correa, Juan de Dios, 2004. “Discurso de Don Juan de Dios Vial Correa, en el lanzamiento del libro «Jaime Guzmán, espiritualidad y fe en sus escritos».” Humanitas. Revista de Antropología y Cultura Cristiana. Nº 35/Año IX, p. 590. 23 Entrevista “Somos suficientemente hábiles.” Qué Pasa, 23 de noviembre de 1989, citado En: Jaime Guzmán, Espiritualidad y Fe en sus Escritos. Editado por Fundación Jaime Guzmán E. Santiago de Chile, 2003, p. 199. El mismo concepto lo reiterará pocas semanas después: “Para mí, la actividad política es una forma de ejercer mi apostolado cristiano.” (Entrevista: “Jaime Guzmán: «No soy un hombre sólo de ideas, sino también de acción».”Op. cit.) 24 El Padre Gerardo Joannon le escribe unas líneas, después de haberlo visto en un programa televisivo y le dice: “Tú sabes que en materia política nuestras visiones no son muy concordantes y aunque nunca hemos conversado, pienso que sabrás que junto a muchos hermanos sacerdotes hemos sido tremendamente críticos del gobierno [militar] y de sus colaboradores (...) Por eso he sentido hoy la necesidad de hacerte llegar estas líneas después del programa con Andrés Z[aldívar]. A la pregunta de la periodista sobre cómo rezan Uds., me encantó tu respuesta; no sólo por lo que decías, sino porque he visto y constatado en los distintos programas en que has aparecido, que ese contacto con el Señor y esa necesaria purificación que El va produciendo, son muy claras, patentes y manifiestas en ti. Te he visto no solamente como el polemista ágil, inteligente, a veces despiadado y apasionado, sino también como un interlocutor mucho más paciente, tolerante, abierto aunque seguro y valiente para plantear sus posturas.” Nota manuscrita del Padre Gerardo Joannon fechada el 3 de julio, aunque no dice el año, todo indica que es de 1989. AFJG 25 Guzmán, Jaime. “Final del comunismo y urgencia cristiana”. La Tercera, 11 de febrero de 1990. 26 “Algunas experiencias de un debate”. La Segunda, 10 de julio de 1981. En: Jaime Guzmán, Espiritualidad y Fe en sus Escritos. Op. cit., p. 16. 27 Ídem. 28 Ídem. 29 Dittborn, Julio. Declaración hecha al diario “La Segunda” 5 de abril de 1991. Pág. 52. 30 Ver: (1) Cristi, Renato: (a) El pensamiento político de Jaime Guzmán. Autoridad y Libertad. Op. cit.; y (b) “El Constitucionalismo Autoritario de Jaime Guzmán”, En: Cristi, Renato y Ruiz-Tagle, Pablo. La República en Chile. Teoría y práctica del Constitucionalismo Republicano. LOM Ediciones, Santiago de Chile, 2006, pp. 177196; (2) Huneeus, Carlos. El Régimen de Pinochet. Op. cit., pp. 327-387, especialmente pp. 332-336 y 342344; (3) Moncada Durruti, Belén. Jaime Guzmán. Una democracia contrarrevolucionaria. El político de 1964 a 1980. Op. cit.; (4) Valdivia Ortiz de Zárate, Verónica. “Lecciones de una Revolución: Jaime Guzmán y los Gremialistas, 1973-1980”, Op. cit.; y (5) Díaz Nieva, José. “Influencias de Juan Vázquez de Mella sobre Jaime Guzmán”, En: Verbo, Nro. 467-468, 2008, pp. 661-670. 31 Ver Actas Oficiales de la Comisión Constituyente, Vol. 1, Sesión 9ª, celebrada en martes 23 de octubre de 1973. pp. 7-8. 32 Guzmán, Jaime: (a) “Economía libre y crisis actual”, La Segunda, 20 de agosto de 1982; y (b) “No al péndulo estatista”, Ercilla, 26 de enero de 1983. Las mismas ideas, más desarrolladas, se pueden ver En: “Estado subsidiario, pero activo”. Editorial. Revista Realidad, Nº 54, noviembre 1983, pp. 7-8. Obviamente, como toda editorial, no aparece firmada, pero la revista fue fundada por él y estaba en su Consejo de Redacción. 33 Frontaura, Carlos. “El legado intelectual de Jaime Guzmán”, El Mercurio, 1 de abril de 2011. También en: Ius Publicum Nº 27/2011, pp. 125-126. 34 Por ello señalaba que no debía “olvidarse de que la democracia como forma de gobierno no es un fin en sí misma. Es sólo un medio para alcanzar la libertad, la seguridad y el progreso, de modo armonioso y simultáneo. La forma de gobierno es siempre sólo un instrumento para lograr una deseable forma de vida.” (Guzmán Errázuriz, Jaime. “El Sufragio Universal y la Nueva Institucionalidad”. Revista Realidad, Nº 1, junio 1979, p. 39. Lo subrayado está así en el original). 35 Íbidem, p. 35. 20

