Hierofanía Inca, Manifestación y experiencia de lo sagrado en la religión inca

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Descripción



ATENEO PONTIFICIO REGINA APOSTOLORUM
Facultad de Filosofía






Hierofanía Incaica: Manifestación y experiencia de lo sagrado en la religión inca








Profesor: P. Sameer Advani, LC
Estudiante: H. Adolfo Wissar, LC
Número de matrícula: 00012250
Curso: FILP 1005 Fenomenología de la religión
Roma, 20 de abril de 2016

INTRODUCCIÓN
La civilización incaica, descubierta por los españoles y colonizada por Pizarro y Almagro en los albores del siglo XVI ha pasado a la historia, conjuntamente con las civilizaciones de los mayas y aztecas, como uno de los imperios pre-colombinos más importantes del continente americano. Además de abarcar un territorio vastísimo de más de 5500 km, que se extendía desde el Ecuador hasta las tierras del Fuego, el imperio de los andes contaba con una sólida organización política, que permitía al Inca, el soberano venerado como hijo del Sol, dominar y abastecer eficazmente las regiones bajo su poder desde su trono en el Cuzco.
Amplios estudios arqueológicos e historiográficos nos presentan un gran desarrollo de dicha civilización en una variadísima gama de aspectos, entre los que destacan los avances a nivel arquitectónico, agronómico, vial, artístico, lingüístico, social y religioso. Este último aspecto, el elemento religioso, constituye el enfoque en torno al cual girarán todas las discusiones a tratar en este trabajo, el cual tiene por finalidad específica presentar el modo en el que los antiguos miembros de la civilización incaica concebían la idea de lo sagrado y la influencia que dicho concepto tenía sobre sus vidas.
El método a seguir será una fenomenología de los elementos esenciales de esta religión, los cuales serán presentados y examinados con agilidad para poder así interpretarlos de manera integrativa, con miras a penetrar en el corazón de lo que constituía la experiencia religiosa para estos hombres, cuyo "núcleo esencial… lo constituye la actitud de reconocimiento de una realidad suprema".
Dado que la religión incaica puede considerarse como una religión extinta, por no ser practicada íntegramente por ningún grupo humano en la actualidad, el trabajo constará de dos partes, ya que es necesario establecer los parámetros mínimos sobre los cuales se basarán las conclusiones. La primera parte será de carácter expositivo, en la cual presentaré las creencias y manifestaciones más relevantes de dicha religión, mientras que la segunda parte constituirá el momento integrativo- interpretativo, buscando encontrar el hilo conductor que las acomuna.
Las fuentes principales para la elaboración de este trabajo son de dos tipos: fuentes primarias y secundarias. En cuanto a la parte expositiva he adoptado como fuentes primarias la colección de Crónicas Peruanas ofrecida por la Biblioteca de autores españoles y las obras del Inca Garcilaso de la Vega, y como fuentes secundarias opté por el estudio general sobre el imperio inca ofrecido por Michael Mosley y el manual ilustrado de Carmen Bernand. Para la interpretación y análisis de los fenómenos religiosos expuestos, en cambio, me basé en el manual de Introducción a la fenomenología de la religión de J. Velasco, haciendo referencia a otros libros y manuales complementarios.
FENOMENOLOGÍA DE LA RELIGIÓN INCAICA
Cosmología incaica
Diversos relatos míticos sobre el origen del mundo han llegado hasta nosotros a través de los historiadores españoles, quienes los han escuchado de primera mano de los mismos indios. En su libro, Mosley sintetiza estos mitos indicando que para los incas el mundo es solamente uno de los muchos niveles presentes en el cosmos. De acuerdo con Juan de Betanzos, al inicio existía la oscuridad, en la cual estaba presente un gran mar cósmico sobre el cual flotaba la Tierra. A partir de este mar surgió un río celeste, comparable a nuestra Vía Láctea (llamada Mayu en quechua y adorada como divinidad por los incas), la cual hizo caer lluvia sobre las cumbres de los montes (apu). El agua descendió así hasta la tierra (Pacha mama) haciéndola fecunda, y de su vientre surgieron los hombres.
