Espacios funerarios renacentistas en la catedral calceatense, en AZOFRA, Eduardo (ed): La catedral calceatense desde el Renacimiento hasta el presente. Santo Domingo de la Calzada, 2009, pp. 149-200.

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Sobre torres, portadas y plazas. La catedral calceatense entre 1758 y 1770

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ESPACIOS FUNERARIOS RENACENTISTAS EN LA CATEDRAL CALCEATENSE* AURELIO A. BARRÓN GARCÍA Universidad de Cantabria

En 1532, acabadas las obras de la capilla del Santo, así como las obras del crucero y del coro, únicamente quedaba pendiente la liquidación de los haberes de quienes habían pintado los retablos del trascoro. En este momento, el 29 de noviembre de 1532, el cabildo catedralicio acuerda nuevas capitulaciones para repartir el losado de los espacios recientemente reformados como zona de enterramiento reservado a los capitulares y eclesiásticos1. Básicamente giran en torno al sepulcro de Santo Domingo de la Calzada –el Cuerpo Santo en la documentación– que adquiere un protagonismo renovado. Las obras realizadas en la catedral fueron posibles gracias a las limosnas recogidas en su nombre y como la puerta de tránsito es la del Santo, si despejamos con la imaginación los bancos y la reciente cripta, el crucero, que intencionadamente toma el aspecto de una abreviada iglesia de salón atravesada a la nave mayor, contribuye exitosamente a destacar el sepulcro que había devenido en verdadero epicentro del templo, al menos hasta el realzado de la capilla mayor y la erección del singular retablo mayor de Damián Forment. Con los acuerdos tomados en el capítulo referido vamos a intentar aproximarnos a la disposición que presentaba el espacio del cru*

cero catedralicio al que se proyectará la capilla Sámano de forma original y radical. El primer lugar señalado por los capitulares como entierro prioritario fue el espacio que está delante de la capilla mayor de la Trinidad, «de la grada afuera hasta los pilares primeros del coro en derecho». Para este espacio marcaron tres rayas con distancias proporcionales –«se señalaron tres rayas en ygual conpas, repartidas en tres partes e distançias que ayan tanto de la una raya a la otra como de la otra a la otra»– que delimitan tres franjas horizontales y otras tres verticales, con lo que se conforman nueve espacios con precios distintos según la jerarquía de los lugares que, además, duplicaban su tarifa si las tumbas se acompañaban de letreros y escudos de armas. Los que se pretendan enterrar en la parte central de la primera franja, «junto a la grada» deben pagar 6.000 maravedís a la obra y si ponen lápida 12.000, tanto si la acompañan de letreros y escudos de armas como si no. Estamos en un momento en el que la ostentación heráldica y personal comenzaba a ser criticada por inadecuada para un religioso. Para los tercios laterales de la primera franja estipulan la cantidad de 5.000 o 10.000 maravedís en los mismos supuestos manifestados de colocar lápida con inscripción o dejarla llana. En la

Este trabajo se ha realizado dentro del proyecto de investigación del Ministerio de Educación y Ciencia HUM2006-08762. 1 Archivo Catedral de Santo Domingo de la Calzada (ACSDC), Libro IV de acuerdos capitulares, 1526-1560, ff. 44v -45v.

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raya central no se diferencian los tercios y se solicita pagar 4.000 u 8.000 maravedís. Otro tanto sucede en la tercera franja –«junto a devaxo del coro»– para la que se impone un canon de 3.000 y 6.000 maravedís. A continuación, tratan de los espacios que circundan «el cuerpo santo». Para quienes deseen enterrarse «delante el cuerpo santo», es decir, a sus pies pues en principio era poco honroso e irreverente dar la espalda a una tumba respetable2, el cabildo proponía dividir el lugar –«desde el pilar de la pila del agua vendita fasta la puerta del canpanario»– en otras tres franjas proporcionadas. Los entierros en la primera raya pagarán 4.000 u 8.000 maravedís según pongan lápida o no; en la segunda, 3.000 o 6.000; y en la tercera, 2.000 o 4.000. Este último precio acuerdan que sea, además, «para todo el cuerpo de la yglesia» salvo para otros dos lugares que destacan a renglón seguido. Se sabe por otra reunión capitular de 1536 que habían acordado con el obispo Alonso de Castilla preparar solemnemente una capilla para el Santísimo Sacramento. El concierto entre obispo y cabildo se estaba tratando, al menos, desde 1532 pues en la reunión capitular de noviembre de este último año, que es la que estamos comentando, aclararon que «si algun tiempo se hiziere la capilla para el sanctisimo sacramento en los altares de sant Sevastian y 2

sant Llorente», una vez que se acabara la capilla, acuerdan que los que se enterrasen en esta capilla «fasta la pared de los organos»3 paguen lo mismo que quienes se entierran delante del Cuerpo Santo. Podemos sospechar que la disposición de la parte delantera de la capilla del Cuerpo Santo, a pesar de su ampliación reciente, no resultaba satisfactoria tal vez porque, en la práctica, la capilla se encontraba partida por la presencia de un altar junto y adosado a los pies del mausoleo del Santo tal como se conservó hasta mediados del siglo XX4. En tiempos del obispo Alonso de Castilla se pensó reordenar el espacio de la cabecera de la capilla del Santo y la ayuda que había prometido el obispo para realizar la capilla, mil ducados, es lo suficientemente elevada como para pensar no sólo en un espléndido amueblamiento, sino en una nueva ampliación del espacio de la cabecera de la capilla.Volveremos a tratar sobre los distintos destinos que se barajaron para situar la capilla del Santísimo Sacramento y su ubicación final una vez que el gran retablo mayor consumió la donación episcopal. (fig. 1) Por último, las capitulaciones sobre los entierros estipularon pagar 3.000 o 6.000 maravedís a quienes desearan enterrarse «delante la capilla del vachiller Vallejo fasta el canton de la capilla del Cuerpo Sancto».

Cuando en 1604 el condestable Juan Fernández deVelasco organiza el ritual a celebrar en las pompas fúnebres de un miembro de la familiaVelasco, en la capilla del monasterio de Medina de Pomar, toma todo tipo de precauciones para que nadie se siente ni sitúe de espaldas al sepulcro de los fundadores de la familia y señala que todos se coloquen ante ellos sin «bolvelles las espaldas, acordandose del respeto que les tuvieran siendo bibos», Archivo Santa Clara de Medina de Pomar, Signatura 02.05. Horden que se a de obserbar en mi capilla e yglesia del monasterio de Santa Clara de Medina de Pumar en los lugares y asiento de la gente que en ella se junta. BARRÓN GARCÍA, A.A.: «Patrimonio artístico y monumental el legado de Juan Fernández de Velasco y familiares», en El monasterio de Santa Clara de Medina de Pomar. Fundación y patronazgo de la Casa de Velasco. Villarcayo, 2004, p. 260. 3 Se refieren a unos órganos pequeños que estaban arrimados junto a una pared situada a la derecha de la puerta de entrada y casi a la altura del sepulcro del Santo. Estos órganos menores se sacaban en las procesiones principales. En las cuentas del siglo XVI que se han publicado se registran diversos pagos a quienes llevaban el órgano pequeño en las procesiones. Se apuntó también en las cuentas de 1586. El órgano se sacaba en la fiesta del Santo –12 de mayo– y el día del Corpus Christi. Otra fiesta singular era la pascua del Espíritu Santo cuando se echaban a volar «palomas y codornices y otros pajaros».ACSDC, Leg. F-1, Memoria del dinero de la caja del Santo de 1586. 4 Fotografías antiguas muestran el altar existente a los pies del sepulcro del Santo. El arco de plata americana tenía una hornacina que ha desaparecido. Con anterioridad, la vieja imagen del Santo también se presentaba bajo un dosel que fue pintado en 1590 por el pintor Domingo Rodríguez; los mayordomos le pagaron 550 maravedís por dar «verde a los quatro quartones y vermellon al marco en que esta el cielo del altar del Santo». ACSDC, Leg. F-1, cuentas del año 1590.

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Fig. 1. La catedral hacia 1550 a partir del plano de Mélida Poch.

Las capitulaciones estaban preparadas para entierros de clérigos y, en el cuerpo de la iglesia únicamente se consentía volver a abrir las sepulturas para nuevos entierros a parientes hasta el cuarto grado, siempre que fueran beneficiados y se abonara una contribución para la obra de 2.000 maravedís. Estos estatutos requirieron de un nuevo compromiso, refrendado el 29 de marzo de 5

1544, para prohibir tajantemente que se enterraran legos –de ninguna condición ni lugar– en el cuerpo de la iglesia y evitar los perjuicios y escándalos que habían ocurrido por haberlo consentido con algunas personas5. Desconocemos si se estaban refiriendo a Juan de Sámano. Vamos a tratar de las modificaciones y amueblamiento principal de las capillas y para ello presentaremos la ampliación del cuarto de

ACSDC, Libro IV de acuerdos capitulares, f. 105r y v

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la iglesia que se suele decir que se hizo a expensas de Pedro González de Mendoza, gran cardenal, pues en ese espacio se localizan las capillas de losValencia, del bachillerVallejo y de Juan de Sámano, secretario de CarlosV. Nos detendremos en la configuración de este espacio donde se construyó una original capilla que invadía, mediante una concha volada a modo de antecapilla, el reverenciado espacio funerario del Santo. En primer lugar precisamos cuál era la ubicación del coro y dónde se encontraba la capilla de San Llorente y San Sebastián.

tulares. Votaron con habas y la mayoría decidió que la procesión se siguiera haciendo igual, es decir por detrás del coro. (fig. 2)

EL CORO Hemos repartido las franjas de sepulturas delante de las gradas del altar mayor dentro de la capilla del crucero porque pensamos que el coro estaba adelantado sobre el segundo tramo central recientemente construido y de ningún modo a los pies como se ha dicho. Para ello podemos aportar algunas evidencias, muchas de ellas publicadas, aunque no se han considerado adecuadamente. En 1534, se paga al cerrajero Glot dos cerrajas «la una para la puerta de ençima el coro que suben a las claostras»6 que estaba situada junto al cantón del crucero de la nave del evangelio. En 1599 se había bajado el coro y en el cabildo de 19 de marzo de ese año el maestro de ceremonias propuso cambiar el recorrido de la procesión que se hacía a la capilla del Santo y al claustro de modo que se votó para averiguar quienes preferían que se «diese la vuelta por el espaçio que esta delante del choro, o [quienes] por la parte que se haçia antes que el dicho choro se vajase»7, todo ello para evitar ciertos inconvenientes que comentó a los capi6

Fig. 2. Martín de la Haya.Traza del trascoro. 1598.

Pero los argumentos principales se encuentran en el contrato para bajar el coro y las circunstancias que siguieron. Las condiciones fueron publicadas por Martí y Monsó en 1901 y con mucho detalle y acompañamiento de las trazas las ha publicado recientemente José Manuel Ramírez8. Dice el documento de 1598 que se ha de bajar el coro al suelo y pavimento

ACSDC, Cuentas de primicia, 1534. MOYA VALGAÑÓN, J.G.: Documentos para la Historia del Arte del Archivo Catedral de Santo Domingo de la Calzada (1443-1563). Logroño, 1986, p. 77. 7 ACSDC, Actas Capitulares IX, 1595-1606, f. 152r. El 22 de marzo acordaron que otra procesión –la del sábado antes del domingo de Pasión («ante domenican Pasionis») en la que se cantaba el himno Vexilla Regis como en tantas otros lugares– también diera la vuelta al coro: «se aga saliendo del choro y dando vuelta a el yendo por la parte de la capilla de sancta Catherina asta volver delante el altar mayor». Ídem, f. 152v. 8 MARTÍ Y MONSÓ, J.: Estudios histórico-artísticos relativos principalmente aValladolid,Valladolid, 1898-1901, pp. 585586. RAMÍREZ MARTÍNEZ, J.M.: La ciudad de Santo Domingo de la Calzada y sus monumentos, Logroño, 2006, p. 448.

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allí donde les mandara el cabildo «que sera entre los quatro pilares mas avaxo azia los pies de la yglesia», es decir, se retrasó un tramo de nave. El coro alto del monasterio de Santa María de Nájera también se ubicaba en el tramo de la nave mayor que limita con el crucero hasta que en 1535 decidieron retrasarlo a los pies de la iglesia. Otra de las condiciones del plan de 1598 se relaciona con las imágenes del trascoro y resulta muy interesante: debían «baxar todas las figuras y remates como es el Christo Crucificado y Nuestra Señora y San Juan y las dos figuras de la ley viexa y nueva». Al montar el retablo mayor, después de la muerte de Damián Forment, se desplazó parte de él y existió peligro de ruina. Para aligerar el peso hubo que vaciar las figuras exentas y nos parece seguro que entonces se pusieron estas imágenes –más propias de un retablo– en el ático del coro que estaba tan cerca del altar mayor. En el retablo mayor falta el Calvario, tras la ventana central, y las figuras de la Iglesia y la Sinagoga podían estar, originalmente, en los soportes laterales que permanecen vacíos. Además, el retablo tiene adorno para ello y los ángeles pasionarios presentes miran hacia el centro buscando al Crucificado. El dibujo del trascoro, que el proyectista hizo para que los capitulares y contratantes de la obra vieran la apariencia que había de presentar el coro una vez que se bajase, esboza las figuras del Crucificado, María y San Juan en lo alto y son de unas dimensiones impropias para el coro y más acordes con el tamaño monumental que requiere el retablo mayor. En la documentación catedralicia no faltan indicios del traslado al trascoro de las figuras del remate. La figura del Crucificado se colocó muy pronto en el trascoro y nunca debió de subirse al remate del

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retablo porque, antes de levantarlo enteramente, hizo «sentimiento» y amenazó ruina. En 1541 se construyeron andamios y se quitó el retablo viejo y desde 1545 constan diversas intervenciones del cerrajero Dionis y del cantero Domingo de Vidania en la apertura de agujeros y la colocación de barras de hierro para «asegurar el retablo con la obra de canteria». Este mismo año se asentó el coronamiento del retablo y se comenzaron a ahuecar algunas imágenes del retablo para aligerar su peso. En 1547 se ahuecaron las figuras de la segunda bancada y en 1549, las de la tercera bancada, pero no se pudo evitar que este mismo año el retablo hiciera «sentimiento» y se tuvo que recurrir a Mateo Francés –seguramente Mateo de Beaugrant– para que informara cómo remediar el riesgo de ruina del retablo. Al año siguiente Dionis y el carpintero Azpeitia procuraron «remediar el daño del retablo» y pusieron nuevas barras de hierro «quando se aparto de la obra» [de cantería].Además, tres hombres llevaron al hospital del Santo «todo el coronamiento del retablo» y el imaginero Juan Ortiz anduvo siete días y medio «asentando las historias y otras piezas»9. Los problemas de sujeción del retablo y el peso de las grandes figuras del remate harían que no se juzgara prudente subir todas las figuras al coronamiento, sobre todo porque desde hacia algunos años varias imágenes del retablo se habían colocado en otras ubicaciones. En las cuentas del año 1544 se apuntaron tres reales gastados con Dionis, cerrajero, «por çiertas barras y clabaçon que hiço para la filatera del cruçifixo» y se pagó a «Domingo cantero» –Domingo de Vidania– real y medio «por un dia que anduvo ayudando a subir la dicha filatera y agujerar donde avya de estar»10. Esta filatera del Crucificado se colocó en el trascoro pues en las

9 MOYA VALGAÑÓN, J.G.: Documentos…, pp. 95, 105, 112, 116 y 118 para los datos señalados.Aparte del coronamiento se llevaron al hospital «las historias y frisos de la bancada bajera del retablo» pero consta que las imágenes del banco inferior se quitaron para proceder al dorado y policromía. 10 ACSDC, Leg. F-1, cuentas de 1544 (rendidas el 29 de mayo de 1546). Con el término filatera se han de referir a algún tipo de soporte con filacteria. El mismo término se emplea en la documentación para denominar las claves decoradas de las bóvedas.

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cuentas de 1545 se concreta que la filatera la había hecho Borgoñón –Natuera Borgoñón– al que dieron cinco ducados «por la filatera que hiço para el trascoro del Cruçifixo»11. Como hemos visto, en 1545 se comenzó a aligerar el peso de algunas imágenes y Borgoñón realizó otra filatera grande más «para detras del trascoro del Cruçifixo»12, de modo que, según nuestra opinión, muy pronto se colocaron junto a Cristo crucificado las imágenes de María y San Juan. Las figuras de la «ley viexa y nueva» –la Iglesia y la Sinagoga– debieron de ubicarse encima del retablo de los milagros del trasco-

ro. El peso de estas figuras pudo provocar la necesidad de reforzar con barras de hierro el retablo de los milagros pues amenazaba ruina en 156113. Además, consta que Borgoñón había hecho en 1545 otra filatera grande «para delante el Cuerpo Santo»14, justo donde se encontraba entonces el retablo de los milagros que, según esta hipótesis, tenía en el coronamiento dos imágenes, seguramente las de la Iglesia y la Sinagoga. (fig. 3) Por tanto, contra lo que se ha publicado, el retablo ofrecía un remate castellano de figuras al aire y, al menos, se conserva el Cristo

Fig. 3. Cristo crucificado. Santo Domingo de la Calzada y Castañares. 11

MOYA VALGAÑÓN, J.G.: Documentos…, p. 105. Esta filatera la decoró Andrés de Melgar. Ídem, p. 106. 13 El 25 de septiembre de 1561 los mayordomos pagaron 14 reales a Ortuño por 46 libras de hierro que se le tomaron «para hacer barras de yerro al retablo del trascoro que se yba a caer». En el mismo día se pagó un ducado a Dionis, maestro cerrajero borgoñón, «por hacer y labrar seis barras del dicho yerro que las asento en el trascoro de los milagros que se yba a caer». ACSDC, Leg. F-1, cuentas de 1561; parcialmente publicado por MOYA VALGAÑÓN, J.G.: Documentos…, pp. 143-144. Ortuño ha de ser Ortuño de Vergara, vecino de Santo Domingo que en 1570 recibió 8.089 maravedís como fiador del maestro de cantería «Francisco de Caycoa» –Francisco Martínez de Goicoa– que había realizado una pila bautismal. ACSDC, Leg. F-1, cuentas 1570, f. 11v. 14 MOYA VALGAÑÓN, J.G.: Documentos…, p. 105. El pago que Borgoñón recibe por una filatera grande «para delant el Cuerpo Santo» se debe a una segunda filatera en el mismo lugar; Ídem, p. 112. 12

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Crucificado que se puso en el altar construido en el trascoro en 1599. Aunque de expresión más dramática, la disposición de la figura y sobre todo el plegado del paño son semejantes al del Cristo del retablo de Castañares que se contrató poco después de finalizarse la obra del retablo de Santo Domingo15; ambos se relacionan con el Crucificado de Juan de Liceyre en la Seo zaragozana que es obra posterior. Curiosamente los dos crucificados, como el del retablo mayor de Santa María de Palacio y tantos otros, se conservan fuera del retablo, pues era costumbre bajarlos en Semana Santa y acabaron provocando devociones particulares. El 5 de febrero de 1599 –año en el que se sufrió un violento brote de peste– el

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cabildo mandó adornarlo y adecentarlo y que los viernes de cuaresma se dijera en ese altar el miserere mei16. La imagen tuvo muy pronto una fuerte devoción. En 1694 Andrés de Puelles diseñó una hornacina para el Cristo que modificó el espacio del trascoro17. Finalmente, en el siglo XVIII se trasladó a un retablo particular construido en el crucero del lado del evangelio y dedicado al Cristo crucificado que originalmente estuvo pensado para coronar el retablo mayor. Recientemente se desmontó el retablo para colocar en su lugar el retablo mayor de Damián Forment. El Cristo se encuentra en la vieja capilla de San Jorge que fundara Diego López de Zúñiga. (fig. 4)

Fig. 4. Remate del retablo mayor. 15

El retablo de Castañares es obra de Natuera Borgoñón –tan activo en las labores secundarias del retablo calceatense– y de Bernal Forment. Debió de comenzarse en 1544, fecha que aparece en el zócalo. Melgar acabó la policromía en 1555. MOYA VALGAÑÓN, J.G.: «Sobre Bernalt Forment y Natuera Borgoñón», Summa Estudios Homenaje al Dr. A. Canellas. Zaragoza, 1969, pp. 795-804. 16 ACSDC, Libro IX de acuerdos capitulares, 1595-1606, p. 154r. 17 ACSDC, Leg. 5/32. Las condiciones para el cerramiento del retablo del santísimo Cristo las ofreció el propio Andrés de Puelles; ACSDC, OF-12. Con anterioridad, en 1691 Francisco de Porres había presentado otras condiciones para el marco del santo Cristo; ACSDC, Leg. 88/3.

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Volviendo a las condiciones para bajar el coro, se señaló que, aparte de las imágenes citadas, se bajaran los «tableros de pintura del trascoro y lados de todo el coro».Añade la segunda condición que tras hacer los perpiaños y sotabancos de cantería «como recibimiento de los tres retablos y tableros de pincel de los dichos trascoros asienten sobre el [recibimiento] los dichos tres retablos de pintura con sus ornatos y remates y balcones y todas las otras figuras como estan el dia de hoy». Para mejor acertar en la restitución, debían «sacar en traza el efecto y orden que al presente estan para que se eche de ver quando los buelba asentar» De modo que, entonces, había tres trascoros decorados con tres retablos de pinturas. Uno se hubo de perder en la navidad de 1825, en el incendio del coro. Alguna noticia de este retablo perdido se puede rastrear en la documentación. En 1531 se pagaron siete tablas y una viga «para hazer el retablo de la puerta del coro» y se entregaron a Moreno porque limpió y pintó «ciertas guarniciones del retablo que se puso hazia la escalera del coro». Debió de tasarlo el pintor burgalés Miguel de Espinosa y se encargaron de su hechura Alonso Gallego y Andrés de Melgar18. Restituidos con la imaginación los trascoros a su lugar original nos interesa destacar cómo la capilla del Santo estaba delimitada por el coro que, de alguna manera formaba parte de aquella, pues mostraba a los fieles el retablo de los mila18

gros del Santo. Este espacio rico y devoto escogerá Juan de Sámano para su sepultura. Ha pasado desapercibido el verdadero nombre del tracista que preparó la nueva ubicación del coro: fray Martín de la Haya, que no es otro que el escultor hermano de Rodrigo. Juntos dirigieron las obras del retablo mayor de la catedral de Burgos y son autores de numerosas obras de escultura aunque son casi desconocidas las obras de arquitectura que dirigió Martín19. Algunos años después de la muerte de su hermano, Martín de la Haya ingresó –seguramente en 1583– como monje en el convento cisterciense de Bujedo de Juarros. Allí fue a buscarlo un delegado del cabildo burgalés para que trazara y supervisara las obras del archivo. Los canónigos del cabildo calceatense le encontraron en el monasterio de Valparaíso (Zamora) con la intermediación del abad de Herrera, monasterio cisterciense de la diócesis riojana. Los únicos ponedores de la obra de bajar el coro fueron Domingo de Albítiz –o Alloitiz– y Luis Gabeo20, artistas con contactos con Martín de la Haya. Alloitiz era yerno de fray Martín que antes de tomar la religión había estado casado y tenía una hija, Gabriela de la Haya. Luis Gabeo también tenía vínculos con Santo Domingo de la Calzada, pues estaba desposado con Juana de Montañana, natural de esta ciudad.

