ENTREVISTA A ABRAHAM DE LA CRUZ, UN MÍSTICO MODERNO

September 15, 2017 | Autor: J. González | Categoría: Spirituality, Mysticism, Cristianismo, Espiritualidad, Judaismo, MISTICISMO
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Descripción

Místicos Abraham de la Cruz ha dejado todo para vivir plenamente la íntima relación que asegura mantener con Dios. “Si no hay testimonio de vida –explica–, las palabras no sirven de nada.

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Abraham de la Cruz

Un místico de nuestro tiempo “Cuando vives con Dios, desaparece el miedo” “Al pasar por el ‘agujero negro’ que Dios me hizo ver clarísimo sin ver nada, empecé a descubrir lo que es la esencia divina, esta nada sublime, este origen sin principio ni fin, plenitud de amor, pues es Amor”. Así se expresa en uno de sus escritos un místico actual: el hermano Abraham de la Cruz, un judío ateo de origen francés y afincado en España que un día tuvo una serie de experiencias espirituales que le llevaron a abrazar el cristianismo. Hoy lidera una comunidad religiosa cuya regla de vida se asemeja a la de los primeros cristianos. texto y fotos: Moisés Garrido Vázquez

“E

l ascetismo no consiste en que no debas poseer nada, sino en que nada debe poseerte”, escribió Alí ibn Abí Talib. Esa, entre otras muchas, es la filosofía de los miembros que componen la Fraternidad María Estrella de la Mañana, encabezada por el hermano Abraham de la Cruz (Abraham Kron), su fundador. Un hombre que vive en profundidad su fe, desde la concepción mística más auténtica, teniendo como guía a san Juan de la Cruz –el místico por excelencia del siglo XVI–, y actuando como puente entre el judaísmo y el cristianismo, siguiendo las directrices que le marcó una revelación. Diversas visiones, signos y experiencias le llevaron a consagrar su vida a lo trascen-

dente, a la búsqueda interior. MÁS ALLÁ ha tenido la oportunidad de entrevistarle en exclusiva para conocer sus vivencias espirituales y el quehacer diario de su comunidad religiosa, erigida canónicamente como asociación pública de fieles el 30 de junio de 1999 y perteneciente a las diócesis de Salamanca y Toledo. La esencia de la vida mística no son, en contra de lo que pueda parecer, los signos maravillosos. En absoluto. El verdadero místico intenta ocultarlos, los disimula. Evita a toda costa prestarles una excesiva atención. “Oh, Jesús mío, haced estas señales invisibles, o quitádmelas del todo”, pedía santa Lidvina, refiriéndose a sus estigmas. Tales señales, los denominados fenómenos físicos del misticismo, no son indispensables para alcanzar la unión

con la divinidad. De hecho, san Juan de la Cruz señaló al respecto en su magistral Subida al Monte Carmelo: “Muchas almas, sin haber recibido tales favores son, sin lugar a duda, mucho más adelantadas que otras que los han recibido en profusión”. De la misma manera piensa Abraham de la Cruz, quien hace especial hincapié en que lo verdaderamente primordial de la vida mística no es otra cosa sino unirse con Dios.

La

llamada...

Abraham de la Cruz nació en Payrac (Francia) hace 72 años en el seno de una familia judía que vivió los dolores de la II Guerra Mundial. “Soy un judío que era ateo y que Dios vino a encontrarle de forma total hace 36 años –comienza a contar29

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Místicos

los escritos del hermano abraham Experiencias y pensamienos místicos

me nada más iniciar la entrevista–. Intento vivir esta intimidad con Dios con gozo, con voluntad de vivirlo, pero no es tan fácil. Intento ser fiel a lo que Dios me pide vivir”. No tuvo una infancia fácil. Sufrió mucho desde su niñez debido a ciertos problemas de salud. Y también, obviamente, a causa de la guerra y el antisemitismo nazi, que llegó al extremo conocido por todos. “En mi familia no se hablaba de Dios en absoluto, porque había mucho trauma después de la guerra debido a lo que ocurrió. Ni decíamos que éramos judíos. Pero bueno, había una identidad judía muy clara, y después de las angustias clásicas de la adolescencia, ya de adulto me fui a Barcelona a montar un negocio industrial. Me casé allí después de cinco años, lo cual fue un error tremendo, pero bueno, no me daba cuenta porque buscaba el amor. Tuve tres hijos y después pude ejercer la profesión que siempre me había gustado, que era ser anticuario”, nos relata con voz pausada y típico acento francés. –¿Cómo descubrió a Dios? ¿Cómo llegó ese momento? –Una mujer que venía a mi comercio me dijo que era católica y yo le dije que era judío. Y además añadí que las religiones son una droga para manejar a la gente. Ella me aclaró que Dios era todo amor y que

