Fronteras, arquitectura y consumo: hacia una heterotopía de la ciudad

June 26, 2017 | Autor: Camilo Useche López | Categoría: Architecture, Border Studies, Arquitetura e Urbanismo, Fronteras
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Descripción

19 Revista del Centro de Pensamiento Humano y Social - UNIMINUTO

Revista del Centro de Pensamiento Humano y Social - UNIMINUTO

Revista del Centro de Pensamiento Humano y Social - UNIMINUTO

ISSN: 1900-4648 Publicación semestral de la Dirección de Investigaciones de la Sede Principal y del Centro de Pensamiento Humano y Social de UNIMINUTO. Publica artículos inéditos resultados de investigación (en los tipos de investigación científica y tecnológica, reflexión o revisión), reflexión temática y reseñas de libros en pensamiento social y humano. Grupo de Investigación Ciudadanía, Paz y Desarrollo (Categoría A Colciencias 2015-2016) Open Access (Internacional): Dialnet Edición 19, año 11, Enero-Junio de 2015

Rector UNIMINUTO

Leonidas López Herrán Rector Sede Principal

P. Harold Castilla c.j.m. Vicerrectora Académica Sede Principal

Luz Alba Beltrán Director de Investigaciones de la Sede Principal

P. Carlos Germán Juliao Director Revista

Oscar Useche Aldana Coordinación Editorial

Nathalia Martínez Mora Asistente Editorial

Alejandra González Martínez Comité Editorial

Carlos Germán Juliao - Dirección de Investigaciones Sede Principal Oscar Useche Aldana - Centro de Pensamiento Nathalia Martínez Mora - Centro de Pensamiento Carlos Eduardo Martínez - UVD Gilma Liliana Ballesteros Peluffo - ICBF Jorge Vergara Estévez - Universidad de Chile Comité Científico

Mario López Martínez Universidad de Granada, España Antonio Elizalde Hevia Universidad Bolivariana de Chile Javier Rodríguez Alcázar Universidad de Granada, España Corrección de Estilo

John Fredy Guzmán Vargas [email protected] Traducción

Alberto Chamorro Subdirector de Investigaciones - Sede Principal

Fotografías En la portada y entradas de sección Serie Feminidades Beatriz Núñez Arce [email protected] Cesión de derechos a la Revista Polisemia-UNIMINUTO Realización gráfica María Cristina Rueda Traslaviña Wilson Martínez Montoya [email protected] Impresión Panamericana Formas e Impresos S.A. Impreso en Colombia - Printed in Colombia Corporación Universitaria Minuto de Dios - UNIMINUTO. Diagonal 81B # 72B-70. Teléfonos: 2916520 / 50 Ext. 6175 Correo electrónico: [email protected] Página web: Open Journal System http://biblioteca.uniminuto.edu/ojs/index.php/POLI Apartado Aéreo: 077181 Los conceptos expresados en los artículos competen a sus autores. Se permite la reproducción de textos citando la fuente. Los artículos de esta edición pueden consultarse en la página web de la Revista Polisemia: http://biblioteca.uniminuto.edu/ojs/index.php/POLI © Corporación Universitaria Minuto de Dios. Todos los artículos publicados en la Revista POLISEMIA son seleccionados por el Comité Editorial de acuerdo a criterios establecidos. Está protegido por el Registro de Propiedad Intelectual. Se autoriza su reproducción total o parcial en cualquier medio, incluido electrónico, con la condición de ser citada claramente y completamente la fuente, siempre y cuando las copias no sean usadas para fines comerciales. Los textos son responsabilidad de los autores y no comprometen la opinión de UNIMINUTO.

Números anteriores

EDITORIAL

EDITORIAL

Gaza: una espina en el corazón de la humanidad Gaza: A thorn in the Heart of Mankind Nathalia Martínez Mora y Oscar Useche Aldana

SOYPAZ I´mpeace Oscar Useche Aldana

ARTÍCULOS DE INVESTIGACIÓN

ARTÍCULOS DE INVESTIGACIÓN

Profesionales éticamente competentes Ethically Competent Professionals Margarita Osorio Mariño, María Guadalupe López Padilla y Jaime Ricardo Valenzuela González

Emaús siembra agua para cosechar autonomía: una experiencia de resistencia desde la vida cotidiana Emaús plants water to get autonomy: resisting from daily life Edward A. Pinzón Quesada

Problematizar: acción fundamental para favorecer el aprendizaje activo Problematize: Vital Action to Favor Active Learning Carlos Fernando Mariño Rueda

La comprensión contextual, crítica e intencionada de la acción social: una propuesta para reflexionar en trabajo social Context, criticism and intentionality in social action: A proposal to understand social work César Augusto González Vélez

La interfaz: extensión del cuerpo o espacio para la comunicación. Metáforas que se traslapan The interface: Body Extension or a Space to Communication. Metaphors that Overlap Silvia Pérez, Fernando Gutiérrez, et al Educación social en la Organización Minuto de Dios. Tras las huellas de un sueño Social Education in the “Organización Minuto de Dios”. Behind the Footprints of a Dream Sergio Briceño Castañeda El concepto de mundo de la vida (Lebenswelt) en la fenomenología de Daniel Herrera Restrepo The Concept of Life-World (Lebenswelt) in Daniel Herrera Restrepo’s Phenomenology Brayan Stee Hernández Cagua ENSAYOS Y REFLEXIONES Buen vivir, Decolonialidad y Bioética. Discusiones, aportes y articulaciones Good Living, Decoloniality and Bioethics. Discussions, Contributions and Articulations Leonardo Salamanca López

Estrategias de reproducción social, un estudio de caso sobre el currículo oculto y los guetos educativos de la política pública en el campo educativo bogotano Social reproduction strategy. A case study on public policies, hidden curriculum and educational ghettos in Bogota Daniel Fernando Reyes Pardo Educación para el desarrollo sostenible: hacia una comunidad aprendiente, de investigación y de práctica Education for Sustainable Development: Towards a learning community, on researching and practicing Carlos Germán Juliao Vargas ENSAYOS Y REFLEXIONES ¿Nuevas formas de experiencia humana en la contemporaneidad? New forms of human experience in the contemporaneity? Nathalia Martínez Mora

SABERES PRAXEOLÓGICOS Y SABERES EN EDUCACIÓN Una breve reflexión de una experiencia pedagógica A Brief Reflection of a Pedagogical Experience Leonardo Alfonso Bernal Prieto RESEÑAS Narrativas de memorias y resistencias Narratives of Memories and Resistences Luisa Fernanda González

RESEÑAS Una pedagogía praxeológica Praxeological pedagogy Sergio Briceño Castañeda Liliana Cadena Montenegro

Contenido EDITORIAL

La encíclica de francisco: carta ecológica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .11 Francis´s encyclical: Ecology Letter Oscar Useche Aldana ARTÍCULOS DE INVESTIGACIÓN

Derechos humanos y diálogo intercultural: repensando las relaciones asimétricas entre culturas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .15 Human Rights and intercultural dialogue: rethinking asymmetric relations among cultures Patricia Lora León

Fronteras, arquitectura y consumo: hacia una heterotopía de la ciudad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .25 Borders, architecture and consumption: towards a heterotopy of the city Camilo Useche López

Participación e incidencia del sujeto político colectivo en la política pública Participation and influence of the collective political subject in public policies Zonia Benavides Becerra

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Luchas campesinas y resistencia frente a los conflictos ambientales en la Zona de Reserva Campesina de Cabrera Cundinamarca: Una alternativa territorial para la paz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .43 Farmer struggles and strength on facing environmental conflicts in the Rural Reserve Area of Cabrera, Cundinamarca: a territorial alternative to peace.: Towards a learning community, on researching and practicing Bárbara Camila Silva Velandia ARTICULOS DE REFLEXIÓN

Reconstrucción del pensamiento crítico y tecnologías del Yo: en sentido y cuerpo femenino . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .61 Reestablishing critical thought and technologies of the self: Sense and body Olga Viviana Bolívar Bautista

RESEÑAS

Sentidos de maternidad a través de una historia de locura . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .71 Maternity senses through a madness history Ligia Fanny Naranjo Ramírez

Comité editorial 2015 Carlos Germán Juliao Magíster en Ciencias Sociales, Políticas y Económicas, Universidad Católica de Paris - Institut d’études sociales (Francia). Estudios de Maestría en Dirección Universitaria, Universidad de los Andes. Licenciado en Teología, Pontificia Universidad Javeriana. Estudios en Filosofía del Seminario Mayor Padres Eudistas, Universidad San Buenaventura. Director de Investigaciones de la Sede Principal, Corporación Universitaria Minuto de Dios. Miembro de los Grupos de Investigación “Ciudadanía, Paz y Desarrollo” e “Innovaciones educativas y cambio social” (Uniminuto). Correo electrónico: [email protected]

Oscar Useche Aldana Doctor en Paz Conflictos y Democracia, Universidad de Granada (España), Magíster en Investigación Social Interdisciplinaria, Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Economista, Universidad Autónoma de Colombia. Director Programa Soypaz y director de la Revista Polisemia, Corporación Universitaria Minuto de Dios. Líder del Grupo de Investigación Ciudadanía, Paz y Desarrollo (Uniminuto). Correo electrónico: [email protected]

Nathalia Martínez Mora Doctoranda en Educación del Doctorado Interinstitucional en Educación – Universidad Pedagógica Nacional, Universidad Distrital, Universidad del Valle. Magíster en Estudios Sociales, Universidad Pedagógica Nacional. Licenciada en Educación Básica con Énfasis en Ciencias Sociales, Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Investigadora Programa Soypaz y Editora Revista Polisemia, Centro de Pensamiento Humano y Social, Corporación Universitaria Minuto de Dios. Correo electrónico: [email protected]

Carlos Eduardo Martínez Doctor en Paz Conflictos y Democracia, Universidad de Granada (España). Magíster en Desarrollo Educativo y Social, Universidad Pedagógica Nacional y Centro Internacional de Educación y Desarrollo Humano. Politólogo, Universidad de los Andes. Docente invitado, Universidad de Granada (España). Docente investigador, UNIMINUTO Virtual y a Distancia U.V.D. Miembro del Grupo de Investigación Ciudadanía, Paz y Desarrollo (Uniminuto). Correo electrónico: [email protected]

Jorge Vergara Estévez (Chile) Doctor en Filosofía con la máxima distinción: “très honorable avec félicitation”, y magíster en Filosofía, Universidad de París VIII Vincennes-Saint-Denis (Francia). Licenciado en Filosofía, Universidad de Chile. Docente del Departamento de Educación de la Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile. Coordinador de la Red Internacional de Pensamiento Crítico. Miembro del Grupo de Investigación Ciudadanía, Paz y Desarrollo (Uniminuto). Correo electrónico: [email protected]

Gilma Liliana Ballesteros Peluffo Doctora en Estudios para la Paz, Conflictos y Democracia, Universidad de Granada (España). Especialista en Análisis de Políticas Públicas, de la Universidad Nacional de Colombia. Politóloga con énfasis en Gestión Pública, de la Pontificia Universidad Javeriana. Asesora e investigadora en el diseño, ejecución y evaluación de políticas públicas, proyectos y/o programas. Coordinadora del Observatorio del Bienestar de la Niñez, Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF). Correo electrónico: [email protected]

Comité científico Mario López Martínez (España) Doctor en Historia y Licenciado en Geografía e Historia con Especialidad en Historia Contemporánea y del Mundo Actual, Universidad de Granada (España). Profesor Titular de la Facultad de Filosofía y Letras, Departamento de Historia Contemporánea, Universidad de Granada (España). Miembro del Grupo de Investigación Ciudadanía, Paz y Desarrollo (Uniminuto). Correo electrónico: [email protected]

Antonio Elizalde Hevia (Chile) Doctor en Desarrollo Humano y Participación Social, Universidad de Valencia (España). Magíster en Sociología, Pontificia Universidad Católica de Chile. Sociólogo, Pontificia Universidad Católica de Chile. Docente invitado de la Universidad Complutense de Madrid (España). Docente y Director de la Revista Polis, Universidad Bolivariana de Chile. Miembro del Grupo de Investigación Ciudadanía, Paz y Desarrollo (Uniminuto). Correo electrónico: [email protected]

Javier Rodríguez Alcázar (España) Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación y Licenciado en Filosofía y Letras, Universidad de Granada (España). Profesor titular de la Facultad Filosofía y Letras, Universidad de Granada (España). Sus principales líneas de investigación son en Ciencia, tecnología y sociedad; filosofía de la ciencia y la tecnología. Miembro del Grupo de Investigación Ciudadanía, Paz y Desarrollo (Uniminuto). Correo electrónico: [email protected]

Editorial

Serie Feminidades - Beatriz Núñez Arce

Oscar Useche Aldana1

La encíclica de Francisco: carta ecológica Francis´s encyclical: Ecology Letter

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l 2015 ha traído la buena nueva de la encíclica Laudato Si (“Alabado seas”) del papa Francisco. En ella se asume un nuevo paradigma ecológico y se convoca a la humanidad y a la cristiandad a reconocer el valor de la vida de todos los seres que habitamos el planeta y a luchar contra los peligros que gravitan sobre la ecósfera, que Francisco llama la “casa común”. Es inevitable que la encíclica haga una crítica del modelo dominante de sociedad, que está basado en una concepción antropocéntrica, lineal y mecánica del mundo que ha fragmentado la realidad y dividido el mundo entre lo interno (lo humano) y lo externo (el universo). Nuestra condición de seres que formamos parte de la naturaleza, que vivimos de y con ella, ha sido de tal manera destituida por el pensamiento hegemónico que, dice Laudato Si, se desató un tiempo de confianza irracional en el progreso en el que se han generalizado las subjetividades y las prácticas depredadoras que repelen la diferencia y la codifican como una amenaza. Es importante anotar que, a partir de este modelo, el mundo ha sido explicado de ma-

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nera reduccionista. La filosofía positivista de Descartes y sus herederos plantearon verdades únicas diagramadas en un plano en el que el universo es un mecanismo de reloj, y el reloj es un dispositivo que mide el tiempo de los logros, las metas, las recompensas y las realizaciones. En ese enfoque, el tiempo lineal mide el desarrollo de manera ascendente: el progreso se asimila a un crecer y acumular riquezas, no importan sus costos para el sostenimiento y la reproducción de la vida. Es evidente que se hace imperativo plantear otras miradas; esa es la potencia de la encíclica: levantarse contra la cultura del desecho, que afecta tanto a los seres humanos excluidos como a los objetos que se vuelven obsoletos en un santiamén y pueden ser descartados sin contemplaciones. Ante ello hay que buscar alternativas ecológicas sustentables. Y para ello hay que desplegar, ¡ya!, iniciativas que detengan el desastre que hemos creado con el modelo de producción y de consumo y procesos de transformación cultural que creen las bases de un nuevo ethos, nuevos modos de existir que hagan posible la afirmación de todas las formas de vida en el planeta.

Doctor en Paz Conflictos y Democracia, Universidad de Granada. Director de la revista Polisemia de la Corporación Universitaria Minuto de Dios (UNIMINUTO).

Polisemia No. 19, 11 - 12. La encíclica de Francisco: carta ecológica. Bogotá, ISSN: 1900-4648. Enero - junio de 2015

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Oscar Useche Aldana

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Hay que responder al grito de la tierra, pero también al grito de los pobres, plantea Francisco. Es de sentido común que es imposible sostener el actual nivel de consumo de la gente adinerada de los países más desarrollados, así como de las crecientes clases medias y el puñado de opulentos de las sociedades en desarrollo. El individualismo posesivo se apodera de las mentalidades que jalonan las economías, y los hábitos del consumo voraz y del desperdicio superan todo límite. Al tiempo, se profundiza la pobreza de millones de desposeídos, y el sistema los abandona en el lodazal del hambre y la indignidad

La sustentabilidad se erige como una posibilidad de reencantamiento del mundo, tal como lo entiende Prigogine al desplegar su teoría del caos. Se trata de producir nuevas conectividades entre las distintas manifestaciones de lo vivo; y esa es tarea de un pensar crítico. Francisco se aproxima a este tipo de crítica de los puntos neurálgicos de un sistema que hay que cambiar para que la vida persista y que exige un pensar integral que reconstituya la unidad del humano y la naturaleza. Eso también tiene una plena dimensión social:

La sustentabilidad que propone Laudato Si coincide con la tradición del movimiento ecologista, que destaca la capacidad que tiene un sistema cualquiera para autoproducirse creando los campos de potencia para la conjunción de los elementos y las relaciones que hacen posible su existencia. Es una emergencia producto de un juego de intercambios orgánicos de materia, energía e información, en procesos de acoplamiento diferencial con el entorno del cual forma parte. Y ello implica una concepción compleja del mundo y una clara posición ética en torno a la vida.

Hoy no podemos dejar de reconocer que un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social, que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el grito de la Tierra como el grito de los pobres. […] El gemido de la hermana Tierra se une al gemido de los abandonados del mundo.

Ahora bien, antes de la modernidad el mundo estaba en una especie de encantamiento por la unidad estrecha que tenían los seres vivos con el medio físico; la ciencia y la filosofía modernas impulsaron un proceso de desencantamiento que básicamente consistió en separar a los seres humanos de la naturaleza, y ello generó una disociación que ha sido causa de lo que podríamos llamar la enfermedad de la modernidad.

Se necesita asegurar el presente y el porvenir de la humanidad; eso es también una deuda para quienes habrán de venir después de nosotros. Para lograrlo, habrá que cambiar la cultura del consumo, crear nuevas formas de producción y aprender el arte de reciclar. El papa surge como una gran autoridad moral que plantea refundar nuestras relaciones alrededor de los bienes comunes, esto es, aquellos que son indispensables para la vida humana y para la sostenibilidad del planeta. La biodiversidad, el clima, el agua, el aire forman parte de esa casa común que hay que proteger y recrear.

El punto final lógico de esa manera de relación con el mundo fue la sensación de total separación; todo se percibe como un objeto ajeno, distinto y aparte de mí; finalmente, el sujeto también es un objeto, una “cosa” alienada en un mundo de otras cosas igualmente insignificantes y carentes de sentido. Esa manera de relacionarse termina por generar un profundo vacío, un malestar en la cultura y en el alma, tal como lo señaló Berman.

En esencia se propone una ecología del bien común atada a una ecología de la vida cotidiana. Todo esto, gobernado por el renacer de una nueva fuerza política: la fuerza política del amor. Polisemia considera de enorme relevancia la encíclica Laudato Si y comparte la iniciativa de los distintos sectores directivos y docentes que se han propuesto discutirla e integrarla a su práctica educativa.

Polisemia No. 19, 11 - 12. La encíclica de Francisco: carta ecológica. Bogotá, ISSN: 1900-4648. Enero - junio de 2015

Artículos de investigación

Serie Feminidades - Beatriz Núñez Arce

Pa t r i c i a L o r a L e ó n 1

Derechos humanos y diálogo intercultural: repensando las relaciones asimétricas entre culturas2 Human Rights and intercultural dialogue: rethinking asymmetric relations among cultures

Resumen

Abstract

El presente artículo busca problematizar, desde una perspectiva interdisciplinaria, las nociones de diversidad, cultura, alteridad, igualdad y diferencia, intrínsecas tanto en la relación entre culturas como en el ejercicio de los derechos humanos. A partir de la experiencia de los sujetos y grupos invisibilizados y marginalizados de los espacios de interacción y diálogo entre culturas distintas —como en el caso de los pueblos indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta—, el artículo discute la posibilidad de repensar las relaciones tensas y conflictivas entre derechos humanos y diálogo intercultural.

This article seeks to problematize, from an interdisciplinary perspective, the notions of difference, diversity, culture, otherness and equality, notions both with an intrinsic relation between cultures and of the human rights’ practice. Based on the experience of marginalized and invisible subjects and groups from spaces for interaction and dialogue between different cultures —as in the case analyzed in my PhD thesis on indigenous peoples of Sierra Nevada de Santa Marta—this paper argues about possibility of rethinking the strained relations and conflict between human rights and intercultural dialogue.

Palabras clave: derechos humanos, diálogo intercultural, cosmopolítica, pensamiento indígena.

Keywords: Human rights, intercultural dialogue, cosmo-politics, indigenous thought.

Recibido: 27 de marzo de 2015, evaluado: 26 de abril de 2015, aprobado: 6 de mayo de 2015 1

Comunicadora Social-Periodista, magíster en Investigación Social Interdisciplinaria y doctora en Ciencias Sociales por la Universidad Estatal de Campinas, Campinas, Brasil. Correo electrónico: [email protected]

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Artículo derivado de la tesis doctoral en Ciencias Sociales de la Universidad Estatal de Campinas (Unicamp), Brasil, titulada Estabelecer pontes ou delimitar fronteiras? Desvendando o potencial de uma humanidade “outra” a partir do pensamento dos indígenas da Serra Nevada de Santa Marta, Colômbia.

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Introducción Las nociones de diferencia, diversidad, identidad, cultura, alteridad, igualdad, intrínsecas tanto en las relaciones entre culturas como en el ejercicio de los derechos humanos, así como el reconocimiento jurídico de los individuos y grupos como sujetos de derechos, no configuran necesariamente espacios de diálogo intercultural en los cuales la diversidad cosmológica, filosófica y epistémica del mundo sea efectivamente visibilizada y considerada como una forma de ser y de habitar el mundo “otra”. Lejos de generar un consenso, la práctica de esas categorías se constituye, cada vez más, en objeto de disputa y tensión permanente cuando diversas visiones del mundo proponen una convivencia simétrica entre culturas y problematizan la construcción del espacio político de lo común (Rancière, 2005).

