escala y poder

July 18, 2017 | Autor: Sergio Mas Díaz | Categoría: Geografia
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Descripción

El giro escalar: sobre el uso de las escalas espacio-temporales por parte del poder Sergio Mas Nuestro objetivo es llamar la atención sobre los retos que plantean para las tradiciones epistemológicas vigentes en las ciencias sociales los nuevos procesos socio-históricos ligados a la globalización neoliberal, en especial, el uso que las clases dirigentes hacen de la escala como mecanismo de poder. Este uso ha sido observado por los geógrafos materialistas e introducido ya en el debate por algunos autores (D.Harvey, B.Jessop, E.Swyngedouw) pero es urgente generalizar este giro hermenéutico No se trata sólo de reconocer que el punto de vista nacional es a menudo obsoleto y que “el cosmopolitismo metodológico” (U.Beck) se impone como perspectiva necesaria, sino de reconocer los procesos por los que decisiones clave sobre la regulación de las relaciones de poder entre el trabajo y el capital son desviadas desde la escala estatal a niveles supraestatales o mundiales para sustraer estas decisiones del debate e incluso del escrutinio popular. Keywords: Globalización, Escala, constitucionalización, Geografia materialista, Escuela de la regulación.

Es notorio que lo que llamamos globalización neoliberal se ha caracterizado, entre otros rasgos, por una sensación de pérdida de poder de los Estados frente a organismos supraestatales y frente a las fuerzas de los llamados “mercados”. En la narrativa habitual de este proceso, se dice que ha sido reforzado por la desregulación de las finanzas, lo que es, en parte, cierto, pero se olvida a menudo que ha sido igualmente reforzado por la acción reguladora de instituciones como el OMC, que se ha revelado muy eficaz para intervenir modificando regulaciones estatales e incluso acuerdos interestatales. Por otra parte, el FMI ha sido también muy activo en su agenda de implementación del modelo neoliberal, primero en Latinoamérica, luego en Asia, en ambos casos, los ciudadanos observaban como las políticas de sus gobiernos no eran decididas en función de las demandas de dichos ciudadanos sino de la presión de estos organismos internacionales. Algo similar en tiempos recientes, está ocurriendo en Grecia, Portugal y otros países de la UE, que implementas planes de austeridad y nuevas medidas que incluyen recortes en el gasto social, etc. nuevamente siguiendo los dictados de instituciones supraestatales. Igualmente conocida es la capacidad de presión que ejercen las agencias de rating y otros mecanismos de gobernanza no sujetos al principio democrático. No es preciso subrayar la actualidad de este debate, lo que si es urgente es señalar la obsolescencia de nuestras categorías epistemológicas a la hora de pensar estos procesos y de responder de un modo articulado ante lo que se revela como un mecanismo de pérdida de control por parte de la población sobre procesos que afectan directamente a sus condiciones de vida, desde la privatización de servicios públicos, la “deslocalización” de industrias, etc.etc. Se ha hablado de “pérdida de soberanía”, de “crisis del sistema westfaliano” y algunos autores se preguntan si la representación clásica del sistema internacional, elaborada por autores de la teoría realista, como una mesa de bolas de billar, interactuando en función de diferencias de

tamaño y de poder, pero más o menos independientes, sigue siendo válido1. Lo que nos interesa aquí es el mecanismo por el que sucede esta transferencia de poder, creemos que sólo si se abandona una visión estática del espacio y se asume la visión del espacio como parte y producto de un proceso socio-histórico, es decir, si se reconoce en la configuración de las escalas un proceso abierto, fruto de las relaciones de poder, es posible entender los mecanismos que están actuando en el período abierto por la crisis del capitalismo fordista, período que hay que insertar en el proceso cíclico de crisis del capitalismo para evitar una visión naturalista de la historia o caer en la falacia del determinismo tecnológico. Corregir esta visión del espacio y de las escalas espaciales, requiere pues un giro no sólo metodológico sino hermenéutico por parte de las ciencias sociales. Este giro hermenéutico ha sido ya iniciado por la geografía materialista histórica, una corriente donde destaca el nombre de David Harvey y algunos de sus colaboradores como Neil Smith2. Ambos reconocen su admiración y su deuda respecto al filósofo francés Henrí Lefebvre uno de los primeros en meditar acerca del espacio como construcción social3. Pero es quizás otro discípulo de Harvey, el belga Erik Swyngedouw el primero que ha hablado de las políticas de escala4, con este término alude a los procesos de configuración de la escala como resultado de luchas de poder: “ I conceive scalar configurations as the outcome of socio-spatial processes that regulate and organize social power relations, such as the contested making and remaking of the European Union or the process of state devolution or decentralization. The emergence of new territorial scales of governance and the redefinition of existing scales (like the nation-state) change the regulation and organization of social, political and economic power relations.”5

