En una pastoral urbana misionera ¿la ubicación del Kerigma?

July 21, 2017 | Autor: S. Sociedad Cateq... | Categoría: Catechetics, Catechesis, Catequesis, Catequética
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Descripción

En una pastoral urbana misionera ¿la ubicación del Kerigma? Pbro. Mario Alberto Segura Bonilla Costa Rica La sociedad urbana se desarrolla especialmente a través de la actividad económica, del desarrollo técnico y de la comunicación de masas. En las últimas décadas se ha acentuado la independencia política de muchas naciones, la emancipación de la mujer y su mayor participación en el tejido productivo, la identidad y potencial de los jóvenes y la atención particular a la población llamada de la “tercera edad”. Con el crecimiento poblacional, provocado en gran parte por la emigración de las poblaciones rurales y gente de otros países, se multiplican las urbanizaciones, residenciales, o caseríos. En su mayoría se han convertido en “barrios dormitorio”, donde se vive el anonimato y la indiferencia. La evangelización en medio de esta realidad urbana, ha tomado un trazo misionero, tal y como lo afirmaba el Papa Juan Pablo II: “Hoy día cambia visiblemente la imagen de la misión ad gentes: entre los lugares preferidos hay que contar las grandes ciudades, en las que surgen nuevas costumbres y estilos de vida, nuevas formas de la cultura y de la comunicación, que a su vez influyen en la población” (RMi 37) Un trato específico sobre la ciudad se ha incluido en las Asambleas Episcopales Latinoamericanas, presentando el desafío pastoral que implica. Santo Domingo, retoma y enriquece lo que ya apuntaba Puebla, señalando la “ciudad post-industrial”, destacando “los grandes centros generadores de la ciencia y la tecnología moderna”, sin olvidar las “periferias de pobreza y miseria, que casi siempre constituyen la mayoría de la población”. E impulsa a realizar “una pastoral urbanamente inculturada en relación a la catequesis, a la liturgia y a la organización de la iglesia”, aclarando que el proceso de inculturación abarca el anuncio, la asimilación y la re-expresión de la fe (Sto. D. 255262).1 La última Asamblea del CELAM en Aparecida, señala la urgencia de impulsar, en nuestros planes pastorales, a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia, el Evangelio de la vida y de la solidaridad (A 414), o sea, la «acción social». “Esto exige, desde luego, cambio personal de actitudes y hábitos, y solicita una renovada pastoral social mejor estructurada, más orgánica e integral de nuestras iglesias, en favor de la promoción humana, de la justicia y del bien común.”2 Los cambios que han venido realizándose en la ciudad, no del todo negativos, han ocasionando unas profundas mutaciones culturales en todos sus habitantes, y es ahí, en

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Cfr. Vietmeier Alfonso, Coordinador, Espacio de Pastoral Urbana, México. Por una Iglesia encarnada y misionera en las realidades urbanas. Aporte a la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano. México. 2007. p. 3 2 Cfr. Marsich Humberto Mauro, El cambio social y personal, de costumbres y estructuras, a la luz del Documento de Aparecida, 2007.

