En señal de fortaleza e ánimo. Tempranas muestras etnográficas novohispanas en las armerías concedidas a los conquistadores españoles

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Descripción

En señal de fortaleza e ánimo. Tempranas muestras etnográficas novohispanas en las armerías concedidas a los conquistadores españoles

Miguel Luque Talaván Universidad Complutense de Madrid María Castañeda de la Paz Universidad Nacional Autónoma de México

1. Introducción Tres fueron los intereses que coadyuvaron al proceso de conquista y asimilación de los Reinos de las Indias: por un lado encontramos los intereses de Corona y los de la Iglesia; mientras que por otro, y generalmente opuestos a los dos anteriores, hallamos los intereses particulares representados por descubridores, conquistadores y colonizadores (Zavala, 1991). Contaba el conquistador y cronista Bernal Díaz del Castillo que: “La Nueva España es una de las buenas partes descubiertas del Nuevo mundo, la cual descubrimos a nuestra costa, sin ser sabedor de ello su majestad; y después que las tuvimos pacificadas y pobladas de españoles, como muy buenos y leales vasallos servidores de su majestad somos obligados a nuestro rey e señor natural, con mucho acato se las enviamos a dar y entregar con nuestros embajadores a Castilla, y desde allí a Flandes, donde su majestad en aquella sazón estaba con su Corte.” (Díaz del Castillo, 1928: I, 3).

En dicho texto queda bien expresado el sentir general de aquellos que participaron en la conquista novohispana: eran ellos los que -a costa de sacrificios personales y económicos- habían conquistado, pacificado y colonizado tan ricos territorios y, tras ofrecerlos a la Corona como fieles vasallos, esperaban recibir cuantiosas recompensas por su lealtad y valor. La historia les demostraría como sus soberanos no fueron siempre tan generosos como ellos habían supuesto. En el Archivo Ducal de Alba (Madrid), se custodia un importante número de reales cédulas a través de las cuales se concedieron una serie de escudos de armas a soldados peninsulares que así lo solicitaron a la Corona española1. La 1

Véase: Papeles de América en el Archivo Ducal de Alba (1991).

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justificación para su otorgamiento era la participación directa en la conquista, pacificación y poblamiento de diferentes lugares del Virreinato de la Nueva España, entre los que se cita la Ciudad de México, entre otros. Estos escudos de armas ya han ido aparecido en diferentes publicaciones desde que fueran recogidos, por vez primera, por Paz y Meliá en su Nobiliario de conquistadores de Indias (1892). Por tanto, lo que este trabajo pretende es, por un lado, revisar la aportación de cada uno de los cuatro personajes seleccionados a la luz de las fuentes documentales y de la bibliografía existente. Mientras que por el otro, se ha fijado como objetivo llevar a cabo un profundo análisis de estos blasones –hasta ahora nunca acometido-, donde los elementos iconográficos alusivos al mundo prehispánico se fusionan con los elementos iconográficos propios de la Heráldica europea, dando como resultado unos interesantes escudos donde aparecen las primeras representaciones etnográficas de la Nueva España. Característica que comparten con otras armerías concedidas a conquistadores como don Hernán Cortés o don Francisco Pizarro. No obstante, antes de entrar en estas cuestiones, se analizará el contexto en el que estos escudos se realizaron, los trámites que debían llevarse a cabo para la solicitud, principales méritos de los agraciados, etc. Sin duda, la concesión de estos escudos de armas son un elemento más que ayuda a comprender la sociedad de la conquista, puesto que dichos emblemas son evidencia tangible de algunas de las actuaciones de sus propietarios en dicha empresa; una representación gráfica del yo del agraciado. Circunstancia que viene a reforzar la idea de que la Heráldica es un lenguaje ideográfico, donde cada símbolo remite a una idea o hecho concretos, tal y como siempre sostuvo el gran heraldista Dámaso M. Ruiz de Clavijo Fernández (Ruiz de Clavijo Fernández -en preparación-). Para ello hemos seleccionado –y en orden cronológico-, escudos tan diversos como los de Juan de Burgos (12 de abril de 1527), Juan Tirado (12 de abril de 1527), Gutierre de Badajoz (15 de noviembre de 1527) y Fernando Burgueño (25 de septiembre de 1531). Todos ellos son personajes que tomaron parte en la conquista de la ciudad de México-Tenochtitlan, así como en la conquista y pacificación de otras regiones novohispanas. Hechos de armas que quedan recogidos de una manera sumaria en las reales cédulas de concesión de escudos de armas que son objeto de análisis en la presente investigación. El asedio a la ciudad de México-Tenochtitlan terminó el martes 13 de agosto de 1521, a la hora de vísperas de la festividad de San Hipólito. Duró, según Cortés, 75 días; mientras que según el cálculo de Díaz del Castillo, duró 93 días. Finalizado tan largo cerco hubo que dar comienzo a la reconstrucción y la reorganización de la ciudad que estaría llamada a convertirse en la capital del Virreinato de la Nueva España (Porras Muñoz, 1982: 15-Ss.). Un espacio urbano en donde nuestros cuatro personajes tuvieron también una destacada participación cívica.

