Espacios que construyen ciudadanía: La Educación Patrimonial en la Gestión del Patrimonio Cultural desde América Latina

September 19, 2017 | Autor: Z. García Valecillo | Categoría: Patrimonio Cultural, Gestión Cultural, Educacion patrimonial, Gestión del patrimonio
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Descripción

EDUCACIÓN PATRIMONIAL

[13] ESPACIOS QUE CONSTRUYEN CIUDADANÍA: LA EDUCACIÓN PATRIMONIAL EN LA GESTIÓN DEL PATRIMONIO CULTURAL DESDE AMÉRICA LATINA Zaida García Valecillo

Venezuela Revista Ámerica Patrimonio

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Resúmen

Abstract

Durante la primera década del siglo XXI comienzan a observarse cambios en las estrategias y metodologías en la gestión del patrimonio cultural, particularmente en América Latina. En esta región el patrimonio está adquiriendo nuevos roles sociales como factor de desarrollo sostenible y formación ciudadana. Por ello, se están realizando proyectos de gestión del patrimonio como herramienta para mitigar los altos índices de pobreza y detener la pérdida del sentido de pertenencia en diversas poblaciones principalmente aquellas bajo riesgo. En este trabajo se presentan los resultados de un análisis de la Educación Patrimonial (EP) como herramienta de gestión patrimonial y su influencia en la formación de la ciudadanía en América Latina. Dicho análisis se fundamenta en: 1.- El rol social de la gestión patrimonial; 2.- Las interconexiones entre la construcción de ciudadanía, la gestión del bien patrimonial y la EP; 3.- La formación ciudadana como mecanismo para la participación y apropiación del patrimonio cultural. Para ello se realizó una investigación documental donde se contrastaron diversos autores y enfoques para establecer categorías de análisis que permitieran establecer las mejores prácticas dentro de estas nuevas tendencias.

Changes in strategies and methodologies to manage cultural heritage took place over the first decade of the 21th century, particularly in Latin America. In this region of the world, cultural heritage is gaining new social roles as a factor to sustainable development and citizenship education. Thus, cultural heritage management projects are being developed in order to reduce high poverty rates and halt the loss of sense of belonging among many populations, especially those under risk. This article shows the results of the analysis of cultural heritage education as a tool for cultural heritage management and its influence on citizenship education in Latin America. Such analysis is based on: 1. - The social role of cultural heritage management; 2. - Relations between the establishment of a cultural heritage awareness, cultural heritage management and education on cultural heritage; 3. - Citizenship education as a mechanism for encouraging the citizen participation and developing the sense of belonging in cultural heritage matters. Hence, this documentary research goes through different authors and approaches in order to set up some cathegories of analysis that allow us to determine the best practices from these new trends.

Palabras claves: Patrimonio Cultural, Educación Patrimonial, Gestión Patrimonial, Formación ciudadana.

Key words: Cultural heritage, Cultural Heritage Education, Cultural Heritage Management, Citizenship Education

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INTRODUCCIÓN Los bienes patrimoniales que se encuentran en la ciudad, se niegan a ser encerrado entre planos, vitrinas decorativas o espectáculos. Ellos constantemente interactúan con los ciudadanos, bien sea para reafirmarles sus valores identitarios o proyectarles la imagen de un lugar de tránsito, un no lugar como lo señaló Marc Augé. La ciudad nos habla de quiénes fuimos y quiénes somos, a través de los patrimonios culturales y lo que representan en cada ámbito de la sociedad. Esta constante relación entre ciudad, patrimonio y ciudadanos abre múltiples perspectivas al diseño de propuestas para la formación de una ciudadanía cultural. En tal sentido, analizaremos cómo la gestión patrimonial puede contribuir al fortalecimiento de la autoestima, el sentido de pertenencia y la valoración del patrimonio para la formación de una ciudadanía cultural. Este análisis se fundamenta en tres grandes aspectos: 1.- El rol social de la gestión patrimonial; 2.- Las interconexiones entre la construcción de ciudadanía, la gestión del bien patrimonial y la educación patrimonial (EP); 3.- La formación ciudadana como mecanismo para la participación y apropiación del patrimonio cultural, particularmente en el contexto Latinoamericano. Es importante que los gestores de la ciudad tomen conciencia del papel que tienen los ciudadanos en la sostenibilidad del PC y asumir que éste es un escenario de aprendizaje. En el cual las estrategias educativas actúan como un vehículo para establecer interconexiones entre los distintos actores y los valores patrimoniales individuales y colectivos. De esta manera, los ciudadanos y especialistas visualizan la ciudad que tienen y que quieren. Este proceso visto desde una perspectiva de sostenibilidad permitiría a los ciudadanos incidir en la toma de decisiones y comprometerse en la conservación de sus bienes patrimoniales. LA GESTIÓN DEL PATRIMONIO DESDE AMÉRICA LATINA Desde el siglo XIX el patrimonio cultural en América Latina era un vehículo unificador del Estado-Nación moderno. Esto implicó establecer una “cultura

