INFLUENCIA DE LA TOMA DE ZAHARA EN LA CONQUISTA DE RONDA

September 11, 2017 | Autor: S. Rodríguez-Becerra | Categoría: Fronteras, Serranía de Ronda, Guerra De Granada (1482-1492), Ponce de León, Zahara de la Sierra
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Descripción

II CONGRESO DE HISTORIA DE RONDA Ronda y su serranía en la Época Moderna

Ronda, 22-24 de marzo de 2007 Publicado en Memorias de Ronda. Revista de Historia y Estudios Rondeños, num.5, 2007, pp. 62-79

“INFLUENCIA DE LA TOMA DE ZAHARA EN LA CONQUISTA DE RONDA”

Salvador Rodríguez Becerra Universidad de Sevilla

Agradecimientos

Solo mi cariño por la villa de Zahara, que me acogió hace más de treinta años entre sus vecinos, y por la ciudad de Ronda, en la que discurrieron algunos de los mejores años de mi niñez, me inclinaron a aceptar la invitación de la Comisión Organizadora para participar en este II Congreso de Historia de Ronda, a quienes les agradezco la deferencia, muy especialmente a Faustino Peralta, su director, y a María Antonia Salas Organvídez. Solo puedo ofrecerles esta sencilla, aunque, espero, clarificadora aportación, puesto que soy antropólogo de los que creen que sin el fundamento de la historia no puede construirse ningún edificio explicativo solvente de una sociedad y su cultura1.

El discurso ha sido construido sobre la base de las crónicas y escritos a que dio lugar uno de los períodos mejor contados de la historia peninsular: la Guerra de Granada. Las crónicas de Palencia, Valera, Bernáldez, Pulgar, Rallón, entre otros, y la anónima Historia de los hechos de D. Rodrigo Ponce de León, junto a los

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Agradezco, al profesor Juan Luís Carriazo de la Universidad de Huelva, sus sugerencias e información bibliográfica, y al prof. Antonio Campanario del IES de Prado del Rey la documentación facilitada.

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estudios de Lafuente Alcántara, Carriazo, Ladero, López de Coca, Abellán, Rojas Gabriel, Torres Delgado, Acien y otros, que están detrás de estas líneas, que he pasado por el tamiz y la mirada que caracteriza a la Antropología sociocultural.

Este texto se circunscribe a un espacio geográfico concreto, la frontera entre la taha musulmana de Ronda y las plazas fuertes de Zahara y Olvera2 que eran apoyadas desde la retaguardia por las ciudades andaluzas de Sevilla y Jerez y las villas de Morón, Utrera y otras tantas de la campiña sevillana y gaditana, y a un corto período de tiempo del siglo XV, concretamente entre los años de 1407, en que se produce la primera conquista de Zahara y la toma de Ronda en 1485. Se historia también la pérdida de la villa de Zahara en 1481 por una intervención de los moros de Ronda, y su definitiva recuperación por el marqués de Cádiz, Rodrigo Ponce de León, el 27 o 28 de octubre de 1483. Esta limitación espaciotemporal no nos puede hacer olvidar el contexto histórico peninsular y hasta europeo en que estos hechos se producen, pues ellos por si mismos, no podrían explicar la microhistoria de las serranías de Ronda y de la frontera de la Sierra gaditana en tiempos bajomedievales.

Son por tanto, solo unos pocos años, los transcurridos entre 1481 y 1485, en los que se decide la suerte de Zahara y Ronda y, en último término, la conquista del reino de Granada, según argumenta la historiografía, pero fueron más de cien años los que estuvieron estos pueblos mirándose frente a frente, aunque las más de las veces de reojo. La proximidad de la ciudad de Ronda y su distrito del que formaban parte Montejaque, Benaoján, Montecorto, Grazalema y Villaluenga, a poco más de cuatro leguas (20 kms.) de las villas de Zahara y Olvera en el lado castellano, hicieron que las relaciones entre los vecinos de ellas fueran continuas, en razón de los pastos, el comercio –Zahara era puerto entre moros y cristianos, es decir aduana-, el intercambio de cautivos, etc. Éstas relaciones fueron de forma abierta cuando las paces lo establecían, y, más discretamente y con mayor riesgo, cuando estas se rompían; la cercanía era tanta y el conocimiento tan estrecho que según uno de los testigos del largo pleito entre los Saavedra y los Ponce de León por el señorío de Zahara, dice que los moros de Ronda “…en una noche podrían

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Olvera había sido conquistada por Alfonso XI en 1327.

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venir de sus casas a la dicha Zahara, e volverse… [pues] en seys horas la corrían…” (fol. 417). Otro testigo indica que en la villa había hombres que “se proveían hurtando en tierra de moros e vendiendo a tierra de cristianos, e hurtando en tierra de cristianos e vendiendo en tierra de moros”, y un tercero, en este caso pastor, manifiesta que durante 25 años había llevado sus ganados a pastar al término de Benaoján.

Las relaciones entre Ronda y Zahara durante el siglo XV, tenemos que contemplarlas en el contexto de dos estados enfrentados: el reino de Castilla y el emirato de Granada, en un largo proceso de crisis que incluía el enfrentamiento y la convivencia, que comúnmente denominamos reconquista o conquista cristiana de al-Andalus, y que culminará con la desaparición del último de estos. Ocurre con demasiada frecuencia, que los árboles no dejan ver el bosque, de tal forma que, empujados por el cariño y empatía que se toma a lo propio y por el atractivo de la documentación, cercana y evocadora, tendemos a olvidarnos que los sucesos locales no son en la generalidad de los casos, sino resultados de decisiones e iniciativas emanadas desde fuera. Así, la ciudad de Ronda durante la mayor parte del siglo XV y mucho tiempo atrás fue una importante ciudad fronteriza del estado musulmán gobernado por la dinastía nazarí, creada por el linaje de los Ibn Yusuf Ibn al-Ahmar. De igual forma el castillo y la villa de Zahara formaban parte del sistema defensivo del reino de Castilla, cuya defensa y guarda había sido encomendada por los reyes a diferentes alcaides, el primero de los cuales fue Alonso Fernández Melgarejo, alcalde mayor entre moros y cristianos, para posteriormente entregarlo como señorío al mariscal Gonzalo de Saavedra3. Se hace por tanto necesario, enmarcar los episodios concretos que aquí analizamos, la frontera de la ciudad de Ronda y su término, en el marco global de la conquista de Granada, así como en los marcos socioeconómicos y culturales de la región. En último caso, se trata de valorar la importancia y consecuencias que tuvieron las 3