2. La solicitud del escudo de armas y los blasones recibidos Hay que señalar que entre las mercedes de tipo honorífico más deseadas por los conquistadores y pobladores, ya fuesen hidalgos de iure o de facto, se encontraba la de conseguir un escudo de armas que perpetuase en la memoria de sus 30

descendientes, y en la de todos cuanto lo viesen, las hazañas por las cuales había sido concedido. Los primeros, lo deseaban para adornar exteriormente su nobleza, mientras que los segundos, veían -equivocadamente- en su concesión un refuerzo a sus pretensiones nobiliarias. Las peticiones de escudos de armas eran de lo más diversas, y mientras que había demandantes que simplemente hacían su solicitud dejando al rey la elección de las armas que habría de concederle; otros, por el contrario, acompañaban la instancia de una descripción exacta de como las querían (Sanchíz Ochoa, 1976: 58 y 51). Y puesto que la posesión de blasones no implicaba otro privilegio que el de la facultad de poder exhibirlo públicamente, la Corona se mostró permisiva a la hora de atender favorablemente estas solicitudes. Y es que hay que recordar que los escudos de armas, salvo rarísimas excepciones, no constituyen prueba de nobleza y que su posesión no está, ni lo ha estado nunca, circunscrita únicamente al estado nobiliario2. Los blasones concedidos a conquistadores solían hacer alusión a los hechos de armas en los que los peticionarios habían tomado parte durante la conquista. Dándose también el caso de individuos que teniendo ya armas propias de su linaje, las vieron aumentadas con la concesión de un nuevo blasón, alusivo a su particular gesta indiana3. A diferencia de los conquistadores indígenas –a los cuáles ya dedicamos dos anteriores trabajos (Luque Talaván y Castañeda de la Paz, 2006: 68-73; Castañeda de la Paz; Luque Talaván, 2009, en prensa)-, los conquistadores españoles comenzaron a solicitar privilegios de escudos de armas al poco tiempo de producirse la conquista; mientras que los indígenas lo hicieron un poco más tarde. Dice Gibson al respecto que éstos fueron concedidos porque los señores indígenas personalmente lo solicitaron (Gibson, 1991: 156-157). De no ser así, la Corona no se hubiera tomado la molestia de otorgarlos. Y como este autor señala, esto fue posible gracias a un gobierno organizado y, sobre todo, instruido en las formas castellanas del Derecho4. En su solicitud, los españoles mencionaban su labor de conquista, pacificación y población en la tierra recientemente conquistada por las huestes hispanas, además de la aportación de gente, armas y el gasto monetario que todo esto les había originado. En el caso de los blasones solicitados por particulares, la tramitación seguía los siguientes cauces: el interesado elevaba una petición de mercedes –y, entre ellas, de un escudo de armas-, al Consejo de Indias –normalmente acompañada de

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Como señala Vicente de Cadenas y Vicent, hay muchas evidencias documentales que refuerzan tal aseveración y entre ellas están los privilegios de hidalguía (Cadenas y Vicent, 1969: Letra A: 8). Véase también: Ibídem: 5-12. 3 ““(...), /p/or el presente vos hacemos merced y que/re/mos y mandamos que demás de las /ar/mas que vos tenéis de vuestro linaje podais tener y traer por vuestras armas propias y conos/ci/das un escudo que en el medio de el esté la dicha/ to/rre o cubo que de la puerta de ella salga un/ br/azo de hombre con una lanza en la mano ...”” (transcripción parcial del privilegio de armas concedido en 1529 a Don Hernando de Ergueta, transcrito por Sanchíz Ochoa (1976: 164-165). 4 Aunque Gibson se centra en la buena organización política de los tlaxcaltecas, ésta se hace extensiva a otros pueblos; ya que Tlatelolco, Coyoacán, Xochimilco y, especialmente, Tacuba, también formularon sus solicitudes en ese periodo.

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una relación de méritos y servicios-, institución encargada de tramitar ante el monarca la concesión del escudo a través de la correspondiente real cédula5. La explicación de la presencia en las reales cédulas de un dibujo con las armas concedidas, creemos deriva del deseo de las autoridades de evitar una interpretación equivocada del diseño, al realizarse una lectura errónea de la descripción de las armas. Es por eso que el diseño se fija en el documento, costumbre similar a la practicada por los reyes de armas en sus albalaes. La riqueza iconográfica de algunos de estos escudos es realmente impresionante. Una riqueza que se ve completada con la valiosa información que contienen las reales cédulas de concesión. Lo más admirable es la forma en la que se combinaron elementos procedentes de la etnografía prehispánica con la iconografía heráldica europea. De su análisis genérico puede observarse cómo en sus composiciones no siempre se siguieron las rígidas normas de la composición heráldica; produciéndose la utilización y combinación de elementos dispares (siluetas españolas o italianas, cimeras, elementos iconográficos indígenas, etc.), alteraciones en los esmaltes –al infringirse con frecuencia la principal regla de la Heráldica que consiste en no poner nunca, salvo contadas excepciones, color sobre color ni metal sobre metal-, el empleo de colores infrecuentes, etc. Al mismo tiempo que se usaban con profusión las llamadas “composiciones en viñeta” –representaciones realistas, a modo de cuadro, que dificultan mucho las descripciones de este tipo de armerías siguiendo las normas de la Heráldica-6. Hay que advertir que, si bien se ha tratado de analizar la simbología de las muestras objeto de estudio (habiendo sido de gran utilidad para ello el análisis de las reales cédulas de concesión), lo cierto es que, para el caso de algunas piezas y figuras heráldicas europeas, no siempre hay un significado claro a la hora de su uso. En muchas ocasiones, especialmente en el caso de los blasones indianos, se emplearon de manera caprichosa siguiendo más un criterio estético que una simbología precisa –caso concreto de las piezas y figuras que contiene el escudo de Juan Tirado-7. 5

