Hallazgos escultóricos en la colonia romana de Libisosa (Lezuza, Albacete)

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Descripción

JOSÉ MIGUEL NOGUERA CELDRÁN ELENA CONDE GUERRI Editores científicos

ESCULTURA ROMANA EN HISPANIA V

MURCIA 2008

ESCULTURA ROMANA EN HISPANIA, V Actas de la reunión internacional celebrada en Murcia del 9 al 11 de noviembre de 2005 Fundación Cajamurcia – Centro Cultural Las Claras Universidad de Murcia – Facultad de Letras Organizan

Patrocinan

Editores científicos José Miguel Noguera Celdrán Elena Conde Guerri Comité organizador Presidente: José Miguel Noguera Celdrán Secretaria: Maravillas Pérez Moya Vocales: Elena Conde Guerri y Pascual Martínez Ortiz Comité científico Luis Baena del Alcázar, Universidad de Málaga José Beltrán Fortes, Universidad de Sevilla Elena Conde Guerri, Universidad de Murcia Eva Koppel, Universidad Autónoma de Barcelona Pilar León Alonso, Universidad Pablo de Olavide de Sevilla Trinidad Nogales Basarrate, Museo Nacional de Arte Romano de Mérida Sebastián F. Ramallo Asensio, Universidad de Murcia Isabel Rodà de Llanza, Universidad Autónoma de Barcelona Pedro Rodríguez Oliva, Universidad de Málaga José Miguel Noguera Celdrán, Universidad de Murcia Coordinación general Maravillas Pérez Moya Dirección General de Bellas Artes y Bienes Culturales Región de Murcia Coordinación editorial Begoña Soler Huertas, Universidad de Murcia El volumen Escultura Romana en Hispania V se enmarca en el proyecto de investigación BHA 2002-01845, financiado por la Dirección General de Investigación del Ministerio de Ciencia y Tecnología, cofinanciado con fondos FEDER. Reservados todos los derechos. Queda prohibido reproducir, almacenar en sistemas de recuperación de la información y transmitir alguna parte de esta publicación, cualquiera que sea el medio empleado (electrónico, mecánico, fotocopia, grabación…) sin el permiso previo de los titulares de la propiedad intelectual. © De los textos y las ilustraciones: sus autores © De esta edición: TABVLARIVM C/ Manfredi, 6, entlo.; 30001 Murcia (España) Tlf.: 868 940 433 / Fax: 868 940 429 [email protected] ISBN: 978-84-95815-14-9 Depósito Legal: MU-2383-2008 Impreso en España / Printed in Spain

Índice PRESENTACIONES PEDRO ALBERTO CRUZ SÁNCHEZ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13 JOSÉ ANTONIO COBACHO GÓMEZ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15 CARLOS EGEA KRAUEL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17 INTRODUCCIÓN JOSÉ MIGUEL NOGUERA CELDRÁN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19 CONFERENCIAS INVITADAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27 L’AULA DEL COLOSSO NEL FORO DI AUGUSTO: ARCHITETTURA E DECORAZIONE SCULTOREA . 29 LUCREZIA UNGARO

LA POLICROMIA DELLE STATUE ANTICHE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65 PAOLO LIVERANI

TOMOGRAFÍA DE LA ESCULTURA ANTIGUA SEGÚN EL ERUDITO Y ACADÉMICO FRANCÉS CONDE DE CLARAC (†1847) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87 ELENA CONDE GUERRI

ARGUMENTOS GENERALES Y COLECCIONISMO MODERNO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 113 RETRATOS IMPERIALES DE HISPANIA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 115 JOSÉ ANTONIO GARRIGUET MATA

LAS ESTATUAS FEMENINAS EN HISPANIA: CONSIDERACIONES ACERCA DEL CONCEPTO DE CIUDADANÍA VISTO A TRAVÉS DE LOS SIGNOS EXTERNOS

. . . . . . . . . . . . 149

CARMEN MARCKS

CULTI ORIENTALI IN SPAGNA: ALCUNE OSSERVAZIONI ICONOGRAFICHE. . . . . . . . . . . . . . . 163 BEATRICE CACCIOTTI

LOS RETRATOS IMPERIALES DE TORTOSA (TARRAGONA): ¿COPIAS DEL RENACIMIENTO? . . . . 187 EVA MARÍA KOPPEL

IMITACIONES Y FALSIFICACIONES DE SARCÓFAGOS ROMANOS EN LA PENÍNSULA IBÉRICA. . . . 209 MARKUS TRUNK

TARRACONENSE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 221 EL PRIMER HORIZONTE DE ESCULTURA CELTÍBERO-ROMANA EN LA MESETA: LAS ESTELAS DE GUERREROS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 223 JOSÉ ANTONIO ABÁSOLO ÁLVAREZ

LOS JULIO-CLAUDIOS EN BILBILIS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 235 MARÍA LUISA CANCELA RAMÍREZ DE ARELLANO Y MANUEL MARTÍN-BUENO

LA ESCULTURA FUNERARIA TARDORROMANA DE LA PROVINCIA DE TOLEDO: NUEVAS APORTACIONES PARA SU ESTUDIO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 247 SERGIO VIDAL ÁLVAREZ

