Entrevista a Juan Pablo Luna, cientista político: Cómo la política chilena se volvió inútil para las mayorías y muy buena para la elite

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Descripción

Juan Pablo Luna cientista político, investigador principal del Núcleo
Milenio para el Estudio de la Estatalidad y la Democracia en América
Latina:



Experto explica cómo la política chilena se volvió inútil para las mayorías
y muy buena para la elite



El financiamiento ilegal de la política está haciendo pasar a la democracia
chilena por su crisis más profunda desde el fin de la dictadura en 1989.
Muchos medios de comunicación y analistas políticos han interpretado este
financiamiento ilegal como dinero para la compra de la conciencia de
parlamentarios. Pero esa lectura supone pensar algo bastante extraño: que
los dirigentes de un partido de derecha como la UDI (la colectividad más
involucrada en el escándalo, hasta ahora), necesitan ser comprados para
votar alineados con la elite; es decir, que si no hubiesen recibido dinero,
habrían votado junto a la Concertación. Eso es difícil de sostener. Pero
entonces, ¿para qué son las enormes sumas que los medios y la Fiscalía han
ido revelando? Las investigaciones del cientista político Juan Pablo Luna,
miradas en el contexto actual, sugieren una respuesta: es dinero para que,
a través del uso intensivo del clientelismo y el marketing, triunfen en las
elecciones candidatos que ya están alineados con la elite. Ese clientelismo
dice Luna se transforma en tortas para el bingo de la junta de vecinos, en
trofeos para el club deportivo, en pago de cuentas en época de campaña y
logra que permanentemente triunfen en las elecciones los candidatos que
gastan más, sin que necesiten explicar a sus votantes qué piensan en temas
centrales como educación y salud pública, derechos laborales o impuestos
para la elite. Debido a eso, dice Luna, quienes ganan las elecciones están
completamente desalineados de las necesidades del votante medio. Ahí
radicaría entonces, la perversión esencial del financiamiento electoral
ilegal: no en la compra de conciencias de parlamentarios, sino en el daño
que le produce a la democracia, haciéndola incapaz de reflejar lo que las
mayorías quieren y necesitan.



Por Juan Andrés Guzmán. Publicado en ciperchile.cl el 16 de febrero de 2016



A mediados de 2014 en un debate en el programa Vía Pública de TNV, José
Antonio Viera Gallo, por entonces presidente de Chile Transparente, afirmó:
"La experiencia del parlamento chileno es que no ha habido compra de votos.
No ha pasado como en el parlamento argentino, o brasilero, felizmente. Yo
creo que si una empresa hace donaciones después no pide una
contraprestación. Eso está fuera de la cultura. No tienen cara para decir,
´mire, como le di tal cantidad para su campaña, usted vote de esta manera´.
Eso no creo que ocurra". http://www.24horas.cl/programas/viapublica/via-
publica-transparencia-y-los-partidos-politicos-1365892 (Ver a partir del
minuto 17.20)

En el estudio de televisión estaba Juan Pablo Luna cientista político
uruguayo, PhD en Ciencia Política en la Universidad de Carolina del Norte,
Profesor Titular en la UC, e investigador principal del Núcleo Milenio para
el Estudio de la Estatalidad y la Democracia en América Latina.
(http://www.stateness.com/espanol-equipo-milenio/juan-pablo-
luna/?lang=en).Luna tomó distancia del respaldo de Viera Gallo a la clase
política (respaldo que siguió ofreciendo hasta 2015 en distintos medios
Link: http://www.duna.cl/programas/hablemos-en-off/2015/01/11/jose-antonio-
viera-gallo-en-chile-nunca-ha-habido-una-compra-de-votos-en-el-congreso/ )

Dijo Luna: "José dice ´sabemos que no hay compra de votos en el parlamento´
y yo diría, ´lo suponemos´, en base a las experiencia vitales de cada uno,
pero la verdad es que no tenemos información suficiente para afirmarlo".

Viera Gallo, se apuró a precisar: "Claro, pero como no tenemos información
hay que presuponer inocencia".

