Holismo fenomenológico y cognición corporizada

July 8, 2017 | Autor: Ignacio Cea | Categoría: Cognition, Embodied Cognition, Fenomenología, Ciencias Cognitivas
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Holismo fenomenológico y cognición corporizada Reconstruyendo el puente entre ciencia cognitiva y fenomenología Ignacio Cea J. Universidad Alberto Hurtado Seminario Problemas de Fenomenología y Hermenéutica

Introducción La importancia que tiene el mundo exterior en nuestras vidas es indudable, tanto en nuestras dimensiones sociales, biológicas y cognitivas el medio en el que nos desenvolvemos juega un rol primordial. Sin embargo, centrada en la perspectiva de la primera persona, la fenomenología tradicional parece no haber dado los elementos necesarios para erradicar el escepticismo con respecto al mundo exterior; la posibilidad de que todo no sea mas que un sueño y por el contrario parece haber entregdo razones para dudar aún más en la veracidad de lo que nos rodea. Dentro de la misma tradición fenomenológica, Claude Romano propone un giro en el dispositivo trascendental, que él considera como un factor determinante en la dificultad de la fenomenología de erradicar de raíz el problema del escepticismo. Esta transformación de la perspectiva trascendental la realiza en base a una concepción holista de la experiencia que de acuerdo a su análisis si logra erradicar de base el problema en cuestión. Dentro de su holismo esta presente como un elemento fundamental la co-pertenencia estructural entre sujeto y mundo. Este último elemento de su fenomenología es tratado en este trabajo de manera especial realizando un contraste con la perspectiva cognitivista tradicional, a su vez que se propone abordarlo desde la perspectiva de las ciencias cognitivas corporizadas o enactivas. Esto permite clarificar las nociones en juego a la luz del empirismo científico de inspiración fenomenológica y abre la posibilidad para abordar problemáticas tan fundamentales como la del acontecimiento desde una visión enriquecida y complementada.

El Problema de escepticismo Nuestra vida esta ciertamente enlazada al entorno que nos rodea, rara vez actuamos, sentimos o pensamos solo dentro de los confines de nuestra propia individualidad, somos seres sociales para los que la relación con los otros es de fundamental importancia. Nuestras vidas se desenvuelven en un contexto y este es la mayoría de las veces el motor de nuestro comportamiento. Hacemos cosas para y con los demás, ya sea por obligación, compromiso, altruismo, etc., lo que sea que motive nuestra apertura hacia los demás. Nuestro comportamiento también esta dirigido hacia los objetos externos, desde aquellos necesarios para sobrevivir, como alimentos o abrigo hasta los que simplemente anhelamos por capricho, ambición o costumbre. Sin poder enumerar con precisión cuentas son las formas en las que estamos estrechamente vinculados a nuestros entornos, lo importante es percatarnos de lo fundamental de su presencia en nuestra vida ordinaria y su protagonismo a la hora en que nosotros mismos articulamos nuestro comportamiento actual y proyectos futuros. Nuestra forma habitual de ser y estar en el mundo se sostiene en la premisa implícita de que el mundo exterior es real. Confiamos sin duda alguna de que las personas que conforman nuestra familia, amigos colegas, etc. son reales, así como las demás entidades físicas que forman parte esencial de nuestras vidas: nuestra cama, nuestra pieza, la ropa que vestimos, los objetos que consideramos valiosos, etc. Sin embargo, ¿cuantas veces hemos creído vívidamente estar interactuando con personas y objetos reales que finalmente resultaron ser meras construcciones oníricas?, sin duda muchas, y en la mayoría de estas, nuestro grado de compromiso con las circunstancias experimentadas en tales sueños no nos advirtió de la ilusión de la que éramos presa. De igual manera, podríamos estar soñando en este preciso instante sin saberlo, pensando que todo lo que esta a nuestro alrededor es real hasta el momento en que eventualmente despertemos y nos demos cuenta que todo no era más que un sueño. En el mismo estado de vigilia, o al menos, cuando creemos no estar soñando, proporcionan los sentidos son