EL PROGRAMA ESCULTÓRICO DEL FORO DE SEGOBRIGA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 283 JOSÉ MIGUEL NOGUERA, JUAN MANUEL ABASCAL Y ROSARIO CEBRIÁN LOS ALTARES MONUMENTALES CON PULVINI DEL NORDESTE PENINSULAR . . . . . . . . . . . . . . 345 MONTSERRAT CLAVERIA

LA DECORACIÓN ESCULTÓRICA EN LOS MONUMENTOS FUNERARIOS ROMANOS DEL ÁREA VALENCIANA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 397 JOSÉ LUIS JIMÉNEZ SALVADOR

LA PEQUEÑA ESCULTURA EN BRONCE DE ÉPOCA IMPERIAL EN EL PAÍS VALENCIANO . . . . . . 425 FERRÁN ARASA I GIL

UN FRAGMENTO DE ESTATUA MONUMENTAL DE BRONCE DE LUCENTUM . . . . . . . . . . . . . 457 MANUEL OLCINA DOMÉNECH

HALLAZGOS ESCULTÓRICOS EN LA COLONIA ROMANA DE LIBISOSA (LEZUZA, ALBACETE) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 481 ANTONIO M. POVEDA NAVARRO, JOSÉ UROZ SÁEZ Y F. JAVIER MUÑOZ BÉTICA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 499 ESCULTURAS ROMANAS DE CONOBARIA (LAS CABEZAS DE SAN JUAN) Y VRSO (OSUNA). LA ADOPCIÓN DEL MÁRMOL EN LOS PROGRAMAS ESTATUARIOS DE DOS CIUDADES DE LA BAETICA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 501 JOSÉ BELTRÁN FORTES

TRABAJOS PREPARATORIOS PARA LA ELABORACIÓN DEL C.S.I.R. DEL SUR DE ESPAÑA . . . . . 545 LUIS BAENA DEL ALCÁZAR

LAS ESCULTURAS ROMANAS DEL MUSEO LORINGIANO DE MÁLAGA. HISTORIA DE LA COLECCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 565 PEDRO RODRÍGUEZ OLIVA

ESCULTURAS DE VRSO (OSUNA, SEVILLA) CONOCIDAS POR REFERENCIAS LITERARIAS Y OTRAS INTERPRETACIONES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 643 ISABEL LÓPEZ GARCÍA

LUSITANIA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 653 PROGRAMAS DECORATIVOS PÚBLICOS DE LUSITANIA: AUGUSTA EMERITA COMO PARADIGMA EN ALGUNOS EJEMPLOS PROVINCIALES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 655 TRINIDAD NOGALES BASARRATE Y LUÍS JORGE GONÇALVES

LA CARIÁTIDE DE SÃO MIGUEL DA MOTA Y SU RELACIÓN CON LAS CARIÁTIDES DE MÉRIDA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 697 THOMAS G. SCHATTNER, CARLOS FABIÃO Y AMÍLCAR GUERRA RESÚMENES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 731 RELACIÓN DE AUTORES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 745

Hallazgos escultóricos en la colonia romana de Libisosa (Lezuza, Albacete)

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Antonio M. Poveda Navarro José Uroz Sáez Universidad de Alicante Francisco Javier Muñoz Ojeda

I. LA CIUDAD DE LIBISOSA La ciudad romana de Libisosa, ubicada frente al actual municipio albaceteño de Lezuza, era poco conocida hasta el decenio precedente. Las noticias proporcionadas por las fuentes literarias (Amador de los Ríos, 1912, p. 661-700; Sanz, 1989; Alonso de Requena, 1647) no son abundantes: Ptolomeo (II, 6, 58) la inscribe entre las poblaciones oretanas, Plinio el Viejo (NH, III, 25) la define colonia Libisosana cognomine Foroaugustana, con derecho itálico. Su mención en todas las fuentes viarias (Roldán Hervás, 1975; Sillières, 1977, p. 31-83; id., 1982, p. 247-257; id., 1990; id., 1999, p. 239-250; id., 2003, p. 265-281) conocidas (Vasos de Vicarello; Itinerario de Antonino 446, 11; Anónimo de Rávena IV, 44; 313, 14) evidencian la privilegiada situación geográfica de la ciudad, que constituyó una causa importante de su desarrollo económico. La comarca que le rodea cuenta con los recursos necesarios para la explotación ganadera: abundancia de agua y pastos, así como salinas en la Pinilla. Además, el territorio se ve atravesado por los más importantes caminos ganaderos de la Antigüedad, que ponen en comunicación la Alta Andalucía con Valencia (el Camino de Aníbal o vía Heraclea) y la Mancha con la costa del sureste. El control de las rutas ganaderas constituyó un factor clave en la riqueza de Libisosa, y a ello también contribuyó la salida de minerales por las mismas vías que se dirigían hacia el sureste y el Levante, permitiendo que las explotaciones mineras de la Oretania alcanzaran los puertos de embarque del Mediterráneo.

1 La presente comunicación se realiza en el marco del proyecto de investigación BHA2002-03795 (Modelos romanos de integración territorial en el sur de Hispania Citerior) del Ministerio de Educación y Ciencia. Las excavaciones arqueológicas que desde 1996 viene realizando el equipo dirigido por José Uroz Sáez y Antonio M. Poveda Navarro en Libisosa cuentan con la colaboración y la financiación de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, a través de diferentes organismos públicos: la Dirección General de Patrimonio y Museos, el Ayuntamiento de Lezuza, la Diputación de Albacete. Asimismo, hay que destacar también la participación del INEM-SEPECAM, de la Fundación SACAM y de la Universidad de Alicante (Proyecto Ciudad y territorio).