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Hacemos referencia aquí a sujetos y grupos que —como las comunidades indígenas y otras minorías étnicas y sociales— fueron históricamente jerarquizados, marginalizados, inferiorizados, silenciados o invisibilizados a través de prácticas y dispositivos de poder políticos, ontológicos y epistémicos. Como problematizan diversos autores de las ciencias sociales y de los estudios decoloniales (Castro-Gómez y Grosfoguel, 2007; Escobar, 2003; Mignolo, 2003; Restrepo y Rojas, 2010; De Sousa Santos, 2006), la relación con los mundos movilizados por esas culturas se encuentra mediada por las posiciones, los conocimientos y los pensamientos que esos sujetos ocupan en el escenario de lo común. El diálogo 3

con las cosmovisiones y los conocimientos indígenas, así como con otros grupos marginalizados y subalternizados en las relaciones con el poder colonial, continúa siendo pautado, en la perspectiva de estos autores, por los dispositivos modernos y eurocéntricos de producción y circulación de conocimiento. De esta manera se desconoce el potencial que estos poseen de dialogar con nuestro mundo y de transformarlo (Viveiros de Castro, 2002). En este sentido, la interculturalidad crítica propuesta por Walsh (2008) retoma los aspectos cosmológicos, epistémicos, políticos y éticos sistemáticamente desconocidos y silenciados a través de los dispositivos de la colonialidad, para constituirlos en espacios políticos y de conocimiento “otros” que permitirían pensar desde la condición ontológica-existencial-racializada de los grupos marginados, desde las visiones, los pensamientos y filosofías propias, y desde el lugar político que modela el potencial de lo propio. Este es un escenario clave para romper las relaciones asimétricas entre culturas y potencializar las posibilidades del pensar con otras perspectivas el mundo, con el propósito, como afirma la autora, de asumir con responsabilidad y compromiso un accionar político encaminado a la creación de una civilización alternativa que apunta a la re-existencia, a la vida misma y a la convivencia en dirección a una sociedad “otra” (Walsh, 2008, p. 10). Podemos entender el diálogo intercultural3 como el espacio en el cual la multiplicidad de cosmologías, pensamientos, epistemologías y filosofías que hablan de formas particulares de ser

No existe un consenso sobre el sentido de la categoría interculturalidad. Multiculturalismo e interculturalidad alternan en el ámbito de las políticas públicas como categorías útiles para integrar, asimilar o controlar a diferencia, según el proyecto sociocultural en juego. Guerrero (2014) demuestra, para el caso de la educación “intercultural”, cómo esas políticas adquieren connotaciones diversas en los ámbitos europeo y norteamericano, asociadas principalmente a la asimilación e integración de grupos culturales y minorías étnicas a los proyectos educativos dominantes, mientras para el caso latinoamericano la idea de una educación intercultural se encuentra vinculada a proyectos bilingües pensados en la integración de las comunidades indígenas a los proyectos nacionales. Para Restrepo (2014) surge de manera reciente una noción de interculturalidad asociada a proyectos de transformación radical de los grupos subalternizados (indígenas y afros), como una forma de contestación a las políticas multiculturales. Sin embargo, como afirma el autor, aún es necesario problematizar tanto las implicaciones del ínter en cuanto prefijo que enuncia justamente el aspecto relacional implícito en la idea de interculturalidad, así como las nociones de cultura en juego. Esto, con el propósito de pensar la interculturalidad como históricamente situada y contextualmente producida, vinculada al mundo de la vida social y a la producción de subjetividades.

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Derechos humanos y diálogo intercultural: repensando las relaciones asimétricas entre culturas

y habitar el mundo entran a ser valoradas como alteridad. Según Geertz (1999), esta alteridad solo puede ser comprendida como “alternativa para nosotros” y como posibilidad de alteración de nuestros referencias del mundo, rompiendo las jerarquías que caracterizan lo “otro” como inferior, irrelevante, curioso, exótico, salvaje, primitivo, tradicional y demás categorías que clasifican la diferencia desde referenciales predominantes negativos. En este contexto nos preguntamos: ¿sería el diálogo intercultural una cuestión relevante para ser discutida en el ámbito del ejercicio de los derechos humanos, o mejor, en la constitución de una cultura en la que los derechos humanos hagan posible la convivencia pacífica entre visiones del mundo distintas? ¿Existirían en el contexto del multiculturalismo4 las condiciones necesarias para entablar ese diálogo? O, por el contrario, ¿los sistemas de universalización y exclusión de las diferencias constitutivos del orden mismo del Estado moderno de derecho nos permitirían hablar de “no-condiciones de diálogo”, en la medida en que las formas de universalización y homogenización de la diferencia que le son intrínsecas establecen las jerarquías y los dispositivos necesarios para que ese diálogo no se produzca, favoreciendo las condiciones para que una única visión del mundo —la dominante— determine las reglas del juego de la relación entre culturas?

Repensando las relaciones asimétricas Una de las categorías en disputa en este escenario es la propia idea del sujeto de derecho, categoría central de la modernidad jurídica. Considerado como objeto de la práctica jurídica del Estado, reconocido y reglamentado a partir de los criterios de la razón legislativa moderna, el sujeto de derecho es el individuo que parti-

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cipa de la relación jurídica con el Estado moderno racional. Este sujeto, naciendo con vida, adquiere personalidad jurídica y se convierte de esa manera en titular de derechos y obligaciones. En el ámbito político, sin embargo, esa categoría se convierte en una caracterización abstracta (Steiner, 2008) que, en su pretensión de reglamentar la relación entre el individuo y el Estado, universaliza y generaliza las particularidades de los sujetos y grupos en detrimento del hombre concreto y real. Precisamente, en las luchas de las minorías étnicas y sociales, y en el caso particular de los derechos humanos de los grupos minoritarios, ese sujeto concreto emerge para denunciar cómo esa concepción universalista del sujeto tributario de derechos invisibiliza y marginaliza las diferencias, y en ese proceso, las experiencias de esos grupos y sus concepciones propias del sentido de la ley, del derecho, de la justicia y, por supuesto, de los derechos humanos (Damazio, 2009). Esa comprensión abstracta del sujeto de derechos contrasta, por lo tanto, con la experiencia de los sujetos concretos y reales, de los sujetos con rostro que parecen no participar de manera efectiva de la configuración de un realidad política y social común, justamente por cuenta de los dispositivos de integración social y de exclusión de las diferencias a través de los cuales las políticas multiculturalistas buscan administrar y controlar las tensiones entre grupos sociales y culturas diversas. La crítica a estas categorías, y particularmente a la idea de un sujeto de derecho universal y abstracto, pone en el centro de la discusión al carácter paradoxal del multiculturalismo, al carácter contradictorio de las políticas que desde el ámbito de los derechos humanos buscan efectivamente defender la igualdad como dispositivo de universalización de derechos y libertades para todos los ciudadanos, en detrimento de la diferencia

Para Hall (2003), el multiculturalismo liberal busca el ideal del orden donde se integran rápidamente diferentes grupos culturales, a partir de una ciudadanía individual universal que tolera “ciertas prácticas culturales particulares apenas en el dominio privado”.

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Patricia Lora León

que como principio subyace en la relación entre culturas diversas. Así, se marginalizan o invisibilizan los universos conceptuales, las filosofías y epistemologías que determinan esas diferencias y definen la identidad de esos sujetos y grupos. De ahí que el reconocimiento de esos sujetos no pase exclusivamente por las formas de positivación de los derechos humanos, que a través de instrumentos jurídicos nacionales e internacionales reconocen efectivamente la diversidad étnica, racial, de pensamiento y religión, la igualdad entre sexos o la multiplicidad de culturas como parte del patrimonio de la nación, como reza el preámbulo de nuestra Constitución nacional. El reconocimiento que esos sujetos y grupos reivindican busca tanto la efectividad de esos instrumentos jurídicos como llevar esos principios a la arena política, es decir, considerar esos principios más allá de lo estrictamente jurídico, para problematizarlos como cuestiones igualmente relevantes para las dimensiones simbólicas, epistémicas, éticas y políticas de esas culturas.

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Para intentar responder estas cuestiones, resulta indispensable entonces entender el lugar que la desigualdad y la exclusión ocupan como lógicas subyacentes a la constitución del Estado moderno, además de comprender cuáles son los mecanismos de integración y regulación desde los que se pretende mantener bajo control las tensiones sociales generadas por esos procesos. Para De Sousa Santos (1999), la desigualdad, como fenómeno socioeconómico, nace de la organización y estratificación de la fuerza de trabajo, al atribuir y distribuir entre los diferentes grupos sociales funciones específicas dentro del orden del mundo moderno. Paradójicamente, la desigualdad opera mediante la reivindicación de la condición de igualdad de todos los ciudadanos, que son iguales ante la ley y universalmente libres para participar en las relaciones del mercado de trabajo, pero están inmersos en las jerarquías que esa organización racional crea más con el propósito de moldear las diferencias en función de la cosmovisión dominante que de reconocerlas a partir de sus singula-

ridades y como determinantes de la construcción colectiva del orden político, jurídico y social común. La constitución de los Estados Nacionales, por ejemplo, y particularmente el proyecto de configurar una cultura nacional, nos demuestran cómo la diferencia puede ser integrada y desdibujada al mismo tiempo, con el propósito de constituir una ciudadanía abstracta fundada en el mestizaje como principio universal y homogenizante (Ariza, 2009), lo cual destruye simbólicamente los universos de significación de las culturas negras e indígenas, invisibilizando, reduciendo o marginalizando sus sistemas de referencia y modos de existencia. Los derechos humanos, en cuanto narrativa dominante de la modernidad jurídica, desempeñan un papel fundamental. Su misión es establecer, en el horizonte de la igualdad, principios universales capaces de abarcar a todo el género humano. Se trata entonces de principios ideales y abstractos que vinculan a todos los seres humanos sin excepción; principios de emancipación pero al mismo tiempo de regulación social, porque en su abstracción y universalización no consideran a los sujetos de carne y hueso, a la humanidad de los humanos que existen por detrás de los derechos humanos (Mignolo, 2009; Osamu, 2006), y mucho menos conciben las jerarquías y asimetrías políticas, sociales, económicas y epistémicas que impactan en la aplicación efectiva de estos principios entendidos como universales. La igualdad que defiende la modernidad jurídica opera, entonces, como afirma De Sousa Santos (1999), por la “descaracterización” de las diferencias y la reducción a su mínimo común denominador (las categorías de raza, sexo, grupo étnico, etc.); pero es paradójicamente a partir de esa descaracterización de la esencialización del principio de igualdad como son formuladas ciertas políticas de inclusión social tendientes a incorporar las demandas de los individuos y grupos históricamente marginalizados (por ejemplo, las comunidades indígenas y negras) o de los grupos sociales más vulnerables (los estratos sociales más bajos, los desplazados por la violencia, etc.). Inclusive, es partir de ese criterio como

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Derechos humanos y diálogo intercultural: repensando las relaciones asimétricas entre culturas

estos grupos son objeto de trato diferencial por parte de las políticas del Estado. Se hace referencia específicamente a las acciones afirmativas y a otras prácticas de discriminación positiva. Asimismo, no puede negarse que los derechos humanos crean, paradójicamente, algunas fisuras, algunas sendas entre las cuales emerge la posibilidad de emancipación y, por qué no, alternativas para que ese diálogo intercultural suceda. Sin embargo, el lugar de la diferencia, o mejor, los dispositivos de exclusión de esa diferencia, crean las condiciones de no diálogo que de alguna manera terminan legitimando la violencia física y simbólica contra esas formas de ser y de actuar en el mundo “otras”. Igualdad que, vía inclusión, asimilación o integración, no consigue crear las condiciones suficientes para ese diálogo, pues deja intactas las asimetrías que hacen que esas diferencias ocupen un lugar marginal en nuestros proyectos de sociedad. La colonización, por ejemplo, muestra cómo en los inicios de la constitución del sistema-mundo que posibilitó la expansión del capitalismo, el exterminio físico y simbólico de las culturas nativas americanas excluyó su participación efectiva en el proyecto colonial y en la posterior constitución de los Estados nacionales. Esta situación no cambia con las políticas asimilacionistas o de integración en el Estado nacional y en el Estado social de derecho, pues esas políticas no consiguen reparar la violencia contra sus prácticas espirituales infringidas por los diferentes procesos de evangelización, ni quebrar las formas de discriminación, inferiorización o racismo de las cuales fueron y aún continúan siendo víctimas; es decir, las formas de exclusión que históricamente tejieron esa red de relaciones jerárquicas a través de diversos dispositivos políticos y epistémicos de clasificación de esas diferencias. La exclusión, no solo en el caso de los pueblos nativos americanos sino también en el de las comunidades afrodescendientes, el de las mujeres, 5

los grupos LGBT o de otras expresiones culturales consideradas como minoritarias, opera en su forma más radical a través del exterminio físico, el genocidio o la limpieza social; pero posee un fuerte componente simbólico en todos los campos de la vida social, lo que se hace manifiesto en la discriminación, el racismo, la segregación social o la exclusión epistémica y política. En sus diferentes grados y manifestaciones, la exclusión es un fenómeno cultural y social que solo viene a la escena de lo común cuando esas diferencias se constituyen en objeto de tensiones, disputas y conflictos entre visiones de mundo distintas, y muchas veces opuestas. El reconocimiento de los territorios indígenas, la lucha contra megaproyectos en territorios ancestrales, el reconocimiento de sistemas de salud y educación interculturales, la existencia de espacios políticos y de concertación que consideren esas perspectivas “minoritarias” forman parten de los múltiples conflictos y tensiones sociales a las que asistimos y que nos revelan que ese diálogo intercultural no está dado y que necesita ser reconstruido y repensado más allá del discurso multiculturalista.

La experiencia de los pueblos indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta Justamente en ese sentido retomo la experiencia de los pueblos indígenas Kogui, Wiwa, Arhuaco y Kankuamo5. A través del ejercicio epistémico y político realizado por estos pueblos indígenas y sus organizaciones en las tres últimas décadas, es posible identificar cómo en los escenarios de la relación con la sociedad nacional, y particularmente en la relación con los representantes del Estado colombiano, estos grupos hacen un esfuerzo por transformar, como afirma Mignolo (2003), tanto los términos como el contenido de la conversación entre culturas.

Esta experiencia es analizada en el marco de mi tesis doctoral.

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Patricia Lora León

¿En qué consiste ese ejercicio político y epistémico? A través de diversos artefactos comunicativos: documentos, expresiones colectivas de pensamiento, declaraciones, documentos conceptuales y una producción audiovisual cada vez mayor, los indígenas serranos han venido constituyendo lo que denomino un lugar de enunciación propio en el cual esas formas de comunicación movilizan categorías, universos conceptuales y de significación a través de las cuales se tensionan cosmopolitamente las nociones modernas de humano, humanidad, naturaleza, territorio, pensamiento, conocimiento y, por supuesto, derechos humanos (Lora, 2014).

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Ese lugar de enunciación se constituye, entonces, en un lugar de contestación y de experiencia en el que los sujetos indígenas enuncian y trasmiten por sí mismos universos de significación, perspectivas ontológicas y formas de conocimiento propias. Ello trae para el espacio de lo político, para los escenarios de relación y negociación con la sociedad mayoritaria, “posicionamientos críticos existenciales” enraizados en la experiencia del contacto y de la invisibilización y marginalización de esos pensamientos y conocimientos “otros”. Me refiero a “posicionamientos críticos existenciales” como categoría analítica propuesta por Walsh (2008) referida a la comunicación de los aspectos cosmológicos constitutivos de las concepciones de vida de los grupos marginalizados, discriminados y excluidos en la relación entre culturas; es decir, como un ejercicio político de visibilización de las causas de “no diálogo” entre culturas diversas, que marginaron la participación de otros pensamientos y conocimientos a través de la deshumanización, el racismo y la destrucción de sus sistemas de referencia. Posicionarse críticamente significa que esos sujetos y grupos marginados desde la coloniza-

ción hasta hoy “interculturalizan críticamente” desde el pensamiento propio, desde la diferencia epistémica, filosófica y ética que habla de esas formas “otras” de ser y de habitar el mundo, un lugar político que modela el potencial de lo propio. Este posicionamiento no solo busca hacer efectivas las políticas de inclusión y las garantías reconocidas en diversos instrumentos de derechos humanos: pretende transformar los términos asimétricos de esa relación y proponer como parte de la conversación los aspectos cosmológicos y existenciales que en esos procesos históricos de exclusión y universalización de las diferencias fueron catalogados como inexistentes, o en el mejor de los casos, como inferiores, exóticos, primitivos, atrasados, salvajes o tradicionales. Desde ese lugar de enunciación, los Koguis, los Wiwas, los Arhuacos y los Kankuamos visibilizan las formas de exclusión que determinarán su lugar asimétrico en el universo de relaciones que compromete el territorio ancestral de la Sierra Nevada de Santa Marta: la colonización espiritual a través de los procesos de cristianización, la imposición de instituciones y prácticas ajenas a la cultura propia, la ocupación y pérdida de muchos de sus lugares sagrados y la violencia física y simbólica contra sus comunidades y territorios. Pero, al mismo tiempo, ese lugar de enunciación, que surge de la necesidad de las autoridades espirituales y políticas por establecer puentes de comprensión con el mundo de los hermanos menores, se convierte en un dispositivo de comunicación que les permite traducir y explicar a los no-indígenas —y en especial a los representantes del Estado colombiano— cuál es el sentido de la relación que los indígenas establecen con ese territorio delimitado ancestralmente por la Línea Negra6 y cuáles son los principios que determinan su actuar como indígenas según los códigos de la Ley de Sé o Ley de Origen7.

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La línea imaginaria, espiritual, mítica y simbólica que comunica punto por punto los lugares sagrados que delimitan el territorio ancestral de los pueblos indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta.

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La ley del conocimiento sobre el origen del todo, del orden cósmico universal, que determina el conocimiento y las leyes que rigen todas las formas de existencia.

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Esa comunicación se convierte en un ejercicio sistemático de posicionamiento de sus universos conceptuales. Su forma de entender la relación con el territorio y con la naturaleza, el sentido de la autoridad y de la justicia, la concepción indígena serrana sobre la salud, la actividad del pensamiento y el sentido de conocer y del conocimiento, su ethos y, en ese camino, su comprensión sobre el sentido de la responsabilidad del hombre en la relación con el mundo, así como su pensamiento sobre la violencia y los derechos humanos, son aspectos ontológico-existenciales que, al ser enunciados públicamente, buscan cambiar las condiciones del diálogo con los hermanos menores o no-indígenas, es decir, los términos y el contenido de la relación intercultural. Ese ejercicio político ha permitido en las últimas décadas, entre otros aspectos, reconocimientos jurídicos (como la positivación de la línea espiritual que delimita el territorio ancestral, o Línea Negra) y su reconocimiento como actores políticos que han de ser consultados en los proyectos que comprometen el territorio ancestral y la vida de las comunidades. Este es un ejercicio inacabado y atravesado por tensiones, aún en construcción, que demuestra la importancia vital que para estos grupos tiene el hecho de promover auténticos diálogos interculturales, en los que sus universos conceptuales sean reconocidos como alternativa política, ética y epistémica, como “mundos posibles” (Viveiros de Castro, 2002; Tournier, 1991) capaces de cuestionar las formulaciones universales que silencian los conocimientos, las filosofías y los pensamientos diferentes (y a veces opuestos) a la cosmovisión dominante. Resulta interesante ver cómo la concepción de derechos humanos pautada desde ese lugar de enunciación por las comunidades y organizaciones indígenas de la Sierra Nevada pone en cuestión nuestra comprensión moderna y occidental de esos principios, considerados como universales, y en su universalidad, comprendidos como intrínsecos a todos los seres humanos y, por lo tanto, aplicables para todos los grupos humanos y culturas. Más que una visión indíge-

na de derechos humanos occidentales, podemos afirmar entonces que existen en la cosmovisión de estos pueblos —como, de hecho, lo expresan en diversos artefactos comunicativos— elementos conceptuales y filosóficos que dialogan con lo que consideramos desde la perspectiva occidental como derechos humanos. Luego, no existe una reproducción mecánica de las categorías de los blancos y sí una construcción simbólica de estas a partir de la experiencia indígena, una transformación que ocurre precisamente como consecuencia del contacto y la relación entre culturas diversas. Las cuestiones abordadas por las comunidades Arhuacas en el texto Los derechos humanos y los derechos fundamentales de los pueblos indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta (Resguardo Arhuaco, 2006) dan cuenta de esta afirmación. De esta manera, los derechos humanos son incorporados en la cultura y resignificados críticamente desde la perspectiva indígena, y así adquieren una configuración nueva, cosmológica, como parte de los códigos de la Ley de Sé o Ley de Origen: 21 Reafirmamos que nuestros derechos se encuentran fundamentados en nuestro mandato de origen dejado por la Madre desde el principio; se sustenta en nuestro lenguaje materno; se mueve y se reproduce en nuestras historias, tradiciones, usos y costumbres; se encarna en la integralidad viva del tiempo y el espacio del territorio; su permanente dinámica se mantiene y se conserva a través del encuentro y reunión de familias, de personas, Mamu, líderes, autoridades y miembros con el diálogo y la conversación; está en nuestras formas tradicionales de pensar y en nuestros propios modelos de análisis y observación; en la protección y conservación de ríos, de montañas como fuentes de lluvia y agua; en la descripción original de lagunas, aves y plantas como personajes vitales en el tiempo; está en el cumplimiento de actos y eventos rituales en diversos sitios de distinta competencia, función y misión por la armonía y el equilibrio del entorno; en todo ellos vive desde siempre latente el derecho humano arhuaco de la Sierra Nevada de Santa Marta (Resguardo Arhuaco, 2006, p. 4).

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Para ellos no existe una comprensión fragmentada de los diversos aspectos que configuran el todo sistémico del orden universal; en consecuencia, los derechos humanos no pueden ser aislados de la trama de relaciones de interdependencia y mutua afectación entre todas las formas de existencia. No puede haber, por lo tanto, una asimilación acrítica de la gramática de los derechos humanos, una visión indígena de los derechos occidentales que se reduce exclusivamente a operar esas categorías e instrumentalizarlas en el ámbito de la relación con las instituciones del Estado colombiano. Existe, entonces, una extensión de esas categorías al ser resignificadas desde un universo de significación propio, mediante un diálogo y desde una perspectiva crítica respecto a nuestra concepción occidental de derechos (Lora, 2004).

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Así, los derechos, desde el punto de vista serrano, fueron incorporados a su visión integral del mundo; son, al mismo tiempo, un instrumento necesario en la interlocución con la sociedad mayoritaria y una extensión del sentido de integralidad que atraviesa esas relaciones con el todo del orden universal (Resguardo Arhuaco, 2006). De esta manera, el territorio se transforma en el “derecho primigenio”, sin el cual no es posible disfrutar de lo que la naturaleza les ofrece; el territorio es la fuente fundamental de los derechos “sembrados” en los diferentes puntos de la geografía sagrada, escenario de esa integralidad que hace posible la reproducción de la vida. En palabras de Pedro Loperena, indígena Wiwa8: Hemos visto que en nuestro hogar, que es la Sierra Nevada, hay muchos sitios sagrados que

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desprenden desde el pico de la Sierra Nevada hasta la orilla del mar, y allí cada lugar tiene una función específica a donde se le cancelan tributos tradicionales a sitios como a la madre de la comida, la madre del agua, la madre del aire, y vemos que allí cada sitio de esos es un derecho, y ese sitio es el que nos da fortaleza para seguir existiendo, aunque pensar que hoy en día desde la cultura de occidente únicamente ven que derechos humanos es de la persona, para nosotros no lo vemos así; si nosotros no tenemos un territorio, no tenemos derechos, nuestros derechos están enmarcados en nuestro territorio por cada punto o por cada sitio sagrado que está dentro de nuestro territorio.

