Epígrafes góticos en la muralla de al-Yazirat al-Jadra (Algeciras, España)

October 17, 2017 | Autor: J. Tomassetti Guerra | Categoría: Medieval Fortifications, Edad Media, Algeciras
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FORTIFICAÇÕES E TERRITÓRIO NA PENÍNSULA IBÉRICA E NO MAGREB

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Fundação para a Ciência e a Tecnologia MINISTÉRIO DA CIÊNCIA, TECNOLOGIA E ENSINO SUPERIOR

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UNIÃO EUROPEIA

PROGRAMA OPERACIONAL FACTORES DE COMPETITIVIDADE

Fundo Europeu de Desenvolvimento Regional

FORTIFICAÇÕES E TERRITÓRIO NA PENÍNSULA IBÉRICA E NO MAGREB

(SÉCULOS VI A XVI) Coordenação de

Isabel Cristina F. Fernandes

Vol. II

A obra colectiva Fortificações e Território na Península Ibérica e no Magreb (séculos VI a XVI) oferece aos investigadores e ao leitor comum interessado nestas maté­rias, distintas leituras do castelo, algumas com claro cariz monográfico, algumas tocando as transformações dos períodos de transição, a montante e a jusante, outras preferindo trabalhá-lo na dimensão do território, valorizando os contribu­tos das fontes escritas ou os da arqueologia, outras ainda conduzindo o enfoque para questões de restauro, gestão e valorização patrimoniais. Isabel Cristina F. Fernandes Coordenadora científica da edição

II

ISBN 978-989-689-374-3

FORTIFICACOES VOL.2(6-10-2014).indd 1

23-10-2014 15:54:56

Biblioteca Nacional de Portugal – Catalogação na Publicação

FORTIFICAÇÕES E TERRITÓRIO NA PENÍNSULA IBÉRICA E NO MAGREB (SÉCULOS VI A XVI)

Fortificações e território na Península Ibérica e no Magreb (séculos VI a XVI) / coord. Isabel Cristina Ferreira Fernandes. – (Extra-colecção) 2º v. – 380 p. – ISBN 978-989-689-374-3 I – FERNANDES, Isabel Cristina F., 1957CDU 904

Título: Fortificações e Território na Península Ibérica e no Magreb (Séculos VI a XVI) – Volume II Coordenação: Isabel Cristina Ferreira Fernandes Edição: Edições Colibri/Campo Arqueológico de Mértola Capa e separadores: DCCT – Câmara Municipal de Palmela Revisão dos textos: I. C. Fernandes; J. F. Duarte Silva; Patrice Cressier Depósito legal: 368 239/13

Lisboa, Dezembro de 2013

Epígrafes góticos en la muralla de al-Yazirat al-Jadra (Algeciras, España) JOSÉ MARÍA TOMASSETTI Arqueotectura S.L.

RAFAEL JIMÉNEZ-CAMINO Ayuntamiento de Algeciras

BEATRIZ PERLES Instituto de Estudios Campogibraltareños

Algunas notas sobre Algeciras medieval

L

A Algeciras islámica se funda en el siglo VIII sobre un promontorio al Norte del río de la Miel (Fig. 1). Durante más de medio milenio la población yazirí habitó exclusivamente ese espacio, contenido más o menos entre la avenida Blas Infante, el Secano, el río y la playa. Los acontecimientos bélicos en torno a la Cuestión del Estrecho provocan la fundación de una nueva ciudad-campamento sobre la otra orilla fluvial en el último cuarto del siglo XIII, a partir de cuando podemos hablar de las Algeciras andalusí y meriní, al-Yazirat al-Jadra y al-Bunayya, la verde y la victoriosa (Almanzora). Ambas fueron sometidas a la disciplina de la Corona de Castilla el año 1344; desde la crónica de su asedio ya se denominan como la vieja y la nueva, la mayor y la pequeña.

Fig. 1 – A. Situación de las dos medinas medievales de Algeciras (al-Yazirat al-Jadra y al-Binya). B. Dibujo esquemático de los recintos amurallados de ambas villas con la indicación del tramo al que hace referencia el artículo –Puerta de Gibraltar– (Autor: Rafael Jiménez-Camino, en adelante RJC).