ESCULTURA ROMANA EN HISPANIA V, 2008, p. 481-497

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Antonio M. Poveda Navarro, José Uroz Sáez y Francisco Javier Muñoz Ojeda

Las excavaciones arqueológicas que venimos realizando desde 1996 están constatando la existencia de un oppidum indígena desde la primera época ibérica, que se convertirá en el principal beneficiario del control de los recursos y de las vías de la región, organizando y jerarquizando el territorio circundante (Uroz Saéz – Poveda – Márquez, e.p.), teniendo como límites por el sur el oppidum de La Piedra de Peña Rubia, en Elche de la Sierra (López – Jordán – Soria, 1992, p. 52), y por el este el de Saltigi, en Chinchilla (Corchado, 1969; Roldán Hervás, 1975; Sillières, 1977; id., 1982, p. 247-257; id., 1999, p. 239-250; id., 2003, p. 265-281; Soria, 2002, p. 137-144). No se han planteado todavía unos límites precisos en el norte y en el oeste, que no obstante no pueden estar mucho más allá de las tierras de Villarrobledo y de las Lagunas de Ruidera, respectivamente. El impacto producido por la llegada romana impulsará el desarrollo económico de Libisosa, favorecida por su ubicación geográfica, especialmente desde el siglo II a.C., como se ha documentado sobre todo en su sector septentrional (Uroz Sáez – Márquez, 2002, p. 239-244; Uroz Sáez – Poveda – Márquez, 2006, p. 173-184; Uroz Sáez – Poveda – Muñoz – Uroz Rodríguez, 2007), donde las excavaciones han exhumado los restos de una barriada iberorromana compuesta por un conjunto de departamentos con una funcionalidad preferentemente doméstica y artesanal, enmarcados por dos tramos de calles con orientación norte-sur, repletos de un numerosísimo y variado material, indígena y de importación, bien conservado (Uroz Sáez – Poveda – Márquez, e.p.), que nos ilustra sobre diversos aspectos de la vida de una comunidad oretana bajo el dominio de Roma, en una etapa de su proceso de romanización que podríamos calificar de temprana. Este sector del yacimiento fue arrasado para levantar sobre él un recinto amurallado de 3 m de anchura, que defiende la parte más elevada del cerro. Los últimos materiales de importación nos presentan un arco temporal entre el 100 y la mitad de los años setenta, antes del cambio de Era, vinculando la drástica modificación urbanística con las guerras sertorianas (Uroz Sáez – Márquez, 2002; Uroz Sáez – Poveda – Márquez, 2006). En los últimos años del siglo I a.C. el oppidum indígena recibió la consideración de forum (Poveda, 2002, p. 5-38), siguiendo el modelo ensayado por Roma en Italia desde hacía tiempo, y que en Hispania servirá para la gestión de amplios territorios rurales, centralizando la actividad comercial en zonas poco urbanizadas, pero con excelente ubicación geográfica, como es el caso. Más tarde, este enclave se transforma, en los primeros momentos del gobierno de Tiberio, en colonia romana, Libisosa Foroaugustana, a la que se le dota del ius italicum (Plinio, NH III, 25). A lo largo del reinado de Tiberio la ciudad ve surgir un importante conjunto de edificaciones públicas en la vertiente oriental del cerro; junto a su punto más elevado se emplaza el foro, con la plaza porticada, la curia, la basílica, una cisterna, lugares destinados al culto, así como diversos restos escultóricos de togados, inscripciones, basas de columna y capiteles. Este conjunto monumental forense será remodelado (fines del siglo I-inicios del siglo II d.C.), y posteriormente entrará en decadencia (Uroz Sáez – Molina – Poveda, 2002; Uroz Sáez – Molina – Poveda – Márquez, 2004; Muñoz Ojeda, 2004, p. 553-557) y posteriormente abandonado. En un área contigua al foro han sido localizados restos de, al menos, dos domus construidas también a inicios del Imperio.