Para los incas el universo estaba dividido en cuatro regiones principales, que se asemejan un poco a la visión cristiana de cielo, firmamento, tierra e infierno. Estas regiones eran: Haqay Pacha (el mundo del más allá), Hanan Pacha (el mundo visible de arriba), Kay Pacha (el mundo de aquí) y Uku Pacha o el mundo de los muertos y también de aquello que se encontraba bajo la superficie terrestre.
Otros mitos incluyen la acción directa del dios Viracocha, quien al salir de la laguna creó a los hombres, el sol y el día, las estrellas y la luna y todas las otras cosas. Además de esto, este mito hace referencia a un diluvio universal, similar al diluvio narrado por la Biblia en tiempos de Noé, que destruyó gran parte de la creación y de sus primeros habitantes.
Antropogonía incaica
La mayoría de las leyendas coinciden en indicar que, según la concepción de los indios, los hombres surgieron del seno de la Tierra, de la profundidad de las cuevas, de las lagunas y de los manantiales y ríos.
Muchos mitos señalan a Viracocha como Dios creador, quien al emerger de la cueva de Pacaritambo (en el Cuzco), realizó una primera creación de los hombres a partir de imágenes de piedra. Según la leyenda, Viracocha destruyó estos primeros gigantes y superhombres a causa de un grande enojo que ellos mismos le provocaron. Luego hizo otras figuras humanas a partir de piedra o de arcilla, a las que llamaba personalmente o por medio de otros a emerger de la tierra. Entre estos primeros humanos son muy importantes los cuatro ayar, cuatro hermanos y sus esposas, entre los cuáles resaltan Ayar Manco y Mama Ocllo, a quienes los incas reputan como fundadores del imperio e hijos directos del Sol (Inti).
Divinidades incaicas
La religión incaica no poseía un credo común, sino que preveía la adoración de algunas unas deidades específicas, dejando amplio espacio para continuar con el culto a los dioses de cada localidad primitiva agregada al imperio; de esta manera se explica la presencia de diversas divinidades a nivel local, regional y pan-regional. En la Relación de las costumbres antiguas se narra incluso la presencia de un gran templo en el Cuzco parecido al Panteón romano, en el que se rendía culto a los dioses de todas la naciones y pueblos sujetos al inca.
La gran mayoría de los antiguos andinos eran politeístas, con deidades adoptadas a partir de la naturaleza. El dios más venerado entre ellos era el dios Sol (Inti), el cual era celebrado grandemente dos veces al año, en las fiestas del Wawa Inti Raymi, o fiesta del sol niño durante el solsticio de invierno (24 de junio), y del Capaq Inti Raymi, o fiesta del gran sol durante el solsticio de verano (21 de diciembre).
Otros dioses de gran importancia eran Viracocha (dios creador), también conocido con el nombre de Illa Tiqsi (luz eterna) o como Pachacámac (creador de la tierra en quechua) en la costa central del imperio inca y la Pachamama (madre tierra), adorada como madre de cuyo seno nacieron todos los vivientes.
Junto a estos se hallan otros dioses menores como Mamakilla (madre luna), Mamacocha (madre de las aguas), Illapa (dios de la lluvia, del rayo y del trueno), entre otros. El inca, a su vez, era considerado por sus súbditos como un dios, ya que era tenido por hijo del Sol.
Rol de los elementos naturales en la religión incaica
Para los incas, la conexión con el mundo natural que les rodeaba era de primera importancia, pues gracias a ella obtenían el alimento y los recursos necesarios para la vida. En muchos casos, estos elementos naturales eran divinizados o reverenciados como lugares sagrados en los cuales habitaban las deidades, como es el caso de las cumbres de las montañas (apu), cuevas (huacas), montes (orcos), fuentes (pucyu) y cielos (huacha pacha), y de algunos animales como el jaguar, emblema por excelencia del predador excepcional. En consecuencia, los elementos de la naturaleza eran concebidos con géneros, sea masculino, sea femenino, y luego adoptados como dioses.
