El yacimiento hispanorromano de “Las Zorreras” en Yunquera de Henares –Gudalajara- (ss. I al IV d.C.)

Share Embed


Descripción

Zona Arqueológica

VIDES MONUMENTA VETERUM MADRID Y SU ENTORNO EN ÉPOCA ROMANA Volumen I

MUSEO ARQUEOLÓGICO REGIONAL

CONSEJO DE ADMINISTRACIÓN DEL MUSEO ARQUEOLÓGICO REGIONAL PRESIDENTE: CONSEJERO DE PRESIDENCIA, JUSTICIA Y PORTAVOCÍA DEL GOBIERNO Ángel Garrido García VOCALES: DIRECTOR DE LA OFICINA DE CULTURA Y TURISMO Jaime Miguel de los Santos González DIRECTORA GENERAL DE PATRIMONIO CULTURAL Paloma Sobrini Sagaseta de Ilúrdoz DIRECTORA GENERAL DE PROMOCIÓN CULTURAL María Pardo Álvarez

ZONA ARQUEOLÓGICA, Nº 20-I VIDES MONUMENTA VETERUM MADRID Y SU ENTORNO EN ÉPOCA ROMANA

EDITOR Enrique Baquedano COMITÉ CIENTÍFICO Antonio Alvar (Universidad de Alcalá) Manuel Bendala (Emérito Universidad Autónoma de Madrid) Pilar Fernández Uriel (Universidad Nacional de Eduación a Distancia)

DIRECTOR GENERAL DE UNIVERSIDADES E INVESTIGACIÓN José Manuel Torralba Castelló

Julio Mangas (Emérito Universidad Complutense de Madrid)

ALCALDE DE ALCALÁ DE HENARES Javier Rodríguez Palacios

María del Carmen Fernández Ochoa ((Universidad Autónoma)

CATEDRÁTICA DE ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE MADRID Mª del Carmen Fernández Ochoa

COORDINADORA Isabel Baquedano Beltrán (MAR)

CATEDRÁTICO DE PREHISTORIA DE LA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID Gonzalo Ruiz Zapatero SECRETARIO DEL CONSEJO: SECRETARIO GENERAL TÉCNICO Pedro Guitart González-Valerio

SECRETARIA Sandra Azcárraga Cámara

DISEÑO, MAQUETACIÓN Y PREIMPRESIÓN Vicente Alberto Serrano / Esperanza Santos IMPRESIÓN Y ENCUADERNACIÓN B.O.C.M.

MUSEO ARQUEOLÓGICO REGIONAL DE LA COMUNIDAD DE MADRID

ISSN 1579-7384

DIRECTOR Enrique Baquedano

ISBN 978-84-451-3594-5 978-84-451-3583-9 (obra completa) 51-3497-9 DEPÓSITO LEGAL M-5074-2017

JEFE DEL SERVICIO DE DIFUSIÓN Y COMUNICACIÓN Luis Palop Fernández JEFE DEL SERVICIO DE ADMINISTRACIÓN José María Pérez Mármol JEFA DEL SERVICIO DE EXPOSICIONES María Carrillo Tundidor

© De la presente edición: Museo Arqueológico Regional Plaza de las Bernardas s/n 28801 Alcalá de Henares © De los textos: sus autores © De las ilustraciones y gráficos: sus autores

La revista ZONA ARQUEOLÓGICA ha sido evaluada por el Grupo de Investigación de Evaluación de Publicaciones Científicas (EPUC), asociado al Consejo Superior de Invesigaciones Científicas (CSIC), y está incluida, entre otras, en las siguientes bases de datos: Arts & Humanities Citation Index ® , DICE y LATINDEX

El yacimiento hispanorromano de Las Zorreras en Yunquera de Henares-Guadalajara (ss. I al IV d. C.)

Resumen El yacimiento de Las Zorreras de Yunquera de Henares quedaría definido en dos partes bien delimitadas: una primera configurada por la zona de producción y explotación del medio, correspondiente a los sectores A y B y, en menor medida en el sector C, y una segunda zona, destinada a uso funerario, ubicada en el sector C del yacimiento de los recursos en las proximidades de algunas sepulturas, hace presuponer que el yacimiento tuvo diferentes momentos no sólo de explotación sino de asentamiento e inhumación. Este yacimiento estaría encuadrado en un periodo cronológico amplio que discurriría entre finales del siglo I d. C. hasta el momento no determinado del siglo IV d. C., con una mayor profusión de materiales de los siglos III y la primera mitad del IV. Este nuevo asentamiento se suma a otros ya documentados en el corredor del Henares que presentan similares características (Villa del Val, a 5 km de Alcalá de Henares; La Acequilla en Azuqueca de Henares y Val de la Viña en Alovera)y que sugieren un elevado nivel de explotación de todo el curso del Henares. Palabras clave Las Zorreras, Altoimperial, Antigüedad Tardía, necrópolis hispanorromana. Abstract The site of Las Zorreras (Yunquera de Henares), would be defined in two well delimited parts: the first set in the area of production and exploitation of the environment, corresponding to A and B areas, and in a lesser extent, in the C sector, and a second zone, for a funerary use, located in sector C. However, the existence of related use of resources in the vicinity of some graves structures, does presuppose that the site had different moments not only of exploitation but settlement and burial. The site would be framed in a broad chronological period that would run since the late first century AD to an undetermined time in the fourth century AD, with a greater profusion of materials documented in the Henares corridor which have similar characteristics (Villa del Val, 5 km from Alcalá de Henares, The Acequilla in Azuceca de Henares and Val de la Viña in Alovera) and suggesting a high level of exploitation of the full course of Henares. Keywords Las Zorreras, Early Imperial Roman, Late Antiquity, funerary site.