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II. PRECEDENTES Algunos materiales hallados en el yacimiento, a lo largo del tiempo, ayudaban a perfilar la imagen de una notable colonia romana. Ateniéndonos a las esculturas, objeto de esta Reunión, hay que recordar la cabeza femenina en mármol, de casi 20 cm de altura (lám. 1), que se conserva prácticamente en su totalidad, salvo la nariz, mentón, cuello, y zonas laterales inferiores de ambas mejillas. En la superficie se pueden apreciar concreciones oscuras concentradas en pómulos y en la parte lateral derecha del peinado, así como en la parte posterior entre los cabellos. En la parte superior observamos que el pelo se divide a partir de un largo surco que atraviesa toda la cabeza a modo de raya central que va desde la nuca hasta la frente; este elemento sirve de eje articulador para dos grandes bandas de mechones ondulados y sinuosos que dan lugar a la altura de las sienes a varias filas de rizos acaracolados realizados mediante el empleo del trepano. Este mismo motivo se repite a lo largo de toda la frente de modo lineal, pero a diferencia de los anteriores, ahora son de menor tamaño, circulares y completamente cerrados, dejando al descubierto sólo el tercio inferior de la frente. Los globos oculares, arcos superciliares y párpados son claramente distinguibles. En cuanto a la nariz es corta y ancha, habiendo desaparecido en gran parte. De la boca apenas se aprecian sus rasgos generales, con labios pequeños, poco carnosos y las comisuras elaboradas muy sumariamente, dibujándose un rictus severo. Las mejillas son amplias y bien modeladas, conservándose toda la derecha y dos tercios de la izquierda. En la parte posterior de la cabeza, sobre la nuca, se encuentran sendos mechones, muy degradados, que cierran el peinado y que debían de caer sobre la espalda a modo de tirabuzones. Todavía se pueden apreciar los arranques de dos colas o trenzas. Por último, bajo los rizos del peinado se aprecian los lóbulos de las orejas. Tras su aparición, fue publicada por A. Beltrán (1951), que la identificó con Iulia Agrippina Minor, la hermana de Calígula, madre de Nerón y esposa de Claudio. La pieza, depositada en el Museo Arqueológico de Albacete, ha sido reestudiada por otros autores (García y Bellido, 1961-1962; Trillmich, 1982; Roldán Gómez, 1987; Sanz et alii, 1992) y, recientemente, Noguera (1994, p. 91-95), manteniendo la datación claudiana, que postulaba la posibilidad de un retrato de una dama privada de la elite libisosana que tendría como referente estilístico los modelos de dicha emperatriz. También conviene recordar en esta sede una inscripción, que se conserva todavía (lám. 2 a-b), en condiciones de riesgo, en un ángulo exterior de la Casa de la Tercia, junto a la iglesia del municipio, conocida desde hace tiempo (CIL II 3224; Vives n.º 1133; Abascal, 1990, p. 4344), y que contiene una dedicatoria a Marco Aurelio, fechada entre 166 y 167, que le ofrecen los colonos de Libisosa. La lápida, siguiendo el relato de Ambrosio de Morales de 1574, la publicó en 1647 el bachiller Alonso de Requena, presbítero nacido en Lezuza, quien comenta que apareció en unión de una estatua de mármol junto a la ermita de Nuestra Señora Luz de Ana. La piedra se utilizó durante algún tiempo de basa en el claustro de la iglesia parroquial (en donde también se guardaba la estatua), y con posterioridad fue empotrada en su ubicación actual. Ceán Bermúdez (1832, p. 86), que la transcribe, comenta que había sido trasladada a Alcaraz, cosa que niega Amador de los Ríos (1912, p. 676). Desconocemos el paradero actual de dicha escultura, que Amador (1912, p. 676-680) ya declara perdida, desaparecida en su opinión como consecuencia de las obras de ampliación, en el siglo XVIII, de la parroquia, momento en el que también se recortó la piedra de la inscripción, que perdió algunas letras.

Lámina 1. Retrato de dama privada, conservado en el Museo de Albacete (fot. Equipo de Lezuza).

a

Lámina 2. Bloque con inscripción conservado en la fachada de la Casa de la Tercia de Lezuza (a-b) (fot. Equipo de Lezuza). b

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III. HALLAZGOS RECIENTES Las excavaciones arqueológicas que nuestro equipo de investigación viene realizando desde 1996 en este yacimiento han exhumado estructuras que corresponden al oppidum oretano, a la ciudad romana, y otros de época medieval. Prácticamente en la parte más alta del sector nordeste del cerro, al pie del castillo medieval, se conserva el foro de la colonia, con su entrada principal orientada al este, el edificio de la basílica situado al oeste de la plaza, y el de la curia al sur. En torno a la basílica, en estratos de amortización del edificio, han sido hallados los restos de las siguientes esculturas. III.1. Cabezas III.1.1.: cabeza de 32 cm de altura por 21 cm de anchura (n.º inv. LB-25.911), que conserva en buen estado toda la parte posterior y lateral, pero que ha perdido el rostro y el cuello (lám. 3 a-b). Presenta el típico remolino de mechones en forma de estrella en la coronilla, y la caida de otros mechones en hileras concéntricas, apreciando trazos sinuosos pero muy estilizados hasta alcanzar la nuca. El tratamiento plástico del mechón es en plano y a bisel, jugando de este modo con el claro-oscuro del relieve. Se conserva parcialmente la oreja izquierda, estando muy deteriorado el lóbulo. Estratigráficamente, obviamente, no puede datarse, pero estilísticamente tiene paralelos con piezas de época de Tiberio, sin poder atribuirla a un personaje concreto. III.1.2.: fragmento inferior de una cabeza, 20 cm de altura por 13 cm de anchura (n.º inv. LB-18.960), conservándose la parte frontal del cuello y el pedúnculo semi-labrado (lám. 4). El trabajo del cuello permite observar la musculación lateral que une la parte baja de la mandíbula con la base del cuello. La parte inferior de la pieza se ensancha a modo de pedúnculo para poderlo así encajar dentro de la oquedad que tendría el cuerpo receptor en su parte superior. III.2. Extremidades III.2.1.: mano derecha fragmentada por el extremo de la muñeca y con todos los dedos seccionados. Dimensiones: 19 cm de largo y 13 cm de ancho. N.º inv. LB-48.690 (lám. 5 a-b). La superficie de la pieza aparece pulida, pero no se aprecia un labrado detallado de la anatomía muscular o de las venas. La flexión digital y su cincelado interdigital muestran una gran naturalidad en el movimiento de la mano que parece asir algún elemento, dejando ligeramente adelantados los dedos índice y medio sobre el anular y el meñique, mientras que el pulgar aparece totalmente flexionado hacia la parte interna de la mano. El anverso muestra la amputación del dedo pulgar prácticamente desde su origen, mientras que el resto de dedos aparecen seccionados por la falange media. La palma de la mano aparece semilabrada, alisada en la zona central, dejando un hueco rebajado de sección cuadrangular, mientras que en el extremo opuesto al pulgar se puede observar un apéndice roto desde su base de forma trapezoidal. III.2.2.: otra mano derecha, n.º inv. LB-64.015 (lám. 6 a-b), fragmentada por el extremo de la muñeca (8,5 cm en su zona más estrecha y 7 cm de largo hasta su unión con la mano) y

