Iconografía de las emperatrices romanas durante el princiado

Share Embed


Descripción

ICONOGRAFIA DE LAS EMPERATRICES ROMANAS DURANTE EL PRINCIPADO Iconografía Clásica

8 DE MAYO DE 2015 ARQUEOLOGÍA Álvaro Medina Martínez

Índice Introducción………………………………………………………………………………….………. 2 Emperatrices romanas: ¿Esposas o políticas?............................................ 2-3 Mujeres de la Dinastía Julio-Claudia………………………………………………..…….. 3-10 Introducción……………………………………………………………………………….3-4 Livia Drusila………………………………………………………………………………..4-7 Livia Drusila durante época Augustea…………………………….5 Livia Drusila después de la muerte de Augusto……………..5-6 Livia Drusila tras su muerte…………………………………………..7 Mesalina: Esposa de Claudio……………………………………………………..7-8 Agripina la Menor: la reparación de Claudio y madre imperial….8-10 Mujeres de la Dinastía Flavia……………………………………………………………….. 10-11 Introducción……………………………………………………………………………..10 Diva Domitilla: Iconografía y legitimación del poder………………...10-11 Mujeres de la Dinastía Antonina…………………………………..…………………….. 11-18 Introducción…………………………………………………………………………….11-12 Pompeia Sabina: esposa de Trajano…………………………………………12 Vibia Sabina…………………………………………………………………………….13-15 Las representaciones de Sabina hasta su muerte………..13-14 Las representaciones de Sabina después de su muerte.14-15 Mujeres de la Dinastía Severa………………………………………….…………………… 18-23 Introducción…………………………………………………………………………….18-19 Julia Domna……………………………………………………………………………..19-22 Julia Domna como madre de Caracalla………………………...21-22 Julia Maesa……………………………………………………………………….………22-23 Conclusiones ………………………………………….…………………………………………… 23-24 Bibliografía……………………………………………………..…………………………………….25

1

Introducción La vida de la mujer en la Antigüedad ha sido unos de los aspectos más marginados de la ciencia historiográfica. La mujer, siempre relegada al cuidado de los hijos o encerrada en casa, siempre ha sido una de las visiones más tópicas que nos ha ofrecido la historia. No obstante, grandes mujeres como Cleopatra, en el caso del Antiguo Egipto, Isabel la Católica, en el caso de la Península Ibérica, son un claro ejemplo de que la mujer cambió y ha cambiado de forma decisiva los designios de la historia. Ya sea, a la sombra de un varón o como reina, las mujeres han sido una de las claves esenciales que deben estudiarse para comprender las decisiones que se han tomado a lo largo del recorrido histórico de la humanidad. En este trabajo me encargaré de realizar una tarea un poco compleja: Interpretar la iconografía de las distintas emperatrices de la Antigua Roma y averiguar su peso en el seno del poder de uno de los Imperios más grandes de la historia. Antes del análisis exhaustivo de la mujer romana, hay que consultar cuáles son las fuentes culturales de las que bebe Roma. Posteriormente, establecer cuál es la organización básica de la sociedad: la familia. A partir de este punto, se analizará el papel de la mujer en el núcleo familiar, después, se pasará a un nivel superior, analizando a la mujer en un contexto cívico y jurídico, para poder entender cuáles son los límites del sexo femenino en la vida pública romana, y, relacionarlo con las posibilidades en las que una fémina podía alcanzar algunas cotas de poder, ya fuera de forma oficial o a través de intrigas palaciegas. Ya resuelto este problema, se podrá observar cómo la iconografía ha plasmado este poder en las distintas representaciones de las emperatrices de la Antigua Roma y si coincide con la pusilanimidad de sus maridos o hijos. Hay que destacar, que, debido a la falta de fuentes, la gran cantidad de emperatrices, y las lagunas iconográficas de algunas de las mismas, este trabajo no ha podido analizar una por una todas las emperatrices, aunque, sí que se ha intentado recopilar la mayor información sobre las mismas.

Emperatrices romanas: ¿Esposas o políticas? Según el derecho romano, la mujer libre estaba sometida a su padre o a su marido y carecía de derechos políticos, aunque podía ejercer determinadas profesiones, vinculadas a su género, como es el caso de las sacerdotisas de Vesta. La concepción de la virtud en la mujer, siempre estaba vinculado al varón, ya fuera su padre o compañero. El simple hecho de que el modelo de “heroína romana” fueran mujeres como Lucrecia o Clelia, es un ejemplo en el que un acto heroico femenino consistía en mantener incólume la honorabilidad del varón, aunque esto supusiera el sacrificio de su propia vida y por ende, la salvación del hombre.

2

En el mundo clásico se sobrentendía que la “naturaleza femenina” era débil, pero que los hombres y las mujeres estaban hechos de dos naturalezas, femenina y masculina, en una proporción variable. Partamos, por tanto, de las indicaciones de los fisionomistas sobre los caracteres femeninos. La fisionomía, ciencia griega, después romana, tenía por finalidad deducir a través de sus signos físicos el carácter de las mujeres y de los hombres. Inmediatamente precisa que existe lo masculino en la mujer y lo femenino en el hombre, pero que es obligación educar y exaltar las partes viriles de cada ser. Los rasgos femeninos, suelen asociarse con los comportamientos afeminados en el hombre: carácter blando o recato, considerados caracteres totalmente despreciables. Por lo tanto, era menester cultivar en las jóvenes damas de clase acomodada, las marcas físicas de un carácter viril, ya que, la mujer viril no cedía a las debilidades femeninas. En este contexto, hay que comprender que las mujeres sobre las que se va a tratar, por tanto, no desempeñaron un papel muy activo en la esfera pública. A pesar de ello, el hecho de permanecer al lado de un varón poderoso, como el Emperador, sí que las confirió de manera pasiva el papel de soberana, que, en la mayoría de las ocasiones, fue aliciente para que estas, aún sabiendo lo limitado del poder que poseían, sí que tuvieron potestad para introducirse a menos de una forma sibilina en el ámbito público. Esta potestad, aunque limitada, sí que permitió la aparición de una iconografía que reflejara la importancia de las princesas imperiales en el seno de la corte. Imagen que utilizada de forma pública tuvo como consecuencia la legitimación dinástica y la deificación póstuma.