El yacimiento hispanorromano de Las Zorreras en Yunquera de HenaresGuadalajara (ss. I al IV d. C.) Jorge Morín de Pablos * Rafael Barroso Cabrera * Isabel María Sánchez Ramos ** Ernesto Agustí García *

I. Introducción. Características del yacimiento La intervención arqueológica realizada con motivo del Programa de Protección del Patrimonio Cultural de la actuación urbanizadora Yunquera de Henares-Ferrocarril, proyectada en el paraje de Las Zorreras, situado en el Término Municipal de Yunquera de Henares, ha puesto al descubierto la existencia de un establecimiento rural de época tardorromana, entre cuyos restos inmuebles cobra un especial valor la localización y excavación de la necrópolis del asentamiento. Situado en las inmediaciones de la localidad de Yunquera de Henares (Guadalajara), el yacimiento arqueológico se encuentra ubicado sobre la segunda terraza del río Henares, un terreno de inundación fluvial cuyos componentes geológicos se componen mayoritariamente por cantos cuarcíticos, arcillas y bolsadas menores de cal o caliches. La superficie de excavación arqueológica fue subdivida en tres Sectores (denominados respectivamente A, B y C), definidos de forma artificial durante el proceso de limpieza de la superficie: Sector A: Conformaba la parte N-NO de la superficie. Dispuesto perpendicularmente a la vega del río Henares, comprendía entre otros ámbitos arqueológicos, un pozo, varias cubetas, restos de muros y cimentaciones.

* AUDEMA ** Institut Ausonius, Bordeaux/UCO

Sector B: Colindante y consecutivo al Sector A, se encontraba en el mismo área superficial que el anterior, con una orientación aproximada NO-N. Los ámbitos se distribuyen más homogéneamente, localizándose entre otros restos arqueológicos varias zanjas de cimentación, muros, cubetas, basureros y derrumbes. Sector C: Separado de los sectores anteriores por una zanja de unos 20 metros, tenía una orientación aproximada NE-SO. A diferencia de los sectores A y B destinados a zona de hábitat, en este sector se documentó una necrópolis, además de diferentes ámbitos identificados con cubetas, zonas de basureros y posibles canales de desecación o drenajes. Las características topográficas del yacimiento hacen que se identifique una cierta pendiente, no muy atenuada, en dirección a las primeras vegas del Henares. Su proximidad al río y a los recursos que éste proporciona, lejos de ser ocasional, confirma el carácter rural y eminentemente agrario del emplazamiento. La excavación, realizada en área, ha permitido documentar varias zonas de ocupación presumiblemente contemporáneas, dado el material arqueológico recuperado en la misma. Estas zonas de ocupación albergan dos espacios de uso complementarios. El primero, encuadrado topográficamente en los denominados sectores A y B, estaría destinado a la explotación económica del terreno, mientras que el segundo, localizado únicamente en el sector C, respondería a una zona destinada a uso funerario en la que se han podido documentar un total de 70 enterramientos.

392

VIDES MONUMENTA VETERUM MADRID Y SU ENTORNO EN ÉPOCA ROMANA

II. El yacimiento arqueológico de Las Zorreras A continuación se detallan de forma sucinta los ámbitos arqueológicos excavados en cada uno de los Sectores de la excavación. El Sector A se caracteriza fundamentalmente por ámbitos relacionados con la extracción de cal y arcillas. Dichos ámbitos se concentran en la parte central del sector, principalmente junto al Perfil S, donde se han podido identificar numerosos puntos de extracción de arcillas (UUEE 10 700, 10 500, 12 300 y 10 900). Orienta-

das al O se hallan dos piletas (UUEE 23 400-23 411) relacionadas con la decantación de líquidos de uso primario, seguramente destinadas a la elaboración de vino. Asimismo, se localizaron restos de dos estructuras habitacionales muy alteradas por las labores agrícolas y de difícil interpretación funcional. Al NO del sector fueron documentados un conjunto cinco silos asociados y próximos entre sí (Silos 1-5), que se encontraban colmatados con diferentes rellenos y que posiblemente compartirían una misma funcionalidad. Próximo al Per-

Fig. 1. A. Situación del yacimiento de Las Zorreras en el 1:25.000; B. Fotografía aérea; C. Planimetría de la actuación urbanizadora. D. Sectores excavados –A, B y C–

J. MORÍN DE PABLOS, R. BARROSO CABRERA, I. M. SÁNCHEZ RAMOS, E. AGUSTÍ GARCÍA / El yacimiento hispanorromano de Las Zorreras en Yunquera de Henares-Guadalajara (ss. I al IV d.c.)

fil SO se localizó un pozo de unas dimensiones aproximadas de 2 m de diámetro por 3 m de profundidad (Pozo 1). El sedimento encontrado en su interior se caracterizaba por una abundante proporción de limos, relleno característico de los niveles freáticos, así como arcillas muy compactas. No se encontró, por el contrario, ningún resto de revestimiento artificial. Finalmente se identificaron otros ámbitos arqueológicos menores, cuya excavación apenas ha proporcionado material arqueológico, y que en muchos casos se interpretan como “tentativas” o agujeros de extracción que no han tenido continuidad (UUEE 11 800 y 11 900). El Sector B se caracteriza por la presencia de numerosas estructuras que han sido identificadas como cubetas o puntos de extracción de cal. Este tipo de estructuras han sido rellenadas en un momento posteriormente, sirviendo así como basureros o vertederos (Cubetas 3, 4, 5, 6, 7, 8 y 9). Por este motivo su excavación ha proporcionado abundante material cerámico y óseo, perteneciente, en la mayoría de los casos, a desechos por fractura, consumo o falta de uso. Al igual que en el Sector A, también fueron identificadas varias estructuras negativas de morfología circular que se encontraban completamente colmatadas y que posiblemente actuaran en su momento como silos (Silo 6 y 7). Por último, el Sector C se define fundamentalmente como área funeraria, en la que se han llegado a documentar un total de 70 sepulturas, todas ellas de inhumación. No obstante, en este área también han sido identificados otros ámbitos que poseen una funcionalidad claramente relacionada con los Sectores A y B. Entre ellos destacaría, por ejemplo, un sistema de drenaje localizado en la parte central de la superficie realizado a modo de canales y que posiblemente estuviera relacionado con labores de desecación del terreno (UUEE 60 000, 60 100 y 60 200). Asimismo se han documentado otras tres cubetas más (Cubeta 10, 11 y 12) rellenadas con abundante material arqueológico y que han proporcionado también numerosos restos óseos de macro-vertebrados. Una cuarta estructura, cuyos restos materiales se encontraron muy calcinados (UE 51 100), bien pudiera identificarse con un posible horno. El resto de los ámbitos registrados parecen asociarse a restos de majanos y delimitadores de carácter agropecuario, cuya cronología no parece clara y que incluso podrían estar relacionados con momentos posteriores a la época de vida del yacimiento. Como puede observarse, en los tres sectores estudiados fueron identificadas diversas dependencias de