Convencionalmente, se considera que ambas villas se abandonan a partir de 1379, tras la inutilización de sus defensas por los nazaríes. La ciudad grande y su hijuela, según las calificó Ibn al-Jatib, quedan despobladas hasta el siglo XVIII, cuando la diáspora gibraltareña repuebla su Campo y abre de nuevo para Algeciras los escenarios de la Historia. Los nuevos algecireños harán rapiña de las ruinas medievales, arrancándoles el material de construcción para erigir sus edificios –sobre todo– en el núcleo

septentrional. En breve plazo funcionaba allí una pequeña ciudad desde cuya periferia sur podían verse las otras ruinas, ésas todavía abandonadas y, desde entonces, rebautizadas como la Villa Vieja. Era obligado que la Nueva pasara a ser el lugar regenerado donde Algeciras renacía, en torno a las Plazas Alta y Baja. Es decir, la repoblación moderna trastocó casualmente los nombres que las villas poseyeron durante los últimos decenios de su existencia medieval, originando así un error en su localización que, desde inicios del siglo XX1 hasta su revisión a principios del XXI2, se ha transmitido impunemente en la historiografía. Con tales antecedentes, la interpretación de cuanto resto arqueológico salía a la luz pasaba, inevitablemente, por su incardinación en el esquema tradicional, cuya formulación más completa se debe a Antonio Torremocha3. Atentos, por tanto, a la identificación de los restos emergentes y su validación en las fuentes (y, sobre todas, en una lectura forzada de la Crónica de Alfonso XI), se dieron por buenas las equivalencias entre puertas, torres, corachas, mezquitas, baños... dibujados por los ingenieros de principios del siglo XVIII y sus nombres en los textos islámicos y cristianos. De este modo, surge en el panorama investigador la “ciudad palatina meriní” de al-Binya, con lujo de detalles4. En tal esquema, la medina de Abu Yusuf Yaqub se dotó de unas extensísimas defensas estáticas que englobaron (pues había que dar cabida al aún escaso registro arqueológico contradictorio) un antiguo arrabal en torno a las atarazanas califales, junto al río. Por lo demás, esa Villa Nueva se consideraba un yacimiento “cerrado y monofásico” con un siglo largo de historia (c. 1275-1379), pero no se dudaba de que todo el sistema de amurallamiento conocido, y destacadamente los nuevos restos excavados desde 1996 en la prolongación de la Avenida Blas Infante5, se erigirieron por orden del emir de los meriníes en los primeros años de vida del nuevo núcleo poblacional. La Puerta de Gibraltar, las monumentales torres de sillería isódoma, el foso, todo ello, formaba –en opinión de los autores citados– conjunto indivisible con los arruinados paramentos de tapial, las olvidadas

Fortificações e Território na Península Ibérica e no Magreb (Séculos VI a XVI), Lisboa, Edições Colibri & Campo Arqueológico de Mértola, 2013, p. 837-843.

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(por nunca interpretadas) torres de mampostería que flanquean el muro principal y éste mismo (Fig. 3). Una compleja obra que, en su monumentalidad evidente, daba sentido a una ciudad palatina, y donde los parecidos con la arquitectura militar cristiana se explicaban por la participación de cuadrillas de canteros castellanos. Éstos serían los autores de los numerosos signos lapidarios en los sillares de los distintos elementos fortificados6, sobre una fábrica –la sillería–, por otro lado, poco usual en la poliorcética meriní del Norte de África (véanse los casos del Afrag ceutí o de Almansura en Tremecén, como ejemplos de campamentos militares coetáneos). Fig. 2 – Localización de las diferentes intervenciones realizadas en el recinto arqueológico de las murallas medievales de Algeciras durante la campaña de 2006-2008 (Autor: José María Tomassetti, en adelante JMT).

Fig. 3 – Fotografía aérea y restitución tridimensional (cortesía de Expociencia) del Recinto arqueológico de la murallas “meriníes”, con la indicación de los principales elementos constructivos: 1. Torre‐puerta de Gibraltar; 2. Torre‐puerta del Fonsario; 3. Foso; 4. Torres de sillería; 5. Muralla; 6. Barbacana; 7. Puente; 8. Barbacana o “antemuro” islámico de tapial; 9. Torres de la cerca islámica (JIMÉNEZ-CAMINO y otros, e.p., Lám. 3).

