\"Isla de Pascua en el siglo XIX: unos ejemplos de relaciones de viaje y su análisis\"

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Descripción

SALVADOR BERNABÉU ALBERT CARMEN MENA GARCÍA EMILIO JOSÉ LUQUE AzCONA (COORDS.)

CONOCER EL PACÍFICO Exploraciones, imágenes y formación de sociedades oceánicas

~~SIDA!ó

{iT)eus Editorial Universidad de Sevilla

Sevilla 2015

Isla de Pascua en el siglo XIX: unos ejemplos de relaciones de viaje y su análisis Zuzanna Jakubowska Instituto de Estudios Ibéricos e Iberoamericanos Universidad de Varsovia

Marco teórico En el imaginario del mundo occidental, la visión de Isla de Pascua, o Rapa Nui -de su cultura y civilización, así como de su historia antes y tras el descubrimiento por los europeos- , posee capas como la cebolla. Se puede considerar desde el ángulo romántico y dramático, como hacían algunos de los viajeros; desde una perspectiva legendaria y mitológica, como se suele ver la isla popularmente, y, por supuesto, se la puede analizar de manera científica. Sin embargo, también esta actitud, especialmente si se trata del ámbito de la ciencia popular, no está libre de elementos legendarios o estereotipos simplificantes. Todas estas perspectivas a menudo se entrelazan y crean espacios para debates acerca de tales cuestiones, como la procedencia de los pascuenses, la cronología de la colonización de la isla, el método de erigir y transportar los moai o la teoría del colapso ecológico-cultural o ' ecocidio', la más discutida últimamente. El problema reside en lo difícil que se presenta frecuentemente la tarea de discernir entre lo verdadero y lo falso, y eso atañe tanto a los análisis realizados por los especialistas de las ciencias exactas (arqueología de la cultura material, por ejemplo), como a los estudios encuadrados en la esfera de las ciencias sociales. Aquí llegamos al tema principal del presente artículo: las relaciones de viaje . A lo largo de la historia de los contactos entre la extremadamente aislada Isla de Pascua y el mundo exterior se produjeron un gran número de documentos de índole variada: diarios de navegación, informes, memorias, cartas, etcétera. Las discrepancias entre su contenido y la realidad pascuense que pretenden describir y definir pueden ocurrir en tres puntos temporales:

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Uno, en el momento de redactar el documento original, manuscrito, cuando su autor interpreta de manera errónea los fenómenos culturales, antropológicos, medioambientales, etcétera. Dos, en el momento de la redacción y/o traducción del documento dado con fines editoriales, cuando es el editor y/o traductor quien interpreta mal o distorsiona el contenido. Tres, en el momento de la recepción final del documento dado, sea manuscrito (raras veces), sea impreso, y en este caso, en la lengua original o traducido Oa mayoría de los casos), cuando es el lector quien puede incurrir en algún error, bien por falta de conocimientos adecuados de la realidad descrita, bien por malentendidos que se han producido con anterioridad.

El caso de Isla de Pascua abunda en ejemplos de los tres tipos de interpretación desacertada, especialmente cuando las traducciones de textos originales, sobre todo al inglés, se realizaron antiguamente, sin el debido esmero, y la vasta mayoría de los estudiosos del tema son angloparlantes, sin tener más remedio que echar mano de estos textos secundarios, sin percatarse de que a veces no resultan fidedignos . De este modo, interpretaciones erróneas de distintos niveles pueden acumularse, incluso actualmente cuando es más fácil descartar los desaciertos y disparates de los primeros viajeros. Para complicar todavía más el asunto, basta con decir que varios documentos originales se perdieron para siempre o resurgieron tras un largo paréntesis de tiempo. El diario del descubridor de la isla, Jacob Roggeveen (1722-1723), se publicó en 1838; el diario, muy valioso y revelador de uno de sus capitanes, Cornelis Bouman, se descubrió en 1910; el diario de Johann Reinhold Forster, el célebre naturalista que viajaba con James Cook, reapareció en los años setenta del siglo XX y se publicó en 1982. Por el contrario, los manuscritos originales de la expedición española, de la autoría de los pilotos Juan Hervé y Francisco Antonio Aguera Infanzón, no se han localizado y sobreviven únicamente en copias. Estos son sólo algunos ejemplos de los más llamativos que dejan entrever lo complicado que es el asunto de desenredar los acontecimientos del primer período de contactos entre los dos mundos en cuestión. Marco histórico La Isla de Pascua, como ya he dicho, fue descubierta por los holandeses bajo el mando del almirante Jacob Roggeveen en el año 1722. Se encuentra aproximadamente a 3.600 km de la costa de Chile, país al cual pertenece. Su población actual -entre 4.000 y 5.000 personas- comprende indígenas de origen polinesio y chilenos continentales. Es una isla

