Gastos secretos y venalidad en el siglo XVII

July 26, 2017 | Autor: F. Andújar Castillo | Categoría: Venality
Share Embed


Descripción

Mujeres que han impulsado la Historia

HEREDERAS DE CLÍO

Gloria Franco Rubio y María Ángeles Pérez Samper (Editoras)

HEREDERAS DE CLÍO MUJERES QUE HAN IMPULSADO LA HISTORIA Homenaje a Mª Victoria López-Cordón Cortezo

HEREDERAS DE CLÍO MUJERES QUE HAN IMPULSADO LA HISTORIA Homenaje a Mª Victoria López-Cordón Cortezo

Reservados todos los derechos. No se permite reproducir, almacenar en sistemas de recuperación de la información, ni transmitir alguna parte de este libro, cualquiera que sea el medio empleado -electrónico, mecánico, fotocopia, grabación, etc.- sin el permiso de los titulares de los derechos de propiedad intelectual. © Los autores © MERGABLUM. Edición y Comunicación, S.L., 2014 Brújula, 10. Parque Industrial PISA 41927 Mairena del Aljarafe SEVILLA Teléfono: 955 60 23 10 [email protected] Imprime: MINERVA UNIVERSIDAD. Artes Gráficas Fomento, 10. 41927 Mairena del Aljarafe. SEVILLA Depósito Legal: SE-0425-2014 ISBN: 978-84-96378-79-7

SUMARIO Gloria FRANCO RUBIO y María de los Ángeles PÉREZ SAMPER: Introducción …………………………………………………

11

Armando ALBEROLA ROMÁ y Rosario DIE MACULET: Historia de un documento apócrifo: La “Carta de Jorge Juan al Rey estando para morir” …………………………………………………

15

Francisco ANDÚJAR CASTILLO: Gastos secretos y venalidad en el siglo XVII …………………………………………………...

35

Inmaculada ARIAS DE SAAVEDRA ALÍAS: Los jueces de grados de la Audiencia de Sevilla en el siglo XVIII ……………………...

49

Mª Soledad ARREDONDO SIRODEY: ¿Crisis o guerra? 1635-1660, historia, polémicas, relaciones…, y el teatro de Calderón ………………

77

Jesús ASTIGARRAGA: Lecturas antirrepublicanas de Mably. La Economía Política de Joaquín María Acevedo …………………...

95

Mónica BOLUFER PERUGA: Disciplina de la fidelidad y ambigüedades del deseo: recorridos españoles de un texto francés ………………….

111

Alba de la CRUZ REDONDO: Francisco Manuel de Mena: el hombre clave de la Imprenta Real ……………………………...

127

Teófanes EGIDO LÓPEZ: Sermones, oposición al gobierno y expulsión de los jesuitas. (Uso político de la predicación) ………………………..

139

Mariela FARGAS PEÑARROCHA: Usos suntuarios, persuasión e individuo: a través de las joyas (s. XVI-XVII) …………………….

155

Inmaculada FERNÁNDEZ ARRILLAGA: Las agustinas oriolanas de San Sebastián: duelo con el obispo Gómez de Terán y protección real ………..

167

7

GASTOS SECRETOS Y VENALIDAD EN EL SIGLO XVII1 Francisco Andújar Castillo Universidad de Almería

A pesar de la importancia que los gastos secretos tuvieron en el funcionamiento de la economía de la merced en la Edad Moderna, sorprendentemente habían quedado relegados en la historiografía a un segundo plano hasta que en el año 2010 vio la luz la publicación de la excelente tesis doctoral de David Seiz Rodrigo, dedicada de forma monográfica al reinado de Felipe IV2. Hasta entonces, tan sólo anotaciones sueltas de algunos historiadores, entre ellas las del eterno maestro don Antonio Domínguez Ortiz, habían enunciado algunos elementos definitorios de lo que fue una caja especial cuyos fondos se aplicaron a gastos cortesanos en general, así como al pago de servicios de información y espionaje. Precisamente, esa vinculación de los gastos secretos con la diplomacia fue objeto de atención hace tiempo

1

El presente estudio se ha realizado en el marco del Proyecto de Investigación de I+D El poder del dinero. Dimensiones de la venalidad en los siglos XVII Y XVIII (HAR2011-23105) financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad. 2 David SEIZ RODRIGO: La disimulación honesta: los gastos secretos en el reinado de Felipe IV entre la razón de estado y la merced cortesana. Madrid. Endymion, 2010.