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Actas Oficiales de la Comisión Constituyente, Vol. 1, Sesión 10ª, celebrada en jueves 25 de octubre de 1973. p. 5. 37 Así, el documento inicial que se le entrega a la Junta de Gobierno, titulado “Metas u objetivos fundamentales para la Nueva Constitución Política de la República”, señalará, entre otras cosas, lo siguiente: (1) “La estructura constitucional descansará en la concepción humanista cristiana del hombre y de la sociedad, que es la que responde al íntimo sentir de nuestro pueblo, y según la cual la dignidad del ser humano, su libertad y derechos fundamentales son anteriores al ordenamiento jurídico, el que debe prestarles segura y eficaz protección.” (Actas Oficiales de la Comisión Constituyente, Vol. 1, Sesión 18ª, celebrada en jueves 22 de noviembre de 1973. p. 23); y (2) “La afirmación de que los derechos esenciales del hombre tienen como fundamento los atributos de la persona humana y no nacen del reconocimiento que les brinde determinado Estado siendo, por tanto, anteriores y superiores a todo ordenamiento jurídico.” (Ibídem. p. 24). El mencionado artículo 5° de la Constitución vigente en Chile, en su inciso segundo, contempla la siguiente expresión que no ha sido modificada hasta la fecha: “El ejercicio de la soberanía reconoce como limitación el respeto a los derechos esenciales que emanan de la naturaleza humana.” 38 Guzmán Errázuriz, Jaime. “El Sufragio Universal y la Nueva Institucionalidad”.Op. cit., p. 35. 39 Actas Oficiales de la Comisión Constituyente, Vol. 1, Sesión 16ª, celebrada en martes 13 de noviembre de 1973. p. 12. 40 Actas Oficiales de la Comisión Constituyente, Vol. 1, Sesión 9ª, celebrada en martes 23 de octubre de 1973. pp. 7-8; Actas Oficiales de la Comisión Constituyente, Vol. 1, Sesión 11ª, celebrada en 30 de octubre de 1973. p. 10; y Actas Oficiales de la Comisión Constituyente, Vol. 1, Sesión 18ª, celebrada en jueves 22 de noviembre de 1973. pp. 14-16. 41 “El ideal apunta a una meta elevada, pero posible, y para ello ha de ser congruente con la naturaleza humana. La utopía, en cambio, es la aspiración a lo imposible, a lo antinatural, aunque ello se presente con noble atractivo. Mientras el ideal se conjuga siempre con el realismo, la utopía se desvía invariablemente seducida por falsos mitos” (Guzmán, Jaime. “¿Por qué celebramos un natalicio?”, La Segunda, 21 de agosto de 1981) 42 (a) “(…) Jaime discurrió un modo distinto de hacer política. Para él, hacer política era enseñar, formar. Le interesaban primordialmente las personas, no los prosélitos. Ya fuera en la universidad, en la vida familiar o de amistades, en la arena política, en las campañas, haciendo visitas casa a casa, él traía una manera de ver, una manera de entender que buscaba ciertamente al otro, y lo buscaba primordialmente, pero que lo buscaba en su verdadera dimensión que es la de la persona humana. Así se daba continuamente el hecho desconcertante de que en la premura de una campaña, Jaime fuera capaz de detenerse en la visita a una casa para compenetrarse de problemas personales, para ayudar en perplejidades de la vida familiar, para aclarar dudas religiosas. Jaime quería apasionadamente enseñar y enseñar la verdad, porque él creía en la Verdad. Y como la Verdad y la fuente de las verdades es Cristo, él estaba siempre presente, activo en su trabajo de enseñanza, dándole sentido y culminación.” (Vial Correa, Juan de Dios, 2004., Op. cit., p. 589.); y (b) Pero sobre todo el coraje para defender lo que le parecía enraizado en la verdad, junto al rechazo a las formas de entreguismo camufladas en razones de noble apariencia. El tema de la verdad como una categoría real y objetiva con la que la razón está llamada naturalmente a convivir, su rechazo al subjetivismo y al relativismo fueron notas sobresalientes en su manera de ser y pensar, desde la misma adolescencia.” (Antúnez Aldunate, Jaime, 2001. Op. cit., p. 541.) 43 “A juicio de Jaime Guzmán: «Büchi es la mejor opción para enfrentar a Aylwin»”. El Mercurio, 6 de febrero de 1989. 44 Frontaura, Carlos. “Pionero y Fundador”. El Mercurio, 2 de junio de 2009. 45 Epístola a los Gálatas, 5, 1 y 13.

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