Desde finales de los años noventa del siglo XX, con el incremento de las actividades preventivas aparejadas a la inflación inmobiliaria, el registro arqueológico aumentó con mucho, ampliando nuestro conocimiento del recinto norte tanto en la extensión geográfica de los espacios excavados como en la profundidad cronológica de las nuevas secuencias estratigráficas. La constatación de poblamiento estable desde al menos el siglo IX, a veces sin solución de continuidad hasta el XIV, aquí, donde supuestamente nada debió edificarse hasta las postrimerías del XIII –porque las fuentes documentales describían una ciudad fundada sobre un lugar despoblado–, exigió una revisión meditada de la documentación arqueológica, bibliográfica y una relectura de las fuentes históricas cuyo fruto se dio a conocer en 2004 en las Primeras Jornadas de Arqueología del Campo de Gibraltar7. Este cambio en la perspectiva investigadora, más que permitir, obligaba al replanteamiento de los presupuestos teóricos de la hipótesis tradicional, y con ello se acometieron los trabajos de apoyo a la restauración de las murallas medievales en la prolongación de la Avenida Blas Infante, entre 2006 y 20088. Esta última campaña, donde se han documentado tres de los cuatro hallazgos epigráficos que presenta-

mos, ha afectado a todo el conjunto emergente, hoy parque arqueológico, y nos ha permitido sondear en todos los sectores (intramuros, liza, puerta, foso), agotando secuencia en ocasiones, pero, lo que es más importante, sin agotarla en buena parte de las catas abiertas. Damos mayor importancia a este hecho porque, tras las actuaciones de 1996-1998, se suponía concluida la estratificación en toda la superficie del parque. Hoy sabemos que en el subsuelo conservado aún se ocultan muchos metros cúbicos de sedimentos y estructuras cuyo futuro estudio ampliará el significado histórico de este sector de la fortificación. El estado actual de nuestro conocimiento sobre el ángulo nororiental de la muralla medieval de al-Yazirat al-Jadra implica la existencia de dos grandes fases constructivas, islámica la más antigua y cristiana la más reciente. En la definición de ambas cuentan los análisis estratigráficos y los estudios sobre objetos muebles (siempre las cerámicas como mejores indicadores), que han permitido el establecimiento de dataciones relativas desde el siglo XII intramuros (sector B) y, sin dudas, desde el XIII extramuros, aunque permanecen algunos elementos constructivos amortizados bajo la liza (el primigenio foso de tierra, algunas estructuras en el sector E11) para los que esta datación constituye un terminus ante quem. Destaca la fechación sin dudas de la Torre 3 en la segunda mitad del siglo XIV, cimentada en parte sobre rellenos que contienen cerámicas mudéjares, o la constatación de cerámicas del centro productor de Paterna (Valencia) en la amortizaciones interiores del foso y los rellenos sobre el pavimento del patio norte de la Puerta de Gibraltar (de donde también procede el epígrafe sobre lápida). En general, por toda la liza se ha documentado la presencia de un pavimento de cal que, a menudo, también quedó amortizado por sedimentos con inclusiones cerámicas de época cristiana. En definitiva, tras la actuación de 2006-2008 se ha puesto orden en un conjunto edilicio abigarrado donde las tesis tradicionales habían hecho convivir elementos de diversa autoría y de épocas distintas. Hoy consideramos probado que las defensas islámicas son anteriores (no sabemos cuánto) a la llegada de los meriníes y que se organizaban según el esquema

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tradicional de muralla torreada –Fig. 3.9– con puerta de recodo sencillo –Fig. 3.2–, estrecha liza, barbacana –Fig. 3.8- (el denominado “antemuro” de tapial9) y el foso de tierra excavado unos metros por delante del doble amurallamiento (localizado en 2006 al Norte de la torre 3).

Fig. 4 – Vista general de la muralla, la barbacana de tapial, las torres de sillería y la liza desde la Puerta de Gibraltar (Autor: José Manuel Rodríguez, “Foti”).

Este ángulo del cinturón de murallas de al-Yazirat al-Jadra aparece una y otra vez mencionado en la Crónica de Alfonso Onceno. Parte de la coalición cristiana acampó a unas decenas de metros de aquí, sobre el cementerio almohade, nazarí y meriní que denominaron “fonsario”10, por lo que llamaron “puerta del fonsario” al acceso que hoy queda en segundo término tras la Puerta de Gibraltar, la Bab Tarfa de Himyari. Desde esa posición hostigaron largamente a los asediados con trabucos, cuyos proyectiles han sido recuperados en gran número durante las distintas campañas de excavación (Fig. 5). Los efectos de estos bolaños sobre la cerca islámica la debilitarían para sus funciones defensivas. No extraña, por tanto, que una vez rendida la población meriní fuera necesario, como proponemos, reconstruirla ampliamente, organizando un complejo dispositivo monumental que comportaba, además de los reparos en la muralla (y quizá cambios en su trazado), la sustitución de las torres por otras de mucho mayor tamaño (seccionando para ello la antigua barbacana, pero manteniéndola) –Fig. 3.4–, el cegamiento del foso de tierra, habilitando sobre él y hacia el Norte una espaciosa liza que termina cerrada por una barbacana de calicanto –Fig. 3.6– que realza en vertical la escarpa de un nuevo foso de mampostería y sillarejo –Fig. 3.3– cuyo tramo occidental conocido rodea al bastión hoy denominado Puerta de Gibraltar –Fig. 3.1.-, a la que se accede a través de un puente decorado con arcos ciegos de ladrillo –Fig. 3.711. De la restauración cristiana de las murallas en este sector han pervivido todos los elementos mencionados, pero además se da el caso singular de venir acompañados por la colección epigráfica que presentamos12. En su análisis las denominaremos por la primera palabra o letra consignada en cada una de ellas: Iohan, Alfonsus, Caua y E.