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nacional” a través de algunos bienes patrimoniales (García Canclini, 1995). Los cuales eran expuestos en los museos y el sistema educativo ratificaba su valor de manera uniforme, en consecuencia, se afirman las diferencias entre “lo culto” y “lo popular”. Ya en el siglo XX, la gestión del patrimonio se centró en la sistematización de la investigación, conservación y protección legal de los bienes tangibles. En este contexto la actividad educativa estaba dirigida, principalmente, a los especialistas y la difusión de colecciones en museos. En América Latina tenemos 93 patrimonios mundiales tangibles y 48 intangibles, muchos de estos se gestionan en condiciones sociales, económicas, políticas y geográficas significativamente adversas. Para el 2009 en la región se tenía un estimado de 189 millones de personas que viven en pobreza. De las cuales 5 millones de personas están en situación de indigencia (CEPAL, 2009). Este panorama ha llevado a que se generen grandes migraciones a las ciudades, incluso fuera de su país. Además es una región con alto riesgo sísmico (México, 1985; Chile, 2010; Guatemala, 2012; entre otros) y se ve afectada por los efectos del cambio climático (incremento de inundaciones y huracanes), causando un fuerte impacto en las poblaciones más desasistidas y en las estructuras patrimoniales. Muchos de los bienes patrimoniales conviven en medio de estos contextos y los gestores son mediadores en los diversos conflictos que se generan. Cada vez observamos con más frecuencia la desconexión entre los ciudadanos y sus bienes patrimoniales. Algunos patrimonios se encuentran esperando que el sol, el agua y el olvido los destruyan; otros se convirtieron en grandes centros turísticos, donde el PC no adquiere nuevos significados para las siguientes generaciones, ni relevancia en la dinámica cotidiana de los ciudadanos. Esta situación la hemos denominado muerte social del patrimonio cultural, lo cual nos lleva a plantearnos la necesidad de generar mecanismos de gestión social del patrimonio que conlleven al fortalecimiento del sentido de pertenencia. Estamos en una sociedad posmoderna marcada por el consumo, la moda y lo efímero, que gira en torno al espacio individual y simultáneamente exige el reconocimiento a las diferencias (Lipovetsky, 1996).

Esto ha generado elementos identitarios a partir de íconos globales, pero simultáneamente surge la inquietud por la defensa de la diversidad cultural. En la ciudad, tanto el colectivo como el individuo necesitan establecer cuáles serán sus identidades culturales y la relación con éstas. Para ello se requieren elementos distintivos, lugares con memoria y significación como los PC. En Latinoamérica esta relación dependerá de cuan accesible sea el PC como lugar dotado de las condiciones necesarias para alentar el encuentro y la significación (Yory, 2007a). Actualmente, frente a este panorama en América Latina se perfilan dos visiones para abordar la gestión patrimonial (GP). La primera se centra en ver el patrimonio como un capital que se debe gerenciar en términos productivos para la actividad turística. Esto conllevaría a un mayor ingreso económico para el país y por ende podría repercutir en una mejor calidad de vida de los ciudadanos. Sin embargo, habría que preguntarse en qué medida esta visión incide real y positivamente en los problemas sociales y económicos de las áreas patrimoniales. Dentro de este enfoque cobra importancia la comunicación como parte del servicio a los visitantes y la ejecución de actividades educativas (generalmente al público escolar). En la mayoría de los proyectos de gestión figura la palabra “educación” como un elemento importante; cabe revisar si este enunciado tiene su correlato en los recursos económicos asignados a esta área. La segunda visión aborda la GP desde un modelo de sostenibilidad donde se toma en cuenta las diversas problemáticas del sitio. Esto implica el trabajo mancomunado entre especialistas, instituciones involucradas y ciudadanos por establecer mecanismos de gestión. Desde este enfoque, la gestión se perfila hacia el abordaje de problemáticas cada vez más complejas; interviniendo no sólo en la conservación de los PC, sino en aspectos ambientales, calidad de vida, desarrollo urbanístico, entre otros. En algunos casos dicha gestión ha sido parte de una política de Estado y sus áreas de actuación se han expandido hacia las ciencias sociales, buscando abarcar el fenómeno patrimonial en su totalidad.