Así mismo, la naturaleza les marcaba el ritmo del calendario agrícola, y a través de las estrellas algunos de sus adivinos se decían capaces de entrever el futuro.
Es necesario resaltar igualmente la importancia que la ciudad del Cuzco tenía para los incas, pues era considerada por ellos como el ombligo del mundo (usnu), el altar consagrado a los dioses en que se combinaban armónicamente los elementos arquitectónicos, religiosos y paisajísticos idóneos al culto religioso y al desarrollo de la civilización.
Rol de los ancestros en la religión incaica
El culto a los ancestros tenía un papel de primera importancia dentro de la religión de los incas. De hecho, para ellos la muerte de una persona no significaba la pérdida de la esencia vital, sino que en cierto modo, la realidad física continuaba en tanto cuanto se preservasen las apariencias corpóreas. Es por ello que el proceso de momificación era aplicado con frecuencia para prevenir la corrupción de los restos del difunto, y de esta manera permitirle continuar su viaje hacia el más allá.
Es significativo también el hallazgo de restos de comida, utensilios de servicio y huesos de mujeres dentro de las tumbas de los incas, lo cual podría indicar que sus familiares y súbditos les dejaban estas cosas y enterraban con él a estas personas para que pudiera realizar su viaje al otro mundo con mayor facilidad.
Además de esto, los difuntos podían influir favorablemente en la vida de los vivos, y eran símbolo de unidad entre los diversos ayllu. Las momias familiares se convertían así en símbolos de unidad político–religiosa dentro del mismo clan o ayllu, por lo que llegaban a ser protectores de la comunidad.
A causa de esto los indios realizaban procesiones durante las fiestas más importantes, en las que sacaban en andas la momia del ancestro fundador del ayllu al que pertenecían. Estas momias de los "tatarabuelos" eran para sus descendientes un símbolo icónico del ayllu, una especie de tótem que era para ellos muy importante, tanto, que si un ejército enemigo llegaba a apoderarse de la momia, toda la comunidad quedaba sometida a este grupo invasor.
Ritos y sacrificios en la religión incaica
La religión de los incas preveía un grande y variado número de rituales y sacrificios, los cuales eran realizados tanto a nivel individual como comunitario en diversos templos y lugares sagrados extendidos a lo largo del imperio.
Para comprender mejor este segmento, es necesario explicar primero el concepto de huaca. Con este término quechua los incas designaban todo aquello que tenía relación con lo sagrado. De esta manera, huaca significaba en primer lugar los lugares santos, pero también las divinidades, los antepasados, los animales, los espíritus venerados, e incluso podía significar un rey viviente aliado o vecino, que a su muerte se transformaría en momia para su posterior veneración. En general, huaca era todo aquello que de una manera u otra conectaba a los andinos con su religión y que les manifestaba la sacralidad del mundo que les rodeaba.
Así, las huacas eran los lugares en que los sacerdotes pronunciaban nuevas profecías, nuevos oráculos y augurios que se iban pasando de boca en boca por las cuatro regiones (suyos) del Tahuantinsuyo, y por lo general eran lugares de sepultura o huacas de gran belleza natural, llamadas adoratorios.
En las fiestas del imperio, que eran abundantes, tomaban parte activa todos los pobladores, y en ellas se realizaban diversos ritos religiosos, como el de dar de beber chicha a la Pacha mama (Madre Tierra) antes que a todos, libación que se realizaba derramando un poco en el suelo antes de que ellos pudiesen tomarla. Esto se hacía con el fin de complacer a la deidad y que ella no se enojara.
