\"Gorham’s Cave, un santuario en el Estrecho. Avance del estudio de los materiales cerámicos\".

July 17, 2017 | Autor: María Belén Deamos | Categoría: Archaeology, Prehistoric Archaeology, Mediterranean archaeology, Prehistory, Sanctuary
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Descripción

1808-1812: los emblemas de la libertad Alberto Ramos Santana & Alberto Romero Ferrer (eds.) Cerámicas hispanorromanas: un estado de la cuestión Darío Bernal Casasola & Albert Ribera i Lacomba Grupo de presión y reformas arancelarias en el Régimen Liberal, 1820-1870 Enrique Montañés Primicia Marginados, disidentes y olvidados en la Historia Santiago Moreno Telo & José J. Rodríguez Moreno (eds.) Personajes, poderes, fotalezas y otros temas de la Historia de Andalucía (siglos XIV y XVI) Alfonso Franco Silva Linajes gaditanos en la Baja Edad Media: breve estudio de la oligarquía local (siglos XIII-XV) Francisco Javier Fornell Fernández Los cómics de la Segunda Guerra Mundial: producción y mensaje en la Editorial Timely (1939-1945) José Joaquín Rodríguez Moreno

La ciudad de Cádiz, la Gadir fenicia, es, sin ninguna duda, el más importante centro urbano entre los asentamientos fenicios de la península ibérica, y del que a la vez se han conservado más testimonios de índole religiosa, tanto referencias de los autores griegos y latinos como documentación arqueológica. Conscientes de ello, las autoras del libro, especialistas en el estudio de la religión fenicia, historiadoras y arqueólogas, han dedicado durante años sus esfuerzos –con el apoyo económico del Ministerio de Ciencia e Innovación, de la Junta de Andalucía y de las Universidades de Sevilla y Cádiz– al estudio de estos testimonios, y sus trabajos se han publicado en diferentes revistas especializadas, actas de congresos y monografías, en ocasiones no fácilmente asequibles. En este volumen se han recogido algunos de los más significativos, con la idea de facilitar su consulta a un público no necesariamente especiazalizado.

M.ª Cruz Ceballos, profesora titular del Departamento de Historia Antigua de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Sevilla, ha dedicado la mayor parte de su carrera profesional al estudio de diversos aspectos relacionados con la religión en el mundo fenicio-púnico, tanto en la península ibérica e Ibiza como en el ámbito mediterráneo. Junto con otros especialistas, ha formado el grupo de investigación Religio Antiqua (Historia y Arqueología de las Religiones Antiguas de la Península Ibérica), que ha participado en diferentes proyectos de investigación siempre relacionados con los cultos fenicios en el ámbito occidental del Mediterráneo, prestando especial atención a la ciudad de Gadir. Colaboradoras en estas tareas han sido las Profesoras María Belén Deamos, de la Universidad de Sevilla, y Ana M.ª Niveau de Villedary y Mariñas, de la de Cádiz, además de la Dr.ª Ana M.ª Jiménez Flores, todas ellas coautoras de la presente obra.

M.ª CRUZ MARÍN CEBALLOS (Coord.)

En la misma serie

Cultos y ritos de la Gadir fenicia

cubierta GADIR:Maquetación 1 26/05/2011 21:07 Página 2

Gallegos en Cádiz. Redes Sociales y estrategias familiares de las pesquerías galledas durante el siglo XX Esmeralda Broullón Acuña

Cultos y ritos de la Gadir fenicia

Liberty, Liberté, Libertad. El mundo hispánico en la era de las revoluciones Alberto Ramos Santana & Alberto Romero Ferrer (eds.) El castillo de San Romualdo. Historia y documentos de la ciudad de San Fernando (Cádiz) Fernando Mósig Pérez Experiencia y memoria de la Revolución Española (1808-1914) Diego Caro Cancela & Fernando Durán López

M.ª CRUZ MARÍN CEBALLOS (Coord.)

ISBN: 978-84-472-1343-6

9 788447 213436

Cultos y ritos de la Gadir fenicia M.ª CRUZ MARÍN CEBALLOS (Coord.)

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Catalogación: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz Serie: Monografías Historia y Arte Catalogación: Secretariado de Publicaciones Universidad de Sevilla Serie: Historia y Geografía Núm.: 192

Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de este libro puede reproducirse o transmitirse por ningún procedimiento electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación magnética o cualquier almacenamiento de información y sistema de recuperación, sin permiso escrito del Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz y del Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevilla.