35

Francisco Andújar Castillo

por parte de Miguel Ángel Echevarría Bacigalupe3 y recientemente han sido abordados de nuevo por Oscar Ruiz Fernández en su estudio sobre las relaciones diplomáticas entre España e Inglaterra en el período entre 1603 y 16254. Como ha demostrado por extenso Seiz, los gastos secretos, a lo largo del reinado de Felipe IV, fueron controlados directamente por la figura del Secretario del Despacho Universal quien, siguiendo las órdenes cursadas por el rey, casi siempre “a boca”, procedía a su distribución. Esa práctica se debió mantener casi inalterable durante todo el siglo XVII, pues no se modificó hasta el año 1704 cuando, tras la creación en el año anterior de la Tesorería Mayor de Guerra, el rey ordenó que entraran en dicha tesorería los ingresos procedentes de diversas rentas así como lo consignado para gastos secretos5. Desde los primeros momentos de su institucionalización, las razones del carácter secreto de estos gastos parece ser que estuvieron en el pago de servicios de información y espionaje. Sin embargo, también se le otorgó el mismo carácter a toda una serie de gastos cortesanos que podríamos denominar como “corrientes”, tales como el pago de ayudas de costa a criados regios, pensiones, limosnas a instituciones religiosas, obras de conventos e iglesias, mercedes pecuniarias a servidores de palacio, a militares, así como el inagotable pozo de caudales que siempre precisaba el gasto suntuario cortesano, las obras en los Sitios Reales, las joyas y aderezos que exhibían las reinas y la inversión en algunas obras de arte para ornato de las estancias palaciegas. ¿Por qué se creó pues una tesorería especial para gastos no estrictamente secretos? Las razones no están claras porque muy poco sabemos acerca del momento en que surge por vez primera esa particular caja para la distribución en secreto de una serie de gastos cuyos destinatarios no debían ser conocidos nada más que por el rey y, 3

Miguel Ángel ECHEVARRÍA BACIGALUPE: La diplomacia secreta en Flandes, 1598-1643. Leioa. Universidad del País Vasco, 1984; “Los gastos secretos en Flandes (segunda mitad del siglo XVII)”. Letras de Deusto. 34 (1986) pp. 185-196. 4 Oscar RUIZ FERNÁNDEZ: Las relaciones hispano-inglesas entre 1603 y 1625. Diplomacia, comercio y guerra naval. Valladolid. 2012. http://uvadoc.uva.es/bitstream/10324/951/1/TESIS%20166-120515.pdf 5 Francisco ANDÚJAR CASTILLO: Necesidad y venalidad. España e Indias, 17041711. Madrid. Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2008.

36

Gastos secretos y venalidad en el siglo XVII

al menos durante el siglo XVII, por el Secretario del Despacho Universal. En todo caso, si aceptamos que una parte de las libranzas que se hacían con cargo a esa caja no tenían por qué tener el carácter de pagos reservados, habría que trasladar la respuesta a la interrogante abierta a un aspecto que me parece crucial y que, a la postre, constituye –sin duda a causa de la carencia de fuentes documentalesla principal laguna de la obra de Seiz Rodrigo. Me refiero al origen del dinero que nutrió a lo largo de la centuria del Barroco esa tesorería de gastos secretos, o lo que es lo mismo, qué rentas e ingresos y en qué cuantías entraron en ese fondo especial. Si es difícil hallar cuentas completas de las libranzas realizadas con cargo a los gastos secretos, respecto al origen del dinero estamos ante un auténtico páramo. Lamentablemente, por ese sigilo que rodeó a todo este particular mundo de los gastos secretos, por la carencia de cuentas precisas, por el control personal que los Secretarios del Despacho ejercieron sobre esa tesorería, y por el incierto origen del dinero, cualquier pesquisa se torna en una compleja tarea de investigación. Para el reinado de Felipe IV, Seiz Rodrigo señaló que la tesorería de gastos secretos se abasteció de fondos diversos, entre ellos de dinero procedente de alcabalas y tercias, de la renta de las lanas, de algunos expedientes extraordinarios, y de la venta de algunos oficios, entre los cuales tan sólo reseñó dos, un puesto de tesorero de los sexmos de Segovia y una vara de alguacil mayor de Madrid, así como el arrendamiento de las escribanías de Villacarrillo6. Sus escasas referencias se completan con la venta de una serie de oficios de fieles medidores del vino, vinagre y aceite, que fue encomendada en 1657 a don Juan de Góngora7. Como se observa, eran oficios de poca monta que supusieron unos reducidos ingresos para la tesorería de gastos secretos. Es obvio que no es posible entender esos gastos sin conocer el origen del dinero que de forma continua llegaba hasta las arcas de la tesorería de gastos secretos para su distribución graciosa por parte del monarca, y probablemente también por parte del Secretario del Despacho Universal que no tenía que rendir cuentas algunas sobre los pagos que realizaba. 6 7