Fig. 5 – Bolaños descubiertos en la liza (sondeo A13 de la campaña de 2006-2008, Autor: JMT).

Análisis paleográfico Soporte y emplazamiento Las tres primeras inscripciones han sido talladas en los mismos materiales y sobre bloques con las mismas dimensiones que los empleados en la construcción del foso, por un lado, y las torres, por otro. Los epígrafes de Iohan y Alfonsus se han realizado sobre calizas arenosas de las Unidades Alóctonas del Campo de Gibraltar13, materia prima muy usada en la construcción del foso –aunque también se utilizaron areniscas, tanto del Aljibe, como de la Unidad de Algeciras–. La piedra fue tallada en bloques con un largo de 97 cm y un ancho de 31, en el caso de la primera inscripción, y de 87 x 28/35 cm en la segunda. Mientras que la tercera –Caua– se realizó sobre un sillar de calcarenita bioclástica de 69 x 31 x 30 cm –medidas que corresponden al largo, alto y fondo-. Tanto la materia prima como las dimensiones de esta última coinciden con el aparejo empleado en las torres mayores del recinto –incluida la torre-puerta y un pequeño tramo de barbacana junto a ésta–, donde la calcarenita se utiliza aunque, ciertamente, de forma minoritaria con respecto a la arenisca del Aljibe y donde los sillares presentan un largo variable pero mantienen siempre cierto fondo y una altura semejante –entre 29 y 32 cm– con el objeto de proporcionar hiladas del mismo alto. Por el contrario, la única inscripción realizada, ya no sobre material constructivo, sino sobre una lápida, se ha ejecutado en mármol, una materia prima foránea.

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del soporte –especialmente el alto y el fondo– nos han permitido plantear como hipótesis su emplazamiento en la torre-puerta. Caracteres externos

Fig. 6 – Las cuatro inscripciones: A. Alfonsus (RJC), B. Iohan (RJC), C. Caua (Yolanda Oliva) y D. E (JMT).

A excepción de la inscripción E, sobre la cual, debido a su estado de fragmentación, al desconocimiento de su contenido y a la movilidad del soporte –una lápida–, no podemos asegurar su vinculación con la fortificación14, las demás pertenecen, sin lugar a dudas, al sistema defensivo. Así la de Iohan y la de Alfonsus se hallan integradas en las primeras hiladas de la base de la contraescarpa. Se han dispuesto perfectamente trabadas con el resto de la construcción, lo que nos hace plantear que se colocaron en los momentos iniciales de la obra. La primera, en un extremo del recodo que el foso hace a su paso por la Puerta de Gibraltar, a menos de 30 cm del fondo. La segunda, prácticamente a la misma cota, a pocos metros de la anterior y a menor distancia aún del lado norte del puente, pero al exterior de éste (vid. Fig. 7). Ambas se hallan mirando hacia la puerta de entrada y son perfectamente legibles desde el puente, sin embargo, su emplazamiento dista mucho de ser un lugar destacado. Su localización es rara en el contexto de inscripciones aedificatorias peninsulares. A pesar de que la inscripción Caua fue hallada en posición secundaria15, tanto el contenido –un listado de elementos del sistema defensivo–, como el lugar del hallazgo –en el depósito de colmatación del foso, en un lugar cercano a la puerta–, como el material empleado –exclusivo de las torres– y las dimensiones

Fig. 7. Localización de las inscripciones en el fondo del foso: 1. Alfonsus, 2. Iohan (Autor: RJC).