Esta obra ha superado un proceso de evaluación externa por pares

Motivo de cubierta: Busto de diosa menor en terracota (siglo V a. C.). Museo de Bellas Artes de Cádiz © SERVICIO DE PUBLICACIONES DE LA UNIVERSIDAD DE CÁDIZ 2011 Doctor Marañón, 3 - 11002 Cádiz Tlf.: 956 015 268; Fax: 956 015 634 Correo electrónico: [email protected] Web: http://www.uca.es/publicaciones © SECRETARIADO DE PUBLICACIONES DE LA UNIVERSIDAD DE SEVILLA 2011 Porvenir, 27 - 41013 Sevilla Tlfs.: 954 487 447; 954 487 451; Fax: 954 487 443 Correo electrónico: [email protected] Web: http://www.publius.us.es © Los autores, 2011 Impreso en España - Printed in Spain ISBN (Universidad de Cádiz): 978-84-9828-337-2 ISBN (Universidad de Sevilla): 978-84-472-1343-6 Depósito Legal: BI-955-2011 Maquetación e impresión: GRAFO, S.A.

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Índice

PRÓLOGO ............................................................................................

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INTRODUCCIÓN En torno a las fuentes para el estudio de la religión fenicia en la Península Ibérica.........................................................................

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M.ª Cruz Marín Ceballos

EL SANTUARIO DE MELQART Reflexiones en torno al papel económico-político del templo fenicio ........

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M.ª Cruz Marín Ceballos

Los sacerdotes del templo de Melqart en Gadir según el testimonio de Silio Itálico........................................................

63

M.ª Cruz Marín Ceballos y Ana M.ª Jiménez Flores

Los santuarios fenicio-púnicos como centros de sabiduría: el templo de Melqart en Gadir ............................................................

77

M.ª Cruz Marín Ceballos y Ana M.ª Jiménez Flores

Les contacts entre Phéniciens et Grecs dans le térritoire de Gadir et leur formulation religieuse: histoire et mythe ...................................

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M.ª Cruz Marín Ceballos

Imágenes para Melqart. La iconografía del santuario de Hércules gaditano 133 Ana M.ª Jiménez Flores, Mercedes Oria Segura. M.ª Carmen García Morillo

CULTOS URBANOS Cultos fenicio-púnicos de Gadir: Prostitución sagrada y puellae gaditanae Ana M.ª Jiménez Flores

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Las imágenes en el servicio de culto. Acerca del «supuesto» timiaterio de Punta del Nao ................................................................

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De Cartago a Cádiz. Notas de iconografía religiosa ..................................

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El capitel protoeólico de Cádiz .................................................................

207

El Kronion de Gadir: una propuesta de análisis ........................................

221

Escultura femenina entronizada de la necrópolis de Cádiz ........................

247

Nuevos datos sobre la presencia de «pebeteros en forma de cabeza femenina» en la Bahía de Cádiz............................................................................ 265 LA RELIGIOSIDAD FUNERARIA Religiosidad funeraria en la necrópolis prerromana de Cádiz ....................

321

Aegyptiaca: datos sobre la espiritualidad en la necrópolis de Gadir............

349

Acerca de ciertos cultos semitas extremo-occidentales ...............................

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Algunos indicios sobre la (posible) práctica de sacrificios humanos en Cádiz 405 EL ENTORNO GADITANO Itinerarios arqueológicos por la geografía sagrada del Extremo Occidente

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Gorham’s Cave, un santuario en el Estrecho. Avance del estudio de los materiales cerámicos ..................................................................

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Santuarios prerromanos de la costa atlántica andaluza ..............................

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EPÍLOGO La singularidad religiosa de Gadir en el mundo fenicio-púnico.................

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Gorham’s Cave, un santuario en el Estrecho. Avance del estudio de los materiales cerámicos* María Belén-Inmaculada Pérez

Introducción La Cueva de Gorham se abre hacia el Mediterráneo en la base del acantilado oriental de Gibraltar, en un tramo de costa comprendido entre Punta Europa, al Sur, y un embarcadero de uso militar, al Norte (Fig. 1). Actualmente se accede a ella directamente por mar, o a través de una estrecha escalera que salva los 60 metros de altura que hay, aproximadamente, desde la carretera que bordea el acantilado hasta la plataforma rocosa situada al pie del mismo. La cavidad consta de una amplia galería con bóveda apuntada, dividida en dos por una columna estalagmítica que impide el acceso de la luz natural hasta el fondo. Desde aquí, una incómoda gatera da paso a un estrecho pasillo que prolonga la gruta hacia el Sur (Fig. 2). Un fuerte talud erosivo acusa la acción del oleaje en la zona de la entrada (Hoyos, 1994: 46). El impresionante aspecto que Gorham ofrece desde el mar y la existencia en la entrada de una estalagmita (Díaz del Olmo, 1993: 52) que pudo tomarse como representación de la divinidad, pues su forma semeja una figura de mujer cubierta con manto, pudieron conferir sacralidad a este lugar situado, además, en el inicio del tramo más peligroso de la travesía del Estrecho (Gasull, 1986: 198). Salvando las distancias, recordemos la relación entre el santuario de la gruta del Papa, en el

* Publicado en Actas del IV Congreso Internacional de Estudios Fenicios y Púnicos, Cádiz, 2-6 de Octubre de 1995, vol. II: 531-542. Cádiz, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz, 2000.