Los hombres de derecho presuponen inocencia.

Los cientistas sociales y políticos como Luna no presuponen nada. Cuando no
saben, ponen un signo de interrogación e investigan.

Las prácticas que a Viera Gallo hace solo un año y medio atrás le parecían
fuera de la cultura, nos golpean a diario con nuevos detalles. Ahora
sabemos, cada vez con más claridad, que el financiamiento ilegal no
consigue sus fines toscamente, como especulaba Viera Gallo en TVN ("te puse
plata, cúmpleme") sino que se materializa usando los rituales propios de
"la cultura" de quienes intercambian favores. También se hacen ilegalidades
con buenas maneras y la cordialidad.

Los email publicados por The Clinic entre el ex presidente de la UDI Pablo
Longueira y el gerente general de Soqumich Patricio Contesse son un buen
ejemplo: el político y el gerente se escriben con humor, se tratan de "mi
coronel", hablan de "obediencia debida", disfrutan su relación de confianza
mientras, Longueira le facilita información sobre las propuestas del
royalty minero o la reforma tributaria que quiere hacer el gobierno de la
presidenta Bachelet y que al equipo de Contesse le parecen ideológicas y
politizadas. Se sabe ahora que SQM donó $ 700 millones a la campaña de
Longueira, según la consultora Sherman & Stearling (link
http://www.latercera.com/noticia/politica/2016/01/674-665087-9-que-revela-
el-informe-contratado-por-sqm.shtml), pero en el intercambio de correos no
hay actos brutales como mencionar ese dinero; hay pertenencia a un mismo
mundo y complicidad. Ese tipo de relación fue bien resumida por Enrique
Krauss, ex ministro DC del gobierno de Aylwin, cuando habló de lo exagerado
que le parecía la ley del lobby. "No éramos corruptos, éramos amigos de los
amigos". Link:
http://diario.latercera.com/2015/04/12/01/contenido/reportajes/25-187407-9-
manifiesto-enrique-krauss-ex-ministro.shtml

Las investigaciones de Juan Pablo Luna examinan el sistema político desde
el trabajo cotidiano de los partidos, desde su cocina y su sala de
maquinas, desde los discursos que elaboran y cómo se vinculan con la
sociedad a la que buscan representar. Richard Katz, cientista político de
la universidad Johns Hopkins ha dicho que los partidos no solo son un
ingrediente irremplazable de la democracia sino que además "la salud y el
carácter de los partidos se halla entre los principales determinantes de la
salud y el carácter de la democracia". Con sus investigaciones Luna ha
prendido la alarma sobre aspectos claves de nuestra democracia,
preguntándose quién logra ser candidato y quién gana las elecciones; o cómo
la igualdad electoral (esto es, todas las personas valen lo mismo, un voto)
ha sido afectada por la enorme desigualdad económica chilena donde cada uno
de los cinco hombres más ricos gana lo mismo que un millón de chilenos
(Link: http://ciperchile.cl/2012/01/23/%E2%80%9Cluksic-angelini-matte-
paullman-y-pinera-cada-uno-de-ellos-gana-lo-mismo-que-un-millon-de-
chilenos%E2%80%9D/ )

Aunque algunas cosas que Luna ha indagado seguramente el lector las ha oído
o las intuye, la visión de conjunto que ofrece en esta entrevista configura
una fotografía detallada de nuestra democracia y ayuda entender por qué
tantos partidos buscaron el dinero en negro de la elite; por qué la UDI
es, al menos hasta ahora, la colectividad más comprometida; y sobre todo,
por qué la crisis que vive la política chilena no tiene que ver solo con el
financiamiento sino que es mucho más profunda.

LA UDI

En 2010, cuando la UDI llevaba casi una década siendo el partido más votado
y con mayor representación en el Senado y en la Cámara, Juan Pablo Luna
publicó una investigación en la que trataba de entender cómo una
colectividad financiada por grupos económicos y fuertemente enlazada con la
dictadura, el Opus Dei y los Legionarios de Cristo lograba atraer a los
votantes más pobres y gracias a ellos, imponerse electoralmente. ¿Había que
entender el éxito de la UDI como un respaldo popular a sus propuestas
económicas y políticas o, de alguna manera, ese partido había encontrado la
forma de que electores muy distintos –incluso irreconciliables en la
historia de Chile – apoyaran a los mismos candidatos sin por eso pensar lo
mismo sobre temas centrales?

