II.2.4. Los materiales de vidrio

July 22, 2017 | Autor: M. Sánchez de Prado | Categoría: Roman Glass, Arqueología romana / Roman archeology, Verre Antique
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Descripción

Vidrios El material de vidrio estaba compuesto por dos fragmentos de base plana de vidrio de recipientes diferentes (nº 396 y 397), un fragmento de base anillada (nº 398), un fragmento de borde de cuenco con paredes verticales con borde sin diferenciar y una acanaladura por debajo del mismo (nº 399) y otro fragmento informe con decoración incisa de trazos verticales enmarcados en su parte inferior por una horizontal (nº 400).

III.2.4.- Los materiales de vidrio. Mª Dolores Sánchez de PradoC/Pintor Aparicio 28, Alicante 03003 I. La villa de Els Alters: Los materiales de vidrio Las excavaciones llevadas a cabo en este yacimiento han puesto al descubierto los restos de una gran villa, construida hacia fines del siglo I d.C., que perduraría, tras diversas remodelaciones, hasta época bajoimperial. Esta amplia cronología ha permitido recuperar un gran volumen de material, del que una pequeña parte la constituyen recipientes vítreos, que formarían parte del servicio de mesa, así como los restos de lo que fueron, en origen, grandes paneles de vidrio para el cerramiento de vanos. Las vasijas de vidrio presentan un estado muy fragmentado, lo cual se debe, fundamentalmente, a la fragilidad de la propia materia. Se trata de un conjunto muy reducido, unos 75 fragmentos, de los que tan sólo unos 46 presentan forma o algún motivo decorativo que ha permitido su clasificación. Han sido sus características técnicas –elaboración por medio del soplado libre y un gran porcentaje de vidrio incoloro-, y tipológicas -para lo que seguimos, esencialmente, el estudio de C. Isings (1957)-, las que nos han permitido llevar a cabo su análisis, resultando una subdivisión en dos conjuntos diferenciados, esencialmente, por la cronología. El grupo más numeroso es el adscrito a la fase altoimperial de la villa, denominado Els Alters I, encontrándo, además, un reducido número de recipientes de características diferentes, que forma el conjunto Els Alters II.

Fig. 1: UE 1004A: 1, Botella (Is. 50). 2, Ungüentario (Is. 82A1). 3, Cuenco (Is. 85b). UE 1004B: 4, Vaso (Is. 34). UE 1004C: 5, Copa (Is. 86). 6, Vaso (Is. 109). 7, Vidrio plano. 8-10, Teselas. Zanja 1: 11, Ungüentario (Is. 28). Limpieza Corte N: 12, Vaso (Is. 21). Zanja 2: 13, cuenco (Is. 116). 14, Cuenco (Is. 115).

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I.1.- LA EXCAVACIÓN ARQUEOLÓGICA DE URGENCIA DE LA VILLA DE ELS ALTERS

La Fase I engloba el mayor porcentaje de los recipientes recuperados, algunos procedentes del nivel superficial (Fig. 1,1-5), así como de una intervención previa en el área del yacimiento (Fig. 1,11-12). Además, destacan los materiales de las unidades estratigráficas relacionadas con ciertas repavimentaciones -UUEES 2054, 2056, 2057, 2061-, que marcarían el final de esta fase, y en las que fueron amortizados diversos ejemplares, caracterizados, en general, por estar realizados en vidrio incoloro, salvo alguno de coloración verde-azulada (Fig. 2,1-2), y por corresponder a formas abiertas, fundamentalmente cuencos y vasos, generalmente lisos o con sencillas decoraciones (Fig. 2,3-8). Relacionados con el conjunto El Alters I, encontramos, además, una serie de recipientes que, aunque aparecieron amortizados en algunos de los niveles tardíos de la villa –UUEES 1054, 1072 y 1164-, se adscriben, claramente, a esta fase, ofreciendo formas y características muy similares a los tipos anteriores (Figs. 3,1-2 y 4; 4,1). Por otra parte, bajo la denominación Els Alters II hemos englobado aquellas piezas que resultan características de la vajilla de vidrio, que, a partir del siglo IV d.C., parece imponerse como servicio de mesa. Se trata, esencialmente, de un reducido número de vasos y cuencos bajos realizados en un vidrio de color verdoso, con cierta tonalidad amarillenta, que proceden, en general, de los rellenos que amortizaban estructuras anteriores o niveles de abandono –UUEES 1036 y 1164- (Fig. 4,2-3 y 5-6), añadiéndose a ellos algún otro fragmento procedente del nivel superficial o de las zanjas efectuadas en la intervención previa a la excavación (Fig. 1,6 y 13-14).

Fig. 2: UE 2056: 1, Cuenco (Is. 44). 2, Cuenco (Is. 85b). UE 2054: 3, Cuenco (Is. 85b). 4, Cuenco tallado (Is. 96). 5, Vaso (Is. 32). 6, Vaso (Is. 34). UE 2057: 7, Cuenco (Is. 85b). UE 2061: 8. Cuenco (Is. 85b)

Finalmente, es interesante señalar la presencia de los restos de lo que fueran grandes paneles de vidrio plano, que serían utilizados para el cerramiento de vanos y que aparecen, en general, muy fragmentados en algunos de los niveles adscritos a la Fase II (Figs. 3,3 y 5; 4,4; 5,1-2), así como en el nivel superficial (Fig. 1,7).