también muchas veces

las imágenes que nos

de tal manera que luego

comprobamos nos estaban dando una percepción equivocada de las cosas de las que supuestamente nos informaban. La toma de consciencia de esta vulnerabilidad de los sentidos y de la razón para caer en la ilusión y perder fácilmente el asiento en lo real, ha desembocado históricamente en un escepticismo con respecto al mundo exterior, el

que queda notablemente expuesto en las meditaciones metafísicas de Descartes y la conjetura de las artimañas de un posible genio maligno que nos engaña sistemáticamente y nos hace pasar por cierto aquello que falsamente él a creado. “Así pues, supondré que hay, no un verdadero Dios —que es fuente suprema de verdad—, sino cierto genio maligno, no menos artero y engañador que poderoso, el cual ha usado de toda su industria para engañarme. Pensaré que el cielo, el aire, la tierra, los colores, las figuras, los sonidos y las demás cosas exteriores, no son sino ilusiones y ensueños, de los que él se sirve para atrapar mi credulidad.” (Descartes 1977 , p.11)

La incorporación del genio maligno fue un ingrediente fundamental para Descartes en su empresa de ponerlo todo en duda y llegar así a la verdad en lo incuestionable, aquello que se evidencia por si mismo: el cogito y sus cuestionamientos. Sin embargo, Descartes finalmente no se mantiene adherente a un escepticismo con respecto al mundo exterior y llega a la conclusión de la verdad de la existencia de los objetos externos, vía su concepto de Dios. El escepticismo sin embargo, no ha quedado abolido y en las discusiones contemporáneas el genio maligno ha sido actualizado por Hilary Putnam en su libro de 1981 convirtiéndolo en el neurofisiólogo maligno que en este mismo instante podría estar estimulando nuestro cerebro para hacernos creer que tenemos un cuerpo físico y todo un entorno material a nuestro alrededor mientras que en realidad no somos mas que un cerebro en una cubeta siendo estimulado a través de impulsos electroquímicos provenientes de una super-computadora, de manera similar a como los humanos son engañados por las maquinas en la película Matrix. En definitiva, la posibilidad de estar viviendo una ilusión y que el mundo exterior no sea real, parece estar aún presente. Parece haber una dificultad intrínseca para tener con certeza, una idea segura de la verdad de la existencia de aquello que esta más allá de nuestras consciencias y a lo que supuestamente nuestras percepciones apuntan. Nuestras percepciones muchas veces nos han engañado y pueden volver a hacerlo, ¿cómo saber entonces si tenemos contacto con la verdad?. De acuerdo a Claude Romano: “reducido a su núcleo duro, el escepticismo respecto al mundo ‘exterior’ se apoya en la inferencia siguiente: puesto que siempre se puede dudar de toda percepción, siempre se puede dudar de la percepción como un todo” (Romano 2012a, p. 58)

De acuerdo al autor francés, la puerta se ha mantenido abierta para el escepticismo a lo largo de la tradición fenomenológica heredera de muchos aspectos de la perspectiva cartesiana, tanto en la obra de Heidegger como en la del fundador de la fenomenología contemporánea: “¿es preciso concluir que es también pensable una ilusión generalizada? Sin duda alguna, la respuesta de Husserl a esta pregunta –como la que da Descartes antes que él-es positiva” (Romano 2012a, p. 58).