SEIZ RODRÍGO, op. cit., p. 197. Ibidem, p. 227.

37

Francisco Andújar Castillo

Nuestra tesis es que gastos extraordinarios como eran los secretos, no sujetos a un presupuesto fijo, tuvieron una de sus principales fuentes de financiación en la venalidad de cargos y honores, y en concreto, en dos segmentos muy definidos de esas ventas que con tanta intensidad proliferaron en la España del Barroco: por un lado la venta de oficios de Indias y, por otro, la enajenación de títulos nobiliarios, tanto de Castilla como de Italia. La venta de cargos de Indias con destino a los gastos secretos Los diferentes estudios que, tras las obras maestras de Tomás y Valiente y Domínguez Ortiz, se han ocupado en los últimos años de la venalidad en América en los siglos XVII y XVIII, en su doble vertiente del “beneficio” de cargos desde Madrid y la enajenación de los oficios “vendibles y beneficiables” que se solían enajenar en América, pusieron de relieve la extraordinaria importancia que estos procesos tuvieron en la administración de los territorios ultramarinos en materias de hacienda, justicia y gobierno político8. Aunque los empleos de hacienda se venían concediendo por dinero desde tiempos de Olivares, un cambio trascendental se produciría a partir de 1674 cuando se produjo la venta masiva de gobiernos políticos, corregimientos y alcaldías mayores que hasta entonces eran de provisión –con frecuencia venal- de los virreyes y que desde ese momento pasaron a ser provistos por la Corona directamente9. Esa almoneda fue aprovechada para trasvasar el producto de algunas ventas de cargos hacia la tesorería de gastos secretos. La práctica no era nueva. La posibilidad de obtener fondos extraordinarios para gastos secretos mediante la venta de empleos para ejercer en Indias siempre estuvo abierta, al menos desde que en el año 1632 comenzara la enajenación de oficios de hacienda desde 8

En lugar de abundar en la bibliografía remitimos al último estado de la cuestión publicado por Antonio JIMÉNEZ ESTRELLA: “Poder, dinero y ventas de oficios y honores en la España del Antiguo Régimen: un estado de la cuestión”. Cuadernos de Historia Moderna. 37 (2012), pp. 259-272. Igualmente las referencias más actualizadas se encuentran en Francisco ANDÚJAR CASTILLO y María del Mar FELICES DE LA FUENTE, (eds.): El poder del dinero. Ventas de cargos y honores en el Antiguo Régimen. Madrid. Biblioteca Nueva, 2011. 9 Ángel SANZ TAPIA: ¿Corrupción o necesidad?: la venta de cargos de gobierno americanos bajo Carlos II (1674-1700). Madrid. CSIC, 2009.

38

Gastos secretos y venalidad en el siglo XVII

Madrid10. Algunos ingresos, aunque de poca cuantía, se pueden espigar entre la documentación conservada, como los 2.000 pesos que se transfirieron en octubre de 1653 al Secretario del Despacho Universal, Fernando Ruiz de Contreras, procedentes de la compra de un oficio de tesorero de Guadalajara, en el virreinato de Mexico, por parte de Nicolás de Quiñones11. Pero será sobre todo en la década de los años ochenta cuando de forma más intensa y regular fluyan los caudales de los beneficios de Indias hacia la tesorería de gastos secretos. Durante ese período, no sólo oficios vendidos en España sino también algunos enajenados en América, sirvieron para alimentar la caja de la tesorería de gastos secretos, cuyo tesorero era Juan Antonio Domínguez, quien, como había venido siendo habitual a lo largo de toda la centuria, administraba y libraba el dinero siguiendo las órdenes cursadas desde la Secretaría del Despacho Universal. Así, por ejemplo, los 12.000 pesos –la mitad de ellos en concepto de “donativo gracioso” y la otra mitad como préstamo- que pagó en mayo de 1682 Francisco Carrillo de Albornoz por el gobierno de Antioquía 12, fueron a parar al prestamista y financiero Diego Ignacio de Córdoba, quien había suplido 9.900 pesos para gastos secretos. Aunque tal operación no suponía un ingreso directo en la tesorería de gastos secretos sí que lo fue el producto de numerosas ventas de oficios para ejercer en Indias que se hicieron en los años siguientes. La práctica más habitual durante este período sería el aporte de dinero mediante órdenes que casi siempre distribuían el beneficio obtenido de la venta de algunos cargos repartiéndolo por mitades entre la Cámara del Consejo de Indias y la tesorería de gastos secretos. La Cámara lo aplicaba a sus gastos habituales, ayudas de costa, salarios, pensiones, mercedes pecuniarias, donativos, etcétera, y la otra parte se aplicaba a la tesorería de gastos secretos. Así, cuando en marzo de 1680 Sebastián Aguirre Bustamante adquiere una plaza de contador de 10