ACSDC, Cuadernos de cuentas de primicia, 1531; MOYA VALGAÑÓN, J.G.: Documentos…, p. 55-56. BARRÓN GARCÍA, A.A.: «Martín de la Haya, tracista y arquitecto», Boletín del Seminario de Arte y Arquitectura, Valladolid, LXXIV, 2008, pp. 113-126. Sobre las obras escultóricas, BARRÓN GARCÍA, A.A.: «Los escultores Rodrigo y Martín de la Haya», Boletín del Instituto y Museo Camón Aznar, LXVI, Zaragoza, 1996, pp. 5-66. 20 Domingo de Albítiz y otros miembros de su familia firman como Alloitiz o Alluitiz y, en este último caso, la pronunciación de la u debía de estar muy cerca de la b pues los notarios de Burgos y Santo Domingo de la Calzada trascribieron el nombre como Albítiz. Así lo ha recogido la historiografía desde Martínez Sanz hasta Martí y Monsó o Barrio Loza e Ibáñez Pérez. Modernamente algunos autores mantienen la grafía Albítiz y otros prefieren Alvítiz pero ya que consta que varios procedían de la localidad vizcaína de Alloitiz convendría unificar la grafía adoptando la del lugar de procedencia.Aparte de la obra de bajar el coro, Domingo de Alloitiz escribió las condiciones para la reforma de los pilares y antepecho del patio del hospital del Santo. El 8 de mayo de 1600 ofreció las condiciones por encargo de Florián de Ocio, administrador religioso del hospital. Estaba previsto desbaratar y volver a levantar siete pilares y reparar los restantes.También se debía volver a construir los antepechos del patio y reparar la escalera que comunicaba con el primer piso y la que bajaba a la bodega. La obra se remató en Martín de Solaga que la concluyó a comienzos de 1608. ACSDC, F-5, Memoria del reparo de los pilares y enplentas y pared de la bodega y antepechos de entre coluna y coluna y dos escaleras que estan ruinadas al subir al patio. Los capitulares habían pretendido bajar el coro años antes. Hacia 1591 pagaron 3.000 maravedís a Rodrigo de Rasines y Francisco del Ornadal [Hornedal] por una primera traza encargada por el cabildo; ACSDC, Libro de obras 1576-1630, cuentas del 26 de abril de 1594. 19

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LA CAPILLA DE SAN SEBASTIÁN Y DEL SACRAMENTO Existe cierta ambigüedad sobre los espacios ocupados por las capillas de San Sebastián –asociada a la devoción de San Llorente– y del Santísimo Sacramento, dado que se movieron varias veces de lugar. Es sabido que, hasta el reciente traslado del retablo de Forment al brazo del crucero del evangelio, se ubicaba allí, junto al retablo del Santo Cristo, un retablo dedicado a San Sebastián que se contrató con Diego de Ichaso el 24 de abril de 165021. Con anterioridad, se habían colocado en ese muro unos retablos antiguos de San Sebastián, San Blas y Santa Lucía que, al contratar el nuevo retablo, se ordenaba retirar a la sacristía a la vez que se ponían nuevas efigies de estos santos de vieja devoción local en el retablo recién contratado. Antiguamente este lienzo del crucero estaba ocupado por un retablo dedicado a San Miguel, como han señalado cuantos han estudiado la catedral medieval y como ya lo destacara González Texada22.Al contrario, el retablo de San Sebastián estuvo en la cabecera de la capilla del Santo y aparece citado al menos desde 141623. La renovación de la capilla mayor por Juan de Rasines indujo al cabildo a intentar igualar la apariencia de la cabecera construida en distintos y distantes momentos. Se ha destacado cómo, en 1530, se escodaron los pilares románicos que salen a la capilla del Santo. El cantero Íñigo de Vidania se encargó de esta 21

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labor «desde el pilar grande de la capilla mayor hasta el pilar de la capilla del cuerpo Santo» y también en «las capillas de sobre sant Llorente», además, hizo el altar de San Llorente –que es tanto como decir el de San Sebastián– y San Roque; paralelamente y en el mismo año, el carpintero Pedro de Azpeitia se encargó de «los andamios para la escoda de sobre las capillas de Sant Llorente y los organos» musicales citados en el reparto del espacio de las sepulturas24. El Santísimo Sacramento se situaba tradicionalmente en la capilla mayor, pero recién reedificada y dispuesto el nuevo espacio con mayor solemnidad, se pensó trasladarlo «porque el sanctisimo sacramento estuviese en lugar muy deçente desta yglesia e donde no ocupase al altar mayor quando en el se çelebra el oficio divino y las personas que lo han de resçibir no ocupasen el dicho ofiçio»25. Precisamente en el lugar donde se situaban los retablos de San Sebastián y San Llorente, el obispo Alonso de Castilla había tratado con el capítulo, con anterioridad a noviembre de 1532, de levantar la capilla para el Santísimo y para llevarlo a cabo había ofrecido mil ducados. La cabecera de la capilla del Santo era un lugar ideal para ubicarla: se encuentra junto a la entrada de uso y era allí donde acudían los fieles y peregrinos, de modo que aseguraba la máxima difusión del culto y administración del santísimo y, además, repercutía en una circulación limitada por el resto del templo y no estorbaba a los oficios.

RAMÍREZ MARTÍNEZ, J.M.: La ciudad…, pp. 170-171 y 448-449. Desde 1257 el cabildo tenía la obligación de decir una misa diaria por las almas de Juan de Redecilla y su esposa en el retablo de San Miguel «que oy está dedicado a San Sebastián»; GONZÁLEZ TEXADA, J.: Historia de Santo Domingo de la Calzada, Abrahan de La Rioja, patron del obispado de Calahorra, y la Calzada y noticia de la fundacion y aumentos de la santa iglesia cathedral. Madrid, 1702, por la viuda de Melchor Alvarez, p. 379. 23 En 1416 Juan González, deán de Ciudad Rodrigo, legó doce aniversarios que se debían cantar en el altar de San Llorente. ACSDC, Libro 0-80, Libro donde se escriben papeles privilegios de esta santa yglesia con sus numeros y letras,T, testamentos, f. 97. 24 MOYA VALGAÑÓN, J.G.: Documentos…, pp. 43-44. BANGO TORVISO, I.G.: «La cabecera de la catedral calceatense y la arquitectura hispana de su época», La cabecera de la Catedral calceatense y el Tardorrománico hispano.Actas del Simposio en Santo Domingo de la Calzada, 20 al 31 de enero de 1998. Santo Domingo de la Calzada, 2000, pp. 11-150. 25 ACSDC, Libro III de acuerdos capitulares, 1517-1561, f. 62v. RAMÍREZ PASCUAL,T.: «La construcción del retablo mayor», Damián Forment, escultor renacentista. San Sebastián, 1995, p. 52 y BANGO TORVISO, I.G.: «La cabecera…, p. 53. 22

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Más adelante, el 16 de abril de 1536, el cabildo catedralicio y el obispo llegaron a un nuevo compromiso para ubicar el Sacramento en la capilla de San Bartolomé, todavía de factura románica, pero no debió de ejecutarse y los dineros ofrecidos por Alonso de Castilla se gastaron en el retablo mayor, tras el cual se dispuso un camarín del Santísimo Sacramento en la tribuna de la capilla mayor en línea con el expositor y tabernáculo de gusto aragonés, que Forment colocó en el tercer cuerpo de la calle mayor. De esta forma, el Sacro Sacramento volvió al altar mayor –en el supuesto de que alguna vez se llegara a emplazar en la capilla de San Bartolomé–. Desde 1545 se documentan pagos por las labores en este camarín26. El incómodo acceso al camarín, mediante escalera de caracol, hizo que se buscara otro espacio más accesible y se volvió a escoger la cabecera de la capilla del Cuerpo Santo, lugar ideal para administrar el sacramento a los peregrinos pues no estorbaba los oficios que podían celebrarse en la nave principal.

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El 10 de octubre de 1563, el cabildo contrató con Juan Ochoa de Arranotegui, que ya había realizado una ventana en este espacio27, la hechura de otras dos ventanas a razón de 60 ducados cada una. Las dos ventanas nuevas irían en «la capilla del Santissimo Sacramento, la una conforme a la que esta hecha por mano del dicho Juan Ochoa en la dicha capilla [es decir la del Santísimo Sacramento] colateral de la de Nuestra Señora [en este caso, el segundo muro que conforma la cabecera] y la otra sobre el paño que esta ençima del gallo y la gallina»28, es decir, a los pies de la capilla del Santo, que fue rehecha tras el apeo y modificación de este lienzo en 1770, aunque se sabe por este documento que debía ser «de mayor grandor que las otras dos». Las tres ventanas se ubican en el espacio de la capilla del Santo que era necesario aclarar y adornar para destacar la capilla del Sacramento e iluminar el espacio cultual en torno al Santo tras las obras en la capilla Sámano. Ochoa de Arranotegui, debía concluir la apertura o ensanche de las ventanas

Este año se paga la reja, un altar y balaustres para la caja del sacramento a Natuera Borgoñón, entallador, y a Melgar por pintar la reja; en 1546, al platero Juan Gutiérrez por una custodia para el Sacramento; el 13 de julio de 1548, a Borgoñón por asentar la caja del Sacramento; en 1550, a Borgoñón por las puertas y ventanas para la capilla del Santísimo Sacramento; en 1551, a un entallador por la portezuela pequeña donde estaba la vidriera de la capilla mayor –el óculo oval– y por dos gradas de pino para subir a la ventana donde se colocaba el Santísimo Sacramento; el mismo año al cerrajero por unas bisagras y aldaba «para la puerta que esta en la vidriera de la capilla mayor» y por otras bisagras y «çerraja con berrojo y dos llabes para la puerta del cubo del sacramento que va a los tejados» desde la sacristía, y otro cerrojo más para la puerta de la cámara del sacramento; en 1552 a maestre Francisco –posiblemente Lubiano– por cierta pintura que hizo en la capilla donde están las lámparas del santísimo sacramento; y en 1557 se paga «al pintor» por pintar la sacristía y la capilla del sacramento «que esta enzima del altar mayor»; MOYA VALGAÑÓN, J.G.: Documentos…, pp. 105, 106, 107, 112, 115, 117, 121 y 139. Algunos datos de 1548 y 1551 se toman del Leg. F-1 pues no los trascribió Moya.Véase también, BANGO TORVISO, I.G.: «La cabecera…, p. 77. Las obras del camarín pudieron precipitarse por la concesión por parte del Papa Paulo III de bula y gracia con indulgencias, perdones y remisión de los pecados a todos los que fuesen cofrades en la cofradía del Santísimo Sacramento. El cabildo en sesión del 14 de octubre de 1542 decidió relanzar la cofradía para que «todos los vecinos de esta ciudad gozasen de todo lo concedido en la bulla» y nombró como abad de la cofradía al arcediano de Bilbao, Jerónimo de Carranza; ACSDC, Libro IV de acuerdos capitulares, 1526-1560, f. 94v. 27 El 20 de diciembre de 1563 ofreció carta de pago «por razon de la primera ventana que abrio y hizo en la capilla del Santisimo Sacramento y señor Santo Domingo, de las tres ventanas que se obligo a hazer». ACSDC, Libro V de acuerdos capitulares, 1548-1564, f. 135. MOYA VALGAÑÓN, J.G.: Documentos…, p. 150-151. Con anterioridad, en 1552, año de la muerte de Goyaz, Juan Ochoa [Arranotegui] se encargó de dirigir la obra del pilar del coro que amenazaba ruina; MOYA VALGAÑÓN, J.G.: Documentos…, p. 122. Los capitulares contaban con informes de Pérez Solarte y Juan de Vallejo. 28 ACSDC, Libro V de acuerdos capitulares, 1548-1564, f. 134v. La preparación de la capilla del Sacramento se completó con la construcción de un púlpito de madera: el 14 de enero de 1564 el cabildo había comisionado al canónigo fabriquero –obrero– para que ordenara hacer un púlpito de madera en el pilar que está «junto a la capilla del Cuerpo Santo de Señor Santo Domingo»; ACSDC, Libro VI de acuerdos capitulares, 1564-1589, f. 136v.

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para San Juan de junio del año 1564 y ciertamente cumplió lo contratado29. Efectivamente, en esta capilla se instaló el Santísimo Sacramento y en 1571 se pagaron a Enrique entallador –Enrique Drues– quince reales «por unos brazos que hizo a los angeles que estan en el santisimo Sacramento en la capilla del Cuerpo Santo»30. Para nuestro propósito de identificar la capilla del Santo Sacramento y de San Sebastián tiene interés otro pequeño apunte de la sesión capitular del 17 de agosto de 1564: se pagaron 20 reales por «quitar el escudo de armas y tornarlo a asentar que esta debajo de la ventana que se abrio [en el muro del gallinero] y en escodar la capilla del Santísimo Sacramento y altar de San Sebastián»31 que, según nuestra opinión, Ochoa de Arranotegui sobreeleva hasta alcanzar la altura de la capilla del Santo. Al adorno de la capilla del Santo Sacramento contribuyeron algunas donaciones particulares y las descripciones abundan en la identificación de este espacio. El 19 de agosto de 1581 Diego de Zúñiga, un soldado natural

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de la ciudad, había hecho llegar una reliquia de las 11.000 vírgenes que disponía de concesión de un jubileo de diez años por autoridad del Papa Gregorio XIII32. La bula papal está fechada en Roma el 21 de julio de 1579 y, puesto que permitía al cabildo elegir altar donde se obtuvieran las indulgencias en las misas de difuntos que se rezaran, el cabildo escogió el altar «de San Sebastian alias San Lorenzo» y señaló el lugar donde se encontraba: a la parte derecha de la puerta del Santo33. José Manuel Ramírez documentó un relicario para guardar el Santísimo Sacramento cuya hechura nueva o reforma se había encargado a Tomás Manrique antes de febrero de 1627, cuando este ensamblador calceatense subcontrata su policromía a los pintores Juan García de Riaño y Jacinto de Anguiano34. Con anterioridad, la cofradía del Santísimo Sacramento –que pronto se la denomina del Santísimo Sacramento y del Santo Nombre de Jesús– pretendía hacer andas «para la imagen del Niño Jesus» y solicitó ayuda del cabildo en marzo de 159435. Se contrató la policromía de

29 Así, el 17 de agosto de 1564 se pagaron a Juan de Gardoy, maestro de cantería, sobrino de Juan Ochoa de Arranotegui y en nombre de éste, 60 ducados por la segunda ventana de la «capilla del Santo Sacramento y Cuerpo Santo» y en el mismo folio y fecha Juan Ochoa de Arranotegui firma recibí de otros 60 ducados «por la ventana que abri y hize en esta santa yglesia sobre el tabernaculo del gallo y gallina». MOYA VALGAÑÓN, J.G.: Documentos…, pp. 150-151. 30 ACSDC, Leg. F-1, cuentas de 1571. El pintor Gonzalo de Medina se encargó del dorado de los ángeles y el precio de la policromía lo tasó Salazar. Consta que en la capilla estaba el Santísimo Sacramento en 1566:ACSDC, O-36, nº 15. 31 MOYA VALGAÑÓN, J.G.: Documentos…, p. 151. El escudo aludido debía llevar armas del cardenal Mendoza y pudiera ser que en el siglo XVIII se colocara en la ventana situada sobre la capilla Sámano que presenta dos escudos reutilizados a los lados del vano. 32 ACSDC, Libro VI de acuerdos capitulares, 1564-1589, f. 247v. 33 ACSDC, Leg. 5/6. El relato del milagro número 74, publicado por Texada, confirma la ubicación de la capilla del Santísimo en la cabecera de la capilla del Santo. Lo data el 2 de junio de 1643 y cuenta cómo una devota se asió a la reja del santo sepulcro «y mirando al altar donde esta el santisimo sacramento» después se volvió y ocurrió un hecho prodigioso; GONZÁLEZ TEXADA, J.: Historia de Santo Domingo…, p. 267. Según acta capitular del 12 de septiembre de 1659 Gaspar de Ocio había remitido desde San Miguel de México frontal, ciriales y candeleros de plata para servicio del altar del Santo y unas andas de plata monumentales con el deseo de que sirvieran tanto para procesionar al Santo como para trasportar en la fiesta del Corpus al Santísimo Sacramento en una custodia riquísima que él mismo había regalado. Curiosamente, el altar del Sacramento y el del Santo, que compartían el espacio de la capilla, iban a disponer, por deseo del comitente, de un mueble riquísimo y único –un trono– en las dos procesiones mas solemnes y populares de la población que, además, se suelen celebrar en fechas bastante próximas. PRIOR UNTORIA, A.: La catedral calceatense. Logroño, 1950, p. 52. ARRÚE UGARTE, B.: «Platería mejicana en la catedral de Santo Domingo de la Calzada», IV Congreso Español de Historia del Arte (CEHA), pp. 449-468. Ídem: «Platería hispanoamericana en La Rioja: piezas mejicanas en Santo Domingo de la Calzada y Alfaro», Artigrama, nº 3, 1986, pp. 219-220. 34 RAMÍREZ MARTÍNEZ, J.M.: La ciudad…, pp. 134-135. 35 ACSDC, Libro VIII de acuerdos capitulares, 1592-1595, f. 56r.

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las andas con Jerónimo de Salazar en enero de 1603 y estaban policromadas antes de enero de 160536. El Niño ocupaba uno de los dos retablos actuales de la capilla y le debía acompañar, en el altar frontero, una imagen romanista de laVirgen del Rosario. Esta imagen existía en 1595, ya que consta que el 13 de junio de ese año el cabildo adquirió una alfombra para la peana del altar de Nuestra Señora del Rosario37. Desde hacía algunos años se había desplazado el retablo de San Sebastián a la capilla de San Miguel y con él se movieron los de Santa Lucía y el de San Blas. De modo que los retablos que estaban anteriormente en la capilla del Santísimo fueron a parar al muro del viejo retablo de San Miguel. Las imágenes de estos retablos eran muy antiguas y son aludidas, indirectamente, en una bula papal de 1350 con concesión de indulgencias a quienes visitasen el templo los días de San Miguel, San Pedro, San Esteban, San Lorenzo, San Sebastián y San Blas, aparte, lógicamente, del día del Santo y otras festividades mayores y generales de la iglesia cristiana38. Cuando fray Luis de la Vega, monje del cercano monasterio de La Estrella, publica la vida de Santo Domingo de la Calzada, en 1606, el retablo de San Sebastián se encontraba ya al otro lado del crucero, en el lado del evangelio.Vega dice que «en un altar de san Sebastian que esta en la yglesia del Santo, colateral de la capilla mayor, al lado del Evangelio, ay un retablo de media talla antigua, ha mas de trezientos años que se hizo, y en el

estan entallados estos milagros» del santo39. Puede asombrar que no mencione las brillantes pinturas del retablo de los milagros del Santo, integrado desde 1530 en la capilla del Santo, pero Fray Luis buscaba autoridad confirmatoria de los prodigiosos milagros que relataba y prefirió apoyarse en el antiquísimo retablo que habría caído en el olvido ante el atractivo de las destellantes pinturas de Alonso y Melgar. La presencia de los milagros del Santo en el viejo retablo de San Sebastián puede explicar que tuviera tanta devoción. Por tanto, al menos desde comienzos del siglo XVI, el retablo de San Sebastián estaba en la capilla del Santo y, a mediados del siglo, el espacio del Santo Sacramento y la Capilla del Santo formaban unidad espacial. Si observamos por fuera la capilla del Santo encontramos una ventana cegada, apuntada, gótica y muy semejante a la que ilumina la capilla de Santiago, por tanto correspondiente a las obras de finales del siglo XV y primeros años del XVI que se hicieron en ese espacio. Más arriba se conservan las dos ventanas abiertas por Ochoa de Arranotegui en los paños laterales de la cabecera. Suponemos que al trasladar el Santísimo Sacramento a esta capilla se decidió peraltarla y alcanzar la altura general de la capilla del Santo. La presencia de dos ventanas superpuestas –una cegada y otra abierta– en el tramo que corresponde al altar de laVirgen del Rosario es indicio de dos fases constructivas que no se habían destacado.

36 Archivo Histórico de Protocolos de Logroño (AHPL), Domingo de Ameyugo, prot. 3236, ff. 6-10. RAMÍREZ MARTÍNEZ, J.M.: La ciudad…, p. 135.Véase también, ACSDC, Leg. 5/21. 37 ACSDC, Libro VIII de acuerdos capitulares, 1592-1595, f. 103v. La arquitectura de los dos retablos pudo ser obra de Diego Enrique y Lope de Mendieta que en 1604 declaran que habían realizado otros dos retablos del Niño Jesús: uno para Presencio (Burgos) y otro para Pradilla. AHPL, Bautista de Morales, prot. 2590, f. 110r-111r. ÁLVAREZ PINEDO, F. J. y RAMÍREZ MARTÍNEZ, J. M.: Fray Bernardo de Fresneda y la Capilla Mayor de la Iglesia de San Francisco en Santo Domingo de la Calzada. Logroño, 1979, p. 68-70. 38 GONZÁLEZ TEXADA, J.: Historia de Santo Domingo…, p. 384. 39 VEGA, Fray L. de la: Historia de la vida y milagros de Santo Domingo de la Calçada. Burgos, por Juan Baptista Varesio, 1606, p. 52v. Citado en, ESPAÑOL, F.: «Santo Domingo de la Calzada: el cuerpo santo y los escenarios de su culto, La cabecera de la Catedral calceatense y el Tardorrománico hispano», en Actas del Simposio en Santo Domingo de la Calzada, 20 al 31 de enero de 1998. Santo Domingo de la Calzada, 2000, p. 219. No podemos saber si este retablo, retirado a la sacristía en 1650, tenía forma de frontal y si en él se encontraba el relieve con la imagen románica conservada del Santo con un cautivo a sus pies.

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LA CAPILLA DEL CUERPO SANTO Y SUS CAPILLAS Las capillas de San Andrés, de Santiago y de la Concepción se encuentran dentro del espacio renovado desde finales del siglo XV hasta 1530 y conviene que nos detengamos, aunque ya ha sido estudiado por cuantos han escrito sobre la catedral desde los días de González Texada y, muy singularmente por José Gabriel Moya e Isidro Bango40. (fig. 5)

Fig. 5. Sepulcro del Cuerpo Santo. 40

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Fue el obispo Diego López de Zúñiga quien impulsó el proceso de renovación del templo al poner en marcha en 1440, con su autoridad episcopal, las bulas pontificias de 1362 para recoger limosnas que permitieran ampliar la capilla del Santo. López de Zúñiga sufragó un nuevo mausoleo que, en lo fundamental, se conserva.Aparte, tomó capilla funeraria muy cerca del santo, rompiendo un tramo de la nave de la epístola a partir de la torre-campanario ubicada a los pies de la capilla del Santo. Su capilla debió de construirse con cierta rapidez y ya estaría levantada hacia 1450 cuando un rayo hizo caer el campanario41.Veremos que en 1454 estaba concluida la capilla de San Juan y la capilla del obispo Zúñiga es anterior, pues se conserva una ventana cegada en el muro que comunica con la capilla del doctor Pedro González de Santo Domingo y sólo se puede explicar porque aquella se había construido años antes. Se suele vincular el empuje definitivo en las obras de renovación con la manda testamentaria de Pedro González de Mendoza, arzobispo de Toledo y gran cardenal de España, que había sido obispo de la diócesis calceatense de 1453 a 1457, pero habría que reivindicar un papel protagonista para el obispo Pedro de Aranda, regente de la diócesis de 1474 a 1494 cuando realmente comenzaron las obras de arquitectura42. González Texada dice que el cardenal «mando labrar todo lo que ay desde la puerta del tras altar mayor [la puerta del mercado que, sin embargo, hemos visto que debió hacerse en tiempos de Pedro de Aranda] y capilla del santo hasta la torre, donde se ven los escudos de sus armas», pues Texada escribe antes de que se levantara la torre exenta y se modificara gravemente el espacio de la vieja

GONZÁLEZ TEXADA, J.: Historia de Santo Domingo…, pp. 390-394; PRIOR UNTORIA, A.: La catedral..., p. 67; MOYA VALGAÑÓN, J.G.: Documentos…; BANGO TORVISO, I.G.: «La cabecera…, pp. 57-80; BANGO, I.G.: La cabecera de la catedral de Santo Domingo de la Calzada. Madrid, 2000, pp. 38-41 y 68-74; RAMÍREZ MARTÍNEZ, J.M.: La ciudad…,, p. 124-125 y 142-144. AZOFRA, E.: La catedral de Santo Domingo de la Calzada. León, 2003, pp. 45-47. 41 PRIOR UNTORIA, A.: La catedral..., p. 50. 42 MOYA VALGAÑÓN, J.G.: Documentos…, p. 66. Pedro de Aranda es citado cuando un testigo de mucha edad señala, en 1532, que la puerta y losado que sale al mercado y que está junto a la capilla de San Pedro se hizo en su tiempo y en su presencia. Las cuentas con gastos en las capillas comienzan en 1483, durante su mandato.