La alcaidía de Zahara antes de ser señorío era un oficio de designación real y por tanto mantenida con fondos reales, encargada por el Infante don Fernando el de Antequera al jerezano Alonso Fernández Melgarejo, y posterior y sucesivamente a Fernando de Burgos, Luís Barón, Gonzalo Moreno y Alfonso Téllez, hasta que Enrique IV la entregó como señorío por carta de merced el 25 de mayo de 1466 a Gonzalo de Saavedra, que la mantendrá hasta su pérdida en 1481. Una vez recuperada por Rodrigo Ponce de León a los dos años, le será entregada por los Reyes Católicos como marquesado. Este cambio dará lugar a un largo pleito entre los Saavedra y los Ponce de León que concluirá con la sentencia favorable a éste último que ya había fallecido, quedando incorporada a la casa de Arcos, señores de Marchena.

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conquista y reconquista de Zahara y la toma de Ronda en el conjunto de la Guerra de Granada.

En el último tercio del siglo XV el emirato/sultanato granadino, feudatario del reino de Castilla, vivía sometido desde las conquistas del valle de Guadalquivir por Fernando III a treguas, concordias y pactos que obligaban al primero a pagar parias en señal de sometimiento al segundo, a cambio de un relativo respeto al statu quo; estos acuerdos no impedían que la nobleza y, en ocasiones las milicias concejiles, hicieran incursiones en busca de cautivos y ganado, y, de igual modo, desde el lado musulmán, en lo que se había convertido para algunos en un modo de vida. Este estado de cosas fue la consecuencia del fracaso de la creación por Fernando III de un estado multiétnico que incluyera a cristianos, moros y judíos. La sublevación de los mudéjares en las tierras del valle del Guadalquivir en tiempos de Alfonso X, con su consiguiente expulsión hacia África o el reino de Granada, frustró este intento de forma definitiva.

Ello hizo ahondar más en las diferencias que en las afinidades de los pueblos que lo componían, haciendo especial hincapié en lo que más les separaba, la religión. Ésta se convirtió en la principal arma ideológica y política, que si en principio era utilizada por las elites militares y religiosas, terminaría calando en el común del pueblo. Esta prolongada situación de frontera hizo que la nobleza la utilizara como una forma de enriquecimiento y de progreso social y político, y en una forma de vida para muchos vecinos del común, basada en el robo de ganados y cosechas, y en el cautiverio de los adversarios, aunque también de colaboración, como hemos señalado anteriormente. Hemos de recordar, una vez más, que las leyes y acuerdos no se cumplían en su totalidad ni de forma continuada, y que, crónicas y documentos oficiales nos dan una parcial visión de los hechos, que no se corresponden siempre con la realidad cotidiana. La frontera no solo era territorial sino también ideológica que en ocasiones transformaba con frecuencia a los extranjeros en adversarios, a estos en enemigos y, a veces, en seres a destruir y aniquilar.

La primera conquista de Zahara

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El infante don Fernando, conocido como el de Antequera, regente de la corona de Castilla durante la minoría de Juan II (1406-1412), sale de Sevilla con un fuerte ejército y armado con la espada de Fernando III, en respuesta a la toma del castillo de Ayamonte4 por Muhammad VII; pone sitio a Setenil y conquista Zahara con el apoyo de artillería, el 1 de octubre de 1407. Esta actuación se justifica por la necesidad de detener los asaltos que sobre los suministros para el ejército del Infante hacían los moros de Grazalema y Montecorto; en esta campaña el regente pierde, sin embargo, Pliego y Cuevas del Becerro. En la campaña de 1410 tomará Antequera, esta vez enarbolando el pendón de san Isidoro de Sevilla, traído de León, conquista que le hará ganar fama; al poco aceptará la oferta de la corona de Aragón (Rojas, 1995:66). Espada y pendón son claros símbolos del apoyo del Dios cristiano a la causa de la conquista de un territorio que las elites castellanas consideraban usurpado.

El monje jerónimo fray Esteban Rallón, autor de la Historia de la ciudad de Xerez de la Frontera, escrita en la segunda mitad del XVII, se extiende más allá de los intereses locales a otros muchos acontecimientos y espacios, y es de obligada consulta para la etapa y área que nos ocupa. El monje-historiador que utilizó para su elaboración documentos originales del concejo de Jerez, narró con mucho detalle la conquista de Zahara por el Infante don Fernando y valora la acción militar en razón de su dificultad: “Era Zahara el primer lugar de los moros de aquella parte, cuyo sitio es el mas áspero de España, a cuya causa dicen que quedó aquel modo de hablar con que a las mujeres desagradables llaman en España zahareñas: súbese a él por escalones cavados en la peña viva y del lugar del Castillo con doblada dificultad, cuya fortaleza aumenta el no tener más que una puerta”; ello nos evita tener que hacerlo (Apéndice 1) 5.

