Integración y movilidad social de las naciones italianas en la Corona de Castilla: genoveses, florentinos y venecianos en la Andalucía bajomedieval

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Descripción

La mobilità sociale nel Medioevo italiano Competenze, conoscenze e saperi tra professioni e ruoli sociali (secc. XII-XV)

a cura di Lorenzo Tanzini e Sergio Tognetti

viella

Copyright © 2016 - Viella s.r.l. Tutti i diritti riservati Prima edizione: maggio 2016 ISBN 978-88-6728- 597-6

Volume pubblicato con il contributo del Ministero dell’Istruzione, dell’Università e della Ricerca (PRIN 2012: La mobilità sociale nel medioevo italiano) e con il contributo dell’Università degli Studi di Cagliari, Dipartimento di Storia, Beni culturali e Territorio (Fondi PRID 2015)

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libreria editrice via delle Alpi, 32 I-00198 ROMA tel. 06 84 17 758 fax 06 85 35 39 60 www.viella.it

Indice

Lorenzo Tanzini, Sergio Tognetti Introduzione

7

I. Tecnici, maestranze e mondo del lavoro Donata Degrassi L’impresa mineraria nel tardo Medioevo: competenze tecniche, organizzazione, mobilità geografica e sociale

25

Maria Paola Zanoboni Mobilità sociale e lavoro femminile nelle grandi città italiane

51

Franco Franceschi Mobilità sociale e manifatture urbane nell’Italia centro-settentrionale dei secoli XIII-XV

77

Giuliano Pinto Manifatture rurali, attività mercantili e mobilità sociale nei piccoli centri dell’Italia comunale (secoli XIV-XV)

103

II. Ceti urbani e poteri regi nell’Italia catalano-aragonese Francesco Paolo Tocco Ceti cittadini e poteri regi nelle Sicilia aragonese

131

Anna Maria Oliva Mobilità sociale, ceti cittadini e potere regio nella Cagliari catalana

153

Pierluigi Terenzi Forme di mobilità sociale all’Aquila alla fine del Medioevo

181

6

La mobilità sociale nel Medioevo italiano

Amedeo Feniello Francesco Coppola: un modello di ascesa sociale nel Mezzogiorno tardomedioevale

211

III. Gli uomini del diritto e della diplomazia Alberto Luongo Notariato e mobilità sociale nell’Italia cittadina del XIV secolo

243

Isabella Lazzarini Mercatura e diplomazia: itinerari di mobilità sociale nelle élite italiane (qualche esempio fiorentino, XV secolo)

273

Maria Nadia Covini Professione legale e distinzione sociale: casi lombardi fra Tre e Quattrocento

299

IV. Stranieri in Italia e italiani all’estero Maria Elisa Soldani I mercanti catalani e la Corona d’Aragona in Sardegna. Affari e mobilità sociale all’indomani della conquista

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Lorenz Böninger I tedeschi nella Firenze del Quattrocento

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Raúl González Arévalo Integración y movilidad social de las naciones italianas en la Corona de Castilla: genoveses, florentinos y venecianos en la Andalucía bajomedieval

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Federica Veratelli L’arte della promozione sociale. Uomini d’affari toscani come clienti di artisti fiamminghi

403

Indice dei nomi di persona Indice dei nomi di luogo

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Raúl González Arévalo Integración y movilidad social de las naciones italianas en la Corona de Castilla: genoveses, florentinos y venecianos en la Andalucía bajomedieval*

La presencia italiana en el sur de la Península Ibérica es un argumento historiográfico bien conocido desde hace décadas, con una tradición de estudios consolidada, primero en torno a la comunidad genovesa, la primera en número y volumen de negocios, y posteriormente, en tiempos más recientes, en torno a la florentina, cuya importancia se está reevaluando en los últimos años a partir de la aportación fundamentalmente de las fuentes toscanas, hasta el punto de situarla como segunda comunidad en importancia, por delante de los venecianos. Estos últimos habrían mantenido una posición esencialmente invariable en los últimos siglos medievales, y su relación con el territorio se habría articulado fundamentalmente a través de la llegada regular de las galeras mercantiles de la república cada año. Con todo, la realidad es que los estudios se han centrado fundamentalmente en las actividades financieras y los intereses mercantiles de las distintas comunidades presentes en el territorio.1 El mayor conocimiento de las comunidades mercantiles italianas en los últimos años está proporcionando elementos de comparación significativos, alentados además por la relación entre los distintos miembros que las integraban. En este sentido, es cierto que los estudios están maduros para proceder a adentrarse en las distintas formas de integración y modalidades *El presente artículo forma parte del proyecto «Presencia diferencial italiana en el sur de la Península Ibérica en época Trastámara (siglos XIV-XVI)» (RYC-2011-09300), financiado por el programa Ramón y Cajal del Ministerio de Economía y Competitividad, desarrollado en la Universidad de Granada 1. R. González Arévalo, Presencia diferencial italiana en el sur de la Península Ibérica en la Baja Edad Media. Estado de la cuestión y propuestas de investigación, en «Medievalismo», 23 (2013), pp. 175-208.

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de movilidad social de las comunidades italianas en el sur ibérico, estableciendo similitudes y diferencias entre genoveses, florentinos y venecianos. Para ello se analizarán principalmente los datos del Reino de Sevilla, marco de las dos principales cabeceras de comunidades extranjeras, Sevilla y Cádiz, y en menor medida de los reinos de Córdoba y Jaén, en el Alto Guadalquivir. Por último, también se recurrirá a datos proporcionados por el Reino de Granada después de la conquista castellana. Antes de proceder cabe puntualizar que los mecanismos de movilidad y ascenso social no siempre coinciden con los de integración, que sin embargo son una condición obligada. Es decir, sin integración no hay posibilidad de promoción, pero la primera no conduce ni implica necesariamente la segunda, como se evidenciará en más de una ocasión en las próximas páginas. Además, también hay que tener presente que hubo italianos con una posición económica ventajosa que residieron largo tiempo en el territorio y, sin embargo, no optaron por el ascenso dentro de la sociedad andaluza. La manera de abordar la cuestión distingue dos planos. El primero de ellos se refiere a las comunidades mercantiles más destacadas, genoveses, florentinos y venecianos, que se analizarán en ese orden. Todas reciben además la consideración de nación siguiendo la terminología medieval, en el caso de ligures y vénetos porque se organizaron institucionalmente en el territorio mediante la constitución de consulados y la concesión de privilegios a los miembros de la comunidad. Por su parte, los florentinos se beneficiaron de prerrogativas concedidas por la Corona, sin articular formalmente su relación con ella. Al mismo tiempo, los datos recabados en el análisis de cada grupo servirán de referencia para estudiar la situación de los otros. En este sentido, los genoveses son, indiscutiblemente, los italianos mejor posicionados y que más noticias proporcionan, hasta el punto de ser la única comunidad paradigmática de la capacidad de integración y movilidad social de los extranjeros en la Corona de Castilla. El caso de los florentinos, como resultará evidente, conoce ejemplos más aislados, mientras que los venecianos no proporcionan comparativas relevantes. El segundo plano buscará articular el conocimiento de la integración y la movilidad social a través de tres puntos irrenunciables: en primer lugar, determinar el peso del éxito económico como premisa para la inserción en las élites locales, las oligarquías urbanas que controlaban los resortes del poder político y económico de las ciudades andaluzas, sin renunciar al estudio del papel de la Corona en este sentido. En segundo lugar, determinar

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los instrumentos que dan la medida del ascenso social. En tercer y último lugar, establecer hasta qué punto se pueden identificar dinámicas de grupo en el interior de las comunidades italianas, o si se trata preferentemente de casos aislados y por lo tanto excepcionales. 1. Genoveses entre Andalucía y el Reino de Granada La comunidad mercantil genovesa es la mejor conocida entre las italianas – y extranjeras de cualquier nación – que se establecieron en la Corona de Castilla en la Baja Edad Media. Basta recordar los estudios clásicos de Alberto Boscolo, Hipólito Sancho de Sopranis, Ignacio González, Jacques Heers, Anna Unali, Manuel González Jiménez, Miguel Ángel Ladero Quesada, Juan Manuel Bello León, David Igual y Germán Navarro, Luisa D’Arienzo, Enrique Otte o José Damián González Arce.2 Al mismo tiempo, es la comunidad que revela todos los aspectos que se abordan en este estudio. Así, el profesor Heers expuso hace ya más de tres décadas que los genoveses estaban encargados de las finanzas, como recaudadores de impuestos, administradores y consejeros. Se introducen en el círculo de los jefes políticos, grandes señores como los duques de Medina Sidonia y Medinaceli, en el ámbito de los grandes oficiales del rey, de los conventos y de otras instituciones eclesiásticas, y entre los magistrados municipales. Obtienen como contrapartida servicios y préstamos de dinero, oficios y cargos, o el arrendamiento de impuestos. Llegan a ser ellos mismos administradores y se podría citar múltiples ejemplos de esas gentes que, a la primera generación o a la segunda al menos, acaparan diferentes cargos y se presentan como personajes ya insertos en la vida política, beneficiándose de apoyos sólidos, siendo consejeros escuchados por los príncipes y los grandes. Estos son más hombres de consejo y administración que hombres de negocios.3

Posteriormente el profesor Ladero distinguió, con conocimiento de causa, la manera en que los italianos – básicamente genoveses – decidían echar 2. Para una relación y análisis exhaustivos sobre la presencia genovesa en la región me remito al trabajo citado en la nota 1, pp. 176-186. 3. J. Heers, Los genoveses en la sociedad andaluza del siglo XV: orígenes, grupos, solidaridades, en Hacienda y comercio, Actas del II Coloquio de Historia Medieval Andaluza (Sevilla, 8-10 de abril de 1981), Diputación Provincial de Sevilla, Sevilla 1982, p. 429.