Mujeres de la Dinastía Julio-Claudia Introducción El Imperio arranca con el primer emperador, Caius Iulius Caesar Augustus, o como es conocido popularmente, con Augusto. El primer emperador era consciente de no ser eterno, y por ello, sabía que era urgente la continuidad de su dinastía, para evitar la división del poder que había conseguido acumular a lo largo de su gobierno. Es en este momento, cuando las princesas imperiales, utilizando su posición dentro de la domus1 , desempeñarán un papel significativo e incluso alcanzarán un grado de autonomía e influencia social hasta el punto de actuar, en casos concretos, en oposición a las ideologías imperantes del periodo. La configuración de la Domus Augusti se fue desarrollando y estructurando según las necesidades de organizar una sucesión dinástica legítima. Augusto deseaba establecer la sucesión dinástica a partir de la gens Iulia, con sus ancestros mítico-religiosos, y formada a partir del nomen de la abuela materna del fundador. La gens Iulia, supuesta descendiente de Venus a través de Eneas, se consideraba que era transmisora de un tipo de “genio” divino, protector de Roma. Este genio podía ser transmitido hereditariamente también por las mujeres, aunque no pudieran ejercer ellas mismas un poder político. Julia, su primera hija, al casarse, transmitía este genio a sus hijos y por esto se explica 1

El concepto domus expresa la pertenencia a un grupo de parentesco más allá de la gens o familia, y a nivel general simboliza el poder político de un romano y su prestigio personal.

3

el interés de Augusto por la pervivencia de esta gens como fuerza legitimadora del poder imperial y las políticas matrimoniales que el emperador, bajo el consejo de su hermana Octavia, llevó a cabo. En esta situación, la mujer, tomó un papel importante como fuerza legitimadora del nuevo orden político establecido. El emperador era importante, pero su compañera también debía serlo y compartir ese carácter semidivino que rodeaba a la figura del gobernante. Por tanto, al igual que se construyó un prototipo de prínceps, basado en la figura de Augusto, era necesario que se construyera un modelo de pareja femenino, la emperatriz, para que funcionaran como imagen global y de cohesión del estado romano, concebido como la oikoumene. Desde esta perspectiva, se imponía fijar un modelo de princesa virtuosa, síntesis de virtudes públicas y privadas, cuya imagen se propagaría por Roma, Italia y las provincias, por medio de diversos canales de comunicación y difusión, y que sirviera de referente para las mujeres imperiales de las dinastías subsiguientes. En contraposición, en la historiografía romana también aparece un modelo de princesa infame, construido a la vez que el modelo de prínceps pessimus. Esta concepción de princesa infame se correspondería a aquellas mujeres, que, según las antiguas fuentes manejaron de forma perversa, como si fueran titiriteras, la política romana; subyugando al emperador o intentando tomar el poder que tan solo al varón concernía. Una emperatriz, no solo debía ser una mujer fuerte, madre, consejera y fiel, si no también aparentarlo. La realidad, sin embargo, es completamente distinta. Estas mujeres eran muy conscientes del cargo que desempeñaban y no dudaron en utilizarlo para hacer cumplir sus intereses, ya fuera a través del marido o de sus hijos. No obstante, este “juego” debía hacerse de forma que no pusiese en duda la fortaleza del varón y que no dejara en evidencia la debilidad del mismo, faceta que como se ha comentado anteriormente, era muy despreciada por la ideología romana.

Livia Drusila A pesar de que el emperador Augusto se casó varias veces, fue sin duda, Livia, la que tuvo especial relevancia a la hora de asentar una descendencia fuerte, que permitiera la supervivencia de la domus Augustea en el seno del poder de Roma. Livia Drvsilla Iulia Avgvsta, hija de Marco Livio Druso Claudiano, perteneciente a la gens Claudia, se casa con su primo en el año 42 a.C., Tiberio Claudio Nerón, con quien tuvo dos hijos: El futuro emperador Tiberio y Durso el Mayor. Según las fuentes clásicas, Livia conoce a Augusto en el año 39 a.C., y éste, fascinado por la belleza de Livia, se enamora perdidamente de ella. Livia se casa en segundas nupcias con Augusto tras haberse divorciado de su primer marido. Augusto, adopta a la descendencia de Livia, aportando dos varones a su estirpe y proporcionando, por tanto, una sucesión segura tras su muerte. Las fuentes romanas son bastante contradictorias a la hora de tratar a la que fue la tercera esposa del primer emperador. Por un lado, personajes como Tácito, son muy críticos con Livia. De ella dicen que es “madre dominante, esposa complaciente, bien acomodada tanto a las artes de su marido como a la simulación de su hijo", incluso, en cierto sentido, hace planear sobre ella la desaparición de los miembros de la gens Iulia, rivales de su hijo, Tiberio, para ocupar 4

el trono. Por su parte, Dión Casio ataca el excesivo poder que Livia quería tener en los asuntos públicos y su excesiva ostentación de los honores concedidos, al describir de forma negativa la relación con su hijo Tiberio, ocupando ya la púrpura imperial. Esta información, tan negativa de Livia, contrasta con la iconografía de la emperatriz. La numismática, la estatuaría y todas las representaciones de las artes plásticas que conciernen a esta mujer, la presentan como una mujer romana modelo (matrona, esposa y consejera). Podría entenderse, por tanto, que el emperador exacerbó las virtudes del modelo de fémina romana en la figura de Livia. Es necesario, por tanto, hacer un rastreo de la evolución de la iconografía de Livia para poder entender la disparidad de opiniones que hay sobre su figura.