Por lo tanto, como lo afirma este líder Wiwa, sus derechos están establecidos en la Ley de Origen y escritos en el territorio que la representa. La “garantía primordial” para que esos derechos sean protegidos sería precisamente el ejercicio de sus prácticas culturales y la reproducción de sus prácticas espirituales y de los conocimientos escritos en ese territorio; prácticas que contribuirían a que la integralidad de esas relaciones entre todas las formas de existencia hagan posible la reproducción de la vida, quintaesencia de cualquier derecho desde la perspectiva indígena (Confederación Indígena Tayrona, 2011). En diversos artefactos comunicativos analizados, y particularmente en la propuesta conjunta elaborada en el marco del Programa de Garantías de los Derechos Fundamentales de los Pueblos Indígenas de Colombia (Confederación Indígena Tayrona, 2011)9, los indígenas serranos insisten enfáticamente en la importancia capital

En entrevista realizada en octubre del 2006, en Villarueda (Cesar), en el proceso de producción del documental Escritos en el territorio: la visión de derechos humanos de los pueblos indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta (Vicepresidencia da República da Colombia, dirección y producción: Patricia Lora, 2007). Dicho documento se inscribe en las acciones realizadas por gobierno colombiano en el marco del Auto 004 de 2009 de la Corte Constitucional, según el cual se reconoce que los pueblos indígenas colombianos han sido víctimas de graves violaciones a sus derechos fundamentales, individuales y colectivos, y que están en peligro de ser exterminados cultural y físicamente por el conflicto armado. Los pueblos indígenas de la Sierra Nevada fueron convocados en ese contexto para levantar un diagnóstico sobre las vulneraciones que colocan en riesgo sus derechos fundamentales, sobre las afectaciones sufridas por cuenta del conflicto armado interno, así como para proponer -desde la especificidad de sus afectaciones- las líneas de acción a ser incorporadas en la construcción de un documento de política pública sobre las garantías a los derechos humanos de los pueblos indígenas colombianos.

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de la “integridad espiritual” de sus principios originarios como fuente de cualquier garantía de sus derechos fundamentales: El Programa de Garantías que presentamos se enfoca en proteger la integridad espiritual de la Ley de Origen, el territorio que lo representa y nuestro derecho al manejo autónomo de nuestro gobierno, desarrollo propio e identidad cultural, a través de la conservación y protección de la Sierra Nevada como sustento y garantía de la pervivencia física y cultural de los pueblos indígenas que en ella habitamos. Para la realización de estos lineamientos para el Programa de Garantías de los Derechos de los pueblos indígenas, partimos de los mandatos de nuestra Ley de Origen, Ley Madre o Sé, de los principios y fundamentos culturales del territorio ancestral establecida en los sitios sagrados, de nuestro gobierno interno contenido en los ezwama, de nuestra organización social de Nikuma y nuestro propio desarrollo cultural presente en Kwazhiuman, como la base o plataforma para salvaguardar la identidad cultural y nuestro territorio ancestral de la Sierra Nevada (Confederación Indígena Tayrona, 2011, p. 8).

Tales “garantías ancestrales” establecen un puente con el reconocimiento de derechos humanos que el Estado les otorga, en la medida en que resulta fundamental para estos pueblos el respeto y la protección de las prácticas

culturales que los constituyen como diferencia étnica y cultural. Pero, al mismo tiempo, ellos interculturalizan críticamente ese presupuesto, al hacer explícito que sus derechos no emanan exclusivamente de la “nominación jurídica” que los configura como sujetos de derechos, es decir, como tributarios de derechos y deberes, sino también desde las “garantías ancestrales” y del papel que ellos desempeñan como guardianes de los códigos “escritos” en el territorio, a través de la celebración y el cumplimiento de sus prácticas culturales. Así lo explican los propios indígenas Arhuacos en el documento Los derechos humanos y los derechos fundamentales de los pueblos indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta. Este ejercicio de interculturalidad crítica indígena tiene algo que decirnos sobre la relación entre diálogo intercultural y derechos humanos: al permitir que los términos y el contenido de la relación entre culturas sean problematizados y potencialmente transformados, abriremos entonces la posibilidad para que los derechos humanos puedan ser reformulados críticamente, incorporando en su teoría y praxis puntos de vista diversos capaces de incluir la diferencia sin reducirla. Probablemente así surjan formas nuevas de convivencia, diálogos más plurales y polifónicos capaces de constituir un mundo donde quepan muchos mundos.

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Camilo Useche López1

Fronteras, arquitectura y consumo: hacia una heterotopía de la ciudad2 Borders, architecture and consumption: towards a heterotopy of the city

Resumen

Abstract

Este artículo intenta hacer una reflexión desde los estudios fronterizos de la ciudad y el espacio, donde el consumo y el uso urbano son acaparados constantemente por el capital. Sin embargo, la ciudad crea dentro de sí fronteras en las que se elaboran y se retransmiten deseos y conjeturas, y allí todo puede ser posible. En esta heterotopía, como lo llamaría Foucault, se reconstruyen las ciudades cotidianamente, ese espacio donde muchas veces la arquitectura pasa a ser consumo visible en la urbe.

This article reflects on border studies of the city and its space, where every day the consumption and the urban use is monopolized by the capital. Nevertheless, the city creates inside itself places where desires and guessing works are elaborated and re-transmitted, and where everything can be possible. It is in this “heterotopia”, as Foucault would call it, which the cities are reconstructed every day; it is in this space where the architecture becomes a visible consumption at the metropolis.

Palabras clave: fronteras, ciudad, arquitectura, consumo, espacio, heterotopía.

Keywords: borders, city, architecture, consumption, space, heterotopy.

Recibido: 27 de marzo de 2015, evaluado: 22 de julio de 2015, aprobado: 29 de julio de 2015 1

Historiador y sociólogo. Candidato a Doctor en Historia y Civilización de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales, París. Correo electrónico: [email protected]

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Artículo de reflexión derivado de la tesis doctoral Les élites et l’exclusion de l’autre. Construction identitaire et imaginaires nationaux en Colombie (1880-1922).

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Camilo Useche López

Introducción Perec (2000) describía en su ya célebre obra Espèces d’espaces algunos elementos que pueden llegar a componer el espacio en que vivimos: la habitación, la cama, la calle, un inmueble, el barrio, la ciudad, etc.; pero al mismo tiempo era claro al descifrar que, al final, el espacio no termina siendo sino aquello que logramos ver, aquello que está limitado por nuestra mirada: lo alto, lo bajo, la izquierda, la derecha, un adelante, un atrás, un cerca, un lejos. Para el ser humano, por tanto, el espacio cotidiano, en esas circunstancias, termina siendo estrecho, delimitado. ¿Qué son, entonces, estos elementos que componen nuestro espacio real, sino fronteras donde se construye la cotidianidad, sino líneas que demarcan nuestro tránsito, nuestro día a día?

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Para algunos investigadores, estas fronteras muchas veces invisibles, sea una calle, un muro o sea nuestra propio lugar de habitación, construyen un “adentro” y un “afuera” que termina de elaborar eso que Lefebvre (2000) ha denominado “arquitectónica espacial”, donde confluyen la naturaleza y lo social (p. 213), en un juego que va más allá de lo visible. Sin embargo, hace mucho se ha empezado a pensar el espacio como algo más allá de esa “dualidad” que tan comúnmente se asocia a la epistémica fronteriza. Ese “adentro-afuera” pasa a ser parte, también, de una serie de eslabones espaciales que traspasan una idea muchas veces plana del espacio y presenta múltiples formas; un espacio que genera enclaves, lugares, líneas que fluyen constantemente creando múltiples fronteras, múltiples pliegues y, al mismo tiempo, creando la vida cotidiana. Este sistema vivo se repliega sobre sí mismo; su ideal, como lo ha demostrado Sloterdijk (2002), es una esfera o una burbuja, y allí se vuelve ese universo esferático, anegado de pliegues, de fronteras donde el ser humano nace, sobrevive e interactúa (Debray, 2010). La ciudad, por tanto, es sin duda el escenario fundamental en el que hoy en día transcurre la cotidianidad humana. Y en ese sentido, preguntarnos por el destino de lo urbano equivale a tra-

tar de prever las condiciones de posibilidad del sujeto en un planeta que cada día olvida más el campo y en el que toda su productividad mental la encamina hacia la ciudad. Se hace necesario, entonces, hablar de la ciudad-espacio o de la ciudad-mundo, y hacer posible que dentro de ella se redireccionen los alcances y componentes de un nuevo contrato entre la naturaleza, el gobierno, el mercado y la sociedad, en el que se establezcan proyectos concertados de ciudadanía orientados no solo a la preservación de la especie, sino, y sobre todo, a la obtención de ese viejo y hasta ahora utópico ideal que resulta ser la justicia social (Herrera, 2002; Klotz, 2006) En esta medida, y dentro del marco que en la actualidad brinda la globalización económica y cultural, el presente artículo se orienta a establecer el papel de la relación de consumo y ciudad, desde lo concerniente al dimensionamiento de una particular idea del urbanitas, un habitante del mundo comprometido con ella, de cara a esas nuevas apariciones arquitectónicas que, desde la percepción de una nueva “reelaboración de la ciudad”, se levantan como una nueva técnica de consumo dentro de invisibles fronteras urbanas que desbarajustan el tejido social cotidiano. Para ese efecto, el estudio del espacio —que es donde transcurre el mundo urbano y donde se difumina la ciudad— es fundamental para la construcción de ese nuevo “atlas” por donde circulan los intercambios y donde ahora, como lo señala Serres (1995), “se abrevia el tránsito entre lo cercano y lo lejano cuyo cuerpo cruzado o disuelto encana los extremos opuestos de las diferencias o las transiciones similares de las identidades” (p. 31). El consumo fluye libremente entre las fronteras de la urbe y se instala, de manera invisible, en el centro de la vida cotidiana, atravesada por el caminante. Así, la forma urbana, además de manifestarse de manera fronteriza, en sus demarcaciones entre un “acá” y un “allá”, en líneas por donde se transita, se manifiesta también, como lo dice Virilio (1993), en la “programación de un empleo del tiempo” (p. 15). Y es allí en donde la arquitectura, las moles de cemento, vidrio, ma-

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dera, etc., funcionan como enclaves fronterizos espaciales que rompen con el uso cotidiano del tiempo del transeúnte.

Hacia una heterotopía de la ciudad y la frontera Desde finales del siglo XVIII, nos dice Foucault (1980), el problema del espacio empieza a ser visto como un problema histórico-político, y no como un tratamiento geográfico-físico donde se desarrollaba la expansión de un pueblo, de una cultura, como un simple lugar de residencia. De este modo, la arquitectura (como primer elemento del espacio histórico-político) en ese momento comienza a estar ligada con los problemas de la población, de la salud, del urbanismo; variables sociales que van a estar estrechamente ligadas a la manera de servirse de la organización del espacio para fines económicos-políticos. Existen unos lugares reales, unos lugares efectivos, que están diseñados en la institución misma de la sociedad. Foucault (1984) dice que estos son especies de contraemplazamientos, ciertas utopías que son creadas probablemente en toda cultura, en toda civilización. Allí, los emplazamientos reales que se pueden encontrar en el interior de una cultura están a la vez representados como especies de lugares que están fuera de todos los lugares, como una especie de Aleph borgiano, pero que son, sin embargo, efectivamente localizables: estas son las heterotopías (Foucault, 1984). Estos espacios creados por la cultura, donde pasa todo y no pasa nada, donde confluye la muerte y la vida, el miedo y la locura, definen el espacio urbano como ciudad; una heterotopía donde el mundanal gentío se entrecruza y donde se ejercen múltiples poderes sobre los poderes, múltiples fronteras sobre las fronteras; una heterotopía donde el deseo no está ausente. En esta especie de Non-lieux, como los ha denominado Augé (1992) y que pertenecen a la experiencia de los espacios de vida, e cristaliza la existencia individual: el lugar de trabajo, los luga-

res de placer y de ocio, el paseo, el encuentro, la vida misma que no pertenece al territorio sino al lugar en el espacio. La ciudad emerge, por tanto, como un escenario espacial, uno donde confluyen múltiples poderes y donde se desarrolla un proyecto de globalización económico y cultural acelerado, una economía de mercado que tiene al consumo como referente primero y fundamental. La ciudad plena de movimientos y de múltiples encuentros es un espacio rizomático en el que habitan múltiples submundos en uno solo y donde el “afuera” carece de imagen, de significación, de subjetividad (Deleuze y Guattari, 2005). En estos distintos pliegues, que se elaboran de manera fronteriza, se forma ese espacio urbano que elabora la “esfera” de la vida (Sloterdijk, 2010), esa heterotopía en la que las fronteras trazadas son testigo del pasado y, al mismo tiempo, actores vivos, “lugares de memoria y algunas veces de resentimiento” (Foucher, 2007). Tanto la ciudad ausente como la ciudad deseo son atravesadas por medio del consumo en medio de múltiples líneas de fuga que carecen de fin. Bachelard, nos dice Foucault, nos ha enseñado que no vivimos en un espacio homogéneo y vacío; por el contrario, habitamos en un espacio cargado de cualidades, un espacio que quizás también esté visitado por fantasmas: Es un espacio liviano, etéreo, transparente, o bien un espacio oscuro, rocalloso, obstruido: es un espacio de arriba, es un espacio de las cimas, o es por el contrario un espacio de abajo, un espacio de barro, es un espacio que puede estar corriendo como el agua viva, es un espacio que puede estar fijo, detenido como la piedra o como el cristal (Foucault, 1984).

La ciudad contemporánea se constituye en el escenario de nuevos procesos económicos y culturales a partir de la presencia de una diversidad de espacios públicos, expresión de una multiplicidad de estilos de vida en que la mirada es la gran vía de canalización de los deseos que incansablemente generan los productos.

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De esta manera, detrás de la configuración espacial existen unos componentes de transformación urbana en el panorama de la ciudad posindustrial que se derivan de los nuevos modelos económicos, del incremento de movilidad y, principalmente, del desarrollo y la implementación de sistemas de redes, que hoy obligan a la definición de nuevas formas de organización territorial. En este margen se encuadra el consumo en términos conceptuales, y se incluyen, además del deseo, nuevos hábitos asociados al incremento del tiempo libre y la demanda de diferentes formas de ocio y cultura. Allí pueden definirse aspectos innovadores en cuanto a las tipologías urbanas y articulaciones territoriales y diferentes espacialidades fronterizas. Al mismo tiempo, en este territorio “transgresor” (Foucault, 2004) —o como diría Bataille: la experiencia pura y más desnuda del afuera—nacen nuevas experiencias del cuerpo, del espacio, donde el otro nunca es invisible; y también se crean redes, muchas veces ilusorias, en las que el consumo pasa a ser apropiación, apropiación del deseo.

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Estas redes que se crean en estos espacios heterogéneos son elaboradas en lo que Foucault (1984) entendería como una especie de vacío dentro del cual localizamos individuos, cosas; una red de relaciones que delinean lugares irreductibles unos a otros y absolutamente imposibles de superponer. La mayor parte de estos lugares que se insertan dentro lo espacial-urbano son dominados por la masa, que se encarga de finiquitar el proceso de explotación de la mirada y el deseo, el consumo.

Arquitectura y consumo Un caso interesante y particular como materia de análisis dentro de la construcción de “redes de consumo urbana” puede ser la arquitectura, no como lugar, como espacio, como elemento claramente fronterizo. En este sentido, como nos dice Benjamin (2003), la masa es una matriz de la que actualmente surte, como vuelto a nacer, todo comportamiento frente a las obras artísticas. La cantidad se ha convertido en calidad: el crecimiento masivo del número de participantes ha modifica-

do la índole de su participación. Así, “el individuo está sometido a la tentación de hurtarse a dichas tareas, el arte abordará la más difícil e importante movilizando a las masas” (Benjamin, 2003). La arquitectura nace en el momento en que se empiezan a trazar las primeras ciudades; por lo tanto, una historia de la arquitectura es una historia de la ciudad: “La arquitectura es así, connatural a la formación de la civilización y un hecho permanente, universal y necesario” (Rossi, 1999). De esta manera, la configuración de las ciudades se ha visto igualmente modificada en tanto se ha acrecentado el consumo de la arquitectura. Su carácter supera lo visual doblemente; el consumo es doble, el deseo es múltiple y, por tanto, ya no solo se va por la obra de arte en sí, sino que también se elige el lugar donde se quiere ver la obra de arte en producción. El edificio, la plaza, el centro comercial se convierten, tanto por su arquitectura como por lo que representan, en los lugares en los que se emplaza, en una heterotopía, en múltiples fronteras donde chocan el consumo y la visión irreal del arte para el arte. Ya no es la historia del arte, es la historia de la construcción, de la arquitectura, la que roza la maraña urbana; se elabora así una historia que transgrede el trazo territorial o urbanístico con el único fin del consumo. El uso y la contemplación, como nos dice Benjamin (2003), constituyen la edificación, lo táctil y lo óptico; en suma, la estética frente a la distribución del espacio físico. Y allí se entretejen ciertos tipos de relaciones que la población, en forma espontánea, establece con la construcción espacial y que, al mismo tiempo, está signado por las características culturales que han logrado consolidarse hasta configurar una identidad. Este carácter cultural contiene una tendencia naturalmente lúdico-recreativa que la cotidianidad impulsa en la ciudad. Desde esta perspectiva, la arquitectura, en su dimensión lúdica, recrea un tipo de relaciones que se establecen entre el devenir ciudadano de la población, sus diversos quehaceres y el espacio que los alberga y que los relaciona. Lo verdaderamente lúdico es la capacidad del ciudadano de apropiarse y transformar el espacio (Herrera, 2002).

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Fronteras, arquitectura y consumo: hacia una heterotopía de la ciudad

Esta idea de configurar zonas exclusivas, donde la arquitectura estructura un urbanismo que permite el disfrute lúdico de la morfología ciudadana, producto de la idea capitalista de acaparar el espacio citadino, ha llegado incluso a avizorar la posibilidad de una “civilización urbana”. De esta manera, cualquier práctica de consumo puede llegar a considerarse en sí un acto cultural, si lo entendemos como un conjunto de procesos de apropiación y usos de productos en los que el valor simbólico prevalece sobre los valores de uso y de cambio, o donde al menos estos últimos se consideran subordinados a la dimensión simbólica (García-Canclini, 2002). Dentro la construcción de la especialidad urbana, en cuanto configuración y conformación de líneas espaciales fronterizas, como también dentro de las relaciones que se establecen como fundamento de la heterotopía a la que pertenece, existe un fundamento histórico y artístico que se instala en el terreno de la cultura, en la medida en que es un proceso que indica permanencia, ya que integra pasado, presente y futuro (GarcíaCanclini, 2002). La arquitectura forma parte de esta industria cultural de la que no solo la estética y el arte se hacen partícipes. La reproducción de una estética de construcción, de un nombre arquitectónico como Gaudí, Gehry, Calatrava, Niemeyer o incluso Le Corbusier, cuya verdadera potencialidad recaía en la funcionalidad de la arquitectura, mas no en la estética, deriva ahora en firmas que deambulan incólumes por distintas ciudades. Y ello permite no solo una variación estético-lúdica de la urbe, sino también un cambio en el interior de la productibilidad económica. Así, la multiplicación de edificios y la manera de propagar estas moles en un espacio de sociabilización transforman la manera de pensar y de ver del transeúnte incauto, que sin razón alguna ve cómo su “lugar” deviene consumo. De esta manera, como nos dice MartínBarbero (1987), en contra de toda estética idea3

lista hemos de aceptar que el arte logra su autonomía en un movimiento que lo separa de la ritualización, lo hace mercancía y lo aleja de la vida. Todo queda en un segundo plano: el espacio, el lugar, las relaciones que se tejen, la materialidad o pertinencia de una estructura que sobresale frente a otros diminutos estéticos. La arquitectura en esta heterotopía es consumo, como se ha convertido el cine o la literatura. Esta tendencia, que puede ver sus inicios a finales del siglo XIX y comienzos del XX con la llamada “arquitectura de pabellones”, donde se plantearon los nuevos lineamientos tecnológicos y donde se marcaban las tendencias bajo las órdenes de órganos estatales, encontró en estas estructuras una eficaz manera de vender la ciudad. El Pabellón de Barcelona, por ejemplo, elaborado por Mies Van der Rohe para la exposición Universal de 1929, desmontado meses más tarde, se convirtió en un paradigma en el que lo esencial no era lo que se mostraba dentro; era el pabellón mismo3, y un modelo de lo que vendría a llamarse “arquitectura efímera” y más tarde “arquitectura de seducción”. Un ejemplo más reciente es el Museo Guggenheim de Frank Gehry en Bilbao, cuya obra, junto con el puente de Calatrava, le dieron un valor simbólico y de consumo importante al nuevo desarrollo de la ciudad, donde el turista de paso, sin entrar al museo, se lleva el recuerdo plasmado en una foto de la posesión imaginada de una mole arquitectónica. Estas construcciones empiezan a ocupar, como señala Sennett (1990), los “espacios de autoridad”, que antes eran ocupados por catedrales, hospitales, pasajes y otras arquitecturas que aún hoy en día promocionan el consumo de una ciudad. Ciudades como Venecia se han apropiado de la nueva arquitectura, donde prácticamente toda la arquitectura está hecha para el consumo, donde los puentes clásicos comparten con nuevos puentes como el “puente de la constitución” de Calatrava; o también Madrid, donde el Museo

En 1980 se pensó la iniciativa de la reconstrucción del pabellón, cuya obra se llevaría a cabo desde 1983 a 1986, fecha de su inauguración.

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Camilo Useche López

Reina Sofía comparte su edificio entre un antiguo hospital y una nueva producción arquitectónica elaborada por Jean Nouvel. Estas apropiaciones sirven no solamente como la readecuación de los espacios culturales hacia una nueva forma de consumo, sino también como una suplantación de los espacios fronterizos antiguos por nuevas formas espaciales que condicionan la memoria del transeúnte. De esta manera, esa creación de nuevos medios de producción, dominados anteriormente por formas antiguas, que correspondían, como nos dice Benjamin (2000), a una conciencia colectiva de distintas imágenes en donde se entrecruzan lo nuevo y lo viejo y que se ven ahora cristalizadas por el deseo, cuyo objetivo es suprimir los antiguos productos sociales y suplantarlos por una nueva memoria colectiva, a través de nuevos productos que renuevan la misma idea de consumo.

Conclusión

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Nos encontramos quizás ante lo que Virilio (1993) denominó una “degradación de lo urbano”. Allí, el conjunto de elementos de la vida so-

cial en el espacio fronterizo se entremezclan con la degradación ligada a las estructuras económicas y políticas de la ciudad. Por ello es paradójico que la arquitectura, en ese sentido, sirva de impulso a la solución de problemas en ciudades donde el tejido social está desmembrado y donde las fronteras ya no solo demarcan la vida cotidiana, sino también la vida social y económica. Pobres, ricos, todos forman parte del mismo espacio y transitan ahora por esta frontera alrededor de una mole creada para reactivar la imagen y, con ello, el consumo. Por tanto, los cambios de especialidad de ese lugar “otro”, donde se construye la heterotopía urbana, aparecen de la mano cuando el deseo y el consumo ligan al arte y a la cultura para su máxima reproductiva: el capital. La ciudad cambia, se transforma, al mismo tiempo que los deseos aparecen y el mundo urbano se agobia de estas espacialidades variantes que desarman lo estético o lo transforman en una incertidumbre social, llena de lugares, de construcciones y plataformas arquitectónicas que muchas veces no dicen absolutamente nada más allá que lo que su estética refleja, pero que deberían llevar consigo no solo el peso del capital, sino también el peso de la historia.