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raíces en Andalucía, «en tres direcciones clásicas: integración en la vida económica con la adquisición de una base territorial importante (especialmente olivares en el Aljarafe), integración en la vida política y administrativa de la ciudad mediante la ocupación de oficios concejiles, e integración en la vida social mediante bodas con miembros de la oligarquía sevillana».4 Con todo, a pesar de la matización de Heers de que estos hombres representaban «una forma de implantación humana y social de hecho totalmente diferente, opuesta a la de la mayor parte de los “mercaderes” de Sevilla, que no practicaban más que ciertas estancias»,5 lo cierto es que hasta el momento ningún autor se ha aventurado a realizar una estimación sobre el porcentaje de ligures que se asentaban en el territorio siguiendo estas vías, ni cuál tenía más peso, objetivo irrenunciable de este estudio. La comparación de las características observadas en las comunidades genovesas de Sevilla, Cádiz, Jerez de la Frontera y Córdoba a partir de la lectura crítica de la bibliografía pertinente me lleva a aceptar en términos generales la idea de que el éxito económico, y en consecuencia el éxito social, fueron una condición sine qua non para lograr una mayor integración en las élites locales. Con todo, los genoveses arraigados en el territorio que recibieron señoríos nobiliarios o carta de hidalguía con la entrada en las órdenes militares ibéricas se cuentan con los dedos de una mano. Efectivamente, se trata siempre de casos absolutamente excepcionales, pues la mayoría de ellos entroncó con la nobleza mediante matrimonios, pero rara vez eran honrados por los monarcas castellanos con un título. El primero en destacar es Benedetto Zaccaria (1235?-1307), almirante de Castilla en 1291-1293 que en 1284 se convirtió en el primer señor de El Puerto de Santa María.6 La concesión se realizó como contraprestación de la guarda y defensa del Estrecho de Gibraltar y las desembocaduras de los ríos Gua4. M.Á. Ladero Quesada, Los genoveses en Sevilla y su región (siglos XIII-XVI): elementos de permanencia y arraigo, en Los Mudéjares de Castilla y otros estudios de historia medieval andaluza, Universidad de Granada, Granada 1989, p. 298. 5. Heers, Los genoveses, p. 429. 6. Sobre el personaje resulta de obligada lectura la biografía clásica de R.S. Lopez, Benedetto Zaccaria ammiraglio e mercante, Principato, Messina-Milano 1933. Su papel como almirante castellano en F. Pérez-Embid, El Almirantazgo de Castilla hasta las capitulaciones de Santa Fe, EEHA-CSIC, Sevilla 1944, pp. 97-100. La concesión del señorío en J.J. Iglesias Rodríguez, Micer Benedetto Zaccaria, primer señor de El puerto y su tiempo, en Monarquía y nobleza señorial en Andalucía. Estudios sobre el señorío de El Puerto. (Siglos XIII al XVIII), Editorial Universidad de Sevilla, Sevilla 2003, pp. 35-50.

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dalete y Guadalquivir con doce galeras, tarea para la que fue contratado por Sancho IV de Castilla, y por la que recibía asimismo la enorme cantidad de 6.000 doblas anuales.7 Por su parte, los Boccanegra, Egidio y Ambrosio, asimismo almirantes de Castilla entre 1341 y 1375, se convertirían en señores de Palma del Río, en el Reino de Córdoba.8 En su calidad de señores feudales ambos desarrollaron una política de gobierno de su estado plenamente asimilable a la de cualquier noble castellano. Efectivamente, Egidio tomó la decisión de integrar mudéjares en su territorio gracias a una merced otorgada por Pedro I por la que podía recibir nuevos vasallos, medida estratégica de la política desarrollada para atraer mano de obra. La guerra civil que enfrentó a Pedro I con Enrique II y el apoyo de los Bocanegra al conde de Trastámara malogró el asentamiento de la comunidad en Palma del Río, pero una vez superado el conflicto la minoría musulmana regresó al feudo. Pero no sólo, pues además ésta solicitaría de Ambrosio Bocanegra, segundo señor de la villa, que regularizara la relación que les unía, petición que se concretó en 1371 con la concesión de una carta de fuero, cuyo objetivo era asegurar el mejor poblamiento de la localidad y dar seguridad a los mudéjares, que veían confirmados por escrito sus derechos y obligaciones.9 El propio Egidio contraería 7. «E desque el rrey don Sancho vio la guerra que la bolujan con él, enbió armar muy grand flota a todos los sus puertos de la mar et enbió por vn ginoues que dezian mjçer Benjto Zacarias que le troxese doze galeas et puso el rrey de le dar cada año por cada mes seys mjll doblas et demas diole Santa Maria del Puerto por heredad con tal condiçion que toujese sienpre vna galea armada muy bien para defendimjento de aquella villa de la mar contra Seujlla». F. Sánchez de Valladolid, Crónica de Sancho IV, edición para la Biblioteca Saavedra Fajardo de J.L. Villacañas Berlanga sobre el manuscrito 829 de la Biblioteca Nacional de Madrid, capítulo LXXIX, p. 6. 8. «En el año 1341 micer Egidio Bocanegra, hermano de Simón, duque de Génova, llamólo a su servicio el Rey don Alonso el Vltimo, de quien recibió grandes mercedes, y el de 1344 en el Real sobre Algezira, la de el Estado de Palma, que dura en sus descendientes. Mandólo matar el rey don Pedro el año de 1367. Micer Ambrosio Bocanegra, segundo Señor del Estado de Palma, hijo de micer Egidio». D. Ortiz de Zúñiga, Anales Eclesiásticos y Seculares de Sevilla, Sevilla 1677, Libro IX, p. 279. F.J. Díaz González, J.M. Calderón Ortega, Una familia genovesa al servicio de los reyes de Castilla. Egidio y Ambrosio Bocanegra, Almirantes de Castilla, en Poder y sociedad en la Baja Edad Media hispánica: estudios en homenaje al profesor Luis Vicente Díaz Martín,  Universidad de Valladolid, Valladolid 2002, I, pp. 81-100. 9. M. Nieto Cumplido, Palma del Río en la Edad Media (855-1503). Señorío de Bocanegra y Portocarrero, Cabildo de la Santa Iglesia Catedral de Córdoba, Córdoba 2005, pp. 278-80.

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matrimonio con Francisca de Portocarrero, hermana de Pedro Portocarrero, señor de Moguer y Villanueva del Fresno. Del hijo de ambos, Luis Bocanegra, que casaría con su prima María Portocarrero, descienden varias casas nobles como los condes de Palma del Río y de la Monclova o los marqueses de Almenara. Otras ramas menores, con los apellidos de Bocanegra y Portocarrero, se establecieron asimismo en Sevilla, Jerez y Cádiz, convirtiéndose en la familia noble más poderosa de Écija en el siglo XV.10 Comoquiera que sea, la manera más habitual de los ligures de acceder a la nobleza no fue mediante la recepción de un título por gracia de un monarca, sino a través de los enlaces matrimoniales con familias destacadas de la aristocracia andaluza del reino hispalense. Estudiadas por Rafael Sánchez Saus, ha revelado que en todos los casos se trata de brillantes hombres de negocio que entroncaban con familias de la pequeña nobleza, pero también de rancio abolengo. Así por ejemplo, Juana Fernández Zacarías, última descendiente del primogénito de Benedetto Zaccaria, cuyos descendientes estaban sólidamente arraigados en el entorno de El Puerto de Santa María y emparentados con la nobleza local, contrajo matrimonio con Lorenzo Fernández de Villavicencio, miembro de uno de los linajes jerezanos más importantes del siglo XV.11 Con todo, la mayor relación con la nobleza andaluza se da en Cádiz, donde también está acreditada la unión matrimonial entre familias genovesas y miembros de la élite local, pertenecientes a la nobleza gaditana bajo el dominio de los Ponce de León, marqueses de Cádiz, y con la que emparentaron directamente los Catanno (Cataño en castellano).12 No en vano, el mayor estudioso de la presencia ligur en Cádiz en el siglo XX, Hipólito Sancho de Sopranis, afirma con rotundidad que «en la ciudad de Hércules tres cuartas partes de la nobleza que llena las páginas de su historia en los años de prosperidad de la misma lleva apellidos genoveses, y la que no los lleva ha recibido el riego de su sangre».13 Un grado diferente de nobleza es el que otorga la pertenencia a órdenes militares. Efectivamente, Francesco Pinelli era sin duda alguna uno 10. R. Sánchez Saus, Linajes sevillanos medievales, Guadalquivir, Sevilla 1991, genealogía Bocanegra y Portocarrero. 11. Heers, Los genoveses, pp. 431-432; R. Sánchez Saus, Linajes medievales de Jerez de la Frontera, Guadalquivir, Sevilla 1996, voz “Zacarías”. 12. R. Sánchez Saus, La aristocracia gaditana bajo el señorío de los Ponce de León (1466-1493), en «Estudios de Historia y Arqueología Medievales», 10 (1994), p. 168; Sánchez Saus, Linajes sevillanos, I, pp. 75-76; II, árbol genealógico XXIV, p. 358. 13. Citado por Ladero Quesada, Los genoveses, p. 300.