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Lámina 3. Fragmento de cabeza masculina, procedente de los estratos de amortización de la basílica del foro de Lezuza (a-b) (fots. Equipo de Lezuza).

a

Lámina 4. Fragmento de cuello de una cabeza, procedente de los estratos de amortización de la basílica del foro de Lezuza (fot. Equipo de Lezuza).

a

b Lámina 5. Mano derecha fragmentada, procedente de los estratos de amortización de la basílica del foro de Lezuza (a-b) (fots. Equipo de Lezuza).

b Lámina 6. Mano derecha fragmentada, procedente de los estratos de amortización de la basílica del foro de Lezuza (a-b) (fots. Equipo de Lezuza).

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conservándose el arranque de todos los dedos (3 cm de anchura en su unión con el nudillo) rotos en su unión con el nudillo, 15,5 cm de largo por 12 cm de ancho. La superficie de la pieza aparece pulida, pero no se aprecia un labrado detallado de la anatomía muscular o de las venas. No podemos discernir la posición de los dedos, al contrario de lo que ocurre con el otro fragmento de mano conservada, pero sí que se observa cómo el pulgar aparece totalmente flexionado hacia la parte interna de la mano (5 cm de anchura), situado éste en la parte derecha de la pieza. El anverso muestra la amputación del dedo pulgar prácticamente desde su origen, del mismo modo que el resto de dedos. La palma de la mano aparece semilabrada, alisada en la zona central, llegándose incluso a apreciar una de las marcas expresivas, en concreto la que arranca desde la parte superior del pulgar y recorre toda la palma. Al contrario de lo que sucede con la otra mano, no se observa ningún saliente o zona labrada en la palma. III.2.3.: fragmento de brazo de 44 por 15 cm (n.º inv. LB-53.777), de forma cilíndrica y flexionado en el extremo donde más aumenta su grosor, mientras que en el extremo opuesto aparece fraccionado (lám. 7 a). La superficie de la pieza se ve pulida, pero no se aprecia un labrado detallado de la anatomía muscular o de las venas. En el extremo donde la pieza aparece flexionada se aprecia claramente que el tratamiento superficial pasa a ser un basto cincelado, para acabar siendo rematado por una perforación de 2 cm de diámetro que debía permitir el anclaje de la pieza. En la unión de la parte flexionada con el fragmento más largo hay un rebaje que parece simular el hueco entre radio y cúbito en su unión con el codo. III.2.4.: fragmento de 10 por 10 cm (n.º inv.: LB-15.230), de sección circular y superficie pulida, observándose una flexión en la zona central de la pieza que le confiere un aspecto acodado; parece pertenecer a un brazo (lám. 7 b). III.2.5.: otro fragmento similar de posible brazo, aunque más pequeño, de 6 por 7 cm; n.º inv.: LB-15.160 (lám. 7 c). III.2.6.: fragmento de 12 por 6 cm (n.º inv. LB-11.464), de sección circular, fraccionado por la mitad y por uno de sus extremos, mientras que por el otro extremo aparece pulimentado, observándose una perforación de sección cuadrangular de 1,5 cm de anchura que atraviesa toda la pieza. Podría tratarse del arranque de la muñeca, puesto que en el extremo que aparece fraccionado lleva un ligero engrosamiento que podría ser el comienzo de la mano; la perforación de sección cuadrangular sería el hueco del perno que uniría la muñeca y mano con el brazo (lám. 7 d). III.2.7.: pequeño fragmento (7 x 2 cm), de forma cilíndrica, de un posible dedo de mano. N.º inv.: LB-8.496 (lám. 7 e). III.3. Fragmentos de toga III.3.1.: fragmento de 30 cm por 12 cm en su parte más ancha y 9 cm en su parte más estrecha; n.º inv. LB-16.366. Se observa un suave cincelado, insinuando tres pliegues en bajo relieve que parten del extremo más ancho de la pieza y están superpuestos de modo radial. Parece pertenecer a la parte superior del brazo, es decir, la zona comprendida entre el hombro y el codo, no conservándose éste. La esfericidad de la parte más ancha de la pieza nos hace pensar que estaría ligeramente exenta, como sucede a veces en el brazo derecho del cuerpo (lám. 8 a). III.3.2.: fragmento de 27 por 30 cm; n.º inv. LB-10.754. Hay tres pliegues de tendencia curva y de gran relieve que dibujan una especie de horquilla como las que se ven en la axila o en

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Lámina 7. Fragmentos de extremidades, procedentes de los estratos de amortización de la basílica del foro de Lezuza (a-e) (fots. Equipo de Lezuza).