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Fig. 1. Bahía de Algeciras (seg. Ulreich y otros, 1990).

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Fig. 2. La Cueva de Gorham (seg. Waechter, 1951).

golfo de Olbia, y la proximidad del gran monolito natural que le da nombre (Tore, Amucano y Filigheddu, 1992: 549). A pesar de que la cueva se conocía al menos desde principios de siglo, las primeras excavaciones de que tenemos constancia son las que los ingenieros militares Alexander y Monke realizaron hacia mediados de los años cuarenta. Consistieron en varios sondeos que afectaron sólo al nivel superior del yacimiento, entre el suelo actual y una capa estalagmítica que sella los depósitos prehistóricos. A fines de la misma década el British Museum impulsó los primeros trabajos oficiales que estuvieron dirigidos por J. d’A. Waechter y se prolongaron hasta 1954 (Waechter, 1951, 1953 y 1964). Los distintos cortes realizados por este investigador en la galería exterior (Fig. 2) revelaron la existencia de un potente depósito de unos 5 metros, con industrias del paleolítico medio y superior, y de una capa de escaso espesor (entre 4 y 24 cms. según las zonas), bajo la superficie actual, que proporcionó, sobre todo, materiales fechados durante el I milenio a. C. El estudio que hizo Culican (1972) de estos hallazgos casi veinte años después, supuso una aportación importante en un momento de auge de los estudios sobre la presencia fenicia en el Mediterráneo occidental. Recordemos que por esos años se excavaba la colonia de Toscanos y en los territorios situados al occidente del Estrecho, los trabajos efectuados en Carmona, en El Carambolo o en Huelva, ponían de manifiesto la influencia que sobre la cultura autóctona había ejercido el mundo fenicio. Pero las excavaciones en la cueva de Gorham no terminaron con las intervenciones de Waechter, aunque son éstas las únicas que han trascendido, sino que a fines de los cincuenta se hicieron uno sondeos en una zona situada al fondo de la galería interior, entre la pared norte de la cueva y la gatera que da acceso a la parte descubierta realmente por Gorham en 1907. La cerámica procedente de esta intervención fue inventariada y clasificada por C. Topp en agosto de 1958, según consta en el manuscrito que conserva el Museo de Gibraltar. Finalmente, se reali-

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zaron nuevas excavaciones a cargo de G. Palao1 en 1968 y de D. Devenish, entonces director del Museo de Gibraltar, al año siguiente. Ch. Hawkes realizó un estudio de la cerámica ibero-púnica y otros materiales recuperados en esta última excavación. El trabajo parece que no llegó a publicarse2, pero el autor remitió al Museo una copia del mismo. En los últimos años se han reemprendido las investigaciones en Gorham, bajo el patrocinio del British Museum y del Museo de Historia Natural de Londres y la dirección de los Dres. Cook y Stringer. En 1992 el Ministerio de Cultura español aprobó un proyecto de investigación de los santuarios marinos prerromanos del Estrecho dirigido por nosotras. El impulsor de dicho proyecto fue el Prof. D. José M.ª Luzón que primero embarcó a I. Pérez en la elaboración de una tesis doctoral sobre los santuarios costeros de Andalucía en la Antigüedad3, basada principalmente en fuentes escritas, y después puso gran empeño en que se hicieran excavaciones en las cuevas del Estrecho, por la importancia que debieron tener como lugares sagrados en la antigüedad. Durante una visita a Gibraltar con el fin de estudiar las posibilidades técnicas y administrativas de emprender investigaciones arqueológicas en los yacimientos de su litoral, el Dr. Clive Finlayson, director del Museo, nos mostró la cerámica de la Cueva de Gorham y nos animó a estudiarla. A pesar de los trabajos citados más arriba, este material permanece en gran parte inédito. Una subvención concedida por la Dirección General de Bellas Artes del Ministerio de Cultura permitió dibujar el conjunto que hoy presentamos como avance de un estudio más amplio. El trabajo de documentación gráfica ha sido realizado por las arqueólogas I. Ladrón de Guevara, M. Rodríguez de Zuloaga y M. Sánchez Andréu, bajo la supervisión de I. Pérez. La Cerámica de Gorham El estudio del repertorio cerámico de la cueva topa con la imposibilidad de separar el material por niveles. De acuerdo con la información de Waechter (1951: 83 y 85), los restos postpaleolíticos se encontraron revueltos en la capa superior del yacimiento, sin que fuera posible distinguir estratos. En esta situación, se com-