En su investigación de 2010, titulada "Vínculos entre partidos segmentados
y votantes en Latinoamérica: el caso de la UDI (Segmented Party–Voter
Linkages in Latin America: The Case of the UDI) integró los estudios
disponibles sobre ese partido con entrevistas y observación en terreno en
12 municipalidades manejadas por distintas colectividades.

Uno de los elementos más clarificadores de esta investigación es lo que
dijo una fuente que Luna identifica como un alto dirigente nacional de la
UDI:

"Lo que hicimos, y este es un trabajo que hizo muy bien Jaime (Guzmán), es
convencer a la elite de que teníamos que estar en el Congreso para proteger
sus intereses. Jaime los convenció de que aunque fuéramos un partido chico,
con las ventajas que nos daba el binominal y los quórums, podíamos proteger
sus intereses. Al mismo tiempo los convenció de que para que nosotros
pudiéramos hacer eso, teníamos que ganar votos en los sectores populares
porque la elite es muy chica. Entonces básicamente lo que el partido hace
es tomar los recursos que dan los empresarios y volcarlos a las
poblaciones."

La investigación de Luna recogió los antecedentes que había hasta 2010
sobre el financiamiento legal que recibía la UDI y que indicaban que era el
partido que más aportes reservados recibía y, a la vez, el que más gastaba
en las elecciones (en 2005 la UDI gastó 90.000 dólares por campaña,
seguida por el PPD que desembolsó 70.000. dólares). La misma situación
documentó para el periodo 2009 -2010 un estudio de Claudio Agostini
publicado en 2012 ("Financiamiento de la política en Chile"). Dice
Agostini: "al considerar la magnitud total de las donaciones, la UDI supera
fuertemente a todo el resto de los partidos. En particular, en las
donaciones reservadas para campañas parlamentarias, en las que la mayoría
de los donantes son personas jurídicas, la UDI recibe más del doble de
recursos que RN y cuatro veces más que el PDC, que son los partidos que le
siguen en magnitud de aportes recibidos".

En el libro "Poderoso Caballero" el periodista Daniel Matamala constató que
esta tendencia se prolongó hasta las últimas elecciones. En 2013, "los 22
candidatos a diputados que recibieron más aportes reservados fueron todos
de la alianza, y 15 de ellos, militantes de la UDI." En el caso de los
senadores, Matamala cita el caso de la senadora Ena Von Baer, la cual, de
acuerdo a las cuentas públicas obtuvo $ 323 millones en aportes reservados
a su campaña mientras que todos sus contendores sumaron apenas $ 45,5
millones esto es, siete veces menos.

A lo anterior hay que agregar el dinero ilegal, donde la UDI aparece
claramente favorecida.

LA ELITE NO APARECE EN LA FOTO

En su investigación Luna identificó estrategias a través de las cuales la
UDI transforma los recursos de la elite en voto popular. Primero, el
desarrollo un discurso anti político -o "cosista" como se lo llamó durante
la candidatura de Joaquín Lavín en 2000-, que transmite la idea de que ese
partido se preocupa de los problemas reales de las personas y no de las
peleas políticas. Ese discurso, "hace que las personas no vean que la
política está detrás de muchas circunstancias que determinan como
transcurre su vida", dice Luna.

El discurso anti política ayudó a la UDI a conseguir algo muy importante:
poner un velo sobre el vínculo ideológico que tiene con la elite
empresarial. Ese velo era parte central del diseño de Jaime Guzmán, según
de lo dijo a Luna el ya citado dirigente nacional de la UDI:

"Nosotros les dijimos a nuestros amigos que para representarlos necesitamos
más votos en los sectores populares, no en la élite, porque ahí no podemos
crecer. Entonces les dijimos que necesitábamos su financiamiento, pero
también les dijimos que se abstuvieran de acercarse a nosotros. En las
fotos teníamos que aparece con los pobres, no con ellos. Al principio fue
difícil para ellos entender que teníamos que apelar a los pobres, pero ahí
es donde hay más votos disponibles. Y uno de los obstáculos que enfrentamos
actualmente es que hay menos personas pobres en Chile".

