\"Hannibal\": la reformulación del horror

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Descripción

Dania Saliba Rodríguez Universitat Oberta de Catalunya Barcelona, noviembre de 2015

Hannibal La reformulación del horror “A Dios también debe gustarle matar. Después de todo, lo hace constantemente, ¿y no estamos todos nosotros creados a su semejanza?”1.

El primer asesino en serie de la ficción fue Henry Jekyll-Edward Hyde. A través de este personaje, Robert Louis Stevenson planteó la dicotomía entre el bien y el mal, entre lo animalístico y lo civilizado, entre lo aceptable y lo vergonzoso, que cohabita dentro de cada individuo. Esta duplicidad ha sido tradicionalmente demonizada y expuesta como algo contra lo que hay que luchar. Pero la Tercera Edad de Oro de la televisión -siempre cínica, desconfiada, y en crisis moral- la ha hecho regurgitar con un nuevo enfoque: no sólo nos ha hecho olvidar al héroe solar, ha convertido en protagonistas a aquellos que se le oponen en carácter, y ha dado primicia a la mitad del doppelgänger que disfruta matando. Hannibal Lecter, como personaje y como símbolo, es la cúspide de este proceso. La naturaleza del asesino Antes de que el doctor Lecter llegara a la pequeña pantalla, hubo otro criminal demente que hizo de las suyas en televisión: Dexter Morgan. Este psicópata encontró la manera de canalizar su deseo de dañar de un modo que le permitía seguir camuflado entre la sociedad y que aseguraba la supervivencia y simbiosis de su compleja identidad. Dexter mataba únicamente a otros criminales, y gracias a esta norma evitó ser sólo un villano, sin dualidades, habitado únicamente por el “Oscuro Pasajero”, y exiliado. Sedujo al espectador “a través de su calidad de

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FULLER, Bryan (11/04/2013).

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víctima, de vigilante social y de buen padre y hermano”2. Así pues, Dexter fue la primera ficción televisiva que buscó la empatía del público hacia el homicida en serie. Y “empatía” es la palabra clave: es el gran don de Will Graham, y es lo que buscamos desesperadamente los espectadores cuando establecemos relaciones de amor-odio con personajes como Hannibal. Esto surge de una necesidad de entender -a veces incluso de justificar- al asesino. Es una tendencia que la televisión actual explota de manera sistemática: el vínculo semi-incestuoso entre Norman y Norma (Bates Motel), las injusticias cometidas contra Twisty el payaso (American Horror Story: Freak Show), “los exgirlfriend issues” del carismático Paul Spector (The Fall), o la tormentosa relación entre Lizzie Borden y sus padres (The Lizzie Borden Chronicles). Incluso en Pretty Little Liars se asocian los crímenes de A, es decir, CeCe Drake, al odio que recibió por parte de su familia cuando salió del armario como transexual. En definitiva, lo que todos estos personajes tienen en común es que son “outsiders” con carencias sociales que han derivado en problemas mentales, y lo que se busca con la construcción de su “background” traumático es que el espectador no se sienta totalmente cómodo en ninguna posición moral respecto a ellos. De este modo, se subvierte el papel aleccionador y defensor del status quo que tradicionalmente había tenido la figura del “otro”. El caso de Hannibal resulta especialmente interesante porque el atractivo que ejerce -hacia los que le rodean y hacia el espectador- es más sibilino, y bebe de la gallardía particular del personaje más que de un contexto emotivo. Sabemos que la raíz de su locura es un trauma infantil causado por una pérdida familiar despiadada, pero esta información nos viene dada por los libros y las películas, no por la propia serie. Hannibal es elegante e inteligente, un hombre que domina todo tipo de disciplinas, incluida la del engaño, y aunque podemos sospechar que su obsesión por convertir a personas indignas en objetos instructivos -dando importancia a la transformación y al mensaje que el acto de matar conlleva- proviene de una herida pasada, esto resulta secundario. Hannibal Lecter es sugerente y tentador por su esencia malvada, por su don para la manipulación. No en vano, podemos decir que

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CRISÓSTOMO, Gálvez Raquel (julio 2014: 41-43).