si quería podíamos hablar del tema más a fondo. Días después volvió para invitarme a tomar café en su casa, conocer a su marido y a sus hijos y hablar de Dios. Y fui para ver cómo se mentían a ellos mismos. Soy muy cartesiano, muy intelectual. “No es por razonamiento como yo tendría que creer en Dios, tendría que verlo”, les dije. Ella me respondió: “Tiene razón. Pídaselo”. Inconscientemente esto me impresionó, supongo. Le dije: “¿Cómo?”. Y me respondió: “Rezando”. La mujer le entregó una biblia. Nuestro entrevistado confiesa que jamás había rezado. Era mediados de julio de 1978. A diario, y durante cinco minutos, Abraham de la Cruz comenzó a rezar y a pedir: “Dios, si existes, revélate a mí”. Hasta que el 5 de septiembre de ese año pasó algo imprevisto. “Me sentí como si fuera un trocito de paja pequeñísimo en medio de una gran tormenta. La gloria de Dios se reveló por fin y yo dejé de ser el centro del mundo. Lloré durante dos horas, pero con mucha paz y enorme gozo interior. Aunque claro, no creía en Cristo, ni en la Virgen, ni en la Iglesia, porque para mí representaban a los verdugos de mi pueblo”. –¿Le ocurrió algo más en esos días? –Diez días después, durante toda una noche, Cristo vino en mí. Me invadió totalmente. Me hallaba reunido con esa mujer

Abraham de la Cruz ha publicado diversas obras donde recoge sus experiencias y pensamientos místicos. Entre ellas destaca una serie de cuatro volúmenes de poesía mística titulada Itinerario en versos; también cuatro libros de relatos breves –Relatos de la tercera noche I, Relatos de la tercera noche II, Al rayar el alba y El Infinito invisible– que llevan al lector a adentrarse por los espacios insondables del espíritu. “Estos breves relatos nacen por sí solos, nacen de la oración, de la intimidad con Jesucristo”, señala su autor. La Regla de Vida de su Fraternidad también está elaborada por él, en edición sencilla y comentada. Su última obra es Un paseo en el vacío de la plenitudComentarios al capítulo 17 del Evangelio de san Juan.

y un teólogo jesuita, y por mi boca Jesús dijo: “Sufro, sufro, sufro”. Tres veces. Ella dijo: “Compadecemos”. Y a través de mí, Jesús manifestó: “No os pido compadeceros. Os pido solucionarlo”. Aquello duró hasta las cinco de la madrugada. Estaba muy consciente de lo que pasaba. El tiempo volaba. Aquellas seis horas seguidas pasaron en cinco minutos. Fue una experiencia maravillosa. Toda mi vida con Dios se fundamenta a nivel experimental, en realidad. –¿Aquellas experiencias estuvieron acompañadas de luces o visiones? –No, fue más bien una visión intelectual de Cristo. –¿Escuchó algunas palabras? –En ese momento, no. Tiempo después, muchas veces sí, porque vinieron muchas cosas más tarde. –¿Cómo sintió realmente todo aquello? ¿Cómo supo que esas experiencias eran reales y no fruto de su mente? –Sabía que era Cristo quien estaba en mí. Como decía santa Teresa: “Lo sé. No sé cómo lo sé, pero lo sé”. Es una evidencia, una convicción interior total. Después de esa experiencia de Cristo, curiosamente por la mañana no estaba cansado en absoluto. Fui a trabajar. Abrí mi tienda y al entrar vino sobre mí, como si me cayera encima,