Poco tiempo después, el 5 de abril de 1410, la villa sufre un asalto, aprovechando la ausencia del alcaide que, según una fuente había ido a recibir al 4

Los restos de esta fortaleza, que tuvo alcaide y jurisdicción propia, pueden observarse desde la carretera Algodonales-Antequera a pocos kms. de Olvera. 5 Fray Esteban Rallón (Jerez, 1607-07- Bornos, 1688) fue en dos ocasiones prior del monasterio de Bornos y tuvo terminada su obra hacia 1675. En cuanto al valor de este texto, nos dicen sus editores: “Es así de obligada consulta en sucesos como la toma de Jimena de la Frontera, las diversas vicisitudes por las que ha pasado la ciudad de Gibraltar, Zahara, etc. o la misma ciudad de Cádiz. Por lo que el localismo de esta historia es, en el fondo, más aparente que real, al mostrarnos las diversas caras de nuestra poliédrica provincia” (Rallón, I: XXVII).

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infante don Fernando a Córdoba, y según otra, a reclamar al rey Juan II las pagas de la gente de la dicha villa; los musulmanes la ocuparon y saquearon, matando a 114 hombres y cautivando a 60 entre hombres y mujeres y 122 niños. Los moros entraron en la villa pero no en el castillo, donde se hicieron fuertes y resistieron hasta que les vino socorro, abandonándola los asaltantes después de varios días. El alcaide, el jerezano Alonso Fernández Melgarejo fue destituido y puesto en prisión hasta que se demostró su inocencia. El cronista Rallón destaca el aprecio en que el Infante tenía a Zahara “que era la joya de su mayor estimación”, y el enojo en que cayó ante la noticia, pero enterado de que la villa seguía en manos de cristianos, “se desenojó y le mandó dar libertad y lo dejó en la alcaidía, con todos sus honores” (Rallón, II: 180-181). Un testigo del referido pleito entre Saavedras y Ponces de León, puso el énfasis en la inaccesibilidad de la plaza: “es tan fuerte que cinco omes bastavan para la defender de todos loas que sobre ella viniesen que por fuerza se la quisieren tomar”, y da como testimonio como la defendieron desde el castillo unos pocos hombres con ocasión de esta entrada.

Por merced de Juan II la alcaidía y la villa cambia de manos, siéndole concedida a Gonzalo de Saavedra (1445), comendador mayor de Montalbán, siéndole confirmada por Enrique IV (1464)6; a la muerte de su titular la recibió su hijo Fernán Arias de Saavedra, mariscal de Castilla, a quien se la confirmaron los Reyes Católicos (1478), pasando, a vez, a su hijo Gonzalo de Saavedra, que la perdería a manos de los moros de Ronda. Esta concesión llevaba aparejada una cantidad para el mantenimiento de la villa y fortaleza sacada de los impuestos reales. La aceptación de alcaidías y otros cargos de frontera formaba parte de las estrategias de los linajes nobiliarios para ir cobrando peso en la sociedad, porque los señoríos fronterizos eran un medio para obtener provechos económicos.

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El 25 de mayo de1464 le fue entregada en señorío a don Gonzalo de Saavedra por Carta de Merced del rey Enrique IV de Castilla: “El dicho señor rey con acuerdo y consejo de muchos grandes y de los otros estados de sus reynos hizo merced al dicho Comendador Mayor Don Gonzalo de Sahavedra de la dicha villa de Zara y su castillo e fortaleza con todos sus terminos y distritos y con la juredizion alta, baxa zecil e criminal mero mixto inperio y con todas las rentas pechos y derechos al señorio de la dicha villa anexos y pertenecientes e dello lo mando dar e dio carta de previlegio y que fueron tales y tantos tan señalados los dichos servizios quel dicho comendador hizo que en remunerazion y satisfazion y encomyenda dellos justamente se la pudo dar al dicho Comendador la dicha villa de Zara y aunque fuera otra mucho mayor”.

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Zahara tenía asignados 20.000 maravedíes en tiempos del alcaide Melgarejo, suma que subió a 90.000 con el comendador Gonzalo de Saavedra (Rojas, 1995:132,146-147). Zahara, si hacemos caso de ciertos testigos, que por otra parte son bastante sospechosos, era poco rentable: “Renta la villa poco o nada, porque con los moros no yvan los ganados a ervajar”, dicen algunos. Otros manifiestan que: “oyeron quexarse a los mariscales y al comendador mayor que los estruya sustentar la dicha villa”, y también que les costaba dinero sostener la villa, por lo que habían tenido que pedir dinero para las necesidades de mantenimiento de ella (Citado por Rojas, 1995: 349).

Pero, ¿cómo era la vida en una fortaleza y villa como Zahara en el siglo XV? En la villa y fortaleza había un alcaide nombrado por el rey y, posteriormente, cuando se constituyó como señorío por el señor, dos procuradores, dos alcaldes, un alguacil, dos jurados, dos escuderos, dos regidores, cuatro atajadores, cinco maestros de hacer ballestas, un adalid, seis velas y rondas, guardas y escuchas, almotacenes, un acequiero, un alhaqueque, un portero, un herrador, dos carpinteros, un cirujano y un barbero, “oficios estos últimos que no se acostumbró nunca que los oviese en los castillos fronteros, sino en la cibdad e villas pobladas”. Además de unos 250 vecinos, 50 de estos caballeros, 100 ballesteros y 100 lanceros. Estas cifras oficiales no respondían, sin embargo, a la realidad cotidiana, que era bien distinta, pues nunca hubo en la villa los efectivos que dicen los testigos del pleito; así, cuando la hurtaron, dicen otros, había 75 vecinos, de ellos 30-40 de caballo, y que eran suficientes los 7 hombres que la guardaban de noche, y dos asientos de velas, que se reforzaba con un tercero cuando había más efectivos o cuando se conocía que se juntaban moros, velándose a medias noches y cuidando el alcaide que no se durmiesen (Rojas, 1995: 342 y 348).