La segunda estrategia que usa la UDI es el clientelismo. Luna argumenta que
durante la dictadura la UDI construyó, a través de su participación en el
gobierno (particularmente en Odeplan y en las municipalidades), una máquina
clientelística usando recursos del Estado. Desde el regreso de la
democracia la UDI habría alimentado esa máquina con las donaciones
privadas.

Su intensivo clientelismo está registrado en declaraciones que recibe del
Servicio Electoral. El ítem de "donaciones" muestra que todo el espectro
político recurre al regalo para hacerse querido y confiable y así ganar
votos: está lleno de tortas para bingos, galvanos para competencias,
pelotas para clubes deportivos. Pero, dado su mayor acceso a recursos, la
UDI va más allá. Algunos ejemplos tomados de las elecciones municipales de
2012:

1.440 lentes ópticos ($690.000) comprados por la candidata de la UDI a
concejal por Recoleta, María Inés Cabrera Squella ; 303 tenidas completas,
camisetas y shorts ($3.000.000) comprados por el candidato independiente
pro UDI Juan Pablo Barros, alcalde de Curacaví; 5.000 latas de bebida
($1.600.000) comprados por Gonzalo Cornejo, candidato a alcalde
independiente por Recoleta; $5.100.000 en dos avalúos de un camión y una
camioneta pagados como donación por Carlos Award, candidato a concejal de
la UDI en Barnechea; $2.500.000 gastados en una función gratis de circo por
el candidato UDI Rodrigo Delgado Mocarquer a la alcaldía de Estación
Central; $925.000 en donaciones sin especificar, gastados por la candidata
a Concejal de la UDI, María Carolina Cotapos.

El resultado de la expansión del clientelismo ha causado un gran daño a la
democracia chilena. Escribe Luna: "Los políticos exitosos tienden a ser los
que regularmente son capaces de pagar las cuentas de los servicios, durante
el periodo de campaña, ofrecer asistencia médica y legal o distribuir
equipos de televisión, cajas de comida, anteojos, equipos fútbol para el
club local o la torta que necesita la junta de vecinos para organizar un
bingo". En suma, agrega Luna, los políticos que desarrollan una eficiente
red de solución de problemas "disfrutan de una ventaja competitiva sobre
los candidatos que no desarrollan ese tipo de contactos".

Coincidente con esto es la entrevista que la diputada UDI Angélica Cristi
le dio a Luna para explicarle por qué la UDI tenía más trabajo en una
comuna como Peñalolén (sector medio-bajo) que en la Reina (sector medio)
"La gente pobre te necesita todo el tiempo. Te necesitan para sobrevivir
porque todos sienten las puertas cerradas. Ellos no saben dónde ir, qué
cosas hacer… en la Reina nosotros no atraemos la atención de nadie", dijo
Cristi.

Este tipo de vínculo contrasta con el que describe Julio Ditborn, en ese
momento diputado de la UDI en el distrito 23 (las Condes, Barnechea y
Vitacura), zona donde la UDI obtiene su financiamiento. "El 90 % de las
personas que viven aquí no esperan que yo resuelva problemas específicos de
ellos ni que los visite en sus casas. Lo que esperan es que yo represente
su opinión en los medios y que vote como ellos votarían si estuvieran en mi
sillón".

La secuencia descrita refrenda lo señalado por el dirigente nacional de la
UDI a Luna. El partido recolecta dinero en la elite y, a través del
clientelismo y el antipoliticismo captura votos en los sectores populares.
La fuerza política que construye, la usa en el Congreso para representar
las ideas de la elite o, como dice Luna, para "proteger a la elite
empresaria preservando el modelo económico legado por el régimen
autoritario".