Las cuatro han sido redactadas en caracteres góticos mayúsculos, en los que predominan las unciales, utilizadas sustituyendo a las capitales siempre que es posible –E, F, M, N, T, U, Z–. Las letras C y E poseen, como característica más destacada, un trazo del mismo grosor que el resto que cierra por completo la letra, uniendo sus ápices. María Encarnación Martín16 define como gótica del siglo XIV esta misma variante que se localiza, en el caso de la E, en los cuatro letreros. El uso de la letra U con doble valor, vocálico y consonántico, en reemplazo de la V, se constata en Zamora a finales del siglo XIII17. Las letras tienen un tamaño medio similar: 61 mm de alto por 55 de ancho –Alfonsus-, 62 x 57 mm –Iohan– y son un poco más grandes, 72 x 62 mm, en la de Caua. La relación modular oscila entre 1,1 y 1,3. No se han registrado nexos, ni letras inscritas, menos habituales en este período. Se han contabilizado tres abreviaturas, dos en la inscripción de Iohan y una en la de Caua. En el primer caso, se circunscriben al nombre. Una línea sobrepuesta a la letra N indica la abreviación de la A, en Iohan y la letra O se ha colocado sobre la M para contraer el apellido del maestro de obras. En el otro letrero, la conjunción “con” se ha abreviado superponiendo una línea sobre las letras CO para indicar la ausencia de la N. En cuanto a la disposición de las letras, hemos de indicar que existe una gran diferencia entre la presentación del letrero Caua y la de los dos del foso. En el primero se observa una cuidada disposición de las palabras siguiendo líneas de pautado, de una de las cuales se han conservado indicios bajo las tres primeras palabras. La separación entre renglones es homogénea, así como los márgenes. Las letras se han trazado con un surco profundo y se han insertado interpunciones –de doble punto– para asegurar una buena legibilidad del texto. Ello contrasta con la ejecución de las dos inscripciones localizadas en la contraescarpa, en la que las letras se han dispuesto sin seguir un reglón –Alfonsus–, con un trazado inclinado de éste –Iohan- o sin una homogénea proporción de las letras –caso de la segunda línea, también en la de Iohan. El pequeño fragmento conservado de la cuarta inscripción nos informa también del cuidado con el que debió realizarse ésta: un filete enmarca el texto por su parte superior y una alineación de tres puntos sirve en este caso como separador de palabras. En un estudio reciente18 hemos comprobado la similitud entre los caracteres utilizados en los epígrafes y las marcas de cantero identificadas en las torres19 y el foso achacándola a la contemporaneidad de las obras. Podemos comprobar cómo la letra “A” de cuatro trazos, con el travesaño oblicuo, se utiliza tanto en los signos lapidarios como en las inscripciones20.

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Análisis diplomático

Conclusiones

Tres de estas inscripciones pueden analizarse desde un punto de vista diplomático. Este estudio las relaciona, sin lugar a dudas, con la construcción de la fortificación. Ello es especialmente patente en la inscripción Caua, cuyo texto recoge, a pesar de conservarse sólo la parte central, una relación de obras inequívocamente relacionadas con la poliorcética: “Caua e pue[n]te (e) muro co[n] petril e con”, ésto es “el foso y el puente (y) la muralla con pretil”. Un listado semejante, aparece reflejado en la lápida fundacional (monumenta aedificationis) del Palacio Mudéjar construido por Pedro I en los Reales Alcázares de Sevilla, detrás de la intitulación y la notificación, pero antes de la data del monumento (1369 d.C.): “estos alcacares [e]t estos palacios [e]t estas portadas”21. En el caso de las otras dos inscripciones es su localización la que explica su relación con el sistema defensivo.