La conquista musulmana de 1481

La villa y castillo de Zahara estuvo ocupada por los cristianos desde 1 de octubre de 1407 hasta el 27 o 28 de diciembre de 1481 en que fue reconquistada por los moros de Ronda y su término. Para describir esta conquista de Zahara en la madrugada del 28 de diciembre de 1481, acudimos a la descripción que hace el

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anónimo autor de la Historia de los hechos del marqués de Cádiz, el relato más puntual dejado por las crónicas:

En este mismo año de 1481, como los moros de la cibdad de Ronda estoviesen muy sentidos de los grandes daños que del de Cádiz [don Rodrigo Ponce de León] e sus capitanes cada día rescebían...se ovieron de juntar muchas cabeceras, hombres muy principales del reyno de Granada, para haber consejo qué manera ternían para haber de tomar la villa y fortaleza de Sahara, que la tenía Gonzalo de Saavedra, mariscal de Castilla; los cuáles acordaron de enviar sus adalides que la tentasen, y tentada, fallaron que no se velaba bien y que se podía tomar. E fueron con esta nueva a Abrahen Alhaquime, cabecera de Ronda... E fizo juntar trescientos de caballo y cuatro mil peones de la serranía, e el tercero día de Pascua de Navidad escalaron el castillo e tomaron e mataron todos los cristianos que dentro fallaron, salvo el alcaide, que los prendieron. E después que fue de día, salieron e abrieron la puerta del castillo, e descendieron a la villa, e tomaron e cativaron ciento e cincuenta cristianos, hombres, mujeres y niños, que metieron atraillados en Ronda.

Algunos cronistas ponen la acción en manos del rey de Granada, ello daba importancia al hecho de armas e ignoraba la actuación particularista de muchos alcaides; así lo hace el cronista Fernando del Pulgar que cuenta como el rey de Granada, descontento por vivir en paz, marchó sobre Zahara y la ganó volviéndose a la capital; de esta forma la guerra y la pérdida, queda justificada porque es todo un rey el que la toma. Por los documentos sabemos que fue un suceso de menos importancia, en el que solo intervinieron moros de la serranía rondeña. Coinciden básicamente los cronistas en la fecha, en torno a la Navidad o el mes de enero, a punto de finalizar una tregua de tres años, y en el número de personas afectadas, entre 150 y 160, que fueron hechos cautivos y algunas muertos, como era frecuente en estos casos (Barrantes, II: 319; Henríquez de Jorquera, I: 182).

Fernando del Pulgar también se hizo eco de la leyenda que generó esta conquista, en la que un alfaquí predijo el fin de Granada, cuando tuvo conocimiento del hecho de armas:

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Acabado es el antiguo reyno de los moros, que habemos poseido más de setecientos años en España. E el pronóstico de este moro fue cierto, pues desde entonces comenzaron los Reyes Católicos muy de propósito la guerra de Granada (Pulgar, citado por Suárez y Carriazo, 1969:432).

Es fácil profetizar, máxime cuando se hace a posteriori, una vez ocurridos los hechos, reforzados por la predisposición de estas sociedades a las creencias mágicas; así, cuando Fernando del Pulgar recoge este vaticinio, ya ha sido conquistada Granada. Lo importante es que la toma de Zahara por los musulmanes se considera un castigo de la providencia que los moros han de pagar con la pérdida de todo el reino de Granada.

Recientes investigaciones, nos dan otra visión de la toma de Zahara, que constituye un punto de vista más cercano y desde dentro, como es la narración de los testigos presenciales: existía un escalador moro llamado al-Hedrieli, residente en Montejaque que había colaborado con el marqués de Cádiz en la toma del castillo de Montecorto, y propuso a otros moros ir a tentar Zahara, para así hacerse perdonar del rey de Granada; hizo el moro escalador dos ensayos, llegando a entrar solo en la plaza en una ocasión. Una vez que se cercioró de la falta de vigilancia decidieron tomarla con la participación del alcaide de Ronda con gentes procedentes de Grazalema, Benaoján y Villaluenga; la tomaron por sorpresa en la madrugada del día de los Santos Inocentes, cuando al parecer había pocos y malos guardias. Esa noche, según algunos testigos, no estaba en la fortaleza el teniente, mientras el mariscal Gonzalo de Saavedra, titular de la villa y alcaide la fortaleza que se encontraba en otra de sus torres en el Aljarafe sevillano. Una vez ganada quedaron al frente de la fortaleza los hijos de los alcaides de Ronda y Setenil con cincuenta de caballo y doscientos ballesteros, dejándola bien abastecida.

Reacciones ante la caída de Zahara

La caída de Zahara produjo la natural alarma en toda la frontera occidental, se mandaron correos, troteros, a las villas y ciudades del interior para que acudieran con ayudas, se reforzaron las vigilancias y espionajes hasta tanto proveyera el rey; acudió de inmediato Gonzalo Saavedra, con sus hombres y los de algunos amigos, 9

pero ya no había remedio. “...pesó mucho dello y hizo gran sentimiento, y luego propuso en su voluntad y procuró con todas sus fuerças, por sy e por sus parientes, amigos i valedores, de recobrar e aver la dicha villa e fortaleza. I que luego cavalgó con quatroçientas o quininetas lanças a caballo, que ovo de sus parientes y amigos y criados i de la çibdad de Xeres, y con mucha gente de pie, para socorrer y recobrar, sy pudieran, la dicha villa y fortaleza, y que ansy llegó con la dicha gente junto con la dicha villa (Probanza 1, pregunta XXVII; Probanza 3, pregunta XXVII. Citado por Rojas, 1995: 149).