La fecha de inicio de las ventas de empleos de hacienda aportada por Rodrigo Amadori, amplía la cronología que en su día diera Michel Bertrand en su estudio sobre los oficiales de hacienda de Nueva España. Cif. en Arrigo AMADORI: Negociando la obediencia. Gestión y reforma de los virreinatos americanos en tiempos del conde-duque de Olivares (1621-1643). Madrid. 2013, p. 188. 11 Archivo General de Indias [AGI], México, Leg. 38, n. 8. 12 Archivo General de Simancas [AGS], Contadurías Generales, Leg. 444.

39

Francisco Andújar Castillo

cuentas de Lima, la mitad de los 20.000 reales de plata que paga se aplican a la tesorería de gastos secretos y la otra mitad a la Cámara13. Lo mismo sucede con dos empleos de hacienda de América beneficiados al año siguiente por José García Miranda que pagó 10.400 reales de plata para ser contador de Tucumán y por Juan Sierra Venero que abonó 20.000 reales por una plaza de contador de resultas de Tierra Firme14. Si el reparto por mitades, en especial de cargos de hacienda, fue la dinámica más habitual, las necesidades puntuales de la tesorería de gastos secretos obligaron a que el producto de operaciones de alto valor se destinara en su totalidad a sus fondos. Es lo que sucedió en 1685 cuando dos ventas de cargos para ejercer en Indias se aplicaron de forma íntegra a los gastos secretos. Ambos son relevantes, el primero, por las características del comprador y condiciones impuestas, y el segundo por la elevada suma pagada. En agosto de 1685, José Pando que a la sazón era menor de edad, adquirió en régimen de futura –esto es, para servir cuando se produjese vacantepor 16.000 pesos una plaza de contador de cuentas del tribunal de Lima con la condición de que el puesto nunca se pudiese suprimir, que pudiese nombrar persona que la sirviese en su lugar, precediendo aprobación de virrey, y de que percibiese la mitad del salario hasta que entrase en la propiedad. Su padre, el capitán Juan Pando, que fue quien realmente pagó los 16.000 pesos “en especie de oro”, los entregó a Juan Antonio Domínguez, tesorero de gastos secretos, por orden de Manuel Francisco de Lira, Secretario de Estado y del Despacho Universal15. El segundo caso se documenta en septiembre de ese año de 1685 cuando el sargento mayor Fausto Cruzat Góngora pagó 400.000 reales por el puesto de Gobernador y Capitán General de las Islas Filipinas con la presidencia de su Audiencia16. Unos meses después de que ingresara el dinero en la tesorería del Consejo de Indias un decreto cursado al presidente de ese Consejo mandaba que

13

AGI, Contaduría, Leg. 229. AGI, Contaduría, Leg. 143. 15 AGI, Indiferente General, Leg. 497, Libro 51, fol. 66 v. 16 En realidad esa elevada suma fue el precio total de una operación de la cual 160.000 reales correspondían a “donativo gracioso”, esto es el precio del cargo, y 240.000 reales en calidad de préstamo. AGI, Contaduría, Leg. 235. 14

