Feminidad e Histeria: Eróticas de la mujer con postizo

June 4, 2017 | Autor: M. Gonzalez-Barri... | Categoría: Histeria, Psicoanálisis Lacaniano, Feminidad
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Descripción

FEMINIDAD E HISTERIA: ERÓTICAS DE LA MUJER CON POSTIZO1. Marcela González-Barrientos

En sus conferencias de inicios de los años ’90, publicadas como Lógicas de la vida amorosa (1991) y De mujeres y semblantes (1993), Miller ahonda en la cuestión de lo femenino desde distintos vértices, poniendo de relieve cómo el orden simbólico parece hecho para someter a las mujeres a las condiciones de identidad, es decir, para atemperar o regularizar su alteridad 2 y cómo lo femenino se rebela frente a este intento, situándose como Otra de sí misma; vale decir, haciendo imposible una equivalencia de alteridades. En otros términos, no se trata de ninguna suerte de alteridad mutua: “La mujer es Otra como tal, héteros, no semejante”3. Es así como a partir de esta condición de alteridad, Lacan llega a su célebre y polémico planteamiento de que “La mujer no existe”, entendido como un posicionamiento no universalizante del femenino, una posibilidad de gozar de la mujer por fuera de la lógica fálica y de la falta, lo cual sería pensable porque las mujeres tendrían una relación más próxima con la nada, una relación esencial con ésta, que se relacionaría con su proximidad a lo real. Lo anterior nos permite retomar el postulado freudiano donde la diferencia femenina será percibida como una catástrofe, un menos, una castración consumada en el cuerpo de la mujer, que instala la envidia estructural en el centro del devenir femenino. Al mismo tiempo, no debemos olvidar la centralidad de esta cuestión al momento de sopesar el alcance de la propuesta lacaniana sobre el goce femenino, el que –sin desestimar la marca psíquica instalada por la diferencia anatómica entre los sexos- se interesa en indagar un “más allá”. En los textos mencionados de inicios de los ’90, Miller invita a pensar una clínica de la femineidad poniendo énfasis en el “tener” o en el “ser”. La solución a las complejidades femeninas ligadas a la falta de tener, se relacionarían con los diferentes modos de encontrar o inventar suplementos para este no tener, ya sea en la administración o gestión de los 1

Publicado en Revista digital No-Toda, 2015, 1, s/p. En: http://www.centrolacaniano.cl/revista-no-toda01/feminidad-e-histeria-eroticas-de-la-mujer-con-postizo 2 Miller, J-A., Lógicas de la vida amorosa, Manantial, Buenos Aires, 1991, P. 45. 3 Ibíd., 1991, p. 43.

bienes o directamente en la maternidad, el tener hijos que pueden llegar a colmar ese agujero del “menos”. Por otro lado, la solución respecto a la falta de ser que propone Miller, en vez de intentar llenar lo que falta, sería no colmar el agujero, sino en metabolizarlo, dialectizarlo, y en ser el agujero. Es decir, fabricarse un ser con la nada4. Esto sería posible a partir de dos alternativas: hacerse el agujero para el Otro, vale decir, desplazar la falta hacia el Otro, atacando su completitud, en otras palabras, encarnando el agujero que falta al otro varonil; o, por otro lado, siendo lo que le falta al Otro, positivizándolo, siendo el falo 5.Tenemos entonces que la solución desde la falta en ser sería o encarnar el agujero que descompleta al Otro o hacerse lo que le falta al Otro. en otras palabras, ser agujero o ser falo. Estas soluciones nos sumergen en la perplejidad, pues parece que tanto desde la clínica del tener como en la del ser, la solución pasaría por pensar a la mujer desde la histeria. ¿Cómo podemos relacionarlo con los impasses de la relación que no hay entre los sexos? Miller, desarrolla en 1991 la sugerencia de Lacan respecto a los efectos eróticos que tendría sobre un “verdadero hombre” - ese que va directo al grano y sin rodeos-, la exhibición por parte de una mujer de un postizo a manera de falso pene bajo un vestido de fiesta. Tal señalamiento, dejaría ver el efecto erótico en el hombre frente a una mujer que se presta a pavonearse como castrada, dispuesta a mostrar los signos de la alteridad. Sin embargo, a partir de 1993, la “mujer con postizo” representará para Miller más bien la falsedad o inautenticidad femenina sometida a la significación del tener, donde será prioritario que esta agregación artificial de lo que no tiene, quede escondida, velada, pudiendo simular que es de su propiedad. Se trataría entonces de distinguir la mujer fálica situada desde el tener el falo, de la mujer que se constituye del lado de ser el falo. Mientras la primera protegería su bien con un rasgo de exceso; la otra, haría ostentación de la falta. Pero en ambos casos, tanto si no se toma muy en serio la falta y la ostenta, como si la toma demasiado en serio y la oculta, se trataría de la ostentación de un semblante. Por otro lado, según Miller, la mujer “verdadera” sería aquella que permitiría al hombre manifestarse como deseante al asumir ella los semblantes del “menos”, por lo tanto, la

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Miller, J-A., De mujeres y semblantes, Cuadernos del pasador, Buenos Aires, 1993, p. 88. Ibíd., 1993, p. 89.

contrapone a la “mujer con postizo” que más bien “denuncia al hombre como castrado, y no pocas veces se completa con un hombre así, a quien mantiene en la sombra”6. Es decir, Miller ha pasado en estos años a considerar la “mujer con postizo”en el lugar del tener, del hacer parecer que no le falta nada ni nadie, lo que lejos de amenazar al hombre, en realidad lo tranquiliza, pues para el hombre: “Es más tranquilo hacer pareja con la “mujer con postizo”, para poner su propio bien en una caja fuerte. Esa “mujer con postizo”, que no parece castrada, no amenaza al hombre, pues no exige de él que sea deseante (…)”7. Hacer esta diferenciación, le permite a Miller situar como contraparte de la “mujer con postizo” que quiere y busca el respeto de los semblantes fálicos, a la mujer verdadera que no respeta a nadie ni a nada, y denuncia al falo mismo como un semblante respecto del goce8. Si esa mujer verdadera, esa mujer femenina cuyo goce desborda el falo y todo significante, se ubicara en una posición más allá del falo, ¿cómo se relacionaría al goce fálico? ¿Denunciar al falo no sería una posición igualmente histérica que velarlo y cuidarlo? Si la histeria es una estructura y no una enfermedad contingente de la que pueda uno librarse ¿es la histeria un callejón sin salida para las mujeres?¿Es el goce fálico la única posibilidad para las histéricas? ¿Hay posibilidad de ir más allá del goce fálico en la histeria o esta posibilidad del “goce otro” sólo es posible para los sujetos –mujeres o no- que hayan elaborado su castración?

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Ibíd., 1993, p. 96. Ibíd., 1993, p. 97. 8 Ibíd., 1993, p. 98. 7

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