393

carácter agropecuario, posiblemente destinadas al almacenaje y/o estabulamiento del ganado, y otras de ámbito industrial, donde destacarían el hallazgo de las cubetas para la extracción de cal y las dos piletas/lagares dedicadas a la producción de aceite y/o vino. Todo ello hace suponer que esta zona combinaría grosso modo la pars rustica y la pars frumentaria de una antigua uilla romana (urbs in rure). Siendo la primera, la pars rustica, el lugar de residencia del personal vinculado a la gestión de la explotación y la zona donde se estabularían los animales y se guardarían los instrumentos empleados en las labores agrícolas, mientras que la segunda, pars frumentaria, comprendería las dependencias para la elaboración, conservación y almacenaje de la producción agrícola (Fornel, 2005 y 2007). Un paralelo cercano al yacimiento de Las Zorreras es el yacimiento hispanorromano de Val de la Viña (Alovera, Guadalajara). Ambos asentamientos formarían parte de la densa red de poblamiento rural que se fue formando a partir de las épocas julio-claudia y flavia en el valle del Henares y que se materializó en forma de pequeños establecimientos campesinos dispersos, caracterizando social y económicamente el territorio de los diferentes municipios y colonias (Agustí, Morín, Roberto de Almeida 2008). Ambos yacimientos constituyen un asentamiento tipo uillae donde se desarrollaría una producción mixta, agrícola-ganadera, que cubriría las propias necesidades de sus pobladores en forma de autoconsumo de los productos allí elaborados. Además, su estratégica ubicación en zonas fértiles y dotadas de buenas comunicaciones, ocasionaría una inicial semiespecialización de los cultivos de la famosa tríada mediterránea: cereal, vid y olivo (Fornell, 2005). No obstante, la excavación del yacimiento de Las Zorreras no ha permitido registrar estructuras habitacionales, ni existe, al menos hasta el momento, ningún espacio arqueológico destinado a servir como lugar de vivienda como tal, y que configurarían la pars dominica o urbana de la villa en cuestión. Las únicas estructuras reconocidas atienden a una explotación agropecuaria del terreno y estaban destinadas al almacenamiento de la producción agrícola o al cercado y estabulamiento del ganado. En concreto, se ha documentado un conjunto de siete silos y la cimentación de varios restos de muros que atestiguan la presencia de al menos seis posibles estancias o cobertizos. En cuanto a los vestigios arqueológicos de carácter industrial, la intervención ha podido documentar una

394

VIDES MONUMENTA VETERUM MADRID Y SU ENTORNO EN ÉPOCA ROMANA

estructura rectangular, compuesta por dos dependencias cuadrangulares, separadas entre sí por un muro de unos 30 cm de grosor (sector A), y varias cubetas completamente colmatadas cuyo objeto, presumiblemente, no era otro que la obtención de cal (sectores A y B). En este contexto podría entenderse la aparición de un posible horno algo alejado de la zona de hábitat (sector

C) que podría haber sido destinado a la fabricación de cal para mortero en labores de construcción. En resumen, la excavación del yacimiento de Las Zorreras refleja un tipo de explotación a pequeña escala destinada seguramente al propio abastecimiento de las necesidades de la villa.

Fig. 2. A. Fotografía aérea del Sector C –necrópolis-. B. Planta de la necrópolis tardorromana de Las Zorreras

J. MORÍN DE PABLOS, R. BARROSO CABRERA, I. M. SÁNCHEZ RAMOS, E. AGUSTÍ GARCÍA / El yacimiento hispanorromano de Las Zorreras en Yunquera de Henares-Guadalajara (ss. I al IV d. C.)

El hallazgo de varios canales rellenados mediante cantos cuarcíticos dispuestos en el NE y E del sector C incide y apoya nuevamente el carácter rural del emplazamiento. Este conjunto estructural (UUEE 60 000, 60 100 y 60 200) ha sido interpretado como un posible sistema de drenaje que estaría encaminado a desecar el terreno y facilitar así la explotación agrícola. Hay que mencionar que el sector C está compuesto mayoritariamente por un nivel de tierra altamente arcillosa. Al contrario que los suelos calizos, predominantes en los sectores A y B, los terrenos arcillosos se caracterizan por ser suelos húmedos y fríos, debido al factor impermeabilizante de las margas. La composición química de estos suelos hace que tarden bastante tiempo tanto en absorber agua como en secarse, provocando así la saturación y el consiguiente encharcamiento del terreno. Estas características específicas de los suelos arcillosos hacen necesaria, si se quiere obtener un óptimo aprovechamiento del terreno, una preparación previa del terreno mediante drenajes artificiales que permitan evacuar el agua acumulada, pues de otro modo la retención constante de agua en la tierra provocaría el pudrimiento de las raíces y facilita la aparición de hongos y bacterias nocivas. Por este motivo, si se persigue la puesta en explotación de un terreno, es necesario equilibrar el grado de humedad del mismo encauzando el agua sobrante. Uno de los procedimientos utilizados para airear la tierra y acondicionar los suelos pesados –llamados así por su dificultad a la hora de ser trabajados– es la excavación de una serie de canales o zanjas en el terreno, añadiendo después un perfil de arena gruesa o cantos, como sucede en nuestro caso, para conducir el exceso de agua. La presencia de este conjunto estructural en la zona más baja del asentamiento, una zona potencialmente más susceptible de acumulación de agua, hace pensar que su construcción tuvo la intencionalidad de preparar el terreno para mejorar la productividad. De este modo, la distribución de largos surcos, popularmente llamados regueros, colocados transversal y longitudinalmente en la superficie, facilitaría el fluir del agua, evitando que ésta impregne durante mucho tiempo el terreno y convirtiéndolo así en un espacio perfectamente apto para el cultivo. A nuestro juicio, la intencionalidad de estos canales pone de manifiesto el carácter rural y eminentemente agrario del emplazamiento. No obstante, debido a la limitación de los datos obtenidos durante la intervención arqueológica, no se puede precisar la cronología