40

Gastos secretos y venalidad en el siglo XVII

la sustanciosa suma abonada por Cruzat fuese remitida al tesorero de gastos secretos17. Pero de América fluyeron más caudales hacia las arcas de la tesorería de gastos secretos, aunque con el mismo origen que los reseñados. Se trataba de dinero procedente de empleos que se habían enajenado en Madrid y cuyos compradores, al no disponer de la totalidad del dinero pactado en el momento de adquirirlos, se habían comprometido a pagar un segundo plazo en Indias. De que ese dinero llegase limpio, es decir, sin estar sujeto a los derechos de registro, se ocupaban los propios Secretarios del Despacho de Estado que controlaban su distribución. Así, por ejemplo, desde la Corte se dictaban órdenes a los oficiales reales de las cajas americanas del tenor de la remitida en agosto de 1684 a los de Panamá para que enviasen al tesorero de gastos secretos diferentes cantidades procedentes de oficios beneficiados “a pagar en Indias”18. No obstante, el producto de la venta de cargos de Indias no debió ser el único dinero que fluyó hasta la tesorería de gastos secretos. La enajenación de otros cargos debió ser otra vía de inyección ocasional de fondos para dicha tesorería. Lo demuestran las cuentas de Pedro de Contreras, Secretario del Despacho Universal entre marzo de 1623 y el 17 de septiembre de 1627 en que falleció. Aunque son registros de pagos, entre los mismos se pueden espigar referencias a algunos ingresos como la venta de un oficio de procurador de la Casa de Contratación de Sevilla en 1625, un cargo de “perceptor de tierras de labor” de Nápoles, enajenado por 10.000 ducados, y un oficio de “correo mayor” del Reino de Sicilia adquirido por 6.000 ducados 19. En el mismo reinado de Felipe IV el “beneficio” –léase venta- de diversos expedientes en Valencia y Mallorca en el año de 1645, entre ellos algunos oficios, supusieron unos ingresos de más de cerca de 94.000 reales que se aplicaron a la tesorería de gastos secretos. Es más, esas operaciones que incluían ventas de jurisdicciones en Valencia, se realizaron con la finalidad de que lo que produjesen se destinase por entero a dicha tesorería20. 17

AGI, Filipinas, Leg. 4, n. 63. AGI, Indiferente General, Leg. 442, Libro 32, fols. 232 r. a 234 v. 19 Sección Nobleza del Archivo Histórico Nacional [SNAHN], Bornos, Leg. 753 C. 1. 20 Archivo de la Corona de Aragón, Leg. 1356, nº 13. 18

41

Francisco Andújar Castillo

La venta de títulos nobiliarios de Italia y los gastos secretos. Junto con el dinero proveniente del beneficio de empleos para servir en América, la Corona tuvo a lo largo del siglo XVII en la venta de títulos nobiliarios una fuente de recursos extraordinarios con la que acudir a cuantas necesidades fueran surgiendo y con la que financiar gastos excepcionales y ocasionales, o de incierto presupuesto, como eran los gastos secretos. Dado que se trataba de la enajenación de honores no había más límite para su “comercialización” que la devaluación de los precios que se solía producir cuando se sacaban al mercado muchos títulos y, lo que era peor aún, el desprestigio social inherente a la obtención de unos títulos por dinero que otrora habían servido para premiar la sangre derramada en los campos de Marte, los servicios en la Corte o en el gobierno y administración de la monarquía. Con diferencia el período mejor conocido sobre esta materia corresponde al reinado de Carlos II, merced a los trabajos de Antonio Álvarez-Ossorio21. Para etapas anteriores, aunque no ha sido el objeto central de estudio la venta de títulos nobiliarios, dos aportaciones han arrojado luz en los últimos años sobre el particular. Aludo al estudio de Fabricio D’Avenia 22 sobre la venta de títulos de “don” en Sicilia y el de Vittorio Sciuti Russi23 sobre las críticas del letrado Mario Cartelli a las familias sicilianas ennoblecidas mediante la compra de títulos nobiliarios24. Ambos autores -el segundo con mayor detalle e indicando la fuente de procedencia- reprodujeron al final de sus trabajos sendos apéndices con los títulos de príncipe, duque, marqués y conde que fueron vendidos en Sicilia entre los años de 1599 y 1625. Tomando como referencia las cifras de D’Avenia, durante ese 21 Antonio ÁLVAREZ-OSSORIO ALVARIÑO: “Las esferas de la Corte: príncipe, nobleza y mudanza en la jerarquía”, en Francisco CHACÓN JIMÉNEZ y Nuno G. MONTEIRO, (eds.): Poder y movilidad social. Cortesanos, religiosos y oligarquías en la Península Ibérica (siglos XV-XIX). Madrid. CSIC, 2006, pp. 129-214. 22 Fabricio D’AVENIA: “Il mercato degli onori: i titoli di don nella Sicilia Spagnola”. Mediterranea. Ricerche storiche. III (2006), pp. 267-288. 23 Vittorio SCIUTI RUSSI: “’Incorrupta claritudo’ versus ‘sordidae stirpes’”, en Manuel RIVERO RODRÍGUEZ (coord.): Nobleza hispana, nobleza cristiana: la orden de San Juan. Madrid. Polifemo, 2009, T.I., pp. 191-208. 24 Ambos autores reproducen al final de sus trabajos sendos apéndices –con leves diferencias entre uno y otro- de los títulos de príncipe, duque, marqués y conde vendidos en Sicilia entre los años de 1599 y 1625.