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torre y campanario. Sin embargo, no alega datos refrendatorios y pudo asociar la manda del cardenal y los escudos para afirmarlo. El gran cardenal murió en 1495 y únicamente dejó 200.000 maravedís para que el cabildo los invirtiera en lo que mejor considerara. Cuando en 1532 hubo pleito entre el nuevo obispo –Alonso de Castilla– y el cabildo por haber iniciado éste la renovación de la capilla mayor, uno de los testigos señaló que el cabildo había invertido en las obras –capilla del Santo, coro, puerta del mercado, capillas del crucero– más de 20.000 ducados, una cantidad que nada tiene que ver con la generosa pero limitada manda del gran cardenal.Además, si se repasan los gastos de la obra, publicados por Moya Valgañón, se advierte que la cantidad ofrecida en 1495 es igual al gasto de uno sólo de los años en que se estuvo trabajando y que, además, las obras habían comenzado mucho antes. Es cierto que tanto la capilla de los Valencia como la capilla del santo muestran escudos del «cardenal de España, obispo que fue de este obispado»43, pero no sabemos si la colocación de los escudos del todopoderoso, riquísimo y respetado González de Mendoza en los muros de la capilla del Santo obedecen a un simple deseo de homenaje y agradecimiento por la manda u ocultan una acción política y de propaganda. De 1442 en adelante, el cabildo consiguió de sus respectivos obispos impetras que recordaban sistemáticamente las indulgencias, dones y favores realizados por cada uno de los obispos anteriores además de repetir hasta la saciedad la escasez de rentas propias del cabildo. No se puede desechar que, ahora, se buscara vincular definitivamente al gran cardenal con esta catedral en la esperanza de ver multiplicadas las limosnas, impetras futuras, indulgencias y, tal vez, el favor de la influyente familia Mendoza. Es cierto que en 1498, tras recordar la manda de 200.000 maravedís por el cardenal 43

Pedro González de Mendoza, el cabildo ordenó hacer un libro con las cuentas pasadas de la obra –las que se pudieran recoger y testificar– y también con las futuras, pero se puede entender que se trataba de registrar los gastos tanto para sí como para una hipotética averiguación y justificación de cuentas si los herederos del cardenal las reclamaban en los frecuentes pleitos abiertos por el reparto de los bienes de difuntos. El libro comienza con el pago, en ese mismo año de 1498, de 110.000 maravedís a Juan de Logroño, cantero, «por la capilla de cal y canto que hizo sobre el Cuerpo Santo» y un pequeño gasto con el habitual alboroque –«yantar» en el apunte– que se ofrecía al terminar una obra: en este caso por cerrar la capilla. Además se asentó otra importante cantidad –casi 48.000 maravedís– invertida en vidrieras de la capilla y unos gastos menores en la hechura y pintura de las filateras de las claves, talladas en madera, y de las «armas» que adornaban –y aún se ven en algún caso– los capiteles de la capilla. Se precisa que se adquirieron, «el mesmo año que su reverendisima señoria mando dar los dichos dineros», ornamentos por valor de 125.955 maravedís en una casulla y dalmáticas de rica tela alcachofada, cinco capas de damasco blanco adornadas con capillos ricos, y un frontal para el altar mayor. Es un gasto superior a la mitad de la dádiva de González de Mendoza, aunque sólo se apuntaron a la cuenta del cardenal 18.367 maravedís y el resto se completó con la hacienda de la iglesia y de la obra que desde el principio corrió con el grueso de la inversión, aunque ciertamente se constata que la donación del cardenal Mendoza coincide con un proceso de aceleración de las obras que se evidencia en las cuentas desde 1498. Las cuentas registradas en el libro abierto en 1498 se remontan al año 1483 que podemos considerar como momento inicial del proceso de ampliación y reformas44. El primer gasto

MOYA VALGAÑÓN, J.G.: Documentos…, p. 19; ACSDC, F-1. Era obrero catedralicio el canónigo Fernando Alonso de Valencia que lo fue también en los años 1484, 1490, 1491, 1493, 1500, 1503, 1507, 1508 y 1512. Estuvo al servicio del gran cardenal de España cuyas armas se muestran al exterior de la capilla de San Andrés o de los Valencia. 44

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apuntado supone una cantidad sustancial –49.864 maravedís– y, aunque no se detallan las partidas, se puede suponer que parte del gasto fue a parar a canteros por obras en la catedral y capilla del Santo. En los años siguientes siguen apuntes semejantes o mayores que tampoco se desglosan45. En las cuentas referidas al año 1492 se apunta un pagó de 18.000 maravedís al cantero Juan de Lesaca –o Lisaca– y aparte se asientan otros 99.459 maravedís. Con alguna interrupción siguen gastos considerables hasta 1514, fecha en la que deben haberse cerrado las nuevas capillas del crucero. En 1517 se levantaba la estructura de un nuevo coro46, y en 1521 se contrató la sillería. En los gastos de 1500, pagados a Juan de Lesaca, entran lo que ha costado «hazer las dos capillas de Sant Blas e Sant Llorente» y el retablo dedicado a este último santo. Se trata de la capilla angular, abierta en la cabecera de la capilla del Santo, que dispone dos muros convergentes y, por lo que parece, nunca ha tenido un retablo central –la propia estructura lo impide– y siempre se dotó de dos retablos. Si el retablo de San Lorente/San Sebastián era tan antiguo, como hemos recordado con anterioridad, se podría pensar que la vieja capilla del Santo contaba con un ábside en este lugar, ya fuera exento o empotrado en el muro como ha sugerido el profesor Bango. A la vista de la disposición actual de la cabecera, con una ventana cegada y otra en lo alto del mismo muro, se puede sospechar que estas capillas tuvieron, en un momento inicial, una altura menor que correspondería a este momento constructivo dirigido por Juan de Lesaca. En el año 1501 se apunta un nuevo y considerable pago a Juan de Lesaca que seguía 45

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a cargo de las obras de la capilla del Santo. Además, la obra registra un ingreso a cuenta «de lo que devía el bachillerVallejo de lo de su capilla». Ha de ser la primera mención a la reedificación de la vieja capilla de Santiago. En 1502 se dice que «en este año se hizo la capilla del cuerpo santo» y se pagan 162.044 maravedís al cantero Juan de Lesaca. Como el profesor Bango señaló, se trata de la capilla nueva en la cabecera de la capilla del Santo que finaliza en las «capillas» de San Blas y San Llorente dispuestas, en ese momento, a modo de ábside de menor altura. (fig. 6)

Fig. 6. ¿Nuestra Señora del Cuerpo Santo?

MOYA VALGAÑÓN, J.G.: Documentos…, p. 20 y ss. Moya ha transcrito el cuaderno casi íntegramente con las partidas gastadas en obras desde 1485 a 1514. 46 Poco después de la ruina de las capillas del crucero, el cabildo catedral contaba con un plan de reedificación que tenía previsto renovar la capilla mayor, dotarla de un retablo suntuoso y levantar nuevo coro. El l6 de octubre de 1517, el obispo Juan Castellanos de Villalba publica con letra de imprenta una impetra que repite, en parte, el texto de la que había otorgado Fadrique de Portugal en 1508: «nos fue hecha relacion que la dicha yglesia fue cayda pocos dias ha e que en el edificio e reparos della se han gastado mucho dineros» y «tienen necesidad de reparar el choro e rehedificar la capilla mayor de la dicha yglesia y hazer un altar muy sumptuoso e otras cosas». ACSDC, Leg. 2/23.

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En 1503 se anotan gastos en las puertas, rejas, florones, escudetes y follajes «del Cuerpo Santo de cabe Santiago». El espacio de la capilla se amuebla y adecenta pues ya estaba concluida la cabecera y el área sepulcral que lindan con la vieja capilla de Santiago que, en ese preciso momento, era reedificada. Dicen las cuentas que allí se puso un retablo dedicado a Nuestra Señora, «Nuestra Señora del Cuerpo Santo», en el que se gastan –junto con las filateras de las claves de la capilla– 36.000 maravedís. Nos parece una cantidad pequeña y creemos que no se hizo sino recomponer un retablo anterior. En la impetra de 1465, publicada por Pedro González de Mendoza, se recuerda la existencia de una cofradía de la Visitación en la capilla del Santo y a esta cofradía se la denomina de Nuestra Señora47.Texada niega que esta cofradía tuviera autonomía y supone que ambas instituciones –cofradía de Nuestra Señora y Cofradía del Santo– son la misma cofradía, pero lo interesante es que en algún momento la cofradía compartiera doble advocación y seguramente también el espacio con el Cuerpo Santo. Las cuentas de 1502 lo pueden confirmar al señalar que se habían gastado 22.520 maravedís «en los losados de la capilla de Cuerpo Santo e de Nuestra Señora»48. Los altares de Nuestra Señora y de Santo Domingo que atendía la cofradía de doble advocación estaban muy próximos, quizás uno se encontraba en la cabecera del sepulcro –el de Nuestra Señora del Cuerpo Santo– y el del Santo a los pies, como lo estuvo con posterioridad. Tras el hundimiento de 1508 se recompuso el mausoleo del Santo y se integraron en él algunas figuras femeninas que pudieron formar parte del retablo de Nuestra Señora del Cuerpo Santo, pues son adecuadas para un 47

retablo mariano. Sospechamos que sepulcro y altar del santo pasaron, en 1513, a formar una sola unidad mezclada combinando elementos y figuras de ambos conjuntos. Sospechamos, también, que la limpieza y aderezo del Cuerpo Santo por Felipe Bigarny en el año 1501 y la organización de este retablo-altar «de Nuestra Señora del Cuerpo Santo» que se anota en las cuentas no son hechos separados. La imagen principal del retablo gótico de Nuestra Señora del Cuerpo Santo debió de colocarse encima del gallinero. Moya ha publicado que en 1526 se pagó a un pintor «tres reales porque pinto la imagen de Nuestra Señora que esta ençima del gallo y [la] asento». En la misma cuenta, se dio real y medio «a un ymaginario por haçer el Jesus de la dicha ymagen y la mano a la Nuestra Señora»49 –una reparación mínima a la vista del valor que se pagó–. Es posible que esta imagen sufriera un ligero daño en el derrumbe de 1508 y tal vez se trate de la imagen en alabastro conocida como Nuestra Señora del Pilar que permaneció en una capilla del claustro hasta su hundimiento en 1968-1970. El momento adecuado para bajar esta figura del gallinero y repolicromarla con las grandes rocallas que muestra pudo ser cuando se apeó el muro del campanario y gallinero en 1770. El niño esta muy dañado pero sufrió una rotura reciente y no conozco su estado anterior, en cambio la imagen de la Virgen del Pilar tiene un ligero desperfecto en la mano –en el dedo índice– que ha de ser antiguo y pudo requerir la intervención que hemos comentado. No nos debe extrañar el lugar elegido para disponer a la que podría ser «Nuestra Señora del Cuerpo Santo». La gallina y el gallo eran casi reverenciados como manifestación

En 1517 cuando se publica la impetra del obispo Juan Castellanos deVillalba la cofradía se menciona como cofradía de Nuestra Señora del Rosario y del glorioso Santo Domingo. ACSDC, Leg. 2/23. A fines del siglo XVI se levantó un altar dedicado a Nuestra Señora del Rosario, de modo que hubo devoción ininterrumpida a María en la capilla del Cuerpo Santo. 48 En uno de los milagros del Santo, datado en 1493, se precisa que había ocurrido por intercesión de Nuestra Señora y de Santo Domingo. Cita el milagro, ESPAÑOL, F.: «Santo Domingo de la Calzada…, p. 217. 49 MOYA VALGAÑÓN, J.G.: Documentos…, pp. 37 y 38. Otra partida del mismo año registra el pago de 22 reales «por la pintura de lo de la casa de los gallos».

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del poder taumatúrgico y milagroso del Santo. Es tradición que los peregrinos golpeaban con sus cayados para asustar a los gallos, hacerlos cantar y procurarse plumas que llevaban como recuerdos y, casi, como reliquias. En la bula concedida por el Papa en Aviñón en 1350 se extienden las indulgencias a quienes donen velas, libros, ornamentos, oro, plata o hacienda, a los que oren por los cofrades del Santo o por los enterrados y a los que «miraren el gallo y gallina que ay en la iglesia del Santo, o adoraren las reliquias que se veneran en ella». Otro tanto se recoge en la impetra de 1478 dada por Pedro de Aranda: se ofrecen determinados días de indulgencia «cada vez que visitaren las reliquias de santos, que ay en dicha Sancta Iglesia, y cada vez que miraran al gallo, y gallina, que estan en la Capilla del Santo»50. En 1505 continúa el adorno del espacio y se pagaron al rejero Arnao –«Arnaho»– 80.000 maravedís por las rejas del Cuerpo Santo. Este rejero, y al parecer relojero, sigue en la ciudad en 1526 y será responsable de buena parte de las rejas que se levantan. En 1506 se pagan a Juan de Lesaca 122.076 maravedís «para la capilla delante el cuerpo santo», es decir la de los pies, la que recibe a los fieles que se reúnen delante del altar del Santo en los ritos religiosos sin que

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ninguno de ellos le diera la espalda. Los tres espacios sucesivos que componen la capilla del Santo son mencionados con claridad por uno de los testigos presentados por el cabildo en 1532 en el pleito que sostenían con el obispo Alonso de Castilla sobre la necesidad de contar con licencia episcopal para acometer obras. Pedro de Ameyugo, pañero de 58 años, identificó las tres bóvedas sucesivas de la capilla del Santo como la capilla de Santa María del Cuerpo Santo, la capilla sobre el Cuerpo Santo y la capilla sobre San Bernardino51; veremos que esta última será ofrecida a Juan de Sámano. También las noticias sobre las vidrieras de la capilla ayudan a definir los espacios y bóvedas que componían la capilla del Cuerpo Santo: en el muro del gallinero había una vidriera grande blanca para iluminación; la vidriera situada encima de la capilla Sámano mostraba la figura de Santo Domingo; en la ventana siguiente –desaparecida– estaba la figura de San Juan de Ortega de modo que ambos santos aparecían asociados como en la tabla central del retablo de los milagros que entonces cerraba la capilla en el lado contrario; por último, el tramo recto de la cabecera llevaba la vidriera de Nuestra Señora52. En 1507 se construye «un corredor de piedra en señor Sant Sebastián», que ha de

50 GONZÁLEZ TEXADA, J.: Historia de Santo Domingo…, pp. 384 y 398. Semejantes indulgencias obtenían, en la impetra de 1478, «todos los que andan al rededor de el Sepulchro del Santo, rezando un Pater Noster, y un Ave Maria por cada vez», «y lo mismo a los que enviaren al Santo limosnas». Se ha creído que el gallo y la gallina procedían de las propias aves del milagro pero, en realidad, se adquirían cuando era necesario: en 1531 se pagaron 36 maravedís por un pollo blanco y una polla blanca «para el Cuerpo Santo», ACSDC, F-1, cuentas de 1531, f. 7. 51 ACSDC, Leg. 25/1. Su testificación se transcribe en latín: «capella beate Marie corporis sancti et alia capella supra corpus sanctum et alia capella supra sanctum Bernardinum». La declaración añade otros datos importantes: «in esto tempore vidit quod corruerunt certe capelle principalis de ecclesie et chorus et quodam fulcimentum et vidit facere sacristiam novam et detas capellas quo corruerunt, ac capellam canonici Valencia et Bachalarii Ballejo». 52 El 4 de agosto de 1611, el vidriero burgalésValentín Ruiz, se obligó a reparar, entre otras, tres vidrieras que estaban en la capilla del Santo: «una en la capilla de Nuestra Señora del Rosario, la otra de señor Santo Domingo enzima de la capilla del señor Samano y la otra blanca enzima la escalera que suben al campanario»; RAMÍREZ MARTÍNEZ, J.M.: La ciudad…, p. 111. Santo Domingo y San Juan de Ortega estaban en las dos vidrieras que Pedro de Rosales, vidriero burgalés compuso en 1534. En el tramo siguiente se encontraba la vidriera de Nuestra Señora del Cuerpo Santo –cuentas de 1535–. En las vidrieras trabajaron vidrieros de Burgos, Logroño y Vitoria y Moya ha documentado, en 1535 y 1536, a Juan Flamenco, Gaspar deValdivielso, Cristóbal Guerra, Pedro de Rosales, Claudio y Saboya, tanto en las vidrieras de la capilla del Santo como en las de la capilla mayor; MOYA VALGAÑÓN, J.G.: Documentos…, pp. 73-79. En 1545, Lázaro Gotier –Lazaire Gautier–, vidriero de Logroño, adereza el panel inferior de la vidriera de Santo Domingo (la reforma pudo ser obligada por las obras de la capilla Sámano) y transforma o realiza otras dos vidrieras de la capilla; Ídem, p. 106.

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corresponder con la pared donde apoyaban los órganos en 1532 según refieren los estatutos de las sepulturas. Este año Juan de Lesaca concluye la capilla delante del santo y se hace el campanario. En 1508 falsea un pilar y se hunden las cuatro capillas del crucero que apoyan en él. Como señala Moya, hubo de caer el pilar del lado del evangelio en el que apoyan los arcos torales. Diego Martínez Oña, capellán en la catedral y de 62 años de edad, declaró en 1532 que el cabildo había acometido numerosas obras, las cita con cierta precisión que alcanza a los autores y añade «e quando se cayo la yglesia, [se hicieron] otras cuatro capillas»53, por tanto distintas a las construidas sobre el sepulcro del Santo. Lo mismo recuerda la declaración de Pedro de Ameyugo: la destrucción afectó a ciertas capillas principales de la iglesia y al coro viejo54. Sin embargo, el sepulcro del santo sólo se vio afectado lateralmente. El hundimiento lo recoge la impetra de Fadrique de Portugal y se detalla en uno de los milagros del santo recopilados por Texada y, si el mausoleo hubiera sufrido graves destrozos, es probable que se aludiera a ellos en la impetra de 1508 por el fuerte impacto que podría haber tenido en la recogida de la limosna. Entre 1508 y 1514 se invirtieron fabulosas cantidades de dinero en reedificar las capillas hundidas y Juan de Logroño se encargó personalmente de la dirección de la obra «que azia Lisaca» con anterioridad. Moya identifica a Juan de Logroño con Juan de Regil, arquitecto director, desde 1500, de la renovada iglesia de Santa María de Palacio e iniciador, en 1516, de las obras de Santa María de la Redonda, ambas iglesias en Logroño55. Las

obras de cantería quedaron por entonces concluidas, o muy adelantadas, y se pueden dar por finalizadas en 1517 cuando en la impetra del obispo Juan Castellanos se recuerda que el cabildo levanta un coro muy «singuloso». Avanzadas las obras del crucero, y cerca de su finalización, en el año 1513 se proyectó un nuevo mausoleo cuya traza y supervisión se confió a Felipe Bigarny a pesar de que el contrato se firmó con Juan de Rasines56, seguramente por ser uno de sus oficiales o colaboradores habituales. Contra lo que se suele decir, los 75.000 maravedís del precio no es una cantidad muy alta para una obra de talla con materiales ricos –alabastro– que debían correr a cuenta del artista. De hecho Bigarny había recibido, unos años antes, una tercera parte por la limpieza y algún aderezo menor del mismo sepulcro. Aunque en el contrato se habla de hacer la obra con alabastro nuevo –incluido en el costo del sepulcro–, el proyecto debía partir del máximo aprovechamiento del sepulcro anterior o, al menos, eso es lo que se hizo. El propio Juan de Rasines recordó en 1532 que únicamente había hecho «el remate» de alabastro de la sepultura del Cuerpo Santo57. El cierre de la tumba se adorna con paneles de motivos vegetales dispuestos en simetría axial y hubo de seguir modelos de Bigarny, aunque este tipo de adorno era bien conocido en esos años. Decíamos que en 1507 se construye el campanario. En 1532 los capitulares entregaron a Juan de Sámano el espacio «desde la pared de la escalera que sube al campanario asta el pilar que esta en entrando por la puerta del Cuerpo Santo de la dicha yglesia mano ezquierda». Actualmente en el lienzo que cierra la capilla

53 MOYA VALGAÑÓN, J.G.: Documentos…, p. 49. Las obras que recuerda son el derribo y reedificación de la sala capitular, la iglesia/ermita de Nuestra Señora de la Plaza, el hospital, el losado de la puerta del mercado, las capillas delante y encima del Cuerpo Santo, el coro y la sillería; obras en las que trabajaron Juan de Logroño, Juan de Lesaca, Cereceda y Juan de Rasines. 54 ACSDC, Leg. 25/1. «vidit quod corruerunt certe capelle principalis de ecclesie et chorus et quodam fulcimentum et vidit facere sacristiam novam et detas capellas quo corruerunt». 55 MOYA VALGAÑÓN, J.G.: «Arquitectura religiosa», MOYA VALGAÑÓN, J.G. (dir): Historia del Arte en La Rioja. El siglo XVI. Logroño, 2007.pp. 94-96. 56 PRIOR UNTORIA, A.: La catedral…, p. 95. MOYA VALGAÑÓN, J.G.: Documentos…, pp. 26-27. 57 ACSDC, Leg. 25.

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sólo se encuentra la puerta del gallinero cuyo remate debió ser redecorado a partir de 1508 por verse, hipotéticamente, afectado por el derrumbe. Por el contrario, la puerta del campanario y el gallinero no sufrieron alteraciones en la reforma del siglo XVIII58. Texada, que escribe en 1702, antes de la transformación del muro, relata un milagro ocurrido en presencia del rey Felipe II del que parece deducirse una disposición semejante a la actual. Se trata del milagro número 71. Estaba abarrotada la capilla del Santo y uno de los asistentes se puso bajo el nicho de los gallos que «se cierra por la parte de arriba con un arco de piedra, sobrepuesto a la pared principal» [el voladizo del gallinero –«arco y almenillas» escribe Luis de la Vega–]. Al entrar el rey, se desencajó un sillar del arco por lo que piedra y hombre vinieron al suelo «dando ambos sobre las cabeças de otros hombres que se hallavan debaxo de la puerta de la torre mayor»59. Es probable que, en origen, la torre fuera un campanario sobre hastial a los pies de la capilla del Santo.Trasladada la torre al torreoncillo de la esquina, hubo de añadirse en altura un cubo almenado discreto que finalmente se eliminó en 1768-70. Cuando a mediados del siglo XVI se subieron dos campanas nuevas hubo que desmantelar las almenas y volverlas a montar para poderlas subir60. La discreta torrecilla del campanario seguía siendo la misma a

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finales del siglo XVII: en 1668 se hizo venir a Francisco de la Riba, maestro de cantería, para ver «la torre de las campanas y disposicion que tenia para fabricar sobre lo antiguo»; el cantero aportó sus propuestas en «dos traças que dio con sus condiciones»61, pero no se llevaron a término. Con anterioridad a las obras realizadas por Juan de Logroño y Juan de Lesaca, la capilla del Santo ya llegaba hasta sus dimensiones longitudinales actuales, es decir, hasta la torre o campanario. El arco de descarga apuntado de la capilla de López de Zúñiga, parece antiguo y pudo formar parte del hastial original de la capilla del Santo y ayudar al sostenimiento del campanario primitivo. Además, desde 1440 aproximadamente estaba construida la capilla de López Zúñiga y la de Pedro González de Santo Domingo estaba finalizada en 1454. La impetra de 1465 recordaba que en la torre mayor quedaban obras por realizar, pero todo apunta a que no se acometieron nunca. En su natural área de ampliación se había construido la capilla del obispo López de Zúñiga y todos los intentos de actuación chocaron con la carencia de espacio suficiente. Una vez construida la torre actual, con diseño de Martín de Beratúa, a la torre vieja se la denomina «torreoncillo y cubo que toca donde el sitio en que estan el gallo y gallina frente de la capilla de nuestro santo Patrono»62.

58 El campanario disponía, en 1542, de tres puertas. Entonces se pagaron a maestre Dionis, cerrajero, tres cerrajas para las tres puertas del campanario y un berrojo con su aldaba que dispuso en la parte interior de la puerta del campanario.ACSDC, Cuaderno de primicias, 1542. En 1549, Pedro de Azpeitia, carpintero, trabajó en «el corredor del campanario que sale a la plaça donde hiço el aposiento para el campanero», ACSDC, Leg. F-1, cuentas de 1549.Ver MOYA VALGAÑÓN, J.G.: Documentos…, p. 98. 59 GONZÁLEZ TEXADA, J.: Historia de Santo Domingo…, p. 262. VEGA, L. de la: Historia..., p. 142v. 60 En 1533 se hicieron pequeñas reparaciones en el campanario y en 1537, el cantero Íñigo desmontó las almenas y piedras del campanario y las volvió a colocar tras subir una campana nueva. En 1542 subieron arena y piedra al campanario para obras menores. En 1561 se suben nuevas campanas con harta dificultad. Datos publicados en MOYA VALGAÑÓN, J.G.: Documentos…, p. 84 y ss. 61 ACSDC, Libro de fabrica 1665-1713, año 1668. En las fechas inmediatamente anteriores el carpintero Moriano había intervenido, de forma provisional, en la torre del campanario; Ídem. Francisco de la Riba, que así firmaba, ha de ser el cantero Francisco de la Riva Agüero que en los años sesenta del siglo XVII levantaba la torre e iglesia de Labastida (Álava); CANTERA ORIVE, J.: «Labastida y Salinillas de Buradón», Catálogo Monumental Diócesis de Vitoria.Vitoria, 1967, pp. 206-207. 62 AHPL, Ángel Hernáez, prot. 2573, ff. 2-3. RAMÍREZ MARTÍNEZ, J.M.: La ciudad…, p.146. El documento es de enero de 1768 cuando se está intentando desmontar el torreoncillo y cubo y rellenar «las capillas y vacios que tocan cerca de la que posehe el marques de Villabenazar».

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Aparte de la noticia que proporcionó Prior sobre la caída de un rayo en la torre y su hundimiento en 145063, algunos otros datos refrendan la presencia de la torre/campanario en la esquina y torreón del muro de los pies de la capilla del Santo. El 20 de mayo de 1447 el cabildo autorizó a los racioneros Juan Sánchez de Torre y Fernando Martínez de Villar a edificar una capilla, con licencia del obispo Pedro de Castro, «so la escalera del campanario, çerca de la sepultura de Domingo Punzano y junto con la pared de la dicha iglesia»64. El 30 de abril de 1468, el vicario del obispo Rodrigo de Arévalo resolvió un pleito sobre desavenencias entre los representantes del cabildo y los ocupantes de una vivienda del cabildo que éste pretendía dar a otros inquilinos con la obligación de que las hicieran mayores: «de dos sobrados». Al describir las casas se precisa que estaban «en la plaça, que han por aladapnos de la una parte casas en que a esta sason vive Alfonso Sanches Verbero e de la otra parte el canton que sale a la torre de la yglesia que es en la dicha plaça»65. Seguramente se trataba del espacio adosado al muro de la capilla de San Martín –después de San Juan–, propiedad de Pedro González de Santo Domingo y pueden ser las casas que en el siglo XVII se vendieron a Martínez de Pisón para que construyera su capilla. A la identificación del campanario con la primera torre contribuye una noticia dada a conocer por José Manuel Ramírez: en octubre 63

de 1620 dos vecinos de la ciudad llegaron a un compromiso para que no siguiera una demanda iniciada por el corregidor al haber resultado herido y descalabrado un muchacho al que, estando en el pretil de la catedral, le alcanzaron con una piedra arrojada desde «la torre de las campanas»66.