Gestión Patrimonial Participativa Desde la Convención de Río en 1992, se hace evidente la necesidad de incorporar a los diversos actores sociales involucrados y realizar acciones con miras al desarrollo sostenible, estas ideas han permeado en la gestión del PC; esto implica incorporar a los diversos sectores de la sociedad y sus inquietudes. Para ello, es importante fomentar procesos participativos donde los actores sociales que se vinculan con el PC puedan ser parte, tener parte y tomar parte en la gestión. De esta manera, la participación mejora la toma de decisiones, fomenta la comunicación y reduce el riesgo de que los participantes rechacen los resultados (López, 2006). Lo cual contribuirá a la permanencia en el tiempo de las acciones conservativas o salvaguarda y compromete a todos los sectores de la sociedad. Por lo tanto, es importante generar un proceso de empoderamiento que conduzca a la participación sistematizada de los ciudadanos en el proceso de gestión. Lograr una conservación efectiva del patrimonio … pasa necesariamente por auspiciar procesos que generen dinámicas económicas sostenibles, junto con el empoderamiento colectivo de los espacios y de los bienes culturales. Ello incluye a los habitantes del sitio, como memoria viva del lugar, con su patrimonio inmaterial. (Caraballo, 2008: p. 42) Es claro que la acción coordinada entre los profesionales del patrimonio, los entes del Estado y las comunidades locales es un requisito para acercarse a la sostenibilidad. Para ello, se requiere la aplicación de estrategias de gestión social; entre las que destacamos las educativas y comunicacionales. Las primeras se centran en el diseño de didácticas específicas para abordar la relación entre el patrimonio y las diversas audiencias. La segunda, vista no como transmisión de información o proyección institucional, sino como un área de estudio que tenga incidencia en la percepción de los bienes patrimoniales en una comunidad y cómo los ciudadanos se comunican, reflexionan y actúan frente al proceso de gestión. En América Latina se puede observar, en las últimas décadas, proyectos de gestión que señalan como ejes centrales los procesos de participación y desarrollo local; por ejemplo: Centro Histórico Quito y Lima, Barrio La Candelaria en Bogotá o proyecto UNESCOXochimilco en México.

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EDUCACIÓN PATRIMONIAL, UN ESPACIO POR CONSTRUIR Tradicionalmente, las actividades educativas dentro del ámbito patrimonial estaban dirigidas a la capacitación técnica, estudios de postgrado o educación en museos; siendo esta última área la de mayor innovación en el diseño de estrategias. Fuera del recinto museístico eran pocos los planes de manejo que incluían amplios programas educativos que trabajasen la valoración social del PC. En las últimas décadas podemos observar un incremento significativo de proyectos educativospatrimoniales y su documentación e investigación sistematizada. Esto nos lleva a pensar en la Educación Patrimonial (EP) como un espacio de conocimiento específico con sus propias dimensiones y problemáticas investigativas. En tal sentido, autores como Pastor (2004), Fontal (2008), entre otros, ponen en evidencia el estudio de la Educación Patrimonial (EP) como un área multidisciplinar. Cada autor, desde sus enfoques particulares, analizan la importancia de los aspectos teóricos, metodológicos y didácticos. La EP debe buscar que “nos concienciemos, de que nos sensibilicemos hacia el patrimonio, sí, pero, sobre todo, de lograr que forme parte de nuestros círculos de identidad… La educación patrimonial constituye un nexo o puente que pretende conectar al patrimonio con sus legatarios: una misma realidad” (Fontal, 2008: p. 45-46). Por otra parte, se debe destacar la importancia de la EP como un factor dentro de la educación permanente de la sociedad (Pastor, 2004). Desde América Latina, estas visiones se ven complementadas con autores que le añaden elementos ambientales y sociales a la definición ya antes presentada. Desde el contexto brasileño conciben la EP como: “…un proceso permanente y sistemático de trabajo educacional centrado en el patrimonio cultural como fuente primaria de conocimiento y enriquecimiento individual y colectivo… La Educación Patrimonial es un instrumento de “alfabetización cultural” que posibilita al individuo hacer una lectura del mundo que le rodea.... Este proceso conduce a una mayor autoestima de los individuos y comunidades y la valoración

