Hacia la Mitad del Mundo: La Inmigración en el Ecuador

August 17, 2017 | Autor: Mila Moreno | Categoría: Humanities, Migration Studies, Ecuador, Migraciones, Humanidades
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UNIVERSIDAD DE NAVARRA GRADO DE HUMANIDADES TRABAJO DE FIN DE GRADO SINÓPTICO

HACIA LA MITAD DEL MUNDO: LA INMIGRACIÓN EN ECUADOR

Camila Isabel Moreno Tapia Dra. Carolina Montoro Gurich

Pamplona 10 de marzo de 2014

ÍNDICE 1.Introducción 2. Objetivos y Metodología 3.Contexto social y político del Ecuador receptor 3.1. Breve historia económica del Ecuador 3.2. Políticas migratorias 3.3. Cronología de las migraciones al Ecuador 4.Inmigración al Ecuador 4.1. Libaneses: La profunda huella del legado árabe en Ecuador 4.1.1. Antecedentes migratorios de la comunidad libanesa 4.1.2. Del agonizante imperio a la naciente república: razones de la salida del lugar de origen y la llegada a Ecuador 4.1.3. Los turcos de la bobelina: integración en la vida socioeconómica ecuatoriana 4.1.4. La herencia libanesa hoy en día 4.2. Colombianos: Buscando refugio en el vecino del sur 4.2.1: Antecedentes migratorios de la comunidad colombiana 4.2.2. De socios comerciales a solicitantes de refugio: la evolución de de la inmigración colombiana en Ecuador 4.2.3. Asentamiento y desarrollo en el desplazamiento forzoso 4.2.4. Rompiendo el silencio: Iniciativas para mejorar la situación de los refugiados 4.3. Cubanos: La pequeña Florida de los Andes

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4.3.1. Antecedentes migratorios de la comunidad cubana 4.3.2. Ecuador abierto: Por qué Ecuador 4.3.3. De la Revolución Cubana a la Revolución Ciudadana: Inserción de los cubanos en Ecuador. 4.3.4. La Florida: una parte de la isla en Quito 5. Comparación de los tres flujos migratorios en Ecuador 6.Conclusiones 7.Bibliografía

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1. Introducción La República del Ecuador es una de las naciones más pequeñas de América del Sur. Su reducida extensión y proximidad a países cuyo legado histórico y desarrollo socioeconómico han diluido sus fronteras lo han convertido en una pincelada más del retrato de las naciones andinas. El peso de la herencia histórica del imperio inca que llegó desde el sur y el complejo proceso evolutivo de la economía y sociedad en el norte, han acabado por opacar los rasgos más particulares de la identidad e historia ecuatoriana; esto ha provocado que hoy en día apenas se tenga una vaga idea sobre qué hace al Ecuador un país más allá de las características compartidas con el resto del continente. Considero que para un mayor acercamiento a los matices que distinguen al Ecuador de otros países hay que aproximarse a su realidad sociopolítica. Siendo esta realidad tan compleja y amplia, he decidido centrarme en las migraciones: un aspecto que, por su profunda vinculación con la política, el desarrollo económico y el impacto social en el país al que afecta, desvela varias conductas, medidas y por lo tanto características particulares de la sociedad que se pretende conocer. El Ecuador ha sido un país de tradición emigrante. La inestabilidad política y económica que afectó profundamente a América Latina a lo largo del siglo XX motivó a cientos de miles de ecuatorianos a salir del país y buscar fortuna primero en los Estados Unidos, y más tarde en Europa, con tal efecto que ahora la imagen del migrante es parte esencial de la idiosincrasia ecuatoriana. No obstante, Ecuador comparte con el resto de América el legado de una inmigración que llegó al continente entre los siglos XIX y XX, y que según su país de destino, influiría de una manera específica en la construcción de esas sociedades que en aquel entonces se hallaban en pleno crecimiento. La inmigración hacia la región ha sido fundamental en la conformación de la identidad latinoamericana. Casos como el de los italianos en Argentina han dejado una gran huella en la configuración de la población del país, llegando a adoptar como propias las tradiciones que estos inmigrantes trajeron consigo. El caso de España, motivado por conflictos políticos, ayudó a establecer fuertes conexiones con los países de destino, tomando como ejemplo destacado el de México, mientras que otros grupos

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inmigrantes fueron clave a la hora de ayudar en la construcción de la economía del país, como los trabajadores chinos en las minas de guano en Perú, como ejemplos más notorios. El fenómeno migratorio afectó a toda la región, y Ecuador no fue la excepción. En contraste con el caso argentino, mexicano y peruano, donde se evidencia el asentamiento predominante de una comunidad extranjera por encima de otros grupos de inmigrantes, el caso ecuatoriano salta a la vista por componerse de grupos pequeños provenientes de distintas regiones del globo: desde lugares tan lejanos como Líbano y China, hasta los vecinos colombianos, pasando por Cuba y Jamaica. Junto a esta variedad, otro rasgo destacado es que estas migraciones hacia Ecuador no se asientan en un solo momento histórico, al contrario, ocurren en distintos períodos y se han prolongado hasta hoy, siendo partícipes en la configuración del país en todos sus niveles. La llegada de migrantes desde Líbano, Siria y Palestina en el siglo XIX marcó la importancia del desarrollo del sector terciario; los jamaiquinos llegaron al país como mano de obra para el ferrocarril Quito-Guayaquil, una compleja obra que pretendía unir los Andes con el océano Pacífico, mientras que los chinos, víctimas de la segregación, llevan al país a considerar por primera vez una revisión y constitución de sus políticas migratorias. Los colombianos, en su intento de escapar del conflicto armado contra las FARC, han convertido al Ecuador en el país de América del Sur con mayor índice de refugiados, y la repentina entrada de cubanos a causa de las reformas migratorias ha sido un símbolo del cambio de sistema político en el gobierno y de sus relaciones con el exterior, a la par que la reciente inmigración española habla de una ampliación de oportunidades laborales y la inmigración de retirados norteamericanos presenta en Ecuador un espacio de acogida y bienestar a largo plazo. Es muy posible que la inmigración en Ecuador, al ser comparada con los flujos migratorios de otros países del continente, resulte poco llamativa por no presentar grandes cifras de inmigrantes; no obstante, la presencia extranjera ha sido una constante en la historia del Ecuador, y cada una de estas poblaciones ha dejado su huella en la cultura y la sociedad ecuatoriana, y en la actualidad, a través de sus relaciones con la población y el Estado ecuatoriano, siguen siendo indicadores de las cualidades del país al mismo tiempo que señalan los defectos e incoherencias que la república debería corregir. En resumen, el abanico de nacionalidades que ha llegado al país ha sido

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relevante porque mediante los distintos procesos de integración en el país ha aportado elementos a la construcción de la identidad ecuatoriana, una identidad que se fundamenta en la diversidad.

2. Objetivos y Metodología El objetivo principal de este trabajo es el aportar datos generales que ayuden a descubrir al Ecuador, marcado hoy en día por su condición de emisor de migrantes, como un país receptor. A través de una breve historia de los extranjeros que han visto en Ecuador una oportunidad de vivir conforme a sus ideales, de su temple ante los obstáculos impuestos y de cómo viven su presente, se aspira a distinguir al Ecuador más allá de su condición de pequeño país perdido entre los Andes, el Amazonas y el Pacífico. En este ensayo se propone una perspectiva que mira al Ecuador como una república que, aunque las cifras se pongan en su contra, ha estado siempre vinculada a la migración. Al hablar sobre los inmigrantes en el país, se está hablando de un Ecuador que a la par que expulsa a sus habitantes hacia otras regiones, también atrae a comunidades extranjeras, sin contar que también ha desempeñado la función de país de tránsito, señalando las profundas raíces de los flujos migratorios en la constitución del Ecuador. La herencia obtenida de las primeras migraciones hacia el país y las innovaciones que las movilizaciones más recientes exigen al Ecuador hablan de un país que también se moldea por su comunidad inmigrante y que por este impacto, merece ser estudiada. A través de la historia y comparación de las distintas comunidades inmigrantes dentro del país, se deja entrever las reacciones y posturas tomadas por el Estado ecuatoriano y su población, detalles que dan luz sobre los elementos más básicos de su estructura social y cultural. Pese a que un estudio sobre cada una de las comunidades inmigrantes en Ecuador sería el trabajo ideal, hay ciertos factores que impiden la realización de semejante proyecto. Por un lado, están las migraciones tradicionales, como la europea y la peruana, que pese a tener gran trayectoria, no serán mencionadas en este trabajo, puesto que los lazos culturales tan fuertes entre Ecuador y ambas regiones han hecho

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que su presencia casi se pase por alto por parte de la población ecuatoriana, sin contar que su constante movilización entre lugares de origen y destino no los convierte en comunidades tan consistentes y representativas. De otra parte, se hallan comunidades como la china o la jamaiquina, que si bien son casos muy interesantes por su singularidad, resultan muy oscuras a la hora de ser analizadas por falta de fuentes consistentes que registren su paso por la historia de las migraciones en Ecuador. Por todo lo explicado previamente, en este trabajo se va a hablar sobre todo de tres olas migratorias: la libanesa, la colombiana y la cubana, haciendo mayor hincapié en la inmigración libanesa, para proseguir con un análisis comparativo entre los tres casos. Se han seleccionado las tres comunidades por el gran peso de su presencia en el país y porque sus contextos de desarrollo son muy diferentes, lo que amplía la visión sobre los inmigrantes en Ecuador. Así mismo, se ha decidido tomar a la migración libanesa como punto de referencia porque sus procesos de salida, inserción y adaptación, además de ser de gran interés en sí mismos, guardan rasgos en común con las otras dos migraciones, mucho más recientes. El trabajo consiste en un breve resumen sobre el contexto histórico y económico del Ecuador, además de un acercamiento a la actualidad de las políticas migratorias a las que se atiene el país. En segundo lugar, un análisis cronológico de la llegada al Ecuador de las comunidades extranjeras más significativas, para saber en qué tiempo llegaron al país, cuáles fueron las causas principales de su movilización y cuál ha sido su huella en Ecuador. En el capítulo siguiente, se amplía la información sobre los casos de la migración libanesa, colombiana y cubana. Finalmente, antes de dar paso a las conclusiones, se procede a justificar la presencia de estas poblaciones en Ecuador a través de la comparación de los rasgos más definitorios de los tres casos estudiados. Para la realización de este trabajo se han utilizado exclusivamente fuentes secundarias. Si bien la mayor parte de recursos son artículos de revistas académicas, o libros especializados, también ha sido útil la información proveniente de artículos y crónicas de periódicos y revistas. Además de estas fuentes, se ha contado con la información obtenida de tesis magistrales como las de Balda Larrea (2008), Eguiguren (2009), Ortega Eraso (2010), Sáenz de Viteri (2012) y Rodas Siadé (2012). Otros

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recursos fundamentales han sido las páginas web oficiales de varias entidades, como la Cancillería del Colombia o la página oficial de la Organización Internacional de Migraciones (OIM) y del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), así como el blog personal del abogado Eleodoro Portocarrero Clark para conseguir información más específica sobre el desarrollo de la migración jamaiquina al Ecuador.

3. Contexto social y político del Ecuador receptor 3.1. Breve historia económica y social del Ecuador Como en casi todo el continente americano, tras la emancipación en Ecuador se inició un lento desarrollo económico centrado sobre todo en la actividad agraria. Desde finales del siglo XIX hasta la segunda década del siglo XX, Ecuador sustenta su economía en la producción y exportación de cacao hacia Estados Unidos y Europa, generando una fuerte dependencia de los mercados internacionales y la importación industrial. Los ingresos del país andino, basados en la producción exclusiva de un producto agrícola, hicieron que hasta después de las dos guerras mundiales la economía ecuatoriana fuese inestable y vulnerable. En la segunda mitad del siglo XX, ante la floreciente competencia africana en la producción de cacao, en Ecuador se apuesta por la producción de banano aprovechando las ventajas climáticas que el país ofrece en contraste con América Central, el principal productor de aquel entonces. Así, en 1952, Ecuador en ascenso meteórico se convirtió en el primer país exportador de banano a nivel mundial, manteniéndose a la cabeza de la producción de esta fruta hasta el día de hoy (Ledesma García, 2010:1-2). En 1970 se descubren yacimientos de petróleo en el país y se inicia una explotación de crudo manejada principalmente por empresas petroleras privadas hasta 1989, fecha en la que se crea la empresa estatal Petroecuador y se da comienzo al desarrollo de la industria nacional, el nuevo producto de exportación y su ingreso en la OPEP, de la que se retiró en 1993 y de la que ha vuelto a formar parte desde 2007, acelera el crecimiento de la economía del país. Hasta el 2013, en Ecuador el petróleo constituye el 54% del total de

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exportaciones realizadas, seguido del banano con un 9,6% (Osorio Luna, 2013) 1. El aporte de estos productos al desarrollo de la industria y de la maquinaria dentro del sector agrícola ha incentivado el crecimiento de áreas como la producción florícola y el sector camaronero, junto a una reciente recuperación de la industria cacaotera. Con la primera década del siglo XXI llegan varios cambios dentro de la economía mundial. En 2008, la crisis crediticia a causa del cierre de bancos tan importantes como Lehman Brothers condujo a Estados Unidos a una recesión que acabó en una crisis con efecto dominó sobre el resto del mundo, especialmente en las naciones más desarrolladas. Por otro lado, en ese mismo año, según un artículo del diario El Universo publicado en 2009, Ecuador registraba un crecimiento de su economía de un 6,52% (la cifra más alta desde el 2004, cuando alcanzó un 8%), desafiando no sólo a una recesión global, sino también a su condición vulnerable al ser una economía dolarizada y todavía basada en su riqueza agrícola, sin contar con que la exportación de petróleo y las remesas, pilares de su economía, fueron sectores tremendamente afectados. Dos años antes de la gran recesión, en Ecuador Rafael Correa ganaba las elecciones presidenciales y su partido, Alianza PAIS ocupaba la mayoría de escaños dentro del Congreso y la Asamblea Constituyente creada con el fin de elaborar una Constitución que reemplazara a la establecida en 1998. La llegada de Alianza PAIS supuso un cambio de régimen y la entrada a un sistema de ideología de izquierdas que proponía ideas para la gestión del país nunca antes consideradas. Las medidas tomadas por el Gobierno e ignoradas por los mandatos anteriores, de carácter neoliberal, permitieron que Ecuador mostrara resistencia ante una crisis de magnitud global. El implemento de estímulos fiscales con programas de asistencia para vivienda a hogares de ingresos bajos, la ampliación del Bono de Desarrollo Humano2, políticas monetarias con tasas de interés bajas, la ampliación de la liquidez al ordenar que los bancos mantuvieran el 45 % de sus reservas dentro del país y la aceleración de un plan 1

Las exportaciones del Ecuador 2013. Por productos, recuperado el 9 de marzo de 2014 en http://solocquenadacbyllunao.blogspot.com.es/2013/11/las-exportaciones-del-ecuador-2013-por.html 2 Beneficio monetario mensual a cargo del Ministerio de Inclusión Económica y Social recibido por los representantes de las familias que se encuentran por debajo de la línea de la pobreza en Ecuador y que cumplan con unos requisitos establecidos por el Ministerio.

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ya existente para el aumento del gasto público en educación logró la duplicación del PIB entre 2006 y 2009,

lo que provocó una caída de los índices de pobreza y

desempleo, así como un aumento de matriculados en educación básica y secundaria (Kozameh y Ray, 2012: 1-2). Si bien son avances poco significativos para naciones grandes, es necesario considerar que, como parte de un conjunto de países emergentes, ante la vertiginosa caída de economías fuertes y su efecto directo sobre países más pequeños, su resistencia y ascenso es un factor fundamental para el cambio de la perspectiva que se tiene de Ecuador, lo que amplía no sólo su atractivo como centro de inversiones, sino también como una buena propuesta de desarrollo laboral y social. 3.2. Políticas migratorias A la resistencia de la economía ecuatoriana ante la recesión se suman varios cambios en las políticas sociales del país. La “Revolución Ciudadana” instaurada por Alianza PAIS 3 vio necesario reformar las políticas migratorias, motivada por las complicaciones burocráticas entre Ecuador y los países de destino, que impedían gestionar temas como envíos de remesas, planes de retorno y proyectos de reunificación familiar. A este problema interno se sumó la ola de refugiados provenientes de Colombia, que en su huida de los conflictos armados entre el gobierno colombiano y las FARC, llegaban a Ecuador y se asentaban sin ningún tipo de regulación oficial. Estos motivos llevaron a que la Constitución recién formada tuviera en la sección tercera de su tercer capítulo una mención a la inclusión del extranjero, apelando a la ciudadanía universal y a la libre movilidad dentro del país, hecho inédito en la historia del Ecuador (Correa, 2012: 3-4.): “Art. 40.-

Se reconoce a las personas el derecho a migrar. No se

identificará ni se considerará a ningún ser humano como ilegal por su condición migratoria.”