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Zonia Benavides Becerra1

Participación e incidencia del sujeto político colectivo en la política pública2 Participation and influence of the collective political subject in public policies

Resumen

Abstract

Este artículo presenta una reflexión en torno al sujeto político colectivo y los procesos reivindicativos como acciones de incidencia, con el fin de identificar a este sujeto y comprender sus posibilidades de actuación en el escenario de la política pública como una labor de participación. Aborda la noción de la participación como derecho y establece una diferenciación entre la participación ciudadana, la comunitaria, la social y la participación desde el enfoque crítico. Finalmente, reflexiona sobre la incidencia del sujeto político colectivo en la política pública, desde las acciones que adelantan para tramitar sus demandas.

This paper reflects on the collective political subject and their claim processes as determinant actions, in order to indentify the subject and understand his possibilities of action in political and public scenarios of participation. It deals with the concepts of participation as a right and sets the difference among citizen, communitarian and social participation, from the critical participation approach. Finally, it reflects on the role of collective subjects in public policies and the actions that they promote to process their claims.

Palabras clave: participación, sujeto político, sujeto colectivo, acción colectiva, incidencia, política pública.

Keywords: Participation, political subject, collective subject, collective action, incidence, public policy.

Recibido: 22 de mayo de 2015, evaluado: 19 de junio de 2015, aprobado: 13 de julio de 2015 1

Magíster en Derechos Humanos, especialista en Comunicación-Educación y comunicadora social por la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, Tunja, Colombia. Correo electrónico: [email protected]

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Artículo resultado del estudio El sujeto político colectivo en los procesos reivindicativos de derechos humanos e incidencia en la política en Buenos Aires (Cauca), realizado para optar al título de magíster en Derechos Humanos por la Universidad Pedagógica y Tecnológica, Tunja, Colombia.

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Introducción Desde hace muchos años, Buenos Aires (Cauca) ha sido un territorio de constantes resistencias entre los distintos habitantes: campesinos, mineros negros, los dueños de las minas, las multinacionales, etc. En los últimos tiempos han persistido grandes diferencias por los múltiples conflictos sociales que confluyen en el territorio: enfrentamiento con las instituciones locales, regionales y nacionales por permitir la entrada de las multinacionales; enfrentamientos entre afrodescendientes e indígenas por la propiedad y tenencia de la tierra; presencia de grupos al margen de la ley; infracciones al Derecho Internacional Humanitario; contaminación ambiental a causa de la explotación minera; violencia política que se ejerce para romper el tejido social y las manifestaciones de resistencia, y amenazas a los líderes de procesos sociales como estrategia para intimidar y desplazar.

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A partir de las graves problemáticas de la región, convergen desde las comunidades diferentes sujetos colectivos, cada uno con acciones propias. Estos se visibilizan en diversos procesos organizativos y se movilizan con el propósito de transformar dichas realidades. Rauber (2006) supone en este sentido: [Se] entiende por actores políticos a todos aquellos actores sociales capaces de organizarse con carácter permanente que definen objetivos de corto, mediano y largo plazo y proyectan sus acciones hacia la transformación de la sociedad, desarrollando procesos continuos de lucha y simultáneamente, con ello, la consciencia política (p. 36).

Así, pueden considerarse como actores o sujetos políticos a las organizaciones sociales barriales, sindicales, campesinas, de mujeres y religiosas, así como a las fuerzas tradicionales dedicadas a lo político. El sujeto social y político asume la organización como un escenario desde donde puede plantear y ejecutar las acciones que van a contribuir al desarrollo de los objetivos trazados.

Desde esta perspectiva, las organizaciones sociales, campesinas, indígenas, afros, de mujeres, etc., se constituyen como sujetos políticos colectivos capaces de incidir, desde sus acciones colectivas, en la transformación del sistema. Es desde abajo y a partir de su quehacer en cuanto organización como se construye el camino para lograr grandes transformaciones. Así, las organizaciones se constituyen en modos de empoderamiento local, territorial y comunitario, cuyos actores, en su mayoría, vienen pensando el vivir bien, y para eso estructuran propuestas tendientes a transformar lo establecido (Rauber, 2006, p. 38). A partir de esta idea se infiere que las organizaciones sociales se unen desde su acción colectiva para abrir espacios institucionales en los que se discute la política pública, con miras a incidir en ella, promover sus proyectos como organización y fortalecer procesos comunitarios.

La participación como derecho El derecho a la participación se ha planteado desde distintas concepciones. Una de estas tiene que ver con la democracia representativa, que concentra su ejercicio individual en el derecho al voto en comicios electorales, sea para elegir o ser elegido, al igual que para participar en referendos, plebiscitos y consultas que no incluyen necesariamente un debate previo en espacios públicos o colectivos que potencie acciones constructoras de tejido social, con objetivos e identidades comunes. Su relación con las personas que eligen es delegataria. Esto no niega que existan ciudadanos que, desde la visión clásica del liberalismo, participen en organizaciones políticas, sociales y comunitarias en las que el logro de un interés particular se articule y complemente con los intereses colectivos. En el caso colombiano, se da la democracia representativa, porque tiene ocurrencia en procesos políticos eleccionarios; y también se evidencian algunas formas de democracia participativa, pero con todos los vicios de la manipulación de los que ostentan el poder.

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Participación e incidencia del sujeto político colectivo en la política pública

Otra postura tiene ver con la democracia participativa, concebida como una forma de vida, una reflexión continua sobre la construcción de la vida, de la sociedad y de las relaciones que se entretejen entre los distintos actores sociales. Los derechos permiten que los sujetos sean “responsables de una comunidad de personas libres e iguales” (Habermas, 1999, p. 232). Ahora bien, la democracia participativa, en el ejercicio de la toma de decisiones y el control social sobre su ejecución, no es ninguna concesión del sistema, sino una construcción histórica que surgió con el fin de profundizar la democracia. La democracia participativa radica en la institucionalización de la participación ciudadana en lo relacionado con las políticas públicas; por lo tanto, son muchos los dispositivos en todo el mundo orientados a consolidar una democracia participativa: presupuestos participativos, consulta previa, consejos barriales, desarrollo comunitario, entre otros. Movimientos y organizaciones sociales han sido protagonistas de este proceso al crear escenarios importantes como el Foro Social Mundial, en el que se debate aquello que afecta a la gran mayoría de la población mundial: los derechos sociales. Así, en contraposición con la dictadura de la única verdad de los mercados: la economía, otro mundo es posible¸ uno en el que la democracia participativa se define así: Un modelo de ordenamiento social y político basado en un imaginario cuyos elementos centrales son el pluralismo, la tolerancia, el respeto por la diferencia, el amparo de los derechos y libertades y un alto sentido de responsabilidad colectiva. […] Pero, sobre todo, implica que los ciudadanos estén dispuestos a participar […] para el logro de sus objetivos personales y colectivos (Velázquez, 1991, p. 64).

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En este marco, el derecho a la participación debe comprenderse y aplicarse desde lo que plantea la Constitución Política de Colombia en su artículo 1: Colombia es un Estado social de derechos, organizado en forma de República unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales, democrática, participativa y pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana. […] Es derecho social y político que fortalece de contenido al sistema democrático que regula las relaciones del Estado con la Sociedad Civil.

Si bien la Asamblea Nacional Constituyente3 propuso en 1991 un nuevo modelo democrático, es posible señalar que, pese a los veintitrés años de promulgada la Constitución Política de Colombia, las transformaciones no han sido las esperadas. Así, no se incluyeron mecanismos de participación democrática que fueran deliberativos tanto en el escenario local como en el nacional y que permitieran un real acercamiento entre las comunidades y los gobiernos respecto a la toma de decisiones. Esto derivó en que la demandada democracia participativa se manejara nuevamente por las élites del país, lo que generó la exclusión de otros sectores de los procesos políticos, por ser parte de las minorías sociales, culturales y económicas constituidas históricamente en Colombia. En este orden de ideas, el constituyente confirió a la sociedad múltiples mecanismos de participación ciudadana mediante los cuales las personas decidían con un sí o un no (como el voto, el referendo, la consulta popular, el plebiscito y la revocatoria del mandato); aunque estos no busquen consenso sino confrontar a los electores con las representaciones políticas. No obstante, la Constitución Política de Colombia de 1991 permitió otros niveles de

La Asamblea Nacional Constituyente fue el resultado de una masiva expresión ciudadana que exigió la redacción de una nueva Constitución colombiana que sustituyera la Carta de 1886. Durante el gobierno de César Gaviria Trujillo, los colombianos votaron por personas representativas que se encargarían de discutirla y reescribirla.

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participación que abrieron nuevas posibilidades de movilización de las comunidades; además, reconoció la pluralidad y multiculturalidad de Colombia e introdujo una serie de mecanismos para la protección de los derechos fundamentales. Así, en su preámbulo hace un reconocimiento manifiesto en este sentido: El pueblo de Colombia en ejercicio de su poder soberano, […] y con el fin de fortalecer la unidad de la nación y asegurar a sus integrantes la vida, convivencia, el trabajo, la justicia, la igualdad, el conocimiento, la libertad y la paz, dentro de un marco jurídico, democrático y participativo que garantice un orden político, económico y social justo, y comprometido a impulsar la integración de la comunidad latinoamericana decreta, sanciona y promulga la siguiente […] [cursivas agregadas] (Constitución Política de Colombia, 1991).

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El artículo 2 de la Constitución Política de Colombia establece como uno de los fines del Estado facilitar la participación de todos los habitantes en las decisiones que los afectan, así como en la vida económica, política, administrativa y cultural de la nación. Aún más, el artículo 13 señala que todas las personas nacen libres e iguales ante la ley y que, por lo tanto, recibirán la misma protección y el mismo trato de las autoridades, y gozarán de los mismos derechos, libertades y oportunidades sin ninguna discriminación por razón de sexo, raza, origen nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o religiosa. Igualmente, establece que el Estado promoverá las condiciones para que la igualdad sea real y efectiva, y adoptará medidas en favor de grupos discriminados o marginados. Y en el marco jurídico institucional, la participación es un derecho irrenunciable, para lo cual la Constitución del 91 señala en su artículo 270: “La ley organizará las formas y los sistemas de participación ciudadana que permitan vigilar la gestión pública que se cumpla en los diversos niveles administrativos y sus resultados”. De acuerdo con el marco constitucional, la Corte Constitucional —garante y defensora

de la constitución política— advierte que la participación debe originarse en los territorios donde se encuentra la población (departamentos, municipios, corregimientos, veredas); constituye una obligación de los entes territoriales integrar y coordinar dicha participación desde todos los niveles para garantizar este derecho. Asimismo, el artículo 103 de la Constitución dispone formas de participación democráticas para las personas en el ejercicio de su soberanía; así, establece los siguientes mecanismos de participación: […] El voto, el plebiscito, el referendo, la consulta popular, el cabildo abierto, la iniciativa legislativa y la revocatoria del mandato. […] El Estado contribuirá a la organización, promoción y capacitación de las asociaciones profesionales, cívicas, sindicales, comunitarias, juveniles, benéfica o de utilidad común no gubernamentales, sin detrimento de su autonomía, con el objeto de que contribuyan mecanismos democráticos de representación en las diferentes instancias de participación, concertación, control y vigilancia de la gestión pública que se establezcan

Por su parte, el artículo 104 dispone que “el presidente de la República […] podrá consultar al pueblo decisiones de trascendencia nacional. La decisión del pueblo será obligatoria”. En cuanto al artículo 105, se señala allí que “los gobernadores y alcaldes, según el caso, podrán realizar consultas populares para decidir sobre asuntos de competencia del respectivo departamento o municipio”. Y de igual importancia es el artículo 106, que establece: Los habitantes de las entidades territoriales podrán presentar proyectos sobre asuntos que son de competencia de la respectiva corporación pública, la cual está obligada a tramitarlos; decidir sobre las disposiciones de interés de la comunidad a iniciativa de la autoridad o corporación correspondiente o por no menos del 10% de los ciudadanos inscritos en el respectivo censo electoral; y elegir representantes en las juntas de las empresas que prestan servicios públicos dentro de la entidad territorial respectiva.

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Participación e incidencia del sujeto político colectivo en la política pública

Como se ve, la participación es un derecho fundamental reconocido por la Constitución Política de 1991; su interés reside en que todos los ciudadanos, de manera individual o colectiva, pueden formar parte de los procesos atinentes al diseño de la política pública. De esta manera, se convierte en una estrategia esencial en el ejercicio real de la democracia participativa, que permite el reconocimiento de todas las comunidades en el devenir de sus distintos territorios.

Participación ciudadana El ejercicio de la participación ciudadana se realiza desde la reivindicación individual frente al Estado, generalmente desde la exigibilidad de los derechos cívico-políticos. Su expresión reside en el derecho al voto en elecciones, ya sea para elegir o ser elegido, o en la participación en plebiscitos o consultas, donde no hay una construcción colectiva y la relación con los otros generalmente se da desde el interés o reclamo particular que no logra trascender a un escenario más amplio. Al respecto, Caruso (2013) argumenta: En países en conflicto armado y con grandes desigualdades y dificultades para la garantía de los derechos, como Colombia, la mayor debilidad de la participación ciudadana surge del riesgo que implica la acción personal de exigir derechos, ya que la experiencia demuestra que en determinadas regiones la exigibilidad de derechos aumenta los riesgos de violaciones del derecho a la vida, y requiere de políticas de protección, accionares e incidencias colectivas; un ejemplo son los riesgos de las acciones individuales o de pequeños grupos que casi heroicamente realizan muchas veedurías ciudadanas, y que han llevado a asesinatos y desplazamientos (p. 2).

Generalmente, el control y la presencia ciudadana en las administraciones públicas están asociados a la progresiva incorporación de los sectores excluidos en las instituciones representativas. A diferencia de la participación comunitaria, los que promueven la participación

ciudadana propenden a ampliar las vías institucionales, pues ello atrae a diferentes sectores sociales para que —como ocurre muchas veces— hagan el puente en el desarrollo de programas y de proyectos que responden a la agenda pública del momento (Torres, 2002b, p. 237) y, de igual manera, para que promuevan los discursos y mecanismos de participación institucionales. Las organizaciones sociales o el sujeto colectivo no pueden confiar plenamente en este tipo de participación, pero tampoco la deben descartar, pues también representa una oportunidad de aprendizaje y empoderamiento. En el caso de las organizaciones en Buenos Aires (Cauca), este modo de participación les permite realizar acompañamiento sin ponerse en riesgo, si se tienen en cuenta las circunstancias de amenaza por la que atraviesan distintos líderes de la región.

Participación comunitaria El concepto de participación comunitaria se refiere a la toma de conciencia colectiva por parte de la comunidad sobre factores que afectan su realidad. Es una forma de construcción de ciudadanía que se construye a partir de acciones colectivas que van configurando identidad. La participación en lo comunitario surge a partir de la necesidad de organización de las mismas comunidades; en consecuencia, lo comunitario no consiste en una sumatoria de individuos o grupos, sino en un espacio de reconocimiento común. En gran parte, sus experiencias se centran en lo local. Algunos consideran que sus debilidades pasan por la poca sostenibilidad de la movilización comunitaria cuando el objetivo se ha logrado, o bien, por el contrario, cuando no han logrado conquistar su demanda. Torres (2002a) considera que otros tipos de identidad comunitaria van más allá de lo local y lo inmediato en lo que tiene que ver con asociaciones y movimientos constituidos intencionalmente. En estos espacios colectivos no solo se convoca para advertir y discutir problemas

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comunes, sino por el propósito manifiesto de resolverlos con la acción organizada y en función de unos valores compartidos. Torres (2002a) también supone que en estas comunidades intencionales, las necesidades son reelaboradas como derechos y reivindicaciones desde donde ponen en juego sus visiones hacia futuro, sus utopías, sus ideologías y sus valores compartidos, con el fin de transformar de manera crítica lo establecido. En esa construcción colectiva, y en la lucha contra otros actores con proyectos diversos, las personas asociadas intencionalmente se convierten en actores colectivos autónomos con capacidad para incidir en las dinámicas sociales.

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Si bien estas experticias comunitarias forman parte de grupos sociales excluidos, que se organizan para exigir derechos y transformar sus realidades, también buscan convertirse en fuerzas sociales con capacidad para incidir en las políticas públicas. Del mismo modo, la participación comunitaria es un escenario importante, si se tiene en cuenta que son espacios en los que se dan diálogos directos, compromisos y dinámicas propias; allí hombres y mujeres alcanzan liderazgos importantes para las comunidades. Adicionalmente, se reconoce lo comunitario para visibilizar el sentido de pertenencia de una colectividad política, base social de la democracia. Como se ha mencionado, en Buenos Aires confluyen distintas organizaciones o se crean espacios asociativos, que aunque no todas son reconocidos en el ámbito regional y nacional, sí inciden en el trabajo que desarrollan. Se deduce así que los sujetos se organizan en estos espacios para aprender, para ampliar su horizonte, pero también para ampliar la participación comunitaria en su territorio.

Participación social Su alcance reside en el fortalecimiento de los sujetos colectivos para la participación e incidencia en la política pública. La participación

política implica el compromiso con la transformación de realidades sociales, y en este contexto existe una relación marcada con las comunidades; por ello, sus acciones son completamente contextualizadas. Los sujetos colectivos (organizaciones y movimientos sociales) deciden qué tipo de país desean y, por consiguiente, qué tipo de participación es coherente con tal construcción. De esta manera, “el riesgoso acercamiento desigual entre la sociedad civil y popular y el Estado los encontrará fortalecidos, con capacidades suficientes para impedir ser absorbidos por un estado autoritario al servicio del mercado, cooptando y suplantando sus voluntades” (Caruso, 2013, p. 67). Este escenario de la participación social busca plantear la garantía de derechos desde una perspectiva de corto, largo y mediano plazo, a través de la práctica de la democracia representativa, en la que se reconocen las minorías y las diferencias y se construyen procesos en deliberación. En los procesos sociales de organización colectiva se consolidan nuevas y distintas formas de gestión social de lo público, en tanto las prácticas políticas se transforman en prácticas de construcción conjunta, y allí el debate de las ideas es respetado y resulta incluyente. En último término, son experiencias de una real democracia participativa directa. Es cierto que Colombia ha sido un país cuya configuración histórica ha estado envuelta por diversos fenómenos de violencia estructural (narcotráfico, corrupción, paramilitarismo, conflicto armado, fragilidad de las estructuras democráticas e institucionales que edifican instituciones delictivas y corruptas, por cuanto concentran el poder) y donde se han consolidado realidades complejas de intereses económicos y desconfianzas políticas; por ello se vuelve casi subversivo abordar procesos de empoderamiento con las comunidades, pues esto iría en contravía de la ética utilitarista del mercado y sería sospechoso para los organismos de inteligencia y demás actores de la guerra.

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Participación e incidencia del sujeto político colectivo en la política pública

Frente a un Estado que ha sido incapaz de resolver dichos fenómenos y que, por el contrario, forma parte y es protagonista responsable de ellos, se requieren sujetos políticos que participen activamente en la transformación de dichos fenómenos. Así, sujeto, proyecto y poder se constituyen articuladamente. El sujeto colectivo, en el ejercicio de la articulación y en la función de puente, genera formas de organización que son necesarias para poder cumplir con los objetivos (Rauber, 2003, p. 81); es decir, el sujeto colectivo es un instrumento para lograr fines, no son el fin. En el escenario del empoderamiento de la participación, los ciudadanos se hacen sujetos activos de sus propias comunidades, y frente a un Estado que no garantiza sus derechos humanos, proceden a exigirlos, pues como se ha visto, a los ciudadanos se les ha reservado la participación como sujetos pasivos, esto es, se limitan a convalidar decisiones tomadas por el establecimiento, pero sin haber participado en su discusión y consenso. Por el contario, la propuesta es la creación colectiva; como plantea Rauber (2003), no es la representación tradicional política sino los sujetos colectivos los que deben asumir la capacidad de pensar, crear, decidir, asumir responsabilidades, hacerse cargo de los resultados de sus decisiones, asumir las equivocaciones de dicha creación colectiva. Se trata, entonces, de configurar nuevas y distintas formas de participación activa respecto a las decisiones, contexto en el que los sujetos colectivos puedan ser protagonistas en el pensar y el hacer de su propia historia. De esta manera se construyen escenarios contextualizados a partir de las reales necesidades de las comunidades.

La participación en perspectiva crítica Según lo expuesto hasta ahora, se infiere que la participación no debería ser entendida como una acción formal en la que las personas conva-

lidan decisiones ya tomadas por las instituciones; por el contrario, “la participación estaría dada por la posibilidad de los individuos y colectivos sociales de incidir en la toma de decisiones frente a asuntos públicos o particulares que los afectan” (Torres, 2002b, p. 234). Desde una perspectiva crítica, la participación no significa tomar parte de, sino que es una conquista, una lucha por derechos que han sido negados históricamente; por ello, la participación no puede asumirse como algo dado, sino que es un proceso: “La participación se construye, se desarrolla, a través de un número de pequeñas acciones, no pudiendo ser adquirida de repente, por un acto jurídico, o un decreto” (Posada, 1997, p. 19.) La participación también implica una relación dialógica, es decir, entre iguales en derechos, así como entre los sujetos y sus organizaciones sociales. Se busca, en suma, que a partir del intercambio de saberes, del debate y del análisis crítico de sus realidades sociales y políticas, los actores desarrollen capacidades para elaborar sus propias propuestas, para abordar sus problemas tanto internos como los concernientes al Estado y a sus políticas públicas. Ahora bien, la participación está orientada a generar procesos de articulación e interlocución con las formas organizadas de la sociedad, para establecer el diseño y la implementación de la política pública y lograr la integración de las necesidades más sentidas y las expectativas de toda la población. Así será posible generar propuestas que puedan articularse de manera efectiva y real, por medio de procesos organizados que deriven en acciones participativas de las comunidades involucradas que pretenden la atención del establecimiento público, en la mejora de sus condiciones de vida (Caruso, 2013, p. 14). Los anteriores escenarios pertenecen a la esfera pública, donde las organizaciones han construido progresivamente su condición de sujetos políticos colectivos capaces de movilizarse para transformar la realidad.

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Incidencia en política pública La incidencia en política pública debe ser una labor de planeación participativa realizada desde espacios de lo público y que comprometa a las instituciones responsables de la garantía de los derechos humanos. Al respecto, Tapia et al. (2010) plantean: El término incidencia se entiende también como influencia. […] Como organizaciones podemos transformar las condiciones de vida de los beneficiarios con quienes trabajamos, influir en las decisiones de otras organizaciones o incluso en las decisiones de nuestros donantes. Sin embargo, el tema de incidencia en políticas públicas hace referencia explícita a las acciones que llevamos a cabo y que tienen consecuencias directas para las políticas que decide e implementa el gobierno (p. 12).