LA CAPILLA DE JUAN DE SÁMANO Los Sámano de Santo Domingo de la Calzada son oriundos de Val de Sámano (Cantabria), entonces, integrado en el Señorío de Vizcaya. El señorío concreto del lugar acabó en Pedro Fernández deVelasco, hijo natural del condestable Bernardino Fernández de Velasco que transmitió a su hijo los señoríos de Cilleruelo, valle de Hoz de Arreba y Val de Sámano. La rama de los Sámano calceatenses hacía muchos años que había tomado residencia en la ciudad y los padres del secretario –Juan Sáenz de Sámano y Juana García de Samaniego– y sus abuelos descansaban en el claustro de la catedral. Sin embargo, cuando al morir Juan de Sámano se hizo inventario de sus bienes, la casa y solar de Sámano todavía encabezaba la lista de las propiedades del secretario por lo que la familia no había perdido su relación con las tierras de la Montaña ni el recuerdo de su ascendencia cantábrica67. Juan de Sámano creció en la administración asociado siempre al

PRIOR UNTORIA, A.: La catedral…, p. 45. LÓPEZ DE SILANES, C. y SAINZ RIPA, E.: Colección Diplomática Calceatense. Archivo Catedral (1451-1499) y Archivo del Hospital (1431-1497). Logroño, 1992, 251.También, SAINZ RIPA, E.: «La catedral de Santo Domingo de la Calzada durante los siglos XV y XVI», en Damián Forment, escultor renacentista. San Sebastián, 1995, p. 42. 65 ACSDC, Leg 6/25. 66 AHPL, Martín de Frías, prot. 2863, f. 151r y v. RAMÍREZ MARTÍNEZ, J.M.: La ciudad…, p. 355. 67 Archivo de la Real Chancillería de Valladolid (ARChV), Pl. Civiles, Fernando Alonso (F), Caja 798,2. Se relacionan los bienes en un pleito que puso María, una de las hijas del secretario, a sus hermanos Juan y Luis de Sámano. María no ingresó en religión como, en principio, parecía que estaba previsto y reclamó su parte de la herencia. Los bienes del secretario se estimaron en 230.000 ducados y la renta del mayorazgo de Juan de Sámano II se tasó en 5.000 ducados, antes más que menos, y la del mayorazgo de su hermano Luis, en 4.000 ducados. La Chancillería de Valladolid sentenció que la legítima perteneciente a María alcanzaba 2.375.000 maravedís. La casa y solar de Sámano valía 2.000 ducados, las casas principales y propiedades en Santo Domingo de la Calzada, 10.000 ducados; pero la casa y huerta de Valladolid «que esta cerca de la casa de la Chancilleria» con lo edificado y dado a censo suponían 39.000 ducados. Otros 34.240 ducados valía la villa de Cidamón con sus términos y jurisdicción civil y criminal, alta, baja, mero y mixto imperio, casas y edificios, pechos, derechos y rentas, pues esa cantidad era la que ofrecía el condestable Pedro Fernández de Velasco por el lugar. 64

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Consejo de Indias ya desde tiempos de Lope de Conchillos, en 1513. Retirado Conchillos en 1517, continúa en los asuntos de Indias vinculado al nuevo secretario, el todopoderoso Francisco de los Cobos del que fue secretariosustituto desde 1520. Finalmente, Sámano recibió título de secretario real del Consejo de Indias en noviembre de 1539 y ejerció el cargo hasta su fallecimiento68. Los tratos de Juan de Sámano con el cabildo calceatense comenzaron en 1503 cuando arrienda una finca, situada en la dehesa de Margubete –o Malburguete– perteneciente a la obra69. Tempranamente Juan de Sámano se encargó de acrecentar el entierro de sus padres y antepasados que descansaban en una sencilla capilla del claustro de la catedral de Santo Domingo de la Calzada y, en febrero de 1520, el cabildo calceatense le otorgó licencia para agrandarla «fasta poner la dicha capilla en quadra en alto e baxo»70. Poco después, el éxito creciente de Juan de Sámano en la Corte de CarlosV le va a permitir adquirir, en 1528, el señorío de Cidamón71 y promover la ampliación del palacio de esta localidad, la construcción de unas casas principales en Santo Domingo de la Calzada y la edificación de una nueva capilla catedralicia, pensamos que siempre con el concurso de los mismos arquitectos: Juan de Goyaz y su aparejador Juan Ochoa de Arranotegui. (figs. 7 y 8) En 1544 Goyaz, vecino de Bañares, contrató la fachada de las casas de Sámano en la calle Margubete y los estanques y galerías que embellecían su palacio de Cidamón. El año

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Fig. 7. Capilla Sámano y gallinero.

anterior, la viuda de Bigarny le traspasa la obra de los sepulcros de Espeja (Soria) y cierta obra en Bañares, posiblemente la sacristía. Existen algunas otras noticias sobre él, pero la que más nos interesa destacar ahora es el contrato, en

68 Sámano tuvo una excelente relación con Francisco de los Cobos. Como hombre de su confianza le informaba de los asuntos indianos y de las relaciones de poder y corruptelas de los miembros del Consejo.A su vez, Cobos le protegió en 1542 cuando se acusó a Sámano de recibir dádivas de quienes llevaban sus asuntos al Consejo y, finalmente, le nombró albacea testamentario. Una biografía reciente de Juan de Sámano en, PIZARRO LLORENTE, H.: «Juan de Samano», en MARTÍNEZ MILLÁN, J. (dir): La Corte de Carlos V. Segunda parte. Los Consejos y los Consejeros de Carlos V. Madrid, 2000, pp. 381-383.También, SCHÄFER, E.: El Consejo Real y Supremo de las Indias. Sevilla, 1935 (reed. Liechtenstein, 1975), pp. 35-49 y 369; ESCUDERO, J.A.: Los secretarios de Estado y del Despacho (1474-1724). Madrid, 1976,T. I, pp. 55, 56, 59 y 78,T. II, p. 536. 69 ACSDC, Libro II contratos Cabildo. Leg. 30/4, 1500-1510. 70 MOYA VALGAÑÓN, J.G.: Documentos…, p. 27, ACSDC, Libro III de acuerdos capitulares, 1517-1561, f. 5v. El documento se refiere al interesado como «el señor Samano». 71 Había pertenecido a los Zúñiga y estaba afecto a las leyes de mayorazgo por lo que, muchos años después, los condes de Hervías, a su vez herederos de los Zúñiga, recuperaron el señorío de Cidamón.

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Fig. 8. Reconstrucción de la capilla Sámano.

1549, de la monumental portada de Viana (Navarra) que resuelve con una gran venera, creando una antecapilla, mientras al interior de la iglesia se da paso a través de un arco escarzano dispuesto en esviaje. Goyaz murió en 1552, apenas levantados los cimientos de la portada, concluida por su oficial más próximo: Juan Ochoa de Arranotegui que también se hizo cargo de las obras que llevaba Goyaz en Santo Domingo. Con anterioridad, aunque no esté documentada, hubo de hacer la capilla Sámano, finalizada hacia 1535-154072. Parece que Goyaz monta un taller a la manera de Forment y de Bigarny y, aparte de las obras de arquitectura –como el ambicioso proyecto de San Pedro de Mendigorría (Navarra)–, diseña obras que requerían un amplio concurso de la escultura, no sólo la monumental portada de Viana, sino también el excepcional retablo mayor de Santa María de Palacio de Logroño que no pudo tampoco concluir, pero que se levantó bajo un diseño propio muy original y

72 La figura de Juan de Goyaz sigue siendo bastante enigmática, se desconoce su formación y se le ha supuesto iniciado en el foco burgalés o en el toledano; también se ha sugerido una estancia en Granada. Goyaz es una pequeña población guipuzcoana vecina de Vidania/Bidania de donde procedían los canteros Íñigo y Domingo que trabajan en la catedral calceatense desde 1524; Íñigo debió de formarse con Juan de Lesaca. Existe una bibliografía considerable: LLAGUNO Y AMIROLA, E.: Noticias de los arquitectos y arquitectura de España desde su restauración. Ilustradas y acrecentadas con notas, adiciones y documentos por d. Juan Agustín Ceán-Bermúdez. Madrid, 1828, t. II. (Reed. Madrid, 1977). SÁNCHEZ CANTÓN, F.J.: «Los sepulcros de Espeja», en AEAA, nº 26, 1933, pp. 117-125. BIURRUN, T.: «La portada de Santa María de Viana, Pamplona», Príncipe de Viana, nº 4, 1941, pp. 24-53. LÓPEZ MATA,T.: La catedral de Burgos. Burgos, 1950, pp. 407-408. LÓPEZ MATA, T.: «La capilla de la Presentación y Felipe de Vigarny», en Boletín de la Institución Fernán González, nº 136, 1956, p. 260. CADIÑANOS BARDECI, I.: «La iglesia de Valpuesta y su retablo, obra del escultor Felipe Bigarny», Archivo Español de Arte, 1979, pp. 186-194. MOYA VALGAÑÓN, J.G.: Arquitectura religiosa del siglo XVI en La Rioja Alta. Logroño, 1980, t. I, p. 95, t. II, pp. 31, 41-42, 119-120. MARÍAS, F.: «Notas sobre Felipe Vigarny: Toledo y La Espeja», AEA, 1981, pp. 425-429. CADIÑANOS BARDECI, I.: «Felipe Bigarny, Alonso Berruguete y los sepulcros de los condestables de Burgos», AEA, 1983, pp. 341-353. GARCÍA GAINZA, M.ª C. (dir) et alia: Catálogo Monumental de Navarra. II**. Merindad de Estella. Genevilla-Zúñiga. Pamplona, 1983. BARRIO LOZA, J.A.: Los Beaugrant en el contexto de la escultura manierista vasca. Bilbao, 1984, pp. 110-111; LABEAGA MENDIOLA, J.C.: Viana monumental y artística. Pamplona, 1984. ECHEVERRÍA GOÑI, P.L.: «El retablo mayor de Peñacerrada en la escultura del Primer Renacimiento en el País Vasco y La Rioja», Kultura, nº 6, 1984, pp. 54-69. BUENDIA, R.: Navarra. Tierra de España. Barcelona, 1988, p. 227. ECHEVERRÍA GOÑI, P.L.: «Contribución del taller de Puente la Reina a la imaginería del siglo XVI», Príncipe de Viana, Anejo, 11, 1988, pp. 97-108. ECHEVERRÍA GOÑI, P.L. y ORBE SIVATTE, A. de: «El retablo de San Esteban. Estilo e iconografía», Renacimiento y Humanismo en Navarra. El retablo de Genevilla. Pamplona, 1991, pp. 26-27. MOYA VALGAÑÓN, J.G.: «Relaciones e influencias de la escultura aragonesa con la riojana y la vasca en el Renacimiento», ÁLVARO ZAMORA, Mª I. y BORRÁS GUALIS, G.M. (coord): La escultura del Renacimiento en Aragón. Zaragoza, 1993, pp. 151-159; ÁLVAREZ CLAVIJO, M.ª T.: Las artes en la iglesia Imperial de Santa María de Palacio de Logroño (siglos XII al XVI). Logroño, 1995. CRIADO MAINAR, J.: Las artes plásticas del Segundo Renacimiento en Aragón. Pintura y escultura 1540-1580. Tarazona, 1996. FERNÁNDEZ GRACIA, R. (coord), ECHEVERRIA GOÑI, P.L. y GARCÍA GAINZA, M.ª C.: El arte del Renacimiento en Navarra. Pamplona, 2005. MOYA VALGAÑÓN, J.G. (dir): Historia del Arte en La Rioja. El siglo XVI. Logroño, 2007.

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anticipatorio de la arquitectura de algunos retablos romanistas, como el de Estavillo (Álava), contratado por Pedro López de Gámiz. En otra ocasión hemos destacado cómo el retablo de Logroño guarda también alguna relación con el fundamental retablo del convento de Santa Clara de Briviesca que, por otra parte, reparte los volúmenes del alzado de una forma relativamente coincidente con la volumetría general del retablo de la catedral calceatense73. En la portada de Viana están documentados varios escultores, pero la talla se hizo después de la muerte de Goyaz. El guipuzcoano pudo ser un práctico escultor74 y esta circunstancia ayudaría a comprender la cesión de diversas obras de escultura por parte de la viuda de Bigarny, pero parece que contó también con la colaboración de imagineros

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como Arnao de Bruselas, citado por Echeverría Goñi entre los acreedores del guipuzcoano en 1553, seguramente por la escultura del retablo de Santa María de Palacio. Aunque los primeros pagos por el retablo de Palacio los recibe Goyaz en 1549, parece que la iglesia estaba tratando de levantarlo desde 1546 y en noviembre de este año consta que Juan de Rojas, posiblemente el pintor que se encargó del retablo, y Juan de Bustamante fueron padrinos de un hijo de Juan de Beaugrant, entonces en Logroño75. Beaugrant, documentado en torno al retablo calceatense desde 1539, hubo de conocer a Goyaz en Santo Domingo de la Calzada y veremos cómo ambos pudieron colaborar en la tumba de Rodrigo de Valencia. (fig. 9)

73 La documentación parece indicar que Forment empleó traza propia para el retablo de La Calzada, pero no se ha justificado suficientemente lo chocante que resulta este retablo en la producción del valenciano ni la distinta tipología empleada con respecto al resto de su obra. Salvo el zócalo –sin duda formentiano– y el óculo del Santísimo –que ha de ser sugerencia de Forment a los capitulares que andaban buscando un lugar donde ubicar la capilla del Sacro Sacramento–, se organiza como los retablos castellanos y carece del fuerte desarrollo del banco de los retablos aragoneses. Moya y otros autores han invocado la consulta del cabildo a Bigarny en el año 1537. Nosotros insistimos en el fuerte acento castellano del retablo –hemos defendido que tenía remate– y apuntamos el parecido tipológico que ofrece con el retablo, ciertamente posterior, de Goyaz en Santa María de Palacio y la semejanza, todavía mayor, con el de las monjas clarisas de Briviesca donde trabajaron los herederos del taller de Arnao de Bruselas –Juan Fernández de Vallejo, Hernando de Lubiano, Enrique Drus–, aparte de Juan de Anchieta, Agustín Ruiz y Diego de Marquina, oficial formado con Diego Guillén. Aparte de la disposición volumétrica de las calles, algunos otros detalles secundarios, siempre invocados, nos siguen pareciendo relevantes: las figuras dispuestas en el guardapolvo del retablo calceatense se cobijan bajo veneras con la charnela hacia arriba como en los retablos burgaleses y se emplean también en el retablo de Santa María de Palacio y en la tumba de Rodrigo de Valencia. Nos remitimos a la bibliografía que se cita en, BARRÓN GARCÍA, A.A.: «El retablo de Santa Clara de Briviesca en el romanismo norteño», Boletín del Museo e Instituto «Camón Aznar», nº LXXVIII-LXXIX, 1999, pp. 241-300. 74 En la documentación de la parroquia de Santa María deViana se le califica siempre como escultor o imaginero: «maese Juan de Goyaz escultor» o «maestre Juan de Goyaz imaginario». La primera obra en Viana fueron los escaños y cajones de la sacristía que le pagaban en las primeras cuentas conservadas, correspondientes a 1548, aunque es posible que también realizara la arquitectura de la sacristía que gurada cierto parecido con la de Bañares. Antes de octubre de 1549 tenía contratada la realización de dos púlpitos de piedra. El 24 de octubre de 1549, en presencia del visitador, se comprometió a realizar una pila bautismal y cuarenta y cinco sillas para el coro valoradas en 400 ducados y «conforme a una traza que de presente daba maestre Juan de Goyaz imaginario». La obra de la portada, valorada en 3.000 ducados, la contrató el 1 de noviembre de 1549 y la debía concluir en seis años «conforme a la traza que dio e presento». El 17 del mismo mes y año se obligó a realizar, de nuevo con traza propia, dos capillas y una escalera de caracol para subir a la torre de la iglesia de Santa María en Aras (Navarra), aneja a la iglesia de Viana. La portada de Viana y la obra de Aras las concluyó Juan Ochoa de Arranotegui. Goyaz apenas dejó hechas cinco sillas del coro deViana que se volvió a contratar, en remate con candela, con Francisco Jiménez, artista de Mendavia (Navarra). Archivo Parroquial de Viana, Libro I de fábrica y elección, 1549-1572. Los datos se publicaron en las obras de Biurrun y Labeaga que se han mencionado arriba.También, LABEAGA MENDIOLA, J.C.: Aras. Pamplona, 1981. 75 Echeverría Goñi se refiere a Arnao como acreedor de Goyaz en varias de las publicaciones citadas en la nota anterior. La partida de bautizo de Jerónimo, hijo de Juan de Beaugrant, en BARRIO LOZA, J.A.: Los Beaugrant…, doc. 22, p. 139. Para la bibliografía de estos artistas, así como para la de Forment, remitimos al escrito de Carmen Morte en esta misma publicación.

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Fig. 9. Portada de Santa María de Viana (Navarra).

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Con anterioridad, el 4 de mayo de 1532 se firmó un primer acuerdo entre el cabildo y el secretario Sámano para la cesión del lugar donde construir una capilla nueva76. Nos hemos referido a la ampliación del espacio de la capilla que cobija el sepulcro de Santo Domingo de la Calzada y cómo se había construido un nuevo coro que entonces estaba un tramo de nave adelantado hacia el altar mayor. El acuerdo de Juan de Sámano con el cabildo coincide con la conclusión del adorno del trascoro y la colocación del retablo de Andrés de Melgar y Alonso Gallego que relata los milagros del Santo. A este espacio particularmente devoto y muy querido por los calceatenses se asomará la capilla del secretario Juan de Sámano. Los capitulares le entregaron la capilla llamada de San Bernardino para que enterrara en ella los huesos de sus padres y abuelos, depositados en una capilla del claustro, así como los propios, los de su esposa, Juana de Castrejón, y los de sus hijos y descendientes. Sámano señalaba en la petición su devoción al «glorioso Cuerpo Santo» y solicitaba el espacio que iba «desde la escalera que suben al canpanario asta el pilar que esta entrando por la puerta del cuerpo santo a mano izquierda donde al presente esta puesto el altar de San Bernardino». Alegaba que, de concederse, aumentaría la honra de la iglesia, pues el lugar pedía que fuese ornamentado y

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honrado mientras que, de momento, estaba vacío «e yndecente por estar como esta en el cuerpo de la dicha madre yglesia y arca del sepulcro del glorioso Santo Domingo». Como en el lugar –el altar de San Bernardino– había sepulturas que eran de Pedro Sánchez deVillar y Juan García de Villar, beneficiados difuntos, pidieron opinión a letrados sobre los derechos de los sepultados. Estos fallaron que podían conceder el suelo y lugar a quien mejor dotase a la fábrica porque no habían dado en la primera cesión dominio ni señorío sobre el lugar, pero el cabildo permitió, en recuerdo del generoso legado de los Villar, que siguieran allí enterrados pues estaban sin bulto alguno cerca del altar de San Bernardino77. LosVillar procedían deVillar de Torre y el citado Juan García deVillar seguramente sea el mismo que en el testamento de Pedro Sánchez de Villar se menciona como Juan Sánchez de Villar. El 20 de mayo de 1447 el cabildo catedral autorizó a los racioneros Fernando Martínez de Villar y Juan Sánchez de Torre –que ha de corresponder con el citado Juan Sánchez de Villar– edificar una capilla «so la escalera del campanario, çerca de la sepultura de Domingo Punzano y junto con la pared de la dicha iglesia»78. Esta capilla, entonces con la advocación de Santa Marina, estaba construida para el 18 de agosto de 1456, fecha del testamento del racionero Pedro Sánchez de Villar y hacía

76 ARChV, Pl. Civiles, Fernando Alonso (F), Caja 41/3. El acuerdo con el cabildo se incluye en la reclamación de María Sámano a sus hermanos sobre la legítima de los bienes del secretario Juan de Sámano. María hizo prosperar sus pretensiones. En primera instancia, ante el corregidor de Santo Domingo, aunque era hija legítima, no lo consiguió por el peso de sus hermanos en la ciudad. Pero la Real Chancillería atendió positivamente su reclamación. Como parte de la sentencia se ejecutó en los bienes que Juan de Sámano había legado al cabildo calceatense en pago de la capilla, se aportaron los acuerdos entre el cabildo catedral y el secretario que no siempre fueron tranquilos. En el Archivo de la catedral calceatense se conserva parcialmente una historia manuscrita de las capillas. Concluye comentando la cesión de 1532 pero el documento se corta poco después. ACSDC, Leg. 88/1, Razón de las capillas de esta santa yglesia. En el Libro 0-80, en las páginas de la letra A, número 5 referido a Aniversarios también se relacionan algunos documentos sobre los Sámano que se guardaban en el archivo catedralicio; así, una «escritura del cabildo con el secretario Juan de Samano para darle la capilla que hoy es de nuestra Señora de la Concepcion que antiguamente era de los Villares y se intitulaba de San Bernardino». 77 El legado de Pedro Sánchez de Villar había sido muy generoso. Legó numerosos bienes al cabildo, capilla y capellanía y ciertas cantidades para las obras del hospital y de los monasterios de Nájera y Nuestra Señora deValvanera. 78 LÓPEZ DE SILANES, C. y SAINZ RIPA, E.: Colección Diplomática Calceatense. Archivo Catedral (1400-1450). Logroño, 1991, doc. 251.También, SAINZ RIPA, E.: «La catedral de Santo Domingo de la Calzada durante los siglos XV y XVI», en Damián Forment, escultor renacentista. San Sebastián, 1995, p. 42.