II. Estudio del recipiente de vidrio Como se ha señalado, la excavación de esta villa ha proporcionado un reducido lote de vasijas, pudiéndose individualizar unas 41, de las que un 78 % corresponden a tipos adscritos a época altoimperial, caracterizados por una gran diversidad de formas y una alta calidad técnica, lo cual no hace sino resaltar el escaso porcentaje, un 22 %, de los recipientes vítreos en época tardía, que ofrecen cierta simplicidad y pobreza técnica, lo que les proporciona una aparente homogeneidad. II.1. Els Alters I Se trata de un lote, que presenta una técnica de fabricación, el soplado libre, y unas características formales muy similares, destacando el gran porcentaje de vidrio incoloro, que alcanza el 51,2 %, sobre el de color verde-azulado, un 26,8 %. Tipológicamente, encontramos algunos recipientes cerrados, como botellas o ungüentarios, y sobre todo, formas abiertas, como vasos, copas o cuencos. En cuanto a las formas cerradas, las excavaciones tan sólo han proporcionado un fragmento de borde plegado al interior, de color azul claro (Figs. 1,1; 6,1), que puede relacionarse con un recipiente de cuerpo prismático (Isings 50), que fue usado frecuente-

I.2.- El PROYECTO DE EXCAVACIÓN Y LA METODOLOGÍA DE TRABAJO

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mente como contenedor de líquidos, ya que, el espesor de sus paredes y la solidez de sus asas, junto a su gran estabilidad, lo hacía idóneo para su transporte y almacenamiento. Este tipo aparece hacia el segundo tercio del siglo I d.C., continuando hasta fines del II, fabricándose mediante el soplado libre o en molde (Caldera de Castro, 1994-95, 119), lo que, dado el pequeño fragmento recuperado, no podemos determinar. La botella prismática gozará de gran popularidad, como demuestra su difusión por toda la Península (vid Sánchez de Prado, 2004, 85 s.). Otro tipo de contenedor documentado es el tipo ungüentario, aunque en este caso destinado habitualmente a la conservación de perfumes y ungüentos, por lo que suelen mostrar largos y estrechos cuellos a fin de impedir la rápida evaporación del contenido. Su hallazgo se reduce a la parte inferior o depósito de un recipiente, de forma elipsoidal, realizado en vidrio azul claro, que podría relacionarse con el tipo Isings 28 (Figs. 1,11; 6,2), encontrando otro fragmento, del que se conserva la boca, de borde plegado al interior, y parte del cuello cilíndrico (Figs. 1,2; 6,3), en vidrio incoloro, que corresponde a un ungüentario de candelero (tipo Isings 82A1). Se trata de formas características encuadradas entre la segunda mitad del siglo I y primera mitad del II d.C. (vid Sánchez de Prado, 2004, 87; Bonnet, 1997, 47, AV V122).

Fig. 3: UE 1054: 1. Cuenco (Is. 85b). 2: Vaso (Is. 21). 3. Vidrio plano. UE 1072: 4. Vaso tallado (Is. 21). 5: Vidrio plano.

Fig. 4: UE 1164: 1. Cuenco (Is. 85b). 2. Copa (Is. 111). 3. Cuenco (Is. 116). 4. Vidrio plano. UE 1036: 5. Vaso (Is. 109). 6. Cuenco (Is. 96). 7-10. Teselas.