395

de estas estructuras, por lo que sería aventurado adscribirlo sin más a la pars rustica del asentamiento romano definido. La ubicación de estos drenajes en un área aledaña a la zona funeraria podría hacernos pensar en una construcción posterior. Al margen de los estudios estructurales, el proceso de excavación llevado a cabo en este yacimiento ha permitido recuperar una importante colección faunística con más de 26 000 restos óseos registrados. El estudio zooarqueológico de estas piezas ha facilitado la identificación de una gran cantidad de especies, entre las que se encuentran representados restos de Bos taurus, Equus asinus, Equus caballus, Capra hircus, Ovis aries, Ovis/Capra, Sus domesticus, Sus scropha, Canis familiares, Felix catus, Felix silvestris, Vulpes vulpes, Mustela nivalis, Meles meles, Cervus elaphus, Lepus capensis, Orictolagus cuniculus, Erineaceus europeus, Elyomis quercinus, y Microtus sp, Gallus gallus, Alectoris rufa, Bufo bufo, Tortuca y dos tipos de lagartos. La fauna ha sido obtenida de los tres sectores (A, B y C) en los que fue subdividida la superficie. No obstante, su estudio ha revelado la existencia de un mayor índice porcentual de restos en los dos primeros y evidentes diferencias entre éstos y el Sector C. Del mismo modo, en este último sector se ha podido observar una indiscutible diferenciación entre el contenido de la tumbas y el de las cubetas. Entre los sectores A y B se observa una gran homogeneidad en la muestra, con predominio de ovicápridos, seguidos de restos de vacuno y, en menor proporción, de caballo, perro y otros animales salvajes, predominantemente ciervo. Por el contrario, el Sector C refleja, en cuanto a los animales domésticos, un mayor predominio de vacuno frente a ovicápridos, seguido después por otros animales como el caballo, el cerdo o el perro, todos ellos con una representación bastante similar. En cuanto a la fauna salvaje, ésta posee una mayor representación en este sector que la documentada en los sectores A y B, llegando a alcanzar el doble de representación en el caso concreto del ciervo, animal más frecuente de los identificados. En cuanto a los patrones de edad, esqueléticos y tafonómicos, se ha visto que no existen grandes diferencias entre los tres sectores, de modo que los animales hallados en los tres casos tienen una representación bastante compensada, con el predominio de restos de individuos adultos y la presencia de amplias evidencias de aprovechamiento antrópico. En términos generales, el conjunto documentado en Las Zorreras repite el mis-

396

VIDES MONUMENTA VETERUM MADRID Y SU ENTORNO EN ÉPOCA ROMANA

mo patrón que otros yacimientos de contextos contemporáneos (Torrejón de Velasco, Alovera, Las Dehesillas o El Pelícano), donde predomina la fauna doméstica, en especial ovicáprido y vacuno. Una de las novedades de este conjunto osteológico es la gran variabilidad descrita entre las especies reconocidas. En lo que se refiere a los datos estacionales, Las Zorreras describe un patrón de mortalidad bastante amplio. Así, por ejemplo, existen evidencias de suidos sacrificados durante todo el año, aunque especialmente entre primavera y otoño. Según se desprende del estudio zooarqueológico, la elevada presencia de bóvidos y équidos pondría de manifiesto la función de estos animales en las diferentes tareas agrícolas, así como en el transporte de mercancías. Por otro lado, las marcas de corte conservadas en los animales aquí representados reflejaría su empleo para la obtención de carne una vez que su función en la producción láctea, lanera o agrícola dejó de ser útil. La presencia de gatos, así como la de perros de diferentes tamaños, podría relacionarse con su funcionalidad, en el primer caso, para cazar ratones, evitando que éstos proliferaran en zonas destinadas al almacenaje de alimentos, y, en el caso de los cánidos, para el acompañamiento y guía del ganado, así como en actividades cinegéticas.

De esta forma, el elevado número de restos del registro faunístico documentado en el yacimiento, junto con las evidencias tafonómicas del procesado cárnico de cada animal, parecen confirmar nuevamente la funcionalidad agropecuaria de este emplazamiento.

III. La necrópolis bajoimperial La excavación del yacimiento de Las Zorreras en Yunquera de Henares ha permitido la documentación de un área funeraria compuesta por un total de 70 sepulturas, aunque puede asegurarse con seguridad que el número de enterramientos era sensiblemente mayor, ya que parte de la necrópolis se ha visto muy afectada por el continuo laboreo agrícola de la zona. La mayoría de las sepulturas son enterramientos en fosa simple excavadas en la tierra y orientados E-O, con algunos ejemplos de orientaciones excepcionales N-S (UE 40 900). En ciertos casos se ha podido documentar la construcción de sepulturas a base de estructuras rectangulares fabricadas en fábrica de opus signinum (UUEE 34 000; 31 300) o mediante alineación de tejas hincadas sobre el terreno (UE 33 600). En el primero de los casos se puede hablar de auténticas sepulturas monumentales, tanto por la envergadura de la estructura como por la perfección de la fábrica con la que fueron realizadas. Fuera de este reducido número, la mayoría de las sepulturas, sin

Fig. 3. Tipos de tumba: Cista “monumentalizada”, cista, fosa delimitada por ímbrices y fosa

J. MORÍN DE PABLOS, R. BARROSO CABRERA, I. M. SÁNCHEZ RAMOS, E. AGUSTÍ GARCÍA / El yacimiento hispanorromano de Las Zorreras en Yunquera de Henares-Guadalajara (ss. I al IV d. C.)

embargo, son simples fosas excavadas sobre el terreno sin apenas preparación previa. En varias de las fosas se colocó una teja sobre la cabeza del cadáver con objeto probablemente de proteger esta parte del cuerpo, considerada tradicionalmente receptáculo del espíritu del muerto (UUEE 34 600; 36 500; 35 100; 37 200; 36 800). A veces se colocaron cantos en forma de almohada o cojín bajo la cabeza para asentar bien el cadáver o el catafalco a la hora de la inhumación (UE 37 000). Precisamente la aparición de diversos elementos de clavazón y herraje, a veces en número más que significativo y a

397

distinto nivel, indica la utilización de algún tipo de estructura de madera tipo catafalco o ataúd para la deposición del cadáver en un buen número de enterramientos. Se han podido documentar asimismo algunas piezas destacadas del depósito funerario, entre las que cabe destacar diversos objetos de adorno personal como pendientes, anillos, pulseras, etc. realizados en metal y piedras de diverso valor. Además, en un número significativo de tumbas se han podido documentar también los restos metálicos de los clavos que tachonaban las suelas de las sandalias de los difuntos. En

Fig. 4.-A. Reducciones: tumbas 1 y 2. B. Asociaciones: tumbas 35 y 36

398

VIDES MONUMENTA VETERUM MADRID Y SU ENTORNO EN ÉPOCA ROMANA

A

B

Fig. 5. A. Tumba masculina. B. Tumba femenina

J. MORÍN DE PABLOS, R. BARROSO CABRERA, I. M. SÁNCHEZ RAMOS, E. AGUSTÍ GARCÍA / El yacimiento hispanorromano de Las Zorreras en Yunquera de Henares-Guadalajara (ss. I al IV d. C.)