En este caso, al menos, existían tres ejemplares de las armas concedidas: el boceto y/o descripción presentado por el interesado, las armas recibidas cuyo dibujo era incluido en la real cédula –como ocurre en los cuatro casos aquí estudiados-, y la copia que quedaba en manos de las autoridades. Las cuatro reales cédulas que sirven de base a este estudio, debieron llegar al Archivo de la Casa Ducal de Alba (Madrid) -ADA-, procedentes de alguna oficina estatal. Esta circunstacia era muy frecuente, ya que los individuos que desempeñaban un cargo solían llevarse documentos a sus domicilios –incumpliendo las leyes dadas en contra de esta frecuente práctica-. De esta forma, y en no pocas ocasiones, dichos documentos acababan confundiéndose con los papeles privados de la familia y corriendo su misma suerte: la destrucción, o su conservación –como ocurre en el caso del ADA-. 6 La precitada ley heráldica tiene cinco excepciones. Pero aquí, en función de los ejemplos estudiados en la presente investigación, únicamente nos interesan dos: en primer lugar, las figuras naturales (seres humanos o animales) y quiméricas –ambas representadas con profusión en los escudos viñeta- aparecen en su color natural, pudiendo figurar en su totalidad o sus partes sobre metal o sobre color, aunque dichas figuras tengan partes –cabeza, mano, pico, lengua, dientes, etc...- de metal o de color, respectivamente. También sobre ellas está admitido poner metal o color. Y, en segundo lugar, el color púrpura goza de las propiedades de los colores y de los metales, de manera indistinta. 7 Eso a pesar de que los antiguos tratadistas teóricos trataran siempre de dotarles de algún valor simbólico; valor del que en realidad carecían.

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A continuación se hará una breve semblanza de cuatro de aquellos personajes que solicitaron estas mercedes de armas, y de su participación en la conquista.

A. Juan de Burgos Nació Juan de Burgos en Sevilla, hijo de don Francisco de Burgos y de doña Guiomar de Escobar, quienes residieron por espacio de varios años en la isla de la Gomera. Las informaciones con las que contamos, constatan que Burgos llegó a la Nueva España en un navío de su propiedad, poco tiempo después de la retirada de las huestes cortesianas de la ciudad de México-Tenochtitlan; incorporándose en Tepeaca al grupo de Cortés, al que socorrió con numerosos bastimentos. En el momento de la toma de la capital de la Confederación Mexica, Burgos se hallaba entre los hombres de don Pedro de Alvarado, resultando herido en la acción. Una vez tomada de manera definitiva la ciudad, Burgos tomó parte en otras expediciones de conquista como la de la Provincia de Matlatzinco (valle de Toluca), la de Pánuco (Huasteca), ambas junto a Cortés (en esta última resultó nuevamente herido, esta vez en la mano derecha); así como en la campaña del Peñol de Coatlán (en el actual Estado de Oaxaca). Del mismo modo fue junto con don Nuño de Guzmán a la conquista del Poniente –con el oficio de alguacil mayor-; y fue comisionado por éste último, junto con Cristóbal Flores y Gonzalo López, a realizar un descubrimiento en la zona de la Nueva Galicia (ADA, “Cédula real a Juan de Burgos, …”, Carpeta: 238. Legajo: 2. Documento: 4. Fojas: 1. Porras Muñoz, 1982: 204-205 y 290). A diferencia de lo ocurrido a otros conquistadores, la fortuna no se mostró adversa con Juan de Burgos. Y así, le fueron concedidas varias recompensas como premio a sus variadas actuaciones en el proceso conquistador. De este modo recibió varias encomiendas (AGI, Autos entre Partes. México, Nº 5, “Juan de Burgos, …”), algunos buenos solares y huertas en la ciudad de México, y un escudo de armas –en cuyo análisis más adelante nos detendremos-. Tras recibir todas estas mercedes, y en 1529, Burgos comenzó a servir al Cabildo secular de la ciudad de México al ser nombrado su procurador mayor y mayordomo. Asimismo, y andando el tiempo, llegaría a ser alcalde ordinario en varios momentos (1532, 1540, 1545); y también alcalde de Mesta en 1541, 1542 y 1546. Contrajo matrimonio con doña María Vázquez de Bullón –natural de Oropesa, Toledo, y sobrina del conquistador don Bernardino Vázquez de Tapia- y fruto del mismo nació doña Guiomar Vázquez de Escobar. Ésta contrajo matrimonio en primeras nupcias con don Luis Cortés, hijo extramatrimonial –aunque legitimado- de don Hernán Cortés. En segundas, lo hizo con don Alonso de Mendoza y Toledo, no habiendo descendencia de ninguno de sus dos matrimonios. Burgos tuvo además otros dos hijos, al parecer naturales: el Padre don Miguel de Escobar, y doña Isabel de Escobar, casada con don Juan Ramírez, y con descendencia (Porras Muñoz, 1982: 206-209, 217 y 249; Himmerich y Valencia, 1991: 131). Una descendencia que todavía en 1653, recordaba los méritos de su antepasado en una relación de méritos y servicios (AGN, Reales Cédulas duplicados 41, exp. 49, “Relación de los méritos …”). 33

A.1. Descripción del escudo El 12 de abril de 1527, en Valladolid, el César Carlos hizo merced de escudo de armas a don Juan de Burgos. El texto del documento decía textualmente así: “(…) un escudo con una banda amarilla que lo parte desde la una esquina a la otra, y el campo de la mano derecha verde, y en él vos, armado, en un caballo blanco, y a los pies de él un indio principal, armado, que vos matastes peleando; e la otra parte del dicho escudo colorado, y en él una torre edificada sobre agua, con un tigre a la puerta de ella, levantando los pies, con una bandera en la mano, en señal de la fortaleza e ánimo que vos tovistes en la ganar en la dicha cibdad de México; y en la orla del dicho escudo, que es amarilla, cinco cabezas de indios, en señal de cinco indios principales que vos 8 matastes en la dicha guerra .

