\"En defensa de la política\" por Bernard Crick: Una recensión del libro

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Descripción

"En defensa de la política" por Bernard Crick: Una recensión del libro

(Fuente: The Guardian)

UNIVERSITAT DE BARCELONA

Ellis Palmer Babe NIUB: 15029685

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En esta recensión del libro "En defensa de la política" por Bernard Crick, en primer lugar, uno va a mirar los principales argumentos que se postulan. Además de esto, se dará entonces un comentario analítico de este libro seminal. En la primera sección de esta recensión, se van a transmitir los principales argumentos que Crick desarrolla a lo largo del texto y explicar las razones por las que este libro se convirtió en un fenómeno en la ciencia política. La segunda parte de este ensayo analiza el libro usando una serie de perspectivas críticas. Se critica a partir de los puntos de vista postcolonial, feminista, marxista y anti-sistémica. Este ensayo llegará a la conclusión que la parte más importante es la crítica que Crick lleva a defender la política contra la tecnología, mientras que las críticas más conmovedores provienen de las perspectivas feminista y marxista.

En el primer capítulo, Crick analiza la importancia de la política y la del gobierno natural, destacando que “[uno] de los grandes riesgos que corren los hombres libres es aburrirse de las verdades establecidas” (p. 15). El argumento central de Crick se desarrolla en este capítulo. Subraya que a pesar de la subjetividad que rodea el estilo de gobierno y que las diversas ideologías aportan al debate, todas sirven para demostrar la importancia de la política y del gobierno como un método de organización de la sociedad. El autor afirma que no se puede cuantificar la política en la misma forma que la ciencia, ni objetivamente verificadas de la misma manera como la historia o la economía, en lugar de su subjetividad es algo que debe ser apreciada, y muchas veces no se valora por lo que es en sí mismo, sino que se ve que depende de otros factores, como la religión. Además, Crick destaca el hecho de que los gobiernos juegan un papel crucial en la construcción de comunidades, que están obligadas por conceptos como la democracia, la libertad y los derechos, que los gobiernos y la esfera política tienen un papel importante en la creación, ya que pueden crear las condiciones y la política que se necesitan para animar a la población. En el segundo capítulo, Crick esboza una defensa de la política contra la ideología - o quizás más exactamente contra las ideologías totalitarias, como el fascismo, el nacionalsocialismo y el comunismo debe entenderse dentro de los acontecimientos políticos importantes de su época, como respuesta a la política altamente ideológica y modo de organización social que existía en este momento de grandes extensiones en Europa del Este (que vivía bajo la bota de una Unión soviética represiva), la China de Mao y durante la vida de Crick en la Italia de Mussolini, la Alemania de Hitler y la España de Franco, entre otros. Crick utiliza la base de su análisis en el primer capítulo sobre la importancia de la naturaleza subjetiva y diversa de la política para formar una crítica de sus concepciones más ideológicas y totalitarias afirmando 2

que van "en contra de la idea de una diversidad de grupos sociales semi-independientes y en contra de la idea de los derechos del individuo " (p. 37). Puede parecer extraño que un libro defendiendo la política dedica un capítulo entero a la defensa contra la democracia, pero Crick lo hace porque siente que muchas veces los términos se han convertido en discursivamente entrelazados y que los dos deben ser distinguidos, como la política es algo más de la democracia y de los regímenes democráticos. Declara que: “[Si] bien la democracia como movimiento social es necesaria en casi todas las formas actuales de sistema político, si se concibe aislada y como una cuestión de principio, significa la destrucción de la política” (p. 63). Crick da una gran cantidad de ejemplos en los que el término "democracia" ha sido mal utilizada por personalidades políticas de alto nivel; ergo, refuerza su argumento demostrando que, para una gran parte de la sociedad: “[La] democracia no es más que el aforismo ” (p.64). Entonces respalda esta afirmación escribiendo más conmovedoramente que: “[Podría] decirse que el es más importante que cualquier acuerdo institucional o la democracia es que las personas se comporten, hablen, vistan o se diviertan democráticamente” (p.64). Lo que la cita anterior muestra es que Crick expone la democracia como una mentalidad hegemónica que afecta la forma en que muchos tienen de la política, algo que es bastante distinto del estudio de la política y lo político. Después de su separación contundente de la política desde el concepto contemporáneo de la democracia, Bernard Crick vuelve su atención al desarrollo de una crítica del nacionalismo y su papel en la sociedad política moderna. Crick reconoce que el nacionalismo puede ser tanto una influencia positiva como negativa en la sociedad y en el desarrollo social y político: “El nacionalismo, en ciertas circunstancias, puede haber sido una condición necesaria para el orden político, pero en otras casi imposible la existencia de un sistema político” (p. 83). 3