399

varios casos, incluso, se ha conservado la impronta que dejó sobre el terreno un calzado de este tipo perteneciente a algún miembro del cortejo fúnebre encargado de dar sepultura al cadáver. Uno de los datos que ha puesto de manifiesto la excavación de la necrópolis de Las Zorreras es precisamente la gran difusión entre la población común del calzado tipo caligae, una especie de sandalia alta cerrada y de suela claveteada que originalmente estaba destinada a la milicia. Se trata de un caso más de la traslación a la moda civil de un elemento propio y característico de la indumentaria militar, fenómeno bien atestiguado en el Bajo Imperio y al que parece corresponder también la proliferación de uso de hebillas de cinturón. Por lo que respecta a la disposición de las tumbas, la necrópolis se extiende sobre una suave ladera orien-

tada hacia el oriente. Parece observarse dentro de la misma una división neta entre dos sectores, con una cesura diagonal muy marcada, probablemente debida a la acción del continuo laboreo de la zona, que debe haber arrasado buena parte de la necrópolis. De hecho, la mayor parte de las sepulturas conservadas apenas conservan una potencia estratigráfica superior a los 15 cm. Como dato significativo, el sector noroccidental cuenta con un número relativamente importante de sepulturas que podrían catalogarse de prestigio (5 sepulturas), mientras que el sector suroriental no posee ninguna de este tipo. Esta separación quizá esté relacionada con la condición social de los enterramientos, aunque la más que posible destrucción de tumbas en la zona central de esta necrópolis hace imposible saber con certeza si esto fue así.

A

B

C D

Fig. 6. Depósitos funerarios. A. Ajuar cerámico –TSHT 63 y 14-. B. Ajuar cerámico -Cerámica cómun-; C. Ajuar cerámico –Cerámica común– y ramo de alhelíes. D. Ajuar cerámico –TSHT 6–

400

VIDES MONUMENTA VETERUM MADRID Y SU ENTORNO EN ÉPOCA ROMANA

En cuanto al encuadramiento cronológico de esta necrópolis, debemos movernos con los datos que proporciona el registro arqueológico de los niveles de relleno y sobre todo con los materiales depositados como ofrenda ritual o que pertenecieron al adorno personal de estas gentes. Ya desde el primer momento resultó significativa la ausencia de materiales típicamente altoimperiales, en concreto TSH, y la relativa abundancia de fragmentos de TSHT y de cerámicas pintadas de tradición indígena, ausencia que de por sí sugería una cronología amplia que abarcaría entre finales del siglo II y el siglo IV d. C. y, más concretamente, un arco cronológico situado entre el siglo III y comienzos de la cuarta centuria. Las escasas monedas conservadas permiten precisar el encuadramiento cronológico en un periodo que abarcaría entre el último tercio del siglo III (moneda de Aureliano de la sepultura 41, UE 36 700) y poco después de mediados del siglo IV (monedas de Constancio II de las sepulturas 11 y 29, UUEE 31 300 y 34 900 respectivamente). Sin embargo, la aparición de dos monedas acuñadas en tiempos de Marco Aurelio (una del propio emperador y otra con efigie de Lucilla, con una cronología entre 161-181 d. C.) halladas en la sepultura 53 (UE 40 000), tumba que aparece por debajo de la sepultura 43 (UE 37 000), sugiere que nos encontramos en realidad con dos fases diferentes de ocupación del espacio cementerial, de manera que la necrópolis bajoimperial se superpusiera total o parcialmente a un cementerio anterior de la segunda mitad del siglo II d. C. En el mismo caso se encontrarían las sepulturas 65 (UE 50 100, sin depósito funerario) y 67 (UE 50 600, situada por debajo de la anterior, con tachuelas de caligae y clavos de hierro). No es posible definir con exactitud qué sepulturas corresponden a una y otra etapa a partir de los patrones de orientación de las mismas, dada la ausencia de elementos de depósito en la mayoría de ellas. En los dos únicos casos de superposición de estructuras, las orientaciones aparecen contrapuestas: mientras la sepultura 53 (posterior al siglo II d. C.) aparece orientada NO-SE, como la mayoría de las tumbas de la fase posterior, la sepultura 43, superpuesta a la anterior y con una vasija de TSHT, se orienta SO-NE, orientación que puede considerarse extraña a la mayoría de las tumbas con ajuares cronológicamente encuadradas entre finales del siglo III y el siglo IV, que lo hacen NOSE (UUEE 37 100; 34 900; 35 100; 36 700; 41 500; 32 500; 31 300; 30 900 y 31 900 –en relleno–). Por el contrario, la sepultura 65 (UE 50 100), situada por encima de la 67

(UE 50 600) y por tanto perteneciente a la fase última de la necrópolis, está orientada hacia el NO, siguiendo esa tónica general que hemos señalado para las tumbas de la última fase, mientras que la sepultura 67, parcialmente destruida por la trinchera nº 7, lo hacía hacia el S. Por consiguiente, a falta de materiales que puedan proporcionar una fecha exacta para las sepulturas excavadas, la orientación de las tumbas no sirve tampoco como indicativo de una determinada cronología. Precisamente en atención al depósito funerario de la sepultura 11 (UE 31 300) y a las semejanzas en cuanto a técnica constructiva de la misma, a base de opus caementicium, con las sepulturas 22 (UE 34 000), 1 (UE 7 100), 2 (UE 7 200) y 3 (UE 7 300) es posible sugerir que todas ellas correspondan a la última fase de uso del área cementerial. La sepultura 21 (UE 33 600) podría pertenecer también a esta misma fase, teniendo en cuenta la complejidad de su construcción en relación con el grueso de tumbas de fosa simple (está forrada interiormente por tejas ímbrices dispuestas de forma vertical) y a su cercanía a las tumbas anteriores. Lo mismo puede decirse de las sepulturas cuyos depósitos funerarios han proporcionado vasijas de vidrio (UUEE 32 400, 34 000, 34 100, 36 500, 41 500), todos ellos de tipología propia de época bajoimperial. En resumen, a través de los materiales descritos y de la propia configuración de la necrópolis pueden constatarse dos fases de ocupación diferentes entre la segunda mitad del siglo II d. C. (probablemente desde el último tercio de dicha centuria) y el siglo IV d. C., siendo lo más probable que la mayor parte de las sepulturas correspondan a este último momento de utilización del espacio funerario, ya que prácticamente la totalidad de los depósitos funerarios se fechan en este momento y el grueso de las sepulturas parecen ir asociadas de alguna forma a esos enterramientos para los que poseemos datos fiables en cuanto a cronología.