Romano identifica el dispositivo trascendental husserliano de la fenomenología como el responsable de mantener abierta la posibilidad genuina de la duda escéptica. Si el sujeto es únicamente él, la condición de posibilidad del mundo, de este último se va poder siempre dudar. La supremacía epistemológica del ego sobre el mundo conduce inevitablemente a una desigualdad ontológica, en la que “la consciencia forma una esfera de ser autónomo, absolutamente cerrada sobre sí misma, mientras que el mundo no existe sino relativamente a la consciencia” (Romano 2012a, p. 60). El único dominio dentro del cual pueden existir creencias certeras, sigue siendo el dominio de lo mental, de lo subjetivo. Este mismo elemento se mantiene dentro de la obra de Martin Heidegger de acuerdo a Romano: “El mundo en sentido ontológico no es otra cosa que un momento de la constitución ontológica de este ente (el Dasein) (…) el mundo ‘subjetivo’ del sujeto ontológicamente bien entendido es todavía una ‘configuración’ de este último” (Romano 2012a, p. 62). La perspectiva fenomenológica de los autores fundadores se mantiene teñida de esa posición cuasi-solipsista que difícilmente ofrece salida alguna al fantasma del escepticismo. La única salida que vislumbra el autor francés, es un “giro trascendental” en el que el sujeto ya no es concebido más como condición de posibilidad del mundo. En contraste a esto, sujeto y mundo están enlazados en una co-pertenencia estructural que los sitúa a un mismo nivel constituyendo un sistema mayor

indescomponible. La experiencia es holística, de

acuerdo a Romano, y este carácter de totalidad irreducible deja al problema del escepticismo como un problema mal planteado, en el que la inferencia escéptica de acuerdo a la cual es posible dudar de la percepción como un todo, al ser posible dudar de una percepción individual, queda deshabilitada.

Holismo de la experiencia y la erradicación del problema Cada vez que nos despertamos en la mañana de un nuevo día, nos percatamos que las experiencias que tuvimos antes de despertar eran ilusorias y parte de ensoñaciones oníricas que carecían de un asiento en el mundo exterior. Al contrastar ambas experiencias, las de ensoñación y las de vigilia, podemos constatar importantes diferencias. En los sueños, la continuidad de los sucesos de los que somos parte fácilmente pierden su continuidad y coherencia a través del tiempo. Podemos encontrarnos contemplando animales sobre la superficie de un lago y de un instante a otro, sin que en nosotros suscite necesariamente el menor asombro, podemos estar dentro de un espacio cerrado junto a otras personas y realizando otra actividad totalmente diferente y desconectada de la anterior, al menos sin continuidad causal de la que acostumbramos atestiguar en el estado de vigilia. Las circunstancias en los sueños son mucho mas “volatiles” y no se dejan constreñir ni fijar en su sucesión de la manera que los sucesos vividos en vigilia si lo hacen. Las experiencias abiertas al mundo exterior, dentro de las cuales la paradigmática es la percepción, poseen una cohesión, con el resto de las percepciones, de una manera particular ausente en el caso de las ensoñaciones o alucinaciones. Como afirma Romano, a partir de una lectura de Merleau-Ponty: “Toda ilusión solo se puede denunciar en cuanto tal sobre el fondo de un mundo provisto de una cohesión estructural. Ser una ilusión (…)

es entrar en conflicto, no con otras

percepciones aisladas, sino con la percepción como un todo” (Romano 2012a, p.69)

Una ilusión no es una percepción ilusoria sino que es una ilusión de percepción. Percibir es tomar contacto con el mundo, que se dona al sujeto en su integridad global cohesionada. Lo que hay es una percepción holística del mundo, para Romano, de la cual las percepciones individuales derivan su estatuto de genuinas percepciones. La experiencia es holística en este sentido, por lo que cualquier experiencia particular debe inscribirse en la cohesión estructural global para mostrarse como tal. De esta manera, cualquier cuestionamiento acerca de la realidad de una percepción particular debe verse contrastada con la percepción unitaria y totalizadora primaria. La percepción genuina del mundo pasa a ser entonces una a priori con respecto a la duda escéptica. Es posible dudar de toda percepción mas no de la percepción como un todo pues esta siempre es el

fondo sobre el cual debe contrastarse una percepción para poder interrogar su carácter de verdad o falsedad. La cohesión del mundo es anterior a cualquier duda escéptica, es condición de posibilidad de dicha duda. Se efectúa así una transformación del dispositivo trascendental tan presente en la fenomenología fundacional. El sujeto ya no es condición de posibilidad del mundo. Este último no se deja configurar ya como dentro de la ontología del ser del sujeto. La cohesión de carácter holístico y global del mundo es anterior a cualquier configuración subjetiva más se dona y “se deja ver” de forma progresiva para el sujeto. Los acontecimientos fundadores, como el nacimiento, justamente “imprimen” en el adviniente -aquel para quien le ha