Las cuatro inscripciones analizadas en este artículo están redactadas en caracteres góticos mayúsculos y dos de ellas usan la lengua romance, elementos que permiten datarlas grosso modo entre los siglos XIII y XV. Algunas particularidades paleográficas, como la forma de cerrar las letras C y E retrasan su ejecución a una fecha posterior al siglo XIII. Sin embargo, el contexto histórico del control castellano de la ciudad circunscribe la fecha de una eventual construcción militar al período que media entre la conquista de la ciudad, en 1344, y su pérdida a manos de los nazaríes en 1369. La consignación del rey Alfonso en una de las inscripciones del foso –sólo puede referirse al onceno– estrecha aún más el margen para la datación de las dos inscripciones localizadas en este lugar, limitándola a los seis años que separan la conquista de la ciudad y la muerte del monarca en 1350. Mantenemos como hipótesis de trabajo la contemporaneidad de las obras de restauración de la fortificación castellana, por lo que la inscripción Caua se habría realizado también en este período (1344-1350). Hasta ahora se había venido interpretando que los restos de la muralla urbana situados en el entorno de la puerta de Gibraltar pertenecían al proyecto de edificación de la ciudad nueva de al-Binya24. Esta ciudad y su perímetro amurallado fueron levantados por el emir meriní Abu Yusuf Yaqub entre 1279 y 1285 d.C., según los citados autores. Sin embargo, nuevos datos aportados por las investigaciones arqueológicas25 realizadas en ese monumento entre el año 1996 y el 2008 y la revisión crítica de las fuentes documentales26 han renovado las claves interpretativas al descubrir, primero, que la cerca pertenece, no a la fundación meriní como se había supuesto –que se halla en una meseta al Sur de esta ciudad, atravesando el cauce del río de la Miel–, sino a la más antigua medina islámica de al-Yazirat al-Jadra, fundada en los primeros momentos de la ocupación árabo-beréber de la Península Ibérica. Ello ha dejado sin base la autoría norteafricana del amurallamiento. Posteriormente, se ha planteado la datación en época castellana de la mayoría de los restos visibles de este recinto, a saber, la gran torre-puerta de Gibraltar, las cuatro torres de sillería, el foso y la muralla, construidos sobre el cerramiento bajomedieval islámico, del que también se conservan algunos elementos –la torre-puerta del Fonsario realizada con fábrica de mampostería siguiendo una planta en recodo simple, las pequeñas torres ejecutadas con idéntico aparejo y la muralla de tapial. Tres de estas inscripciones han jugado un papel importante en este giro interpretativo, junto a la datación en el siglo XIV de la torre 327 y la revalorización de las marcas de cantero –castellanas, sin lugar a dudas– presentes en casi la mitad de los sillares utilizados en la construcción del complejo28. Sobre todo, los dos epígrafes que forman parte de la construcción de las primeras hiladas del foso, ubicación que deja pocas dudas para la interpretación de su

La segunda inscripción, “Iohan M(…) o me feza”, es de más difícil interpretación debido a la excesiva abreviación de uno de sus términos y al uso de la expresión: “feza”. Sin embargo, la estructura del texto –nombre y suponemos que el verbo notificativo- permiten entrever una suscriptio de las obras: “Juan M (…)o me hizo”, ya que la fórmula más habitual empleada en este tipo de letreros es la expresión latina “me fecit” –“me fizo” en castellano–. Así pues, Mo reflejaría el apellido contraído del arquitecto y “me feza” alguna variación romance del formulario. Por último, se podría interpretar que la inscripción de más clara lectura “Alfonsus rez (sic) Castele”, esto es, “Alfonso rey de Castilla”, alude al promotor de la obra22, pero dado el lugar poco destacado de su localización, el fondo del foso, es posible que refleje una forma de datación sincrónica, ya que suponemos que la autoría –en sentido epigráfico– de las obras es el asunto sobre el que debería existir mayor interés divulgativo, y no tendría sentido, por tanto, su ubicación en un lugar tan discreto. En cualquier caso, el formulario empleado, excesivamente simple y desconectado del resto de inscripciones, es singular en el contexto de la epigrafía medieval peninsular. No obstante, esta es quizás la inscripción más interesante desde el punto de vista arqueológico, ya que muestra una cronología del monumento con un margen muy estrecho. El único monarca castellano que con ese nombre reinó sobre Algeciras fue Alfonso XI, quien conquistó la ciudad en 1344. El monarca falleció en 1350, tan sólo seis años después, por lo que, al menos las obras del foso -donde se encastra la inscripción- debieron realizarse entre 1344 y 1350. En cuanto al lenguaje, el letrero de Alfonsus está escrito en latín, mientras que los otros dos están redactados en romance, cuya introducción en las inscripciones está constatada en Castilla a mediados del siglo XIII, coincidiendo prácticamente con la gestación de la escritura gótica, y se generaliza en el siglo XIV23.

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contenido y su papel en la adscripción a época castellana de, al menos, este tramo del elemento defensivo. La forma –partición del mensaje epigráfico en dos textos diferentes alejados unos metros pero evidentemente contemporáneos– y el lugar donde se emplazan –el fondo del foso– son peculiares si los comparamos con el resto de inscripciones aedificatorias en contexto militar peninsular. Su finalidad parece responder a la colocación de sendos hitos fundacionales, más que a la intencionalidad publicitaria que suele relacionarse con el uso epigráfico en estos edificios. Más en esta última línea, se hallaría la tercera inscripción legible –Caua– que, aunque fue hallada en posición secundaria, suponemos, por su lugar de procedencia – el fondo del foso en las inmediaciones de la puerta de Gibraltar29– y por el normal emplazamiento de este tipo de inscripciones30 –en torres o en puertas de acceso, sobre el arco de entrada, en la mayoría de los casos– que se ubicaría en una posición destacada que permitiera una amplia difusión del mensaje propagandístico. El texto conservado deja pocas dudas sobre el carácter edificatorio de la inscripción y ofrece importante información sobre la autoría, no sólo del lugar donde supuestamente estaba emplazado y el foso, sino de otras obras como la muralla, de cuya construcción o reparación no teníamos información documental. El material y dimensiones del soporte de este letrero, la fábrica de la torre-puerta de Gibraltar y de las esquinas del foso a su paso por ésta