III.1. El área funeraria: organización del espacio funerario y ritual Durante el Bajo Imperio se generalizó la costumbre de la inhumación de cadáveres frente a la cremación, rito que había sido característico de la época altoimperial y la Edad del Hierro. La orientación habitual en las necrópolis hispanas desde esa época es la E-O, con la cabecera hacia el E, aunque a veces aparecen variaciones atípicas del ritual (N-S y S-N), siempre en porcentajes mínimos y por razones varias que pueden ir desde causas funcionales hasta de tipo ideológico no bien precisas.

J. MORÍN DE PABLOS, R. BARROSO CABRERA, I. M. SÁNCHEZ RAMOS, E. AGUSTÍ GARCÍA / El yacimiento hispanorromano de Las Zorreras en Yunquera de Henares-Guadalajara (ss. I al IV d. C.)

Un aspecto importante en relación con las inhumaciones en sectores funerarios urbanos con respecto a las necrópolis rurales es la progresiva rarificación de los depósitos de ajuar en el caso de los primeros. Ya a comienzos del pasado siglo, el investigador alemán Hans Zeiss, al referirse a las necrópolis del periodo visigodo, advirtió el diferente comportamiento que se daba entre inhumaciones en necrópolis urbanas y las de ámbito rural. Zeiss explicó tal diferencia de comportamiento a una mayor presencia del cristianismo en los ámbitos urbanos frente a un conservadurismo de origen pagano del mundo rural (Zeiss, 1933-35: 142). Dado que, en el siglo III, la introducción del cristianismo en el ámbito rural de la pars occidentalis del Imperio era todavía muy escasa, no puede sorprender el ritual empleado en la necrópolis de Las Zorreras y la abundancia de depósitos funerarios de las sepulturas allí documentadas. En lo referente a la disposición del cadáver, como se ha dicho ya, desde el Bajo Imperio se generalizaron las inhumaciones frente a las cremaciones de periodos anteriores. No obstante, incluso en periodos donde prevaleció el rito crematorio el recuerdo de la costumbre de inhumar al cadáver siempre estuvo presente, de ahí la obligación de enterrar una parte del cuerpo, ya sean las propias cenizas o algún miembro del mismo (Johnston, 1932: 465). En cualquier caso, la generalización de la costumbre funeraria de inhumar el cadáver, atestiguada sobre todo a partir del siglo III d. C., quedó definitivamente fijada para las centurias siguientes con la difusión del cristianismo, religión que hizo de la creencia en la resurrección de la carne uno de los principales dogmas de fe. En la necrópolis de Las Zorreras se documenta exclusivamente el rito de inhumación. Las sepulturas se orientan generalmente hacia el sol naciente, como es habitual en los enterramientos del Bajo Imperio. La idea del renacimiento cíclico del sol subyace bajo esta costumbre, alimentada además por la institución del culto al dios Sol como religión de Estado en el siglo III. Esta tendencia, iniciada en época tan temprana como el reinado de Heliogábalo, se acentuó con la llegada al poder de la dinastía ilírica y sobre todo a partir del reinado de Aureliano. En cierto modo, el emperador pasó a ser una encarnación del dios Sol en la Tierra y de esta forma se hace representar en las acuñaciones monetarias del momento, donde aparece representado con la corona radiada y la leyenda Deus et Dominus natus. Aunque pueda parecer paradójico a primera vista, esta

401

interpretación pagana fue acogida sin demasiados problemas por la fe cristiana aplicada ahora al mismo Cristo entre los siglos IV y V. Esto fue posible porque algunos influyentes Padres de la Iglesia, y de forma especial Orígenes, habían realizado una verdadera teología en torno a Cristo como el verdadero sol, el sol de la justicia. La aceptación de este simbolismo se manifiesta en muchos ejemplos de la vida práctica cristiana, ya sea la propia orientación de los templos o la elección del festival del Sol Inuictus, el 25 de diciembre, como dies natalis de Cristo. Y, al igual que había sucedido con sus templos, los enterramientos cristianos se orientaron preferentemente en dirección al sol naciente. Por esta razón no es posible asegurar el carácter pagano o cristiano de las inhumaciones, circunstancia que, en el caso de la necrópolis de Las Zorreras, viene a agravar la ausencia de materiales que puedan reconocerse típicamente cristianos. Las formas de deposición del cadáver dentro del enterramiento pueden ser de lo más variadas, si bien tradicionalmente se resumen en tres posturas básicas: decubito supino, decubito prono y lateral a derecha o a izquierda (a veces con las extremidades inferiores encogidas, en lo que se denomina genéricamente posición fetal). La postura más extendida es el decubito supino en sus múltiples variantes: extremidades superiores paralelas al tronco, brazos cruzados sobre el vientre o el tórax, etc. La reutilización de las sepulturas introduce asimismo gran cantidad de variantes en la deposición de los cadáveres, que pueden disponerse bien a los pies o bien a la cabecera del enterramiento (reducciones), fuera de la tumba, en un lateral, etc. La costumbre de reutilizar sepulturas llegó a estar muy extendida en el periodo visigodo, sobre todo en las necrópolis rurales del siglo VII, donde algunas llegan a convertirse en auténticos panteones familiares. Por el contrario, apenas se han documentado reducciones de cadáveres en la necrópolis de Las Zorreras, lo que puede ser un significativo indicio cronológico y ritual. Los escasos ejemplos documentados aquí (UE 7100, con 4/5 individuos enterrados en la misma tumba, y UE 7 300, con 2 individuos) parecen corresponderse con la segunda fase de ocupación del área funeraria. Sí se ha podido comprobar, sin embargo, un ejemplo de asociación de enterramiento de adulto e infantil (UUEE 35 900 y 36 000), lo que sugiere la existencia de algún tipo de vínculo de parentesco entre ambas inhumaciones. Quizá en este mismo sentido pueda explicarse la aparición de tres sepulturas realizadas en opus caementicium que aparecen perfectamen-

