El zapatero del Papa

July 4, 2017 | Autor: Jaime García Oriani | Categoría: Religion, Journalism, Second Vatican Council, Periodismo, Vaticano II
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El Diario de Hoy www.elsalvador.com • Lunes, 25 de febrero de 2013

INTERNACIONAL // 19

El zapatero de los Papas se apresta a hacer libro b Es un peruano que reparó calzado a Juan Pablo II y a Benedicto XVI b La Santa Sede le pidió que fabricara zapatos para el actual Papa

JAIME GARCÍA ORIANI Corresponsal en El Vaticano

Las campanas suenan y anuncian una nueva visita en la pequeñazapatería.Untallerque no huele a betún ni a pegamento, sino al agradable aroma del cuero y de la madera. Y allí está Antonio, concentrado en su faena, que saluda con amabilidad y sonríe al escuchar palabras en español, su lengua materna. En una vitrina, como presea que expone orgullosamente el ganador, se encuentran los conocidoszapatoscolorcerezadel Pontífice, talla 42. Abre delicadamente las puertas de vidrio y comienza a contar su historia. El entonces Cardenal Ratzinger llevaba sus zapatos a reparar donde Antonio. Como él, también lo hacían varios de la Curia Romana, monseñores y obispos, tal vez motivados por la buena fama de la que Arellano gozaba por

Entre las callejuelas del centro de Roma se esconde el taller de Antonio Arellano, “il Calzolaio”. FOTO EDH / REUTERS las reparaciones hechas en el calzado de Juan Pablo II. Con cierta frecuencia, Joseph Ratzinger solicitaba el servicio de Antonio. “Es que el Cardenal caminaba mucho, visitaba muchos lugares,teníamuchasreunionesyporesoseledesgastaban

los zapatos”, explica Arellano y añade: “Además, él es una persona humilde y, si veía que se podía hacer una reparación, prefería eso a gastar”. Ratzinger conversaba con Antonio de las cosas de cada día, de la vida, de la fe.Arellano confiesa que tiene una fe fuer-

te y lo dice sin titubear, gracias a sus experiencias que dan prueba de ello: a los 14 años comenzó a fabricar zapatos en una fábrica de su natalTrujillo, en Perú, en jornadas de 12 horas y sin descanso; en 1990 migróaItaliasinsaberunapalabra deitaliano,paísenelquesiguió

con su oficio. Posteriormente, en 1998, recaudó los ahorros suficientes para comenzar su propio negocio, el mismo que se encuentra a pocos metros del Vaticano. “Mi vida ha sido dura, pero soy feliz. Todo lo contaré en un libro que estoy terminan-

do de escribir”, dice. Un día de abril de 2005, Ratzinger visitó aAntonio, con el deseo que hiciera, lo más rápido posible, una reparación a sus zapatos. La razón: el Cardenal entraría al Cónclave que elegiría al sucesor del fallecido Papa. Eran los días del Cónclave y Antonio, al enterarse que por finsalíahumoblancodelaCapilla Sixtina, encendió su televisión y, luego de unos minutos de tensa espera, el Habemus Papam y la salida del nuevo sucesor de Pedro. “¡Es el Cardenal Ratzinger! ¡Él es mi cliente!”, recuerda. Luego de tres meses de la elección de Benedicto XVI, Antonio recibió un regalo de parte del Papa: un rosario que conserva muy bien guardado en su hogar. Pero no fue lo único. También se le encargó hacer unos arreglos a los zapatos del Pontífice.

Una tradición Esa fue la ocasión en la que Antonio, tan buen conocedor de los gustos de calzado de Ratzinger, tuvo la idea de hacer los tradicionales zapatos cereza para Benedicto XVI. “Pedí una audiencia con el Papa y él nos recibió muy gustosamente a mí y a mi familia. Y yo le regalé unos zapatos de diseño propio”, comenta. A partir de entonces, “il Calzolaio”recibióelencargodela Santa Sede de hacer más zapatos para el Papa. Arellano no sabe si seguirá haciendo zapatos para el próximo Papa. “Veo con mucho respeto y admiración la decisión de Benedicto XVI de renunciar. Aunque ya no sea Papa, para mí siempre será Su Santidad”.

Papa dice se dedicará a “la oración” en último Ángelus Benedicto XVI, de 85 años, abandonará el papado el próximo jueves por la noche, el primer papa en renunciar a su ministerio en casi 600 años. CIUDAD DE EL VATICANO. El papa Benedicto XVI ofreció ayer la última bendición de su pontificado desde la ventana de su estudio ante los vítores de decenas de miles de personas que abarrotaron la Plaza de San Pedro, pero trató de asegurarles que no abandona la Iglesia tras decidir retirarse parapasarsusúltimosañosen oración. Benedicto XVI, de 85 años,

El Papa ofreció ayer la última bendición de su pontificado desde su ventana en la Plaza de San Pedro. FOTO EDH / EFE

abandonará el papado el jueves por la noche, el primer papa en hacerlo en casi 600 años, después de afirmar que ya no tiene la fortaleza física ni mental para liderar a los 1.200 millones de católicos del mundo. Aunque últimamente se le ha visto cansado y frágil, la multitud que llenó la plaza empedrada pareció darle energía. Habló en voz clara y fuerte, agradeciendo repetidas veces a los fieles por su fidelidad y afecto, mientras que éstos lo interrumpían repetidas veces con aplausos y vítores. La policía calculó que en la plaza había 100.000 per-

sonas. Benedicto XVI dijo a los presentes que Dios lo llama a dedicarse a “rezar y meditar aún más”, lo que hará en un monasterio aislado que le remodelan en este momento en los terrenos detrás de las antiguas murallas de la Ciudad del Vaticano. “Pero esto no significa abandonar a la Iglesia”, dijo, mientras muchos parecían estar tristes de no poder verlo más. “Por el contrario, si Dios me lo pide, esto es porque puedo continuar sirviendo (a la Iglesia)conlamismadedicacióny el mismo amor con que lo he tratado de hacer hasta hora, pero en una forma más ade-

cuadaparamiedadymisfuerzas”. La frase “tratado de hacer” fuelaúnicaqueelpapaañadió al texto escrito de su alocución. Benedicto XVI tiene programada una presentación pública más, una audiencia general el miércoles en la Plaza de San Pedro. El papa sonrió a la multitud después que un asistente abrió la cortina blanca de su ventana, y les dijo a los presentes: “Gracias por su afecto”. “Damos gracias a Dios por el sol que nos ha dado”, dijo el Papa con tono jovial.-—AP.

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