Gaceta de Arte y el Surrealismo

June 19, 2017 | Autor: Lara Rodríguez | Categoría: Surrealism, Historia del Arte, Arte contemporáneo, Surrealismo
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Gaceta de Arte y el Surrealismo

Autora: Lara Rodríguez Barbero Correo electrónico: [email protected]

Resumen: El objetivo de la presente investigación es abordar el tratamiento que se le dio al movimiento del Surrealismo a lo largo de los 38 números publicados por la revista Gaceta de Arte. Aunque esta revista ha sido considerada eminentemente surrealista, en este ensayo queda demostrada su relación, no siempre tan estrecha, con la corriente artística liderada por André Breton. Palabras clave: surrealismo, Gaceta de arte, revista, siglo XX.

Índice

Introducción………………………………………………………………………………...4 Gaceta de Arte, ¿una revista surrealista?...............................................................................5 Los surrealistas y Gaceta de Arte…………………………………………………………..8 Segunda época de Gaceta de Arte. Últimos números……………………………………..12 Conclusión………………………………………………………………………………...13 Bibliografía………………………………………………………………………………..15 Anexo documental………………………………………………………………………...17

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Introducción La revista Gaceta de Arte es considerada uno de los referentes españoles sobre el movimiento surrealista en nuestro país, sin embargo, en este breve estudio, trataremos de analizar qué relación tuvo concretamente la revista con esta corriente artística. A través del análisis de diversos artículos, a lo largo de los treinta y ocho números de los que se compone la revista, además de la comparación y estudios realizados por otros autores, abordaremos el objeto de nuestra investigación: examinar el papel que ocupó el Surrealismo en las páginas de Gaceta de Arte. Puesto que no se trata de una revista oficialmente surrealista, y en ella se tratan diversos temas, marcaremos unos objetivos específicos antes de llegar a una consideración más global de nuestro objeto de estudio. En primer lugar, se hace necesaria una aclaración acerca del posicionamiento, tanto ideológico como estético, de la revista. Eduardo Westerdahl, su director y fundador, proyecta sus intereses e ideas en Gaceta de Arte, y aunque los demás redactores de la revista tenían libertad a la hora de escribir sus artículos, hay que tener en cuenta que es el espíritu de Westerdahl el que está plasmado en cada página de la revista. En segundo lugar, y tras un primer acercamiento a la revista en el que llama la atenció n el protagonismo otorgado a la arquitectura racionalista, desarrollaremos la cuestión de la elección del Surrealismo (una corriente opuesta y contradictoria en relación al Racionalismo) como movimiento integrado en Gaceta de Arte. Analizaremos sus puntos en común, sus discrepancias y la importancia que tuvo para ambos grupos la celebración de la II Exposición Internacional Surrealista de 1935 en Santa Cruz de Tenerife. En definitiva, lo que se pretende conseguir con esta investigación es dar una visió n general del tratamiento que recibió el movimiento surrealista en la revista Gaceta de Arte a partir de sus publicaciones.

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Gaceta de Arte, ¿una revista surrealista? La concepción de Gaceta de Arte como revista no puede entenderse sin los viajes que realizó Eduardo Westerdahl, su director y fundador, en 1931 por diversas ciudades europeas para empaparse de las distintas corrientes artísticas que reinaban a principios de la década de 1930 en Europa. Westerdahl, escritor y crítico de arte, visitó los más importantes focos vanguardistas europeos: Berlín, Dessau, Frankfurt, Munich, Praga y París fueron algunos de sus destinos elegidos. En estas ciudades ratificó la idea fundamental que llevó consigo desde Tenerife y que guiaría la postura principal de Gaceta de Arte: “el arte ha de ser constructivo y acorde con el deseo de edificar un orden cultural y social nuevo. El arte ha de orientarse hacia la Unidad (…) y la superación del individualismo” (Palenzuela, 1999: 58). Westerdahl era consciente de la posición poco destacada del estado español en el panorama artístico europeo y temía que se terminaran asumiendo las diferentes corrientes vanguardistas conduciendo a España hacia un epigonismo no deseado. De ahí que, como afirma Nilo Palenzuela, “los vanguardistas españoles y, entre ellos, los insulares mantuvieran una importante resistencia regionalista” (Palenzuela, 1999: 52). Uno de los objetivos de Gaceta de Arte era sin duda el universalismo y la internacionalización del arte, a lo que la revista quería contribuir a través de sus artículos y críticas. El propio Eduardo Westerdahl así lo afirmaba años más tarde: Considerándonos conectados a la cultura occidental y a un contagio universalista, sin