En este caso, como en tantos otros, la ciudad de Sevilla, funcionaba como capital de la Andalucía cristiana, y así, el Concejo, titular de muchas fortalezas, y los regidores, que ejercían en nombre del rey como alcaides de fortalezas, movilizaron todas sus posibilidades. Igual hizo la ciudad de Jerez pero en “llegando a la villa de Bornos, se volvieron porque no llevaban pertrechos para batir ni escalar los muros” (Rallón, II: 432). Otro tanto hacía la nobleza. Todo ello quedaba condicionado a los intereses de nobles y ciudades y desde luego, a la actitud de los reyes.

Los Reyes Católicos tuvieron noticia del hecho por diversos medios y lamentaron la pérdida de la villa por los cristianos que allí murieron, según expresan en carta desde Medina del Campo: “Y si se puede dezir que ovimos plazer desto que ha pasado, lo diremos porque nos de ocasión para poner en obra muy prestamente lo que teníamos en pensamiento de fazer y por ventura algún día se sobreseyera; pero visto esto, nos entendemos luego en dar forma cómo la guerra se faga a los moros por todas partes…”(Apéndice 4). Aunque el deseo de hacer la guerra total a los moros para expulsarlos de la Península era, al parecer, un deseo desde los comienzos del reinado de los Reyes Católicos, la conquista de Zahara supuso un acicate para comenzarla. “Vista desde una perspectiva posterior, la toma de Zahara fue –en palabras del prof. González Jiménez- el casus belli que dio origen a la guerra final de Granada. Así lo vieron los cronistas de la época y así lo ve, con ellos, la mayor parte de la historiografía posterior. Y no falta, desde luego, razón. Un contemporáneo de los hechos, el cronista mosén Diego Valera, en carta dirigida a los Reyes Católicos el 10

10 de febrero de 1482 (Apéndice 3), intuye que esta guerra iba a ser la definitiva y, en consecuencia, propone a los monarcas todo un plan de conquista que, en buena medida, sería el que se seguiría en los años siguientes7. Lo cierto es que a comienzos de 1482 la frontera sevillana vivía en un estado de efervescencia. De ella iba a proceder el golpe de mano que los granadinos esperaban desde la toma de Zahara” (González Jiménez, 2000:454-455).

La preparación de la guerra era lenta y compleja, hacían falta sobre todo hombres y caudales, además de pertrechos y navíos que había que traer de otras partes de España y de Europa, reunir especialistas: artilleros, minadores, escaladores y, fundamentalmente, recabar fondos, entre los que no eran despreciables los eclesiásticos, y para ello era necesaria la autorización del papa. No menos importante era la pacificación de la nobleza de toda la Andalucía cristiana, enzarzada con frecuencia en luchas de bandos. Esta guerra, todas las guerras contra los moros, se hacían teóricamente bajo la triple justificación ideológica de ser santa y necesaria para el servicio del Señor, dar honor y gloria y beneficios al Rey y a la corona (Suárez y Carriazo, 1969:433-434)

La conquista definitiva: 1483

En el último trimestre de 1483 los moros anduvieron talando y robando ganado por Antequera y Teba y alcanzaron hasta Morón y Utrera. Este ejército formado por varios miles de lanzas y peones capitaneados por los alcaides de Málaga, Álora, Coín, Ronda, Setenil, Marbella, Comares, El Burgo y Vélez Málaga, fue derrotado en el Guadalete, muy cerca de la torre de Lopera, situada entre Villamartín y Montellano, por la confluencia de las mesnadas del marqués de Cádiz, del señor de Palma y de los alcaides de Morón, Osuna y Marchena. Como consecuencia de la batalla y posterior victoria, algunos alcaides moros fueron hechos prisioneros, se recuperaron ganados y se hicieron muchos cautivos8. El 7

Epístolas de Mosén de Valera. Madrid, 1878, pp.55-59 Los líderes de esta batalla, don Rodrigo Ponce de León, marqués de Cádiz, y don Luís Portocarrero, señor de Palma y alcaide Écija, recibieron entre otras, una curiosa merced: el primero, el honor de vestir para siempre las vestiduras que el rey se pusieran en cada fiesta del 8 de septiembre, y el segundo y para su mujer, las que se pusiera la reina cada año en la misma fecha. Sin duda, este tipo de privilegios tienen un gran valor simbólico pues reafirmaban el poder real. 8

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marqués regresó a Jerez, con más gloria que botín, al decir del cronista Palencia, pero llevando como prisioneros 100 jinetes, 200 caballos y tres estandartes.

La batalla de Lopera supuso enormes pérdidas para la caballería de Ronda y Málaga, hubo así mismo muchas perdidas humanas; esta derrota de los moros, unida a las inquietudes bélicas del de Cádiz, y a las malas cosechas de aquél año, impulsaron al marqués a continuar con la guerra, ya de forma individual. La derrota de Lopera fue interpretada por Bernáldez en términos religiosos: ellos poseían la verdad y gozaban del apoyo divino, de ahí el justo castigo al daño que habían hecho los moros a los cristianos con anterioridad en la Axarquía: Ansí, en pago de la de la Axarquía, esta era la segunda, en que por la misma forma que ofendieron fueron ofendidos; y aquellos que lo fizieron, aquellos lo vinieron a pagar, por mal de los moros (Citado por Suárez y Carriazo, 1969:536).

Así pues, el de Cádiz, apoyado por contingentes de sus señoríos de Arcos y Marchena, y con la ayuda de Portocarrero, señor de Palma, iniciaron el cerco de la plaza. Para su toma siguieron el ardid de distraer a la guarnición haciendo correr algunos de a caballo delante de la única puerta de la villa, tiempo que aprovecharon los escaladores para acceder al interior. Se refugiaron los moros en la fortaleza y allí les puso sitio, entregándose al día siguiente, a cambio de conservar sus vidas, era el 28 de octubre de 1483, fiesta de los apóstoles Simón y Judas Tadeo. Eran en total unos cincuenta que marcharon a África libremente, según Palencia, o, según otra fuente, fueron colmados de honores por el marqués, lo cual es menos creíble. Los cristianos sólo encontraron en la villa a un cautivo natural de Fuentes de León de la Orden de Santiago en Extremadura (Apéndice 2).