advenido un

acontecimiento- un mundo, que es un todo omnienglobante de sentido que no se revela sino de forma tardía para el viniente. Esta perspectiva tampoco debe confundirse con un objetivismo que invierte por completo el orden de los elementos en juego, otorgándole un estatuto completamente secundario, derivado o epifenoménico al sujeto. Más bien se trata de una integración sujeto-mundo dentro de la cual ambos son parte de un sistema mayor que los incluye a ambos: “Solo hay mundo para un viniente, el cual se adviene solo por y a partir del mundo (…) El ‘hay’ del mundo no tiene lugar mas que si hay viniente, y no hay viniente mas que si el mundo tiene lugar: los dos fenómenos se muestran inseparables” (Romano 2012b, p. 108)

El holismo de la experiencia implica entonces una co-pertenencia estructural. Sujeto y mundo se co-constituyen mutuamente formando un todo no reductible a “ladrillos básicos” que sumados unos con otros pudieran completar la totalidad. La unidad global total de sentido es mas que la suma de sus partes. Esta unidad estructural omnienglobante es el “nuevo mundo” instaurado por el acontecimiento en sentido fuerte en el viniente. Toda una nueva gama de posibles para el viniente es instituido por el acontecimiento, todas las posibilidades de lo experimentable y perceptible por el viniente: “el mundo no puede ser la totalidad de lo perceptible sin un sujeto capaz de percibirlo (…) una aptitud semejante (la capacidad de percibir le mundo) solo es concedida a un sujeto que pertenece constitutivamente al mundo por su cuerpo, que esta situado en él y fijado corporalmente a él.” (Marion 2012a, p. 74)

Sujeto y mundo están estrechamente vinculados en una unidad global integral y omniabarcante, y esta co-pertenencia estructural resulta fundamental a la hora de vislumbrar tanto la futilidad de la inferencia escéptica así como también para comprender el carácter instaurador de mundo del acontecimiento. Cognición y Mundo La percepción es comprendida por Romano dentro de un contexto holístico. Percepción, experiencia, sujeto y mundo están inmersos en un sistema que los contiene y que les da sentido. Lo que posee significación y sentido primordialmente es el sistema global del cual cada percepción, experiencia y sentido particular derivan su característica de ser lo que son. El sujeto esta abierto al mundo en la experiencia perceptiva gracias al mundo por el cual esta constituido en tanto ser-en-el-mundo, interpretado como ser corporal. El mundo abre su significado y sentido solo para el viniente, sobre quien a recaído ya un acontecimiento que instituyó a su vez el mundo para el viniente, y solo para él, singularizándolo. Esta perspectiva presenta dificultades para el paradigma rector de las ciencias cognitivas actuales, cuya perspectiva de la percepción podemos llamarla cognitivista representacionalista, y que ve la percepción simplemente como una re-presentación de un mundo pre-dado y objetivo sobre el cual el sujeto no tiene mas labor que reconstruir lo mas fielmente posible en su consciencia los datos recopilados por sus sentidos (Varela, Thompson y Rosch, 1991). Por otra parte el subjetivista radical que solo puede atestiguar la verdad de su propia consciencia y de los contenidos mentales que allí se presentan se encuentra atrapado dentro de las paredes de su subjetividad fácilmente cayendo en un solipsismo que obliga a concebir el mundo como nada que se extienda más allá de la mente. El objetivismo del cognitivismo tradicional no permite aprehender el carácter singularizante del acontecimiento y la estrecha relación existente entre sujeto perceptivo y el mundo para el sujeto, elementos fundamentales a la hora de establecer una clara diferencia entre hechos intramundanos y acontecimiento en sentido contecedero. Este último es la transformación radical de todos los posibles para el sujeto, y estos no tienen sentido sino es bajo la perspectiva de un viniente para quien el mundo revela su sentido.

