Ezequiel Gatto - Lo familiar después la familia. Una conversación con los organizadores de “Jam en familia”.

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Descripción

Lo familiar después la familia Una conversación con los organizadores de “Jam en familia”. Ezequiel Gatto Como parte de los cambios notables en las relaciones familiares, nuestra contemporaneidad también ha modificado el ordenamiento sensible de sus cuerpos. Otros disciplinamientos y violencias, otras formas de afecto, otros deseos, otras presencias y representaciones, otras proximidades y distancias. Lo “nuclear” de la familia también puede leerse como su consumación en una explosión atómica que ha vuelto difícil responder por lo que ella es y obliga, por eso, a rastrear las tramas finas de las instituciones y subjetividades que componen los diversos agrupamientos familiares actuales. En estas condiciones, ¿qué pasa cuando cierta práctica artística performática se acerca al lazo familiar no para representarlo sino para experimentarlo? Esa interrogación surgió cuando un amigo, Fernando Pellegrinet, me contó que junto a Ornela Sabbattini y Abigail Nant estaban organizando un jam de danza destinado a la familia. Enseguida le pregunté qué entendía por familia y me dijo que la condición para ingresar era ir en parejas compuestas por un adulto y un niño que se conocieran (podían ser hijos, sobrinos, nietos, hijos de amigos, etc). Al toque le pregunté si podía ir a ver y me dijo que sí. El día que los visité, le prometí que alguna vez iría a bailar. Creo que no me creyó, pero yo sé que lo voy a hacer. ¿Cómo nació el proyecto? OS: En el 2013 trajimos desde Barcelona a Juan López, un artista argentino conocido acá por haber ideado “Ciudades que danzan”, una red internacional de festivales de danza que aquí se materializa en el festival El Cruce. Juan, a partir de un pedido, había empezado a programar en España Danza en familia, una especie de clase para nenes de cuatro a doce años acompañados por un adulto. Cuando vino a Rosario, Abi y yo nos capacitamos con él. Nuestro desafío era ver cómo enraizábamos en Rosario esa idea, así que nos reuníamos en casa de una de las chicas, con hijos o sobrinos, siempre hay un niño dando vuelta. Ahí vimos la diferencia entre los más chiquitos y los que ya tienen experiencias de institucionalización, respecto a asumir pautas, intercambiar roles. Y pensando cómo hacerlo, un día se me vino la idea de jam en familia. Como nunca había dirigido un jam, le pregunté a Natalia Pérez [Profesora de Expresión Corporal] que se dedica al tema y ella me contactó con Fer. FP: Yo ya bailaba contact improvisación cuando, en 2012, fui a Berlín y me enteré de un jam familiar. Me pareció una idea buenísima. Cuando en 2013 armamos los jam de adultos en el CEC con Natalia, se lo comenté. Ella lo recordó cuando habló con Ornela y me presentó a las chicas. A propósito de las nominaciones, ¿por qué llamarlo “en familia” y no, por ejemplo, “para adultos y niños”? OS: Viene de la raíz del proyecto de Juan, “Danza en Familia”, pero sobre todo porque se puede pensar en la familia no como lo sanguíneo sino como una tribu. Como un adulto que cuida. Dentro de ese espacio de juego, el adulto se siente responsable de todo lo que está pasando. FP: La familia pasaría a ser todo el grupo que está bailando en el jam. Hay una idea de cuidado colectivo. AB: De hecho va mucha gente que no son familiares entre sí. OS: Yo remarcaría la idea de vínculo. Lo que se evidencia es el vínculo. Lo ves cuando una madre intenta bailar con su hijo, o con otro y el hijo no la deja. Eso es experimentar el vínculo. La familia somos los adultos que estamos cuidando. ¿Cómo funciona el jam? OS: Nosotros pautamos un inicio, para romper el hielo y conocernos, pero después se da más libertad. Y ahí se ve no sólo el baile sino el diálogo corporal. Sin palabras, te das cuenta las tensiones, las distensiones que se generan. Los acuerdos, los silencios, las miradas. AN: Nunca sabés qué va a salir. F: La idea es que en el transcurso del jam, al menos momentáneamente, se rompan esas estructuras que uno tiene tan fijas, y que a veces son dolorosas, como un nene que no puede estar sin la mamá o que no deja que los padres bailen juntos. Y al revés también, ¿no? Los padres que no pueden soltar a sus hijos. F: Totalmente.