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En cuanto a las formas abiertas, hay que señalar el hallazgo de numerosos cuencos y vasos, entre los que encontramos alguna forma conocida desde los momentos iniciales del soplado. Se trata de recipientes que muestran un borde tubular, como un tipo de cuenco (Isings 44), del que se ha recuperado tan sólo un ejemplar, realizado en vidrio azul claro (Figs. 2,1; 6,4), coloración que caracterizará los ejemplares a partir de la segunda mitad del siglo I d.C. El tipo alcanzará gran popularidad en época flavia, estando en uso hasta inicios del siglo II d.C. (Isings, 1957, 60), siendo, en la Península, los hallazgos muy numerosos (Price, 1981, 514; Sánchez de Prado, 2004, 90, fig. 4,1-3). El recipiente vítreo se va a ir convirtiendo, sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo I d.C., en una pieza fundamental en el servicio de mesa, alcanzando cada vez más popularidad, como se demuestra por la gran diversidad de tipos que va ofreciendo esta industria. Entre ellos hay que destacar la producción de un vaso alto, de gran elegancia y exquisitez, realizado en vidrio incoloro, que suele aparecer decorado con simples líneas horizontales incisas (tipo Isings 21), aunque existe una variedad que ofrece una bella y cuidada decoración tallada, denominada panal de abeja (Isings, 1957, 37 s.), típica de época flavia y primera mitad del siglo II d.C., de procedencia oriental (Paolucci, 1997, 63, fig. 28). Aunque no conocemos ningún ejemplar de esta lujosa variedad, si se ha documentado el vaso decorado con finas líneas talladas (Figs. 3,4; 6,9). Con el tipo se relacionan, además, dos fragmentos de pies altos que ofrecen el detalle de la base añadida (Figs. 1,12; 3,2), como en alguna pieza documentada en Segobriga (Cuenca) (Sánchez de Prado, 2004, fig. 4,8) o en Conimbriga (Portugal) (Alarçao, 1976, pl. XXXIX, 145). En estos momentos, el vidrio soplado, que puede llegar a mostrar una extrema delgadez en sus paredes, pronto alternará o llegará a sustituir a las vasijas de metal, a las que frecuentemente imita, como demuestra la aparición de nuevos tipos de vasos, que siguen prototipos metálicos. Se trata de piezas frecuentemente elaboradas en vidrio incoloro, que muestran gran calidad y transparencia, lo que les hará competir con los costosos ejemplares realizados en cristal de roca. Pero esa misma característica les confiere una extraordinaria fragilidad, lo que explica que, entre el vidrio recuperado, encontremos diversas bases, sin duda la parte más resistente de la pieza, que muestran un reducido diámetro, correspondiendo a formas, encuadradas entre fines del siglo I y el II d.C. Por una parte, encontramos bases anilladas (Figs. 1,4; 2,6), que podrían relacionarse con vasos de diseños cilíndricos (tipo Isings 34) (Fig. 6,10), dada su similitud con otros hallazgos procedentes de Aventicum (Suiza) (Bonnet, 1997, 28, AV V45). Por otra, son restos de bases planas, que muestran el arranque de la pared hacia fuera (Fig. 2,5) y que se han relacionado, tanto en Baetulo (Barcelona) como en Conimbriga (Flos, 1987, fig. 54, 339-340; Alarçao, 1976, pl. XLI, 192), con el vaso decorado con depresiones (Isings 32) (Fig. 6,11), aunque, en otros casos, se asimilan al tipo Isings 34, anteriormente señalado (Xusto, 2001, fig. 48, c-d). A partir de fines del siglo II d.C. se va a popularizar un cuenco de forma cilíndrica, liso o decorado con un sencillo cordón, caracterizado por presentar en su base un doble anillo, generalmente identificado con la forma Isings 85b (1957, 102), que se mantendrá hasta inicios del III. En la villa de Els Alters destaca el elevado número de fragmentos recuperados, unos 9, ya que fue uno de los más comúnmente utilizados en esos momentos, lo que nos ha permitido constatar las diversas variantes del tipo. A pesar de caracterizarse por ser una producción elaborada en vidrio incoloro, encontramos un ejemplar realizado en color verdeazulado (Fig. 2,2), como otras piezas procedentes de Murcia y del vertedero del Pasaje Cobos (Tarragona) (Price, 1981, 476, fig. 15,134). En su mayoría, estos cuencos han sido recuperados en unidades relacionadas con las remodelaciones detectadas al final de la Fase I, aunque también hemos encontrado alguno amortizado en niveles de la Fase II. Tipológicamente, podemos distinguir tres variantes según el exvasamiento del borde. Una primera representada por un tipo que ofrece el borde reentrante, identificado claramente con la forma Isings 85b, del que hemos documentado un ejemplar, que presenta un fino hilo, en relieve, a modo de decoración (Figs. 2,8; 6,6). Una intermedia englobaría los cuencos que presentan un pequeño borde saliente, lisos (Figs. 2,3; 3,1; 6,7). Finalmente, la tercera incluye aquellos de borde oblicuo y perfil sinuoso que pueden ofrecer, o no, a modo de decoración, un sencillo cordón en relieve (Figs. 2,2 y 7; 4,1; 6,8). Además, con el tipo se relaciona una base que muestra el característico doble anillo, procedente del nivel superficial (Fig. 1,3). Se trata de formas bien representadas en contextos de fines del siglo II e inicios del III d.C., como demuestra su numerosa presencia entre el vidrio que formaba parte del cargamento del pecio Oeste de las Embiez I, en el Sur de Francia (Foy et al. 2005, 122, fig. 1, 1-2), así como entre el material procedente de la villa de Baños de Riocaldo (Orense) (Xusto, 2001, 297), donde encontramos ejemplares muy similares a cualquiera de nuestras variantes (Xusto, 2001, fig. 49), al igual que en Conimbriga, (Alarçao, 1976, pl. XL, 165-169) o en la villa de San Cucufate (Portugal) (Nolen, 1988, 24). A estos hallazgos se suman otros señalados por Price (1981, 478 s.) u otras piezas procedentes de El Molinete (Cartagena) y Segobriga (Sánchez de Prado, 2004, fig. 4, 4-5). Los numerosos hallazgos de este tipo y sus múltiples variantes, demuestran su amplia área de difusión, habiéndose planteado la existencia de varios centros productores (Foy et al. 2005, 122 s.), lo que explicaría su diversidad. En definitiva, estos cuencos de vidrio generalmente incoloro, lisos o decorados, también denominados “copa Airlie” y “copa Valdoca” (Alarçao, 1976, 186; Ortiz, 2001, 150), dados los primeros y más significativos de los hallazgos, se datan hacia la segunda mitad del siglo II d.C., pudiéndose señalar una concentración durante el período antonino, perdurando durante la primera mitad de la centuria siguiente (Xusto, 2001, 302). A este mismo momento nos remite un fragmento de cuenco, igualmente elaborado en vidrio incoloro (Fig. 2,4), que ofrece una decoración tallada. Se trata de un lujoso recipiente destinado para beber vino de cierta calidad, siendo un objeto de prestigio que sería copiado, incluso, por modelos metálicos en plata (Paolucci, 1997, 66 s., figs. 31-32). Son cuencos (tipo Isings 96), decorados con tallados ovales y circulares dispuestos en todo su registro (Fig. 6,5). Se trata de una decoración tallada denominada grano de arroz, que alcanzará gran difusión en Occidente en el siglo III d.C. (Paolucci, 1997, 99 ss.). Al igual que otras excepcionales piezas, este tipo se documenta principalmente en núcleos de cierta entidad (Price, 1981, 470 s.; Ortiz, 2001, 170; Sánchez de Prado, 2004, 91, fig. 4,13-14), destacando los ejemplares completos recuperados en la ciudad de Cartagena (Sánchez de Prado, 1999, fig. 3,2) o en la necrópolis de Tisneres (Alcira, Valencia) (González, 2001, fig. 73, 6). La popularización del vidrio soplado conllevó la diversificación formal, que, en estos momentos, que cabe situar entre fines del siglo II y III d.C., se caracterizarán por la gran calidad conseguida en las producciones realizadas en vidrio incoloro. En este contexto se enmarca el hallazgo de un fragmento de copa (tipo Isings 86), de la que tan sólo se conserva la parte inferior (Figs. 1,5; 6,12), aunque hemos podido identificarla dada su semejanza con otros ejemplares similares, como una pieza de El Molinete (Sánchez de Prado, 1999, fig. 2,7), que ofrece una decoración de hilos con formas onduladas, conocida como serpentiforme. Generalmente el hallazgo del pie o algún fragmento con esta decoración sirve para atestiguar su presencia, documentándose, nuevamente, en el pecio Oeste de las Embiez I (Foy et al. 2005, fig. 1,8), así como en Riocaldo (Xusto, 2001, fig. 50a),