Resulta realmente excepcional la existencia de este tipo de descripciones junto a la representación plástica del escudo. Como ya dijimos, por lo general, se asume que las armerías carecen de una interpretación precisa no por no haberlas tenido, sino porque ésta se ha perdido u olvidado desde los momentos de su creación. No obstante, no siempre ocurre esto con las muestras heráldicas aquí estudiadas, y con otras otorgadas en los Reinos de las Indias. En el caso concreto de esta real cédula vemos cómo la misma ofrece una interpretación certera de las figuras que aparecen en este blasón. Además, vemos como Burgos se hace representar en el escudo a lomos de un caballo blanco, abatiendo a un indígena principal –una figura que aparece desplazada con respecto a la composición-. Una alusión clara a la icografía del santo patrón de la Corona de Castilla y León: Santiago Apóstol “matamoros”9. Por su parte, y en el segundo cuartel, la “fortaleza e ánimo que vos tovistes en la ganar en la dicha cibdad de México” aparece reflejada en la figura del tigre rampante abanderado; siendo la “torre edificada sobre agua” una versión del símbolo de la ciudad de México –un recurso iconográfico que puede verse en otras muestras heráldicas coetáneas en el tiempo y el espacio-10. Por último, y como orla o bordura al escudo, aparecen cinco cabezas de otros tantos indígenas a los que Burgos dio muerte durante la guerra. El hecho de llevar bezotes –adorno en el labio inferior- o 8

ADA, Cédula real a Juan de Burgos (14 de abril de 1527), número de catálogo 1057, folios 1 recto 1 vuelto. Texto transcrito también en Paz y Meliá (1892: 114, lámina XLVII, nº 3) y en Villar Villamil (1933: núm. 3). Ver Escudo A.1 y subsiguientes a fin de texto. 9 En relación a Santiago Apostol y sus apariciones en el transcurso de la conquista de la Nueva España, puede verse: Weckmann (1994: 163-168) “XI. La intervención de lo sobrenatural en la conquista: el Señor Santiago, la Santísima Virgen y el diablo”. Indicar también hay otros ejemplos similares, como es el caso del segundo cuartel del escudo concedido a Gerónimo López (el 26 de junio de 1530). En el mismo aparece un caballero sobre un caballo que, espada en mano, ataca y vence a tres principales indígenas –armas reproducidas en Montoto de Sedas (1928: 207) y en VV.AA. (1970: 22, ilustración número 32). 10 El escudo de armas de la Ciudad de México, otorgado en Valladolid el 4 de julio de 1523, es el siguiente: “(…) un escudo azul de color de agua en señal de la gran laguna en que la dicha ciudad esta edificada y un castillo dorado en medio y tres puentes de piedra de canteria y en que van a dar al dicho castillo las dos sin llegar a él y en cada una de ellas hai dos puentes que han de estar a los lados un leon levantado que asga con las uñas del dicho castillo de manera que tengan los pies en la puente y los brazos en el castillo en señal de la vittoria que en ella ovieron los dichos cristianos y por orla diez ojas de tuna verde con sus abrojos que nacen en la dicha provincia en campo dorado (…)…” (Montoto de Sedas, 1928: 99-100).

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el septum perforado con narigueras es indicativo de que se trata de señores principales, pero la falta de más elementos no permite distinguir a que grupo étnico pertenecen. Las cabezas, aparecen complementadas con un aspa de San Andrés, de gules, pieza de honor dentro de la Heráldica11. En este punto es necesario referir otra real cédula que, dada en Madrid el 21 de junio de 1530, se refiere a otra concesión de armerías a Burgos12. El nuevo escudo no coincide del todo con el ya descrito, lo que nos lleva a pensar que pudiera tratarse de un aumento de armas por nuevas acciones consideradas merecedoras de una nueva recompensa de este tipo. En concreto, la descripción de este segundo escudo es la siguiente: “(…) escudo quarteado que el un quarto alto de la manera derecha sea azul y en el una flor de lis amarilla que en el otro quarto debaxo deste un aguila negra rampante en campo blanco y en la otra mitad del dicho escudo una banda amarilla que lo parta de una esquina a otra que en el quarto alto sobre la dicha banda en campo verde vos armado en un caballo blanco con una espada desnuda en la mano y a los pies un indio armado que era principal que vos matastes peleando y en el otro quarto baxo deste una torre edificada sobre agua con un tigre a la puerta della levantado en los pies con una bandera en señal de la fortaleza e animo que vos tovistes en la ganar en la dicha ciudad de mejico (…).” (Transcrito en Montoto de Sedas, [1928]: 63-64).

El aumento de armas viene representado por el primer y tercer cuartel; en ellos se representan dos elementos frecuentes en estas primeras armerías indianas: la flor de lis y el águila, respectivamente. Destaca también que en esta ocasión no aparece la bordura de la anterior versión. B. Juan Tirado Juan Tirado, tras pasar a México con Cortés, se distinguió en algunos hechos de armas acaecidos durante la conquista, en especial en un lugar bautizado como Almería, en la Provincia de Mocla. Esta Almería podría tratarse de la antigua Nauhtla, en la costa de Veracruz (Gerhard, 1986: 384). Durante ese combate, Tirado fue herido y quedó manco de la mano derecha. Heridas que sumó a las recibidas en anteriores ocasiones. De igual forma, participó en la toma de la Ciudad de México-Tenochtitlan tras la “Noche Triste”, siendo su actuación muy valorada. En concreto, la real cédula dice al respecto:

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El aspa de San Andrés es una pieza que, tradicionalmente, se asocia en Heráldica con la toma de Baeza por las tropas castellanas comandadas por el rey Fernando III el Santo. La conquista de la plaza tuvo lugar el 30 de noviembre de 1227, festividad de San Andrés. Dicha pieza –que tiene la forma de la cruz en la que fue martirizado este Santo- se concedió también a los que ganaron Úbeda. En el caso de las armas de Juan de Burgos, este aspa no alude obviamente a dichas acciones bélicas, sino que debe simbolizar su participación en hechos de armas destacados en la conquista de la Nueva España. En relación a las aspas de San Andrés, puede consultarse el trabajo monográfico de Diego Muñoz-Cobo y Muñoz-Cobo (1957). 12 El documento, conservado en el Archivo General de Indias (Sevilla), no lleva el dibujo de esta nueva versión del escudo.