(Constitución del Ecuador de 2008, Capítulo tercero, sección

tercera) Este artículo no sólo muestra el compromiso del Estado de salvaguardar los derechos de los ecuatorianos en el extranjero y de estimular del retorno, también 3

Proyecto cuyo objetivo es implantar el concepto político del socialismo del siglo XXI en el Ecuador a través de varios movimientos políticos, sociales y económicos.

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promete protección a las familias transnacionales y los derechos de sus miembros. El artículo 41 de la misma sección toca el tema de los refugiados y desplazados, manteniendo el principio de respeto y de defensa de los derechos humanos por encima de su condición migratoria: “Art. 41.- Se reconocen los derechos de asilo y refugio, de acuerdo con la ley y los instrumentos internacionales de derechos humanos. Las personas que se encuentren en condición de asilo o refugio gozarán de protección especial que garantice el pleno ejercicio de sus derechos. El Estado respetará y garantizará el principio de no devolución, además de la asistencia humanitaria y jurídica de emergencia. No se aplicará a las personas solicitantes de asilo o refugio sanciones penales por el hecho de su ingreso o de su permanencia en situación de irregularidad. El Estado, de manera excepcional y cuando las circunstancias lo ameriten, reconocerá a un colectivo el estatuto de refugiado, de acuerdo con la ley.” De igual manera, en el artículo siguiente enfatiza la protección y asistencia que el Estado se compromete a dar a los desplazados, garantizando servicios básicos, priorizando la atención a embarazadas, niños, ancianos y enfermos. Visto lo estipulado en los artículos 41 y 42 de la actual Constitución, se deduce que el Ecuador está consciente de su condición frente a los conflictos en su frontera norte, y toma una actitud solidaria con las víctimas del conflicto armado. De todas formas, la puesta en marcha de este plan no llega a la altura de los ideales plasmados en la Constitución, lo que obliga a cuestionar si las políticas migratorias y las entidades estatales a cargo de los inmigrantes tienen las herramientas idóneas para estar a la altura de lo declarado en la Constitución. La reciente Constitución da la impresión de que la inmigración al Ecuador es un fenómeno contemporáneo; no obstante, como país americano de histórica dependencia del primer mundo, desde el siglo XIX Ecuador cuenta con políticas aplicadas a la

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regulación de la entrada de extranjeros al país. En los datos recogidos por Jacques Ramírez (2012), las primeras normativas correspondientes a extranjería datan de 1886 y la segunda ley migratoria data de 1892. Ambas leyes especifican que los extranjeros dentro del país gozan de derechos civiles, pero no tienen derecho a participar en el acontecer político del Ecuador. Ambas leyes clasifican además a los inmigrantes en dos grupos: domiciliados y transeúntes, diferenciados sobre todo por los años de permanencia ininterrumpida dentro del país. Pese a que tanto la ley de 1886 como la de 1892 a grandes rasgos no hacen otra distinción más que la permanencia del extranjero dentro del país, guardan dentro de sí un legado que resalta por su aperturismo segmentado, es decir, una política que daba privilegios a los inmigrantes europeos o norteamericanos, mientras restringía e incluso prohibía la entrada a chinos y gitanos, actitud que se prolongaría hasta mediados del nuevo siglo (Ramírez, 2013: 10). En la primera mitad del siglo XX en Ecuador se crean instituciones destinadas al control de la actividad migratoria. En 1938 las políticas migratorias pasan a ser competencia del Ministerio de Policía, y en 1940 nace la Oficina de Estadísticas, ambas con el poder de expulsar a aquellos inmigrantes que no sean “beneficiosos” para el país. A estos controles internos se les suma la gran lista de requisitos solicitados por el consulado ecuatoriano en el país de origen de aquellos que deseasen entrar al Ecuador 4 y el derecho que se reservaba el país de admitir a extranjeros por su historial o por su nacionalidad. En la década de los sesenta, se decide hacer el primer censo de población extranjera del país, y en 1971 se establecen las leyes de Extranjería y Migración vigentes hasta el día de hoy (Ramírez, 2013: 10-12). Cambios de gran calado en la dinámica tradicional de las migraciones en Ecuador, tales como la preferencia de los emigrantes por Europa en lugar Estados Unidos como destino, el desplazamiento de colombianos, y la dolarización, que ha traído estabilidad económica y ha propiciado en Ecuador un espacio apto para posibilidades laborales (Araujo y Eguiguren, 2009: 3), obligan a renovar las políticas 4

Por la Constitución de 1938 se solicitaban certificados de conducta verificados por las autoridades locales, además de hacerse un seguimiento de la conducta laboral y personal del sujeto, obligado a pagar una multa en el caso de infringir las condiciones impuestas a su entrada.

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migratorias vigentes en el país. La Ley de Migración y Extranjería establecida en 1971 sigue una doctrina de seguridad nacional, destinada sobre todo a la reglamentación del estatus legal tanto de los inmigrantes como de los emigrantes, y que persiste hasta el día de hoy con la securitización de la frontera norte. Veintisiete años más tarde se escribe una nueva Constitución que, en primer lugar, reconoce la doble nacionalidad, y en segundo lugar, otorga el derecho al voto a los ecuatorianos residentes en el extranjero. En el año 2000 se crea la Dirección General de Apoyo a los Ecuatorianos en el Extranjero y la Subsecretaría de Asuntos Migratorios como instrumentos de regulación del Ministerio de Relaciones Exteriores; en este mismo año se endurecen las penas contra el tráfico ilegal de migrantes y se forja un acuerdo con España “relativo a la Regulación y Ordenación de los Flujos Migratorios” (Araujo y Eguiguren, 2009: 6). En el año 2007, se crea un órgano insigne del nuevo gobierno: la Secretaría Nacional del Migrante, cuyo propósito es gestionar la emigración ecuatoriana a través de la prestación de beneficios y asistencias que tienen de trasfondo el motivar el retorno de los ecuatorianos en el extranjero, tanto en un sentido físico como en la posibilidad de fortalecer los lazos entre lugares de origen y destino. Se empieza a dar importancia a las políticas inmigratorias y la atención al extranjero a partir del año 20035. Los primeros pasos que Ecuador da para cimentar las políticas referentes a inmigración se inician en 2004 a través de un proceso de regularización laboral para extranjeros, que tiene como obstáculo el corto alcance de cobertura de estos programas y su choque con otras medidas impuestas, como el aumento del coste de las visas de trabajo (Eguiguren, 2009: 62). Entre 2005 y 2007, con la creación de la Secretaría Nacional del Migrante (SENAMI) y la implantación del PLANEX 6 el Estado pretende formar parte activa en el desarrollo de la actividad migratoria del país, y aunque las políticas más sonadas se involucraban directamente con los emigrantes ecuatorianos, no dejan de lado a la inmigración, prestando atención a los desplazados y al compromiso de hacer valer sus derechos. Pese a este compromiso, Ecuador ha manejado el flujo inmigratorio con severas regulaciones aplicadas a la 5

En el año 2003 se observa una ampliación rápida y considerable de la población inmigrante, a la vez que se empiezan a vislumbrar los efectos del conflicto colombiano en el Ecuador, alterando desde la actividad y circulación fronteriza hasta los vínculos diplomáticos entre ambos países. 6 Plan Nacional de Política Exterior.

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cotidianidad, tales como el pedido de pasado policial en las fronteras, la restricción del tránsito civil en espacios de frontera, la complejización de los actos administrativos para la obtención de visas, e incluso la deportación arbitraria o la aplicación arbitraria de sanciones penales (Coalición por las Migraciones y Refugio, 2008, recogido en Eguiguren, 2009, pp. 62), actos que demuestran lo volátil del manejo de las inmigraciones por su reciente efecto en el país. En resumen, en este seguimiento cronológico se ve el perfil de Ecuador en las políticas migratorias, y en ellas una tendencia a fortalecer los vínculos con los emigrantes y a promover el desarrollo de las localidades de origen y destino a través del influjo social de la migración. Por otro lado, se ve que la posición del Ecuador ante los inmigrantes, pese a la apertura proclamada en la Constitución de 2008, ha sido la de defensa y

rigidez, pero sobre todo, la de diferenciación. Pese a que tanto la

Constitución como la Ley Migratoria actual no distinguen a los extranjeros por su procedencia o condición, su adaptación al medio es la que marca las diferencias. En Ecuador, el trato y los procedimientos que deben soportar algunos extranjeros son mucho menos complicados que los que han de asumir, por ejemplo, un inmigrante colombiano o cubano, trascendiendo de su condición de inmigrante para ser encasillados dentro de un estereotipo negativo que conduce a la segregación y a su difícil desarrollo dentro del país, tal como fue el caso de los chinos a inicios del siglo XX. Por todo esto, se puede decir que la postura de Ecuador ante la inmigración, hoy y siempre, ha sido ambivalente: en Ecuador existe la intención de abrir el país al mundo como estrategia de desarrollo y modernización pero, aún así, no acaba de desligarse de aspectos tan presentes en la cultura latinoamericana como son la estratificación social y el regionalismo, fenómenos que obstruyen la puesta en marcha de políticas que hablan de igualdad, solidaridad y acogida. 3.3. Cronología de las migraciones

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Los inmigrantes que llegaron al Ecuador se caracterizan por la diversidad de orígenes, al venir de Europa7, Oriente Medio y China, sin contar con los jamaiquinos contratados para la construcción del ferrocarril. Por otro lado, las relaciones con Colombia y Perú cuentan con una larga trayectoria motivada no sólo por la proximidad geográfica, sino también por su historia compartida en la época colonial, y en el caso de Colombia, por haber estado unidas como parte de una sola nación, la Gran Colombia. Este factor histórico ha hecho de las comunidades peruana y colombiana las más numerosas dentro del país; en un inicio la población peruana ha sido la más representativa dentro del Ecuador, pero los procesos históricos que han moldeado a la región han hecho que, hoy en día, la mayoría extranjera dentro del Ecuador sea de origen colombiano. La capital siempre ha sido el destino principal de la migración colombiana. Para 1906, en Quito se registraban 1.365 residentes extranjeros, conformando los colombianos un un 52,7% del total y dedicándose la mayoría a la actividad comercial (Ramírez, 2012: 24). Con el desarrollo del siglo, el flujo inmigratorio proveniente de Colombia no ha cesado y ha tenido una tendencia ascendente que también se ve influida por el cambio del perfil del inmigrante, que asume el papel de refugiado. La ola migratoria desde Colombia hacia Ecuador debido a los conflictos armados que asedian al país tiene fecha de inicio en el año 2000, y pese a que no se pueden tener datos exactos de cuántos colombianos residen hoy en Ecuador, dado el hecho de que muchos entran al país informalmente, se estima que hasta 2010 en Ecuador había un aproximado de 135.000 refugiados, convirtiéndose en el destino de refugio más importante de América Latina (Ortega García, 2010: 3). Tan sólo al comenzar el siglo XX la tradicional movilidad de la población entre Ecuador y Colombia se ve afectada por la intensificación de los conflictos armados en Colombia, entre paramilitares, el gobierno y la guerrilla. El notorio crecimiento de este conflicto llegó a afectar directamente a la población civil, que ve la salida del país como una solución ante la amenaza de la inseguridad y al Ecuador como un posible destino. Para 2009, según los registros de ACNUR, en América Latina existían 600.000 7

Esto también se explica por la importancia de la presencia de órdenes religiosas y sus misiones dentro del país, como los Salesianos provenientes de Italia, los Franciscanos españoles y las Hermanas de la Caridad, venidas de Francia. (Ramírez, J., 2012: 25)

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personas en condición de refugiados, de los cuales

un 76% era de nacionalidad

colombiana; así mismo, Venezuela y Ecuador se convierten en los países receptores con mayor población que potencialmente requiera protección internacional con 200.000 y 135.000 personas respectivamente, todas de nacionalidad colombiana y, registradas hasta 2010. Si bien Venezuela tiene un mayor número de refugiados, Ecuador es el país que más solicitudes de refugio recibe en el continente, concentrando un 60% del total de los casos (Ortega García, 2010: 3). La falta de preparación del Ecuador ante su estatus de receptor de refugiados y las medidas ilícitas utilizadas por muchos colombianos al buscar refugio en su vecino del sur, sin lugar a dudas, marcan un punto de inflexión en las relaciones con un país con el que ha compartido diversos procesos históricos. Al hablar de las comunidades de inmigrantes más reducidas se pasa por alto a los inmigrantes europeos, puesto que al ser un grupo muy variado dentro de su propia comunidad sería imprudente abarcar tantas nacionalidades en una lista de rasgos genéricos. Sin embargo, el caso de la comunidad libanesa es de gran interés no sólo por su homogeneidad, sino también por su presencia en el país desde los inicios de la república. Según Bejarano Escanilla (1997), la primera inmigración libanesa al país coincide con la crisis heredada de la Primera Guerra Mundial, aunque afirma que entre 1880 y 1890 ya hay constancia de la presencia de familias árabes dentro del Ecuador. Por otro lado, se registra de manera poco clara que para 1865 en Guayaquil ya vivían dos hombres de apellidos Salame y Farah respectivamente que se habían asentado en Ecuador y subsistían por la venta de artículos traídos de Tierra Santa (Almeida, 1997: 203)8. La llegada de libaneses al Ecuador se prolonga hasta mediados del siglo XX, registrando en 1950 a un total de 567 residentes oriundos de esta región. Para 1986, en Ecuador se contabiliza 97.500 extranjeros provenientes de Líbano, y si bien no es la comunidad árabe más grande del continente, destaca por su relevancia en el sector económico y político del país (Almeida, 1978: 206). En la actualidad, debido a las políticas de naturalización y su fácil inclusión y mezcla con la población nativa, no se 8

Para la obtención de estos datos, la autora ha recurrido al libro de Braulio Pérez, Las colonias syria, libanesa y palestina en el Ecuador, publicado en 1931 por Talleres Gráficos Kalida en Quito. Se trata, considero, del único estudio realizado sobre la migración árabe al Ecuador.

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conoce una cifra exacta de inmigrantes libaneses en el país, identificables sobre todo por los apellidos de su descendencia. Estos datos muestran que la presencia árabe en Ecuador ha sido numéricamente de poco peso, pero que sin embargo, ha sido una migración tan temprana y de gran calado económico y social, que es imposible no considerarlos a la hora de hablar de la inmigración en Ecuador. Desde Oriente no sólo llegaron al Ecuador libaneses, sino también sirios y palestinos. Además de la inmigración árabe, Ecuador también recibió a inmigrantes chinos. Es imperativo aclarar que esta inmigración no se considera oficial dada la mínima cantidad de chinos que llegaron al país y los inexistentes registros oficiales de su llegada; por este mismo motivo es difícil hallar la fecha de origen de su entrada en el país. Lo poco que se sabe es que la llegada de chinos al Ecuador se da a finales del siglo XIX, entre las décadas de 1880 y 1890. Un dato más claro es que esta migración es precedida a mediados del siglo XIX por el tráfico de chinos coolies desde Hong Kong hacia América del Sur (especialmente Perú) por parte de Inglaterra como mano de obra barata (Carrillo, 2012:170). En Ecuador jamás existió una demanda o contratación de coolies, por lo que los primeros chinos en residir en el país llegaban desde Perú para iniciarse en actividades comerciales. En 1889, con el ideal de civilización determinado por la raza, el Ecuador inicia políticas de prohibición de entrada de chinos, además de imponer medidas restrictivas reguladoras de su actividad en el país. Para 1909, se hace una inscripción de todos los residentes chinos en Ecuador, dando un total de 908 (Carrillo, 2012: 181). La prohibición de su entrada al Ecuador hasta 1950 deja un espacio en blanco dentro de los censos, pero por otro lado evidencia el desarrollo económico de esta comunidad, sobre todo en la costa ecuatoriana, al aprovechar el crecimiento de la actividad agrícola del país e iniciar la importación y venta de mercadería diversa en las ciudades, asegurando su lugar y función para más tarde pulir la imagen de empresarios incansables que perdura hasta hoy en la mente del colectivo ecuatoriano. De la misma manera en la que los chinos coolies fueron enviados por Gran Bretaña a trabajar en las minas de guano de Perú en condiciones próximas a la esclavitud a inicios del siglo XX, Jamaica, colonia británica también servía como fuente

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de mano de obra, esta vez destinada a la construcción del ferrocarril en Ecuador. Al igual que la inmigración china, la llegada de los jamaiquinos al país no es oficial y por lo tanto hay un gran vacío a la hora de hallar documentos que profundicen el estudio de su historia en el país. Los pocos datos que existen sobre la inmigración jamaiquina a Ecuador están vinculados a los contratos y negociaciones para la construcción del ferrocarril Quito-Guayaquil. En ellos se estipula que 4.000 jamaiquinos fueron contratados para el proyecto, considerado una de las obras de ingeniería más difíciles de construir en su género, debido a las enormes exigencias orográficas. La construcción del ferrocarril ecuatoriano se llevó la vida de casi la mitad de los trabajadores jamaiquinos y motivó el retorno de la mayoría de los supervivientes a su isla natal. La minoría que se quedó en Ecuador se asentó en la localidad de Durán, provincia de Guayas. Hoy en día, dado el hecho de que los jamaiquinos formaron familias con ecuatorianos, solo quedan descendientes de los pocos obreros que se quedaron en el país, por lo que no se puede hablar de cifras ni registros oficiales. Es innegable que se trata de una minoría, que además en principio no tenía el objetivo de asentarse en Ecuador, por lo que a simple vista parece una comunidad de poca relevancia en el desarrollo del país, pero su posición como mano de obra de uno de los proyectos más grandes en la historia del Ecuador invita a observar a fondo a esta comunidad inmigrante que parece haber sido olvidada. Conforme nos acercamos al siglo XXI la proliferación de áreas urbanas, el desarrollo industrial, la explotación del petróleo y la globalización en general han hecho del Ecuador un país que, pese a seguir lidiando contra los grandes problemas de América Latina como son las grandes diferencias sociales y un tambaleante crecimiento económico, ha sabido mantener una aparente estabilidad que le ha convertido en un destino de inmigrantes, sobre todo a partir de junio de 2008, fecha en la que el Gobierno ecuatoriano eliminó las visas de ingreso para cualquier extranjero, como una medida para incrementar el turismo (Arcentales Ilescas, 2012: 3). Esta medida fue aprovechada por inmigrantes de distintos países, destacando entre ellos los cubanos, quienes, o bien veían a Ecuador como una vía de tránsito a destinos más tradicionales, o bien como una oportunidad diferente a los destinos históricos.