OS: Pienso que debe ser difícil cuando uno va con un hijo con la expectativa de bailar juntos y llegás y no quiere bailar con vos. El nene parte de la base de que el adulto está disponible. Ellos pueden ir y venir porque suponen eso. F: En un ensayo que hicimos, el hijo de Ornella se venía a jugar conmigo y mis sobrinos. Pero en un momento que alguien quiso hacer algo con ella volvió enseguida con la madre. Así es fácil. A mí me hizo pensar cuánto de lo social se pone en juego. Se suele decir que es psicológico, que es un proceso de elaboración del chico respecto a las dificultades de separarse. Pero ¿cuánto hay de lo social respecto a la madre como la figura más fuerte durante el primer tiempo? ¿No podría ser de otra manera? Si existiera más el concepto de tribu... Para que eso suceda, el rol adulto es clave. En ese sentido, me parece importante el asunto de la disponibilidad a participar en un proceso creativo con los chicos. Cuando me enteré de lo que iban a hacer me interesó ese aspecto. Tengo una idea de familia como lugar donde el encuentro o el deseo creativo no es lo que hace lazo. FP: Es fuerte ver el rol de los adultos en los jams. Gente que no se quiere descalzar o sentar en el piso. Poca disponibilidad corporal. AN: Que no es otra cosa que lo que sucede en sus casas. OS: Los adultos, en general, están poco disponibles. Estoy leyendo un libro de [Daniel] Calmels, “Fugas. El fin del cuerpo en los comienzos del milenio”, que habla de la presencia de las pantallas como un modo de entrenamiento sobre la chicos para la vida adulta. Cero movilidad, que hagan todo con un dedo. Quiero creer que espacios como éste son pequeños lugares de experiencia y resistencia a lo que está pasando. Son agujeritos en el sistema, donde uno puede airear un poco. AN: Como contracara, son interesantes las devoluciones de las familias. Lo que dicen, cómo se encontraron con su hijo de una forma inédita. Descubren cosas que no sabían que existían. F: A una nena, cuando la vieron bailar, la madre y la abuela flashearon. Mostró un talento increíble. Claro, el elemento sorpresa o desorientador parece fundamental OS: Sí. Porque alguien puede ser un bailarín acostumbrado a ir a jams, pero nunca con su hijo. O puede haber una madre que va a todos lados con su hijo pero nunca a un lugar donde tenga que poner tanto el cuerpo. A lo mejor va a una obra de teatro, al cine, a los jueguitos. Ahí está más de espectadora. Poner el cuerpo, compartir la experiencia, es diferente. No somos psicólogos pero ponemos el vínculo en evidencia. FP: De todos modos, creo que a largo plazo uno puede intervenir. Hacemos cosas para cambiar ciertos vínculos. Hay chicos que se entusiasman mucho y se pierden en la familia del jam. Y la madre es feliz con eso, y ella también se pierde en el baile. Para mí ésa es la escena ideal. AN: Se nota la diferencia entre los que van por primera vez y los que ya han ido. Los chicos ya entraban al jam como si fuera la casa. Sin esperar, empezaban a jugar y bailar con cualquier adulto. Sabían que esa era la regla en ese horario. Que cualquier adulto iba a estar disponible. Los fundamentos que mencionaron antes (poner el cuerpo, el tema de las pantallas, la crianza), ¿ustedes lo plantean de alguna manera explícita? OS: Ni siquiera lo hablamos entre nosotros. AN: Nosotras dos estábamos leyendo el mismo libro y, como damos clases juntas, charlamos de cómo seguir. OS: No salimos con la bandera de la Revolución Corporal. F: Hay cosas que se conectan con eso implícitamente. La pregunta sobre qué es bailar, por ejemplo. Desde la danza clásica, que ha dejado afuera un montón de gente, para acá, ha producido un montón de sufrimiento. OS: Juan López decía que hacía esto para quitarle la danza a los bailarines y devolvérsela a la humanidad. Más que eso no te puedo decir. Si la danza comenzó en tribus, todos bailando. Volvamos a eso. ¿Van hombres, niños y adultos, al jam? AN: Sí, van. Cuando fue mucha gente casi la mitad de los eran varones. F: En cuanto a los adultos, son una minoría. Han ido un par de papás, un tío. Pero lo notable es que el que suele ir está decidido a participar. Son pocos pero comprometidos. Es una meta lograr que vayan más. ¿Lo van a hacer este año? F: Creo que sí. Nos agarraste antes de la primera charla. OS: Estamos buscando un espacio. Sucede que la cocina no es fácil, proponemos una idea, la probamos. No es sólo “el sábado hacemos jam”. Lo probamos con nuestro alumnos en las clases. El tema es que a veces se

anotan veinte familias y terminan yendo cuatro. Es complejo movilizar una familia. F: Una cosa que me llamó la atención en este sentido fue cómo gente que mostraba interés en asistir terminaba no yendo porque privilegiaba programas de fin de semana que tenían que ver con los intereses de los adultos y no de los niños. AN: Como si no pudieran salirse de las formas de todos los días. F: También hay mucha gente interesada que me termina confesando que no va porque le da vergüenza. Es fuerte: es un contacto corporal intenso. Hay que gente que no aprendió a tocar o a ser tocado si no es desde lo sexual o lo violento. Otras formas cuestan. Quizá un motivo de la ausencia sea el temor a no poder manejar ese malestar. Bueno, Jam en familia puede ser eso también. Aprender a manejar ese malestar. ¿Cómo dialoga lo que están haciendo con las violencias?. ¿Cómo creen que estos espacios pueden servir para procesar algo de eso en el plano familiar? OS: No sé si en general hay más violencia o está más visibilizada. Por otro lado, es difícil poner un límite a un hijo de un modo no violento, sea corporal o lingüístico. El límite corta algo, necesariamente. ¿De qué manera lo haces? Porque por no hacer cosas que hicieron nuestros abuelos y padres, no ponemos límites. Y a la larga eso genera más violencias. Entonces, ¿como funcionaría la violencia en una tribu? OS: En una tribu hay otros cuerpos que hacen de límites. Yo creo que la ausencia de límites es, básicamente, ausencia de cuerpos.

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