El hermano Abraham de la Cruz sufrió mucho en su niñez debido a problemas de salud y también como consecuencia de la guerra y el antisemitismo nazi. 30

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el dogma de la Inmaculada Concepción. Nunca había oído hablar de ello, y me fue explicado con el razonamiento correspondiente. Yo, un judío cualquiera, pecador como los demás, había tenido a Cristo toda una noche en mí, cuanto más María, una virgen de Israel, del pueblo judío, que había sido preventivamente limpia de toda mancha en el momento de su concepción a fin de dar el Salvador al mundo con la pureza ritual para contenerlo y ser su madre. Esto es una evidencia. Nadie me lo puede hacer dudar. –En esas experiencias místicas, ¿cómo se comunicó con Dios? –Dios se comunicó conmigo con palabras que yo no oía, de forma sustancial, para revelarme cuál era mi vocación. Me dijo que yo tenía que ser puente, lugar de paso entre Él y las almas, entre Él y mi pueblo, entre mi pueblo y la Iglesia. Me dio también el nombre de nuestra fraternidad y los estatutos. Tener una comunidad en vista de la Unidad. Y la Unidad es Dios mismo. No existe la Unidad en la Tierra. Desde entonces mi única preocupación ha sido querer estar en la voluntad de Dios sin mirar los resultados. Lo he hecho con mucha imperfección, pero siempre con mucha honradez. –¿Recibe entonces mensajes celestiales? –No me gustaría llamarlos así. No son mensajes. Es una cosa viva, interior. Desde el principio, como soy judío, hubo casualidades que me pusieron en contacto con otros judíos practicantes. He leído muchísimo sobre la mística judía, el Zohar, la Cábala... Después leí a san Juan de la Cruz, a santa Teresa de Jesús, de manera contemplativa. Es decir, me dejo alimentar más bien por todo esto, que forma un pozo en mí y produce cosas. Actualmente tengo un director espiritual que veo cada quince días, porque me parece indispensable la obediencia.

Visiones

Junto a estas líneas, algunos de los dibujos de Abraham de la Cruz.

místicas

Las visiones místicas, como las que protagonizan Abraham de la Cruz y otros místicos, no son, en la mayoría de los casos, visiones a través de los ojos. No se trata de apariciones. Es un misterio, sin duda. Es algo inefable. Los místicos apenas pueden describir tales experiencias extáticas ligadas al mundo contemplativo. Son visiones interiores que pertenecen a lo más profundo de la conciencia del sujeto. Son revelaciones muy íntimas. ¿Subjetivas? Probablemente. Pero quienes las protagonizan tienen

“A muchas personas les han impresionados mis cuadros porque dicen que les hablan directamente las miradas de Cristo y de la Virgen”, dice Abraham de la Cruz. 31

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Místicos muy claro que son destellos de lo numinoso, de esa otra realidad que está más allá de nuestros sentidos físicos, del mundo de lo inmanente. El místico no duda de su origen sobrenatural. Está convencido de que son favores maravillosos que le han sido concedidos para que siga con fervor, entrega y humildad absoluta el difícil camino que un día eligió, o que el destino le puso delante. –Cuéntenos algunas de esas visiones que usted denomina intelectuales... –Tuve una visión intelectual cuando estaba en el período en el cual todavía no soportaba la idea de entrar en la Iglesia. Yo estaba rezando y tuve la impresión de ser como un grano de trigo que caía en tierra. Había una luz muy dulce y dorada. Un trigal inmenso que ondulaba bajo el viento. Yo sobrevolaba el trigal hacia el Este, y sabía que llegaba a Rumanía, la tierra de mi abuela materna. Vi a un grupo de judíos campesinos que después del trabajo, al atardecer, volvían al pueblo e iban a la sinagoga para dar gracias a Dios y rezar. Y todo esto con una gran paz y una luz preciosa. Y sin transición, veía a Cristo vivo, crucificado. Le veía como en un escaparate en tiempos de Navidad, de noche, y la gente pasaba delante sin mirarlo siquiera. Y la noche se hizo más oscura. Y vi una iglesia formada primero como de vigas hechas de huesos, y el campanario de dos antebrazos con las manos juntas. Y de pronto se transformó en una iglesia clásica. La puerta se hallaba abierta y había una luz fortísima que salía al exterior. Y la gente que tenía miedo de la tremenda tormenta que se desató entraba en esta iglesia para refugiarse, y yo entré con ellos. En el centro de la iglesia, en el presbiterio, vi un corazón enorme palpitante, vivo, y por las paredes de la iglesia veía en el tejido conjuntivo, entre los huesos, circular la sangre y la linfa. Supe que era el corazón de Cristo. Cristo estaba en letargo. Cuando todos entraran en su Cuerpo, Él se levantaría en Gloria. Entonces acepté, evidentemente, entrar en la Iglesia y fui bautizado la noche de Pascua en el pueblo donde yo vivía con mis dos hijos. Esa experiencia ocurrió en mi casa, rezando tranquilamente, cuando vivía en Villers-sur-Mer, en Normandía. –¿Qué opina de fenómenos tales como la bilocación, los estigmas, la levitación, el olor de santidad, etc.? –Lo menos importante es lo visible. Lo que importa es lo que esos signos producen