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De esta ola migratoria desde Cuba, que apenas lleva seis años, se puede destacar su vertiginoso crecimiento, llegando a ser, para las dimensiones del país, una comunidad migrante numerosa. Tan sólo un año después de la abolición del visado, se registra un saldo de 4.000 cubanos viviendo en el país y en 2010, un incremento que llega hasta los 7.292 (Arcentales Ilescas, 2012: 5-7). La abrupta y masiva llegada de inmigrantes desde Cuba al Ecuador ha tenido un enorme impacto en la población ecuatoriana, que por primera vez en su historia, convive con una comunidad atraída por las condiciones de vida ya existentes más que por las que ellos podrían implantar, y que por el repentino encuentro con una amplia representación de Cuba, se tambalea entre el antes y el después de la imagen de los cubanos residentes en el país desde 2008. La migración masiva de cubanos al Ecuador ha sido un claro indicador de la transformación socioeconómica por la que ha pasado el país, aunque otro tipo de migración ha colaborado en la consolidación del Ecuador como un destino de inmigrantes. En 2013, Ecuador fue nombrado por la revista International Living como la mejor opción para el retiro de los jubilados estadounidenses por tercer año consecutivo tras haber entrado en el ranking en el 2008. Los factores que han incitado a retirados estadounidenses a vivir en Ecuador han sido el bajo coste de vida en comparación con su país de origen, el trato preferencial para los jubilados en el área de servicios y factores más subjetivos que, según la mayoría de los entrevistados por International Living, serían el trato cálido de la gente y la tranquilidad de las ciudades en las que se instalan, siendo Cuenca, al sur del país, la zona predilecta por este tipo de migrantes. Un año antes de su tercera mención por la revista de inmobiliaria, la revista económica Expansión, en colaboración con EFECOM Noticias, reportaba el ingreso de 6.425 españoles en Ecuador, conformando el 11% de la población que emigró desde España hacia otros países como medio para paliar la crisis económica que asedia al país. Respecto a esta migración hay que destacar dos factores importantes. En primer lugar, gran parte de los españoles que llegaron al Ecuador ese año eran o bien nacionalizados, o bien hijos de ecuatorianos nacidos en España, por lo que contaron con las ayudas estatales para facilitar el retorno. En segundo lugar, parte de los proyectos del Gobierno ha sido la construcción de nuevos hospitales y universidades públicas, planes en los que

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expresó directamente que quería contar con la ayuda de profesionales españoles en el paro, a los que se ayudaría hasta su completa instalación en el país. Pese a que tanto la migración española como la estadounidense han sido ante todo silenciosas, el hecho de que provengan de países desarrollados, bien sea por trabajo o por retiro, nos permite proyectar a Ecuador como un país cada vez más diverso en su actividad migratoria.

4. Inmigración a Ecuador: Libaneses, colombianos y cubanos 4.1. Libaneses: La profunda huella del legado árabe en Ecuador El 17 de Mayo de 1992 se celebró en Ecuador la primera vuelta de sus elecciones presidenciales, marcada por una reñida contienda entre tres partidos. Por un lado, el Partido Social Cristiano proponía como presidente a Jaime Nebot Saadi; el Partido Roldocista Ecuatoriano se representaba por Abdalá Bucaram Ortiz, y el Partido de la Unión Repúblicana, que ganaría dichas elecciones en la segunda vuelta, contaba con el binomio de Sixto Durán Ballén y Alberto Dahik Garzozi; mientras tanto, en las elecciones municipales, el partido Democracia Popular ganaba la alcaldía capitalina, postulando como burgomaestre a Jamil Mahuad Witt. Cuatro años más tarde, el representante del PRE, Abdalá Bucaram Ortiz, sobrino del controversial diputado Assad Bucaram Elmhalin, era nombrado Presidente Constitucional de la República del Ecuador. Más allá del buen o mal desempeño de estos hombres en el cumplimiento de sus funciones dentro de los poderes ejecutivo y legislativo ecuatorianos, al recordar este episodio de la política nacional se distingue el hecho de que cinco de los seis políticos que se mencionan en el párrafo anterior llevan en sus nombres una evidente herencia árabe. Todos son ecuatorianos de nacimiento, pero sus apellidos extienden sus raíces hasta Oriente Medio. La poca importancia que se dio a este detalle en las elecciones de 1992 es más que comprensible; desde finales del siglo XIX, la comunidad árabe residente en Ecuador, representada por sirios, palestinos y libaneses, aunque sobre todo por estos últimos, ha sabido ganarse su lugar y asegurar su espacio dentro de la sociedad ecuatoriana. Pese a ser una minoría, su versatilidad facilitó su acogida, sin contar con que la inquebrantable fuerza de los lazos que unen a todos los miembros de esta

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comunidad ha permitido que desde su llegada hasta hoy ellos y sus descendientes sean parte activa del desarrollo económico y político del país. 4.1.1. Antecedentes migratorios de la comunidad libanesa La migración árabe al Ecuador no es un caso particular dentro de la región, de hecho, se podría afirmar que la llegada de sirios, palestinos y libaneses al país fue un efecto rebote de la ola migratoria proveniente de África a lo largo del siglo XIX, tras haber descartado los destinos más tradicionales dentro del continente. La proximidad del Norte de África y Medio Oriente a Europa ha forjado una larga tradición de emigración hacia el norte del mar Mediterráneo, por lo que remitirse a períodos muy distantes que hablen de fenicios comerciantes o de musulmanes en la península ibérica es arriesgarse a perder el hilo de este tema. De todas formas, el gran movimiento existente en Oriente Medio y el Norte de África en sus viajes hacia el Europa indica que aquellos que llegaron a América del Sur no fueron los primeros en trasladarse de forma masiva hacia otro continente; pero, por otro lado, son los primeros de su región en considerar a América un receptor en potencia e iniciar una diáspora en la que el largo trayecto recorrido por su historia y cultura se encuentra con la inexperiencia y la inquietud de una región en pleno florecimiento. No ha sido posible hallar información verificable sobre las políticas migratorias del Imperio Otomano, pero se deduce que apenas existieron dificultades relacionadas con normas o regulaciones a la hora de salir del Imperio, y que la proximidad a Europa facilitó a través de escalas la posibilidad de viajar hacia América con destino a los países más grandes, como Brasil, Argentina y parte de Centroamérica, aunque no tardarían en extenderse por el resto del territorio, llegando hasta las costas del Pacífico. Argentina, Brasil, Uruguay, e incluso Chile y Perú fueron los principales receptores de este flujo migratorio. En Argentina, país reconocido por el protagonismo de la inmigración en su historia, por ejemplo, en 1889 se reporta la llegada de 2.000 árabes y once años después se registran más de 60.000 residentes de dicha procedencia (Akmir (coord.), 2009: 67). Por su extensión, locación en el mapa y por la oferta laboral existente en países como los antes mencionados, se entiende fácilmente que la cantidad de migrantes árabes recibidos en Ecuador haya sido notablemente inferior. 21

Si bien los principales destinos en América recibieron a numerosos migrantes procedentes de Líbano, Siria y Palestina, también presentaron diversas excusas en sus políticas migratorias para evitar la entrada de la comunidad árabe en dichos países. El interés en modernizar al continente y toda la esperanza de hacerlo depositada en Europa, tuvo por consecuencia la creación de normas que tamizaban a los inmigrantes a través de su raza, siendo los blancos europeos los privilegiados ante otras comunidades. Un ejemplo muy claro se encuentra en Akmir (coord., 2009) sobre Argentina, que en 1929 negó la entrada de casi 1.200 árabes por considerarlos de raza amarilla, y por lo tanto, de raza inferior. No obstante, en Ecuador el panorama cambiaba notablemente, ya que pese a que en 1890 ya existía una ley que agilizaba la entrada de europeos y norteamericanos a la par que obstruía la entrada de chinos y gitanos, a diferencia de su situación en el resto del continente, la comunidad árabe no tuvo que lidiar con leyes que restringieran su entrada en el país. 4.1.2. Del viejo imperio a la joven república: razones de la salida del lugar de origen y la llegada a Ecuador La primera ola migratoria desde Líbano hacia Ecuador supuestamente se inicia tras la Primera Guerra Mundial, aunque desde 1865 ya había constancia de la presencia libanesa en Guayaquil. El porqué de la preferencia de estas familias por el Ecuador antes que otras repúblicas americanas tiene su respuesta en sus historias personales, sin embargo, este reducido número de inmigrantes libaneses son el punto de partida de una migración que aumenta con el inicio del siglo XX, de la cual es más fácil conocer sus orígenes y motivaciones principales. Para hablar de las causas que persuadieron a muchos para salir de Líbano, Siria y Palestina se debe tener presente que entre 1865 y el fin de la Primera Guerra Mundial en 1918 estos países formaban parte del Imperio Otomano, que para estas fechas ya veía el lento resquebrajamiento de su territorio a causa de las grandes tensiones provocadas por las diferencias irreconciliables entre la gran variedad de etnias y religiones abarcadas en sus dominios. Desde finales del siglo XIX los tres territorios, pertenecientes a la región de al-Sam, se mantienen en una constante lucha por su independencia, meta truncada por la división interna, el peso del poder turco sobre la zona y las aspiraciones

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expansionistas del imperialismo europeo, que ven en la desintegración del decadente Imperio una oportunidad de ampliar sus colonias y protectorados (Buades Fuster, 2012: 6-7). La creciente complejidad de los enfrentamientos en Líbano, Siria y Palestina duran hasta el siglo XX y soportan el azote de la Primera Guerra Mundial. En la Gran Guerra, los territorios árabes son alentados por los británicos para obtener su independencia y perjudicar al Imperio Otomano, aliado de los Imperios Centrales (Buades Fuster, 2012: 7). A las revueltas y los enfrentamientos independentistas se suman bloqueos por parte de los turcos a la región, agravando la devastación económica y desatando una hambruna que servirían como principales motivos de salida. La conflictiva situación de estos territorios concluye con la independencia de Líbano en 19229. Los efectos de la guerra, y la reciente salida de su condición de dominios dejan a las tres naciones estancadas en las estructuras económicas ya obsoletas que han heredado del Imperio Otomano y, por lo tanto, se encuentran hundidas en una crisis económica y social que expulsa a buena parte de su población hacia Europa y América. Por una parte, la economía de la región cargaba con el peso de la familia y la tradición, elementos que no podían hacer frente a la competencia de la creciente industrialización exterior. Una gran cantidad de la población había estado volcada de lleno en las actividades agrícola y ganadera, mientras que porcentajes menores se dedicaban a las industrias familiares de manufacturación y venta de seda y algodón, y grupos más reducidos aún, se ocupaban del comercio de diversos productos (Bejarano Escanilla, 1997: 60). Dichas alternativas en muchos casos limitaban sus beneficios a la economía de cada familia, lo que explica un crecimiento lento y una progresiva reducción de los recursos de las élites para financiar el desarrollo de sus estructuras empresariales. Junto a la precaria situación económica estaban las tensiones dentro de la población a partir de la convivencia de una gran diversidad de credos religiosos, etnias e ideologías políticas. La desigualdad de posibilidades entre cristianos y musulmanes, y dentro del Islam, entre sunitas y chiitas fue motivo suficiente para persuadir a libaneses,

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Tanto Siria como Palestina se independizaron del Imperio Otomano en 1918, cinco años antes de su reemplazo por la República de Turquía.

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sirios y palestinos a salir de sus países. La problemática social que motivó la emigración ayudó a su vez a perfilar los rasgos más básicos de los inmigrantes árabes en América: “La mayoría de los emigrantes fueron, sobre todo al principio, cristianos maronitas de Beirut y de las zonas montañosas del Líbano y católicos romanos y ortodoxos griegos, procedentes, por lo general, de las zonas urbanas de Siria, Líbano y Palestina” (Bejarano Escanilla, 1997: 59). Además de los factores internos, en esta diáspora también hubo gran influencia de la publicidad a cargo de las agencias de viajes americanas para promocionar al continente, aunque en casos como el de Argentina o Brasil, esta propaganda sería más bien un señuelo para captar jóvenes migrantes de la región como mano de obra para trabajar los campos (Akmir, 2009: 10-14). En lo que respecta a su entrada al Ecuador, lo que facilitó su ingreso en el país no fue solamente la falta de restricciones por parte del control migratorio ecuatoriano (hecho que se debe atribuir al contraste de la casi nula inmigración al país con el resto del continente americano), sino también a la situación económica de la república, fragmentada entre una sierra dominada por terratenientes conservadores y una costa que giraba en torno al puerto de Guayaquil, cuyo dinamismo comercial y agrícola liderado por las élites liberales disparó el valor del cacao ecuatoriano y amplió la oferta de trabajo dentro del Ecuador. Parte del progreso económico desatado por las exportaciones del grano de cacao, en aquel entonces llamado “la pepa de oro” incluyó la iniciativa estatal de venta de tierras baldías a bajo coste. A la oportunidad de enriquecerse a costa del trabajo de la tierra, se sumaba la falta de servicios terciarios a lo largo del país. Los comercios se reducían sobre todo a pequeñas élites residentes en la sierra, monopolizando esta actividad dentro de la región, mientras que en la costa los intercambios e importaciones se realizaban directamente en el puerto. Esta situación, como se verá en los apartados siguientes, fue aprovechada por los inmigrantes árabes y convertida en una oportunidad para generar fortuna a través de una actividad que se quedaría plasmada en la mentalidad ecuatoriana como rasgo característico de esta comunidad. Esta feliz etapa de la economía del país influyó también en la sociedad ecuatoriana, puesto que la oportunidad de enriquecerse a costa del trabajo de tierras 24

adquiridas a bajo precio empezó a difuminar la línea que separaba a las élites terratenientes de los estratos inferiores, a la vez que brindaba iguales posibilidades de adquirir prosperidad económica a ecuatorianos y a extranjeros. En el caso de los libaneses, las historias de bonanza y suerte que narran los pioneros en el territorio ecuatoriano no sólo aumentan su población, sino que también muestran otro de los factores fundamentales para explicar su llegada al país: las redes sociales entre paisanos (Almeida, 1997: 215). En su proceso de adaptación al Ecuador, se sabe que aquellos que llegaban al país, tras instalarse traían a sus familias y procuraban que los matrimonios de sus descendientes fuesen entre coterráneos10 con el fin de mantener dentro de su círculo los negocios establecidos, conservando el carácter familiar con el que se habían desarrollado las actividades económicas en su país de origen. Con el establecimiento de estas redes entre paisanos enraizadas en la tradición y en la solidaridad étnica, el número de inmigrantes árabes en Ecuador aumentó poco a poco, tanto por el crecimiento de familias y sociedades empresariales a través de los matrimonios arreglados, como por la llegada de aquellos que emprendían el viaje por su cuenta, despidiéndose de las reminiscencias del antiguo Imperio Otomano y partiendo hacia las jóvenes naciones en proceso de maduración. 4.1.3. Los turcos de la bobelina: Integración en la vida política y económica ecuatoriana “Los turcos de la ‘bobelina’ barata” es el apodo con el que se conocía a los miembros de la comunidad libanesa dentro del país. Se los llamaba turcos porque la primera ola migratoria llegó al Ecuador con un pasaporte del Imperio Otomano, y su mote se complementaba cariñosamente con ‘bobelina’, a modo de mala pronunciación de la popelina, un tipo de tela delgada, por la constante representación de los libaneses como hábiles vendedores de telas, que convencían a su clientela incluso sin poder hablar correctamente en español. La afirmación hecha en el ensayo de Almeida (1997) por el

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En Almeida (1997:215), se dice que incluso volvían a su lugar de origen para contraer nupcias y volver al Ecuador.