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por lo menos un año que era atendida por capellán79. Sin embargo, en la cesión de este espacio a Juan de Sámano en 1532 se decía que lugar tan insigne –por estar tan cerca del sepulcro del Santo– mejoraría con la construcción de una capilla dando a entender que la capilla de San Bernardino era de tamaño insignificante o poco más que un altar rehundido en el muro. El cabildo le otorga el lugar al secretario Sámano a cambio de 4.000 maravedís de renta anual perpetua o el pago de 200 ducados y tres aniversarios los días de Santo Domingo, la Encarnación y la Concepción. Además, debía invertir en fabricar la capilla por lo menos otros 200 ducados, a cambio podía edificarla a su libre voluntad, con el derecho a colocar tantas sepulturas con bultos esculpidos como deseara. Para ello le autorizan a «hacer la pared y concavo que quisiere», a abrir y estrechar «la pared que sale ansi a la plaça de la çiudad y alcançarla lo que quisiere». Todo sin perjuicio de las obras y pilar de la iglesia, pues si alguna parte se caía al hacer la capilla la reedificación sería a costa del secretario. Éste podía colocar las armas y escudo que deseara así como retablo y reja de hierro «con que no salga y se estienda mas afuera del poyo en que esta fija79

do el dicho pilar encima de una grada de piedra en que esta arrimada al dicho poyo y que el estremo de la dicha reja que ansi hiçiere salga y se ponga en parejo y por derecho del dicho canton del dicho poyo asta la pared que esta debajo de la dicha escalera del campanario»80. En principio, la reja debía ir alineada al muro de entrada a la capilla desde la plaza y no podía salir del bulto de las basas de las columnas. Sin embargo, se había reflejado la expresión cóncavo y el resultado será muy distinto al inicialmente imaginado por los capitulares. La primera noticia sobre la actividad constructiva en la capilla data de agosto de 1533. Juan de Sámano era uno de los herederos de su hermano Pedro, que testó en Valladolid el 6 de agosto del mismo año. El testamento se abrió en Madrid el 21 del mismo año, fecha del fallecimiento de Pedro de Sámano. Poco después, el secretario presenta a los contadores mayores del reino una cláusula del testamento de Pedro por la que había dejado 15.000 maravedís de juro «para la capilla que yo hago en la yglesia mayor de Santo Domingo de la Calçada o para la capilla donde yo trasladare los huesos de mis padres»81. El 18 de septiembre del mismo año, Juan de Sámano se

LÓPEZ DE SILANES, C. y SAINZ RIPA, E.: Colección Diplomática Calceatense. Archivo Catedral (1451-1499). Archivo del Hospital (1431-1497). Logroño, 1992, doc. 275, pp. 32-37; ACSDC, Leg. 9/37. Pedro Sánchez de Villar aparece como racionero desde 1427 y dejó un rico legado al cabildo. Su testamento se escribió en un pergamino de notable tamaño que se conserva junto a una memoria de los bienes vinculados a la capilla. Una de las mandas testamentarias ordena que se pagaran al capellán Sancho Ruiz mil maravedís «por la capilla segund que yo se los solia dar». Más adelante menciona los bienes que vincula a «mi capilla que tengo en esta yglesia de la Calçada». Nombra como herederos a sus sobrinos Juan Sánchez de Villar y Fernando Martínez de Villar; eran racioneros en la catedral y Martínez de Villar ha de ser el aludido en la cesión de la capilla del año 1447. Aunque la capilla se denomina de Santa Marina, el retablo estaba dedicado a San Bernardino y acabó dando nombre a la capilla. Según un libro registro escrito en 1642, el retablo de San Bernardino lo mandaron hacer Pedro Sánchez de Villar y Juan Sánchez deVillar y entonces se encontraba en una capilla del claustro del licenciado Zúñiga «que se tiene por pariente de los Villares», ACSDC, Libro 0-80, letra C, nº 18, f. 46r. 80 En la toma de posesión de la capilla se siguió el rito que habitualmente practicaban los canónigos al ceder una capilla: el representante comisionado del cabildo, en este caso Tomás de Paz, llevó al lugar al secretario pero, como la pared no debía de tener hueco o capilla propiamente, no le pudo introducir en la propiedad como se hacía otras veces. El secretario cogió una tabla del altar de San Bernardino y tomó posesión sobre el altar. Por el contrario, el acuerdo definitivo de 1553, cuando ya estaba construida la capilla siguió la ceremonia, casi feudal, que se oficiaba en las concesiones de capillas. En esta ocasión, el obrero de la catedral, Cristóbal de Angulo, dio «posesion de la dicha capilla e benera y en señal de posesion tomo al dicho señor secretario Juan de Samano por la mano y lo metio y puso en la posesion de todo ello como en cosa propia suya... y en lugar de verdadera posesion [Juan de Sámano] torno a sacar por la mano al dicho señor Xristobal de Angulo de la dicha capilla y benera y se quedo en ella». 81 Archivo General de Simancas (AGS), CME, 68, 24.Aparte del juro ordenado, Pedro de Sámano señaló que con el sobrante de sus bienes se compraran juros y que la mitad de la renta se gastase anualmente en casar huérfanas

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dirige a los contadores mayores y señala que había comprado el juro legado con 300.000 maravedís heredados de su hermano y les pide que se deposite en el monasterio de San Millán. El testamento de Pedro de Sámano tiene un codicilo redactado en Madrid el 18 de agosto de 1533, seguramente aconsejado por su hermano. En él recuerda el juro de 15.000 maravedís legado –10.000 para el capellán y 5.000 para la fábrica, el servicio y los ornamentos de la capilla de la Concepción «quel secretario Juan de Samano su hermano a hecho en la çiudad de santo Domingo de la Calçada en la yglesia mayor della çerca del sepulcro del glorioso cuerpo santo en la qual el dicho secretario Juan de Samano tiene detiminado de pasar los huesos de los dichos sus padres». Pero precisa que el juro legado sea «para allí donde se entierre su hermano y pase los huesos de sus padres» porque «podria ser que el dicho secretario Joan de Samano, por algunos fines, no quisiese enterrarse en la dicha capilla ni trasladar a ella los huesos de los dichos sus padres e quisiese hazer su enterramiento y de los dichos sus padres en su lugar de Çidamon o en otra parte»82. La duda entre ocupar la capilla calceatense u optar por otra capilla que pudiera construir con menos limitaciones perduró largamente y, al final, repercutió en el proceso constructivo y en el escaso amueblamiento de la capilla. Era señor de Cidamón

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desde 1528 y pudo quererse enterrar en aquel lugar. De hecho, durante un tiempo, su segunda esposa, Ana de Mendoza, estuvo sepultada en la iglesia del viejo convento franciscano de Nuestra Señora de los Ángeles en Cidamón, aunque los Zúñiga intentaron recuperar el señorío y devino en un lugar problemático e inseguro. Los Zúñiga alegaron que la venta del lugar hecha por Francisco de Zúñiga, menor de edad, en beneficio de Juan de Sámano por 35.000 maravedís de juro era ilegal por estar vinculado el lugar al mayorazgo. En primera instancia perdió el secretario las alcabalas del lugar, pero la emperatriz Isabel falló a su favor con tal de que pagara un juro de 75.000 maravedís en lugar de lo acordado con el menor. Con todo, el pleito se mantuvo hasta que, en el siglo XVIII, el conde de Hervías, poseedor del mayorazgo Zúñiga, adquirió las alcabalas por cesión y venta de Isidoro de Sámano83. Además, es sabido que el convento franciscano de Nuestra Señora de los Ángeles se trasladó desde Cidamón, donde lo había fundado fray Lope de Salinas en 1456, a la ciudad de Santo Domingo en 1535 por mediación de Juan de Sámano que pudo también considerar ser enterrado en este convento. El traslado se decidió en una reunión de la provincia franciscana de Burgos celebrada en Vitoria en 1534 pero no se consumó hasta 1535 después de que el cabildo de la catedral calceatense estorbara el traslado y presentara alguna oposición84. Los

cercanas de su linaje –con aprobación de su hermano Juan y del capellán de la capilla– y la otra mitad se había de repartir en limosnas para pobres. Dejaba como herederos a sus hermanos Juan de Sámano, Amador de Sámano, Antonio de Sámano, Dionisio de Sámano, Mari García de Sámano y a los hijos de su hermana Inés, difunta; AGS, CME, 67, 26. 82 AGS, CME, 67, 26. 83 ARChV, Alonso Rodríguez (F), Caja 2552, 5. 84 GONZÁLEZ TEXADA, J.: Historia de Santo Domingo…, p. 251. ACSDC, Libro 0-80, letra C, nº 9, Cidamón: Traslado simple de algunos autos que en 1534 hizo el cabildo a la traslación del monasterio de San Francisco que estaba en Cidamón «y con fabor del secretario Joan de Samano se traslado a esta çiudad». También, ACSDC, Leg 17/3. Se dan noticias de la decisión de trasladar el convento en 1531 en, ACSDC, OP-F31 y OP–F38. Sin embargo, Hernáez de la Torre y Sáenz de Arquíñigo cuentan que la decisión de trasladar el convento se tomó en el capítulo de la provincia franciscana de Burgos celebrado en el convento de San Francisco deVitoria el año 1534. Señalan que fray Agustín de Sámano fue instituido, en ese capítulo, guardián del convento de Cidamón. El traslado, efectuado el viernes 26 de febrero de 1535, contó con el apoyo de la representación de la ciudad de Santo Domingo y la oposición de «un prelado de cierto convento» en alusión a fray Alonso de Castilla, obispo de Calahorra-La Calzada y dominico; HERNÁEZ DE LA TORRE, Fr. D. y SÁENZ DE ARQUÍÑIGO, Fr. J.: Primera parte de la Chronica de la provincia de Burgos, de la Regular Observancia de Nuestro Padre San Francisco. Madrid, 1722, por Geronimo Roxo, pp. 229-231.

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frailes –con fray Agustín de Sámano como guardián del convento– se instalaron en unas huertas y casas cedidas por Juan de Sámano que, además, les donó 500 ducados para comenzar a poner en marcha el nuevo convento. La capilla catedralicia no pudo ensancharse hacia la plaza como proponía indirectamente el documento de cesión del cabildo y Juan de Sámano no debía estar satisfecho con el espacio, a menos que utilizara la posibilidad de abandonar la capilla como presión para que el cabildo se aviniera a un acuerdo más favorable e invasivo en la fundamental capilla del Cuerpo Santo. La construcción de la capilla originó una demanda por entender el cabildo que lo construido excedía lo pactado al proyectarse la capilla mediante una concha que penetraba en la capilla del Santo pero, finalmente, Sámano impuso su voluntad. El 9 de junio de 1553 cabildo y secretario suscribieron una nueva capitulación en la que se recogen los términos de la demanda85. El nuevo pacto recuerda que Juan de Sámano pretendía haber edificado «la dicha capilla con la venera que tiene al lado» –titulada de la Concepción– y haberla cerrado según los límites pactados. El cabildo sostenía que Sámano no había cumplido el pago de la compensación económica y, además, argumentaba que había sobrepasado los límites concedidos «especialmente en alguna parte de la dicha venera» y que, por ello, podía cerrar con reja la capilla pero no cerrar «lo que toca a la dicha benera». Aparte, los capitulares aducían haber oído que Juan de Sámano había dicho «que no se avia de sepultar en la dicha capilla» por lo que le requirieron y movieron pleito. El secretario afirmó haberse sujetado a los puntos del acuerdo «en lo que toca al sitio e zerradura de la dicha capilla» y, además, «se avia echado el cordelamiento y cerramiento

en presencia de todos los dichos señores del capitulo y aprovandolo y aun viendolo cada dia». Por si fuera poco, Sámano alegaba que del edificio de la capilla se había encargado, por comisión suya, el canónigo Tomás de Paz y que si había dejado de pagar la renta algún año era porque el cabildo no había cumplido con el rezo de los aniversarios. Finalmente el cabildo cedió la capilla a Juan de Sámano con todas las pretensiones de éste y es difícil que se enmendara la única condición impuesta por los capitulares: pedían enderezar el cierre de la capilla porque consideraban que «esta torcida con un esconze que ace a la entrada de la dicha capilla a la benera que es fealdad». Podemos imaginar que la concha se proyectaba en enviaje y, como desgraciadamente se desmontó en la reedificación del siglo XVIII, solo nos cabe lamentar no poder ver un proyecto atrevido e imaginativo que sin duda llevó a cabo Juan de Goyaz, arquitecto al que Sámano confió en Cidamón y Santo Domingo todas las obras documentadas. En el acuerdo, los capitulares aceptaban que, tras enderezar la venera, dispusiera perpetuamente de la capilla y su inhabitual cierre, un escenario abierto al sepulcro del Cuerpo Santo. Los capitulares le permitían echar reja de hierro o de madera «ansi en el quadro de la dicha capilla como en lo que cierra la dicha venera para que sea suyo», aunque, si Juan de Sámano mudara el lugar de enterramiento a otra parte, debía quitar la reja de la venera y dejarla abierta y únicamente se podría poner reja en el «quadro» de la capilla propiamente dicha «como oy la tiene», aunque todo el «patio» de la venera seguiría siendo de Juan de Sámano y sus sucesores y nadie más que ellos podría enterrarse bajo la venera.

La misma fecha de 1535 se señala en, GARAY, Fr. M.: Compendio chronologico con nuevas addiciones a la primera parte de la chronica de la santa Provincia de Burgos. Pamplona, por Pedro Joseph Ezquerro, 1742, p. 120. Sobre el convento de San Francisco, BARRÓN GARCÍA,A.A.: «Sobre la fundación de fray Bernardo de Fresneda en el convento franciscano de Santo Domingo de la Calzada», Fayuela, Revista de Estudios Calceatenses, n.º 3-4, 2007-08, pp. 11-45. 85 ARChV, Pl. Civiles, Fernando Alonso (F), Caja 41/3.

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La capilla se vio afectada por la ruina del muro sobre la entrada del santo que originó la construcción de una nueva torre, como Eduardo Azofra ha documentado86. Primeramente, en 1758, se pensó adecentar la vieja torre que cargaba sobre la sacristía de la capilla Sámano y estaba situada en el extremo contrario al caracol del campanario. Martín de Arluciaga, arquitecto de Bérriz, dio traza para reconstruir los cuerpos altos de la vieja torre y parece que Martín de Beratúa también ofreció otra traza tras inspeccionar la torre87. Pero, como ha expuesto Azofra, la torre se acabó levantando sobre la entrada, aunque la nueva ubicación también cargaba en parte sobre un muro antiguo y los capitulares manifestaron su preocupación por la cimentación de la obra e intentaron, sin éxito, que Ignacio de Ibero, director de las obras del santuario de Loyola, informara del peligro de «ruina en lo fabricado antiguo sobre que esta para elevar la torre». Tras subir las campanas a la nueva torre, se detectan, en noviembre de 1759, las primeras rendijas «en la concha»88 situada entre la puerta principal y la capilla de la marquesa deVillavenazar, es decir, la venera construida a partir de 1532. Las obras, además, habían desplomado el muro y el cabildo, sin manifestar la causa de los problemas, intenta que la marquesa de Villavenazar –título concedido en 1666 por Felipe IV a José Baltasar de Sámano89– contri-

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buya en la inevitable reparación, particularmente en el refuerzo de los cimientos del cubo sobre el se levantaba la torre antigua y en el remedio del desplome del muro de la capilla. La iglesia fabricó una portada nueva en 1762 pero seguía preocupada por la situación de los muros de la capillaVillavenazar. El 18 de marzo de 1763 el cabildo escribía a la marquesa advirtiendo que el muro contiguo a la plaza estaba tan debilitado que se veía la luz exterior por entre las piedras, de modo que cualquiera, con poco esfuerzo, podría entrar en la capilla90. La marquesa de Villavenazar accedió a colaborar pero sugería que las obras eran de cimentación y, por tanto, la iglesia debía sufragar «la obra que tiene que acer la fabrica de esa santa yglesia en recalzar y fortalecer el cuvo que cae sobre la sacristía de mi hijo el marques de Villavenazar y que es necesario el que se recalce la pared de la dicha capilla por el lado de la plaza»91. En 1767, el cabildo, terminadas las obras de la nueva portada y de la torre exenta, seguía inquieto por la posibilidad de que quebrara el muro de la capilla tendido hasta el viejo campanario. En marzo había nombrado una comisión para que estudiara si la marquesa de Villavenazar tenía obligación de reparar la ruina y en mayo, los mismos maestros que habían supervisado la conclusión y entrega la torre catedralicia, hicieron declaración sobre el estado

86 AZOFRA, E.: «La desconocida tercera torre de la Catedral de Santo Domingo de la Calzada (La Rioja), origen de la actual portada meridional del templo calceatense y de su torre exenta», en RAMALLO ASENSIO, G.: El comportamiento de las Catedrales Españolas: del Barroco a los Historicismos. Actas del Congreso. Murcia, 2003, pp. 93-105. 87 MOYA VALGAÑÓN, J.G.: Etapas de construcción de la catedral de Santo Domingo de la Calzada. Logroño, 1991, p. 19 y AZOFRA, E.: «La desconocida tercera torre…, p. 97. 88 AZOFRA, E.: «La desconocida tercera torre…, p. 98. ACSDC, Libro XXIII de acuerdos capitulares, 17541769, acta del 14 de noviembre de 1759: «acordaron llamar maestro para inspección y reconocimiento de una rimas o rendijas que se han hechado de ver en la concha que esta entre las puertas principales de dicha santa iglesia y capilla de el marques de Villavenazar, inquietos sus animos con los recelosos temores de que ara alguna ruina en la obra de la torre; y se dio comision al señor Mioño para que escriva a Bilbao a fin de que venga el Maestro que ha hecho en aquella villa la iglesia de San Nicolas a dicho reconocimiento». En 1756 habían concluido las obras de la iglesia de San Nicolás de Bari que había diseñado Ignacio de Ibero, al que habían intentado traer a comienzos de 1759, aunque fue Vega el arquitecto que llegó, AZOFRA, E.: «La desconocida tercera torre..., p. 99. 89 Juan de Sámano había adquirido en 1528 Cidamón y la casa o palacio de Villavenazar que formaba parte del término de Redondo de las Paulejas, casi un despoblado. 90 AZOFRA, E.: «La desconocida tercera torre..., p. 99; ACSDC, Libro XXIII de acuerdos capitulares, 17541769, f. 241. 91 ACSDC, Leg. 88/5.

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de la capilla de la marquesa de Villavenazar92. Los informantes proponen al cabildo apear la ruina y éste decide, tras una negativa inicial de Martín de Beratúa, confiar el apeo en Juan Cruz de Urízar, vecino de Durango y residente en Murillo, aunque las obras no comienzan por falta de recursos. De nuevo, en abril de 1769, se escribe a la marquesa de Villavenazar y se le recuerda el estado ruinoso de su capilla así como la obligación de contribuir al gasto que se cause en el reparo de la nave de la iglesia y capilla. Los informes escritos en 1767 son el único apoyo documental para intentar visualizar el estado original de la capilla de Juan de Sámano. El texto del cantero José de Ituño93 es muy dramático y recuerda que el espacio se encontraba en estado inminente de ruina: desplomado el cubo y estribo de la capilla, sus macizos rotos y desunidos de las paredes laterales, sus cimientos desgastados por el salitre y las aguas que pasan por un «transito» abierto bajo la torre vieja desde antiguo. Propone apear el muro y el cubo, desde su caracol hasta el macizo, y rellenar los huecos abiertos. El mes anterior, Ituño y Martín de Beratúa habían escrito otro informe conjunto en el que llamaban la atención sobre los mismos problemas y apuntaron que los «costados que hacen el angulo cubo por el exterior se hallan llenos de oficinas assi en la referida de la señora marquesa como en el pasadizo que sirve para subir a dicho cubo»94. El informe presentado por el carmelita fray José de San Juan de la Cruz es más concreto y útil para nuestro propósito95. Señala las partes de que se componía la capilla: sacristía, panteón, formero y bóveda que es como llama a la venera delantera, mientras que el formero es el arco que iba de pared a pared y servía de

«arrancamiento de la bóveda» o venera. Esta bóveda se disponía «en angulo recto» entre las dos paredes de modo que empujaba a los dos muros. Reconoce que este espacio está en ruina por la cantidad de huecos que contiene. Dice que si se cerraba y macizaba la bóveda, arco y techo de tránsito al caracol del cubo se cargaría excesivo peso en las sacristías de las capillas a uno y otro lado del muro –es decir, las sacristías de las capillas de la marquesa de Villavenazar y del marqués de Hervías–, «por estar estas [sacristías] en lo mazizo de dicha pared y contener esta [pared] en dicho mazizo escalera de caracol con su entrada sobre que hay hueco que pasa de parte a parte en cuia estancia esta el gallo y gallina». Ofrece incluso las dimensiones de la sacristía desaparecida de la capillaVillavenazar: «de largo nueve pies y de ancho cinco y tres quartos con buelta escarzana vastante rebajada». Se encontraba agrietada diametralmente y proponía macizarla «por perjudicial a la seguridad de la obra», mientras que para el resto de la capilla, después de su apeo, señalaba que se debía volver a restituir tanto la bóveda –o venera– como el panteón, éste «con el mismo ornato de arquitectura». Juan Cruz de Urízar es igualmente expresivo y también alude a la concha de la capilla Villavenazar96. Fue el arquitecto que finalmente llevó el apeo y propuso algunas consideraciones propias que finalmente se llevaron a cabo, como sustituir el arco escarzano de la capilla por otro de medio punto. Señala las causas de la ruina: el peso y cimentación del cubo arrimado al ángulo de la capilla Villavenazar, los huecos de las dos sacristías embutidas en el macizo del muro. Diferencia entre las crucerías de la nave y la bóveda –la concha o venera– de la capilla y propone apear la bóveda, es decir la venera que avanzaba hacia el

92 AZOFRA, E.: «La desconocida tercera torre..., pp. 99-105. ACSDC, Libro XXIII de acuerdos capitulares, 1754-1769, ff. 344-363. 93 El informe se firmó el 17 de mayo de 1767. ACSDC, Leg. 5/45. 94 ACSDC, Leg. 5/44, informe del 1 de abril de 1767. 95 ACSDC, Leg. 5/46. 96 ACSDC, Leg. 5/47.

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sepulcro del santo. Se refiere al pilar situado en la esquina, junto al cubo de la primitiva torre, como el punto débil de la construcción, aunque estaba oculto por la venera: «el arco oculto que se halla harriba encima de la bobeda en la capilla de la señora marquesa y es este dicho arco el que recive la pared maestra de la yglesia que mira acia mediodia y para este fin precisa hazer rompimiento en la dicha bobeda lateral [la venera] y como se halla bastante maltratado dicha bobeda y con unos remiendos sinples reparado, tengo por mas hazertado que se quite todo», aunque aconsejaba que se hiciera con cuidado para volverla a levantar, mientras que proponía macizar y eliminar, como en buena medida se hizo, los huecos de los pasadizos, la vivienda del campanero y los espacios de las sacristías. El adorno de la fachada del panteón se debía rehacer, pero sustituyendo el arco escarzano que originalmente tenía por uno de medio punto y rehaciendo enteramente el formero del muro superior porque estaba arruinado97. El cabildo le pidió un informe complementario de costos y que especificara en qué parte debía contribuir la marquesa de Villavenazar. Según su opinión, la marquesa sólo tenía que contribuir a la reedificación del muro de la plaza y a la restitución de la bóveda –la venera– que «se hallava bastante arruinada»98. Por diferencias con la marquesa de Villavenazar o por ahorrar gastos, finalmente no se restituyó la venera que dotaba a la capilla de Sámano de una singularidad única en la arquitectura española del siglo XVI. (figs. 10 y 11) Se trataba de una obra atípica que no dejaba indiferente. Parece que al cabildo calceatense no le agradó. La venera no era simétrica y es posible que mediante artificioso above-

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Fig. 10. Ábside y trompas del monasterio de La Vid (Burgos).

Fig. 11. Frente del panteón de la Capilla Sámano.

damiento enviajado buscara centrar el panteón que quedaba en un lado del ángulo. Los informantes del siglo XVIII seguramente la valoraron positivamente ya que proponen volverla a edificar, aunque su disposición entre los dos muros causaba problemas y les habría sido más cómodo recomendar su desaparición, como finalmente se hizo. Los prebendados de Viana,

97 «El adorno que tiene en la fachada del panteon se ha de executar lo mesmo en la mesma forma que oy esta, con las mesmas piedras añadiendo en el nicho en lugar que tiente en su zerramiento arco escarzano se le a de hazer de medio punto por ser mas fuerte; y el formero que se halla en esta parte se ha de demoler por estar arruinado y bolberlo a redificar de nuebo juntamente con las demas paredes; bolbiendo a la fachada dicha y anibelado con los texados laterales se ha de formar la pilastra en el mesmo ancho que haze parte del ochavo dicho, que tendra cinco pies y en largo pasara a una y otra parte del angulo referido», Ídem. 98 ACSDC, Leg. 5.

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satisfechos con la traza que les presentó Goyaz, le encargaron una obra muy costosa para una portada. El único precedente de arquitectura con antecapilla en la zona era la capilla Sámano que posiblemente conocían al encontrarse en su sede episcopal. No es fácil imaginar cómo se superponían la concha renacentista y la bóveda gótica. En un dibujo de Francisco García Medina se hace un intento de reconstrucción aunque seguramente la concha tenía un vuelo mayor. La venera no se reconstruyó ni tampoco la sacristía de la capilla, situada a continuación de la puerta del campanario. En 1770 la capilla se redujo al panteón. Es lo único que persiste y aún el arco de entrada, un escarzano originalmente, se modificó. Las obras debieron de iniciarse poco después de la firma del contrato de 1532. El panteón se cubre con plementería gótica y los soportes con fustes en panal son una reminiscencia gótica que nos remite al coro de la iglesia de Casalarreina y a la galería superior del claustro del mismo monasterio. En esta obra se menciona a Juan de Rasines al servicio de Felipe Bigarny, autor que debió encargarse de la decoración, mientras que la arquitectura debió de dirigirla Juan Gil de Hontañón, sin descartar la intervención de Juan de Rasines. Ningún documento vincula a Goyaz con la obra de la capilla, pero nos inclinamos por suponerlo en atención a la relación del guipuzcoano con Bigarny –fue su hombre de confianza en los talleres de Peñaranda (Burgos) y Bañares–, a la probabilidad de que el francés aportara el diseño del sotocoro de las monjas de Casalarreina99, así como por los conocidos contratos que Juan de Sámano le confía en 1544 –poco después de la muerte de Bigarny– para la realización de la fachada de sus casas principales en la calle Margubete y otras obras en Cidamón, y,

por último y particularmente, al saber que la capilla se proyectaba con una venera al modo de la antecapilla que Goyaz contrató, en 1545, para la portada de Viana. Para encontrar una venera-trompa en muros de desigual longitud debemos desplazarnos a la sacristía de la catedral de Sevilla, donde parece que actúa Diego Siloe sobre planos de Juan de Riaño. Sobre muros simétricos son más habituales las veneras, aunque son las del ámbito siloesco, con arco de descarga superior, las más semejantes a la venera con tirante que se describe en la documentación. Destacamos las del crucero del monasterio de La Vid (Burgos) porque allí estuvo Juan Vizcaíno. Conchas conteniendo un programa escultórico con figuras casi colgadas son rarísimas y se encuentran en la portada de Viana y en la cabecera de la iglesia del monasterio de LaVid, de nuevo en un edificio que se ha relacionado con Siloe y en el que hubieron de tener parte Bigarny y Vizcaíno. Desde enero de 1539, Juan Vizcaíno –escultor, criado y hombre de confianza de Bigarny– es comisionado para la dirección del taller que maestre Felipe mantiene en Peñaranda de Duero y concretamente para concluir los sepulcros de los Avellaneda en Espeja, cierta obra en la iglesia de Bañares, y otras mas en La Vid y en Villamuriel (Palencia)100. Como la viuda de Bigarny traspasó, en 1543, precisamente los sepulcros de Espeja y la obra de Bañares a Juan de Goyaz se puede proponer la identificación de Juan Vizcaíno con Juan de Goyaz que, de no confirmarse, permite, al menos, aclarar el ambiente artístico con el que se relacionó Goyaz.Vizcaíno, fue uno los informantes de 1542 sobre la conclusión de las obras del monasterio de La Vid. Seguramente representaba los intereses de Bigarny en la obra –que no se han identificado, pero que

99 Isabel del Río defiende que Bigarny fue el decorador de los espacios arquitectónicos y que, incluso, pudo diseñar y dirigir algunas partes del edificio. RÍO DE LA HOZ, I. del: El escultor Felipe Bigarny (h. 1470-1542).Valladolid, 2001, p. 132. 100 RÍO DE LA HOZ, I. del: El escultor Felipe Bigarny…, p. 315-326. También, MARÍAS, F.: «Notas…, pp. 428429. Es probable que estuviera a cargo de las sepulturas de Espeja desde que se contrataron en 1536. Isabel del Río observó que en la documentación publicada por Sánchez Cantón se menciona a un Juan de Guña –otras veces de Oruña– que piensa podría ser Juan de Goyaz.