402

VIDES MONUMENTA VETERUM MADRID Y SU ENTORNO EN ÉPOCA ROMANA

te alineadas (UUEE 7 100, 7 200 y 7 300) y que, por su monumentalidad, podrían corresponderse con algunos individuos de cierta relevancia social en el entorno. Sin duda, uno de los aspectos más interesantes del estudio de las necrópolis es el que se refiere al depósito funerario, entendiendo por ello todos aquellos materiales que aparecen documentados en el interior de una sepultura, bien formen éstos parte del depósito funerario sensu stricto (vasijas para alimentos y libaciones) o de los elementos de adorno personal que acompañaban al difunto (pendientes, anillos, hebillas de cinturón, etc.) e incluso de aquellos objetos destinados a la deposición del cadáver (herrajes, catafalcos, ataúdes, etc.). En cuanto al depósito funerario propiamente dicho cabe destacar las ofrendas de alimentos, costumbre que se ha constatado tanto arqueológicamente como a través de las fuentes literarias. La aparición generalizada de vasijas (jarras, ollas, fuentes y cuencos) permite asegurar la práctica de libaciones y de ofrendas de alimentos entre las gentes de Las Zorreras. Entre los romanos existía la creencia generalizada de que los alimentos ofrecidos serían consumidos por el difunto en el más allá. Esta es la idea que subyace además bajo la costumbre del banquete funerario, práctica ampliamente documentada en el mundo romano, donde el muerto participaba simbólicamente acompañando a los comensales. A lo largo de los siglos, el cristianismo persiguió estas prácticas paganas por considerarlas contrarias a las enseñanzas de la Iglesia, pero la reiteración de las sanciones en diversos sínodos visigodos demuestra que la costumbre estaba muy arraigada sobre todo en el medio rural, e incluso en épocas tan tardías como el siglo VII. En la necrópolis de Las Zorreras se han podido constatar, además, otros rituales típicamente paganos como la ofrenda de monedas, reminiscencia quizá de la creencia del pago del óbolo a Caronte para el paso al mundo infernal, y el rito de libación sobre el sepulcro, dato éste atestiguado en algunas de las sepulturas que cuentan entre sus elementos de depósito ritual jarras destinadas a líquidos. La presencia de vasos y cuencos cerámicos nos remite, como se ha dicho, a la costumbre de ofrendar alimentos y quizá flores a los muertos. En una de las inhumaciones (UE 39 800) se ha documentado un ramo de brassicae oleracea –una especie de alhelíes perteneciente a la familia de las brassicáceas– depositado sobre el pecho del cadáver, un delicado detalle que nos recuerda lo que en su día fue una terrible tragedia. En el mismo sentido puede apuntarse la presencia en

varias sepulturas de ungüentarios y vasos de tocador, fabricados en bronce o vidrio (con seguridad en las UUEE 32 400, 34 000, 34 100, 36 500, y probablemente en otras sepulturas donde se documentan fragmentos de vidrio), elementos que remiten a las unciones del cadáver previas al enterramiento. En cuanto a la cronología de la necrópolis, el depósito funerario y los elementos de adorno personal documentados en esta necrópolis avalan una cronología bajoimperial para la misma. La presencia de materiales como cerámicas TSHT (sep. 11/ UE 31 300; sep. 29/UE 34 900, con dos ejemplares, entre ellos una forma Mez. 63 asociada como tapadera a una urna Mez. 14), un cuchillo tipo Simancas asociado a fíbula tipo omega (sep. 41/UE 36 700), así como los diversos ejemplares numismáticos hallados en el transcurso de la excavación de la necrópolis, entre otros elementos, confirman, en efecto, una cronología para la misma entre los siglos III-V d. C., probablemente con una fase previa de ocupación de finales del siglo II d. C. (sep. 53/UE 40.000, con as de Marco Aurelio, de fecha 165170 d. C. y cortada por la sep. 43/UE 37 000), sin que sea posible establecer una datación más ajustada entre las dos fases documentadas. La total ausencia de elementos cristianos entre los objetos de adorno personal, la cronología y la propia aparición de monedas dentro de las sepulturas –interpretadas aquí de forma ritual, como tributo a Caronte en el tránsito al Más Allá–, así como la importancia de los depósitos rituales son, a nuestro juicio, indicios objetivos a tener en cuenta a la hora de fijar la cronología del yacimiento. Todos estos datos, tomados en su conjunto, sugieren una datación temprana para la necrópolis de Las Zorreras, sin duda anterior a la difusión del cristianismo en esta área, cronología que probablemente haya que fijar entre los siglos III-mediados IV d. C. con una fase previa, como se ha dicho, de finales del siglo II. En este sentido, conviene reparar no sólo en las propias características del depósito funerario registrado durante la excavación, sino también en la absoluta ausencia de materiales cristianos; significativa ausencia que contrasta con la proximidad del yacimiento a la vía que conduce a Caesaraugusta y a la misma Complutum, situada a tan solo unos 30 km, y de la que sabemos que ya en el siglo IV era un importante foco de cristianismo en la meseta. Un último aspecto a destacar en el capítulo de rituales es el fenómeno de las sepulturas que presentan parte de su estructura rubefractada, es decir, con la fosa parcialmente quemada. En principio pudiera conside-

J. MORÍN DE PABLOS, R. BARROSO CABRERA, I. M. SÁNCHEZ RAMOS, E. AGUSTÍ GARCÍA / El yacimiento hispanorromano de Las Zorreras en Yunquera de Henares-Guadalajara (ss. I al IV d. C.)

rarse parte de un extraño ritual o de un acto de tipo funcional en relación con la profilaxis debida contra ciertas enfermedades consideradas infecciosas. Sin embargo, en atención a los datos que proporciona el registro arqueológico y del análisis de los restos óseos nada de esto puede sostenerse en pie. En realidad, el fenómeno se explica por algo mucho más prosaico como es la constante quema de rastrojos en el terreno de cultivo, costumbre muy arraigada en el campo y que ha causado la deshidratación de parte de la tierra arcillosa, que actuaba de relleno de algunas sepulturas y, del mismo modo, de las paredes de las mismas por donde el calor debió penetrar con mayor facilidad aprovechando la discontinuidad que existe entre la cubeta que delimita la sepultura y la tierra que servía de relleno a la tumba. De esta forma, la pérdida de agua producida por la quema de rastrojos ha provocado que la arcilla quedara compactada de manera similar a cómo lo haría un adobe, adquiriendo el característico color anaranjado que produce la deshidratación de este tipo de suelos.