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Conimbriga, donde se localizaron algunos fragmentos en las canalizaciones del foro flavio (Alarçao, 1976, pl. XLI, 183-188) o en la villa de San Cucufate (Nolen, 1988, 22-24), pudiéndose añadir otros hallazgos (Price, 1981, 490 s.). II.2. Els Alters II. Frente al gran porcentaje de vidrio adscrito a la Fase I, ahora el recipiente vítreo apenas supone el 22 % del total recuperado, y es que las excavaciones de los diversos niveles, adscritos a la Antigüedad Tardía, han proporcionado un escaso número de piezas, de las que se han podido identificar unas 9. A pesar de ello, presentan unas características muy homogéneas. Técnicamente se trata de vidrio realizado por medio del soplado, sin decoración, que suele presentar un color verde amarillento, con abundantes burbujas y estrías interiores. Tipológicamente, nos vamos a encontrar, fundamentalmente, con vasos y platos o cuencos bajos. Son sencillas piezas que forman parte de una vajilla de vidrio de fácil adquisición, pues debía fabricarse en zonas muy próximas al consumidor, y bajo coste, destinada al uso cotidiano. Serán formas muy características entre los siglos IV y V d.C. en gran parte del Mediterráneo Occidental, perdurando, incluso, en épocas posteriores. Uno de los tipos más comunes en el servicio de mesa tardío, será el vaso que presenta un pie anular formado al plegar la pared del mismo (Isings 109) (Fig. 6,13). De ese modo, la parte inferior se estrecha dando la apariencia de un vástago, que será, una vez fragmentada la pieza, el que nos sirva como indicativo de su presencia, documentada entre los materiales procedentes tanto del nivel superficial, como de una de las unidades adscritas a la Fase II (Figs. 1,6; 4,5). En la Península, los hallazgos son diversos y numerosos, tanto en contexto de hábitat como en necrópolis (vid Sánchez de Prado, 2004, 95 ss.), pudiendo citar su presencia entre el vidrio recogido en las excavaciones del basurero de Vila-roma (Tarragona), fechado en el siglo V d.C. (Benet y Subias, 1989, fig. 185, 9.35), así como en la villa de Los Baños de la Reina (Calpe, Alicante), cuyo material se encuadra entre los siglos IV y V d.C. (Sánchez de Prado, 2001, 97 ss., fig. 2, 8). Por otra parte, el tipo aparece formando parte del ajuar de la tumba 5 de la necrópolis I de El Albir (Alfaz del Pí, Alicante) (Morote, 1990, 44, fig. 2), donde se encontró asociado a una moneda de mediados del siglo IV d.C., así como en la necrópolis de la Boatella (Valencia) (Soriano, 1989, fig. 7, 1). En cuanto a los vasos, encontramos un fragmento informe que puede relacionarse con un tipo de diseño elipsoidal (Isings 96) (Fig. 6,14), que suele mostrar una gran variedad formal, técnica o decorativa, constituyendo uno de los tipos más habituales en contextos tardíos (Sánchez de Prado, 2004, 93 ss.). El fragmento presenta una tonalidad verde-amarillenta, así como dos bandas de finas líneas incisas (Fig. 4,6). Corresponde a un tipo que alcanza una gran expansión a partir del siglo IV d.C., sobre todo en su segunda mitad, continuando en el siglo V, momento en el que adopta la característica coloración verde olivácea o amarillenta (Foy, 1995, 192 s., Forma 3). En la Península resulta un hallazgo muy frecuente, siendo habitual, tanto liso como decorado, en yacimientos de época bajoimperial, pudiendo destacar el alto porcentaje de este tipo de recipiente en las villas de Los Baños de la Reina o en la de El Albir (Sánchez de Prado, 2004, fig. 5, 5-6). Al mismo tiempo, hay que destacar su presencia como parte de los ajuares funerarios del momento, lo cual queda constatado en la misma necrópolis de El Albir (Sánchez de Prado, 2004, 99, fig.7, 16). Pero, quizá, la pieza más característica de estos momentos es un plato o cuenco bajo (Fig. 6,16), generalmente identificado con el tipo Isings 116 (1957, 143 ss.), aunque sus múltiples variantes han llevado a algunos autores a considerar que esta tipología no refleja exactamente la forma (Ortiz, 2001, 328), que está muy bien documentada, por otra parte, en Conimbriga, donde se han llegado a recuperar unos 300 fragmentos (Alarçao, 1976, 193 ss., pl. XLII, 203-224), destacando los que presentan líneas talladas e hilos blancos fundidos en su superficie (Foy, 2001, Forma 21). El tipo se encuentra abundantemente a partir de la segunda mitad del siglo IV y, sobre todo, en la centuria siguiente, cuando se encuadran la mayoría de los ejemplares penínsulares (Ortiz, 2001, 329), como los de la villa de Los Baños de la Reina, donde este cuenco constituye el 41,4% de los hallazgos (Sánchez de Prado, 2001, 103). El tipo perdurará durante el siglo VI d.C. e incluso se adentra en el VII, como demuestra su presencia en ciertos niveles bizantinos documentados en Cartagena (vid Sánchez de Prado, 2004, 97). Entre el vidrio de Els Alters II encontramos esta forma, realizada en un vidrio de calidad mediocre, que queda atestiguada por los hallazgos de un borde (Fig. 4,3), así como parte de una base (Fig. 1,13).