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empresario Manuel Chalela 11 , no hace más que reforzar esa imagen al decir que “bueno, usted sabe que somos libaneses, descendientes directos de los fenicios, llevamos el comercio en la sangre”. Previamente se definió el perfil de la mayor parte de esta comunidad a través de la religión que profesaban, destacando entre ellos una mayoría cristiana repartida entre católicos, ortodoxos y maronitas, y por la región desde la que salían hacia América. Además de su perfil religioso y procedencia geográfica, rasgos compartidos por gran parte de aquellos que llegaron al continente, cabe señalar que pese a las condiciones críticas del orden socioeconómico de su lugar de origen procedían de una clase mediaalta concentrada en una pequeña burguesía árabe, que les aportaba una acomodada situación cultural. Un alto porcentaje de estos migrantes habían sido educados en colegios franceses o instruidos por misioneros en su tierra natal, por lo que al llegar a Ecuador contaban con una formación muy superior a la de otras comunidades12. Muchos habían llegado hasta el bachillerato en colegios cristianos y algunos incluso habían estudiado en universidades europeas, lo que les daba un gran conocimiento en cultura y costumbres occidentales. A esta alta instrucción, que incluía el manejo de lenguas como inglés, francés o italiano, se añade la habilidad para desempeñar múltiples funciones dentro de un negocio pequeño o en el sector agrícola, destreza desarrollada por las demandas de la estructura de las empresas familiares en su país de origen. Su cultura, versatilidad y persistencia a la hora de buscar el sustento permitió que desde su llegada al Ecuador se hicieran un hueco, primero en el espacio económico, y posteriormente en el ámbito político del país. La aceptación y la adaptación de los árabes en Ecuador, a diferencia de otras comunidades extranjeras, no presentó grandes dificultades debido en primer lugar a la poca resonancia que tuvo su llegada al país, y en segundo lugar, porque tal como se dice en Bejarano Escanilla (1997: 63), su aspecto pasaba desapercibido y su educación en 11

La autora del artículo citado aclara que ha utilizado un pseudónimo para proteger la privacidad del entrevistado. 12 Un caso muy interesante es el de Gabriel Kury de Homs, especializado en canto griego y con estudios superiores de laúd tras ser discípulo de Atanasio Attala, obispo ortodoxo de la catedral de Homs (Bejarano Escanilla, 1997: 67) .

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colegios católicos junto a sus conexiones con Europa, les proporcionaba un bagaje cultural con el que los ecuatorianos estaban familiarizados. Ambos aspectos suavizaron las diferencias culturales y facilitaron su instalación en el país. Si hay otro rasgo que merece ser destacado como una iniciativa propia de esta comunidad migrante fue su adaptabilidad al medio, lo que les permitió salir de las grandes urbes e instalarse en ciudades menores e incluso en pueblos pequeños, donde aprovecharon el aislamiento de estos poblados para dominar completamente el sector de algunas actividades que suplieran las necesidades de sus habitantes. La inserción de los libaneses dentro del marco económico ecuatoriano apenas se vincula a la actividad agrícola, pero está estrechamente ligada a las actividades comerciales. Se sabe que la mayoría de inmigrantes llegaron al Ecuador con un pequeño capital destinado a suplir sus gastos de instalación e iniciar un pequeño negocio (Bejarano Escanilla, 1997: 64). Muchos no tenían los fondos necesarios para rentar un almacén, por lo que se dedicaban a la venta informal de artículos importados en las esquinas de las calles principales o de puerta a puerta. Su presencia, extendida por todo el país, ayudó a sentar las bases de la comunidad libanesa y, así mismo, les permitió crear los contactos suficientes como para atraer a más comerciantes provenientes de esa región y fortalecer redes empresariales entre paisanos 13 . El crecimiento de estos negocios que tenían por ingrediente principal la constancia de sus dueños permitió la apertura de locales, incluso con sucursales, en sustitución de las ventas callejeras. Para finales de 1920, con la modernización de las ciudades, algunos comerciantes libaneses optan por invertir en la industria, destacando las fábricas de confecciones y textiles. A partir de 1950, los migrantes libaneses apuestan por el sector bancario del Ecuador. Su entrada en este sector condujo a la creación de uno de los bancos más importantes del país: Filanbanco, propiedad de la familia Isaías. De igual manera, aunque en menor medida, comenzaron a invertir en el sector hotelero y de comunicaciones. Con las bases económicas bien establecidas, los más jóvenes de esta comunidad inmigrante optan por cambiar de camino y obtener estudios superiores, 13

La empresa familiar fue uno de los pilares del sistema de comercio sirio y libanés, teniendo la rúbrica de “e hijos” o “& hnos.” como algo usual en sus empresas. Además, los préstamos de mercadería y los créditos sin intereses entre coterráneos eran muy frecuentes, no así con los ecuatorianos u otros grupos migrantes. (Almeida: 209-211)

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sobre todo en el área de administración, derecho o economía. Esta transición de comerciantes informales a abogados y economistas es la materialización del éxito que los migrantes libaneses llegaron a obtener dentro del país, a la vez que denota por parte de las nuevas generaciones un mayor compromiso para con su país de acogida y una conducta que se dirige más al asentamiento e

integración en Ecuador que a un

ostracismo que aspira a volver a su Líbano natal. El acelerado crecimiento de su fortuna y de la influencia de sus negocios en el sector empresarial de Quito y Guayaquil dio cabida a la comunidad libanesa dentro de las élites sociales de ambas ciudades, aunque con tensiones iniciales, provocadas en primer lugar por la rígida estructura de clases aún presente en América Latina y posteriormente por las tensiones culturales entre ambos grupos. Los matrimonios exclusivamente entre libaneses y la solidaridad limitada a sus connacionales, y la predilección por lo europeo junto con el clasismo anticuado que dominaba a las familias ecuatorianas, hizo que, por un lado, la alta sociedad nativa tuviera a los libaneses por nuevos ricos que habían hecho fortuna con su oportunismo; y, por otro, la comunidad libanesa veía en los ecuatorianos ricos a un intento de aristócratas decadentes que apenas sabían manejar sus negocios. Estas opiniones y prejuicios forjaron una relación tensa y distante que se suavizaría a partir de las generaciones siguientes. Pese a las espinosas relaciones iniciales con los estratos más elevados del país, el desenvolvimiento del conjunto libanés en Ecuador no tuvo mayores interferencias por su capacidad de adaptarse al medio y atenerse a las condiciones por las que Ecuador se regía. La solidaridad étnica para el mantenimiento de sus negocios y los arreglos matrimoniales para la preservación de su cultura nunca condujeron a situaciones como la formación de ghettos o barrios árabes. Conforme su influencia aumentaba, con ella crecía el deseo de que la comunidad libanesa fuera reconocida a la vez que se quería expresar la gratitud al país que les dio la bienvenida. A través de asociaciones como la Sociedad Unión Libanesa, los inmigrantes donaban fondos para la construcción de monumentos o para la compra de una avioneta para la Escuela Ecuatoriana de Aviación (Almeida, 1997: 213) a modo de agradecimiento al Ecuador y de mensaje de solidaridad para con sus receptores. Sus relaciones con el resto del país trascendieron del protocolo establecido conforme sus descendientes, sin desligarse de sus raíces, contraen

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matrimonio con ecuatorianos y abrazan las costumbres ecuatorianas. Desde “el turquito de la bobelina barata” que llegó al Ecuador con artículos importados para ser vendidos a las esquinas, han pasado ya casi dos siglos, en los que a través de su agilidad para el comercio y su constancia, la mayoría de los libaneses en Ecuador han cumplido sus objetivos. Su habilidad para mimetizarse con los ecuatorianos y asentarse en las grandes ciudades con el mismo entusiasmo que en los recintos rurales, todo esto sin perder de vista de dónde vienen, ha dado por fruto una generación de ecuatoriano-libaneses que hacen gala de su aprecio al país, y tal vez rememoran la gratitud de sus antepasados a través de su participación en el espacio político ecuatoriano. 4.1.4. La herencia libanesa hoy en día A mediados del siglo XX, la inmigración libanesa al Ecuador se redujo considerablemente, considerándose el momento concluyente de este flujo migratorio, aunque no debe ser visto como una ruptura entre la comunidad libanesa y el Ecuador. Pese a que la llegada de inmigrantes desde Líbano cesó, las familias que se habían instalado en el país lo hicieron de forma permanente. Su estadía ya enraizada en el país y la creciente codependencia con sus anfitriones obligó a la comunidad libanesa a modernizar varios aspectos de su vida en la república andina. Su descendencia ahora era parte del colectivo ecuatoriano, y la cotidianidad tan ligada a las costumbres del país receptor condujo al fin de tradiciones como los matrimonios entre paisanos o las sociedades y acuerdos empresariales exclusivos entre libaneses. En pleno siglo XXI, apenas se puede hablar de inmigrantes libaneses, pero la semilla que plantaron en el país hace casi dos siglos se mantiene viva. Los hijos de esta comunidad ahora conjugan dentro de sí una herencia cultural traída de Oriente Medio con las necesidades e intereses del resto de ecuatorianos. Parte clave de esta integración plena ha sido la gran representación que ha tenido la población de origen libanés en el quehacer político ecuatoriano. Remitiendo al episodio narrado en la introducción de este tema, se ve la participación de los descendientes de libaneses en la política ecuatoriana como el máximo ejemplo de su legado en el país; la posibilidad que ahora tienen de formar parte de las decisiones que afecten al desarrollo del Ecuador deja en claro que 29

han llegado a una fase en la cual ya no son inmigrantes ajenos al país en el que viven; ahora son parte del “nosotros” que aúna a toda la población ecuatoriana. El por qué esta comunidad opta por participar en la política ecuatoriana se puede asociar con la elevación del estatus social. Su presencia en el ámbito público, de alguna manera implicaba no sólo un nombre conocido en todo el país, sino que también fungía como alegoría de la aceptación y poder socioeconómico de esta comunidad. El primer paso se da en 1934; Julio Teodoro Salem es elegido diputado por la provincia del Chimborazo y el primer descendiente de libaneses en ocupar este tipo de cargo. Una década más tarde, Pedro “el turco” Saad Niyaim, líder del Partido Comunista en Ecuador, ocupa su escaño en el Congreso, función que alternará con la de senador. Saad es recordado en el país por haber sido miembro de la Asamblea Constituyente que elaboró la Constitución de 1945, además de ser el fundador de la Confederación de Trabajadores del Ecuador. Si bien Teodoro Salem es el primer descendiente libanés dentro del poder legislativo ecuatoriano, Pedro Saad es el primero en acaparar gran atención dentro del espacio político nacional, abriendo el paso a una participación más activa de los descendientes de libaneses en Ecuador. Uno de los grandes protagonistas de la política ecuatoriana del siglo XX, y raíz de un árbol genealógico que hasta el día de hoy permanece en la esfera pública del país, pertenecía a la generación de libaneses nacidos en Ecuador: Assad Bucaram Elmhalin, quien con su enorme carisma se convertiría en un terremoto populista que sacudió al país a partir de 1950. “El patán de noble corazón” como se hacía llamar, fue el motor de una fuerza basada en la imagen de hombre de pueblo, que se entendía con los más desvalidos y se alejaba del perfil distinguido y almidonado de los políticos de su tiempo. Su gran popularidad casi lo lleva a la presidencia de la república, pero su herencia libanesa se lo impidió. Con el pretexto de que Bucaram no había nacido en Ecuador14, sus detractores se aprovecharon de sus orígenes extranjeros para evitar que lanzara su candidatura. Si bien él no llegó a la presidencia, pavimentó un camino que sus descendientes seguirían, creando una dinastía que se mantiene activa en la política

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De hecho, Assad Bucaram nació en Ecuador, en Ambato, capital de la provincia de Tungurahua. Sus padres, por otro lado, sí eran inmigrantes libaneses.

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ecuatoriana hasta hoy15. Cuarentaiséis años después de la entrada de Assad Bucaram en el Congreso Nacional, su sobrino Abdalá, llamado “el loco” por simpatizantes y detractores, con un discurso aún más agresivo, polémico y populista, ganaba las elecciones presidenciales. Su gobierno estuvo marcado por la corrupción y su desempeño fue tan vergonzoso, que a sólo seis meses del mandato fue destituido por el Congreso Nacional, alegando “incapacidad mental”. Su salida del poder consistió en huir del país; actualmente vive autoexiliado en Panamá, desde donde promete regresar al país y al poder, mientras su hijo le representa en la Asamblea Nacional. Lastimosamente, el caso de Abdalá Bucaram no es el único dentro de este colectivo que será recordado en Ecuador por su desdeñable labor dentro del gobierno. Cuatro años antes de su llegada a la presidencia, Alberto Dahik, vicepresidente del Ecuador durante el mandato de Sixto Durán Ballén, fue obligado a renunciar a su cargo por el propio Presidente debido a acusaciones de malversación de fondos del Estado. Por otro lado, tenemos a Jamil Mahuad Witt, quien en 1998, tras acabar sus funciones como alcalde de Quito, asumió la presidencia del Ecuador. La crisis financiera de 1999 llevó a Mahuad a tomar medidas drásticas, como el cierre de más de una docena de bancos, el congelamiento de los ahorros y la dolarización. Considerado como el detonante del peor período económico del país, Jamil Mahuad fue destituido en el año 2000 tras un golpe de estado apoyado por el ejército y las comunidades indígenas. Si bien parte de los representantes de la descendencia libanesa han protagonizado episodios oscuros dentro del Ecuador, sería injusto dejar de lado a aquellos que no sólo tienen una participación activa, sino también reconocida y apreciada por el resto de ecuatorianos, como es el caso de Jaime Nebot Saadi. Desde 1984, de la mano del Partido Social Cristiano, ha desempeñado cargos como Gobernador de la Provincia del Guayas, diputado y candidato a la presidencia dos veces. Si bien su labor ha sido reconocida a nivel nacional, su auténtico compromiso

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Assad Bucaram fue tío de los hermanos Bucaram Ortiz, que han ocupado varios cargos políticos: Marta fue Primera Dama de la República; Elsa fue alcaldesa de Guayaquil, Jacobo, alcalde de Milagro y Abdalá, Presidente de la República. En la actualidad, el hijo mayor de Abdalá Bucaram Ortiz, Abdalá Bucaram Pulley, es parte de la Asamblea Nacional.