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oceánica de procedencia volcánica, con una superficie que apenas llega a unos 170 kmcuad rados1 . A lo largo del siglo XVIII se produjeron tres grandes expediciones más: la de los españoles, bajo el mando de Felipe González de Haedo (1770), la de los británicos, capitaneados por James Cook (en 1774, durante su segundo viaje de circunnavegación) y la de los franceses, comand ados por el conde de La Pérouse (1786). Los cuatro viajes son considerados como ' expediciones de descubrimiento', dado el volumen de información acerca de la isla que consiguieron gracias a las exploraciones emprendidas. Sin embargo, los acontecimientos de más envergadura para el destino de la isla se produjeron durante el siglo XIX, centuria en la que la Isla de Pascua se abrió camino en la conciencia internacional. Entre los años 1862 y 1863 se produjeron incursiones esclavistas peruanas, durante las cuales se capturaron a alrededor de 1.500 persona s (entre otras, toda la elite y el ariki o' rey' de la isla). La labor forzada, los maltratos y las enferme dades desconocidas por aquella gente polinesia pronto llevaron a la mayoría a la muerte. A raíz de las protestas internacionales, un buque francés intentó repatriar a los sobrevivientes, que apenas superab an el centenar, pero, desgraciadamente, una epidemia declarada a bordo fue la causa de que sólo desembarcasen en la isla unos doce o quince pascuenses, ya que el resto falleció durante el viaje . Los que regresaron ya estaban contagiados con gérmenes ajenos a la Isla de Pascua, y las enferme dades de procedencia occidental empezar on a hacer estragos entre la población, tal y como ocurría, con toda probabilidad, tras cada contacto previo de los rapanui con los marineros. En el año 1864 vino a la isla el primer colono blanco: el hermano Eugene Eyraud, de la orden de los Sagrados Corazones, quien estableció la primera misión católica. Tras la pérdida de una parte significativa de la población indígena, que conllevó el olvido de antiguos conocimientos (¡la escritura jeroglífica de ro170-ro170!) y tradiciones, la cultura dominan te y desconocida hizo su presencia en Rapa Nui para seguir con su transformación. En 1870 se organizó la primera expedición chilena, considerada como la que inauguró los viajes con objetivos científicos. Por supuesto, se podría decir que el ya mencion ado periplo de Cook, de los años 1773 a 1775, también tenía fines científicos, sin embargo, los británicos recalaron en la costa de Rapa Nui no tanto para explorarla de manera sistemática, sino para hacer aguada y conseguir provisiones. Mientras tanto, la expedición chilena redactó, a su regreso al continen te, un informe con ambiciones visiblemente académicas . Su autor fue Luis Ignacio Gana, uno de los comand antes. Cabe , l. A modo de comparación, Mallorca tiene unos 3.600 km', El Hierro, 278 km' y Formentera 83,24 km 2.