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y los signos lapidarios corroboran la ejecución de todos estos elementos en un mismo programa constructivo. Por tanto, hemos de valorar que la reparación de la cerca urbana de la ciudad de al-Yazirat al-Jadra/Algeciras en su punto más castigado31, tras casi dos años de asedio, no quedó en una mera reconstrucción de los elementos afectados sino que supuso la implantación de un novedoso y complejo sistema de ingreso, precursor de los modelos adelantados de la arquitectura militar renacentista32. Este acceso estaba formado por una gran torre de planta en “L”, con triple recodo, estructurada en patios a cielo abierto y adelantada sobre la anterior puerta de entrada islámica a la medina, junto la cual conformaba un ingreso dividido en dos sectores, uno sobre la muralla y otro adosado por la parte externa de la barbacana, rodeado, este último, por un foso. Dentro de este proyecto se concibieron las cuatro torres de grandes dimensiones –7 x 7 m– integradas en la muralla, mucho mayores que las de época islámica y dispuestas con poco espacio entre ellas. La envergadura de la obra y el significado de la conquista de esta plaza –el cierre definitivo del Estrecho de Gibraltar a las incursiones norteafricanas– llevó a su promotor, Alfonso XI, a dejar testimonio epigráfico de su contribución en los trabajos de fortificación.

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Epígrafes góticos en la muralla de al-Yazirat al-Jadra (Algeciras, España)

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NOTAS 1

SANTACANA Y MENSAYAS, E., Antiguo y Moderno Algeciras. Algeciras, 1901. 2 JIMÉNEZ-CAMINO, R. y TOMASSETTI, J. M., “Allende el río…” sobre la ubicación de las villas de Algeciras en la Edad Media: una revisión crítica”, Actas de las Primeras Jornadas de Arqueología del Campo de Gibraltar. Protección del Patrimonio (Tarifa 23-25 de abril de 2004), Almoraima, 33, Mancomunidad de Municipios del Campo de Gibraltar, Algeciras, 2006, p. 183-210. 3 TORREMOCHA SILVA, A., Algeciras entre la Cristiandad y el Islam, Instituto de Estudios Campogibraltareños, Algeciras, 1994. 4 TORREMOCHA, A., NAVARRO, I. y SALADO, J. B., al-Binya, la ciudad palatina meriní de Algeciras, Fundación Municipal de Cultura “José Luis Cano”, Algeciras, 1999. 5 PÉREZ-MALUMBRES LANDA, A., Informe preliminar de la excavación arqueológica de urgencia en el solar previsto para la prolongación de la Avenida Blas Infante (Algeciras, Cádiz), en la muralla de la Villa Nueva. Inédito, 1996; PÉREZ-MALUMBRES LANDA, A., Informe sobre los últimos trabajos realizados en la muralla benimerín de la Villa Nueva de Algeciras. Inédito, 1997; y NAVARRO LUENGO, I., Informe preliminar de las excavaciones. “Murallas meriníes” Avda. Blas Infante. Inédito, 1998. 6 TORREMOCHA SILVA, A., “Signos lapidarios hallados en las murallas meriníes de Algeciras (Cádiz)”. Caetaria, 4-5, Fundación Municipal de Cultura “José Luis Cano”, Algeciras, 2005, p. 151-188. 7 JIMÉNEZ-CAMINO, R. y TOMASSETTI, J. M., 2006, op.cit. 8 SUÁREZ, J. y TOMASSETTI, J. M., Informe preliminar de la excavación puntual de apoyo a la restauración en las murallas medievales de la prolongación de la Avenida Blas Infante, de Algeciras (Cádiz). Inédito, 2008. 9 TORREMOCHA, A., et alii., 1999, op.cit., p. 100. 10 TOMASSETTI, J. M., JIMÉNEZ-CAMINO, R., FERNÁNDEZ, C., BRAVO, S., NAVARRO, I. y SUÁREZ, J., “El cementerio islámico del Fuerte de Santiago (Algeciras, Cádiz). Nuevas excavaciones y síntesis interpretativa”. Almoraima, 33, Instituto de Estudios Campogibraltareños, Algeciras, 2006, p. 147-170. 11 TOMASSETTI GUERRA, J. M., “Excavación arqueológica puntual de apoyo a la restauración de las murallas medievales en la prolongación de la Avenida Blas Infante (Algeciras, Cádiz) y noticia del hallazgo de dos epígrafes latinos en la contraescarpa de su foso”, Caetaria, 6-7, Fundación Municipal de Cultura “José Luis Cano”, Algeciras, 2009, p. 497. 12 Una primera lectura de dos de estas inscripciones –Alfonsus y Iohan-, ahora revisada, fue publicada por uno de nosotros en TOMASSETTI, J. M., 2009, op. cit., 499-500. Hemos remitido, recientemente, para su publicación un trabajo monográfico sobre la tercera –Caua- y la descripción de la cuarta –E-: JIMÉNEZ-CAMINO, R., PERLES, B., OLIVA, Y. y TOMASSETTI, J. M., “Una inscripción castellana relativa a la