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la parte inferior trasera de la escultura, aunque parece más bien de la primera debido al trabajo de la toga que le confiere un gran volumen (lám. 8 b). III.3.3.: fragmento de 14 por 11 cm; n.º inv. LB-14.632 (lám. 8 c). Se observan dos pliegues de superficie redondeada, concéntricos, que son interrumpidos de forma tangencial en uno de sus extremos por otro pliegue de superficie cóncava, con tendencia curva. Por su dirección, tratamiento y tamaño podría pertenecer a la zona del nudo del umbo. III.3.4.: fragmento de 18 por 14 cm; n.º inv. LB-18.853 (lám. 8 d). Aparecen cuatro pliegues perpendiculares a la rotura de otro pliegue que es longitudinal a aquéllos. Mientras que los primeros son paralelos entre sí y tienen una dirección longitudinal, el transversal parece tener una orientación curvilínea. Esta confrontación de pliegues se puede observar normalmente en la unión entre el balteus y el umbo. III.3.5.: fragmento de 20 por 9 cm (n.º inv. LB-11.101). La posición de estos dos grandes pliegues concéntricos con tendencia en V, así como el volumen que adquieren respecto a la superficie nos hace pensar que esta pieza pueda pertenecer al sinus (lám. 8 e). III.3.6.: fragmento de 10 por 8 cm, n.º inv. LB-11.101a (lám. 8 f) donde se pueden observar dos pliegues en forma de V. Este tipo de superposición de pliegues suele presentarse tanto en el escote de la figura como en la parte baja del umbo, en el nudo donde se une con el balteus. III.3.7.: fragmento de 20 por 12 cm (n.º inv. LB-11.101b), con un pliegue en forma de V con bastante relieve sobre otro pliegue poco pronunciado, contraste que se puede apreciar normalmente en la parte baja del sinus, en su caída sobre la pierna izquierda, que suele estar semiflexionada (lám. 8 g). III.3.8.: N.º inv. LB-11.183a; fragmento de 17 por 10 cm (lám. 8 h-i), que presenta en una de sus caras tres pliegues sin demasiado volumen, siendo el central el más profundo, que adquiere forma de garra; otra cara del fragmento está desbastada mediante un abujardado dándole una forma cóncava en cuyo centro se puede observar una perforación circular (1 cm de diámetro) que atraviesa en su grosor toda la pieza. Tanto la forma cóncava semilabrada, como la oquedad circular, nos hace pensar que el espacio descrito se realiza para engarzar otro fragmento perteneciente a la escultura. Por la forma que adquiere el pliegue de la toga sobre la oquedad pensamos que pueda ser el extremo del brazo derecho, donde se introduciría la mano sobre la que cae la toga. III.3.9.: fragmento de 23 por 13 cm (n.º inv. LB-11.183b), donde se observan tres pliegues de forma curvilínea, bifurcándose dos de ellos hacia la dirección opuesta del tercero. Debido al bajo relieve de los pliegues y las dos direcciones que coge la toga en el fragmento descrito creemos que pueden corresponder a dos zonas del cuerpo, bien la parte superior del brazo izquierdo o bien de la zona posterior del togado (lám. 9 a). III.3.10.: fragmento de 17 por 5 cm (n.º inv. LB-9.720), que destaca por el trabajo del trépano y el relieve de la pieza, presentando un pliegue con varias dobleces, con curvatura en uno de sus extremos. Esta parte sobresaldría notoriamente de la base, como sucede tanto en el sinus como en el nudo del umbo (lám. 9 b). III.3.11.: fragmento de 20 por 14 cm (n.º inv. LB-18.958), que lleva cinco pliegues longitudinales rotos en uno de sus extremos mientras en el extremo opuesto son interrumpidos por un pliegue o filete, que marca el final de la pieza y es perpendicular a los pliegues anteriores. El mal estado de conservación no permite apreciar el acabado final, pero la caída de los pliegues longitudinales y su posición nos hace pensar en la lacinia de la toga (lám. 9 c).

a b

e d

c

h f

i

g

Lámina 8. Fragmentos de toga, procedentes de los estratos de amortización de la basílica del foro de Lezuza (a-i) (fots. Equipo de Lezuza).