Fig. 5: UE 1086: 1-2. Vidrio plano.

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Además, vamos a encontrar alguna forma representada por un solo hallazgo, siendo el caso de un borde plegado al exterior (Figs. 1,14; 6,17), que corresponde a un tipo (Isings 115), documentado escasamente tanto entre el vidrio de Los Baños de la Reina (Sánchez de Prado, 2001, 103, fig. 3,4), como en el basurero tarraconense de Vila-roma (Benet y Subias, 1989, 9.20-9.22). En el Sureste francés, esta forma se documenta tan sólo en el último tercio del siglo IV, no pareciendo que perdure más allá de la segunda mitad del siglo V d.C. (Foy, 1995, 196, Forma 9), lo que explicaría su esporádica presencia en estos contextos. Igualmente, es el caso de un tipo de copa (Isings 111) (Fig. 6,15), atestiguado por el hallazgo de la parte superior de un recipiente, de borde ligeramente reentrante y perfil sinuoso (Fig. 4,2), que suele caracterizarse por presentar un alto pie con vástago (Foy, 1995, forma 23a). Aunque la forma aparece a partir del siglo IV d.C., suele ser un hallazgo minoritario todavía en estos momentos, popularizándose a partir del siglo VI d.C. (Foy, 1995, 207; Sánchez de Prado, 2004, 95 s.).

III. El vidrio y la arquitectura Las excavaciones llevadas a cabo en esta villa han permitido constatar el habitual y frecuente uso que llegó a hacerse del vidrio para soluciones arquitectónicas. Es por ello que trataremos de dos funcionalidades que se otorgaron al vidrio en época romana. Por una parte, el vidrio se introducirá como una eficaz solución para el cerramiento de vanos, tanto en edificios públicos, principalmente termas, como en edificios privados. Por otra, la moda, conocida desde época helenística, de enriquecer los pavimentos de mosaico con teselas de vidrio de diferentes colores, se introduce en Occidente a partir de fines del siglo II d.C. III.1. El vidrio de ventana. La producción del vidrio plano para uso arquitectónico comienza en el Imperio de Occidente a principios del siglo I a.C. En la Península, aunque hay testimonios de su uso durante el siglo I d.C., no se generalizará hasta el II, habiéndose documentado su producción en el yacimiento de Torre Llauder (Mataró, Barcelona) (Ribas, 1972, 175), remitiendo a este momento, igualmente, los hallazgos de vidrio de ventana proporcionados por algunos conjuntos termales de la provincia de Zaragoza (Ortiz y Paz, 1997, 440 ss.). Su empleo será propio del Imperio de Occidente hasta el siglo IV d.C. (Ortiz, 2001, 352).