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“(…), e que un dia que fue desbaratado el dicho Hernando Cortes e muertos muchos españoles, despues de retirados los dichos españoles, acudieron los enemigos a la parte donde vos estabades e teniades tres bergantines en la gran laguna, junto a la cerca de la dicha cibdad, e que vos con otro español que vos hacia espaldas en una puente e angostura, peleastes, donde no solamente os defendistes, pero hecistes retraer a los dichos indios, quitastes un español que tenian preso, e como los otros españoles os vieron pelear con tanto animo y esfuerzo, vinieron a vos ayudar e se juntar con vos, e vos y ellos resististes a los enemigos, matando e feriendo muchos dellos, (…).” (ADA, “Cédula real a Juan Tirado, …”, Carpeta: 238. Legajo: 2. Documento: 74. Hojas: 1 1/2.).

Sería el mismo Cortés quien asignó a Tirado, cuando ya era vecino de la Ciu-dad de México, la encomienda de Cuicatlan (1520), en el actual Estado de Oaxaca. Mientras que en 1525 hizo una información de oficio y parte (AGI, México, 203, N. 3). Entre 1531 y 1540, sabemos que Juan de Jaso, vecino de México, pleiteó contra nuestro personaje sobre el derecho al pueblo de Cuicatlan (AGI, Justicia, 47-413/8), un proceso que finalmente resultó a favor de Tirado (AGI, Patronato, 278, N. 2, R. 202). De igual forma se vio inmerso en un pleito sobre el derecho al pueblo de indios de Tututepec en la costa de Oaxaca (AGI, Autos entre Partes. México, Nº 8, “Maestro Tomás, …”). Contrajo matrimonio con Andrea Ramírez, hija del también conquistador Francisco Ramírez “el viejo”, teniendo tres hijos, dos de ellos varones. En 1544 su hija se casó con el poblador Francisco de Salazar (Himmerich y Valencia, 1991: 249). B.1. Descripción del escudo El 12 de abril de 1527, Tirado recibió la merced de escudo de armas. La descripción del mismo es la siguiente: “(…) un escudo fecho partes: que en la primera de arriba es el campo colorado con tres estrellas blancas, e debaxo dellas una barra amarilla, e a la parte de abaxo otra parte del escudo el campo verde, y en el cinco veneras amarillas, y en la otra parte baxa la dicha laguna con dos calzadas, e por divisa una cruz colorada a manera de la de Jerusalen encima del dicho escudo, e por la orla del cinco cabeças de indios principales que 13 prendistes e matastes (…).” .

Como ya hemos dicho con anterioridad al hablar de los blasones indianos en general, parte de las piezas que aparecen en estas armas (en concreto, las estrellas del primer cuartel) carecen de una interpretación precisa; no ofreciendo la real cédula de concesión una explicación de las mismas. En el segundo cuartel, las veneras si parecen ser una alusión directa de las veneras santiaguistas14. Mientras que las ondas que figuran en el tercer y cuarto cuartel del escudo, esbozan la laguna que rodeaba la ciudad de México-Tenochtitlan y a sus calzadas de comunicación (que no aparecen, sin embargo, representadas). Sobre la cruz de gules que figura en el jefe de la bordura decir que se trata de lo que en Heráldica se denomina cruz recruzada, aunque el documento dice expresamente que ha de ser 13

ADA, Cédula real a Juan Tirado (12 de abril de 1527), número de catálogo 1126, folio 2 recto. Texto transcrito también por Paz y Meliá (1892: 127, lámina XXXIII, nº 2). 14 Es el caso también de las que aparecen en las armas otorgadas a Santiago de Aguirre y Recalde, el 28 de enero de 1541 (Villar Villamil, 1933: nº 79).

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“a manera de la de Jerusalén” o del Santo Sepulcro. Por último, como se vio en el escudo de Juan de Burgos, se representan cinco cabezas-trofeos de indígenas principales. Así lo indican sus bezotes, narigueras y en este caso, también las orejeras de las dos cabezas de la parte inferior. Lo interesante es que aquí se puede identificar a un huasteco porque se le pintó con la nariz horadada, tal como este grupo étnico la solía llevar. En concreto, se trata de aquel que lleva, además, un cordón de cuero rojo en su frente. C. Gutierre de Badajoz Originario de Ciudad Rodrigo (Salamanca), fue hijo de don Gutierre de Badajoz y de doña Catalina de Chávez, vecinos de Cáceres (Icaza, 1923, núm. 64). Tanto su padre como él mismo tuvieron su primer contacto con el continente americano en ese semillero de futuros conquistadores que fueron las Antillas y, más en concreto, en la entonces conocida como isla Fernandina (Cuba). Llegó a la Nueva España con Pánfilo de Narváez, uniéndose a la hueste de Cortés en Texcoco, durante los preparativos para el sitio de México-Tenochtitlan. Recordar aquí que don Gutierre de Badajoz, hijo, era hermano del también conquistador don Hernando de Chávez. En ese momento, Badajoz fue nombrado capitán de cincuenta soldados de infantería a las órdenes de don Pedro de Alvarado, estando encargado de la toma de Tacuba y de su calzada, donde fue herido. En esta misión, destacó al tomar el cu de Tlatelolco en cuya cima colocó el pendón de los conquistadores. Bernal Díaz del Castillo hace cumplida narración de estos hechos: “Como había tanto contrario en tres partes, fuimos las dos capitanías a batallar con ellos, y la capitanía de un capitán que se decía Gutierre de Badajoz, mandó Pedro de Alvarado que les subiese en lo alto del cu de Uichilobos, que son ciento catorce gradas, y peleó muy bien con los contrarios y muchos papas que en las casas de los adoratorios estaban. De tal manera le daban guerra los contrarios a Gutierre de Badajoz y a su capitanía, que le hacían venir diez o doce gradas abajo rodando, y luego le fuimos a socorrer y dejamos el combate en que estábamos con muchos contrarios y yendo que íbamos nos siguieron los escuadrones conque peleábamos, y corrimos harto riesgo de nuestras vidas, y todavía les subimos sus gradas arriba, que son ciento catorce como otras veces he dicho.” (Díaz del Castillo, 1939: II, 269).