buscar

refugio

a

tratamientos

históricos

para

enjuiciar

fenómenos

contemporáneos. La isla nos daba aislamiento para la reflexión. Y así como se ha dicho que el Mediterráneo era el mar de la cultura, por venir la luz de la Grecia clásica, nuestro mar, el Atlántico, había llegado a ser la vía internacional de la cultura, o intercontinental si se quiere. […] Queríamos ayudar, divulgando ideas, a lo que entendíamos como posición de una nueva España, en la hora universal de la cultura. Y esa sería nuestra política. Que sucesos mundiales posteriores invalidaran la urgencia de nuestra actitud no 5

quitaban, no anulaban, ni siguen anulando aquel deseo redentor o utópico, que nos asistía, de entendimiento universalista (Westerdahl, 2003: 78-79).

En este contexto, y revisando los manifiestos publicados por Gaceta de Arte (véase anexo documental), encontramos el objetivo principal de la revista: la creación de un orden nuevo y un nuevo espíritu acorde con la época, defendiendo radicalmente una ruptura con el pasado, y con ello todo arte imitativo, y proponiendo un futuro optimista y constructivo. Además, resaltaban también la obligada vinculación entre el arte y la sociedad, haciendo una mención especial a la labor que debía cumplir la República española en relación al arte, tal como podemos observar en las declaraciones del 9º manifiesto de Gaceta de Arte: “g. a. exige una consciencia en las labores estéticas de la república española, un sentido de nuestro tiempo, una política viva en cuanto concierna al arte y a todas las actividades sensibles a su influencia” (G. A., nº 20, 1933: 4). Esta postura “social” se entiende teniendo en cuenta que la revista tuvo una realización totalmente artesanal y sin ningún tipo de respaldo oficial, ni financiero ni organizativo (cf. Navarro Segura, 2006). Pero lo que de verdad rige la estrategia crítica de la revista es la dicotomía de los conceptos constructivo/destructivo. Todos los animadores de Gaceta de Arte coincidían en que el “nuevo arte” debía ser constructivo, aportar nuevas ideas y no sólo renegar del pasado. Se planteaba una simplificación de las múltiples y numerosas manifestaciones artísticas, una “reducción a su esencia”, que Westerdahl trató de explicar argumentando que: “en el arte de vanguardia todo responde a un proceso dialéctico de tendencias destructivas y constructivas” (Castro, 1997: 141). Sólo desde la comprensión de este convencimiento es posible entender el recibimiento que tuvieron en sus páginas movimientos artísticos tan diferentes como el Futurismo, el Constructivismo, la pintura abstracta, el Cubismo, el Expresionismo, el Purismo, el Racionalismo y, por supuesto, el Surrealismo, además de los distintos medios de expresión como la literatura, la pintura, la arquitectura, el cine y la fotografía. Es importante resaltar que lo que encontramos en Gaceta de Arte no es un eclecticismo artístico, sino un proyecto de difusión y divulgación de aquellos movimientos que contribuían a desarrollar esa “utopía” universalista que perseguían sus integrantes. Por supuesto, cada miembro tenía sus propias preferencias, así sabemos, por poner algunos ejemplos, que Eduardo Westerdahl se acercaba más al racionalismo de la 6