“Dios se comunicó conmigo –recuerda Abraham– con palabras que no oía para revelarme mi vocación. Me dijo que tenía que ser puente entre mi pueblo judío y la Iglesia”. 32

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Sabías que...

?

en el corazón. Si todo esto va acompañado por la humildad, por una vida cada vez más ordenada, de servicio y de entrega, pues muy bien, si Dios quiere hacer pasar por estos fenómenos. Yo los viví de cierta forma porque era indispensable para que se pudiera fundar lo que Dios quería, pero si no, no es aconsejable. Y sigo absolutamente el consejo de san Juan de la Cruz, que es el de rechazar absolutamente todo. Si renunciamos de verdad, la ventaja es que eso te protege de tu propia psicología, de tus ideas y desvíos personales, y también de los ataques del Demonio. Cuando Dios te quiere dar una cosa, aunque tú no quieras, te la da. Pasa inmediatamente, sin medios, directamente de Dios al corazón. Yo he vivido más o menos todos los carismas durante años. Pero cuando fundé la fraternidad no dije nada de esto, no quería que fuesen visibles para que nadie se diera cuenta. –¿Cree usted que hay menos experiencias místicas hoy día que en el pasado? –No lo creo. Solamente entre los miembros de nuestra fraternidad hay hermanos que viven o intentan vivir esta intimidad con Cristo. Hay místicos, claro que sí, pero para mí el misticismo no depende en absoluto de los signos que se manifiestan y que nos ayudan a penetrar en el misterio. Es ver más allá de la apariencia. Y en todo lo que es la relación con Dios, lo que puede hacer el hombre es puramente natural. Solo Dios puede hacer cosas sobrenaturales. Lo úni-

ingimage

...el hermano Abraham de la Cruz se siente atraído por temas científicos como la cosmología y la física cuántica? “He reflexionado mucho sobre estas cuestiones –confiesa durante la entrevista–. Somos insignificantes en el Universo. La ciencia solo es capaz de ver, tanto en lo infinitamente grande como en lo infinitamente pequeño, un ligero reflejo de algo que no conseguirá nunca desvelar”. Respecto a la existencia de vida en otros planetas, la contempla como una posibilidad a tener en cuenta. “Puede que haya otras humanidades o criaturas que estén mucho más avanzadas que nos observan como nosotros observamos a los monos del zoo”, asegura.

co que podemos hacer nosotros es disponernos a que Dios actúe. Y esto es cuestión de buena voluntad. –¿Qué piensa sobre los casos de presuntas apariciones de la Virgen? ¿Considera que realmente son manifestaciones divinas o que más bien corresponden a fenómenos paranormales o a otras causas explicables? –Personalmente, pienso que las apariciones no existen. Lo que existe es el fenómeno que se produce en el alma, que pueden ser visiones, revelaciones y todo esto que estamos hablando. No me fío en absoluto de las revelaciones privadas. He tenido ocasión de conocer un lugar donde se producen este tipo de cosas y vi que estaba todo mezclado. Y todos desean convertirlo en otro Lourdes o Fátima, porque esto trae un montón de dinero, como pasa en Medjugorje (Bosnia-Herzegovina). En esos lugares, hay lobos y tiburones a montones.