42

Gastos secretos y venalidad en el siglo XVII

período, tan sólo en Sicilia, se habrían vendido 16 títulos de príncipe, 8 de duque, 16 de marqués y 6 de conde. Por otro lado, siguiendo también los datos que aporta este último autor, en Sicilia se habrían concedido durante el reinado de Felipe III un total de 24 títulos nobiliarios frente a los 165 que otorgó Felipe IV, sin duda la cifra más elevada de todo el siglo XVII y, en su inmensa mayoría, a cambio de sustanciosos servicios pecuniarios. Pero más allá de las cifras y al margen de los procesos de movilidad social que generó esa almoneda de títulos nobiliarios, lo relevante desde nuestra perspectiva se halla en la aplicación que se hizo del dinero que se recaudaba de la venta de esos honores. Según esas relaciones de títulos de Sicilia enajenados durante el primer cuarto del siglo, su venta se erigió durante ese período en una suerte de “renta” fija sobre la cual se consignaron toda suerte de pagos, tales como ayudas de costa, salarios atrasados, pensiones y mercedes pecuniarias. El sistema de venta era doble: bien se entregaba a un particular un título de príncipe, marqués, conde o duque para que lo enajenase, o bien desde el propio Consejo de Italia se vendía el título y lo abonado por el comprador se entregaba a quien el rey hubiese designado como destinatario de lo producido por la merced. El resultado fue que numerosas mercedes concedidas a aristócratas o cortesanos se consignaron sobre ese especial e ilimitado fondo de los “Títulos de Italia”. Sirve de ejemplo, el caso de los 16.000 ducados que en julio de 1614 pagó Francisco Marquesi por un título de príncipe, los cuales fueron a parar al duque de Alba “a quenta de 30.000 ducados por una vez de que se tiene hecha merced en títulos de Italia”25. Por tanto, la consignación de dinero sobre títulos nobiliarios de Italia revela que el producto de dichas ventas se fue articulando como una particular renta cuyos ingresos no tenían más límites que los señalados de la depreciación del valor de los títulos al ponerse muchos en almoneda y el consiguiente desprestigio social que suponía el flujo de familias de orígenes ajenos a la nobleza hacia los altos estratos de la aristocracia. Del análisis de esas mercedes de títulos de Sicilia concedidas en el primer tercio del siglo XVII se infiere que aunque la mayoría de los ingresos generados por esa venta de títulos nobiliarios tuvo como 25

SCIUTI RUSSI, op. cit., p. 202.

43

Francisco Andújar Castillo

destinatarios a miembros de la alta nobleza castellana y a destacados representantes de la administración de la monarquía, unos cuantos se ingresaron en la Tesorería General o se aplicaron directamente a gasto cortesano. Desgraciadamente, la fuente de información no detalla la circulación del dinero, en particular cuando el vendedor era la propia Corona a través del Consejo de Italia, pero nuestra hipótesis es que una parte importante de lo producido por esas ventas de títulos de Italia se debía tramitar a través de la tesorería de gastos secretos. Prueba de que parte del dinero se movió por esta última instancia es la operación de venta de un título de Nápoles que fue adquirido en diciembre de 1608 por Francisco Carraffa por 12.000 ducados, suma que Felipe III ordenó al tesorero general Garci Mazo “que los tuviese por cuenta aparte para que no se distribuyesen sin su orden” y que los entregase “a don Rodrigo Calderón, de la Cámara de Su Majestad, para gastos secretos de ella, que no se le ha de hacer cargo ni pedir cuenta”26. Esta última referencia y la similitud de los registros publicados por Sciutti Russi y D’Avenia con las cuentas conservadas del Secretario del Despacho Universal, Pedro de Contreras, correspondientes al período que transcurre entre octubre de 1625 y agosto de 162727, nos hacen pensar que la Tesorería de Gastos Secretos debió canalizar desde los primeros años de la centuria la parte del dinero de ventas de títulos de Italia que se realizaba directamente a través del Consejo de Italia, no aquella que era producto de transacciones entre dos particulares. En efecto, las referidas cuentas de Pedro de Contreras ponen de manifiesto la desorbitada magnitud que alcanzó la venta de cargos durante aquellos años. En el período mencionado se vendieron a través del Consejo de Italia un total de 37 títulos nobiliarios -13 de príncipe, 9 de duque, 12 de marqués y 3 de conde-, si bien la inmensa mayoría -34- se despacharon entre enero y agosto del año de 162728. Que en ese año se concediera tan elevado número de títulos de Italia debe tener su explicación en un cambio en la política de enajenación 26