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destacar a dos miembros más de la expedición: Tomás Guillermo Bate, cirujano y autor de un parte corto, pero curioso, acerca de cuestiones médicas, y Policarpo Toro Hurtado, en aquel entonces un cadete que realizaba un viaje de instrucción y, al cabo de unos años, un ferviente prosélito de la idea de incorporar Isla de Pascua a Chile. En el mismo año vino también un comerciante francés, Jean-Baptiste Dutrou-Bomier, que inició la explotación comercial de la isla, que se convirtió gradualmente en un gran rancho ovejero 2• Las razones comerciales predominaron sobre las sociales y humanitarias; por consiguiente, la gente rapanui, ya diezmada hasta el extremo, pronto se vio desprovista de sus tierras ancestrales, casi esclavizada y arrinconada en la única población de la isla, llamada Hanga Roa. Mientras tanto, en 1888, Policarpo Toro consiguió lo que anhelaba y la lejana isla se incorporó a la nación chilena. El país, sumido en problemas internos, no prestó mucha atención a su nueva colonia -en cierto momento incluso intentó venderla al Japón-, pero estas cuestiones ya no entran en el marco de mi trabajo 3 . Como consecuencia de los nuevos acontecimientos, surgieron varios testimonios de los viajeros y misioneros. A continuación voy a presentar y analizar fragmentos tomados de cuatro autores: los ya mencionados Eugene Eyraud, Luis Ignacio Gana y Tomás Guillermo Bate, así como del viajero francés Julien Viaud, conocido como Pierre Loti. De esta manera podremos no sólo adentramos en el discurso acerca de una realidad desconocida, para no decir exótica, vista por los ojos de antiguos viajeros, sino también cercioramos, desde un punto de vista técnico, de cómo surgen y se multiplican los mencionados errores de interpretación, malentendidos y tergiversaciones.

Eugene Eyraud

El francés Eugene Eyraud nació en el año 1820; cuando llegó a Isla de Pascua como hermano lego de la Congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y de María tenía 44 años. Se ofreció a acudir allí para hacer el reconocimiento del terreno y prepararlo para una futura misión evangelizadora. Trajo consigo a seis pascuenses ex-cautivos que habían residido en Tahití. Durante los primeros nueve meses, Eyraud estaba solo entre la población indígena, abandonado a su suerte por el capitán de la goleta a bordo de la cual hizo el viaje. La tripulación actuó así por miedo a la epidemia, aunque

2. En 1995 se fundó la llamada Compañía Explotadora de Isla de Pascua, que existía hasta el año 1953, primero bajo la marca de Merlet y Cía, y luego como Williamson & Balfo ur y Cía. Más in fo rmación:

La Compañia Explotadora. 3. G. M cCALL, fa pan, Rapanui.

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probablemente no solo. Es cosa bien sabida que los occidentales consideraban a las culturas desconocidas como gente salvaje. Eyraud describió su estancia en la isla en una extensa carta dirigida al Superior General de la Congregación, la cual fue traducida tanto al inglés (lo que no voy a considerar aquí) como al castellano. La versión castellana se publicó en 1918, dentro 4 de un libro -o, más bien, un folleto amplio - publicado por monseñ or Rafael Edwards, obispo castrense, quien inició una campaña en pro de mejorar las condiciones de vida de los rapanui. He aquí el fragmento que narra la 5 primera impresión de Eyraud acerca de los indígenas : Versión española

Versión original

El segundo del navío era un joven Mangarevio, llamado Daniel, que hablaba un poco el francés y el inglés, debiendo, por otro lado, entenderse con los habitan tes de la isla de Pascua, cuya lengua tiene mucha analogía con la de Gambier. El fué quien se encargó de conducir los canacas a tierra, regresando luego, fuera de sí. o volveré a tierra por mil pesos, me elijo; son gentes las mas horrorosas de ver, y están armados de lanzas, en actitud amenazan te. La mayoría andan desnudos, y las pinturas y plumas de que adornan su cuerpo, junto con sus gritos salvajes, les dan un aspecto horrendo . Las viruelas hacen estragos entre ellos. La epidemia, traída del Callao, se ha extendido por todas partes, menos por Anakena".

Le second du navire était un jeune Mangarevien, nommé Daniel, qui parlait un peu !'angla.is et le frarn;ais, et se trouvait d'ailleurs en mesure de s'entendre avec les habitants de !'lle de raques, dont la langue a beaucoup de rapport avec celle de Gambier. C'est lui qui fut chargé de conduire les Kanacs a terre. Il ne tarda pas a revenir. Pauvre Daniel! il était tout hors de lui. Avant meme de remonter a bord, i/ engagea avec le capitaine une conversation animée, et a. /aquel/e je ne compris ríen, car ils parlaient angla is. Qu 'avait-il done? -Je ne retoumerai pas a terre pour mille piastres, me dit-il; ce sont des gens horribles a voir. Ils sont mena
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