Livia Drusila durante época Augustea Durante la vida del emperador Augusto, la iconografía de la emperatriz nos muestran a una mujer mortal. Es decir, esposa del emperador pero sin mostrarla como figura divina o semidivina. Los bustos, y retratos que conservamos de Livia durante el reinado de Augusto, nos muestran a una mujer, que a pesar de ser esposa del emperador, no tenía ningún carácter divino. La ausencia de idealización en las representaciones: arrugas, vejez, imperfecciones faciales; es un claro ejemplo de que a pesar del poder que ejercía sus representaciones no tomaban un matiz especial. A pesar de que Livia se mantuviera al margen de su marido, sí que supo de forma paciente, realizar una serie de acciones que sumaban poco a poco puntos positivos para el imaginario romano de la época: La construcción y restauración de varios templos, la buena administración financiera del patrimonio de su marido y algunas acciones benéficas, empezaron a penetrar de manera positiva en la mente de los antiguos romanos, haciendo de Livia la perfecta fémina romana. No obstante, también surgieron voces muy críticas que condenaron estas acciones. Tácito acusó a Livia de inmiscuirse en asuntos públicos y realizar funciones públicas que tan solo al varón concernían. De ahí, el hecho de la existencia de fuentes que hablan de forma muy negativa de la esposa del emperador.

Livia Drusila después de la muerte de Augusto

Ilustración 1: Busto en basalto negro de Livia Drusila (31 a.C.)

Tras la muerte del emperador, las representaciones de Livia comienzan a tomar un carácter divino. Sus representaciones llegaron a alcanzar un significado polisémico y ambiguo.

5

Su iconografía se debatía entre la imagen de mortal y de diosa, asociándose con las principales diosas femeninas de la época. El papel que ejerció Livia durante la vida de su esposo, se intentará mantener e incluso institucionalizar durante el reinado de su hijo Tiberio. Tiberio, el nuevo emperador, recela del poder e influencia que ejercía Livia, por lo que se explica que, durante esta época, convivan varias formas de representación de la “emperatriz-madre”. Por un lado, perviven las representaciones de época augustea, y por otro, encontramos representaciones de Livia con un claro cariz divino. Una de las representaciones más características de esta época, la encontramos en la numismática. El ejemplo más claro es la acuñación de monedas que la identifican como Salus augusta

Ilustración 2: Emisión monetaria de " Salus Augusta" identificando a Livia como garante de la salud (año 22 d.C.)

Esta acuñación, se produce en el año 22 de nuestra era. Livia, cae gravemente enferma, pero se recobra de forma admirable y, ante este hecho, se acuñan monedas identificándola con Salus Augusta, en honor a su formidable recuperación, pero también y sobre todo al bienestar del estado, con lo que se relaciona la salud de Livia con la del Estado romano.

Estos pequeños guiños numismáticos, de varias estatuas como manera de felicitar a Livia por su rápida recuperación, son un claro ejemplo de que Livia estaba tomando un matiz casi divino, asociándola como protectora de Roma y diosa de la salud. Su hijo, a pesar de los recelos y la rivalidad que profesaba hacia su madre, no pudo evitar la aparición de estas representaciones, aunque si poner un límite para que esta iconografía no se tornara habitual ni que llegara a mayores. La conversión de personaje mortal a diosa se explica, principalmente, por las excelentes relaciones con los emperadores posteriores a su marido o las acciones de beneficencia a los sectores más pobres de la sociedad que la convirtieron en un personaje muy atractivo, que aprovechado con astucia por la propaganda imperial, permitía la legitimidad y la supervivencia de la dinastía iniciada por Augusto. Es por este motivo, por lo que en el imaginario colectivo, y ya después de la muerte de Livia, se la recuerda como mujer modelo que todas las emperatrices debían imitar.

6

Livia Drusila tras su muerte Livia Drusila muere a la edad de ochenta y seis años, en el 29 d.C. Su hijo, Tiberio, sabía que la celebración de un funeral de estado podía poner en peligro su pervivencia en el poder. De esta manera, se encarga de que el funeral fuera lo más modesto posible, llegando incluso a no asistir. Junto con esta medida, Tiberio prohíbe la divinización de su madre, así como la construcción de cualquier tipo de arquitectura en su honor. Sin embargo, y a pesar de los intentos del emperador para no deificar a su madre. Ya existían representaciones de Livia como Ceres o como otras divinidades. Pero fue en el año 41 d.C., y bajo el gobierno del emperador Claudio, cuando Livia se incluye como diva del Panteón Olímpico. Se la incluye junto a su marido en el templo de dius augustus, administrado por las vestales, como diva augusta y se la realizan juegos en su honor. Es a partir de esta época cuando se encuentran representaciones de Livia como gran diosa.

Ilustración 3: Livia Drusila como la diosa Ceres (S. I d.C.)

Mesalina: esposa de Claudio Tras la muerte de Augusto, se sucedieron una serie de emperadores: Tiberio, hijo adoptivo de Augusto pero hijo legítimo de Livia. A la muerte de Tiberio a los 77 años en la isla de Capri, éste dejó a cargo del Imperio a su sobrino nieto, Calígula, cuyo padre, Germánico había adoptado como hijo. Tras un complot por parte de la guardia pretoriana, en apoyo con el senado; se asesina a Calígula y se nombra a su tío, Claudio, hermano de su padre emperador. Las representaciones de las esposas de Tiberio y Calígula son representaciones sin ningún tipo de trascendencia, ya que lo efímero de sus reinados y el carácter enfermizo de sus maridos, fue lo que les cuartó a la hora de establecer una serie de lazos con el poder público. Habría que esperar hasta Claudio, y más concretamente a su esposa Mesalina, para observar un clara relación entre iconografía y poder de la emperatriz. En este caso, la iconografía de la emperatriz es casi inexistente. Las fuentes clásicas nos presentan a Mesalina como el modelo contrario de la perfecta mujer romana, ¿Fue por tanto una mujer poderosa? La respuesta es ambigua, por un lado, el análisis de la historiografía de la emperatriz, nos muestra una dama entregada a los peores pecados carnales: adulterios, ninfomanía, rebeldía… Por otro lado, el hecho de que Claudio se preocupara de destruir toda imagen de Mesalina, y el análisis objetivo de la historia, se distancia mucho de lo que las fuentes antiguas

7

dejaron escrito sobre ella. Esta mujer, llegó a conjurar varias veces diversos complots, humilló al prínceps y consiguió que uno de sus amantes ascendiera políticamente solo con desearlo. Es preciso señalar, por tanto, que Livia es modelo de fémina romana porque a pesar de inmiscuirse en la política pública siempre lo hacía de forma subyugada a su marido, mientras que Mesalina, mujer que quiso salir del círculo patriarcal que imponía la cultura del momento y símbolo de rebeldía, fue borrada de un plumazo. La iconografía de Mesalina es bastante tardía, se la muestra como una prostituta, indigna de ser esposa del emperador e incluso muestra a una mujer enferma acuciada por la ninfomanía.