Ascensión

del alma

El ascetismo requiere un esfuerzo, una voluntad extrema para renunciar a lo material, para abandonar el apego a los placeres mundanos y aprender a mirar hacia lo más profundo de nuestro interior y hallar ahí la chispa divina. “No salgas fuera. Vuelve a ti mismo. En el interior del hombre habita la verdad”, dijo san Agustín... Es una permanente lucha contra todo aquello que nos aprisiona, que nos distrae. El místico bus-

ca, pues, el retiro, la soledad, para encontrar la conexión con el Absoluto. Orienta su vida hacia la santidad, pretendiendo de ese modo transformar su voluntad en la voluntad de Dios. En definitiva, lo esencial para el místico es la purificación del alma tras la larga noche oscura. –Es evidente, según se desprende de sus palabras, que el misticismo ha trazado su camino espiritual. Háblenos de su visión mística del mundo. –Todo lo vivo desde Cristo, desde su Sagrado Corazón. Es una intimidad continua, muy intensa, desde hace años, aunque puntualmente haya una chispa. Podría parecer que mi visión del mundo es pesimista, pero no lo es. Veo más allá de la apariencia porque desde el principio también se me dio este don, el de pasar al otro lado del espejo. Y veo que es necesario pasar por el mundo porque es la prueba que te permite estar unido a Dios no de forma pasiva, material, sino voluntaria, en una unión de amor, porque sin amor todo esto no tiene sentido. Veo que el mundo parece estar muy desquiciado, pero supongo que en todas las épocas fue así. La gente se equivoca de camino muy a menudo. Muchos quisieran encontrar la verdad. Hay mucha gente buena. Pero no es suficiente. Generalmente no quieren tener la experiencia de Dios. Son muy pocos. Les da miedo porque hay que perder la vida. Y no entienden que perdiéndola la ganan. Espero, no digo con

“Somos insignificantes en el Universo –explica Abraham–. La ciencia solo es cpaz de ver un ligero reflejo de algo que no conseguirá nunca desvelar”. 33

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qué es y qué no es... ...una experiencia mística

ansia, pero sí con mucha ilusión, el momento final, que para mí es solamente un paso y que por fin me permitirá estar con Dios de forma total. Durante la entrevista, me llama poderosamente la atención su convencimiento. No titubea. Sus palabras son seguras, sinceras. Transmiten sentimientos, pues cuenta con emoción su experiencia espiritual, que tanto ha marcado su vida. Pero el hermano Abraham de la Cruz comparte otra pasión: el dibujo y la pintura. Es un magnífico artista, como apreciamos al contemplar sus retratos y paisajes. Ha expuesto dibujos y pinturas –realizados en óleo, acuarela y plumilla– en París, Normandía, Jerusalén, Fátima, Salamanca, etc. Algunas de sus creaciones están inspiradas, precisamente, en sus visiones intelectuales. “Hay centenares de miles de personas que han visto mis cuadros, expuestos en la Sinagoga de Santa María la Blanca, y están muy impresionadas porque dicen que les hablan directamente las miradas de Cristo y de la Virgen. Una oftalmóloga argentina llegó a decir: ‘Están vivos, sus miradas no parecen dibujos’”, nos explica nuestro entrevistado. –¿Qué papel juega en su vida san Juan de la Cruz y su teología? ¿Qué destaca de su obra mística? –A mí primero me salvó la vida. En Jerusalén, cuando vivía allí con mi esposa y mis hijos, lo perdí todo. Mi mujer, bruscamen-

moisés garrido

Según explica el célebre escritor e historiador francés Ivan Gobry en su obra La experiencia mística (1966), “el hecho místico, en su naturaleza misma, consiste, pues, en esta cosa única: la unión con Dios. Y esta unión excede todas las visiones, todos los éxtasis, todas las señales más eminentes de la acción divina que podamos percibir en el mundo y en la carne: Dios solo puede alcanzarse por un ‘toque del espíritu’, según el término de los místicos. Así, las revelaciones, los coloquios celestiales, los raptos, los estigmas, no son, en sí mismos, la unión mística. Ver a la Virgen, ver el Sagrado Corazón, incluso interiormente, es sin duda ver lo que está oculto a otros, pero no es penetrar la vida misma de Dios; es sin duda el objeto de un favor excepcional, pero no significa ser partícipe de la vida divina”.