Bauhaus o Le Corbusier, Pedro García Cabrera al arte social y al Expresionismo y Agustín Espinosa, y sobre todo, Domingo López Torres, al Surrealismo. Tal como revela Fernando Castro sobre la postura del alma de Gaceta de Arte: Eduardo Westerdahl: ni militante acrítico de la idea de vanguardia ni ecléctico cronista de sus múltiples comprender

manifestaciones. Siempre hizo un esfuerzo por

aquellas tendencias

estéticas que, como el surrealismo

y el

expresionismo, estaban muy lejos no sólo de su sensibilidad estética sino también de su ideología. […] El esfuerzo de comprensión, […] no neutralizaba su capacidad crítica, la cual se asentaba en dos convicciones inamovibles: el rechazo del realismo y la defensa a ultranza de la libertad creativa (Castro, 1997: 140).

Dentro de esta multiplicidad de ideas, tendencias y preferencias, no hay que pasar por alto el evidente protagonismo que tiene la arquitectura sobre las demás artes en la revista. A ella se dedican numerosos artículos, sobre todo en los primeros números, defendiendo en concreto la arquitectura racionalista y funcional como ejemplo de arte adaptado a su época y “actividad transformadora del mundo, de la estética, y solución a todos los conflictos” (Navarro Segura, 2006: 398). Westerdahl, en los inicios de Gaceta de Arte, defiende la posición superior de la arquitectura respecto al resto de artes, entendiéndola como una obra colectiva de la que la pintura y la escultura, entre otros, tomaban parte. Por otra parte, defendía el modelo alemán y la postura fundacional de la Bauhaus que conoció en sus viajes de 1931 en la que: Las realizaciones [arquitectónicas] tienen un fuerte carácter experimental, para probar la eficacia de un método de racionalización de la producción urbana y edilicia sometida a un concepto de economía de recursos, métodos e ingredientes materiales y estéticos. Las leyes científicas de la arquitectura son las que rigen la construcción. El proyecto viene determinado por un proceso riguroso de carácter analítico, en el que se estudian las variables funcionales como determinantes del sistema que conduce desde la distribución de la planta a las secciones y finalmente la fachada. Ningún elemento tendrá carácter gratuito (Navarro Segura, 2006: 393).

No obstante, como ya hemos explicado, esta posición ideológica y estética que compartía Eduardo Westerdahl con otros compañeros de la revista, como su secretario Pedro García Cabrera, aunque contradictoria, no impidió la presencia del movimiento surrealista en las páginas de Gaceta de Arte.

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Los surrealistas y Gaceta de Arte No fue por propia iniciativa de Westerdahl por lo que se produjo el contacto con el grupo surrealista ni mucho menos, sino por la perseverancia de dos personalidades en especial: el escritor Domingo López Torres y el pintor Óscar Domínguez. Ambos, fervorosos defensores del Surrealismo, sirvieron de enlace entre la revista canaria y el grupo liderado por Breton. No obstante, no debemos confundir esta relación como una síntesis entre uno y otro, si nos fijamos en los Boletines Internacionales del Surrealismo que se firmaron entre 1935 y 1936 en diferentes ciudades (Praga, Bruselas, Londres y Tenerife) vemos que, en el publicado en la isla canaria, se mantiene una clara diferencia y separación entre la firma de “‘gaceta de arte’ de Tenerife (Islas Canarias)” y “el grupo surrealista de París” (Granell, 2006: 380), lo que nos demuestra la clara vocación de la revista de no adscribirse a ninguna corriente vanguardista en concreto y mantener su propia independencia. Aunque el Surrealismo en Gaceta de Arte no llegó a ocupar un lugar destacado hasta sus números finales, encontramos diversos artículos de divulgación teórica, de Domingo López Torres, a partir del número 9 (octubre de 1932) en el que con Surrealismo y revolución nos transmite la concepción sintetizada del movimiento surrealista que tenían los redactores de la revista más afines: El arte pone freno a la espontánea expresión del subconsciente, y es en el freno en lo que se diferencia del surrealismo. El surrealismo no tiene miedo en apartarse del arte porque entonces cae dentro del campo de la experimentación, de la ciencia, y de esta manera es de la que va a servir más y mejor al materialismo científico, como documental para la estructuración de la nueva cultura. […] Antes de este momento nada. Nada que no tenga un valor verdaderamente nuevo. No más hablar de un falso arte proletario. Todo lo más arte al servicio de la revolución, de la destrucción. Lo único que puede tener valor constructivo, a pesar de su aparente valor destructivo, es el surrealismo. Él no pretende ser la justa expresión proletaria […] sino una de las primeras piedras que pueden aprovecharse en la ordenación de la nueva estructuración (G. A., nº 9, 1932: 2)