Examinando las votaciones en el Congreso Luna confirma que la UDI cumple
con su tarea. La UDI, más que RN, es la sistemática defensora de las
reformas orientadas al mercado "oponiéndose a diferentes paquetes
legislativos que podían afectar los intereses de los empresarios o
eventualmente redistribuir recursos a los estratos bajos, a través de
políticas de alzas de salario mínimo o de regulaciones a los mercados, al
trabajo, subsidios a la educación pública, aumentos tributarios para los
sectores altos o reformas al sistema de pensiones", describe.

ACTUAR COORDINADAMENTE

El escándalo del financiamiento ilegal de la política que ha golpeado
especialmente a la UDI ha levantado sospechas sobre los verdaderos motivos
de parlamentarios de ese partido en sus votaciones y en su trabajo
político. Sin negar que es grave el que se pueda vincular el aporte
electoral con el envió de información, (como se sugiere en los emails de
Longueira y Contesse) la investigación de Luna hace pensar que el actual
escándalo, más que revelar algo completamente desconocido, sólo hace más
visible un diseño del que ya había bastantes evidencias y que permitía que
la UDI y la elite actuaran coordinadamente.

Un ejemplo de esto se encuentra en el reciente libro de la investigadora
Tasha Fairfield que busca explicar por qué la elite chilena ha logrado
pagar menos impuestos que las elites latinoamericanas y de la OECD. Una de
las estrategias, dice, Fairfield fue contar con partidos políticos,
particularmente la UDI, que representan sus intereses en el Congreso (Ver
entrevista http://ciperchile.cl/2015/12/21/investigadora-de-la-london-
school-of-economics-desmenuza-estrategias-de-la-elite-chilena-para-evitar-
alzas-de-impuestos/) Es su libro, Fairfield entrevista como ejemplo a un
alto funcionario del SII quien describe cómo la derecha y los empresarios
intentaron frenar la reforma anti evasión de 2001. "La derecha y los
líderes empresariales son la misma cosa… Y no sabía si debía negociar con
el senador líder de la oposición o con el presidente de los empresarios. A
veces tenía que negociar con los dos porque ellos trabajaban juntos. A
veces ellos estaban en las mismas reuniones diciendo lo mismo… se
coordinaban y eso era público, no era algo escondido".

-La defensa de la elite que hace la UDI y que antes se presumía, se
cristalizó en la opinión pública con estas investigaciones sobre
financiamiento. Ahora se los ve como un partido que defendió ciertos
intereses muy específicamente-, dijo a CIPER Luna.

-Dado que la estrategia se ha hecho evidente, ¿sigue siendo la UDI útil
para la elite en los términos que lo propuso Jaime Guzmán?

-La elite no es ingenua y siempre aporta a todos los partidos. Soquimich
muestra claramente eso, la Nueva Mayoría está metida hasta el tuétano
también. Por otra parte, creo que la UDI va a seguir teniendo ese vínculo
porque no es solo instrumental. La UDI tiene una cercanía con el nuevo
empresariado chileno que sale muy fortalecido de la dictadura y que siente
que ellos son los que deben defender el modelo. Yo creo que esos
empresarios siguen viendo como algo positivo lo que ha hecho Jovino Novoa.
Creo que esta crisis no va a terminar con la estrategia de la UDI. Porque
la gente tiene memoria corta, y los candidatos no se promocionan con el
nombre del partido. Ningún UDI va a poner a Novoa en su campaña, se va a
colgar de alguna figura potente de la derecha, y va a competir enfatizando
que es servidor del distrito, de la municipalidad, el tipo que soluciona
los problemas. A lo más este tema podría ser un asunto que intentaran
levantar los adversarios. Pero en la medida en que todos tienen tejado de
vidrio, eso se anula.

¿Cree que el financiamiento ilegal a todo el espectro político puede
explicar por qué ha costado tanto hacer reformas que afecten a la elite,
como subir los impuestos a los más ricos?