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él “es también un caníbal psicológico”3: consume a los que le rodean y los controla para que exterioricen sus problemas de acuerdo con su cosmovisión. Y ésta es convertir la crueldad humana en un “peep show”. El espectáculo de la muerte “Para que esto fuera canibalismo tú y yo tendríamos que ser iguales”4, dice Hannibal a Abel Gideon mientras se lo come. El doctor Lecter está convencido de que los humanos son seres mezquinos y patéticos, predispuestos a hacer el mal, pero sin la dignidad de convertir esta capacidad en arte por sí mismos. Para nosotros, en cambio, él es un monstruo, un fallo de la naturaleza, un freak al que tememos pero que sin embargo no podemos evitar observar. Nos sentimos atraídos por Hannibal con una curiosidad malsana, tapándonos los ojos con dedos entreabiertos, por la misma razón que de pequeños nos horrorizaba la carnicería de un grupo de hormigas sobre un cuerpo animal pero no podíamos dejar de mirar. Lo anómalo repele y agrada porque es una experiencia fuera de lo habitual. En este sentido, hemos de entender Hannibal como una serie que se aprovecha del horror, más que del terror, para atraer a su público. No causa sudores fríos, nudos en el estómago ni un pulso desbocado, si no que versa en un malestar seductor, de sorpresa, de manifestación de aquello que supera los lindes según los cuales habíamos concebido la realidad. Desafía “nuestras convenciones morales, estéticas y sociales, […] para instalarnos en una visión del mundo que puede discutirse en cuanto a su legitimidad, pero no a su posibilidad”5. Es una “delectatio morbosa”6, es neo-televisión en estado puro: la “irrupción de contenidos inauditos, que buscan el impacto, son factor de desequilibrio, con desplazamiento de los límites de lo representable”7.

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BLANCO, Lucio (2006: 227-228).

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FULLER, Bryan (04/06/2015).

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CAPELLO, Giancarlo (2011).

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CRISÓSTOMO, Gálvez Raquel (24/06/2015).

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IMBERT, Gérard (2005).

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Así pues, la serie confronta al público con determinadas acciones sin que medie un filtro moral. A diferencia del “slasher”, en el que partimos del punto de vista de la víctima, en Hannibal asistimos a los crímenes y al proceso del ejecutor como testigos directos de una performance salvaje. De hecho, el doctor Lecter demuestra a menudo que concibe sus crímenes y maquinaciones como una forma de arte. Para él, una muerte bien orquestada, con consecuencias interesantes y una presentación con motivo, resulta la cúspide de la maestría. Hannibal es metódico, estudia y planifica el crimen de manera obsesiva, se apropia de un modus operandi hasta llevarlo a la perfección, y el sadismo que emplea “no es el fin en sí mismo, sino el medio para conseguir enmendar algo que considera errado, para cumplir la misión que cree le ha sido encomendada”8. Para él, matar es algo equiparable a la Lacrimosa o a un Fedelino, y la razón por la que se obsesiona con Will es que lo ve como el único capaz de apreciar su talento. “Esto es todo lo que quería para nosotros”, le dice cuando acaban de matar juntos al Dragón Rojo; “es precioso”9, le responde Will, antes de lanzarse juntos al vacío. Y sí, inquietantemente, lo es. Y es que esta voluntad artística lleva el esteticismo de la serie a su máxima expresión: la fotografía es preciosista, las escenas de crímenes son de una plasticidad y un lirismo poéticos, el diseño musical es inquietante y estridente, y los escenarios se despliegan como una exteriorización de la psique de los personajes, “a menudo en tonos opacos y saturados”10. Incluso la presentación formal de la comida resulta de un manierismo impecable. Hannibal se convierte, pues, en una sucesión de planos barrocos y situaciones agresivamente hipnóticas. Así lo declara el creador de la serie: “quiero poner a la audiencia en la situación del asesino, que no cree que lo que está haciendo sea feo. […] Quiero dificultarles que despeguen la vista del horror convirtiendo el horror en algo bonito”11. En cierto modo, esta artificialidad es lo que hace posible su visionado, porque invita a lo que se llama

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CAPELLO, Giancarlo (2011).

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FULLER, Bryan (29(08/2015).

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CRISÓSTOMO, Gálvez Raquel (julio 2015: 161-162).

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THURM, Eric (03/06/2015).

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“una distancia estética”12, entendida como un punto medio entre la experiencia objetiva y subjetiva, es decir, un consumo de la ficción lo suficientemente cercano como para apreciar lo que estamos viendo, pero con la conciencia y el alejamiento convenientes para no salir dando gritos. Así pues, el horror “queda cubierto por un velo de sofisticación que no puede ser retirado”13: el dandy de Hannibal no hace “snuff”, sino que tapa sus crímenes bajo rituales en la cocina, propios de un chef gourmet, que sirven para apaciguar la angustia ante el cuerpo sacrificado. Además de algo voyeur, el espectador de Hannibal ha de ser un “sujeto televisivo”14, ha de mirar la serie de manera activa para no perderse entre sus diversas capas diegéticas: las reconstrucciones de crímenes y las alucinaciones de Will, la realidad que Hannibal instaura en su cabeza, la -falta de- percepción de Jack Crawford y de Alanna Bloom, los flashbacks, los flashforwards, las escenas a medias y las mentiras… llega un punto en el que todas estas dimensiones se entremezclan y se hacen difíciles de discernir, de manera que se invita a poner en duda la veracidad de lo que se ve. En este sentido, Hannibal es televisión autoconsciente, de “estética operativa”15, en la que la mecánica narrativa tiene más importancia que el contenido propiamente dicho. Es la “crisis de lo real”, es “el fin la historia”16. Las elucubraciones que comporta este tipo de visionado y el hecho de que Hannibal forme parte de un universo mayor -integrado por las novelas de Thomas Harris y sus diversas adaptaciones cinematográficas- son la causa de la perdurabilidad de la serie, teniendo en cuenta que su audiencia jamás fue estratosférica. Su estructura narrativa forma parte de una “política de compromiso”17, es decir, de la forma en la que influye a sus espectadores para que ejerzan prácticas de recepción que la beneficien comercialmente. Así pues, Hannibal concentra a un público fiel, los “fannibals”, implicados en la creación de todo tipo de textos online que terminan 12

MCATEER, John (sin fecha).