Agripina la Menor: la reparación de Claudio y madre imperial La humillación del emperador Claudio por parte de su esposa, fue tal, que el emperador consciente de la mala propaganda sobre su figura, tras descubrir el complot que había urdido su esposa para derrocarlo en favor de su amante, no solo ordena la ejecución de Mesalina, si no que decreta la destrucción de toda imagen de su exmujer en todo ámbito, ya fuera público o privado. Su tercera esposa, Agripilina, también llamada Agripina la Menor, ya había tenido experiencia en la corte imperial. Agripilina, hermana de Calígula, fue favorita de su hermano. Ella, consciente la debilidad mental de su hermano, aprovechó para ir adquiriendo gran cantidad de privilegios en el seno de la corte de Calígula. No obstante, estos privilegios fueron diluyéndose a medida que su hermano comenzó a manifestar problemas mentales. Ante esta situación, Agripina, comienza a trazar un plan por el que derrocar a su hermano y continuar con los privilegios que ella estaba perdiendo. Pero para su desgracia, el complot fue descubierto por Calígula, que no solo la manda al exilio, humillándola de forma pública, sino que ordena ejecutar a uno de sus amantes y le obliga a transportar sus cenizas. El exilio de Agripina no merma sus deseos de poder sino que los acrecienta. Tras el asesinato de su hermano, y el alzamiento de su tío como emperador, la exemperatriz vuelve a Roma y comienza a acercarse a Claudio. Las claras pretensiones de Agripina culminan con las esponsales con Claudio en el año 40 d.C. Agripina, consciente de la anterior relación tortuosa de su nuevo cónyuge, no duda en pedir privilegios y títulos. Siguiendo la estela de otras mujeres de su familia, deseó y logró que su hijo asumiese el título de príncipe, para lo que maniobró con notable habilidad hasta conseguirlo. En este sentido, resultó crucial su acercamiento a Claudio, el príncipe de turno, con quien planificó el matrimonio como única vía para que adoptara a su hijo, Nerón, y, de esta forma, se convirtiera en su sucesor. Para ello, tenía que procurar la desaparición de Mesalina, la anterior esposa de Claudio, por lo que fue de suma importancia el apoyo que le prestó en la decisión de eliminar toda iconografía de su predecesora. Da la impresión de que cuando Agripina consiguió que su hijo fuera sucesor del emperador, procuró acelerar el final de Claudio. De nuevo, se pretende mostrar la imagen de la madre ambiciosa que acelera el curso de los acontecimientos para que su hijo llegue cuanto antes al poder, lo que también se insinuó en el caso de Livia.

8

Con bastante probabilidad, Agripina debió de ser consciente de las limitaciones de su hijo a la hora de enfrentarse a las tareas de gobierno. De manera abierta, mostró sus afanes por involucrarse en los asuntos de gobierno, en temas propios de los senadores o en asuntos militares. Por ello, Nerón, al margen de las atrocidades que marcaron su comportamiento, no podía tolerar que se creyese que la política de Roma era dirigida por una mujer, por lo que ordena el asesinato de su madre haciéndola desaparecer del escenario político. La iconografía asociada a Agripina la Menor, conjuga perfectamente el poder que ejerce esta mujer en el seno de Roma. No obstante, las representaciones que muestran el gran poder de esta mujer son las relacionadas con su hijo emperador. En numismática, Ilustración 4: Producción Numismática de Nerón imperator y de Agripina Augusta destaca la emisión monetaria en el que salen ambos personajes, en el anverso sale el emperador y en el reverso su madre con el título de Augusta, título concedido por Claudio y que solo había sido detentado por la esposa de Augusto. Esta emisión, destaca por la comparación de ambos personajes, sin que haya ningún tipo de diferencia. Esto da patente del gran poder de Agripina que es representada de igual forma que su hijo. En cuanto a escultura, encontramos una producción que concuerda con el poder de Agripina. En este caso, es la propia Agripina quien corona a su hijo. Esta representación es perfecta a la hora de observar quien poseía el poder efectivo. Agripina es casi identificada con la diosa Juno, y es la que concede a su hijo el poder imperial. A pesar de que el tamaño de su hijo es levemente superior, es la madre quien porta la corona de Juno. Un rasgo destacable de esta producción es la cornucopia que sostiene Agripina como muestra de abundancia, pero no solo es destacable este atributo iconográfico, sino el hecho de que sea ella quien corone a su hijo como emperador. Estas producciones iconográficas son un claro ejemplo del gran poder que acumuló la madre de Nerón, el cual, consciente de esto no dudó en acabar con su madre asesinándola. Ilustración 5: Agripina corona a su hijo Nerón como emperador de Roma

9

Mujeres de la Dinastía Flavia Introducción La Dinastía Flavia (69-96 d.C.) se instaura como resultado de una cruenta Guerra Civil tras la muerte del emperador Nerón. Durante el transcurso de la Guerra Civil, que duró un año, salieron a la luz una serie de cuestiones nuevas en el desarrollo constitucional y político del régimen imperial. Por una parte, se hizo evidente que el emperador no solo debía contar con el apoyo de Roma y la Península Itálica, sino que debía contar con el apoyo de las demás provincias y sus ejércitos. Durante el conflicto, las cohortes militares de los distintos territorios provinciales prestaron su apoyo a distintos candidatos que ellos mismos proponían. Este cambio manifestó de una forma u otra la entrada de la milicia en el trono imperial, por lo que, el próximo emperador debía contar con el apoyo de la milicia para poder, no solo investirse como emperador, sino mantener su poder en la púrpura imperial. Finalmente fue Vespasiano, gobernador de la provincia de Judea y comandante general en Oriente, quién salió victorioso. En el año 69 de nuestra era, Vespasiano, apoyado por su ejército y las ciudades helenísticas, fue aclamado emperador en Alejandría. Vespasiano, instaura de esta forma, una nueva dinastía en el trono del Imperium, la gens Flavia, una nueva domus sin ningún precedente importante hasta el momento. Este hecho, provocó que se hiciera necesario el uso de la iconografía, sobretodo en la numismática, como forma de legitimación del gobierno.