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de la cultura brasilera ... El conocimiento crítico y la apropiación consciente de las comunidades de su patrimonio son factores indispensables en el proceso de preservación sustentable de sus bienes, así como el fortalecimiento de los sentimientos de identidad y ciudadanía” (Horta, Grunberg y Monteiro,1999: p.6) La presente definición surge desde un enfoque de formación crítica del individuo; donde la EP es parte de un proceso de sustentabilidad del bien patrimonial y la sociedad; donde patrimonio es el medio para la conformación de una ciudadanía reflexiva y alto sentido pertenencia. De esta manera, la EP es un mecanismo de aprendizaje social y fomento a la responsabilidad individual frente al legado cultural. Por otra parte, la EP permite “la resignificación de un espacio a partir del patrimonio cultural… oportunidad que los alumnos participen en el conocimiento de la historia de sus culturas” (Campam, 1997: p.12). En ambos autores se establece el bien patrimonial como recurso para el aprendizaje, una manera de conectar a las personas con su diversidad cultural y profundizar en la reflexión sobre los procesos históricos y la sociedad actual. Como podemos observar estos planteamientos visualizan la EP más allá de la adquisición de conocimientos; trasciende las aulas y lleva la EP a la conformación del ciudadano, sus valoraciones y acciones frente al patrimonio. Una señal de la importancia que está adquiriendo la EP es su incorporación a la estructura organizativa de instituciones gubernamentales; tal es el caso del Instituto de Patrimonio Histórico y Artístico Nacional de Brasil. El incremento de proyectos puntuales como: Kit educativo “Nuestro patrimonio cultural” (Perú) y Educación en Valores Patrimoniales para los Habitantes de la Poligonal de Xochimilco, (México). Así como, el desarrollo de áreas como Museo y Territorio (Museo de Antioquia, Colombia) que trabaja procesos de apropiación social del patrimonio en comunidades. Por otra parte, la creación de páginas web interactivas como: Nuestro Patrimonio (DIBAM, Chile), Pasos (Municipalidad Viña del Mar, Chile), entre otras. Otro indicador del rol de la EP en la gestión del PC en América Latina es su incorporación en eventos científicos de PC o la realización de eventos específicos como el V Congreso de Educación, Cultura y Patrimonio (Chile). De igual modo destaca un volumen significativo de

artículos publicados en revistas científicas referidos a EP. A través de las experiencias ya mencionadas, y muchas otras, se evidencia el empleo de enfoques y metodologías particulares para abordar la EP en América Latina. Por ello, creemos que es importante hacer un seguimiento a las investigaciones de EP en la región y profundizar en el análisis de las ideas que subyacen en estas. En tal sentido, se abra la posibilidad de analizar ¿cuál es la percepción que tienen los ciudadanos frente a sus PC?; ¿Cómo generar aprendizajes en los ciudadanos que vayan más allá de lo cognitivo; aprendizajes que mejoren las relaciones sociales entorno al PC?; ¿Cómo fomentar procesos de diálogo, donde cada participante enseña y aprende?; ¿Cuáles son las tendencias en los enfoques aplicados dentro de los proyectos de EP?. Esto nos lleva a estudiar las posibilidades educativas del PC para la construcción de una ciudadanía cultural que participe en diversos roles de la gestión del PC. Entendiendo por ciudadanía cultural, al “… asumir más compromisos y más protagonismo en los asuntos que conciernen a la sociedad y a las relaciones entre ciudadanos y de éstos con el Estado, en una ciudadanía activa que adquiere así el estatuto de una ciudadanía cultural”. (Bravo, 2001: pp 108).