Los sacrificios animales en honor de las divinidades eran también abundantes, y por lo general iban acompañados de regalos, tales como textiles, coca, chicha y flores. Por lo general, los animales sacrificados, provenían del ganado doméstico, prefiriendo sobre todo llamas blancas y de género masculino, aunque también se sacrificaban antas, cuyes, perros y otros animales.
En muchos casos los sacrificios eran ofrecidos como propiciación hacia los dioses, para pedir favores y evitar calamidades, y en algunos casos incluso como expiación por los propios pecados, como es el caso del runa, término con el que se designaba al cordero expiatorio sacrificado como víctima en lugar de los hombres.
Los datos que se poseen con respecto a sacrificios humanos por parte de los incas son bastante inciertos. Algunos afirman que niños pequeños eran sacrificados cuando un nuevo inca subía al trono o se enfermaba gravemente, mientras que otros lo niegan rotundamente, como es el caso del Inca Garcilaso de la Vega, quien afirma que en un pueblo que tenía como ley sagrada respetar la vida de los demás, el asesinato de sus niños sería un crimen inconcebible. Para él el error de los otros historiadores es de tipo lingüístico, al traducir el término quechua wawa con niño, mientras que este término expresa en primer lugar la idea de un animal recién nacido, y no necesariamente la de un niño de la especie humana.
Otra tradición interesante se recoge en la Relación del origen y gobierno de los incas, en la cual el autor describe la importancia del concepto de pecado personal dentro de la religión incaica (denominado hocha en quechua). Para los indios, el pecado tenía desastrosos efectos a nivel comunitario, pues podían acarrear sequías o heladas en toda la región. Para poder purificarse de sus pecados, cada individuo debía acusarse personalmente ante uno de los confesores designados por el Willaq umu, el sacerdote principal del imperio, quien tenía la facultad de perdonarle luego de imponerle una penitencia de reparación.
Ministros y religiosos de la religión incaica
Los ministros sagrados de la religión incaica eran de diversos tipos, de acuerdo con la jerarquía en la que se hallaban y la función social que les correspondía.
El más importante entre ellos era el Willaq umu (el que tiene la palabra), escogido por los amautas, o sabios del imperio. A este sacerdote le correspondía nombrar los diversos ministros para el Tahuantinsuyo y presidrir las principales funciones religiosas. De acuerdo con la Relación de las costumbres antiguas de los naturales del Pirú, tanto este como todos los ministros principales eran célibes, dedicados exclusivamente a las funciones religiosas.
Además del Willaq umu, el imperio contaba con varios adivinos, a quienes se les encargaba de leer el futuro a través del vuelo de las aves y de la lectura de los intestinos de los animales. Los confesores para el imperio eran nombrados entre estos adivinos, quienes estaban obligados a guardar el secreto de confesión bajo pena de muerte.
También existían un grupo numeroso de hechiceros, quienes se ocupaban de servir en el templo, preparando las víctivas e inmolando los sacrificios. A estos se les conocía con el nombre de Pishtaco o Nakaq, que quiere decir decapitar o degollar enquechua, en función a su labor de disponer las víctimas para el sacrificio.
Otras tradiciones cuentan que entre los incas también habían religiosos y religiosas consagrados a las divinidades, quienes vivían en comunidad y llevaban vidas de pobreza, castidad y obediencia, y cuya función era orar públicamente y participar activamente en las funciones religiosas. Las más famosas entre estas eran las acllas, vírgenes consagradas al Sol también llamadas intip chinan o criadas del Sol. Estas eran escogidas entre las muchachas núbiles más hermosas de sangre noble, a las cuales se les proporcionaba una esmerada educación bajo el cuidado de una aclla experimentada, llamada Mama Cuna. Al concluir su formación, se permitía a las jóvenes escoger entre quedarse a servir al Sol, realizando algunas funciones sagradas, tales como alimentar el fuego sagrado (nina villca), y producir las cosas y la indumentaria del Inca, o casarse con alguno de los nobles.