Durante la conquista de la ciudad, Badajoz resultó herido en varias ocasiones. Sin embargo, tiempo después participó también en la conquista de las zonas cercanas a la capital y en la jornada de los yopelcingos (en el actual Estado de Guerrero). Como premio a su activa participación en la conquista, le fue concedida una encomienda, varios solares y una huerta en la ciudad de México, y un cargo en su regimiento -don Gutierre fue alcalde ordinario de la ciudad en 1535, coincidiendo con la llegada del primer Virrey de la Nueva España, don Antonio de Mendoza-. En un principio, Badajoz había solicitado a la Corona un regimiento en el Cabildo secular de la Villa Rica de la Veracruz y un escudo de armas, al que luego volveremos. Contrajo matrimonio con doña Francisca de Orduña, hija del conquistador don Francisco de Orduña. De su matrimonio nacieron varios hijos que ocuparon destacados cargos en la vida citadina y varias hijas que contrajeron nupcias con próceres de esta primera sociedad novohispana (Porras Muñoz, 1982: 192-195 y 266-267). 37

C.1. Descripción del escudo En recompensa a sus servicios la Corona, por Real Provisión dada en Burgos el 15 de noviembre de 1527, le concedió un aumento de armas, las cuáles debía sumar a las de su linaje –que no aparecen descritas en el documento-15. El texto describe así el acrecentamiento: “(…) dos torres doradas en campo verde, con sus calzadas sobre agua, en señal de las torres que en la dicha cibdad de México ayudastes a tomar e ganar, e un yelmo abierto, con su timbre.”16. Hacemos notar que las dos torres doradas no son sino representaciones europeizadas de los cu mexicas. Circunstancia curiosa cuando otras labras heráldicas del momento si representan de una manera más realista edificios mexicas17. De igual forma es de destacar, tal y como se puede observar en la imagen adjunta, que la forma exterior del escudo no responde a los modelos tradicionales hispanos, sino a los centroerupeos; ocurriendo lo mismo con la hermosa cimera en forma de dragón que figura sobre el yelmo que timbra el escudo. Claro ejemplo de la influencia germana que, sobre el diseño heráldico, se dejó sentir en los territorios hispanos a comienzos de la decimosexta centuria18. Este caso concreto ofrece además la posibilidad de ver cómo la Corona, a aquellos conquistadores que venían de un linaje con escudo de armas –como don Gutierre de Badajoz-, les otorgaba un aumento de las mismas. Esta antigua práctica –empleada también en el caso de los blasones concedidos a Cortés (Martínez Cosío, 1949) y a don Francisco Pizarro, entre otros- tenía como finalidad el destacar la participación de su agraciado –normalmente un miembro secundario del linaje principal- en la conquista de los Reinos de las Indias; significando así a la rama familiar descendiente del conquistador, a la vez que la diferenciaba del tronco principal del linaje del cual era originario. En definitiva, una fórmula de reconocimiento explícito de que el conquistador –a más de sumar honor a su linajepasaba a ser el genearca de su propia descendencia, y no un mero descendiente de una noble estirpe. El nuevo cuartel concedido hace alusión a las diferentes actuaciones del agraciado en la conquista de Tacuba y de su calzada, así como en la toma del cu de Tlatelolco en cuya cima, como ya dijimos, llegó a colocar la enseña de los conquistadores.

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Desconocemos cuáles eran las armas de su linaje. Aunque por su origen geográfico, las armas maternas pudieran ser la de los Chávez, asentados en Ciudad Rodrigo desde aproximadamente el siglo XIV: de gules, con cinco llaves de oro puestas en sotuer y con los ojos hacia abajo (Sendín Calabuig, 1972: 37-42). 16 ADA, Cédula real a Gutierre de Badajoz (15 de noviembre de 1527), número de catálogo 1056, folio 1 vuelto. Texto transcrito también por Paz y Meliá: (1892: 15, lámina XI, nº 6) y por Villar Villamil (1933: núm. 8). 17 Caso de los escudos de armas de Rodrigo Gómez Dávila –de 6 de enero de 1534-, y del Bachiller Alonso Pérez –de 17 de febrero de 1537- (Villar Villamil, 1933: nº 37 y nº 49, respectivamente). 18 Son numerosos los escudos de armas concedidos en Indias, en las primeras décadas del siglo XVI, que presentan cimeras muy poco habituales en la Heráldica castellana. Un buen repertorio de las mismas en VV.AA. (1970).