1 Del Gibraltar Government Service. Es autor de una curiosa historia de Gibraltar que abarca desde los orígenes a la Edad Media: Palao, 1982. 2 «Gibraltar, Gorham’s Cave: Ibero-Punic Material with Exotica», presentado al IV Congreso Nacional de Arqueología celebrado en Faro (Portugal), en 1980. 3 Universidad de Sevilla, 1989, inédita.

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prenderá que podemos diferenciar sin problema la cerámica neolítica, por otra parte escasa, de la del I milenio a. C., pero no resulta fácil clasificar la cerámica protohistórica sin poder contrastar cómo se asociaban las distintas piezas en su contexto original. La perduración de muchas de las formas a lo largo a veces de cientos de años, y la gran fragmentación que presenta el material, que impide con frecuencia una correcta clasificación morfológica, hace que los marcos cronológicos que barajamos no sean todo lo precisos que quisiéramos. En total se han inventariado casi novecientos fragmentos, más las piezas completas o reconstruidas que se exhiben en el Museo, y se ha dibujado prácticamente todo. El lote más numeroso procede de las intervenciones que Waechter practicó entre 1952 y 1954 (649 fragmentos), pero es importante también el conjunto hallado durante las excavaciones de Devenish en 1969 (185 fragmentos). De los restantes trabajos realizados en el yacimiento, se conservan escasos materiales. Durante la campaña de 1991 se hizo una pequeña cata cerca de la columna estalagmítica que separa en dos la galería principal. Este sondeo afectó al nivel protohistórico, pero desconocemos los resultados. El uso de la cueva como santuario podría haber comenzado en el siglo VII a. C., de acuerdo con la cronología del grupo de escarabeos más antiguos que estudiaron primero Culican (1972: 110-120), y más tarde Padró (1980-1985) y Posadas (1988). Sin embargo hay muy poca cerámica que podamos fechar con seguridad en esa centuria o en la siguiente. Tan sólo un fragmento del borde de una ampolla (Fig. 6: 1) (Ramón, 1982: fig. 2: C,2), dos bordes de ánforas (Fig. 6: 2 y 3) (Schubart y Maass-Lindemann, 1984: fig. 14: 492, 494 y 509, y 482a, respectivamente), un fragmento de lucerna (Fig. 6: 4) (Schubart y Maass-Lindemann, 1984: fig. 12: 370-394), algún borde de plato y un fragmento del cuello de un píthos publicado por Culican (1972: fig. 10: X), podrían corresponder a esa etapa más antigua. Más dudas tenemos a la hora de asignar una cronología tan alta, sin tener la forma completa, a dos jarritos con asa (Fig. 6: 6 y 9), porque si bien recuerdan ejemplares del siglo VII a. C. documentados en las colonias occidentales (Schubart y Maass-Lindemann, 1984: fig.13: 449), más probable nos parece su relación con formas más evolucionadas, posteriores al siglo V a. C. (Ulreich y otros, 1990: fig. 18: 14, 16 y 17). Como ya vieron Culican (1972: 125-127) y Hawkes4 a pesar de haber estudiado una muestra reducida, la mayor parte de la cerámica de Gorham que se conser-

4 Estudio inédito citado supra.

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va se puede fechar a grandes rasgos durante los siglos V a III a. C. Es en general de producción occidental, similar a la que por esas mismas fechas pueden encontrarse en otros yacimientos costeros andaluces, pero hay también algunos fragmentos de cerámica ática (Fig. 3: 1-6) y producciones púnicas que conservando rasgos de las tradiciones alfareras propias, imitan también con claridad las de los talleres griegos. Son, sobre todo, cuencos semiesféricos de borde entrante cubiertos con engobes de tonos rojos, más raramente negruzcos, sin decoración (Fig. 3: 10-13), o con cuatro palmetas impresas en relieve dispuestas en cruz (Fig. 3: 7-9), de tipos

Fig. 3. Cueva de Gorham. Cerámica ática (1-6) y producciones púnicas (7-13).