Afortunadamente existe una vía intermedia en ciencias

cognitivas, el creciente programa enactivo o corporizado. Este programa relativamente nuevo de cognición, sin embargo , no es de extrañarse, presenta importantes elementos

comunes con la fenomenología de Romano, quizá por compartir una influencia común: Merleau Ponty. En la importancia que da Romano a la constitución del sujeto por el mundo en cuanto el primero es ser corporal y su cuerpo es constituido por el mundo como una de sus

bases para afirmar la co-pertenencia estructural entre el sujeto y su mundo

(Romano, 2012a), se puede apreciar claramente la influencia que Merleau Ponty debe haber tenido en Romano. El autor de mediados de siglo XX otorgo gran importancia al cuerpo en cuanto elemento constitutivo fundamental de la percepción y así también hizo hincapié en que el mundo percibido no es mundo pre-dado que el sujeto perceptor debe re-presentar fielmente, en cambio sujeto y mundo, conducta y estimulo son codependientes y se co-constituyen, el autor escribe en su libro de 1942, La estructura del comportamiento: “Las propiedades del objetos y las intenciones del sujeto…no solo están entrelazadas; también constituyen una nueva totalidad…El ambiente emerge del mundo a través de la puesta en acto del ser del organismo (siempre que) un organismo pueda existir solo si logra hallar en el mundo un medio ambiente apropiado” (Varela et al., 1991)

Así mismo el programa de ciencias cognitivas enactivista/corporizado iniciado por el científico chileno Francisco Varela se propone explícitamente ser una continuación de la perspectiva fenomenológica de Merleau-Ponty. En la introducción del libro que junto a Evan Thompson y Eleanor Rosch publican en 1991, De cuerpo presente, escriben: “Queremos abordar el viaje que emprendemos en este libro como la continuación moderna de un programa de investigaciones fundado hace más de una generación por el filósofo francés Maurice Merleau-Ponty” (Varela et al., 1991)

Dentro de este contexto de ciencias empíricas de inspiración fenomenológica, surge un concepto análogo al de co-pertenencia estructural analizado anteriormente. Revisar los alcances de esta perspectiva será de gran ayuda a la hora de dar luces acerca de las implicancias fenomenológicas de Romano y el respaldo que esta tiene en el programa de investigación enactivo.

Acoplamiento estructural A lo largo de su historia, un organismo se encuentra vinculado inseparablemente al medio que lo rodea. Su entorno no es solo un escenario en el que se sitúa, a modo de espacio inerte que le sirve de contexto. El entorno es en gran medida su fuente de vida. El organismo no puede dejar de interactuar con su medio ambiente pues la energía con la que mantiene activos todos sus procesos vitales, es incorporada desde el exterior, a si también, los elementos básicos materiales que le sirven de estructura y sostén físico son incorporados desde afuera. De igual manera las acciones del organismo están abiertas hacia los elementos de su alrededor y a este también le entrega todos aquellos compuestos materiales que no necesita. En la propia respiración de un mamífero por ejemplo, se puede apreciar este intercambio permanente. El animal necesita incorporar el oxigeno que el medio le proporciona, así como también requiere del medio exterior para sacar fuera de sí el dióxido de carbono que envenena sus células. A su vez, los árboles que forman parte de su entorno requieren justamente aquellos elementos que el mamífero libera y viceversa. Hay una interacción, un intercambio permanente que sustenta la vida en la naturaleza. Existe una coherencia, una cohesión entre las partes que forman un contexto viviente, un ecosistema. El acoplamiento estructural designa