INTEGRACIÓN- INTERPRETACIÓN DE LOS FENÓMENOS RELIGIOSOS EN LA CIVILIZACIÓN INCAICA
El análisis de los mitos de la creación del mundo y del origen hombre en la religión incaica arroja una primera clave de interpretación de su manera de ver el universo. Es bastante claro que para ellos tanto la tierra como su propia existencia no asumían un carácter absoluto, sino más bien contingente, al saber que su mundo era tan sólo un nivel más entre muchos otros, y que su vida dependía del capricho de unos dioses que podían eliminarlos tan sólo con quererlo. Con respecto a esto Lang afirma: "En el acto religioso el Divino debe ser siempre entendido como algo que supera a lo humano, incluso como algo superior a cuanto puede ser contenido en el mundo".
Por otra parte, el extenso uso de los mitos y leyendas expresa la necesidad del hombre de hallar una explicación lógica para algo que va más allá de su entendimiento, y que no logra entender a través de los recursos naturales que posee. Por ello busca satisfacer esta necesidad explicando la realidad con elementos religiosos, por medio de los cuales puede expresar mejor y comprender un poco más el misterio que sólo alcanza a entrever con la simple luz de la razón. Bajo este punto de vista, las siguientes palabras de Daniélou parecen haber sido escritas para explicar el mito inca:
Los mitos son sobre todo la experiencia de una determinada manifestación de Dios a través del cosmos. El hombre pagano es aquél al cual el mundo visible, la naturaleza, le habla de Dios; aquél para el cual el sol y su esplendor, el temporal y el terror que suscita, el rocío en cuanto símbolo de bendición son todos portadores de una cierta presencia de Dios.
Otro elemento que manifiesta claramente la concepción de lo sagrado para los incas es la forma en la que forjan a sus dioses. Para los andinos de antaño, estos son seres omnipotentes que se interesan directamente por ellos, dioses a los que hay que mantener contentos por medio de oraciones y sacrificios. En esto se muestra una postura de gran respeto hacia su religión y sus divinidades, que bordea en el temor servil de un esclavo hacia su señor.
La religión incaica presenta un marcado politeísmo en el que "una realidad dotada de los rasgos propios de lo divino, … , es representada por una multitud de figuras que encarnan la condición divina de esa realidad". Estos dioses incas, que no dependían para nada de los humanos, tenían poder para intervenir en las vidas de sus súbditos sin miramientos a limitaciones espacio-temporales, y estaban dotados de un significado existencial para el hombre; en este sentido, cada deidad podía responder a una necesidad específica del individuo.
En este sentido, los sacrificios ofrecidos por los incas a sus dioses eran para ellos un medio de comunicación no verbal con las divinidades, a través de los cuales los adoraban, les daban gracias, les pedían gracias y hacían expiación por sus pecados. Refiriendo las palabras del P. Bravo al sacrificio incaico, se puede afirmar que para ellos "el sacrificio resumía en sí mismo toda la relación del hombre con lo sagrado y el reconocimiento de su grandeza", y al mismo tiempo por medio de la oración, los indios experimentaban el nexo de dependencia y la necesidad vital de relacionarse con lo sagrado.
Por su parte, recurriendo a los ritos, los incas buscaban actualizar sus mitos y creencias, es decir, conectar su religión con la vida diaria por medio de gestos, cantos, palabras, posturas, alimentos, y sobre todo, por medio de una participación consciente en estas actividades llenas de símbolos religiosos. Por medio de estas acciones, los incas procuraban "dar valor ontológico a todo lo que hacían, insiriéndolo en el universo del ser, de la realidad, es decir, de lo sagrado".
Para los indios de la región andina la religión no era simplemente un componente más en sus vidas, sino que representaba el elemento central de ella. La religiosidad era su modo de ver el mundo y de interpretar la realidad que les circundaba. No es una casualidad que para los incas, quienes dependían de la agricultura y de la caza para sustentarse, sus dioses fuesen tomados precisamente de aquellos elementos naturales que les eran más indispensables.