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ya documentados en Kuass (Ponsich, 1968: fig. 6 y lám. XIII), en Cádiz5 y en el Castillo de Doña Blanca donde estas producciones se fechan a fines del siglo IV y durante el III a. C. (Ruiz Mata y Pérez, 1995: 75 y fig. 32). La abundancia de cerámica de estas características en el entorno de la bahía gaditana, hace suponer la existencia de distintos centros alfareros en el área del Estrecho, aunque de momento sólo se hayan localizado hornos en el litoral africano. En el conjunto que hemos estudiado predominan las formas abiertas y, en concreto, los cuencos en forma de casquete esférico, de entre 12 y 20 centímetros de diámetro, con borde simple de tendencia normal, recta o entrante y pie indicado de base plana, cóncava o anular. Generalmente presentan pastas porosas de tonos ocres o rojizos con desgrasantes minerales finos. Muchas de las piezas han recibido finalmente un baño de engobe arcilloso algo más claro que la pasta. La mayoría no tienen decoración (Fig. 4: 1-7), pero algunas presentan en el interior –excepcionalmente también en el exterior– bandas pintadas de tonos rojos (Fig. 4: 8-11). Los cuencos semiesféricos, decorados o no, tienen en los yacimientos de Andalucía occidental una cronología amplia, pero abundan sobre todo a partir de mediados del siglo V a. C (Pellicer, 1982: 397 y fig. 19). Los ejemplares de borde entrante, sin decoración, hallados en la capa 3c del Cerro del Prado, con fechas comprendidas en la primera mitad del siglo IV a. C. (Ulreich y otros, 1990: fig. 17: 14, 16 y 18) son análogos a piezas de Gorham. En las tumbas de Puente de Noy (Molina, Ruiz y Huertas, 1982: fig. 112), los cuencos de este tipo se datan entre el IV y mediados del II a. C. En cuanto a los de borde recto, en Doña Blanca son representativos, sobre todo, de los niveles del IV y el III a. C. (Ruiz Mata, 1987: 306; Ruiz Mata y Pérez, 1995: fig. 26: 13-16). Mucho menos abundantes son los que llamamos platos de pescado, por estar dotados de una pequeña cavidad central. Como en otros yacimientos costeros andaluces, hay variantes con el borde simple y con reborde exterior más o menos desarrollado, sin tratamiento, decorados con bandas concéntricas o con una capa uniforme de engobe de tonos rojizos (Fig. 5: 4-12). Se conocen, por citar sólo unos ejemplos, en el Cerro del Prado (Ulreich y otros, 1990: fig. 16: 4, 6 y 7), en

5 Recogidas por J. J. Ventura en un apéndice de su tesis doctoral: Las cerámica campaniense en Andalucía Occidental, t. IV. Universidad de Sevilla, 1990. Agradecemos al autor que nos haya permitido consultar su trabajo todavía inédito y que haya realizado el dibujo de las palmetas que decoran las piezas de Gorham.

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Fig. 4. Cerámica de la Cueva de Gorham.

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Fig. 5. Cerámica de la cueva de Gorham.

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Kuass (Ponsich,1968: 14, fig. 4: 1-4 y lám. VIII), y en Doña Blanca (Ruiz Mata, 1987: 304 y fig. 1: 6, 8 y 10) ya en el siglo V a. C, pero son frecuentes, sobre todo, a partir del IV a. C. (Ulreich y otros, 1990: fig. 16: 10-15), perdurando al menos hasta el III a. C., como prueban las piezas halladas en el nivel II de La Tiñosa (Lepe, Huelva) (Belén y Fernández-Miranda, 1978: fig. 19) y en Puente de Noy (Molina, Ruiz y Huertas, 1982: fig. 112). A partir de esas fechas, son corrientes también los ejemplares que reproducen la forma de los platos áticos (cf. Pellicer, 1982: 400 y fig. 21: 18; Ruiz Mata y Pérez, 1995: fig. 28: 7). El fragmento de la Fig. 5: 12, podría ser uno de estos productos de imitación, por las características que presenta el borde. Por último, hay también otras formas de platos (Fig. 5: 1-3), de cazuelas o morteros (Fig. 7: 5-8) y escudillas profundas dotadas de reborde exterior y carena en el hombro, sin decoración o con bandas pintadas tanto en la superficie interior como en la exterior (Culican. 1972: fig. 8: H). Recipientes similares se fechan en el Cerro Macareno durante los siglos V y III a. C. (Pellicer, 1982: fig.20: 5,7 y 8). En el grupo de las formas cerradas, mucho más escasas, documentamos pequeñas jarritas de cuerpo piriforme, dotadas de un asa que arranca del borde (Fig. 6: 6, 7, 9, 10 y 12), que tienen paralelos en Kuass con fechas del siglo V a. C. (Ponsich, 1968: 18 y XIV, arriba), y del siglo IV a. C. en el Cerro del Prado (Ulreich y otros, 1990: fig. 18; 14, 16 y 17). Más tardíos son los ejemplares de cuerpo bitroncocónico (Fig. 6: 8 y 11), de acuerdo con la datación (III-II a. C.) de los hallados en la necrópolis de Puente de Noy (Molina, Ruiz y Huertas, 1982: fig. 112). Algunos bordes de ollas (Fig. 7: 4)(cf. Ulreich y otros, 1990: fig. 24: 3 y 5; Ruiz Mata, 1987: 309 y fig. 4: 3-7), de vasos cerrados con cuello (Fig. 6: 15-17) (cf. Ruiz Mata, 1987: 306 y fig. 2: 23), y de fondos de ánforas (Fig. 6: 13 y 14) (Pellicer, 1978: 395 y fig. 12: 1366, 1417, 1419 y 2452), encajan igualmente bien en contextos de los siglos V y IV a. C., e, incluso, del III a. C. Nos parece de interés resaltar que, a grandes rasgos, el repertorio de la cerámica de Gorham guarda una relación estrecha con la que se halló en la capa 3 de la secuencia estratigráfica del Cerro del Prado, un asentamiento fundado en el siglo VII a. C. por los fenicios sobre un promontorio en la desembocadura del Guadarranque (Fig. 1). Como hemos señalado, platos y cuencos, jarritas y ollas de uno y otro yacimiento presentan estrechas similitudes. La cerámica que se puede clasificar sin dudas con posterioridad al III a. C. es escasa. Los ungüentarios fusiformes (Fig. 7: 1-3) podrían fecharse entre mediados de esa centuria y la siguiente, según la datación que se asigna a estos tipos en Puente de Noy (Molina, Ruiz y Huertas, 1982: fig. 112), pero Muñoz (1986:

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Fig. 6. Cerámica de la cueva de Gorham.

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Fig. 7. Cerámica de la cueva de Gorham.

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522-524 y figs. 6: 3 y 7: 1) fecha en el siglo II a. C. piezas de Cádiz semejantes a las que comentamos. Unos fragmentos de lucerna y de un vaso de paredes finas con decoración de barbotina, son los únicos testimonios cerámicos de la frecuentación de la cueva en época romana imperial. La cerámica de Gorham constituye el testimonio de ofrendas y otros actos cultuales realizados por los devotos que acudían al santuario. Junto a escarabeos y amuletos, útiles de pesca y objetos personales, fíbulas, anillos o collares (cf. Culican, 1972) se ofrecían perfumes, de ahí la presencia de recipientes que sirven como envases para estos productos, como las ampollas, los amphoriskoi de vidrio (Culican, 1972: 130 y fig. 14: c-f), o los ungüentarios fusiformes. Otras piezas pueden haber servido en comidas y libaciones rituales. La mención de restos de hogueras, huesos y conchas marinas sólo en las intervenciones que se practicaron en la galería exterior (Waechter, 1951: 83 y 88), nos llevan a considerar la posibilidad de que esta zona mejor iluminada de la cueva, pudiera destinarse a estos actos cultuales que implicaban la ofrenda y consumo de alimentos cocinados en ollas o en cazuelas como la de la Fig. 7: 5, que está ennegrecida por el fuego, mientras que en la galería interior se depositarían los exvotos. Finalmente, algunos cuencos debieron usarse como lucernas, dado que presentan huellas de fuego en el borde y sobre la superficie interior. Estos restos de prácticas rituales ayudan poco a identificar a la divinidad o divinidades que recibieron culto en el santuario. La hipótesis de que pudiera tratarse de Tanit, como piensa Aubet (1986: 616) y no de un Genius Loci como también se ha sugerido (Culican, 1972: 132; Padró, 1980-1985: 128), o de cualquier otra divinidad protectora de la navegación, está basada en que la etapa de mayor frecuentación de Gorham coincide con la difusión de la devoción a esta diosa en el Mediterráneo occidental por influencia cartaginesa, y en el hecho de que, con mucha frecuencia, su culto se practique en cuevas. Había grutas consagradas a Tanit en Ibiza (Aubet, 1986: 622-623), en Villaricos (Astruc, 1951: 179) y en Cádiz (Marín Ceballos 1984: 15-16). El santuario de Gorham’s Cave y la actividad marítima en el área del Estrecho Como indicábamos más atrás, la frecuentación de la cueva de Gorham como lugar sagrado se inicia en el siglo VII a. C. Algunos autores (Schubart, 1982: 77), han sugerido que el santuario pudo depender del establecimiento fenicio que es-