IV. Conclusiones Tras el análisis de las estructuras y de los materiales obtenidos, el yacimiento de Las Zorreras de Yunquera de Henares quedaría definido en dos partes bien delimitadas: una primera configurada por la zona de producción y explotación del medio, correspondiente a los sectores A y B y, en menor medida en el sector C, y una segunda zona, destinada a uso funerario, ubicada en el sector C del yacimiento. No obstante, la existencia de estructuras relacionadas con el aprovechamiento de los recursos en las proximidades de algunas sepulturas, hace presuponer que el yacimiento tuvo diferentes momentos no sólo de explotación sino de asentamiento e inhumación. Atendiendo de forma singular al estudio del registro cerámico, éste representa una producción y una difusión típica de época imperial. La presencia de fragmentos de TSH, procedentes fundamentalmente de los talleres de la cuenca del Ebro y en especial del gran complejo productor de la zona de Tricio (La Rioja), indican una cronología entre la segunda mitad del siglo I y mediados del II d. C., perdurando hasta los primeros años del siglo IV d. C. Entre las formas de TSH identificadas en el yacimiento de Las Zorreras se encuentran los ejemplares tipo Ritt.8 (copa de cuenco hemiesférico y labio), Drag. 36 (plato con borde pendiente hacia el exterior y decoración de “hoja de agua”) y Drag. 37 (cuenco). La producción de la forma Ritt. 8 se extiende

403

entre los años 40-200 d.C. La forma Drag. 36 es característica del periodo comprendido entre la segunda mitad del siglo I y mediados del II d. C., si bien perdurará hasta los primeros años del siglo IV d. C. El cuenco Drag. 37A, por su parte, presenta una cronología que viene a fijarse entre el año 70 d.C. hasta finales del siglo II d. C. De igual forma, los ejemplares de TSHT, otro de los tipos cerámicos más frecuentes en el yacimiento, permiten avalar una ocupación de una parte del yacimiento entre los siglos III y los inicios del V d. C. El resto de los tipos cerámicos representados en el registro arqueológico de Las Zorreras (TSB, cerámica pintada de tradición indígena, cerámica común y de almacenaje) no permite mayores precisiones, dado el amplio margen cronológico de las mismas, si bien redundan en esa cronología imperial propuesta. Otro tanto cabe decir de la serie numismática. Los seis ejemplares que pudieron estudiarse corresponden a acuñaciones romanas. Hay que mencionar un denario de la ceca Sekobirikes (Segobriga) de comienzos del siglo II a. C. recogido en el sector C en superficie. El resto de las monedas corresponden a una cronología entre finales del siglo II (as de M. Aurelio, AE 31, fechado entre 165-170 d. C.) y mediados del siglo IV (medio centenional de Constante I, 348-350 d. C.). Las monedas encontradas en la necrópolis permiten datar las dos fases del área cementerial: la primera fase vendría fechada por el as de M. Aurelio de la sepultura 53 y la segunda por sendas emisiones de Aureliano de la sep. 41 (antoniniano argentado de 270-275 d. C.) y Constante I de la sep. 29 (medio centenional de 348-350 d. C.). En vista de los resultados obtenidos, y para concluir estas líneas, podemos describir el establecimiento rural romano de Las Zorreras como un emplazamiento eminentemente agrario, relacionado con la explotación de un territorio fértil de la cuenca del Henares y de los recursos naturales asociados al mismo. Cronológicamente, el estudio de los materiales muebles exhumados durante el proceso de excavación corrobora la presencia de un yacimiento de época romana relacionado con la explotación del territorio circundante. Este yacimiento estaría encuadrado en un periodo cronológico amplio que discurriría entre finales del siglo I d. C. hasta un momento no determinado del siglo IV d. C., con una mayor profusión de materiales de los siglos III y primera mitad del IV. Este nuevo asentamiento se suma a otros ya documentados en el corredor del Henares que presentan similares características (Villa del Val, a 5 km de Alcalá de Henares; La Acequilla en Azuqueca de Henares y Val de la Viña en

404

VIDES MONUMENTA VETERUM MADRID Y SU ENTORNO EN ÉPOCA ROMANA

Alovera) y que sugieren un elevado nivel de explotación de todo el curso del Henares. En nuestro caso, Las Zorreras constituye un claro ejemplo de explotación agraria, carente de infraestructuras propias de un hábitat urbano, que debe ser identificada como pars rustica de una villa hispanorromana. Es muy posible que dicha villa, que albergaría las instalaciones de la pars urbana del complejo, se encontrara en un área cercana al paraje excavado, aunque las características de la excavación no han permitido corroborar este extremo. La proximidad del yacimiento a la vía entre Mérida (Emerita) y Zaragoza (Caesaraugusta), en un tramo relativamente próximo a la población de Complutum le proporcionó opciones de acceso a una importante red de caminos que sin duda permitieron los intercambios comerciales. Desde esta óptica, el asentamiento de Las Zorreras debió formar parte de la densa red de poblamiento rural que fue constituyendo en el valle del Henares a partir de las dinastías Julio-Claudia

(27 a. C.-68 d. C.) y Flavia (69 d.C.-96 d. C.), y que se materializó en forma de pequeños asentamientos campesinos dispersos alternados con villas rústicas que caracterizaron social y económicamente el territorio.

BIBLIOGRAFÍA LÓPEZ BORGOÑOZ, A. (1999): “Orientaciones de tumbas y sol naciente. Astronomía cultural en la Antigüedad tardía.” Congreso Nacional de Arqueología. Cartagena. JOHNSTON, H. W. (1932): The private life of the Romans. VOLLMER TORRUBIANO, A. y LÓPEZ BORGOÑOZ, A. (1995): “Nuevas consideraciones sobre variaciones en el ritual funerario romano (ss. I-III d. C.)”. Congreso Nacional de Arqueología. Vigo, 1993. ZEISS, H. (1933-35): “Los elementos de las artes industriales visigodas”. Anuario de Prehistoria Madrileño 4-6: 139165.

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.