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siempre ha sido con la ciudad de Guayaquil, de donde es alcalde tras su tercera reelección consecutiva, aunque esta vez, desligado al PSC y apoyado en su propio partido, Madera de Guerrero. Desde el año 2000, a Nebot Saadi se le ha reconocido la renovación de la ciudad, el incremento de su atractivo turístico y la generación de empleo dentro de Guayaquil16. Sus planes de participación ciudadana y su resistencia ante gobiernos que se han opuesto a sus ideales políticos le han convertido en uno de los elementos esenciales de la política actual del Ecuador. Pese a que hay una gran representación de la descendencia libanesa en el ámbito político, la cultura ecuatoriana también se ha visto favorecida con su aporte. Jorge Enrique Adoum, ambateño de padres libaneses nacido en 1926 y fallecido en 2009, destacó sobre todo en un área hasta ahora poco explotada del país. Adoum fue director de Cultura en el Ministerio de Educación, funcionario de la UNESCO representando al país y diplomático en varios países de Europa y en China (Cajas, Chauvín & Hidalgo, 2006: 80). Desde sus estudios de Filosofía en Chile hasta el final de sus días tuvo una larga permanencia fuera del Ecuador, lo que además de ponerle en contacto con grandes figuras del siglo XX del ámbito político y cultural17, fortaleció su mirada crítica a su país de origen, reflejado en novelas y ensayos como Ecuador Amargo o Ecuador: Señas particulares, que lo han convertido en uno de los más grandes referentes de la literatura ecuatoriana y uno de los analistas más profundos de la identidad del país. Su obra nos da a entender que pese a que su familia es de ascendencia libanesa y su genealogía llega hasta Oriente Medio, nació en Ecuador y creció conjugando la tradición familiar con el entorno que el país ofrecía. La obra de Jorge Enrique Adoum no habla de un hombre segregado dentro del país ni de un sentimiento de nopertenencia; sus letras hablan de una identificación plena con la realidad del Ecuador y crean lazos muy fuertes entre el autor y el país, que disecciona a la sociedad ecuatoriana para conocerla desde lo más profundo y paliar la distancia que los separa. Con esta lista de personalidades no se pretende valorar lo correcto o incorrecto

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El Municipio de Guayaquil es el principal empleador directo e indirecto dentro de la ciudad. Durante sus estudios en Chile, Jorge Enrique Adoum fue el secretario personal del célebre poeta Pablo Neruda, mientras que su estancia en China le permitió ser el traductor oficial al español de37 poemas escritos por Mao Tse Tung 17

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de su proceder; se desea mostrar que más allá del juicio positivo o negativo que la población pudiera tener sobre sus actos, nunca se apeló a su herencia libanesa para justificar sus acciones; en Ecuador se juzgó a estos políticos como individuos ecuatorianos y no como miembros de una comunidad ajena al país. La imagen de la comunidad libanesa jamás fue perjudicada por los errores de estos personajes. Con esta actitud, se sobreentiende que la convivencia desde mediados del siglo XIX ha alcanzado una integración tal que los ha convertido en un grupo que más que respetado como una minoría, se ha visto ya como una parte de la mayoría mestiza que conforma el país. La inmigración libanesa en Ecuador es un tema de gran interés, porque se trata de un claro ejemplo de transición migratoria completa. Han pasado de ser los ajenos provenientes de tierras lejanas a ser los inmigrantes reconocidos por su desarrollo, hasta ser incluidos en el crisol nacional en una integración absoluta con la población ecuatoriana. Los turcos vendedores de telas son parte de los pilares que dieron forma a la república ecuatoriana, y hoy en día su legado presente en grandes empresas y nombres reconocidos, está tan vinculado al país, que resulta difícil reconocer que en su momento, fueron migrantes que encontraron en Ecuador a su tierra de oportunidades. 4.2. Colombianos: Buscando refugio en el vecino del sur El desplazamiento forzoso es, sin lugar a dudas, el más oscuro de los temas que las migraciones abarcan, porque, pese a que el objetivo de una vida mejor le une con otro tipo de desplazamientos, este se da de modo involuntario y en muchas veces, limitando las posibilidades de sus protagonistas de poder cumplir ese objetivo. El Ecuador no es ajeno a la recepción de refugiados; entre 1970 y 1990 fue uno de los destinos predilectos para refugiados guatemaltecos y exiliados del Cono Sur, todos afectados por las dictaduras militares. Sin embargo, a partir del año 2000, vive esta experiencia de forma más intensa. En ese año, los conflictos armados entre el gobierno y la guerrilla en Colombia aumentaron de tal manera que la población civil se vio directamente afectada. La inseguridad, y la violencia en general, obligaron a buena parte de la población a salir de Colombia, ubicándose la mayoría en los países fronterizos de Venezuela y sobre todo, en Ecuador. Pese a la larga tradición de movilidad entre ambos países, las circunstancias bajo 33

las que la inmigración colombiana de comienzos del siglo XXI se origina suponen un cambio de postura en las políticas migratorias, así como también se forja una nueva imagen del ciudadano colombiano residente en Ecuador. Su condición de desplazados, lastimosamente aún no tratada de la manera más adecuada por el gobierno ecuatoriano, ha sido marcada por una recepción no tan acogedora en el país. El constante estado de alerta y la difícil convivencia con los ecuatorianos han sido un patrón presente en la mayoría de los casos. Pese a todo, la cantidad de colombianos que cruzan la frontera apenas ha disminuido, demostrando que están dispuestos a luchar solos contra la incertidumbre de la inmigración, antes que ser víctimas de una lucha que jamás les ha representado. 4.2.1: Antecedentes migratorios de la comunidad colombiana En términos generales, Colombia ha tenido una tradición emigratoria muy reciente, que se remonta a la última década del siglo pasado. Según los datos recogidos en el artículo de Myriam Berubé (2005), desde 1996 hasta mediados de 2003 se registraron 1,6 millones de colombianos fuera del país sin planes de retorno, siendo el lapso entre 1999 y 2001 el de mayor cantidad de salidas, tiempo que coincide con la profunda crisis económica que cayó sobre el continente. En este mismo artículo se aclara que los destinos principales a lo largo de este período fueron Canadá y Estados Unidos en América, mientras que en Europa la mayoría se dirigió a España. Si bien la ola migratoria de comienzos del siglo XXI es la más notoria de Colombia, nunca se ha perdido el énfasis de la movilidad que ha existido desde el país hacia las naciones limítrofes. En los setenta, el boom petrolero en Venezuela atrajo a mano de obra colombiana, registrando en 1981 medio millón de colombianos nacidos en Venezuela (Berubé, 2005), mientras que en Ecuador la presencia colombiana ha sido asociada con el comercio y una estancia temporal hasta la entrada del siglo XXI, cuando inicia la migración forzada por parte de la población colombiana. Las políticas migratorias colombianas son insuficientes pese a ser el segundo país con mayor índice de desplazados a nivel mundial. El gobierno se ha centrado en la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo, relegando a un segundo plano la vulnerabilidad de su población civil. Hasta 2003 en Colombia apenas existían políticas 34

migratorias, y las que había estaban todas destinadas a ayudar a los emigrantes altamente calificados y a la producción de remesas (Ortega, 2010: 33). Los programas a cargo del Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia excluyeron a gran parte de su comunidad en el extranjero al plantear proyectos incongruentes con el perfil del desplazado. Esta actitud por parte de los organismos públicos colombianos hacia la comunidad emigrante se transmitió como un gesto de olvido que deja a los migrantes al amparo de las políticas del país de destino, Ecuador. Dentro del Ecuador, la población colombiana en condición de refugiada se apoya en el derecho de asilo y protección que defiende la Constitución Ecuatoriana. Sin embargo, en Ecuador los inmigrantes colombianos han pasado de ser un asunto consular a ser un tema de seguridad nacional, debido a la intensificación de la vigilancia de las fronteras. Esta situación, no sólo reduce las posibilidades de una acogida pacífica en Ecuador, también alimenta un estereotipo negativo que afecta a sus representantes. Incluyendo a los refugiados dentro del discurso de seguridad, Ecuador ha tomado medidas como el Plan Ecuador, un proyecto de convivencia y protección de los habitantes de la frontera norte sin distinción de su nacionalidad, creado para contrarrestar los efectos de la iniciativa militarizada del Plan Colombia18. No obstante, este proyecto no dispone de bases sólidas que eviten incoherencias entre la idea y la puesta en práctica. El Plan Ecuador se contradice al querer dignificar la condición de los inmigrantes irregulares por encima de las fronteras a la vez que su cumplimiento fluctuaba según las relaciones entre los gobiernos de ambos países, derivando en una política más severa tras la entrada de aviones fumigadores colombianos al Ecuador durante el gobierno de Álvaro Uribe (Ortega, 2010: 28). Esta tensión aumentó en 2008 tras el bombardeo colombiano en Angostura a un campamento de las FARC, violando la soberanía del territorio ecuatoriano y acabando con las relaciones diplomáticas. A este evento se agrega otro acontecimiento contradictorio: ese mismo año se decide eliminar el requisito de pasado judicial para los inmigrantes colombianos, a la vez que 18

El Plan Colombia fue un proyecto del gobierno colombiano en asociación con los Estados Unidos cuyo propósito era frenar el terrorismo y el narcotráfico mediante un conjunto de estrategias e incursiones militares. Contra lo planeado, tuvo por consecuencia la intensificación de los conflictos armados y su extensión hasta la frontera sur de Colombia, hecho que arrastró a problemas diplomáticos con Ecuador y a la desprotección de la población civil en la zona.

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se endurecen las normas tradicionales al pedir certificados ministeriales e incrementar la vigilancia fronteriza. Siete meses más tarde, se vuelve a solicitar el pasado judicial, esta vez con apostillado oficial. En resumen, la violencia del conflicto entre las FARC y el gobierno de Colombia, y su rápida extensión hasta la población civil ha derivado en una salida de emergencia de los más afectados. A la hora de acogerse a un organismo de defensa, el gobierno de Colombia ha sido duramente cuestionado por la paradoja de ser el segundo país con mayor número de desplazados, aunque no posee políticas avanzadas para su protección (Villa, 2008: 117). Sin embargo, el Ecuador como país receptor también es ambivalente; hoy en día, es el país dentro de la región con el marco normativo más amplio sobre refugiados (Balda, 2008:43), un marco que reposa sobre una base inestable que se debate entre la defensa de la libre circulación y la estricta securitización de sus fronteras. El tambaleo de las leyes migratorias en Ecuador entre ambas posturas genera simultáneamente la atracción y expulsión de los inmigrantes colombianos. Por un lado, las leyes ofrecen sobre papel protección y acogida a los refugiados; por otro lado, la puesta en práctica de las mismas coloca a la población colombiana en un nimbo legal y social que dificulta su instalación y se refleja en una renuencia a aceptarlos por parte de la población ecuatoriana. 4.2.2. De socios comerciales a solicitantes de refugio: la evolución de los inmigrantes colombianos en Ecuador La constante movilización de la población de ambos países ha hecho que la migración colombiana hacia Ecuador varíe según los cambios económicos y sociales a lo largo de su historia. A grandes rasgos, la migración colombiana hacia Ecuador se puede dividir en dos períodos. El primer período, hasta mediados del siglo XX, caracterizado por una comunidad en movilización constante entre ambos países en una dinámica de vecindad que no afectaba a las relaciones bilaterales y que persisten hasta hoy, aunque en menor medida por la extrema securitización de la zona respecto al ingreso de colombianos en el Ecuador. Los movimientos de población se pueden clasificar en tres subgrupos. Por un lado, están los movimientos generados por proximidades étnicas en la frontera. La región amazónica de ambos países apenas tiene

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distinciones para las etnias cofanes, sionas o secoyas, cuyas familias están repartidas en los alrededores de la frontera, creando un movimiento continuo de un país al otro ( Flores & Santacruz, 2012: 6). En segundo lugar, está la inmigración colombiana más tradicional: un movimiento interandino que conecta el sur de Colombia con provincias del norte ecuatoriano como Carchi, Imbabura y Pichincha, con meros fines comerciales y estancias temporales. El tercer grupo, finalmente, es el de los inmigrantes con estancias prolongadas debido a la creación de redes empresariales y familiares que les ha garantizado seguridad económica y social dentro del país. En el segundo período, desde 1980 hasta hoy, llega al Ecuador una ola de Colombia que se considera población desplazada en potencia19 y también es clasificable en dos perfiles: legales e irregulares. El perfil de los residentes legales recuerda al del tercer grupo del primer período: de clase media-alta, de medianas o grandes ciudades y con capacidad para participar en todo tipo de actividad económica y social dentro del país. El segundo perfil, que abarca a la mayoría del colectivo desplazado, se identifica por ser de clase media-baja, de ciudades fronterizas y con limitaciones laborales y sociales. Según datos recogidos en 2010, en el Ecuador hay aproximadamente 603.739 residentes colombianos, de los cuales, extrayendo a los inmigrantes legales y en necesidad de protección, 400.000 son irregulares (Ortega Eraso, 2010: 61). Estas cifras explican el por qué hoy en día la población colombiana en Ecuador encuentra más obstáculos en la adaptación económica y social que facilidades, tanto desde el nivel institucional como a nivel de la población. En conclusión, la principal causa de la inmigración colombiana al Ecuador han dejado de ser las redes comerciales entre ambos países para ser la búsqueda de seguridad ante el ambiente de violencia e inestabilidad económica que el conflicto armado ha generado en Colombia, y Ecuador, por su proximidad y aparente estabilidad, es una opción segura. Casi la totalidad de desplazados colombianos llegan al Ecuador a través de la carretera panamericana, que conecta directamente a ambos países. Sin embargo, el paso no es fácil. En el puente del río Rumichaca, los controles fronterizos ecuatorianos se reservan el derecho a interrogar a los viajeros, requisar sus pertenencias 19

Si bien dentro de la comunidad inmigrante de este período pueden existir miembros cuyo perfil sea más afín a los del período anterior, la llegada masiva de colombianos al Ecuador en este lapso de tiempo encierra a todos los colombianos que ingresan al país en esta categoría.

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y solicitar su pasado judicial. Algunos inmigrantes incluso han reportado sobornos por parte de los oficiales en la frontera al saber de su situación irregular (Ortega Eraso, 2010: 64). Una vez dentro del Ecuador, los principales destinos suelen ser las ciudades más próximas a Colombia, por su cercanía que facilita las gestiones administrativas entre ambos países, por exigir un presupuesto menor al de otras ciudades y finalmente, por las redes de parentesco y amistad que en algunos casos facilitan su llegada e instalación. Aún así, la capital del Ecuador se mantiene como destino principal de los refugiados. Quito alberga a más de la mitad de la población desplazada desde 2002, sitio escogido por considerarse un espacio de mayor inserción laboral y social, además de ser la sede de todas las instituciones que pueden prestar ayuda y servicios a los desplazados en su proceso de asentamiento y legalización. Tras Quito está Ibarra, capital de la provincia de Imbabura, seguida de Tulcán en la provincia de Carchi, y finalmente, la ciudad de San Lorenzo en las costas de Esmeraldas, que por su cercanía a Colombia, sirve como poblado de tránsito. Aunque también hay desplazados que llegan hasta ciudades más distantes como Guayaquil, el elemento común es la carencia de información y atención pese a contactar con algunos organismos a la llegada al país (Ortega & Ospina (coord.), 2012: 45), incrementando su vulnerabilidad y ralentizando su inserción en el Ecuador. 4.2.3. Asentamiento y desarrollo en el desplazamiento forzoso El asentamiento de los refugiados colombianos en Ecuador es realmente complicado; la irregularidad en la que la mayor parte de desplazados se encuentra, limita enormemente el apoyo de las instituciones de Colombia y Ecuador. Ante estas circunstancias se hace evidente la gran brecha entre los primeros inmigrantes colombianos y los refugiados: su nivel de instrucción, que como se ha explicado antes, ha sido determinante en la asistencia de parte del gobierno colombiano y en la adaptación al Ecuador. Mientras los primeros inmigrantes contaban con formación superior y en su mayoría con títulos profesionales, los desplazados presentan un cuadro de instrucción baja que limita su campo laboral. La principal ocupación de esta comunidad, por lo tanto, es el comercio formal e informal, la venta de cds piratas, mercadería colombiana, o la venta al detalle de productos adquiridos al por mayor,

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normalmente instalando puestos en las calles o, como es el caso en Quito, por la venta ambulante en los autobuses. La segunda actividad económica es el trabajo doméstico, y hay un pequeño grupo de emprendedores y micro empresarios que van desde las ventas de comida rápida en carritos hasta la apertura de pequeños negocios como panaderías, peluquerías o tiendas de ropa. En las zonas rurales, por otra parte, la población desplazada se dedica principalmente a la actividad agrícola. La oferta laboral tan reducida no sólo depende del nivel de instrucción de la mayoría de los refugiados, la estigmatización social también está involucrada. Según los testimonios recogidos en el artículo de Ortega Eraso (2010), la población ecuatoriana desconoce que los refugiados reconocidos por el país tienen derecho a tener un trabajo, abrir una cuenta bancaria o alquilar un inmueble como medio de inserción dentro del país receptor, hecho que impide la llegada de apoyo por parte de los anfitriones. Pese a que este derecho a trabajar y realizar transacciones bancarias sin discriminación alguna está estipulado por la ACNUR como garantía de protección, la desinformación entre los ecuatorianos asocia a la mayoría de refugiados con la migración irregular (pese a que muchos han sido reconocidos por el gobierno ecuatoriano), generando aversión hacia esta comunidad, al punto de que hoy en día, solamente un 5% de los bancos permiten a los refugiados abrir una cuenta bancaria. La problemática relación entre los refugiados y las entidades bancarias tiene por consecuencia una pérdida de oportunidades laborales 20 y un aumento de la presencia ilegal en el país, ya que ha llevado a muchos colombianos que, de hecho, pueden justificar su solicitud de refugio, a permanecer como irregulares en Ecuador hasta conseguir dinero suficiente para solicitar una visa de trabajo (Ortega Eraso, 2010: 60). Lastimosamente, una gran parte de los refugiados que se encuentran en esta situación son presa fácil de la explotación laboral al verse acorralados por sus empleadores y sus amenazas de deportación. Otro rasgo característico de los desplazados colombianos en Ecuador es su instalación en las ciudades. Se mencionó previamente cuáles eran los destinos 20

La mayoría de empresas en el Ecuador tienen por requisito que los aspirantes tengan una cuenta bancaria para la consigna de nóminas.