Es importante notar que la mayoría de las veces los dioses incaicos coincidían con elementos de la naturaleza que afectaban directamente al hombre, ya sea por el temor que les infundían (como es el caso de Illapa, dios del trueno), ya sea porque dependían de estos recursos para subsistir (como es el caso de Inti, el dios Sol, o Pacha mama, la diosa de la tierra).
Por esto mismo, el mundo era concebido como un ser viviente que influía radicalmente en sus habitantes. Este mundo, que era capaz de alimentarles, dándoles buen clima y buenas cosechas, también podía destruirles con gran facilidad. Así lo experimentaban los incas en los terremotos, erupciones volcánicas y otros desastres naturales, tales como el fenómeno del Niño. En todo caso, la naturaleza debía ser respetada y reverenciada. En este sentido, Mosley afirma lo siguiente:
Los andinos interpretaban toda la realidad que les circundaba como un sagrado texto viviente rico de lugares y espacios venerables que conmemoraban un viaje a través del tiempo y del espacio, en el curso del cual la humanidad se había configurado en directa descendencia a partir de seres superiores.
Esta fuerza vital que animaba y representaba el doble espiritual de todo lo que existía era denominado camaquen por los incas. La concepción de la realidad como ser animado de origen divino manifiesta la trascendencia de lo sagrado sobre lo profano. Para los incas la divinidad envolvía el mundo, el cual solamente podía ser interpretado a partir de sus categorías religiosas.
Por otro lado, en el esmerado culto que los incas prodigaban a sus antepasados se puede evidenciar un deseo innato de inmortalidad y de trascendencia. El hombre andino no se conforma con ser un animal más entre muchos otros destinado a la muerte igual que ellos, sino que posee dentro de sí un anhelo de eternidad, una fe en una realidad trascendente que es común a todas las religiones.
Este deseo les impulsó a construir tumbas y a proveer a sus muertos para la vida futura. A pesar de que esta nueva vida les resultaba desconocida, la resurrección y la inmortalidad del alma fue afirmada por ellos acérrimamente a través de sus acciones. A causa de su religión, los incas interpretaban el tiempo y el espacio de un modo meta empírico, confiriéndoles un valor sagrado cargado de simbolismo.
Además de ello, el hecho de saber que eran descendientes de un ancestro común otorgaba a los indios un sentido de identidad y de solidaridad comunitario que les permitía acoplarse mejor al arduo mundo en que vivían. Es notable también la influencia que la religión inca tuvo en el ámbito político, pues muchos arqueólogos e historiadores concuerdan en identificar el sistema de gobierno inca con una estructura de carácter teocrático, en el cual los herederos de los dioses (en este caso los "hijos" del Sol) y los sacerdotes (kurakas) ejercían el poder político en virtud de su cualidad de ministros divinos. El hecho de hacer derivar sus poderes del ámbito religioso les daba enormes facultades en su gobierno, ya que nadie podía enfrentarse a su autoridad, pues estaba respaldada por las divinidades.
Otro aspecto que es necesario resaltar al buscar interpretar la religión incaica en la vida cotidiana de sus adeptos es el nexo que existía entre el orden religioso y el orden moral. Esta relación se deriva del hecho de que las ordenaciones a nivel moral y jurídico se asociaban casi instintivamente al culto, el cual se realizaba a escala social y tenía carácter absoluto para todos los miembros del imperio (hay que recordar que las leyes eran promulgadas por el inca, quien a su vez era venerado como un dios para ellos). Para los incas "el ser supremo… posee de ordinario como uno de sus atributos el de garantizar el orden moral en la comunidad".
CONCLUSIÓN
A lo largo de este trabajo se ha buscado exponer de modo sintético e interpretar metódicamente los elementos fundamentales de la religión de los incas, con el fin de llegar a una concepción satisfactoria de lo que el elemento de lo sagrado representaba para ellos.