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de los genoveses más poderosos de la comunidad ligur de Sevilla.14 Su matrimonio con la cordobesa María de la Torre le abrió las puertas del patriciado urbano, llegando a ser comendador de la orden de Santiago desde 1506 hasta su muerte tres años después.15 En Granada hay otro ejemplo más, el de Juan Grimaldo y Cáceres, hijo del mercader-banquero genovés Francesco Grimaldi (fallecido en 1519-1520) y de Francisca de Cáceres, perteneciente a la pequeña nobleza castellana, que en 1539 ingresó en la orden de Santiago, donde asimismo alcanzó el grado de comendador.16 Cuando no se accedía a la nobleza, ni por méritos propios ni por matrimonio, siempre quedaba la posibilidad de entrar al servicio de un gran aristócrata. Efectivamente, Francesco Adorno estuvo muy vinculado a Rodrigo Ponce de León, conde de Arcos y marqués de Cádiz, en las décadas entre 1460 y 1480, llegando a ser jurado y regidor de Jerez de la Frontera. Por su parte, la rama de Raffaele Spinola se asentó en Jerez de la Frontera al servicio del duque de Medina Sidonia, mientras que su hermano Agostino Spinola fue el caballero jerezano que más se benefició de la vinculación con Juan Pacheco, el todopoderoso marqués de Villena que fue privado del rey Enrique IV. Su apoyo a la infanta Juana la Beltraneja le granjeó la enemistad de los Reyes Católicos, que en 1480, un año después de finalizar la guerra civil por el trono castellano, anularon sus enormes juros sobre las rentas jerezanas.17 Por debajo de la nobleza, en el grado inmediatamente inferior del escalafón social, se encontraba la oligarquía urbana. La integración en el grupo que controlaba las ciudades fue una opción mucho más asequible que la entrada en el círculo nobiliario, más cerrado, y que no tenía por fuerza un mayor control sobre los resortes del poder político y económico. En este sentido Cádiz ofrece ejemplos altamente significativos. Así, Jerónimo Marrufo, presente en el padrón de vecinos de 1467 con quince personas a su cargo, era regidor en la ciudad ese año. De la misma fami14. L. D’Arienzo, Francesco Pinelli banchiere del Papa, collettore e nunzio apostolico, en Spagna all’epoca di Cristoforo Colombo, Atti del IV Convegno Internazionale di Studi Colombiani (Génova, 21-23 de octubre de 1485), Genova, 1987, pp. 55-106; A. Boscolo, Il genovese Francesco Pinelli amico a Siviglia di Cristoforo Colombo, en Presencia italiana en Andalucía. Siglos XIV-XVII, Actas del III Coloquio Hispano-Italiano (La Rábida, 1986), CSIC- Escuela de Estudios Hispano-Americanos, Sevilla 1989, pp. 249-255. 15. Ladero Quesada, Los genoveses, pp. 295-296. 16. R. Girón Pascual, Las Indias de Génova. Mercaderes genoveses en el Reino de Granada durante la Edad Moderna, Tesis Doctoral inédita, Universidad de Granada, Granada 2012, p. 254. 17. Ladero Quesada, Los genoveses, pp. 299-300.

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lia, también fueron regidores gaditanos Cristóbal Marrufo (1484) y Pedro Marrufo. Posteriormente, en 1494 lo era su compatriota Bautista Escanio. Aunque el oficial concejil más destacado parece haber sido Jerónimo Cataño, regidor de El Puerto de Santa María en 1484 que llegó a actuar de intermediario entre el regidor y alcalde ordinario Andrés Fernández y el jurado Juan de Lugo, vecino de Jerez de la Frontera. Pero además de regidor se convirtió en uno de los arrendadores mayores de las rentas de la villa. Por otra parte, al igual que en el caso de la nobleza, otra manera de promoción social era el matrimonio con miembros destacados de la oligarquía ciudadana, como fue el caso de María Uso de Mar con Francisco de Frías, alcalde y regidor de Cádiz, en 1491.18 Otros ejemplos los proporcionan Juan Ascanio, regidor en 1469, y Polo Bautista de Negrón (1506), mientras que otros oficiales tenían madre o esposa genovesa, incluyendo regidores, dos alcaldes mayores y un alguacil mayor.19 Se trata de una estrategia que también encontramos en otras localidades y que continuó presente más adelante: Mateo Viña, estante en el Puerto de Santa María y Cádiz a finales de la centuria, en 1494 se estableció en Gran Canaria, donde se asoció con otros ligures para financiar la conquista de la vecina Tenerife, donde el gobernador de la recién conquistada isla le nombró regidor en 1500, cargo que desempeñó hasta julio de 1506; asimismo, en el siglo XVI era regidor en Cádiz el genovés Bartolomé Stupiñán.20 De manera aislada, en Málaga después de la conquista castellana también encontramos un regidor genovés: Agustín Ytalián, a quien Fernando el Católico concedió una regiduría vitalicia en el cabildo malagueño en 1508, cargo que abandonaría posteriormente por otra en Tenerife, donde falleció en 1548.21 Posteriormente habría otros que seguirían su ejemplo en la ciudad.22 18. E. Martín Gutiérrez, Nuevos datos sobre la población y los genoveses en la ciudad de Cádiz. Una relectura del padrón de vecinos de 1467, en «En la España Medieval», 29 (2006), pp. 196-197, pp. 200-201. 19. Sánchez Saus, La aristocracia gaditana, p. 168. 20. J.M. Bello León, Mercaderes extranjeros en Sevilla en tiempos de los Reyes Católicos, en «Historia. Instituciones. Documentos», 20 (1993), pp. 30-31. 21. Archivo Municipal de Málaga, Provisiones, V, fols. 42 y v. Cf. asimismo J.E. López de Coca y M.ª T. López Beltrán, Mercaderes genoveses en Málaga (1487-1516). Los hermanos Centurión e Ytalián, en «Historia. Instituciones. Documentos», 7 (1980), pp. 14, 27. 22. A. Marchant Rivera, Mercaderes genoveses y poder local en la ciudad de Málaga durante el reinado de Carlos I, en Actas del V Congreso de Hispanistas (Granada, 25-28 de junio de 1999), Editorial Algazara, Málaga 2000, pp. 181-191.

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El sistema concejil castellano preveía otra figura inferior, la juradería, oficio que también detentarían algunos genoveses establecidos en Andalucía. Efectivamente, el ya citado Francesco Pinelli era jurado y fiel ejecutor de Sevilla en 1498, al igual que Damián Negrón pocos años antes, en 1489.23 Sin embargo, no se han localizado más casos del mismo tenor en el resto del territorio. Probablemente el menor peso político de la figura, y por consiguiente unas oportunidades de aprovechamiento económico del cargo más limitadas, explicarían el menor interés demostrado por los ligures por las juraderías castellanas. Efectivamente, no cabe duda de que el éxito alcanzado por Francesco Pinelli no dependió en modo alguno de la juradería hispalense que ocupó. Todas las vías relacionadas con la ocupación de cargos tenían un requisito indispensable no siempre cumplido: la naturalización.24 Hay que tener en cuenta que la inmensa mayoría de los genoveses localizados en el territorio estuvieron en calidad de estantes, de tránsito, pues aunque permanecieran unos años no llegarían a echar raíces, y no hay que olvidar la alta movilidad que caracteriza a los miembros de la natio; así pues, en realidad, a pesar de que en ocasiones nos encontramos frente a ejemplos muy relevantes, sólo cabe concluir que fue una minoría la que optó por las estrategias descritas de movilidad social como forma de integración en la Corona de Castilla. Lo confirmarían las estimaciones sobre el volumen de la comunidad genovesa en el reino. Efectivamente, la comunidad mercantil ligur en Sevilla tenía una cifra estable situada en torno al centenar de miembros. Un documento de 1474 estimaba esa cifra entre vecinos y residentes genoveses en la ciudad.25 Tres lustros más tarde la contribución fiscal extraordinaria impuesta por los Reyes Católicos en 1489 para el asedio de Baza arrojó una cifra de diez casas con un titular cada una, con un elenco de hasta cuarenta mercaderes estantes en la ciudad realizando actividades comerciales. Y cabe recordar que Luisa D’Arienzo, al estudiar el documento, elevó el número de genoveses presentes, inclu23. Bello León, Mercaderes extranjeros, pp. 48, 60. 24. En las actas de las Cortes castellanas son frecuentes las quejas de los procuradores ante el rey porque los extranjeros ocupaban beneficios eclesiásticos y cargos eclesiásticos y civiles, lo que indica que no siempre se cumplía el requisito de la naturalización. Agradezco esta información al profesor Bello León. 25. A. Collantes de Terán Sánchez, Sevilla en la Baja Edad Media: la ciudad y sus hombres, Universidad de Sevilla, Sevilla 1984, p. 216.

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yendo los que estaban de paso, hasta el centenar aproximadamente.26 Por último, las estimaciones de un viajero milanés que visitó Europa occidental en 1517-1519, al recalar en Andalucía afirmaba que: Fa Sibilla circa ad 15.000 vicini, idest fochi, quali a 7 anime per focho, che cossì si possono mettere, seriano anime 105.000. (…) In Sibilia sono circa case 12 de genovesi mercantti, oltra alli altri artegiani, quali sono assay; et in dicte 12 case de Genovesi habitano circa ad homini mercantti 150, che non è casa non habia molti; de Fiorentini una casa, de Senesi un altra. (…) In Cadis sono più forestieri che terreri, ma il più sono Genovesi, quali sono circa ad 500, comptato li artesi.27

En consecuencia, dando por válida una cifra en torno al centenar de componentes, se podría calcular que el número de genoveses que recurrieron a las vías de integración social descritas como modo de promoción nunca debió superar el 10-15% del total. Naturalmente, la cifra variaría en función de la localidad del territorio, con Sevilla y Cádiz a la cabeza, y esta última con un porcentaje superior al de la capital hispalense, tanto de relación con la nobleza como de ocupación de cargos concejiles. Efectivamente, la lista publicada por Hipólito Sancho de Sopranis a partir del padrón de vecinos de 1467 contenía 29 genoveses, de los que ocho (27%) estaban avecindados, la mitad en Cádiz (13,5%) y la mitad en El Puerto de Santa María (13,5%).28 Recientemente estos datos han sido corregidos en fecha, número y nombres de habitantes por Emilio Martín, que elevó el número de familias de la ciudad a 244, de las que 21 serían genovesas cuyos cabezas tendrían la consideración de vecinos o moradores de Cádiz (8,5%).29 La alta concentración de miembros de la nación en el puerto gaditano hace que el número de genoveses integrados en la sociedad local mediante avecindamiento se pueda estimar en el 30-40% de la comunidad ligur. 26. L. D’Arienzo, Le colonie genovesi di Siviglia, Cadice, Jerez e Puerto de Santa María alla vigilia del viaggio di scoperta colombiano attraverso una fonte fiscale sulla guerra di Granada (L’assedio di Baza del 1489), en Sardegna Mediterraneo e Atlantico tra Medioevo ed Età Moderna. Studi storici in memoria di Alberto Boscolo, a cura di L. D’Arienzo, III, Cristoforo Colombo e la sua epoca, Bulzoni, Roma 1993, passim, en especial p. 146 y tabla n. 1 del apéndice. 27. Un mercante di Milano in Europa. Diario di viaggio del primo Cinquecento, a cura di L. Monga, Jaca Book, Milano 1985, pp. 136, 139-140. 28. Publicada de nuevo por M.Á. Ladero Quesada, Unas cuentas en Cádiz (14851486), en «Cuadernos de Estudios Medievales», 2-3 (1974-1975), p. 97. 29. Martín Gutiérrez, Nuevos datos, passim.