Ganada la plaza por el de Cádiz, éste confió la alcaidía de Zahara a Juan de Ayllón para que con 150 hombres la defendiera y al tiempo hostigara a los moros comarcanos de Ronda. La noticia produjo gran júbilo en los Reyes Católicos que otorgaron a don Rodrigo Ponce de León la tenencia de la fortaleza de por vida con todos sus derechos (8 de Diciembre de 1483) y la villa por juro de heredad y que se intitulara a partir de entonces, marqués de Zahara y de la Serranía de Villaluenga, título este último que no utilizó, y duque de Cádiz, (Córdoba, 16 de

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agosto de 1484), constituyéndose así en señor natural de la villa y fortaleza de Zahara para sí y sus descendientes. Los monarcas en su concesión se atuvieron a la ley que establecía que “los lugares de estos reynos que ganaban los moros, después de que se recobraban por christianos eran de la corona Real, y libremente disponían dellos como cosa suya” (citado por Torres, 1993:367). Medida tendente a evitar el descuido en los alcaides y tenientes de las fortalezas al tiempo que impulsaba la conquista de otras plazas por el acicate del premio. Gonzalo de Saavedra presentó pleito ante los Reyes Católicos para que se le devolviera Zahara; la sentencia fue favorable al marqués, pero tan tardíamente que no llegó a conocerla. Este pleito constituye una fuente de información privilegiada porque fueron más de 127 los testigos examinados sobre las circunstancias concurrentes en la pérdida de Zahara. Un recurso posterior confirmó la sentencia ya dada, apoyándose en que se había pedido la devolución después de cuatro años y que los Saavedra por las traiciones del abuelo y padre y la suya propia al rey, éste linaje al perder la villa había quedado: “infame e incapaz para poder tener la villa, vasallos y jurisdicción, que es honra y dignidad”.

La figura de Gonzalo de Saavedra ha quedado ensombrecida por la historiografía; tachado de joven frívolo y otros vicios que han trasmitido cronistas e historiadores, hay que partir del hecho que fue el perdedor de una importante plaza cuando lo valioso y honorable era mantenerla o ganarla y, si bien algunos testigos minimizan el hecho mismo, por cuanto fue la decisión de un grupo de moros, lo que si es cierto, es que su linaje entró en declive, mientras otros ascendían, en momentos que engrandecerlos iba unido a las cualidades bélicas y estratégicas y en hacer la política adecuada en relación con la realeza. Téngase además en cuenta, que entre los valores caballerescos, combatir era sin duda el mayor mérito y que la traición era siempre reprobable. El más importante demérito era, así mismo, no tener siquiera voluntad de combatir o no exponer la vida. En este sentido se expresa el marqués de Cádiz en carta, plena de sarcasmo, dirigida a su sobrino Juan de Pineda, y referida a su rival el duque de Medina Sidonia:

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Bien sabéis que escribí al duque de Medina Sidonia, haciéndole saber la toma de Zahara, de que ha estado tres días en su casa encerrado llorando, teniendo mayor sentimiento de ello que los moros que la perdieron, y ahora me ha escrito en remedio para su pena, salvo decir que el tenía voluntad de tomarla. Así creo que la tenía de tomar Granada desde Sanlúcar, pero el duque, cuando nosotros estábamos combatiéndonos con los moros, el estaba descansando de aquello en su villa de Sanlúcar, ni tal que trasnochadas había pasado por llegar a tomar Zahara. De la carta que sobre ello me escribió os envió el traslado, y así el de mi respuesta. Todos se ríen acá de ello, creo que no se hará allá menos. (Carta transcrita por Ladero: Granada después de la conquista. Granada, 1998, 7: 13, citada por Rojas, 1995:82).

En última instancia, a los Saavedra previsiblemente les faltó valor, inteligencia, capacidad de maniobra o voluntad para engrandecer su linaje que los hubiese colocado en el más alto nivel de la nobleza andaluza, como le ocurriera a otros tantos, como los Ponce de León o los Afán de Ribera.

Conclusiones

La villa y fortaleza de Zahara constituyó durante setenta y cuatro años el punto más avanzado de la frontera cristiana occidental frente a Granada en el sector rondeño; su caída en manos granadinas en 1481, después de tantos años de consolidación, supuso una llamada de atención para la política de los Reyes Católicos con respecto al reino nazarí de Granada, que previsiblemente estaba pensada y decidida con anterioridad. En todo caso, la toma por sorpresa de este enclave y la alarma provocada, fueron sin duda el detonante que puso en marcha la guerra definitiva de Granada en sus fases decisivas y finales. A pesar de la cercanía se decidió dar un profundo golpe al reino granadino con la toma de Alhama (1482), a la que seguirán Ronda (1485), Loja (1486), Vélez-Málaga y Málaga (1487), seguido del derrumbe del frente oriental con la capitulación de Almería, y, finalmente, el cerco y toma definitiva de la ciudad y emirato de Granada entre 1490 y 1492.