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Si bien gran parte de las organizaciones sociales en Buenos Aires no tienen la facultad de tomar decisiones en la política pública, sí logran incidir en ellas, puesto que mantienen una relación constante con instituciones del Estado, ya sea desde el trámite de sus demandas y reivindicación de derechos o desde la labor de mediadores en la ejecución de sus políticas a través de proyectos. Inciden también a partir de las diversas acciones que adelantan con las comunidades, así como mediante la labor de resistencia y movilización frente a situaciones de violación de derechos, pues logran persuadir a instituciones del orden local departamental —y algunas veces nacional— respecto a la orientación y efectividad de políticas públicas para su territorio. Sus estrategias son diversas: procesos formativos en derechos humanos que han permitido un empoderamiento para exigirlos; diálogos y concertaciones con el gobierno en temas del sector agrario y minero; suministro de información para el diseño de diagnósticos locales, a través del seguimiento que hacen a la política pública en los ámbitos local, regional y nacional; las

convergencias de distintas organizaciones sociales e institucionales con el fin de promover acciones que contribuyan a la paz, etc. Para que los sujetos colectivos puedan llevar a cabo sus misiones y logren incidencias relevantes en las comunidades, deben participar en el diseño y la ejecución de la política pública. Su participación resulta relevante, toda vez que ellos, por su trabajo y su vivencia en las comunidades, pueden hacer grandes aportes a la planeación, pues esta se realizaría de manera contextualizada, es decir, teniendo en cuenta el contexto territorial, político, social, cultural y étnico. Esto va a permitir que las estrategias puedan ser más efectivas. Según esta idea, debe entenderse que las políticas públicas son una construcción colectiva y participativa en la que confluyen las instituciones y los sujetos colectivos, con el propósito de planear en perspectiva de derechos y mejorar la calidad de vida de las personas. Por lo expuesto, se infiere que la planeación no debería ser entendida —como ocurre en la mayoría de veces— como un asunto burocrático y formal, sino, sobre todo, como una práctica social y política, resultante de la dinámica que imprimen a la sociedad los intereses en conflicto; por tanto, esta planeación supone compromisos que puedan concretarse en la medida en que haya conciencia de los intereses y voluntad de defenderlos (Posada, 1997, p. 19). Ahora bien, es una práctica social por cuanto es una tradición o una costumbre de las comunidades; y es una práctica política porque representa opciones, decisiones y prioridades. Allí los intereses y conflictos se expresan por cuanto hay un actor estatal que busca validar sus proyectos y programas de acuerdo con sus metas, que entran en tensión con otros fines no coincidentes. En consecuencia, se hace necesaria la conciencia de los intereses, es decir, que las personas problematicen de manera crítica las demandas, las necesidades y los derechos que se están vulnerados en el contexto donde se está llevando la política. Esta condición de los intereses se constituye en un rasgo fundamental de la participación, que parte de una problematización

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Participación e incidencia del sujeto político colectivo en la política pública

en perspectiva de derechos humanos en relación con las demandas necesidades y los saberes de los sujetos políticos. Finalmente, la participación de los sujetos colectivos en el diseño y la planeación de la política pública —escenario de reivindicación de derechos colectivos— contribuye a ampliar la democracia, toda vez que permite la convergencia de distintas miradas. En este sentido, es necesario entender al sujeto político colectivo desde una perspectiva que dé cuenta del proceso en el que las acciones dirigidas por este tienen un carácter colectivo y reivindicativo. Conviene subrayar que son diversos los escenarios en los que el sujeto político se ve invocado a participar a través de los distintos mecanismos que se han dispuesto desde la norma. Estos mecanismos, si bien son importantes, devienen en espacios que niegan un proceso dialógico entre la ciudadanía y el sujeto político colectivo con las autoridades municipales. Otro escenario de participación del sujeto es aquel en el que puede incidir directamente en

las políticas públicas, ya sea desde la participación ciudadana, la participación comunitaria o la participación social. Se rescata la perspectiva crítica de la participación, que implica una relación entre iguales en derechos; aquí el sujeto político colectivo es un actor fundamental en el ejercicio del diseño y la ejecución de la política pública. Desde esta perspectiva, el sujeto político colectivo se organiza en torno a problemáticas o violaciones de derechos humanos que afectan a sus comunidades, con el fin de contribuir a transformar esa realidad por vía de la acción participativa. En este marco de la participación, el sujeto político colectivo, si bien no incide directamente para tomar decisiones en la política pública, sí incide desde las distintas acciones colectivas como estrategia. Por consiguiente, se trata de configurar y fortalecer nuevas y distintas formas de participación activa en las decisiones, y allí los sujetos colectivos son protagonistas en el pensar y el hacer de su propia historia. De esta manera se realizaría una democracia participativa que se construye desde escenarios contextualizados, desde las reales necesidades de las comunidades.

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B á r b a r a C a m i l a S i l v a Ve l a n d i a 1

Luchas campesinas y resistencia frente a los conflictos ambientales en la Zona de Reserva Campesina de Cabrera, Cundinamarca: una alternativa territorial para la paz2 Farmer struggles and strength on facing environmental conflicts in the Rural Reserve Area of Cabrera, Cundinamarca: a territorial alternative to peace.

Resumen

Abstract

Este artículo analiza los conflictos ambientales presentes en la Zona de Reserva Campesina (ZRC) de Cabrera, Cundinamarca, como parte de la construcción social del territorio. En la ZRC existen actualmente ciertas dificultades en el ámbito socioambiental que han puesto en alerta a la comunidad de Cabrera: hay una clara tensión por la construcción de un proyecto hidroeléctrico que se planea en buena parte del territorio de la ZRC. A causa de dicho megaproyecto, la comunidad cabreruna ha empezado a replantear la visión que tiene del entorno que habita, de sus prácticas, y ha creado también estrategias de resistencia. Ello convierte en actores fundamentales a las organizaciones campesinas, que a su vez promueven la perspectiva de considerar la ZRC de Cabrera como una forma alternativa de construcción territorial para la paz.

This paper analyzes environmental conflicts arisen in the Rural Reserve Area (RRA) of Cabrera, Cundinamarca, as a way of building social territory. One of the aims of Rural Reserve Area is the care and protection of the strategic ecosystem of the municipality. However, it has been experienced currently some socioenvironmental issues that have set Cabrera community on alert: there has been a clear tension due to a hydroelectric megaproject that is underway and threatens farmer practices, forcing them to be more awareness about their environment and developing some claim strategies. So, farmer organizations have becoming essential agents on promoting Rural Reserve Area as way of building a territorial alternative to peace.

Palabras clave: Zona de Reserva Campesina, conflictos ambientales, territorio y paz, organización rural local.

Keywords: Rural Reserve Area, environmental conflict, territory and peace, rural local organization

Recibido: 3 julio de 2015, evaluado: 15 de julio de 2015, aprobado: 24 de julio de 2015 1

Geógrafa por la Universidad Nacional de Colombia. Se dedicada especialmente al estudio de temas relacionados con el ordenamiento territorial y los conflictos ambientales. Correo electrónico: [email protected]

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El artículo se deriva del trabajo de grado Territorio y conflictos ambientales en la Zona de Reserva de Cabrera, Cundinamarca, (2000-2014), del programa de Geografía de la Universidad Nacional de Colombia. Este trabajo se enmarcó, a su vez, en el proceso de investigación y acompañamiento a la comunidad campesina de Cabrera, auspiciado por el grupo de investigación Ciudadanía, Paz y Desarrollo de la Corporación Universitaria Minuto de Dios y el Departamento de Lenguajes y Estudios Socioculturales de la Universidad de los Andes, durante el periodo 2012-2014.

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Introducción Las Zonas de Reserva Campesina (en adelante, ZRC) se constituyen en el país a través de la Ley 160 de 1994, “por medio de la cual se crea el Sistema Nacional de Reforma Agraria y Desarrollo Rural Campesino, se establece un subsidio para la adquisición de tierras, se reforma el Instituto Colombiano de Reforma Agraria y se dictan otras disposiciones”. De esta manera, se crea la ZRC como una figura que reconoce legalmente regiones con particularidades agroecológicas y socioeconómicas, como objeto de ordenamiento ambiental y que permite la garantía de los “derechos sociales, económicos y culturales de los campesinos, su participación en las instancias de planificación y decisión regionales y las características de las modalidades de producción” (artículo 80). Sin embargo, ese reconocimiento ha estado obstaculizado debido a que las distintas regiones del país están afectadas por el conflicto armado, la repartición inadecuada de tierras y la creciente vulneración de los recursos ambientales. 44

A partir de dichas condiciones, en el 2000 el municipio Cabrera, ubicado en el departamento de Cundinamarca, se constituye formalmente como ZRC. Así, se convierte en uno de los ejemplos de intervención política por parte del campesinado colombiano y contribuye a la superación del desconocimiento histórico que en el país se ha tenido de los grupos étnicos y campesinos en relación con la construcción de sus territorios. La provincia del Sumapaz, de la cual forma parte el municipio de Cabrera, alberga el páramo del Sumapaz —el más grande del mundo—, uno de los sitios de alta montaña más rico en especies de flora y fauna colombiana, con un sinnúmero de organismos que se preservan debido a su importancia ambiental y a la diversidad biológica, ecológica y genética. A pesar de estas consideraciones, en los últimos años se planea realizar un megaproyecto denominado Hidroeléctrica El Paso, que abarcaría a los municipios de Pandi, Venecia, Cabrera (en Cundinamarca) e Icononzo

(en Tolima). Este potencial proyecto ha generado procesos de organización campesina como forma de resistencia por parte de las comunidades de estos municipios, pues argumentan que un megaproyecto de este tipo no les representa ningún beneficio en zonas con tradición e historia de producción agropecuaria y que, además, se compromete dicha vocación y la riqueza ambiental de la región. El proyecto hidroeléctrico representa actualmente el conflicto ambiental, socioeconómico y cultural de mayor tensión para la población de Cabrera, debido a la magnitud de sus posibles impactos; sin embargo, este no es el único conflicto ambiental identificado en el proceso de investigación, pues además se evidencian problemáticas comunes en zonas rurales colombianas, como lo son las afecciones a diversas escalas, producto de prácticas agropecuarias convencionales basadas en el uso de tecnologías y agroquímicos. También se presentan relaciones conflictuales heredadas principalmente por las disputas políticas, de las cuales derivan lógicas particulares en la concepción del territorio. De acuerdo con lo anterior, y a propósito del actual proceso de negociación que vive Colombia entre el Gobierno nacional y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC-EP), se han logrado realizar diversas estrategias de acción mancomunada entre organizaciones locales y nacionales, con el apoyo de instituciones educativas. Este es el caso del proceso liderado desde el 2012 por el grupo de investigación Ciudadanía, Paz y Desarrollo de la Corporación Universitaria Minuto de Dios (UNIMINUTO) y el Departamento de Lenguajes y Estudios Socioculturales de la Universidad de los Andes, en conjunto con la comunidad de Cabrera, para llevar a cabo aportes concretos en torno al cumplimiento del Plan de Desarrollo Sostenible planteado por el municipio. Este plan busca el fortalecimiento de la figura de la ZRC y, particularmente, la garantía del equilibrio entre las actividades humanas y el cuidado y mantenimiento de los servicios ecosistémicos.

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La adaptación de la figura de ZRC para Cabrera resulta trascendental, en la medida en que la población hace uso de esta como su carta de navegación para la organización y consolidación del territorio, en función de seguir el legado de las luchas campesinas propias de esta región, desarrolladas a lo largo del siglo XX en pro de la defensa de su autonomía. Actualmente, las organizaciones locales le apuestan a los medios de concertación posibilitados jurídicamente por la Ley 160, de manera que la expectativa es lograr, por vías consensuadas, la implementación de proyectos locales con proyección regional, a la vez que ser ejemplo de lucha por un territorio que crea su propio ideal de paz.

Contexto de la Zona de Reserva Campesina de Cabrera Las ZRC en el país fueron concebidas por la necesidad de dar prioridad a la organización de

ciertos territorios marcados por diversos tipos de tensión, principalmente por la presencia del conflicto armado, que tenía —y tiene— como una de sus causas el problema de la repartición inequitativa de la tierra, la cooptación de los territorios y las vulneraciones a los derechos campesinos sobre la tenencia de estos. La configuración territorial de Colombia se basa en la lógica de la propiedad en su forma capitalista, que hoy se expresa en la forma neoliberal, lo cual, a su vez, se complejiza por las estructuras heredadas del colonialismo. Así, pues, la idea de latifundio —que se traduce en la acumulación de terrenos y el trabajo de la tierra— es infundada o dirigida por una vocación preestablecida desde agentes externos a los productores campesinos locales (pequeños y medianos). En la actualidad, dicha lógica sigue presente y se impulsa de manera sistémica, aun cuando desde finales del siglo XX, con la creación de la actual Constitución de

Figura 1 Área de estudio en el municipio de Cabrera, Cundinamarca

Fuente: Google Maps (2014) Polisemia No. 19, 43 - 57. Luchas campesinas y resistencia frente a los conflictos ambientales en la Zona de Reserva [...]. Bogotá, ISSN: 1900-4648. Enero - junio de 2015

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1991, se hizo un alto en el camino y un reconocimiento a esa vulneración de derechos para comunidades y pueblos (originales) indígenas, campesinos y afrodescendientes (Fajardo, 2006). El municipio de Cabrera ha sido un lugar precursor en la lucha en pro de los derechos campesinos por la tenencia de la tierra, y así ha generado un legado para el movimiento campesino, arraigado a la idea de proteger, apropiarse y dignificar el territorio habitado. Además de Cabrera, existen otros ejemplos de resistencia y lucha evidenciadas en el ámbito territorial que se han reivindicado por medio de diferentes mecanismos. En este contexto, precisamente la figura de ZRC, como aparece en la Ley 160, se considera un camino propicio para lograr una reforma agraria en el país. Asimismo, al ser este un antecedente del reconocimiento de la problemática generada por el acaparamiento de tierras, también es una medida que busca disminuir (acabar) la situación de violencia infundada básicamente en los principios de tenencia de la tierra por hechos de fuerza. 46

Cabrera es declarada Zona de Reserva Campesina en el 2000 a partir de la Resolución 046 del 7 de noviembre. Está constituida por 44.000 hectáreas, que abarcan una población aproximada de 5300 habitantes (Instituto Colombiano de Desarrollo Rural [Incoder], 2012, p. 28). Es la única ZRC que está conformada por la totalidad del territorio, incluyendo el área de casco urbano, más las veredas que componen al municipio. La organización que lidera su conformación es el Sindicato de Pequeños Agricultores de Cundinamarca (Sinpeagricun), que manifiesta su interés por mantener la lucha campesina antecedente en el municipio, tendiente a una solución estructural al conflicto social y armado, para poder garantizar una producción agrícola y pecuaria alternativa acorde con las necesidades del campesinado de Cabrera. La construcción del territorio de manera alternativa frente a la dinámica implantada por el Estado siempre ha sido una característica de la consolidación de la figura de ZRC en el país. Para

el caso de Cundinamarca, Cabrera representa, sin duda alguna, un territorio precursor de procesos de resistencia, que se caracteriza por la búsqueda constante de iniciativas que aporten al desarrollo local, y para ello se han tenido como base las necesidades propias y su relación con las demandas del mercado externo que se rigen por la lógica de la globalización. A sabiendas de que la ZRC es una figura de orden jurídico para el ordenamiento de la propiedad rural, la regulación, la delimitación y la búsqueda de no acaparamiento o acumulación de tierras (Incoder, 2012), y pretendiendo seguir las necesidades y sugerencias de la comunidad del municipio de Cabrera (enmarcadas de igual manera en el Plan de Desarrollo Sostenible), se pretende dar continuación a ese estudio detallado; para este caso específico, identificar las características ambientales de la zona, desde una perspectiva geográfica en el ordenamiento del territorio de Cabrera.

Conflictos ambientales y la Zona de Reserva Campesina de Cabrera La imposición directa e indirecta por parte de actores nacionales y externos en cuanto al carácter y la vocación del territorio rural ha “sembrado” en el país, aparte de situaciones de desigualdad e injusticia social, una transformación paulatina en la manera de relacionamiento con el territorio, así como la percepción que se tiene de este y, por ende, el uso que se le da. De esta manera, surgen algunas tensiones o situaciones que resultan conflictuales en las regiones rurales de Colombia, y allí uno de los principales reflejos de los cambios en la relación de las personas con el medio que les rodea se da en el plano ambiental. Ello se determina por la introducción de técnicas y estrategias en el uso del suelo rural diferentes a las tradicionales, así como por la explotación indiscriminada de materias primas, recursos y servicios ecológicos a merced de las solicitudes económicas. El municipio de Cabrera, además de contar con una importante historia en defensa del te-

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rritorio campesino, tiene ciertas ventajas únicas relacionadas con sus componentes biológicos y ecosistémicos, determinados por sus características espaciales. Se ubica dentro de la provincia del Sumapaz, que, entre sus generalidades, cuenta con variedad de pisos térmicos, formación de suelos ricos en nutrientes, diversos afluentes hídricos y gran abundancia de especies de flora y fauna. Son características geográficas favorables de Cabrera su ubicación dentro de la cordillera Oriental y sus pisos climáticos que van de templado a frío y a subpáramo, lo que posibilita la presencia de diversas especies de plantas reflejadas de manera clara en la numerosa cantidad de cultivos que han tenido lugar en el municipio. En este marco, el conflicto ambiental puede ser considerado, en primera instancia, como un conjunto de situaciones de tensión derivadas del ámbito social. Ello corrobora el estado de las relaciones espaciales en torno al ambiente, bien sea por alianzas o diversos niveles de cooperación, o bien, por relaciones surgidas de la diferencia de posiciones o intereses frente al control y manejo de recursos y bienes (Walter, 2009). También puede referirse el concepto de conflicto ambiental como “aquel que se origina a partir de un impacto, daño o problema ambiental (todas estas expresiones usadas casi como sinónimos) que involucra dos actores cuyos intereses respecto de dichos impactos son contrapuestos” (Padilla, 1990, citado en Folchi, 2001). No se hace necesario que la definición de un conflicto ambiental esté trazada por una situación de afección en la que un actor incida sobre otro; basta con que se reflexione acerca de la presencia de un daño directo o indirecto en los componentes ambientales de un ecosistema para que se considere ello como conflicto ambiental. La figura de la ZRC busca precisamente consolidar una posición frente al ordenamiento del ambiente, promoviendo la protección y el aprovechamiento óptimo de recursos ambientales; por ello, se hace imprescindible realizar avances propuestos desde la comunidad para una identi-

ficación de conflictos ambientales, así como la solución adecuada para estos. Se considera que la política del lugar y del espacio se basa en las lógicas culturales de las comunidades, en función de convertirse en reclamo social que ayude a legitimar normas democráticas plurales indispensables en la convivencia. Se concibe, entonces, como una necesidad primaria la intervención directa en el territorio, para así atender los distintos ámbitos que forman parte de la construcción de identidad de un pueblo, y entre ellos es crucial el económico, pero viabilizado en torno a la economía local por encima de la global (Leff, 2000, p. 64). De esta manera pueden replantearse nuevas formas de acceder y de trabajar con la comunidad, respetando sus lógicas y retomando los procesos de resistencia campesina que se han adelantado, en este caso, en el municipio de Cabrera, donde se busca como meta común la protección de la autonomía y la defensa y el fortalecimiento de la identidad territorial. Así se enlazan el acercamiento y trabajo conjunto con la población de Cabrera (liderada por el Comité de Impulso de la ZRC de este municipio) para la generación de estrategias que viabilicen la recolección de información que permita consolidar un diagnóstico conjunto y participativo. En esta línea, el grupo de trabajo constituido entre UNIMINUTO, la Universidad de los Andes, los estudiantes de otras universidades (como la Universidad Distrital Francisco José de Caldas y la Universidad Nacional de Colombia) y el Comité de Impulso se propuso trabajar desde la metodología investigación-acción participativa (IAP) como directriz principal del proyecto, en función de recoger, como fuente del trabajo, los intereses, las necesidades y las prioridades de la comunidad campesina, plasmadas en su actual Plan de Desarrollo Sostenible. Como parte de este trabajo se consiguió determinar ciertas variables pertinentes para el análisis ambiental, que permitieron identificar los principales conflictos ambientales de la zona con base en las experiencias de la comunidad

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cabreruna. Además, la comunidad muestra implícitamente su percepción sobre el ambiente, sus componentes y afecciones, bien sea a escala micro o macro (en referencia a la totalidad de un ecosistema). Los conflictos ambientales identificados pueden sintetizarse en: pérdida de la biodiversidad, contaminación de las fuentes hídricas y de los suelos, expansión de la frontera agrícola, introducción de estudios para la realización de megaproyectos y proyectos de extracción, y cambio en las condiciones climáticas. Es importante resaltar que dentro de esta categorización de conflictos ambientales, la pobla-

ción menciona el proyecto hidroeléctrico como el más problemático, debido a que el grado de intervención es externo, mientras que los demás conflictos ambientales tienen una connotación interna (aun cuando también puedan revestir influencia externa). La figura 2 muestra la cuenca del río Sumapaz que pretende ser intervenida por la multinacional Emgesa, con sus ocho microcentrales. Igualmente se resalta un área definida para la reforestación, lo cual claramente va en contravía de algún proyecto minero-energético. Se podría deducir, además, que de por sí esta es un área afectada por la deforestación, la pérdida de ecosistemas y los deslizamientos de suelo (figura 3).

Figura 2 Cartografía temática: municipios que serán intervenidos por el proyecto hidroeléctrico de Emgesa, con su respectiva cuenca

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Fuente: elaboración propia a partir de Googles Maps (2014) Polisemia No. 19, 43 - 57. Luchas campesinas y resistencia frente a los conflictos ambientales en la Zona de Reserva [...]. Bogotá, ISSN: 1900-4648. Enero - junio de 2015

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Figura 3 Cartografía temática: problemas ambientales y factores de riesgo encontrados en la Zona de Reserva Campesina de Cabrera, Cundinamarca

División política municipio de cabrera, Cundinamarca Venecia (Cund.)

Departamento del Tolima

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Bogotá D.C.

Departamento del Huila

Batallón No. 39

CONVENCIONES Pérdida de Biodiversidad Contaminación de las fuentes hídricas Contaminación hídrica por vertimentos de químicos Impacto por construcción de hidroeléctrica (Emgesa) Intensificación de fenómenos climáticos Expansión de la frontera agrícola

Fuente: elaboración propia (2014). Polisemia No. 19, 43 - 57. Luchas campesinas y resistencia frente a los conflictos ambientales en la Zona de Reserva [...]. Bogotá, ISSN: 1900-4648. Enero - junio de 2015

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Actores y sujetos de los conflictos ambientales Los actores identificados en el proceso de investigación como protagonistas de los conflictos ambientales son ciertas instituciones estatales y regionales que, se presupone, son las encargadas del manejo de todas las instancias que cubren la organización y prevención ambiental del municipio. También se identificar algunas instancias internacionales y locales. La categoría actores integra cada uno de los entes, los individuos, las organizaciones y demás figuras que forman parte

activa del municipio y que, específicamente, se han visto inmersos en las situaciones que generan conflictos ambientales, bien sea como interventores o afectados (tabla 1). La figura 4 presenta las organizaciones que forman parte de la ZRC de Cabrera, así como sus alcances o dependencias territoriales. De igual manera, allí se encuentran algunos de los actores identificados en el manejo o la intervención (directa o indirecta) de las temáticas ambientales; para este caso, las asociadas específicamente a los conflictos ambientales presentes en Cabrera.