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Fuera del Reino de Sevilla la dinámica social cambia. En Córdoba, por ejemplo, encontramos de una parte una amplia presencia de mercaderes, lejos, en cualquier caso, del volumen numérico y de negocios de las plazas atlántico-andaluzas, pues Anna Unali contó en su día un total de medio centenar de genoveses entre 1470 y 1500. De otra, como elemento original, reveló un volumen importante de artesanos relacionados sobre todo con la industria textil, en especial con el tinte de prendas. Pero no hay noticias ni de que emparentaran con la nobleza local – dejando de lado el caso de los Bocanegra aludidos – ni de que ocuparan cargos destacados del sistema concejil.30 En consecuencia, los instrumentos para determinar el ascenso social forzosamente han de ser otros. En este sentido, cabe recordar que el volumen de la colonia ligur en la capital califal se disparó en 1485-1487,31 ligada a la oportunidad de negocio por la presencia de la Corte, que seguía de cerca el desarrollo de la Guerra de Granada (1482-1492). Efectivamente, encontramos genoveses estantes en Córdoba recaudando la bula de cruzada en los obispados de Córdoba y Jaén. Éste era el caso de Ambrogio Spinola, tesorero de la cruzada en el obispado de Jaén ya en 1486, y sus sobrinos Manuel y Giovanni Battista, con quienes tenía «çiertas conpannyas que en vno han tenido, asy de la Crusada commo del trato de mercadurías», o de otros Spinola como Cristoforo, tesorero de la cruzada en el obispado de Córdoba. La implicación de Ambrogio Spinola con la guerra contra el emirato nazarí era mayor aún, pues en 1487 era el encargado de abastecer de pan los reales puestos sobre Vélez-Málaga y Málaga.32 Sin embargo, en realidad, el ejemplo de estos Spinola no es representativo de las estrategias de movilidad social y la capacidad de integración de los genoveses en Córdoba. De una parte, su presencia en la ciudad en muchos casos está ligada a la estancia de la Corte, determinada por el conflicto bélico contra Granada. Y de otra, resulta indudable que la Corte constituía en sí misma un micromundo que no tenía relaciones estables con las 30. A. Unali, Mercanti e artigiani a Cordova nella seconda metà del Quattrocento, Cappelli, Bologna 1984, passim. Los datos citados en p. 47. 31. S. Fossati Raiteri, La nazione genovese tra Cordova e Siviglia nel secondo ’400, en Comunità forestiere e “nationes” nell’Europa dei secoli XIII- XVI, a cura di G. Petti Balbi, Liguori, Napoli 2001, p. 295. 32. R. González Arévalo, Exilio, diversificación y superación. Estrategias de supervivencia de los Spinola de Granada ante la guerra final de conquista (1481-1492), en «Reti Medievali», 14 (2013), 2, pp. 96-98.

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ciudades en las que se asentaba, a menos que permaneciera largos períodos de tiempo en ellas, o éstas fueran sedes frecuentes de la misma, como ocurría por ejemplo en Sevilla.33 En tercer lugar, la familia de Ambrogio Spinola – integrada por su padre Lucio, su hermano Luciano y sus sobrinos ya citados – se había exiliado hacia 1484 del emirato nazarí, donde tenía una posición mucho más fuerte a pesar de tratarse de un Estado musulmán, donde la integración y la movilidad social estaban indudablemente más limitadas. Lo confirma el hecho de que apenas finalizó el conflicto en 1492 regresaron al nuevo reino castellano, donde buscaron recuperar los bienes que habían dejado atrás con la marcha al exilio y desarrollaron nuevas estrategias que consolidaron su posición entre la nueva oligarquía cristiana y los restos de la antigua nobleza musulmana. Gracias a estos contactos pudieron hacerse con el arrendamiento de las rentas del destronado rey Muhammad XI Boabdil en Andarax en 1493 en compañía del influyente judeoconverso Luis de Santángel y del ya citado Francesco Pinelli, colector y nuncio apostólico en Castilla, entre otros cargos. Más adelante él y su hermano Luciano llegaron incluso formar una compañía financiera con Yahya al-Nayyar, cuñado del último soberano nazarí, y con los hermanos Abduladín, poderosos miembros de la oligarquía mudéjar que controlaban el sector oriental del emirato granadino, para recaudar la renta de la seda del Reino de Granada, la más cuantiosa, en 1495.34 Con todo, tampoco hay que perder de vista que en vísperas de la conquista castellana, en 1478, estos Spinola tenían intereses que aún están por dilucidar con mayor claridad en el Reino de Jaén, donde también está constatada una exigua presencia ligur en el último cuarto del siglo XV. Efectivamente, los Spinola de Granada tenían tratos con Fernando de Aranda, regidor de Alcalá la Real y miembro más destacado de una familia que 33. Así ha de entenderse el lugar destacado alcanzado por los hermanos Italian en tiempos de los Reyes Católicos, cuando actuaron como mercaderes-banqueros en la Corte. El desarrollo de su fortuna y la integración lograda en los círculos de poder castellanos no está sin embargo ligada a ninguna ciudad andaluza. Cf. J.E. López de Coca, Genoveses en la corte de los Reyes Católicos: los hermanos Italián, en Moneda y monedas en la Europa medieval (siglos XII-XV), XXVI Semana de Estudios Medievales (Estella, 19-23 de julio de 1999), Gobierno de Navarra, Pamplona 1999, pp. 457-484. 34. La trayectoria vital de Ambrogio Spinola y su familia, fundamental para constatar documentalmente la continuidad de la comunidad genovesa de Granada antes y después de la conquista castellana, la he desarrollado en R. González Arévalo, De las postrimerías nazaríes a los albores castellanos. Ambrogio Spinola y la continuidad de los genoveses del Reino de Granada (1478-1508), en «Archivio Storico Italiano», 173 (2015), pp. 239-273.

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acaparaba numerosos oficios concejiles en la localidad, la principal puerta de comunicación entre la Corona de Castilla y el Reino de Granada en el Cuatrocientos. Efectivamente, en esas fechas los genoveses recibían en la capital nazarí en calidad de rehén a Aldonza de Benavides, hija del II Señor de Jabalquinto, entregada por el regidor alcalaíno para forzar el pago de la deuda contraída por su padre. Los abusos sistemáticos de Aranda y su familia en Alcalá la Real son conocidos, incluyendo el contrabando de mercancías, entre las que destacaba la codiciada seda granadina, objeto de atención preferente de los mercaderes genoveses. Más aún, en fecha indeterminada Ambrogio Spinola había contraído matrimonio con Leonor de Torres, con toda probabilidad emparentada con el Condestable Miguel Lucas de Iranzo, máximo exponente de la nobleza giennense que gobernó la ciudad de Jaén en tiempos de Enrique IV de Castilla. Sin embargo, no es menos cierto que todos estos contactos en el Santo Reino no se tradujeron en un ascenso social en el territorio, pues se realizaron siempre desde Granada, objetivo primero nunca perdido de vista.35 Tampoco en el Reino de Granada hay lazos apreciables con la nobleza local. Efectivamente, en primer lugar, su presencia y su peso político en las ciudades es mucho más reducida que en la Baja Andalucía, donde abundaban los señoríos nobiliarios, en contraposición al nuevo reino castellano. De hecho, muchos de los titulares de los señoríos granadinos pertenecían a la nobleza andaluza, que vio recompensada con la concesión de tierras su contribución a la Guerra de Granada. En segundo lugar, la nobleza no tuvo un papel determinante en el gobierno de las ciudades del reino, acaparadas por la oligarquía local, cuyos miembros en ocasiones eran descendientes y segundones de la nobleza castellana, pero no adquirieron una categoría social superior con su instalación en las ciudades recién conquistadas. De hecho, no he localizado noticias de enlaces matrimoniales entre los genoveses presentes en el territorio y miembros de la nobleza, y el ejemplo de Fracesco Grimaldi, arraigado en Granada y casado con Francisca de Cáceres, dama del séquito de Catalina de Aragón, mujer de Enrique VIII de Inglaterra, no sirve por cuanto que el enlace se produjo en Inglaterra, adonde el ligur había llegado para tramitar el pago de la dote de la infanta castellana. Lo que sí es cierto es que su viuda tendría posteriormente relación directa con el Marqués de Mondéjar, Capitán General del Reino de Granada en el siglo XVI, y sus descendientes entroncaron con la nobleza granadina, pero su actuación 35. González Arévalo, De las postrimerías nazaríes a los albores castellanos.