Fig. 6: Repertorio vítreo de la Fase I: Contenedores: 1. Is. 50; 2. Is. 28; 3. Is. 82A1; Cuencos: 4. Is. 44; 5. Is. 96; 6-8. Is. 85b; Vasos: 9. Is. 21; 10. Is. 34; 11. Is. 32; Copas: 12. Is. 86. Fase II: Vasos: 13. Is. 109; 14. Is. 96; Copas: 15. Is. 111; Cuencos: 16. Is. 116; 17. Is. 115.

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Respecto al método de fabricación, el vidrio de ventana podía realizarse por medio de dos procedimientos. Uno es la técnica del fundido en molde, consistente en verter vidrio en una superficie tosca, con una base de arena, para ser trabajado en forma recta, indicando el canto ondulado un trabajo de fundición. Así, los paneles de vidrio resultantes eran planos y de grosor variable, con los cantos redondeados, pulidos al fuego. La presencia de arena explica la apariencia granulosa del reverso, mientras que el estiramiento por medio de pinzas es el origen de ciertas marcas en sus ángulos. El otro, es el soplado de cilindros, que serían cortados longitudinalmente y se estirarían, posteriormente, con ayuda de ciertas herramientas tras meterlos nuevamente en el horno, donde el calor los abría (Ortiz, 2001, 350). En la villa de Els Alters se han recuperado numerosos fragmentos de vidrio plano, procedente, en general, de unidades adscritas a la Fase II (Figs. 1,7; 3,3 y 5; 4,4; 5,1-2). Se trata de trozos de paneles, que suelen presentar grosores variables, entre 0,7 cm en el borde, hasta 0,3/0,2 hacia el centro, y los bordes redondeados y pulidos. En cuanto a las dimensiones, dada la fragmentación de las piezas, es imposible determinarlas. Todos ellos ofrecen dos caras diferentes, el anverso fino y ligeramente irregular, en el que, en ocasiones, se perciben las marcas de las herramientas al estirar el panel (Figs. 3,3; 5,2), mientras que el reverso es plano y rugoso (Fig. 3,5), por lo que parecen haber sido realizados por medio del fundido. En cuanto a su adscripción cronológica, hay que tener en cuenta que, salvo un fragmento aislado recuperado en la UE 2056, el resto procede de unidades de la Fase II, en las que, por otra parte, encontramos materiales de la fase anterior, lo cual dificulta determinar el momento exacto de su utilización. Tampoco el análisis de su técnica de fabricación aporta referencias determinantes, pues, como recoge Ortiz (2001, 350), a pesar de que se ha planteado que la técnica del fundido en molde correspondería a época altoimperial, durante Bajoimperio el vidrio plano debió obtenerse tanto por medio del fundido como por el soplado en cilindros, siendo difícil precisar cuando empezó a usarse el segundo método. En definitiva, aunque el vidrio plano se conoce desde el siglo I d.C., la mayoría de los hallazgos en la Península remiten a un período encuadrado entre los siglos II y IV d.C., siendo significativa su ausencia en conjuntos del siglo V d.C., como el proporcionado por el basurero tarraconense de Vila-roma (Benet y Subias, 1989). Es así que, posiblemente, la utilización de estos paneles en la villa de Els Alters parece remitir a la Fase I, la de mayor esplendor, siendo su progresivo abandono lo que explicaría su amortización en los niveles de la fase siguiente, ya como material residual. III.2. Las teselas Finalmente, hay que señalar la recuperación de un importante conjunto de teselas. En total la excavación ha proporcionado un lote constituido por unas 1.698 piezas, la mayoría de las cuales, unas 1.574, proceden del Sector A. En general se trata de elementos que han aparecido sueltos y, a veces, de forma aislada, aunque hay que señalar, en algún caso, el hallazgo de pequeños conjuntos adheridos a una base de mortero, claro indicio de su pertenencia a un mosaico. En cuanto a la gama de colores, éstos son muy variados, siendo mayoritariamente azules o verdes, aunque también las hay amarillas, grises y transparentes. Dado el gran número de piezas, sólo hemos reproducido aquellas localizadas en las unidades estudiadas, que alcanzan el número de 7. Todas ellas son de color azul cobalto opaco, procedentes tanto del nivel superficial como de un relleno adscrito a la fase II (Figs. 1,8-10; 4,7-10). Presentan formas aproximadamente cúbicas y superficies planas, con dimensiones variables entre 1,2/0,7 x 0,7/0,6 cm. Las teselas debieron fabricarse al realizarse barras de vidrio fundido, que serían cortadas con un cincel, de ahí la irregularidad de sus fracturas y tamaños diferentes (Ortiz, 2001, 354). En cuanto a su funcionalidad, en la mayoría de los casos, incierta, es interesante plantear la posibilidad de que se trate de un material destinado al reciclado, por lo que suele encontrarse en gran número en algunos talleres de vidrio, dada la dificultad de conseguir el vidrio opaco. Así aparecen en el basurero de Vila-roma, donde se ha constatado un pequeño taller de soplado (Benet y Subias, 1989, 343 ss.), o en el de Sainte-Menehould (Marne, Francia), fechado entre fines del siglo III y el IV d.C., donde se localizó un importante conjunto (Foy y Nenna, 2001, 58). Aunque hay que valorar esa posibilidad, lo cierto es que, en general, estos elementos suelen presentar una funcionalidad arquitectónica y ornamental, al componer mosaicos polícromos que decorarían las estancias, aunque pudieron servir, también, para decoraciones parietales. Sobre ello, hay que señalar que la mayoría de los mosaicos, que contienen teselas de vidrio, se datan en la Península entre época tardoconstantiniana y fines del siglo IV o principios del V d.C. (Ortiz, 2001, 355). Aunque el área excavada de la villa no ha permitido la exhumación de ningún mosaico polícromo in situ, el hallazgo tan elevado de teselas de vidrio nos lleva a plantear su existencia, siendo, posiblemente, los avatares sufridos por el uso posterior dado a estas instalaciones lo que provocara su deterioro o pérdida.