Los ejemplos de las formas democráticas de nacionalismo incluyen el movimiento nacionalista irlandés (p. 102) y el movimiento contra el apartheid en Sudáfrica, mientras que las formas de nacionalismo que han hecho de un sistema político inviable incluir la especie que ha sido empleado por los regímenes fascistas y profundamente conservadoras - tales como la Italia de Mussolini, la España de Franco, y el Estado de Israel con su opresión de la Palestina - así como algunos gobiernos nacionalistas post-coloniales en África y Asia, como el Zimbabwe de Mugabe y Corea del Norte. Crick rastrea los orígenes del nacionalismo moderno de nuevo a la Revolución Francesa, en la que se considera que los ciudadanos utilizan el nacionalismo con el fin de darse confianza, en medio de la conmoción causada por la Revolución: “Su función era proporcionar un sustituto popular al sentimiento de pertenencia a un orden público que desapareció con el colapso del feudalismo” (p. 87). En muchos sentidos, el nacionalismo todavía explota las mismas preocupaciones y sustitutos de otros problemas subyacentes en la sociedad actual, en especial la que se afirma como el nacionalismo de una mayoría. Crick ofrece una distinción entre los nacionalismos minoritarios y mayoritarios y sus efectos sobre el sistema político, cuando afirma que: “El nacionalismo democrático, el mito de la soberanía del pueblo, puede ser el más intolerante con las minorías” (p.91). En su defensa de la política contra la tecnología, Crick ataca el dominio de la ciencia en la política, cuando advierte que: “El deseo de certeza a cualquier precio supone un gran peligro para la política […] [Los tecnócratas] son símbolos representativos de una forma de pensamiento que… podría rescatar a la humanidad de la incertidumbre y de la maraña de los acuerdos políticos” (p. 103). Hemos visto la predicción de Crick se convierta validada en los últimos años con las formas de gobierno tecnocrático creciendo en influencia en todo el mundo; la influencia tecnocrática ha crecido con la imposición de las exigencias del FMI en muchos países endeudados durante la crisis económica de 2008 hasta la actualidad.

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Crick advierte que la naturaleza racionalista y objetiva de las ideologías tecnocráticas puede conducir al desarrollo de los regímenes que buscan controlar las condiciones políticas, sociales y económicas a su favor, siendo de la opinión que: “El ideólogo se siente orgulloso de que su teoría no esté basada en consideraciones éticas sino en un factor objetivo. Solo dos factores… han sido suficientemente convincentes… para, en manos adecuadas, haber podido ofrecer explicaciones totales: la lucha racial y la lucha de clases” (p.110). Al argumento anterior, podemos añadir otro factor que ha convencido a los gobiernos de los beneficios de seguir una ideología tecnocrática: la de la austeridad. El crecimiento de la tecnocracia ha sido más preocupante en Italia y Grecia, donde se instalaron los gobiernos tecnocráticos, con el fin de garantizar que estos estados se mantuvieron en línea con sus obligaciones para con los acreedores internacionales. Hay pocos gobiernos en los países desarrollados se puede decir que es independiente de influencias tecnocráticas - ya se trate de las instituciones internacionales, como la Unión Europea o de grupos de expertos, con sus estudios científicos y 'conocimientos especializados'. Después de haber puesto en marcha una defensa de la política y de la política contra las ideologías que él ve como un ataque a su noción de la política, Crick vuelve su mirada en aquellos que él considera como ‘falsos amigos’ de la política; éstas se definen en el Capítulo 6, como: el conservador no político; el liberal apolítico; y el liberal anti-político. Crick critica el conservador no político, destacando que, a pesar de que su posición con respecto a la política ha evolucionado a lo largo de los siglos, los conservadores han visto tradicionalmente la política como «facciosa» y la creación de deslealtad hacia el gobernante. Dicho esto, los conservadores de carácter tradicional, no político se han involucrado en la política, aunque de una manera "pragmática", como él demuestra: “El conservador como anti-doctrinario […] considera la política como una actividad puramente práctica, como una empresa empírica” (p. 130). Significativamente, los conservadores se han involucrado en la política cuando sienten que sus intereses y su posición en la sociedad están amenazados, como Crick señala cuando se centra en la historia de los movimientos conservadores en Inglaterra, Francia y los Estados Unidos en la página 135, con el historia de