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concordaba plenamente con los parámetros y las estrategias de la nobleza castellana, a la que se asimilaron por completo.36 2. Florentinos en el Reino de Sevilla Venecia fue un modelo evidente para Florencia en el desarrollo institucional de una política comercial en el siglo XV, incluyendo la construcción de una flota estatal de galeras mercantiles. Semejante circunstancia ha alentado el desarrollo de investigaciones desde una perspectiva comparada que en el ámbito ibérico han tenido sus últimos resultados en el Reino de Granada. La profundización en las estrategias de penetración en el territorio han revelado, sin embargo, que en el emirato nazarí la Serenissima tenía intereses más desarrollados que la Bella, por lo que el modelo veneciano no sirvió de guía en el último bastión ibérico del Islam andalusí.37 En sentido contrario, al margen de la llegada regular de las galeras mercantiles de ambas repúblicas a los puertos andaluces, los últimos estudios a partir de documentación eminentemente toscana apuntan con fuerza a que los intereses florentinos en el Reino de Sevilla eran más sólidos que los venecianos, de modo que tampoco aquí Venecia constituyó una guía para Florencia.38 Pero tampoco los genoveses, indudablemente la comunidad extranjera mejor arraigada, fueron un modelo para los florentinos. Efectivamente, no hay trazas de que los toscanos accedieran a la nobleza castellana en el siglo XV, ni directamente ni mediante enlaces matrimoniales.39 Tampoco hay prácticamente noticias de que ocuparan oficios conceji36. R. González Arévalo, Francesco Grimaldi, un mercader-banquero genovés entre Granada, la Corte e Inglaterra (siglos XV-XVI), en prensa. 37. R. González Arévalo, Italian Renaissance Diplomacy and Commerce with Western Mediterranean Islam: Venice, Florence and the Nasrid Kingdom of Granada in the Fifteenth Century, en «I Tatti Studies in the Italian Renaissance», 18 (2015), 1, pp. 215-232; Acordes y desacuerdos. Navegación y comercio de las galeras mercantiles de Venecia y Florencia en el Mediterráneo ibérico desde una perspectiva comparada, en Navegación institucional y navegación privada en el Mediterráneo medieval, a cura di R. González Arévalo, en prensa. 38. R. González Arévalo, Corso, comercio y navegación en el siglo XV: Castilla y las galeras mercantiles de Florencia, en «En la España medieval», 34 (2011), pp. 61-95; Id., Florentinos entre Cádiz y Sevilla en los siglos XIV y XV, en De mar a mar, los puertos castellanos en la Baja Edad Media, coord. E. Aznar Vallejo, R.J. González Zalacaín, Editorial Universidad de La Laguna, La Laguna 2015, pp. 273-307. 39. La única excepción que conozco es la de Ginevra y Elisabetta Botti, hermanas de Jacome y Francesco Botti, asentados en Cádiz, que se casaron respectivamente con don

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les ni cargos institucionales en la Corona de Castilla, con excepciones muy puntuales. Sin embargo, sí hubo florentinos con posiciones económicas potentes en el territorio, premisa fundamental para la integración y el ascenso en la sociedad andaluza, según se ha visto. En el siglo XIV destacó por derecho propio la compañía de los Bardi, que tenía filial en Sevilla en la década de 1330. Aunque no he podido averiguar la estrategia desarrollada en el territorio, sí se conocen los resultados, pues eran los únicos florentinos junto con genoveses, catalanes y placentinos en gozar del privilegio de pagar el 5% por el derecho de almojarifazgo, en lugar del 10% habitual.40 Factores de la compañía dieron noticia en 1341 de la expedición patrocinada por Alfonso IV de Portugal contra las Canarias, como recogió Giovanni Boccaccio en su obra De Canaria.41 Pero, sobre todo, da buena cuenta de su situación en la sociedad sevillana el hecho de que en 1343 los condes de Derby y Salisbury, miembros de la alta nobleza inglesa, camino del sitio de Algeciras «fueron a la casa que la compañia de los Bardos tenía en Sevilla, et quisieron luego irse para el real», aunque cabe tener presente que los aristócratas también tendrían un alto concepto de los florentinos por su papel de prestamistas del rey Eduardo III para sus necesidades financieras en el inicio de la Guerra de los Cien Años.42 Alfonso XI (1312-1350) confirmó el éxito económico de los florentinos en Castilla con la extensión del privilegio del almojarifazgo a todos los miembros de la natio, privilegio que renovó su hijo ilegítimo Enrique II de Trastámara (1369-1379) en enero de 1376. Lo sabemos porque el canciller florentino Jorge y don Diego de Portugal, miembros de la más alta nobleza sevillana. Cf. A. Franco Silva, A. Moreno Ollero, Datos sobre el comercio del puerto de Sanlúcar de Barrameda en el primer tercio del siglo XVI, en Actas del II Coloquio de Historia Medieval Andaluza. Hacienda y comercio (Sevilla, 8-10 de abril 1981), Diputación Provincial de Sevilla, Sevilla 1982, pp. 289-290. 40. «Diritto che si paga in Sobilia di mercatantie che vi si mettono o che si tragono: Di ciò che metti si paga diritto al signore 10 per centinaio chi non è brivilegiato. Gienovesi e catalani e piagentini e la compagnia de’ Bardi pagano pure 5 per centinaio, e così chiunque v’à brivilegiato di franchigia dal signore». F. Balducci Pegolotti, La pratica della mercatura, a cura di A. Evans, Medieval Academy of America, Cambridge (MA) 1936, p. 271. 41. V. Branca, Dal favoloso al realistico e al parodico. Esotismo fra pellegrini, mercatanti e Boccaccio lanciati da pioneri sulle rotte di Colombo, en «Versants, revue suisse des litteratures romanes», 23 (2003), pp. 9-10. 42. F. Sánchez de Valladolid, Crónica de D. Alfonso el Onceno, in Biblioteca de Autores Españoles, a cura di Cayetano Rosell, Atlas, Madrid 1953, LXV-1, p. 370, capítulo CCXCV, «De cómo los condes de Arbi et de Solusber vinieron en ayuda del Rey D. Alfonso».

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Coluccio Salutati rogó al monarca que no lo suspendiera en represalia por las diferencias de posición en la Guerra de los Ocho Santos (1375-1378), en la que el monarca castellano apoyaba al Papado frente a Florencia.43 A pesar de la escasez de noticias más concretas, resulta indudable que hubo florentinos que se relacionaron con las esferas más altas. El mejor ejemplo lo constituye probablemente Simone di Stagio Dati, hermano del famoso Gregorio (Goro) Dati. Este florentino está localizado operando en Valencia en los últimos años del siglo XIV,44 desde donde operaba en Castilla en compañía con Andrés López comerciando con paños de seda y oro. Aunque no se sabe cuándo se desplazó a la Corte de Enrique III, está acreditado el envío de muchas mercancías – paños en su mayoría – al monarca castellano hacia 1404, llegando a convertirse en una persona muy próxima al soberano, con quien incluso emprendió negocios, lo que constituye una noticia inédita de las actividades mercantiles de los reyes castellanos en compañía de los agentes del gran comercio internacional presentes en el territorio.45 Desafortunadamente la empresa se malogró por la temprana muerte del rey en 1406, como confirma el diario de su hermano, Goro Dati. La fuerte cantidad invertida hizo que las pérdidas ascendieran a 10.000 florines, suma tan elevada que estuvo a punto de provocar la quiebra de la compañía que tenían los dos hermanos, asediada por las deudas.46 43. «Franchisias Florentinis ab inclite memorie patre vestro concessas et per vestram sublimitatem nuper de mense Ianuarii confirmatas facere realiter observari». Archivio di Stato di Firenze (en adelante ASF), Signori, Missive della I Cancelleria (en adelante Miss. I Canc.), 17, fols. 46-47, 12-VII-1376. Recientemente he podido estudiar las relaciones diplomáticas entre Florencia y la Corona de Castilla en R. González Arévalo, Cisma, comercio y política. Las relaciones diplomáticas entre la República de Florencia y la Corona de Castilla, de Enrique II a Enrique IV (1366-1474), ponencia presentada en el coloquio Villes et Etats d’Espagne et d’Italie aux XVe et XVIe siècles: échanges et interactions politiques, militaires et économiques (Université Stendhal-Grenoble 3, 26-27 de marzo de 2015), en prensa. 44. Mercaderies i diners: la correspondencia datiniana entre València i Mallorca (1395-1398), a cura di A. Orlandi, PUV, Valencia 2008, ad indicem. 45. Las mercancías destinadas al rey castellano encontraron dificultades en las aduanas de Barcelona en 1404 debido a la prohibición de Martín el Humano de comerciar con Castilla. M.E. Soldani, Uomini d’affari e mercanti toscani a Barcellona nel Quattrocento, CSIC, Barcelona 2010, pp. 359, 362. 46. «Egli [Simone] fece imprese col Re di Castigla, non di mio volere né parere, ma credette ben fare; onde ne seguì gran viluppi e quistioni e danni alla nostra compagnia, e venimmo in grandissimi debiti con gravi interessi e in pericolo di fallire; per modo che l’anno 1408 mi convenne ire in Spagna, dove era Simone, e stetti tra là e Valenza presso che tre anni; e niente o quasi niente potei raquistare, perché la fortuna volle che ‘l re con cui