-No creo que haya una explicación única para eso. En la Nueva Mayoría, por
ejemplo, hay personas que a principio de los 90 pensaban que una de las
claves de la estabilidad política del país era la marcha de la economía y,
por lo tanto, tenían y tienen mucho miedo de tocar algo que pueda hacerla
volverse lenta. Yo no diría que la Concertación o la Nueva Mayoría tiene
solo aversión al conflicto (como sugiere Tasha Fairfield en su libro), sino
que está extendida la convicción de que la clave del éxito tiene que ver
con la estabilidad macroeconómica y con generar condiciones microeconómicas
para los empresarios. Yo creo que hay gente que dice, a mi me gustaría
cambiar esto, pero no podemos porque si no viene el caos. Los mecanismos de
conformidad con el modelo probablemente sean múltiples y diversos para
distintas personas.

FINANCIAMIENTO CENTRALIZADO

Muchas de las estrategias que usa la UDI para hace política son comunes
también en el resto de las colectividades. En 2012 junto a Fernando
Rosenblatt, Luna publicó una investigación que indagaba sobre el
funcionamiento de los partidos, usando como base más de 50 entrevistas a
líderes, militantes de peso y potenciales futuros líderes de todo el
espectro político. (Link
http://www.cepchile.cl/1_5156/doc/libro_democracia_con_partidos_informe_para
_la_reforma_de_los_partidos_politico.html ) En ese momento el escándalo del
financiamiento ilegal no había estallado, pero premonitoriamente la
investigación se tituló "¿Notas para una autopsia? Los partidos políticos
en el Chile actual". Los antecedentes recogidos llevaron a los autores a
concluir que era inminente una crisis del sistema de partidos debido a al
alto nivel de desarraigo social y al fuerte descontento frente al liderazgo
político.

El análisis que despliega esta investigación asume que no hay posibilidad
de una democracia de calidad sino cuenta con partidos "institucionalmente
firmes", esto es, con partidos que tienen recursos suficientes, debate de
ideas y estructuras de gobierno interno que les permitan desplegarse por el
territorio y dialogar con la sociedad.

Pero los partidos chilenos, dicen en su estudio, no pueden hacer eso porque
son extremadamente débiles en tres áreas centrales. Primero, carecen de
financiamiento suficiente para hacer actividad política mínima: para formar
cuadros, tener sedes regionales y generar proyectos nacionales. Por otra
parte, al interior de los partidos la distribución de recursos no es
homogénea. Y debido a que los partidos no pueden financiar todas las
candidaturas, quienes cuentan con dinero propio o con un mecenas, tienen
más posibilidades de ser designados candidatos. "Esto genera un sistema
bastante endogámico respecto de quienes logran cargos de elección", dice
Luna.

En segundo lugar, sus lazos internos son débiles. La mayor fortaleza de un
partido es su visión de la sociedad, la perspectiva desde la que aborda los
problemas. Hoy, sin embargo, "no sabemos muy bien dónde están los partidos
en términos de temas claves para la sociedad. Hay una suerte dilución
programática", explica. Esto se debe, por una parte, a la falta de
discusión interna, y por otra, a que las elecciones se pueden ganar sin
explicitar ideas. De hecho, dada la alta desaprobación que tienen los
partidos, los candidatos desarrollan campañas alejadas de sus
colectividades y no está claro que las ideas que usen para ganar votos sean
consistentes con las que sostienen otros candidatos del mismo partido. Así,
lo que un partido piensa sobre un tema es más bien el agregado de lo que
los distintos líderes dicen a los medios y a sus electores. Es frecuente
que las diferencias sean más profundas entre líderes de un mismo partido
que entre dirigentes de distintas colectividades, dice Luna.

En tercer lugar, los partidos carecen de control sobre sus parlamentarios y
alcaldes. Como los candidatos no dependen financieramente del partido y la
marca tampoco les ayuda a ganar votos, la colectividad no tiene cómo
disciplinarlos.