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III.3.12.: fragmento de 11 por 21 cm (n.º inv. LB-9.951), en el que se pueden observar hasta seis pliegues donde se combina la superficie cóncava y la convexa, con un ligero cincelado que no le proporciona gran relieve a la pieza. La disposición paralela de todos los pliegues y su escaso relieve hacen pensar en su ubicación en la parte trasera de la toga (lám. 9 d). III.3.13.: fragmento de 36 por 22 cm (n.º inv. LB-53.786), que presenta, al menos, tres anchos pliegues apenas insinuados, destacando el de más relieve por su volumen y movilidad, adquiriendo una forma curvilínea de final lanceolado. La disposición de los pliegues y su escaso relieve y tratamiento presuponen como zona idónea su localización en la parte trasera inferior del togado (lám. 9 e). III.3.14.: n.º inv. LB-18.960b. Fragmento (de 12 cm de largo por 7 cm de ancho) donde se observa un pliegue rectilíneo de superficie cóncava y con gran relieve, con la superficie lisa a ambas lados. Podría pertenecer a la parte inferior del sinus en su unión con la rodilla izquierda (lám. 9 f). III.4. Capsae o cestillas III.4.1.: capsa (32 cm de altura por 22 cm de anchura; n.º inv. LB-20.433) de forma cilíndrica cortada por el extremo que uniría con la parte baja de la escultura (lám. 10 a-c). La pieza está rematada por un listel saliente que recorre todo su contorno superior creando aquí una superficie plana, mientras que en la parte inferior se une a su base. A ambos extremos y a media altura de la pieza nace una cinta o vitta ligeramente insinuada por el cincel, que en su parte central remata a modo de horquilla con el listel superior, simulando de este modo una guirnalda decorativa. III.4.2.: fragmento de 13 por 6 cm (n.º inv. LB-20.433b), donde se puede observar en muy bajo relieve una cinta o vitta que va creciendo en grosor conforme se acerca a uno de los extremos de la pieza, mientras que en el lado opuesto enlaza con un elemento circular a modo de anilla. Parece parte de la guirnalda decorativa de una capsa (lám. 10 d). En la zona noreste del foro, a una veintena de metros de distancia de éste, dentro de sendos majanos modernos construidos en la pendiente del cerro como consecuencia de las labores agrícolas, han sido halladas estas dos cabezas. III.5. Cabezas III.5.1.: n.º inv. LB-28.345. Fragmento de cabeza de 15 cm de altura y 13,5 cm de anchura, en sus partes posterior y lateral izquierda, donde se observa el peinado en su zona superior y anterior, patilla, oreja y nuca. En la parte superior de la cabeza se aprecia el movimiento de los mechones largos que bajan hacia el cuello, bifurcándose a la altura de la oreja en dos horquillas superpuestas con las puntas mirando hacia fuera. Falta la oreja, conservándose únicamente la oquedad del pabellón auditivo. El estado de conservación de la pieza es mediocre, estando especialmente erosionado en sus zonas perimetrales. No obstante, a tenor de lo conservado, se puede incluir esta cabeza dentro de un arco cronológico tiberio-claudiano, sin poder atribuir la pieza a un personaje concreto (lám. 11). III.5.2.: fragmento de cabeza de 16 cm de altura por 15 cm de anchura (n.º inv. LB-28.350), que conserva su parte frontal superior, donde se observa el arranque del flequillo (9,2 cm de

b c

a

d

f

e Lámina 9. Fragmentos de toga, procedentes de los estratos de amortización de la basílica del foro de Lezuza (a-f) (fots. Equipo de Lezuza).

a

b

c

d

Lámina 10. Fragmentos de capsae, procedentes de los estratos de amortización de la basílica del foro de Lezuza (a-d) (fots. Equipo de Lezuza).

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altura), frente occipital (4 cm de altura) y los globos oculares (6 cm de anchura cada oquedad ocular). Presenta un peinado corto, con el contorno rectilíneo del flequillo y angulosidades marcadas a la altura de las sienes. En la zona central se distingue la presencia del típico elemento de cola de milano o tenacilla, que sirve de eje para articular el peinado hacia los lados de un modo totalmente simétrico. Se hace notar una ausencia de volumen y naturalidad en el tratamiento plástico del pelo, debido al trabajo de éste mediante incisiones para representar los mechones planos. En la zona occipital y ocular se pueden observar los rasgos del modelado seco y duro, algo que queda reflejado en los ojos, los párpados y las cejas de labrado fino. Los paralelos más próximos a la pieza podrían otorgarle una adscripción cronológica julio-claudia, especialmente entre el final de Augusto y el inicio del reinado de Claudio. Con la prudencia que sugiere el estado de conservación del fragmento, se podría afirmar que nos encontramos ante la representación de un príncipe julio-claudio muy próximo a las formas de representar a Augusto e incluso a Tiberio joven (lám. 12).

IV. CONCLUSIONES A falta de un posterior examen en laboratorio, la identificación visual de los fragmentos escultóricos descritos indica que (salvo el retrato tiberiano) están realizados en mármol blanco de cristal muy pequeño y sin ningún tipo de veteado, asociándolo a la variante blanco Carrara. Como es sabido, la veta de blanco Carrara es ya explotada, al menos, desde época augustea, pero específicamente por su tonalidad y granulometría sustituye como soporte escultórico al de Paros, que hasta el momento predominaba en la manufacturación de decoraciones plásticas. Es el mismo caso del mármol con venas azuladas de Luni, similar en morfología externa a los veteados del Asia Menor y con uso inicial para la realización de columnas y lastras decorativas, mientras que desde época tiberiana se diversifica su uso también para escultura (Bruno, 2002). Del conjunto aquí presentado destaca el conocido retrato femenino (lám. 1) ya sea de Agripina o de una pudiente local. Se trata de una obra realizada sobre mármol blanco, que quizá no pertenezca al mismo taller escultórico que el resto de piezas halladas en esta ciudad, pues mientras éstas muestran unas características formales muy canónicas según sus paralelos de Italia y otros lugares del Mediterráneo occidental y la piedra marmórea es semejante en todos ellos, extraida en las canteras de Luni (Carrara), esta cabeza femenina presenta un tratamiento claramente diverso respecto al resto de representaciones conocidas de este personaje, como por ejemplo los retratos de Milán, Parma, Porta Pia (Roma), Uffizi y Florencia. Si bien puede asociarsele al tipo Milán, muestra suficientes caracteres propios y específicos que permiten pensar, como han defendido Trillmich (1982, p. 109 y 116) y Noguera (1994, p. 91-95), que está confeccionada por un taller romano local. La cronología la distingue también del resto de esculturas de Libisosa, pues todos los especialistas coinciden en fecharla en época claudiana (Beltrán, 1951, p. 19-21; Noguera, 1994, p. 95), mientras que las halladas en nuestras excavaciones arqueológicas dan la impresión de ser de una fase tiberiana. Por último, se puede añadir que la cabeza de esta colonia viene a ratificar la buena acogida y abundante presencia de las representaciones de esta emperatriz en las provincias hispanas (León, 2001, p. 32 y 336), de las que con la de Lezuza proceden diez o quizás once esculturas (Denia, Milreu, Barcelona, Madrid, Toledo, Villalba, Mérida (2), Huelva y probablemente Peñas de San Pedro, en Albacete), y ello tanto en ámbitos urbanos como rurales.