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estos movimientos está entrelazada con la Guerra Civil Inglés, la Revolución Francesa y la Guerra Civil Americana, respectivamente. Cuando escribe sobre el liberal apolítico, Crick postula que la naturaleza optimista y expectativa del liberalismo es un escollo importante, mientras que otras ideologías son más pesimistas acerca de lo que puede lograrse a partir de la política: “Igual que hay un conservador que espera demasiado poco, hay un liberal que espera demasiado.” (p. 138) Según el argumento de Crick, la naturaleza optimista significa que se ha centrado en los resultados de la entrega, como la ampliación de los derechos de voto y otras libertades para la población, al tiempo que muestra desprecio por las instituciones que tradicionalmente regían la sociedad: “Desea saborear todos los frutos de la política sin pagar el precio o notar el dolor. Aprecia los frutos, pero no el árbol. Desearía coger sus frutos – libertad, gobierno representativo, honestidad gubernamental… - y preservarlos de cualquier tipo de contacto posterior con la política” (p. 138). Crick afirma que de los liberales se puede decir que son ingenuos e indecisos cuando los tiempos cambian y las mesas se mueven en contra de su ideología hegemónica. Para ilustrar esto, Crick toma ejemplos de Francia, Reino Unido y Alemania, sobre la que escribe que: “La trágica indecisión de la Asamblea francesa frente a Luis Napoleón y un siglo más tarde frente a De Gaulle, la incapacidad de acción del gobierno liberal de Asquith frente a la insurrección conservadora en Irlanda, el miedo y el formulismo legal de la República de Weimar frente a los nazis […] son ejemplos clásicos de los remilgos y la mojigatería liberal” (p. 139-140). Lo que esto demuestra es que los liberales a menudo se aferran a su libertad ganada tan caro que son lentos para tomar medidas decisivas cuando éstos están amenazados y sus regímenes son destituidos de sus cargos. Crick hace una afirmación importante, cuando se supone que el amor de liberalismo de la libertad y su desconfianza en el Estado llevan a privar a los servicios públicos de una cantidad suficiente de recursos, como lo ha sido históricamente reacios a intervenir para remediar las desigualdades dentro de la sociedad:

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“[El] liberal construye una sociedad acomodada sobre el esplendor privado y la miseria pública. El liberal es un amante tan celoso de la libertad que tiende a olvidarse de usar el poder público de la política para mantener las condiciones sociales externas…” (p. 146). Después de haber dado una crítica profunda del liberalismo apolítica, Crick pasa a crear un fuerte argumento contra el socialismo anti-política. Se apodera del hecho que, para muchos marxistas, la naturaleza misma de la política se ve a ir en contra de los intereses del proletariado: “Redescubren la tentadora idea de Marx de que la política no es más que un fraude, una conspiración de la burguesía para torcer o retrasar el avance hacia la igualdad” (p. 147). Crick sostiene que este rechazo de marxistas ortodoxos política por muchos en la izquierda significa que, para gran parte del siglo XX, el socialismo se desvió por un camino socialdemócrata más moderada, con Crick dar una crítica al gobierno Attlee por no ser suficientemente radical en algunas áreas de política: “Lo más sorprendente es que esta administración no fue que llegara tan lejos en el proceso de nacionalización sino que fuera tan poco imaginativa en las reformas sociales, especialmente en la educación” (p. 148). Crick defiende la postura de que la supervivencia del socialismo en el Reino Unido no se trata de doctrinas o ideologías, sino que depende de cómo el partido es capaz de galvanizar a sus fuerzas y poner en práctica la política, un verdadero signo de la importancia de la política y una demostración de la impotencia de la ideología: “Fue la acción política lo que reunió a todas esas fuerzas en un partido del que el socialismo intelectual era solo un componente" (p. 155). Para concluir la parte principal del libro, Crick escribió un elogio a la política. En este capítulo, se insiste en la importancia del buen gobierno institucional en las sociedades modernas, cuando afirma que: “Para que las opiniones independientes sobrevivan se requiere un marco institucional, un marco que puede considerarse garantía de esa independencia” (p. 164). Crick entonces debate la importancia del constitucionalismo, postulando que son mecanismos políticos, que restringen el poder de los gobiernos para actuar y significa que no puede - legalmente - actuar fuera del 7