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Apéndice 1

Primera conquista de Zahara por el Infante don Fernando el 3 de octubre de 1407, según fray Esteban de Rallón en su Historia de la ciudad de Xerez de la Frontera (vol. II). “Aunque no había llegado toda la gente que se había esperado de Castilla, por aliviar la tierra, se determinó el infante (habiendo convalecido) a marchar con su ejército. Salió de Sevilla a 7 de septiembre [1407] llevando la espada del santo rey don Fernando, que aquella ciudad le entregó con gran solemnidad de pleito homenaje de volverla. Hizo la marcha muy despacio, por aguardar la gente que cada día iba llegando…”

En el camino se le fueron uniendo las milicias concejiles, alcaides de las fortalezas y nobles y (…) Todos marcharon a Zahara, donde llegó el día siguiente el Infante con (172) mucha agua, por haber comenzado temprano el invierno. Era Zahara el primer lugar de los moros de aquella parte, cuyo sitio es el mas áspero de España, a cuya causa dicen que quedó aquel modo de hablar con que a las mujeres desagradables llaman en España zahareñas: súbese a él por escalones cavados en la peña viva y del lugar del Castillo con doblada dificultad, cuya fortaleza aumenta el no tener más que una puerta” (nuestras). “Para abatirla asentaron diez bombardas (así llamaban a los cañones de batir en aquel tiempo), a quien servían de balas gruesas piedras, de que se conservan muchas en los lugares antiguos: hicieron con ellas muy poco efecto los dos días primeros, por la poca traza de los artilleros que entonces llamaban bombarderos. Más al tercero día hicieron tanto daño, que los moros temerosos y espantados pidieron rápidamente partido y tiempo para avisar a su rey”. 15

“El Infante les concedió lo primero, y a lo segundo les respondió que no había lugar y les protestó que si les mataban un solo cristiano, los había de pasar a todos a cuchillo; con que los moros se determinaron a gozar de la misericordia y buen partido que el Infante les ofrecía. Ríndese el Castillo y el Infante mandó a Lorenzo Suárez de Figueroa a que lo recibiese en su nombre, el cual puso un pendón con un crucifijo, que el Infante le envió arbolado, en la torre del homenaje, y debajo de él el pendón del Infante con las armas de Castilla”. “Fue la entrega lunes 3 de octubre de este año de 1407, encomendó luego la alcaidía, por ser de tanta importancia a Carlos de Arellano, señor de los Cameros, que pidió tanta gente y pertrechos para su guarda que le pareció al Infante ser de malicia y la encomendó a Alfonso Fernández de Melgarejo, caballero de Xerez, y dice la historia que por ser de la tierra y hombre caudaloso y que con lo que el Infante mandó dar y con lo suyo podía tener aquella villa a su servicio y del rey. A 2 de octubre habían ya los moros salido de Zahara en número de 453 hombres, mujeres y niños, a quien dio pasaporte, escolta y bagaje para que se fuesen a Ronda”. “Tomada Zahara con tanta facilidad, determinó el Infante pasar adelante y mandó al Condestable don Ruy López de Ávalos que con hasta mil lanzas que componían las de nuestra ciudad y su pendón, que llevaba el jurado Juan de Gramal y otras, fuesen a reconocer a Ronda, a la cual llegaron corriéndole hasta las puertas, de donde salieron 300 moros de a pié, que con mucho valor pelearon con los cristianos, matáronle 16 y ellos hirieron y mataron los caballos de Pedro Niñi y a Álvaro Camero, e hirieron a algunos de los nuestros, que rodearon la ciudad y considerada su fortaleza, se volvieron con relación de todo”. “Miércoles 5 de octubre, marchó el ejército a ponerse sobre Setenil y este día supo el Infante que los cristianos de Olvera había ocupado la torre del Alháquime, que habían desocupado los moros temerosos de tan grande ejército: Llegó a Setenil y se le puso sitio por todas partes y comenzó la batería, en la cual se reventó la bombarda de Guijón, célebre en aquellos tiempo, de que el Infante 16

hizo gran sentimiento y para suplir su falta mandó a nuestros xerezanos que con su pendón fuesen a Zahara por la bombarda que llamaban de la Banda, que habían defendido allí y ello lo ejecutaron (173) con extraña presteza, de que el Infante se alegró mucho. Fue con ellos Álvaro de Ávila, su camarero, por cabo de toda la gente y habiéndola traído, se asentó donde estaba la de Guijón e hizo tiros a una torre que estaba sobre la puertas, cuya batería cesó, porque las piedras pasaban por encima de la villa y ofendían a los cristianos que estaban de la otra parte de ella”. “Dilatábase el cerco, porque era extremada y para que la gente que sobraba no estuviese ociosa, mandó el Infante don Pedro de Zúñiga que se pusiese sobre Ayamonte y viese si la podría tomar; el cual la comenzó a batir, luego que llegó, reciamente, hasta que los moros pidieron partido, por haber sabido que estaba tomada la torre de Alháquime (173). /…/ (176) El real se proveía de nuestra ciudad y de las de su comarca, con muy frecuentes recuas, a una de las cuales salieron los moros y mataron a Rodrigo de Rivera, hijo del Adelantado, y a Juan de Melgarejo, capitán de los xerezanos, y habiendo rompido la escolta, se llevaron algunos bagajes, derramando la cebada y el vino, para trasponer mas a la ligera” (173). /…/“Nuestro xerezano Alonso Fernández Melgarejo, que estaba en Zahara y no se descuidaba de hacer sus salidas cuando la ocasión se ofrecía, supo que cierto ganado andaba en término de Grazalema y mandó a su teniente Juan Rodríguez de Vallecillo, que con 50 de a caballo se adelantasen, y él sacó los 50 y 80 peones y mandó que veinte de los de a caballo se adelantasen, y se quedó emboscado en una celada con toda la demás gente. “Los moros que vieron los veinte de a caballo, convocaron la serranía y salieron hasta 80 caballos y 2000 peones, y a galope venían sobre los nuestros, que se venían retirando hasta meterlos en la celada, que saliendo de tropel, dio en ellos y los desbarató, con muerte de 26 y 25 presos; de lo nuestros murieron cinco y fueron 25 heridos. El despojo, después que se vendió, montó cuarenta mil maravedís” (176). 17

Apéndice 2

Narración de la conquista definitiva de la villa y fortaleza de Zahara por el marqués de Cádiz el 28 de octubre de 1483.