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Lámina 11. Fragmento de cabeza masculina, hallado en la zona noreste del foro (fot. Equipo de Lezuza)

Lámina 12. Fragmento de cabeza masculina, hallada en la zona noreste del foro (fot. Equipo de Lezuza)

A la imagen tipificada del princeps ha de pertenecer la cabeza de escultura masculina de la que conservamos su parte superior frontal (lám. 12). La exigua conservación de esta obra de buena calidad, realizada muy probablemente en bardiglio lunense, impide una mejor identificación del personaje representado y la búsqueda de sus mejores paralelos iconográficos; no obstante se puede deducir que la imagen tiene una gran semejanza con representaciones tardías de Augusto, al final de su gobierno o ya en la época de Tiberio, o representaciones del propio Tiberio y de Germánico, pero también se trata de unos rasgos fisionómicos de los que se han considerado jóvenes julio-claudios. A pesar de todo, y sin ser exhaustivos, el tratamiento del flequillo, las cejas, párpados y globos oculares nos remiten a obras próximas de Hispania y de Italia, como por ejemplo el Tiberio juvenil del Cortijo del Tajo en Málaga (Rodríguez Oliva – Atencia, 1986, p. 5-25), las estatuas de Tiberio del Museo Chiaramonti del Vaticano (Hertel, 1982, lám. 45), el retrato de Nero Caesar de Tarragona (Koppel, 2000, p. 81-91), la estatua de C. Sulpicio Platorino del Museo Nazionale Romano (Taglietti, 1985, p. 508-510), el joven con toga del Museo Nazionale Romano (Talamo, 1979, p. 273-274), e incluso la representación hallada en Antequera de un Nero Germanici, que se fecha en época de Calígula (León, 2001, p. 280-285). Si bien son muchas las obras del territorio hispano que se asemejan al fragmento de cabeza de Libisosa, para el nuestro propondríamos una fecha tiberiana. De la gran cabeza hallada con claros indicios de haber sufrido una típica damnatio memoriae, por lo que falta por completo su rostro y parte frontal (lám. 3 a-b), sólo podemos deducir algunas cuestiones a partir de su peinado, de sus mechones traseros descendientes desde la coronilla hasta la nuca. Se trata de un retrato de dimensiones superiores al tamaño natural, con gran calidad en el diseño y tratamiento de los mechones, que según la descripción realizada más arriba podría encontrar muchos paralelos: sin ser exhaustivos y desconociendo su rostro, nos atrevemos a relacionar su peinado posterior con el de un retrato de Druso el Menor, hijo de Tiberio, procedente de Puente Genil (Córdoba), fechado en la época tardotiberiana (León, 2001, p. 276-279). Si nos atenemos a esta mínima aproximación cronotipológica, podríamos datar nuestra cabeza en momentos tiberianos. La otra parte de cabeza escultórica exiguamente conservada y con fuerte erosión (lám. 11), se corresponde también con una zona anatómica posterior y lateral izquierda, donde la forma

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y disposición de los mechones nos permite relacionar la obra con el ya citado retrato de Antequera, de Nero Germanici, coincidiendo especialmente en el diseño del peinado en la parte inmediatamente posterior a la oreja. La cabeza puede relacionarse genéricamente con representaciones de príncipes julio-claudios de época tiberiano-claudia. De los numerosos fragmentos de las diversas partes de un cuerpo togado (entre ellos, dos ejemplares de mano derecha) y de la identificación de, al menos, dos cestillas o capsae, de las típicas que aparecen junto a los pies de personajes romanos relacionados con magistrados locales, emerge que, al menos, son dos las esculturas togadas que se localizarían en la basílica de la colonia, cuya construcción impulsa Tiberio. En definitiva, con la excepción de la cabeza femenina, las esculturas romanas libisosanas son de ambiente forense, de exposición monumental, por tanto es segura su adscripción a un programa ornamental preestablecido, siguiendo la ideología imperante del momento, es decir, hacer lo más patentemente posible el culto imperial. Para ello se pudieron importar ciertas esculturas de Italia, al menos esto podría pensarse a partir del mármol empleado en dichas obras, mayoritariamente procedente de Luni. Por otro lado, parece existir una evidente homogeneidad cronológica respecto al momento en el que se decide ejecutar la implantación de ese programa ideológico y artístico, pues si bien el arco descrito por las dataciones de cada pieza abarca desde el inicio del gobierno de Tiberio hasta el de Claudio, se aprecia una tendencia a que sean obras de época de Tiberio, quien por otra parte parece ser el impulsor de la colonia, como ya hemos dicho en otras sedes.

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