esta capacidad de los sistemas vivos,

sistemas autopoieticos, dentro de la terminología de F. Varela y H. Maturana (1984) , de crear una reciprocidad interactiva con su medio, de tal manera que sus procesos vitales pueden mantenerse vigentes de forma concordante con los elementos de su alrededor. Es la capacidad de entrar en cohesión con otras unidades vivientes y con su entorno. Esta característica de los sistemas vivos de acoplarse a los elementos del exterior esta estrechamente vinculada con la clausura operacional que sostiene sus procesos vitales, la autopoiesis. El organismo esta permanentemente re-creándose a si mismo y no lo hace con una perspectiva aislada , lo hace dentro de un contexto, en función de un medio del cual es co-dependiente, por el cual es constituido en cuanto corporalidad y sustrato material, más no en cuanto patrón organizativo. La autopoiesis destaca un carácter de autonomía y auto-determinación por parte del organismo , mas siempre en relación a un mundo exterior, con el cual debe interactuar coherentemente. Siguiendo esta línea de razonamiento es como los autores del árbol del conocimiento consideraron pertinente considerar que la autopoiesis en tanto proceso vital fundamental en concordancia con un medio del cual depende material y

energéticamente vía acoplamiento estructural es un proceso cognitivo en si mismo. Vida es cognición en su manifestación básica. El mantenimiento de la red autopoiética como proceso global sustentador de la vida del organismo exige necesariamente cierto “entendimiento” de las características del entorno desde el punto de vista de un sujeto cognitivo , por mas precario que sea, e.g. un organismo unicelular. La creciente complejidad en los patrones

de interacción de un organismo con su medio en la

medida que aumenta la diversidad de sus funciones y características particulares de sobrevivencias tiene como correlato la construcción de un mundo cada vez más rico y vasto. El mundo no es pre-dado, ni tampoco una construcción independiente del sujeto cognitivo, se da en estrecha vinculación con el medio co-constituyéndose entre ambos: “El estudio del color nos permite apreciar la obvia afirmación de que el mundo y quien lo percibe, se definen recíprocamente… este énfasis en la mutua definición nos permite buscar una via media entre el Escila de la cognición como la recuperación de un mundo externo predado (realismo) y el Caribdis de la cognición como proyección de un mundo interno predado” (Varela et al. 1991)

La culminación del programa corporizado de Varela en sus últimos años de vida es una radicalización del holismo de la experiencia en el que propone que los procesos que originan la consciencia deben buscarse, no solo en el cerebro del sujeto cognitivo, no solo en su cuerpo, sino en la dinámica estructural global que traspasa al sujeto hacia su entorno con el que forma un todo mayor cohesionado (Varela y Thompson, 2011) . Conclusiones La estrategia de Romano basada en un holismo de la experiencia a la hora de dar cuenta de la imposibilidad de la inferencia escéptica se ve notoriamente enriquecida por la perspectiva empírica del programa de ciencias cognitivas corporizadas iniciada por Francisco Varela como continuación del proyecto fenomenológico de Merleau-Ponty, del cual, el propio Romano, adopta elementos cruciales. Esto sienta las bases para una comprensión si se quiere, naturalizada, de otros elementos fundamentales dentro de la fenomenología de Claude Romano, del cual el acontecimiento en sentido contecedero aparece como un tentador objeto de estudio a analizar bajo esta perspectiva.

Bibliografía -Descartes, R. (1977). Meditaciones metafísicas, Madrid: Alfaguara. -Maturana, H. y Varela, F. (1984), El árbol del conocimiento, Santiago: Ed. Universitaria. -Putnam, H. (1981). Reason, Truth, and History, Cambridge: Cambridge University Press. -Romano, C. (2012a). Mas acá del acontecimiento: reflexiones sobre el holismo de la experiencia, Buenos Aires: Biblos. -Romano, C. (2012b). Acontecimiento y mundo, Salamanca: Sigueme. -Thompson, E., y Varela, F. (2001). Radical Embodiment: Neural Dynamics and Consciousness”,Trends in Cognitive Sciences, 5, 418–425. -Varela, F., Thompson, E., Rosch E., (1991). De cuerpo presente, las ciencias cognitivas y la experiencia humana, Barcelona: Gedisa.

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