te, sin motivo aparente, decidió la separación con un odio tremendo. No hubo nada que hacer. Mis hijos eran pequeños. Durante un año tuve que vivir en un piso prestado. Allí estaban las obras de san Juan de la Cruz. Y leyéndolas vi que no estaba loco, que todo lo que había vivido con Dios era una realidad que se conocía, que era la teología espiritual. Aquella lectura me alimentó muchísimo y tuve una relación casi de diálogo con san Juan de la Cruz. Fue una época apasionante. Tanto en la Subida del Monte Carmelo como en la Noche oscura hay un repertorio bien detallado de los estados. Como yo había vivido estas experiencias bastantes veces, sin saber lo que eran, también me ayudó muchísimo.

Comunidad

pobre y fraternal

Los miembros de la Fraternidad María Estrella de la Mañana, que han hecho votos de pobreza, castidad y obediencia, aseguran ofrecer sus vidas en reparación por todas las rupturas y divisiones, en especial entre la Iglesia y el pueblo de Israel. Todos ellos han experimentado a nivel íntimo el amor de Dios y han seguido fielmente su llamada. Se alimentan de la doctrina de san Juan de la Cruz como eje para mantener viva la relación entre Dios y el alma. Llevan, pues, una vida de plenitud mística, de amor fraternal y de alianza total con Cristo.

En el punto nº 2 de la Regla de Vida de esta Comunidad leemos: “El deseo de vivir con Dios debe ser discernido, y sobre todo el deseo de entrega total y radical suscitado por Él tiene que ser el motor del camino de santificación y de perfección que debe ser nuestra vocación”. –¿Cómo es el día a día en su comunidad religiosa? ¿Cuántos religiosos la componen? –Nos levantamos a las 5 de la mañana. Tenemos dos horas de adoración en silencio, en la capilla, delante del Santísimo, con el sagrario abierto. Después el desayuno. Seguidamente la misa, cuando estamos en Villamiel (Toledo), porque mi hijo, que es sacerdote, está en nuestra fraternidad. Tenemos la suerte de tener capellán en esta casa. Nos alternamos él y yo para hacer las homilías, y trabaja como un hermano más. Hay muchísimo trabajo porque somos muy pocos, solo nueve. Y tenemos tres casas: una en Ledesma (Salamanca), otra en Toledo capital y la tercera en Villamiel. La fraternidad se fundó en junio de 1999. Tenemos una vocación muy específica y única en toda la historia de la Iglesia desde hace dos mil años, siendo signo de amor gratuito hacia el pueblo de Israel. –¿Qué diferencias observa entre el cristianismo de hoy y el cristianismo primitivo? –Creo que no tienen nada que ver. Pienso

“Espero con mucha ilusión el momento final, que para mí es solamente un paso y que por fin me permitirá estar con Dios de forma total”, nos confiesa el místico. 34