Diva Domitilla: Iconografía y legitimación de poder en la dinastía Flavia La llegada al trono de Vespasiano fue un hecho que necesitó de una iconografía potente para la consolidación del poder imperial en manos de los Flavios. Esta iconografía propagandística debía afectar tanto a hombres como a mujeres de la gens, no obstante, la muerte de la esposa de Vespasiano, Domitila, así como su hija, muy poco antes de la llegada a la púrpura imperial, truncó la posibilidad de establecer una iconografía de estas féminas en vida. A pesar de esta contrariedad, esta situación abría un nuevo camino: la deificación. Sin embargo, no fue el emperador Vespasiano el que se encargó de deificar a su ya fallecida mujer o a su hija. De esta tarea se encargó su hijo Domiciano, quien, tras el breve reinado de su hermano Tito, las elevó al rango de divas Domitillas. Sin embargo, y como ya se ha señalado, esto se debe a una necesidad urgente de establecer, como en el caso de la gens Iulia, una forma de legitimación del poder a través de una ascendencia divina. Este hecho hunde sus raíces en la propia ascensión de la gens Flavia, un emperador “puesto” por las milicias también podía “deponerse” por la misma institución, si estas no conseguían el favor imperial. 10

Como en anteriores ocasiones y con otras emperatrices, el uso de la iconografía en la numismática fue crucial. En este caso, la deificación de Domitila, tanto hija como madre, se realiza otorgándolas el título de diva Augusta y asociándolas a la diosa fortuna, protectora de la prosperidad de Roma, en un intento de asociar el desarrollo de Roma con la pervivencia de la dinastía Flavia. El hecho de que la mujer de Vespasiano muera antes de que este llegue al poder, le permite idealizar a su esposa y convertirla en una semidiosa.

Mujeres de la Dinastía Antonina Introducción A pesar de los múltiples intentos de Vespasiano y después de Domiciano de legitimación de su poder a través de la deificación de sus esposas o hijas, finalmente la caída de esta dinastía se produce en el año 96 d.C. con el asesinato de Domiciano. La imagen de tirano dada por las fuentes clásicas de Domiciano está puesta en duda a día de hoy, por lo que la iconografía de sus esposas así como de la biografía de las mismas están tratados de forma subjetiva y no se puede acceder a la realidad. Tras la muerte de Domiciano, el 18 de Septiembre del 96, el Senado elige un nuevo emperador, siendo Nerva el designado por la orden senatorial para ocupar la púrpura imperial. Es con Nerva, por tanto, con el que se inicia una nueva dinastía imperial: la dinastía Antonina o la dinastía Ulpio-Aelia. La problemática sobre el estudio de las emperatrices de esta dinastía, reside principalmente en la propia forma del modo de sucesión. A diferencia de la anterior dinastía, ésta no tiene una sucesión hereditaria si no que será la Adoptio2, el modo de utilizado para 2

La sucesión por Adoptio consiste en la elección de un sucesor por el emperador sin que el sucesor sea necesariamente de la misma gens.

11

nombrar a los sucesores. Nerva, el primer emperador de esta dinastía, nombra a Trajano, un descendiente de la aristocracia hispana, como sucesor del imperio, pero sin que este sea de la misma gens. Así mismo, las fuentes literarias de este periodo son escasas y algo oscuras y el material iconográfico es cuando menos, problemático y a veces presenta confusiones de identificación e interpretación iconográfica de las emperatrices antoninas. A pesar de ello, sí que sabemos con cierta certeza, que, las mujeres de esta época sí que desarrollaron un papel importante en la corte real, quizás no como personajes activos de la política, pero sí que fueron piezas importantes en la toma de decisiones que implicaban una postura política determinada y una referencia para alguna factio en el interior de la corte con la que establecían algún tipo de pacto o consenso. Un ejemplo es la influencia de Pompeya Plotina, esposa de Trajano, en la decisión de adoptar a Adriano, y años más tarde, al sucesor de éste.

Pompeia Plotina: esposa de Trajano Pompeia Plotina, esposa de Trajano, fue una mujer admirada tanto por el pueblo como por los historiadores de la época. De ella, decían, al igual que Livia, ser la personificación de la perfecta fémina romana, no obstante, y a diferencia de la dama de Augusto, las representaciones de esta emperatriz son bastante escasas, algo extraño en una mujer tan admirada en la Antigua Roma. Apenas hay representaciones numismáticas, y las que hay, no aportan ningún tipo de información de relevancia más allá de su nombramiento como Augusta. Tampoco, el hecho de que se le dedicara un templo en Nemausus (Nîmes), ni que fuera elevada al rango de diva, fue suficiente para que se la representara más allá de los bustos propios de las emperatrices romanas.

Ilustración 5: Sestercio con la efigie de Pompeia Plotina en el anverso y Fides en el reverso

Quizá, lo más destacable en cuanto a iconografía de Pompeia Plotina, fue la acuñación de una moneda con su efigie, en cuyo reverso se la puede ver asociada a Fides, diosa de la confianza y de la fidelidad, aspecto que, sin embargo, pocas emperatrices tuvieron el honor de detentar. 12

Vibia Sabina: Legitimación del poder a través de la iconografía La elección de Adriano como emperador, tras la muerte de Trajano, se produce en el año 117 d.C. Adriano, de ascendencia hispana, se casa con Vibia Sabina, una prima lejana suya cuya ascendencia es de corte más noble que el propio Adriano. Esta ascendencia de su mujer fue usada por el propio emperador como forma de legitimación de su poder.