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Vemos en este fragmento que se evalúa el Surrealismo no sólo en función de valores estéticos e ideológicos, sino sobre todo, en esa vertiente construcción/destrucción que ya hemos mencionado anteriormente. López Torres elogia los diferentes mecanismos de creación y pensamiento que se integran en la corriente surrealista a través de múltiples artículos como Psicogeología del surrealismo (nº 13, marzo de 1933), Aureola

y

estigma del surrealismo (nº 19, septiembre de 1933) o Lo real y lo superreal en la pintura de Salvador Dalí (nº 28, julio de 1934), entre otros. No obstante, también predica sus virtudes en otras revistas, como en el diario La Prensa, donde en su artículo Expresión de Gaceta de Arte. ¿Qué es el surrealismo?, expone: Nace, pues, el surrealismo de una necesidad grande revolucionaria de destrucción que arruinará definitivamente los conceptos familia, patria, religión. Necesidad apremiante para poder construir el espíritu de la moderna juventud. Romper con todos los prejuicios de una civilización caduca; desescombrar a la humanidad de una cultura gastada; desacreditarla, arrastrar por las calles las galas de la burguesía. Porque para el surrealismo no hay más realidad que la realidad interior, la verdadera expresión personal libre de toda conveniencia social, de todo control razonado, de toda dictadura moral (La Prensa, nº 15, 1933: 1-2).

Tomando estos fragmentos como ejemplos, encontramos algunos de los puntos en común que compartían Gaceta de Arte y el Surrealismo y que permitieron mantener su vinculación. Puntos que quedaron explícitamente proclamados en el Criterio de g. a. sobre el surrealismo que aparecerá en la revista “cahiers d’art” parís, publicado en el nº 35 de Gaceta de Arte: Entre los principales grupos que merecen nuestra más decidida atención, figura el movimiento surrealista, en quien desde el principio vimos uno de los mas interesantes instrumentos de que dispone una cultura viva para abrirse paso en medio de las amenazas constantes que sufría la independencia del espíritu y de las coacciones y falsas obras de ingeniería con que el capital, el estado, la religión, la moral, la patria, la familia, etc., canalizaban y levantaban convencionales edificios al servicio de sus unilaterales intereses, con preciosos materiales subconscientes en cuya energía descansaba el proceso de las culturas. A g. a. le une al surrealismo en principio su fondo anticapitalista y universal, la destrucción de la sociedad burguesa y las escenográficas instituciones que maltratan y aniquilan el libre acto (G. A., nº 35, 1935: 5) 9