IV. Conclusiones Las excavaciones llevadas a cabo en Els Alters nos han permitido aproximarnos al conocimiento de los variados usos que el vidrio tuvo durante época romana, siendo entonces cuando se produjeron dos grandes avances para la industria del vidrio. Por una parte la invención del soplado, que resultó una verdadera revolución que transformaría un proceso de producción, al conseguir una mayor rapidez en la fabricación del objeto, así como su abaratamiento y, por tanto, popularización. Por otra, el uso del vidrio para cerramientos de vanos, una gran innovación destinada a conseguir, en este caso, una mejora en la calidad de vida. En cuanto a los recipientes, el vidrio, por su transparencia, su fácil limpieza y su rápida reutilización, se ha mostrado tradicionalmente como el material más idóneo para la conservación de alimentos, al no alterar su sabor. El conjunto Alters I incluye una gran variedad de formas (Fig. 6,1-12), elaboradas, fundamentalmente, en dos coloraciones. Así, aunque, encontramos alguna pieza realizada en vidrio verde-azulado, generalmente contenedores, como la botella o los ungüentarios, y algún cuenco, es decir vajilla de uso común, la mayoría son piezas elaboradas en vidrio incoloro, que constituirían parte de la vajilla fina, dada la alta calidad, transparencia y delgadez de las paredes que presentan estos ejemplares. Entre ellos podemos destacar algunos tan significativos como los cuencos decorados con tallados ovales y circulares o con hilos en relieve, así como los vasos altos tallados con finas incisiones, en definitiva una gran variedad de recipientes destinados para beber, posiblemente buenos vinos. En cuanto a la cronología proporcionada por este primer conjunto, hay que señalar la presencia de la botella prismática que aparece hacia el segundo tercio del siglo I d.C., siendo significativa la ausencia de un recipiente tan común como el cuenco de costillas, habitual durante el siglo I, hasta que conoce su declive en época flavia. Todos estos indicios nos permiten corroborar el ini-

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I.1.- LA EXCAVACIÓN ARQUEOLÓGICA DE URGENCIA DE LA VILLA DE ELS ALTERS

cio de esta fase hacia el 60/70 d.C. A partir de ese momento el recipiente comúnmente usado será aquel elaborado en vidrio incoloro, correspondiendo, fundamentalmente, a vasos y cuencos, que vamos a encontrar amortizados en algunos niveles de repavimentación, indicativos de ciertas reformas llevadas a cabo. Serán esos materiales, sobre todo el cuenco tipo Isings 85b o Isings 96, los que nos están marcando que tales remodelaciones se llevaron a cabo en algún momento situado durante la primera mitad del siglo III d.C. A lo largo de esa centuria, parece mantenerse el mismo repertorio, hasta que, en un momento determinado se produjo un importante cambio en el uso de la villa. Tal cambio, que podría situarse hacia mediados del siglo IV d.C., vendría constatado por la aparición de una producción de mediocre calidad y bajo coste, de líneas muy sencillas elaborada posiblemente en talleres de carácter regional, como alguno documentado en la provincia de Alicante (Sánchez de Prado, 2004, 101), dedicados a realizar recipientes muy simples caracterizados por una coloración verde-amarillenta, cuyo interior aparece lleno de burbujas e impurezas, resultado del uso cada vez más elevado del vidrio reciclado en el proceso de elaboración. En general, se trata de un repertorio muy funcional (Fig. 6, 13-17), constituido por platos o cuencos bajos, de mayor o menor profundidad y funcionalidad doble, sirviendo tanto para beber como para comer, o vasos de variados diseños, algunos de cierta altura, que, en estos momentos, comenzarán a desarrollar un vástago, que terminará convirtiéndose en una peana, adoptando ya la forma de copas, características del siglo VI d.C., y cuya ausencia, nos sirve como referencia para establecer el final de esta etapa. En definitiva, los hallazgos de Els Alters II remiten a una vajilla de mesa de uso cotidiano, en la que falta cualquier producción de lujo, que encuadramos entre la segunda mitad del siglo IV y todo el V d.C. Su baja calidad nos revela la forma de vida de estas sencillas gentes, a la vez que su escaso repertorio nos indica que debió tratarse de un reducido grupo con bajo poder adquisitivo, que utilizarían parcialmente las instalaciones de la antigua villa, convertida ahora en un asentamiento de carácter rural.