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D. Fernando Burgueño Fernando o Hernando Burgueño procedía de la localidad de Oropesa (Toledo) y, tras pasar por la isla de Cuba, llegó a la Nueva España con Diego de Velázquez y con Cortés. Allí tomó parte en 1520 en la conquista de la ciudad de MéxicoTenochtitlan, donde fue herido “(…) e pasado un brazo e tronchada una oreja, (…).” (ADA, “Cédula real a Fernando Burgueño, …”, Carpeta: 238. Legajo: 2. Documento: 5. Fojas: 1). Testigo de excepción de dicho momento, estuvo también presente en el momento de la prisión del Huey tlatoani Mocteczuma II. Del mismo modo participó en la conquista de la Provincia de Guateras (sic). Encomendero, estuvo en posesión de un solar en la ciudad de México –de donde era vecino desde 1524-, situado en la zona noroccidental de las actuales calles de Francisco I. Madero y Juan Ruiz de Alarcón. Murió en 1530 durante un viaje a España, siendo sobrevivido por su viuda Inés Gómez de Oropesa, su hijo Pedro y una hija que contrajo matrimonio con Juan de Cuenca (Porras Muñoz, 1982: 205 y Himmerich y Valencia, 1991: 131).

D.1. Descripción del escudo Fernando Burgueño fue agraciado con un aumento de armas el 25 de septiembre de 1531, al tiempo que recibía su encomienda. El documento no especifica las armas originales de su linaje, a las cuáles debía sumar las recién recibidas para que “quedase memoria” de los méritos ganados en Indias. La Real Cédula de concesión de su blasón explica las razones que le llevaron a solicitar dicha merced: “(…) e nos suplicastes e pedistes por merçed que en remuneraçion de los dichos vuestros servicios e trabajos, que para que dellos quedase memoria, vos mandasemos dar por armas (…)”19. El aumento de armas es el siguiente: “(…) un escudo fecho quatro partes, y en la una dellas un aguila negra en campo blanco en la parte de arriva, y en la otra parte de arriba, un cacique con una cadena al cuello en campo verde, e en las dos partes de abajo, en la de la mano derecha un brazo con una flecha colorada, y en la otra un castillo en campo amarillo, e por orla del dicho escudo ocho caveças en señal de algunos yndios que vos matastes, en campo colorado, e encima del dicho escudo un almete çerrado, con un brazo armado, con un alfanje en la 20 mano, en señal del esfuerzo e valor con que nos servistes en las dichas guerras (…).” .

La descripción que acabamos de presentar es muy interesante al exponer el porqué de la concesión de algunas de las figuras del escudo –caso de la cimera y de la orla-. En concreto, la aparición de un águila en el primer cuartel, pudiera justificarse por ser un elemento de honor usual en las armerías concedidas en Indias por el

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ADA, Cédula real a Fernando Burgueño (25 de septiembre de 1531), número de catálogo 1058, folio 1 recto. 20 Ibídem, folios 1 recto – 1 vuelto. Texto transcrito también por Paz y Meliá (1892: 97, lámina XLVIII, nº 2).

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César Carlos21. En el caso de segundo cuartel, parece claro que el cacique “con una cadena al cuello” no es otro que Moctezuma II, representado en el momento de su prendimiento22. El tercer cuartel alude a la ciudad de México-Tenochtitlan, simbolizada por un castillo. El cuatro y último cuartel nos habla de algún hecho de armas en el que Burgueño debió de participar, representando bien el brazo de un indígena armado con una flecha, o bien el brazo del propio conquistador en el momento de hacerse con un trofeo del enemigo. Aunque también pudiera figurar las heridas recibidas por arma indígena durante la guerra. Acerca de la orla, la real cédula nos aclara que las ocho cabezas corresponden a otros tantos “yndios que vos matastes”, sin embargo, estas cabezas carecen de cualquier tipo de adornos que permitan identificar su origen. En relación a la cimera, indicar que el almete era una pieza de la armadura antigua, que cubría la cabeza. En este caso aparece armada con un alfanje en señal de un acrisolado “esfuerzo e valor”.

3. Reflexiones finales La presente investigación ha centrado su atención en el estudio de una serie de escudos concedidos a soldados peninsulares, y conservados en el Archivo de la Casa Ducal de Alba (Madrid). Dichas armerías son signo identificativo de acciones militares acaecidas durante la conquista del Virreinato de la Nueva España y sirvieron a sus primeros poseedores, y por ende a sus descendientes, para mostrar a la sociedad las gestas realizadas por su linaje en servicio de la Corona. Tal y como decía el conquistador Baltasar de Obregón, “Obligación es de caballeros e hijosdalgo y personas nobles servir a nuestra alteza y su real Corona en la defensión de nuestra santa fe católica y sus reinos, vasallos y señoríos (…).” (Obregrón, 1988: XXIII). En palabras de Faustino Menéndez Pidal de Navascues “Los emblemas heráldicos son esencialmente signos, cuyo fin y razón de existir es precisamente ser mostrados a los demás en representaciones plásticas” (Madrid, 1993). Es por ello que en un mundo tan afecto a los honores y donde el brillo social no venía sólo por lo que uno era sino, fundamentalmente, por el linaje al que uno pertenecía, los solicitantes comprendieron que debían preservar la memoria de sus orígenes y/o hazañas para hacerla valer como mérito ante la Corona y pervivir así como grupo social privilegiado. Fenómeno que se observa a todo lo largo y ancho del espacio indiano durante toda la Edad Moderna. Estos blasones pueden considerarse documentos ideográficos o jeroglíficos, que se refieren a hechos memorables en una época –la conquista de la Nueva España- y considerados, en su momento, dignos de recordar en el futuro. Decía la real cédula de concesión de armas a Gutierre de Badajoz que éstas se le otorgaban por “(…) vuestros servicios, y porque vos e dellos quede memoria, y porque es justo que los que bien y lealmente sirven a sus principes y señores naturales sean dellos 21

Por ejemplo, en el primer cuartel del escudo concedido a Francisco de Granada (el 31 de enero de 1532), aparece un águila explayada –armas reproducidas en VV.AA. (1970: 23, ilustración número 34). 22 Otro escudo de armas donde aparece un principal encadenado, es el de Bernaldino Vázquez de Tapia –de 26 de octubre de 1527- (Villar Villamil, 1933: nº 6).