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CRISÓSTOMO, Gálvez Raquel (julio 2015: 163).

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IMBERT, Gérard (2005).

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BRINKER, Felix (03/10/2014: 3).

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IMBERT, Gérard (2005).

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BRINKER, Felix (03/10/2014: 1).

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siendo promocionales. Dicho de otra manera: el relato complejo llama al análisis y a la creación de nuevos contenidos que se expanden, otorgan popularidad a la serie y dan una imagen de base receptiva sólida a la network. “Ese es su diseño”. Hannibal Lecter, como Jack el Destripador o el conde Drácula, se ha convertido en una de las grandes figuras del imaginario colectivo del horror. Así pues, por mucho que lo matemos, volverá tarde o temprano, con un rostro distinto y un acento más o menos marcado, pero igual de inteligente y pérfido. Bien lo saben Bedelia Du Maurier y su pierna.

Webgrafía CAPELLO, Giancarlo (2011). “El héroe como demonio. A propóstio de los asesinos en serie de la fición televisiva”. En La mirada de Telemo, 6. Consultada por última vez el 27/1172015. http://revistas.pucp.edu.pe/index.php/ lamiradadetelemo/article/view/3528/3408 CRISÓSTOMO, Gálvez Raquel (24/06/2015). “Hannibal cocina de nuevo”. En Serializados. Consultada por última vez el 27/11/2015. http:// www.serielizados.com/dixit/hannibal-cocina-de-nuevo-final-mads-mikkelsenfannibal-save/ IMBERT, Gérard (2005). “Nuevas formas televisivas. El transformismo televisivo o la crisis de lo real (de lo informe a lo deforme)”. En Telos: Cuadernos de comunicación e innovación, 62.

Consultada por última vez el 27/11/2015.

https://telos.fundaciontelefonica.com/telos/ articulocuaderno.asp@idarticulo=2&rev=62.htm MCATEER, John (sin fecha). “Psychopaths, Aesthetes, and Gourmands: What Hannibal Has to Teach us about Consuming Art”. En Academia. edu. Consultada por última vez el 29/11/2015. https://www.academia.edu/10710422/ Psychopaths_Aesthetes_and_Gourmands_What_Hannibal_Has_to_Teach_Us _about_Consuming_Art

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THURM, Eric (03/06/2015). “Hannibal showrunner: ‘We are not making television. We are making a pretentious art film from the 80s’”. En The Guardian. Consultada por última vez el 29/11/2015. http://www.theguardian.com/tv-andradio/2015/jun/03/hannibal-tv-showrunner-bryan-fuller Bibliografía BRINKER, Felix (03/10/2014). “NBC’s Hannibal and the Politics of Serial Engagement”. En Transgressive Television: Politics, Crime and Citizenship in 21st-Century American TV Series. Universidad de Viena. CRISÓSTOMO, Gálvez Raquel (julio 2014). “Dr. Lecter y Mr. Dexter Morgan: mutaciones del héroe postclásico en la ficción televisiva”. En Área Abierta. Universitat Internacional de Catalunya. Pp. 36 - 52. CRISÓSTOMO, Gálvez Raquel (julio 2015). “Apetito por lo horrible: lo bello y siniestro en Hannibal”. En La representación del horror: semiótica, estética y estudios culturales. Ápeiron Ediciones. Madrid. Pp. 156 - 167 Episodios citados FULLER, Bryan (creador y guionista). (11/04/2013). “Amuse-Bouche”. Hannibal. Estados Unidos. NBC. FULLER, Bryan (creador y guionista). (04/06/2015). “Antipasto”. Hannibal. Estados Unidos. NBC. FULLER, Bryan (creador y guionista). (29/08/2015). “The Wrath of the Lamb”. Hannibal. Estados Unidos. NBC. Series mencionadas American Horror Story (FX, 2011 - en curso) Bates Motel (A&E Network, 2013 - en curso) Dexter (Showtime, 2006 - 2013) Hannibal (NBC, 2013 - 2015) Pretty Little Liars (ABC Family, 2010 - en curso)

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The Fall (BBC Two, 2013 - en curso) The Lizzie Borden Chronicles (Lifetime, 2015)

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