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La cercanía al monarca probablemente fue un elemento clave para que el canciller Coluccio Salutati recurriera a Simone Dati para defender la posición florentina en el Gran Cisma de Occidente ante Enrique III de Castilla.47 Sin embargo, parece claro que esta posición tan ventajosa no cristalizó en la concesión de carta de naturaleza ni otros privilegios al florentino. En una situación análoga debió encontrarse Piero di Benedetto Doffi, destacado miembro de la comunidad florentina establecida en Sevilla, donde está localizado entre 1440 y 1473, trabajando en contacto con miembros de importantes compañías florentinas como los Martelli,48 y como socio comanditado de dos compañías florentinas, la de Giovanni di Astorre Gianni & co. de Florencia, que invertía 1.000 florines, y la de Filippo di Stoldo Rinieri y Piero di Jacopo Neretti & co. de Pisa, que aportaba 1.500 florines, y que ya habían estado en contacto con Piero Doffi a través de los Martelli.49 Posteriormente, entre 1470 y 1473 trabajó también desde Sevilla con los Cambini de Roma y los Medici.50 La medida de las relaciones que Piero Doffi fue capaz de establecer en Sevilla y la alta consideración que obtuvo en su patria de origen la pone de manifiesto la carta que le envió la Cancillería de la República en enero de 1453. Efectivamente, las autoridades florentinas, conocedoras de su buena relación con el duque de Medina Sidonia, le escribieron solicitando su interavea a fare Simone si morì l’anno 1406, e seguinne a Simone gran torti e suo disfacimento infine; di che la nostra compagnia ne portò di danno più di XM fiorini, e perdemmo tutto il corpo della compagnia». L. Pandimiglio, I libri di famiglia e il libro segreto di Goro Dati, Edizioni dell’orso, Alessandria 2006, pp. 137-138. 47. «Simoni Stagii Dati. Dilettissimo nostro cittadino, noi recevemo tua lettera, e chon essa lettera del re, della quale ti mandiamo la copia, e anche l’exenplo della risposta facciamo al re, acciò che di tutto sii informato, e sappi ben che dire e conformarti chon lo scrivere nostro. All’altre de cose rispondemmo a bocca a Goro, come siamo certi pienamente ti scriverà. Tieni dunque quelli modi ti paiano honorevoli de alla nostra signoria e bene del fatto et ingegnati fare ch’ella maestà di quel signore ci abbi cari e vogliaci per figluoli, che vedi chon quanta affectione gli scriviamo in questa parte. E se vedi esso si disponga bene ad opera n’abbiamo risposta, o se non fusse possibile rescrivi tu come le cose rimangono. Datum Florentie die XII mensis augusti XIII indictione MCCCCquinto». Biblioteca Capitular y Colombina, 5.5.8, fol. 126v (foliación moderna), 12-VIII-1405. 48. U. di Niccolò Martelli, Ricordanze dal 1433 al 1483, a cura di F. Pezzarossa, Edizioni di Storia e Letteratura, Roma 1989, fol. 30 v, p. 180, 6-VI-1440. 49. ASF, Mercanzia, 10831, f. 10 v, 31-X-1446. 50. S. Tognetti, Il banco Cambini. Affari e mercati di una compagnia mercantile-bancaria nella Firenze del XV secolo, Olschki, Firenze 1999, p. 197, tabla 48ter; ASF, Mediceo avanti il Principato, XXI, doc. 387, 17-V-1473.

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cesión para que el noble castellano les prestara ayuda en la guerra que Florencia sostenía contra Alfonso V el Magnánimo de Aragón y contra Venecia, en el contexto del convulso cuadro político italiano que precedió a la Paz de Lodi de 1454.51 El florentino debía emplear todos los medios que considerara necesario para lograr que el duque o sus hombres lucharan bajo la bandera flordelisada, aunque no se puede descartar que se barajaran acciones que dañaran los intereses comerciales catalanes y venecianos, pues como señor de Sanlúcar de Barrameda era indudable la «commodità grande che quello signore ha di danneggiare i catalani et venitiani».52 Sin embargo, una vez más, no parece que esta posición privilegiada se alcanzara a través de una estrategia específica de promoción e inserción social en la sociedad castellana. En Andalucía hubo otros florentinos que desarrollaron contactos al más alto nivel, pero que no se establecieron definitivamente en el territorio. Efectivamente, Giovanni de’ Bardi, que en 1420-1422 residía junto con su socio Sebastiano di Bartolomeo en la calle de Bayona, la sevillana colación de Santa María, participaba en una amplia variedad de negocios, incluyendo la consecución de gracias eclesiásticas para el arcediano de Medina, tío del sevillano Juan Romero.53 Por su parte, Piero Piaciti fue procurador y exactor de los derechos castellanos de la reina María –esposa del monarca aragonés Alfonso V el Magnánimo – en 1448-1450, motivo por el que residía con frecuencia en Sevilla, sirviéndose de la colaboración del florentino Jacopo di Tommaso.54 Particularmente destacado es el caso de Francesco Bonaguisi en la década de 1470, que tan pronto actuaba por cuenta del duque de Medina Sidonia, alcalde mayor de Sevilla, y buscaba cobrar de los arrendadores de alcabalas de Alanís, El Pedroso, San Nicolás del Puerto, Cumbres Mayores, Cumbres de San Bartolomé y de las carnicerías de Fregenal las sumas que le debían en 1475, como se dedicaba a la exportación de trigo en nombre de la Corona, según revelan varias órdenes reales en abril de 1477. La relación económica 51. El enfrentamiento florentino con Venecia y Nápoles, cuyo soberano era Alfonso V de Aragón, a lo largo de 1453 en E. Scarton, Giannozzo Manetti commissario in campo: le istruzioni dei Dieci di Balia (agosto-novembre 1453), in «Archivio Storico Italiano», 76 (2011), pp. 81-202. 52. ASF, Miss. I Canc., 38, fol. 15r, 4-I-1453 (fechado con el estilo de la Encarnación vigente en Florencia). La referencia al «duca di Nievole» se debe a la confusión de los títulos, pues el duque de Medina Sidonia también era conde de Niebla. 53. C. Varela, Colón y los florentinos, Alianza, Madrid 1988, pp. 22-27. 54. Soldani, Uomini d’affari, p. 275.

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con los monarcas se materializó en una ascensión imparable en la escala social que culminó con el nombramiento como contino de la Casa Real el 7 de noviembre de 1477 junto a su socio, el catalán Berenguer Granell. La relación con los reyes continuó, pues al año siguiente la compañía BonaguisiGranell no sólo fue la única junto con el obispo de Córdoba a la que no se le revocó la licencia de saca de pan, sino que recibieron el encargo de los reyes de controlar directamente el comercio guineano proyectado con la expedición de Juan Boscán y Pedro de Covides a la Mina de Oro (Guinea). Desafortunadamente, la empresa no tuvo un final feliz. Con todo, la confianza de los Reyes Católicos se mantuvo en la siguiente década, culminando con el nombramiento para un puesto de la máxima confianza, el de corregidor de la villa de Puerto Real, recién fundada en la Bahía de Cádiz, en febrero de 1486.55 Como en el caso del veneciano Girolamo Vianello, que veremos en el próximo epígrafe, nos encontramos ante una figura cuyo ascenso meteórico constituyó una absoluta excepción en el panorama de al comunidad florentina presente en Andalucía. La falta de interés de los florentinos por integrarse en Castilla la ponen de relieve la escasez de cives et mercatores de la natio arraigados de forma permanente en Andalucía con anterioridad a 1475. Con posterioridad la cifra se amplía significativamente, pero en su mayoría se trata de personajes de escasa o nula relevancia social y económica. La excepción la constituyen, claro está, los grandes mercaderes de finales del siglo XV, con frecuencia operando entre Sevilla y Lisboa: Bartolomeo Marchionni, Giannotto Berardi, Simon Verde, Francesco de’ Bardi, Piero Rondinelli o Amerigo Vespucci.56 Sin embargo, este aumento cuantitativo y cualitativo no se tradujo en un aumento de las cartas de naturaleza concedidas por la Corona. Efectivamente, en el Registro General del Sello apenas se pueden contar Nicolao Nero (1478) y Antonio y Pietro Ridolfi (1489), todos los cuales se podían beneficiar en adelante de «todas aquellas libertades franquesas que a los otros naturales de nuestros reynos son y deven ser guardadas», como era habitual.57 55. Informaciones más desarrolladas en Varela, Colón, pp. 24-26. 56. L. D’Arienzo, Mercanti italiani fra Siviglia e Lisbona nel Quattrocento, en La presenza italiana in Andalusia nel Basso Medioevo e nel primo arco dell’Età Moderna, Atti del II Convegno (Roma, 1984), a cura di A. Boscolo, B. Torres, Cappelli, Bologna 1986, pp. 35-49. Varela, Colón. 57. Archivo General de Simancas (en adelante AGS), Registro General del Sello (en adelante RGS), Agosto-1478, 277, 28-VIII-1478; ivi, Mayo-1489, 14, 26-V-1489. La do-

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Con todo, también hubo florentinos que recibieron privilegios especiales. En el entorno de Cristóbal Colón es conocida la figura Giannotto Berardi, especialmente su participación en la primera trata atlántica del comercio negrero en Sevilla entre 1489 y 1492.58 En julio de 1494 sólo recibió una carta de naturaleza, lo que le permitía, además de las franquicias habitualmente mencionadas, la posibilidad de «aver cualesquier ofiçios de veynte e cuatros e juraderías e otros quales quier ofiçios de que pueden e deven aver los dichos nuestros súbditos e naturales de nuestros reynos», es decir, ocupar oficios concejiles, de la misma manera que lo hacían los genoveses. Más sorprendente aún resulta que, atendiendo a sus afirmaciones sobre «el linaje donde vos venís e como en la dicha ciudad de Florençia erades ome fijodalgo e si lo oviésedes de provar se vos recrecería muchas cosas», la Corona también le reconociera la calidad de hidalgo, esto es, miembro de la pequeña nobleza, sin tener que probar la aseveración de que gozaba de semejante consideración en Florencia. En consecuencia, acorde con este reconocimiento se le concedió asimismo que no contribuyera más que en los pechos y derramas a los que contribuían los hidalgos castellanos, si bien se le prohibía tener oficios eclesiásticos. El documento revela sin género de dudas que todas las mercedes fueron un privilegio en atención a «los muchos e leales serviçios que nos avedes fecho». Una vez más, resulta indudable que el éxito económico estuvo indisolublemente ligado a la promoción social.59 A su lado la figura de Piero Rondinelli, estrechamente relacionado también con Cristóbal Colón, queda muy desdibujada, pues aunque fue el florentino de mayor éxito del círculo colombino, desde el punto de vista de la promoción social sólo se sabe que en 1512 estaba solicitando en la corte una carta de hidalguía, al igual que previamente había hecho Giannotto Berardi.60 Por su parte, Amerigo Vespucci se naturalizó castellano en 1505 cumentación sevillana permite conocer algunos nombres más, como Miniato di Lorenzo, vecino de Sevilla en 1483; Jácome Bori, vecino de Cádiz a finales de la centuria, recogidos por Bello León, Mercaderes extranjeros, pp. 68, 71. Asimismo, se conocen algunos sieneses que accedieron se naturalizaron castellanos, como Gasparre Spannocchi y el hijo de micer Gabriel. AGS, RGS, Diciembre-1485, 9, 10-XII-1485 y Mayo-1492, 420, 29-V-1492 respectivamente. 58. A. Franco Silva, La esclavitud en Sevilla y su tierra a fines de la Edad Media, Diputación Provincial de Sevilla, Sevilla 1979, pp. 76-77. Varela, Colón, pp. 35-57. 59. AGS, RGS, Julio-1494, 17, 10-VII-1494. 60. C. Varela, Vida cotidiana de los florentinos en la Sevilla del Descubrimiento, en Presencia italiana en Andalucía. Siglos XIV-XVII, Actas del III Coloquio Hispano-Italiano (La Rábida, 1986), CSIC-Escuela de Estudios Hispano-Americanos, Sevilla 1989, pp. 19-20.