marco establecido por la Constitución. Él considera que se necesita realismo al abordar asuntos constitucionales, llamar a un enfoque a largo avistado por los legisladores: “Ninguna ley puede sobrevivir cuando se extingue la fe en ella, ni puede sobrevivir a nuevas necesidades y demandas” (p. 165). Hay varias críticas que se puede utilizar para evaluar el trabajo de Crick en 'En defensa de la política", ya que omite analizar una serie de puntos de vista de la política. En primer lugar, voy a juzgar la obra desde una perspectiva feminista, antes de pasar a desarrollar unas perspectivas postcoloniales, marxistas y antisistémicas respectivamente. He decidido probar el libro de Crick desde una perspectiva feminista. En primer lugar, yo no creo que Crick ha citado suficientes obras de autores que son mujeres, lo que muestran las jerarquías construidas discursivamente que circundan el género en la política, con feministas como Shepherd (2011) que demuestran los sentimientos de género que existen en obras de naturaleza política a través de una análisis textual. Dicho esto, no considero que Crick ha ignorado obras de autores de las mujeres de forma explícita, sino que podría haber algo con la falta de comprensión de la importancia del género, entre muchos profesores de la ciencia política y la escasa atención que ha sido colocado en los estudios de género. Se ha dicho que "la mayoría de los académicos masculinos, dentro de estas disciplinas dominadas por los hombres, no reconocen la importancia política de género y la sexualidad" (Foster, Kerr, et al, 2013: 566) y me parece que el trabajo de Crick se puede decir que ser una expresión de este desequilibrio de género. Con respecto a la escritura de Crick, pienso que es ignorante de la función que desempeña el género en la sociedad y en la política en especial. Podría beneficiarse de una mayor conciencia de la noción de "lentes de género", es decir, cómo el género afecta la forma en que vemos el mundo y cómo el género afecta a la esfera política (Fox and Lawless, 2011; Mackay, Kenny, and Chappell, 2010). La segunda crítica que tengo del trabajo de Crick es desde una perspectiva postcolonial, ya que siento que no incorpora suficientes voces de fuera de la occidental, 'desarrollado' mundo y cuando lo hace, suele ignorar la voz del subalterno, a favor de un mantra occidentalizada del "progreso". Esto se puede ver en su deseo de un acuerdo - una solución pactada, que ignora la voz subalterna y la opresión que enfrentan los negros y mestizos'' - en la Sudáfrica del apartheid y su intento de ver la opresión de los blancos como igual a la de los negros, cuando se invoca la opinión de que: 8

“[Gran] parte del problema fundamental es la desesperación de las comunidades históricas por preservar su identidad (tanto los afrikaners frente a los ingleses, como la población nativa y la migratoria frente a los dos primeros y, a veces, unas comunidades negras frente a otros)” (p. 283284). Los analistas que miran a la política desde un punto de vista postulan postcolonial que es crucial que los subalternos - grupos marginados - son capaces de reclamar su identidad y que las reclamaciones de identidad son cruciales para una política de resistencia de la dominación neo-colonial (Mohanty. 1991). En efecto, esta preferencia a las soluciones pactadas es un ejemplo más de la lengua de ‘misiones civilizadoras’ sigue siendo frecuente en el discurso occidental sobre los Estados no occidentales. (Shepherd, 2008). Crick es, sin duda, uno de los principales académicos socialdemócratas de su época. El caso que Crick hace para un consenso socialdemócrata y gradual socialismo democrático reformista se destaca en su nota al pie de para convencer a los compañeros socialistas, cuando afirma que: “Los socialistas, por su parte, deben mostrarse más sensibles a las necesidades de un mundo industrial complejo […] y se mostrarán reacios a adaptarse a las nuevas tecnologías y a las cambiantes prioridades sociales” (p. 226). Por otra parte, me parece que el hecho de que él ve la cultura como potencialmente emancipador es problemática. Crick afirma que: “Podría ser que con el tiempo se produjera una revolucionaria o por lo menos un cambio en el orden de prioridad de nuestras variadas aspiraciones… Podría surgir una cultura común que reemplazara la impersonal división del trabajo” (p. 227). Este tipo de punto de vista ha sido criticado por Gramsci (1971), que hace hincapié en el papel que desempeña la cultura en permitir que las clases dirigentes para crear una hegemonía dentro de la sociedad, que para la gente común de alcanzar su pleno potencial y se dan cuenta de la opresión de las clases dominantes. Una crítica adicional que podría hacerse de Crick es su voluntad es de acuerdo con el discurso dominante que rodea el régimen comunista en China, cuando afirma:

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“La no era una solución adecuada al problema, pero la implantación en China de una burocracia administrativa [que no] es socialismo…” (p. 226). Los marxistas critican esto, ya que pone de relieve la falta de solidaridad con los grupos de izquierda en una escala global y un conocimiento eurocéntrico de Crick cómo las secuelas de una revolución deben tener lugar, por lo que él ignoraba el hecho de que hay diferentes caminos para el socialismo. Un análisis final que yo usaría para criticar el libro de Crick viene de una perspectiva anti-sistémica, ya que pienso que la manera en la que ha tratado de definir la política es demasiado ortodoxa; es decir, que se centra demasiado en los movimientos sistémicos y las instituciones establecidas. Creo que el trabajo da demasiada atención a las entidades sistémicas y ortodoxas e ignora otras formas de participación de la sociedad en la política, como a través de la sociedad civil y los grupos políticos que existen fuera de las instituciones, como los movimientos de protesta y los partidos políticos no sistémicos. Al fin y al cabo, creo que Crick está en su más convincente cuando se defiende la política de tecnología y tecnocracia, ya que este es el capítulo que es más relevante para nuestros tiempos, dada la expansión de gobiernos tecnocráticos basados en la ciencia que han tratado de aplicar soluciones que van en contra el espíritu de la política en los últimos años. Considero que las críticas más fuertes del trabajo de Crick son el de las feministas y los marxistas como el trabajo no se hace lo suficiente, respectivamente, para dar reconocimiento a voces de otros géneros, por una parte, y no es lo suficientemente radical como en el reconocimiento de la opresión del proletariado por las clases dominantes dentro de la esfera política, por la otra.

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Bibliografía Crick, B. (1962) (versión traducida: 2001, Díez, M.), “En Defensa de la Política”. Kriterios Tusquets, Barcelona. Foster, E., Kerr, P., Hopkins, A., Byrne, C., & Ahall, L. (2013). “The personal is not political: At least in the UK's top politics and IR departments”. The British Journal of Politics & International Relations, 15(4), 566-585. Fox, R. L., & Lawless, J. L. (2011). “Gendered Perceptions and Political Candidacies: A Central Barrier to Women's Equality in Electoral Politics”. American Journal of Political Science, 55(1), 59-73. Gramsci, A. (1971). “Selections from the Prison Notebooks of Antonio Gramsci: Ed. and Transl. by Quintin Hoare and Geoffrey Nowell Smith”. G. Nowell-Smith, & Q. Hoare (Eds.). International Publishers. Mackay, F., Kenny, M., & Chappell, L. (2010). “New institutionalism through a gender lens: Towards a feminist institutionalism?”. International Political Science Review, 31(5), 573-588. Mohanty, C. (1991) "Under Western Eyes: Feminist Scholarship and Colonial Discourses" in Third World Women and the Politics of Feminism, ed. Mohanty, C., Russo, A., and Torres, L., Indianapolis: Indiana University Press, 1991. Regini, M. (2003). “Tripartite concertation and varieties of capitalism”. European Journal of Industrial Relations, 9(3), 251-263. Shepherd, L. J. (2008). “Gender, Violence and Security: Discourse as Practice”, London: Zed Books. Shepherd, L. J. (2011). “Sex, Security and Superhero” (in) es: From 1325 to 1820 and Beyond. International Feminist Journal of Politics, 13(4), 504-521. White, D. (2013). “Taking it to the Streets: Raising the Costs of Electoral Authoritarianism in Russia”. Perspectives on European Politics and Society, 14(4), 582-598.

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