Peor es la situación cuando los candidatos se hacen con el cargo. Los
incumbentes, es decir los parlamentarios y alcaldes que van a reelección,
plantean el mayor desafío para los partidos y para la democracia. "Los
partidos no pueden sacar a un diputado díscolo porque no tienen cómo
asegurar que con otro candidato el partido siga manteniendo el cupo" dijo
Luna a CIPER. En cambio si el incumbente va a la reelección, es altamente
probable que gane. De hecho, la investigación de Luna y Rosenblatt muestra
que si estos cuentan con el dinero suficiente nunca son derrotados por los
desafiantes, pues el conocimiento y el prestigio que les da el cargo no son
fáciles de neutralizar. La investigación analiza 16 casos que buscaron ser
reelegidos entre 2004 o 2009: 14 lo logaron.

Pero los partidos no solo no los pueden disciplinar, sino que, en muchos
casos su presencia en los distritos depende en términos financieros y
organizacionales únicamente de lo que hagan los parlamentarios y alcaldes.
Así los partidos quedan desconectados de la sociedad, incapaces de
canalizar demandas sociales que como en casos recientes de movilización
social (por ejemplo el movimiento en Aysén en 2012), los terminan
desbordando. La percepción que recogen de los dirigentes entrevistados es
de frustración: "gran parte plantea un fuerte descontento con el
funcionamiento de sus propios partidos, denunciando frecuentemente la
presencia de prácticas irregulares, indeseables, y en muchos casos ilegales
en las organizaciones que ellos mismos lideran" escriben los autores en su
estudio.

El único partido que escapa al crítico estado descrito es la UDI. Su amplio
acceso a recursos le permite formar cuadros y tener actividad partidaria en
todas las regiones. De hecho es de las pocas colectividades que, como
ocurría antaño, se puede recorrer nacionalmente. Por otra parte tiene una
ideología clara y ejerce un control estricto sobre cómo deben votar sus
parlamentarios.

-Todos los partidos reciben financiamiento empresarial –dijo Luna a CIPER-
La diferencia fundamental es que la UDI centralizan el financiamiento que
recibe el partido y lo distribuye con mucha visión estratégica. Apoyan al
que está en la línea correcta y al que demuestra trabajo para el colectivo,
y pueden sacarle recursos al que se desvía.

¿Es ese involucramiento institucional puede explicar por qué la UDI no pudo
sancionar a Novoa a pesar de que fue condenado por delitos tributarios?

-No sé por qué han hecho eso. Es una decisión irracional respecto de su
posicionamiento en la opinión pública. Y creo que tiene más que ver con el
peso de los históricos en la UDI, con el peso político que tienen los
involucrados. Pero no sé.



OTRA VEZ LA DESIGUALDAD

Durante los debates para limitar la reelección de parlamentarios y alcaldes
se argumentó que los políticos que no pueden buscar la reelección "no
tienen incentivos para atender a las demandas o aspiraciones de sus
votantes", como lo constata el Informe Parlamentario Mundial 2012 elaborado
por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo.

Ese argumento no parece valido en Chile. Si tomamos en cuenta que el
ingreso promedio es de $454.031 y el 70% de las personas gana menos de
$426.000 (según datos de la Nueva Encuesta Suplementaria de Ingresos de
2013), la teoría dice que los políticos deberían competir por ese 70% de
votos promoviendo políticas que produzcan equidad. Pero eso no ocurre
porque, debido a los mecanismos descritos por Luna, los elegidos son
permanentemente "personajes que están completamente alejados de las
necesidades que tiene el votante medio chileno", dice el académico.

"Ellos triunfan porque se juntan con el club del adulto mayor, con el
centro de madres, porque consiguen una beca, porque traen obras al
distrito. En su campaña el candidato no opera ni verbaliza sus preferencias
programáticas. Y así son consistentemente reelectos aunque sus ideas, estén
muy desconectadas con su electorado. Esa es la clave del sistema".