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y llegó a funcionario real al ser nombrado en 1508 primer Piloto Mayor de la Casa de la Contratación, con un sueldo anual de 50.000 maravedíes más otros 20.000 maravedíes de ayuda de costa.61 Por último, Francesco de’ Bardi intentó comprar en 1507 el cargo de tesorero de las cuentas del pan de la alhóndiga de Sevilla, ofreciendo diez millones de maravedíes, pero intereses contrapuestos hicieron fracasar la operación.62 En cualquier caso, se trata siempre de figuras aisladas, no de patrones que definan las estrategias de la comunidad florentina en Andalucía. 3. Venecianos en Sevilla y Cádiz La presencia veneciana debió ser habitual en Andalucía al menos desde la primera mitad del siglo XIV, cuando el libro de mercancías de Francesco Balducci Pegolotti atestigua intercambios comerciales entre Sevilla, Cádiz y Venecia.63 Posteriormente la documentación del Archivio Datini confirma la presencia veneciana en la capital hispalense: efectivamente, en abril de 1400 se instalaba en la ciudad el veneciano Simone di Bonafè, el único factor que Francesco di Marco Datini mandó con el objetivo claro de abrirse camino en el mercado hispalense, desde donde debía informar del precio de los cueros, la grana y la lana en exclusiva al mercader de Prato y sus socios.64 Durante tres años, hasta marzo de 1403, Bonafè informó con cierta regularidad de los precios de los productos del mercado sevillano que interesaban a Datini, pero el epistolario no ofrece noticias sobre su grado de integración en la ciudad, si bien es cierto que sí fue capaz de apro61. La carta de naturaleza de Amerigo Vespucci, emitida en abril de 1505, la publicó Varela, Colón, doc. V del apéndice, pp. 139-140. Sobre su condición de funcionario, ibidem, p. 69. 62. Varela, Colón, p. 104. 63. R. González Arévalo, Comercio exterior del Reino de Sevilla en los libros de mercaderías italianos bajomedievales, en «Historia. Instituciones. Documentos», 38 (2011), p. 228. 64. «Abiamo aùto solo una picola lettera con parole di Bernabò da Simone Bonafè, viniziano, il quale va a stare a Sobilia e uno suo fratelo a Malicha, e dentrovi una lettera di Giovani di Sernigi che ce li racomanda molto e che le loro facende ci sieno racomandate. Il deto Simone Bonafè solo ci scrive noi l’avisiamo prezi di choiame di tute sieno, e di grana, e di lane, e per la prima l’avisate anche voi di chostà prezi di choiame che gli (…) avere e scrivere noi. Noi li teremo avisati di quanto sarà bisongno. Il fratelo à nome Bartolomeo ha stare a Malicha, niùna lettera abiamo da llui». Archivio di Stato di Prato (en adelante ASPo), Datini, 920.8 / 420124, Valencia-Barcelona, 30-IV-1400.

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vechar las conexiones mercantiles del entorno, extendiendo las estrategias de la compañía a la Berbería de Poniente.65 La comunidad mercantil veneciana no debía ser grande, pero sí debía tener suficientes intereses en la ciudad como para que la Serenissima decidiera establecer un consulado en ella. Efectivamente, los Papeles del mayordomazgo del Archivo Municipal de Sevilla, estudiados por la profesora D’Arienzo, revelan que en 1403 se encontraba en la ciudad miçer Angelo, consol de viniçianos. Más interesante aún es conocer que el mismo fondo alberga entre los arriendos de los propios de 1446-1447 las exenciones y franquicias otorgadas por el rey de Castilla a las galeras y mercaderes venecianos. Pero, sobre todo, el citado fondo conserva la concesión de dos cartas de vecindad a los mercaderes venecianos Antoni Rasmino (1455) y Andrea Memo (1471; en 1476 aparece en Valencia). La documentación revela con absoluta claridad el sentido de acceder a la ciudadanía castellana, pues se preveía que los venecianos gozaran «de todos los previllegios e graçias e merçedes e franquesas e libertades e buenos usos e costunbres que fan e de que gosan todos los otros veçinos naturales de la dicha çibdad».66 Es decir, parece claro que los venecianos, al igual que los genoveses, no dudaban en recurrir a la naturalización como estrategia de integración social, con la consiguiente posibilidad de aumentar la propia fortuna y de ascender socialmente. Cuestión diferente es que la escasez de los datos recabados impida por el momento valorar el porcentaje de ciudadanos de la Serenissima que optaban por esta vía entre los venecianos presentes en la ciudad, aunque parece razonable pensar que en realidad fue muy bajo, pues la mayoría limitó su presencia a estancias breves. En la década de 1460 está constatada asimismo la existencia de un consulado veneciano en Cádiz, aunque probablemente haya que ponerlo en relación no tanto con la presencia de una comunidad mercantil véneta importante como con la constatación de unos intereses mercantiles de la Serenissima lo suficientemente fuertes como para establecer un consulado en el 65. Las cartas del archivo pratés son las siguientes: ASPo, Datini, 1003.15 / 703344, Sevilla-Valencia, 18-VI-1400; 1003.15 / 703345, Sevilla-Valencia, 02-VIII-1400; 1003.15 / 703346, Sevilla-Valencia, 25-II-1402; 1076.79 / 424333, Sevilla-Mallorca, 26-VIII-1402; 1003.15 / 703347, Sevilla-Valencia, 14-III-1403. Analizadas con mayor detalle y en gran parte transcritas en González Arévalo, Florentinos, pp. 286-288. 66. L. D’Arienzo, La presenza dei veneziani nel meridione iberico all’epoca di Cristoforo Colombo, en Id., La presenza italiana in Spagna al tempo di Colombo, Istituto poligrafico e Zecca dello Stato, Roma 2010, pp. 238-241.

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principal puerto del meridión ibérico para el desarrollo de la ruta de la muda de Poniente, la que desde 1315 conectaba La Laguna con el Mar del Norte.67 Efectivamente, hay constancia de que en 1459 el cónsul Marino Crivelli, castellanizado con el nombre de Maryn de Gravel, se trasladaba desde Cádiz hasta Jerez de la Frontera para tomar la vecindad.68 El hecho de que estuviera avecindado no supondría automáticamente que se hubiera naturalizado castellano, aunque tampoco se puede descartar dado que le permitiría aprovechar mejor las oportunidades de negocio de la zona y poder acogerse a las franquicias que sólo podían aprovechar los naturales de la tierra. Comoquiera que fuera, en 1461 debía estar de vuelta en Cádiz, pues Bongianni Gianfigliazzi, capitán de las galeras florentinas de Poniente, desembarcaba paños «di dosso», es decir, para uso personal, y libros de leyes que messer Giovanni Rodrigo – João Rodrigues da Costa, también conocido como João Galvão –, obispo de Coimbra, había hecho cargar en Porto Pisano – después de haberlos enviado desde Siena – para que los recibieran su escudero Diego Serradas y Marino Crivelli, que en esta ocasión figura como cónsul de los florentinos. Dejando de lado el hecho de que éste y otros datos apuntan a la existencia de un consulado conjunto venecianoflorentino en Cádiz cuyo titular sería precisamente Crivelli,69 interesa destacar que el veneciano continuó residiendo como vecino en el puerto gaditano, como confirmaría el padrón de 1467, donde figura como Marin de Creneli, cabeza de una casa con trece personas. La última noticia procede del año siguiente, cuando recibió (como Marín de Crinile) dos fanegas del abastecimiento de pan y trigo enviado desde Jerez de la Frontera.70 De los demás venecianos localizados en el Registro General del Sello del Archivo General de Simancas, en los protocolos sevillanos y en los trabajos de Luisa D’Arienzo y Juan Manuel Bello, la documentación ofrece 67. D. Stöckly, Le système de l’Incanto des galées du marché à Venise (fin XIIIe-milieu XVe siècle), Brill, Leiden-New York-Colonia 1995, pp. 152-165. 68. «Otra tal vesindad tomó e fue reçebido por todos los dichos corregidor e regidores a Maryn de Grauel cónsul de los veneçianos, vecino de la dicha çibdad de Cadis. E dio por su fiador a Juan Sanches del Puerto, vecino desta çibdad el qual otorgó la dicha fiança en la manera sobredicha». Archivo Municipal de Jerez de la Frontera, Actas Capitulares, Año 1459, fol. 4r, 17-I-1459. Agradezco al profesor Emilio Martín Gutiérrez que me facilitara el texto citado. Se trata del mismo Martín de Crauel que cita José Sánchez Herrero siguiendo a Hipólito Sancho de Sopranis. J. Sánchez Herrero, Cádiz, la ciudad medieval y cristiana (1260-1525), Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba, Córdoba 1981, p. 140. 69. Desarrollado en González Arévalo, Florentinos, pp. 303-306. 70. Martín Gutiérrez, Nuevos datos, pp. 214, 216, 219.