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preferidos; a la hora de asentarse en una ciudad, el patrón dominante se caracteriza por la concentración en barrios que alguna vez formaron parte de un proceso de periurbanización. En estas zonas se localiza una actividad económica dinámica centrada sobre todo en el sector informal, definiendo aún más el perfil de esta comunidad. Con respecto al acceso a la vivienda, como indicador de estabilidad y de inclusión en su entorno urbano, se sabe que el 93% vive en una casa arrendada, mientras que solo un 1% cuenta con vivienda propia (Ortega & Ospina, 2012: 69). Otro elemento relevante del acceso a la vivienda es que se da por medio de redes de familiares y conocidos, muchas veces ecuatorianos, que han servido de garantes ante dificultades como la falta de documentación oficial por parte de los colombianos a la hora de firmar un contrato de arriendo. Estos vínculos además de enfatizar los lazos entre coterráneos muestran que la adaptación al medio ecuatoriano es complicada desde el perfil administrativo, pero que una vez conseguidos objetivos como una vivienda o un empleo, logran estabilizar sus relaciones con los ecuatorianos. 4.2.4. Rompiendo el silencio: Iniciativas para mejorar la situación de los refugiados Si bien son la población extranjera más grande dentro de Ecuador, la representatividad que han tenido ha sido casi nula. Parte de las obligaciones de la población refugiada, según lo indicado por ACNUR, es el silencio ante los acontecimientos políticos que involucren a las regiones de origen y destino, lo que hace más difícil la posibilidad de reclamar derechos de interés propio a las instituciones de ambas repúblicas (Ortega & Ospina, 2012: 58). A esta pasividad pactada, se suma el miedo a una imagen pública por el riesgo de ser reconocidos fuera de Colombia por parte de miembros de los grupos armados que los asechaban en casa. Sin embargo, el mayor impedimento para la integración colombiana está en la triste asociación de esta comunidad con el crimen, el narcotráfico y la prostitución, producto del temor y la ignorancia en la población ecuatoriana. Pese a que hasta hace poco la imagen del inmigrante colombiano era la de un trabajador honesto y fiable, los acontecimientos por los que ha pasado su país han opacado esa idea, limitando su integración y desarrollo dentro del Ecuador.

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La reacción de los inmigrantes colombianos ante la actitud ecuatoriana ha sido inmediata, manifestándose en su intención de resaltar el trabajo honrado y eficiente, incluso a costa de la explotación o el chantaje de sus empleadores, como medio de superación personal. Pese a que las iniciativas de defensa se dan a escala individual, hoy en día existen en Ecuador organismos que pretenden dar un rostro y una mano a los desplazados colombianos al tratar de hacerse oír por las instituciones colombianas y ecuatorianas. Ante la pasividad e indiferencia de ambos Estados, estos organismos representan a aquellos colombianos que desde su irregularidad y vulnerabilidad sacan fuerza para exigir respeto por parte de unos, y reparaciones por parte de otros. Una de las primeras iniciativas es la Asociación de Refugiados Colombianos en Ecuador (ARCOE) 21 , fundada en 2004. Esta Asociación, con sede en Quito y con centros de atención en la frontera norte del oriente ecuatoriano, tiene por objetivo el brindar refugio a los desplazados sin cobijo y proporcionar los beneficios básicos a los refugiados en apuros, tales como asesoría jurídica o asistencia médica. Su meta en general es “organizar a refugiados en el corto plazo; restituir, en el mediano plazo, los derechos de los refugiados a quienes se les ha negado el estatus oficial; y, conseguir verdad, justicia y reparaciones, es decir, un retorno con garantías del Estado colombiano, en el largo plazo” (Schussler, 2009: 128). Al mismo tiempo, ARCOE pretende promover la unión en el refugio, para a través del fortalecimiento de la comunidad, permitir un reconocimiento que logre incidir en las políticas migratorias y de protección colombianas y ecuatorianas por igual, a la vez que informe a nivel internacional sobre las condiciones en las que se encuentran los refugiados actualmente. ARCOE no está sola en su misión de reconocimiento de la población desplazada a nivel institucional. La Federación Nacional de Organizaciones de Refugiados Colombianos cuenta con 23 agrupaciones en once provincias ecuatorianas. Su objetivo es, ante todo, el fortalecer estas agrupaciones para garantizar el libre ejercicio de los derechos fundamentales de los refugiados a la vez que se estimula su desarrollo dentro del Ecuador a través del diálogo e intercambio con organismos nacionales e internacionales. La Asociación de Amigos Colombianos MIRA, que a diferencia de las otras dos entidades cuenta con el apoyo de un partido político en Colombia, tiene como 21

También reconocida como ASOREC en otros artículos.

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prioridad el desarrollo de los colombianos refugiados en el exterior, convirtiéndose en la primera voz política de la población desplazada (Ortega & Ospina, 2012: 76). Los tres organismos mencionados en los párrafos anteriores indican que, ante la indiferencia del Estado colombiano y el irrespeto de sus propias políticas por parte del Ecuador, la comunidad colombiana en condición de refugiada ha tomado cartas en el asunto, pese al silencio que se les impone al salir de su país. No obstante, en lugar de rebelarse, han decidido adoptar lo que en la tesis de Schussler (2009) se denomina Ciudadanía Informal, que consiste en el reconocimiento por parte de los desplazados de su situación diferenciadora como un factor de unión en comunidad, y que dicha unión está en la plena potestad de reclamar sus derechos básicos. Estas iniciativas y el reconocimiento por parte de la propia comunidad colombiana de su situación son el punto de partida para adquirir los derechos y ayudas que requieren. Desde el individuo desplazado que se enfrenta al estereotipo negativo con un trabajo honesto y constante, hasta la representación del colectivo a nivel internacional, el factor de unión ante la adversidad ha sido la dignificación de una comunidad que no invade, sino que ha sido invadida, y que hoy recurre al país con el que ha compartido historia en un llamado de ayuda. Al final, al ver que el Ecuador no ha sabido hacer frente de manera adecuada a esta ola migratoria, se concluye que al país aún le queda mucho por hacer para conseguir el carácter humanista y abierto con el que quiere identificarse frente al mundo y con el que debe fortalecer los lazos históricos que le unen a la república del norte. 4.3. Cubanos: La pequeña Florida de los Andes Cuba, desde sus tiempos como colonia española hasta ahora, ha estado estrechamente vinculada a los fenómenos migratorios. Su historia como territorio colonial, propiedad temporal de los Estados Unidos y bastión del comunismo en occidente ha derivado en una mezcla de culturas e ideologías dentro de una población que ve en el desplazamiento una oportunidad de vivir según sus aspiraciones. Sin lugar a dudas, el régimen comunista de Fidel Castro en la Isla desde 1959 y el embargo impuesto a Cuba por los Estados Unidos ayudan a entender las causas que han persuadido la salida del país, aunque su realidad se ve afectada por más factores que 42

estos dos acontecimientos políticos. Por sus campañas de acogida y su claro antagonismo al régimen de Castro, Estados Unidos es el destino predilecto, aunque no es el único receptor de la población cubana. Muchos emigrantes cubanos se encuentran hoy en día a lo largo del continente americano, incluyendo al Ecuador. Desde 1990 ha habido constancia de la presencia cubana en el país, representada sobre todo por atletas, músicos y profesionales de alto nivel, todos unidos en una comunidad bastante reducida. Sin embargo, a partir de 2008, con el gobierno de Rafael Correa, se anula el visado como requisito de entrada turística al país, lo que facilita el ingreso de inmigrantes cubanos a la región. Desde ese año, al Ecuador han llegado miles de personas desde la Isla, y pese a no ser el grupo más numeroso, su perfil hace que destaquen por encima de comunidades mucho más grandes, hecho que ha influido en su convivencia con los ecuatorianos. 4.3.1. Antecedentes migratorios de la comunidad cubana Cuba es de los países del Caribe con mayor población emigrante, con una cifra de aproximadamente 1,7 millones de residentes en el extranjero, conformando casi el 10% de la población cubana (Correa, 2013: 2), y pese a que hoy en día este fenómeno se asocia directamente con la renuncia al régimen de Castro, la movilización de la población cubana tiene su origen en 1930, tras la crisis mundial que colapsó la producción azucarera y llevó a miles de cubanos a salir del país con destino sobre todo a los Estados Unidos, llegando a acumular una población de casi 51.000 personas hasta 1959 (Aja, 2002: 3). A partir de 1959, con la llegada de la Revolución Cubana, al factor económico se suma el factor político. La primera oleada que emigra a partir de este período se conforma sobre todo por militares y políticos opositores a la causa revolucionaria (Aja, 2002: 6). Además del cambio de perfil, cambian las cifras de emigrantes, que desde 1959 hasta 1999 habían sumado más de un millón de cubanos instalados en diferentes partes del mundo, aunque los Estados Unidos se mantienen como principal receptor, los destinos se amplían hasta Venezuela, México y España. La primera migración cubana desde la Revolución es considerada a nivel

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internacional como población refugiada, ya que además de huir de un régimen político, tuvieron que hacer frente a las acciones excluyentes del gobierno castrista, con un efecto que ha perdurado hasta hoy. Con ellos se inicia una diáspora que ha extendido la presencia cubana a más de 150 países (Correa, 2013: 3). Un momento clave de este desplazamiento es a partir de la década de 1990, cuando se distinguen los emigrantes legales en calidad de refugiados de los ilegales, subdivididos entre aquellos que, pasando por otras islas del Caribe o con métodos como las balsas improvisadas, trataban de llegar hacia las costas estadounidenses, y por otro lado, la población cubana que se negaba a retornar a la Isla tras su estancia temporal en el extranjero por motivos oficiales o profesionales, siendo el punto de partida para la diversificación de destinos. A partir del año 2000, un porcentaje de la migración cubana se dirige a destinos poco tradicionales como Chile, Perú, Bolivia y Ecuador. Desde 1959, las políticas migratorias de Cuba se han presentado amenazantes y excluyentes con aquellos que deciden abandonar el país, y pese a que en los años noventa el gobierno se mostró flexible con el Permiso de Residencia Exterior22 (Aja, 2002: 16), no es hasta 2013 que se reforma el marco jurídico cubano respecto a la emigración para reducir los obstáculos burocráticos. Pese a todo, la política migratoria de la Isla se reserva desde 1959 el derecho de permitir el retorno en el caso de salida definitiva. El marco jurídico cubano establece que, tras incumplir el plazo de regreso al país, se tienen noventa días de prórroga para que el emigrante retorne y solicite su residencia en la Isla, caso contrario, se pierden automáticamente los derechos civiles y políticos como cubano (Correa, 2013: 7). Esta ley ha tenido por efecto que muchos emigrantes irregulares queden suspendidos en un limbo jurídico al no ser reconocidos ni en el lugar de origen ni de destino. Respecto al marco legislativo ecuatoriano sobre inmigración, se pone énfasis en la reforma llevada a cabo en la Constitución de 2008, con un discurso de inclusión al extranjero mediante la supresión de las visas para ingresar al Ecuador. No obstante, la constitución formal no se refleja en la material al presentarse varios casos de deportación o detención a extranjeros en situación irregular, atentando contra los 22

Permiso que autorizaba la permanencia de cubanos en el exterior, siempre y cuando su estadía fuese temporal. Aja (2002) afirma que, excepto por aquellos con antecedentes penales, todo cubano podía acceder a dicho permiso.

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principios de apertura y humanismo que defiende la Revolución Ciudadana mediante conductas plenamente inconstitucionales. La inmigración cubana al Ecuador es un fenómeno de gran complejidad, porque- como los refugiados colombianos- se halla en una situación que desvela a un país receptor que, sobre el papel, ofrece asistencia y acogida, pero que, por otra parte, se mantiene fiel a las medidas de securitización migratoria tradicionales. Pese a esta situación ambivalente, la inmigración cubana al Ecuador no ha cesado, demostrando su potencial como destino pese a sus profundas contradicciones. 4.3.2. Ecuador abierto: Por qué el Ecuador. La cercanía y la historia compartida son factores que poco o nada influyen en la dirección de los cubanos hacia Ecuador, por lo que las motivaciones más abstractas y subjetivas son las más influyentes en los inmigrantes. Desde 1990, el principal motor de la emigración cubana ha sido económico; el deseo de mayor movilidad laboral e independencia de las estructuras estatales y una plena desconfianza en el proyecto revolucionario, son fundamentales para explicar por qué una parte de la población aspira a salir del país y por qué han visto en Ecuador un nuevo destino. Hoy en día hay otro elemento de peso en la elección de destino: los tratados de colaboración internacional. Según Correa (2013), son acuerdos bilaterales de reciente creación en los que el Estado cubano envía a profesionales y especialistas sobre todo en las áreas de medicina y deportes, como colaboradores temporales a países incluidos en el convenio. En el caso del Ecuador, existen tratados sobre todo de cooperación deportiva, de alfabetización y de salud pública vigentes desde 1990. Aunque la mayoría retorna a Cuba, la estancia prolongada de algunos colaboradores puede derivar en la creación de vínculos laborales o la formación de familias binacionales, estimulando el asentamiento en el país de destino; no obstante, también hay casos de profesionales que han aprovechado la ventaja del traslado por colaboración para salir de Cuba de forma permanente. A través de la comunidad cubana que llega al Ecuador como colaboración internacional se puede dibujar un perfil inicial de los inmigrantes isleños, aunque no es el perfil exclusivo de esta comunidad. El pequeño colectivo residente en Ecuador desde 45

1990 provenía de las ciudades principales de Cuba y con un nivel educativo muy elevado, contando la mayoría con educación universitaria y experiencia profesional, además de desplazarse frecuentemente entre ambos países. No obstante, este perfil no se corresponde con la mayoría de los miembros de la ola migratoria de 2008, en general, originarios de zonas rurales, oscilando entre los 20 y 49 años y ubicándose en la tercera generación de la Revolución, y por tanto, a mayor distancia de sus ideales (Sáenz, 2012: 39), y con un alto porcentaje de trabajadores no calificados, lo que dificulta su obtención de una visa de trabajo, y la movilidad circular entre Cuba y Ecuador. El cambio de perfil se vincula estrechamente a los objetivos impuestos en cada etapa. Los migrantes de finales del siglo XX y los colaboradores internacionales en general pretendían salir del país para ganar dinero y regresar a Cuba, y se quedaban en Ecuador por la creación de vínculos familiares o económicos (Sáenz, 2012: 41). La ola migratoria de 2008, en un desprendimiento de los ideales de la Revolución, llega a Ecuador sin el propósito de volver a Cuba y con los artículos de la nueva Constitución ecuatoriana como justificante. Esta oportunidad abierta mediante los artículos constitucionales hace que en tan sólo dos años, la población cubana alcance los 7.292 miembros, número que tan sólo tres años antes, no llegaba ni siquiera a quinientos (Arcentales Ilescas, 2012: 5-7). Esta nueva oleada también se caracteriza por independizarse del control migratorio cubano y crear redes de personas entre Cuba y Ecuador para facilitar su traslado. A través de estas conexiones, la mayor parte de la población cubana ha conseguido asentarse en el país, siendo Quito el principal destino al acaparar al 75% de la población cubana, seguido de Guayaquil con el 12%, lo que concentra a esta población en las zonas urbanas del Ecuador. Estas mismas redes son las que han atraído a más coterráneos al dar al Ecuador fama como país de tránsito. Si bien Ecuador goza de mayores libertades que Cuba, sigue siendo un espacio de oferta laboral limitada, pero su proximidad a otros países facilita el desplazamiento de los inmigrantes cubanos hacia destinos más prometedores. A grandes rasgos, los motivos que han convertido al Ecuador en un destino para la migración cubana reposan en el factor tradicional de su salida de la Isla: la