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favorecidos y honrados, (…).” (ADA, “Cédula real a Gutierre de Badajoz, …”, Carpeta: 238. Legajo: 2. Documento: 3. Fojas: 1 1/2). Expresión que se sumaba a otra de aparición frecuente en la documentación consultada, y que evoca la “fortaleza” y el “ánimo” con que combatieron en aquellas tierras –de ahí, el título puesto a esta investigación-. En el tema que nos ocupa hay que llamar la atención, en primer lugar, sobre el hecho de que todos los escudos fueron solicitados en función de la demostración que hicieron los peticionarios de haber participado activamente en la conquista, vertiendo su sangre y gastando su hacienda, tal y como cuidan de anotar en sus relaciones de méritos y servicios. En su trazo se incluyen, por consiguiente, elementos o gestas relacionadas con la conquista. Estas armas podrían ser denominadas con total propiedad armas de adopción, puesto que su diseño partió de los propios interesados, limitándose las autoridades hispanas a reconocer –una vez estudiada la petición y, en ocasiones, con modificaciones- el diseño solicitado. Son por tanto estas muestras de la temprana Heráldica indiana un documento de primer orden para comprender el proceso de conquista, colonización y asimilación de la Nueva España al nuevo orden político-religioso hispano. Documentos que nos muestran algunas de las primeras muestras etnográficas de aquel tiempo, ya que incluyen imágenes de principales indígenas, de edificios mexicas o de la propia ciudad de México-Tenochtitlan, o de cabezas-trofeo –usando la terminología heráldica- con fenotipos reconocibles desde el punto de vista etnohistórico de los grupos conquistados. En relación a las mencionadas cabezastrofeo (que, de “moros”, y a lo largo de la Edad Media se fueron añadiendo a numerosas armerías peninsulares y europeas), decir que fueron varios los conquistadores que las recibieron. Como ya expusimos, entre 1519 y 1560, los conquistadores trataron de formar un grupo nobiliario integrado por ellos mismos. Sin embargo, sus aspiraciones se vieron frustradas en su gran mayoría por la oposición de la Corona, reforzada en su postura por el antagonismo de la nobleza castellana a admitir en su seno a los conquistadores indianos. Esta situación generó no pocas situaciones de acritud, siendo este sentir expresado de manera magistral por el conquistador y poeta Francisco de Terrazas (Terrazas, 1941: 90) en los siguientes versos con los que finalizamos el presente estudio23: “Madrastra nos has sido rigurosa, y dulce madre pía a los extraños, con ellos de tus bienes generosa, con nosotros repartes de tus daños. Ingrata Patria, adiós, vive dichosa con hijos adoptivos largos años, que con tu disfavor fiero, importuno, consumiendo nos vamos uno a uno”.

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Otros ejemplos literarios en la misma línea (Baltasar Dorantes de Carranza o Mateo Rosas de Oquendo), pueden verse en Pastor (1999: 43-54).

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Escudo A.1

Escudo B.1

Escudo C.1

Escudo D.1

Fuentes y bibliografía citadas Archivos Archivo de la Casa Ducal de Alba (ADA). (Palacio de Liria, Madrid). Archivo General de Indias (AGI). (Sevilla). Archivo General de la Nación (AGN).(México).

Fuentes ADA, “Cédula real a Gutierre de Badajoz, vecino de la ciudad de Tenochtitlán, concediéndole escudo de armas. Burgos, 15 de noviembre de 1527”, Carpeta: 238. Legajo: 2. Documento: 3. Fojas: 1 1/2. ADA, “Cédula real a Juan de Burgos, vecino de la ciudad de Tenochtitlán. Valladolid, 12 de abril de 1527”, Carpeta: 238. Legajo: 2. Documento: 4. Fojas: 1. ADA, “Cédula real a Fernando Burgueño, vecino de la ciudad de Tenochtitlán, concediéndole escudo de armas. Medina del Campo, 25 de septiembre de 1531”, Carpeta: 238. Legajo: 2. Documento: 5. Fojas: 1. ADA, “Cédula real a Juan Tirado, vecino de la ciudad de Tenochtitlán, concediéndole escudo de armas. Valladolid, 12 de abril de 1527”, Carpeta: 238. Legajo: 2. Documento: 74. Fojas: 1 1/2. AGI, Justicia, 47-4-13/8. “Juan de Jaso, vecino de México, contra Juan Tirado, de la misma vecindad, sobre derecho al pueblo de Cuicatlan” (1531-1540). AGI, México, 203, N. 3. “Informaciones de oficio y parte: Juan Tirado, conquistador, vecino de México” (1525). AGI, Patronato, 278, N. 2, R. 202. “Real Provisión ejecutoria a favor de Juan Tirado en el pleito que trató con Juan de Jaso, ambos vecinos de la ciudad de México, sobre la encomienda de unos pueblos de indios en Nueva España” (1540). AGI, Autos entre Partes. México, Nº 5, “Juan de Burgos, vecino de México, contra Hernán Cortés, marqués del Valle, sobre el derecho al pueblo de indios de Guastepec” (15301534). AGI, Autos entre Partes. México, Nº 8, “Maestro Tomás, vecino de México, con Juan Tirado, Toribio Camargo y Alonso Giraldo, de la misma vecindad, sobre derecho al pueblo de indios de Tututepec” (1530-1533).

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AGN, Reales Cédulas duplicados 41, exp. 49. “Relación de los méritos y servicios de don Antonio de Andrada y Mexia y de sus pasados y los de doña María de Nabarrete y Valdivia. Andrada y Mejía era hijo de Rodrigo de Andrada y Leonor Dorantes, hija a su vez de Juan Ramírez de Escobar, nieta de Juan Ramírez e Isabel de Escobar, y bisnieta de Juan de Burgos” (1653).

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