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tuvo situado sobre el Cerro del Prado en la desembocadura del río Guadarranque, hoy ya desaparecido (Fig. 1). La fundación de este enclave se ha atribuido a un movimiento de expansión originado en las propias colonias occidentales más antiguas. La hipótesis parece verosímil, porque el repertorio cerámico de Gorham guarda estrechas similitudes con el de este asentamiento, como hemos señalado. Probablemente la colmatación del estuario del Guadarranque, obligó a trasladar la población hacia el solar de Carteia, en el lugar del Cortijo de Rocadillo, que en el siglo IV a. C. estaba mejor ubicado en relación con la línea de costa. Los materiales más antiguos de Carteia tienen cronologías de mediados del siglo III a. C., o siglo IV a. C. (Pellicer y otros, 1977: 225 y 227), que casi enlazan con la de los más recientes del Cerro del Prado. Esta ciudad nueva aparece nombrada también como Calpe en algunas fuentes (Presedo y otros, 1982: 13-14). El santuario está situado en un punto clave para la navegación, en la ruta hacia Gadir, casi al final del viaje (cf. Fernández Nieto, 1992: 139). Significativamente, la etapa de mayor frecuentación coincide con la de la gran expansión del comercio gaditano a fines del siglo VI a. C. (Cabrera, 1994: 96-100), cuando se consolida la que se ha dado en llamar Liga de Gadir (Arteaga, 1994), que agrupa a las ciudades fenicias occidentales bajo la hegemonía de la colonia más antigua. Cádiz había sido durante los siglos VIII y VII a. C. el puerto redistribuidor de la producción metalúrgica hacia Oriente, por eso acusó, sin duda, la crisis que afectó a los territorios mineros del occidente de Andalucía ya avanzado el siglo VI a. C.; pero se rehizo pronto de tan delicada coyuntura, porque desde principios del V a. C. el comercio gaditano experimenta un proceso de revitalización, orientado ahora, en gran parte, hacia la exportación de productos derivados de la transformación del pescado. En muchos puntos de la costa atlántica andaluza, entre Tarifa y la costa de Huelva, pero, sobre todo, en Cádiz y en torno a su bahía, se han documentado factorías para la elaboración de salsas y salazón de pescado. La dispersión de las ánforas Mañá-Pascual A/4, permite seguir las vías de distribución y los canales de intercambio de la producción salazonera gaditana desde Galicia a Grecia (cf. Muñoz, De Frutos y Berriatúa, 1988). Los tratados entre estados garantizaban las condiciones necesarias para el desarrollo de las actividades de intercambio, de las que se beneficiaban las distintas partes. Para la prosperidad del comercio gaditano parecen decisivos los suscritos entre la Liga y Cartago. Algunos autores señalan que a fines del siglo VI a. C. esta última habría acudido en ayuda de la metrópoli fenicia de occidente, que era hostigada por pueblos iberos del sur de la Península. Esto daría pie a un sistema de alianzas que garantizaría la ayuda cartaginesa a las antiguas colonias fenicias, a cambio de contrapartidas económicas, iniciándose con ello el proceso que acaba-

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ría con el predominio de Cartago en el Mediterráneo occidental, hasta culminar, finalmente, en la política de dominio territorial que caracteriza la etapa Bárcida (cf. López Castro,1991). En este contexto, la bahía de Algeciras, constituye un entorno estratégico. Punto clave en la navegación entre el Atlántico y el Mediterráneo, Gibraltar está igualmente bien situado en relación con importantes rutas terrestres de penetración hacia el interior. Siguiendo el valle del Guadarranque se alcanza la depresión de Ronda y desde allí se enlaza con una extensa red de caminos que desde la costa malagueña llevan, por un lado, a la Bahía de Cádiz, a través de la cuenca del Guadalete, y por otro, a las campiñas sevillana y cordobesa, desde las cabeceras del Guadaira y del Corbones, o siguiendo el curso del Genil (García Alfonso y otros, 1995: fig. pág. 37: arriba). Por esta región interior discurre la ruta que según Avieno (OM. 178-182) llevaba en cinco días de Malaca a Tartessos, permitiendo distribuir las mercancías cuando las condiciones eran adversas para la navegación por el Estrecho. Esta ruta suele identificarse con la que ascendiendo el Guadalhorce, que es la principal arteria de este tramo más occidental del Mediterráneo, lleva al valle del Guadalquivir. Sevilla-Cádiz, 29 de Septiembre de 1995 Bibliografía ARTEAGA, O. (1994): «La Liga Púnica Gaditana. Aproximación a una visión histórica occidental, para su contrastación con el desarrollo de la hegemonía cartaginesa, en el mundo mediterráneo», en Cartago, Gadir, Ebussus y la influencia púnica en los territorios hispanos. VIII Jornadas de Arqueología fenicio-púnica (Ibiza,1993): 23-57. Ibiza, Govern Balear. ASTRUC, M. (1951): La Necrópolis de Villaricos. Informes y Memorias, 25. Madrid, Comisaría General de Excavaciones Arqueológicas, Ministerio de Educación Nacional. AUBET, M.ª E. (1986): «La Necrópolis de Villaricos en el ámbito del mundo púnico peninsular», Homenaje a Luis Siret: 612-623. Sevilla, Consejería de Cultura, Junta de Andalucía. BELÉN, M. y FERNÁNDEZ-MIRANDA, M. (1978): «La Tiñosa (Lepe, Huelva)», Huelva Arqueológica IV: 197-297. CABRERA, P. (1994): «Cádiz y el comercio de productos griegos en Andalucía occidental durante los siglos V y IV a. C.», Trabajos de Prehistoria 52, n.º 2: 89-101. CULICAN, W. (1972): «Phoenician Remains from Gibraltar», Australian Journal of Biblical Archaeology, II,1: 110-145.