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discrepancia con el régimen, que implica una búsqueda fuera del país de oportunidades de las que esta población se siente privada. Ecuador se ha convertido en un destino atractivo de la noche a la mañana, en primer lugar, porque su Constitución ha ampliado el marco legal que ampara a los extranjeros que llegan al país, pese a no ser del todo respetado; en segundo lugar, sus convenios de colaboración con la Isla han permitido un rápido ingreso y establecimiento de conexiones entre la población cubana calificada y la población ecuatoriana, y finalmente, la situación geográfica del Ecuador y su aparente estabilidad socioeconómica en contraste con el caso cubano, motiva a esta comunidad a no sólo ingresar en el país como acceso a otras naciones, sino también a instalarse en él con menor dificultad que en otras grandes urbes americanas. De todas formas, el asentamiento de la población cubana en el país apenas se ha iniciado, y debe afrontar las incoherencias de las leyes migratorias ecuatorianas y, sobre todo, la reacción de una población que no está acostumbrada a percibir un flujo inmigratorio de la magnitud y características del flujo cubano. 4.3.3. De la Revolución Cubana a la Revolución Ciudadana: Inserción de los cubanos en Ecuador La inmigración cubana en Ecuador debe asumir varios retos respecto a su regularización, ya que aquellos que no entran con sus papeles en regla, pese a que la Constitución los ampara, son blancos fáciles para la deportación como medida de regulación migratoria. Según Correa (2013), aunque desde 2012 ha habido una mayor inscripción de títulos profesionales por parte de los inmigrantes cubanos23, el gobierno ecuatoriano toma medidas muy restrictivas al respecto, que incluyen la solicitud de una visa distinta a la de turismo para poder registrar su título, hecho que se complica con la renuencia del gobierno cubano a entregar todos los documentos de forma directa. Otra de las vías por la que muchos cubanos pudieron regular su situación en Ecuador, el matrimonio con nacionales, ha sido altamente vigilada debido a las redes que convertían los matrimonios civiles en arreglos fraudulentos; esto condujo a que en 2009 muchos matrimonios fuesen impugnados. Con estas dos medidas, la apertura inicial de Ecuador

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El título profesional es el elemento clave para el acceso a una visa profesional, brindando residencia indefinida a su beneficiario. (Correa, 2012: 6)

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ahora presenta una extrema vigilancia de los métodos de regularización de los inmigrantes cubanos. Tal como se dijo en el apartado anterior, la inmigración cubana tiende a concentrarse en torno Quito y Guayaquil, las dos ciudades más grandes del país. Lo destacado de su asentamiento en estas urbes es el hecho de que la mayoría ha renunciado a la mimetización y se han ubicado en barrios específicos como forma de acentuación y distinción nacional; la población cubana se ubica sobre todo en los barrios de clase media de La Florida en Quito y en Guayaquil, en el barrio El Paraíso. Si bien se hablará con mayor profundidad de estos barrios en el apartado siguiente, es necesario entender que su ubicación no solo responde a una necesidad de distinción, sino también al desarrollo económico de esta comunidad. Además de la estricta vigilancia de su situación como inmigrantes, está el desafío que supone el desarrollo económico de la comunidad cubana en el país. El predominio de factores como la situación irregular y el perfil laboral dominante y la segregación por parte de los ecuatorianos, ha dado como resultado el desarrollo de actividades variadas. Según el INEC, entre 2008 y 2010 solo una minoría se dedicaba a labores profesionales o de investigación, mientras que la mayoría se dedicaba al sector de ventas y servicios (restaurantes o bares) y, a la compra y venta de ropa. Esta última actividad ha sido la que mayor dinamismo ha aportado a la comunidad, puesto que a la vez que les permite mantener contacto con Cuba a través de la venta de los productos adquiridos en Ecuador, incrementa los ingresos de los distribuidores ecuatorianos, fortaleciendo sus convenios comerciales (Arcentales Ilescas, 2012: 11). No obstante, las oportunidades de iniciar un negocio por su cuenta son escasas y están sujetas a su situación legal en el país, o a la opinión de los ecuatorianos respecto a los cubanos, las principales barreras dentro del Ecuador. 4.3.4. La Florida: Una parte de la isla en Quito La recepción de una oleada migratoria de la magnitud y concentración del caso cubano ha sido para el Ecuador una novedad en su historial. El país ha recibido extranjeros desde el siglo XIX, pero la distribución de estas poblaciones por todo el país y la atenuación de sus rasgos culturales a través de la mimetización han evitado el 48

surgimiento de choques culturales entre inmigrantes y nacionales, no así en el caso de la migración cubana. Pese a ser ambos latinoamericanos, las diferencias entre cubanos y ecuatorianos son notorias y se acentúan en la convivencia, sobre todo en Quito. Su instalación en Ecuador se ha caracterizado porque, a diferencia de otras comunidades que han preferido ser versátiles y mimetizarse entre los rasgos ecuatorianos,

han

decidido mantener y manifestar públicamente su identidad como cubanos, como una forma de pedir integración a través del reconocimiento de sus diferencias. A grandes rasgos, la opinión pública respecto a los cubanos en Ecuador responde al temor y desconocimiento de la comunidad foránea, visible en la mayoría de flujos migratorios; no obstante, ha sido un temor alimentado por un discurso político que ha asociado a la inmigración cubana con una campaña de difusión del Socialismo del siglo XXI, la ideología política del gobierno, mediante la supresión de las visas (Arcentales Ilescas, 2012: 44).

Esta suposición infundada ha dibujado a los cubanos como

beneficiarios del Gobierno y por lo tanto, parásitos del trabajo nacional. Pese a ser uno de los principales factores de estigmatización, la segregación también se debe a los estereotipos negativos que la población se ha creado desde un enfoque moral y social, al entender los gestos, tono de voz y trato personal caribeño como una “interacción menos diplomática” con sus anfitriones, para luego asociarlos a los episodios puntuales de crimen o desorden público. En resumen, la estigmatización ha surgido de una falta de comunicación, a la vez que de una falta de interés por ambos lados, puesto que la concentración de los cubanos en barrios específicos ha reducido su interacción al espacio laboral y al entorno formado por sus coterráneos. En Guayaquil, la población cubana reside sobre todo en el barrio El Paraíso. No obstante, dentro del barrio y la ciudad como tal no se ha percibido una conducta de auto segregación ni de delimitación de la zona como un barrio étnico. Esto se explica en parte por la reducida población cubana en Guayaquil y, por otra parte, por los rasgos culturales comunes entre cubanos y ecuatorianos de la región Costa. Sin embargo, en la región Sierra está el caso del barrio La Florida, en Quito, que es muy interesante por toda la significación que guarda para la comunidad cubana y por el choque cultural que se percibe entre sus habitantes. La proximidad de La Florida al antiguo aeropuerto Mariscal Sucre, facilitaba el transporte de mercadería para ser comercializada en Cuba,

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al igual que el hospedaje de aquellos que estuvieran de tránsito por el país, por lo que se convirtió en la zona preferida por esta comunidad (Sáenz, 2012: 41). El aumento de cubanos en la zona se debió sobre todo al empleo de contactos y redes para llegar al Ecuador, que también servían para la formación de apartamentos compartidos y división del pago de alquiler. Su importante presencia en el barrio ha llevado a considerarlo como el barrio cubano de Quito. La percepción de La Florida como barrio cubano da a entender que la comunidad inmigrante al instalarse en esta zona de la ciudad, además de concentrar su presencia en un punto definido, ha adaptado el espacio para acentuar su identidad. A diferencia de El Paraíso en Guayaquil, este barrio quiteño está rodeado de señales que indican la creación de espacios de vivienda, trabajo y esparcimiento muy visibles, hechos por cubanos y para cubanos. Hoy por hoy, el barrio de La Florida es espacio de restaurantes de comida cubana, locutorios y tiendas de ropa o de productos étnicos como cervezas y cigarros cubanos, decorados con banderas y fotografías de la Isla (Correa, 2012:17). Además de la presencia cubana reflejada en los establecimientos, otra forma de identificación ha sido mediante el uso del espacio público como punto de reunión; hoy en día, es normal encontrar grupos de cubanos en las esquinas o puertas de las tiendas del barrio, reunidos para conversar. Esta actividad ha servido a la población cubana como refugio en su estancia en el Ecuador, y a la población ecuatoriana como medio de identificación y, por lo tanto, de primera toma de contacto con el colectivo extranjero. Si bien hoy en día la comunidad cubana está marcada por una relación tensa con los ecuatorianos, es destacable cómo en lugar de buscar medidas para atenuar su identidad nacional como medio de integración, han decidido enfatizarlas a través de su concentración en barrios concretos y el establecimiento de espacios conectores que incluyen actos tan sencillos como el quedar en la calle para conversar. Su reciente llegada, la desinformación de la gente, junto a las incoherencias que la política migratoria ecuatoriana debe corregir, han hecho su permanencia difícil, y aún así, tal como se han establecido en otros destinos del mundo, la comunidad cubana en Ecuador se mantiene firme en su propósito de conseguir una vida acorde a los ideales que se quedaron grandes para los límites de su Isla.

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5. Comparación de los tres flujos migratorios en Ecuador Como se ha visto en el capítulo anterior, las migraciones libanesa, colombiana y cubana a simple vista parecen casos completamente ajenos entre sí. No obstante, el que estas olas se hayan dirigido al mismo destino es mucho más que un punto en común entre ellas. La migración libanesa al Ecuador es un buen ejemplo de la culminación de un proceso de integración de la comunidad inmigrante en la sociedad del país de destino. Los libaneses que llegaron al Ecuador han pasado por las distintas fases de introducción y adaptación al medio hasta llegar a una integración en la cual, ni a ellos ni a su descendencia, se les ve como entidades ajenas al acontecer del país que los ha recibido. Por este motivo, la migración libanesa servirá como referencia para entender a las otras dos comunidades y su desarrollo en el Ecuador. Es necesario tener presente el contexto histórico de cada oleada migratoria. La migración libanesa se produce desde finales del siglo XIX hasta después de la Primera Guerra Mundial. La condición de Líbano de antiguo dominio otomano, su dependencia de una economía tradicional y obsoleta, y las grandes tensiones culturales por la presencia de varias etnias y credos en su territorio conducen a una crisis económica y social que motiva la salida de la población joven a otros destinos. La inmigración colombiana al Ecuador, al igual que la cubana, son fenómenos mucho más recientes. El desplazamiento forzoso de colombianos se inicia con el siglo XXI y la llegada masiva de cubanos se da a partir del año 2008. La movilización de colombianos al Ecuador se da por el efecto directo sobre la población civil de la violencia y la inseguridad surgidas del conflicto entre el Estado y la guerrilla. A esta situación se agrega una estructuración política que prioriza la lucha contra los grupos armados y el narcotráfico, y deja olvidada a la población damnificada. El contexto de Cuba, por otro lado, es el de un progresivo alejamiento de las generaciones más jóvenes de los ideales de la Revolución de tendencia comunista que ha gobernado la Isla por casi sesenta años, a la que desde 1959 sus opositores se han manifestado a través de la emigración. Desde sus contextos, se observa que en los tres casos el trasfondo de la migración ha sido el factor político. Tanto la migración colombiana como la cubana y la libanesa han sido incitadas por la presión de fuerzas políticas y sociales dominantes. En

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el caso del Líbano, la presión del Imperio Otomano y luego del imperialismo europeo mantenían a la población bajo un régimen ajustado a los intereses de sus dominantes más que los necesarios para su desarrollo; en el caso colombiano, el Gobierno dejó de lado a la población civil para enfrentarse de forma directa a la guerrilla y el narcotráfico, que a su vez, presionaban a dicha población a través de la extorsión y la amenaza, cayendo en un estado de completa desprotección. Finalmente, en el caso cubano, la imposición de un régimen político y la aplicación de su ideología en todas las estructuras sociales, culturales y económicas del país, presionan a la población al limitar la opinión y el ejercicio de los derechos civiles y políticos de sus detractores. Por lo tanto, el motor de salida viene desde las mismas estructuras de sus países, que al tratar a los ciudadanos como meros productos, olvidarlos o imponerles un estilo de vida, buscan una solución mediante la emigración. Si bien el factor común de las tres migraciones está en las circunstancias políticas de su respectivo país, las diferencias radican en cómo estas circunstancias afectan a aquellos que emigraron. Tanto la población libanesa como la población cubana se ven afectadas en el sentido de que sus libertades civiles se ven restringidas por normas y leyes. La situación de Líbano como constante dominio de otras potencias lo convertía en una pieza más de grandes estructuras con sus propias leyes y códigos que eran impuestas sobre el territorio pese a ser incongruentes con varios aspectos culturales de la zona. Esta condición hizo que, para la independencia de Líbano en 1922, el país no poseyera instrumentos económicos y políticos consistentes, derivando en inestabilidad y estancamiento. El caso cubano, en cambio, se ve influido por un aislamiento que se reduce progresivamente. Conforme las generaciones de cubanos se alejan del período histórico que condujo a la Revolución y se acercan a la globalización que existe hoy en día, despiertan nuevos intereses y aspiraciones que ven truncadas dentro de la isla y cada vez más posibles fuera de sus límites. En ambos casos, la diferencia se halla en que la presión política en Líbano devino en presión económica, mientras que en Cuba devino en una falta de identificación con la ideología dominante, que no puede satisfacer las necesidades de sus nuevas generaciones de la forma en la que ellos creen que otros países lo pueden conseguir.

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El flujo colombiano, en comparación con los dos anteriores, es una situación mucho más crítica. La situación política de Colombia va más allá de la imposibilidad de satisfacer las necesidades subjetivas de los ciudadanos, llega hasta sus necesidades vitales. La lucha de Colombia contra el narcotráfico y la guerrilla ha alcanzado tal magnitud que las fuerzas sublevadas al Estado se valen del secuestro, el asesinato, el allanamiento y la extorsión de los civiles como medidas de protección en las ciudades donde se ocultan; esto ha creado un círculo vicioso en el que las Fuerzas Armadas en lugar de buscar medidas protectoras, deben allanar moradas y amenazar a la población para conseguir información sobre los perseguidos, hundiendo a la ciudadanía en un estado de alerta y miedo por sus propias vidas. Por este motivo, aquellos que emigran de Colombia entran como refugiados en potencia, ya que sus motivaciones trascienden del desarrollo social o económico a una búsqueda de protección y tranquilidad. Una vez vistos los principales motores de la emigración de estas comunidades desde sus países, es necesario descubrir qué convirtió a Ecuador en su país receptor. En el período que ocurre la inmigración libanesa, el país no sólo está en plena construcción, sino que también, por ser un destino menos solicitado que el caso de Argentina o Brasil, tiene políticas migratorias más flexibles, aunque con la misma nota de distinción racial que se da en todo el continente. Además de las facilidades legislativas, Ecuador está en el florecimiento de su economía, con grandes extensiones de tierra por ser trabajadas y una mínima porción de la población a cargo de las actividades terciarias, por lo que tácitamente, el país ofrece un amplio espacio laboral tanto en las zonas urbanas como rurales. En el contexto histórico de la inmigración colombiana al Ecuador, pese a que la economía ecuatoriana logró cierta estabilidad y mejoría en comparación al resto del continente, influye más la proximidad geográfica entre ambos países que los factores económicos o sociales. Ello no obstante, conviene recordar que el otro factor que ha convertido a Ecuador en el principal receptor de solicitudes de refugio en el continente es la apertura y la solidaridad manifestada en la Constitución de 2008, donde se defiende el libre tránsito de las personas, por lo que una vez más la flexibilidad legislativa se vincula al ingreso de extranjeros. Lo mismo sucede con la inmigración cubana, que toma ventaja de los convenios de colaboración internacional entre ambas

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repúblicas, y de la supresión de las visas para ingresar al Ecuador por parte del Ministerio de Relaciones Exteriores, fundamentando su acción en lo estipulado en la Constitución de 2008. Al ver los rasgos más generales que motivaron la llegada de estos colectivos al Ecuador se nota la influencia constante de las políticas migratorias del país, y que estas a su vez destacan por ser más flexibles y favorecedoras que las de otros países. En el caso de la inmigración libanesa, no tuvieron que soportar deportaciones o exclusiones de tipo racial como sufrieron en otros destinos, mientras que tanto en el caso cubano como en el colombiano, estas comunidades se resguardan en los artículos de la Constitución que garantizan la aceptación de los inmigrantes sin importar su condición legal y la protección de los refugiados. No obstante, como se ha visto en el capítulo que profundiza en su trayectoria en el Ecuador, la aplicación de estos principios de protección e integración dista mucho en la realidad de las aspiraciones iniciales. El motivo por el que la comunidad libanesa no tuvo que lidiar con incoherencias entre la teoría y la práctica de las políticas migratorias ecuatorianas tiene que ver también con la época en la que esta migración ocurre. Los libaneses llegan al Ecuador en un período en el que se motiva a la llegada de extranjeros a América, y Ecuador es uno de los destinos menos solicitados, por lo que sus políticas migratorias apenas requieren las mismas restricciones impuestas en países con mayor influjo de migrantes. Sin embargo, la ola colombiana y la ola cubana llegan en una etapa en la que la Constitución ecuatoriana promueve la apertura del país al mismo tiempo que incrementa la seguridad en sus fronteras debido a las invasiones del territorio por parte de la guerrilla como del gobierno colombiano. Otro factor a considerar al comparar la fácil instalación de los libaneses frente a los colombianos y cubanos es el hecho de que la migración libanesa no supuso la llegada masiva de inmigrantes, sino que fue un caso puntual llamativo más por las características de los inmigrantes que por su cantidad, mientras que las dos olas posteriores suponen la entrada al país de miles de personas en muy poco tiempo y durante un período de adaptación del país a un nuevo régimen político, lo que explica que pese a las reformas legislativas a favor de los inmigrantes se mantengan medidas de