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datos sobre sus actividades mercantiles y sus intereses comerciales, pero no hay rastro de nuevos avecindamientos, naturalizaciones ni contactos relevantes con la nobleza y la oligarquía locales, más allá de algunos casos puntuales. Efectivamente, de los diez mercaderes venecianos localizados por Enrique Otte entre 1485 y 1501 ninguno de ellos parece haber tenido un caudal importante, pues no destacaron en el comercio internacional. Y apenas dos, Bernardo Guiraldo y Jacop Guiraldo – se ignora si había parentesco entre ellos – figuran naturalizados y avecindados, el primero en Écija en 1493 y el segundo en Sevilla en 1489.71 Por su parte, de la decena y media acreditada por Juan Manuel Bello en 1474-1501 ninguno de ellos figura avecindado en la ciudad, de modo que se puede afirmar sin temor a equívoco que, aun siendo un recurso a disposición de los venecianos, y seguido por unos pocos, la inmensa mayoría de los ciudadanos de la Serenissima optaron por no naturalizarse castellanos y no siguieron las vías de promoción social utilizadas por los genoveses. En consecuencia, el escaso número de vénetos radicados en el territorio hace muy difícil realizar un análisis más detallado sobre las estrategias de movilidad social e integración de la comunidad. De hecho, apenas encontramos un veneciano destacado en la Corona de Castilla. Se trata de Girolamo Vianello, mercader, condottiero y gentilhombre véneto que estuvo al servicio de la Monarquía Hispánica entre 1504 y 1511, y más concretamente del cardenal Jiménez de Cisneros, desempeñando un papel muy destacado en la conquista de algunos presidios norteafricanos como Mazalquivir (1505) y Orán (1509). La calidad y la importancia de sus servicios se vieron altamente recompensados por Fernando el Católico, quien le invistió con el hábito de la orden de Calatrava, una de las órdenes militares ibéricas, en 1508. Posteriormente, en recompensa por el apoyo en la crisis que siguió a la muerte de Felipe el Hermoso, el monarca aragonés le recompensó con el privilegio de las espuelas doradas, el galardón más alto de la hidalguía. Al final entró al servicio de Pedro Navarro, conde de Oliveto y artífice de las conquistas de Orán, Bujía y Trípoli (1510), en las que el veneciano se distinguió por su destreza militar. Sin embargo, es precisamente su actividad militar como condottiero mercenario la que pone en tela de juicio que, a diferencia de los Zaccaria y Boccanegra genoveses 71. E. Otte, Sevilla y sus mercaderes a fines de la Edad Media, Universidad de Sevilla, Sevilla 1996, p. 192.

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ennoblecidos, en algún momento tuviera intención de encarnar los ideales caballerescos anejos a los honores conferidos.72 En cualquier caso, el ejemplo de Jerónimo Vianello no deja de ser un unicum entre los venecianos localizados en la Corona de Castilla, una carrera meteórica excepcional en el contexto de la comunidad veneciana, que no habría desarrollado procesos destinados a lograr integración efectiva. 4. Conclusiones Así pues, para concluir se pueden tomar por ciertas y comprobadas algunas de las hipótesis de partida, comenzando por la condición obligada del éxito económico como premisa fundamental para la inserción en las altas esferas de la sociedad local, ya fuera al servicio de la Corona en un oficio estatal – caso de los almirantes genoveses, Zaccaria y Boccanegra – o en empresas militares –como fue el caso del condottiero veneciano Girolamo Vianello –, ya actuando al servicio de los intereses comerciales de los monarcas castellanos – opción en la que encontramos fundamentalmente florentinos: Simone Dati y Francesco Bonaguisi –, ya al lado de los grandes nobles del reino, con los que incluso llegaban a emparentar, opción practicada en exclusiva por los genoveses. En consecuencia, el ascenso social de los hombres de negocios extranjeros no se mide tanto en la fortuna acumulada como en los cargos ocupados, y sobre todo, en la concesión de mercedes y privilegios a título individual, entre los que destacaban el acceso a la nobleza por derecho propio, incluyendo el reconocimiento de la hidalguía (florentinos) y la inserción en órdenes militares (genoveses). Otra gratificación no económica, pero que permitía aumentar el patrimonio, era el acceso a los oficios concejiles de los cabildos, convirtiéndose en corregidores, regidores, jurados, alcaldes y alguaciles en las localidades dispersas por el territorio. Esta vía, la inserción en la administración urbana, sólo aparece practicada por la comunidad genovesa. El nivel más bajo de integración social lo constituye la naturalización y el acceso a la vecindad. Se trata de la vía más sencilla, practicada por las 72. J.E. López de Coca Castañer, Notas y documentos sobre Jerónimo Vianello. Un veneciano al servicio de la monarquía española (1504-1511), en Medievo hispano: estudios in memoriam del Prof. Derek W. Lomax, SEEM, Madrid 1995, pp. 253-265, y en part. pp. 260-261 y documento 2 del Apéndice.

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tres comunidades estudiadas –genoveses, florentinos y venecianos – así como por otras que no se han tomado en consideración en esta ocasión como sieneses y milaneses. Desde una perspectiva comparada resulta indiscutible, como ya se sabía, que la nación genovesa fue capaz de desarrollar una capacidad de adaptación a las características sociales, políticas y económicas del territorio muy superior a la de florentinos y venecianos. Sin embargo, al mismo tiempo era necesario realizar una estimación sobre el desarrollo de las estrategias estudiadas en el seno de la comunidad. Los datos apuntan a que como media entre un 10% y un 15% de los miembros de la comunidad optaron por establecerse de manera definitiva en Andalucía, elevándose a más del doble en la Bahía de Cádiz, con Cádiz a la cabeza. Los demás miembros permanecerían en calidad de estantes, esto es, transeúntes, al margen de que la estancia durara el tiempo necesario para cerrar un negocio o varios años. No en vano, la movilidad geográfica es uno de los rasgos característicos de los extranjeros localizados en la Corona de Castilla. Sin embargo, sólo cabe concluir que, como comunidad extranjera, la nación genovesa fue capaz de impulsar un proceso de integración en el territorio, el más efectivo entre todos. Florentinos y venecianos desarrollaron una menor capacidad de promoción social e integración en la sociedad local por un doble motivo: el primero y más evidente es el menor volumen demográfico. La documentación apunta a que los florentinos fueron más numerosos que los venecianos, aumentando la diferencia de forma progresiva conforme avanzó el siglo XV, hasta dispararse en los tres últimos lustros. Sin embargo, la mayor dimensión de la comunidad toscana no se traduce en una mayor capacidad de promoción social, al menos hasta el final de la centuria. Se trata de una circunstancia directamente relacionada con el segundo motivo: parece bastante claro que el éxito económico entre florentinos y venecianos localizados en Andalucía fue mucho menor que el de los genoveses como comunidad. Confirmaría esta impresión el hecho de que, cuando se detecta una superioridad económica, los mecanismos de promoción son muy parecidos a los de los genoveses, como revelan las trayectorias de los florentinos Francesco Bonaguisi, Giannotto Berardi y Amerigo Vespucci, o del veneciano Girolamo Vianello. Sin embargo, y a diferencia de lo que ocurre con los ligures, no todos los florentinos de éxito optaron por la movilidad social dentro de la sociedad de acogida. Tres grandes exponentes en este sentido son Simone Dati en los primeros años del siglo XV, Piero di Benedetto Doffi entre 1440 y 1473, y Piero Rondinelli a

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finales de siglo. En consecuencia, se puede afirmar con fundamento que las naciones florentina y veneciana, como comunidades extranjeras en la Corona de Castilla, no desarrollaron procesos de integración y ascenso efectivos y consolidados. Por el contrario, se trata siempre de episodios aislados y, en consecuencia, excepcionales, aunque también aquí es posible realizar una diferenciación entre ambas, pues los casos de ascenso son más progresivos en el caso de los florentinos, frente al meteórico de Vianello. Además, hay más florentinos insertándose en el tejido social, político y administrativo de la sociedad andaluza, que venecianos. Probablemente la razón para esta diferencia haya que buscarla fuera de Andalucía.73 En este sentido, cabe recordar que durante los siglos bajomedievales tanto Florencia como Venecia conocieron un proceso de expansión territorial que les llevó a constituir auténticos Estados regionales, frente a Génova, que quedó confinada a una estrecha franja litoral. Más aún, la debilidad del Estado genovés quedó patente con las sucesivas dominaciones francesa y milanesa en el siglo XV. En última instancia los patriciados florentino y veneciano, aun con todas las diferencias conocidas, tenían más similitudes entre sí que con el genovés.74 Efectivamente, la consolidación de un gobierno de corte claramente oligárquico hizo que el patriciado tuviera oportunidades de ascenso político y desarrollo económico en Florencia y Venecia, mientras que en Génova esta opción se encontraba limitada por la dominación política extranjera y la escasez del territorio. No cabe duda de que esta circunstancia debió constituir una fuerte motivación para integrarse en la sociedad castellana y ascender, buscando oportunidades que la patria de origen no podía ofrecer.

73. Quiero agradecer al colega y amigo Sergio Tognetti que en el debate que siguió a la exposición de este trabajo me preguntara por esta posibilidad, introduciendo un elemento de análisis fundamental que incorporo ahora. 74. Resulta muy útil en este sentido el volumen Florence and Venice: Comparisons and Relations, I, Quattrocento, La Nuova Italia, Firenze 1979, y en particular los estudios de Giorgio Cracco y Nicolai Rubinstein sobre patriciado y oligarquía en ambas repúblicas.

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