El uso del salto en la escala permite aumentar el poder de un grupo frente a otro, ya que la capacidad organizativa por ejemplo de los sindicatos es menor que la de las asociaciones de empresarios con lo que su capacidad para influir en las decisiones de la UE e imponer su agenda es mucho mayor, como ha sido observado, pero no se trata sólo de un acceso desigual a las instituciones supraestatales, del peso de los lobbies, sino de lo que ya otros autores habían

1 Sobre este amplio debate v S.D. Krasner, Soberanía, 1999 Paidós, 2001; Hobson, The State and International Relations, Cambridge UP, 2000 y Beck 2 Harvey introduce en una serie de artículos publicados en la revista Antipode entre 1975 y 1981 su análisis

marxista del espacio (estos artículos están recogidos en Espacios del capital, Akal, 2007). Smith, N. (1984). Uneven Development: Nature, Capital and the Production of Space. Oxford: Blackwell. 3 Especialmente en La production de l'espace, Anthopos, Paris, 1974, 2000 . Lefebvre inicia una reflexión sobre la vida urbana y la vida cotidiana que se prolonga a partir de la fundación en 1970 de la revista Espace et societé, en una reflexión colectiva acerca de lo que el propio Lefebvre llama en el artículo programático del primer número la “politique de l'espace”. Tanto este concepto como el del “droit à la ville” serán recogidos por los situacionistas. 4 Swyngedouw E. (1997a). “Neither Global Nor Local: ‘Glocalization’ and the Politics of Scale”, in K. Cox (Ed) Spaces of Globalization;Swyngedouw E. (2000a). “Authoritarian Governance, Power and the Politics of Rescaling”, Environment and Planning D: Society and Space, 18, pp. 63-76. 5 Swyngedouw 1997a

observado también: una tendencia a “constitucionalizar” el modelo neoliberal desde el nivel supraestatal, convirtiendo acuerdos interestatales o supraestatales, pactados de forma poco o nada transparente en mecanismos vinculantes que restringen la capacidad futura de decisión de los estadistas sujetos a dichos acuerdos. El término de “constitucionalización” aplicado al análisis de la globalización es introducido por un analista neogramsciano, Stephen Gill, que habla6 de la “constitucionalización de la desigualdad”, para hablar de las dos caras de la gobernanza global, como proyecto liberal y como proyecto para consolidar a nivel global estructuras de poder al servicio de los intereses de grupos concretos en el seno de las élites. En 2002 Gill introduce el concepto de “new constitutionalism” en otro importante artículo 7 redactado simultáneamente a otra contribución relevante al debate acerca de la globalización desde las filas neogramscianas, el escrito de Bieler y Morton8 sobre la globalización. En su artículo de 2002, Gill señala como el programa neoliberal consiste en un intento deliberado de construir unos arreglos institucionales que constitucionalicen una determinada organización económica, unas reglas del juego que substraigan el funcionamiento de la economía del debate político, esa es la tarea principal de la Comunidad Europea, (el Banco central es creado en 1998, pero el plan está diseñado ya en Maastricht 1992), del FMI y sus planes de ajuste, del Banco Mundial y de la recién creada OMC en 1995. Por ejemplo, el papel que se le otorgaba al Banco europeo en dicho acuerdo, el modo en que se sustraía su política monetaria al control político, etc. limitaban a priori los márgenes de actuación de futuros estadistas, reforzando la sensación de que “no hay alternativas” al consenso de Washington. El modo en que la izquierda, primero la británica, con la redefinición del laborismo mediante el Third Way de Blair y luego la izquierda del sur de Europa (Italia, Francia España) asumen la ideología dominante es caracterizado como un caso de “trasformismo” en el sentido de Gramsci. Que la aplicación del llamado Consenso de Washington, el programa de globalización neoliberal ha supuesto un aumento de las desigualdades tanto entre países como en el interior de los estados, es algo notorio entre los estudios serios aunque haya ideólogos de la globalización que pretendan lo contrario9. La globalización neoliberal como fase del capitalismo: El paso del régimen de acumulación fordista al régimen de acumulación flexible. En la búsqueda de mecanismos para reconfigurar la globalización, recordemos que se trata de un proceso abierto, la unión de movimientos altermundialistas ha jugado y sigue jugando un papel, pero conviene no menospreciar el significado estratégico que tienen todavía los Estados como agentes. Son ellos los que han hecho posible esta reconfiguración a la que hemos asistido en los últimos cuarenta años, fue desde sus 6 Gill (1995) 'Globalisation, Market Civilisation and Disciplinary Neoliberalism', Millennium: Journal of