Luego de analizar las manifestaciones concretas de su religión, se puede concluir que lo sagrado era para ellos una categoría que superaba infinitamente una visión meramente natural del mundo que habitaban. Lo sagrado representaba su modo de relacionarse con el mundo, de interpretar su propia existencia, de dar una explicación a lo que les sucedía, de dar sentido y profundidad a sus vidas.
A la luz de lo sagrado, las cosas se transfiguraban y lo meramente profano adquiría un sentido nuevo, ya que esta nueva realidad los ligaba con un mundo espiritual que les trascendía y del cual formaban parte desde el momento de su nacimiento. Los incas se daban cuenta de que esta realidad espiritual se manifestaba precisamente por medio del mundo que veían ante sus ojos, pero que al mismo tiempo este mundo espiritual era mucho más grande que el mundo material que veían.
Este es precisamente el sentido del título de este trabajo, la Hierofanía inca, que expresa la "manifestación de lo sagrado en y a través de lo profano". El pueblo incaico se daba cuenta de la "irrupción" de los dioses en su vida a través de las condiciones naturales, que sin perder sus propias características los introducían en el ámbito de lo sagrado. En palabras de Eliade, esta Hierofanía es:
La manifestación de algo "completamente diferente", de una realidad que no pertenece a nuestro mundo, en objetos que hacen parte integrante de nuestro mundo "natural", "profano".
Es el elemento sacro el que se hace camino en las vidas de este pueblo antiguo, introduciéndolos en un mundo espiritual que "se manifiesta a pesar de que permanecer escondido", permitiéndoles así atisbar exclusivamente sus manifestaciones a través de la creación, pero nunca revelándoseles íntegramente.







BIBLIOGRAFIA

Anónimo, Relación de las costumbres antiguas de los naturales del Pirú, en Crónicas Peruanas, Biblioteca de autores españoles, vol. 133, Ediciones Atlas, Madrid 1963
Bernand, C., Gli Incas, figli del Sole, Editoriale Libraria, Trieste, 1994
Bravo M., La ricerca di quello splendore, Ateneo Pontificio Regina Apostolorum - IF Press, Roma, 2011
Daniélou, J., Miti pagani, mistero cristiano, Arkeios, Roma, 1995
De Betanzos, J., Suma y narración de los Incas, en Crónicas Peruanas, Biblioteca de autores españoles, vol. 133, Ediciones Atlas, Madrid 1963
De la Vega, G., Comentarios reales de los Incas, en Obras del Inca Garcilaso de la Vega, Biblioteca de autores españoles, vol. 209, Ediciones Atlas, Madrid 1968
De Molina, C., Relación de muchas cosas acaescidas en el Perú, en Crónicas Peruanas, Biblioteca de autores españoles, vol. 133, Ediciones Atlas, Madrid 1963
De Santillán, H., Relación del origen, descendencia, política y gobierno de los Incas, en Crónicas Peruanas, Biblioteca de autores españoles, vol. 133, Ediciones Atlas, Madrid 1963
De Santillán, H., Relación del origen y gobierno de los Incas, en Crónicas Peruanas, Biblioteca de autores españoles, vol. 133, Ediciones Atlas, Madrid 1963
Dhavamony, M., Phenomenology of religion, PUG, Roma, 1973
Eliade M., Il sacro e il profano, Boringhieri, Torino, 19732
Lang A., Introduzione alla filosofia della religione, Morcelliana, Brescia, 1969



INDICE


Introducción………………………………………………………...…1
Fenomenología de la religión incaica…………………………………2
Cosmología incaica………..…………………………………….....2
Antropogonía incaica…………………………………………........3
Divinidades incaicas……………………………………………….3
Rol de los elementos naturales en la religión incaica……………...4
Rol de los ancestros en la religión incaica………………………....5
Ritos y sacrificios en la religión incaica………………………...…6
Ministros y religiosos de la religión incaica ………………………8
Integración- interpretación de los fenómenos religiosos en la civilización incaica…………………………………………………….9
Conclusión…………...……………………………………………….13




En el presente trabajo se empleará indistintamente el término inca en modo metonímico, es decir, empleando la valencia tanto de soberano individual del imperio como de súbditos y territorios bajo su jurisdicción.