La despolitización creciente de la sociedad chilena se puede ver, entonces,
como una reacción al hecho de que todos los partidos se igualan en sus
métodos; y los métodos es lo único que queda pues están vacíos de
contenidos. "La gente no ve diferencias entre izquierda y derecha. Y si
funcionan como una elite unificada, que sistemáticamente promueve ciertos
intereses y anula otros, las personas los perciben como una "clase
política" y se preguntan para qué los van a validar con el voto". En 2014
Luna publicó el libro "Segmented representation: political party strategies
in unequal democracies (Oxford University Press), en que el que constata
que el panorama descrito sigue siendo válido. Allí argumenta que el tipo de
relación entre votantes y partidos "contribuye a aislar a los líderes de la
sociedad y de sus propias organizaciones".

Algunos de los problemas paleteados por Luna se abordan en ley sobre
fortalecimiento y transparencia de la democracia, aprobada el mes pasado.
Por ejemplo, a partir de ahora, se prohíbe efectuar erogaciones o
donaciones en dinero, o en especies durante el periodo de campaña. No más
clientelismo.

Sin embargo, la ley no regula el periodo entre campañas y los datos de Luna
indican que es ahí donde los incumbentes aseguran su reelección. Cuando se
inicia la campaña ya está todo zanjado, por lo que la vigilancia de las
donaciones en la época electoral solo impedirá a los desafiantes hacerlas.

Luna cree que siendo un avance, el problema que tiene el sistema político
no se reduce sólo a temas de financiamiento y gasto. Tiene que ver con cómo
reconstituir el vínculo entre los partidos y la sociedad que está
dramáticamente cortado.

-Yo soy un escéptico del diseño de políticas públicas en base a la noción
de "alinear incentivos", - dice Luna refiriéndose a las propuestas de la
comisión Engel que sirvieron de base a la ley de fortalecimiento a la
democracia. -Yo creo que la solución pasa por construir partidos de
naturaleza diferente. Varias de las ideas van en el sentido correcto. Pero
construir partidos diferentes lleva tiempo y por otra parte, depende
también de dinámicas estructurales y no meramente de incentivos
institucionales. Al final el problema de Chile sigue siendo esencialmente
la desigualdad.

"Tenemos 25 años de democracia y al menos en término teóricos se espera que
la igualdad política termine generando algún tipo de efecto redistributivo
que no se ha visto en Chile", dijo en una conferencia Luna. Piensa que la
constancia de la desigualdad tiene efecto en cómo están funcionando los
partidos.

Al igual que el economista de la Universidad de Harvard Ricardo Hausmann
(ver entrevista http://ciperchile.cl/2015/10/20/academico-de-harvard-
desmenuza-la-cultura-empresarial-chilena-que-frena-el-crecimiento/ ) Luna
considera que la elite Chilena tiene una responsabilidad muy grande en la
crisis del sistema de partidos.

– La elite chilena es cerrada, endogámica, son todos primos, amigos, fueron
a los mismos colegios. Y eso genera un efecto de burbuja, donde la gente
diferente interactúa muy poco. Es muy fácil en Chile vivir segregadamente,
sin ver a los diferentes, sin tener como co-apoderado a alguien que no
tiene tus estudios, o tiene más o tiene menos. Y lo que hoy vemos en la
política es un reflejo de la inequidad, pero sobre todo de la segregación.
Porque tú puedes tener sociedades más o menos desiguales, pero donde los
diferentes se conocen más, interactúan más. La figura clásica de esto son
las escuelas públicas, donde el hijo del bancario esta con el hijo del
zapatero y tienen un mismo uniformes que los iguala en el espacio de
ciudadanía que es la escuela. En la medida en que no tienes una sociedad
que funciona con esas reglas, la segregación escala y se traspasa al
sistema político y al sistema económico. Por eso digo que este es un
problema más estructural que de diseño institucional.

-Esa mirada indica que la solución es muy compleja porque el problema es
circular: para reducir la inequidad se necesitas partidos que empujen eso.
Pero los partidos no van a ser capaces de hacerlo mientras no mejore la
equidad.

-Sí. Los cientistas sociales estamos muy obsesionados por la "no
circularidad", por poder decir "x" causa "y". Pero creo que tenemos que
asumir que nos enfrentamos a este tipo de círculos viciosos y que por lo
tanto es muy difícil, con un solo diseño de políticas públicas tratar de
cambiar problemas que son mucho más complejos.
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