Tabla 1 Actores protagonistas de los conflictos ambientales en la Zona de Reserva Campesina de Cabrera

Tipo de actor Internacionales

Nombre • Empresa Generadora de Energía S. A. (Emgesa) • Instituto Latinoamericano para una Sociedad y un Derecho Alternativos (ILSA) • Instituto Colombiano de Desarrollo Rural (Incoder)

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• Batallón de Infantería 39, Sumapaz Nacionales

• Asociación Nacional de Zonas de Reserva Campesina (Anzorc) • Corporación Universitaria Minuto de Dios (Uniminuto) • Universidad de los Andes

Departamentales

• Gobernación de Cundinamarca • Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca • Sindicato de Pequeños Agricultores de Cundinamarca (Sinpeagricun) • Comité de Impulso de Zona de Reserva Campesina de Cabrera, Cundinamarca

Subregionales

• Unidad Municipal de Asistencia Técnica Agropecuaria (Umata) • Comité de Jóvenes en Defensa del Río Sumapaz • Asociación de Juntas de Acción Comunal • Gremios de productores y productoras Fuente: elaboración propia (2014).

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Figura 4 Nodos de actores y entes vinculantes en la Zona de Reserva Campesina de Cabrera, Cundinamarca

Nacional Internacional EMGESA S.A.

UNIMINUTO UNIANDES

INCODER ANZORC Ejercito Nacional Batallón No. 39

ICA

Departamental

ILSA

Gobernación de Cundinamarca

CAR

Subregional GREMIOS SINPEAGRICUN ALCALDIA

Convenciones

UMATA

Nodos principales

C.J.D.S.

COMITÉ DE IMPULSO Juntas Acción Comunal

Entes vinculantes Fuente: elaboración propia (2014).

Prácticas y estrategias de resistencia En el proceso de investigación también se identificaron una serie de prácticas y estrategias que se pueden catalogar como avances e iniciativas realizados por los diversos actores inmersos en los conflictos ambientales de la ZRC de Cabrera. Estas prácticas tienen como objetivo fundamental hacer resistencia y buscar alternativas frente a las afecciones presentes en el territorio derivadas de dichos conflictos. Pueden caracterizarse de la siguiente manera las prácti-

cas que han tenido mayor impacto en el territorio, en cuanto a su acogida o persistencia en el territorio: a) Acciones de movilización. Se propone esta subcategoría para poder clasificar los hechos que representen acciones de visibilización de los conflictos ambientales de Cabrera, así como gestiones de denuncia pública frente a situaciones puntuales que, se considera, deben ser conocidas por el grueso de la población y ser atendidas por las entidades e instituciones nacionales pertinentes. Dentro de las acciones de movilización se sitúan las asambleas,

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los encuentros, los foros, las alianzas con agentes externos, las socializaciones, las marchas y los plantones que han realizado la comunidad para dar a conocer sus preocupaciones. Para este caso, principalmente se encuentran las acciones enmarcadas dentro de la atención especial al conflicto ambiental que representa la creación de la Hidroeléctrica El Paso por parte de Emgesa.

minente daño que causarán las microcentrales hidroeléctricas en áreas de la provincia el Sumapaz. Igualmente se hace un llamado a la reflexión y a la participación de toda la sociedad colombiana en una lucha por los derechos, los recursos y la autonomía territorial que se está perdiendo, al darle avales y terrenos que no les corresponden a empresas extranjeras como Emgesa.

b) Acciones de activación e intervención. Aquí se describen las acciones puntuales que han buscado contrarrestar directamente alguno de los conflictos ambientales presenciados y que han pretendido o logrado la transformación de algún conflicto ambiental presente en la ZRC de Cabrera. Puede catalogarse aquí el uso de recursos legales, las denuncias, los talleres, las jornadas de sensibilización y la elaboración de documentos.

Resultado de esas múltiples tareas o prospectivas consignadas en el PDS de la ZRC de Cabrera, se realizan todo tipo de alianzas avaladas por las respectivas organizaciones locales. La participación de instituciones académicas es una de las estrategias más convincentes por personas de la comunidad. En específico, a propósito de este trabajo investigativo se desarrolló el “Taller de agroecología con la comunidad de Cabrera, Cundinamarca”, liderado por el programa de Ingeniería Agroecológica de UNIMINUTO. El objetivo del taller fue “construir de manera participativa un referente desde el cual se puedan planear y desarrollar los sistemas de producción agropecuarios en la Zona de Reserva Campesina, que contribuyan al cumplimiento del Plan de Desarrollo Sostenible”. Los alcances de dicho taller han significado, hasta el momento, un diagnóstico constituido por un recuento histórico del territorio y la identificación de problemáticas y alternativas dentro de los componentes ambientales, económico-productivos, socioculturales y político-territoriales.

Como fruto de las estrategias de resistencia de las organizaciones, el Plan de Desarrollo Sostenible de la Zona de Reserva Campesina de Cabrera, Cundinamarca (2013) se considera el documento más importante hasta ahora creado por la comunidad campesina. Este fue liderado por Sinpeagricun, con apoyo estatal del Incoder y mediante alianzas externas con el Instituto Latinoamericano para una Sociedad y un Derecho Alternativos (ILSA). Este documento se plantea como la compilación de años de trabajo, de luchas campesinas, de su historia y su contexto, y también como el diagnóstico de las principales características (componentes: de ordenamiento ambiental territorial, social, productivo y de tierras) y de las proyecciones futuras en lo que ha implicado —e implica aún— la construcción territorial de Cabrera. Otro de los documentos generados en la comunidad de Cabrera es la Declaratoria Sumapaz en debate: campesinos y ambientalistas en defensa del territorio y del agua (2014), realizada y facilitada por el Sindicato de Trabajadores Agrícolas del Sumapaz (Sintrapaz), a modo de denuncia pública de las actuales preocupaciones frente al in-

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Asimismo, el Comité de Impulso, con apoyo de UNIMINUTO y de Uniandes, produjo a finales de 2014 el video documental En defensa del río Sumapaz, instrumento de visibilización de la posición de la comunidad campesina de Cabrera frente al proyecto hidroeléctrico antes mencionado, además de buscar fortalecer la perspectiva de trabajo conjunto entre estas instituciones y organizaciones3. Este video ha tenido gran acogida entre diversos organismos y escenarios nacionales e internacionales.

Los resultados del trabajo realizado en el 2014 fueron socializados con la comunidad el 20 y 21 de febrero de 2015. Asimismo, el 10 de julio del 2015 se realizó un cine-foro en la plaza de mercado del casco urbano de Cabrera.

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Otra de las estrategias que se han llevado a cabo desde el 2012, y acorde con el Plan de Desarrollo Municipal, es el programa liderado por la Umata: Descontaminación del Medio Ambiente, el cual cuenta con intereses mancomunados con la comunidad para realizar procesos de reforestación, conservación y adquisición de predios de interés ambiental, así como estrategias en cuanto al uso, la ocupación y el manejo del suelo. La dificultad más grande para que se ejecuten este tipo de proyectos o iniciativas es la falta de asesoría para su consolidación adecuada, pues a pesar de que según el Plan de Desarrollo Sostenible los recursos existen o pueden ejecutarse, si esto no se hace de la manera adecuada, lo más probable es que la financiación sea desaprovechada.

La Zona de Reserva Campesina de Cabrera, alternativa territorial para la paz Desde sus inicios, el municipio de Cabrera ha sido precursor en el uso de estrategias pertinentes en defensa de los derechos de su comunidad. De hecho, ha extendido esas intencionalidades con miras al aporte regional y, por supuesto, nacional. La lucha campesina, que aboga por los derechos plurales que se enmarcan dentro de la lógica territorial propia, hace de Cabrera un municipio visionario frente a lo que significa la utilización y construcción de esas herramientas jurídicas, para generar procesos tanto de reconocimiento en el ámbito nacional como de fortalecimiento en el local. La atención a las necesidades propias del municipio, por medio de instrumentos de construcción colectiva como el PDSS-ZRC, da cuenta de la organización existente en Cabrera y de la importancia que ello representa. De igual manera, las organizaciones locales son conscientes del valor de generar alianzas con entes externos que puedan orientar las acciones por realizar en ma-

teria ambiental, para que ello sea acorde con los propósitos y las metas que tiene la comunidad de Cabrera. Se parte de los intereses desde la figura de ZRC, así como desde el ordenamiento de su componente ambiental y teniendo en cuenta el conflicto más latente actualmente, que es la proyección de la Hidroeléctrica El Paso. Así se demuestra una vez más que un seguimiento juicioso y detallado, por diferentes medios de resistencia abanderados por la figura de ZRC constituyen mecanismos en pro de la paz, y ello forma parte del legado de luchas regionales que alguna vez radicaron en el uso de la fuerza y el posicionamiento político, hasta llegar a la búsqueda incansable de acuerdos y mediaciones por medio del diálogo y la consulta. Aunque resulta difícil poder debatir siquiera con multinacionales como Emgesa, los habitantes de Cabrera demuestran que hacerse escuchar resulta trascendental si existe constancia y unidad, y sobre todo cuando se realiza una gestión continua con diferentes entes aliados y con más de una estrategia a bordo. Al igual que las diferentes características (materiales o no) que componen los territorios, las intervenciones de solución deben ser igualmente tratadas, de ser posible con cada uno de los habitantes, reflexionando sobre la incidencia que su actuar tiene o puede tener sobre el medio. La ZRC es entonces una buena muestra de lo que puede llegar a significar la paz en un territorio, pues las iniciativas mancomunadas y los esfuerzos colectivos pueden recrear espacios óptimos para la participación, para servir a la atención de necesidades comunitarias propias bajo una mirada integral y colectiva. El buen uso de lo que consolidaría una figura jurídica como la ZRC puede ser la única opción que encuentran ciertas comunidades que han sido víctimas de la situación de violencia y desigualdad en Colombia. Su territorio llega a representar casi el único modo de subsistencia; pero este ha sido permeado por “nuevas” lógicas económicas que deterioran sustancialmente lo existente a su paso, sobre todo la dimensión física, sin dejar de lado todo el tejido social, las costumbres y la tradiciones de una comunidad que

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desea perdurar en el tiempo y convertirse o, más bien, seguir siendo ejemplo de lucha e identidad. El ejemplo de la actual resistencia de Cabrera frente al megaproyecto hidroeléctrico resulta ser un reflejo a escala de la situación actual del país, de la situación del campesinado colombiano. Y aunque se ha hecho caso omiso a las solicitudes de la población cabreruna, aun cuando se supone se tiene una fuerte posibilidad de “ganancia” jurídica por ser una ZRC, ¿qué puede esperarse entonces para el resto de poblaciones que sufren situaciones similares, pero donde no existe figura tal que las cobije?

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Al ser Cabrera el único municipio del departamento de Cundinamarca en formar parte de la figura de la ZRC, es también punto de referencia trascendental en lógicas de desarrollo territoriales diferentes a las tradicionales, pues es este sin duda uno de los ejes regionales del centro del país, por sus importantes avances y nuevas perspectivas. Ello podría presuponer una reserva pionera que aporte en la construcción de la idea de crear la ZRC del Sumapaz, localidad 20 de Bogotá, como se ha venido proponiendo para la capital del país, al igual que la planeación de la ZRC para el municipio (también vecino) de San Bernardo, Cundinamarca. Lo anterior da cuenta de los importantes cambios en las nociones que se están construyendo sobre el territorio, así como las estrategias ideadas para apropiarse de ente. En este contexto debe entenderse el papel que desempeña el individuo como ser perteneciente a una comunidad; todo esto a raíz de la implementación y adopción de la figura de ZRC.

Conclusiones Históricamente, la configuración territorial de Colombia se ha caracterizado por vivenciar diversos conflictos agrarios cuya solución planteada son mecanismos de orden jurídico que buscan ordenar y normatizar el uso del terreno en pro de

intereses comunes. Estos mecanismos, lamentablemente, en la práctica no corresponden a la realidad del país, sino que más bien responden a lógicas y solicitudes de carácter externo a escala mundial. Una de las grandes preocupaciones de la actual organización del territorio nacional es el componente ambiental. Es este uno de los puntos claves que requieren atención precisa de todos los entes territoriales competentes, sin que ello excluya a las organizaciones locales y a las comunidades otras involucradas en la construcción, la planeación, la ejecución y el monitoreo de procesos que contribuya a solucionar cada una de las problemáticas identificadas en los diferentes contextos. La retroalimentación y las alianzas son entonces piezas claves dentro de esas nuevas alternativas territoriales que han encontrado las comunidades. Al igual que las organizaciones locales, los gremios y las juntas de acción comunal de Cabrera han velado por mantener una interacción constante y activa con la comunidad, al hacerles partícipes de la mayoría de procesos e iniciativas. Así, el trabajo que realicen los actores externos debe ser conjunto con los actores internos o locales, pues aunque pareciese obvio, no siempre se han propiciado adecuadamente los espacios ni se han brindado las herramientas necesarias para la participación activa de todos los actores inmersos en los diferentes conflictos. Este es el caso claro de la multinacional Emgesa, que ha sido fuertemente criticada por hacer partícipe a la comunidad únicamente con pequeñas socializaciones, aunque con información indefinida y omitiendo completamente la versión, el testimonio y las pruebas de quienes están en desacuerdo con llevar a cabo dicho megaproyecto hidroeléctrico en una zona de vocación agrícola y pecuaria. De igual forma, se crea el Plan de Desarrollo Sostenible de la Zona de Reserva Campesina de Cabrera, Cundinamarca, documento que contiene cada elemento relevante para la comunidad interesada en formar parte del ordenamiento

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de su territorio, donde de manera autónoma y consensuada se encaminan las actividades económicas, culturales, sociales y ambientales del municipio. Las ZRC desempeñan un papel fundamental en la gestión autónoma del territorio, pues representa una figura útil al momento de plantear alternativas viables para la gestión de desarrollo municipal. Estas son empleadas como “carta de navegación” frente a los procesos y las características ambientales, así como respecto a los posibles manejos que se le pueden dar a las situaciones conflictuales de dicho ámbito. Ante la inoperancia de las soluciones propuestas por los diferentes gobiernos, el movimiento campesino, ubicado especialmente en zonas de conflicto territoriales (como en el caso del municipio de Cabrera), ha logrado articular la construcción de mecanismos propios de autogestión, defensa del territorio, consecución de recursos y atención a las necesidades de carácter social. El PDS de la ZRC de Cabrera deviene en un documento fundamental, además por ser la plataforma en la que se plantea la posibilidad de trabajar en nuevas alternativas con agentes externos interesados, como, en este caso especial, UNIMINUTO y UniAndes. La ZRC de Cabrera es una muestra de la consolidación organizativa dada por sus antecedentes históricos de luchas campesinas agrarias en la región. Su implementación ha logrado consolidar procesos comunitarios previos y visibilizar a escalas más grandes las dificultades y los retos que existen en el municipio y que conciernen a toda una región, como lo es la provincia del Sumapaz. El conjunto de acciones que componen o han formado parte de la construcción de la figura de ZRC tanto en Cabrera como en los demás municipios de Colombia es un reflejo de los movimientos de resistencia y de las acciones propias de las organizaciones locales de diversa índole generadas por las poblaciones del país. La constante búsqueda de reconocimiento de derechos fundamentales, así como la necesidad de crear

rutas autónomas propias que integren las tradiciones con la realidad actual de los territorios, es un indicador del viraje que ha producido la constante imposición nacional por determinar las capacidades y posibilidades de los territorios, situación que ha dejado desarraigo, desplazamiento, violencia, pobreza y desigualdad para el campesinado colombiano. A pesar de que las situaciones lamentables han sido numerosas para las comunidades, a tal punto de llegar a ser difícilmente reparables, las poblaciones han decidido apersonarse de los procesos transformadores de sus realidades; han entendido que la salida es el ordenamiento autónomo del territorio para lograr determinar adecuadamente las acciones que resulten ser funcionales y que integren las distintas esferas de una sociedad y comunidad. La necesidad de superar las barreras que la economía tradicional ha puesto a lo largo del territorio rural colombiano ha derivado en una exploración de soluciones para los daños palpables, de manera inicial por parte del gobierno; pero en vista de que no resultan ser viables a escala local, las comunidades han decidido hacer uso de ciertas herramientas jurídicas antes mucho más desconocidas y subestimadas, pero que ahora resultan ser ese eje que permite llevar a cabo la autogestión y que además pretende “erradicar” esas acciones que imposibilitan esa búsqueda de paz, armonía, equilibrio y proyección territorial tan primordial en la época actual. Sin adentrar mucho aún en discusión, pareciese que esta iniciativa de creación de reforma agraria determinada por la figura de Zona de Reserva Campesina proyectó de alguna manera ser parte del actual Proceso de Paz que vive Colombia. Es esta esta una evidente iniciativa de ordenamiento territorial integrador, autónomo y adecuado para las comunidades, donde las organizaciones rurales locales y sus procesos de resistencia tienen gran parte del protagonismo y de la responsabilidad en cuanto a la identificación y creación de insumos necesarios en la práctica de esas nuevas alternativas que el campo colombiano desea.

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Artículos de reflexión

Serie Feminidades - Beatriz Núñez Arce

Olga Viviana Bolívar Bautista1

Reconstitución del pensamiento crítico y tecnologías del yo: en sentido y cuerpo femenino2 Reestablishing critical thought and technologies of the self: Sense and body

Resumen

Abstract

En medio de un sistema patriarcal en el cual las normas de comportamiento y de interacción de las mujeres con el resto de la sociedad han sido construidas desde las lógicas masculinas y han sido impuestas a través de la violencia, la represión y la culpa, es imprescindible que las mujeres busquen caminos que les permitan construir una identidad basada en su sentir y experiencia. La reconstitución del pensamiento crítico de las mujeres es posible si se acude al uso de la tecnología del yo, esto es, el cuidado de uno mismo —por encima de conocerse a sí mismo— como principio de un cambio en la comprensión del sujeto femenino. Es la mujer un sujeto que debe construirse a partir del reconocimiento de sus características diferenciales, así como de la inserción de nuevas normas sociales que tiendan a la búsqueda de una simbiosis que libere a las mujeres de la barbarie y la violencia a la que han sido expuestas por su condición de género y que les garantice el disfrute de sus derechos humanos en condiciones de igualdad.

Throughout the patriarchal system, where women behavior has been imposed by male´s logic using repression, violence and the sense of guilty, it is necessary that women seek for ways that allow them to build their identity base on female feelings and experience. It is possible to rebuild women´s critical thought by using the technology of the self, which contributes to self caring –beyond self knowledgeas a principle of change in the female subject. This subject must be built by acknowledging distinctive female characteristics, as well as the inclusion of new social rules that point to a symbiosis that frees women from barbarism and violence. This is just the core of this paper.

Palabras clave: sistema patriarcal, tecnología del yo, igualdad, libertad, mujeres

Keywords: patriarchal system, technology of the self, equality, liberty, women

Recibido: 23 de mayo de 2015, evaluado: 6 de junio de 2015, aprobado: 19 de junio de 2015 1

Magíster en Estudios Políticos por la Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia. Estudiante de la Maestría en Derechos Humanos de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, extensión Bogotá. Comunicadora social por la Fundación Universitaria Los Libertadores. Correo electrónico: [email protected] Comunicadora social de la Fundación Universitaria Los Libertadores.

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Artículo de reflexión resultado de las discusiones adelantadas en el seminario Teoría de los Derechos Humanos, de la Maestría en Derechos Humanos de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, extensión Bogotá.

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A partir de las lecturas “Sobre la reconstitución del pensamiento crítico” de Hinkelammert (2008), Tecnología del Yo de Foucault (1990) y “La política de guerra como técnica del capital y el poder” de Restrepo (2013), surgen las preguntas acerca del rol de la mujer en los distintos escenarios en los que la sociedad se ha constituido y respecto a qué tanto se han considerado sus diferencias en el establecimiento de las normas de comportamiento e interacción. Inicialmente es importante señalar que las tres lecturas comparten el hecho de que su desarrollo está dirigido a entender el pensamiento humano de una manera homogénea, sin las distinciones propias de acuerdo con la condición y las oportunidades que tienen hombres, mujeres, ancianos, personas con orientaciones sexuales distintas a las establecidas por la moral religiosa (Foucault [1990] nos recuerda que en la antigua Roma el homosexualismo era una práctica socialmente aceptada), niños y personas de distintas condición étnica. 62

Sin embargo, para este ensayo me voy a detener en las mujeres, en las posibilidades de reconstitución de su pensamiento, en la verdadera construcción de un yo dentro de una cultura con una marcada tradición judeocristiana, heredada de los colonizadores europeos y cuyo elemento central de disuasión y represión es la culpa. El artículo, entonces, indaga cómo las mujeres pueden crear elementos identitarios propios en un sistema que ha sido construido desde una estructura patriarcal que históricamente ha determinado las normas de convivencia, las leyes y los patrones de comportamiento, cuyo único referente son las necesidades, los ideales y las expectativas de los hombres, pero excluyendo e invisibilizando las necesidades y los sentires femeninos. También se pregunta cómo las mujeres, sin una identidad construida desde ellas mismas, deben sobrevivir en medio de la barbarie de la violencia y el conflicto social y armado que se ha vivido históricamente en el país. Tomo como referencia a las mujeres porque ellas son una parte determinante y activa de la

evolución de la humanidad, no solo por el hecho natural de la reproducción, sino también por sus eternas luchas por el reconocimiento de su humanidad, por su respuesta y rechazo a la represión permanente del pensamiento y de la libertad y por su sobrevivencia a la barbarie en países en los cuales son victimizadas, revictimizadas y deshumanizadas como parte de un macabro mensaje de dominación. Como bien lo expone Restrepo (2013), “la barbarie es, en últimas, la exposición de los inhumanos que tiene los humanos, aquellos que han sido deliberadamente preparados para ejercer la crueldad con sistematicidad, planeación y evaluación de resultados que favorezcan a unos mientras otros pierden” (p. 54). De acuerdo con Hinkelammert (2008) y su interpretación y propuesta de reconstitución del pensamiento crítico, retomo su conceptualización acerca del materialismo histórico y trato de insertarlo a la vida real. A partir de la ecuación base o superestructura, en la cual los elementos centrales son la relación económica, la relación jurídica y la relación social, se ha propuesto una teoría del espejo: La relación económica —por tanto, la realidad vivida— tiene la relación jurídica como espejo y, por tanto, se refleja en la relación jurídica. La relación jurídica es el espejo, en el cual se ve y se refleja la relación económica. El prólogo de 1859 no habla de espejos o reflejos. Pero se refiere a una dirección del condicionamiento: la base condiciona a la superestructura (Hinkelammert, 2008, p. 371).