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vigilancia y regulación que hoy en día son prácticamente inconstitucionales dentro del Ecuador. En resumen, pese a que la situación económica y política del Ecuador ha presentado un cuadro atractivo para los inmigrantes, el factor de peso para su llegada ha sido su legislación menos rígida que la de otros países, aunque su aplicación no sea del todo la adecuada. Los tres flujos migratorios no sólo se diferencian en las motivaciones y contextos que los orientaron hacia Ecuador como destino; su desarrollo a nivel social y económico es también un indicador de su adaptación en el país, del perfil que traen desde su lugar de origen y el perfil que se hacen en el país de destino, a la vez que da pistas de en qué fase del proceso de integración se encuentran

en la sociedad

ecuatoriana. Los inicios del proceso de adaptación de los libaneses son relevantes porque ayudaron a definir la imagen de la comunidad libanesa en el país. Los rasgos más destacados de este desarrollo son, en primer lugar, el protagonismo de personas con educación superior, muchos de ellos con títulos profesionales obtenidos en Europa, pero sin capital suficiente. Este conjunto de rasgos hizo que la introducción de los libaneses en el campo laboral, mediante la venta de artículos importados, fuese modesta, pero de rápido crecimiento, hecho también facilitado por su dispersión por todo el país, lo que les permitió monopolizar y expandir ciertos negocios en las regiones más desconectadas del Ecuador. Su educación, tesón y adaptabilidad al medio fueron los recursos esenciales para que hoy en día algunas de las grandes empresas ecuatorianas tengan su origen en pequeños negocios libaneses. Las inmigraciones colombiana y cubana, como se ha visto, no han contado con la misma fortuna que la inmigración libanesa. Sin embargo, es precipitado comparar su situación debido a lo reciente que ha sido su llegada frente a los dos siglos que han cumplido los libaneses en Ecuador. De todas formas, además del tiempo de permanencia en el país, las diferencias también se encuentran en el perfil de los inmigrantes que llegaron al Ecuador. El desplazamiento forzoso de colombianos al Ecuador abarca a varios sectores de la sociedad, ha abierto un abanico de perfiles socioeconómicos; no obstante, la mayor parte de esta población proviene de los pueblos fronterizos y en condición de irregulares, de lo que se presume que el nivel de instrucción es medio o superior, además de trabajadores no calificados que además se

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ven en dificultades por su ilegalidad en el país, limitando las ofertas laborales a trabajos informales, temporales o en condiciones negligentes, lo que ralentiza, o incluso impide, un desarrollo económico exitoso. En el caso cubano, en cambio, hay una bifurcación de la población; por un lado, están los colaboradores internacionales con títulos reconocidos y legalizados; por otro, la mayoría de los inmigrantes sin papeles en regla, con un perfil semejante al de los refugiados colombianos. De todas formas, además de dedicarse a labores similares a las de los desplazados, han existido iniciativas por parte de los cubanos basadas en el fortalecimiento de los lazos con Cuba, tales como restaurantes de comida típica, locutorios o la venta en Cuba de ropa comprada en Ecuador, lo que indica que la población cubana también asocia su actividad económica con sus señas de identidad nacional, siendo su forma de representarse dentro del Ecuador. Las diferencias vistas entre los tres colectivos indican en primer lugar, que la inmigración libanesa se vio favorecida por las leyes migratorias del Ecuador en aquel entonces, mientras que hoy el marco legislativo reduce el campo laboral a las comunidades colombianas y cubanas, también limitadas por su nivel de instrucción. En segundo lugar, que las actividades económicas han servido también como medio de representación de la comunidad en el país, por lo menos ese es el caso de los libaneses, hasta hoy asociados con la imagen del comerciante, y de los cubanos, que se han valido de su nacionalidad para establecer pequeños negocios en el país. La representación de estos colectivos no se ha limitado a su desarrollo económico. Libaneses, colombianos y cubanos se han valido de distintos procesos transnacionales para facilitar su integración, o por lo menos, para reafirmar su presencia y reconocimiento dentro del Ecuador. La población libanesa, pese al inicial ostracismo en sus relaciones personales y comerciales, se representó por su fácil asimilación de la cultura ecuatoriana y sobre todo, por la vinculación de la segunda generación al ámbito político ecuatoriano, manifestando un sincero interés en involucrarse en el desarrollo del país. Esta participación es de gran importancia porque, por un lado, confirma la importancia de la comunidad libanesa entre los estratos más elevados del país, y por otro, porque es un indicador de absoluta inclusión de esta comunidad al darles voz y

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permitir que intervengan en las decisiones políticas y económicas del Ecuador. Con la participación de los descendientes de libaneses en la política nacional se marca la culminación de su trayectoria como inmigrantes al ser ya parte de las estructuras principales del país. La población colombiana a diferencia de la libanesa asume un reto que exige otro tipo de maniobras. Su condición de refugiados implica un pacto de silencio ante los hechos que puedan afectar a las relaciones entre Colombia y Ecuador, a lo que se suman la irresponsabilidad del Estado colombiano ante su situación y el irrespeto ecuatoriano de la Constitución en la que esta comunidad se ampara. Ante este marco, la población colombiana ha reaccionado mediante la creación de organismos de ayuda entre paisanos, que si bien no tienen pleno derecho a manifestar sus inquietudes, por lo menos fortalecen la unión de la comunidad y brindan la asistencia que muchas veces se les es negada por ser irregulares. A través de la creación de estos organismos, la comunidad colombiana no sólo se representa y defiende ante los ecuatorianos, sino que también construye y fortalece la identidad como refugiados, dato que muchas veces se deja de lado en el Estado y en la población ecuatoriana en general. El caso de los cubanos es en cambio de menor calado a nivel político o público. La comunidad cubana ha sabido representarse desde el marco de lo cotidiano. Su concentración en barrios específicos, su forma de vestir y hablar que no pretende mimetizarse con la población ecuatoriana y el uso del espacio público como punto de encuentro no sólo ha servido para que los ecuatorianos tengan consciencia de su presencia en el país, sino también como su principal medio para paliar la distancia y de asistir a sus compatriotas. En este sentido, recuerdan en parte a la fase inicial de la comunidad libanesa, que, pese a no concentrarse en zonas concretas de las ciudades ni dedicarse a la venta de productos exclusivamente libaneses, mantenían el marco familiar y laboral dentro de la solidaridad y colaboración étnica; por lo tanto, puede indicar que la inmigración cubana se encuentra ahora en la primera fase de un proceso de integración exitoso. Está por demás decir que las tres inmigraciones han tenido tensiones con la población ecuatoriana al llegar, por cuestiones de desinformación y prejuicios de unos,

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así como ostracismo por parte de otros. Estos elementos suelen ser características típicas de los fenómenos migratorios, pero tal como ha mostrado el caso libanés en Ecuador, son características en su mayoría temporales. La plena integración de una comunidad extranjera está en el reconocimiento de sus miembros como iguales, en la oportunidad que se les da para representarse y en la acogida de su cultura como un componente más de la sociedad del lugar de destino, y eso ha sucedido con los libaneses en Ecuador tras dos siglos de su llegada. Con esta evidencia en la historia ecuatoriana, solo queda el deseo de que las complicaciones por las que ahora pasan cubanos y colombianos sean un primer paso de conocimiento, y que los procesos transnacionales evolucionen de tal manera que a estas comunidades se les deje de ver como unos “ellos” para formar parte del “nosotros”.

6. Conclusiones El Ecuador es un país estrechamente vinculado a los distintos movimientos migratorios. Así como cuenta con una población emigrante, su historia muestra que la presencia extranjera ha sido una constante en el país, por lo que se concluye que desde sus orígenes el país ha mostrado condiciones en principio favorables para la recepción de inmigrantes. A grandes rasgos, se puede decir que dos grandes factores hacen al Ecuador un potencial destino. En primer lugar, la flexibilidad de su marco legislativo en asuntos migratorios, puesto que en el siglo XIX sus leyes migratorias eran, excepto en el caso chino, menos rígidas que en el resto de América y en pleno siglo XXI tiene una Constitución que en principio no discrimina la situación de los extranjeros en el país. En segundo lugar, la característica del Ecuador como un país pequeño, relativamente desconocido para los extranjeros, a lo que se suma su reciente progreso económico, lo plantea como un territorio apto para iniciar una nueva vida o rellenar espacios aún vacíos dentro de su estructura socioeconómica, lo que se ve como una oportunidad para las poblaciones extranjeras. Las olas inmigratorias que el país ha recibido han sido de varios tipos y en distintos períodos de la historia ecuatoriana, lo que refuerza la dinámica relación entre el Ecuador y las migraciones. Además, cada comunidad de las mencionadas en este trabajo ha dejado un legado de enorme influencia en la conformación del Ecuador como país.

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No obstante, porque las cifras de inmigrantes no han sido significativas en comparación con otras migraciones, muchos de estos desplazamientos, como el caso jamaiquino y el caso chino, han sido dejados en el olvido, también posiblemente por asociarse a aspectos históricos tan negativos como la explotación laboral o la segregación racial. De todas formas, la inmigración en Ecuador apenas ha sido estudiada, por lo que deja abierto el camino para la profundización en el conocimiento de este tema, y por lo tanto de otra perspectiva sobre el Ecuador. La inmigración libanesa en Ecuador, pese a seguir siendo un tema poco trabajado, es como se ha señalado un ejemplo del desarrollo tradicional de las sociedades extranjeras dentro de un país ajeno, o mejor dicho, del desarrollo ideal de estas sociedades. El énfasis que se ha puesto en este trabajo sobre esta comunidad se debe a que la herencia libanesa en el Ecuador hoy en día es casi imperceptible, no por haber desaparecido, sino por la acogida de su legado como parte de la propia identidad ecuatoriana. Es, además, una muestra de la constante construcción de la identidad latinoamericana. La población del continente se caracteriza por nacer de la mezcla de etnias y culturas, y el que hoy en día parte de la población ecuatoriana lleve ese legado dentro de sí indica que la sociedad ecuatoriana, como la del resto del continente, está en una constante evolución. Los desplazados de Colombia hacia el país suponen un nuevo reto para el Ecuador. Los refugiados colombianos son un punto de inflexión para las relaciones bilaterales entre Colombia y Ecuador, porque son víctimas del olvido y la indiferencia de ambas partes. Además, el Ecuador apenas cuenta con entidades oficiales que más que centrarse en la regulación de su ingreso se enfoquen en atender y asistir a esta comunidad, que hoy en día es juzgada como una invasión pese a que muchos de sus componentes se han desplazado a la fuerza. Por esta misma razón, el surgimiento de organismos por parte de la iniciativa de los refugiados se puede ver como una llamada de atención ante la censura que Ecuador y Colombia han impuesto sobre la población desplazada, lo que a su vez comprueba que en la región apenas hay medidas para asistir a la población refugiada, pese a ser uno de los conflictos más graves del continente.

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La inmigración cubana ha sido para el Ecuador un motivo para reflexionar sobre las condiciones en las que el país se encuentra en distintos niveles. Por un lado, con el repentino crecimiento y representación tan bien definida del colectivo cubano dentro del país se ha visto una reacción excluyente por parte de la población, alentada por la desinformación y la creación de estereotipos normalmente infundados. Esta actitud por parte de los ecuatorianos deja ver que a nivel social, pese a haber recibido extranjeros desde sus orígenes, Ecuador apenas ha tenido contacto directo con migraciones masivas y por lo tanto carece de experiencia a la hora de crear una convivencia sin desconfianza con las comunidades extranjeras. Por otra parte, la migración cubana ha servido como indicador de la estabilidad e incluso crecimiento de la economía y las condiciones de vida en el Ecuador. El haber atraído a tantos inmigrantes de forma masiva no sólo se debe a la apertura política sino también a la oferta de un escenario de estabilidad y oportunidades, algo que también se refleja en menor medida con los españoles que llegan a trabajar al país desde hace casi tres años. Si bien hoy en día el Ecuador en principio se define a sí mismo como un país solidario y generoso a través de los artículos de la Constitución que defienden e incluyen a la población extranjera residente en el país y mantienen las puertas abiertas para el que necesite o desee entrar al Ecuador, guarda dentro de sí una incoherencia con la puesta en práctica de estos principios, siendo este el principal problema que afronta el país en el ámbito de inmigración. Casos de deportaciones, revisiones arbitrarias, trámites burocráticos cada vez más extensos, demandas de documentos oficiales y una progresiva securitización de las fronteras, muestran que esta Constitución innovadora aún convive con las leyes de migración existentes desde los años setenta, acorralando a los inmigrantes, especialmente a los irregulares, entre la política incluyente y protectora que ellos conocen y las conductas estrictas y reguladoras que se han llevado a cabo desde mediados del siglo XX y se mantienen hasta hoy en el país. Es necesario ver que una política de total apertura, pese a su discurso de inclusión y solidaridad, debe darse a sabiendas de las condiciones que el Ecuador tiene para asumir la llegada de extranjeros, tanto regulares como indocumentados. Este rasgo al parecer se ha pasado por alto, convirtiendo su intención de incluir y proteger en una amenaza para la integración de aquellos que deciden emigrar al Ecuador.

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A modo de conclusión general, se puede decir que la inmigración en Ecuador es un tema de gran interés porque describe los rasgos más esenciales del país; habla de una república que, en medio de la convulsión que ha caracterizado al continente en el que se encuentra, ha sabido salir de sus momentos más críticos para hoy en día ganar cierta estabilidad, hecho que ha permitido un mayor crecimiento en los últimos años y por lo mismo ha devenido en un destino atractivo. La inmigración en Ecuador describe a un país al que se ha encasillado como emisor de migrantes cuando a lo largo de su historia ha contado con el influjo de comunidades extranjeras, realidad que se desconoce incluso dentro del mismo Ecuador y que, por lo tanto, abre la puerta a la investigación más minuciosa de esta faceta del país. Este estudio, a su vez, permitiría proponer medidas para la solución de la ambivalencia presente en sus políticas migratorias. Finalmente, la inmigración en Ecuador se muestra como un fenómeno constante, y su historia dentro del país no sólo confirma que Ecuador es un país plenamente vinculado a la movilidad humana, sino que también deja una puerta abierta a un futuro en el que pese a la complejidad de su situación legislativa, existe la posibilidad de recibir a otras comunidades extranjeras que, o bien encuentran en Ecuador lo que sus predecesores hallaron, o ven en él nuevas motivaciones que enfaticen su condición de país de destino, o mejor dicho, de oportunidades. El Ecuador es un país que ve en la diversidad un reflejo de su identidad. Además de su mega biodiversidad, cuenta con más de quince etnias indígenas distribuidas por todo el país, conviviendo con blancos, mestizos y negros en un territorio que se reparte entre nevados, selvas tropicales y extensas costas. Sin embargo, esta pluralidad no se limita a sus rasgos más esenciales. El que los flujos inmigratorios que han venido al país fuesen de diversas regiones, motivaciones y épocas, y que los procesos de integración por los que cada comunidad ha pasado sean tan diferentes entre sí, muestra que el Ecuador es un país construido sobre el pilar de la diversidad, ventaja que a su vez exige la maduración de la mentalidad ecuatoriana y supone un reto para que las políticas migratorias queden a la altura de esta situación. La pluriculturalidad de la que tanto se enorgullece el Ecuador no sólo se halla en su diversidad étnica originaria, también está presente en la inmigración y en la convivencia entre ecuatorianos y extranjeros. Una convivencia que, si bien compleja y tensa al inicio, puede llegar a una plena integración de ambas poblaciones, que paradójicamente, ubican su punto en común en la diversidad 61

mediante el reconocimiento del otro con sus rasgos más característicos, como un aporte más al crisol cultural que compone al país.

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