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medio de esta sociedad urbana, que la Iglesia vive, y tiene el imperante desafío de evangelizar. Las instituciones que antaño eran reconocidas por su papel educativo, incluso en el ambiente religioso, actualmente no lo ofrecen más o encuentran dificultades para ofrecerlo. El ámbito familiar encuentra problemas para educar en la vida de fe. También la vida eclesial ha cambiado notablemente y en la actualidad no es suficiente el trabajo que se realiza desde una parroquia para garantizar la transmisión de una educación de fe. Lo anterior sucede porque la Parroquia urbana se encuentra ante una movilidad humana tal, que se pone en crisis como institución territorial fija, ya que la gente escoge libremente el lugar en dónde participar tanto de un acto litúrgico como de su servicio pastoral. En fines de semana y vacaciones la constante huída de la ciudad hacia las comunidades de origen obliga a que la evangelización y la pastoral deban ser repensadas. Ante esta realidad citadina cabe preguntarnos: ¿Qué papel tiene Jesús y los que le siguen en nuestra sociedad y en la cultura de hoy? No podemos decir que haya dejado de ser trascendente. Con el P. Raniero Cantalamessa, afirmamos que existe una presencia-ausencia de Jesús3, en una serie interminable de relatos, películas y libros, en donde se manipula o adapta según convenga, con fines comerciales e incluso literarios. Para algunos Cristo no es necesario quedando diluido en la existencia de un Ser supremo y un “más allá” que cada quien adapta a sus necesidades espirituales. En los “modernos areópagos” existentes, sucede lo que ocurrió a Pablo en Atenas, a quien escucharon con sumo interés al principio. Cuando comenzó a hablar acerca del Dios desconocido para ellos, Jesucristo resucitado de entre los muertos, perdieron el absoluto interés. (Hch 17, 22-32). Hoy continúa siendo válido proponer una “nueva evangelización” en este mundo postcristiano, partiendo de la experiencia de los apóstoles para evangelizar el mundo precristiano. Hacer un paralelismo entre la forma en que vivían los primeros cristianos y la sociedad urbana en la que habitamos nosotros, se esboza así: Vivían en pequeñas comunidades Había frescura en el anuncio.

Fuerza de persuasión en el testimonio. Una nueva forma de vida

Celo misionero capaz de anunciar a

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Una sociedad en masa, que vive en el anonimato. Una Iglesia que peligra en dejar de lado lo siempre nuevo del anuncio, cediendo a la rutina. Testimonio diluido por la falta de identidad del cristiano. Esquemas habituales que no se reexaminan, perdiendo los nuevos métodos y formas de apostolado. Dudas, temores de anunciar a Cristo en

Cfr. Cantalamessa Raniero OFM, La fe en Cristo hoy y en el inicio de la Iglesia, Primera predicación de Adviento, Vaticano, Roma, 2 diciembre 2005, ZENIT. org. Se seguirán algunos puntos de esta predicación.

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Cristo en todo ambiente. Descubrimiento de carismas y difusión de los mismos en medio de las diferentes culturas en donde inicia el cristianismo. Pescadores de hombres Llevan a nuevas personas a la Iglesia

Se predica en forma sencilla y eficaz el núcleo primordial capaz de suscitar la fe.

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dondequiera que se desarrolla y viva el ser humano actual. Egocentrismo e individualismo, en el que no se genera ni cree que se pueda alimentar la vida del hombre en toda latitud, cultura y tradición. Pastores Se nutre a las que ya conforman la Iglesia. No es fácil por lo tanto repescar a los que se han alejado o viven al margen de ella. Se cuenta con un inmenso patrimonio de doctrina, leyes e instituciones, donde se corre el riesgo de no hallar ese núcleo primordial.

Definitivamente nuestra sociedad urbana ha dejado de ser cristiana para convertirse en un ámbito misionero. La primera tarea para ubicar el kerigma en medio de ella requiere de los evangelizadores un gran acto de fe, tal y como Jesús afirma: “Tengan confianza, yo he vencido al mundo” (Jn 16, 33), es decir al que se muestra reacio y resistente al Evangelio. Por lo tanto, ningún miedo o resignación debe ganar a quien anuncia a Cristo resucitado, como su Señor y Dios, pues “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Mt 24,35) La segunda tarea, ha de ser suscitar una gran esperanza, que, en palabras de Juan Pablo II “Puede formar a la gente en comunidades, ofrecer auxilio a la vida de familia, superar el estado de anonimato, acoger y ayudar a que las personas se inserten en la vida de sus vecinos y en la sociedad.” (Iglesia en América, 41). “En un mundo angustiado y oprimido por tantos problemas, que tiende al pesimismo, el anunciador de la buena nueva ha de ser un hombre que ha encontrado en Cristo la verdadera esperanza” (Redemptoris missio, 91) Una esperanza que vaya consolidando el sentido de pertenencia eclesial y que haga que la comunidad cristiana no sea una simple agencia de servicios religiosos, sino, lugar de vida, de identidad y de experiencia concreta de la salvación obrada por Cristo. En tercer lugar implica conocer bien el camino seguido por los apóstoles para evangelizar el mundo pre-cristiano. Los autores del NT muestran el conocimiento de una tradición común que se remonta al Jesús terreno, que presenta dos componentes: por un lado la predicación, o anuncio (kerigma) que proclama lo que Dios ha obrado en Jesús de Nazareth, y por otro, un componente llamado “enseñanza” (didaché) que ofrece normas éticas para un recto actuar por parte de los creyentes. La predicación o kerigma, es llamada “evangelio”; la enseñanza o didaché, en cambio es llamada la “ley”, o mandamiento de Cristo, que se resume en la caridad. De estos dos aspectos, se origina la Iglesia y se traza su ideal de vida. El kerigma se distinguía bien de la enseñanza, como de la catequesis. Estas dos tienden