Formación ciudadana y patrimonio cultural “apropiado” La ciudad es el espacio por excelencia donde las personas se reúnen para convivir, aprender y participar de la vida social y política, ejerciendo su rol ciudadano. Es indudable que la ciudad es un agente educador; ahí aprendemos a establecer vínculos simbólicos y afectivos con el PC o verlo como espacios de tránsito, ajenos a nosotros. Sin embargo, ese potencial educativo de la ciudad y su PC debe ser sistematizado en función de objetivos de desarrollo social. Lograr que sea un lugar de convivencia y expresión de los valores culturales que identifican a sus ciudadanos, es el reto. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) señala a finales de los años 90, que “durante el próximo siglo las tres quintas partes de la población mundial habitarán en ciudades, veintiuna de las cuales serán mega-ciudades de más de diez millones de habitantes” (citado por GómezGranell y Vila. 2001: p 14). En América Latina tenemos dos mega-ciudades (Ciudad de México y Sao Paolo), la mayoría de las capitales supera el millón de habitantes y en muchas de éstas su crecimiento es inequitativo. Lo cual ha traído como consecuencia “escenarios caóticos de mercados informales donde multitudes tratan de

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sobrevivir bajo formas arcaicas, o en las redes de la solidaridad o de la violencia” (García Canclini. 1995: p.18). Esto nos lleva a preguntarnos, como gestores patrimoniales, ¿cómo los habitantes se apropian de los valores patrimoniales de su ciudad y conviven con ellos?. En ciudades donde sus ciudadanos se identifican poco con sus bienes patrimoniales, el compromiso y grado de participación para su protección, a largo plazo, será reducido. Dando como resultados que las acciones de conservación y restauración causan escaso impacto en la valoración social del patrimonio y los esfuerzos y costos de la gestión se incrementan. Si tomamos en cuenta el contexto social latinoamericano descrito anteriormente, resulta importante reconciliar al ciudadano con sus valores culturales locales. De ahí la necesidad de incorporar a los planes de manejo objetivos vinculados a la apropiación social de los bienes patrimoniales y la formación de una ciudadanía cultural activa. En tal sentido, las ciencias sociales, y en espacial, la educación patrimonial podría actuar

en cada etapa de los proyectos de gestión, a través de: diagnósticos participativos, creación de comunidades de aprendizaje, difusión, formación técnica, sensibilización, museografía didáctica, interpretación del patrimonio, EP en la web, entre otros. Existe un desconocimiento de la ciudad que se habita y una omisión de las posibilidades pedagógicas que ofrece la ciudad. Los procesos educativos se enfrentan a poblamientos urbanos, muchas veces desplanificados; situaciones de conflicto social y político; patrimonios culturales muchas veces sin conexión clara entre los ciudadanos y su memoria histórica. Existen pocos espacios públicos de participación donde los ciudadanos expresen sus percepciones sobre los PC, mucho menos la capacidad de incidir en su gestión, ejerciendo así su responsabilidad ciudadana. Con frecuencia se observa innumerables acciones que agreden al patrimonio, hasta aislarlo de los valores sociales e identitarios de la ciudadanía. Es aquí donde la EP debe buscar que el

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ciudadano perciba el patrimonio como un espacio o acción que invita a dialogar, disfrutar, conocernos y a ejercer su ciudadanía; para ello es importante analizar el papel que tiene el patrimonio cultural en la formación de la ciudadanía. Si la meta de la gestión patrimonial es la sostenibilidad de los bienes patrimoniales y la sociedad, la relación presente-pasado debe ser trabajada en conjunto con los actores sociales locales y su concienciación. El espacio patrimonial debe ser usado “…, con un equilibrio entre la construcción de ciudadanía y valores, y la construcción de riqueza. El patrimonio que no genera riqueza social es rechazado por la propia sociedad, y si sólo generamos riqueza social, sin la concientización de las nuevas generaciones, ese patrimonio está destinado a desaparecer. Ese equilibrio hay que trabajarlo en conjunto”. (Caraballo, 2007: s/d). Es necesario impulsar procesos participativos fundamentados en la confianza y el respeto entre ciudadanos y gestores para enfrentar los desafíos. La formación ciudadana como parte de una política social, económica y cultural para la construcción y legitimación del sentido de lo público, a través de la organización social y participación real de los ciudadanos. Lo cual se encuentra íntimamente ligado al fortalecimiento del tejido social y al desarrollo de la sociedad civil en la construcción y apropiación del espacio público (Yory, 2007b). Los programas de formación ciudadana se dirigen hacia el aprendizaje de competencias para incidir activamente en los campos vitales de la vida social. Para ello, se deberán tomar en cuenta: El reconocimiento del contexto donde se realizará el programa; la definición de los supuestos normativos que reflejan el ideal de orden social que se quiere construir; delimitar las dimensiones que establezcan el horizonte del programa de formación de las competencias ciudadanas y su finalidad y por último, establecer cuáles son las habilidades que se busca promover a través del programa. De esta manera, los distintos actores sociales que hacen vida en espacios patrimoniales se organizan en función de intereses comunes. Sobre la base de sus recursos internos y las relaciones que establezcan con otros grupos; de tal forma, que se logre un grado de autonomía. Lo cual se reflejará en la “… capacidad que tienen los actores sociales para la formulación de proyectos e iniciativas y en la posibilidad de generar sus propias reglas y normas Ámerica Patrimonio les posibilitan su autorregulación y su vinculación 178 que Revista