III.2.5. El material lapídeo utilizado en el programa decorativo y epigráfico Rosario Cebrián Fernández. Parque Arqueológico de Segóbriga Saetabis debió alcanzar un importante desarrollo económico debido a la explotación de sus recursos naturales, entre los que se encontraba el apreciado lino mencionado en los textos de algunos autores antiguos y la comercialización de la caliza extraída de las canteras de Buixcarró. La villa de Els Alters (L’Ènova) contó, entre sus instalaciones, con grandes balsas utilizadas para la extracción de la fibra del lino. Su propietario, Publius Cornelius Iunianus, perteneció a la elite local de Saetabis y tuvo una posición económica acomodada. La epigrafía hallada en la villa permite conocer los nombres de algunos de los siervos y libertos, que participaron en las actividades artesanales desarrolladas en la explotación y que residieron en ella. El programa decorativo documentado en la excavación de Els Alters evidencia la presencia de elementos suntuosos como suelos de mosaico, revestimientos de marmor y esculturas, que fueron utilizados por su propietario como exponente de lujo y riqueza. A mediados del siglo II d. C. la villa se encontraba ya en pleno funcionamiento y su actividad continuó hasta la mitad del siglo V d. C. a juzgar por los contextos cerámicos. A lo largo de este tiempo, se llevaron a cabo ciertas reformas en la zona residencial, con nuevas pavimentaciones de los suelos y cambios en la decoración de las paredes.

El material lapídeo La cercanía de las canteras de Buixcarró (Serra Grossa) a la villa de Els Alters permitió contar con una piedra noble de origen local para acometer el programa decorativo de su zona residencial y la talla de soportes epigráficos. Una de las estancias de la vivienda (habitación 4) se pavimentó con losas de Buixcarró y, probablemente, en las paredes del peristylum debemos situar los distintos elementos de decoración arquitectónica documentados en la excavación y realizados en esta caliza, tales como un capitel de pilastra y un fragmento de friso decorado con hojas de vid. También las columnas que sustentaron el patio porticado se tallaron en Buixcarró, al igual que los umbrales de acceso a las distintas estancias de la vivienda. Por otro lado, en las termas de la villa aparece el marmor Saetabistano en el suelo y paredes de una de las estancias (habitación 18), aunque la utilización de placas de revestimiento parietal en la ejecución del pavimento y la presencia en el mortero de preparación de tres fragmentos de una placa de mármol blanco con inscripción griega demuestran que no se trata del suelo original y que, por tanto, corresponde a una de las reformas posteriores. La caliza extraída de las canteras de Buixcarró presenta una apariencia marmórea y unas excelentes cualidades para su pulido. Se caracteriza por tener pequeñas venas de color rojo, que se distribuyen por su superficie formando una malla y presenta tonalidades rosadas, amarillas y blanquecinas. En época romana, tuvo un uso frecuente como revestimiento de paredes (placas, pequeñas molduras e incluso relieves escultóricos), pavimentos y soportes epigráficos. Al mismo tiempo, se utilizó para la elaboración de basas, fustes de columnas, capiteles, arquitrabes, dinteles y jambas. La dispersión de esta caliza por ciudades del Conventus Carthaginiensis, Tarraconensis y Caesaraugustanus confirma que su comercialización superó el ámbito estrictamente local. En época de Augusto, el foro de Ilici contó con un pedestal en forma de columna dedicado al emperador por Caius Maecius Celer y tallado en la caliza de Buixcarró. Antes del año 4 d. C. aparece también en el espacio público de Saetabis en un pedestal dedicado a Caius Caesar. Un poco más tarde, lo encontramos en una placa dedicada a Druso, hijo de Germánico, en Saguntum. Por tanto, en los primeros años del siglo I d. C. el Buixcarró formaba ya parte de una red comercial que distribuía sus productos por algunas ciudades hispanas, que comenzaban a acometer los programas decorativos de sus espacios públicos y en donde sus elites hacían uso de la epigrafía para honrar a los emperadores y como forma de auto-representación y mostrar su rango social. Junto al Buixcarró, se utilizó la piedra caliza y arenisca de producción local para la elaboración de algunos soportes epigráficos y sillares utilizados en la construcción de un edículo dedicado a Hércules. Hay canteras de caliza gris en la propia ciudad de Xàtiva,

I.2.- El PROYECTO DE EXCAVACIÓN Y LA METODOLOGÍA DE TRABAJO

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