International Studies, 24(3): 399-423. 7 Gill .”Constutionalizing inequality and the clash of globalizations” en Int. Studies Rev, 4,2, 2002:47-65 8 Bieler y Morton, “Globalisation, the state and class struggle” in BJPIR 2003 9 Ver las obras de B. Milanovic, para el BM y su resumen en Milanovic, Branko (2005), Worlds Apart: Global

and International Inequality 1950-2000, Princeton University Press2002,2005 y 2006.

instituciones desde donde se operó esta re-institucionalización, con delegación de funciones, desregulación del capital para que pudiesen distintos organismos supraestatales institucionalizar en otra dirección (al servicio del capital financiero) lo que antes estaba mediado por los intereses del capital productivo, más ligado al espacio. La novedad más interesante de Arrighi y Harvey es su visión dialéctica de una doble dinámica geopolítica y geoeconómica, la existencia de dos lógicas, una territorial en el caso de los estados, y la otra desterritorializada, en el caso del capital, que interaccionan entre sí, combinada con el enfoque dinámico histórico, permite pensar las relaciones entre estado y capital y el grado de capacidad y agencia de los estados en función de una serie de factores: un estado tendrá más o menos capacidad doméstica y poder agencial internacional en función del lugar que ocupe en el sistema de producción y en el momento del ciclo en que nos centremos (fase de expansión comercial, financiera, fase de crisis) la fuerza de unos factores u otros, a nivel, tanto doméstico como internacional, será distinta. 10 D. Harvey desarrolla en su libro La condición de la posmodernidad (1989), a partir de su análisis anterior de las contradicciones del capitalismo en Limits to capital y de su lectura de la escuela de la regulación francesa (Aglietta, Lipietz), una teoría de los “regímenes de acumulación” y un diagnóstico de la crisis actual como una transición de un “régimen de acumulación fordista” a un nuevo régimen de acumulación que caracteríza como flexible. Su diagnóstico se acerca al de Lash y Urry que hablan de capitalismo desorganizado y asume las observaciones de Swyngedouw sobre las transformaciones del modo de producción y el mercado de trabajo11. Los cambios de Thatcher y Reagan son interpretados por Harvey como la consolidación de procesos iniciados por Nixon a principios de los 197012 de lucha con las fuerzas de trabajo organizado y de reducción de los gastos del Estado. Recortes fiscales, endeudamiento público,etc. Recordando las observaciones de Simmel en otro momento de crisis, “en épocas de inseguridad económica el anhelo de valores estables lleva a una acentuación de la autoridad de las instituciones básicas, la familia, la religión, el estado.” El auge del trabajo temporal es uno de los factores que ha reforzado esta sensación de inestabilidad y crisis.

Harvey recuerda y sintetiza el análisis del

capitalismo realizado en su libro anterior. El capitalismo tiende al crecimiento pero lo hace de modo necesariamente contradictorio, está marcado por una tendencia a la crisis, especialmente inevitables son las crisis de hiperacumulación.

Entre las estrategias de que dispone el capitalismo para

enfrentarse a estas crisis de hiperacumulación sea de mercancias o de capital, cita: 

la devaluación de las mercancias,

10 Sobre la tensión entre ambos tipos de capital y su alternancia en el poder en función de los ciclos de acumulación es insustituible el magistral análisis de Arrighi El largo siglo XX, Akal, 1999. 11 Swyngedouw habia redactado en 1986 un primer Working paper en la J Hopkins sobre las implicaciones de la nueva organización industrial. Posteriormente este geógrafo desarrollaría sus tesis en numerosas publicaciones especialmente influyentes han sido sus estudios ya citados sobre la “glocalización”. 12 Harvey p.192.



el control macroeconómico, o



el desplazamiento temporal y espacial, la producción de nuevos espacios para absorber ese excedente y que la producción pueda seguir desarrolandose.

Esta “solución espacial” requiera la participación del Estado, formando capital ficticio, por ejemplo en forma de créditos para la inversión en infraestructura y respaldándo esta expansión en el campo fiscal, monetario y en ocasiones militar. 13 Esta teoría nos permite no sólo situar la fase actual en su contexto histórico sino recuperar la perspectiva que diferencia el punto de vista crítico del positivista, los hechos en el ambito sociohistórico son productos contingentes de una realidad fluida y abierta, y esto incluye como hemos visto, las configuraciones espaciales y escalares. Si no conseguimos mantener viva la conciencia de esta dimensión contingente de los procesos históricos caemos en el determinismo y el fatalismo al que nos empuja el lenguaje predominante y el “senso comune” en sentido gramsciano, frente a esa dinámica, la función del pensamiento crítico es precisamente la de reconocer en ese “sentido común” otra máscara del poder14.

13 Id p207 14 Para un análisis de la doxa neoliberal como un nuevo “sentido común” en sentido gramsciano v Susan George, El pensamiento secuestrado, Icaria, 2007

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