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han de girar en torno a la escultura y no se debería descartar que el monasterio premostratense fuera contratado, hacia 1522, en los años en los que Siloe y Bigarny formaban compañía101–, pero es posible que, además, conociera el hipotético proyecto de Siloe para La Vid –tan semejante al de los jerónimos de Granada, una réplica construida con una compleja bóveda renacentista en el crucero, en parte determinada por las obras de cimentación preexistentes–. Ha de ser Vizcaíno el maestro que propone, sin éxito, cerrar el crucero de La Vid con venera, en lugar de las tradicionales branchas y claves góticas por las que se optó, a propuesta de los demás informantes: Juan de Rasines, Pedro de Rasines, Juan de Vallejo y Bartolomé de Pierredonda, arquitectos tardogóticos menos innovadores102. El programa decorativo de la capilla Sámano –contemplada desde la plaza de la catedral, que entonces era la plaza principal y reunía también al hospital del Santo y al viejo ayuntamiento– muestra las armas de los patronos acompañadas de un gigantesco escudo imperial que por una parte alude al servicio del secretario a Carlos V y por otra le permite a Juan de Sámano exhibir ante todos los convecinos sus relaciones con el poder.Al interior, la ostentación es más evidente y el secretario y su esposa se presentan como cortesanos acompañados de las efigies del matrimonio impe-

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rial. Así, el panteón se adorna con una balaustrada ciega que muestra un magnífico escudo de CarlosV rodeado por los símbolos imperiales: la cadena del toisón de oro, el águila bicéfala y la corona imperial. Los bustos del emperador Carlos V y de la emperatriz Isabel coronan la balaustrada. Más abajo, las armas de Juan de Sámano y de su primera mujer –Juana de Castrejón– se ubican en las enjutas del arco y se inscriben en láureas glorificadoras como las que encuadran los bustos imperiales. En los enjutos rostros masculinos asoma una expresión enfática parecida a la de las figuras del retablo calceatense, levantado, supuestamente, poco después. La venera que adelantaba la capilla, aparte de ser un recurso habitual del Renacimiento, incorporaba alusiones simbólicas afortunadas pues el patrón del enterramiento menciona a Santiago «luz y patron de las Españas» como uno de sus abogados y además se abría a una capilla singular del camino de Santiago. El secretario Juan de Sámano murió en Valladolid el 4 de diciembre de 1558 y había otorgado testamento cerrado el 2 de septiembre del mismo año. Para su entierro dispone un ceremonial curioso y muy preciso –deformación profesional de un secretario– que difería si moría en Santo Domingo o en otro lugar103. En ambos casos pide ser enterrado en «su capilla de la conçeçion de la madre de Dios

101 Los detalles de la decoración arquitectónica de La Vid son habituales en las obras del taller de Peñaranda y algunos se encuentran, también, en la capilla Sámano, tanto el adorno abstracto como las láureas y los angelitos tenantes. Las figuras esculpidas en los contrafuertes exteriores y en el interior de la concha de La Vid pudieron ser atendidas por el taller de Bigarny residente en Peñaranda, lugar administrado por los Zúñiga que promueven la obra de LaVid. La labor de JuanVizcaíno, escultor y arquitecto, está por determinar pero se intuye que pudo ser trascendental. 102 Sobre La Vid, GARCÍA CHICO, E.: «Documentos referentes al monasterio de Nuestra Señora de la Vid», BSEAA, t. XXVII, 1961, pp. 87-102; HOAG, J.D.: Rodrigo Gil de Hontañón. Gótico y Renacimiento en la arquitectura española del siglo XVI. Madrid, 1985; CADIÑANOS BARDECI, I.: «Proceso constructivo del monasterio de LaVid (Burgos)», AEA, 241, 1988, pp. 21-36; ZAPARAÍN YÁÑEZ, M.ª J.: Monasterio de Santa María de laVid: arte y cultura, del medievo a las transformaciones arquitectónicas del XVII y XVIII. Madrid, 1994; RÍO DE LA HOZ, I. del: El escultor Felipe Bigarny…, p. 325-326; ALONSO RUIZ, B.: «De la capilla gótica a la renacentista: Juan Gil de Hontañón y Diego Siloe en La Vid», Anuario del Departamento de Historia y Teoría del Arte, 2003, pp. 45-57. También, BUSTAMANTE GARCÍA, A.: «El sepulcro del Gran Capitán», BMICA, LXII, 1995, pp. 5-41. Son tantos los canteros apellidados Vizcaíno que resulta ocioso e imposible seguirles los pasos; aunque seguramente no guarda ninguna relación con el Vizcaíno que residió en Peñaranda, aparece un Juan Vizcaíno en 1529 en las obras de la catedral de Granada: GÓMEZ-MORENO, Manuel: Diego Siloe. Granada, 1988, p. 90 (ed. de J. M. Gómez-Moreno Calera). 103 ARChV, Pl. Civiles, Pérez Alonso (F), Caja 1655,1.

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ques zerca del sepulcro del cuerpo santo de señor santo Domingo donde esta enterrada la señora doña Juana de Castrejon mi primera mujer que aya gloria e donde yo traslade los guesos de Juan Saenz de Samano e Juana Garcia de Samaniego mis señores padres e los de mis aguelos de la nuestra capilla de la claustra en que estaban enterrados». Si falleciera lejos de Santo Domingo, especialmente en tiempo de mucho calor, ordena que se le entierre en un convento franciscano del lugar donde falleciere y después de dos años –perdida la carnadura– se trasladen los restos mortales a su capilla. Dispuso que se llevara su cuerpo hasta la ermita de San Sebastián y desde allí, conjuntamente con el de su segunda esposa –que descansaba en Cidamón y se debía desenterrar– se portaran solemnemente hasta la catedral y se les enterrara con honra de beneficiado en la tumba donde yacía su primera mujer. Más adelante se debía fabricar para los tres «una tumba grande a manera de cama llana no muy alta porque no enbaraçe la capilla y en medio de la dicha cama un abito de Santiago tan grande como la dicha cama». Como dotación fundó otras dos capellanías: una a expensas del mayorazgo de su hijo Juan –hijo de su primera esposa– y otra sobre el mayorazgo de su hijo Luis –hijo del segundo matrimonio104. A la muerte del secretario no mejoraron las circunstancias de cara a procurar una rápida ejecución de las mandas testamentarias y hubo que esperar muchos años para culminar 104

el adorno y dotación de la capilla. El heredero del primer mayorazgo, Juan de Sámano II, estaba ausente y ni siquiera se pagaban las rentas a los capellanes a pesar de que se soportaban sobre el juro legado a la capilla por Pedro de Sámano en 1533. Hasta finales de 1561 no se satisfacen los primeros aniversarios y sueldos de capellanía. El 8 de noviembre de 1561 los mayordomos del cabildo llegan a un acuerdo con Francisco de Valencia, testamentario, para el abono de las deudas acumuladas desde la muerte del secretario Sámano105. En adelante se pagaron puntualmente los aniversarios y capellanía fundada sobre los bienes de Juan de Sámano II, pero la atención y el servicio de la capillanía que debía mantener el mayorazgo de Luis de Sámano seguían sin funcionar. El primer capellán nombrado por el propio secretario Sámano, Gregorio de Oña, tuvo que recurrir a la Chancillería para que Luis de Sámano le entregara su salario en un pleito que duró de 1564 a 1571 sin que se llegara a un acuerdo amigable de las partes en el proceso106. Aparte, en marzo de 1578 todavía reclamaba el cabildo a Juan de Sámano II y a Luis de Sámano los 200 ducados que había prometido el secretario Sámano en las escrituras de cesión de la capilla107. Las circunstancias no variaron hasta el fallecimiento de Juan de Sámano II, ocurrido en Valladolid el 9 de octubre de 1599108. En el testamento, otorgado en septiembre de 1595, enmendó la actitud obstructora de los años

Juan de Sámano y su esposa Juana de Castrejón, instituyeron un primer mayorazgo a favor de su hijo Juan en 1537 o 1539. Años después, fundó un segundo mayorazgo a favor de su hijo Luis, nacido del segundo matrimonio con Ana de Mendoza. El primer mayorazgo se fecha el 27 de septiembre de 1537, en ARChV, Pl Civiles, Fernando Alonso (F), Caja 1575,1; en AGS, CME, 330, 6, se data en el 11 de febrero de 1539. 105 En esta fecha el señor Francisco de Valencia pagó 24.000 maravedís por los tres aniversarios rezados desde 1558 –a razón de 6.000 maravedís al año como ordenaba el testamento de Juan de Sámano– y otros 12.000 maravedís del sueldo del capellán durante los años 1559-1561; ACSDC, Leg. F-1. 106 ARChV, Pl. Civiles, Pérez Alonso (F), Caja 1655,1. 107 AHPL, prot. 2751, escritura del 24 de marzo de 1578. 108 AHPL, Bartolomé de Tordómar, prot. 2952/2, ff. 226r-244r. RAMÍREZ MARTÍNEZ, J.M.: La ciudad…, p. 142-144.Tras morir, el cuerpo de Juan de Sámano II estuvo depositado en un ataúd en la capilla mayor de la iglesia de la Magdalena de Valladolid que había fundado Pedro Gasca, obispo de Sigüenza. En un codicilo había avisado que dejaba testamento cerrado en su aposento de las casas principales de Santo Domingo de la Calzada que están «al final de la calle de Margubete». Se encontró en la segunda planta en un aposento ubicado en el hueco de la torre colindante con la casa, donde tenía «su escriptorio y muchos libros y papeles tocantes a su hazienda y mayorazgo».

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anteriores y dio instrucciones para que se cumplieran las mandas de su tío Pedro de Sámano sobre casar doncellas pobres de la familia y repartir ciertos bienes entre los menesterosos. Ordenaba ser enterrado en la capilla catedralicia donde descansaban sus padres y su esposa, Jerónima Díez Aux. Dejaba como heredero a su único hijo, Antonio –menor de catorce años–, y nombraba tutora a Margarita de Camargo, abuela del niño. Como legado propio pedía que se abrieran a su costa puertas en la reja del Santo en la forma que deseara el cabildo catedralicio. En lo referido a la capilla dejaba cien ducados para ornamentos y «cosas que duren para serbiçio hordinario de cada dia». El cabildo aceptó rápidamente las mandas ofrecidas y así se lo hizo saber a Margarita de Camargo109 a cuya generosidad se debe la conclusión del adorno de la capilla. El 25 de noviembre de 1603, el cantero Martín de Solaga se concertó con el administrador de Margarita para construir en la capilla una losa de piedra donde poner los huesos del secretario. Además debía enlosar la capilla y levantar un arco de ladrillo y cal conforme a la traza y condiciones que habían firmado el 9 del mismo mes y año110. Todo por 145 ducados. Uno de los fiadores era Diego Enrique que, por las mismas fechas aproximadamente hubo de firmar la realización del retablo. Las obras se ejecutaron y Martín de Solaga suscribió el finiquito el 12 de abril de 1604111. El arcosolio, a los pies del panteón, es sencillo: un arco cajeado se levanta sobre pilastras toscanas.Arriba, los escudos familiares. 109

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Cuando el 1 de junio de 1604, Diego Enrique y Lope de Mendieta, vecino de Burgos, hacen balance de los gastos y recibos habidos en la sociedad común que formaban, se refieren a 1.100 reales que Margarita de Camargo había entregado a Diego Enrique a cuenta del retablo112. En enero de 1605 el retablo estaba concluido, pues el día 16 del mismo mes Diego Enrique otorgó poder al escultor burgalés Domingo de Iriarte para cobrar 1.253 reales de la deuda que a él y a Lope de Mendieta le debían por un retablo que habían hecho para la capilla de la Concepción perteneciente a Antonio de Sámano. Especificaron que ellos, Diego Enrique y Lope de Mendieta, se los debían a Iriarte «del tiempo que a trabajado para nosotros en su arte de escultura»113, es decir, por la imaginería del retablo, como ha destacado José Manuel Ramírez. La arquitectura del retablo sigue una tipología común en los retablos romanistas que fueron evolucionando hacia un creciente clasicismo, aunque conserva una fuerte plasticidad y movimiento de masas con columnas aprisionadas por los encasamentos. Estos elementos relacionan el retablo con la obra de Becerra y Martín de la Haya. Las imágenes obedecen a la devoción de Margarita de Camargo y encontramos a San Jerónimo, en recuerdo de su hija Jerónima Díez Aux, madre del heredero y allí enterrada, a Santa Margarita, a San Antonio, a los Santos Juanes; es decir santos de la onomástica familiar. También, el Calvario, Santa Bárbara y Santiago –recordemos que la capilla se encuentra en un lugar privilegiado del camino de peregrinación–. El

ACSDC, Libro IX de acuerdos capitulares, 1595-1606, f. 183v. En 1604 Antonio de Sámano todavía era menor y su abuela Margarita de Camargo actuaba como curadora; AHPL, leg. 2590, f. 60r., escritura de 1602, y AHPL, Bautista de Morales, prot. 2590, f. 90r-95r, escritura de mayo de 1604.Antonio de Sámano murió muy joven y en 1607 Joseph de Sámano consiguió la sucesión en el mayorazgo frente a las pretensiones de Luisa Antonia de Sámano y la Gasca que, en primer término, había sucedido al nieto del fundador a pesar de la preferencia masculina que se manifestó en el mayorazgo del secretario Juan de Sámano fundado el 27 de septiembre de 1537.ARChV, Pl Civiles, Fernando Alonso (F), Caja 1575,1. 110 AHPL, Bautista de Morales, prot. 2938, ff. 340r-341r. 111 AHPL, Bautista de Morales, prot. 2590, f. 81r. RAMÍREZ MARTÍNEZ, J.M.: La ciudad…, p. 142-144. 112 AHPL, Bautista de Morales, prot. 2590, f. 110r-111r. 113 AHPL, Bautista de Morales, prot. 2590, s/f; RAMÍREZ MARTÍNEZ, J.M.: Retablos Mayores de La Rioja. Logroño, 1993, p. 38; RAMÍREZ MARTÍNEZ, J.M.: La ciudad…, p. 144.

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acabado, especialmente la imagen titular de la Concepción, es de notable calidad y se encuentra en la órbita de las creaciones de García de Arredondo con el que Iriarte pudo colaborar en el retablo de Cabia (Burgos). Hacia 1610, en cooperación con Simón de Berrieza, Iriarte realizó el magnífico retablo de Villorejo (Burgos)114 donde la imagen de la Inmaculada es muy semejante a la del retablo de la capilla Sámano. En La Rioja, con el mismo equipo de ensambladores y junto con el pintor Juan García de Riaño, Iriarte volvió a trabajar en el retablo de Arenzana de Abajo. Un Juan de Iriarte trabajaba con Martín Ruiz de Zubiate en el retablo de Santa María de Uribarri en Durango (Vizcaya) y si Domingo era pariente de Juan de Iriarte, se podría considerar que la relación de Iriarte con Santo Domingo de la Calzada vino a través de Lope de Mendieta, yerno de Zubiate y oficial, en otro tiempo, de su taller.

LA CAPILLA DE SANTIAGO O DE VALLEJO Esta capilla perteneció al bachiller Juan Alonso de Vallejo, miembro de otra de las grandes familias calceatenses del siglo XVI. La capilla y mayorazgo pasaron a Esteban deValle-

jo, el hijo menor, ya que Francisco de Vallejo –su hermano mayor– falleció antes de octubre de 1528115 y el otro hermano varón, Diego López de Vallejo, era canónigo en la catedral calceatense. Juan Alonso deVallejo y Beatriz de Palacios –en la documentación se la denomina también BeatrizVallejo– tuvieron además otras dos hijas: María de Vallejo e Isabel de Vallejo, casada esta última con Juan García de Samaniego poseedor, en 1546, del mayorazgo de Pedro Juárez de Figueroa116. El licenciado Vallejo era tío del secretario Juan de Sámano que le nombró albacea117 y, por su parte, Luis de Sámano testificó en el testamento del licenciado. El bachiller Juan AlonsoVallejo testó el 25 de enero de 1528 y recordó que él y su difunta esposa tuvieron como abogado a Santiago apóstol «patron de las Españas y de la capilla que la dicha mi amada mujer y yo hedeficamos e fraguamos y dotamos en esta madre yglesia catedral de la Calçada»118. La capilla está perfectamente documentada pues en 1501 el obrero de la fábrica anota que debe cierta cantidad el bachiller Vallejo «de lo de su capilla»119. El año anterior se había pagado a Lesaca la capilla de San Blas y San Llorente en la cabecera de la capilla del Santo, colindante con la de Santiago. Este año comenzarían las obras

114 En el retablo de Villorejo intervino un tercer artista, Domingo de Mendigoitia, que debía ser un colaborador habitual de Berrieza. 115 ARChV, Pleitos Civiles, Fernando Alonso, F, 647,3. 116 ARChV, Pleitos Civiles, Fernando Alonso, F, 900,2. Ambas hermanas pleitearon en 1546 con Esteban deVallejo, su hermano, por el reparto de la herencia del canónigo López de Vallejo que había testado el 29 de julio de 1546. 117 ARChV, Pl. Civiles, Pérez Alonso (F), Caja 1655,1 118 ACSDC, Leg. 100/50. Pidió ser enterrado en el arco de la capilla donde se encontraba el cuerpo de su esposa. Recuerda que el deán y cabildo les concedieron «el sitio de la capilla de señor Santiago no estando hedificada como agora esta y el derecho y pagronazgo della y la vista para oyr misa de altar mayor segund se asento en la dicha escriptura y la dotamos de quinientos reales de plata para la fabrica desta madre yglesia y la hedificamos como oy esta a nuestras propias expensas y la dotamos de çinco fanegas de trigo por dos anibersarios solenes que se nos an de dezir con dicano y subdicano en el altar mayor y despues venir los dichos señores a la dicha capilla con la cruz a decir sus responsos y oraçiones segund que se acostunbra por nuestras animas e de nuestros subzesores y pasados para el dia de señor Santiago segund se contiene en la escriptura que sobre ello paso». Sus padres habían fundado una memoria en la ermita de Nuestra Señora de la Puente «que esta situada en la mesma puente de la glera y rio de Oja que pasa por esta çiudad» y encarga mejorar la memoria y que sus herederos mantengan la devoción a esta ermita. Ordenaba que entre todos los herederos le dieran 10.000 maravedís al pequeño Esteban durante diez años para que estudiara en Valladolid «con tanto que estudie la çiençia de canonistas y aprobechando en el dicho estudio como hijo de quien es e de donde viene y que no estudiando no se los den». 119 MOYA VALGAÑÓN, J.G.: Documentos…, p. 22.

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de la capilla Vallejo que hubo de realizar Juan de Lesaca. Nos hemos referido arriba a la semejanza existente en las molduras de la ventana de la capilla con la que presenta el vano cegado en el lienzo bajo de la capilla de San Llorente. El espacio se cubre con una bóveda de terceletes y ligaduras cuyas claves se adornan con conchas de Santiago y escudos de la familia. Al fondo hay un arcosolio sin escudos ni figuras y en la cabecera otro con un sol, de brazos curvos y el anagrama de Cristo. La capilla se cierra con una sencilla reja de principios del siglo XVI que podría ser obra del rejero Arnao, documentado en Santo Domingo de la Calzada desde 1505 –hechura de la reja del Cuerpo Santo– hasta 1526. Es de un sólo cuerpo y de barrotaje torso muy simple, mientras que en el portante van flores de lis y eses floridas y contrapuestas de diseño rústico. En 1542 se pagó a Lazaire Gautier, vidriero de Logroño, una vidriera que decoraba la capilla pero no se conserva120. El licenciado Esteban de Vallejo fue regidor de la ciudad y tuvo casas principales en la calle de Enmedio, junto a la plaza Nueva121. Estuvo casado con María de Reinoso y fue regidor de Palencia, donde testó y murió el 8 de agosto de 1566. En el testamento se proclama propietario de la capilla de Santiago en la catedral de Santo Domingo que tiene por «lynderos de la una parte capilla del Santysimo sacramento y del glorioso cuerpo santo de señor Sancto Domingo y de la otra capilla del canonigo Valencia de la bocaçion de señor Sant Andres»122. Menciona como abogados propios a algunos de los santos dispuestos en el retablo: Nuestra Señora, Santiago «patron y amparo de las Españas», San Juan Bautista, San 120

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Juan Evangelista, San Esteban y Santo Domingo de la Calzada. Cuando redactaron el testamento tenían voluntad de hacer un arco y piden que se haga en el supuesto de que uno muriera antes que el otro, pero, por si no se llegaba a contratar, especifica las gradas junto al altar como lugar de enterramiento. La pieza principal es el retablo que Portela Sandoval y Parrado del Olmo estudiaron y cuyo contrato dio a conocer García Chico123. Lo suscribió el licenciado Vallejo con Mateo Lancrín, entallador francés establecido en Palencia, y se firmó en esta ciudad el 9 de junio de 1565 con la testificación de Antonio Álvarez, hijo del gran escultor Manuel Álvarez. El tomador de la obra debía adaptar el retablo al arco que lo había de cobijar y se prevé que la altura, desde la mesa del altar, fuera de trece pies de altura, poco más o menos. Para asegurar el encaje del retablo al arcosolio, las condiciones establecen que el artista viajara para tomar medidas a la capilla. Contendría en el banco las figuras de San Francisco, San Esteban, Santo Domingo y San Jerónimo colocadas entre pilastras de orden jónico y de talla al romano, «con sus pilares, e molduras e veneras como estan dibuxadas en la traza», referencia al modelo dibujado que se repite al describir la cornisa. El cuerpo principal albergaría una figura de Santiago a caballo que se haría nuevamente si no servía otra que tenía el licenciado Vallejo de bulto en la capilla. A los lados irían los santos Juanes, siendo el cuerpo de orden corintio –«quatro colunnas corintias labradas el tercio de talla y lo que resta estriadas». En el remate, de orden compuesto, la escena de la Anunciación y los relieves de San Ildefonso y San Gregorio. La mazonería se contrató en madera de pino y las

Ídem, p. 102. El 4 de noviembre de 1562, Francisco de SamaniegoValderrama, sobrino del licenciadoVallejo y en nombre de él, se concertó con Juan de Echaniz, vecino de Goyaz, para que hiciera unas casas para el licenciado. En su mayor parte eran de tapia –adobe– o ladrillo.AHPL,Alonso Gutiérrez de Amaya, prot. 3323, ff. 286r-287v. RAMÍREZ MARTÍNEZ, J.M., La ciudad…, p. 325, nota 92. 122 ACSDC, O-36, nº 15. 123 GARCÍA CHICO, E.: Palencia. Papeletas de Historia y Arte. Palencia, 1951, pp. 177-179. PORTELA SANDOVAL, F.J.: La escultura del siglo XVI en Palencia. Palencia, 1977, pp. 336-338 y 434-436. 121

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imágenes en nogal, peral o aliso. El precio se concertó en 112 ducados –a pagar en tercios– y el plazo de entrega en ocho meses (fig. 12). Se conserva en el lugar para el que se contrató y está policromado. En el banco, en hornacinas aveneradas separadas por pilastras se encuentran las imágenes de San Esteban y Santo Domingo de la Calzada, éste en una singular iconografía sobre un puente. Lleva cayado y un libro con su nombre para ayudar a su identificación inusual en la ciudad. Recientemente se han recolocado en su lugar las imágenes de los santos Juanes y las de San Francisco y San Jerónimo –estas últimas estaban en el retablo de la capilla Valencia–. Son tallas de actitudes quietas aunque asoma el influjo de Berruguete en la flexión corporal y en los ropajes. El panel central es plano pero ofrece un efecto tridimensional conseguido, en buena medida, por la policromía. La cabeza del apóstol le recuerda a Portela alguna de las imágenes que Lancrín había tallado en el retablo mayor de Santoyo (Palencia). Los relieves del ático vuelven a ser muy planos y representan la Misa de San Gregorio y la Imposición de la casulla a San Ildefonso. Por el contrario, la escena de la Anunciación se talla con mayor bulto y el ángel conforma un contrapostto berruguetesco. Mateo Lancrín debió de llegar a Palencia hacia 1550-1552 y la última noticia conocida del escultor data de julio de 1585 momento en el que decidió instalarse en La Bañeza (León) y vivir con el licenciado Pedro Gil Rodríguez, sobrino de Lancrín y cuñado de Juan de París, entallador del taller de Lancrín según Parrado124. Su estilo es deudor del sentido calmo de las imágenes de Manuel Álvarez y descubre, sobre todo en las primeras obras, ecos de Alonso Berruguete125. Invariablemente la docu124

Fig. 12. Retablo de Santiago. Mateo Lancrín.

mentación le menciona como entallador y Parrado apunta que las imágenes de bulto de algunas obras donde consta como contratista único las pudo hacer el taller de Manuel Álvarez y Juan Ortiz Fernández, circunstancia que pudo suceder con el retablo del licenciado Vallejo126.

