Haya de la torre

June 23, 2017 | Autor: F. Najarro Rimari | Categoría: Politica Peruana
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Descripción

haya de la torre

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LIBRO

“No todos los apristas aceptaron la equivocada política de ‘convivencia’”, precisa Chang.

Haya de la Torre entra en Trujillo durante la campaña electoral de 1931. Acababa de retornar al Perú después de ocho años de destierro dictado por Augusto B. Leguía.

1919: presidente de la Federación de Estudiantes del Perú.

Biografía con datos polémicos y fotos inéditas.

Violinista temprano, Haya de la Torre aparece, a los diez años de edad, en el centro de la escena. Su madre, doña Zoila María de la Victoria y de las Mercedes Rosa Francisca de Paula de la Torre y de Cárdenas (así eran de largos muchos nombres de la época), es la que toca la guitarra. Eugenio Chang escribe que ella y el padre de Haya, Raúl Edmundo Haya y de Cárdenas, pertenecían “a familias aristocráticas venidas a menos”. En su juventud trujillana, el futuro político practicó natación, equitación, boxeo y esgrima. A San Marcos ingresó en 1917. En el segundo semestre viajó al Cusco, como secretario del Prefecto César González, que había sido prefecto de Trujillo en 1911-1912.

Reaparición de Haya

E

UGENIO Chang Rodríguez –trujillano, aprista y profesor universitario en Estados Unidos– acaba de publicar una biografía de Víctor Raúl Haya de la Torre que aporta, junto con datos conocidos, elementos nuevos para el debate en estos días de globalización, neoliberalismo y gobierno de Alan García. Se enriquece con fotos nuevas de los archivos de Alberto Vera La Rosa y Tito Agüero.

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asistentes emprendieron una marcha por el jirón Azángaro. A la altura de la calle de los Huérfanos fueron repelidos a balazos: de resultas murieron el estudiante Manuel Alarcón Vidalón y el obrero tranviario Salomón Ponce. Basadre me contó la conmoción que le causó esa noche ver salir del jirón de la Unión a Haya de la Torre, solo, pálido, gritando: “¡el quinto mandamiento: no matar! ¡El quinto, no matar!”. Un segundo episodio trágico ocurrió el 24 de octubre de 1923, cuando Haya de la Torre y José Carlos Mariátegui fueron apresados. La Federación Obrera Regional Peruana acordó un paro, declarado ilegal, por supuesto. En el pueblo textil de Vitarte la protesta produjo dos muertes a manos de la fuerza pública: la de Santos Lévano y de Moisés Calderón. Años de combate, sacrificio e ideas convirtieron al Apra en un gran partido de masas. Imposible abarcar en este breve apunte todo el contenido del libro comentado, que ha sido impreso por el Fondo Editorial del Gongreso. Dos tramos invitan a la polémica: el refe-

“Años de combate, sacrificio e ideas convirtieron al Apra en un gran partido de masas”. Nadador asiduo, en Huacachina, años 20. Al lado, en Munich poco antes de retornar.

1920: en el Regatas Lima. Abajo: hablando a obreros y estudiantes el 23 de mayo de 1923. Cerca de él, de perfil, Delfín Lévano.

En el núcleo central coloca Chang la biografía de Haya. Es una interesante rememoración de hechos como la aparición del grupo Norte, del que formaron parte Antenor Orrego y César Vallejo; la lucha por la reforma universitaria y la batalla contra la consagración del Perú al Corazón de Jesús, en el histórico 23 de mayo de 1923. Esta fue, en realidad, una maniobra del arzobispo Emilio Lisson tendente a avalar el propósito reeleccionista de Augusto Bernardino Leguía. La convocatoria a una asamblea para tratar el tema en ese centro de estudios apareció en La Crónica, firmada por Haya de la Torre, César Vallejo, Manuel Seoane, Jorge Basadre, Guillermo Hoyos Osores y Manuel Alarcón Vidalón. Luego de masiva asamblea, los 50

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rente a la convivencia apropradista (1956-1962). “No todos los apristas aceptaron la equivocada política de ‘convivencia’”, precisa Chang, a quien Haya había confiado su desencanto al respecto. Otro es el referente a la teoría aprista sobre el imperialismo, teoría cambiante que remata en la discutible tesis de la “ambivalencia” del imperialismo, que lleva a la convicción de que, por lo tanto, hay también una ambivalencia en el antiimperialismo del Apra. (César Lévano).



La juventud de su tiempo descubrió deportes que se practicaban sobre todo en equipo. CARETAS / MAYO 10, 2007

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