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1808-1812: los emblemas de la libertad Alberto Ramos Santana & Alberto Romero Ferrer (eds.) Cerámicas hispanorromanas: un estado de la cuestión Darío Bernal Casasola & Albert Ribera i Lacomba Grupo de presión y reformas arancelarias en el Régimen Liberal, 1820-1870 Enrique Montañés Primicia Marginados, disidentes y olvidados en la Historia Santiago Moreno Telo & José J. Rodríguez Moreno (eds.) Personajes, poderes, fotalezas y otros temas de la Historia de Andalucía (siglos XIV y XVI) Alfonso Franco Silva Linajes gaditanos en la Baja Edad Media: breve estudio de la oligarquía local (siglos XIII-XV) Francisco Javier Fornell Fernández Los cómics de la Segunda Guerra Mundial: producción y mensaje en la Editorial Timely (1939-1945) José Joaquín Rodríguez Moreno

La ciudad de Cádiz, la Gadir fenicia, es, sin ninguna duda, el más importante centro urbano entre los asentamientos fenicios de la península ibérica, y del que a la vez se han conservado más testimonios de índole religiosa, tanto referencias de los autores griegos y latinos como documentación arqueológica. Conscientes de ello, las autoras del libro, especialistas en el estudio de la religión fenicia, historiadoras y arqueólogas, han dedicado durante años sus esfuerzos –con el apoyo económico del Ministerio de Ciencia e Innovación, de la Junta de Andalucía y de las Universidades de Sevilla y Cádiz– al estudio de estos testimonios, y sus trabajos se han publicado en diferentes revistas especializadas, actas de congresos y monografías, en ocasiones no fácilmente asequibles. En este volumen se han recogido algunos de los más significativos, con la idea de facilitar su consulta a un público no necesariamente especiazalizado.

Gallegos en Cádiz. Redes Sociales y estrategias familiares de las pesquerías galledas durante el siglo XX Esmeralda Broullón Acuña

Cultos y ritos de la Gadir fenicia

Liberty, Liberté, Libertad. El mundo hispánico en la era de las revoluciones Alberto Ramos Santana & Alberto Romero Ferrer (eds.) El castillo de San Romualdo. Historia y documentos de la ciudad de San Fernando (Cádiz) Fernando Mósig Pérez Experiencia y memoria de la Revolución Española (1808-1914) Diego Caro Cancela & Fernando Durán López

M.ª Cruz Ceballos, profesora titular del Departamento de Historia Antigua de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Sevilla, ha dedicado la mayor parte de su carrera profesional al estudio de diversos aspectos relacionados con la religión en el mundo fenicio-púnico, tanto en la península ibérica e Ibiza como en el ámbito mediterráneo. Junto con otros especialistas, ha formado el grupo de investigación Religio Antiqua (Historia y Arqueología de las Religiones Antiguas de la Península Ibérica), que ha participado en diferentes proyectos de investigación siempre relacionados con los cultos fenicios en el ámbito occidental del Mediterráneo, prestando especial atención a la ciudad de Gadir. Colaboradoras en estas tareas han sido las Profesoras María Belén Deamos, de la Universidad de Sevilla, y Ana M.ª Niveau de Villedary y Mariñas, de la de Cádiz, además de la Dr.ª Ana M.ª Jiménez Flores, todas ellas coautoras de la presente obra.

M.ª CRUZ MARÍN CEBALLOS (Coord.)

En la misma serie

Cultos y ritos de la Gadir fenicia

cubierta GADIR:Maquetación 1 26/05/2011 21:07 Página 1

Coedición con

ISBN: 978-84-9828-337-2

9 788498 283372

M.ª CRUZ MARÍN CEBALLOS (Coord.)

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