Con respecto a este punto Velasco aclara: "La religión es una forma de la existencia humana que implica la intervención de todas sus dimensiones y de todos sus niveles" Cf. J. Velasco, Introducción a la fenomenología de la religión, Ediciones Cristiandad, Madrid, 19935, 203
Ibíd.
Este dato puede ser comparado con la teoría del agua como elemento primordial, origen de todas las cosas que existen, presentada por el filósofo griego Tales de Mileto (624-548ac.), quien también decía que al inicio la tierra flotaba sobre las aguas. Cf. Aristóteles. Metafísica. 983b6.
Cf. M. Moseley, L'impero Inca, Newton & Compton editori s.r.l., Roma, 2001, 70
Cf. J. De Betanzos, , Suma y narración de los Incas en Crónicas Peruanas, Biblioteca de autores españoles, vol. 209, Ediciones Atlas, Madrid 1968, 10
Cf. Anónimo, Relación de las costumbres antiguas de los naturales del Pirú, en Crónicas Peruanas, Biblioteca de autores españoles, vol. 209, Ediciones Atlas, Madrid 1968, 158
Ayllu es el término quechua empleado para expresar un núcleo de colectividad autónomo, el cual se enfocaba en la producción de sus alimentos y enseres y la reproducción de sus integrantes.
Nombre del imperio incaico que alude a su división geográfico-política. Literalmente significa "las cuatro regiones o divisiones".
Bebida fermentada a base de maíz que era muy popular en las fiestas incaicas.
Cf. C. Bernand, , Gli Incas, figli del Sole, Editoriale Libraria, Trieste, 1994, 34
Cf. G. De la Vega, , Comentarios reales de los Incas, en Obras del Inca Garcilaso de la Vega, Biblioteca de autores españoles, vol. 209, Ediciones Atlas, Madrid 1968, 54
Cf. H. De Santillán, , Relación del origen y gobierno de los Incas, en Crónicas Peruanas, Biblioteca de autores españoles, vol. 133, Ediciones Atlas, Madrid 1963, 113

Cf. Anónimo, Relación de las costumbres … 161
El Inca Garcilaso de la Vega dedica al tema de las acllas o vírgenes del Sol seis capítulos íntegros. Cf. De la Vega, G., Comentarios reales… 121-126
A. Lang, Introduzione alla filosofia della religione, Morcelliana, Brescia, 1969, 75. La traducción es mía.
J. Daniélou, Miti pagani, mistero cristiano, Arkeios, Roma, 1995, 13. Tanto la traducción como el énfasis son míos.
J. Velasco, Introducción a la fenomenología… 217
Cf. M. Dhavamony, Phenomenology of religion, PUG, Roma, 1973, 207
M. Bravo, La ricerca di quello splendore, Ateneo Pontificio Regina Apostolorum - IF Press, Roma, 2011, 122
M. Bravo, La ricerca di quello splendore… 114
Moseley, M. L'impero Inca... 70. La traducción es mía.
M. Bravo, La ricerca di quello splendore… 68
Para mayor comprensión de este aspecto se recomienda la lectura del segmento dedicado a las expresiones de la actitud religiosa en el nivel de la acción. Cf. J. Velasco, Introducción a la fenomenología… 158
J. Velasco, Introducción a la fenomenología… 162
M. Bravo, La ricerca di quello splendore… 94
M. Eliade, Il sacro e il profano, Boringhieri, Torino, 19732, 14
M. Bravo, La ricerca di quello splendore… 93
16


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