Introducción a la obra de Mitsuwo Aida (2016)

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Descripción

INTRODUCCIÓN A LA OBRA DE MITSUWO AIDA Mitsuwo Aida nació llamándose Mitsuo. El calendario anunciaba entonces el 20 de mayo de 1924; el lugar era la ciudad japonesa de Ashikaga, famosa desde tiempos inmemoriales por su producción textil y sus tomates. Desde muy pequeño, Mitsuwo demostró interés y pasión por la caligrafía con pincel (shodou) y el tanka (una forma poética tradicional de donde se derivaría el haiku). Resulta claro que su alma estaba consagrada al arte de la palabra, tanto en su dimensión visual como en su aspecto lingüístico. A los 17 años, inició el estudio riguroso de ambas disciplinas; a mediados de su veintena, todo lo aprendido con sus maestros lo dejaría insatisfecho. En esa crucial encrucijada de su vida, Mitsuwo comprendió que el propósito de su entrenamiento con el pincel se limitaba a la imitación cabal de la caligrafía de épocas pretéritas muy alejadas en el tiempo, que muchas personas comunes ya no eran capaces de inteligir. Si Mitsuwo hubiese sido simplemente un dibujante de formas de palabras, esto no le hubiera brindado preocupaciones; pero es que, además, él era poeta: un tejedor de frases y un artesano del sentido que éstas portan. De nada le sirve a un poeta que sus palabras no puedan ser comprendidas por quien las recoge con sus ojos. Por ello, Mitsuwo entendió que le era indispensable desarrollar su propio estilo, y que éste debía ser sencillo e inmediato. Nada de arcaísmos (aunque incorporó uno para sí: escribir su nombre con la forma medieval Mitsuwo en reemplazo del más moderno Mitsuo con el que descubrió la luz). Así fue que decidió estudiar meticulosamente, durante años, la escritura de los niños de cinco años, tanto en su caligrafía como en la construcción de su discurso. La última etapa de su periplo formativo se cumplió al tomar contacto con el budismo zen, de la mano del sacerdote Tetsuo Takei, cuyas enseñanzas religiosas lo marcarían para siempre. Desde entonces, desde sus 30 años de edad hasta su muerte, Mitsuwo Aida escribiría los breves poemas por los que es recordado y, más importante aún, leído. La obra de Mitsuwo Aida es un excelente ejemplo de la enorme importancia que tiene, para la cultura japonesa, la dimensión visual, pictográfica, de la escritura. Cuando nos enfrentamos a cualquier poema suyo, vemos un montón de palabras escritas con una caligrafía que parece torpe, descuidada, infantil, donde abundan las repeticiones y la sintaxis escueta y paratáctica; el mensaje transmitido por el texto aparenta presentar verdades de Perogrullo. Pero, como todos sabemos, las apariencias engañan. Los poemas de Mitsuwo Aida transmiten, en realidad, profundos mensajes espirituales obtenidos por el autor tras largos años de estudiarse a sí mismo y a su relación con el mundo que nos rodea; no otra cosa es el budismo. Pero estas máximas espirituales están expresadas en un estilo tan cotidiano, llano, directo e inmediato, que son capaces de percutir la mente y el corazón de cualquier lector. Es allí donde toma importancia la caligrafía infantil que emplea Mitsuwo Aida en sus poemas: fruto también de muchos años de riguroso estudio, su función es la de resaltar la sencillez del texto. El conjunto de las palabras (el contenido del poema) y su grafía (el aspecto del poema sobre la hoja) conforma un todo que, a modo de los silenos que Sócrates semejaba (o era) en el Banquete platónico, bajo su apariencia superficial insignificante, esconde un tesoro de sabiduría. El profundo y emocionante efecto poético de los poemas de Mitsuwo Aida proviene de este intencional contraste. Veamos y analicemos un ejemplo1.

1 El texto se lee en sentido vertical, y de derecha a izquierda. En la última línea, a la izquierda, se lee la firma del autor: su nombre de pila (el autor no empleaba su apellido para estos fines), y su hanko (sello rojo que constituye la firma legal) consistente en el signo que el silabario hiragana destina a la sílaba mi.

本気

HONKI

HONESTAMENTE

なんでもいいからさ 本気でやってごらん 本気でやれば たのしいから 本気でやれば つかれないから つかれても つかれが さわやかだから

Nandemoii kara sa honki de yatte goran honki de yareba tanoshii kara honki de yareba tsukarenai kara tsukare temo tsukare ga sawayaka da kara.

Todo está bien sólo intentá hacerlo honestamente si lo hacés honestamente será divertido si lo hacés honestamente no te cansarás y aunque te canses el cansancio será estimulante.