Este autor considera que Marx hizo una evolución de la teoría del valor a la teoría del reflejo, para finalmente llegar a la teoría del fetichismo. Es como si pasara del estudio del valor de los objetos al valor de las relaciones humanas por vía de la “realidad vivida”: En su análisis en El Capital, esta teoría del reflejo es el resultado de su análisis de la forma mercancía en el anterior análisis de la teoría del valor. Pero no efectúa una simple abolición de la teoría del condicionamiento de la superes-

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tructura por la base, sino emprende un camino diferente: toma ahora como punto de partida la realidad de la vida. Por eso, desarrolla la relación a partir del sujeto humano concreto (Hinkelammert, 2008, p. 370).

La interpretación de Hinkelammert (2008) de la evolución de las distintas teorías emanadas de la lectura de El capital contrasta con la crítica que le hace a otros autores que, desde el discurso de la modernidad, consideran que la teoría del reflejo muestra la preponderancia de los elementos económicos como la base de las relaciones entre las personas. Al respecto, Bidet (1993) señala: El efecto teórico de este procedimiento es evidente. Pone en primer plano la relación denominada aquí ‘económica’, definida por las formas categoriales de la mercancía. Permite presentar las relaciones entre personas, y en todos los casos las relaciones jurídicas, como elementos subsecuentes, como ‘reflejos’ de las relaciones económicas entre cosas” (citado en Hinkelammert, 2008, p. 371).

De acuerdo con Hinkelammert (1998), estos análisis de una teoría de reflejo —que no aparece de manera textual en la obra de Marx— distorsionan la esencia del discurso marxista, que centra el elemento económico como base de las relaciones jurídicas entre los humanos: Marx dice exactamente lo contrario de lo que se le imputa en tal teoría del reflejo. Marx de ninguna manera afirma que las relaciones jurídicas son el simple reflejo de las relaciones económicas. Incluso sostiene lo contrario, es decir, que las relaciones económicas son el reflejo (la imagen especular) de las relaciones jurídicas, en el sentido de que sólo resultan visibles en tanto imagen especular reflejada/conformada por las relaciones jurídicas. Pero lo dice con la palabra “wiederspiegeln”, lo que significa, reflejarse en el espejo o, si se quiere “espejar”. Por tanto, la tesis de Marx es que vemos las relaciones económicas en un espejo y no directamente. Las vemos en el espejo constituido por la relación jurídica, que por su parte está constituida por los hombres en cuanto hacen morar su voluntad en los objetos.

Eso ocurre en cuanto se hacen propietarios al reconocerse mutuamente como tales y consideran el objeto de propiedad suya (p. 370).

Si se considera, desde una perspectiva economicista y reduccionista, que la mayoría de las relaciones entre hombres y mujeres siempre han estado mediadas por un propósito económico, bien sea por un asunto de mera sobrevivencia, por el hecho de compartir metas comunes de florecimiento o por el engrosamiento de un capital económico determinado, entonces debe pensarse que estas relaciones reflejan la necesidad económica de asociarse, y para ello, lo real de la constitución de cualquier interacción de pareja está basado en hechos jurídicos. La dicotomía económico-jurídica reduce la dimensión humana a números y leyes, desecha la emocionalidad como parte esencial del desarrollo humano, la cual es la responsable de que se impulsen las luchas por la reivindicación de la dignidad. Tanto Marx como Hinkelammert están restringiendo al ser humano a una condición de minusvalía emocional, y allí las mujeres son las más damnificadas. Frente a la interpretación que Hinkelammert hace de Marx, me atrevo a proponer una variación en pro de una mirada que contribuya a la reconstitución del pensamiento crítico de las mujeres. En este sentido, las mujeres inmersas en la evolución del mundo occidental somos la base, la superestructura, en contraposición al sistema patriarcal y al derivado de él: el sistema económico que ha desarrollado hasta ahora. Con estos elementos, la teoría del reflejo propuesta por Hinkelammert se presentaría de la siguiente manera: las relaciones económicas son el reflejo (la imagen especular) de las relaciones jurídicas establecidas entre hombres y mujeres, en el sentido de que resultan visibles en cuanto imagen especular reflejada/conformada por las relaciones jurídicas. En este sentido, el espejo —que vendría a ser la relación jurídica establecida entre hombres y mujeres— refleja, por una parte, el aporte eco-

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nómico que hacen las parejas jurídicamente constituidas a la sociedad a la que pertenecen y, por otra, la voluntad dominante del hombre sobre el objeto (en este caso, la mujer) que posee y que en la firma del acuerdo jurídico empieza a ser de su exclusiva propiedad. Por ello, de ninguna manera el propósito de este espejo jurídico es mostrar el bienestar afectivo y emocional de las parte firmantes del contrato de convivencia; la imagen especular es una quimera de una sociedad funcional regulada por las leyes, las cuales, de manera eficiente, estimulan las lógicas del mercado a costas del dominio de las mujeres-objeto. En esa misma línea, puede argumentarse acerca de las relaciones de la economía política: En cuanto las personas se reconocen como propietarios, no se reconocen como sujetos en cuanto que sujetos de necesidades (como relaciones directamente sociales de las personas en sus trabajos). Al aparecer las relaciones sociales como lo que son, son “relaciones materiales (sachliche! e.d. con carácter de cosas) entre personas y relaciones sociales entre cosas” (Hinkelammert, 2008, p. 376). 64

En la línea de las relaciones sociales entre hombres y mujeres que establecen un vínculo voluntario, o no, de convivencia, podría pensarse que las partes del contrato no se entienden ni se perciben a sí mismas como sujetos cuya relación va más allá de lo material y trasciende a lo social. En este punto podría afirmarse que el sentido de propiedad que se desarrolla por parte de uno de los implicados sobre el otro hace que pierda sus características de humano, para constituirse en una cosa que tiene un determinado valor (de uso) y cuya relación es restringida: Libertad e igualdad están, en cuanto son definidas en el marco de las relaciones jurídicas, en el mismo acto, en el cual se hacen presentes libertad e igualdad, mecanismos de la explotación y dominación […], sencillamente porque no son relaciones directamente sociales de las personas en sus trabajos (Hinkelammert, 2008, p. 378).

Extrapolar la teoría del reflejo del plano laboral a la interacción de hombres y mujeres que

se asocian para la convivencia implica reconocer que la mediación jurídica también establece mecanismos de explotación y dominación definidos dentro de unos marcos de “libertad e igualdad”. No se desconoce que, contrario a las relaciones obrero-patronales o entre los mismos obreros, las relaciones de convivencia son directas; sin embargo, es sabido que las normas sociojurídicas tradicionales implican un mayor peso de sometimiento a la mujer, precisamente por ser parte de una relación directa con su protector o poseedor. Por eso, la ausencia de la libertad e igualdad está presente en las relaciones jurídicas y en la realidad que se refleja en ellas. La libertad y la igualdad son las cortapisas de los procesos jurídicos, cuyos propósitos se enmarcan en la necesaria regulación de las actividades sociales humanas, tanto directas como indirectas, con el propósito de mantener un orden social que se proyecte y se refleje en economías funcionales y prósperas para el ideario capitalista, en el cual es esencial la conjunción entre explotador y dominado. Los primeros explotadores de las mujeres son muchas veces los hombres de su entorno familiar: los padres o quienes representan la figura de autoridad. Ellos les adjudican a las niñas características de sumisión, indispensables para el mantenimiento del orden familiar y social. Los otros hombres que las explotan son quienes se encargan de su manutención o protección en convivencia marital o de unión de hecho, para quienes debe haber una retribución (también natural) representada en el cuidado y el servicio irrestricto. El segundo explotador es la lógica de la economía del mercado, que fue establecida por el sistema patriarcal y que se ha caracterizado por ver a las féminas trabajadoras como objetos con atributos animados, de los cuales se puede sacar mayor usufructo. No obstante la urgencia de romper el molde machista a través de la inserción de la mujer en el mundo laboral, son evidentes las desigualdades tanto en el reconocimiento de sus capacidades como en el pago de sus honorarios. En el caso de la explotación doméstica, esta dinámica puede resquebrajarse

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mediante el establecimiento de acuerdos de convivencia en los cuales las tareas sean voluntarias y concertadas dentro de la expectativa del cómo se quiere llevar la vida. En el caso de la explotación económica laboral, es menester que las mujeres se asuman ellas mismas como sujetos, y a partir de ello exigir, como se ha venido haciendo desde hace más de dos siglos, el reconocimiento de las capacidades humanas en su máxima expresión. En la relación entre la economía política patriarcal y las mujeres, estas se deshumanizan, y es su propia deshumanización la que está presente en todos los contextos de barbarie donde ellas deben sobrevivir (no es posible vivir a plenitud). La ausencia de la vida digna es la constante, pero a su vez se constituye en ese imposible por el cual se debe seguir luchando: Esta ausencia es lo humano, que siempre, aunque sea como ausencia, está presente. En las mismas estructuras de dominación ocurre esta presencia. Se puede tratar a un ser humano inhumanamente, pero no se lo puede tratar como un animal. Deshumanizar a seres humanos es algo específicamente humano. Si se tratara a un ser humano como un animal, no se lo puede esclavizar. Porque se escaparía o se defendería. Deshumanizar, sojuzgar, abandonar y despreciar a un ser humano presupone mecanismos de dominación, que hacen presente lo que no es, es decir su reconocimiento como ser humano (Hinkelammert, 2008, p. 379).

En este escenario de barbarie y muerte constante que ha determinado la evolución de la humanidad, las mujeres —adultas, jóvenes y niñas— son quienes más sufren, porque es sobre sus cuerpos donde se ha perpetuado la violencia, donde se replica un modelo impuesto globalmente que atiende las necesidades de legitimar los gobiernos democráticos a través de las violaciones de los derechos. Así lo señala Restrepo (2013): El espíritu de la barbarie está vivo, es la amenaza más letal contra la realización de los derechos humanos y la conquista de la paz, permanece en las redes del sistema capital y de poder y se ali-

menta con la voracidad de los empresarios cada vez más globalizados y ligados a negocios trasnacionales (p. 65).

A lo largo de la historia, las mujeres han luchado desde distintas orillas e ideologías (salvo aquellas que legitiman el patriarcalismo como el único orden social viable) por ser reconocidas y reafirmadas como sujetos. Esta lucha podría incentivarse mediante una tecnología del yo (Foucault, 1990), la cual podría basarse en el expreso reconocimiento de una verdad de a puño: en esta sociedad occidental (establecida desde los principios del pensamiento judeocristiano) y también en las culturas orientales (especialmente en las que están regidas por regímenes religiosos ortodoxos musulmanes), las mujeres carecen de un yo colectivo; por tanto, los elementos identitarios de género son escasos, y la solidaridad aún no es tan visible (debe anotarse que la solidaridad promovida por diversos grupos feministas se ha ido incrementando). Esta ausencia de solidaridad, tanto femenina como masculina, es la que ha posibilitado que el uso de diversos tipos de violencia contra la mujer sea asumido como “normal”, legítimo y legal en el plano sociojurídico y, por tanto, se siga empleando sin restricción. Para esta recuperación o establecimiento de sujeto se plantea recoger los planteamientos de Foucault (1990), que propone recuperar la noción del “cuídate a ti mismo”, que ha sido equiparada o igualada al “conócete a ti mismo”: Existen varias razones por las cuales el ‘Conócete a ti mismo’ ha oscurecido el ‘Cuídate a ti mismo’. En primer lugar, ha habido una profunda transformación en los principios morales de la sociedad occidental. Nos resulta difícil fundar una moralidad rigurosa y principios austeros en el precepto de que debemos ocuparnos de nosotros mismos más que de ninguna otra cosa en el mundo. Nos inclinamos más bien a considerar el cuidarnos como una inmoralidad y una forma de escapar a toda posible regla. Hemos heredado la tradición de moralidad cristiana que convierte la renuncia de sí en principio de salvación. Conocerse a sí mismo era paradójicamente la manera de renunciar a sí mismo (Foucault, 1990, p. 54).

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Las mujeres, desde que se instauró el sistema patriarcal, han sido catalogadas como pecadoras; sus cuerpos, que son objeto de satisfacción de placer de los hombres e instrumentos de reproducción humana, son vistos como algo inmoral; el pensamiento que busca la liberación del dominio y la esclavitud es castigado. Para ser socialmente aceptadas y tener un yo que responda los designios de la providencia, las mujeres se han acostumbrado al silencio y la penitencia helenística: Somos los herederos(as) de una moral social que busca las reglas de la conducta aceptable en las relaciones con los demás. Desde el siglo XVI, la crítica a la moral establecida ha sido emprendida en nombre de la importancia que tiene el reconocimiento y el conocimiento del yo. Por este motivo, resulta difícil considerar el interés por uno mismo(a) como compatible con la moralidad. El “Conócete a ti mismo” ha oscurecido al “Preocúpate de ti mismo”, porque nuestra moralidad insiste en que lo que se debe rechazar es el sujeto (Foucault, 1990, p. 54). 66

Las mujeres no son sujeto en sentido moderno; son objetos que producen de forma natural una mercancía representada en seres humanos, pero cuando la mercancía que sale de las entrañas no es óptima, la mano de obra y la habilidad femeninas se desvalorizan en la esfera mercantil privada (espacio domestico). Por ello es recurrente la pregunta en todos los escenarios cotidianos de si ya se es madre, y dependiendo de la respuesta, se tasa el valor de la mujer. En la esfera de lo público (espacio laboral), la producción femenina debe ir más allá de lo que muchas veces se exige de los hombres: la mujer es incitada a ser competitiva tanto con sus opuestos como con sus congéneres. La batalla por el reconocimiento se libra diariamente a costos que socaban la misma dignidad; se hace la pelea de manera estoica, pero siempre guardando silencio, para evitar con ello el castigo y la violencia, como ocurría en la religión cristiana hasta el siglo XVII.

En primera persona. La construcción del yo y el sujeto colectivo No tenemos sujeto porque nuestra formación social, religiosa, política y económica implica que no nos reconozcamos como mujeres con pleno derecho. La construcción del yo, de un yo desde la experiencia de la mujer, debe constituirse en un compromiso de liberación y renuncia al sometimiento. No somos sujetos porque no es posible establecer un diálogo en varias direcciones: un diálogo interno que implique el reconocimiento propio del valor de la humanidad que como mujeres nos fue dada; un diálogo entre el yo individual y el de nuestras congéneres, con todo y la variedad de pensamientos, ideologías, saberes y sentires; y un diálogo entre nosotras y el sistema económico patriarcal, no con el ánimo de doblegarnos a él, sino de enrostrarlo, para seguirle recalcando que el mundo no se piensa ni se construye en masculino, sino que es simbiosis necesaria y que irremediablemente para hacer del paso por esta vida algo más digno, floreciente y feliz, deben incluirse los saberes tanto de mujeres como de hombres. Debemos trascender a aquellas maestras y maestros que se niegan a la construcción de la sociedad a partir del yo, de un yo individual y diferenciado, y que tienen como parámetro de vida la plena obediencia, sin cuestionamientos. En Foucault (1990) esto podría resumirse en que no tenemos diálogo ni pedagogía, y a pesar de los siglos, seguimos estancadas en la historia en un periodo remoto de la evolución del ser humanos: En el periodo helenístico asistimos, en primer lugar, a la desaparición del diálogo y a la importancia creciente de una nueva relación pedagógica —un nuevo juego pedagógico— donde el maestro/profesor habla y no plantea preguntas al discípulo, y el discípulo no contesta, sino que debe escuchar y permanecer silencioso. La cultura del silencio se vuelve cada vez más importante (p. 68).

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En el siglo XXI seguimos condenadas a probar que somos sujetos desde la penitencia; tenemos que “probar el sufrimiento, demostrar la vergüenza, hacer visible la humildad”, como lo expresa Foucault, para que seamos dignas de consideración y reconocimiento, para que seamos subjetivizadas. En esta concepción actual de yo, en que la obediencia es necesaria, la obediencia “es un control completo de la conducta por parte del maestro, y no un estado final de autonomía. Es un sacrificio de sí, del deseo propio del sujeto. Esta es la nueva tecnología del yo” (Foucault, 1990, p. 68). Necesitamos cambiar el reflejo en el espejo, cambiar la mirada que lo jurídico hace de los derechos de las mujeres. Es necesario replantear para las mujeres una nueva tecnología del yo. Digo nueva porque es necesario que las mujeres nos asumamos con una conciencia sobre nuestro ser, una que parta de nuestras particulares percepciones del mundo, en la cual comencemos por decir las verdades que nos martirizan acerca del uso que se le ha dado a nuestra cuerpo, mente y espíritu. Debemos insistir en expresar nuestro inconformismo contra los sistemas de

dominación patriarcal, ser sujetos, ser un yo autónomo, lo cual abre varias posibilidades: Permite a los individuos efectuar, por cuenta propia o con la ayuda de otros, cierto número de operaciones sobre su cuerpo y su alma, pensamientos, conducta, o cualquier forma de ser, obteniendo así una transformación de sí mismos con el fin de alcanzar cierto estado de felicidad, pureza, sabiduría o inmortalidad (Foucault, 1990, p. 48)

Debemos verbalizar y subjetivizar nuestro yo, y con ello exigir el abandono de la barbarie como forma de gobierno y convivencia; debemos clamar por el respeto de los derechos humanos de las mujeres que se han promovido tras cientos de años de lucha social y que necesitan enquistarse en el subconcsiente colectivo para que la vulneración y violación de nuestros derechos no sean asumidos como algo normal, como algo necesario para el mantenimiento del orden social. Todas y todos, sin distinción de género o preferencia sexual, debemos seguir buscando nuestro yo individual y también un yo colectivo, en una simbiosis social en la que las diferencias convivan en consonancia con el respeto, la dignidad, la igualdad y, sobre todo, la libertad.

Referencias Hinkelammert, F. (2008). Sobre la reconstitución del pensamiento crítico. Polis, 7(21), 367-395. Foucault, M. (1990). Tecnologías del yo y otros textos afines. Barcelona: Paidós y Universidad Autónoma de Barcelona.

Restrepo Domínguez, M. (2013). Política de guerra como técnica del capital y el poder. En Derechos humanos, barbarie, paz. Bogotá: Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia.

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Reseñas

Serie Feminidades - Beatriz Núñez Arce

L i g i a Fa n n y N a r a n j o R a m í r e z 1

Sentidos de maternidad a través de una historia de locura Maternity senses through a madness history Ruiz Galindo, Sonia (2014). Sentidos de maternidad a través de una historia de locura. Bogotá: Corporación Universitaria Minuto de Dios, 210 páginas.

E

l libro Sentidos de maternidad a través de una historia de locura es el producto de una investigación que se presenta para optar al título de magíster en Estudios de Género de la Universidad Nacional de Colombia. Se basa en cuatro interesantes relatos de voces y sentires de mujeres que no solo proporcionan la información que la investigadora se propone, sino que contienen valiosas historias de vida de mujeres que habitan un ambiente rural colombiano a principios del siglo XX. Allí, ellas confrontan como mujeres el hecho mismo de ser mujeres, narran sus convicciones desde las vivencias por las que atraviesa cada una y, a pesar del imperio de la cultura patriarcal, toman decisiones que se entrelazan con los amores, lo político, lo personal, lo familiar, los roles y las tradiciones sociales y culturales. Conocer las narraciones, adentrarnos en las experiencias y observarlas comparativamente nos conectan con las mujeres, nos permiten identifi-

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carnos con sus resistencias, verdades e ilusiones, entender cómo operan las relaciones de género en el interior de las familias desde las historias de vida de las mujeres. Ellas nos conducen a comprender el significado del concepto de género desde las vivencias de las mujeres, con un sentido específico, y nos revelan las múltiples construcciones sociales, económicas y culturales del dominio patriarcal, relacionado con los efectos ideológicos y culturales creados por la raza, la propiedad y la religión. Este dominio es interiorizado por las mujeres, pero las confunde y desdobla, más aún cuando optan por la resistencia a obedecer las normas impuestas de una cultura hegemónica e incluso asumir la maternidad como condición natural del ser mujeres. El primer capítulo: “Maternidad heredada y maternidades en resistencias”, deja ver la existencia de diferentes conceptos relativos a cómo se asume la maternidad, bien sea como producto de las influencias del poder, de las dinámicas de género en el interior de la familia o el matrimonio

Magister en Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Licenciada en Ciencias de la Educación con especialidad en Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Colombia. Coordinadora del programa Soypaz, Parque Científico de Innovación Social. Consultora Programa Presidencial Mujeres Constructoras de Paz y Desarrollo. Correo electrónico: [email protected].

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y de los imperativos culturales de las relaciones ocasionadas por los hijos y las hijas. Este capítulo nos presenta la maternidad como el obedecimiento a una normatividad de la época y desde los contextos socioeconómicos que rodean la vida de una de las protagonistas. Se muestra allí la cotidianidad y la interpretación de ser madre, lo que esto significa dentro de la tradición católica y los patrones tradicionales culturales y morales que dominan no solo físicamente el espacio en que se vive, sino que se interiorizan para darle una importancia y razón de ser a sus vidas: el cumplimiento de la función como reproductoras.