El universalismo y la internacionalización será el interés común que cruce los caminos de Gaceta de Arte y el grupo surrealista. La primera encuentra cumplido su deseo de integración plena en el panorama cultural de su época gracias a la firma y publicación del Boletín Internacional del Surrealismo (cf. Palenzuela, 1997); y el segundo, amplía de este modo su “imprescindible expansión internacional” (Granell, 2006: 381). En este sentido, la II Exposición Internacional de Surrealismo celebrada en el Ateneo de Santa Cruz de Tenerife en mayo de 1935 fue el punto de inflexión en la relación entre Gaceta de Arte y el Surrealismo. Con esta exposición se confirmó el objetivo de internacionalización de ambos grupos y su colaboración se hizo más estrecha en los números 35 y 36 de la revista. El acontecimiento fue muy sonado y valorado por los animadores de Gaceta de Arte puesto que acudieron a la isla nada menos que el propio André Breton, su esposa Jacqueline Lamba y Benjamin Péret. Constituida por más de 70 obras (32 óleos; 26 acuarelas, collages y aguafuertes; 6 fotografías de objetos surrealistas y 11 fotografías de contenido diverso) de artistas tan destacados como Picasso, Miró, Dalí, Arp, Max Ernst, Man Ray o De Chirico entre otros1, la exposición, no obstante, arruinó económicamente al grupo de Westerdahl, quienes financiaron de su propio bolsillo (a costa de la concesión de un préstamo) tanto el transporte de las obras, como la estancia de los ilustres asistentes, además de otros gastos. Por desgracia, el público asistente no cumplió las expectativas de los organizadores: los isleños que acudieron apreciando las obras vanguardistas no tenían un poder adquisitivo suficiente y, aquellos que sí poseían un nivel económico adecuado para adquirir las obras, no estaban preparados aún para valorar en su totalidad el arte surrealista. En consecuencia, con las ventas que se hicieron de algunos de los cuadros, no se llegó a recuperar la inversión hecha por los integrantes de Gaceta de Arte. Sin embargo, y a pesar del desastre económico de la exposición, sí se llegó a cumplir su propósito: elevar a la isla de Tenerife a la categoría de referente, al menos europeo, de arte vanguardista e integrar a la revista Gaceta de Arte en los círculos artísticos de la modernidad.

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Según el artículo publicado en el número 35 de Gaceta de Arte, en septiembre de 1935: “La exposición comprendía 76 obras, figurando trabajos de Arp, Brauner, Chirico, Dalí, Domínguez, Ernst, Hugo, Magritte, Miró, Oppenheim, Picasso, Ray, Tanguy, Duchamp, Giacometti, Henry, Jean, Styrsky, Bellver y Maar”.

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Los números 35 y 36 de la revista plasmaron el transcurso de la exposición publicando fragmentos de las conferencias de Breton (Posición política del arte de hoy, nº 35), un artículo sobre las Actividades del grupo surrealista en Tenerife (nº 35) o la polémica en el malogrado estreno de la película de Buñuel y Dalí, La edad de oro (El caso del film surrealista “La edad de oro” en Tenerife, nº 36). En estos dos números se observa una mayor e incrementada participación de artistas y poetas surrealistas en la revista con respecto a números anteriores: se publican poemas y artículos de Paul Éluard (La evidencia poética), André Breton (La unión libre) y Salvador Dalí (Folleto acunado cuna en rústica) en el nº 35, y de Jean Arp (Las piedras domésticas), Benjamin Péret (La sangre derramada; Cuatro años después del perro; Fuente; ¡Hola!; Háblame) y de nuevo Paul Éluard (La frente cubierta) en el nº 36, además de anunciar la publicación de Du temps que le surréalistes avaient raison de Ediciones surrealistas 1935. Sin embargo, y pese al éxito de la exposición surrealista en cuanto a la vinculación de la revista con la vanguardia europea, la postura de Westerdahl en varios escritos, tanto públicos como personales, dejó claro que consideraba al Surrealismo como algo pasajero aunque necesario: “Pensaba Westerdahl […] que las tendencias destructivas sólo son un momento o fase en el proceso que ha de conducir al triunfo de las tendencias constructivas. Así pues, tanto el expresionismo como el surrealismo no serían otra cosa que momentos necesarios en la revolución del espíritu que el arte anuncia” (Castro, 1997: 142). Además, Westerdahl llegó a expresar en su correspondencia con el pintor Willi Baumeister, afirmaciones como que “desde un punto de vista plástico el surrealismo carece de interés” o críticas como ésta: El surrealismo es enemigo de la pintura abstracta, ¡no sabe usted cómo! Y en alguno de estos puntos no coincido con Breton. No creo, por otra parte, que hayan logrado su objetivo teórico, que por el contrario aparece logrado en poesía […]. En esta apreciación coincidió Breton con nosotros. Persiguiendo la expresión del mundo subconsciente y buscando esta realidad, sus mejores obras recogen la fuerza íntima del artista, pero así como otras escuelas se perdieron en la banalidad del decorativismo, ésta puede perderse en el documento psíquico y en el caligrama clínico del individuo, útiles al psicoanálisis como medicina, pero tal vez no como arte. Estas reservas no las hago públicas, porque quiero aún más 10