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que en los primeros siglos era una minoría perseguida, pero era auténtica, con sus defectos, pecados y todo lo que tú quieras, pero auténtica. Estoy persuadido de que la verdadera celebración de la misa en aquella época era auténtica y no había tanta salsa en todo. Y cuando se recuperó todo esto con Constantino, la Iglesia se hizo cómplice de la política y del poder. A tenor de sus palabras, es acertado pensar que su particular visión de la jerarquía católica es bastante crítica. “La Iglesia como institución tendría que purificarse”, afirma. Asimismo, sostiene que el modelo de vida de la curia vaticana no tiene nada que ver con el modelo de vida de Jesús. “Es mi opinión personal. Pero no juzgo a la Iglesia porque es santa en el proyecto de Dios –puntualiza–. Lo que me hace aceptar a la Iglesia es que sé que en realidad es el Cuerpo Místico de Cristo. Pero la apariencia es bastante repelente. Y como judío mucho más, porque sigue habiendo demasiado antisemitismo”. –¿Qué le parece el actual papa? –Lo poco que sé de él me da buena impresión. Según me han dicho algunas personas pertenecientes a dicasterios de Roma, hay una pasividad en toda la jerarquía. Me temo que le impidan hacer todo lo que él quiere hacer. Pero bueno, es su vía crucis también. –Usted aduce que judaísmo y cristianismo forman un todo, están unidos. ¿Qué puede decirnos sobre esta cuestión? –Hay un papel actual del judaísmo hasta la vuelta en gloria de Cristo para nosotros, para ellos la venida del Mesías, que es indispensable. Por eso no creo en absoluto que los judíos tengan que convertirse al cristianismo. Va contra el plan de Dios. Salvo las personas que, como yo, hayan tenido una experiencia personal de Cristo. Y conozco a israelíes y judíos que la han tenido. –¿Espera la Segunda Venida de Cristo, la parusía? –Sí, claro. El tiempo no existe para Dios. Dios es un eterno presente. No tenemos que saber la fecha. En un interesante libro titulado El alma del ateísmo, su autor, el filósofo francés André Comte-Sponville, explica que un ateo puede ser perfectamente una persona espiritual, e incluso vivir una experiencia mística: “Que yo no crea en Dios no me impide poseer una espiritualidad ni me dispensa de servirme de ella”, afirma. Abraham de la Cruz también coincide en señalar que la

creencia en Dios no es necesaria para tener experiencias de esta índole y sentirse una unidad con el Universo. “Pienso que de forma natural y sobrenatural Dios puede dar a ciertas almas un gran deseo de amor, aunque les parezca imposible que Dios exista al ver todo el sufrimiento que hay en el mundo”, manifiesta. –¿Cómo ve el futuro de la humanidad? –No lo sé, la verdad. En el judaísmo se dice que el Mesías vendrá cuando todo sea amor y perfección o cuando todo esté en el Mal. Estamos más cerca de lo segundo que de lo primero. Pero conozco a gente que vive en el amor, que perdona, que intenta vivir en Cristo. El Reino crece en medio de nosotros de forma invisible, pero está presente. Y nuestra comunidad vive en este Reino y fuera del circuito. Vivimos de la Providencia. Desde que hemos fundado en Toledo –y nadie nos conocía– no hemos gastado un céntimo para comer. Dios provee. –¿Qué nos encontraremos tras la muerte? –A mí me da igual lo que ocurra después de la muerte, cómo será aquello. Lo único que me interesa es estar con Cristo totalmente. Es lo único que me preocupa. Respecto a la muerte, tuve una experiencia mística muy fuerte. Fue una visión en sueño. El final era que yo estaba elevado sobre la Tierra, en un jardín muy bonito; había un camino con rosales que trepaban en aros de metal. Yo

pasaba por allí cada vez más rápido. Una rapidez alucinante que me proyectaba entre los brazos de Dios. Me desperté sollozando de desespero porque era solamente un sueño. Para mí simbolizaba la muerte y el encuentro con Dios. Cuando vives con Dios, desaparece el miedo. –¿Qué piensa de los movimientos milenaristas que hablan del Fin del Mundo, de un Apocalipsis? –Es absurdo. Son tentaciones demoníacas. Querer saber lo que Dios no quiere que sepamos... Entonces el Demonio está encantado de revelarnos tales cosas. Y esto desquicia a mucha gente. –¿Desea transmitir algo más a los lectores de MÁS ALLÁ? –La sed de la concupiscencia, la sed de poseer, de tener riquezas, poder... todo esto es una pasión, y las pasiones esclavizan totalmente. Lo más importante es vivir en la esperanza. Confiar en Dios. Todo es bueno salvo mi propio pecado. Y para que el mundo cambie yo también tengo que convertirme cada día. Si no hay testimonio de vida, las palabras no sirven de nada. n Más datos en: – Fraternidad María Estrella de la Mañana: Web: http://www.framaria.org Email: [email protected] Tel: 923 57 03 50.

Los miembros de la Fraternidad María Estrella de la Mañana (arriba) ofrecen su vida en reparación por todas las rupturas y divisiones, en especial entre la Iglesia y el pueblo de Israel. 35

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