AGS, Dirección General del Tesoro, Inv. 24, Leg. 515. SNAHN, Bornos, C. 400. D. 2. Agradezco a Fernando Bouza la referencia sobre la localización de estas y otras cuentas de gastos secretos relativas al período en que Pedro de Contreras estuvo al frente de la Secretaría del Despacho Universal. 28 Ibidem. 27

44

Gastos secretos y venalidad en el siglo XVII

de estos honores pues, como hemos comprobado, en los años precedentes se vendieron tanto a través del Consejo de Italia como por medio de particulares. A modo de hipótesis, consideramos que las razones de ese cambio que supuso la centralización en el Consejo de Italia de todas las operaciones de venta de títulos, habría que buscarlas tal vez en las dificultades que los vendedores privados tenían para hallar compradores en Italia, en la devaluación que estaba sufriendo el precio de estos honores y, probablemente, en el escaso control que sobre los compradores se hacía cuando la transacción se producía entre dos particulares. Lo cierto es que en 1627, y eso explica la elevada cifra de 34 títulos de Italia concedidos para su venta por el Consejo, buena parte de ellos se otorgaron mediante la cancelación de otros que se habían concedido previamente, con toda seguridad para su venta particular. De hecho, en todos los casos, las títulos fueron conmutados por otros de idéntica categoría. Así, por ejemplo, a María de Benavides, dueña de honor de la reina, que había sido agraciada con un título de duque de Italia, se le canceló, y en su lugar se le dio otro del mismo rango en abril de 1627, aunque éste último se tramitaría a través del Consejo de Italia. Del mismo modo, la condesa de Cocentaina, que gozaba de un título de príncipe, en junio de ese mismo año vio cómo se le cancelaba por otro igual pero canalizado ahora por el Consejo de Italia 29. Semejante almoneda se llevó a cabo mediante órdenes del rey cursadas al Consejo de Italia, de tal modo que lo que produjese cada título se debía entregar a Pedro de Contreras para “efectos secretos” del servicio regio, con la peculiaridad de que, por ese mismo carácter secreto, “no se le había de pedir cuenta ni hacer cargo en ningún tiempo”. A su vez, Pedro de Contreras procedía a pagar el dinero a la persona o institución religiosa que el rey hubiese decidido como destinataria del “beneficio” de la venta del título nobiliario. Aunque el secreto debía presidir todas estas operaciones el nombre de los beneficiarios se hacía constar en las órdenes que se le cursaban a Contreras, si bien hubo casos de anónimos destinatarios, como el de un título de marqués despachado en mayo de 1627 que el rey ordenó que lo diese “por mitad a las dos personas que tenéis entendido, sin tomar de ellos carta de pago ni otro recado alguno”. 29

Ibidem.