Las representaciones de Vibia Sabina hasta su muerte Vibia Sabina procedía de las gentes Vibia y Mindia. Al igual que muchas mujeres de su época, era una mujer muy rica, con grandes propiedades y fábricas muy productivas. Como esposa de Adriano, heredó tres modelos de mujeres imperiales: el de Plotina, artífice de su matrimonio con Adriano, el de su abuela, Marciana, mujer llena de virtudes tradicionales y de su madre, Matidia la Mayor, que ocupó en la corte el puesto que Marciana dejó al morir en agosto del 112. La figura de Matidia es clave a la hora de comprender el interés de Adriano de mantener a su esposa a pesar de las diferencias en el seno del matrimonio. Matidia la Mayor fue deificada debido a las cualidades que mostró como perfecta matrona romana. Este hecho es importante a la hora de comprender porque Adriano se empeña en deificar a su esposa a través de varias representaciones iconográficas. Reproducciones como la que se puede observar a la derecha, son muy representativas de a la hora de representar a la emperatriz. En este caso, la emperatriz está representada como Venus Genetrix, este tipo de representaciones fue muy popular durante la dinastía Julio-Claudia. Las fuentes nos hablan de Vibia Sabina como una mujer hermosa, pero este tipo de representación tiene la finalidad de mostrar a Venus como madre. Esta asociación, se contrapone bastante a la realidad. Vibia Sabina, ni quiso ni tuvo descendencia con el emperador Adriano. Las relaciones homosexuales de Adriano, como la de Antínoo al que llegó a deificarle y construirle una ciudad en su honor, fueron repudiadas por Vibia Sabina. A pesar de esta repudia, el emperador, a sabiendas de que la condición divina de su esposa era una herramienta necesaria para la legitimación Ilustración 6: Vibia Sabina representada como Venus genetrix de su poder no quiso nunca divorciarse de ella.

13

Otra de las representaciones de la emperatriz que nos ha llegado a nuestros tiempos, es la que la identifican con la diosa Ceres. En este caso, sabemos de su asociación a la diosa porque la emperatriz porta en su mano izquierda dos flores de amapolas, símbolo iconográfico de la diosa. Las fuentes clásicas nos cuentan también que en las ciudades orientales o incluso en Egipto, las representaciones de Vibia Sabina asociadas a diosas madres o de la fecundidad, fue bastante común, como en el caso de Egipto que se la llegó a asociar con la diosa Hathor. Algunos historiadores señalan que estas representaciones tenían un claro carácter propagandístico: el gobierno de Adriano se caracterizó por sus sincretismos religiosos y su apoyo a todas las culturas del Imperio independientemente de cuales fueran. Estas acciones seguramente tenían como finalidad no solo la legitimación de su poder en el Imperio a través de la divinización de su esposa, sino también, ganarse el fervor de las provincias orientales acercándose a sus tan variadas religiones. Es destacable también el hecho de que Vibia Sabina fuera representada como diosa madre. ¿Sería quizá, una forma de pedir descendencia legítima del Ilustración 7: Vibia Sabina representada como emperador? Desde luego, las fuentes no hacen Ceres mención de la intencionalidad tan ferviente de esculpir a la emperatriz como madre, cuando la realidad fue totalmente opuesta, por lo que es totalmente libre la interpretación y por lo tanto no adecuada.

Las representaciones de Vibia Sabina después de su muerte Vibia Sabina muere en el año 137 d.C. La causa de su muerte es hasta ahora totalmente desconocida, aunque sabemos que poco antes de su fallecimiento, la emperatriz se enfrentó de manera abierta a Adriano, apoyando a otro candidato como sucesor del emperador, frente a Cómodo, favorito del emperador. El apoyo de la emperatriz estaba a su vez avalado por un sector de la orden senatorial, que no veían con buenos ojos no solo la política del emperador, si no al favorito del emperador. Este hecho, ha sido utilizado por los historiadores de la época para acusar a Adriano de envenenar a su mujer. Asesinato, que, parece bastante posible si tenemos en cuenta que no solo perece la emperatriz si, no que Adriano manda pasar por el cuchillo a todo senador que había apoyado a su mujer. 14

Sabina, una vez muerta, recibió la consagración del Senado en el año 138 d.C. y, de forma inmediata, Adriano hizo acuñar monedas con la leyenda Diva Augusta Sabina. Aunque son quizás más destacables las representaciones de sus apoteosis.

Ilustración 8: Apoteosis de Vibia Sabina

Fue la primera Augusta representada como diva y conducida al cielo por un águila. La divinización de las mujeres de la familia Ulpia, y los diversos honores y dedicaciones honoríficas a todos los niveles, expresan su importancia en la legitimación dinástica del poder, y, por ello, su utilización como parte programática de la política global de Adriano va encaminada a la búsqueda de un nuevo equilibrio, superador de la etapa trajana y continuadora de la aeternitas imperial. Las representaciones de las Apoteosis son bastante frecuentes a la muerte de los emperadores como forma de divinizarlos. La característica iconográfica más importante es: la representación del difunto montado sobre un águila, animal consagrado a Júpiter, que eleva al difunto a los cielos junto a todas las divinidades olímpicas. En el caso que muestro anteriormente, Sabina no es transportada por un águila, ya que estas representaciones aparecen en la numismática, sino por una victoria alada que porta una antorcha y que lleva a la emperatriz junto a los olímpicos. 15

Las Augustas Faustinas En este apartado del trabajo, denominamos a “Las Augustas Faustinas” a dos mujeres: Faustina la Mayor, esposa de Antonino Pío, y Faustina la Menor, hija del emperador Antonino Pío y Faustina la Mayor, que se casó con Marco Aurelio. Quizá la más importante, en cuanto a iconografía se refiere, es la de Faustina la Menor, casada con el emperador Marco Aurelio. La esposa de Marco Aurelio fue una mujer muy prolífica, al menos, tuvo doce hijos; tres de ellos murieron antes de que su esposo llegara a la púrpura imperial. La iconografía numismática de Faustina, en las que aparece como Augusta fi, celebran varios aspectos como su piedad, castidad (pudicitia) y armonía familiar representada bajo la diosa Concordia.

Ilustración 9: Moneda con la efigie de Faustina la Menor asociada a la pudicitia

Ilustración 10: Moneda con la efigie de Faustina la Menor asociándola a la Concordia

También, se debe destacar, que en el campo de la numismática se le agradece a la esposa de Marco Aurelio su excelente fecundidad, asociándola a diosas como la Venus genetrix o Juno Lucina, patrocinadoras de los alumbramientos.