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a formar la fe, a preservar su pureza. El kerigma en cambio busca suscitar la fe, tiene un carácter germinativo; se parece más a la semilla que da origen al árbol que al fruto maduro que está en la cima del árbol. El kerigma está al inicio de todo, de él se desarrolla todo lo demás, incluso los evangelios. El camino que ha recorrido la Iglesia es grande, y el Espíritu Santo de modo particular en medio del Concilio Vaticano II, suscitó la gracia de los movimientos eclesiales. Estos constituyen un medio por el cual muchas personas adultas han tenido y pueden tener la ocasión de escuchar el kerigma, renovar el propio bautismo, elegir conscientemente a Cristo como propio Señor y salvador y comprometerse luego activamente en la vida de la Iglesia. Se debería de hallar un lugar de honor en todos los momentos fuertes de la vida cristiana para la proclamación de Jesús como Señor. Si bien es cierto el kerigma resuena, en el momento más solemne de cada Misa: «Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ¡ven Señor Jesús!». Pero, por sí sola, ésta es una sencilla fórmula de aclamación. Una Pastoral Urbana, implicará la conversión de las estructuras pastorales, de los métodos empleados y del sentido de participación de los fieles. “Se torna necesario iniciar con nuevas formas de organizar las parroquias, la creación de parroquias ambientales o sectoriales, el desarrollo de nuevos ministerios laicales o el reconocimiento oficial de algunos ya existentes, la promoción de nuevos tipos de comunidades eclesiales de base, una nueva comprensión sobre el ejercicio del ministerio ordenado y el desarrollo de nuevos lenguajes y formas de presencia de la comunidad eclesial, son las perspectivas que genera el compromiso de hacer una pastoral más “urbana”. (Cf. Santo Domingo 258-260)” 4 Si iniciábamos preguntando: « ¿qué lugar ocupa Cristo y sus seguidores en la sociedad actual?» no podemos terminar sin plantearnos la cuestión más importante en un contexto como éste: « ¿qué lugar ocupa Cristo y sus seguidores en mi vida?». Cuando se avisa en una casa que va a llegar una visita inesperada, se corre a cerrar las puertas de las habitaciones desordenadas, con el fin de conducir al invitado al sitio más acogedor. Con Jesús hay que hacer exactamente lo contrario: abrirle justamente las «habitaciones desordenadas» de la vida, sobre todo la habitación de las intenciones... es ahí donde precisamente debe de llegar, para que en mí se produzca esa conversión permanente, que me haga por la acción del Espíritu Santo en mi vida, proclamar y anunciar a Jesús como mi Señor, «Porque si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo» (Rm 10,9). ¿Para quién trabajamos y por qué lo hacemos? ¿Para nosotros mismos o para Cristo, por nuestra gloria o por la de Cristo? Proclamar a Jesús como propio Señor significa someter a él toda región de nuestro ser, hacer penetrar el Evangelio en todo lo que hagamos. Significa, citando al venerado Juan Pablo II, «abrir, más aún, abrir de par en par las puertas a Cristo». 4

Mancera Casas Jaime Alberto, De una pastoral en la ciudad hacia una pastoral urbana. http:// seminariobogota.org/Temas_estudio/RevistaSeminarium 01/haciapastoral_urbana.htm#_ednrefl

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