Este poema está escrito empleando el silabario hiragana, las primeras letras que un japonés aprende tanto en el ámbito hogareño como en la escuela primaria; son, por lo tanto, las letras que un niño emplearía al escribir. La única palabra del texto que aparece caligrafiada con ideogramas (propios de personas “más grandes”) es, significativamente, la palabra clave del poema, la que además le da nombre. Su elección no es caprichosa, puesto que se trata de un término altamente polisémico. Si bien honki aparece traducida como “honestidad”, lo cierto es que ése es solamente uno de sus muchos sentidos. Si interpretamos sus ideogramas, honki significa “fuerza interior” o “energía del origen”; por lo que podría significar “honestidad”, pero también “sinceridad”, “con ganas”, “con esfuerzo”, “con voluntad”, “con seriedad”. Resulta evidente la intencionalidad por parte del autor en el uso de un término tan polisémico como honki en vez de otros sinónimos más específicos, como makoto: el poeta quiere transmitir al mismo tiempo todos los sentidos posibles de honki y que todos ellos sean igual y simultáneamente válidos para la comprensión e interpretación del texto. La centralidad de este vocablo y de su polisemia se resaltan mediante el empleo de un sistema grafémico diferente al del resto del poema. El contenido del poema, en cuanto a la superficie de su factura, abunda en repeticiones: hay anáforas (repeticiones de palabras a comienzo de verso), paralelismos (repeticiones de frases)

y usos del políptoton (repeticiones de palabras en diferentes funciones sintácticas o casos). Las frases carecen de puntuación, aunque jamás se extienden más allá del límite del verso, y son muy breves; a excepción de ciertas cláusulas condicionales y concesivas, no hay subordinación en el texto. Esta enorme sencillez, esta gran economía discursiva, está puesta al servicio del mensaje consolatorio, sanador, motivador, por excelencia: está bueno ser uno mismo. El texto coloca al esfuerzo personal, y tanto a la honestidad como a la confianza en sí mismo que son requisitos para ello, como un valor primordial que repara el cansancio provocado por ese mismo esfuerzo. Mitsuwo Aida parece decirnos Keep calm and carry on, pero rechazando la resignación estoica prescripta por el afiche británico en pos de un estado de felicidad que repara y renueva tanto al individuo como a la energía invertida en sus actos. Y éste es un mensaje con el que puede verse representada (e involucrada) cualquier persona, puesto que todos nosotros nos hemos sentido, en algún momento de la vida, frustrados e inseguros de nuestra labor y de nuestro ser. En esas contingencias, palabras consolatorias y de reafirmación como las que se entrelazan en este poema de Mitsuwo Aida son el bálsamo idóneo para las heridas de nuestra alma. ¿Cuál es la fuente de ese dolor que puede hacernos dudar de nosotros mismos? Mitsuwo Aida responde a esta pregunta en varias de sus obras; aquí tenemos una de ellas, que resulta representativa de la postura que sostienen sobre la cuestión tanto el autor como el budismo zen que lo nutre.

点数

TENSUU

にんげんはねぇ、 人から点数をつけられるために この世に生まれて きたのではないんだよ。 にんげんがさき、 点数は後。

Ningen wa nee, hito kara tensuu tsukerareru tameni kono yo ni umarete kita no dewanaindayo. Ningen ga saki, tensuu wa nochi.

PUNTAJES El ser humano, sabés, wo de ningún modo vino a este mundo para recibir puntajes de los demás. El ser humano está primero, los puntajes vienen después.

La respuesta es clara. En la sociedad posmoderna en que nos ha tocado vivir, el ser humano está obligado a desempeñar simultáneamente una gran multiplicidad de roles; y en todos ellos, desde los más importantes a los más nimios, el ser humano se ve ineludiblemente calificado por quienes lo rodean en relación a su desempeño. La escuela y el trabajo son dos instituciones sociales, por donde todos nosotros pasamos, cuyas estructuras y razones de ser consisten justamente en la medición de esos desempeños; sin embargo, todo en nuestra vida funciona de un modo similar. Y así, todo el tiempo somos clasificados por nuestras relaciones en función de cuán buenos somos en la cama o contando chistes o cocinando empanadas. Mitsuwo Aida decide recordarnos, entonces, que antes de ser una colección de puntajes somos personas, y que todos por igual nos destacamos en algunos ámbitos y fallamos en otros; sólo si recordamos esta verdad, que muy a menudo olvidamos, podremos construir vínculos interpersonales más fuertes, más significativos, más humanos. Mitsuwo Aida murió el 17 de diciembre de 1991, víctima de una hemorragia cerebral. En su casa de Tokyo, donde hoy en día funciona un museo conmemorativo, se encontraron cerca de 500 obras poéticas de su autoría; la mayoría de ellas permanece inédita. Su enorme sensibilidad para plasmar la compleja y angustiosa situación del Dasein humano en nuestro contexto de posmodernidad, y proveer consuelo y alivio para la misma, sigue conmoviendo los corazones de todos los que nos encontramos con su poesía en algún descanso del camino de nuestra vida.

BIBLIOGRAFÍA • Mitsuo Aida Museum, http://www.mitsuo.co.jp/museum/foreign/ • 相田, みつを (2006):本気, 東京, 文化出版局 • COOP, Stephanie (2000): “Calligraphy with a global message”, The Japan Times, April 20th. http://www.japantimes.co.jp/community/2000/04/20/general/calligraphy-with-aglobal-message/#.VtyYej_4voZ

PROF. LIC. EZEQUIEL FERRIOL [email protected] Egresado del Colegio Nacional de Buenos Aires. Licenciado en Letras Clásicas (UBA) y Profesor de Nivel Medio y Superior en Letras (UBA). Participa en proyectos de investigación UBACyT. Se desempeña como docente de lengua y literatura en nivel medio (GCBA). Es también escritor, y ha publicado los libros Mugre (2008) y Mide tus palabras (2015). Su edición bilingüe latínespañol con comentario de la Apocolocyntosis de Séneca, realizada en conjunto con el Prof. Lic. Ramiro Pérez, acaba de ser editada por la Editorial Losada.

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