16

Ilustración 11: Moneda con la efigie de Faustina la Menor asociándola a Venus genetrix

Ilustración 12: Áureo con la efigie de Faustina la Menor asociándola a Juno

En ambas iconografías, se puede observar a las diosas como diosas parteras, destacando a Juno, que está representada junto a unos niños, de los cuales, uno de ellos lo lleva en brazos. Otra de las representaciones iconográficas destacables de la emperatriz es la representación de su apoteosis junto a su marido Antonino Pío. Esta escena, se puede encontrar en el pedestal de la columna de Antonino.

17

Ilustración 13: Apoteosis de Antonino Pío y su esposa Faustina la Menor

En el relieve, aparece el Genius con grandes alas en representación de Aion (eternidad), que transporta a la pareja imperial divinizada a los cielos. La escena, la presencian dos personajes, un personaje femenino, que es Dea Roma, bien identificada por su parecido a Minerva pero sin el Gorgoneion, y otro personaje masculino, que sostiene en su mano un obelisco. Otro de los atributos iconográficos de esta escena son las águilas, animales consagrados a Júpiter y que acompañan al matrimonio imperial hacia los cielos. Esta representación fue utilizada claramente como propaganda imperial para realzar la figura del matrimonio.

Mujeres de la Dinastía Severa Introducción El asesinato del emperador Cómodo, a manos de su concubina y su liberto, en el año 192 d.C., abre una nueva etapa en la historia de Roma. Cómodo, considerado como tirano y autócrata, no deja descendencia, abriendo así la posibilidad de que una nueva dinastía llegara a la púrpura imperial. En el año 193, y tras una cruenta Guerra Civil, el general Severo entra en Roma al frente de sus legiones y se hace coronar emperador en el monte Capitolio junto a su mujer Julia Domna de origen Sirio.

18

Es a partir de este año, cuando se abre una nueva etapa en el trono imperial. La proclamación de Severo como emperador de los romanos, provoca la aparición de una nueva dinastía: La Dinastía Severa. Las emperatrices de la dinastía Severa ejercieron un poder más efectivo que sus antecesoras. El hecho de que fueran más poderosas no implica que se inmiscuyeran en asuntos públicos, sino que de una manera más sibilina, influían sobre sus maridos para que estos tomaran las decisiones que ellas consideraban oportunas.

Julia Domna Julia Domna nace aproximadamente en el año 174 en una región de Siria, por los escritos sabemos que esta mujer procedía de una de las familias nobiliarias más importantes de Siria, siendo descendiente directo de la familia real local. En el año 187 se casa en segundas nupcias con Severo, que no será proclamado emperador hasta el año 193, con éste tiene dos hijos: Caracalla y Geta. La descendencia de Julia Domna y de Severo fue utilizada por la propagandística imperial para dar legitimidad a su reinado.

Ilustración 14: Aéreo de Julia Domna en el anverso y de sus dos hijos en el reverso

Junto a esta idea, se refunda de nuevo la idea de aeternitas imperii, como antes lo habían hecho Augusto y Adriano con sus esposas, y se inicia una versión renovada de la felicitas saeculi; una forma de asegurar la pervivencia de una dinastía nueva en el trono imperial a través de un matrimonio unido que junto a sus dos descendientes, permitirían una cierta estabilidad en el trono imperial. Una vez que la dinastía se asienta, Julia Domna, ya emperatriz, actuará en la corte de manera muy activa, y con un sentido eminentemente político y una imagen pública poderosa. La iconografía de esta emperatriz es bastante abundante si la comparamos con la de sus predecesoras. Al igual que las demás emperatrices, el grueso de sus representaciones se encontraba en la numismática. Para celebrar el adventus de Severo, se acuñaron monedas en las que se celebra a Julia como esposa del emperador. 19

Ilustración 15: Julia Domna asociada a Venus Victrix

En los reversos de algunas monedas aparecen los términos Spes y Boni eventus para expresar esperanza y buen gobierno. Otras monedas, celebraban las victorias en las guerras civiles, asociando a Julia Domna como Venus Victrix o Venus gentrix. En el caso del áureo que se puede observar arriba, vemos como Venus porta laurel como signo de Victoria, así como un globo como elemento de dominio. Por último, su atributo iconográfico más destacable es su desnudez, indicación de que nos encontramos ante Venus. El uso de Venus tenía otra finalidad, cuyo carácter es político. No hay que olvidar que Venus es protectora de la gens Iulia, y, por tanto el uso de esta diosa sirve para enlazar de una manera u otra la nueva dinastía con el pasado glorioso de la dinastía Julio-Claudia. A pesar de que no tenemos evidencias de que Julia desempeñara un papel fundamental en la política romana, es interesante destacar una emisión monetaria en el que a la emperatriz se la denomina mater castrorum, algo que ya fue utilizado con Faustina y que la relacionaba directamente con el ejército.

El título de mater castrorum expresa que las tropas se ponen bajo protección de la emperatriz, y que esta a su vez, será protegida por el ejército, es decir, una relación entre

20

imeperium y ejército, algo que como se ha comentado anteriormente ya venía dándose desde época Antonina. A estos títulos, hay que añadir su identificación en una estatua a Athenea Polias, expresando su influencia en el emperador al conseguir su favor hacia los atenienses. Estatua de la que no se ha podido encontrar ninguna imagen, pero que es digna de mención en el presente trabajo. Sin embargo, este “poder” duró poco. Los celos que levantó Julia en algunos cargos políticos, supusieron que en el año 200, Julia fuera apartada de la vida pública. Este hecho, no mermó el papel de Julia, que siguió presentándose en lugares preferenciales junto al emperador. De hecho, a partir del año 204, Julia vuelve a entrar en la escena pública tal y como demuestran los escritos de la época. En estos años, la emperatriz asume una progresiva relevancia institucional y su visibilidad pública fue en aumento, tal y como da muestra algunas representaciones.