45

Francisco Andújar Castillo

Las cuentas de la tesorería de gastos secretos que administraba Pedro de Contreras revelan que los destinatarios y la aplicación del dinero obtenido de la venta de los títulos de Italia fueron muy similares a los de los años precedentes: ayudas de costa, pensiones a viudas, mercedes pecuniarias y donativos a conventos e instituciones religiosas, así como salarios atrasados o pagos por servicios hechos al frente de puestos de gobierno de la monarquía30. Aunque en los límites de esta aportación resulta imposible detenerse en la nómina de los beneficiarios de la venta de estos títulos de Italia, grosso modo, podemos decir que fueron fundamentalmente cortesanos y cortesanas –con predominio de estas últimas- que tuvieron en este inagotable manantial de la venalidad de honores una fuente en la que beber de la gracia que permanentemente derramaba el soberano. La prueba más evidente se halla en la concesión de mercedes dotales a mujeres del entorno de la reina, para que sus casamientos tuvieran el lustre correspondiente a haber servido en la proximidad de las personas reales31. Así, por ejemplo, en julio de 1727, a Juan Morante de la Madrid, a quien se le había dado un título de marqués en Italia para venderlo por haber casado con una camarista de la reina, se le conmutó por otro de idéntico rango pero tramitado ahora por el Consejo de Italia. En el mismo mes tuvo lugar otra conmutación de un título de marqués que se le había concedido a Luisa de Miranda y Paz, de la cámara de la reina 32. Con este sistema de venta de títulos nobiliarios es evidente que se produjo lo que Sciuti Russi denominó como “devastador drenaje” de dinero de los reinos de Italia hacia Castilla, pero habría que añadir que una parte importante de ese drenaje caminó hacia los espacios áulicos, principales beneficiarios del dinero que se obtenía en Italia de la venta de títulos. Del total de las 37 operaciones de ventas que se aprobaron en el referido período que transcurrió entre octubre de 1625 y agosto 30

Es el caso de Luis Bravo de Acuña que recibió en julio de 1627 lo que produjesen dos títulos de príncipe en concepto de ayuda de costa por lo que había gastado en las jornadas que por orden del rey había hecho en Gibraltar y la que iba a hacer en Cádiz y en la misma Gibraltar acudiendo a la fortificación de ambas ciudades. 31 Francisco ANDÚJAR CASTILLO: “Mercedes dotales para mujeres, o los privilegios de servir en palacio (siglos XVII-XVIII)”. Obradoiro de Historia Moderna. 19 (2010), pp. 215-247. 32 SNAHN, Bornos, C. 400. D. 2.

46

Gastos secretos y venalidad en el siglo XVII

de 1627, tan sólo el producto de la venta de un título de duque se destinó a gastos de aquellos territorios, en concreto, a la abadesa y monjas del conservatorio de doncellas nobles y pobres de Santa María del Buen Principio de la ciudad de Nápoles33. En todo caso, el singular funcionamiento de la tesorería de gastos secretos y su vinculación con la venalidad de títulos nobiliarios de Italia, al igual que sucedió con la venta de cargos para ejercer en América, pone de manifiesto una vez más no sólo la liberalidad regia en el uso de su potestad en materias de gracia sino la existencia de mecanismos que podríamos denominar como de “amplia flexibilidad” para la financiación de la monarquía y, en especial, para el sostenimiento de la Corte. Aunque siempre las empresas enajenadoras encontraron su legitimación en las demandas de la guerra, el dinero de los “gastos secretos” no tuvo precisamente ese destino. En el marco de ese mercado ilimitado -pues bastaba una simple firma del rey para transformar un papel en varios miles de ducados-, definido por la opacidad en las cuentas, por el despacho “a boca” con el rey de estos asuntos, y por la ausencia de controles contables sobre el dinero que se ingresaba y sobre su distribución, los beneficiarios finales bien pudieron ser algunas personas más de las que intervinieron en el manejo de los gastos secretos. En ese sentido, restaría por analizar el papel que pudieron desempeñar los validos, Lerma y Olivares. Sea como fuere, la concesión de títulos nobiliarios por dinero, siempre sería un medio al que acudir para financiar la tesorería de gastos secretos. Aunque el tema precisaría de un estudio monográfico, sabemos que en ocasiones posteriores se recurrió a este medio de financiación extraordinaria. Lo prueba el caso de la compra del título nobiliario de condesa de Taboada en 1683 por parte de María Teresa de Taboada y Castro. Aunque en el despacho del título se hizo constar que Carlos II se lo concedía “en atención a la calidad y a los servicios del maestre de campo don Juan de Taboada Rivadeneira su padre y los del maestre de campo Don Antonio Taboada su abuelo", lo cierto es que, además de esos servicios, pagó 20.000 reales de a ocho, de los cuales 4.000 se depositaron en las arcas del tesoro y los 16.000

33

Ibidem.

47

Francisco Andújar Castillo

restantes fueron a parar manos de Juan Antonio Domínguez, “tesorero de los Reales Gastos Secretos”34.

34

Archivo del Ministerio de Justicia, Leg. 7-1, Exp. 44.

48

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.