...estando en la villa de Marchena con el duque de Cádiz [marqués] a el tiempo que fue a tomar a Zahara...vido...como el duque de Cádiz con su gente partió la vía de Zahara... fueron a tener dia en unos soros [caza de halcones], cabo Guadalete e Guadaçerrazin, e allí estovo Portocarrero, señor de Palma, con alguna gente suya, e Juan de Almaraz con él, e algunos cavalleros de la cibdad de Eçija, que bivían con el duque, e otros por amistad que los llamó, e partió de allí sobre tarde con la dicha gente...e anduvieron esta noche fasta que llegaron tras un cerro, que esta delante de las eras viejas, que se dicen de Zahara, donde todos se pusieron tierras tras aquel çerro, e otra gente suya enbió el duque con escalas a ponerse de noche tras de unas peñas, que están bien cercanas del muro de la villa de Zahara delante de la puerta de la villa, la vía de la tierra de moros...El conçierto fue que diez o doze cavalleros, que solían correr otras vezes por la puerta de Zahara sobre setenta o ochenta moros que estaban en la dicha villa e fortaleza, se descolgaron a pie por la cuesta abaxo tras ellos tirandoles piedras e ballestas, e dardos, que como viesen los que estavan tras la peña, que los dichos moros saliesen, ellos arremetiesen al adarve, a arrimasen al adarve la escala e sobir ésta antes que los moros se bolviesen a entrar en la villa, para les defender el adarve. Ansy se hizo que podía ser entre las nueve e las diez del dia, que salidos los moros arrimasen las escalas los christianos, e subieron en el adarve, e quando los moros se retruxeron e subieron al adarve, la puerta non tenía torre ninguna en que podiesen estar los moros para la defender de los christianos, que estavan sobidos en el dicho adarve, e como arrimaron las escalas, los christianos hizieron a la señal que estava ordenada al atalaya que estava en el cerro, donde estava toda la gente, e cavalgó luego el duque, e los que con él estavan, a este 18

testigo, con el que serían más de seteçientos de cavallo syn la gente de pie porque estavan todos acunados, e los cavallos ensillados, e enfrenados, e la rienda suelta , aguijaron hasta la villa de Zahara, e el duque se apeó luego, e subió por la escala, e los otros entraron por la puerta que ya la tenían los christianos abierta, e los moros yvan fuyendo por el andamio del adarve, recogiéndose a la fortaleza, a los quales siguieron Fasta los ençerrar en ella, e luego el duque se pasó junto con la fortaleza a contía de medio tiro de piedra de mano, e fizo poner un mandilete junto cabo la fortaleza, e los moros que se cogieron que abrieran las puertas de la fortaleza, e luego fizo poner e arrimar al adarve çiertos bancos pinjados, e çierta gente debaxo dellos, que començaron con ferramienta a cavar el adarve, e detras del mandilete e peñas, muchos espingarderos e vallesteros, tirando a las almenas de la fortaleza, porque los moros no se asomasen a ella a defender el dicho muro, e no pudiesen facer daño a los que cavavan en él, e asy estovo sobre la fortaleza dos dias e dos noches çercada... e teniendo el real en el campo a derredor de la dicha fortaleza. E otro día se le dieron los moros a pleytesía, e entró e tomó la dicha fortaleza, e se apoderó della, e puso recabdos en ella y en la villa de gente e bastimentos e se bolvió a Marchena (folios 689-690. Citado por Torres, 1993: 364-365)

Apéndice 3

Carta de Mosén Diego Valera desde el Puerto de Santa María al rey de fecha 10 de febrero (Epístolas de Mosén de Valera. Madrid, 1878) “Antes que Sahara fuese por los moros tomada, era pública fama en esta comarca que Vuestra alteza los quería faser la guerra en el verano venidero, e sy esto asy es, con mayor razón se deue creer agora lo querrá poner en efecto; e como quiera, Ilustrísymo Príncipe, que muchos aya en vuestro alto Consejo que saberán dar la forma para esto conveniente, bien es de oyr el parecer de muchos y entre aquellos determine el claro juicio de Vuestra Ecelencia lo que mejor le parescerá. E pues la conquista es tan sancta e tan necesaria, e de que tanto seruycio a Nuestro Señor se espera seguir, e tanto honor, gloria e fama a Vuestra Real majestad, e tanta utilidad a la corona de vuestros reynos, con mucha 19

vigilancia e diligencia se deue aparejar todo lo necesario para ella, e con toda prestez ponerse a ella /…/”

Apéndice 4

Carta de los Reyes Católicos al Concejo de Sevilla dada en Medina del Campo en respuesta a la pérdida de Zahara

El Rey e la Reina: Concejo, asistente, alcaldes, alguacil, veynte e quatro, caballeros, jurados de la muy noble e muy leal çíbdad de Sevilla: Vimos vuestra letra e oymos... de la pérdida de Sahara que nos escreuistes ouimos mucho enojo e sentiminet, quando la razón en sejemante caso quiere, así por la pérdida de la villa e fortaleza como, principalmente, por los cristianos que allí murieron; porque aunque la villa e fortaleza se recobre, como esperamos en Dios que se recobrá presto, la muerte de cristianos non se puede remediar. Y si se puede dezir que ovimos plazer desto que ha pasado, lo diremos porque nos de ocasión para poner en obra muy prestamente lo que teníamos en pensamiento de fazer y por ventura algun dia se sobreseyera; pero visto esto, nos entendemos luego en dar forma cómo la guerra se faga a los moros por todas partes y de tal manera que esperamos en Dios que muy presto nos sólo se recobrará esta villa que se perdió, mas se ganarán otras de que Nuestro Señor sea servido y su sancta fee sea ensanchada y nos asimesmo recibamos mucho servicio. Medina del Campo, 12 de febrero de 82 años. (Tumbo de los Reyes Católicos, núm. 526. Citado por Suárez y Carriazo, 1969: 433)

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