LA CAPILLA DE SAN ANDRÉS O DE VALENCIA Los Valencia fueron una familia notable en Santo Domingo de la Calzada. A los canónigos

PARRADO DEL OLMO, J. M.ª: Los escultores seguidores de Berruguete en Palencia.Valladolid, 1981, pp. 305 y 426. Portela le relaciona también con la obra de Juan de Juni. Consta que trabajó para Juni en Valladolid en 1570, fecha posterior a la hechura del retablo calceatense. 126 Junto con otros artífices, Lancrín realiza el retablo mayor de Boadilla del Camino (Palencia), el retablo de Nuestra Señora del Rosario en Simancas (Valladolid) y, en colaboración de Manuel Álvarez y Juan Ortiz Fernández trabaja, de 1563 a 1574, en uno de los retablos más brillantes de la escultura palentina del momento: el retablo 125

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Fernando Alonso de Valencia y Rodrigo de Valencia, se suman el secretario Sancho de Valencia –hermano de Fernando de Valencia–, el regidor Francisco de Valencia –fallecido el 18 de mayo de 1578–, hermano de Rodrigo, y Juan deValencia, canónigo e hijo de Francisco. La capilla de los Valencia es algo anterior a la de Santiago. Se levantó cuando la capilla radial de Santiago se conservaba en su forma original pues en el muro lateral derecho se mantiene un vano cegado después de que se erigiera la capilla de Santiago del bachiller Vallejo. Ostenta al exterior escudo del cardenal Pedro González de Mendoza y se encuentra en el espacio que se supone construido con la dádiva del cardenal, pero ya hemos señalado que las circunstancias fueron más complejas. El cardenal había donado una cantidad significativa pero muy alejada de la necesaria para acometer las obras que se le adjudican. Francisco de Valencia, sobrino de Fernando Alonso de Valencia y regidor de la ciudad, dijo en su testamento que la capilla la había levantado su tío Fernando A. de Valencia «quel fundo e hiço açer a su costa y espensas»127. Por este testamento se sabe que en la capilla estaban enterrados el canónigo Rodrigo de Valencia, el secretario Sancho de Valencia, hermano y padre del testador respectivamente; Hernando de Valencia y el canónigo Juan de Valencia, hijos del testador; el canónigo Hernando Alonso de Valencia el Mozo, primo del testador. Prior128 escribió que la capilla la había levantado Martín de Valencia, secretario del conde de Ureña, y sus hijos Fernando Alonso

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y Juan de Valencia, pero si fuera así, se habría conservado memoria en la familia y, como acabamos de citar, se adjudica al canónigo. El canónigoValencia, se lee en la inscripción, dejó un aniversario en memoria del cardenal Mendoza al que califica como «su señor», lo que explica las armas del exterior, puestas, probablemente, como homenaje y reconocimiento a quien protegió su ascenso en la carrera eclesiástica. Un ingreso del canónigo Valencia en la cuenta del obrero catedralicio, hecho en 1502, podría estar en relación con la fábrica de la capilla, pero no es seguro129. En ese año se levantaba la de Santiago y, como hemos dicho, la de Valencia parece ligeramente anterior. Por otra parte, la capillaValencia se encuentra entre las obras que menciona Juan de Rasines como obras propias en la catedral. Dijo, también, que en unas había trabajado como maestro y en otras como oficial de terceros maestros. Dada la cronología de la capilla, se puede suponer que, en este caso, la intervención de Rasines fuera como oficial de un desconocido autor. La primera intervención en la catedral calceatense de un maestro cantero de Rasines data de 1487. El 4 de marzo de este año Pedro Gil, vecino de Rasines –que habrá que confirmar si no es ascendiente de Juan Gil de Hontañón–, y Sancho Gil, vecino de Pancorbo, contratan la hechura de dos paños con sus pilares en la ermita de Nuestra Señora de la Plaza. Debían seguir la pauta y modelo de otro paño y pilares ya realizados. Fueron testigos Pedro de Cereceda y Juan de Cereceda, vecinos de

mayor de Santoyo (Palencia), aunque el carácter extraordinario del retablo se debe al virtuosismo de Manuel Álvarez. Con los mismos artífices citados y la colaboración de Cobos de Flandes labra el retablo de Berceruelo (Valladolid).Tal vez sea suyo, como apunta Portela, el retablo de San Cristóbal de la catedral palentina. Esta última obra se puso como referencia de calidad al contratar el retablo con el licenciado Vallejo, pues éste le impuso que la talla había de ser tan buena como la del retablo palentino citado, en realidad bastante mediocre.También realizó dos imágenes de bulto para la cofradía de San Sebastián de Valdecañas (Palencia) y un retablo para Villalobón (Palencia), en compañía de Jerónimo de Amberes, en el que adopta parcialmente la tipología herreriana del retablo de Villagarcía de Campos (Valladolid). PARRADO DEL OLMO, J. M.ª: Los escultores seguidores de Berruguete en Palencia. Valladolid, 1981, pp. 303-320 y 420-426. 127 AHPL, Alonso Gutiérrez de Amaya, prot. 2751, año 1578, ff. 58r-87v. RAMÍREZ MARTÍNEZ, J.M.: La ciudad…, pp. 129 y 356 128 PRIOR UNTORIA, A.: La catedral…, p. 67. 129 MOYA VALGAÑÓN, J.G.: Documentos…, p. 22.

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Cereceda –posiblemente la pequeña localidad próxima a Rasines– y dado que en 1532 un testigo recordaba que Cereceda había dirigido algunas obras por encargo del cabildo, es posible que tuvieran un papel protagonista en la obra de Santa María de la Plaza. Junto a los Gil o los Cereceda pudo trabajar Rasines en la capilla Valencia, aunque no se puede descartar que esta capilla sea la primera obra arquitectónica de Juan de Rasines, nacido, según declaración propia, en 1469, mucho antes de lo que se ha supuesto130. La capilla se abrió en un tramo recto de la girola, entre las capillas radiales de San Pedro y Santiago. Para conseguir la altura requerida y continuar sirviendo luz a la capilla central, el tramo precedente de la girola se rompió y se elevó hasta ocupar el espacio de la tribuna. La capilla es de mayores dimensiones que la anterior y se resuelve con terceletes. Las claves no presentan decoración en el día de hoy pero es posible que tuviera filateras de madera colgantes, como otras naves de la iglesia que tampoco las conservan, pues están todas las claves perforadas. Si los vanos izquierdo y derecho parecen originales, el del muro frontero es menor, de medio punto y parece abierto o modificado en tiempos recientes. En 1526 el cantero Martín de Acurio tasó el busto del canónigo Fernando Alonso de Valencia, obra de Guillén de Holanda que cobró 45 ducados por mandato del cabildo131, nombrado heredero universal del canónigo y, por tanto, responsable de sus deudas. El canónigo Valencia había fallecido en 1522 y el 130

entierro pudo quedar ordenado en su testamento. La tumba es magnífica. Se inserta en un arcosolio conopial demasiado grande y hacia 1550 –seguramente al fabricarse el entierro de Rodrigo– se insertaron dos piezas a los lados, una con una curiosa librería que tiene un precedente en la tumba de Pedro González de Santo Domingo, en la misma catedral. El enterrado viste ropas sacerdotales con casulla ricamente bordada con santos en el franjón central –San Andrés y San Pedro–. En el cuerpo del sepulcro, dos santas enmarcadas en medallones recuerdan las composiciones de los respaldos del coro que Guillén de Holanda estaba tallando. El vuelo de la cama nos parece excesivo y, como se aprecia que la tumba ha sido adaptada al nicho que actualmente ocupa, nos preguntamos si originalmente el sepulcro era exento y ocupaba el centro de la capilla. Según esta hipótesis, la inscripción se encontraría en uno de los frentes menores del entierro y ciertamente su ubicación actual, empotrada en la pared y adaptada a la anchura del conopio, no parece la primitiva. De esta manera, la tipología del sepulcro –contemporáneo al de Gonzalo Díez de Lerma, tallado por Bigarny, al que sigue muy de cerca– denota claramente su dependencia con respecto a los enterramientos renacentistas burgaleses derivados del que Diego Siloe hiciera para el obispo Acuña (fig. 13). Otro canónigo de la familia, Rodrigo de Valencia, dotó en vida, en el año 1550, tres procesiones y un aniversario132 por su alma y la de sus padres y, seguramente, lo hizo en el

MOYA VALGAÑÓN, J.G.: Documentos…, pp. 17-18. ACSDC, Leg. 25. Existen dos localidades denominadas Cereceda en Burgos: una cerca de Oña, al comienzo del valle de Valdivielso, y otra en el valle de Mena. También existen otras dos Cerecedas en Asturias. Diego Martínez de Oña, clérigo de 62 años, testificó en 1532 en un pleito varias veces citado arriba y recordó las obras realizadas desde tiempos del obispo Pedro González de Mendoza: la sala capitular, la iglesia de Santa María de la Plaza, el losado de la puerta del mercado, el hospital, las capillas delante y encima del cuerpo santo, otras cuatro capillas tras el hundimiento de la iglesia, el coro y las sillas. Dijo que las obras las habían hecho Sancho Gil, Juan de Logroño, Juan de Lesaca, Cereceda y Rasines; MOYA VALGAÑÓN, J.G.: Documentos…, p. 50. Sobre Juan de Rasines, ALONSO RUIZ, B.: Arquitectura tardogótica en Castilla. Los Rasines. Santander, 2003. Según declaración propia Juan de Rasines había nacido en 1469, mucho antes de lo que se ha considerado en los escritos citados. 131 MOYA VALGAÑÓN, J.G.: Documentos…, p. 37, PRIOR UNTORIA, A.: La catedral…, p. 68. 132 ACSC, O-37.

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Fig. 13. Guillén de Holanda. Sepulcro de Fernando Alonso de Valencia.

momento de encargar su sepultura, pues era frecuente hacer donaciones al cabildo a cambio de algún favor como es permitir una sepultura monumental. Contribuye a datar la tumba la fecha del contrato del retablo: 18 de mayo de 1552, año de la muerte de Goyaz. En este día el canónigo Rodrigo de Valencia se concertó con maese Pablo, un artífice omnipresente en las cuentas de la fábrica en las que aparece realizando todo tipo de trabajos, desde la talla a la carpintería. En esta ocasión Valencia le encargó la arquitectura y la talla de un retablo que debía adaptar al arco del altar de la capilla y fabricarlo conforme a una traza de Andrés de Melgar dibujada en un pliego de papel que Rodrigo de Valencia entregó a maese Pablo. Debía participar en la talla Juan Ortiz de

Cudias –u Odias, pero no Oña como dice Ramírez– y sería tasado por Natuera Borgoñón y Andrés de Melgar133. El retablo presenta ricos paneles decorativos que siguen la estela del retablo mayor –incluso en el detalle de la Verónica– pero que incorporan los cueros recortados y otros motivos del adorno difundido por los grabadores de la Escuela de Fontainebleau, pues Melgar siempre estuvo muy atento a las novedades decorativas y a la publicación de grabados. La talla de estos paneles en el retablo de la capilla Valencia es más seca y la rigurosa simetría indica, también, una menor inspiración (fig. 14). La tumba de Rodrigo de Valencia adopta la forma de arco de triunfo con sepulcro en forma de bañera de gusto casi anticuario. La

133 AHPL, Alonso Gutiérrez de Amaya, prot. 3321, f. 107 r y v. MOYA VALGAÑÓN, J.G.: «Sobre Bernalt Forment…, p. 797; RAMÍREZ MARTÍNEZ, J.M.: La ciudad…, pp. 127 y 356. El imaginario Juan Ortiz estuvo asegurando algunas figuras del retablo mayor en 1551; MOYA VALGAÑÓN, J.G.: Documentos…, p. 117.

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Fig. 14. Retablo de San Andrés. Capilla Valencia.

arquitectura del conjunto y, en parte, el adorno de la concha, recuerdan abreviadamente el diseño de Forment para el sepulcro del virrey Lanuza en el castillo de Alcañiz (Teruel), contratado en febrero de 1537 y concluido poco después de la firma del contrato del retablo de la catedral calceatense134. Las imágenes del entierro de Rodrigo deValencia se suelen relacionar con Arnao de Bruselas, aunque no se le ha documentado en la ciudad en los años posteriores a la realización del retablo –en realidad, tampoco mientras Forment dirigía la obra, aunque se da por seguro que trabajó en ella–. Pero me parece más razonable pensar en los artistas residentes en Santo Domingo como autores de tan moderno proyecto (fig. 15). Suponemos que la obra se hizo en torno a 1550, concluida la capilla Sámano, en un momento en el que Goyaz disfrutaba de una 134

Fig. 15. Sepulcro de Rodrigo de Valencia.

notable fama como tracista de arquitectura –portada de Viana– y de retablos –retablo mayor de Santa María de Palacio–. El canónigo Valencia fue frecuentemente obrero de la fábrica y hubo de conocer a Goyaz. Podría suceder que Goyaz fuera también el autor de la traza de este sepulcro-retablo y que contara, para la escultura, con los imagineros y tallistas de la familia Pillar –hijos de Natuera Borgoñón– entre los que se encuentra Juan de Beaugrant, casado con Ana Pillar, que puede ser el autor del asombroso lector del pie de la tumba, tan parecido al busto del apóstol San

Sobre el entierro de Juan de Lanuza, MIÑANA RODRIGO, M.ª L., SARRIÁ ABADÍA, F., SERRANO GRACIA, R., CALVO ESTEBAN, R. y HERNANSANZ MERLO, A.: «El sepulcro de don Juan de Lanuza, virrey de Aragón, en la iglesia del castillo de Alcañiz», Seminario de Arte Aragonés, XLIV, 1991, pp. 297-321; CRIADO MAINAR, J.: «La escultura funeraria del Renacimiento en Aragón», ÁLVARO ZAMORA, M.ª I. y BORRÁS GUALIS, G.M. (coord): La escultura…, pp. 85-86. En los pedestales del sepulcro de Rodrigo de Valencia se representan calaveras o muertes y permanecen vacías las pequeñas hornacinas del primer cuerpo por lo que no se puede especular si estaban previstas representaciones infantiles de Eros funerario y Thanatos –o de Hypnos y Thanatos–, como debía de suceder en Alcañiz; sobre la calavera y las representaciones de Eros y Thanatos, REDONDO CANTERA, M.ª J.: El sepulcro en España en el siglo XVI: tipología e iconografía. Madrid, 1987, pp. 224-226.

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Matías del retablo mayor135. El enterrado viste ropa sacerdotal y, como en la tumba de su tío, la casulla se adorna con figuras bordadas en un estilo plenamente renacentista. Encontramos a San Andrés, San Pedro, San Pablo. LaVirgen con el niño –tallada en el tímpano avenerado y suspendida como las figuras de la concha deViana, una coincidencia más para relacionar la obra con Goyaz– es una de las imágenes más clásicas y de inspiración más completamente italiana de la catedral y, en última instancia, nos remite a las composiciones triangulares marianas que difundieron Rafael y su escuela. Especialmente nos recuerda la composición de Rafael La Virgen sentada sobre nubes que se difundió en copias de diversos grabadores136. El rostro de María, con los ojos entornados y una expresión ligeramente melancólica, es muy semejante al de la figura de la Virgen que preside el retablo de San Vicente de la Sonsierra, donde está documentado Juan de Beaugrant (fig. 16). El adorno del arco se relaciona con el del canónigo Paz y vimos cómo Sámano había argumentado que este canónigo se encargaba de las obras de su capilla. Esta circunstancia nos remite de nuevo al taller de Goyaz. Una de las pocas obras documentadas en las que intervinieron los Pillar es el retablo de Ochánduri del que Francisco Pillar traspasó la conclusión de sus imágenes a Íñigo de Zárraga en abril de 135

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Fig. 16. Virgen con el Niño. Capilla Valencia y retablo de San Vicente de la Sonsierra.

1559, tras la muerte de su cuñado Juan de Beaugrant, maestro de Zárraga137. La peculiar

Otros autores apuntan a la mano de Arnao de Bruselas que, tras la muerte de Goyaz, es mencionado como uno de sus acreedores. Pero nos parece más acertado relacionar al lector con Juan de Beaugrant. La relación del adorno de la tumba con otras obras del taller de los Pillar pueden refrendar la atribución. Abizanda publicó la testificación, fechada en enero de 1539, del imaginero Juan de Beaugrant en el testamento de la de la esposa de Damián Forment. Como se ha dicho, probablemente se trate del llamado «Joan Françes», criado de maestre Forment, que aparece en el gasto de la catedral calceatense de 1538. Beaugrant se casó en Santo Domingo de la Calzada con Ana Pillar, hija de Natuera Borgoñón, y su primera hija documentada data de 1544. Su hermano Mateo Beaugrant puede estar aludido como «mº frances» cuando en 1549 se intenta impedir que el retablo calceatense se desplome. ABIZANDA Y BROTO, M.: Documentos para la historia artística y literaria de Aragón. Zaragoza,T. II, 1917, p. 141; BARRIO LOZA, J.A.: Los Beaugrant…, doc. 17, p. 138; MOYA VALGAÑÓN, J.G.: Documentos…, pp. 93 y 116; RAMÍREZ PASCUAL,T.: «La construcción…, p. 68. En 1557, Juan de Gardoy, que ha de ser el sobrino de Ochoa de Arranotegui –otrora colaborador de Goyaz–, testifica de parte de Juan de Ayala en la demanda que se interpuso entre Ayala y Juan de Beaugrant, por una parte, y Juan Imberto por otra, BARRIO LOZA, J.A.: Los Beaugrant…, doc. 58, p. 152. 136 La composición la difundieron grabadores del entorno de Rafael y la copiaron otros artistas anónimos; The Illustrated Bartsch. 26.The works of Marcantonio Raimondi and his school. NewYork, 1978, pp. 67-69 y 76-79; Ídem. 30. Italian masters of the sixteenth century. Enea Vico. New York, 1985, p. 15. Diana Ghisi grabó una reinterpretación del tema con María y el Niño rodeados de ángeles adorantes, Ídem. 31. New York, 1986, p. 255. 137 MOYA VALGAÑÓN, J.G.: «Sobre Bernalt Forment…, p. 800; BARRIO LOZA, J.A.: Los Beaugrant…, doc. 64, p. 154; RAMÍREZ MARTÍNEZ, J.M.: Retablos Mayores…, p. 181.

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manera de encajar la cabeza en los cuerpos de los angelitos que circundan a María en la tumba de Rodrigo de Valencia se repite, con menos gracia, en el retablo del canónigo Paz y la misma forma encontramos en el retablo de Ochánduri, aunque aquí parece que el tallista sigue un dibujo de niños de ese estilo pero los resuelve con escasa habilidad. Se da por seguro que el retablo de Ochánduri lo comenzó Natuera Borgoñón y su hijo Francisco Pillar continuaría con la obra de mazonería. Se ha dicho que de las imágenes pudo encargarse inicialmente Bernal Forment y, posteriormente, los Beaugrant antes de que se cediera esta parte a Íñigo de Zárraga tras el fallecimiento de Juan de Beaugrant. El peculiar encaje de cabeza y tronco, sin cuello, que parece un estilema propio de los entalladores del obrador de los Pillar –seguramente de Francisco Pillar– se encuentra anunciado en el retablo mayor de la Calzada donde Natuera Borgoñón y su familia debieron de tener un papel activo a juzgar por las veces que aparece en la documentación catedralicia. Las cabezas de los angelitos del sepulcro Valencia son semejantes a las de los ángeles situados sobre San Mateo, en el retablo mayor, y a las de los que sujetan el cortinaje de la Quinta angustia. También se encuentran en el retablo-tumba de la capilla Paz y en el retablo mayor de Ochánduri avisando de la intervención de un mismo equipo de entalladores en estas obras. Por su parte, las veneras acodadas en las esquinas, presentes bajo la concha del sepulcro, han de ser un elemento recurrente de la obra de Goyaz que se pueden ver, igualmente, en el muro izquierdo de la capilla del canónigo Paz y, en ausencia de la principal de la capilla Sámano, nos permiten hacer volar la imaginación sobre el efecto que allí se conseguía. Al morir el canónigo Hernando deValencia el Mozo había dejado al regidor Francisco 138 139 140 141

de Valencia la cantidad de 20.000 maravedís para renovar la imagen de San Andrés del retablo y lo mismo ordenó el regidor porque no lo había cumplido en vida138. Además, añade que tenía entendido que la imagen de bulto de San Andrés que se exponía en el retablo de la capilla procedía del retablo donde estaban Santa Lucía y otros santos, por lo que ordenó que allí volviera.Años después Lázaro de Leiva realizó la talla romanista de San Andrés tras contratarla el 7 de febrero de 1580139. Debía acomodar la figura al espacio existente y debía realizar el remate del retablo, que estaba sin hacer, y disponer un Cristo crucificado. Existe noticia de un postrer encargo en la capilla. El canónigo Juan de Valencia había ordenado colocar un tercer bulto y arco de enterramiento a continuación del de Rodrigo de Valencia, en el primer tramo de la capilla, pero no se ejecutó140.

LA CAPILLA DE SAN BARTOLOMÉ La capilla de San Bartolomé, en simetría con la de Santiago, era otra de las capillas románicas abiertas a la girola. Aún conserva restos de la fábrica medieval en el muro izquierdo y también son visibles algunos elementos románicos desde la sacristía. Las primeras modificaciones pudieron realizarse a partir de abril de 1536, momento en el que el obispo Alonso de Castilla y el cabildo decidieron que la capilla «se adereçe y repare muy bien» para trasladar allí la capilla del Santísimo Sacramento y así poder desembarazar el altar mayor y evitar que durante los oficios las personas que desearan recibir el sacramento ocuparan el altar principal141. En el mismo capítulo, el obispo que había prometido 1.000 ducados para levantar una capilla al Sacro Sacramento en las capillas de San Sebastián

AHPL, Alonso Gutiérrez de Amaya, prot. 2751, año 1578, ff. 58r-87v. AHPL, Llorente de Robledo, prot. 2627, ff. 10r-11r. RAMÍREZ MARTÍNEZ, J.M.: La ciudad…, pp. 128 y 356. AHPL, Alonso Gutiérrez de Amaya, prot. 2751, ff. 84r. RAMÍREZ MARTÍNEZ, J.M.: La ciudad…, p. 356. RAMÍREZ PASCUAL,T.: «La construcción…, p. 52; BANGO TORVISO, I.G.: «La cabecera…, p. 53.

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y San Llorente, pedía sitio para su sepultura entre dos pilares junto al altar mayor y comunicaba que los 1.000 ducados ofrecidos se gastaran en el retablo del altar mayor y su tumba. El 14 de noviembre de 1539, levantado el retablo mayor y construida una capilla-camarín para el Santísimo en el centro de la tribuna, el canónigo Tomás de Paz pidió la capilla de San Bartolomé para su entierro con el ofrecimiento de reedificarla y dotarla. El cabildo manifestó su disposición favorable y acordó que se pidiera parecer a «maestre Rasines»142, seguramente para que informara de los riesgos que podía correr la capilla mayor levantada por él. Por fin el 14 de octubre de 1542 se firmó el contrato de cesión de la capilla de San Bartolomé al canónigo Paz. Ofreció 25.000 maravedís por el suelo y se comprometía a gastar 200 ducados en la obra y a poner retablo y reja, aparte de dotar dos aniversarios a rezar por los miembros del cabildo. El cabildo se la concede, pero como temían que la iglesia pudiese sufrir algún daño porque la capilla mayor se apoyaba en la capilla de San Bartolomé, antes de iniciar las obras debían recibir seguro de que no sufrirían daño alguno y dos comisionados del cabildo –Miguel de Ocio y Rodrigo de Valencia– debían ver la traza –«el orden e manera que en ensanchar o alzar o alargar queria tener». Como pasaban los años y el contrato no especificaba los plazos para levantar la capilla y efectuar los pagos prometidos, el 3 de enero de 1547, el cabildo envió al secretario a su casa –que se conserva con escudo de sus armas en la calle Margubete, ahora del Cristo–. El canónigo Paz se encontraba indispuesto en la cama y dijo que si recuperaba la salud haría la capilla en tres años. Poco después, en abril del mismo año, el canónigo estaba dispuesto a derribar la capilla y volverla a construir y se obligó ante el cabildo a correr con todos los riesgos y costas si se 142 143

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producía algún daño en la capilla mayor o en la sacristía143 (fig. 17).