penetrar este movimiento en el que se dan cosas tan maravillosas de destrucción, de nueva realidad, de respeto al hombre, pero en el que no acierto a ver la construcción que requiere un hombre nuevo o un mundo que nace (Castro, 1997: 142). Estaba claro que el Surrealismo no era objeto de su devoción, pero lo respetaba y aceptaba dentro de la revista gracias a esa vertiente utópica que caracterizaba el espíritu de Westerdahl y, por ende, de Gaceta de Arte: la universalidad, la crítica a la burguesía y el carácter revolucionario de ruptura con el pasado, conducía a ambos grupos en la misma dirección hacia un nuevo espíritu, una nueva cultura acorde a la época.

Segunda época de Gaceta de Arte. Últimos números. Las publicaciones de Gaceta de Arte pueden dividirse en dos etapas: la primera de los números 1 al 36 y, la segunda, compuesta por los números 37 y 38. Resulta fácil distinguir esta ruptura a simple vista, sobre todo, debido al brusco cambio de la tipografía que caracterizó la primera época, en la que el uso de las letras minúsculas y el rechazo a las mayúsculas tenían una justificación más allá de la simple estética revolucionaria, como confirma Eduardo Westerdahl: Había otra razón para emplear la minúscula: la desmitificación de valores. También el sentido igualitario que se operaba en la sociedad, partiendo de una ideología democrática,

comunitaria;

la

comunicación

universalista

contraria

a

los

nacionalismos; la creación de un entendimiento entre los pueblos, sin fronteras, creado ya por la arquitectura racionalista, por la música y en general por las artes plásticas, emancipadas del folklore, de la representación del paisajismo local, de la tipología racial y de la versión urbana (Westerdahl, 2003: 81).

En los últimos números de la revista se utilizó una tipografía común, aceptando la escritura tradicional, y se aumentó el número de páginas de cada tomo pero, además, hay un cambio muy significativo: las habituales colaboraciones de Domingo López 11

Torres, Agustín Espinosa, Pedro García Cabrera y Emeterio Gutiérrez Albelo, los integrantes más próximos al Surrealismo, desaparecen. Aunque sí son mencionados en la página 5 del número 37 como redactores de la revista, en las siguientes páginas no aparece ningún artículo firmado por ellos. A lo largo de estos dos ejemplares, sólo encontramos artículos de André Breton, Ramón Gómez de la Serna, Paul Éluard, Guillermo de Torre, Eduardo Westerdahl, José de la Rosa y José Moreno Villa, tratando principalmente la figura de Picasso, el cubismo y la faceta poética de este artista. En el último número de Gaceta de Arte se pone de manifiesto la vinculación que se forjó durante estos años entre Eduardo Westerdahl y el grupo ADLAN (“Amics de l’Art Nou” o “Amigos del Arte Nuevo”) llegando a publicar en la página 57 el “Manifiesto ADLAN”. El destino de Gaceta de Arte fue, finalmente, truncado por el golpe militar de Francisco Franco en julio de 1936, el comienzo de la Guerra Civil y el fin de la II República Española. Los integrantes de la revista tuvieron diferentes finales: Domingo Pérez Minik fue encarcelado y liberado en los primeros meses de la guerra, Pedro García Cabrera fue hecho prisionero, desterrado y encarcelado hasta 1945, Domingo López Torres fue apresado a principios de 1937 y su cuerpo fue arrojado al mar (cf. Castro Morales, 2013). Gaceta de Arte fue silenciada por la guerra antes de llegar a conseguir su meta: construir una sociedad moderna acorde con su época.