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Aquí también se cuestiona la relación del cuerpo del hijo con la madre. Este no es considerado como un cuerpo separado, sino como una fusión vital continua que se configura como parte del propio cuerpo, que no tiene final e implica la pérdida de sí. Esta función es definida como una condición de la existencia, la cual nunca se recupera, ya que la maternidad también se acepta como la unión férrea y eterna de la madre con el hijo o la hija, de quienes nunca podrá separarse, pues les debe brindar cuidado permanente. Se asume que esta interpretación también es parte del sentido de ser madre, como mandato divino y predestinado para las mujeres. La autora se adentra en la explicación de la normatividad de género natural; entiende que los sujetos no pueden eludir esas normas, sino que las repiten, ya que se ubican o son ubicados dentro de un ideal de comportamiento, que se asume como una tradición natural. Así, este comportamiento es el que identifica a hombres y mujeres, es el que determina el lugar social, económico, político y familiar que encarnan las mujeres y, en especial, asumen como madres. En el capítulo dos: “Un camino sin milagros, una fe en mi misma”, se analiza cómo la religión influyó en las expectativas de los planes de vida de las niñas y mujeres, ya que se les educaba desde el ideal y los preceptos marianos. A partir

de esta influencia, Beatriz y Adelaida, personajes de los capitulo dos y tres, respectivamente, muestran cómo sus vidas surgen en un contexto específico que le imprime a sus proyectos vitales unas características subjetivas emanadas de lo religioso; a pesar de ello, interpretan de manera crítica sus vivencias y sus resistencias feministas dentro de esas duras realidades. La autora se detiene en la influencia que en la época ejercía la religión en la educación de las niñas y mujeres y la relaciona con la condición de género, lo cual, a su vez, se asocia con el designio divino de lo femenino de la maternidad de la Virgen María. Se admira e imita a la Virgen por cuanto ella como mujer no fue quien decidió ser madre, sino que es Dios quien le otorga ese poder en forma de milagro, y como mujer supo recibirlo y cultivarlo. De igual manera, en este capítulo se presenta el estigma que la religión hace a los hijos llamados “naturales”, es decir, los que nacen de una mujer que no ha llegado al matrimonio por medio del ritual católico. Pero este señalamiento no se daba hacia el hombre que la embarazaba, sino hacia la mujer que paría el hijo sin tener el “permiso católico”. A su vez, este señalamiento, que se daba en lo moral, lo social y lo cultural, evidencia en todos los aspectos de la vida de las mujeres el orden patriarcal liderado por la Iglesia. Beatriz, la protagonista de este capítulo, muestra influencias de su medio bastante diferentes, gracias a los oficios y las labores económicas que desempeñaba su familia, ya que su padre se dedicaba al intercambio de productos agrícolas elaborados, mientras su madre y su tía eran negociantes, por lo que posiblemente pudieron sostener relaciones amistosas más públicas y abiertas. De ahí es como Beatriz define a su madre como una mujer moderna, en tanto a los hombres cercanos a ella los concibe como poseedores de una mirada reflexiva. Sin embargo, para ella, el sometiendo patriarcal y religioso es el detonante que le permite subvertir ese orden, tener otra comprensión de su vida, su medio y la

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familia; por ello rompe con lo establecido en un medio semirrural: Charalá, su municipio natal, para encontrar refugio en lo laboral, con lo que logra cambiar ese orden social imperante. Es importante resaltar el reconocimiento que Beatriz hace de su madre. A pesar de los roles tradicionales establecidos para las mujeres — más aún si nos ubicamos en la época—, el hecho de ser comerciante y propietaria de un almacén, si bien su capacidad productiva no era reconocida, le proveía no solo de relaciones públicas sino también de ingresos económicos que la hacían una mujer independiente. Esto innegablemente se traducía en que fuera proveedora económica de la familia y en atender el bienestar general para sus hijas. Beatríz reconoce la valoración que tienen sobre ella en su propio medio, no solo por ser madre, sino por tener un lugar social y público reconocido. En el capítulo tres: “El convento, una estrategia para salir de casa”, se presenta la narración de otra mujer distinta pero con similares influencias. Se reconstruyen las relaciones de una hija (Adelaida) con su madre Ana. Adelaida vive la experiencia de la maternidad de su madre, y ello se articula con otras maternidades como la de Jacinta, que fue madre en el contexto de la Guerra de los Mil Días, o con la contradictoria actitud de Paulina, que se rehusó a ser madre en medio de la cultura hegemónica y tuvo la valentía de contravenir los dispositivos normativos —como los denomina la autora—. Aquí nos encontramos con Adelaida, quien a pesar de vivir en una casona en el casco urbano de Charalá, su diálogo en la narración está dado por recuerdos de un medio rural que vive con dificultades y hostilidades. En Adelaida confluye la figura de niña, mujer y madre: cuando era niña tuvo que vivir la experiencia de ser mamá y hermana ayudando en la crianza de sus hermanos; acompañó durante los embarazos a su madre y experimentó la práctica de los quehaceres de la maternidad antes de vivir sus once embara-

zos consecutivos. Adelaida es de las mujeres que opinan que la razón de ser madre es tener hijos: “Si no, mejor no ser mujer…”. Para ella este es el destino y razón de ser de las mujeres; es decir, el discurso y la normatividad patriarcal se cristalizan nítidamente en Adelaida. Revivir en esta mujer los recuerdos de su juventud es acercarla a las dificultades de aquellos tiempos y a las carencias de las condiciones de vida que existían en Charalá; además, genera el recuerdo de la “civilización” de esa época y del código de honor santandereano, que enmarcaba la cultura de la región y creaba divisiones de clases sociales y discriminaciones étnicas. La vida de Adelaida en Charalá —donde no existían oportunidades de trabajo— la lleva a analizar su realidad a través del mundo católico, que la guio desde los patrones de conducta y comportamiento que le inculcaron cuando niña y que fueron complementados con sus tradiciones familiares. Así, Adelaida inicia el proceso de resistencia a todo lo que la encierra en su pueblo y sale de allí para explorar posibilidades. Su vida así transcurre, pero al regresar, Adelaida presentó episodios de demencia. Esta situación dibuja una dualidad: entender la locura como una estrategia para liberarse nuevamente del ambiente patriarcal o como un hecho patológico real que inevitablemente la conduce al manicomio. El tema de la locura de Adelaida lleva a la autora del libro a tomar una variante dentro del texto, que si bien se adentra en los orígenes de la locura (en los siglos XVII y XVIII) y en la apología de las razones de la locura de Adelaida, deja de lado las relaciones de género y el imperio patriarcal que se venía auscultando en cada una de las protagonistas. En este interesante asunto de encontrar los orígenes de la conciencia contemporánea (o conciencia enunciadora de la locura) y la conciencia renacentista a través de la conciencia crítica de la locura, la autora aborda los conceptos y las interpretaciones que al respecto desarrollaron autores como Michael Foucault, Miguel Jiménez López y Telmo Peña.

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Sin duda, esta interesante relación —que plantea la autora para llegar a comprender la “locura” de Adelaida— entre la ciencia y la razón, y las causas de la realidad psicosocial que la alteraban, habrían podido dar origen a otro interesante estudio para adentrarse en este tema; uno que, con certeza, afecta a muchas mujeres que, como Adelaida, han padecido y soportado las emociones en procesos de cambio, de resistencia a lo establecido y de ruptura con los lazos que le impiden su libertad como ser humano digno y racional.

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Para cerrar este último capítulo, la autora describe varios episodios de la vida de Adelaida después de salir del manicomio, entre ellos el amor, el matrimonio, la maternidad y el regreso al pueblo ya casada y con hijos. En esta etapa, Adelaida siguió demostrando su rebeldía: en su rol de madre-esposa no encarnó las virtudes asignadas, como la entrega de la mujer-madre con demostraciones de dulzura, obediencia, incondicionalidad, cuidado a los hijos y las hijas, sino que siguió caracterizándose por la conducta que siempre mantuvo, por su inconformidad con el medio patriarcal; por esa misma razón, con un tinte inquisidor, sería definida en la historia clínica del manicomio como una mujer “desobediente con la madre y los hermanos”.

propias leyes, con actos de profunda creatividad en la búsqueda de nuevos referentes históricos y culturales que se conviertan en herramientas de transformación social. Este libro nos aclara a hombres y mujeres qué son y cómo se definen las relaciones de género, lo cual queda claro cuando nos detenernos en las vivencias prácticas, en lo cotidiano y en los patrones tradicionales socioculturales que dominan el espacio, las decisiones, la identidad y el cuerpo de las mujeres. Esto ha sido caracterizado por algunas mujeres como la “pérdida de si”, y de hecho constituye uno de los grandes anhelos de los movimientos feministas y algo que han querido lograr: la recuperación del cuerpo de la mujer, a través de los principios básicos del género humano, como la seguridad, la integridad, la dignidad, la libertad, la igualdad y a la autonomía. Este último es uno de los principios de mayor dimensión e implicaciones para las mujeres.

Leer el libro Sentidos de maternidad a través de una historia de locura nos deja claro que la maternidad conduce a contradicciones a las mujeres, por cuanto si bien cumplen con el destino biológico de la existencia por el hecho de ser mujeres, también las enfrenta a sufrir, a experimentar sentimientos como la angustia, la resignación y el miedo a ser y asumir el rol de madres.

A las mujeres que leemos este libro nos permite identificarnos como mujeres, encontrar el sentido colectivo de serlo, y nos remueve profundamente hacia la solidaridad de género, cuando las historias de las protagonistas del libro se encuentran y se identifican con nuestras historias y las de otras mujeres. Y así nos conducimos a nuestro propio viaje de la memoria, a nuestras historias personales, unas que, igual a las de ellas, se encuentran con otras experiencias que dan un sentido colectivo capaz de ser apropiado por el resto de la sociedad, y que es donde quizá radique la importancia y cobra sentido el hecho de narrar las relaciones de género desde la experiencia individual.

En este libro confirmamos que a pesar de la modernidad en que transcurrimos, todavía existen mujeres que les ha tocado vivir como en la Edad Media; sin embargo, encontramos vivencias de innumerables mujeres dispuestas a mostrarse contrarias a las implacables leyes de los hombres, a ese poder patriarcal; mujeres que han quebrantado los estereotipos para salir adelante, que hacen resistencia y se permiten imponer sus

Con las vivencias de las mujeres narradas en el libro hemos terminado por entender y cuestionar el poder, y no solo el que aún se mantiene desde los hombres —que suele ser concebido como el poder de los más fuertes—, sino también el poder de la cultura y de la religión de la época, así como las manifestaciones privadas y públicas de las expresiones centralizadas del poder. A esto se refiere Martínez (2005):

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El poder del monarca, del emperador, del parlamento, de todo tipo de gobierno, se interioriza gracias al poder patriarcal que se ejerce en la cotidianidad; por ello se requiere de una pedagogía social que lo deconstruya desde sus raíces, no es posible transformar una sociedad que mantiene estructuras de dominación en la vida cotidiana. (p. 210).

Y citando a Ghandi, continúa: De todos los males de los que el hombre ha sido responsable, ninguno es tan degradante, desagradable y brutal como el del abuso, por su parte, sobre la mitad mejor de la humanidad. Para mí, el sexo femenino no el sexo débil (en Martínez, 2015, p. 210).

Referencias Martínez Hincapié, C. E. (2015). De nuevo la vida: el poder de la noviolencia y las transformaciones culturales. Bogotá: UNIMINUTO y Trillas.

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Árbitros Elkin Dario Agudelo Colorado Doctorando en Educación del Doctorado Interinstitucional en Educación – UPN, UD, Univalle. Magíster en Educación y Desarrollo Comunitario, Centro Internacional de Educación y Desarrollo Humano -CINDE- y licenciado en Educación: Geografía e Historia, Universidad de Antioquia. Con experiencia en diseño, gestión, ejecución y evaluación de políticas y proyectos de desarrollo social y comunitario. Correo electrónico: [email protected]

Luis Ernesto Vásquez Alape Magister en Ciencias de la Educación y licenciado en Educación de la Pontificia Universidad Javeriana. Docente investigador de la facultad de ciencias de la educación en la Universidad de la Salle. Docente investigador en el semillero de evaluación educativa de la Universidad Santo Tomas. Con experiencia en didáctica, pedagógica y formación docente. Participación y liderazgo en la formulación y ejecución de proyectos educativos a nivel nacional. Correo electrónico: [email protected]

Orlando Silva Briceño Candidato a Doctor - Doctorado Interinstitucional en Educación- DIE, sede Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Magíster en Educación con énfasis en Historia de la Educación y la Pedagogía- Universidad Pedagógica Nacional. Licenciado en Ciencias Sociales- Universidad Distrital. Docente de planta - tiempo completo Licenciatura en Ciencias Sociales, Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Docente de cátedra Maestría en Derechos Humanos y Maestría en Historia, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia UPTC. Director Grupo de Investigación Cyberia. Correo electrónico: [email protected]

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Colaboradores Patricia Lora León Doctora en Ciencias Sociales de la Universidad Estadual de Campinas (Brasil). Magíster en Investigación Social Interdisciplinaria de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas y comunicadora socialperiodista de la Universidad Central de Bogotá. Con experiencia en investigación social interdisciplinaria con énfasis en comunicación, periodismo, derechos humanos, cultura política, filosofía política, divulgación científica y cultural y diálogo intercultural. Participación en proyectos de intervención social, comunicación para la paz, democracia y derechos humanos. Correo electrónico: [email protected]

Camilo Useche López Candidato a Doctor en Historia y Civilización de la École des hautes études sciences sociales de París. Magister en Estudios Latino-Americanos de la Universidad Autónoma de Madrid. Historiador de la Pontificia Universidad Javeriana y Sociólogo de la Universidad Nacional de Colombia. Docente investigador con experiencia en coordinación y gestión de proyectos en estudios sociales. Miembro activo del Grupo de Estudios Transfronterizos de la Universidad Nacional de Colombia Sede Amazonia y del Centre de recherches sur les mondes américains (CERMA-EHESS). Correo electrónico: [email protected]

Zonia Benavides Becerra Magíster en Derechos Humanos de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Tunja. Especialista en Comunicación – Educación de la Universidad Central y Comunicadora Social de la Universidad INCCA de Colombia. Con experiencia en diseño, coordinación y evaluación de experiencias educativas en derechos humanos y conflictos sociales. Formulación, implementación y gestión de proyectos de intervención social. Correo electrónico: [email protected]

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Bárbara Camila Silva Velandia Geógrafa egresada de la Universidad Nacional de Colombia. Interesada en estudiar las relaciones socioespaciales enmarcadas en el intercambio y apropiación ambiental. Con experiencia en grupos de investigación, análisis de conflictos ambientales y asesoría para la ejecución de Planes de Desarrollo Sostenible. Organización y participación de eventos académicos. Conocimiento y manejo de herramientas investigativas como: cartografía temática, cartografía social, encuestas, entrevistas y observación participante en trabajo de campo con comunidades rurales. Correo electrónico: [email protected]

Olga Viviana Bolivar Bautista

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Magister en Estudios Políticos de la Pontificia Universidad Javeriana y estudiante de Maestría en Derechos Humanos de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia –UPTC- (2015). Comunicadora social – periodista de la Universidad de Los Libertadores; Experiencia de quince años en desarrollo, gestión y ejecución de proyectos en derechos humanos con instituciones gubernamentales. Asesora del Sistema de Alertas Tempranas y el Programa Presidencial de Derechos Humanos del Observatorio de DDHH. Correo electrónico: [email protected]

Ligia Fanny Naranjo Ramírez Magister en Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Licenciada en Ciencias de la Educación con especialidad en Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Colombia. Especialista en estudios de género y mujeres desplazadas víctimas del conflicto armado. Con experiencia en integración comunitaria, desarrollo regional y administración municipal. Consultora del Programa Presidencial Mujeres Constructoras de Paz y Desarrollo y del Programa Presidencial de la consejería para la Equidad de las Mujeres. Coordinadora del programa Soypaz, Parque Científico de Innovación Social. Correo electrónico: [email protected]

Indicaciones para autores Polisemia es la revista semestral de la Dirección de Investigaciones de la Sede Principal y del Centro de Pensamiento Humano y Social de UNIMINUTO. Publica artículos inéditos resultados de investigación (en los tipos de investigación científica y tecnológica, reflexión o revisión), reflexión temática y reseñas de libros en pensamiento humano y social. Polisemia está dirigida a un público amplio interesado en presentar aportes sobre problemas sociales contemporáneos en temas de paz, noviolencia, género, economías alternativas, desarrollo, jóvenes, memoria social e histórica, movimientos sociales y de resistencia, pobreza y procesos de subjetivación. La revista tiene convocatoria abierta de forma permanente para la recepción de artículos científicos que acojan las normas establecidas. Es necesario hacerlos llegar de forma digital al correo: [email protected], siguiendo normas APA, bajo los siguientes criterios: •

Título (máx. de 12 palabras) y nombre del autor ó autores con los datos del nivel educativo máximo alcanzado, filiación institucional y correo electrónico. Omitir información sobre experiencia laboral, conocimientos y origen.



Resumen en español e inglés de 500 palabras máximo, en letra Times New Roman tamaño 12, en donde se explicite si su artículo es resultado de investigación (1,2 o3), reflexión temática o reseña de libro.



Palabras claves en español e inglés (máximo 5).



Extensión entre 15 y 30 páginas tamaño carta en Word, márgenes de 3cm en cada lado, espacio doble, letra Times New Roman tamaño 12.



Para textos extraídos (citas de más de 40 palabras) usar letra Times New Roman, tamaño 11, interlineado doble con 1 cm de margen adicional a la izquierda y sin sangría en la primera línea.



Las notas a pie de página deben ser breves, letra Times New Roman, tamaño 9.



Normas de citación y referencia APA. Para mayor información sobre el formato de citación, se recomienda el siguiente link http://www.odiseo.com. mx/estilo-apa/guia_apa_6ta.pdf

El artículo debe ser original e inédito y no debe haber sido publicado, ni enviado a algún medio impreso o virtual. Debe constituir un aporte al conocimiento y reflexión en las áreas de ciencias humanas y sociales. Los artículos presentados no deben estar en proceso de evaluación ni tener compromisos editoriales con ninguna otra publicación.

Tipos de Artículo 1) Artículo de investigación científica y tecnológica. Documento que presenta, de manera detallada, los resultados originales de proyectos terminados de investigación. La estructura generalmente utilizada contiene cuatro apartes importantes: introducción, metodología, resultados y conclusiones. 2) Artículo de reflexión. Documento que presenta resultados de investigación terminada desde una perspectiva analítica, interpretativa o crítica del autor, sobre un tema específico, recurriendo a fuentes originales. 3) Artículo de revisión. Documento resultado de una investigación terminada donde se analizan, sistematizan e integran los resultados de investigaciones publicadas o no publicadas, sobre un campo en ciencia o tecnología, con el fin de dar cuenta de los avances y las tendencias de desarrollo. Se caracteriza por presentar una cuidadosa revisión bibliográfica de por lo menos 50 referencias. 4) Reseñas de libros: Estas deben ser de libros producto de investigación publicados recientemente (no mayor a 2 años antes de la publicación de la revista). Deben contener los datos básicos del libro: nombre, autor, año, editorial, número de páginas y ciudad. La extensión máxima es de 5 páginas, letra Times New Roman tamaño 12 a doble espacio.

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Proceso editorial Cada artículo recibido es sometido a un proceso de evaluación que se desarrolla en tres fases. En primer lugar, es sometido a una revisión preliminar por parte de los miembros Consejo de Redacción, que a su vez, conforman el Consejo Editorial, con el fin de establecer que cumpla efectivamente con los criterios de calidad y aporte al conocimiento. Posteriormente, en caso de presentar resultados de investigación, será enviado a un par académico externo quien de forma anónima determinara si el artículo es aprobado, aprobado con correcciones o no aprobado. Por último, en reunión del Consejo Editorial se decidirá su publicación, de acuerdo a la tabla de contenido propuesta por el Editor. Una vez aprobado, el autor se compromete a establecer comunicación con el editor con el fin de realizar los cambios pertinentes.

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Asimismo, se solicita a los autores que diligencien el documento de cesión de derechos de autor sobre el artículo, para que sea posible su edición, publicación y distribución en cualquier medio y modalidad: medios electrónicos, CD ROM, impresos o cualquier otra forma, con fines exclusivamente científicos, educativos y culturales. Revista Polisemia Corporación Universitaria Minuto de Dios Diagonal 81B No. 72B-70 Bogotá- Colombia [email protected] 2916520 ext. 6175

Instructions for authors Polisemia is the bi-annual magazine published by that Leaders of Investigations of the Centro de Pensamiento Ciudadanía, Paz y Desarrollo and the Dirección de Investigaciones de la Sede Principal of Uniminuto. They publish original articles, research results (in such areas as scientific and technological research, as well as reflection or review), providing thematic reflection and critiques of books in the areas of human and social sciences. Polysemy is intended for a wide public audience presenting reflections on contemporary social problems about topics such as nonviolence, gender issues, alternative economies, development, the youth, social and historical memory, social and resistance movements, poverty and the processes of subjugation. The magazine accepts open submissions that adhere to the established norms. Articles must be submitted in digital form to [email protected], following APA format under the following criteria: •

Title (Máx. of 12 words) name of the author or authors with their degree titles, institutional affiliation and e-mail. They should omit information about work experience, knowledge and origin.



An abstract of a maximum of 500 words must be written in Spanish and English in Times New Roman font size 12, where it is specified if the article is a research project, reflection, or book review.



Keys words in both English and Spanish (maximum, 5 words)



The articles should be between 15 and 30 pages in Times New Roman double spaced, font size 12 with 3 cm margins on both sides.



Cited texts (quotations of more than 40 words) should use Times New Roman, font size 11, double spacing 1 cm margin on the left and without indentation on the first line.



Footnotes should be brief, with Times New Roman, size 9.



(APA) citation and reference conventions.

The article must be original and unpublished and must not have been published, not sent to any other physical or virtual publisher. It must constitute a contribution to knowledge and reflection in human and social thought. Submitted articles should not be in process of evaluation or have editorial commitments with any other publication.

Types of article 1) Scientific and technological research article. A document that presents, in detail, the original results of completed research projects. The structure generally used contains four major sections: introduction, methodology, results and conclusions. 2) Reflection Article. Document that presents results of investigation realized from an analytical, interpretive or critical perspective of the author, on a specific topic, citing any original sources. 3) Review Article. Document resulting from a completed investigation where results both published and unpublished within a scientific or technological field are analyzed, systematized, and integrated with the objective of clarifying on the advanced and discovered tendencies. It is expected that they present a rigorous bibliography with at least 50 references. 4) Books reviews. This information must be of books resulting from research projects published recently (no older than 2 years) Reviews should contain basic information about the book: name, author, year, publisher, number of pages, and city. Reviews should be no longer than 5 pages, Times New Roman font size 12 double spaced.

Editorial process Every received article is submitted to a process of evaluation that develops in three phases. First of all, it is submitted to a preliminary review on the part of the editorial team. This team constitutes the editorial

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staff. They have as their objective the evaluation of the quality, criteria and contribution to general knowledge. Consequently, when presenting results of investigation, they will be sent to a pair of external academic advisors to determine if the article is approved, approved with corrections, or not approved. When one presents essay and thematic reflection, the editor and the editorial team determine if it is approved, approved with corrections, or not approved, according to the articles of this nature. Finally, in agreement with the editorial team, the publication date will be determined according to the contents presented by the editor. Once approved, the author

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will commit to establishing communication with the editor in order make the necessary corrections. Should the article be approved, it is requested that the author cede the rights of his article in order to edit, publish and distribute digital mediums such as CD ROM, printed, or any other format for scientific, educational, and cultural purposes only. Revista Polisemia Corporación Universitaria Minuto de Dios Diagonal 81B No. 72B-70 Bogotá- Colombia [email protected] 2916520 ext. 6175

EDITORIAL

La encíclica de francisco: carta ecológica Francis´s encyclical: Ecology Letter Oscar Useche Aldana ARTÍCULOS DE INVESTIGACIÓN

Derechos humanos y diálogo intercultural: repensando las relaciones asimétricas entre culturas Human Rights and intercultural dialogue: rethinking asymmetric relations among cultures Patricia Lora León

Fronteras, arquitectura y consumo: hacia una heterotopía de la ciudad Borders, architecture and consumption: towards a heterotopy of the city Camilo Useche López

Participación e incidencia del sujeto político colectivo en la política pública Zonia Benavides Becerra

en la Zona de Reserva Campesina de Cabrera Cundinamarca: Una alternativa territorial para la paz Area of Cabrera, Cundinamarca: a territorial alternative to peace.: Towards a learning community, on researching and practicing Bárbara Camila Silva Velandia ARTICULOS DE REFLEXIÓN

Reconstrucción del pensamiento crítico y tecnologías del Yo: en sentido y cuerpo femenino Reestablishing critical thought and technologies of the self: Sense and body Olga Viviana Bolívar Bautista RESEÑAS

Sentidos de maternidad a través de una historia de locura Maternity senses through a madness history Ligia Fanny Naranjo Ramírez

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