Fig. 17. Capilla de San Bartolomé. Sepulcro-retablo.

La capilla se hizo a continuación y hemos propuesto como autor a Juan de Goyaz. Recordamos que en el pleito entre el cabildo y Juan de Sámano, éste se defendió señalando que, en su ausencia, se encargaba de la obra el canónigo Tomás de Paz. Es lógico que recurriera al arquitecto de la capilla Sámano –supuestamente Goyaz–, independientemente de que Rasines informara o no sobre los apoyos de la capilla mayor y su seguridad casi diez años antes. Por otra parte, desde que Goyaz se estableció en Bañares no volvieron a trabajar los Rasines en la catedral de Santo Domingo de la Calzada. Así, hemos visto trabajar a Juan

ACSDC, Libro IV de acuerdos capitulares, 1526-1560, f. 71v. Ídem, ff. 178v y 179r. MOYA VALGAÑÓN, J.G.: Documentos…, p. 95.

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Ochoa de Arranotegui, el heredero de Goyaz, en el realzado e iluminación de la capilla del Sacramento En septiembre de 1552 estaba concluida porque el primer día de ese mes y año, Pedro de Paz, hermano del canónigo ya difunto, se concertó con el vidriero burgalés Pedro de la Guerra para la confección de las vidrieras de las dos ventanas de la capilla. Se acordó que ambas ventanas fueran de vidrio blanco pero con una tarjeta y un escudo dentro para dibujar las armas de Pedro de Paz y su esposa, María de Salas, en una de las ventanas y, en la otra, colocar únicamente las armas de Pedro de Paz, todo por el precio de 7.000 maravedís pagados en dos plazos del año 1553144. Pedro de Paz pudo sufragar el coste de la terminación de la capilla porque el canónigo Tomás de Paz, su hermano, había fallecido antes del 4 de julio de 1549 cuando un vecino de Santo Domingo, Pedro de Torres, pleiteaba con Tomás, Pedro e Inés de Paz, herederos del canónigo por la propiedad de una casa en Barrio Nuevo que Tomás de Paz se había apropiado según la acusación de Torres145. Tomás de Paz fue un pudiente canónigo que frecuentemente entendió en asuntos de la obra desde que, en 1530, se ofreciera a adelantar los pagos debidos por el cabildo a los artistas que trabajaban en el coro y en los retablos de los trascoros146. Le compensaron con el nombramiento de primiciero para el año siguiente y se ocupó de la fábrica muchos años más, tanto de primiciero como de obrero (fig. 18). La capilla es cuadrada y se cubre con una bóveda estrellada con terceletes y combados. En las claves, San Pedro –de la onomástica del hermano–, tres santas mártires con palma y cuatro angelitos. En el centro las armas de Paz –diez roeles– sobre una guirnalda de frutos. A la derecha de la capilla se labró un arco para cubrir un retablo pero no se ocupó en ese 144

Fig. 18. Capilla de San Bartolomé y retablo de Ochánduri. Detalles.

tiempo o está perdido. Al frente, un sepulcro monumental con forma de retablo o portada que no está lejos de la que Goyaz dispuso en la entrada del palacio de Juan de Sámano. El sepulcro se encuentra desplazado del eje por existir una portezuela de acceso desde antiguo o por adecuarse a la ventana, integrada ingeniosamente en el ático. Tanto la ventana integrada en el sepulcro como la puerta, ahora cegada, pudieron estar pensadas desde el comienzo de la reedificación de la capilla con lo que volvemos a encontrar un proyecto original de un equipo de artistas apenas conocido –Goyaz y la familia Pillar– pero que resulta interesantísimo. En el friso se alternan, como en bastantes retablos riojanos, cabezas de angelitos y rostros que pueden simbolizar a Adán y Eva. El campo del escudo se transforma en una rica moldura de cueros recortados semejante a la del sepulcro de Rodrigo de Valencia. A los peculiares ángeles sin cuello ya nos hemos referido pues nos han permitido relacionar la obra con Francisco Pillar. En este caso ocupan

AHPL,Alonso Gutiérrez de Amaya. prot. 3321, ff. 161v-162r. RAMÍREZ MARTÍNEZ, J.M.: La ciudad…, pp. 124 y 355. 145 ARChV, Pleitos Civiles, Pérez Alonso, F, 228, 2. 146 ACSDC, Libro IV de acuerdos capitulares, 1526-1560, f. 166r.

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el espacio como en Ochánduri pero en el retablo de esta población los ángeles sujetan frutas en el extremo de las enjutas que se transfiguran en paños en la tumba de Santo Domingo de la Calzada. En Ochánduri se interpretan con escaso acierto en el encaje de la cabeza con el tronco aunque se advierte fácilmente que parten de unos mismos modelos. LA CAPILLA DE SAN JUAN O DE PEDRO GONZÁLEZ DE SANTO DOMINGO Esta capilla fue fundada por Pedro González de Santo Domingo que testó en Guernica (Vizcaya) el 29 de abril de 1454. Entonces pidió ser enterrado en la capilla «que yo fize» donde estaba enterrada su mujer Juana Fernández. La capilla tenía la advocación de San Martín y ordenaba que se hicieran en los arcos de la capilla –que ya existían– las sepulturas de ambos esposos con sus armas y bultos encima. Además, permitía que en el losado se pudieran enterrar sus hijos y los herederos del mayor, pero siempre en el «suelo llano y que dejen el suelo como oy esta»147. Su heredero, Fernando de Santo Domingo, padre de Pedro Juárez de Figueroa, no cumplió el testamento del fundador en lo tocante a las tumbas y habrá que

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esperar al tiempo de Pedro Juárez de Figueroa, hijo de Fernando y nieto del fundador, para que el adorno de la capilla se concluyera. Pedro Juárez de Figueroa, señor de Cuzcurrita148, debió de ser un señor temible si se creen las denuncias que contra él se presentaron en el Consejo del reino, especialmente por vecinos de Silanes (Burgos) en los años 1497, 1498 y 1499. Algunos se resistieron a sus pretensiones señoriales y sufrieron persecuciones y agravios que la documentación no especifica149. Sin embargo, los últimos días de su vida –de junio a noviembre de 1499– tuvieron que ser muy difíciles pues corrieron «ciertas coplas y libelos» que se cantaban y leían en la comarca y atentaban contra su honra y la de su mujer, Elvira Manrique de Quiñones.Algunos eclesiásticos de Santo Domingo sabían quienes eran los que habían escrito los textos y Pedro Juárez intentó que el corregidor les apremiase a declarar la verdad. En torno a septiembre se supo que el origen de «los libelos difamatorios» era Gabriel de Oña, vecino de Santo Domingo, contra el que abrió un proceso ante los alcaldes de la Casa y Corte Real. Para entonces Pedro Juárez estaba enfermo y no pudo presentarse personalmente a la causa que finalizó por muerte del querellante el 13 de noviembre de 1499150.

147 ARChV, Registro Ejecutorias, 257, 35 que incorpora el testamento del fundador y menciona el mayorazgo de agnación masculina que había fundado. La cláusula sobre las sepulturas dice: «Item mando que en los arcos de la dicha mi capilla que se fagan las sepolturas de la dicha mi mujer e mia dentro de los dichos arcos e se fagan los bultos ençima de las dichas sepolturas e delante de las dichas sepolturas sean puestas las armas mias».También se menciona en ACSDC, Leg. 88/1. Cuando comenta la capilla de San Juan «que antiguamente se llamaba de San Martin», señala que a mediados del siglo XVI hubo un pleito entre los patronos y el cabildo porque Lope Ortiz de Samaniego había roto la vidriera de la capilla que contenía las armas de la iglesia y especifica que «el pleito contiene una escritura del doctor Pero González de Santo Domingo, corregidor y veedor en Vizcaya en que manda que su cuerpo sea sepultado en la catedral de Santo Domingo en la capilla que el hizo que es de la vocación de San Martín en la que está enterrada su mujer doña Juana Fernández y que pongan su bulto y de su mujer con sus armas sobre las sepulturas, y en lo llano se puedan enterrar sus hijos y después solo los hijos de su hijo mayor que hubiere el mayorazgo y los que lo tuvieren en adelante siempre en suelo llano y después se haga enlosar el suelo de la capilla como hoy está. Otorgado el testamento en Guernica el 29 de abril de 1454». Sobre el pleito de Lope Ortiz de Samaniego con el cabildo, que debió pretender recuperar la capilla con ayuda de Pedro Juárez de Figueroa, deán de Burgos, ARChV, Pleitos Civiles, Moreno, Olv, 981,4. La vidriera se había realizado en 1535, MOYA VALGAÑÓN, J.G.: Documentos…, p. 79. 148 Pedro Juárez de Figueroa poseía bienes en «Jerez de Badajoz» o Jerez de los Caballeros y era familiar de los Figueroa asentados en Extremadura. 149 AGS, RGS,1497,10,117; Ídem, 1498,2,51; 1499,7,62. 150 AGS, RGS, 1499,6,41; Ídem, 1499,6,42; Ídem, 1499,9,353; Ídem, 1499,9,363; Ídem, 1499,10,253; Ídem, 1499,10,377.

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Pedro Juárez dejó como heredera universal de todos sus bienes muebles y raíces a Elvira Manrique de Quiñones que, según denuncia de los herederos legítimos ante la Chancillería, suprimió dos hojas del testamento. Como Juárez de Figueroa murió sin hijos y era heredero de un mayorazgo de agnación masculina rigurosa, el padre y procurador de Antonio de Santo Domingo inició una reclamación del mayorazgo –antes de febrero de 1500– como descendiente varón más próximo del doctor Pedro González de Santo Domingo, bisabuelo del reclamante y fundador del mayorazgo y capilla151. Aunque el derecho estaba de su parte, el pleito se alargó hasta la muerte de Elvira que el propio demandante califica como «dueña poderosa y muy emparentada»152. Elvira de Quiñones, que había de saber que tarde o temprano sería desposeída del mayorazgo, firmó, el 14 de diciembre de 1500, unas capitulaciones con el cabildo catedral por las que fundaba cinco aniversarios en la capilla sobre 10.000 maravedís de juro perpetuo situado en las alcabalas de la ciudad. Los cinco aniversarios se debían realizar en distintas festividades

marianas, pero el aspecto más interesante es que reconoce que las memorias las dota por el alma de su marido Pedro y la de los padres y abuelos de éste, «de los que el teyna cargo»153. Podemos suponer que no se había cumplido el testamento de Pedro González de Santo Domingo y que en 1500 se inició una febril actividad en la capilla para dar cumplimiento a aquellos mandatos y realizar por fin las tumbas tanto de los abuelos fundadores, como de los padres y del esposo. Sabedora de que le habían de arrebatar la herencia, parece que se dedicó a gastarla en obras por la memoria de su esposo –no sabemos si para reivindicar a su marido y resarcirle de la deshonra que supuestamente le había causado en vida, si hacemos caso de las coplas–.Todo el programa decorativo tuvo que finalizarse antes de que Elvira ingresara en el monasterio de la Morcuera y legara, en 1503, todos sus bienes al monasterio de San Miguel del Monte y, en cualquier caso, antes de que testara –de nuevo a favor del monasterio jerónimo citado– el 3 de noviembre de 1509154. Elvira falleció el 5 o 6 de noviembre de 1510 y no vio publicada la sentencia definitiva de la

151 ARChV, Pleitos Civiles, Moreno, Olv, 558, 2. Sancho López de Samaniego, padre de Antonio de Santo Domingo, era hijo segundo de Fernando de Santo Domingo y, por tanto, el pretendiente era sobrino de Pedro Juárez de Figueroa y biznieto del fundador. 152 ARChV, Registro Ejecutorias, 257,35. 153 ACSDC, Leg. 24/148. 154 Elvira Manrique donó todos sus bienes al monasterio de San Miguel del Monte el 17 de junio de 1503, Archivo Histórico Nacional (AHN) (Nobleza), Frías, C. 417, D. 18. El 8 de octubre del mismo año, el prior y convento recibieron a Elvira Manrique de Quiñones como «donada e oblata e conversa» del monasterio al que entregaba todos los bienes que le pertenecían como heredera de Pedro Juárez de Figueroa y los bienes heredados de sus padres. La donación fue protestada por el condestable Bernardino Fernández de Velasco que alegó que con anterioridad había cedido públicamente sus bienes a Pedro Juárez de Figueroa y Quiñones al que había prohijado. Los visitadores jerónimos –fray Alonso de Santa Cruz, prior del monasterio toledano de Sisla, y fray Juan de Buendía, vicario de Lupiana– anularon la donación por no haberse hecho con la formalidad debida y no haber declarado la cesión previa y «prohijamiento» de Pedro Juárez, hijo bastardo del condestable. El testamento de Elvira Manrique en, AHN (Nobleza), Frías, C. 414, D. 9. Elvira declara ser hija legítima de Pedro Manrique –que fue señor de Ezcaray– y de Isabel de Quiñones. Lega todos sus bienes al monasterio de San Miguel del Monte cerca de la Morcuera y ordena ser enterrada allí mismo en el lugar que dispongan el padre prior y los frailes del monasterio. Lega cinco mil maravedís «a la obra de cuerpo santo de santo Domingo de la Calçada», la misma cantidad a la iglesia de San Miguel de Cuzcurrita para ayudar a realizar un relicario para el Santísimo Sacramento, y otro tanto más un marco de plata al monasterio franciscano de San Bernardino de la Sierra –cerca de Fresneda– para hacer una custodia para el Santo Sacramento. El testamento lo otorgó en el propio monasterio de La Morcuera y lo ratificó ante escribano el 24 de octubre de 1510 en la torre de Cuzcurrita «ques de la señora doña Elvira Manrique cuya son la dicha villa e casa». El testamento se leyó públicamente el 6 de noviembre de 1510, pocas horas después de la muerte de Elvira Manrique.

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Real Chancillería en la que se daba de nuevo razón a la demanda de Antonio de Santo Domingo sobre la sucesión en el mayorazgo fundado por Pedro González de Santo Domingo. Con anterioridad, tras prohijarle, había cedido a Pedro Suárez de Figueroa y Quiñones, futuro deán de Burgos e hijo natural del condestable Bernardino, las villas de Cuzcurrita y Silanes155. Elvira buscó, en un principio, apoyo de la familia más poderosa del territorio y desconocemos si el prohijamiento oculta algo más. (fig. 19) Los años de intensa actividad en la capilla –1500 y 1501– coinciden con la presencia de Felipe Bigarny en una obra de limpieza y reparación menor del sepulcro del Santo, que pudo ser posible porque, seguramente, estaba a cargo del programa escultórico de la capilla de San Juan como otros estudiosos también apuntan156. La tumba de Pedro Juárez de Figueroa muestra la fecha de 1499 que es la de su fallecimiento, aunque a menudo se ha leído mal157. La obra, acuciada Elvira de Quiñones por la demanda que se inicia nada más morir su marido y que, además, irá perdiendo sucesivamente, tuvo que hacerse en un plazo rapidísimo: de finales de 1499 a comienzos de 1501, justo en el momento en el que la viuda funda las capitulaciones para la dotación de cinco aniversarios –diciembre de 1500– que podría indicar la fecha en la que las tumbas ya estaban concluidas o, en cualquier caso, antes de que 155

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en 1503 Elvira legara todos sus bienes al monasterio de San Miguel del Monte. En este momento –año 1501– está documentado Bigarny en la catedral. El estilo de los enterrados –más interesantes los representados en los nichos– coincide con las imágenes presentes en el trasaltar de la catedral de Burgos, especialmente con las figuras del panel de la Crucifixión. El bulto del fundador de la capilla, vestido con toga como hombre de leyes, nos parece de una gran modernidad. Las ropas se modelan con abundantes y quebrados pliegues que recuerdan el modo borgoñón pero el rostro está tratado con un marcado italianismo, incluso en el detalle de la larga melena. Con semejantes maneras innovadoras se esculpe la figura de Fernando de Santo Domingo, vestido con armadura en este caso y adornado con pequeños detalles de decoración vegetal de ritmo italiano en la cenefa de la cota de malla, aunque de nuevo lo más destacado vuelve a ser el rostro. Más tradicional, algo hierática y de menor nivel artístico es la efigie de Pedro Juárez de Figueroa. Está ricamente adornada y policromada y el estilo apunta a los modelos franceses que se originaron en los entierros borgoñones. La cama con la tumba de Pedro Juárez de Figueroa es demasiado grande y se puede sospechar que los herederos –motivos no les faltaron– eliminaron la efigie de Elvira Manrique que, por otra parte, se hizo enterrar en el monasterio jerónimo de San Miguel del Monte, en la Morcuera, cerca de Miranda de

Pedro Juárez de Figueroa y Quiñones traspasó el 5 de noviembre de 1510 a su hermano Bernardino Fernández de Velasco, también hijo natural del condestable Bernardino, las villas de Cuzcurrita y Silanes y su señorío; AHN (Nobleza), Frías, C. 417, D. 2. Pedro Juárez era menor y tuvo que hacer la cesión forzado por su padre. Elvira de Quiñones pudo disentir de la cesión y esto explicaría el intento de ceder todos los bienes de nuevo al monasterio de la Morcuera. La cesión se hizo el día anterior al fallecimiento de Elvira de Quiñones con lo que los Santo Domingo, que pretendían la herencia, no consiguieron recuperar el grueso de los bienes. Además, el mismo día 5 de noviembre de 1510, Pedro Juárez de Figueroa y Quiñones otorgó poder y traspaso a su padre el condestable para vender y enajenar las dehesas y bienes que le había legado Elvira Manrique tanto en Santo Domingo de la Calzada como en Extremadura o cualquier otro lugar; AHN (Nobleza), Frías, C. 600, D. 14. 156 MOYA VALGAÑÓN, J.G.: Documentos…, p. 22. Se estudian las tumbas en YARZA LUACES, J.: La nobleza ante el rey. Los grandes linajes castellanos y el arte en el siglo XV. Madrid, 2003, pp. 140-146. Recientemente Moya ha relacionado las sepulturas con el taller de Bigarny, MOYA VALGAÑÓN, J.G. (dir): Historia del Arte en La Rioja. El siglo XVI. Logroño, 2007, pp. 45-46. 157 Desde que en el diccionario de Pascual Madoz se diera la fecha de 1418 se ha repetido numerosas veces, comenzando por Prior, sin reparar que en el letrero se talló Mº CCCCº IXº IXº, es decir, 1499.

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Fig. 19. Felipe Bigarny. Detalle del entierro de Pedro González de Santo Domingo.

Ebro. El retablo de pinturas es del mismo tiempo y Maestre Felipe ha de estar, también, detrás de la imagen de María con el Niño que preside desde la calle central (fig. 20). En el muro de los pies de la capilla se abrió un nuevo arcosolio que contiene las figuras orantes de un matrimonio sobre carnero con escudo ornado de cimera y lambrequines. Se suele decir que representa al matrimonio de Francisco de Ocio, teniente de la compañía de armas viejas de Castilla que fue recompensado por el rey Felipe II, el 8 de agosto de 1566, con el título de alférez perpetuo158. De éste personaje, ascendiente del mar158

qués de Ciriñuela que acabó siendo titular de la capilla en el siglo XVIII, se conservaba un pendón de alférez en la capilla, circunstancia que ha podido contribuir a asociarle con el enterrado. Sin embargo, al menos desde 1562 hasta 1572 fue patrón de la capilla Lope Ortiz de Samaniego, regidor de Santo Domingo de la Calzada que estaba casado con Isabel de Vallejo. Este personaje tuvo que mantener un largo pleito con el cabildo en la defensa de su derecho a enterrarse en la capilla y sospechamos que es el representado en el entierro159. Se carece de documentación, pero los enterrados se pueden datar entre 1565 y 1570. La

Los primeros datos sobre Francisco de Ocio se publicaron en el diccionario de Madoz y se han repetido con posterioridad. MADOZ, P.: Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar. Rioja. Logroño, 1985 (reed.), p. 68. PRIOR UNTORIA,A.: La catedral…, p. 72. FERNÁNDEZ SAN MILLÁN, J. M.ª: Santo Domingo de la Calzada. Guía de la catedral. Santo Domingo de la Calzada, 1992, p. 77. AZOFRA, E.: La catedral de Santo Domingo…, p. 73. RAMÍREZ MARTÍNEZ, J.M.: La ciudad…, pp. 151-152. 159 El pleito comenzó por las pretensiones del cabildo a la propiedad de la capilla con ayuda del deán de Burgos Pedro Juárez de Figueroa. En respuesta a la demanda, Lope Ortiz de Samaniego rompió, con «mano poderosa», la vidriera de la capilla que ostentaba las armas del cabildo. El cabildo quiso poner en entredicho el derecho de Lope Ortiz de Valderrama y Samaniego sobre la propiedad de la capilla «que se dice de Pero Xuarez que esta junto a la

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Fig. 20. Pedro de Arbulo, Juan Fernández de Velasco y Francisco Martínez de Goicoa. Sepulcro de Lope Ortiz de Samaniego.

04. ACTAS III SIMP. (3ª):ACTAS SIMPOSIO CATEDRAL STO. DOMINGO DE LA CALZADA

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AURELIO A. BARRÓN GARCÍA

obra está próxima a las maneras del romanismo, se ha tallado con detalle y en el rostro se logra expresión natural. El entierro debió de labrarse en unos años en los que había desaparecido el taller calceatense de Ochoa de Arranotegui, arquitecto y tal vez escultor que fue continuador de la portada deViana y contratista, junto a varios escultores, del retablo de Peñacerrada160. Ramírez ha apuntado a la mano de Arbulo161 que, en esos años, labra el entierro de Martín de Ircio en Briones, mientras los Pérez Solarte se encargaban de la cantería de la capilla. En la arquitectura de la tumba de Ortiz de Samaniego pudo intervenir Francisco Martínez de Goicoa que está documentado en la catedral calceatense por la hechura de una pila bautismal en 1570162 y era, además, el director de la fábrica del con-

vento de San Francisco en la misma localidad. Son los años en los que comienza la obra independiente de Juan Fernández de Vallejo que se asoció al calceatense Enrique Dorus –Drus o Drues– en la obra del retablo de Lanciego (Álava)163 poco antes de que, en marzo de 1571, rescindiera en la ciudad de Santo Domingo de la Calzada el contrato de compañía que había formado con Pedro de Arbulo164. No se conoce ninguna obra en la ciudad que requiriera la presencia de ambos escultores y apuntamos que pudo ser por la obra del entierro del regidor Lope Ortiz de Samaniego. Igualmente debieron de colaborar con Pedro López de Gámiz en la sepultura y bulto del inquisidor Cipriano Ibarra en la iglesia de la vecina villa de Ojacastro.

capilla del obispo don Diego de Zuñiga». Los capitulares intentaron apartarse del pleito y desistir, en marzo de 1562, porque los letrados del cabildo confirmaron que Lope Ortiz de Samaniego podía disponer de la capilla como sus antepasados;ACSDC, LibroV de acuerdos capitulares 1548-1564, f. 119v. El pleito, con sentencia dada en 1564 por el corregidor, demostró que Ortiz de Samaniego procedía por vía de varón legítima desde el fundador de la capilla; ARChV, Pleitos Civiles, Moreno, Olv, 981,4. Finalmente Lope Ortiz de Samaniego llegó a un acuerdo complementario con el cabildo en 1572 por el que si alguien se quería enterrar en la capilla y no era descendiente de los fundadores lo pudiera hacer pagando los derechos acostumbrados; ACSDC, Libro 0-80, letra C nº 18, ff. 45v48r. Se resume el proceso judicial en, ACSDC, Leg. 88/1. 160 ECHEVERRÍA GOÑI, P.L.: «El retablo mayor de Peñacerrada…, pp. 54-69. 161 RAMÍREZ MARTÍNEZ, J.M.: La ciudad…, p. 152. 162 ACSDC, Leg. F-1, cuentas de 1570, f. 11v. La arquitectura del entierro es sobria y clásica, muy distinta del ornamentado arco que Juan Pérez Solarte había trazado en Briones para cobijar la efigie de Martín de Ircio. Arcos de casetones semejantes al del entierro calceatense se levantaron en la obra del convento de San Francisco refundado por fray Bernardo de Fresneda. 163 BARRÓN GARCÍA, A.A.: «Juan Fernández de Vallejo en Lanciego y Obécuri», Sancho el Sabio, 1996, pp. 339-356. 164 BARRIO LOZA, J.A.: La escultura romanista en la Rioja. Madrid, 1981, pp. 148 y ss. RAMÍREZ MARTÍNEZ, J.M.: Retablos Mayores…, p. 26. RUIZ-NAVARRO PÉREZ, J.: «La escultura del Renacimiento y Manierismo en La Rioja», MOYA VALGAÑÓN, J.G. (dir): Historia del Arte en La Rioja. El siglo XVI. Logroño, 2007, pp. 254-264.

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