INGLATERRA Y LA GUERRA DE LOS SUBMARINOS

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Descripción

INGLATERRA Y LA GUERRA DE LOS SUBMARINOS

(De "La Tribuna" de Madrid, 15 de marzo de 1915)

La declaración de bloqueo formulada por el almirantazgo alemán en medio de
los acontecimientos de la guerra actual, ha conmovido hasta el más el
íntimo de los espíritus, no sólo de los círculos interesados en la
navegación y en el comercio internacional, sino los de todo el mundo. Según
todos los visos de probabilidad, no depende de este bloqueo en gran parte
el resultado de la guerra; más bien, en primer lugar, la duración de la
misma. Sobre el hecho de que Alemania, según los precedentes creados por la
misma Inglaterra, tenía el completo derecho a la declaración de bloqueo,
no cabe ya la más ligera duda. Las notas enviadas por los estados
neutrales, que por lo demás no contenían ningún género de protesta, eran de
todo punto necesarias, puesto que en su tiempo, cuando Inglaterra había
declarado como zona de guerra todo el mar del norte, se habían dirigido
protestas contra el gobierno inglés. Un reconocimiento justificativo de la
declaración de bloqueo, se ve también en las medidas que los estados
neutrales han tomado para la defensa de sus barcos; recientemente a la
excitación de Alemania, los Estados Unidos de Norte América querían enviar
barcos de guerra a Irlanda, para acompañar a los barcos mercantes
americanos. Se ha de llamar aquí la atención sobre el hecho de que los
estados neutrales no han sido impelidos a tomar esas medidas para la
declaración del bloqueo alemán sino por la indicación de Inglaterra dada a
sus barcos de escudarse tras de banderas neutrales.

"Inglaterra domina los mares". Hace pocas semanas han declarado los
ministros ingleses y la prensa inglesa, con su característica locuacidad,
que han limpiado de corsarios alemanes los mares del mundo con escobas de
hierro; Inglaterra domina los mares y protege el comercio internacional. ¿Y
hoy? ¿Cómo va la protección del comercio internacional? La orgullosa Albión
se encubre tras las banderas de estados neutrales, cuyo comercio afirmaba
aún hace pocas semanas, quería proteger sobre los mares del mundo.
Inglaterra, que dispone de una altanera flota, reforzada con los
empréstitos de sus colonias, ni siquiera se halla ahora en situación de
proteger sus propios barcos en su marcha a los puertos de su mismo país. A
esta huida a terreno neutral hay que agregar todavía como algo que
caracteriza la conciencia de la poderosa Albión, los consejos que da a sus
marinos mercantes para el caso de un encuentro con un submarino alemán.

Deben arrojar bombas sobre el barco que viene a hacer la inspección: deben
echarse encima de los marinos alemanes que suban a bordo, naturalmente en
número reducido; deben procurar echar a pique el submarino, que con
sentimientos humanitarios, da tiempo al barco de salvar su tripulación.

Los acontecimientos de los primeros días del bloqueo han demostrado cuán
poca confianza ponen aún los círculos ingleses de navegación en estos
consejos de gobierno. Han tenido que ser castigados algunos marinos por
negarse a salir en los barcos. Y de estos mismos marinos espera Inglaterra
que arriesguen la muerte segura, al aniquilar, a aquellas personas que en
propio interés del barco, suben a bordo, adoptando de este modo, la
posición del francotirador, a quien se le envía a la muerte sin
contemplación de ningún género.

Los marinos ingleses son más avisados que sus ministros, no seguirán las
instrucciones de éstos; preferirán salvar la vida, no presentando ninguna
dificultad. Estas disposiciones del gobierno inglés no ejercerán tampoco el
más insignificante influjo sobre la acción de un submarino alemán. Hasta
ahora, en el curso de la guerra, los marinos alemanes han dado no solo
pruebas de nobleza y caballerosidad, como ya lo reconoce el adversario,
sino que ante todo han demostrado en toda ocasión que saber ir
impertérritos a la muerte. ¿Cree Inglaterra que se dé ni siquiera un solo y
único marino alemán que deje de cumplir con su deber por el peligro de
recibir una bomba arrojada en su barco, o por temor de verse acorralado a
bordo del barco que quiere examinar? Preguntaos a vosotros mismos, Grey,
Churchill y demás políticos ingleses, si habéis creído ver esta posibilidad
cuando disteis a vuestros marinos aquellos para vosotros tan excelentes
consejos.

De estas medidas y amenazas vuestras aparece, con una claridad meridiana,
a todo ingenuo observador y también a todos aquellos que hasta el presente
han sentido por vosotros cierta benevolencia, cuán grande es vuestra
angustia, cuán infinita es vuestra nerviosidad frente al hambre que ahora
os amenaza "a vosotros".

- El Comercio, Sábado 29 de mayo de 1915, Edición de la Tarde, Página 3,
Sección "La Conflagración Europea", Segunda Columna
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