con el contexto social” (Delgado y Vasco, 2007, p: 123). Para lograrlo, la EP puede emplear diversos enfoques educativos que promuevan la reflexión crítica de los participantes frente al patrimonio y sus problemáticas. Para ello, tenemos enfoques como: Educación Constructivista centrada en la construcción del conocimiento a partir de los propios intereses, ideas, necesidades, experiencias del educando y su interacción con los aspectos sociales y afectivos del medio donde se desenvuelve (Díaz-Barriga; Hernández, 2002). Por otra parte, la Educación Popular se fundamenta en el intercambio de percepciones, conocimientos y necesidades humanas por medio de la reflexión de la realidad y el diálogo. Definido éste como “… una relación horizontal que nace del conocimiento crítico de una problemática” (Freire, 1979: p.11). Alrededor de esta relación constructivista-dialógica es posible desarrollar los cuatro niveles de aprendizaje para la formación integral del individuo, propuesto por la UNESCO: Aprender a Conocer, Aprender a Hacer, Aprender a Vivir y Aprender a Ser (Delors, 1999). De esta manera, la EP patrimonial se vale de tres grandes áreas de acción: Educación Formal y No Formal, Animación Sociocultural e Interpretación del Patrimonio. La primera se centra generar procesos de aprendizaje donde el PC es vehículo para conectar con los valores históricos y ciudadanos, en cualquier nivel del sistema educativo o espacios alternos. Para el proceso de gestión patrimonial es importante estimular el desarrollo de una conciencia crítica de las implicaciones que tiene la conservación del PC. En la segunda área el reto es generar procesos que propicien el diálogo entre los actores sociales y los gestores. Se trata de develar ante los participantes el papel que ha tenido y tiene el patrimonio en la integración social. Esto le permite al gestor sistematizar las experiencias con las comunidades y construir puentes entre ésta, las instituciones y el bien cultural a intervenir. La tercera área, transmite y pone en evidencia los valores y significados de los bienes a través de mensajes que conecten con la sensibilidad de nuestros participantes y sus valores individuales y colectivos frente el PC. Es así como, la Educación Patrimonial en sus distintas modalidades, surgen como espacios de intercambio

que deberá trabajar desde el diálogo y el respecto. Donde cada participante construya sus conexiones personales y colectivas con el PC; evalúe la noción de patrimonio desde su perspectiva e implicaciones en la vida cotidiana. Visto así, esta visión de la EP adquiere una dinámica que va más allá del “conocer sobre historia, arte,…etc”; y se asume como una herramienta de gestión social del patrimonio que se retroalimenta a través de los diversos niveles de compromiso ciudadano que se van alcanzando. En este proceso nace el sentido de pertenencia, no como un discurso académico, sino como una acción clara que expresa mis valores identitarios. Por ello, estamos de acuerdo con el Chef venezolano Sumito Estévez cuando señala que “Todo niño desea poseer un sentido pertenencia, algo que lo afinque a la tierra, actos que le refirmen; y sólo basta que la vida lo atrape adolescente con un fardo de cantos, bailes y fogones para lograrlo. Está en nosotros, padres, darles país… bandera” (Estévez, 2011)

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Autora: Zaida García Valecillo

Profesora en Artes Plásticas. Magister en Arte. Doctora en Educación Artística. Docente e investigadora en Educación Patrimonial y Participación Ciudadana. Universidad Pedagógica Experimental Libertador

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