Conclusión Como hemos visto a lo largo de esta breve investigación, la relación que tenía Gaceta de Arte con el movimiento surrealista no era tan estrecha como pudiera parecer a simple vista. Aunque la II Exposición Internacional del Surrealismo fue uno de los acontecimientos más importantes de los que tomó parte la revista, no debemos dejar que este hecho eclipse todos los demás temas tratados en ella.

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En Gaceta de Arte tuvieron cabida las más diversas corrientes vanguardistas europeas del primer tercio del siglo XX. En sus páginas se abordaron los diferentes medios de expresión que, bajo el criterio de sus componentes, contribuían a crear una nueva visión de la cultura, más acorde con la convulsa época que estaba viviendo la sociedad, y de la que era necesario conocer todas sus vertientes para poder seguir el camino correcto y deseado. Junto con Eduardo Westerdahl, el heterogéneo grupo de redactores y colaboradores de Gaceta de Arte compartían un ideal utópico en el que no se rechazaba un movimiento artístico si no coincidía con sus opiniones, sino que se hacía un esfuerzo por comprender todas las tendencias vanguardistas como manifestaciones de la realidad contemporánea que vivían las poblaciones y, en especial, los artistas. Es cierto que había valores inamovibles que guiaban las elecciones de los animadores de Gaceta de Arte, como eran la ruptura con el pasado, el rechazo a la burguesía, el deseo de universalismo y, sobre todo, la concepción del arte como un acto constructivo y optimista a ese ideal de crear un nuevo espíritu en la sociedad. En este sentido, habría que considerar la contribución de Gaceta de Arte como un primer y gran paso en el camino de la difusión de las vanguardias europeas, particularmente en España. El Surrealismo ocupó uno de sus capítulos, pero objetivamente hablando, no fue ni mucho menos el único. La arquitectura, y en especial la arquitectura racionalista, tuvo un lugar mucho más destacado sobre la poesía y la pintura, por poner un ejemplo. En definitiva, debemos valorar el trabajo realizado por la revista tinerfeña como algo totalmente necesario en la contribución a hacer del estado español un referente más, incluido en la historia de las vanguardias europeas. Gracias a esta revista, entre otras, los artistas nacionales tuvieron mayor reconocimiento en nuestro país y las ciudades europeas más cosmopolitas del momento, llegaron a fijar la mirada en una pequeña isla canaria que consiguió llamar la atención de uno de los movimientos más controvertidos del siglo XX: el Surrealismo.

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Anexo documental Manifiestos o posiciones de Gaceta de Arte:

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G. A., nº 1, 01/02/1932

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G. A., nº 6, 01/07/1932

G. A., nº 7, 01/08/1932

18

G. A., nº 9, 01/10/1932

19

G. A., nº 12, 01/01/1933

20

G. A., nº 14, 01/04/1933

21

G. A., nº 15, 01/05/1933

22

G. A., nº 17, 01/07/1933

23

G. A., nº 20, 01/10/1933

24

G. A., nº 21, 01/11/1933

25

G. A., nº 22, 01/12/1933

26

G. A., nº 25, 01/04/1934

27

G. A., nº 34, 01/03/1935

28

29

30

G. A., nº 37, 01/03/1936

Gaceta de Arte y el Surrealismo por Lara Rodríguez Barbero se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-CompartirIgual 4.0 Internacional

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