Ilustración 16: Relieve del Arco de Leptis Magna en el que se puede observar a la izquierda a la emperatriz junto a Minerva

Una de las representaciones más destacadas, la encontramos en uno de los relieves del arco de Leptis Magna, construido en conmemoración de la proclamación de la concordia Augustorum. En esta representación, se puede ver al emperador Severo junto a su hijo, aunque lo más destacable es la aparición de Julia Domna junto a Minerva. El hecho de que una mujer estuviera representada junto a la diosa Minerva, la relacionaba directamente con un papel militar, como el de mater castrorum que ejercía Julia, pero también le confería otro atributo sin precedentes, el de filósofa y patrona de los intelectuales. Este patronazgo, se comprende estudiando la propia vida de la emperatriz, ya que ejerció un papel intelectual bastante activo. Esta vuelta a la vida pública está estrechamente relacionada con el contexto histórico, ya que aquellos que en el pasado sintieron celos por la emperatriz fueron no solo apartados de la vida pública, sino condenados y ejecutados. 21

Julia Domna como madre del emperador Caracalla La muerte del emperador (211) y los conflictos entre Geta y Caracalla, provocaron que la popularidad de Julia, así como sus representaciones, sufrieran un breve letargo hasta que su hijo Caracalla ascendiera al imperium de Roma. Durante el reinado de Caracalla (212-217) fue cuando la Augusta, viuda y madre imperial, vuelva a retomar una visibilidad y ejerza un poder político decisivo. El papel que tomó Julia durante el gobierno de su hijo, no puede entenderse sin obviar la desidia del mismo en gobernar, por lo que su madre decide tomar las riendas en la administración del Estado.

Esta vinculación de poder durante el reinado de su hijo, será representada en la iconografía de la época. Una de estas representaciones destacadas es la que aparece a la izquierda, en la que se puede observar a la emperatriz madre bajo la apariencia de una victoria alada, sosteniendo una corona de laurel como símbolo de poder efectivo, así como con un pequeño cetro. Según algunas fuentes, otro camafeo de la época, repite este esquema pero con la aparición de Caracalla vestido de militar y siendo su madre quien le corona, iconografía muy parecida a la que encontrábamos en Agripina y Nerón.

Ilustración 17: Julia Domna representada como victoria alada

A pesar de que Julia podía ser duramente criticada, supo mostrarse no como emperatriz, sino como consejera de su hijo, algo que caló de buena forma en los escritores de la época.

No obstante, y ante la desidia de su hijo, Julia empezó a sentir un deseo de poder equiparable al que el emperador poseía, pero ante la imposibilidad de derrocar a su hijo, así como el hecho de que legalmente no podía ser imperator, Julia, decide suicidarse tras el asesinato de Caracalla, ante la negativa de perder la parcela de poder que tan celosamente había acumulado.

Julia Maesa Julia Maesa fue hermana mayor de Julia Domna. Esta mujer tomó a su hermana como precedente para acumular gran poder en Roma. Su primera intervención fue su papel activo en el complot que derrocó a Macrino para colocar a su nieto, después conocido como Heliogábalo, en la púrpura imperial. Heliogábalo, un muchacho enfermizo y pusilánime, no opuso resistencia a la hora de que fuera su abuela la que tomara algunas decisiones políticas. De hecho, una de las primeras 22

medidas, y ya como Augusta, fue trasladar las cenizas de su hermana al mausoleo de Augusto, hecho con clara significación política y legitimadora. Las representaciones de esta mujer como Juno, son una referencia indiscutible del poder que acumuló durante el reinado de sus dos nietos, primero Heliogábalo y después Alejandro Severo.

Ilustración 18: Apoteosis de Julia Maesa subida a lomos de un pavo real

Conclusiones A lo largo del recorrido histórico de todas las emperatrices romanas del principado, se ha observado como las mujeres, relegadas a un papel secundario, sí que pudieron acceder a la política pública, que a pesar de no ser visibles sí que fueron decisivas sus actuaciones. La iconografía de las emperatrices son escasas, pero arrojan luz sobre algunos hechos que los historiadores de la época intentaron manipular. Se puede observar, como, el papel de la emperatriz, a pesar de ser algo supuestamente secundario, cumplía una dicotomía fundamental: por un lado, su papel importante en las domus imperiales y en la sucesión dinástica y por otro, su función pública en cuanto a culto imperial se refiere. Sin embargo, son estas funciones, las que al mismo tiempo relegan a las mujeres a unas representaciones iconográficas muy limitadas: 1. Emperatriz-matrona: La emperatriz como madre es quizá uno de los aspectos más importantes de las representaciones iconográficas. Juno, Venus gentrix, así como otros personajes divinos, son usados nos solo para conmemorar lo fecundo de su reinado, sino también para desear al emperador un sucesor legítimo. 2. Emperatriz-modelo: El uso de divinidades como la pudicitia, fidelitas, pietas y clementia, son ejemplos de que una buena emperatriz podía ser reina, pero ante todo, sumisa al emperador, aunque fuera como consejera. 3. Emperatriz-madre: En el caso de que la emperatriz fuera “regente” de su hijo, no la confería el estatus de imperator. Como buena mujer romana, la madre del emperador, debía comportarse siendo consejera y sumisa de su hijo. La iconografía, así como su análisis y relación con la documentación histórica, puede ser clave a la hora de desentrañar la complicada historia de las mujeres, que, a pesar de ser 23

emperatrices, los historiadores nos narran que fueron relegadas a un papel completamente marginal cuando la realidad es completamente distinta. Mujeres como: Agripina, Livia o Julia Domna; fueron piezas claves del mantenimiento del delicado aparato imperial, que, podía desmoronarse ante cualquier vacío de poder. Este papel decisivo, no mostrado en los textos, puede aparecer en las representaciones iconográficas que han llegado a nuestros días, aportando datos claves a la correcta reconstrucción histórica de nuestros antepasados.

24

Bibliografía HIDALGO DE LA VEGA. M (2012): “Las emperatrices romanas: sueños de púrpura y poder oculto”, Ed. Salamanca, Salamanca. GONZAGUE. T (1940): “Histoire Illustrée de la Femme”, Tomo I, Editions d’histoire et d’art, Libraire Plon, Paris. SANTIAGO FERNÁNDEZ, J de (1999), “Las emperatrices en la moneda romana”, Rivista Italiana di Numismática 100, Milán. GALMARINI, M.A (1991): “Historia de las mujeres: La Antigüedad” Ed. Taurus, Madrid.

25

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.