construcción de la muralla medieval de Algeciras”, Arqueología y Territorio Medieval, 19, Universidad de Jaén, Jaén. 13 Debemos la descripción litológica de los materiales constructivos de la fortificación a la gentileza de nuestro compañero el geólogo D. Francisco Torres Abril. 14 Este fragmento de inscripción fue hallado en el derrumbe que colmataba el pavimento interior de la Puerta de Gibraltar (U.E. E2-14 de la última campaña de excavaciones, 2006-2008), vid. JIMÉNEZ-CAMINO, R., et alii, e.p. 15 Sobre el contexto arqueológico del hallazgo: JIMÉNEZ-CAMINO, R., et alii, e.p., op. cit. 16 MARTÍN LÓPEZ, M. E., “La escritura gótica en las inscripciones”, en M. J. Sanz y M. Calleja (Coord.), Las escrituras góticas desde 1250 hasta la imprenta, V Jornadas de la Sociedad Española de Ciencias y Técnicas Historiográficas, (Oviedo, 18-19/06/2007), 2010, p. 155. 17 Inscripciones nº 72 y nº 76 del catálogo de: GUTIÉRREZ ÁLVAREZ, M., “Zamora: colección epigráfica”, vol. I/1, en Vicente García (dir.): Corpus inscriptionum Hispaniae medievalium, Brepols, 1997. 18 JIMÉNEZ-CAMINO, et alii, op. cit. 19 TORREMOCHA SILVA, A., 2005, op. cit. 20 Vid. Lám. 4 en JIMÉNEZ-CAMINO, R., et alii, 2012, op. cit. 21 JIMÉNEZ-CAMINO, R., et alii, 2012, op. cit. 22 TOMASSETTI, J. M., 2009, op. cit., pág. 499. 23 GUTIÉRREZ, M. y PÉREZ, M. (1999): “Zamora: estudios”, vol. I/2, en Vicente García (dir): Corpus inscriptionum Hispaniae medievalium, Brepols, 1999, pág. 157 y RODRÍGUEZ SUÁREZ, N., “Fórmulas diplomáticas en las inscripciones medievales redactadas en romance”, Espacio, Tiempo y Forma, Serie III, Historia Medieval, t. 22, 2009, p. 307. 24 TORREMOCHA et alii, 1999, op. cit. 25 TOMASSETTI, J. M., 2009, op. cit. y JIMÉNEZ-CAMINO et alii, e.p., op. cit. 26 JIMÉNEZ-CAMINO y TOMASSETTI, 2006, op. cit. 27 TOMASSETTI, J. M., 2009, op. cit. 28 Cfr. TORREMOCHA, 2000, op. cit. con JIMÉNEZ-CAMINO et alii, 2012, op. cit. 29 JIMÉNEZ-CAMINO et alii, op. cit. 30 Sobre la localización de las inscripciones en las fortificaciones portuguesas, consúltense las catalogadas en el tomo II de BARROCA, 2000. 31 El lugar del fonsario, donde se emplaza este recinto arqueológico, es definido en la Crónica de Alfonso XI como el más débil de la cerca y, por consiguiente, fue el más atacado durante el sitio (JIMÉNEZ-CAMINO y TOMASSETTI, 2006, op. cit., p. 191). 32 TORREMOCHA, A., NAVARRO, I. y SALADO, J.B., “La Puerta de Gibraltar (Algeciras): un ejemplo de ingreso adelantado en época meriní en al-Andalus”, Caetaria, 3, Fundación Municipal de Cultura “José Luis Cano”, Algeciras, 2000, p. 187-208.

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